agricultura latinoamericana, precarizacion

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Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de Sociología ISSN 1315-0006 / Depósito legal pp 199202ZU44 Vol. 20 No. 4 (octubre-diciembre, 2011): 621 - 640 ¿Flexibilidad salarial y la precarización del empleo en la agricultura latinoamericana? Irma Lorena Acosta Reveles* Resumen En este artículo se concluye que las nociones de flexibilidad y precarie- dad que hoy dominan los estudios laborales son inadecuadas para dar cuenta de la evolución salarial en la agricultura latinoamericana hacia las últimas cuatro décadas. Recuperar tales nociones resulta útil y de hecho necesario como referente, a efecto de asentar contrastes o es- tablecer afinidades; mas la adopción mecánica de ambos términos ig- nora asimetrías de orden estructural, institucional y político entre el despliegue del capitalismo industrial y el carácter tardío del capitalis- mo agrario en la región. Para arribar a tales proposiciones teóricas fue necesario (a) caracterizar procesos históricos de alcance regional con- cernientes al campesinado y los agronegocios, (b) el análisis compa- rativo apoyado estudios de caso para tres países, y (c) la reinterpreta- ción de evidencia empírica. Palabras clave: Flexibilidad laboral, empleo precario, subdesa- rrollo, patrón salarial, capitalismo agrario, Améri- ca Latina. Recibido: 13-03-11/ Aceptado: 02-07-2011 * Universidad Autónoma de Zacatecas. México. E-mail: [email protected].

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agricultura latinoamericana, precarización,

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  • Espacio Abierto Cuaderno Venezolano de SociologaISSN 1315-0006 / Depsito legal pp 199202ZU44Vol. 20 No. 4 (octubre-diciembre, 2011): 621 - 640

    Flexibilidad salarial y la precarizacin delempleo en la agricultura latinoamericana?

    Irma Lorena Acosta Reveles*

    ResumenEn este artculo se concluye que las nociones de flexibilidad y precarie-dad que hoy dominan los estudios laborales son inadecuadas para darcuenta de la evolucin salarial en la agricultura latinoamericana hacialas ltimas cuatro dcadas. Recuperar tales nociones resulta til y dehecho necesario como referente, a efecto de asentar contrastes o es-tablecer afinidades; mas la adopcin mecnica de ambos trminos ig-nora asimetras de orden estructural, institucional y poltico entre eldespliegue del capitalismo industrial y el carcter tardo del capitalis-mo agrario en la regin. Para arribar a tales proposiciones tericas fuenecesario (a) caracterizar procesos histricos de alcance regional con-cernientes al campesinado y los agronegocios, (b) el anlisis compa-rativo apoyado estudios de caso para tres pases, y (c) la reinterpreta-cin de evidencia emprica.

    Palabras clave: Flexibilidad laboral, empleo precario, subdesa-rrollo, patrn salarial, capitalismo agrario, Amri-ca Latina.

    Recibido: 13-03-11/ Aceptado: 02-07-2011

    * Universidad Autnoma de Zacatecas. Mxico. E-mail: [email protected].

  • Salary Flexibility and Job Instability in LatinAmerican Agriculture?

    AbstractThis article concludes that notions of flexibility and job instabilitywhich dominate current labor studies are insufficient to explain theevolution of wage relationships in the Latin American agricultural sec-tor during the last four decades. Recovering such notions is useful andeven necessary as referents to establish contrasts and affinities. How-ever, the mechanical adoption of both terms ignores structural, institu-tional and policy asymmetries between the deployment of industrialcapitalism and the late nature of agrarian capitalism in the region. Toreach such theoretical proposals, it was necessary to: (a) characterizeregional historical processes regarding rural farmers and agro-businesses; (b) make a comparative analysis supported by case stud-ies for three countries; and (c) reinterpret the empirical evidence.

    Keywords: Labor flexibility, precarious employment, underdevel-opment, wage patterns, agrarian capitalism, LatinAmerica.

    Introduccin

    Con sustento en una amplia investigacin, este documento propone queen la regin latinoamericana (observada como conjunto emparentado por sucondicin de subdesarrollo capitalista) la dinmica salarial en el ramo de la agri-cultura reporta una trayectoria histrica divergente a la que transcurre en el m-bito de lo urbano-industrial. Razn por la cual los trminos de flexibilidad y pre-carizacin que predominan en los estudios laborales desde los noventas (Agaci-no y Echeverra, 1995; Aparicio y Benencia, 1997; Neiman y Quaranta, 2000; Pi-eiro, 2001; Bocco, 2003) no resultan los ms convenientes para dar cuenta delo que en realidad transcurri en la actividad agrcola hacia las ltimas cuatro d-cadas. Desde luego, remitirnos a estas nociones es un ejercicio til y necesariocomo parmetros de comparacin, a efecto de asentar contrastes y establecerafinidades en las formas en que se manifiesta la gravedad de la condicin asala-riada. Empero, pretender la traslacin mecnica de ambas nociones al anlisisde lo agrario es improcedente, dado que se soslayan asimetras de orden estruc-tural, institucional y polticas entre el despliegue del sector industrial y el carctertardo de los vnculos capitalistas en los campos latinoamericanos.

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  • Para arribar a las proposiciones precedentes debimos demostrar que lapropagacin de los nexos salariales en la actividad agrcola ha sido proceso su-mamente prolongado en la gran mayora de los pases de la regin, y tardo si sele contrasta con el sector de la transformacin. Tambin hubo de corroborarseque, a diferencia de la actividad agraria, en el ramo urbano-industrial s se regis-tra a partir de la posguerra y hasta fines de la dcada de los setenta (aproximada-mente), la normalizacin de un patrn salarial relativamente estable, que dacuenta del grado de madurez del capitalismo en el sector. Es justamente a partirde ese parmetro de regularidad o normalidad salarial, debidamente institucio-nalizado, que sobrevienen los ajustes laborales a favor de las empresas y en con-tra del bienestar obrero. El desmantelamiento legal de los derechos laborales entiempos recientes es sintomtico de una clara tendencia al deterioro de la condi-cin obrera. Tal deterioro o desplazamiento a la baja del salario y de las condi-ciones de contratacin, prestacionales, etc. es lo que suele caracterizarsecomo flexibilizacin laboral, de la que resulta un empleo cada vez ms precarioo precarizado. Este desplazamiento, sin embargo, no transcurre en la agricultu-ra porque el punto de partida es distinto, debido a que la propagacin de la for-ma salarial (como vnculo que ocupa el lugar central en la creacin del valor ynexo social predominante) es relativamente reciente en los pases Latinoameri-canos, a excepcin de Argentina y Uruguay. Esta afirmacin sobre el conjunto nodesconoce la existencia de polos capitalistas agrarios en todos los pases de laregin, lo que busca es poner de relieve la persistencia y predominio de las for-mas de organizacin del trabajo familiar y comunitario en la economa rural.

    Enseguida los asuntos que debimos abordar para despejar las inquietu-des planteadas: (a) Conocer de la evolucin de las relaciones salariales en elsector de la transformacin en las ltimas dcadas, as como el contenido delos procesos de flexibilizacin y precarizacin que por lo regular se distinguenen esa evolucin. (b) Mostrar el estado que guarda la relacin capital-trabajo enla actividad agrcola en el momento en que se pone en marcha el modeloagroexportador en Amrica Latina. (c) Argumentar por qu en ese momento,en el agro no rige un patrn de relaciones salariales semejante al que prevaleceen la industria. (d) Determinar los rasgos que son comunes a las polticas agra-rias regionales desde los setenta, sus motivaciones y resultados en el planoeconmico y social. Esto nos permitir valorar el papel que juega el modeloagroexportador en el proceso de consolidacin de las relaciones salarialesagrarias. Y (d) observar en varias zonas representativas del capitalismo agrarioregional el comportamiento tpico del empresariado; reparando especialmen-te en las estrategias que adopta para potenciar su competitividad, as como susimplicaciones sobre el trabajo asalariado.

    Puesto que la intencin era respaldar a una proposicin terica a partirde la caracterizacin de procesos histricos de alcance regional; el anlisiscomparativo, y la reinterpretacin de evidencia emprica, los insumos de inves-

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  • tigacin son bsicamente fuentes secundarias de tipo documental. Principal-mente recursos bibliogrficos y hemerogrficos, informes institucionales, tex-tos legislativos, estadsticas nacionales y por grupos de pases. Slo por excep-cin recurrimos al uso de notas periodsticas u otros textos de coyuntura.

    Planteamiento problemtico

    La inquietud inicial de la investigacin fue demostrar que en Amrica La-tina los trabajadores agropecuarios constituyen uno de los segmentos socialesms castigados por el cambio de prioridades en las polticas agrarias, especial-mente a partir de la introduccin del neoliberalismo en el campo. Tras al repa-rar en la diversidad de sujetos involucrados directamente en la produccinagrcola y pecuaria en la regin, se delimit el objeto de conocimiento a la rela-cin capital-trabajo o vnculos salariales, exclusivamente. Como marco tempo-ral partimos de la reorientacin del modelo de crecimiento hacia el mercadomundial en Amrica Latina despus de la experiencia sustitutiva de importa-ciones. Con estas precisiones el campo de estudio qued circunscrito slo a lostrabajadores agrcolas con remuneraciones salariales, independientementede que tales percepciones fueran monetarias en su totalidad o slo parcial-mente; y resultaba irrelevante el tamao de la unidad productiva en que estu-vieran contratados o que el empleo fuera temporal, definitivo u ocasional. Enlos casos en que las tareas de post-cosecha correspondieran a la misma em-presa agrcola o agroindustrial, sus trabajadores tambin quedarn incluidosen esta categora. La denominacin de asalariados agrcolas comprende en-tonces a aquellos hombres y mujeres que realizan labores manuales en cam-pos de cultivo, plantaciones tropicales, huertos e invernaderos. Y tal vez seaocioso decirlo, pero esta categora incluye a menores de edad e inmigrantes(extranjeros o no), no obstante que la contratacin de stos se realice al mar-gen o en contra de las leyes vigentes en cada espacio nacional.

    Como pregunta de investigacin, se tratara de responder si en su trayec-toria reciente las relaciones salariales en el agro latinoamericano siguieron unrecorrido semejante al registrado en el mundo del trabajo asalariado urbano. Ypor consecuencia, otro desafo era descifrar si las nociones de flexibilidad y pre-cariedad, omnipresentes en los estudios del trabajo resultaban adecuadas y su-ficientes para aprehender la dinmica salarial en el ramo agrcola; en caso con-trario correspondera revelar las especificidades del proceso y caracterizarlo.

    Una reinterpretacin inicial de la literatura sobre la historia agraria regio-nal nos sugera que el desenvolvimiento de la relacin capital-trabajo en elagro regional desde la dcada de los setenta y hasta los primeros aos del sigloXXI tom definitivamente un curso distinto al de estos mismos vnculos (sala-riales o capitalistas, como prefiera llamrseles) en el mbito urbano-industrial;no obstante que en ambos casos el cambio de modelo de crecimiento y las po-

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  • lticas neoliberales hubieran impuesto como prioridades los mercados globa-les. Y puesto que el punto de referencia era en concreto el sector de la transfor-macin, anticipbamos que las divergencias correspondan a diferentes di-mensiones de la vida social: lo institucional, lo jurdico, lo econmico estructu-ral, lo poltico, lo sindical. Nos llamaba poderosamente la atencin que el puntode arranque en uno y otro caso no se corresponda en absoluto en lo relativo ala organizacin obrera, sus niveles de vida, su conciencia de clase, su estatuslegal, etc. Especialmente observamos el grado de madurez en los procesos deasalarizacin y el posicionamiento del trabajo frente al capital que en esos aosdifera extremadamente entre trabajadores urbanos y rurales. Pues mientras elobrero industrial emprendi la fase neoliberal en status legal y poltico dondeera reconocido como interlocutor en las relaciones contractuales, en los cam-pos de cultivo el sindicalismo era incipiente y desarticulado. La presencia deempleos fijos, jurdicamente regulados, con ingresos suficientes para la repro-duccin del ncleo familiar y con ejercicio de derechos laborales por mencio-nar slo algunos rasgos, constituan la excepcin y no la regla en el espaciorural. Por otra parte, las evidencias sugeran que desde su origen la condicindel trabajador asalariado agrario era distintiva por su precariedad, lo mismoque por su ntima articulacin con la forma productiva de tipo campesino.

    Sntesis de los hallazgos

    Los resultados del estudio se organizaron en cuatro apartados temti-cos. Dedicado el primero de ellos a reconocer y valorar el escenario laboral lati-noamericano, para registrar los sucesos que marcan su evolucin desde laposguerra hasta los primeros aos del presente siglo.1 As, observamos que apartir de la dcada de los cincuenta, el modelo de crecimiento por sustitucinde importaciones aunado a un activa intervencin estatal en la economa, fue-ron sumamente favorables para diseminar en Latinoamrica la produccinbajo criterios capitalistas en las zonas urbanas, y para sumar al ciclo del capitalformas de organizacin del trabajo ajenas a este modo de producir. Los mer-cados de trabajo se fortalecieron y la inclusin social se dio por la va del consu-mo de masas y polticas universales diseadas para la redistribucin del pro-ducto nacional incluso hacia los sectores populares marginados. El salario di-recto e indirecto, por lo menos en el medio urbano, alcanzo niveles decorosospara el sector obrero, sobre todo para los sindicalizados tanto del sector pbli-co y privado; en estos tiempos los mercados de trabajo no reportaban grandes

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    1 Una exposicin ms detallada de esta transicin puede encontrarse en AcostaReveles, I. L. (2008a).

  • desequilibrios. Aunque no se podra hablar de pleno empleo, el crecimiento delo que se conoce ahora como informalidad no era un problema alarmante,pues el empleo formal o estructurado creca a un ritmo sin precedentes.

    La poltica econmica en el subcontinente se consagr a impulsar el sec-tor de la transformacin con bienes de capital y procesos productivos importa-dos, sirvindose de la abundancia y el bajo precio de la mano de obra nativa,animando la movilidad poblacional hacia las urbes y descansando en la trans-ferencia de valor desde las ramas econmicas del sector primario. La produc-cin y productividad presentaron tasas muy positivas, se expandi la oferta depuestos de trabajo estables y se fortaleci el mercado interno al amparo delproteccionismo. La inclusin social se opero por la va del trabajo asalariadourbano-industrial, principalmente, que se organizaba a partir del paradigmaproductivo ford-taylorista; un esquema tecnolgico que conlleva determinadaorganizacin social del trabajo y un modo especfico de regulacin social.

    En el patrn de relaciones salariales que entonces se constituy, la re-muneracin del obrero consista en la suma del salario directo, el componenteindirecto aportado por el empleador a manera de prestaciones y los serviciospblicos suministrados por el Estado desarrollista. Y en su conjunto, estas per-cepciones captadas por el jefe de una familia obrera, por lo regular numerosa,s alcanzaban para: a) resolver las necesidades de reposicin cotidiana de laenerga del obrero; b) la reproduccin de un hogar-familiar a lo largo de su ci-clo vital, y c) solventar el reemplazo generacional de la fuerza de trabajo. Estosprocesos transcurran sin que fuera una necesidad apremiante la incorpora-cin de otros miembros del ncleo familiar a la actividad econmica, en buscade ingresos complementarios.

    La dcada de los setenta y ochenta son un hito en muchos sentidos. Elcambio de modelo de crecimiento regional y polticas neoliberales como res-puesta a las demandas de la globalizacin econmica transforman el escena-rio laboral para llevarlo gradualmente a mayores desequilibrios. Los vnculossalariales tpicos en la etapa previa (certidumbre, seguridad en el empleo, pre-visin social, jornada mxima, salario indirecto, proteccin legal) por lo que serefiere al contexto industrial al menos, comenzaron a deteriorarse.

    La emergencia de nuevos paradigmas productivos y organizacionales (oflexibles) regidos por el principio de adaptacin dinmica, abrieron paso a unnuevo modelo de relacin salarial. Con apoyo en estas innovaciones tecnolgi-cas, la flexibilizacin de las relaciones laborales fue inducida por el capital yapoyada por los gobiernos regionales. A este proceso correspondi una prdi-da de poder poltico de la clase obrera, el desmantelamiento del sindicalismo yla cada de los salarios. Tambin ocurrieron importantes ajustes en los meca-nismos redistributivos del ingreso al tornar la poltica social de criterios univer-sales a la focalizacin. Y este constituye, en resumen, el trnsito de un patrn

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  • salarial estable, remunerador, protegido, a otro flexible y precario; transicinque ha merecido numerosos anlisis desde hace ms de una dcada (Loyzaga,1994; Chvez, 2001; Maza, 2004; Mora, 2005; Prez, 2005).

    El segundo apartado se plantea dos fines. En principio, se trata de mos-trar el estado de investigacin sobre el trabajo asalariado agrcola en la regin ysistematizar sus aportes ms notables, en la expectativa de valorar su utilidad olmites para la investigacin que aqu proponemos. Una minuciosa revisin dela literatura nos llev a concluir que:

    a) El asalariado agrcola ha motivado informes monogrficos y descriptivosdebido a su crtica situacin laboral (OIT, 2003), pero no es un tema visitado coninsistencia por los investigadores de la realidad agraria latinoamericana. Con fre-cuencia su problemtica especfica no se aprecia a cabalidad, al ser captado enconjunto con otros trabajadores del medio rural. Asimismo, factores como su mo-vilidad espacial o dispersin geogrfica, la estacionalidad de las faenas agrarias, osu proximidad con el sector campesino que por temporadas incursiona al mer-cado de trabajo agrario abonan a esa invisibilidad en el plano cientfico.

    b) Entre los estudios que s se han propuesto conocer del trabajadoragrario de tipo asalariado, predominan los que dirigen su atencin al mercadolaboral y soslayan otras dimensiones de los vnculos salariales. Por consiguien-te, lo escrito hasta ahora sobre la relacin capital-trabajo en la agricultura slocontribuye parcialmente a esclarece su acontecer global, al estar circunscrito elanlisis exclusivamente a uno de sus aspectos.

    c) Las investigaciones que trascienden a otras dimensiones de la relacinsalarial agraria son poco fecundas desde nuestro punto de vista, en la medidaen que trasladan sin ms los trminos que la sociologa del trabajo ha forjadopara otras actividades econmicas (flexibilidad y precariedad).

    Lo anterior afianz la idea de que existe un vaco que cubrir en la materia,aunado a una serie de inconsistencias tericas que atender (Acosta Reveles,2006a). En respuesta, esbozamos un marco analtico para descifrar el desen-volvimiento de la relacin capital-trabajo en la agricultura desde su propia tra-yectoria histrica, asentada en la idea de que all de la diversidad socio-econ-mica, poltica y cultural de cada pas latinoamericano, y de los ritmos y maticesen la aplicacin de polticas neoliberales a lo largo de las ltimas dcadas, laconformacin del proletariado agrario en la regin ha sido en general un pro-ceso tardo y muy prolongado en el tiempo. Prolongado porque se remonta a lasegunda mitad del siglo XIX, pero es hasta la frontera de los siglos XX y XXI quesobreviene el desenvolvimiento de las relaciones salariales agrarias en Amri-ca Latina. Y tardo o rezagado si se le compara con el desenvolvimiento de es-tos mismos vnculos en el sector urbano-industrial. Empero, no se trata en nin-guno de los dos casos de desarrollo capitalista, dado que tal condicin no co-rresponde a la realidad regional.

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  • En efecto, el avance del capitalismo agrario latinoamericano y los vn-culos productivos que le son inherentes no guarda correspondencia tempo-ral con la expansin del capitalismo urbano industrial. Nuestra principal evi-dencia es que del total de la poblacin ocupada en la agricultura, no son losasalariados, sino los productores familiares no remunerados los que han teni-do el mayor peso numrico y proporcional en la estructura productiva de la re-gin. Las proporciones se han modificado en favor del trabajador asalariadodesde la dcada de los setenta. El hecho no es menor, pues revela que en losltimos decenios del siglo XX el agro todava no se rige por la racionalidad delcapital en lo que se refiere a la organizacin interna del trabajo, en la mayor

    parte de las unidades productivas, como s ocurre en el sector de secundario.No desconocemos la presencia de la relacin capital-trabajo en la agricultura,pues de hecho, s tiene un peso definitivo en algunas naciones del cono sur y endiferentes zonas de nuestros pases. Pero lo cierto es que sta no ha sido la for-ma generalizada, o al menos predominante de producir en el agro de AmricaLatina, si se le considera a la regin como conjunto.

    La CEPAL (2005: 69) registr para el ao de 1996 una cifra cercana a 14millones de trabajadores agrcolas adscritos a relaciones salariales, lo que re-presentaba slo 34.1% de la poblacin econmicamente activa agrcola glo-bal, cifrada en ese momento en alrededor de 41 millones de personas. Mien-tras los trabajadores por cuenta propia y familiares no remunerados ascendana 25 millones, esto es el 59% del total. En el ao 2005 el mismo organismoconfirm que los trabajadores por cuenta propia en la agricultura rebasan anpor amplio margen a los asalariados agrcolas, en el total de ocupados rurales.

    Argentina, Uruguay, Chile, y Colombia son en la actualidad, algunos delos pases en los que el sector asalariado s es superior al trabajo familiar. Peroincluso ah, la presencia de entidades productivas no capitalistas resulta funda-mental para comprender el progreso lento del capital agrario y el perfil, origi-nalmente precario, de las relaciones salariales en la agricultura. Afirmamosque resulta fundamental porque el avance del capital, tarde o temprano, se ha

    servido de vnculos productivos no capitalistas como los de tipo campesino(Acosta Reveles, 2003), el sistema de arrendamiento con pago en trabajo, eltrabajo forzoso o las prcticas solidarias al interior de grupos tnicos. Pues si laremuneracin al trabajo ha sido histricamente menor a las de otros sectores,y si el trabajo agrcola es originalmente precario, se debe en buena medida aque la reproduccin cotidiana del trabajador y el reemplazo generacional de lafuerza de trabajo dependen slo en parte (o por temporadas) del salario. De ahaseveramos que el capitalismo agrario regional se articula estructuralmente aformas de producir ajenas al capital y que descansa en ellas. Esta es una raznpor la cual las relaciones salariales en el agro son originalmente precarias. Ori-ginalmente, no como resultado del ajuste estructural, del impacto del neolibe-ralismo en la agricultura o del cambio de un paradigma productivo rgido a otro

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  • flexible. As demostramos que la precariedad del trabajo asalariado agrario esuno de sus rasgos congnitos.

    El apartado siguiente el tercero sintetiza los cambios ms significati-vos en la agricultura de Amrica Latina desde el momento en comienzan aechar races las iniciativas nacionales de fomento a los agronegocios y lasagroexportaciones (Acosta Reveles, 2008b). Aproximarnos al entorno socio-econmico a travs de indicadores en materia de produccin y productividad,el comercio y la movilidad de la tierra, nos permiti dar cuenta del avance delcapitalismo agrario en la regin al amparo del neoliberalismo, y mostrar depaso algunos de los costos ms evidentes del xito macroeconmico.

    Como se recordar, Brasil fue el primer pas que ensay la bsqueda delcrecimiento por la va de las exportaciones, bajo un rgimen militar. Sin embar-go en su esquema, el Estado no tuvo que renunciar a la responsabilidad de fo-mento e intervencin directa en la economa. En la agricultura se promovi en-tonces el cultivo a gran escala de soja y caf, entre otros productos de demandainternacional. A partir de un esquema de subsidios a la produccin y al finan-ciamiento rural, la tasa de crecimiento agrcola mantuvo su dinamismo por unpar de dcadas, marcando el final de un ciclo de crecimiento regido todava porla inversin pblica. Una dcada ms tarde Chile se comenz a experimentar loque hoy constituyen las tpicas medidas de ajuste estructural con ingredientesneoliberales y monetaristas: reduccin del aparato estatal por la va del recorteen inversin productiva y del gasto social, privatizaciones, desmantelamientodel proteccionismo, apertura comercial y financiera, control de la inflacin me-diante la restriccin de los salarios y equilibrio en las finanzas pblicas.

    En medio de una crisis internacional, y dado que las economas ms fuer-tes de Latinoamrica presentaban problemas de crecimiento e inestabilidad fi-nanciera, la mayor parte de los pases de la regin pronto siguieron los pasosde la economa chilena hacia un esquema de economa abierta. Los organis-mos financieros internacionales impulsaron abiertamente el proceso, y uno deellos el Banco Mundial se hizo cargo orientar tcnicamente la transicin.

    Los proyectos y programas agrarios que se adscriben al neoliberalismo,llmense de desarrollo rural integrado, reconversin productiva, moderniza-cin, o desarrollo territorial rural nos remiten invariablemente al discurso de laglobalizacin hoy predominante. Su empeo ha sido promover la prolifera-cin, expansin y consolidacin de las explotaciones agrcolas a gran escala,de alta rentabilidad o con expectativas prometedoras en ese sentido. En esen-cia, la propuesta de estos proyectos consiste en facilitar el arribo de la inversinprivada al sector; eliminar lmites jurdicos a la movilidad de tierras, y canalizarel apoyo gubernamental a empresas agropecuarias exportadoras o a explota-ciones proveedoras de insumos agroindustriales de gran demanda.

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  • En este esquema terico, la reduccin de la pobreza rural resultara deuna distribucin ms equitativa del ingreso y el ramo agrcola y la industria li-viana se beneficiaran particularmente con crecientes flujos de capital y mayorempleo, por tratarse de actividades caracterizadas por el uso intensivo de tra-bajadores no calificados. Se promovera tambin el mercado de tierras yaguas, bajo el principio de que la circulacin es esencial para incitar la llegadade la inversin al campo. El xito de la empresa agrcola dependera de la com-binacin y manejo ptimo de los factores productivos en economas de escala,sacando partido de las ventajas comparativas de la regin y en particular delbajo costo de la mano de obra. Asimismo, se asegur que las polticas a favorde la flexibilidad laboral incidiran directamente en el xito de la empresa agr-cola, al abaratar en el costo del factor trabajo y apuntalar la eficiencia.

    Se evaluaron los resultados macroeconmicos y sociales de las polticasagrarias neoliberales aplicadas en la regin desde los aos setentas, para po-ner de relieve los siguientes procesos: (1) El crecimiento extraordinario de laproduccin agrcola como volumen, que no se refleja por igual en trminos devalor, por el deterioro de los precios en la generalidad de los cultivos. (2) Un au-mento en la productividad laboral y del suelo, que es ms notable en los bienesagrarios no tradicionales o de reciente exportacin. (3) La tendencia a modifi-car el patrn de cultivos y los mercados a los que se destinan los productos,dando lugar a un posicionamiento de los bienes agrcolas no tradicionales enel PIB y comercio sectoriales. (4) Una balanza comercial positiva si se valora a laregin como conjunto, pero sostenida fundamentalmente en el supervit detres pases: Brasil, Argentina y Colombia, en ese orden. (5) Mayor dinamismoen el mercado de tierras para fines de explotacin agrcola, a raz de los proce-sos de contrarreforma agraria; pero encontramos que la transferencia del sue-lo como propiedad es, a fin de cuentas, moderada y se concentra en las reasde mejor calidad. No obstante, con o sin movilidad territorial, el control de laproduccin s se ha concentrado para organizarse en funcin de las exigenciasdel capital agroalimentario trasnacional. (6) Persiste la tendencia a la reduccinde la PEA sectorial y agrcola en relacin al conjunto de las actividades econ-micas, como tendencia secular. Y en este indicador conserva un gran peso laocupacin que no se rige (a nivel de la organizacin interna del trabajo) por lalgica capitalista, esto es, el campesinado. Y (7) en cuanto a la ocupacin agra-ria propiamente asalariada, encontramos que su presencia geogrfica y portipo de cultivos va en aumento. Y dado que este proceso transcurre en paralelocon la crisis de la economa campesina, podemos afirmar que el trabajo asala-riado ha pasado a ocupar el lugar ms importante en la creacin de valor en laagricultura regional.

    Este balance del conjunto vino a confirmar que con el modelo de losagronegocios y las agroexportaciones, la polarizacin de la estructura social yproductiva agraria en Latinoamrica se afianza. La polarizacin puede perci-

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  • birse a primera vista en funcin de la insercin ms o menos exitosa del pro-ductor en el mercado mundial. En uno de sus extremos encontramos al seg-mento empresarial rentable y competitivo, bien articulado a las cadenas agroa-limentarias trasnacionales y que goza del patrocinio de los gobiernos; en elotro extremo se sita la pequea produccin familiar incapaz de competir porsus costos, de magros rendimientos, con una participacin marginal en el mer-cado y con apoyo pblico muy limitado (Acosta Reveles, 2006b).

    Para el ltimo apartado nos propusimos explorar de cerca las experienciasde tres pases, en algunos de sus polos agrcolas destacados por su posicin enel mercado mundial. Es la parte ms amplia del trabajo y la ms rica en evidenciaemprica. Ah establecemos en principio lo que hemos denominado las variablescrticas de la competitividad empresarial en el agro latinoamericano. Enseguidaexaminamos en algunos casos concretos, las estrategias especficas del capitalagrario para enfrentar el reto de producir ms y mejor. Desde luego, en cadacaso lo que nos interesa es valorar la dinmica en tanto transicin o consoli-dacin de los nexos salariales, de ah que sea necesario tener claridad en lospuntos de partida y de llegada. A partir de estos casos concretos es que podre-mos comparar la transicin salarial agraria con su referente urbano industrial.Los casos elegidos para el anlisis son el Valle de San Quintn en el Municipio deEnsenada Baja California, donde se produce tomate (Lycopersicum esculen-tum) para exportacin; la produccin de uva de mesa (Vitis vinfera) en las pro-vincias de Copiap y Cachapoal, en Chile. Y finalmente la pampa argentina, don-de el cultivo de soja (Glycine max Legumbre) en su variedad transgnica Roun-dup Ready,2 viene a revolucionar la agricultura chacarera.

    Volcar en este breve espacio los hallazgos de cada experiencia no sera po-sible, por lo que nos atrevemos a resumirlos en las siguientes lneas generales:

    1. La produccin hortcola (de jitomate de vara) en el noroeste mexicanoes representativa de un polo agrcola capitalista de origen reciente; seapoyado en trabajo inmigrante, indgena mayormente y de familias en-teras; se trata de trabajo temporal que se apoya en una alta composi-cin orgnica de capital y sin embargo presenta numerosas desventa-jas tecnolgica con sus competidores internacionales. Cuenta con unapoyo pblico importante, pero su mayor ventaja sigue siendo el bajocosto de la mano de obra. El costo de este factor es bajo porque la insti-tucionalidad es frgil tratndose en la proteccin laboral. Tambin enmateria de medio ambiente la normatividad es permisiva. Ah se pue-

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    2 Conocida comnmente como RR, patentada por la empresa trasnacionalMonsanto.

  • den encontrar mecanismos tradicionales y nuevos de extraccin delplusvalor y rigen absolutamente las relaciones salariales en condicio-nes de precariedad. Esta precariedad sin embargo no se da por efectode un deterioro de la relacin salarial, sino que son vnculos que preca-rios desde que se generan (Acosta Reveles, 2007).

    2. Los dos casos estudiados en Chile refieren a la produccin de uva demesa. En Copiap encontramos un polo agrcola recientemente recon-vertido, y en Cachapoal, un polo agrcola tradicional. Son ambas reasfrutcolas exportadoras y productoras de insumos agroindustriales na-cionales; operan con tecnologa moderna y tambin cuentan con apoyogubernamental. Los salario directo en la zona son bajos, y los salariosindirectos inexistentes. En Copiap, se recurre a mano de obra nacionale inmigrante, de residencia urbana y rural. En Cachapoal en cambio setrata de mano de obra nacional con residencia urbana y rural. Se prefie-re en las contrataciones a las mujeres y los jvenes. Los costos salaria-les son bajos y la legislacin laboral tolerante (Acosta Reveles, 2008a).

    3. En cuanto a la produccin de soja RR en la regin pampeana de argenti-na se trata de un caso muy especial, dado el desarrollo temprano deagricultura capitalista en la zona. En esta regin s ocurre que las rela-ciones salariales precarias originalmente se deterioran conforme pasael tiempo y se introduce tecnologa que desplaza trabajo vivo. De hechoArgentina presenta la composicin de capital ms elevada de la regin.En el agro es notable la participacin de capitalistas extra-agrarios (bur-stiles, industriales, contratistas, etc.). Y probablemente sea la zonacon ms intenso desequilibrio en el mercado laboral. Aqu tambin lostrabajadores agrarios son sobre todo de residencia urbana. Observa-mos adems que los acuerdos salariales se han ido trasladando jurdi-camente al plano mercantil, como contratos de prestacin de serviciosindependientes y que la temporalidad de los convenios est pasando aser la regla. El crecimiento del tamao de las explotaciones fundado enla movilidad del suelo as sea en arrendamiento, est dando lugar al de-salojo de los pequeos productores capitalistas (otrora chacareros).Tambin aqu el apoyo pblico al establecimiento de la empresa agrariaha sido decisivo, dando grandes facilidades para instalarse a los nuevosinversionistas para propiciar una reconversin agrcola radical con altocosto ambiental, social y laboral (Acosta Reveles, 2008c).

    Conclusiones

    Terminamos la investigacin convencidos de que los asalariados de laagricultura no ha sido un objeto-sujeto de conocimiento atendido con suficien-cia por la sociologa rural, y por ser un tema que con frecuencia escapa al inte-

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  • rs de la sociologa del trabajo. Una revisin bibliogrfica preliminar nos suge-ra que sobre el trabajador rural y propiamente agrario todo estaba dicho,al dar por sentado el carcter precario y flexible de esta ocupacin; al admitirsetcitamente que la dinmica salarial agraria transcurre en sincrona con la delsector industrial; y al trasladar llanamente al anlisis de lo agrario conceptos ycategoras pensadas para el mbito del trabajo urbano. No obstante, encontra-mos evidencias que nos movan a cuestionar estas percepciones y a pensar enun sentido distinto para responder a las siguientes interrogantes.

    1. Es vlido afirmar que en la esfera del trabajo agrario transcurren pro-cesos semejantes los del ambiente laboral urbano industrial durante lasltimas dcadas del siglo XX?

    2. Es posible identificar en este periodo histrico una tendencia a la flexi-bilizacin del trabajo asalariado agrario?

    3. La flexibilidad que comnmente se atribuye al empleo agrario y el ca-rcter precario de esta ocupacin son el producto de la aplicacin delas polticas neoliberales en el campo?

    4. Basta explicar la dinmica de la relacin capital-trabajo en el medio ur-bano industrial para dar cuenta de la evolucin de los nexos salarialesen el agro?

    A todas las cuestiones anteriores respondimos inicialmente en sentido ne-gativo. Y enseguida, aferrndonos a algunos indicios y otras tantas certezas es-tablecimos como hiptesis de trabajo que durante las tres ltimas dcadas delsiglo XX el desenvolvimiento de la relacin capital-trabajo en la actividad agrco-la latinoamericana no guarda semejanza con la trayectoria de los nexos salaria-les de tipo urbano-industrial. Las razones son fundamentalmente de orden es-tructural o productivo, pero tienen su correlato en el plano poltico y social. Des-de esta consideracin, se propone que una interpretacin rigurosa de la dinmi-ca salarial agraria en el periodo en cuestin, debe partir de un reconocimientode las asimetras histricas y de contenido entre el despliegue del capitalismo in-dustrial y el carcter tardo del capitalismo agrario en la regin. Y justamenteporque la difusin y penetracin de los vnculos salariales en la agricultura no secorresponde temporalmente con su referente industrial, es que rechazamos laidea de que los procesos de flexibilizacin y precarizacin laboral en el agro sederivan del despliegue de las polticas neoliberales, como ocurre en las zonasurbanas. Recordemos aqu que la flexibilizacin y precarizacin del empleo sonsealados por la generalidad de los analistas sociales, como los cambios msimportantes del mundo del trabajo en tiempos de neoliberalismo.

    Puesto que la hiptesis implicaba establecer contrastes y marcar distan-cia entre el acontecer laboral agrario y el del sector de la transformacin, lo pri-mero que se haca necesario era clarificar lo que en este ltimo escenario ocu-

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  • rra. As que nos dimos a la tarea de reconocer desde el enfoque de la Econo-ma Poltica crtica y en base a su acervo conceptual, las tendencias en el mun-do del trabajo urbano, comenzando en los aos que siguen a la segunda gue-rra mundial.

    La revisin de esta etapa en la historia latinoamericana en el primerapartado de este escrito nos dio elementos suficientes para argumentar queel patrn salarial que predomina en la regin entre las dcadas de los cincuen-ta y sesenta en las urbes, se va transformando a raz de la ltima gran crisis ca-pitalista: el esquema salarial remunerativo, estable y con certidumbre, adscritoal rgimen productivo ford-taylorista; va cediendo su lugar a un modelo sala-rial flexible, asociado a paradigmas productivos y organizacionales que se con-traponen a la rigidez del fordismo.

    Para demostrar esta transicin en el patrn salarial y su impacto sobre lacondicin laboral y de vida del trabajador urbano, propusimos captar los vncu-los salariales en su integridad; esto es, reparar en cada una de sus cuatro di-mensiones. Fue preciso hacer esta proposicin terica porque del anlisis pre-cedente habamos concluido que numerosas investigaciones del acontecer la-boral reciente, ponderan en exceso las incidencias y desequilibrios del merca-do de trabajo. Ciertamente la dimensin del problema lo amerita, pero al con-centrarse en la esfera de la circulacin los anlisis pasan por alto otros momen-tos o dimensiones que son inherentes al vnculo salarial:

    1. El proceso de produccin en s que se despliega en funcin del compo-nente tecnolgico; pues este ltimo marca los tiempos y la intensidaden el aprovechamiento de los factores productivos incluida la manode obra. Aqu es particularmente significativo el proceso de trabajocomo momento de creacin de valor.

    2. El acto o sucesin de actos en que se pactan los trminos de la com-pra-venta de la fuerza de trabajo, es decir, los esquemas contractualesde los que se derivan los derechos y las obligaciones de las partes invo-lucradas.

    3. El mercado de trabajo o esfera de la circulacin mercantil, como espa-cio donde se enfrentan intereses antagnicos y necesidades diversas;as como las instituciones formales e informales que lo regulan.

    4. El nivel de la reproduccin de la fuerza de trabajo. Referido a las tensio-nes que ataen a la reposicin de la energa laboral cotidiana, a la re-produccin biolgica y social de la familia obrera y al reemplazo ge-neracional de la clase trabajadora.

    Siguiendo los cambios que registra la relacin salarial urbano-industrialen cada uno de estos rubros, constatamos una tendencia al deterioro o precari-zacin de la condicin obrera, como consecuencia de la introduccin de una

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  • amplia gama de flexibilidades: interna, externa, funcional, orgnica, cualitati-va, numrica, contractual, horaria, jurdica, salarial, etc.

    Al pasar revista a los discursos polticos y razonamientos cientficos queabogan por la flexibilizacin en el trabajo, pusimos en evidencia que el desplaza-miento del patrn salarial de posguerra hacia parmetros flexibles se justific enla necesidad de generalizar el uso de nuevas tecnologas y mtodos modernosde gestin de mano de obra, para multiplicar la productividad del trabajo y con-tribuir al progreso social. Cuando en realidad el hecho atiende a los requeri-mientos del capital en crisis, para su proceso de rehabilitacin; pues la capaci-dad de adaptacin que se impone al obrero deber redundar en la reduccin deltiempo de trabajo necesario (o salario) para acrecentar el tiempo de trabajo ex-cedente (o plusvalor). Por ello, el trnsito de un paradigma tecnolgico-producti-vo presumiblemente rgido (ford-taylorista) hacia modalidades flexibles (o pos-fordistas) no es en s mismo lo relevante socialmente; importa porque es el me-dio que allana la migracin de un patrn salarial que ofreca al obrero la posibili-dad de vivir de su salario, a otro, donde esta posibilidad es incierta.

    Desde el escenario anterior afirmamos categricamente que, a diferen-cia de la agricultura, en el espacio urbano-industrial los procesos de flexibiliza-cin y precarizacin laboral s se emprenden sobre la base de un patrn de re-lacin salarial previo donde: a) las regulaciones institucionales estn clara-mente definidas; b) existe estabilidad, certidumbre y proteccin para el traba-jador; c) se garantiza un piso bsico de derechos laborales, y d) el trabajadornegocia en colectivo con su empleador bajo la supervisin del Estado.

    Insistimos, la situacin anterior no se asemeja en absoluto con la ramaagrcola, pues la certidumbre laboral no se registr por lo general en el trabajoagrario en los aos que siguen a la segunda posguerra. Cmo podramosidentificar un patrn salarial estable en la agricultura del que se desprenda un

    proceso de flexibilizacin, si hasta la dcada de los setenta la relacin capi-

    tal-trabajo en el campo no constitua el vnculo productivo predominante; y

    en cambio, el trabajo campesino o familiar s ocupaba el lugar protagnico en

    la base productiva de la mayora de los pases de la regin.

    Datos de diferentes fuentes estadsticas institucionales, como la CEPAL,nos permitieron corroborar que en Latinoamrica la conformacin del proleta-riado agrario es un proceso tardo y muy prolongado en el tiempo. Tardo si sele compara con el desenvolvimiento de estos mismos vnculos en el sector ur-bano-industrial. Y prolongado porque se remonta en sus orgenes a la segundamitad del siglo XIX, pero se encuentra inconcluso un siglo despus.

    En el mismo sentido, referencias histricas muy variadas fueron tilespara acreditar que el sistema de hacienda-latifundio persiste en Latinoamricams all de la primera mitad del siglo XX. As que, mientras el proletariado ur-bano-industrial latinoamericano se fortaleca animado por la lucha obrera in-

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  • ternacional y sus conquistas sociales durante la fase sustitutiva de importacio-nes, el capitalismo agrario no prosperaba con el mismo vigor. Precisamenteporque el segmento capitalista del campo no estaba en condiciones de fungircomo principal proveedor de la demanda agroalimentaria, el productor fami-liar fue una pieza clave en esta fase expansiva del capitalismo.

    Desde luego que los Estado nacionales buscaron en esa poca apurar ladifusin del capitalismo agrario por diferentes vas, pero la proletarizacin ruralno se consum: falt impulso y agresividad a la incipiente burguesa agraria; lainversin privada fue escasa en el sector si se compara con la inversin pblica yel subsidio estatal en esos aos; el aumento en la productividad del trabajo y elsuelo fue magro pesar de la revolucin verde; la produccin crece principalmen-te por la ampliacin de la frontera agrcola y menos por razones de productivi-dad; la ganancia extraordinaria que se permitan aquellos que acaparaban lasmejores tierras no fueron un incentivo la innovacin; el proteccionismo atenurelativamente la competencia e hizo posible que los diferentes tipos de produc-tores tuvieran participacin en los mercados. Por otra parte estaban las polticasde apoyo al productor familiar como freno a la expulsin laboral.

    Tambin en ese periodo, advertimos que los vnculos salariales agrarios sesirven indirectamente de la produccin de tipo campesina; pues si la remunera-cin al trabajo ha sido histricamente menor a las de otros sectores, y si el traba-jo asalariado agrcola es originalmente precario, se debe en gran medida a quela reproduccin cotidiana del trabajador y el reemplazo generacional de la fuerzade trabajo dependen slo en parte del salario. De ah inferimos que las relacio-nes salariales agrarias no se precarizan como resultado del ajuste estructural; nia consecuencia del neoliberalismo en la agricultura, o como resultado del cam-bio de un paradigma productivo. Estos vnculos son precarios de origen porqueel capitalismo agrario regional se articul estructuralmente a formas de producirajenas al capital. En ese sentido la precariedad es uno de sus rasgos congni-tos; un rasgo que en las ltimas dcadas tiende a profundizarse.

    Tal era la situacin del agro en torno a la dcada de los setenta, cuandoque se abre camino el esquema de crecimiento basado en los agronegocios ylas agroexportaciones. Apuntamos que este esquema participa de lleno de lasintenciones y los discursos de la globalizacin, pero adquiere un significadomuy distinto para las relaciones capitalistas en las urbes y las de la agricultura.Pues mientras para en el primer espacio conlleva un deterioro generalizado delas condiciones de empleo, de trabajo y de reproduccin de la fuerza laboral;para el segundo implica dar un paso adelante en el desenvolvimiento y pene-tracin del capital agrario.

    Tras varios decenios de neoliberalismo en la agricultura las relaciones sa-lariales agrarias se consolidan, en cuanto pasan a ser vnculo que ocupa el lu-gar central en la creacin del valor y como nexo social predominante.

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  • La burguesa agraria auspiciada directamente por el sector pblicoes responsable directo del crecimiento de la produccin y de la productividaden la fase de los agronegocios. De sta depende tambin la expansin del co-mercio y la evolucin de los precios; tanto si se trata de su reduccin, como desus altibajos por la especulacin o manipulacin de los mercados.

    En este periodo (1970-2005) la ocupacin agraria propiamente asalaria-da est alcanzando nuevas regiones y cultivos. Y dado que este proceso trans-curre en paralelo con la crisis de la economa campesina, podemos afirmar queel trabajo asalariado ha pasado a ocupar el lugar ms importante como gene-rador de la riqueza agraria regional. De hecho, el aumento numrico de losasalariados rurales no es por s mismo significativo, pues se conoce que losemprendimientos agrarios altamente tecnificados no generan empleo engrandes cantidades; pero s aumenta su importancia como proporcin de laocupacin total. Especialmente si se considera la mano de obra que est sien-do expulsada desde las explotaciones familiares.

    Dos factores ms intervienen de forma decisiva en esta consolidacin delproletariado rural. Primero, un cambio radical en las instituciones para la asig-nacin eficiente de los factores productivos, pues slo as el capital podra aspi-rar al control sectorial, con o sin la apropiacin privada del suelo. Y en segundolugar, un cambio en el paradigma tecnolgico de la revolucin verde a la bio-tecnologa.

    Cierto que la penetracin del capital es ms notable en aquellas natural-mente privilegiadas, o las que por alguna razn pueden habilitarse para finesde cultivo desafiando a la vocacin natural de los suelos y el clima. Por eso en elapartado cuatro nos planteamos conocer de la experiencia de algunas zonasagrcolas del subcontinente, seleccionadas por su elevada productividad ycompetitividad en los mercados internacionales.

    A travs del estudio de la problemtica laboral en el Valle de San Quintnen Ensenada Baja California (Mxico), en el Valle de Copiap y la Provincia deCachapoal en Chile, y en la regin pampeana Argentina, corroboramos el avan-ce del proceso de asalarizacin agraria. Tanto en el sentido de difusin geogr-fica como por el aumento de su presencia en cultivos donde antes no exista, oera incipiente.

    Asimismo, en los casos analizados comprobamos que el proceso de con-solidacin del proletariado rural transcurre al impulso de capitales nacionales yextranjeros (y no exclusivamente agrarios); con el apoyo resuelto del Estado;sobre la base del despojo territorial; apurando la ruina del pequeo productorcapitalista y empobreciendo a la poblacin rural. Y con frecuencia, el procesotambin opera en detrimento de la riqueza natural y el equilibrio del ecosiste-ma en los espacios en que se instala. Particularmente la descomposicin cam-pesina, acentuada con las polticas neoliberales agropecuarias, ha sido eficaz

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  • en cuanto libera trabajadores susceptibles de incorporarse a los nuevos polosde exportacin agrcola.

    Seguramente hubiera sido ms enriquecedor abundar en otras experien-cias regionales, o profundizar en los casos abordados, pero para efectos de lacomprobacin de la hiptesis consideramos que resultaba suficiente, ya quelas evidencias empricas obtenidas nos permitieron ratificar que:

    I. En el proceso de asalarizacin de la agricultura latinoamericana, el mo-delo de los agronegocios y el neoliberalismo fungen como detonadores.

    II. En el contexto regional siguen siendo de gran importancia los factoresde orden laboral, natural e institucional como estrategias para la competitivi-dad de las empresas agroexportadoras.

    III. La especializacin productiva es la opcin que mejor permite aprove-char al mximo todos los recursos productivos, incluida la fuerza de trabajo.

    IV. En las zonas analizadas, no obstante el xito las empresas exportado-ras, la condicin de vida y de trabajo del asalariado rural es precaria. Sin em-bargo esa precariedad del trabajo asalariado agrario no puede atribuirse alneoliberalismo porque exista con anterioridad. Y en las empresas recin cons-tituidas, los vnculos salariales son, desde el primero momento, precarios.

    V. En los espacios donde capital penetr con anticipacin las contradic-ciones sociales son ms acentuadas, y su manifestacin ms contundente es eldesalojo laboral por la elevada composicin orgnica de capital.

    VI. En la agricultura y en la industria existen prcticas que son comunesen la organizacin laboral y uso de la fuerza de trabajo; pero en el agro no se re-gistra un proceso de flexibilizacin como tal, desde que no existe previamenteun modelo de relacin salarial estable que le preceda.

    VII. En la agricultura, como en la industria, se experiment el trnsito deun paradigma productivo y tecnolgico a otro. Pero el proceso no tiene corres-pondencia con el paso del fordismo al posfordismo en la industria porque en laagricultura el fordismo como tal nunca tuvo lugar. No ocurri ni en su acepcinde frmula de organizacin cientfica del trabajo asociada al taylorismo, nicomo rgimen de acumulacin articulado a un patrn salarial estable y concertidumbre para el trabajador.

    VIII. Las semejanzas en el uso de recursos productivos cientfico-tecnol-gicos entre la agricultura y la industria, no deben confundirnos; pues la tecno-loga es slo el factor en que se apoya el capital en sus diferentes propsitos. Ysi en el caso de las economas urbano-industriales fue un elemento centralpara introducir la flexibilizacin y propiciar la precarizacin del trabajo asalaria-do; en el agro el recurso sirvi, en cambio, para someter al trabajo al capital,sumarlo a su lgica productiva y culminar un proceso de asalarizacin poster-gado por largo tiempo.

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  • Agregaremos finalmente, que el rezago en la constitucin y difusin delos nexos salariales en el agro latinoamericano es un factor que los cientficossociales de lo rural es escasamente considerado en sus anlisis, cuando desdenuestra perspectiva este debe ser el punto de partida.

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    640 / espacio abierto vol. 20 n 4 (octubre-diciembre, 2011): 621 - 640

    New Table of ContentsSociologa rural: el nuevo campesino entre la globalizacin y la tierra prometidaArmando Snchez Albarrn*Rural Sociology: The New Peasant Farmer between Globalization and the Promised Land562Del fundo al mundo.Cachapoal, un caso de globalizacin agropolitana*

    Manuel Canales**Mara Cristina Hernndez***From the Large Estate to the World. Cachapoal,a Case of Agropolitan Globalization580Estructura de clases y desigualdad en el Uruguay rural contemporneo

    Alberto Riella*, Paula Florit**y Rossana Vitelli***Class Structure and Inequality in Contemporary Rural Uruguay608Flexibilidad salarial y la precarizacin del empleo en la agricultura latinoamericana?

    Irma Lorena Acosta Reveles*Salary Flexibility and Job Instability in Latin American Agriculture?622Corrientes tericas vinculadas con los procesos de movilizacin social.Su aplicacin en reas rurales

    Marisol Esteve*Theoretical Currents Connected with Social Mobilization Processes. Their Applicationin Rural Areas642Trabajadores de la industria terminal automotriz del MERCOSUR: acciones ante la nueva etapa de la crisis de superproduccin mundial del capital

    Sebastin Guevara*Workers in the MERCOSUR Automotive Finishing Industry: Actions in the Light of the New Stage in the Worldwide Capital Superproduction Crisis664