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Facultad de Economia, Universidad Nacional Autonoma de Mexico UNAM)
ESTADO, ACTORES Y DESARROLLO: LOS INTERCAMBIOS ENTRE POLTICA Y ECONOMAAuthor(s): Carlos M. VilasSource: Investigacin Econmica, Vol. 55, No. 212, Seccin temtica: Economa mexicana (
abril-junio 1995), pp. 177-195Published by: Facultad de Economia, Universidad Nacional Autonoma de Mexico (UNAM)
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/42778251Accessed: 20-08-2015 16:58 UTC
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Investigacin
conmica 212
abril-junio
de
1995,
pp.
177-195
ESTADO,
ACTORES
Y DESARROLLO:
LOS INTERCAMBIOS
ENTRE POLITICA
Y ECONOMA
Carlos
M.
Vilas
*
El
debate
actual
sobre el
papel
del
Estado
en la economa est
sesgado
hacia un
enfoque predominantemente
cuantitativo: cunto
Estado
y
cunto mercado deben
existir en
una
economa
y
en
una
sociedad deter-
minadas.
Del nfasis
estatista
de
los aos cuarenta a
setenta,
hemos
pasado
a
un nfasis mercadista .
Ambas
posiciones comparten por
lo
menos dos ingredientes: i) un enfoque esencialista del Estado y del
mercado,
que
equipara
a
uno u
otro con
la
racionalidad econmica
y
culpa
a
uno u otro
de
la ineficiencia.
De
acuerdo a ambos
enfoques,
existen ciertas funciones
que
tienen
que
ser
desempeadas por
el Esta-
do,
y
ciertas otras
que
deben
ser llevadas a
cabo exclusivamente
por
el
mercado;
ii)
los
argumentos que
defienden la soberana del
mercado
o
la intervencin
del
Estado
sealan hechos reales tanto como el
impac-
to
de
la
ideologa
o los intereses
sobre
la
percepcin
de
los
hechos.
Hay
tambin un dualismo
maniqueo implcito
en
estos
argumentos,
en cuan-
to reducen el
desarrollo
a una
cuestin de
o
el
Estado,
o
el
mercado
propia de las disputas ideolgicas y de los manuuales escolares, pero
que
tiene
poco que
ver con
las
economas reales.
La
extensin de la intervencin
del
Estado
en la economa
no
es
irrelevante
para
el desarrollo:
comparaciones
internacionales
de am-
plia
cobertura
sugieren
la
existencia de una relacin
positiva
entre la
dimensin del sector
pblico y
su
eficacia
en
la
promocin
del creci-
miento econmico
(Ram,
1986).
Estas
comparaciones
indican sin
em-
*
CIIH-UNAM.
177
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Carlos
M.
Vilas
bargo que
las reas
y
modalidades de la
intervencin resultan tanto
o
ms relevantes
para
la
promocin
del
crecimiento, que
el
simple
ta-
mao del Estado. reas
y
modalidades: cuestiones
en
las
que
el
juicio
tcnico
de los
economistas
se
interna
en
el
terreno de
la
poltica.
Las limitaciones del modo
predominante
de
encarar las cosas se ad-
vierten
cuando
se
atiende al
desenvolvimiento efectivo de las econo-
mas
modernas.
Todas
las
que
pueden
considerarse exitosas
-
es decir
que
consiguieron
conjugar
crecimiento,
estabilidad,
distribucin,
com-
petitividad
internacional
-
cumplieron
con tres condiciones
bsicas
que constituyen
otros tantos
rasgos
distintivos:
i)
una clase
empresarial
productiva,
no
rentista,
que
asume
riesgos
de inversin
y presenta
un
comportamiento
relativamente austero
-
el
consumo
productivo
es
pro-
porcionalmente
mayor
que
el no
productivo
-
;
ii)
una clase
trabaja-
dora
productiva,
vale
decir
bien
alimentada,
entrenada
y disciplinada;
iii)
un Estado
regulador
que
promueve
intereses
y
objetivos
definidos
y
aceptados
como nacionales.
El mercado
fue
un
espacio
ms o
menos
amplio,
ms o
menos
reducido,
pero
nunca
excluyente,
en el
que
se
conjugaron
esos tres elementos
bsicos.
De
manera
muy
esquemtica,
en lo
que
sigue
de esta
presentacin
se discuten
esos elementos.
I. Empresarios
Es conocida la
amplia
literatura sobre
los factores
que
favorecen el
sur-
gimiento
de una
clase
empresarial.
Werner
Sombart,
Max
Weber,
Thorstein
Veblen,
Joseph Schumpeter,
H. R.
Tawney,
y
otros,
seala-
ron
con
argumentos
no
siempre
coincidentes el
papel
de
algunos
fac-
tores
ticos, religiosos
y
culturales,
en actores sociales
que
contaban
con
una
dotacin
inicial de
recursos de
capital,
para
aplicarlos
de manera
sistemtica a la produccin de excedentes a su turno reinvertidos pro-
ductivamente. La
aplicacin
del
progreso
tcnico
a la
produccin
con-
tribuy
a
cimentar este
proceso y
a
dotarlo
de
mayor
dinamismo.
En
conjunto,
esos
enfoques
indican
que
el desarrollo de una clase
empre-
sarial obedece
a una
conjuncin
de factores
objetivos y subjetivos,
tcnico-econmicos
y
culturales,
en un marco
poltico
institucional
pro-
picio
a
este
tipo
de
emprendimientos:
los
espacios
libres de las ciuda-
des
europeas
y,
posteriormente,
los
Estados
de
vocacin nacional
y
potestad
soberana.
Clase
empresarial
y
Estado
moderno
constituyen
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Estado,
actores y desarrollo
179
desde sus
orgenes
una relacin
que experimentar etapas y
momen-
tos de
confrontacin
y
otros de
adaptacin recproca.
El
carcter intensamente
explotador
de la clase
empresarial
hasta
que
los
trabajadores consiguieron
imponerle
lmites
por
la
va
de
la
orgnizacin
y
la
legislacin
est
fuera
de cuestin. Sin
embargo,
la
diferencia
especfica
entre las clases dominantes
en sociedades no
capi-
talistas
y
la
burguesa
moderna es
que
sta convirti
la
desigualdad
social
y
la
explotacin
en
recursos de
capital,
en insumos
para
la acu-
mulacin. Mientras
que
las
lites
dominantes
en las sociedades anti-
guas y
en el
feudalismo
orientaban
el
producto
de la
desigualdad y
la
explotacin
del
trabajo
humano a la construccin de
pirmides,
jar-
dines
colgantes,
catedrales
o
mausoleos
-
sin discutir
aqu
el
valor
social
asignado
a tales
inversiones
,
el
gran
invento
del
capitalismo
consisti
en
hacer
de la
desigualdad
social
un insumo
para
el
desarro-
llo,
orientando lo fundamental del esfuerzo
de inversin
a
la
produc-
cin;
vale
decir,
la reinversin
productiva
del excedente
financiero
proveniente
de
la
desiguladad
y
la
explotacin.
Se advierte
que
el as-
pecto
subjetivo
de
las
clases
empresariales
modernas
pudo
alcanzar
proyecciones
prcticas
cuando
el desenvolvimiento
previo
de
la
econo-
ma
comenz a
generar
extensas redes
de
intercambio
y
grandes
activos
en dinero, y cuando el progreso cientfico y tcnico hizo posible un
desarrollo
exponencial
de los ritmos
y
volmenes de
produccin.
La
organizacin
tcnica
y
econmica
de
la
produccin,
en
particular
de
los
procesos
de
trabajo
en el
marco de la nueva
unidad
empresa ,
desempe
un
papel
similarmente relevante
para
que
la
nueva tica
capitalista
pudiera
generar
resultados
tangibles y
en
gran
escala.
La literatura
sobre los
factores
culturales
del
desarrollo seala
la
austeridad
de
las clases
empresariales
como
una
condicin
para
el
xito,
en
la
medida en
que
el ahorro
personal
era una fuente
importante
de
formacin de
capital.
El
surgimiento
de fuentes
de financiamiento
en
gran escala por los cambios en la escala de la produccin y el inter-
cambio,
la
conquista
de
Amrica
y
los desarrollos
tcnicos,
redujeron
la
gravitacin
directa de este
aspecto
sobre
la
acumulacin,
pero
no
la
eliminaron;
uno
de los
objetivos
de la
regulacin
estatal del mercado
consisti en dotar de estabilidad
y
continuidad al
proceso
de
acumula-
cin
por
vas
tributarias u otras
(Green
&
Sutcliffe,
1987 : 185
y ss.)
En
general
las sociedades
que
ms
avanzaron
por
la
senda del de-
sarrollo
fueron
-
por
lo menos en las
etapas
del
despegue y
del
big
push
-
sociedades austeras.
Esto
significa,
ante
todo,
clases
empresa-
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180 Carlos
M.
Vilas
rales
austeras,
ya que
los
pobres y
los
trabajadores
siempre
lo son.
La
informacin
anualmente
difundida
por
el
Banco Mundial sobre dis-
tribucin del
ingreso
familiar
muestra, por ejemplo, que
las sociedades
del
sureste asitico recientemente
industrializadas,
lo mismo
que
Ja-
pn,
presentan
niveles de
desigualdad
social menores
que
los de
la
mayora
de
los
pases
de Amrica Latina
y
el Caribe.
Esta
situacin
no
obedece
a
que
los
grupos
de
ingresos
ms
bajos
del Asia
capten por-
ciones del
ingreso
nacional
mayores que
las de
sus
homlogos
de Am-
rica
Latina,
sino a
que
las
burguesas
asiticas
captan porciones
de
ingreso
considerablemente menores
que
sus
equivalentes
latinoameri-
canas
(Banco
Mundial, 1994,
cuadro
30). Mxico,
la estrella de la
modernizacin
neoliberal,
ofrece en
este sentido los contrastes
ms ilus-
trativos:
con
una economa
virtualmente
estancada,
una balanza
co-
mercial
sistemticamente deficitaria
y
la mitad de su
poblacin
en
condiciones de
pobreza,
el
nmero
de
supermillonarios
mexicanos
creci
de
dos
en
1991
a
siete
en
1992,
trece en 1993
y
24 en
1994,
hasta ocu-
par
en
este
exclusivo rubro
el
cuarto
lugar
mundial
solamente detrs
de Estados
Unidos,
Alemania
y Japn (Button,
1994).
Junto
con
esta
propensin comparativamente
mayor
destinada al
consumo no
productivo,
las
burguesas
latinoamericanas
muestran
acti-
tudes y comportamientos rentistas relativamente marcados. La genera-
cin
de
los
excedentes
por
la va del comercio exterior
determin
que
rentabilidad
y
acumulacin
dependieran
tanto de la
organizacin
de
los
factores de
la
produccin,
sobre los
que pueden
incidir,
cuanto de
las
condiciones
del
mercado
internacional,
sobre las
que
carecen de mr-
genes significativos
de
decisin.
Esto
no
significa que
las
latinoameri-
canas
sean
lumpenburguesas ,
como
alguna
vez
exager
Andr
Gunder
Frank,
o
simples
burguesas compradoras,
sino
que
sus estilos
empresariales
se
caracterizan
por
un
complejo
entrelazamiento
de com-
ponentes
productivos
y rentsticos,
debido en definitiva al modo en
que
la regin qued articulada a la economa internacional. Por otro lado,
tampoco significa que
el rentismo
haya desaparecido
del
comporta-
miento de
las
lites latinoamericanas con el
surgimiento
de la sustitu-
cin de
importaciones y
el desarrollo hacia adentro
o,
ms
reciente-
mente,
con
las
privatizaciones y
el
adelgazamiento
del
Estado.
Las
burguesas
industriales nacionales nunca rechazaron
y
ms bien
bus-
caron mantener estructuras sobredimensionadas de
proteccionismo
para
aprovecharse
de mercados cautivos
y
subsidios
estatales,
del
mismo
modo
que
el
actual
esquema
neoliberal favorece a travs de
la
desregu-
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Estado,
actores
y
desarrollo
181
lacin,
de
la
apertura
asimtrica,
del
manejo
del
tipo
de
cambio
y
las
tasas
de
inters,
la
generacin
de
rentas
financieras en beneficio
de
actores
econmicos determinados. El rentismo
no es
caracterstica ex-
clusiva
de determinados actores
econmicos,
sino del
tipo
de
relaciones
que
se entrelazan
entre
los actores
y
el Estado.
Se
desprende
de lo
anterior
que
el mercado
no
basta
para generar
una
clase
empresarial
productiva.
El
espritu productivo ,
vale
decir
propiamente
empresarial
de
las
burguesas
latinoamericanas debi mu-
cho
al
papel desempeado por
el
Estado en
la formulacin
de
objetivos
de
desarrollo
nacional
y
en la definicin de estmulos
y penalizaciones.Lo mismo
que
en los
pases
de desarrollo tardo de
Europa,
el Estado
intervino en
Amrica
Latina
para romper
las inercias del mercado
que
reforzaban la
primaca
del
rentismo
y reproducan
las tendencias
al
atraso. Las
proposiciones
de Mariano
Fragueiro
en
Argentina
equi-
valen
por
su sentido a las
que,
aos ms
tarde,
formularan Liszt
y
Fichte
para
el desarrollo econmico
de
Prusia,
aunque
el
constituyente
de
1853
tendra menos xito
en sus
proposiciones que
sus
colegas
teuto-
nes
(Fraguerio,
1854).
Romper
con
las inercias
significa
reformular la
relacin del
Estado con
determinados actores de la sociedad en
funcin
de
objetivos
nacionales
-
vale
decir
objetivos
que
van ms
all
de los
intereses y metas de actores particulares- . Nuevamente nos encontra-
mos,
pues,
con
que
la
identidad
de
los
actores
econmicos
posee
cons-
titutivamente
una dimensin
poltica.
II.
Trabajadores
La
interaccin entre
economa
y poltica que
se acaba de esbozar en
relacin con
la
clase
empresaria
se advierte asimismo
en
lo
que
toca
a
los
trabajadores.
Desaparecidos
o cuestionados en
los
tiempos
moder-
nos los factores culturales y religiosos, materiaels y simblicos, de com-
pensacin,
la
moderacin
de la
explotacin
laboral
pas
a
depender
de la
capacidad
de
organizacin
y
lucha de
los
trabajadores.
La for-
macin
de una clase
trabajadora
tuvo una dimensin
poltica
-
orga-
nizacin sindical
y poltica;
capacidad
de
presin
sobre las clases em-
presariales
y
sobre las
agencias
gubernamentales
-
adems de
la
estructural
-
prole
tarizacin.
Con
el fordismo
y
la
macroeconomia
keynesiana
el
consumo de los
asalariados
se
convirti
en
ingrediente
de
la acuumulacin
y
en
uno
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182
Garlos
M.
Vilas
de los
puntales
de
la
ampliacin
del
mercado.
En
la medida
que parte
del excedente
se realiza a
travs
del consumo
de los
trabajadores y
sus
familias
el desarrollo del mercado interno deviene meta
nacional
y
se
sientan las
condiciones
para
un nuevo
tipo
de concertacin
social.
La
base de este
esquema
es
la
escasez relativa de fuerza de
trabajo:
esca-
sez
en sentido
econmico,
no
demogrfico.
Las
necesidades tcnicas
y
polticas
de
educacin,
entrenamiento,
salud,
bienestar,
etc.
de
los
trabajadores
elevaron el costo
de
produccin
de la
mano
de obra
e
introdujeron
rigideces
al mercado de
trabajo, que lleg
a
ser adminis-
trado de manera
tripartita por
la
patronal,
el Estado
y
los sindicatos.
El entrenamiento
y
bienestar de la fuerza de
trabajo
se
present
como
una necesidad
derivada tanto
de
la
mayor capacidad organizativa
y
de
presin
de
los
trabajadores
cuanto
del
propio
avance tcnico de
la
produccin.
Populismo
y
desarrollismo
constituyeron
la variante
latinoamericana
de
este
esquema,
enmarcado
por
una
amplia
movilizacin
social
y pol-
tica. Los
factores
estructurales se
articularon a los
de
ndole
poltica
para
dotar de
mayor espacio
de desarrollo
o
conducir a
un
ms tem-
prano agotamiento
a
estas
experiencias.
Cuando
los
exportables
son al mismo
tiempo bienes-salario,
incre-
mentos en la
productividad
del sector
exportador
implican
incrementos
en
la
productividad
de la
produccin para
el consumo local.
Constantes
otros factores la reduccin de costos de
produccin
en
el
sector
expor-
tador
genera
una reduccin en
el costo de
reproduccin
de
la
fuerza
de
trabajo,
definindose una
renta
laboral diferencial
en
escala inter-
nacional
compatible
con
una
aceptable
satisfaccin de
necesidades
b-
sicas de los
trabajadores,
en
principio
sin necesidad de una
intervencin
poltica
explcita
en
tal sentido. La
intervencin estatal se
orienta
ms
bien
a la
asignacin
de
cuotas hacia
uno
y
otro
mercados,
implcita-
mente
(interviniendo
en la
fijacin
de
precios),
o
explcitamente.
La
condicin de viabilidad de este modelo es la continuidad del proceso
inversionista
en
el sector de
exportables;
de
lo
contrario,
se alcanzar
un
punto
en
que
la
competencia
entre
exportacin
y
consumo
interno
se
tensionar
pudiendo llegar,
en la
hiptesis
lmite,
a un
juego
de
suma cero . Cuando en cambio
hay
una diferenciacin
marcada
entre
el sector
productor
de
exportables
y
el
que produce
para
el mercado
interno
-
como
es el
caso de la
mayora
de las
economas
de
agricul-
tura
tropical y subtropical,
o
extractivas incrementos en
la
produc-
tividad
del
primero
no tienen
en
principio
impacto
sobre
el
costo
de
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Estado,
actores
y
desarrollo 183
reproduccin
de
la fuerza de
trabajo.
La rentabilidad externa
reposa
en
definitiva
en una
compresin
absoluta
de las
condiciones
de vida
de
los
trabajadores.
El
desarrollo de la
organizacin
sindical se vio favorecido
por
la
con-
figuracin
estructural de
situaciones
como
las
del
primer
tipo,
pero
de
todos
modos fue el
resultado de
luchas intensas
y
prolongadas.
Diver-
sos factores actuaron
en
el mismo sentido:
urbanizacin,
industrializa-
cin,
difusin
de determinadas
doctrinas
polticas
o sociales.
La escasez
relativa
de
fuerza
de
trabajo
fortaleci la
capacidad negociadora
de
los
sindicatos;
a
mayor
calificacin
posibilidad
de sustitucin
de la
fuerza de
trabajo y
ms fuerte la
posicin
institucional del sindicalis-
mo.
En
periodos
de
desaceleracin del crecimiento o de
recesin esto
exacerb
las confrontaciones sociales
por
la
distribucin del
excedente,
llegando
en el
lmite a
cuestionar la
reproduccin
del
esquema
de
acu-
mulacin.
En
situaciones del
segundo tipo,
en
cambio,
el hiato
entre
mercado interno
y
exportaciones
demand
una
intensa lucha sindical
y poltica
para
trasladar
siquiera precariamente
los
incrementos de
productividad
a
los
salarios,
mientras
que
la oferta
abundante
de fuer-
za de
trabajo
haca ms difcil
an la
organizacin
sindical.
Una
pluralidad
de factores
puso
en crisis el
esquema
keynesiano-
fordista. Adems de los sealados ms arriba, deben mencionarse para
el
caso
especfico
de
Amrica Latina las
transformaciones en
el sistema
internacional
a
partir
de las
dcadas
cincuenta
y
sesenta;
el
surgi-
miento
de
nuevos actores sociales
que
carecan
de
representacin
pol-
tica
institucional;
el acotamiento del
espacio
de
convergencia
de las
demandas de
empresarios
y
trabajadores;
las crecientes tensiones
fisca-
les
y
de
balanza de
pagos.
El
desarrollo
tecnolgico
-
cuyas prioridades
y
orientaciones
son
definidas
por
el
Estado
y
las
empresas privadas
-
respondi
a los desafos buscando reducir los
coeficientes laborales
y
ampliando
la
sustituibilidad
de
la
mano de obra. La flexibilizacin
de
la fuerza de trabajo y la desagregacin de procesos laborales complejos
en
operaciones
simples
(de-skilling),
desarrollados a la
largo
de
la
ltima
dcada,
contribuyeron
a
la
desarticulacin
de los determinantes
estruc-
turales
y organizativos
de la clase
trabajadora,
al
retroceso de la
capa-
cidad de
negociacin
de los
sindicatos,
y
a la sustitucin
regresiva
del
derecho laboral
por
el derecho
civil
y
comercial.
El movimiento
hacia la
flexibilizacin laboral es universal
y
acom-
paa
a la
restructuracin
global
de
la economa. Sus efectos son
par-
ticularmente
severos
en
los
pases
que
no
son
generadores
de
progreso
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9/20
184
Garlos M.
Vilas
tcnico, ya
que
la
presin
combinada
de
empresarios y gobiernos
para
reducir
los costos laborales
se
intensifica
y adquiere
dimensiones
abso-
lutas. Es
flagrante
el
contraste,
en este
sentido,
entre la reducida
pro-
porcin
del
gasto
pblico
destinado a educacin
en
las economas
ms
industrializadas
de Amrica
Latina
(como
Brasil
y
Mxico) y
las
asig-
naciones
mucho ms altas
en
la
mayora
de los
pases
de industrializa-
cin reciente del
sureste asitico. La
degradacin
del mercado de
tra-
bajo
se
conjuga
con el
deterioro
de los
sistemas,
usualmente
precarios,
de
seguridad
social.
Al
reducir los
requerimientos
tcnicos
y
acotar
el
espacio
de
accin
legtima
de los
sindicatos,
estas
tendencias convierten
a la fuerza de
trabajo
en un insumo
abundante;
se
regresa
de
alguna
manera,
en el
mbito urbano
industrial,
al modelo de
oferta ilimitada
de
fuerza
de
trabajo (Lewis, 1954).
La
crisis
de
la
dcada
de
los
ochenta cre
condiciones
propicias para
esto;
pero
antes
que
la crisis
los
regmenes
militares
y
autoritarios
y
la
represin
poltica, y
la des-
movilizacin social
que sigui
al
restablecimiento de
los
gobiernos
de-
mocrticos,
abonaron
el terreno en
que
habra de
actuar la
flexibiliza-
cin
laboral.
III. Estado
La
poltica
se
refiere
a
las
acciones
individuales
y
colectivas
orientadas
a
la
asignacin legtima
de
recursos
entre
clases,
grupos
e
individuos;
entendiendo
por
asignacin legtima
la
que
suscita acatamiento
por
un
mnimo
de
conviccin
normativa
y
no slo
ni
principalmente
por
la
virtualidad de una sancin a los
miembros
renuentes de la
sociedad.
Individuos,
grupos y
clases,
directamente
o
ms
corrientemente
a
tra-
vs de
organizaciones
y aparatos que
los
representan,
compiten
y
se
coligan
tanto
respecto
de los recursos del mercado
como
respecto
de
los recursos estatales administrados y adjudicados por las agencias gu-
bernamentales
a travs
de
las
polticas pblicas.
Estado
y
mercado son
enfocados
por
los actores sociales como instancias
de
mediacin
que
permiten
alcanzar determinados
objetivos
econmicos,
polticos,
cultu-
rales,
o de
otro
tipo.
La discusin
sobre
qu
debe hacer el
Estado,
y
cmo
debe
hacerlo,
refiere
a
esa matriz
de relaciones sociales
y
econmicas
entre las
clases
y
grupos que
dan vida a la sociedad
y
a las diferentes
coyunturas
y
momentos
que
es
posible
identificar
en
ella;
en
definitiva,
a la estruc-
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10/20
Estado,
actores
y desarrollo 185
tura de
poder
en la
sociedad,
y
al
perfil
e intereses
de
los
grupos
domi-
nantes
en
ella.
Las
polticas pblicas,
en
cuanto abren
y
cierran las
puertas
a
ciertos
recursos,
contribuyen
a la definicin de los
ganadores y
los
perdedores
en
el
mercado.
Desde
esta
perspectiva,
el tamao del
Estado
y
del
mercado
-
es
decir,
la
extensin
y
complejidad
de
la intervencin
estatal,
el
espacio para
las
regulaciones gubernamentales,
la
amplitud
de las relaciones directas
entre
agentes
de la economa
-
y
el modo
en
que
las
polticas pblicas
y
los recursos del Estado se
articulan
a las
fuerzas
del
mercado,
no son relevantes en s
mismos,
sino
en
la medida
en
que
se relacionan con intereses sociales
y
econmicos
especficos,
y
por
consiguiente
a actores
promovidos
o
marginados
a travs de la
in-
tervencin estatal
directa
o
indirecta,
o
mediante
los
mecanismos del
mercado. Esto tiene
lugar
tanto en
lo
que
toca
al mercado
interno
cuanto al mercado internacional
y
los
actores
transnacionalizados, y
a
la articulacin entre uno
y
otros.
En
la medida en
que
vincula al Estado
y
al
mercado con los
intereses
y
las acciones de los
actores,
este
enfoque permite
superar
la
concep-
tualizacin del
Estado
como un instrumento
polticamente
neutral
o
como un
escenario inerte
en
el
que
ocurren las
tensiones,
conflictos
y
coaliciones entre los clases y grupos sociales, y entre los actores trans-
nacionalizados
y
los
que
permanecen
como
predominantemente
locales.
Esta
perspectiva
de anlisis reconoce la
autonoma del
Estado en rela-
cin
con
los
actores
sociales,
pero
refiere
el
alcance
y
los lmites de
la
autonoma
estatal a :
l)
la
competencia y
contradicciones
entre
frac-
ciones de
las
clases o
grupos
dominantes;
2)
la
competencia
entre
gru-
pos
sociales
que
no
son
clases,
cuando esta
competencia
carece
de
impacto
relevante en
el
carcter de
clase
del
liderazgo
poltico.
El
Estado
capitalista puede
ser
concebido como relativamente
aut-
nomo
de los
partidos polticos
y
de los
grupos
sociales
o
de
inters,
como
el escenario en que esos actores desenvuelven sus estrategias de poder,
o
como el
referente
y
destinatario de las
mismas,
pero
no
es autnomo
en
relacin con el carcter del sistema
socioeconmico del
que
emerge
y
a las
relaciones de
poder que
lo
expresan;
por
tanto,
no es
autnomo
ni
neutral en relacin con las tensiones
y
crisis
que
amenazan
con minar
el carcter de dicho sistema. En otras
palabras:
no
es
posible
afirmar
ms,
pero tampoco
menos,
que
la
existencia de una delimitacin
para-
mtrica del
espacio,
alcance
proyecciones
de la dinmica
del
Estado
y
sus
agencias por parte
de
los actores econmicos
y
sociales.
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11/20
186 Carlos
M.
Vilas
Toda
vez
que
nuevas modalidades de
acumulacin de
capital
rem-
plazan
a
otras,
se
ampla
el terreno
de
intervencin de factores
extra-
econmicos. Es a travs
de
la
poltica
y
de
las
polticas
pblicas que
se
alcanza un
nuevo
equilibrio, y que
las fuerzas dominantes
en
el
mer-
cado devienen
intereses de
gobierno y,
eventualmente,
objetivos
nacio-
nales.
Polanyi (1944)
demostr el
papel
estratgico
del Estado
moder-
no en
la constitucin
y
consolidacin
del
mercado,
en
la
configuracin
del
capitalismo
europeo y
en su
proyeccin
como
sistema mundial.
Por
su
parte,
la
mayora
de
los estudios sobre los cuatro
tigres
del sudeste
asitico llama la atencin sobre el
papel estratgico
del Estado
en
la
promocin
del
capitalismo exportador (por ejemplo
Harris, 1986;
Kolko, 1988;
Jenkins,
1992;
Hart-Landsberger,
1993;
etc.).
Mas
re-
cientemente,
algunos
observadores
han
identificado como uno
de
los
obstculos
ms
serios
para
la creacin
de
una
economa de
mercado
en
la
Rusia
postsovitica,
la
ausencia
o extrema debilidad
del sector esta-
tal
para
establecer
las condiciones iniciales
de
la
acumulacin
capi-
talista
(Clarke,
1992;
Burawoy
&
Krotov,
1993).
Algo equivalente
ocurre
en
Amrica Latina.
La
rearticulacin
inter-
nacional
y
la restructuracin
capitalista
encaradas desde mediados
de
la dcada
de los
ochenta iban a
contrapelo
de los
intereses de
grandes
porciones de la poblacin y de los actores econmicos, del mismo modo
que
al
principio
el desarrollo
hacia adentro
iba a
contracorriente
de
las tendencias
predominantes
en el mercado en
las
dcadas
de
los
vein-
te
y
los
treinta,
o
como
la
especializacin
primario exportadora
de en-
frent
a
los intereses
precapitalistas
que
an
prevalecan
en las dcadas
de los sesenta
y
los
setenta
del
siglo
xix.
Cada
vez
que
se alcanz
tal
punto
de
conflicto,
el
protagonismo
estatal
y
el
recurso de la
poltica
resultaron
estratgicos para
la
restructuracin de la economa
y
la
promocin
a
posiciones
de
liderazgo
en el mercado
de
aquellos
actores
econmicos
y
sociales
que
hasta entonces haban estado subordinados
a fuerzas ms tradicionales (vid por ejemplo Schvarzer, 1993a). La
competencia
en
y
por
el
mercado fue
de
la mano
con la
competencia
en
y
por
el
terreno
poltico
y
los
recursos del
Estado.
En
tiempos
de
agudizacin
de
conflictos
en
el
mercado,
como fue el caso de la
reciente
etapa
de
crisis,
la
intervencin del Estado
aumenta,
con los diferentes
grupos
y
clases sociales
enfocando los alcances
y
las metas de la
inter-
vencin estatal
desde
diferentes
perspectivas
de inters.
La sustitucin
de
determinadas fracciones
del
capital
como fuerzas
directrices de
la acumulacin
implica
una redefinicin de las
relacio-
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Estado,
actores
y
desarrollo
187
nes
polticas
y
sociales,
tanto
entre
fracciones de
la clase dominante
como
entre sta
y
las
clases subordinadas.
Muy sucintamente,
es
posible
reconocer
tres
grandes
escenarios recientes en
este
particular:
i)
En los
regmenes
opulistas picos
l
Estado
impuls
y
en su
turno
e
apoy
en
un sistema
de acuerdos
polticos
mplcitos
ntre
fraccionesde
la
entonces
denominada
burguesa
nacional ,
grandes
segmentos
e los
sectores
medios,
y
la
clase
obrera
y
el
movimiento
indical.
A
travs de
un
amplio espectro
de
polticas
ue
encontraron
esigual
xito,
a intervencin
statal maniobr
para
establecer
as
condiciones
perativas
de
la
estrategia
opulista
de
acumulacin
de capital a travs del consumo internoy la ampliacin de la participa-
cin
poltica
y
social
de
las masas
(Vilas,
1988).
La
ampliacin
del
mercado
interno
e
articul
a la universalizacin
el
sufragio,
a
extensinde
los ser-
vicios
ociales,
etc.
Tpicas
de
este
esquema
fueron as nacionalizaciones
de
la
infraestructurae
transportes
comunicaciones,
del
sistema financiero
y
del
comercio
xterior,
a
creacin
de
grandes
mpresas
estatales
n
algunos
rubros
de la
industria
pesada,
bienes
intermedios insumos
ndustriales,
la
inter-
vencin
en el mercado de
tierras
a
travs
ncluso
de la reforma
graria;
ii)
Cuando el
mercado nterno
resent ignos
de
agotamiento
omo
fuente
de
dinamismo,
o
cuando
su
ulterior
xpansin puso
en
cuestionamiento
a
estructura
dominante
de
poder,
el
Estado
reorient
u intervencin
hacia
la promocinde fraciones mpresarialesnteresadas n desarrollaruna indus-
trializacin
vinculada
a las
exportacionesy
a
la
produccin
de
bienes
inter-
medios
y
de
capital
-
la llamada sustitucin ertical
de
importaciones
.
Mediante
polticas
definidas,
n
pases
como
Brasil, Mxico,
y
hasta
cierto
punto Argentina,
l Estado
auspici
transferencias e
excedentes
financieros
desde
las
fracciones
de
la
burguesa
orientadashacia el mercado
interno
y
de
las clases
trabajadoras,
hacia
lats
fracciones
el
capital
ms
vinculadas a
las
nuevas
exportaciones,
ratando
de mantener
un
difcil
quilibrio
entre as sus-
titucin
vertical
asentada
en
el
mercado
interno,
y
una
mayor
apertura
ex-
terna
por
la
va de la sustitucin
de
exportaciones por ejemplo
Teitel
&
Thoumi,
1986;
Sunkel,
1991;
Alarcon
&
McKinley, 1992).
En
este
esquema
el Estado medi activamenteen la progresivarearticulacin ntremercadointerno
y
mercado internacional
promoviendo
nuevas formasde asociacin
entre
capital privado,
corporaciones
ransnacionales
capital pblico.
Se
hizo
cargo,
asimismo,
e
un
arco
muy
amplio
de
empresas
privadas que
no
pudie-
ron
hacer
frente
los
nuevos
trminos
e
la
economa;
iii)
Hoy,
el
Estado
apoya
la
restructurac;n
apitalista mpulsando
a
aper-
tura asimtricade
la
economa
domstica
l
mercado
internacional,
pelando
a
la
privatizacin
de
activos
pblicos,
construyendo
uevos
espacios para
las
inversiones
xternas,
edistribuyendo
ngresos,
y
reorientando
a
intervencin
pblica
hacia
la infraestructura
conmica
y
algunas
variables
fiscal-finan-
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188
Carlos
M.
Vilas
rieras.
El
retroceso e
la
intervencin statal de
tipo
microeconmico
s
para-
lela
a una reformulacin e
la
intervencin
n
el
nivel
macroeconmico:
tipos
de
cambio,
polticas
crediticias
impositivas,
asas
de
inters,
egulacin
del
mercado
de
trabajo,
reforma
del escenario
nstitucional
e los
flujos
externos
de
capital,
trabas institucionales la
circulacin
nternacional e la
fuerza de
trabajo,
etc. Es
importante
estacar
que
Chile
y
Mxico,
los
pases
de
Am-
rica Latina donde
la
restructuracin e la economa
y
la reinsercin
xterna
se
ejecutaron
de manera
ms
amplia,
son tambin os
que
cuentan
con
estruc-
turas estatales ms slidas
y
eficaces
en
materia
de extraccin
y asignacin
de recursos.
En cada uno de estos tres escenarios el
objetivo
central de la inter-
vencin del
Estado
en
la
vida econmica
y
social
fue
la
generacin
de
externalidades
para
la
acumulacin
de
capital
de determinadas
frac-
ciones de
la clase
empresarial.
Este
objetivo
coexisti con otros de
carc-
ter
ms
amplio y mayor proyeccin
social,
y
frecuentemente entr
en
contradiccin con
ellos,
subrayando
el
tensionamiento entre
acumu-
lacin
y participacin
que
constituye, segn
Ral
Prebisch,
una
de
las
constantes del
desarrollo econmico
en Amrica Latina
(Prebisch,
1981).
El
concepto
de
externalidades vara
de
clase
a
clase
y
de una
frac-
cin a otra dentro de la clase empresarial; por consiguiente, tambin
vara el costo
que
las
distintas
clases
y
fracciones estn
dispuestas
a
pagar por
esas externalidades. Por
ejemplo,
de
acuerdo a
diferentes
estrategias
de
acumulacin
de
capital y
a las
perspectivas
de distintas
fracciones
empresariales,
los
programas
de
educacin
y
salud
pblica
y
el fomento
de
la
vivienda
popular pueden
ser consideradas tanto
como
externalidades
que
reducen el costo de formacin
y reproduccin
de
la fuerza de
trabajo,
como
gastos improductivos. Algo
similar
puede
decirse
de
la construccin estatal de la infraestructura
de
transportes
y
comunicaciones,
cuyo
diseo
bsico
puede
no
adaptarse
a todas
las
fracciones del capital o a cualquier despliegue espacial de los activos
fsicos.
Del mismo
modo,
desde
el
punto
de
vista
de los
grupos
empre-
sariales
orientados
hacia
el mercado
interno,
salarios
altos
pueden
ac-
tuar como
incentivos a
la
elevacin de la
demanda de bienes de
con-
sumo
y
a la
reactivacin de
la
produccin,
las ventas
y
las
ganancias
en
las
ramas
respectivas,
mientras
que
desde
la
perspectiva
de
las
fracciones
orientadas hacia las
exportaciones
los
salarios
altos
incre-
mentan
los costos de
produccin,
reducen
la
competitividad
externa
y
refuerzan
las
presiones
inflacionarias.
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Estado,
actores
y desarrollo
189
La
relacin entre
el mercado interno
y
el mercado internacional,
entre
los
actores
predominantemente
internos
y
los actores
externos
o
transnacionalizados,
obedece a la
misma
lgica.
La relacin
entre uno
y
otro
ingredientes
est
sometida a
una
persistente
tensin,
cuya
reso-
lucin
en cada
etapa
del
desarrollo es una
funcin de
los
actores
ex-
genos
sin
duda, pero
tambin del modo
en
que
los
agentes
locales
dise-
an
las
respectivas polticas pblicas: tipo
de
cambio, aranceles,
niveles
de
regulacin
de los
flujos
financieros,
regmenes
de
inversin
externa,
etc. Tambin en
este
particular
diferentes
grupos empresariales
y
so-
ciales
poseen posibilidades
e intereses de articulacin
externa
dismiles,
y en consecuencia promueven polticas y estrategias divergentes. En los
momentos
actuales,
por ejemplo,
la ntima
imbricacin entre el
Estado
y
los
segmentos
ms
transnacionalizados de los mercados
nacionales,
da
lugar
a una
amplia apertura
externa en materia
de
inversin,
finan-
ciamiento
y
comercio, junto
con
fuertes controles
a la movilidad
inter-
nacional
de la fuerza de
trabajo
y
a la difusin
internacional
del cono-
cimiento
y
sus
aplicaciones
(marcas y patentes).
El
paso
de
una
a
otra
etapa
no fue inevitable ni obedeci a una se-
cuencia
prefijada.
Los cambios
fueron el resultado de
conflictos socia-
les
y
polticos
intensos
que
se
gestaron y
desenvolvieron
en el
tiempo.
El auge actual de los enfoques de tipo neoliberal fue el resultado de esos
enfrentamientos,
en
un
marco
extremadamente conflictivo
signado por
las
transformaciones de la
economa
global,
la
crisis
regional,
los
reg-
menes
polticos
autoritarios,
la
recomposicin
de
los
sistemas
demo-
crticos
y
la
reconfiguracin
de los actores sociales. Se ha
sealado
asi-
mismo
el
papel que desempearon
algunas
agencias
del
gobierno
de
los Estados Unidos
en
la
difusin
de
las
recetas
neoliberales
y
en
el
diseo de
las
recetas neoliberales
y
en el
diseo
de
las
polticas
de los
gobiernos
latinoamericanos en
funcin de
ellas,
con
el fin de
eliminar
las
barreras
nacionales
que
se
oponan
a
la libre circulacin de
produc-
tos y de servicios del capital (Flix, 1992; Vilas, 1993a).
El resultado de estos
cambios,
en
lo
que
toca a la relacin
entre
Estado
y
mercado,
no es menos
Estado
y
ms
mercado,
sino
otro
tipo
de Estado
y
otro
tipo
de
mercado.
La afirmacin de
que
se
ha
pasado
de
una matriz Estadocntrica
a otra de
tipo
mercadocntrico
(Cava-
rozi,
1992)
-
es
decir
que
el
Estado
ha
dejado
de ser el
punto
central
de referencia de los
actores econmicos
y
sociales,
y que
dicho referente
se
ha
desplazado
hacia el mercado
-
debe
ser
analizada con
cuidado.
La
proposicin
refleja
con
acierto
el
discurso acadmico
y poltico
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15/20
190 Carlos M.
Vilas
de
moda,
pero proyecta
una
imagen
distorsionada
de
la
realidad
de la
poltica y
la economa
y puede
conducir a
conclusiones desacertadas.
Cuando se advierte el
papel
crucial
desempeado por
el Estado en
la
fijacin
poltica
del
tipo
de
cambio
en
Argentina,
o
de
la banda
de
flotacin del dlar en
Mxico, y
la
centralidad de
esta intervencin
estatal
en el subsidio
de
algunas
actividades
y
la
penalizacin
de
otras,
y
en
la
consiguiente
definicin de
ganadores y
perdedores
(Vilas,
1993b):
estamos
en
verdad ante el
achicamiento
del mbito
y
alcances
de la intervencin
del
Estado? Frente a la
amplia
intervencin
es-
tatal
en
los
procesos
de
privatizacin
-
que incluy adjudicacin
direc-
ta de
empresas;
asuncin de
pasivos;
concesin de subsidios a las em-
presas
privatizadas;
garanta
de mercados cautivos
y
proteccin
frente
a
la
competencia
externa;
fortalecimiento
de
grupos
financieros vincu-
lados
a altos
funcionarios de
gobierno,
con el
consiguiente
incremento
de los niveles de
oligopolizacin
(Vemon-Wortzel,
1989;
Wienen
y
Waterbury,
1991;
Schvarzer,
1993b;
Basualdo,
1994;
etc.):
puede
hablarse realmente de menos Estado
y
ms
mercado?
Significa
ms
mercado la
expulsin
del
mercado
a
causa del
desempleo,
la
prdida
de
ingresos,
la contraccin
de
la
poltica
social,
y
otras
dimensiones del
empobrecimiento,
de
un
cuarto
(Argentina) y
la
mitad
(Mxico)
de
la poblacin? El surgimiento y crecimiento aparentemente irrefrenable
de los nuevos
pobres
:
es ms
mercado? La
formacin de
monopo-
lios
y oligopolios
privados
a causa
de la
desregulacin
estatal
:
ampla
el
mercado
o
lo reduce?
La lista
de referencias concretas
puede
extenderse mucho
ms
pero
los
ejemplos
anteriores
son
suficientes
para
sealar
que
lo
que
aporta
la
etapa presente es, por
encima
de
todo,
un
nuevo acomodo de
po-
der entre
Estado
y
mercado
(Ibarra, 1990).
El
Estado retrocede
en
mbitos de
intervencin microeconmica
directa al
mismo
tiempo
que
incrementa su intervencin
en las
definiciones macroeconmicas
y
en
el diseo de las opciones bsicas a que se enfrentan los actores del mer-
cado;
abandona a
su
propia
suerte a
algunos
actores
y promueve
a
otros.
En
virtud
de
estas redefiniciones
las
grandes corporaciones
trans-
nacionales,
las lites
financieras,
los actores
mejor
articulados a las
nuevas lneas de
dinamismo
del
mercado
internacional,
las
grandes
cor-
poraciones,
se convierten en
el
punto
de
referencia de
la
accin estatal.
Mientras
que
en
las dcadas
pasadas
la
intervencin
del
Estado
en
la
economa
expresaba
una correlacin
poltica
de
fuerzas
diferente de
la
jerarquizacin
social derivada del
mercado,
ahora se
registra
una
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16/20
Estado,
actores y desarrollo 191
notable coherencia
entre
las orientaciones de los
actores
que
controlan
el
mercado
y
el sentido de
la
intervencin
estatal.
Lo
que
usualmente
se
interpreta
como retirada
o
achicamiento del
Estado,
es
en
realidad
institucionalizacin de intereses
y
perspectivas
de
actores
especficos.
A
fines del
siglo
xx,
la
prctica poltica
de
la
modernidad
neoliberal
conduce a esos
segmentos
del mundo del
big
business a abrevar
de las
fuentes doctrinarias
del
siglo
xviii
haciendo
suya
la
premisa
de
Adam
Smith :
El
Estado,
en
la medida en
que
es
establecido
para
la
seguridad
de la
pro-
piedad, ha sido instituidon realidadpara la defensadel ricofrente l pobre,
o
de
quienes
tienen
lguna
propiedad
frente
los
que
carecen
de
ella
(Smith,
1776:674t).1
Entre
tanto,
porciones amplias
de las clases
trabajadoras y
de
las
clases
medias
se
desbarrancan
hacia
el Estado
de naturaleza de
Thomas
Hobes:
un
mundo en donde no
hay
sociedad, y
lo
que
es
peor,
existe
un miedo
continuo,
y
el
peligro
de muerte
violenta;
y
la
vida
humana
solitaria,
pobre,
srdida, brutal,
y
breve
(Hobes
1651
:65).2
La
pri-
maca
poltica
de una clase rentista
en un escenario de
degradacin
intensa de
la fuerza
de
trabajo,
se
expresa
institucionalmente
en
un
Estado cautivo de la
especulacin
financiera.
IV.
Consideraciones finales
Estamos
frente al fin
de
la
Historia,
o
frente
al
desarrollo de una
etapa
de ella? Una
respuesta, siquiera
tentativa,
demanda una
pers-
pectiva
de
mayor
alcance
que
el
cortoplacismo,
incluso
inmediatismo,
de
las visiones neoliberales.
Al analizar el desarrollo del capitalismo desde la revolucin indus-
trial hasta
la
primera
mitad de nuestro
siglo,
Karl
Polanyi
identific
un
doble movimiento histrico. En
una
primera
fase el Estado
fue
vaciado
de
toda actividad econmica
sustantiva,
pero
asumi la
fun-
1
Civil
goverment,
o
far
t
s
instituted
or he
ecurity
f
property,
s in
reality
nstituted
for
he
defense
f
the ich
gainst
he
poor>
r of
those
mhohave
ome
roperty
gainst
hose
who
have
none
t all.
2
No
Society,
nd
what s
worst
f
all,
continued
eare,
nd
danger
f
violent
eath
and
the ife f
man,
olitary,oore,
asty,
rutish,
nd
short.
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17/20
192 Carlos
M.
Vilas
cin
de
sancionar
institucionalmente
y garantizar polticamente
la vi-
gencia
de
las
leyes
del
mercado,
que
era visto como
una entidad
auto-
regulada.
Tras sta
surgi
una
segunda fase,
en
la
que
amplios
sec-
tores sociales
respondieron
a
las consecuencias socialmente
destructivas,
no
previstas
por
la
teora,
del
mercado
autorregulado.
Esa
respuesta
volvi
a
legitimar
el
papel
del
Estado como
regulador
de la economa
y garante
de un mnimo de
equidad
social
(Polanyi,
1944; Cox, 1992).
En este
movimiento,
los
sindicatos de
trabajadores,
los
partidos
socia-
listas
y
socialdemcratas
y
los movimientos
feministas
y
antirracistas,
desempearon
papeles
fundamentales. El Estado de
bienestar, regula-
dor del mercado y promotor de la ciudadana social (Marshall,
1950)
y
de una
democracia
ampliada,
fue el
resultado
de esas
res-
puestas.
La
crisis
de los
ochenta
fue
la
crisis de este
tipo
de Estado.
Debe
reconocerse
que,
hasta el
momento,
las
perspectivas
y
recomendaciones
neoliberales han sido ms
eficaces
en desacreditarlo
y
en narrar
la
his-
toria
negra
del
estatismo,
que
en
alcanzar
un
desempeo
superior
en
trminos de crecimiento
estable,
insercin internacional
slida,
bienes-
tar
social,
democracia.
El
propio
carcter
excluyente
de la articulacin
Estado/mercado
que emerge de la crisis y de las polticas para encararla desde el ngulo
de los intereses
de los acreedores
externos
y
de
las
lites
financieras,
lleva a
pensar que
estamos frente a una situacin
que
de
ningn
modo
es
definitiva.
El desencanto con
la
intervencin del
Estado en
la
eco-
noma es slo
parcial
entre los
diferentes
grupos
sociales
y
actores
econmicos.
El
cuestionamiento neoliberal de la
regulacin
estatal
del
mercado
y
el
desmantelamiento de
los
mecanismos
intervencionistas
involucr desmontar los mecanismos
de
participacin
social
y poltica
que integraron
a
amplios
sectores de
poblacin
de menos
recursos,
a
una vida
mnimamente
decente.
Los resultados alcanzados
hasta
ahora
son cuestionables incluso desde la perspectiva estrecha de los objetivos
fijados
por
los
enfoques
neoliberales: el
adelgazamiento
del
Estado
ha
generado
frutos
magros.
Por encima de
oposiciones maniqueas
simplistas
del
tipo
o
Estado,
o
mercado ,
es
plausible suponer
que
el avance
hacia una
organizacin
econmica ms satisfactoria
implicar
una reformulacin de los
aco-
modos
presentes y,
ante
todo,
una ms
eficaz
regulacin
del
mercado
por
un
Estado
que
exprese, por
encima de
todo,
consensos sociales
b-
sicos de
promocin
del
desarrollo,
la
equidad y
la
democracia.
Con-
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Estado,
actores
y
desarrollo
193
sensos,
por
tanto,
de
confrontacin al
estancamiento,
el
privilegio, y
la
siempre presente
tentacin
autoritaria.
Se
impone
finalmente
la
interrogante respecto
de
qu
puede
hacer
un
pas
de Amrica
Latina,
por
ms
amplio que
sea ese consenso de
confrontacin
y
de
bsqueda
de
alternativas,
cuando las
reformas neo-
liberales son
parte
de
un
proceso
global
de restructuracin. La
cues-
tin
se
refiere,
en el
fondo,
a la necesidad
y posibilidad
de articular
alternativas
globales
frente
a
desafos
globales.
Una
problemtica cuya
complejidad
y
proyecciones
demandan un
tratamiento
especfico.
La
exposicin precedente
plantea
una relacin
entre estructura
e
intervencin de los actores que enfatiza la eficacia de esta ltima para
romper
con
las
rigideces
de
aqulla,
y
esto en un
doble
sentido: los
obstculos
estructurales
slo
pueden
ser
superados,
o
moderados,
por
la accin consciente
e
intencional de los
actores;
la
existncia
de
posi-
bilidades estructurales
debe
ser activada
por
la
intervencin de los
actores
para que
lo
posible
se
convierta en efectivo. Amrica Latina
podr
hacer
frente
a
los
desafos
actuales
en
la medida
en
que
con-
vierta
la
mayoritaria
insatisfaccin
por
el actual orden de cosas
en
criterio de diseo
de
alternativas
y
de formulacin de
estrategias,
y
coloque
la
equidad
social
como
principio
de
adaptacin
a
la
dinmica
cambiante de la globalizacin. Los grandes momentos del desarrollo,
la democratizacin
y
la
creatividad
cultural
de
Amrica Latina
obe-
decen
a
la
conjugacin
de
esos
elementos. Sobre
todo,
a la
forja
de soli-
daridades slidas entre
la
demanda
de
justicia
de
los
pueblos,
la hones-
tidad
de los
intelectuales,
y
la
sensibilidad
de
las lites.
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