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Ahora estamos al punto Japonés con punto

www.sushi-itto.com

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boletín informativo

año12 número 2

septiembre diciembre

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4Índice

Carta Editorial

Cantar en coro

Las “cuerdas vocales” de los Coros Universitarios

Cuatro “voces” del Programa Coral Universitario

El orgullo de pertenecer al coro de la EscuelaNacional de Trabajo Social y la alegría de ser contralto

Un nuevo lugar en la dimensión del sonido

Un complejo engranaje musical ensamblado cuidadosamente

El día del gran concierto

La composición en el canto coral, una experiencia para reflexionar

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DirectorioAna Patricia CarbajalMaru Quezada SalazarFrancisco ViescaMónica CastroClaudia Alicia Gil PallaresMario Vázquez BonfilPablo Iván Aguayo de la RosaRaúl Vázquez ChagoyánJosé Pablo Rodríguez

EditoraMaru Quezada Salazar

Si deseas hacer una aportación a este boletín, comunícate a la redacción de DeCoro al correo [email protected]

Música EnCantadaUn espacio abierto a la música coralJueves de 19:00 a 20:00 hrs. 94.5 FM

Decoro es una publicación cuatrimestral de Voces in Tempore, A. C.

El contenido de los escritos es responsabi-lidad exclusiva de sus autores. Se autoriza su reproducción parcial o total citando la fuente y al autor.

Ensamble CoralVoce in Tempore, A.C.Hacienda de la Gavia núm. 48, Col. Floresta Coyoacán, 14310,México, D.F. Tel. 5684-7188, correo electrónico [email protected]

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CartaEditorialPor Ana Patricia Carbajal Córdova

La música coral es una experiencia artística significativa para aque-llos que tienen el privilegio de acercarse a ella.

Dado el nivel de individualismo o soledad al que la dinámica contemporánea nos tiene sometidos, existe hoy en nuestra sociedad la necesidad de las personas de interactuar con sus semejantes.

Integrarse a un coro es algo que puede ir más allá de un interés artístico, es una necesidad social e incluso vital. Hay coros co-munitarios en iglesias y escuelas, y el hecho de que la Dirección General de Música de la UNAM apoye esta actividad en toda la comunidad universitaria es sencillamente un privilegio que nutre a todos aquellos que se acercan al programa.

En los coros universitarios se crea una necesidad de interactuar con otras personas, un sentido de pertenencia; es a través de la música coral que nos relacionamos con otros y con el entorno, algo muy necesario en nuestros días.

Cantar es una experiencia indescriptible, enriquecedora y alta-mente gozosa; el hacerlo de manera colectiva es producir una fuer-za incomparable y única, por esta razón la música coral resulta una excelente alternativa para dar la oportunidad a todo ser humano de tener una experiencia creativa y artística.

La voz es un elemento muy especial que identifica a cada una de las personas y que nos da la oportunidad de comunicarnos con los otros; la fuerza que puede imprimir cuando se trabaja en forma colectiva es grande y puede llegar muy lejos.

El Programa Coral Universitario es hoy una realidad en donde todos aquellos que coexistimos tenemos la oportunidad de crear, de crecer, de compartir y de existir en comunión con otros.

Me llena de alegría el poder ser testigo de un milagro más, pro-ducido gracias a la música coral y los invito a acercarse a cual-quiera de las opciones que tenemos para cantar con otros: www.voceintempore.org

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Cantar en coro “te da muchas ganas de vivir, muchas ganas de pensar en los demás y ser buena persona”: Guadalupe CamposPor Maru Quezada Salazar

Fue una emotiva y enriquecedora charla la que sostuve con la maes-tra Guadalupe Campos, quién me abrió las puertas de su casa para conversar con ella y descubrir los orígenes de lo que actual-mente conocemos como Programa Coral Universitario (PCU).

Me relató su incursión en el piano y el canto; y cómo su talento y progreso la llevaron a formar parte del coro de la Escuela Nacional de Música (ENM) y luego a ser precursora dentro del PCU, junto con el maestro Gabriel Saldívar, dirigiendo el Coro de la Facultad de Arquitectura inicialmente y después el de la Facultad de Cien-cias, en el que permaneció por más de cuarenta años.

En su sala, junto a su piano y con la simpática compañía de su perro Amadeus, conocí a una mujer delicada y sensible, que con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, me habló de la intensa felicidad que se siente al cantar en un coro, la alegría inmensa e incomparable de unir tu voz con la de otros y lograr un todo que salga “bonito”.

Los invito a continuación a descubrir a través de sus palabras, los inicios del programa coral al que tenemos la fortuna de pertenecer y a conocer la sensibilidad, sencillez y experiencia musical de la maestra Guadalupe, quien despertó en mí un sentimiento de admi-ración y gratitud.

Su incursión en la música

“Desde los 6 años yo entré a la Escuela Nacional de Música a estu-diar piano, porque ahí se admiten niños a pesar de ser una escuela universitaria. Después, cuando empieza la edad de la ‘choca’ ya no quise estudiar música y la dejé un año. Ya después volví y seguí estudiando, ahí hice la secundaria: llevaba materias como mate-máticas, anatomía y música, por supuesto. Luego me casé, tuve mis 2 hijos y después regresé para terminar mis estudios y hacer mi examen profesional de pianista. Pero realmente, lo que me costó más y que me dio más para trabajar fue el canto.

En la Escuela Nacional de Música conocí al maestro Enrique Jaso y éramos muy amigos. Una vez me dijo que yo tenía voz para

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3cantar y me cogió de la mano y me llevó con el maestro de canto Ángel Esquivel y le dijo: ‘mire, esta niña óigala a ver si puede cantar’. A mí siempre me había gustado cantar desde chica pero nunca había estudiado canto ni nada. Y el maestro Esquivel me dijo que sí podía estudiar canto, y entonces llevé las dos carreras, la de canto y la de piano.”

El Coro Universitario de la ENM

“Con el maestro Enrique Jaso, que murió hace poco, estábamos en el coro de la Escuela Nacional de Música dirigido por el maestro Juan Diego Tercero…La creencia era que los cantantes no solfea-ban muy bien y que todos los que eran músicos solfeaban más. Entonces [para conformar este coro] el maestro Tercero hizo una combinación de músicos y cantantes y fue una combinación que resultó muy bien porque las obras se aprendían rapidísimo porque todos solfeábamos.

El doctor Ignacio Chávez [rector de la UNAM de 1961 a 1966] siempre nos llevaba a cantar a los estudiantes del coro de la Es-cuela Nacional de Música a todos los eventos importantes de la Universidad. Y a parte a veces, a nosotros como universitarios to-dos, nos daban el Anfiteatro Simón Bolívar para hacer conciertos. Entonces hicimos ‘n’ número de conciertos ahí; incluso hice concier-tos yo sola cantando con mi esposo, el maestro Gabriel Saldívar.”

Orígenes del Programa Coral Universitario

“En 1962 del doctor Ignacio Chávez habló con el maestro Tercero y le propuso que hicieran coros con los alumnos de las escuelas y facultades de la UNAM. Y entonces los alumnos del coro de la Es-cuela Nacional de Música nos fuimos como directores a los nuevos coros que se abrieron en las facultades y escuelas conformados por estudiantes que no eran músicos. A Gabriel Saldívar [quien se convertiría en su esposo] y a mi nos mandaron a Arquitectura, Jorge Medina se fue a Medicina con Yolanda Delgado, otros se fueron a Filosofía y Letras, otros a Odontología. A Ingeniería ya no fuimos porque ahí ya había un coro… ¡como que a los ingenieros les gusta mucho la música, la música clásica!... Y es así como la gente empezó a juntarse para hacer los coros en las facultades y escuelas, había conciertos en que cada escuela participaba con tres o cuatro números.”

El coro de la Facultad de Ciencias“En 1964, el director de la Facultad de Ciencias y a quien le

gustaba la música (tocaba la flauta) nos dijo a Gabriel Saldívar y a mí que formáramos ahí un coro, y entonces nos fuimos del coro de la Facultad de Arquitectura y formamos el Coro de la Facultad

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4 de Ciencias [que dirigieron por más de cuarenta años, hasta la muerte de su esposo en 2006)…Lo que me gustaba con él era que era cantante, tocaba muy bien el piano y dirigía. Y yo cantaba, dirigía y también estudié piano. Entonces nos complementábamos: a veces yo tocaba y él dirigía y así, en fin.

Hicimos muchos viajes con ese coro; en 1964 hicimos muchísi-mas giras: fuimos a Sudamérica y Centroamérica. A Europa fuimos como cuatro veces, y también dimos muchos conciertos aquí en México: a Guadalajara fuimos varias veces y a donde nos llama-ban.”

¿Qué le gusta más a Guadalupe Campos, cantar o dirigir?

“Las dos cosas son muy bonitas. Cantar en coro es preciosísimo, muy bonito…Y como directora también lo disfruto mucho, nada más que como directora, al menos yo, siento mucha responsabi-lidad y me preocupo mucho porque las cosas salgan bien, me angustio a veces porque, sí, tienes la responsabilidad.”

Dirigir…

“Para ser directora tienes que tener ya más práctica, haber cantado más tiempo en coros para que sepas qué es lo que vas a tener en las manos. Y sobre todo tienes que ir en la cabeza oyendo las cuatro o las cinco voces, se educa el oído a escuchar muy bien las voces. Por ejemplo, alguien que va a oír cantar a un coro, no se da mucha cuenta de qué está haciendo la soprano y de qué está haciendo el bajo, el tenor y las contraltos. Pero ya una gente que tiene experiencia, va oyendo muy bien las voces, aparte de que estás oyendo el conjunto.”

Cantar…

“Yo creo que cantar en coro es una bendición de Dios. Cuando oyes que las cosas van saliendo y que salen bonitas, ahí da mu-cha satisfacción, te da mucha alegría interna, mucha paz, mucha tranquilidad.

Pienso que los que nos dedicamos a la música no somos gente mala en general, a lo mejor habrá su excepción. Porque sobre todo en coro te acostumbras a estar al pendiente de los demás, porque estás cantando tu voz pero estás oyendo también las otras, enton-ces cuando ya las cosas salen y que salen en un concierto y que salió tan bonito, ¡ay!, yo creo que te da tanta satisfacción porque sientes como que te llena por dentro el espíritu, que a lo mejor los que nunca han hecho música pues no saben qué es eso. Pero te

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5da muchas ganas de vivir, muchas ganas de pensar en los demás y ser buena persona…”

La maestra Guadalupe Campos dirigió por 15 años el coro infantil de la Escuela Nacional de Música y actualmente es profesora de canto profesional en la misma institución así como coordinadora de los coros delegacionales del Distrito Federal

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La tradición de los coros estudiantiles se remonta a la época de la Reforma, como repercusión de un profundo movimiento que reivin-dicó la presencia del corpus social en la vida política y religiosa del centro de la Europa medieval y renacentista. Dicho movimien-to reposicionaba al hombre común en la vida comunitaria. Una de las maneras más importantes de lograr este posicionamiento fue admitiendo a hombres y mujeres en los servicios religiosos al integrarlos en grupos corales, en los cuales utilizando la voz, ins-trumento musical por excelencia, edificaban sus cantos.

Esta propuesta fue absolutamente novedosa, ya que además, musicalmente, las obras que se crearon para los coros fueron concebidas dentro del recién descubierto universo armónico y se aplicaron en ellas las más novedosas técnicas de la organización musical de su tiempo, tomando como base melodías tradiciona-les de origen popular, las cuales tenían una intensa carga emo-tiva y cultural, por lo cual estaban fuertemente arraigadas. Con ello, se logró que la comunidad pudiera dirigirse y comunicarse de manera personal y colectiva simultáneamente, a través de la música...¡con su dios!

Los maestros de los coros organizaron las voces humanas en cuatro tipos básicos: sopranos y contraltos para las femeninas, te-nores y bajos para las masculinas, cada una con sus tres registros: grave, medio y agudo, cubriendo todo el ámbito humano. Esto demandó un cuidadoso trabajo de ejecución vocal que estuviera acorde tanto con las características de cada una de las voces, como de sus posibles combinaciones, con el propósito de obtener el mejor efecto coral del trabajo colectivo de todas ellas.

Se observó que para las sopranos y los tenores, la mejor pre-sencia estaba en los registros medio y agudo; en las contraltos era aconsejable evitar los registros extremos, mientras que en los bajos, las zonas extremas (grave y aguda) eran las más potentes y plenas.

De ese modo, cada una de estas voces o “cuerdas” tuvo una función musical particular adecuada al nuevo concepto del mun-do armónico y del naciente gusto inherente a él: las sopranos

Las “cuerdas vocales” de los Coros UniversitariosPor Francisco Viesca

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7generalmente fueron las principales depositarias de los cantos, las contraltos y tenores cubrieron los rellenos armónicos, y los bajos fueron el soporte generador de armónicos, definidor de funciones estructurales y motor de las sucesiones acordales.

A partir de ese momento, el verdadero protagonista de las com-posiciones del género coral será la melodía, mientras el bajo re-presentará la base que sostiene a todo el edificio sonoro.

Esta nueva técnica basada en la armonía cambió el derrotero de la música al propiciar una verdadera revolución cultural y política. El impacto de esta novedosa técnica fue inmenso, pues abrió a la comunidad una muy amplia puerta a la experiencia estética y al reforzamiento de los sentimientos de identidad y pertenencia, puesto que de forma natural el solo hecho de hacer música en conjunto los propicia.

¿Cómo logra ese prodigio en particular la práctica del canto coral y en general la música? La respuesta es sencilla: amplifica esos sentimientos de identidad y pertenencia al fusionar en una voz comunitaria -que es emitida al unísono, embellecida y poten-ciada cada voz individual en un resultante colectivo- que une en ella a todos los participantes y les permite proyectar su emotividad sin obstáculos, generando en cada uno un intenso e inigualable placer.

Analicemos esto brevemente. Por una parte, el buen estudio co-ral trabaja cuidadosamente la integración de cada uno en una fusión, en la construcción de un único sonido que es la resultante de todas las voces de los integrantes en cada una de las cuerdas. Una vez lograda la consistencia del conjunto, esto es, obtenida una emisión equilibrada, timbrada, afinada y caracterizada cada una de ellas, debe hacerse un trabajo semejante, aplicando un criterio armónico, para obtener la unión de las cuerdas en el coro, y lograr un balance justo que con equilibrio y precisión permita resaltar plenamente el contenido expresivo de la obra. Esto a su vez reforzará el contenido emocional y anímico de los textos, los cuales se han cuidado especialmente en las obras de arte.

Ha de reconocerse y rescatar el gran valor y la importante labor educativa y formativa que ha tenido y tiene al arte musical en el forjamiento de ciudadanos expresivos, comunicativos, atentos, considerados y sensibles, quienes en todos los tiempos llegan a comprender que el trabajo colectivo, correctamente equilibrado y bien dirigido en aras de propósitos compartidos, y enfocado al bien común, es el camino más corto y certero para asegurar un presente satisfactorio y un promisorio futuro.

También es oportuno recordar que porque genera de modo es-pontáneo sentimientos de identidad y pertenencia, así como por-que evoca multiplicidad de imágenes referenciadas, desafortu-nadamente la música ha sido utilizada en muchas ocasiones para manipular a las masas o para confundir o desorientar las mentes.

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8 Baste recordar su uso en los cantares de los esclavos y trabajado-res, los cánticos guerreros, políticos y religiosos de todo tipo, así como el deplorable uso que se le da en nuestros días en aras de intereses comerciales. Pero las desviaciones y el mal uso que sufre la música no debe apartarnos de las maravillas que de manera natural ella nos ofrece.

Un trabajo coral bien estructurado y planeado procurará instaurar una dinámica colectiva respetuosa, fraterna y saludable enfocada exclusivamente al enriquecimiento cultural y al desarrollo del po-tencial expresivo individual y colectivo; cuidará del desarrollo de la técnica vocal, de la implantación de adecuados conocimientos musicales, del montaje de obras bien seleccionadas y graduadas del enorme y valioso repertorio del género -a una, dos, tres, cuatro o más voces con o sin acompañamiento instrumental-, y llevará a los coralistas a vivir experiencias trascendentales. No hay duda que coros con este perfil serán garantía de grandes beneficios para todos sus participantes y para la colectividad que los acoja.

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Mi nombre es Mónica Castro, soy bióloga egresada de la Facul-tad de Ciencias y actualmente realizo estudios de posgrado. Un día de febrero, hace ya tres años, me decidí a ingresar al coro de la Facultad de Ciencias. El día de mi audición me colocaron en mi cuerda actual, soprano. El primer semestre fue para mí de gran satisfacción, mi primer concierto con el coro fue en la sala Xochi-pilli de la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Las cuatro canciones interpretadas, que hasta la fecha son de mis favoritas, fueron: Sanctus, de Juan Luis Ramírez; Cum Decore, de Tielmann Sustato (arreglo de Jos Ban de Borre); Abschied vom Walde, de Felix Mendelson, y Ave Verum Corpus, de. W.A. Mozart.

El coro me ha dado mucho, en él encontré un excelente director y un círculo de amigos con intereses tan diversos pero con un interés fuerte y particular en común: la música. Muchos de los que confor-mamos el coro no somos músicos, no cantamos profesionalmente, no sabemos solfear, no tocamos un instrumento y no somos expertos de la música, pero sí somos expertos en una cosa: en unir nuestras voces y crear un sistema de líneas, trazos y colores, de aquellos que ves al escuchar tu canción favorita, de aquellos que ves cuan-do recuerdas un momento especial, de aquellos que ves cuando algún sentimiento te abarca. Cantar a lado de mis compañeros me llena de emociones, sea una canción triste o una canción alegre o bien una canción solemne, todas ellas junto al coro son mi mo-mento favorito, mi fotografía vieja guardada en el cajón; cada que saco esa imagen me invado de felicidad y, a veces, de nostalgia.

Yo aporto al coro una voz como soprano, pero mi voz no tendría sentido ni sonido si no se uniera y amalgamara con las voces de mis compañeras sopranos, o de mis compañeras mezzosopranos, dependiendo la canción. Me encanta que el coro no sea una sola voz o una sola cuerda, me exalta escuchar ese juego de sonidos por los que ondulamos cuando las voces pasean y se relevan entre ellas, como jugando a moldear con plastilina (recordando nuestra infancia) formando figuras inimaginables, mezclando y formando una plasta multicolor: una figura llena de colores oscuros como al cantar el Libera me del Requiem de Fauré, una figura de colores

Cuatro “voces” del Programa Coral UniversitarioTres años y contando…Por Mónica Castro

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10 claros y felices como al cantar Cum Decore, o una figura de colo-res -como en una artesanía oaxaqueña de barro- como al cantar Naela de Chuy Rasgado. Para mí ser soprano es ser parte de los engranes que hacen esto posible, somos un conjunto de voces que, cual latidos del corazón, le dan vida y movimiento a las obras y las hacen ser.

La vida y movimiento de una obra las veo siempre reflejadas en los conciertos. Para mí, estas características se ven desde que el coro se prepara para salir a escena. Personalmente antes de salir a cantar me sucede algo curioso: horas antes de iniciar sólo está la idea de que sucederá; esta idealización carga sentimientos de tranquilidad al ser sólo eso, una idea. Los nervios y el sentimiento de incertidumbre se encuentran al momento justo antes de salir, cuando te acomodas a lado de tus amigos para cruzar por esas puertas que se abren y dejan pasar la luz del escenario. Los ner-vios llegan a su límite máximo cuando caminas y cruzas dichas puertas, cuando no ves al público pero sabes que está ahí, es una de las sensaciones más esplendorosas que puedes sentir. Final-mente inicia la primera pieza y sabes que no hay marcha atrás, que los nervios se esfuman poco a poco y que lo que haces no es para que te califiquen, sino para disfrutarlo y que ese goce sea compartido con las personas que están escuchando.

El escuchar los aplausos es algo maravilloso, sabes que lo hicis-te, que el esfuerzo de uno o más semestres valió la pena y lo mejor es salir de escena, felicitar a tus compañeros y seguir sintiendo esa emoción corriendo por el cuerpo, la piel de gallina y el nudo en la garganta, ésas son sensaciones que no cambiaría y que no me gustaría dejar. Hace tres años ya que siento esto, hace tres años y contando…

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11El orgullo de pertenecer al coro de la Escuela Nacional de Trabajo Social y la alegría de ser contraltoPor Claudia Alicia Gil Pallares

Para mi, ser contralto en el coro de la Escuela Nacional de Trabajo Social ha sido una experiencia maravillosa y gratificante, pues me ha dado la oportunidad de expresar y conocer emociones a través del canto, además de complementarme como trabajadora social, pues ahora me desenvuelvo con mayor naturalidad, seguridad y sensibilidad, cualidades inherentes a la profesión.

Al principio me sentía abrumada, pues había más sopranos que contraltos, por lo que me esforcé en lograr buenos sonidos, armo-nía y “empastar”, pues finalmente la intención es hacer música. Ser contralto es ser la plataforma en la cual se apoyan las voces feme-ninas agudas; esta voz es profunda, además, expresa sentimientos de solidaridad, reflexión y fuerza.

Al cantar libero cualquier presión y en cada interpretación me emociono, pues trato de sentir y transmitir el significado e intensi-dad de la música. Me gusta tener las notas seguras y confianza en mi trabajo, por lo que agradezco a todas las personas que están detrás de nuestro trabajo (nuestra directora coral Claudia Salgado, el pianista Fabián Fournier y el entrenador vocal Juan Luis Ramírez) quienes nos ayudan a desarrollar y mejorar nuestra técnica y ex-plotar el potencial que tenemos.

Antes de subir al escenario me gusta escuchar las palabras de aliento por parte de los miembros del coro, así como recordar los momentos vividos dentro y fuera de cada ensayo (alegría, elocuen-cias, travesuras). Una vez en él, existen sentimientos encontrados como: emoción de interpretar la canción que ensayas durante me-ses; adrenalina, pues sabes que va a escucharte un publico; y nerviosismo ante la posibilidad de no tener una buena presencia en el escenario o llegar a olvidar la letra. Pero como bien refiere la directora “no debemos tener miedo, pues tenemos la práctica constante como cimiento”.

Al interpretar con la máxima concentración en la música y en las voces de mis compañeras, las canciones fluyen por si solas, como una fuerza que no se detiene; es en ese momento cuando el escenario se transforma, despidiendo una calidez que te invita a estar en él.

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Un nuevo lugar en la dimensión del sonidoPor Mario Vázquez Bonfil

Esta vez me corresponde entrar primero al escenario y lo hago con seguridad alegre. A cada paso que doy el mundo normal se disipa en el viento y aparece, como en una realidad alterna, un mundo con gente dispuesta a escuchar. Entonces pienso: cantaré para los demás y no sólo para mí, lo que he aprendido se verá ahora. La ansiedad que traigo es suficiente para aguantar cantando los nue-ve o diez minutos que nos otorgaron. El tiempo no existe aquí y se convierte en una estación eterna donde depende de cada uno de nosotros cómo se quiera pasar la existencia: si lo hará con angustia de cumplir el compromiso o disfrutará lo aprendido en la prepara-ción. Importante será entonces enfocar toda nuestra energía vital para convertir aquello en un gran momento. Es como una ruptura del espacio-tiempo donde atravieso, con mis compañeros del coro y el nuevo director, un tubo de viento que nos exige más que sólo voces afinadas para poder llegar al otro lado. Momento en el que la gente nos acaricia el corazón con sus aplausos.

En un país lleno de violencia y noticias sombrías, parece que la vida y la esperanza se extinguen. Pero en cada ensayo y en cada concierto nos abstraemos de él, y caemos en la cuenta de que al cantar inauguramos un nuevo espacio, un espacio de vida, creación y recreación del mundo propio; no una evasión de éste, sino su reinvención, y por unas horas se reconfigura a través de la música en voces emocionales, y es otro mundo.

Siendo 1998 ingresé al coro de la FES Iztacala y yo no era te-nor, aunque cantaba en la soledad. Mi registro vocal era limitado y poco era capaz de sostener las notas, sobre todo las más altas que son las que lucen en la voz tenor. Con cada ensayo, con cada corrección que Luis Merino me hacía para sostener una nota larga y alta a la vez, con cada ejercicio que los asesores Luis Reynoso y Juan Luis Ramírez nos compartían, comencé a comprender realmen-te lo que era cantar en la voz tenor. Ser tenor ya no se limitaba a ser la voz de fondo de las sopranos. Luego de cada concierto yo ya no era el mismo, pero había que tener un rasgo de humildad y reconocer que algo me hacía falta. Detener la marcha no era opción.

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13Querer ser tenor no implicaba sólo cantar entonado. Dar el volu-men adecuado para no opacar las demás voces cobró importan-cia, aprender a escuchar a los demás tenores e igualar la voz con ellos se volvió poco, ahora había que concentrarse en las demás voces; de esa manera fui junto a mis compañeras y compañeros encontrando el camino a la armonía. Había que abrir nuevas puer-tas al sonido, ampliar la percepción, transportarse a la dimensión del sonido.

Lo que sabía me llevó a apoyar a los nuevos compañeros de mi cuerda. Esto ya no era solamente un proyecto personal. Si los com-pañeros sonaban bien, el coro lo haría mejor. De pronto había en-contrado mi lugar en el grupo y tuve una nueva toma de conciencia para saber quién era yo. Aún ahora, sé que no tengo que olvidar lo que ya aprendí, no me confío ni pierdo piso, el trabajo de tenor lo sigo haciendo como desde el primer día, pues si lo olvidara un instante, un día o una semana, la música -que es un espíritu muy celoso- me lo cobraría con creces.

En 14 años, esta experiencia pasó de ser un episodio anecdó-tico a ser parte de mi historia personal. Se convirtió en un lugar para apreciar con otra luz mi propia existencia. Desde entonces este nuevo espacio es un lugar para crecer de forma personal y con el grupo. He permanecido en él más tiempo de lo que dura una carrera profesional de cantante, pero aún así lo considero un camino de vida, no un fin sino un reto para poder enriquecer toda la complejidad que soy.

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Un complejo engranaje musical ensamblado cuidadosamentePor Pablo Iván Aguayo de la Rosa

Si bien es cierto que al estar en una agrupación coral es esencial que, entre otras cosas, cada integrante mantenga la afinación, domine la letra y conozca las intenciones en cada frase (con el objetivo de que la unión de voces provoque un resultado digno de ser escuchado), todo ello carecería de sentido si cada uno de los miembros del coro no pusiera sus emociones de principio a fin en cada interpretación. El sentimiento y la emoción se proyecta en las presentaciones y conciertos, desde los nervios antes de iniciar, pasando por la magia que nos invade al estar en el escenario y llegando finalmente a la euforia y felicidad que irradiamos al salir de escena cuando sabemos que lo hemos hecho bien. Cantar me provoca una inmensa alegría, me llena de gusto y más cuando sé que es para compartir con el público y disfrutar al lado de mis compañeros coralistas.

Sentir que formo parte de un complejo engranaje musical en-samblado cuidadosamente con el esfuerzo de cada integrante y con una meticulosa dirección, me trae una sensación sorprendente, mágica y hermosa. El trabajo se realiza desde casa estudiando la melodía y posteriormente en los ensayos cuidando la afinación y empastando las emisiones de cada cuerda sin dejar de poner atención en los detalles. La magistral labor que lleva a cabo nuestra directora -en especifico hablo de lo que sucede a lo largo de un concierto- es primordial en el desarrollo y resultado de cada pieza. La interacción que tenemos con ella durante cada interpretación, cuando nos da indicaciones, es clave para conseguir cambios de volumen, seguir el ritmo y dar intenciones particulares; y vibrando desde nuestras cuerdas vocales, llegar a provocar algo de la emo-ción que experimentamos con la música, en los oídos de quienes nos escuchan. Lograr esto, comprende un compromiso individual y colectivo importante para quienes estamos involucrados en el coro y del que voluntariamente somos partícipes.

En mi experiencia como bajo en Voces del CELE puedo decir que ser partícipe de la emisión de los tonos graves de cada pieza es realmente grato, me he ajustado bastante bien a la cuerda. Creo que al formar parte de ella, además de ser partícipe de la excelen-

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Visita:www.voceintempore.org

te armonía afectuosa con mis compañeros, musicalmente logramos sentirnos cómodos estando juntos, lo cual es muy importante: saber que cuentas con tu compañero pero a su vez comprometerte para no fallarle.

Es maravilloso estar concentrado y lograr estar seguro de lo que estás cantando pero al mismo tiempo poder escuchar y diferenciar cada una de las voces y sus distintas melodías en armonía, poder distinguir y complementar auditivamente lo que uno emite con las otras voces. Ahí la importancia de todas las voces y la identidad del coro: el sonido que logra producir se consigue con la conjun-ción del trabajo de sus integrantes.

El Programa Coral Universitario a través de Voces del CELE nos ofrece un espacio para convivir, disfrutar y compartir el gusto por el canto y la música. Hasta ahora para mí, ser miembro de Voces ha sido una experiencia incomparable que espero poder seguir gozando; siempre habrá mucho por trabajar y aprender.

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El día del gran conciertoPor Maru Quezada Salazar

El domingo 10 de junio de 2012 fue un día muy especial para quienes formamos parte del Programa Coral Universitario (PCU). Coralistas, directores, preparadores vocales y pianistas nos dimos cita en la Sala Nezahualcóyotl para participar en el concierto de gala de fin de semestre, que sólo sucede una vez al año.

Alrededor de las cuatro de la tarde todos los coralistas entramos al escenario para vocalizar con el maestro Juan Luis Ra-mírez Ruiz. Después, hicimos un ensayo general de los cantos comunes: el Gloria de Antonio Vivaldi y el Himno Universitario,

Gaudeamus Igitur ; en la interpretación de ambos, tendríamos el honor de, por primera vez en la trayectoria del PCU, “ser acompa-ñados por una orquesta de cámara conformada por estudiantes y maestros de la Escuela Nacional de Música de la UNAM”, nos anunció con entusiasmo la maestra Ana Patricia Carbajal, coordi-nadora del PCU. Al finalizar, nos dirigimos hacia nuestros respecti-vos camerinos para prepararnos: chicas y chicos nos vestimos con nuestro uniforme de gala y pusimos empeño en lucir muy guapas y guapos para aquel evento tan especial y tan añorado por todos durante todo el año.

Unos minutos antes de las seis de la tarde, los coralistas nos acomodamos en la zona de asientos que se encuentra detrás del escenario desde donde podríamos disfrutar del concierto de nues-tros coros hermanos, mientras esperábamos con ansias y nervios nuestro turno para salir a escena.

Se dio la primera llamada, luego la segunda; se notaba a los coralistas muy felices y a la vez nerviosos. Las palabras de una inte-

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17grante del coro de la Facultad de Arquitectura resumen bien lo que quizás todos sentíamos: “Estoy emocionada, bastante emocionada y nerviosa también...Todo va a salir bien, mucha buena vibra y sí podemos, hay que disfrutarlo y hacer que los demás disfruten con nosotros.” Apenas terminó de pronunciar esas palabras cuando se escuchó la tercera llamada. No había marcha atrás, daba inicio ¡el gran concierto!

Fue el coro de la Escuela Nacional de Trabajo Social quién ini-ció, seguido de los coros: de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, el coro Luis Merino Macías de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, el coro de la Facultad de Arquitectura, el coro de la Facultad de Derecho, el coro de las Facultades de Estudios Superiores Aragón y Zaragoza, el coro Voces del Centro de Ense-ñanza de Lenguas Extranjeras, el coro Ars Iovalis de la Facultad de Ingeniería, el Coro de la Facultad de Filosofía y Letras, el Coro de la Facultad de Ciencias y finalmente el coro de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán.

La entrada a escenario de cada agrupación coral fue pre-cedida por una breve presen-tación a cargo de uno de sus integrantes; el público fue testi-go de once emotivos discursos que reflejaron el sentir de cada coro respecto al canto. Pude re-cuperar los siguientes extractos:

“La música une caminos”, afir-mó la presentadora del coro de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y continuó diciendo: “los amigos nos he-mos convertido en hermanos, hermanos que forman parte de una gran familia que se entrega a la conquista del fascinante mundo de la música.

Hoy les compartimos parte de nuestros sueños con la esperan-za de que estos sean solamente el principio de algo mucho más grande.”

Asimismo, el coro Luis Merino Macías de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala nos compartió, a través de su presentadora, que “aunque mucha música coral nos llega de Europa, este coro se plantea el reto de emular, según la tradición, al cenzontle, pájaro de las 400 voces…”

Para el coro de la Facultad de Arquitectura “la música también construye…”, mientras que el coro de la Facultad de Derecho nos reveló que: “cantamos porque a esto le llamamos vida”. El repre-

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18 sentante del coro Voces del Centro de Enseñanza de Lenguas Extran-jeras nos habló de “poder vivir el sueño de amor, pasión, éxtasis, libertad, plenitud, juventud, hecho realidad en el encuentro con vo-ces hermanas…”

Finalmente, el portavoz del coro de la Facultad de Estudios Supe-riores Acatlán, expresó que “estar en el coro es producir una armo-nía de voces que en un instante expresan un sentir común (…) por mi raza cantará el espíritu.”

De los sentimientos y emociones antes de cantar…Estar a punto de salir al escenario desata una oleada de emociones fantásticas en cada integrante de un ensamble coral así como en sus directores. Son diversos los pensamientos que atraviesan la mente y las sensaciones que uno puede experimentar.

Una soprano del coro de la Facultad de Ciencias reveló lo que sentía: “en este momento que faltan todavía como seis minutos, nos sentimos tranquilos, personalmente yo me siento tranquila. Pero ya en el momento en el que estamos formados para cruzar la puerta y ver a todos, nos tiembla la voz y es así como muy feo. Pero ya estando adentro te relajas y a divertirte”.

Su director, el profesor Eduardo Hernández, expresó que “siempre estamos con el nerviecito, con la emoción, pero siempre contentos. Cuando estamos cantando en al Sala Neza es como el lugar que más nos impone a todos, tanto al público y a los coros…Entonces sí, tenemos un poco de nervios y [el deseo de] que todo salga bien, pero bueno, pues ya ensayamos todo el semestre para esto…”

¿Y después de cantar?El profesor Luis Alberto Manzano, director del coro de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, quién se presentó por vez primera aquel día en la Sala Nezahualcóyotl, admitió sentirse muy feliz del trabajo que hicieron sus alumnos y que les costó mucho trabajo. Agregó sentir “mucha satisfacción de verles el rostro de emoción. Estoy muy feliz de estar aquí y tener este espacio para convivir con tantos jóvenes”

Algunos integrantes del coro Voces del CELE dieron también su testimonio una vez terminado el concierto: “Me siento muy contenta y sentí muy padre al haber estado en el escenario, los aplausos, sentí como que a la gente sí le gustó lo que hicimos”, compartió una soprano. Por su parte, su compañera contralto dijo sentirse “ya muy tranquila, ya muy relajada, ya sin nervios, eh, contenta”. Finalmente, un chico de la cuerda de los bajos reveló su alegría: “muy contento, yo creo que es una muy buena experiencia para mi. Es la primera vez que canto en la Sala Neza y es un sentimiento muy muy muy muy padre, es muy padre el feeling del público, es como ¡oh!, como un choque de sentimientos muy padre, ¡muy padre!”.

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19Para terminar…Cantar en coro es una experiencia maravillosa que personalmen-te, me llena de emoción y satisfacción. Cada concierto es una experiencia intensa que me deja con una sensación de bienestar y plenitud. Ahora bien, cantar en la Sala Nezahualcóyotl implica lo mismo pero magnificado pues su acústica y la belleza de su esce-nario son imponentes, razón por la cual uno agradece estar ahí y desea vivir al máximo esos minutos en los que uno puede mostrar a familiares y amigos el trabajo y avance logrados por su coro.

Concluyo, retomando una frase de una integrante de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán quien encontró unas bellas pala-bras para describir su estado de ánimo al final del concierto y que estoy segura, representa el sentir de todos los coralistas después de vivir la maravillosa experiencia de un encuentro coral en la Sala Nezahualcóyotl: “Me siento bien emocionada…mucha energía junta en un instante chiquito…”

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20La composición en el canto coral, una experiencia para reflexionarPor Raúl Vázquez Chagoyán

Sería lógico pensar que un director coral se ha formado a causa de su experiencia cantando en coro y su afición por el canto coral, o posiblemente por sus ánimos de estar al frente de una agrupación musical, o bien por ambas. Lo cierto es que no todas las historias son iguales, ya que hay quien se hizo director coral como conse-cuencia de su trayectoria como compositor, y ese es mi caso. La pregunta sería ¿y como sucedió algo así?

Todo empezó gracias a una invitación para dar un curso de actualización académica a educadores comunitarios en Tapilula, Chiapas, en donde conocí a Tomás, un maestro de música que utilizó como estrategia pedagógica un canon que hizo sonar es-tupendamente con su grupo de cincuenta educadores, obteniendo enormes resultados con relativamente poco esfuerzo. Me pareció tan buena táctica que quise componer cánones de ese mismo tipo para auxiliarme cuando imparto cursos de música, así que de re-greso a México compuse “El reloj”, que años después formó parte de La Magia del Canon. Doce melodías para aprender a cantar a coro, obra que publiqué en el año 2000 con la interpretación de la Schola Cantorum.

En esos tiempos le propuse al maestro Alfredo Mendoza, director de la Schola Cantorum, algunas otras obras de polifonía libre que tenía compuestas para coro infantil, pero sus comentarios fueron arrolladores, puesto que entre otras cosas no estaba contemplando ni las respiraciones ni las tesituras correctas para las voces. Por una parte aceptaba con agrado el éxito de mi obra publicada y el deseo de continuar con mi producción de música coral, pero por otro tuve que reconocer que mis recursos para componer eran muy limitados, pues desconocía todo respecto al manejo de la voz. Así que estudié Dirección Coral en Voce in Tempore prácticamente con el único objetivo de sumergirme en el mundo coral para componer correctamente para coro, y no cosas incantables como me estaba sucediendo al incursionar en propuestas alternativas. Pero no po-día graduarme sin situarme al frente de un coro, y allí comenzó una nueva etapa que marcaría mi futuro. Hoy día mi vida sería impensable sin el coro que actualmente dirijo, el de la Facultad

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21de Estudios Superiores Acatlán, UNAM, a ocho años de haber debutado como director del coro Echamécatl de la FES Cuautitlán, también de la UNAM.

Como era de esperarse no vacilé en poner a prueba mis capa-cidades como compositor en el ámbito coral. Así que me di a la tarea de componer obras para coro mixto, puesto que para 2005 sólo contaba con obras para coro infantil. Fue entonces que des-cubrí la gran dificultad y el enorme reto que implicaba situar cada nota para canto en el pentagrama; inició mi confrontación con los distintos problemas técnicos y expresivos que implica la compo-sición coral, sobretodo en una realidad de muy poca formación musical como es el ámbito escolar en México. Debido a ello tomé la decisión de crear obras en función de mi propia realidad como profesor de coro universitario.

Aunque un compositor sueña con el éxito de sus obras, siempre queda la duda de qué impacto causarán las mismas no sólo sobre el público sino sobre los coralistas mismos. En mi experiencia per-sonal, afortunadamente siempre mis coralistas han mostrado interés por aportar música nueva al repertorio vocal mediante su propia interpretación, la cual ha sido gratamente aplaudida por el públi-co. Desde entonces mi labor como compositor se ha declarado en favor de la música coral, aunque por oficio no he dejado de componer música instrumental y de géneros diversos. No obstante, cuando tengo la libertad de componer por gusto, no por un encar-go remunerado, me es casi imposible pensar en música que no será ejecutada por un coro mixto. Hay ocasiones en que mi propó-sito es componer una pieza para piano, o una canción para solista con acompañamiento instrumental, pero de pronto me sorprendo divagando con la voz de las sopranos, a la que contestan los tenores o las contraltos mientras los bajos llevan una línea de con-traste tonal o rítmica. Me detengo y reflexiono: “¿Qué no me había propuesto componer algo distinto? Va de nuevo…”, y esa canción para solista o ese motivo pianístico terminan ineludiblemente confi-nados a formar parte de un ensamble vocal a tres o cuatro voces.

Una de las preguntas que me he hecho una y otra vez para defi-nir mi propia profesión y que a menudo me cuesta trabajo respon-der es: ¿cuál es mi actividad principal, ser director o compositor? Con el ánimo de encontrar la respuesta reviso mi obra una y otra vez, y me paro frente a mi coro para evaluar mi propio desem-peño. Por ahora sigo sin una respuesta satisfactoria. Los retos son completamente distintos pero emparentados. Con cada concierto tengo la oportunidad de mejorar la expresión de mis manos, así como mi control sobre el sonido y la respuesta expresiva de mi coro. Detecto también mis errores de composición y genero ideas que serán útiles al momento de componer. Cuando compongo, a veces me llegan ideas útiles para dirigir, pero a menudo me siento alejado de las musas, a pesar de sentarme largas horas al piano.

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22 No siempre que me levanto de un teclado es para sumar una propuesta más a mi repertorio, pero cuando lo consigo siento que tanta necedad no ha sido en vano. Pero así es la labor del com-positor, a menudo se siente uno satisfecho con el tema, o con su desarrollo. Otras veces las ideas se quedan en el tintero debido a las propias exigencias. Sin embargo no concibo un futuro sin reno-vación, sin novedades, sin el pretexto que me hizo director coral. Si dejara cualquiera de las dos actividades que hoy día ya son parte de la misma, perdería mi identidad profesional y en buena medida el sentido de mi existencia.

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Cartelera de interés

Concierto de gala de la Orquesta Sinfónica de MineríaRepertorio: La Marsellesa de Rouget de Lisle-Berlioz y Roméo et

Juliette de Berlioz

Carlos Miguel Prieto / DirectorEnkelejda Shkosa / Mezosoprano

Jesús León / TenorNoé Colín / Bajo

Coro Filarmónico Universitario, John Daly Goodwin/Director coralCoro Convivium Musicum, Víctor Luna / Director coral

Sábado 1 de septiembre 20 hrs. y domingo 2 de septiembre12 hrs. Sala Nezahualcóyotl

Mayores informes en: http://www.mineria.org.mx

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Concierto de gala de la OFUNAM, PretemporadaRepertorio: Stabat Mater de Szymanowski y Réquiem de Mozart

Jan Latham-Koenig / Director artísticoAgnieszka Tomaszewska /SopranoAgnieszka Rehlis / Mezzosoprano

Yaroslav Abaimov / TenorAdam Palka / Barítono

Coro de Cámara de la ENM, Samuel Pascoe / Director

Domingo 9 de septiembre, 12 hrs. Sala Nezahualcóyotl

Mayores informes en http://www.musica.unam.mx

Coro de Cámara Femenino KáritesInvita a las mujeres que deseen integrarse a su proyecto

Informes en [email protected]

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Festivales y talleres

1er Festival Internacional de Coros de Cámara “Tlaxcala Canta”¡Poesía en sonido, Voces en Hermandad!

1 al 8 de diciembre 2012Tlaxcala, México

Fecha límite para postularse: 30 de junio de 2012, 17:00 hrs.

Mayores informes en:Instituto Tlaxcalteca de Cultura

Avenida Juárez num. 62, Tlaxcala Centro. C.P 90000 Tel. +52 (246) 46 2 36 23, ext. 208Email: [email protected]

http://www.culturatlaxcala.com.mx

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Talleres del 1er Festival Internacional de Coros de Cámara “Tlaxcala Canta”

¡Poesía en sonido, Voces en Hermandad!

Del 2 al 6 de diciembre de 2012Instituto Tlaxcalteca de la Cultura

Fecha límite de inscripción: 31 de octubre de 2012, 17:00 hrs.

Mayores informes en: http://www.culturatlaxcala.com.mx

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