ambrosio, los misterios

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tratado sobre os sacramentos de São Ambrósio

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  • L O S M I S T E R I O S

    1 . Cada da hemos tenido una instruccin moral, cuan-

    do se hizo lectura de los hechos de los patriarcas o de las

    mximas de los Proverbios1, para que, instruidos y edu-

    cados con ellos, os acostumbris a entrar en las vas de

    nuestros antepasados, a seguir su camino y a obedecer los

    orculos divinos, y para que, renovados por el bautismo,

    observis el gnero de vida que conviene a los que han sido

    purificados.

    2. Ahora, el tiempo nos invita a hablar de los misterios2

    y a dar la explicacin misma de los sacramentos3. Si hubi-

    1. Esta catequesis tiene lugar tras la inscripcin del catecmeno, al principio de la Cuaresma. Se lean los libros del Gnesis y de los Proverbios. Cf. FALLER, ed. cit., p. 89. Cf. De Sacr., I I I , 12. Gran parte de la obra ambrosiana se gest con ocasin de esta instruc-cin, en la que los competentes eran introducidos en el cristianis-mo a travs de la catequesis moral y dogmtica: De Abraham [CSEL 32/1 (1897), 499-638], De Jacob

    [CSEL 32/2 (1897), 3-70], De Tobia [CSEL 32/2 (1897), 519-573], Exp. In Ev. Lucam [CSEL 32/4 (1902), 1-528; C C L 14 (1957), 1-400; BAC 257], Exposi-tio in Ps 118 [CSEL 62/5 (21999), 3-510].

    2. Cf. De Sacr., I , 1. 3. Los misterios son el senti-

    do profundo de la Escritura y los sacramentos son los ritos. Cf. BOTTE, o. c, p. 33-34 y 56, nota 2. Cf. De Sacr., I , 11.

  • 142 Ambrosio de Miln

    sernos pensado insinuroslo antes del bautismo, cuando to-dava no estabais iniciados, se hubiera considerado esto como traicin de nuestra parte, ms que como una ense-anza. Adems, la misma luz de los misterios penetra mejor en aquellos que no se lo esperan, que si les hubiera prece-dido alguna explicacin.

    3. Abrid, pues, los odos y aspirad el buen olor de la vida eterna4, difundido sobre vosotros por el don de los sa-cramentos5 ! Es lo que indicamos cuando dijimos, al cele-brar el misterio de la apertura: Effata!, es decir, brete6, para que cada uno de los que iba a venir a la gracia supie-ra lo que se le preguntara y se acordara de lo que deba responder.

    4. Cristo celebr este misterio en el evangelio - c o m o lee-m o s - cuando cur al sordomudo. Pero El toc la boca por-que curaba a un mudo y tambin a un varn7: por un lado, porque quera abrirle la boca para el sonido de la voz que en ella infunda, y, por otro, porque este tacto era conve-niente a un varn, pero no lo habra sido para una mujer8.

    II

    5. Despus te fue abierto el Santo de los Santos, entras-te en el santuario de la regeneracin9. Recuerda lo que se te pregunt, acurdate de lo que respondiste. Renunciaste al diablo y a sus obras, al mundo, a su lujuria y a sus place-res. Tu palabra se conserva no en un sepulcro de muertos, sino en el libro de los vivientes.

    4. Cf. 2 Co 2, 15-16. 5. Para los nn. 3-4 cf. De

    Sacr., I, 2-3. 6. Me 7, 34.

    7. Cf. Me 7, 32-37. 8. Cf. De Sacr., I, 2-3. 9. Para los nn. 5-6 cf. De

    Sacr., I, 4-8.

  • Los misterios 2-8 143

    6 . Viste all al levita, viste al sacerdote, viste al obispo 1 0 ! N o consideres su aspecto fsico, sino la gracia de sus mi-nisterios. Hablaste en presencia de los ngeles, como est escrito: Los labios del sacerdote guardan la ciencia y de sus labios se ha de aprender la ley, porque es ngel del Seor omnipotente11. N o hay error, no hay lugar a negacin, es el ngel que anuncia el reino de Cristo y la vida eterna. N o le debes estimar por su apariencia, sino por su funcin. Con-sidera lo que te ha trasmitido, aprecia su utilidad y reco-noce su grandeza.

    7 . Entrado, pues, para pelear contra tu adversario, a quien pensaste que tenas que renunciar cara a cara, te vuel-ves hacia el Oriente, porque quien renuncia al diablo se vuelve hacia Cristo y lo mira directamente al rostro.

    III

    8. Qu viste? 1 2 . Agua, ciertamente, pero no sola: a levi-tas que ejercan all su ministerio, al obispo que interrogaba y consagraba1 3 . Ante todo, el Apstol te ense que no hay que contemplar lo que se ve, sino lo que no se ve, porque lo que se ve es temporal y, en cambio, lo que no se ve es eter-no14. Porque tambin en otro lugar encuentras que lo invi-sible de Dios, tras la creacin del mundo, se comprende me-diante lo que fue hecho, el poder eterno y su divinidad15 se perciben por sus obras. Por lo cual el mismo Seor dice: Si no me creis a m, creed al menos en mis obras16. Cree, pues,

    10. R. GRYSON, Le prtre selon 13. De Sacr., I, 15.18. saint Ambroise, Louvain 1968. 14. 2 Co 4, 18.

    11. MI 2, 7. 15. Rm 1, 20. 12. Para el n. 8 cf. De Sacr., I, 16. Jn 10, 38.

    9-10; De Myst., 20.

  • 144 Ambrosio de Miln

    que all est la presencia de la Divinidad. Crees en su ope-racin y no crees en su presencia? De dnde se seguira la operacin si no precediese la presencia?

    9. Ahora bien, considera lo antiguo que es este miste-rio, prefigurado en el origen mismo del mundo 1 7 . En el prin-cipio mismo, cuando Dios hizo el cielo y la tierra, el Esp-ritu -dice la Escri tura- se mova sobre las aguas. E l que se mova sobre las aguas no obraba sobre las aguas? Qu dir? Claro que obraba! El moverse sobre el agua concier-ne a la presencia. Y no obraba Aquel que se mova? Sbe-te que obraba en la creacin del mundo, cuando te dice el profeta: Por la palabra del Seor fueron hechos los cielos y por el soplo de su boca toda su potencialv. Ambas cosas se apoyan en el testimonio proftico: tanto que se mova, como que obraba. Que se mova, lo dice Moiss; que obraba, lo atestigua David.

    10. Escucha otro test imonio 2 0 ! Toda carne estaba co-rrupta por sus iniquidades. Mi espritu -d i jo D i o s - no per-manecer en los hombres porque son carne21. Con lo cual,

    17. San Ambrosio depende aqu de DDIMO DE ALEJANDRA,

    De Trin., I I , 14: PG 39, 692C: Por eso el Espritu Santo, cuan-do se cerna sobre las aguas, ya desde aquel tiempo consta que las santificaba.

    18. Gn 1, 2. 19. Sal 32, 6. 20. San Ambrosio depende

    tambin en este prrafo de DDIMO DE ALEJANDRA, De Trin., I I , 14: PG 39, 696A: El diluvio, que purific el mundo de la antigua iniquidad, de algn modo preanunciaba, ms-

    tica y ocultamente, la limpieza de los pecados que hara la piscina di-vina. Tambin el arca misma que les sirvi a ellos, en la que fueron ad-mitidos, fue una imagen de la ve-nerada y buena iglesia, que para no-sotros est all, en esperanza. Tambin la paloma, que llev al arca el ramo del olivo, y que indicaba que haba tocado tierra, significaba la venida del Espritu Santo y la re-conciliacin celeste; pues el olivo es smbolo de la paz. Para los nn. 10-11 cf. De Sacr., I , 23, II , 1.9.

    21. Gn 6, 3.

  • Los misterios 8-12 1 4 5

    Dios muestra que la inmundicia de la carne y la mancha del pecado grave apartan la gracia espiritual. Por lo cual, que-riendo Dios reparar lo que haba dado, hizo el diluvio y or-den al justo N o que subiera al arca. Cuando el diluvio se retir, primero mand un cuervo, que no volvi, y despus una paloma, que, como se lee, volvi con un ramito de ol ivo 2 2 . Ves el agua, ves el leo 2 3 , captas la paloma y dudas del misterio?

    11. El agua es donde la carne se sumerge, para que se borre todo pecado de la carne. All es sepultado todo delito. El leo es en el que fue clavado el Seor Jess cuando pa-deci por nosotros. Est la paloma, bajo cuya apariencia des-cendi el Espritu Santo, como lo aprendiste en el Nuevo Tes-tamento, que te inspira la paz del alma, la tranquilidad de la mente. El cuervo es figura del pecado, que sale y no regresa si en ti se mantienen la observancia y el ejemplo del justo.

    12. Hay tambin un tercer testimonio 2 4 ! , como te en-sea el Apstol: porque nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos pasaron el Mar Rojo y fueron todos bautizados en Moiss en la nube y en el mar25. Adems, el mismo Moiss dice en su cntico: Enviaste tu Espritu y los26

    aneg el mar27. Advierte que en aquel trnsito de los judos, en que pereci el egipcio y se salv el hebreo, ya estaba pre-figurado entonces el sagrado bautismo. Porque qu otra enseanza recibimos con esto cada da, sino que la culpa es anegada y el error abolido, mientras que la piedad y la ino-cencia permanecen intactas?

    2 2 . Cf. Gn 6 , 1 2 - 8 , 1 2 . 2 3 . Se refiere a la cruz, de la

    que habla en el nmero siguiente. 2 4 . Para los nn. 1 2 - 1 3 cf. De

    Sacr., I , 1 1 - 1 2 , 2 0 - 2 2 . Cf. DDIMO

    DE ALEJANDRA, De Trin., I I , 14 : PG 3 9 , 6 9 6 A - B .

    2 5 . 1 Co 1 0 , 1 -2 . 2 6 . A los egipcios. 2 7 . Ex 1 5 , 1 0 .

  • 146 Ambrosio de Miln

    13. Oyes que nuestros padres estuvieron bajo la nube; buena nube es sta que enfri el incendio de las pasiones de la carne; buena nube, que cubre con su sombra a los que visit el Espritu Santo. Sobrevino despus sobre Mara vir-gen, y la virtud del Altsimo la cubri con su sombra 2 8 , cuando engendr la redencin del gnero humano. Y ese milagro fue hecho en figura por Moiss 2 9 . Si, pues, el Esp-ritu estuvo en figura, no lo est en verdad cuando la Es -critura te dice que la Ley fue dada por Moiss, pero la gra-cia y la verdad fue hecha por Jesucristo}

    14. La fuente de Mar era amarga3 1 . Moiss arroj en ella un leo y se volvi dulce 3 2 . Porque el agua, sin la pre-dicacin de la cruz del Seor, no sirve en absoluto para la futura salvacin, pero cuando es consagrada por el misterio de la cruz salvadora, entonces se templa para servir de bao espiritual y de copa de salvacin3 3 . As pues, como Moiss, esto es, el profeta, arroj el leo en aquella fuente, tambin el obispo pone en esta fuente la predicacin de la cruz del Seor y el agua se hace dulce para la gracia.

    15. No creas, pues, solamente a los ojos del cuerpo! Es ms visible lo que no se ve, porque esto que se ve es tem-poral; aquello que no se ve con los ojos, es eterno. Se capta mejor lo que no se ve con los ojos, porque se penetra con el nimo y con la mente.

    2 8 . Cf. Le 1, 3 5 . 2 9 . Cf. Ex 1 3 , 2 1 - 2 2 ; 14 , 2 1 -

    2 2 .

    3 0 . Jn 1, 17 . 3 1 . Para el n. 1 4 cf. De Sacr.,

    I I , 1 2 - 1 3 . Cf. DDIMO DE ALEJAN-

    DRA, De Trin., I I , 14: PG 3 9 , 6 9 7 A : Moiss, que con la vara hizo til el agua amarga, anuncia-

    ba la salvacin universal. 3 2 . Cf. Ex 1 5 , 2 3 - 2 5 .

    3 3 . Cf. Sal 1 1 5 , 4 . Templar {tempero) es verbo usado para in-dicar la preparacin del vino en un banquete, su filtracin, su mezcla con agua. Cf. G . BANTERLE, O. C,

    p. 1 4 3 , nota 10 .

  • Los misterios 13-18 147

    16. Que te ensee la lectura que se acaba de hacer del libro de los Reyes 3 4 ! Naamn era sirio y tena lepra y nadie poda curarlo. Entonces una muchacha de entre los cauti-vos dijo que haba un profeta en Israel que podra limpiar-le la infeccin de lepra. Tom, dice, oro y plata y se fue al rey de Israel, el cual, al conocer la causa de su venida, rasg sus vestiduras diciendo que ms bien se trataba de un pre-texto para probarle, ya que se le exiga algo que no depen-da de su poder real. Pero Elseo mand decir al rey que le enviase al sirio, para que conociese que haba Dios en Is-rael. Y cuando lleg, le mand que se sumergiera siete veces en el ro Jordn.

    17. Entonces, Naamn comenz a decirse que en su pa-tria haba aguas mejores, en las que a menudo se haba su-mergido sin ser purificado nunca de la lepra. Disuadido por esto, no obedeca las rdenes del profeta. Pero, aconsejado y persuadido por sus siervos, asinti y se ba y, purifica-do al instante, comprendi que no eran las aguas por lo que uno se purifica, sino por la gracia3 5 .

    18. Conoce ahora quin es aquella muchacha de entre los cautivos^. Quiere decir: la joven asamblea de entre los gentiles, es decir, la Iglesia del Seor, abatida antes por la cautividad del pecado, cuando no tena an la libertad de la gracia. Por su consejo, aquel pueblo vano de los gentiles es-cuch la palabra proftica de la que antes, durante mucho tiempo, haba dudado. Despus, sin embargo, desde que crey que deba obedecer, fue lavado de todo contagio de

    34. Para el n. 16 cf. De Sacr., I, 13-15; Exp. Ev. Luc, IV, 49-51: B A C 235, 213-215. Cf. DDIMO DE

    ALEJANDRA, De Trin., II, 14: PG 39, 700C.

    35. Cf. 2 R 5, 1-19

    36. Cf. Rm 7, 23-25. Para este n. 18 cf. Exp. Ev. Luc, IV, 50: BAC 235, 214. Cf. DDIMO DE

    ALEJANDRA, De Trin., II, 14: PG 39, 700C.

  • 1 4 8 Ambrosio de Miln

    vicios. Tambin aqul dud antes de ser sanado. T has sido ya curado, y por eso no debes dudar.

    I V

    19. Por eso se te ha dicho ya antes que no creas slo lo que ves, no sea que digas t tambin: Es ste aquel mis-terio que el ojo no vio ni el odo oy ni entr nunca en el corazn del hombre17} Veo el agua que vea todos los das, me habr de purificar ella, a la que a menudo he descen-dido sin ser purificado nunca? Entiende, de aqu, que el agua no purifica sin el Espri tu 3 8 .

    20 . Por eso has ledo que, en el bautismo, los tres testi-gos son una sola cosa: el agua, la sangre y el Espri tu 3 9 . Por-que si quitas uno de ellos, ya no hay sacramento del bau-tismo. Pues qu es el agua sin la cruz de Cristo, sino un elemento comn sin ningn efecto del sacramento? N i tam-poco sin agua hay misterio de la regeneracin. Porque quien no renace del agua y del Espritu, no puede entrar en el reino de Dios40. Tambin el catecmeno cree en la cruz del Seor, con la cual l mismo ha sido signado4 1 , pero si no es bau-tizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo42, no puede recibir la remisin de los pecados ni ob-tener el don de la gracia espiritual.

    2 1 . As pues, aquel sirio se sumergi siete veces en la L e y 4 3 ; t, en cambio, fuiste bautizado en el nombre de la

    3 7 . 1 Co 2 , 9 . 3 8 . Cf. Jn 3 , 5 . 3 9 . Cf. 1 Jn 5 , 8. 4 0 . Jn 3 , 5 . 4 1 . Probable alusin al signo

    de la cruz que se haca en la ad-

    misin al catecumenado. San Am-brosio, sin embargo, no menciona nada al respecto. Cf. J . SCHMITZ, Gottesdienst, 3 8 .

    4 2 . Mt 2 8 , 1 9 . 4 3 . Cf. 2 R 5 , 1 4 .

  • Los misterios 18-23 1 4 9

    Trinidad. Confesaste al Padre -recuerda lo que hiciste-, con-fesaste al Hijo, confesaste al Espritu Santo 4 4 . Observa el orden de los hechos. En esta fe has muerto para el mundo y has resucitado para D i o s 4 5 , y en cierto modo fuiste se-pultado en este elemento del mundo y, muerto para el pe-cado, resucitaste para la vida eterna4 6 . Cree, pues, que esta agua no es vana.

    22 . Por eso se te ha dicho que un ngel del Seor baja-ba cada cierto tiempo a la piscina y se agitaba el agua, y el primero que descenda a la piscina despus de la agitacin del agua, se curaba de cualquier enfermedad que lo afligie-ra47. Esta piscina estaba en Jerusaln y en ella se sanaba una persona al ao, pero no se sanaba nadie antes de que el ngel descendiera. Descenda, pues, el ngel y se agitaba el agua, para que hubiera un signo de que haba descendido el ngel. El agua se mova para los incrdulos. Para stos haba un prodigio; para ti est la fe. Para ellos descenda un ngel; para ti el Espritu Santo. Para ellos se agitaba una criatu-ra; para ti obra Cristo mismo, Seor de las criaturas.

    2 3 . Entonces slo uno era curado; ahora son sanados todos o, ciertamente, uno solo: el pueblo cristiano. Porque tambin hay entre algunos un agua engaosa48. N o sana el bautismo de los prfidos, no limpia, sino que mancha. El judo lava jarros y copas 4 9 , como si las cosas insensibles pu-diesen contraer culpa o recibir la gracia5 0 . Bautiza t este cliz sensible que eres t, en el que brillen tus buenas obras, en el que resplandezca el esplendor de tu gracia. As pues,

    4 4 . Para este n. 2 1 cf. De Sacr., I I , 2 0 - 2 3 .

    4 5 . Cf. Rm 6 , 1 1 . 4 6 . Cf. Rm 6 , 4 . 1 1 . 4 7 . Jn 5 , 4 . Para los nn. 2 2 - 2 4

    cf. De Sacr., I I 3 - 7 ; DDIMO DE

    ALEJANDRA, De Trin., I I , 14: PG 3 9 , 7 0 8 A - B .

    4 8 . Jr 1 5 , 1 8 . 4 9 . Cf. Me 7, 4 . 8 . 5 0 . Cf. De Sacr., I I , 2 .

  • 150 Ambrosio de Miln

    aquella piscina era tambin una figura, para que creas que a esta fuente desciende la fuerza divina.

    24 . En fin, aquel paraltico esperaba a un hombre 5 1 . A quin, si no al Seor Jess nacido de la Virgen, a cuya ve-nida ya no sera la sombra la que sanara a los individuos, sino la Verdad la que sanara a todos indistintamente? Este es, pues, Aquel a quien se esperaba que descendiese, y del cual dijo Dios Padre a Juan Bautista: Aquel sobre el que veas descender del cielo el Espritu y posarse sobre El, se es el que bautiza en el Espritu Santo52. De El dio testimonio Juan diciendo: Vi al Espritu descender del cielo como palo-ma y posarse sobre El55. Y aqu, por qu el Espritu des-cendi como paloma, sino para que vieses, para que reco-nocieses que aquella paloma que el justo No hizo salir del arca 5 4 fue figura de esta otra paloma, para que reconocieses la imagen del sacramento? 5 5 .

    25 . Quiz digas: Si aquella fue una verdadera paloma, que fue enviada, y aqu descendi como una paloma, cmo decimos que aquello fue una figura y esto la verdad, cuan-do segn los griegos est escr i to 5 6 que el Espritu descendi en "forma de una paloma"?. Pero qu hay que sea tan verdadero como la divinidad, que siempre permanece? En cambio, la criatura no puede ser la verdad, sino imagen que fcilmente se disuelve y cambia. Al mismo tiempo, la sen-cillez de los que se bautizan no debe ser slo en apariencia, sino en verdad. D e ah que tambin dice el Seor: Sed pru-dentes como serpientes y sencillos como palomas57. Con razn, pues, descendi como una paloma, para advertirnos

    51. Cf. Jn 5, 7. 52. Jn 1, 33. 53. Jn 1, 32. 54. Cf. Gn 8, 8. 55. Cf. DDIMO DE ALEJAN-

    DRA, De Trin., II, 14: PG 39, 696A. 56. Cf. Le 3, 22; San Ambro-

    sio cita Jn 1, 33; cf. De Sacr., I, 17; II, 14.

    57. Mt 10, 16.

  • Los misterios 23-27 1 5 1

    que debemos tener la sencillez de la paloma 5 8 . Pero tambin leemos sobre Cristo que hay que tomar apariencia en el sen-tido de verdad: Y en apariencia fue hallado como hombre59, y de Dios Padre: Vosotros no habis visto su apariencia60.

    26. Tienes todava de qu dudar cuando evidentemente lo proclama el Padre, en el evangelio, diciendo: Este es mi Hijo en quien me he complacido61; cuando lo dice el Hijo, sobre el cual se manifest el Espritu Santo como paloma; cuando lo proclama el Espritu Santo que descendi como pa-loma; cuando lo dice David: La voz del Seor sobre las aguas, el Dios de la majestad ha tronado, el Seor sobre muchas aguas62; cuando la Escritura te atestigua que, por la oracin de Jeroboal, descendi fuego del c ielo 6 3 y, otra vez, al ruego de Elias, fue enviado el fuego que consagr el sacrificio6 4?

    27. N o consideres los mritos de las personas, sino las funciones de los sacerdotes. Y, si miras los mritos, igual que consideras a Elias, mira tambin los mritos de Pedro y Pablo, que nos transmitieron este misterio que ellos reci-bieron del Seor Jess. A aquellos se les enviaba un fuego visible para que creyesen; a nosotros, que creemos, es un fuego invisible el que obra; a ellos se les envi en figura; a nosotros como advertencia. Cree, pues, que, invocado por las oraciones del sacerdote, est presente el Seor Jess, que dijo: Donde dos o tres se encuentren reunidos en mi nom-bre, all tambin estoy yo65. Cuanto ms se digna conceder

    5 8 . Cf. DDIMO DE ALEJAN-

    DRA, De Trin., II, 14 : PG 3 9 , 6 9 3 A - B .

    5 9 . Flp 2 , 7. 6 0 . Jn 5 , 3 7 . 6 1 . Mt 3 , 17 . 6 2 . Sal 2 8 , 3 . 6 3 . Cf. Je 6 , 1 9 - 2 1 . Jeroboal

    es ms conocido como Geden. El fuego al que se refiere san Am-brosio sali, como dice el texto, de una roca.

    6 4 . Cf. 1 R 1 8 , 3 6 - 3 8 ; cf. De

    Sacr., II, 1 1 . 6 5 . Mt 1 8 , 2 0 .

  • 152 Ambrosio de Miln

    su presencia all donde est la Iglesia, all donde estn sus misterios! 6 6 .

    28 . Descendiste, pues. Recuerda lo que respondiste6 7 : que crees en el Padre, que crees en el Hi jo , que crees en el Espritu Santo. N o tienes all: Creo en uno mayor y en uno menor y en uno ltimo. Pero, por la misma garanta de tu palabra ests obligado a creer del mismo modo en el Hi jo como en el Padre, y del mismo modo en el Espritu Santo como crees en el Hijo, con esta sola excepcin: que t confiesas que debe creerse en la cruz del solo Seor Jess.

    V I

    29 . Despus, sin duda, subiste adonde estaba el obispo 6 8 . Considera lo que sigui. N o es lo que dice David: Como ungento en la cabeza, que descendi sobre la barba, sobre la barba de Aarn69} Este es el ungento del que tambin dice Salomn: Tu nombre es perfume derramado, por eso te amaron las doncellas y te atrajeron70. Cuntas almas, reno-vadas hoy, te han amado, Seor Jess, diciendo: Atrdenos detrs de ti, corramos tras el olor de tus vestiduras71 para as-pirar el perfume de la resurreccin!

    30 . Entiende por qu se hace esto: Porque los ojos del sabio estn en su cabeza72. H e aqu por qu desciende sobre la barba, es decir, sobre la gracia de la juventud; sobre la

    66. De las distintas presencias de Cristo, que aqu enumera el santo, ha hablado el concilio Vati-cano II. Cf. SacrosConc 7.

    67. Para este n. 28 cf. De Sacr., II, 20.

    68. Para este n. 29 cf. De

    Sacr., II, 24. 69. Sal 132, 2. 70. Ct 1, 2; cf. De Sacr., V, 9-

    10. 71. Ct 1, 3. 72. Qo 2, 14; cf. De Sacr.,

    111,1.

  • Los misterios 27-33 153

    barba de Aarn, para que te conviertas en estirpe elegida, sacerdotal, preciosa 7 3 . Porque todos somos ungidos con la gracia espiritual, para el reino de Dios y para el sacerdocio.

    31 . Subiste de la fuente7 4. Acurdate de la lectura del evangelio. En efecto, nuestro Seor Jess, en el evangelio, lav los pies a sus discpulos. Cuando lleg a Simn Pedro y dijo Pedro: Jams me lavars los pies75, no advirti el mis-terio y, por eso, rechaz el servicio, porque crey que se agravaba la humillacin del siervo si admita sin resistencia el obsequio del Seor. Pero el Seor le respondi: Si no te lavo los pies no tendrs parte conmigo76. Odo lo cual dijo Pedro: Seor, no slo los pies, sino tambin las manos y la ca-beza77. Respondi el Seor: El que se ha lavado no necesita lavarse, a no ser solamente los pies, porque est todo limpio78.

    32. Pedro estaba limpio, pero deba lavarse los pies 7 9 por-que tena el pecado por herencia del primer hombre, cuando la serpiente lo derrib y lo indujo a error 8 0 . Por eso se le lavan los pies, para quitar los pecados hereditarios. En efec-to, los nuestros propios son perdonados por el bautismo8 1 .

    33 . Aprende, al mismo tiempo, que el misterio de la hu-mildad consiste en el servicio. Dice, en efecto: Si yo, el Seor y el Maestro, os he lavado los pies, cunto ms debis tam-bin vosotros lavaros los pies unos a otros82. Porque habin-

    73. Cf. 1 P 2, 9; cf. De Sacr., IV, 3.

    74. Para los nn. 31-33 cf. De Sacr., III, 4-7.

    75. Jn 13, 8. 76. Jn 13, 8. 77. Jn 13, 9. 78. Jn 13, 10. 79. Para este n. 32 cf. De

    Sacr., III, 7.

    80. Botte dice (o. c, p. 173, nota 9) que se refiere a la concu-piscencia, y reenva a De Iacob, 1, 4, 13: Supo que la concupiscen-cia era pecado.

    81. El bautismo perdona el pecado original (heredado) y los pecados personales.

    82. Jn 13, 14.

  • 154 Ambrosio de Miln

    donos redimido el mismo autor de la salvacin mediante la obediencia, cunto ms nosotros, sus siervos, debemos ofrecer el obsequio de la humildad y de la obediencia!

    V I I

    34 . Despus de esto, recibiste las vestiduras blancas, para indicar que te despojaste de la envoltura del pecado y te vestiste con los vestidos castos de la inocencia, acerca de los cuales dijo el profeta: Me rociars con el hisopo y ser lim-piado, me lavars y ser ms blanco que la nieve*3. Se ve, pues, tanto por la Ley como por el evangelio, que el que es bautizado es limpiado. Segn la Ley, porque Moiss rociaba con sangre del cordero con un manojo de hisopo*4. Segn el evangelio, porque las vestiduras de Cristo eran blancas como la nieve*5, cuando mostr en el evangelio la gloria de su re-surreccin 86. Por tanto, ms blanco que la nieve se hace aquel a quien se le perdona la culpa. D e ah que tambin diga el Seor por Isaas: Aunque tus pecados fueren como la grana los har blancos como la nieve*7.

    35. Con estas vestiduras recibidas por el bao de rege-neracin**, dice la Iglesia en el Cantar de los Cantares: Negra soy y hermosa oh hijas de Jerusaln!*9. Negra por la fragilidad de la condicin humana, hermosa por la gracia;

    83. Sal 50, 9. 84. Cf. Ex 12, 22; cf. De Sacr.,

    IV, 6. 85. Cf. Mt 17, 2. 86. DDIMO DE ALEJANDRA,

    De Trin., II, 14: PG 39, 713B: Dice David: "Rocame con el hi-sopo y quedar limpio, lvame y quedar ms blanco que la nieve".

    Pues la "aspersin del hisopo" menciona la purificacin juda, que hasta hoy es costumbre entre los judos; cuando dice "que la nieve" se entiende la iluminacin de los cristianos, que es el bautismo.

    87. Is 1, 18 ( L X X ) . 88. Tt 3, 5. 89. Ct 1, 4.

  • Los misterios 33-38 155

    negra porque estoy compuesta de pecadores, hermosa por el sacramento de la fe. Al contemplar estas vestiduras, las hijas de Jerusaln dicen estupefactas: Quin es sta que sube toda vestida de blanco?. Esta era negra, de dnde que de pronto ahora sea blanca? 9 1 .

    36. Dudaron tambin los ngeles cuando Cristo resuci-t; las potestades de los cielos dudaron, viendo que la carne suba al cielo. Decan entonces: Quin es ese rey de glo-ria?92. Y mientras algunos decan: Alzad las puertas de vues-tro prncipe y elevaos, puertas eternas, y entrar el rey de la gloria921, otros dudaban diciendo: Quin es este rey de glo-ria? Tambin en Isaas lees que las virtudes de los cielos du-daban y decan: Quin es este que asciende de Edom, el rojo de sus vestiduras es de Bosr; hermosa es en su tnica blanca?94.

    37. Ahora bien, Cristo, viendo con vestiduras blancas a su Iglesia, por la cual - c o m o lees en el libro del profeta Za-caras- l haba asumido srdidas vestiduras95, o al alma lim-pia y lavada por el bao de la regeneracin, dice: Qu her-mosa eres, amiga ma, qu hermosa eres! Tus ojos son como de paloma96, bajo cuya apariencia el Espritu Santo des-cendi del cielo. Tus ojos son hermosos como de paloma porque l descendi - c o m o dijimos ms arriba- como pa-loma 9 7 .

    38 . Y poco despus: Tus dientes son como rebao de cabras esquiladas que subieron del bao, que producen,

    90. Ct 8, 5 ( L X X ) . 96. Ct 4, 1 ( L X X ) . 91. Cf. De Sacr., IV, 5. 97. La belleza de los ojos se 92. Sal 23, 8. compara con los de la paloma, por 93. Sal 23, 7. la manifestacin del Espritu Santo 94. Is 63, 1. en la forma de esta ave. 95. Za 3, 3.

  • 156 Ambrosio de Miln

    todas, cras mellizas, sin que haya estril entre ellas. Como cinta de grana son tus labios. N o es mediocre esta ala-banza. Primero, por la dulce comparacin de las cabras es-quiladas. Las cabras, en efecto, sabemos que pastan sin pe-ligro en las alturas y pacen seguras en los lugares abruptos y, adems, cuando se las esquila se las descarga de lo su-perfluo. La Iglesia es comparada con un rebao de ellas teniendo en s muchas virtudes de las almas que, por el bao, apartan lo superfluo de los pecados y ofrecen a Cr is -to la mstica fe y la gracia moral, y hablan de la cruz del Seor Jess.

    39 . En ellas es hermosa la Iglesia. Por eso el Verbo de Dios le dice: Toda hermosa eres, amiga ma, y no hay de-fecto en ti!", porque la culpa fue sumergida. Ven del L-bano, esposa ma, ven del Lbano! Pasars y atravesars desde el principio de la fe 10, porque renunciando al mundo pas el siglo y atraves hasta Cristo. Y, otra vez, Dios Verbo le dice: Qu hermosa y suave te has hecho, el amor est en tus delicias! Tu talle se ha hecho semejante a la palmera y tus pechos son racimos101.

    40. La Iglesia le responde: ,3 Quin te dar a m, herma-no mo, que mamabas a los pechos de mi madre? Al encon-trarte afuera te besar y no me despreciarn. Yo te tomar y te introducir en la casa de mi madre, en lo ntimo de la que me ha concebido. T me ensears101. Ves cmo, de-leitada por el don de las gracias, desea penetrar hasta los misterios ms interiores y consagrar a Cristo todos sus sen-tidos? Ella busca an, ella despierta an ms el amor y pide que sea despertado para ella a las hijas de Jerusaln 1 0 3 , es

    98. Ct 4, 2-3. 99. Ct 4, 7.

    100. Ct 4, 8 ( L X X ) .

    101. Ct 7, 6-7 (LXX: 7, 7-8). 102. Ct 8, 1-2. 103. Cf. Ct 5, 8.

  • Los misterios 38-42 1 5 7

    decir, las almas fieles, con ayuda de las cuales desea provo-car al esposo, para que la ame con un amor ms grande.

    41 . Por eso, el Seor Jess, invitado por tanta voluntad de amor, por la belleza de su hermosura y de su gracia -pues en los que han sido lavados ya no hay suciedad de delitos-dice a la Iglesia: Ponme como sello104 en tu corazn, como sello105 en tu brazo!106, es decir: Eres hermosa, amiga ma, toda hermosa eres, nada te falta!1 0 7 . Ponme como sello en tu corazn para que por l tu fe resplandezca en la plenitud del sacramento. Que brillen tambin tus obras y manifies-ten la imagen de Dios, a cuya imagen fuiste hecha! Que no disminuya tu amor por persecucin alguna, que no pueda ser extinguido por las muchas aguas, que los ros no pue-dan anegarlo! 1 0 8 .

    42 . Por eso, acurdate que has recibido el sello espiri-tual 1 0 9 , el Espritu de sabidura y de entendimiento, el Esp-ritu de consejo y fortaleza, el Espritu de conocimiento y de piedad, el Espritu del santo temor110, y conserva lo que re-cibiste. Dios Padre te sign, Cristo Seor te confirm y puso en tu corazn las arras111 del Espritu, como apren-diste por la lectura del Apstol.

    1 0 4 . Signaculum en el original. 1 0 5 . Sigillum en el original. 1 0 6 . Ct 8 , 6; cf. De Sacr., VI,

    8. San Ambrosio toma la cita de Ct 8, 6 en la que encuentra los tr-minos signaculum-sigillum e in-troduce el comentario litrgico sobre el signaculum spiritale, el don del Espritu. Admirablemente establece el contacto ms adelante con De Sacr., III, 8 , y contina la catequesis bautismal. Cf. C. MOHRMANN, Observationes, 1 2 2 .

    Este artificio muestra la conexin de De Sacr., y De Myst., as como el carcter especial de De Myst., mezcla de elementos catequticos tradicionales y elementos ms per-sonales, que Ambrosio ha querido aadir en De Myst.

    107 . Cf. Ct 4, 7. 1 0 8 . Cf. Ct 8 , 7. 1 0 9 . Cf. De Sacr., III, 8; VI,

    6. Signaculum en el original. 1 1 0 . Is 1 1 , 2 - 3 . 1 1 1 . Cf. 2 Co 1, 2 1 - 2 2 .

  • 158 Ambrosio de Miln

    VIII

    43. El pueblo, lavado y enriquecido con estas insignias, se dirige hacia los altares de Cristo diciendo.- Me acercar al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud112. Porque, depuestos los despojos de sus antiguos errores, renovado en su juventud, como la del guila1 1 3 , se apresura a participar en el convite celestial 1 1 4 . Viene, pues, y viendo el sacrosan-to altar convenientemente preparado, exclama: Preparaste delante de m una mesa115. A este [pueblo] es a quien hace hablar David cuando dice: El Seor me apacienta y nada me faltar. En verde pradera me coloc. Me condujo al agua que restaura116. Y luego aade: Aunque ande en medio de la sombra de la muerte, no temer ningn mal porque T ests conmigo, tu vara y tu cayado me han consolado. Pre-paraste delante de m una mesa contra los que me atribu-lan. Ungiste con leo mi cabeza, y tu cliz embriagador, qu esplndido es!117.

    44. Ahora, examinemos esto, no sea que alguno, viendo las cosas visibles -porque las cosas invisibles no se ven ni las pueden abarcar los ojos humanos- diga tal vez: Dios hizo llover man y codornices 1 1 8 a los judos, mientras que para la Iglesia muy amada lo que prepar es lo que se ha dicho: Lo que el ojo no vio ni el odo oy ni subi al corazn del hombre, lo que prepar Dios para los que lo aman119. As pues, para que nadie diga esto, con suma atencin quere-

    112. Sal 42, 4. 113. Cf. Sal 102, 5. Puede que

    haya una cita implcita al mito del ave Fnix.

    114. Cf. De Sacr., IV, 7. 115. Sal 22, 5. 116. Sal 22, 1-2.

    117. Sal 22, 4-5 (LXX); cf. De Sacr., V, 13; DDIMO DE ALEJAN-DRA, De Trin., I I , 14: PG 39, 708C-709A.

    118. Cf. Ex 16, 13-15. 119. 1 Co 2, 9; cf. De Sacr.,

    IV, 9.

  • Los misterios 43-47 159

    mos comprobar que los sacramentos de la Iglesia son ms antiguos que los de la Sinagoga, y tambin superiores al man.

    45 . Que son ms antiguos lo ensea la lectura del G-nesis que se acaba de hacer 1 2 0 . La Sinagoga, en efecto, tuvo su inicio por la Ley de Moiss. Abraham, sin embargo, fue muy anterior. Despus de vencer a sus enemigos y rescatar a su sobrino, cuando gozaba de la victoria, entonces le sali al encuentro Melquisedec, el cual le present las ofrendas que Abraham recibi con veneracin1 2 1 . N o fue Abraham el que ofreci, sino Melquisedec, que es presentado como sin padre, sin madre, sin tener comienzo ni fin de das, sino semejante al Hijo de Dios, de quien dice Pablo a los he-breos que permanece sacerdote para siempre122. E l cual, segn la interpretacin latina, significa rey de justicia, rey de paz.

    46. N o reconoces quin puede ser ste? Puede un hombre ser rey de justicia cuando apenas es justo? Puede ser rey de paz cuando apenas puede ser pacfico? El es sin madre segn la divinidad porque es engendrado por Dios Padre, de una misma substancia con el Padre; sin padre segn la encarnacin, porque naci de una virgen. N o tiene ni comienzo ni fin, porque El mismo es comienzo y fin de todo, el primero y el ltimo121. Por tanto, el sacramento que has recibido no es don humano, sino divino, trado por aquel que bendijo a Abraham 1 2 4 , padre de la fe, aquel cuya gracia y hechos admiras.

    47. Est probado que los sacramentos de la Iglesia son ms antiguos. Conoce, ahora, que son superiores. En ver-

    120. Para los nn. 45-46 cf. De Sacr., IV, 10-12.

    121. Cf. Gn 14, 14-18.

    122. Hb 7, 2-3. 123. Cf. Ap 1, 17; 22, 13. 124. Cf. Rm 4, 16.

  • 160 Ambrosio de Miln

    dad, es admirable que Dios haya hecho llover man para nuestros padres y que hayan sido alimentados con alimen-to cotidiano del c ie lo 1 2 5 . Por eso se ha dicho: El hombre comi el pan de los ngeles126. Pero, sin embargo, todos los que comieron ese pan en el desierto murieron. En cambio, este alimento que recibes, este Pan vivo bajado del cielo, su-ministra la sustancia de la vida eterna 1 2 7 , y quien lo coma no morir jamsm. Es el cuerpo de Cristo.

    48 . Considera ahora cul es superior: si el pan de los n-geles o la carne de Cristo, que, ciertamente, es el Cuerpo que da la vida. Aquel man era del cielo, ste est sobre el cielo; aqul era del cielo, ste es el Seor de los cielos; aqul se corrompa si se guardaba de un da para otro, ste es ajeno a toda corrupcin, y quien religiosamente lo guste no podr experimentar la corrupcin 1 2 9 . Para aquellos man el agua de la piedra1 3 0 ; para ti, la sangre de Cr i s to 1 3 1 . A ellos, el agua los saciaba por un cierto tiempo; a ti, la sangre te lava eternamente. El judo bebi y tuvo sed; t, cuando bebes, no puedes tener sed 1 3 2 . Aquello sucedi como figu-ra, esto sucede en verdad.

    49. Si aquello que admiras es figura, cunto ms debe-rs admirarte de esto cuya sombra admiras! Escucha que es figura lo que se manifest a los padres: Beban - d i c e - de la piedra que les segua. Ahora bien, la piedra era Cristo. Pero la mayor parte de ellos no agrad a Dios, pues fueron pos-trados en el desierto. Ahora bien, todas estas cosas sucedie-ron en figura para nosotros113. Has comprendido qu cosas

    125. Cf. Ex 16, 4-36; cf. De Sacr., IV, 13.

    126. Sal 77, 25. 127. Cf. De Sacr., V, 24. 128. Jn 6, 49.59. 129. Cf. Jn 6, 50; cf. De Sacr.,

    IV, 24. Para el resto de este n. 48 y todo el n. 49 cf. De Sacr., V, 2-4.

    130. Cf. Ex 17, 5-6. 131. Cf. Jn 19, 34. 132. Cf. Jn 4, 13. 133. 1 Co 10, 4-6.

  • Los misterios 47-51 161

    valen ms? La luz, en efecto, es preferible a la sombra; la

    verdad, a la figura; el cuerpo del Creador, al man del cielo.

    I X

    50. Quiz digas: Yo veo otra cosa: cmo afirmas que

    recibo el Cuerpo de Cristo?. Esto es lo que nos falta an

    por probar 1 3 4 . Cuntos, en verdad, son los ejemplos que

    utilizamos para probar que esto no es lo que la naturaleza

    ha producido, sino lo que la bendicin ha consagrado; y que

    mayor es la fuerza de la bendicin que la de la naturaleza,

    pues por la bendicin se cambia la misma naturaleza!1 3 5 .

    5 1 . Moiss tena una vara, la arroj y se convirti en una

    serpiente. Tom la cola de la serpiente y volvi a la natu-

    raleza de vara 1 3 6 . Ves, pues, que por la gracia proftica fue

    cambiada dos veces la naturaleza: la de la serpiente y la de

    la vara. Por los ros de Egipto corran aguas claras; de re-

    pente comenz a manar sangre de las venas de las fuentes

    y no haba agua potable en los ros. Otra vez, por la ora-

    cin del profeta, ces de correr la sangre en los ros y re-

    torn la naturaleza de las aguas 1 3 7 . E l pueblo hebreo estaba

    rodeado por todas partes 1 3 8 : por un lado lo sitiaban los egip-

    cios; por el otro, lo cerraba el mar. Moiss levant la vara:

    se separ el agua y se endureci como muralla de agua, y

    134. Cf. De Sacr., IV, 14. 135. San Ambrosio va a usar

    multitud de tipologas bautisma-les, pero ahora prueba que la ben-dicin es ms grande que la natu-raleza porque cambia la misma naturaleza. Cf. C. MOHRMANN, p. 112.; P. LUNDBERG, La typologie

    baptismale dans l'glise ancienne, Leipzig-Upsala 1942, 16ss.

    136. Cf. Ex 4, 1-4. 137. Cf. Ex 7, 19-21. 138. Para el resto de este n. 51

    y el n. 52 cf. DIDIMO DE ALEJAN-

    DRA, De Trin., II, 14: PG 39, 696A-696B.

  • 162 Ambrosio de Miln

    apareci entre las olas un camino que se poda transitar a

    p ie 1 3 9 . El Jordn, volvindose atrs contra su naturaleza, re-

    torn a la fuente de donde naca 1 4 0 . No es claro que fue

    cambiada la naturaleza de las olas del mar y el curso del

    ro? Tena sed el pueblo de los padres: toc Moiss la pie-

    dra y brot agua de la piedra 1 4 1 . Acaso no obr la gracia

    por encima de la naturaleza para que la piedra vomitara

    agua, que no tena por naturaleza? La fuente de Mar era

    amargusima, tanto que el pueblo sediento no poda beber

    de ella. Moiss arroj un leo en el agua y la naturaleza de

    las aguas perdi su amargura, que mitig la gracia, infundi-

    da de golpe 1 4 2 . En tiempo de Elseo, a uno de los hijos de

    los profetas se le escap el hierro del hacha y, al instante,

    se hundi en el agua. El que haba perdido el hierro rog a

    Elseo. Tambin Elseo arroj un leo en el agua y el hie-

    rro sobrenad en el agua 1 4 3 . Tambin comprendemos que

    esto se hizo de manera preternatural; en efecto, la materia

    del hierro es ms pesada que el lquido de las aguas.

    52. Advertimos, pues, que es mayor el poder de la gra-

    cia que el de la naturaleza, y sin embargo medimos todava

    la gracia de la bendicin proftica. Si tanto puede la bendi-

    cin de un hombre 1 4 4 , que cambia la naturaleza, qu dire-

    mos, entonces, de la consagracin divina, en la que obran las

    palabras mismas del Seor Salvador? 1 4 5 . Pues este sacramen-

    to que recibes se produce por la palabra de Cristo. Si tanto

    pudo la palabra de Elias que hizo descender fuego del c ie lo 1 4 6 ,

    139. Cf. Ex 14, 21-22; cf. De Sacr., I, 20; IV, 18.

    140. Cf. Jos 3, 15-16; Sal 113, 3.5.

    141. Cf. Ex 17, 1-7. 142. Cf. Ex 15, 22-25; De

    Sacr., IV, 18.

    143. Cf. 2 R 6, 5-7. 144. Hasta el final de este n.

    52 cf. De Sacr., IV, 14-15. 145. Cf. De Sacr., IV, 14.19.

    21-22. 146. Cf. 1 R 18, 36-38.

  • Los misterios 51-54 163

    no podr la palabra de Cristo cambiar la naturaleza de los elementos? Leste acerca de las obras de todo el universo que: El dijo y fueron hechas. El orden y fueron creadas147. La pa-labra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no era, no puede cambiar las cosas que son en lo que no eran? Por-que no es menos dar a las cosas nueva naturaleza que cam-biar su naturaleza.

    53 . Pero por qu servirnos de argumentos? Utilicemos sus ejemplos y, mediante los misterios de la Encarnacin, demostremos la verdad del misterio 1 4 8 . Acaso precedi el curso ordinario de la naturaleza cuando el Seor Jess naci de Mara? Si buscamos el orden natural, lo natural es que la mujer engendre por unin con un hombre 1 4 9 . Es eviden-te, pues, que la Virgen engendr fuera del orden natural. Y esto que nosotros producimos es el cuerpo nacido de una virgen. Por qu buscar aqu el orden de la naturaleza en el cuerpo de Cristo, cuando el mismo Seor Jess fue dado a luz por una virgen? Por tanto, es la verdadera carne de Cris-to la que fue crucificada, la que fue sepultada: verdadera-mente es el sacramento de su carne.

    54 . L o afirma el mismo Seor Jess: Esto es mi cuerpo150. Antes de la bendicin con las palabras celestiales se le llama con otro nombre; despus de la consagracin significa Cuer-po. El mismo Jess dice que es su sangre. Antes de la con-sagracin se llama otra cosa; despus de la consagracin se denomina Sangre 1 5 1 . Y t dices: Amn, es decir, Es ver-

    147. Sal 32, 9; 148, 5. 148. La larga serie de para-

    digmas concluye con el milagro por excelencia, la Encarnacin. Todos los paradigmas aplicados a la Eucarista son algo propio del De Mysteriis.

    149. Cf. De Sacr., IV, 17. 150. Mt 26, 26; Me 14, 22; Le

    22, 19; 1 Co 11, 24; cf. De Sacr., IV, 21-23.

    151. Cf. De Sacr., IV, 14.16. 23.

  • 1 6 4 Ambrosio de Miln

    dad. L o que habla la boca, reconzcalo la mente en su in-terior; lo que la palabra pronuncia, que lo reafirme el cora-zn 1 5 2 .

    5 5 . Con estos sacramentos, pues, alimenta Cristo a su Iglesia; con ellos se corrobora la sustancia del alma y, con razn, viendo el progreso de la gracia que contiene, le dice: Qu hermosos son tus pechos, hermana ma, esposa! Qu hermosos los ha hecho el vino; y la fragancia de tus vesti-duras es mayor que todos los aromas! Tus labios destilan miel, oh esposa! Miel y leche hay debajo de tu lengua y el perfume de tus vestiduras es como el olor del Lbano. Eres huerto cerrado, hermana ma esposa, huerto cerrado, fuente sellada151. Con ello significa que en ti debe permanecer se-llado el misterio, que no sea violado por las obras de una vida mala, ni la castidad por el adulterio, ni que se divul-gue entre aquellos a quienes no conviene, ni se esparza con grrula locuacidad entre los prfidos. Buena debe ser, pues, la custodia de tu fe, a fin de que permanezca inclume la integridad de la vida y del silencio.

    5 6 . D e ah que la Iglesia, guardando la profundidad de los misterios celestiales, aleja de s las pesadas borrascas del viento e invoca la suavidad de la gracia primaveral y, sa-biendo que su huerto no puede desagradar a Cristo, llama a su esposo diciendo: Surge, Aquiln, y ven; Austro, sopla en mi huerto; y que se difundan mis perfumes! Descienda mi hermano a su huerto y coma el fruto de sus manzanos 1 5 4 .

    152. Cf. De Sacr., IV, 25. 153. Ct 4, 10-12 ( L X X ) . 154. Ct 4, 16 - 5, 1 (LXX: 4,

    16). Al retomar aqu el libro del Cantar de los Cantares, san Am-brosio canta la fertilidad de la Igle-sia, cuyos rboles llevan frutos que

    han hecho caer las ramas en la co-rriente de agua sagrada. Cf. C. MOHRMANN, p. 1 1 3 . Al final del tratado, citando el misterio de la concepcin virginal, habla del Es-pritu que produce la regeneracin bautismal.

  • Los misterios 54-58 165

    Porque tiene buenos rboles y fructferos cuyas races se im-pregnan con el r iego 1 5 5 de la sagrada fuente y producen bue-nos frutos con el germen de una nueva fecundidad, de modo que no los corta ya el hacha proftica 1 5 6 , sino que se difun-den con la abundancia evanglica1 5 7 .

    57. Luego, el Seor, deleitado tambin por su fecundi-dad, responde: Entr en mi huerto, hermana ma, esposa, vendimi la mirra con mis ungentos, com mi alimento con mi miel, beb mi bebida con mi leche15*. Comprende, oh fiel, por qu habla de comida y de bebida. N o hay duda que l come y bebe en nosotros, como leste tambin que l se dice encarcelado en nosotros 1 5 9 .

    58 . Por lo cual la Iglesia, viendo tanta gracia, exhorta a sus hijos, exhorta a sus allegados para que se acerquen a los sacramentos, diciendo: Comed amigos mos y bebed y em-briagaos, hermanos mos160. Qu hemos de comer y qu hemos de beber, te lo revel en otra parte el Espritu Santo, por los profetas, cuando dice: Gustad y ved qu suave es el Seor. Bienaventurado el hombre que espera en El161. r.n este sacramento est Cristo porque es el cuerpo de Cristo. Por lo tanto, no es un alimento corporal, sino espiritual. Por eso, tambin dice el Apstol, al hablar de su figura, que nuestros padres comieron un alimento espiritual y bebieron una bebida espiritual161. Pues el cuerpo de Dios es cuerpo espiritual1 6 3 , el cuerpo de Cristo es cuerpo del Espritu di-vino, porque Cristo es espritu, como leemos: Cristo Seor es espritu ante nuestro rostro164. Y en la epstola de Pedro

    155. Cf. De Sacr., IV, 2. 160. Ct 5, 1. 156. Cf. Mt 3, 10; Le 3, 9. 161. Sal 33, 9. 157. Cf. Le 13, 9. 162. 1 Co 10, 1.3. 158. Ct 5, 1; cf. De Sacr., V, 163. Cf. 1 Co 15, 44.

    15. 164. Lm 4, 20 ( L X X ) . 159. Cf. Mt 25, 35.36.40.

  • 166 Ambrosio de Miln

    encontramos: Cristo muri por nosotros165. E n fin, esta co-mida refuerza nuestro corazn y esta bebida alegra el cora-zn del hombre166, como record el profeta.

    59. As, despus de haber recibido todo, sabemos que hemos sido regenerados. N o digamos: cmo hemos sido regenerados? Acaso volvimos al seno de nuestra madre y renacimos 1 6 7 ? N o reconozco en eso el curso ordinario de la naturaleza. N o se da el orden de la naturaleza donde bri-lla la excelencia de la gracia. Adems, no siempre se pro-duce la generacin por el curso ordinario de la naturaleza: nosotros confesamos que Cristo Seor fue engendrado de una virgen y negamos el orden de la naturaleza. Porque Mara no concibi por obra de varn, sino que concibi en el seno por el Espritu Santo, como dice san Mateo: se hall que haba concebido en su seno por obra del Espritu Santo168. Si, pues, sobreviniendo el Espritu Santo a una vir-gen, se produjo la concepcin y llev a cabo la obra de la generacin, ciertamente no hay que dudar que, sobrevi-niendo a una fuente o sobre aquellos que reciben el bautis-mo, produce la realidad de la regeneracin.

    165. 1 P 2, 21. 166. Cf. Sal 103, 15.

    167. Cf. Jn 3, 4. 168. Mt 1, 18.