aforismos (2015) césar juarros
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Sólo el deseo es romántico, casto y leal. Ningún error como el de alzar el objeto del amor sobre el mismo amor. Más cercano a la felicidad está quien ama a la mujer que el enamorado de una mujer. En el querer, como en todo, lo menos importante es el presente. El celoso no es sino un atormentado por el afán de saber. Hambre de explicarse. El celoso en un explorador que halla cortado su camino, cuando se creía próximo al final. Más virtudes ha quebrantado la curiosidad que el lujo y el vicio unidos. El amor no tiene recompensa, por ser vanidad insolente. No vale lo que cuesta, porque le pusieron precio desproporcionado. La falta de franqueza hace llamar, muchas veces, castidad al remordimiento, honestidad al desengaño.
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Amar es desear. Desear es pretender conocer. Amar es sinónimo de ilusión. Pero la ilusión no tolera tiranos. En amor es fácil ser feliz. Todo el arte de lograrlo puede comprenderse en tres palabras: OBEDECER AL INSTINTO. Amor es la resultante de haber introducido, injustificadamente, elementos psicológicos, con pretensiones de predominio, en el mecanismo del instinto de reproducción. Llamaremos amor al instinto recamado de lentejuelas psicológicas: el afán de rebelarse contra la tiranía implacable de aquél: al complejo sentimiento, nutrido de lugares comunes, en virtud del cual los humanos creen diferenciarse del resto de los seres, aun cuando, como ellos, hayan sido engendrados para dar lugar al advenimiento de nuevos ejemplares de la especie. España encarna la nación de los entusiasmos desarticulados, imprevistos, esporádicos. Por eso representó siempre el país de los grandes gestos, desatinadamente heroicos. Amar es exclusión, monopolio, oligarquía sentimental.
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Elevando al objeto de amor sobre el amor mismo, las soluciones tienen siempre que oler a sangre. El amor vaciado de su serrín lírico queda convertido en muñeco flácido y arrugado. Amor y celos representan sentimientos opuestos, contradictorios. O los celos matan el amor o el amor acaba con los celos. El temor a ser engañado nace siempre de un sentido de inferioridad, de una pobreza psicológica. El fuerte jamás temió ser vencido por el débil. Los llamados celos no es sino una amalgama de orgullo, desconfianza, ineducación sexual y falta de verdadero amor. El placer fundamental del amor es iniciar, su justificación suprema, descubrir. Para lograr ser dichoso no hay regla mejor que no pedir a la vida más de lo que ella puede dar.
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El noviazgo no es sino una forma burocrática del mecanismo de seducción. La unión sin deseo es siempre pecado de lesa naturaleza. El noviazgo constituye en substancia un noviciado del matrimonio. La ilusión sexual basta para convertir en pródigo al avaro, en bravo al tímido. La falta de amores románticos en la primera juventud explica el prematuro escepticismo padecido por las nuevas generaciones. La ilusión del noviazgo nútrese siempre de motivos físicos; en el desencanto abundan razones intelectuales. El noviazgo es camino de seducción y, por tanto, de independencia. El amor almidonado no es nunca amor, sino ficción de cretona y pino.
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El noviazgo no es sino el tránsito hacia la embriaguez. En amor no hay posibilidad de embriagueces crónicas. Decir “novia formal” equivale a afirmar aburrimiento y cadena perpetua. Ha de tenderse a ennoblecer la materia sin dar jamás al olvido que la raigambre de las pasiones de la mujer y el hombre es siempre visceral. El amor no obedece a causas ponderables, sí a estímulos esotéricos. Al margen de toda interpretación. En la piel cada poro tiene el valor de una boca sobre la cual no posee jurisdicción la voluntad. El amor rinde culto a los defectos; pero escasea tanto el amor, que no resulta lícito confiar en su benevolencia. El amor requiere, ante todo, sinceridad. Valor para ser sincero.
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Los toros, primero; el balompié, más tarde; a continuación, el boxeo, implican un fermento de homosexualidad; la exaltación de cualidades físicas masculinas exageradas representa prueba decisiva de la abundancia de inclinaciones homosexuales latentes. El masturbador no es sino un caminante que, habiendo encontrado cortado el camino, infranqueable, vuelve al punto de partida. El amor es, en sus entrañas, ritmo. Todo el arte de amar, arte de ritmo. La Medicina como deporte, es la profesión más bella de cuantas ideó el hombre; la Medicina como oficio, constituye la más desagradable de las ocupaciones. El amor es el más aburrido de los pasatiempos. Convencido de que el amor no vale nunca lo que cuesta, he decidido hacer economías sentimentales. Admitido que el afán sexual, sea un apetito indomable, no superará al hambre gástrica, y, sin embargo, no es corriente pasarse el día entero hablando de comida.
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El amador que no quiera ser desalojado de la memoria de la Deseada, tendrá que cuidar con esmero el prólogo. La mentira del amor hace imposible la sinceridad tan lealmente cultivada por el instinto. En amor, como en ciencia, vale más el entusiasmo del recorrido que llegar a la cumbre. Sabe mejor perseguir la verdad que encontrarla. En amor, conocerlo todo significa dejar de amar. Sólo hay una posibilidad de amor vigoroso: el amor que ignora y pretende saber; el que aún lejano el milagro de su plenitud. El perdón en boca de quien no ama es una cobardía; en la del que adora, un heroísmo. Los males del amor sólo tienen un remedio: esperar con el gesto de paciencia del transeúnte que, al abrigo del portal, espera a que pase el chubasco hablando con una buena moza.
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Hay dos maneras de amar: subjetiva y objetiva; para deleite del espíritu, para goce de la vanidad. Como culto íntimo de ermita, y como espectáculo de iglesia lujosa, de gran capital. En las exaltaciones del amor suele esconderse la tentación de chillar la victoria. En amor, la pausa es esencial; dejarse conducir, la clave. Saber amar es mostrar acatamiento frente a las decisiones del Instinto. El enamorado platónico es un enfermo del estómago que asegura detestar lo que no puede comer. La obscuridad, el silencio y las pausas; he aquí tres buenos amigos que, además de embellecer el culto, dan buenas lecciones a los fieles. La mayoría de los que alardean de inventores, después de exprimir su magín, sólo aciertan a modificar el decorado. El amor es fatal, uniforme, rectilíneo.
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En amor todo está regulado por el instinto con minuciosidad burocrática. El arte de amar fue y será siempre, arte de adaptación. En amor, cuando no se tiene seguridad absoluta de lograr que la ternura o la poesía humedezcan los ojos, nada tan sensato como desatraillar la risa. La ciencia de amar requiere, sobre toda otra condición, agilidad mental, para pasar, tan rápida como discretamente, del llanto a la risa. Cuando se percibe claramente que no se es amado, sólo una actitud resulta sensata: retirarse. El instinto no tolera exclusivismos crónicos. El amor, o carece de contenido, o supone una aspiración a monopolio perdurable. El instinto ordena a la ilusión que abata sus tiendas en cuanto el deseo haya desaparecido; el amor intenta sustentar la tesis de la eternidad normal del deseo.
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Amante que acude seguro de no recibir ninguna sorpresa, amante que se dirige al hastío. Todo se perdona en amor, todo, ¡hasta la traición!; todo, menos el aburrimiento. Amar significa cambiar de horizontes. Y sembrar leves inquietudes. La sabia filosofía del sobresalto. El prestigio del beso deriva de su propia vulgaridad. Caricia al alcance de todos. La piel constituye el más leal de los medios de expresión con que cuenta el organismo. El ritmo es el esqueleto del amor. Torpes los que eligen basándose en motivos estáticos. El pie resulta siempre, ¡siempre!, menos hipócrita y artificioso que la mano. Más leal. De exteriorizaciones menos estudiadas.
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Una ventaja lleva el llanto a la risa: la menor participación del abdomen. La médula del amor es matiz. En amor lo intuitivo domina, porque los humanos no son sino instrumentos. Celoso no es el que teme, sino el que duda. El que obedece pretendiendo saber en nombre de qué obedece. El amor es deber, no derecho. La pasión es dolorosa por ser hija de una expiación. Castigo a haber intentado rebelarse. Pasión es sufrimiento; pero siéndolo supera en valor estético a esas situaciones intermedias sin sabor ni aroma. La tontería escolta a la pasión, ocultándola el panorama.
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La pasión es una ciega que camina por sendero de cabras, el borde del abismo, en cuyo hondo pastan satisfechos los rebaños crueles del sentido común. El amor empieza a ser razonable cuando ya no es sino simulacro. Por obra de la edad o por efecto del tedio. El que a los treinta años maldijo, a los cincuenta perdona. Nada más inútil que luchar con el amor. Lo sensato es dejarse conducir. No se hable nunca de razón en amor; pues lo razonable es no amar. El amor jamás será razonable, ya que constituye la más irrazonada de las ficciones. El amor es, en su tuétano, una rebeldía. Propósito tenaz de alzarse frente a la depresiva tiranía del Instinto.
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La música donde domina la inspiración es mucho más beneficiosa al espíritu que aquella donde triunfa una técnica minuciosa. Hay que amar a la patria en todo, en hombres y en cosas, pero no embriagándose de optimismo. La borrachera es siempre la solución más fácil. Necesítase amar los defectos para poder hablar de amor; pero no creyéndoles méritos y perfecciones. El frecuentar los cementerios y el pensar en el supremo enigma de la muerte hace a los hombres, a semejanza de las lacertas del cementerio, ágiles de entendimiento, hábiles para hallar las hendiduras por donde puede llegarse a vislumbrar el misterio, capaces de embriagarse de idealismo y de luz y de sentirse llenos de piedad hacia los que dejó abandonados la ingratitud y el egoísmo de los que disputan por briznas de vanidad en el redil de la ciudad. Creo sinceramente que quien descubriera el elixir de larga vida, causaría un grave mal a la dicha de vivir. Terrible la comedia de reírse de los propios chistes cuando los demás no los consideran graciosos.
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El Mundo tiene categoría de organismo. Historia y Patología constituyen en ocasiones términos sinónimos. La Biología debiera constituir enseñanza obligatoria para los políticos. Siempre se sirve para algo. Aun cuando solo sea para que otros desgraciados se crean felices estableciendo comparaciones. Consuelo no despreciable. Pese a las apariencias. Sólo es lastre la imaginación para los felices. Por conducirlos a rumiar ambiciones imposibles. Urge ir en contra la superstición de la cultura para poner en el altar a la educación. Sin olvidar que la primera materia es y será lo esencial. La playa es la modorra del mar. La playa es la única enemiga que tiene la belleza del mar. Una masa considerable de españoles está habituada al papel de espectador escéptico. Persistir en tal actitud es cometer un delito.
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El enemigo de la República se llama HAMBRE. ¿No habrán engreído demasiado las religiones a los hombres? ¿No convendría adoptar normas intelectuales de mayor humildad biológica? La música no es sino una expendedora de antídotos. Vivir no requiere ni brújula ni riendas. Basta para hacerlo bellamente una sola cosa: humildad; un solo empeño: acatamiento. Hacer bellos los días exige no tener ínfulas de supremacía biológica. Respetar los instintos, manteniéndolos limpios y bien regados. Mala obra hicieron a la felicidad humana los calumniadores de la pasión. Pasión traduce embriaguez. Pero el licor no crea ni suma; limítase a despertar. La pasión parece locura porque apagada la antorcha el drama se representa en la obscuridad. La muerte no es aniquilamiento, sino tránsito. Para que exista la vida es precisa la transmutación de energías representada por la muerte.
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Cuando sea, nuestra materia irá a incorporarse a otro organismo. Cambian los moldes, no la calidad de la substancia. Los átomos ignoran la muerte. Derribar para construir, destejar para tejer. Nada destruye la muerte, nada crea la procreación. Quitad al hombre la cronicidad del hambre sexual y su vida sería mansa y brilladora. Reservar el dolor es cultivarlo, aristocratizarlo, afinarlo. Vocear el sufrimiento, encanallarlo; podarlo de poesía, envilecerlo. Tenemos que resignarnos no sólo a vivir en lo incomprensible, sino a alegrarnos de no salir de ello. Renunciamos a la dicha serena de espejos, para aspirar a fingirnos antorchas. ¡Importan más que la llama los leños que la producen! El calor del fuego que la luz que dé. Debemos más amor y gratitud a las cenizas que a las gavillas.
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Lo que hace a las gentes groseras, deshonestas, procaces, no es la verdad sexual, sino la ocultación y desfiguramiento de esta verdad. El ascenderla del orden fisiológico a la categoría de pecado. En cuanto se lograse reglamentar la sexualidad, no en nombre de la moral, sino de la salud, sería enorme el progreso espiritual de los humanos. Todo el secreto del buen amor está en regalar a lo amado deseos. Risa y compasión dan los que quieren atar a su carro la fidelidad de una mujer regalándola joyas o amenazándola de muerte. Sólo con moneda de deseos puede comprarse el amor, si a esta palabra quiere dársela todo su augusto significado.
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