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70 70 70 70 70 NOTAS Revista Casa de las Américas No. 267 abril-junio/2012 pp. 70-75 E n este 2012 se cumplieron ya quince años de la muerte de Darcy Ribeiro, ocurrida en Brasilia el 17 de febrero de 1997, aunque fue velado y sepultado en Río de Janeiro con todos los honores, y según un programa diseñado por él mismo, no sin humor. El entonces presidente Fernando Henrique Cardoso decre- tó luto oficial de tres días, y más de dos mil personas desfilaron ante su féretro en la Academia Brasileña de Letras, en cuyo panteón descansa. No solo políticos que despedían a un gran estadista, sino también sus numerosos amigos y alumnos, miembros de Mangueira –su escuela de samba preferida– y representantes de los pueblos indígenas. Antônio Cândido, tras reconocerlo como uno de los ma- yores intelectuales que tuvo Brasil, se asombraba de su «increíble capacidad de vivir muchas vidas en una sola, mientras que la mayo- ría de nosotros solo consigue vivir una». Más asombro produjo la concesión de semejantes honores a un hombre que fue tan perse- guido por sus ideas transformadoras, y que debió vivir varios años en el exilio. Luchó siempre, aunque sin pensar en la victoria, porque lo importante para él era la propia lucha. Por eso, llegada la hora del balance final, dirá: ADOLFO COLOMBRES El legado antropológico de Darcy Ribeiro Evoc oc oc oc ocac ac ac ac ación a lo ión a lo ión a lo ión a lo ión a los quinc quinc quinc quinc quince año e año e año e año e años de s de s de s de s de su muer u muer u muer u muer u muerte

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En este 2012 se cumplieron ya quince años de la muerte deDarcy Ribeiro, ocurrida en Brasilia el 17 de febrero de 1997,aunque fue velado y sepultado en Río de Janeiro con todos

los honores, y según un programa diseñado por él mismo, no sinhumor. El entonces presidente Fernando Henrique Cardoso decre-tó luto oficial de tres días, y más de dos mil personas desfilaron antesu féretro en la Academia Brasileña de Letras, en cuyo panteóndescansa. No solo políticos que despedían a un gran estadista, sinotambién sus numerosos amigos y alumnos, miembros de Mangueira–su escuela de samba preferida– y representantes de los pueblosindígenas. Antônio Cândido, tras reconocerlo como uno de los ma-yores intelectuales que tuvo Brasil, se asombraba de su «increíblecapacidad de vivir muchas vidas en una sola, mientras que la mayo-ría de nosotros solo consigue vivir una». Más asombro produjo laconcesión de semejantes honores a un hombre que fue tan perse-guido por sus ideas transformadoras, y que debió vivir varios añosen el exilio. Luchó siempre, aunque sin pensar en la victoria, porquelo importante para él era la propia lucha. Por eso, llegada la horadel balance final, dirá:

ADOLFO COLOMBRES

El legado antropológicode Darcy RibeiroEEEEEvvvvvocococococacacacacación a loión a loión a loión a loión a losssss quinc quinc quinc quinc quince añoe añoe añoe añoe añosssss de s de s de s de s de su mueru mueru mueru mueru muerttttteeeee

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Fracasé en todo lo que intenté en la vida. Intentéalfabetizar a los niños, y no lo conseguí. Intentésalvar a los indios, y no lo conseguí. Intenté ha-cer una universidad seria, y no lo conseguí. Masmis fracasos son mis victorias. Detestaría estaren el lugar de quienes me vencieron.

Y también: «Yo debo a los indios, en los diezaños que pasé con ellos, una visión diferente delmundo. Por ejemplo, la percepción de que lo másimportante es la belleza».

La primera imagen que me suscita Darcy comoantropólogo es la foto de un joven que ingresa a lasaldeas indígenas con un barbijo de cirujano, paraevitar contagios de gérmenes para ellos desconoci-dos y a menudo fatales, esa interacción biótica queprodujo la mayor destrucción poblacional de la Con-quista. También otra fotografía, de 1947, en la queposa con la cara pintada por los kadiwéu, el gestomuy serio, como si lo estuvieran maquillando paraun casamiento. Para evocar dichos comienzos, hayque remitirse a sus Diários Índios. Os Urubus-Kaapor, obra de seiscientas veinticinco páginaseditada recién en 1996, cuando se preparaba yapara morir, y según él, sin haber retocado su estilo.Narra allí las expediciones que realizara entre 1949y 1951 a esa tribu. Era entonces un joven de vein-tisiete años, profundamente enamorado de BerthaGleiser, a quien se puede considerar la mujer de suvida. Muchas de las notas están escritas como car-tas dirigidas a ella. Su envidiable habilidad comoetnógrafo le permitió reconstruir en ese entonces elárbol genealógico de un gran conocedor de los sa-beres tradicionales de su pueblo, cuya memoriaexcepcional se proyectó hasta antes del año 1800,dando cuenta de mil ciento setenta y una personasque serían sus ascendientes de ocho generaciones.El informante no solo dio los nombres, sino que dijo

también dónde nació y murió cada uno, y qué cosaimportante hizo en su vida. Destaca el antropólogouruguayo Renzo Pi Ugarte que este desmesuradoesquema de relaciones familiares configura un casoúnico en la literatura etnográfica, pues nadie másconsiguió hacer algo así, lo que sirve para aquilatarla minuciosidad y comprensión con que realizabasu trabajo.1 Reflexionando sobre estos diarios, ad-mite Darcy que se trata de la carta de amor máslarga que conoció. Eso lo llevó a revalorar a Ber-tha, encontrándose ambos en la hora final. Dice quehasta se enamoró de nuevo de ella después de veinteaños de su divorcio. Elogia en esas páginas la sabi-duría milenaria de adaptación a la floresta del indio.Sin ese saber, afirma, seríamos otros. Lo que nossingulariza como cultura es el patrimonio inmaterialde los nombres de las cosas de la naturaleza quenos circunda, las decenas de plantas domesticadaspor los indios que cultivamos en nuestras rozas, ylos millares de árboles frutales y de otros usos queellos nos enseñaron a aprovechar. Cabe destacarque los urubu-kaapor, de Maranhão, era un gruporecién contactado cuando Darcy fue a trabajar conellos, y de ahí sus prevenciones de cirujano.

También de los kadiwéu guardaba emocionan-tes recuerdos. Los veía atrincherados en el orgullode ser un pueblo que logró domesticar el caballo.Esa relación se fue profundizando con los años, puesnunca dejaron ellos de mandarle noticias de su viday mensajes sobre sus problemas. Darcy sabía, pesea sus coqueteos finales con las alturas del poder,que el camino verdadero era de abajo hacia arriba,no de arriba a abajo.

1 Renzo Pi Ugarte, en Haydée Ribeiro Coelho (org.): Lasmemorias de la memoria. El exilio de Darcy Ribeiro enUruguay. Entrevista, Belo Horizonte, FALE/UFMG, 2003,p. 57.

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Entre sus maestros e influencias están Curt Ni-muendaju Unkel, quien estudió y vivió con los gua-raníes, los apinayé, los timbira y los tukuna, y sobretodo el etnólogo y poeta alemán Herbert Baldus,de quien mucho aprendió. Entre sus pares estabanEduardo Galvão, quien se ocupó de los indios delAlto Xingú y del río Negro, y con quien hizo en Ríode Janeiro el Museo del Indio, así como Egon Scha-den y Roberto Cardoso de Oliveira. Darcy tuvo elgran mérito de haber puesto en valor la obra deGilberto Freyre, a quien toda la izquierda rechaza-ba, lo que lo llevó a sospechar que algo andabamal en estas fuerzas políticas si renegaban de unensayo del calibre de Casa grande y senzala, yhasta de Los sertones, de Euclides da Cunha, unperiodista que no pertenecía a clase privilegiadaalguna. Un día Darcy se encontró de un modo ines-perado con don Gilberto. Él era un protocomunis-ta, y Freyre un aristócrata pernambucano relacio-nado con la derecha. Los prejuicios se le quebraronde golpe y surgió sin tapujos su admiración por esaobra ciclópea, dejando atrás la crítica ideológica.Propuso entonces a los antropólogos no negar aeste maestro, sino tomarlo como referente funda-mental para otra sociología de Brasil, algo seme-jante a lo que haría después la Revolución Cubanacon la figura señera de Fernando Ortiz, cuyo Con-trapunteo cubano del tabaco y el azúcar estáentre los más clásicos ensayos latinoamericanos,formando una trilogía insuperable con Casa gran-de y senzala y Los sertones. En el prólogo queescribió para la edición en español de la BibliotecaAyacucho, ve a Freyre como el mayor estilista bra-sileño, y considera a Casa grande y senzala comoel más grande de los libros brasileños y el más bra-sileño de los libros. Lo novedoso de esta obra eraque se trataba de un libro de ciencias escrito en unlenguaje literario inusitado, que lo alejaba de esa

caterva de literatos académicos «tan bobos comovetustos».

Estando en París, le mandó un ejemplar de sulibro El proceso civilizatorio a Claude Lévi-Strauss, pidiéndole una opinión. Cuando luego seencontraron personalmente, el sabio francés le dijo:«Usted es un príncipe de los observadores. Su et-nografía es óptima, y por eso uso mucho los mitosque usted recogió. Quien puede hacer eso debeser eso, seguir estudiando a los indios». Pero Dar-cy salió molesto por su juicio: él quería hacer teo-ría, no quedarse en la descripción etnográfica. Y eslo que hizo. Desde los indios hacia arriba, hacia todoel Brasil y la América Latina. Pi Ugarte comenta lasorpresa de sus colegas de Europa y los EstadosUnidos ante el hecho de que un latinoamericanotuviera la osadía de ponerse a teorizar sobre la civi-lización en su conjunto y sus perspectivas, y máxi-me en un momento en que los mayores teóricos deesta disciplina eludían los grandes desafíos y prefe-rían a lo sumo abroquelarse en las teorías de alcan-ce medio.2 Es que hasta entonces nos veían máscomo simples glosistas de sus construcciones «uni-versales» que como verdaderos teóricos.

En primer término, cabe reconocer a Darcy suteoría del contacto interétnico, en la que trabajó,aunque llevando él la punta, con Cardoso de Oli-veira y Eduardo Galvão. Hoy resulta fundamentalpara el estudio del cambio cultural en una situaciónque no sea la de las culturas agrícolas de las tierrasaltas, conquistadas por los españoles desde un co-mienzo. Esta teoría queda ampliamente expuesta ensus libros El proceso civilizatorio. Etapas de laevolución sociocultural (1968) y Fronteras indí-genas de la civilización (1971), a los que consi-dera el resultado de dos décadas de observaciones

2 Ob. cit. (en n. 1), p. 68.

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personales acerca del impacto de la civilización so-bre las poblaciones indígenas de Brasil. Pero lascategorías que elabora no valen solo para ellas, ypueden tomarse como un sustancial aporte a unateoría general del cambio sociocultural. Porque setrata, en síntesis, de una etnología de pueblos queestaban recién entrando en contacto con la civiliza-ción. Describe así lo que denomina proceso detransfiguración étnica, que empieza con el estadiode aislamiento, pasa luego al de contacto inter-mitente y sigue con el de contacto permanente,para culminar en el estadio de integración a la so-ciedad nacional. A sus estudios de antropología dela civilización hay que añadir Las Américas y lacivilización, obra muy publicada en español y dealto impacto entre los intelectuales, Los indios y lacivilización, El dilema de América Latina, Losbrasileños: teoría del Brasil y El pueblo brasile-ño. Esta última fue una obra en progreso, que cul-minó poco antes de morir.

El concepto de aculturación era entonces toma-do con cierta inocencia por el indigenismo, sin verque ella no conducía al indígena al estadio superiorde la transfiguración étnica, sino a una gran pérdidacultural, a la que la antropología brasileña llamaríaluego «descaracterización». Me tocó plantear enesos años setenta que la aculturación, por el carác-ter privativo de cultura que indica su prefijo, no erauna panacea, sino la coronación del colonialismo, yque el cambio cultural podía ser entonces de dostipos: aculturativo, cuando llevaba a la disoluciónde las fronteras étnicas y con ello de la identidad, yevolutivo, cuando se dejaba al grupo relaborar sucultura en términos actuales y alternativos. Es estaúltima forma de cambio la que hoy se aviene con elconcepto, ya mundialmente reconocido por la Unes-co, de diversidad cultural. La otra forma de inte-gración responde a la persistencia, aunque maqui-

lladas por el neoliberalismo, de las relaciones colo-niales de dominio. Darcy había entendido esto alhablar de «aceleración evolutiva» y «actualizaciónhistórica», aunque seguía llamando aculturación ala transfiguración étnica. Se trataba, sin duda, deuna pura cuestión nominativa, pues siempre luchópara cambiar al viejo indigenismo, representado enBrasil por el Servicio de Protección a los Indios(SPI) –organismo fundado y dirigido durante añospor el célebre Mariscal Rondon–, y supo que cris-tianizar era subyugar a los pueblos con violenciafísica y simbólica, para destruir así su propia cos-movisión. Su admiración por Rondon lo llevó, no aenfrentarse con este hombre generoso y amante deesos pueblos, sino a pulir los aspectos cientificistasy conservadores que él había tomado del positivis-mo entonces en boga, humanizando así su doctrinay preparando el tránsito a una fase superior, apar-tada del evolucionismo unilineal. El Estatuto delIndio, aprobado por ley en 1973, refleja en susdefiniciones básicas muchas de las ideas sustenta-das por Darcy. La dictadura remplazó al SPI –quetras la muerte de Rondon había caído en descréditopor su connivencia con crímenes de lesa humani-dad– por la Fundación Nacional del Indio (Funai), ala que Darcy procuró inculcar sus ideas renovado-ras. Claro que al final renegó de ella, pues en defi-nitiva solo cumplía el papel de amansadora de losindios hostiles, allanando así el camino a la expan-sión pacífica de las fronteras de la civilización. Unavez «pacificados», no sabía este organismo quéhacer a fin de salvar a los indios para sí mismos, ypermitir que se integren en condiciones dignas, y sinetnocidio de por medio, a la sociedad brasileña.

Son muchas las herramientas conceptuales queintroduce Darcy en el estudio de la situación de lospueblos indígenas. Una de ellas es la interacciónbiótica, para destacar las grandes mortandades que

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ocasionó en América; y otro, muy central, el detransfiguración étnica. Habla también de rezagohistórico y aceleración evolutiva, de microetniasy macroetnias, de pueblos testimonio, pueblosnuevos y pueblos trasplantados, de actualizacióno incorporación histórica, de compulsiones eco-lógicas (la convivencia con criollos es contamina-ción de su hábitat), de coerciones socioeconómi-cas, tecnológicas y culturales. Introduce asimismoel concepto de ruptura del ethos tribal, al que sepuede convertir en ethos social, para aludir ya alpacto fundacional de toda sociedad y la concerta-ción del sentido. Otro de sus aportes es tipificar lasfronteras de la civilización en extractivas, pastori-les y agrícolas, hoy de gran actualidad por la de-predación inmisericorde de los ecosistemas natu-rales y culturales realizada por los cultivos deexportación, y en especial por la soja, que está des-plazando a los pueblos indígenas y campesinos desus territorios y acabando con los tatuajes cultura-les de estos.

El antropólogo João Pacheco de Oliveira ponea su libro Los indios y la civilización al lado deCasa grande y senzala, viéndolo como la gran sín-tesis de su obra antropológica. En la primera partede ella, Darcy aborda el extractivismo de la Ama-zonía, historiando las fronteras de expansión pas-toril de los indios del Nordeste, en el Brasil Centraly el Mato Grosso, así como la expansión agrícolaen la floresta atlántica, donde analiza los efectos dela implantación de cafetales sobre los kaingáng. Sedetiene también en la penetración militar en Ron-dônia. En la segunda parte trata de la intervenciónproteccionista, donde habla de la llamada pacifica-ción de los pueblos indígenas, de sus problemasactuales y la política indigenista. En la tercera partese explaya en las distintas etapas del proceso detransfiguración étnica. Al final, en un índice de nue-

ve páginas, enumera las tribus del país, con sus re-ferencias en el texto y mapas de ubicación.

Un gran aporte ético de Darcy, dirigido a losantropólogos y demás estudiosos que pretendíanmodificar la suerte de estos pueblos, fue sostenercon firmeza que todos los materiales obtenidos porellos debían ser puestos en primer lugar al servicioy en las manos de las etnias. El antropólogo, dijo,no debe ser «el gigoló de los indios». Apuntaba asía crear una antropología de devolución, convergentecon las bases teóricas y metodológicas de lo queyo definí en mi libro La hora del «bárbaro» comoAntropología Social de Apoyo, o Antropología deTransferencia.

Darcy fue un intelectual siempre militante, for-mador de opiniones, y si apeló a la política no fueporque amara el poder, sino como una manera dellevar sus ideas a la realidad, cosa que consiguió enalguna medida. Aunque fundó y reformó universi-dades y enseñó en ellas, revelándose como un granpedagogo adorado por sus alumnos, no le gustabaponerse el traje de académico, por lo que conside-ro su mayor humorada el haberse infiltrado en laAcademia Brasileña de Letras y descansar dondedescansa, entre laureles. La otra, haber aceptadoen 1979 de una universidad del calibre de la Sor-bona un doctorado Honoris Causa.

En 1970, en el Congreso Internacional de Ame-ricanistas realizado en Lima, mil cien científicos eli-gieron a los once antropólogos que se reunirían lue-go en Bridgetown, Barbados, en un simposio quese denominó «Sobre la fricción interétnica en Amé-rica del Sur». Lo organizó la Universidad de Berna,y financió el Programa para Combatir el Racismo,del Consejo Mundial de Iglesias. Darcy integrabaesa lista selecta de antropólogos políticamente com-prometidos con los pueblos indígenas, junto conMiguel Chase-Sardi, Guillermo Bonfil, Stefano

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Varese, Miguel Alberto Bartolomé y otros. La cé-lebre «Declaración de Barbados», allí emitida, de-limita en forma drástica las responsabilidades delEstado, de las Iglesias y de los antropólogos, seña-lando la función que debían cumplir en el futuro.Pone de manifiesto la situación colonial de domi-nio, acusando al Estado de genocidio y etnocidio, ya las iglesias de esto último, pidiendo el cese detoda actividad misionera. También intima al antro-pólogo a cesar en su actitud cientificista, al serviciodel opresor, para ponerse al servicio del oprimido,a la vez que reivindica el derecho del indígena aprotagonizar su lucha liberadora mediante la auto-gestión, sin expropiaciones por parte de extraños.

En 1991, en un seminario realizado en Chiapasbajo el nombre de «Amerindia hacia el Tercer Mi-lenio», Darcy, entre otras frases de gran valentía,dijo: «Tenemos una intelectualidad fútil, más pro-

3 Darcy Ribeiro: «Los indios y el Estado nacional», enSeminario Internacional Amerindia hacia el TercerMilenio, Instituto Nacional Indigenista, México, 1991,p. 82.

pensa a buscar las remuneraciones de las multina-cionales o las prebendas del Estado que a pensar yluchar por definir un proyecto latinoamericano».3

Creo que fue la última experiencia que comparti-mos, aunque luego nos seguimos escribiendo. Lasgrandes responsabilidades políticas que asumió leabsorbieron el tiempo, pero no perdió nunca en esecamino vano de la gloria la tan humana cualidad dela risa, la modestia, y menos aún la fidelidad a suscausas de siempre, dando así un ejemplo de cohe-rencia y honestidad intelectual.

Buenos Aires, enero de 2012 c

DELIA DEL CARRIL (Chile)La lágrima viva, 1964Aguafuerte490 x 345 mm

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Cuando los compañeros de la Fundación Nicolás Guillén mepreguntaron cuál sería el título de esta conferencia inaugural,no se me ocurrió nada mejor que aludir a las conmemora-

ciones que coinciden este año y enmarcarlas en la celebración deeste evento.

Por ello, al inaugurarse este Coloquio y Festival Internacional deMúsica y Poesía, la Fundación dedica el evento a varias fechasimportantes, a varios sucesos trascendentes que cumplen este 2012aniversarios cerrados.

El primero que voy a mencionar es el más distante en el tiempo.Hace doscientos años, en la hoy pacífica y céntrica esquina de

Reina y Belascoaín, fue colocada dentro de una jaula de hierro lacabeza del negro libre José Antonio Aponte, ahorcado sin juicioprevio por orden de don Salvador Muro y Salazar, marqués deSomeruelos y gobernador de la Isla de Cuba, bajo el dominio es-pañol. Algunos historiadores dan el 7 de abril como fecha del ahor-camiento; otros afirman que fue ahorcado el día 9.

Aponte, carpintero ebanista y tallador, y con ilustración de auto-didacta, había organizado una conspiración abolicionista e inde-pendentista y había sumado a ella a varias personas en distintossitios de la Isla. La opresión colonial que lo mató sin procurarse elescándalo previo de un juicio, decía que Aponte quería hacer de

GUILLERMO RODRÍGUEZ RIVERA

Un año de conmemoraciones*

* Conferencia inaugural del VIII Colo-quio y Festival Internacional de Mú-sica y Poesía Nicolás Guillén, realiza-do en La Habana del 2 al 6 de abril de2012.Re

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Cuba un segundo Haití. El colonialismo españolconvirtió casi en refrán la frase «más malo que Apon-te». La repercusión de la entonces reciente Revo-lución Haitiana incidió sin duda en el rebelde, delmismo modo que incidió en Simón Bolívar.

Como hicieron un siglo después los políticos de laseudorrepública con la protesta armada de los Inde-pendientes de Color, el régimen colonial presentó lade Aponte como una conspiración racista, dirigidacontra los blancos, pero sabía que no era así: cono-cía que, además de negros libres y esclavos, entrelos conspiradores había mestizos y blancos.

Afirma el historiador Eduardo Torres-Cuevas:

lo que más había atemorizado [al régimen colo-nial] de la conspiración de Aponte era que, aun-que se presentó como una conspiración que soloquería repetir el fenómeno de Haití, había sidoen realidad un movimiento que buscaba integrara diversos sectores sociales, con independenciade la raza y de la condición social.1

Las cabezas que Someruelos mandó a colgar enjaulas de hierro en la que entonces era una de lasentradas de La Habana, fueron solo las de Apontey sus colaboradores negros más cercanos. Se es-taba iniciando un esquema de represión y terror quehabría de repetirse en varias ocasiones en la histo-ria de Cuba.

La estrategia era golpear allí donde estaba el ele-mento más vulnerable y potencialmente más sedi-cioso de la pirámide social cubana; aterrorizar alnegro, entonces esclavo en su inmensa mayoría, eimpedirle cualquier acción que pretendiera llevar acabo para cambiar su destino. Pero aterrorizar, asi-

mismo, a los blancos que fueran capaces de su-marse a una causa como esa, o incluso simpatizarcon ella.

Nuestra burguesía plattista, que aceptó comoprecursor de la independencia cubana al anexionis-ta Narciso López, rechazado por Martí, desterróal absoluto olvido a José Antonio Aponte, quien fueel primero que pretendió una Cuba independiente.Esa burguesía trató de que nunca fuera recordado.Todavía no lo hemos reconocido plenamente comomerece. Creo que a ello hacía referencia el compa-ñero Ricardo Alarcón cuando señalaba la deuda queaún teníamos con el líder negro.

La segunda de las conmemoraciones a las quehe aludido, el segundo de los acontecimientos, sonlos cien años de la represión de la protesta armadade los Independientes de Color, en el verano de1912. Varios estudiosos se han acercado al com-plejo problema. De Serafín Portuondo Linares sereditó en el año 2002 la primera de estas aproxi-maciones. Dentro de su consideración del proble-ma negro en Cuba, es importante el acercamientode la estudiosa suiza Aline Helg, en su libro Lo quenos corresponde, que Imagen Contemporánea, dela Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz, publicóen el año 2000; Silvio Castro Fernández editó en2002 –a los noventa años del hecho– La masacrede los Independientes de Color en 1912; Maríade los Ángeles Meriño Fuentes, en 2006, publicóUna vuelta necesaria a mayo de 1912, dondecon convincentes argumentos reduce el número devíctimas de la masacre que, aun así, sigue constitu-yendo un genocidio. Finalmente, casi al conmemo-rarse el centenario de los hechos, el historiadorRolando Rodríguez acaba de editar su libro Laconspiración de los iguales, también en la colec-ción Imagen Contemporánea. Desde una óptica untanto descontextualizadora, creo que enfocada en

1 Eduardo Torres-Cuevas: En busca de la cubanidad, LaHabana, Editorial de Ciencias Sociales, t. I, 2000, p. 207.

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la vigencia del diferendo Cuba-Estados Unidos, estelibro centra su indagación en documentos que Ro-dríguez ha tenido a la vista, provenientes de fuentesque han sido de imposible acceso para los demáshistoriadores cubanos. La rica documentación quemaneja es objeto de una lectura y una interpreta-ción que, desde mi punto de vista, son perfecta-mente discutibles.

Me parece importante señalar que el programadel Partido de los Independientes de Color (PIC),que además del fin de la discriminación racial pro-movía la afirmación de la identidad nacional, im-portantes proyectos sociales, así como la adopciónde la jornada laboral de ocho horas, era el más pro-gresista entre todos los de los partidos que actua-ban en el momento.

Del mismo modo en que la conspiración de Apontefue satanizada como un intento de arrasar la pobla-ción blanca de Cuba, los conservadores cubanos,que se unieron a los liberales mandados por el gene-ral José Miguel Gómez, presentaron la protestaarmada de los Independientes de Color como unaguerra racista. Esto es lo que dijo editorialmente elperiódico El Día, órgano del Partido Conservador,el 26 de mayo de 1912, a seis días de iniciada laprotesta armada. Los evidentes tropiezos de redac-ción que presenta son obra de sus autores:

Se trata de un alzamiento racista, de un alzamientode negros, es decir, de un peligro enorme y deun peligro común [...] [A estos movimientos ra-cistas] los mueve el odio y sus finalidades sonnegativas, siniestras y no se conciben sino conci-biéndoles inspirados por cosa tan negra como elodio. No tratan de ganar sino de hacer daño, dederribar, de hacer mal, no tienen finalidad y sedespeñan por la pendiente natural de toda gentearmada sin objetivo y animadas de atávicos, bru-

tales instintos y pasiones: se dedican al robo, elsaqueo, el asesinato y la violación. Esas son entodas partes y en todas latitudes las característi-cas de las contiendas de raza.

El Día no tenía duda sobre cuál debía ser la res-puesta a los Independientes: «Los alzamientos de razason [...] el grito, la voz de la barbarie. Y a ellos res-ponde y tiene que responder en todas partes la vozde los cañones, que es la voz de la civilización».

Se produjo, en efecto, una brutal cacería de ne-gros y mulatos casi desarmados por los soldadosde un ejército regular, al que se sumaban los para-militares que se les unieron.

Los Independientes no presentaban batalla a lossoldados. Querían únicamente la derogación de laEnmienda Morúa, que los ilegalizaba y les impedíaacudir a las elecciones de 1912.

El alzamiento era, en esos primeros años de laRepública, una manera de negociar: si alguien losabía bien era el entonces presidente José MiguelGómez. Lo que ocurría era que constituía una ma-nera de presionar la negociación de la que solopodían hacer uso los políticos blancos. Cuando losIndependientes quisieron valerse de ella, la clasepolítica blanca de liberales y conservadores les echóencima toda la fuerza pública.

El resultado fue una atroz masacre que comenzócon el asesinato de sus líderes, Pedro Ivonnet yEvaristo Estenoz, ambos oficiales del disuelto Ejér-cito Libertador Cubano.

El estudioso Fernando Martínez Heredia, quienpreside la comisión que el Partido Comunista deCuba ha integrado para conmemorar el centenariodel martirologio de los Independientes, ha señala-do que aquel genocidio debía entenderse «comoun gran escarmiento que fijara claramente los lími-tes que no podían trascender los de abajo en la

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república cubana». Mutatis mutandi, no estabamuy lejos de lo que había pretendido el marqués deSomeruelos un siglo atrás.

Como entre los debates que este evento propo-ne hay uno que reunirá a una parte de los más im-portantes estudiosos del tema, reservaré el restode mis puntos de vista para ese momento que desdeahora promete ser uno de los más interesantesde este coloquio.

Queridos amigos:Nicolás Guillén ha sido el mayor escritor «de

color» que ha producido la cultura cubana, y unode sus más importantes poetas. Referida a él es latercera conmemoración, pues este año se cumplenlos ciento diez de su nacimiento.

Y dije de color, para hablar de Guillén, porque elproverbial racismo norteamericano ha considerado«negros» a todos los «no blancos», con indepen-dencia del porcentaje de sangre europea o africanaque corra por sus venas.

La estudiosa norteamericana Irene Wright, quevivió en Cuba en los primeros años del siglo XX, yque en 1910 publicó en Nueva York, en la impor-tante editorial Mc Millan, un libro titulado Cuba,escribe sobre nuestra población:

Los nativos [los cubanos] son negroides. Algunos«pasan por blancos», como expresa la ilustradaexpresión coloquial. Algunos son, posiblemente,blancos; sin embargo, pocos se preocuparían desometer su linaje a un escrutinio a fin de probarlo.Solo los [norte]americanos piensan cosas inferio-res sobre el cubano, porque si él no es de color,es al menos matizado.

Wright es terminante. Incluso en aquellos cuba-nos en los que no advierte «rasgos negros» ella cree:

«la sangre negra está allí [...] en una cierta volup-tuosidad de la figura y, obviamente, en la alegre vi-sión de la vida en general». Lo que la señora estácomprobando –con cierta alarma– es la esencialmulatez de Cuba y, sobre todo, su «mulatez espiri-tual», porque no a otra cosa alude esa «alegre vi-sión de la vida» –para ella, negroide– a la que hacereferencia.

Es curiosa la coincidencia de esta socióloga ra-cista blanca con los puntos de vista del poeta mulatocubano, claro que desde enfoques encontrados. Ni-colás Guillén siempre rechazó el término de «poesíanegra» para hablar de la que escribía, como rechazóel término «afrocubana». Su poesía se apoyaba enel son, un ritmo musical netamente cubano en el quelos estudiosos han encontrado la ascendencia musi-cal bantú, pero amulatada en el oriente de la Isla, yque, a la vez, entronca literariamente con la tradiciónhispánica de poesía de estribillo, que incluye formasgenéricas como el villancico y la letrilla.

Guillén creía –sabía– que su poesía era mulata yque lo cubano, que también lo era, incluía lo africa-no, como incluía lo español. El juicio peyorativo deIrene Wright no le hubiera hecho sufrir. A la inversa,Guillén reivindicaba la «mulatez» como entidad de-finitoria de lo cubano y de su propia obra.

No puede derivarse de aquí la noción de queNicolás Guillén rechazara la negritud que llevabaconsigo. La descubrió, la exaltó en numerosospoemas a lo largo de su extensa obra. El VIII Co-loquio y Festival Internacional de Música y Poe-sía que estamos inaugurando lleva por nombre«Vine en un barco negrero», un poema que Gui-llén escribió ya después del triunfo de la Revolu-ción Cubana y que nos muestra a un personajetranshistórico, cuya identidad, el yo poético, asu-me plenamente. Guillén llegó, si no a impugnar, almenos a poner en tela de juicio hasta su propio

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nombre hispánico, en los mismos días en que lohizo el luchador antirracista norteamericano Mal-colm Little, quien cambió ese apellido inglés (el delamo) por una X.

Pocas reivindicaciones de nuestra raíz africana,de la ascendencia africana de cualquier ser huma-no, han sido más fuertes que la de estos versos deNicolás Guillén:

¿Sabéis mi otro apellido, el que me vienede aquella tierra enorme, el apellidosangriento y capturado, que pasó sobre el marentre cadenas, que pasó entre cadenas sobreel mar?¡Ah, no podéis recordarlo!Lo habéis disuelto en tinta inmemorial,lo habéis robado a un pobre negro indefenso,lo escondisteis, creyendoque iba a bajar los ojos yo de la vergüenza.¡Gracias!¡Os lo agradezco!¡Gentiles gentes, thank you!Merci!Merci bien!Merci beaucoup!Pero no…¿Podéis creerlo? No.Yo estoy limpio.Brilla mi voz como un metal recién pulido.Mirad mi escudo: tiene un baobab,tiene un rinoceronte y una lanza.Yo soy también el nieto,biznieto,tataranieto de un esclavo.(Que se avergüence el amo).

Pero el poeta que escribió esos versos, los es-cribió en uno de los españoles mejor manejadosque podemos encontrar en el siglo XX. Una lengua

española de una extraordinaria belleza que lo con-vierte en uno de sus grandes escritores.

Siempre me pareció –me sigue pareciendo– unacapital injusticia que Nicolás Guillén no recibiera elPremio Cervantes, porque casi no hubo un escritorhispanoamericano que representara, como él, eldesempeño de la lengua española expresando losvalores de otra zona del mundo y siendo, simultá-neamente, heredera de sus mayores voces funda-cionales.

Por eso, Nicolás Guillén, si reivindicó a TaitaFacundo, el abuelo negro, también reclamó la he-rencia de don Federico, el ascendiente blanco. Lostrajo a los dos a un sitio suprahistórico, o mejor, desíntesis histórica, en el que ya no son opresor yoprimido, amo y esclavo, sino donde están unidosen lo que inevitablemente y quizá a su pesar produ-jeron, en aquello a lo que dieron origen: en nuestramúsica, en nuestra poesía, en nuestra lengua, ennuestros valores, en nuestra cultura.

Permítanme completar mi idea: si esa exclusiónfue una injusticia para Nicolás Guillén, también fueuna injusticia para el Premio Cervantes, que lo pri-vó de contar en su nómina con el poeta más negroy más español de este lado del mundo.

Ahí ha primado –nadie lo dude–, una visible cuotade perspectiva política sesgada.

Son varios los estudiosos –especialmente fuerade nuestro país– que creen que, en la Cuba revolu-cionaria, «críticos y burócratas» han esculpido un«Guillén monolítico» para «convertirlo en el monu-mento llamado el Poeta Nacional de Cuba».

Guillén no fue ni siquiera plurilítico. De piedra notenía nada, ni era capaz de encaramarse en uno deesos pedestales que se consagran a los monumen-tos. Fue un hombre que comprendió la auténticaconformación étnica y cultural de Cuba. Tenía, ensu voz de extraordinario poeta, el instrumento

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imprescindible para expresarla, y dejarla en obrasque perdurarán cuando todos los que aquí esta-mos, y los que están en todas las Academias, haya-mos abandonado este mundo; que vivirán mientrasdure el idioma.

De algún modo, Guillén fue uno de esos grandespoetas que habla por todos, que dicen lo que losdemás hubiéramos querido también decir, pero nopudimos o no supimos. Guillén admiraba aquellosversos de Lope de Vega que reconocían que la vozdel poeta hablaba también por los demás: «Porqueviene a ser mi voz / alma de vuestro silencio».

Por los que no tenían voz en Cuba o la teníansilenciada, reprimida, habló Nicolás Guillén. Com-parte, con la excelencia de su verso, que es decir laexcelencia del arte, esa condición de tercer descu-bridor de Cuba, que Juan Marinello adjudicó a donFernando Ortiz.

Tengo la idea, y quisiera trasmitirla aquí en don-de hay mujeres y hombres de muchos saberes, deque Nicolás Guillén, además de ser un artista de lapalabra, fue el generador de un pensamiento agu-damente inserto en el arte. No es casual que, en elprimer artículo en el que aborda la situación del pro-blema racial en Cuba, evoque a Juan Gualberto

Gómez. Cuando, después de haber sido encarce-lado en Ceuta, don Juan regresó a La Habana,Martín Morúa Delgado, su perenne adversario, fuea verlo para preguntarle qué había venido a hacer aCuba. Juan Gualberto respondió: «Vengo a traba-jar por mi patria y por mi raza». Morúa trató depresentarlo como racista y antiblanco, pero don Juanhizo lo que pensaba, tratando permanentemente deque esas dos esferas diferentes se armonizaran enel todo de su ideología.

No otra cosa ha hecho en su historia NicolásGuillén, consiguiendo que sus ideas sobre raza, in-dependencia, justicia social, arte, se armonizaranen ese pensamiento suyo, hondamente inserto ensu obra literaria: la poética y la prosística.

Es por ello que puede ser este aniversario suyo,con toda justicia, la tercera de las conmemoracio-nes presentes en este Coloquio.

Amigos:Los invito a participar, desde ya, en las discusio-

nes, las conmociones y las satisfacciones que nosreservan los días por venir. A partir de este mo-mento, son ustedes los dueños del VIII Coloquio yFestival Internacional de Música y Poesía. Muchasgracias. c

JUAN DOWNEY (Chile)Amo un animal, 1963Aguafuerte a color330 x 435 mmPremio Javier Báez.Exposiciónde La Habana 1964

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Pensaba hablar. Me salió escribir y hablar. El tema que hoynos convoca es: un futuro con libros. Sin duda, una expre-sión de deseo, un anhelo digno de celebrar. Como suele su-

ceder, de este tema se han ocupado en el pasado.Graham Greene, en su libro La infancia perdida, afirma que

las lecturas de esa etapa son aquellas que nunca olvidamos y queson las que más han influido en nuestra vida. Él piensa la literaturacomo una forma de la adivinación. Dice que, en la niñez, todoslos libros tienen algo de adivinatorio, ya que hablan del futuro yporque un chico todavía no tiene otro pasado que el de sus lectu-ras. Entonces, el estante de la biblioteca era como una bola decristal donde el niño soñaba la vida que tenía por venir. El librotiene un poder adivinatorio que va a influir sobre nuestro futuro.

El libro nos cifra antes de que lo descifremos. Es por eso queellos despiertan semejante entusiasmo: tienen el poder de la reve-lación.

El misterio

Me valgo de La infancia perdida porque le otorga a la lectura esepoder de revelación. Lo cito: «Recuerdo nítidamente la forma súbi-ta en que una llave giró en la cerradura: yo sabía leer».

LUIS GUSMÁN

Un futuro con libros*

* Discurso inaugural de la Feria del Li-bro de Buenos Aires, pronunciado el19 de abril de 2012.Re

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La llave en la cerradura ya ha instalado el mis-terio. Hay un enigma y un mundo por descubrir.Un mundo que incluye desde el miedo hasta labuena ventura. El futuro es del orden de la revela-ción y pertenece al misterio. A un misterio que nodesaparece con el avance tecnológico ni con elprogreso; tampoco responde a ningún esoterismomístico, sino que pertenece a la singularidad ab-soluta de aquel que, al aprender a leer, se ha trans-formado en un lector. Y así lo cuento, de a uno,porque cada uno es diferente.

El secreto

Cuando Greene aprende a leer, les oculta el secretoa sus padres. No quería que nadie lo supiese. Él con-fiesa que mientras no sabía leer estaba a salvo delporvenir, el futuro era de los otros, de los adultos.

Una vez que la llave ha girado, el futuro dependede uno. En los estantes, los libros están aguardan-do a aquel que ha dejado de ser niño y se ha trans-formado en lector y puede elegir. Es posible quecuando esto nos suceda se nos abra, junto con elmisterio, un mundo cargado de incertidumbres perotambién la conquista de una libertad irrenunciable,y, por eso mismo, costosa.

La biblioteca

Hablé de la lectura. Ahora quiero referirme a loslibros. La biblioteca paterna. Mi padre era de ofi-cio imprentero. Hacía libros. Entonces traía a casauna colección que se llamaba Malinka Pocket, don-de había libros de Nietzsche, Así hablaba Zara-tustra; de Gide, La sinfonía pastoral; de MickeySpillane, Yo el jurado, y de Schopenhauer, El amor,las mujeres y la muerte. Los leí siendo joven. Latrama podía ser policial, filosófica o bucólica pero,

a esa edad, y para mí, solo trataban del amor, lasmujeres y la muerte.

En la biblioteca materna había libros de ese tiem-po: Las estrellas miran hacia abajo, de Cronin;Una hoja en la tormenta, de Lin Yutang, y tam-bién libros que marcaban una ruptura con la épo-ca, como la novela que escribió Pamela Moorecuando tenía dieciocho años: Chocolates para eldesayuno.

Después estaba la biblioteca de mi abuelo ma-terno. Los libros de Salgari, las novelas policialesde Rastros, Pistas, Cobalto, Pandora. También lasnovelas del Oeste, Zane Grey en su versión culta, yMarcial Lafuente Estefanía en su versión popular.

El oficio

Quizá, por esas bibliotecas, mi primer oficio fue elde librero. El que aprendí con el indio Dávalos enuna librería de usados y que continuó con GoyoSchvartz en Fausto, el que me enseñaron José LuisRetes y Eduardo Butti, el que aprendimos juntoscon Horacio García en Martín Fierro.

Por ese oficio, y a medida que me fui haciendoescritor, conocí a gente del libro. Estoy convencidode que ser escritor es un oficio inestable en el queuno siempre se está haciendo; como se dice: unonunca está hecho. En esa inestabilidad reside la re-sistencia de la literatura.

Gracias a esos dos oficios conocí en la editorialsudamericana a Gloria y a Jaime y al querido Enri-que Pezzoni y a Tito La False que, como corredorde libros, era como un mensajero que traía la bue-na nueva, ya que en su maletín estaban las noveda-des del mes. No idealicemos, en Martín Fierro conPampin, Daniel Divinski y Hugo Levin, entre café ycafé, discutíamos plazos, descuentos, consignacio-nes y vidrieras.

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Mi generación

Ahora voy a hablar de mi generación. No es esta laocasión de hacer un análisis sociológico o literario delos años setenta; simplemente quiero contar mi impre-sión de algo que sucedía en ese tiempo y que tieneque ver con el principio que dirige estas palabras: es-toy convencido de que un libro te puede cambiar lavida. Por supuesto que estoy hablando de los que amí, y a otros de mi generación, se la cambiaron.

En los años setenta más de una chica soñaba conser La maga de Rayuela, algunos jóvenes decíanparecerse a Oliveira, otros querían ser Demian, yotros, a través de la lectura de Henry Miller, apren-dían que cualquier experiencia de la vida era dignade ser contada por escrito y llamarse literatura. Noéramos originales; diez años antes, hubo otros quequisieron ser el personaje de La náusea; y uno,hasta ser el mismo Sartre. Me refiero a mi amigoOscar Masotta. Y como en esa época todos éra-mos un poco rusos vivíamos entre Buenos Aires, ElLorraine y San Petersburgo. Y para terminar micatálogo, quiero nombrar a Holden, el personajede El cazador oculto de Salinger que un día dejala escuela y se marcha a Nueva York. EntoncesNueva York estaba tan cerca y tan lejos como SanPetersburgo. De él aprendí que en literatura siem-pre se marcha un poco oculto y a la deriva. Porsupuesto que había otros libros, pero hoy estoyhablando de literatura.

La historia

Hablé de los libros y de la lectura; ahora voy a ha-blar de la historia de la literatura. Habitualmente ten-demos a pensar si es justa o injusta con tal o cualautor. Por supuesto, con nosotros mismos. Es unahistoria que cuando se institucionaliza inventa un

canon, se vuelve religiosa y apela al método deldecálogo, y cuando, por efecto de esa misma insti-tucionalización, olvida y omite, se declara culpable;entonces crea dos géneros que lamentablementesuelen ser póstumos: el homenaje y el rescate.

Esa historia me provoca al menos una pregunta:¿por qué confundimos la historia de la literatura conla literatura?

¿Acaso cada lector no es el que hace su propiahistoria de la literatura? Una historia personal, pri-vada. Basta entrar a la casa de alguien y ver su bi-blioteca para conocer sus manías, su orden o sudesorden. En ella están sus inclusiones y exclusio-nes, sus amores y sus odios.

El lector

En esta enumeración he dejado al lector para últi-mo término.

Pero ¿qué es un lector? ¿Qué entendemos porlectura? Si siempre nos sorprende que transcurridocierto tiempo los subrayados que hicimos en un librono los reconozcamos como propios, parecen comoajenos. Es que en cada nueva lectura se descubrelo que no se había descubierto pero también se igno-ra lo que se había ignorado, y hasta es posible que nosdesorientemos allí donde nos creíamos orientados.

Es posible que haya construido una figura de unlector un poco heroico, casi épica. Hay otras: el lec-tor distraído, el curioso, el perezoso, el salteado, elaburrido. A través de las épocas, estas figuras apa-recen y desaparecen por la misma puerta como lospersonajes de una comedia de enredos.

La llave

Cuando la llave gira en la cerradura y el cuarto seabre, en ese nuevo ámbito, el lector y el libro son

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inseparables. Como lo son Sancho y el Quijote, oBouvard y Pécuchet. No hay el uno sin el otro. Porlo tanto, un libro siempre va a llegar a destino, siem-pre va a haber un lector esperándolo porque es ellibro el que busca al lector y el lector quien se dejaencontrar. A ese encuentro lo podemos llamar unacita. Por supuesto, como en el amor, hay citas afor-tunadas y desafortunadas.

Como dije, estoy convencido de que un libro tepuede cambiar la vida. Todavía me sucede cuandovuelvo a leer a mis escritores preferidos, y tambiéncuando leo a algún autor que no conozco. Enton-ces comienza otra circulación, lo presto, lo regalo,hablo del libro, lo que los libreros todavía llaman: elboca a boca. Es decir, el libro ya está en la lengua.

Yo creo que el poder revelador de la lectura ex-cede la infancia. Sin ir más lejos, hoy le agregamosel misterio y la libertad.

Debo disculparme, porque hubo una demora endar a conocer este discurso antes de pronunciarlo, loterminé de escribir anoche. La resistencia no se debiósolo a una cuestión de perder la libertad que da laespontaneidad y encontrarme recitando, sino tambiénporque, me di cuenta después, un discurso sobre lite-ratura es una forma de relato; y este debía cumplir condos condiciones: el misterio y el suspenso. Dos con-diciones que de alguna manera traté de trasmitir.

Para concluir, voy a citar a los dos escritores quemarcaron la literatura argentina y que tienen que vercon un futuro de libros. En el prólogo a Los lanza-llamas, Arlt dice: «El futuro es nuestro por prepo-tencia de trabajo». Y en «El arte narrativo y la ma-gia», Borges habla del efecto incalculable de lapalabra. Habla, como solo un poeta puede hablar:«Cuchillo volador, flecha que se deja empuñar, lar-ga repercusión tienen las palabras». c

UMBERTO GIANGRANDI (Colombia)Serie Espacios vecinos, 1972Calcografía645 x 490 mm

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JULIO A. GARCÍA OLIVERAS

José Antonio Echeverría:proyecciones socioeconómicas*

José Antonio Echeverría fue el líder más importante del movi-miento estudiantil cubano después de Julio Antonio Mella. Comoes sabido, murió en combate el 13 de marzo de 1957 en las

acciones del asalto al Palacio Presidencial y la emisora Radio Re-loj, organizadas por el Directorio Revolucionario, del cual era fun-dador y Secretario General. En la brevedad de su vida política y suheroica muerte cuando contaba solo con veinticuatro años de edadse perfila con nitidez la talla de su patriotismo y el alcance latino-americano de su mirada. Tuve la suerte de ser testigo directo de suentrega y me siento en el deber, a la vuelta de tantos años, de dejartestimonio de su pensamiento a través de manifiestos, declaracio-nes, entrevistas y otros materiales.

Parte de este propósito se encuentra ya en los relatos de su tra-yectoria de lucha revolucionaria, José Antonio Echeverría: la lu-cha estudiantil contra Batista,1 que aspiro a complementar ahoracon el apoyo de algunos textos que contienen lo más relevante desu pensamiento social y económico.

Para sorpresa de toda la nación, Fulgencio Batista, recién regre-sado de su exilio en los Estados Unidos, cortó, con el golpe militardel 10 de marzo de 1952, el segundo ensayo de institucionalidad* El presente texto recuerda al destaca-

do líder estudiantil cubano en el cin-cuenta y cinco aniversario de su caí-da en combate.

1 Julio García Oliveras: José Antonio Echeverría: la lucha estudiantil con-tra Batista, Editora Política, La Habana, 1979.Re

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republicana desplegado en Cuba bajo la dependen-cia neocolonial de los Estados Unidos: el de laConstitución de 1940, en la cual el país no habíadejado de confiar. La acción dio lugar inicialmentea una gran confusión en el pueblo, a pesar del re-chazo que existía hacia la figura del dictador. Nopocos pensaron que quizá un gobierno distinto pon-dría fin a la gran corrupción de los políticos «autén-ticos» Ramón Grau San Martín y Carlos Prío So-carrás, y a la criminal violencia gansteril desplegadabajo sus mandatos presidenciales. Sin embargo, laUniversidad de La Habana y, en especial, los estu-diantes, se manifestaron mayoritariamente, desdeel primer momento, en contra de la dictadura. Eche-verría se destacó entre los que rechazaron el golpey se sumaron sin vacilar al llamado a la lucha arma-da contra la nueva dictadura.

A partir del 10 de marzo podemos distinguir dosetapas del rechazo a la situación de facto: una pri-mera, en la cual la mayoría de los opositores al gol-pe procuraba impedir que se consolidara el régi-men dictatorial, se orientaba, desde el punto de vistapolítico, al restablecimiento de la Constitución del40. Una segunda etapa se iniciará con el ataque alcuartel Moncada el 26 julio de 1953: solo a partirde entonces la lucha contra la dictadura adquirió uncarácter verdaderamente revolucionario.

Comenzó entonces a prevalecer la convicción deque el enfrentamiento se iba a corresponder conobjetivos más profundos, para resolver definitiva-mente los problemas que aquejaban al país. El ale-gato de Fidel Castro en el juicio a los asaltantes delMoncada, La Historia me absolverá, que circulóen 1954, se convirtió en el programa revoluciona-rio. En la Universidad, entre los estudiantes revo-lucionarios, José Antonio Echeverría se manifes-taba con propósitos afines al Programa delMoncada, cuando nos comentaba: «Yo creo que la

proyección de nuestra lucha y sus objetivos tienenque ir mucho más allá de las conquistas plasmadasen la Constitución, ya que el sacrificio y la sangreque habrá que derramar así lo exigirán».2

Ante las largas condenas a prisión de los com-batientes del Moncada, Echeverría se propone res-catar a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU)de manos vacilantes, consolidar la unidad de losestudiantes, incluidos los de la enseñanza secunda-ria, y promover un gran movimiento político y demasas contra la dictadura, que condujera a la in-surrección y a la derrota del régimen batistiano. Des-de los días iniciales de la dictadura José Antoniohabía comenzado la organización de grupos estu-diantiles para participar en los movimientos cons-pirativos que supuestamente preparaban el ex-presidente Prío y otras figuras políticas. En estesentido, sus acciones no eran diferentes a las queFidel recuerda haberse propuesto en la época:

Los primeros esfuerzos organizativos se dirigíana participar en la lucha común con todas las de-más fuerzas oposicionistas. Como soldados defila tocábamos a las puertas de los dirigentespolíticos ofreciendo la cooperación modesta denuestros esfuerzos y de nuestras vidas y exhor-tándolos a luchar.3

Echeverría tampoco confiaba mucho en los re-sultados de aquellos movimientos organizados porlos viejos políticos, y en marzo de 1954 lo hacíanotar cuando declaraba a la revista Bohemia: «LaFEU tiene moral para exigir reformas a cualquiergobierno futuro, porque desde el 10 de marzo ha

2 Ver García Oliveras: Ob. cit.3 Discurso con motivo del 20 aniversario del asalto al Cuar-

tel Moncada. En Bohemia, 3 de agosto de 1973.

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estado luchando en la calle, derramándose la san-gre de los estudiantes, como la de Rubén Batista».4

No se podía permitir el regreso a la negativa situa-ción de antes del golpe.

El desarrollo de la ideología revolucionaria en elmovimiento estudiantil se pudo observar con clari-dad ya a fines de 1954 frente al proyecto impulsa-do por Batista para la construcción del llamadocanal Vía-Cuba, que se proponía dividir la Isla endos para facilitar el tránsito de los barcos norte-americanos en la ruta del canal de Panamá. En di-ciembre, Echeverría anuncia un forum a celebrarseen la Universidad en pro de la soberanía nacional.En esa ocasión declara a la prensa: «La FEU soloconoce un camino hacia la paz cubana: la revolu-ción», y agrega «la dictadura sigue siendo ilegaly los regímenes de fuerza solo pueden derrocarsepor la fuerza. Claro, la fuerza no es necesariamentemilitar. Ya lo hemos dicho muchas veces, la revolu-ción no es solamente la insurrección».5 Este pro-nunciamiento caracterizará, desde entonces, la pro-yección de la lucha que ha de impulsar comopresidente de la FEU. La revista Bohemia comen-zó a identificarlo como uno de los jóvenes más des-tacados de 1954.

A mediados de enero de 1955 José Antonio via-ja a Costa Rica junto a otros estudiantes cubanospara participar en los combates contra la agresiónorganizada por el dictador Anastasio Somoza des-de Nicaragua. Allí se reunirá con el presidente Fi-gueres y con Daniel Oduber, futuro mandatario.

En febrero del mismo año sus declaraciones a laprensa, a propósito de la farsa electoral que Batistaorganizó en 1954, dejan ver con claridad la altu-ra ideológica que ya alcanzaba su llamado: «No que-

da, pues, más remedio a la ciudadanía que conti-nuar en el camino de la lucha para la conquista de-finitiva de las reivindicaciones que constituyen losobjetivos fundamentales de la Revolución Cubana».6Esta primera referencia explícita al objetivo estra-tégico indica un cambio cualitativo en la proyecciónde un pensamiento político que ya no se limita a lospreceptos de la Constitución de 1940. En esa de-claración subraya: «tenemos fe en que la unión delestudiantado y la juventud con las clases obreras,campesinas y profesionales, logrará plasmar losideales revolucionarios que constituyen la esenciamisma de nuestra nacionalidad».

El 17 de abril vuelve a referirse en la prensa alobjetivo revolucionario, al criticar la obstinación deBatista en aferrarse al poder, y expresa: «Solo laacción nacional enérgica, pendiente a plasmar lospostulados de la Revolución Cubana –en cuyo ca-mino actualmente ya se encuentra nuestra patria–logrará liquidar esta triste etapa cuartelaria de nues-tra historia republicana».7 Relegido presidente dela FEU, pocos días después reitera su rechazo alrégimen: «Al hacerlo nos proyectamos con un pen-samiento y una acción acorde con nuestra genera-ción, ajenos a la lucha partidista, sin más norte quela plasmación definitiva de los principios esencialesde la Revolución Cubana».8

En un extenso artículo publicado en la prensa el13 de febrero de 1955, titulado «Debemos de ir ala fase industrial»,9 esboza elementos definitorios desu proyección económica y social: «es tarea de nues-tro tiempo consolidar la economía de la nación cu-bana», ante el angustioso cuadro económico que

4 Bohemia, 7 de marzo de 1954.5 Prensa de la Universidad, 30 de diciembre de 1954.

6 Bohemia, 27 de febrero de 1955.7 Bohemia, 17 de abril de 1955.8 El Crisol, 20 de abril de 1955.9 Diario Nacional, 13 de febrero de 1955.

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presenta la reducción de la cuota azucarera por partede los Estados Unidos, precisa que «es hora de queCuba se levante y reclame un trato justo de Nortea-mérica». El gran malestar económico del país, agre-ga, no radica en el Tratado Permanente ni en la cuotaazucarera, ya que la población de Cuba aumentapero las oportunidades de trabajo permanecen es-tancadas. Señala que la crisis azucarera solo acre-cienta la crisis permanente en que se vive, y criticaa los que esperan ayuda de los Estados Unidos: «Apesar del interés de ese país en el mercado cubano,no estará dispuesto a realizar transacciones que nole sean favorables».

Subraya que la situación económica de Cuba nodebe seguir vinculada a una sola industria, y haceénfasis en la necesidad de «planificar» la economíadel país. Llamo la atención sobre la trascendencia desu planteo, poco conocido, sobre la planificación enel aspecto económico, y el hecho complementariode puntualizar que las obras o industrias a las quedebe dedicarse el capital disponible deben ser de-terminadas, precisamente, por la planificación. Setrata de un tema tabú para el lenguaje económico dela época. Advierte José Antonio que «será necesariohacer una revolución en las mentes para llevar lasinversiones a la industria, o de lo contrario, el Estadotendrá que asumir el papel principal en la industria».Es obvio que su propuesta se aparta, sin medias tin-tas, de los principios de la economía liberal.

En el artículo citado se agregan otros elementosrelacionados con la marcha hacia una fase indus-trial de la economía cubana, apreciando que en lasuniversidades hay que graduar más técnicos, y tam-bién enviarlos a otros países con vistas a asimilarnuevos conocimientos para la industrialización. Alprefigurar el desarrollo futuro, José Antonio comen-ta que Cuba por sí misma sería un mercado peque-ño para una gran industrialización, pero que po-

drían hallarse mercados en América Central y Amé-rica del Sur, coordinando nuestra economía con lade algunos países del sistema panamericano. Ex-plica que, en definitiva, Cuba tiene que defender sumercado azucarero, pero también procurarse nue-vos mercados para sus productos agrícolas, no soloen los Estados Unidos. Sin embargo, debe dirigirel esfuerzo central a lograr una amplia y diversifica-da industrialización. Concluye así el artículo: «Me-jor que estar pidiendo favores a los Estados Uni-dos es el exigirnos más a nosotros mismos paralograr nuestra industria». Estas ideas tuvieron ecoen las discusiones en el ámbito universitario, y fue-ron centrales para el movimiento revolucionarioestudiantil.

Se hace evidente que 1955 fue un año decisivoen el pensamiento de José Antonio Echeverría. Bo-hemia le publicó en marzo un nuevo artículo dondeexpone sus criterios en cuanto a la actividad delarquitecto y los problemas sociales del país, titula-do «Presente y futuro de la arquitectura en Cuba».10

Allí leemos:

¿En qué momento se encuentra actualmente laarquitectura en Cuba? Si fuéramos a juzgar porla cantidad de obras que se han venido constru-yendo en los últimos años, tendríamos que ad-mitir que esta se halla, indudablemente, en unproceso ascendente. El capital privado, invertidoprincipalmente en residencias y edificios de apar-tamentos, ha posibilitado la construcción de mu-chas obras de arquitectura moderna. // No pue-de decirse lo mismo de la arquitectura oficial,las obras del Estado o el Municipio. En esteaspecto (como en muchos otros) el Gobiernose guía más por la improvisación, el dispendio

10 Bohemia, 13 de marzo de 1955.

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y la satisfacción de intereses políticos que porlas necesidades más perentorias de nuestra po-blación. // El arquitecto, a través de los tiempos,ha sido un profesional ocupado en satisfacer lasapetencias y caprichos de las esferas más pu-dientes y poderosas de nuestra sociedad. Su la-bor no llegaba a beneficiar directamente a lasgrandes mayorías populares sino a una minoríaprivilegiada. // El arquitecto contemporáneo seencuentra con un deber definido que cumplir enla nación en que desarrolla sus actividades: do-tar de una forma de vida sana, cómoda y decen-te a todas las capas sociales, en todas sus activi-dades. Mientras en Cuba existan campesinoshacinados en míseros bohíos, con pisos de tierray carentes de facilidades higiénicas; mientras seencuentre obreros mal alojados en viviendas ca-ras e inadecuadas para el desenvolvimiento fa-miliar; mientras las ciudades y campos se de-sarrollen en forma improvisada y caótica, sinninguna previsión para el futuro, el arquitecto ten-drá una meta a seguir, un fin a realizar, un deberque cumplir. Los males señalados, que parecena primera vista insolubles en las actuales circuns-tancias, no lo serían si los gobiernos que rigennuestros destinos se decidieran, de una vez portodas, a permitir que sean manos técnicas las queguíen el futuro desarrollo de la nación, si resol-vieran, en fin, planificar el país. // La correccióny evitación urgente de esos errores depende dela aplicación inmediata de una técnica planifica-dora. Planificar es, pues, en un sentido más lato,ordenar toda una nación. Todo esto hecho concriterio técnico, sin ceder a presiones de intere-ses políticos y económicos, y teniendo como metaúnica el bienestar de la nación. He aquí, en sínte-sis, la meta futura de la arquitectura en Cuba: laplanificación del país.

Proclama, para concluir: «Nosotros, estudiantesde Arquitectura, permaneceremos vigilantes paraque no se frustren los mejores destinos a que Cubatiene derecho, y de los cuales la planificación delpaís es un factor tan importante».

Relegido como presidente de la FEU, en decla-raciones del 20 de abril a la prensa anunciará im-portantes acciones de carácter social en el campocultural.11 Siguiendo los pasos de Julio AntonioMella, propone la creación de la universidad popu-lar y una gran campaña de alfabetización en todo elpaís. Se desarrolla en la Universidad de La Habanauna intensa actividad de conciertos, conferencias,presentaciones del ballet y funciones teatrales y decine organizadas por la FEU,12 que potencian supresencia en la vida cultural y contribuyen a susconexiones con la lucha revolucionaria.

En mayo son amnistiados Fidel y los moncadis-tas, y pocos meses después José Antonio inicia laorganización del Directorio Revolucionario. La lu-cha política y de masas se intensifica, y en noviem-bre y diciembre van a tener lugar grandes manifes-taciones estudiantiles unidas a la huelga nacional delos trabajadores azucareros.

Pero los partidos políticos tradicionales interpre-taron la amnistía como una señal para negociar susintereses con la dictadura. El 19 de noviembre losambiciosos politiqueros organizan un gran mitin, conla presencia de sus más destacados cabecillas, parapedir al dictador una apertura electoral. Con Fidel ysus seguidores en el exilio y el reciente derrumbe delaparato clandestino de Prío, el proceso político vivíaun momento crítico. Echeverría decide estar en lareunión y allí demanda a los jefes de los partidos

11 El Crisol, 20 de abril de 1955.12 Ver García Oliveras: «Cultura y lucha revolucionaria»,

en Revolución y Cultura, mar-abr. de 2007.

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políticos que no transijan ni acepten participar enelecciones. En el discurso que pronunció allí, quese volvió histórico, denunciaba al gobierno de Ba-tista, ante la tibia oposición de los asistentes, dedesarrollar «una política económica anticubana alservicio de los intereses monopolistas y de la reac-ción, lanzando a la miseria al pueblo y a los campe-sinos». Precisa en el discurso:

El problema inmediato de Cuba es derrocar alusurpador Fulgencio Batista y establecer un go-bierno democrático, y después emprender unaobra revolucionaria que resuelva el problema delos desempleados, de los campesinos sin tierras,de los obreros explotados, de una juventudcondenada al destierro económico. Cuba está ur-gida de una verdadera revolución que arranquelo que Martínez Villena llamara en sus versos en-cendidos «la costra tenaz del coloniaje».13

Con sus palabras, Echeverría hacía llegar la vozde la revolución al pueblo de Cuba en aquellos con-fusos momentos.

La ola de protesta estudiantil contra la dictaduradesatada a finales de 1955 conmocionó al país. Es-tas protestas se conectarían, a mediados de diciem-bre, con la huelga nacional de los trabajadores azu-careros por el pago del diferencial, proceso al quese unió el Directorio Revolucionario. El movimien-to estremecería al régimen batistiano. El 1 de enerode 1956, Echeverría expresaba, en declaracionesa la prensa, que la protesta había sido un verdade-ro triunfo de la FEU, destacando: «hemos cerradolazos estrechos con la clase trabajadora..., a la quedamos seguridad de que no la abandonaremos en

su lucha».14 En esa misma fecha expondrá en otroórgano de prensa un escenario de objetivos:

Por nuestra parte queda pública constancia deque hay en Cuba una juventud decidida y resuel-ta, con clara conciencia de sí y de lo que le ro-dea, y que sabe que su presencia en la vida cu-bana no se limitará a los simples cambios denombre en el régimen sino a más profundas trans-formaciones en la estructura social de nuestropueblo.15

Al proclamar la fundación del Directorio Revo-lucionario el 24 de febrero de 1956 en el AulaMagna de la Universidad de La Habana, lo carac-teriza como

un organismo que, en respeto al criterio de cadacual, vertebre todo esfuerzo en acción única ycoordinada [...] la necesidad de juntarse en pen-samiento único verdaderamente renovado del sis-tema político, económico, social y jurídico, paraque la Revolución iniciada por Joaquín de Agüe-ro y nunca concluida hasta ahora, dé un pasohacia la conquista de la libertad política, la inde-pendencia económica y la justicia social.16

Un ejemplo fue la protesta contra el aumento detarifas anunciada por la Cuban Telephone Com-pany, que explotaba la concesión monopólica es-tablecida desde 1909: «La FEU luchará decidida-mente y en todos los campos contra esos propósitosdel pulpo telefónico».17

13 Grabación del archivo del autor.

14 Carteles, 1 de enero de 1956.15 Bohemia, 1 de enero de 1956.16 Archivo personal del autor.17 Excélsior, 17 de enero de 1956.

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Las acciones se multiplican en 1956. El 9 demarzo la FEU organiza un gran mitin en la Universi-dad «Contra las dictaduras de América», en el queparticipan numerosos exiliados de las repúblicas delhemisferio y en el que se denuncia la estrategia im-perialista de imponer su dominio apoyando el sur-gimiento de dictaduras militares en los países de laregión. Al trazar la historia de la América Latina,Echeverría pondrá énfasis en criticar «la política deintervención [a la que] sucede la creación de la zonade influencia fuertemente defendida por los nuevosgendarmes defensores de las empresas extranjerasque explotan y destruyen las riquezas nacionales».18

Su discurso concluye:

Tengamos fe, hombres de América, en el destinode nuestro continente. A las fuerzas represivas ydictaduras opongamos la razón de nuestra causay la razón de nuestro sentimiento. A pesar de ladura realidad vemos que los pueblos se alzan, yen la convulsión de nuestras repúblicas america-nas los hombres se unen y se dan a la tarea de laobra grande contra las dictaduras de América ycontra los enemigos de nuestros pueblos. Acep-temos la invitación de nuestro Apóstol: andemosdel lomo del cóndor para regar por las naciones delcontinente y por las islas dolorosas del mar lasemilla de la América nueva.

En marzo, en Alma Mater, el periódico clan-destino de la FEU, aparece publicado el «Mani-fiesto al Pueblo de Cuba del Directorio Revolucio-nario», un documento histórico poco conocido. Alavanzarse rápidamente hacia el inicio de la insurrec-ción, se enuncian allí los puntos fundamentales queresumen la política de la organización. En su mo-

mento, explica el documento, el Directorio expre-sará su posición ante los problemas específicos dela nación; un programa definitivo dependerá de losacuerdos a que se llegue con Fidel Castro y elMovimiento 26 de Julio. El texto recoge las priori-dades fundamentales:

El estudiantado viril, el obrerismo no sometido adirigencias claudicantes, el campesino robusto,y los hombres y mujeres de todas las extrac-ciones han demostrado con hechos la decisióninalterable de sacudir los actuales yugos y deconstruir sobre bases nuevas la República libre yjusta que contempla el ideal de las generaciones.La revolución cubana –el esfuerzo de un pueblopor alcanzar su plenitud espiritual y material– estáen marcha. // La aguda crisis de un sistema eco-nómico que pone al país en situación de feudode intereses extranjeros y de rapacidades crio-llas, insuficiente para satisfacer de manera seguray justa las necesidades materiales de la nación,exige la restructuración hacia una nueva econo-mía. // El sistema social que discrimina a las gran-des mayorías nacionales y que permite la tremendasubversión de valores en que los peores son au-pados y los mejores desconocidos, exige tam-bién una acción radical hacia una verdadera justiciasocial. // El Directorio Revolucionario considerala revolución como un proceso continuado delucha por todos los frentes y medios posibles–desde la resistencia civil hasta la insurrecciónpopular– hasta lograr el resquebrajamiento defi-nitivo del régimen y sistema imperante; y consi-dera inoperante reducir la lucha revolucionaria ala acción determinativa de un simple golpe deEstado. Derribado el actual régimen la revolu-ción continúa, por caminos diferentes, hacia laconsolidación del Estado revolucionario y hacia18 García Oliveras: Ob. cit. (en n. 1).

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la construcción renovadora integral. // La revolu-ción cubana va hacia la superación de las lacrascoloniales y de los males de la independencia,hacia la liberación integral de la nación, libre detoda injerencia extranjera así como de toda per-versión doméstica, hacia el desarrollo integral delas potencias materiales y espirituales del país, yhacia el cumplimiento de su destino histórico. Larevolución es el cambio integral del sistema polí-tico, económico, social y jurídico del país y laaparición de una nueva actitud sicológica colec-tiva que consolide y estimule la obra revolucio-naria. // La revolución se asienta sobre principiosfundamentales de Libertad Política (Democra-cia), Independencia Económica (Nacionalismo),Justicia Social (Socialismo), reconocidos en elmanifiesto de Montecristi. // La revolución cu-bana en lo económico va a la estructuración deun sistema que libere de la injerencia del capitalimperialista extranjero y de la peligrosa concen-tración explotadora del capital doméstico, haciael desarrollo integral y vario de la economía na-cional. Considera la necesidad del Estado deorientar y estimular el funcionamiento económi-co. // La revolución cubana en lo social va al es-tablecimiento de un sistema que ponga a cadaciudadano, libre de toda discriminación, en con-diciones sociales iguales para su desarrollo ydesenvolvimiento, así como a la elevación pro-gresiva del nivel colectivo, de acuerdo con la mar-cha de la civilización. Reconoce como principioque los beneficios sociales solo podrán ser obte-nidos de acuerdo con la utilidad social y el mérito.// La revolución cubana en su momento actual con-sidera como problema insoslayable de índole eco-nómico y social el problema de la producciónagrícola y de las relaciones políticas, económicasy sociales del trabajador de la tierra, porque re-

presenta una de las mayorías más discriminadas ypreteridas, y porque la economía del país es fun-damentalmente agraria. Es necesario revisar todoel sistema para que la producción agrícola satis-faga y para que el hombre de la tierra alcance elnivel adecuado de justicia social y de cultura pro-pia. // La revolución cubana, por destino históri-co, ha de cooperar y estimular, en todo lo queestá a su alcance, con los movimientos revolucio-narios de América que compartan el ideal funda-mental de la revolución americana anteriormenteexpresado. Como obligación moral histórica ycomo necesidad estratégica para salvaguardar laobra que en Cuba se realice. La revolución seplantea el ideal de la integración económica y po-lítica del Caribe como paso hacia la definitiva in-tegración de Latinoamérica.

El documento es, en esencia, un llamado a launidad en los momentos en que se ha de iniciarla última etapa del proceso, la guerra revoluciona-ria. La lucha por la unidad será tema constante enlos pronunciamientos de Echeverría. El 13 de julio,en ocasión de ser elegido nuevamente como presi-dente de la FEU, declara a la prensa: «Venimos aplantearle al pueblo que debe seguirse una táctica yunión real y verdadera para alcanzar los objetivoshistóricos, que no solo saliendo de un régimen defuerza se resuelven los problemas esenciales de nues-tra nacionalidad», y hace un llamado apasionado a«[l]a unión de todos los cubanos para realizar elgran destino histórico de la patria».19

La detención de Fidel y sus compañeros que sepreparaban en México para iniciar la guerra revolu-cionaria, fue denunciada en la prensa por la FEU,que reiteró:

19 El Crisol, 14 de julio de 1956.

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A través del Directorio Revolucionario seguire-mos la guerra por todos los medios y en todoslos frentes contra la tiranía. La única salida a lostremendos y crecientes males de Cuba no puedeser la transacción bochornosa o la claudicacióncobarde o componenda alguna, sino la gran re-volución renovadora total del sistema.20

Pocos días después José Antonio partía haciaChile para participar en el II Congreso Latinoame-ricano de Estudiantes (CLAE), que no se llegó aefectuar por falta de recursos. Allí se reúne con va-rios dirigentes juveniles, quienes le otorgan la presi-dencia y la representación para la VI ConferenciaInternacional de Estudiantes, que se celebraría acontinuación en Ceilán (Sri Lanka), donde se en-contrará con los jóvenes Fernando Henrique Car-doso, Percival Patterson y Silvio Mayorga (este úl-timo, uno de los comandantes fundadores del Frente

Sandinista). Ambas reuniones servirán a Echeve-rría para exponer la situación de Cuba y obtener unamplio respaldo de los participantes.

En México se reúne con Fidel Castro el 28 deagosto de 1956 y ambos suscriben el histórico pactode unidad que siempre llamaremos «Carta de Méxi-co», el cual proclama:

La Federación Estudiantil Universitaria y el Mo-vimiento Revolucionario 26 de Julio, los dos nú-cleos que agrupan en sus filas la nueva generacióny que se han ganado en el sacrificio y el combatela simpatía del pueblo cubano, acuerdan dirigir alpaís la siguiente declaración conjunta: Que ambasorganizaciones han decidido unir sólidamente suesfuerzo en el propósito de derrocar a la tiranía yllevar a cabo la Revolución Cubana.

El paso decisivo para el inicio de la guerra revo-lucionaria quedaba consignado con las firmas deJosé Antonio Echeverría y Fidel Castro.20 Bohemia, 22 de julio de 1956. c

PEDRO ALCÁNTARA (Colombia)S / t, 1964Técnica mixta / papel50 x 70 cm