actas de la jornadas de historia de las … jornadas batalla de... · ilmo. sr. d. valentín...

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  • ACTAS DE LA JORNADAS DE HISTORIA DE LAS VEGAS ALTASLA BATALLA DE MEDELLN.

    (28 de marzo de 1809)

    Medelln Don Benito, 26 y 27 de marzo de 2009

    Edicin a cargo de:Jos ngel Calero Carretero

    y Toms Garca Muoz

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    FICHA BIBLIOGRFICA

    ENTIDADES ORGANIZADORAS:

    Excmo. Ayuntamiento de Medelln. Comisin de CulturaExcmo. Ayuntamiento de Don Benito. Concejala de Educacin, Cultura, Sanidad y Consumo.Sociedad Extremea de Historia.

    COMIT ORGANIZADOR.

    Don Antonio Parral CarmonaAlcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Medelln.

    D. Manuel A. Nez GarcaConcejal Delegado de Educacin y Cultura del Excmo. Ayuntamiento de D. Benito.

    D. Jos ngel Calero CarreteroProfesor de Educacin Secundaria y Profesor-Tutor de la UNED.

    D. Juan Diego Carmona BarreroArquitecto Tcnico.

    D. Toms Garca MuozMaestro y Orientador de Educacin Secundaria. Profesor-Tutor de la UNED.

    D. Felipe Lorenzana de la PuenteProfesor de Educacin Secundaria. Presidente de la Sociedad Extremea de Historia.

    D. Juan ngel Ruiz RodrguezProfesor de Educacin Secundaria.

    Imagen de la cubierta: Mapa de la Parte de Extremadura comprendida entre los Ros Tajo y Guadiana, s/f (Archivo General Militar de Madrid IHCM-); Berlier, s/t [Vista del campo de batalla de Medelln], c.a. 1809 (Centro Geogrfico del Ejrcito) y Girbal, Jean. Le 2me Hussards a Medelln, 1979, (acuarela realizada para la biografa que Hourtoulle dedic al general Lasalle). Composicin: Jacinto Barragn Castilla.

    El Excmo. Ayuntamiento de Medelln, el Excmo. Ayuntamiento de Don Benito y la Sociedad Extremea de Historia expresan su agradecimiento a cuantas instituciones, empresas y

    particulares han hecho posible, con su colaboracin, la celebracin de lasJornadas de Historia de las Vegas Altas: La Batalla de Medelln.

    JORNADAS DE HISTORIA DE LAS VEGAS ALTAS LA BATALLA DE MEDELLN (28 DE MARZO DE 1809) (2009 MEDELLN-DON BENITO)

    Jornadas de Historia de de las Vegas Altas La batalla de Medelln (28 de marzo de 1809). Medelln-Don Benito, 2009). Edicin a cargo de Jos ngel Calero Carretero y Toms Garca Muoz. Badajoz, Diputacin Provincial. Departamento de Publicaciones. Sociedad Extremea de Historia. Excmo. Ayuntamiento de Medelln, Excmo. Ayuntamiento de Don Benito 2010.578 p., il. y fot. en el texto, 24 cm.

    D.L. Ba.657 /2010; ISBN 978-84-613-5602-71. Medelln-Historia-Congresos, asambleas, etc. 2. Medelln, Batalla de, 1809- Congresos, asambleas, etc. 3. Extremadura-Historia-Guerra de la Independencia-1808-1814-Congresos, asambleas, etc. I. Calero Carretero, Jos ngel, ed. lit. II. Garca Muoz, Toms, ed. lit. III. Badajoz. Diputacin Provincial. Departamento de Publicaciones, ed. IV. Sociedad Extremea de Historia. Llerena, ed. V. Medelln (Badajoz). Ayuntamiento, ed. VI. Don Benito (Badajoz). Ayuntamiento, ed.

    946.222 Medelln (061.3) 946.22 1808/1814 (061.3)

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    COMIT DE HONOR.

    S. A. R. D. Felipe de Borbn y Grecia. Prncipe de AsturiasAlcalde Perpetuo de Medelln.

    Excma. Sra. Da. Carmen Chacn PiquerasMinistra de Defensa.

    Excmo. Sr. D. Guillermo Fernndez VaraPresidente de la Junta de Extremadura.

    Ilma. Sra. Da. Leonor Prez RabazoConsejera de Cultura de la Junta de Extremadura.

    Excmo. y Magnfico. Sr. D. Juan Francisco Duque CarrilloRector de la Universidad de Extremadura.

    Ilmo. Sr. D. Valentn Corts CabanillasPresidente de la Excma. Diputacin Provincial de Badajoz.

    Ilmo. Sr. D. Jos Mara Espinosa de los Monteros y JaraquemadaPresidente del Foro para el Estudio de la Historia Militar de Espaa.

    Ilmo. Sr. D. Felipe Lorenzana de la PuentePresidente de la Sociedad Extremea de Historia.

    Sr. D. Antonio Parral CarmonaAlcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Medelln.

    Sr. D. Mariano Gallego BarreroAlcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Don Benito.

    Sr. D. Lorenzo Garrido GarridoAlcalde-Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Mengabril.

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    ACTAS DE LA JORNADAS DE HISTORIA DE LAS VEGAS ALTAS. LA BATALLA DE MEDELLN. (28 de marzo de 1809)Don Benito y Medelln, 25 y 26 de marzo de 2009

    COMIT CIENTFICOD. Miguel ngel Meln Jimnez. Catedrtico de Historia Moderna de la Universidad de Extremadura.D. Jos ngel Calero Carretero. Profesor de Educacin Secundaria y Profesor Tutor de la UNED.D. Salvadora Haba Quirs. Historiadora.D. Felipe Lorenzana de la Puente. Presidente de la Sociedad Extremea de Historia.D. Juan ngel Ruiz Rodrguez. Profesor de Educacin Secundaria.D. Diego Soto Valads. Cronista Oficial de la Villa de Don Benito.D. ngel Trigueros Muoz. Profesor de Educacin Secundaria.Secretara Tcnica: D. Toms Garca Muoz.

    PATROCINADORES.Ministerio de Defensa. Direccin General de Relaciones InstitucionalesJunta de Extremadura. Consejera de Cultura y TurismoExcma. Diputacin Provincial de BadajozExcelentsimos Ayuntamientos de Medelln y Don BenitoBanca PueyoBanestoCaja de BadajozCaja de ExtremaduraCaja Rural de ExtremaduraAfisal. Asesora de empresas.Afimec. Informtica

    COLABORACIN.Foro para el Estudio de la Historia Militar de Espaa.Instituto de Historia y Cultura Militar

    EDITA:Sociedad Extremea de Historia. Plaza de Espaa, 1. 06900. Llerena. Badajoz.Excma. Diputacin Provincial de Badajoz. C. Felipe Checa, 23. 06071 Badajoz.Almendralejo, 2009.

    COORDINACIN DE LA EDICIN.Jos ngel Calero CarreteroToms Garca Muoz

    De la presente edicin: Sociedad Extremea de Historia De los textos e imgenes: los autoresI.S.B.N.: 978-84-613-5602-7Depsito Legal: BA-657/2010

    Maquetacin:Grficas Suroeste. C/ Lpez De Ayala 16 Telf. 92467169606200 Almendralejo

    Impresin.Imprenta de la Excma. Diputacin Provincial Parcela H3, Naves 1 y 12. Polgono Industrial El Nevero. 06006 Badajoz.

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    NDICE

    Presentaciones 9Justificacin 12 Ponencias y comunicaciones 15

    PONENCIAS:

    1. ExtremaduraafinalesdelAntiguoRgimen 17Miguel ngel Meln Jimnez

    2. Elsurgimientodelasnuevaslitesextremeasdelliberalismo 33 Fernando Snchez Marroyo

    3. LaGuerradelaIndependenciaysuincidenciaenlasVegasAltas 51Juan ngel Ruiz Rodrguez

    4. LosefectossocioeconmicosdelaGuerradela IndependenciaenExtremadura. 89Juan Garca Prez

    5. CampaayBatalladeMedelln 111Juan Jos Saudo Bayn

    6. RetratodelaEspaaqueencontrJosBonaparte 161Jess Snchez Adalid

    COMUNICACIONES.

    1. PervivenciasfeudalesafinalesdelsigloXX.Redencindel censoenfituticosobrebienescomunalesdeOrellanalaVieja(Badajoz) 175Cndido Gonzlez Ledesma

    2. MedicinaafinalesdelAntiguoRgimenenExtremadura. Polmicaentremdicos.Llerena,1758 193 Mariana Carretero Carretero

    3. LosensambenitadosdeMedellnyD.Benito 199Fermn Mayorga Huertas

    4. MedellnsegnlasRespuestasGeneralesdelCatastrodeEnsenada 221Jos Antonio Ballesteros Dez

    5. DesamortizacinenMedelln(1800-1846) 241Miguel ngel Naranjo Sanguino y Manuel Roso Daz

    6. DesamortizacinenDonBenito(1800-1844) 263Miguel ngel Naranjo Sanguino y Manuel Roso Daz

    7. LostresprimerosaosdelaGuerradelaIndependenciaenAlmendralejo 283Francisco Zarandieta Arenas

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    8. LacampaadeAlmarazyelclimadepnicoyderrotaendiciembrede1808 293Luis Vicente Pelegr Pedrosa

    9. LaGuerradelaIndependenciaenExtremadura. Operacionesmilitaresenelao1808 307lvaro Melndez Teodoro

    10.RecompensasmilitaresenlaGuerradelaIndependenciaenExtremadura 325Antonio Prieto Barrio

    11.EldiariodeJosColungaAlejos 332Javier Guajardo-Fajardo

    12.LadivisinalemanadeLevalenlabatalladeMedelln: MemoriasdevonHolzing 345Jess Maroto de las Heras

    13. ConsecuenciasdelaocupacinfrancesaenMedelln 371Manuel Leyguarda Domnguez

    14.LabatalladeMedellnylaprensadecimonnica 377Antonio Blanch Snchez

    15.LareconstruccindelEjrcitodeExtremaduratraslabatalladeMedelln enelsurdelaprovinciaylascondicionesdevidadelapoblacincivil 385Alfonso Gutirrez Barba

    16.MedellnylaordendeAlcntara(1234-1305) 395Fernando Daz Gil

    17. AcotacionesentornoalrecintoamuralladodelMedellnmedieval 405Jos ngel Calero Carretero y Juan Diego Carmona Barrero

    18.BibliografacortesianaenlaBibliotecaIXMarqusdela EncomiendadeAlmendralejo 427Diego Santiago Parra Zamora

    19.MedellnyAmricahastalaGuerradelaIndependencia:Estadodelacuestin 477Esteban Mira Caballos

    20.AproximacinalhbitatylaarquitecturadelMedellnde1800 503Andrs Retamal Ojeda

    21.PedroPolo,uncuradeMedellnenBenitoPrezGalds 527Manuel Pecelln Lancharro

    22.PropuestadelneasdeinvestigacinhistricaadesarrollarenMedelln 539Toms Garca Muoz

    Programa 555Crnica del acto institucional. Monumento conmemorativo 552Anexo 575

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    PRESENTACIN

    Dentro de los innumerables captulos que conforman la rica y variada Historia de esta Villa de Medelln,

    fuente e inspiracin para muchos historiadores y escritores, quizs la efemride menos considerada y

    menos revelada para los no eruditos haya sido ese momento histrico que dentro del contexto de la

    Guerra de la Independencia espaola, y que nos enfrent a Francia, constituy la sangrienta y cruenta

    batalla que se libr en las proximidades de esta localidad, que se desarroll en la llanura existente entre

    Medelln, Don Benito y Mengabril un 28 de Marzo de 1809, y que acab con una aplastante victoria de las

    tropas francesas al mando del Mariscal Victor sobre las tropas espaolas al mando del General Cuesta,

    la conocida Batalla de Medelln y que ha quedado para la posteridad constatada en el Arco del Triunfo

    de Pars.

    La conmemoracin del 200 aniversario de dicha Batalla no poda dejarse pasar sin ms, era el

    momento de llevar a cabo una conmemoracin de la misma para as honrar la memoria de todas la

    vctimas de dicho da, para todas esas personas que, verdaderos hroes annimos, sacrificaron sus

    vidas tanto en un bando como en otro, si bien no puedo dejar de referir que fueron especialmente los

    espaoles quienes padecieron los mayores efectos, y que asimismo fue la localidad de Medelln la que

    prcticamente qued reducida a cenizas.

    Era el momento del homenaje y por ello con la mayor ilusin y empeo se ha trabajado, trabajo que

    se inici con las I Jornadas de Historia de las Vegas Altas, que si bien nacen al abrigo y con la justificacin

    de la Batalla de Medelln aspira a convertirse en un foro de estudio e investigacin sobre la Historia

    de Medelln y su Comarca, y esperamos por ello que el xito alcanzado en las celebradas nos lleve a

    continuar, sino anualmente, si con carcter bianual.

    Es de destacar asimismo que dichas Jornadas han sido compartidas con la ciudad de Don Benito,

    la cual desde el primer momento tambin se ha volcado en torno a esta iniciativa y ha trabajado para

    que todo saliera bien, para conseguir satisfacer las expectativas y la ilusin que todos tenamos puestas,

    todas las metas que nos habamos marcado alcanzar.

    Considero que es una clara muestra de hermandad entre estas dos localidades vecinas y que estn

    unidas por vnculos muy especiales pues no olvidemos comparten muchos captulos de la Historia.

    Sin duda alguna estas Jornadas de las cules se han hecho eco en todos los medios regionales e

    incluso ha transcendido a nivel nacional supone un claro ejemplo de trabajo y promocin por Medelln,

    tanto a nivel institucional como a nivel de sus habitantes y otros muchos colaboradores que se han

    volcado con un trabajo desinteresado a favor del buen desarrollo de las Jornadas y de todos los Actos que

    durante el ao y en torno al Bicentenario estn programados y se vienen desarrollando.

    La elaboracin del Programa ha sido un trabajo arduo y duro que afortunadamente ha recibido el

    apoyo de diferentes instituciones y empresas, si bien tengo que obviar mencionar todas las que han

    colaborado, destaco la buena disposicin mostrada por la Diputacin de Badajoz, la Junta de Extremadura

    y cmo no, el Ministerio de Defensa.

    Pero la mencin especial sin duda alguna es para muchos Vecinos/as, as como otro gran nmero

    de personas que siempre trabajan en la sombra, todos podramos decir que amantes de la Historia y de

    este pueblo, que se han volcado para aportar su inestimable apoyo a todo este Proyecto y es por ello que

    no me queda ms que reiterarles mi gratitud tanto a ttulo personal como en nombre de la Corporacin

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    Municipal que presido, pues que a nadie le quepa ninguna duda que el verdadero xito de estas

    Conmemoraciones viene determinada por la implicacin, por la repercusin y por la participacin social

    y desde ah slo me cabe decir que todo este trabajo me ha hecho sentirme orgulloso como Metellinense,

    a TODOS ELLOS MUCHAS GRACIAS.

    Antonio Parral Carmona

    Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Medelln

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    PRESENTACIN

    Don Benito, desde hace aos, viene ahondando en la bsqueda y conocimiento de la historia, sus

    orgenes, su desarrollo y en sus hijos ilustres. Todo ello como consecuencia del Premio de investigacin

    histrica Don Santiago Gonzlez que desde una circunscripcin comarcal nos ha permitido profundizar

    en la investigacin y divulgacin de la historia, nuestra y de nuestro entorno. Como consecuencia de

    ello se han editado diez libros con los trabajos ms cualificados, presentados en los ltimos aos, y que

    han gozado de una gran difusin, con peticiones provenientes de los sitios ms dispares, como Islandia,

    Per, etc.

    Dentro de este proceso de investigacin que nos permite conocer y difundir la historia de nuestra

    comarca, no poda pasar desapercibido uno de los sucesos que mayor transcendencia tuvo en el

    devenir de nuestra existencia, como es la batalla celebrada en tierras de Don Benito y Medelln y cuya

    denominacin como Batalla de Medelln ha sido durante aos motivo de controversia, desde Don Lino

    Duarte hasta Don Santiago Gonzlez pasando por otros ilustres historiadores y eruditos.

    Esta batalla supuso un horror que marc la historia de Don Benito y sus habitantes en la primera

    mitad del siglo XIX, pues gran parte de la juventud Donbenitense perdi su vida en un solo da de Marzo

    de 1809, vctimas del luctuoso suceso.

    La celebracin de estas jornadas deben ser el punto de partida para que la investigacin y divulgacin

    de nuestra historia se vea refrendada en la continuidad de este tipo de congresos que, en colaboracin

    con otros municipios de nuestro entorno geogrfico deben tener periodicidad y asentarse en el tiempo.

    No quiero terminar sin un agradecimiento expreso a todos aquellos que han hecho posible el xito de

    estas jornadas de investigacin histrica, y en especial al Ayuntamiento de Medelln, por su predisposicin

    favorable durante todo el proceso.

    Mariano Gallego Barrero

    Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Don Benito

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    JUSTIFICACIN

    A veces, la historia ms cercana es la menos conocida. Muchos jvenes en la actualidad, volcados en

    una cultura tecnolgico-visual, no han tenido tiempo de conocer en los libros la historia de sus pueblos ni

    de acceder a la transmitida oralmente por nuestros mayores en su vida cotidiana.

    Nos ha parecido una excusa ideal aprovechar la efemride del II Centenario de la Batalla de Medelln,

    para profundizar en las diversas realidades que se entretejen alrededor de este hecho histrico. Pero,

    sobre todo, creemos que es el marco ideal para divulgar en Medelln, en Don Benito, en Mengabril...,

    en toda la comarca y en Extremadura este hecho histrico concreto, sus antecedentes y las terribles

    consecuencias que para la zona tuvo la derrota del ejrcito de Extremadura en Medelln.

    Estamos convencidos de que la Historia con maysculas ha de hacerse desde abajo. Las sencillas

    aportaciones de la historiografa local, siempre que sean rigurosas, permitirn crear una recia urdimbre

    para elaborar el slido y asptico tejido del conocimiento del devenir de los pueblos y las naciones. Por

    eso pretendemos, adems, que estas Jornadas contribuyan a profundizar en la Historia de nuestra regin.

    En esa misma lnea, consideramos que estas Jornadas deben de constituir el inicio de una tarea

    continuada de profundizacin en la historia de Medelln y las Vegas Altas del Guadiana. La continuacin

    de estas Jornadas a lo largo de los prximos aos permitir tambin que los investigadores de la zona

    dispongan de la oportunidad de publicar sus trabajos, contribuyendo con sus modestas aportaciones al

    conocimiento y divulgacin de la historia de Extremadura.

    La celebracin de estas Jornadas, con la temtica especfica de la Batalla de Medelln, ha superado

    las previsiones ms optimistas en cuanto a los objetivos planteados, la cifra de participantes, el nmero

    de comunicaciones recibidas y aceptadas y la calidad de las ponencias.

    El nmero de inscripciones ha sido de 86, que se desglosan de la siguiente forma: 13 profesores de

    Secundaria, 43 no docentes o docentes jubilados, 6 ponentes y 23 comunicantes.

    En un primer anlisis destacamos el exiguo nmero de profesores de Secundaria que asiste a las

    Jornadas, aunque esperbamos que supondra el porcentaje ms importante de las inscripciones.

    Posiblemente, la dificultad para conseguir permiso en su centro fuera un hndicap; sin embargo, hay que

    destacar que diez de los comunicantes son profesores de Secundaria en activo.

    Las Jornadas se han organizado, en su parte tcnica, con escasos recursos humanos, lo que ha exigido

    que stos hayan tenido que implicarse y multiplicarse en entusiasmo, eficacia y trabajo para llevar a buen

    trmino el evento.

    Desde el punto de vista cientfico, las ponencias contextualizaron los tres ejes de contenido en los

    que se estructuraron las Jornadas: situacin socioecmica, cultural y poltica de Extremadura entre los

    siglos XVIII y XIX, la Guerra de la Independencia en las Vegas Altas y en las comarcas limtrofes y la Batalla

    de Medelln. Las comunicaciones han significado importantes aportaciones para la historiografa local a

    cada uno de estos apartados, as como al cuarto bloque, propuesto para analizar el papel que Medelln

    y Don Benito han jugado en la historia. La calidad de las ponencias y de la conferencia de clausura ha

    estado a la altura de las expectativas despertadas por el nivel cientfico de los investigadores y escritores

    que las han impartido.

    El nmero de comunicaciones presentadas ha sido de 29, de las que 22 han sido seleccionadas por el

    Comit Cientfico para su publicacin. Su calidad cientfica est fuera de toda duda y han proporcionado

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    valiosas aportaciones a los cuatro bloques temticos propuestos, hecho que supone un importante punto

    de partida para seguir avanzando en el conocimiento de la historia local y de las repercusiones de la

    Guerra de la Independencia y de la Batalla de Medelln en la comarca.

    En nivel medio de asistencia de jornadistas por sesin ha sido siempre superior al nmero de

    inscritos, debido a que la entrada era libre en todas las ponencias y en la lectura de las comunicaciones.

    La presencia de pblico fue especialmente numerosa en las sesiones finales, el viernes por la tarde.

    La encuesta annima de evaluacin de las Jornadas arroja una alta valoracin en todos sus apartados,

    especialmente en la consecucin de los objetivos, satisfaccin de las expectativas personales, contenidos,

    metodologa, y organizacin. La ponencia ms destacada es la correspondiente a la batalla de Medelln,

    seguida a poco distancia de las dems, que reciben una calificacin semejante. La valoracin global

    de las Jornadas es la siguiente: un 35% le concede la ms alta valoracin (5), el 59% las evala como

    bien (4), y slo un 6% le otorga una estimacin de normal (3). Con respecto a las cuestiones a mejorar,

    recomiendan celebrarlas en una nica sede, dar ms publicidad en los medios y centrar ms la temtica

    en el perodo histrico. Por lo que se refiere a las observaciones generales que hacen a la organizacin,

    demandan que las Jornadas tengan continuidad.

    Todos los datos aportados confirman que este foro es necesario para el estudio de la historia local de

    la comarca de las Vegas Altas y de los territorios que abarcaba el antiguo Condado de Medelln.

    Por ltimo, es obligado agradecer el apoyo institucional recibido de las entidades promotoras y

    asesoras: Ayuntamientos de Medelln y Don Benito, as como de la Sociedad Extremea de Historia y

    del Foro para el Estudio de la Historia Militar de Espaa. Tambin es necesario dar las gracias a la Excma.

    Diputacin Provincial que, desde el principio, se comprometi para que estas Actas pudieran ver la

    luz; a la Consejera de Cultura de la Junta de Extremadura y a las entidades bancarias y empresas que

    han colaborado. Es de justicia dar las gracias a quines han formado parte de los Comits Cientfico y

    Organizador, as como a las muchas personas annimas que han colaborado en el diseo de la cartelera,

    en la organizacin de las mesas, en la puesta a punto de sonido e imagen, en la visita guiada a las

    excavaciones del teatro romano o en el servicio de atencin a los asistentes, ponentes y comunicantes,

    que se han volcado para lograr que todos, asistentes, autoridades, ponentes, comunicantes y visitantes

    en general se sintieran como en su casa. A ellos, nuestro ms profundo agradecimiento por su dedicacin.

    Por todo ello, debemos reiterar nuestra gratitud a todas y cada una de las personas que han trabajado

    desinteresadamente, el capital humano ha suplido ampliamente las dificultades econmicas. Vaya

    nuestro reconocimiento para los Alcaldes de los Ayuntamientos de Medelln y de Don Benito, para el

    Presidente de Sociedad Extremea de Historia, los miembros de los rganos directivos del Foro para el

    Estudio de la Historia Militar de Espaa, y especialmente por su generosidad a Jos ngel Calero, Juan

    ngel Ruiz, Felipe Lorenzana, Jacinto Barragn, Maribel Garca-Mora, Santiago Guerra, Fran Gallego,

    Juan Flix Galn, Ral Haba, M ngeles Moreno, as como a tantas y tantos jvenes voluntarios/as de

    diferentes asociaciones culturales de Medelln.

    Consideramos que en estas primeras Jornadas se ha desbrozado el camino. El trabajo ms difcil se

    ha hecho, ahora es necesario, con ayuda de todos, hacer posible su continuidad.

    Toms Garca Muoz.

    Secretara Tcnica de las Jornadas.

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    PONENCIAS

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    EXTREMADURA A FINALES DEL ANTIGUO RGIMEN1EXTREMADURAATTHEENDOFANCIENTRGIME

    Miguel ngel Meln JimnezCatedrtico de Historia Moderna

    Universidad de Extremadura

    1 El texto de esta intervencin resume las principales aportaciones de varios trabajos sobre esta temtica publicados por el autor en diferentes revistas especializadas y en las conferencias impartidas durante el ao 2008 con motivo del Bicentenario de la Guerra de la Independencia.

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    ACTAS DE LAS JORNADAS DE HISTORIA DE LAS VEGAS ALTAS:LABATALLADEMEDELLN

    Medelln - Don Benito, Sociedad Extremea de Historia - Excmos. Ayuntamientos de Medelln y Don Benito, 2009.

    Pgs. 17-31ISBN: 978-84-613-5602-7

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    En noviembre de 1808, cuando la guerra an no haba irrumpido en Extremadura, siguiendo instrucciones recibidas de la Junta Suprema, una multitud de jornaleros y artesanos se congregaba en la plaza mayor de Don Benito para proceder al alistamiento de los soldados que se incorporaran al ejrcito que, por orden de dicha institucin, iba a movilizarse en toda Espaa. De repente, y sin que hubiera motivo aparente que anunciara lo que iba a suceder, se escucharon unos gritos: Que baian a la guerra los ricos, que son los que tien na que perder i labran las dehesas. Al orlos, el responsable de la leva y los miembros del Ayuntamiento emprendieron una precipitada huida temiendo les quitaran la vida, pues se preparaban a ello con nabajas i puales. A partir de ese momento se desencadenaron una serie de manifestaciones de violencia que llevaron a los amotinados a perseguir e insultar a los vecinos honrados del lugar hasta en sus propias casas, segn refirieron testigos presenciales de los hechos. Vista la nula resistencia de las autoridades locales, camparon a sus anchas durante varios das y se entregaron a lo que verdaderamente les interesaba y que no era la primera vez que haban intentado: la ocupacin de las fincas de los poderosos.

    Se estn apropiando de propia autoridad las dehesas que algunos otros, sus convecinos, lleban en arrendamiento a pasto i labor, en las quales se han entrado arndolas y roturndolas tumultuariamente i amenazando que el que se los oponga le han de quitar la vida; cuias mismas amenazas hicieron al nuevo corregidor en la plaza pblica.2

    Nadie levant la voz para llamar a la resistencia contra los invasores ni cuestion la legitimidad dinstica de quien gobernara en esos momentos en Espaa, o manifest dudas sobre si el orden existente era o no legal.

    El annimo corresponsal que informa del tumulto a Floridablanca, en calidad de presidente de la Junta Suprema, se quejaba de la negligencia demostrada por las autoridades provinciales de Badajoz, que no enviaron fuerzas para reducir a los amotinados, y no acertaba a entender la desfachatez de estos grupos inferiores de la sociedad nada acostumbrados a tales tropelas i a ser los ms humildes a sus superiores e obedientes a la Justicia. Desde su punto de vista, resultaba inconcebible semejante atrevimiento sin que hubiera mediado una mano oculta que orientara sus acciones y diera contenido a lo que reivindicaban, responsabilizando a un fraile de la Orden de Alcntara de incitarles a la revuelta: Ea, hijos mos (eran sus palabras), no hai que dar cuidado; todos somos iguales, no hai ms diferencia de vosotros a m que estar lo ordenado; a arar, que por arar a nadie han de castigar.3 El religioso, segn el informante, natural del lugar, no saba latn ni haba dicho ms de tres o cuatro misas, pero haba arruinado a sus padres, viva con una amante, haba dilapidado sus dineros con el nivel de vida que llevaba, y tena contactos en Madrid y Badajoz con miembros de la nobleza titulada.

    Lo ocurrido en Don Benito anticipa las posiciones de ciertos sectores y aporta datos de inters para entender las primeras reacciones de algunos municipios a principios de la Guerra de la Independencia, que se ajustaron, en mi opinin, no al modelo de subversin revolucionaria inaugurado por la Revolucin Francesa, sino a los patrones y mecanismos por los que se regan las asonadas y motines de la Edad Moderna. Extremo ste de sumo inters para comprender los antecedentes de lo ocurrido en 1808 y el desenlace de lo que a partir de ese ao y hasta 1814 se ventil en Espaa.

    2 AHN. Estado, leg. 52A/85.3 AHN. Estado, leg. 52A/85.

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    1. Una tierra plagada de enormes desequilibrios

    En el sistema actual de Estremadura son una parte principal los jornaleros; esta clase abunda mucho en los pueblos porque escasea la de los propietarios, anotaba en su Informe sobre el partido de Llerena el oidor de la Real Audiencia, Manuel Antonio de la Pea.4 A mediados del siglo XVIII el Catastro de Ensenada incluye bajo esta condicin a 35.348 individuos, que representan el 9,13% del total de las 386.949 almas que contabiliza para Extremadura. En 1787 el Censo de Floridablanca eleva dicha cantidad a 47.272, que equivalen al 11,47% de los 412.041 habitantes de la Provincia. En trminos porcentuales, se habra producido un incremento del 33,73%. Si en ambos recuentos se incluyeran los mozos de labor y los criados cuya situacin no difera en exceso de los jornaleros, se pondra de relieve algo que los gobiernos ilustrados no previeron, pero que la historiografa se ha encargado de demostrar, cual es el fracaso de la poltica de repartos de tierras y la escasa incidencia de lo dispuesto en 1766 y 1770, en lo que a Extremadura se refiere. Esa masa de pequeos propietarios con la que soaron tantos ilustrados no pas nunca de bienintencionado deseo que no apuntalaron la reforma agraria emprendida en 1793 ni la desamortizacin de 1798.

    A los desajustes internos, vena a sumrsele cada ao, con periodicidad implacable desde la Edad Media, la complicacin derivada de la estancia durante los invernaderos de millones de merinas trashumantes que bajaban de las sierras castellanas a los pastizales extremeos. El sentir general de los naturales queda plasmado en las reflexiones de los ilustrados y los visitadores de la Audiencia de Extremadura, los cuales dejan constancia en sus informes de que las verdaderas hormigas que han aniquilado sta y otras poblaciones en la Provincia son los adehesamientos, los ganados trashumantes apoderados de ellos, y que cada dehesa, repartida entre pequeos propietarios, pudiera contener una poblacin de hombres y slo contiene una poblacin de ovejas. En ella pudiera haber hombres, ganados y labranza, y apenas hay ms que ganado; y se, intil a la Provincia.5

    Las reivindicaciones ante los agravios sufridos durante siglos cristalizaron a partir de 1761 con el contencioso que mantuvo la Provincia de Extremadura con el Honrado Concejo de la Mesta6. Las partes impresas de este dilatado proceso sern el Memorial Ajustado de 1771 y el Memorial Ajustado del Expediente de Concordia de 1783, piezas imprescindibles para analizar los problemas que afectaban a la agricultura y a la ganadera y para una mejor comprensin de la historia de Extremadura. La forma en que se resolvi el conflicto no satisfizo a ninguna de las partes en disputa, pero los esfuerzos del diputado pacense Vicente Pano y de quienes le acompaaron en su reivindicacin no resultaron baldos ni sus desvelos cayeron en saco roto. Aos ms tarde, en 1790, se instauraba la Real Audiencia de Extremadura, tribunal que recibira desde sus comienzos un tropel de denuncias contra los trashumantes.

    La asfixia que provocaba la falta de tierras para el cultivo y de pastos para el ganado comenzaba a inquietar a las autoridades, por lo que se esperaba mucho de la poltica reformadora en materia de reparto de terrenos incultos. En 1771, con ocasin de dicho pleito, el alcalde mayor de Don Benito transmita a Campomanes, que actuaba en calidad de fiscal, unos datos preocupantes. Segn l, poblaban la localidad 1.600 vecinos (algo ms de 6.000

    4 AHPC. RAEX, leg. 641, expte. 3.5 AHPC. RAEX, leg. 9.6 Meln Jimnez, M.A.: Estudio preliminar y edicin facsimilar del Memorial ajustado del expediente de concordia

    que trata del honrado concejo de la Mesta con la Diputacin general del Reyno y provincia de Extremadura ante el ilustrsimo seor Conde de Campomanes. Madrid. Imprenta de Blas Romn (Tomo I) y de Joachn Ibarra (Tomo II), 1783. Edicin facsimilar. Badajoz, 2006.

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    habitantes) y posean 550 yuntas (300 tiradas por bueyes y 250 por caballeras mayores y menores), repartindose cada ao 2.800 fanegas de tierra, a razn de cinco por yunta y sin dejar ningn espacio para el cultivo de los pegujaleros. A esto se aada que las dehesas del trmino tenan cabida para albergar 57.500 cabezas, de las cuales 51.180 eran aprovechadas por los trashumantes y slo 6.320 por ganados locales.7 La observacin de los visitadores de la Audiencia es contundente al respecto: De lo cual se deduce palpablemente la necesidad que este pueblo tiene tanto de tierras en que aumentar sus labores, quanto de dehesas en que mantener sus granjeras.8

    La asfixia de las economas campesinas extremeas era a todas luces evidente a finales del Antiguo Rgimen y la porcin del excedente productivo dedicada a satisfacer los diezmos, la renta agraria y las prestaciones seoriales, donde stas se mantenan, era cada vez mayor y provocaba un creciente movimiento de resistencia. Una vez satisfechos estos gravmenes, de la produccin total apenas quedaba margen para un posible ahorro o para invertir en mejoras que incrementaran los rendimientos de unas explotaciones condenadas inexorablemente al endeudamiento y para las que apenas existan alternativas al margen de las tradicionales y ya suficientemente experimentadas en Extremadura, como la bsqueda de empleos estacionales, la emigracin, el contrabando, y en zonas muy concretas, la compatibilizacin del trabajo asalariado con las manufacturas durante determinadas pocas del ao, conforme explican los modelos explicativos de la protoindustrializacin.

    Los informes elaborados por los visitadores de la Real Audiencia en 1791 se muestran implacables con estos grupos y sus autores denuncian los abusos en que incurran, antes que ponderar la resignacin cristiana de que hacan gala: no respetaban las horas fijadas para el trabajo; solicitaban continuos incrementos de los jornales; provocaban frecuentes alborotos; se tomaban atribuciones que nunca les haban sido permitidas e incidan en toda clase de desrdenes, de donde se segua una natural propensin a no querer sujetarse a servir ni tomar otro oficio que el ocio. De ah a optar por la bsqueda de soluciones extremas y marginales para intentar salir de la miseria apenas mediaba un paso.

    Las modificaciones que introdujeron en este panorama de desolacin las reales provisiones de 2 de mayo de 1766 y de 26 de mayo de 1770 fueron escasas, por lo que se depositaron todo tipo de esperanzas en el real decreto de 28 de abril de 1793 sobre Repartimiento de terrenos incultos y declaracin de las dehesas de pasto y labor 9, disposicin de corte radical cuyos efectos se dejaron sentir de inmediato en el campo extremeo; seal de alarma de que los niveles de descontento haban superado ya todos los lmites. La normativa conceda en propiedad los terrenos roturados, con exencin de diezmos y pago de un canon por tiempo de diez aos, transcurrido el cual se perderan los derechos adquiridos sobre los terrenos de no haberlos puesto en explotacin.

    A fin de aplicar el decreto de 1793, el alcalde mayor de Don Benito pregon un bando instando a los yunteros, senareros, jornaleros y braceros del lugar que desearan beneficiarse de lo estipulado en l para que se presentaran en el Ayuntamiento, en el plazo de quince

    7 Memorial Ajustado. Madrid, 1771, fols. 114 y ss.8 AHPC, RAEX, Interrogatorio de 1791, leg. 4.9 Nov. Recop., Libro VII, Tit. XXV, Ley XIX, D. Carlos IV en Aranjuez por Real dec. de 28 de Abril, inserto en cd. del

    Cons. de 24 de Mayo de 1793, Repartimiento de terrenos incultos; y declaracin de las dehesas de pasto y labor. Interesantes anotaciones al respecto se encuentran en el trabajo de A. Rodrguez Grajera, La ltima reforma agraria de los gobiernos ilustrados. El Real Decreto de 28 de abril de 1793, Congreso Internacional Manuel Godoy (1767-1851). Badajoz, 2003, pp. 149-176.

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    das, y as proceder conforme a los trminos acordados en la real provisin de 1770. En virtud de esta normativa, las tierras se distribuiran entre los labradores de una, dos y tres yuntas, concedindoles una suerte de ocho fanegas por cada yunta; a continuacin entraran en el reparto braceros, jornaleros y senareros, fijndose expresamente que la perderan si dejaban un ao de cultivarla o de pagar el canon establecido.10 Los solicitantes presentaron declaraciones juradas de las yuntas y de las tierras que posean, computndose en los listados 420 propietarios de yuntas menores, 194 de yuntas mayores y 505 pegujaleros, braceros, jornaleros y senareros. En atencin a todo ello, se repartieron 2.669 fanegas de tierra, que fueron ocupadas de inmediato.11

    La invasin de fincas no fue un hecho aislado y puntual, sino generalizable a otras muchas poblaciones extremeas donde la presin de los ganados forneos, la alianza de intereses con los propietarios de dehesas y la falta de tierras cultivables para ocupar a los estratos ms desamparados de la sociedad dominaban las estructuras productivas. La accin comportaba, como cabe deducir, el desahucio inmediato de los ganados trashumantes, que apelaron ante el Consejo de Castilla. Tampoco fue buena la reaccin de los propietarios de dehesas, que temieron males mayores al contemplar cmo unas tierras sobre las que haban decidido durante siglos a su antojo eran ocupadas por quienes trabajaban para ellos como mano de obra asalariada. En algunas localidades, como Esparragosa de Lares, los jornaleros, al pretender roturar su dehesa boyal, encontraron una feroz resistencia de los oligarcas locales, que con su alcalde ordinario a la cabeza y el apoyo de varios de su misma condicin concluyeron que primero se haba de arar el cielo, que dicha dehesa.12 El guarda de la dehesa Bodeguilla Bajera, ocupada por yunteros de la referida vecindad tras haber celebrado algunas juntas para tratar acerca del rompimiento, dej este impagable testimonio para la posteridad del ambiente de tensin que se vivi durante aquellos das: Que todo fue una revolucin, inquietudes, desobediencias y ocasiones a mayores lances, por el arrojo y desenfreno de los labradores.13 En semejante tesitura, el episodio con el que iniciaba mi intervencin resulta clave para esclarecer la actitud de los sublevados y los motivos que les haban conducido a la revuelta.

    2. La particular sensibilidad de una sociedad de frontera

    A finales del siglo XVIII Extremadura continuaba siendo una sociedad y una tierra de frontera, e incluso acentu dicha condicin, segn pusieron de manifiesto la continua vigilancia a que fue sometida y las motivaciones que desencadenaron la denominada Guerra de las Naranjas. Prxima a Portugal, alejada de la Corte, con un espacio altamente ruralizado y donde la ausencia de grandes ciudades y la dispersin de los ncleos de poblacin eran la caracterstica territorial que irradiaba sus consecuencias a los aspectos econmicos, sociales, culturales e ideolgicos de los hombres que la habitaban14.

    10 Nov. Recop., L. XVII, t. XXV, L. VII.11 AHPC, RAEX, leg. 666 (1).12 AHP, RAEX, leg. 227, expte. 50.13 AHP, RAEX, leg. 38. Sobre estos aspectos, de A. Rodrguez Grajera: La ltima reforma agraria de los gobiernos

    ilustrados. El Real Decreto de 28 de abril de 1793. Manuel Godoy y su tiempo (M.A. Meln, E. La Parra y F.T. Prez, eds.), t. I, Mrida, 2003, pp. 149-176.

    14 Melndez Valds, J.: Discurso de Apertura de la Real Audiencia de Extremadura (27 de abril de 1791). Ed. de M.A. Lama Hernndez. Mrida, 1991, pp. 63-64.

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    Pedro Rodrguez Campomanes, cuyas vinculaciones con Extremadura eran notorias15, fue consciente de que la conservacin y el aumento de su poblacin eran algo prioritario si se quera consolidar una autntica poltica de Estado. Entre otras razones, porque su territorio constitua la frontera ms importante de esta Monarqua, y en que hay ms verosimilitud de necesidad de unos Almacenes quantiosos para sostener los Exrcitos que hara indispensables un rompimiento con Portugal16. El mantenimiento de este espacio exiga desarrollar la agricultura, y no hacerlo impedira contar con efectivos para defender la frontera17.

    La necesidad de conservar un antemural tan necesario18 se superpona a cualquier otra consideracin, siquiera fuera por la inestabilidad que generaba un espacio que acoga y garantizaba la impunidad para conductas marginales que quedaban fuera de cualquier clase de control. En el verano de 1786, dentro del contexto de persecucin generalizada a que fue sometida la delincuencia a escala nacional por parte del Ejrcito, Juan de Ortiz, coronel comisionado por Carlos III para perseguir el contrabando en Andaluca, dejar su acuartelamiento de Lucena para frenar los desmanes que ocasionaban los malhechores en Extremadura y sobre los cuales haban advertido a Floridablanca el alcalde mayor de Don Benito y otras autoridades locales a finales de la primavera. Fracasado el intento de erradicarlos con la formacin de rondas civiles capitaneadas por los regidores municipales, y ante la negativa del capitn general de Extremadura a proporcionar auxilios a los ayuntamientos, los abusos de los forajidos haban ido en aumento, pero no hasta los extremos que relataba el alcalde en su desesperada misiva.

    Son tantos i tan frequentes los insultos que en todas estas cercanas i comarca se experimentan con los salteadores, vandidos y malhechores, los ms o todos contrabandistas, que tienen puesta a toda la gente en la mayor consternacin. Ninguno sale de su casa sin inminente peligro y riesgo, aguardando menos ser rovado de quanto lleva consigo por tan infames y malvados sbditos. No dejan stos casa alguna de campo en que no quiten pan, queso, carneros, escopetas i quanto hallan del caso para la prosecucin en su proterva vida. Roban los hatos o cargas de comida que sacan los criados de sus respectivos dueos para llevar a dichas caseras por manutencin semanal a los otros sirvientes que asisten de continuo en ellas; hurtan las cavalleras que encuentran en qualquiera dehesas, hasta los caballos padres, y hacen con los mayorales de las yeguadas violentas i lastimosas extorsiones para que los cojan i se los entreguen. Entran en los pueblos con la mayor insolencia y con tanto despotismo que no tan slo venden a unos su tabaco, sino que a otros hazen por fuerza comprarlo publicando hasta su venta y vociferando el que lo mismo se les da morir hoy que otro da, y que as tenga cuidado el que se les ponga por delante, si no quiere perder su vida. De forma, Seor Excelentsimo, que con especialidad todo el vecindario de este numeroso pueblo se halla atemorizado, sin atreverse a salir de sus casas desde el anochecer, ni aun abrir sus puertas a quien llame, a no ser que a repeticin de preguntas y respuestas lleguen a conocerle19.

    Floridablanca dar instrucciones para que enviara el alcalde mayor a dos vecinos del pueblo, prcticos en el terreno por donde suelen transitar los facinerosos y contrabandistas en estos contornos, a presentarse ante Ortiz en Sevilla para informarle y acordar una estrategia

    15 Casado con Manuela de Sotomayor Amarilla y Amaya, natural de Alburquerque, el asturiano adquiri en las inmediaciones de Mrida el denominado Coto de Campomanes; nombre con el que todava hoy se conoce a esta propiedad.

    16 Memorial Ajustado hecho en virtud de decreto del Consejo del expediente consultivo que pende en l, en fuerza de Real Orden..., fol. 26.

    17 Ibd., fol. 27.18 Ibd., fol. 56.19 AGS. SSH, 2.293. Don Benito, 19/5/1786.

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    conjunta para atraparlos. No muy lejos de esta poblacin pacense, en Medelln, se produca una nueva afrenta.

    El marqus de Torres Cabrera y don Francisco Ibarra Chacn, alcaldes ordinarios de la villa de Medelln, en la provincia de Estremadura, exponen en carta de 17 de este mes el abandono y desacato con que infestan a aquella villa, su trmino y comarca, quadrillas crecidas de hombres que, a pretexto de contravandistas, son unos famosos ladrones, salteadores de caminos, refiriendo algunos de sus excesos y atrocidades, singularmente la de que en el lugar de San Pedro, distante tres leguas de dicha villa, han robado a un vecino y forzado en su presencia y la de su hijo a la muger de este ltimo20.

    Una vez recibidas instrucciones de Lerena, Ortiz esper la llegada de los dos confidentes enviados desde Don Benito para dirigirse a Extremadura con doscientos soldados y su partida de indultados21. El adusto militar recoge en sus primeros escritos las prevenciones necesarias para enfrentarse a unos sbditos que, segn su parecer, son ms duros que los andaluces22. Con respecto al contrabando que persegua, y a diferencia de lo que haba observado en el interior de la regin andaluza, el coronel pronto comprendi que, por su proximidad y relaciones con las localidades portuguesas rayanas, las complicidades trabadas a uno y otro lado eran un factor ms y de extraordinaria importancia que aadir a sus preocupaciones. Es fcil suponer el enorme revuelo que debi producirse en la frontera durante aquel verano y la constatacin de lo que era una verdad a todas luces evidente de la que el militar dej constancia en su correspondencia con Pedro Lpez de Lerena, Secretario del Despacho Universal de Hacienda: Y que toda esta frontera de Portugal est llena de delinquentes, que por mi indisposicin y falta de tiempo no le expreso a V.E. nombre por nombre23.

    Sobre la comarca de Llerena, present el oidor Juan Jos de Alfranca y Castellote un documentado Informe, el 29 de mayo de 1791, a requerimiento del regente de la Real Audiencia de Extremadura, Arias Antonio Mon y Velarde, en respuesta a la Instruccin secreta que ste haba expedido para que los visitadores de los partidos averiguaran cuanto estuviera a su alcance sobre el contrabando. En el de Llerena formaba parte de las actividades de un nmero considerable de vecinos que tenan por oficio esta granjera ilegal, en la que ocupaban la mayor parte del ao emplendose como comerciantes de tabaco, panas, muselinas y otros gneros cuya introduccin y venta prohiban las leyes. Las causas de estos comportamientos eran sobradamente conocidas:

    Que hay varios de los que u obligados de la necesidad o estimulados del mal ejemplo de sus padres y convecinos, o atrados de la lisongera esperanza de recoger algn dinero con que fomentarse, costear las labores del campo o el surtido de sus respectibos oficios, hacen algunos viages a la Raya para introducir el tabaco y otros gneros en corta cantidad, que venden en sus casas clandestinamente o en las de algn amigo o compadre, de su pueblo o de los inmediatos; y finalmente, que si en la clase de los que ejercitan el contrabando han de contarse los que compran el tabaco y gneros prohividos para su propio uso, se hallarn mui pocos vecinos de los pueblos del partido a quienes no combenga el nombre de contrabandista24.

    Motivos, en definitiva, que justificaban semejante inclinacin en tierra donde la necesidad era superior a toda ley y en la que las solidaridades que encubran a los defraudadores

    20 AGS. GM, 4.248. Floridablanca a Lerena. Aranjuez, 15/6/1786.21 AGS. SSH, 2.293. Sevilla, 13/6/1786. 22 AGS. SSH, 2.293. Jerez de los Caballeros, 8/7/1786.23 AGS. SSH, 2.293. Badajoz, 15/7/1786. 24 AHPC. RAEX. Interrogatorio de 1790. Partido de Llerena, leg. 641, expte. 3.

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    levantaron una barrera casi insalvable para las gestiones que el magistrado pretenda concluir en la Campia extremea.

    Vistos estos antecedentes, no resultar complicado deducir las razones estratgicas de carcter militar y de poltica econmica que movieron a los gobernantes espaoles a desencadenar las hostilidades con motivo de la Guerra de las Naranjas. A poco que se considere lo dispuesto en el artculo IV del Tratado de paz y amistad suscrito en 1801, se entender, dentro del contexto y en la lgica de una monarqua que se vea amenazada desde varios frentes, el escaso margen de improvisacin que rode dicho conflicto25. Por no aludir al papel que desempeaba Olivenza, en calidad de enclave donde se refugiaban y eran atendidos de sus heridas cuantos forajidos mantenan enfrentamientos con los militares y los resguardos de rentas que los perseguan.

    3. Los antecedentes inmediatos de una crisis general

    La Guerra de la Independencia impact sobre una sociedad que, aparte de soportar las negativas consecuencias de los desequilibrios expuestos, vena padeciendo los rigores de las crisis de todo tipo (agrarias, epidmicas y mixtas) que se sucedieron desde finales de la dcada de los ochenta del siglo XVIII. La crisis agraria de 1789 afect a muchas localidades de la Alta y de la Baja Extremadura, si bien su intensidad no es comparable con la alcanzada por las que concluyeron la centuria e iniciaron la siguiente. El fro invierno de 1796 se complic con una feroz plaga de langosta que destruy las cosechas de granos de los partidos de La Serena, Trujillo, Mrida, Alcntara, el Condado de Medelln, y los estados de Capilla, Belalczar y la Puebla de Alcocer, hasta tocar en los pueblos de La Mancha, sin que haian livertado totalmente los partidos de Badajoz y Czeres.26

    La crisis de 1803-1804 vino precedida por una fuerte subida en los precios de los cereales, que alcanzaron sus niveles mximos en el otoo de 1803 y a principios de 1804. Las autoridades eclesisticas y los grupos acomodados se vieron obligados a mitigar con sus ingresos los efectos de una inestabilidad social que amenazaba con socavar los pilares sobre los que descansaba la sociedad del Antiguo Rgimen.27 As lo hicieron con sus limosnas el cabildo de la catedral de Coria y el obispo de Plasencia, quien en 1801 se dirigi al ministro de Hacienda, Miguel Cayetano Soler, y al intendente de Extremadura, Juan de Silva Pantoja, para ponerles al corriente de sus actuaciones en socorro de los pobres y solicitar de ellos que no se recargara con nuevas imposiciones a los pueblos de la provincia, ya de por s bastante endeudados como consecuencia de la calamidad de los tiempos y de los vales reales emitidos para atender las urgencias de la Corona.

    En 1803, el obispo Juan lvarez de Castro reparti para combatir la escasez de alimentos 39.700 rs. entre los vecinos de las localidades de Hoyos, la socampana de Coria, Santa Cruz, Ahigal, Galisteo, Alcntara, Brozas, Membro, San Vicente, Lagunilla, Pinofranqueado y sus alqueras, Las Hurdes, y en el arciprestazgo de Cceres.28 En octubre de ese ao, la corporacin municipal de Coria celebraba sesin extraordinaria en atencin a la gravsima necesidad y angustia que se padece, porque la inmensidad de las aguas y lluvias impiden absolutamente

    25 Tratado de paz y amistad entre los muy altos y poderosos seores D. Carlos IV, rey de Espaa, y D. Juan, prncipe regente de Portugal y de los Algarbes. Firmado en Badajoz, a 6 de junio de 1801. Madrid, en la Imprenta real, 1801.

    26 AHPC, RAEX, leg. 30. Circular de 6 de junio de 1796.27 AMC, leg. 24: Asiento de los seores seglares que subscriben con limosna boluntaria para el remedio de las

    nezesidades pblicas.28 ADCC, Documentacin sobre obispos, s.c.

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    las labores del campo y que puedan hacerse las sementeras, tanto ms precisas y de ms absoluta necesidad, quanto casi enteramente faltaron en este ao las cosechas de granos.29 El 22 de abril de 1804 la situacin comenzaba a escapar del control de las autoridades, por lo que la Junta de caridad de dicho municipio, a impulsos de la imperiosa necesidad, calamidad y miseria que motivan las circunstancias de los tiempos, y al de proveher de subsistencia a la multitud de mendigos e infelices que hay y han concurrido a esta poblacin, ha dispuesto establecer la sopa econmica prevenida por reales rdenes.30

    La guerra complic la situacin hasta extremos desconocidos por los coetneos; entre otras razones porque el aprovisionamiento de los ejrcitos, de uno y otro lado, y de la guerrilla recaa siempre sobre los ms desfavorecidos. Como mecanismo de autodefensa ante tales abusos, el campesino cultivar lo estrictamente necesario e intentar salvaguardar lo cosechado de las continuas requisas a que era obligado. Las observaciones de un oficial francs descubren los subterfugios de que se valan para las ocultaciones:

    Antes de abandonar sus viviendas, los campesinos haban escondido los granos en la parte menos aparente de sus casas, que haban tapiado con precaucin, pero la frescura del cemento o que tal dimensin interior no est de acuerdo con la dimensin exterior descubre con frecuencia este truco inocente. Nuestros soldados pasaban los das inspeccionando todo las habitaciones y la pared que provocaba cierta sospecha era derribada de inmediato. Otros pinchaban con las baquetas de los fusiles los jardines o los terrenos cercanos hasta que encontraban un obstculo, entonces se levantaba la tierra y aparecan sacos de trigo, jamones y tinajas repletas de vino.31

    En 1808, tras la marcha de Napolen, el rey Jos har perseguir hasta los lmites de Extremadura a rebaos de 7 a 8.000 ovejas merinas conducidos por efectivos del Primer Cuerpo de ejrcito, convertidos ahora en pastores por cuenta de algunos generales que robaban a los soldados y las ovejas a sus propietarios. Mientras, la tropa haba reducido sus provisiones a media racin de pan, y no reciba nada ms que muy poca carne y de forma poco frecuente, por lo que el hambre se manifestaba de forma espantosa y los hombres, agotados, entraban por centenares a diario en los hospitales.32

    En el verano de 1809, en Castilla la Nueva, el mariscal Victor tena a sus soldados debilitados y hambrientos. El ejrcito de Ney, que segua al de Soult en su retirada de Galicia, atravesaba la sierra de Bjar sin encontrar alimento. Algunos das despus acampaba cerca de Plasencia y con vino entretena un hambre permanente.33 Soult continu hasta Galisteo, y las penalidades que padecieron all sus hombres, en septiembre de 1809, eran recordadas aos ms tarde por uno de sus oficiales, Fantin des Odoards:

    Nunca olvidar las privaciones que tuve que soportar en Galisteo, donde pasamos ocho das en una inaccin que la falta de vveres haca ms insoportable que las ms rudas fatigas. En vano nuestros exploradores se esforzaban en completar la insuficiencia de la alimentacin; solo traan melones y sandas, frutas a las que estbamos poco acostumbrados y que devoradas en gran cantidad provocaron a los hombres clicos espantosos. Diez das ms tarde y habiendo agotado nuestros ltimos recursos, nuestro general se decidi hacer excursiones en varias

    29 AMC, Libros de acuerdos, sesin de 14/10/1803.30 AMC, Libros de acuerdos, sesin de 22/4/1804.31 Joseph-Jacques de Naylies, Mmoires sur la guerre dEspagne pendant les annes 1808, 1809,1810 et 1811, 338 pgs.

    Chez Magimel, Anselin et Pochard, Pars, 1817, pg. 20832 Carta del rey Jos I del 19 y 24 de mayo de 1808, carta del rey Jos a Napolen de 23 de junio de 1809, y memorias

    de Blaze, Thirion, carta de Saint Cyr a Berthier. 33 Maroto, J.: La agricultura y la alimentacin durante la Guerra de la Independencia. Ejemplar mecanografiado.

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    direcciones para conseguir vveres. Dos de ellas consiguieron mucho trigo en Montehermoso. Al carecer de molinos los soldados, agotados, deben molerlo con dos piedras y hacer galletas con esta falsa harina.34

    La crisis de mayor virulencia, por coincidir en todas sus manifestaciones cuantos factores adversos podan agravarla, fue la de 1811-1812, a la que se aadieron las dificultades para la provisin de alimentos y los estragos causados por la guerra. El conde de Toreno describe la situacin en trminos dramticos:

    Entre las plagas que ahora afligan a la nacin y que eran consecuencia de la guerra y de la devastacin francesa aparecan, entre las ms terribles, la escasez y su compaera el hambre. Apuntamos cmo principi en el ao pasado. En ste lleg a su colmo, especialmente en Madrid, donde costaba a primeros de marzo, el pan de dos libras a 8 y 9 reales, ascendiendo en seguida a 12 y 13. Hubo ocasin en que se pagaba la fanega de trigo a 530 y 540 reales; encarecindose los dems vveres en proporcin y yendo la penuria a tan grande aumento que aun los troncos de las berzas y otros desperdicios tomaron valor en los cambios y permutas, y se buscaban con ansia. La miseria se mostraba por calles y plazas y se mostraba espantosa. Hormigueaban los pobres, en cuyos rostros se representaba la muerte, acabando muchos por expirar desfallecidos y ahilados. Mujeres, religiosos, magistrados, personas antes en altos empleos, mendigaban por todas partes el indispensable sustento. La mortandad subi por manera que desde septiembre de 1811 que comenz el hambre, hasta julio inmediato (1812), se sepultaron en Madrid unos 20.000 cadveres; estrago tanto ms asombroso, cuanto la poblacin haba menguado con la emigracin y las desdichas.35

    En febrero de 1812, en muy pocos pueblos se come pan, unas familias emigran, otras buscan alimento en las yervas del campo y algunas personas han muerto de hambre, segn las reiteradas quejas de la Junta Suprema de Extremadura.36 El escalofriante testimonio que el cura de Aldea del Cano dej anotado el 20 de marzo de 1812 en el libro de difuntos de su parroquia evita cualquier clase de comentario: A qualquiera que lea las partidas anteriores no le cause novedad que todos fallezcan sin Sacramentos; la hambre ha causado la muerte de stos; vale en el da un pan de dos libras ocho reales; no hai quien ocupe a nadie al trabajo. Se han comido en este pueblo, en los principios, gatos, perros; despus lobos y zorras, cada una de stas vala tres reales; los he visto dar por ellas las cavalleras que moran de necesidad. Tambin sirven de alimento a muchos; para que conste a la posteridad, lo anoto.37

    4. Un pequeo resquicio para la esperanza. Extremadura en la Espaa de la Ilustracin

    La caracterstica del espacio que ocupaba la Provincia; la estructura del poblamiento; la dedicacin socioprofesional de los extremeos, eminentemente orientada hacia labores agrcolas y ganaderas; la existencia de unas lites preocupadas sobremanera en perpetuar su estatus y su fortuna; la escasez numrica de una burguesa emprendedora y el raquitismo de las profesiones liberales; la insuficiente o nula formacin de aquellos sobre los que recaa el poder,

    34 Louis- Florimond Fantin des Odoards, Journal du gnral Fantin des Odoards. Etapes dun officier de la Grande Arme, 1800 1830, Plon Paris 1895, pginas 259 a 261

    35 Jos Mara Queipo de Llano, Conde de Toreno: Historia del Levantamiento, guerra y revolucin en Espaa, Baudry , Librera Europea Pars, Nueva edicin, 1851, Tomo III pginas 101 y 102.

    36 Gmez Villafranca, R.: Extremadura en la Guerra de la Independencia Espaola. Memoria histrica y coleccin diplomtica. Badajoz, 1908, doc. 169, p. 410.

    37 ADCC, Libro de difuntos de Aldea del Cano (11), fol. 517v.

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    y la prctica inexistencia de canales por los que penetraran la nuevas corrientes de pensamiento y las reformas que en materia de economa, educacin y cultura estaban llevndose a cabo en otros territorios, hacen que, a priori, los trminos Extremadura e Ilustracin se presenten como antagnicos. La historiografa espaola sobre el siglo XVIII seala, a grandes rasgos, dos visiones sobre el particular: de un lado, niegan su existencia; de otro, la vinculan a grandes nombres extremeos de la centuria, como Juan Pablo Forner, Juan Melndez Valds y Vicente Garca de la Huerta.

    En cuanto al papel que asumieron con respecto a la introduccin y asimilacin de los presupuestos de la Ilustracin en Extremadura estas tres importantes figuras de la cultura espaola de la poca, ha de sealarse que si bien eran naturales de Mrida, Ribera del Fresno y Zafra, los tres desarrollaron su actividad profesional fuera de la Provincia. Por tal motivo, parece necesario establecer la diferencia gramatical sobre la que pona su atencin Alfonso Rodrguez Grajera no hace mucho en un sugerente trabajo38 y atender no slo a los ilustrados de Extremadura, sino a la Ilustracin en Extremadura, pues es este segundo aspecto el que nos acerca a la realidad social del siglo XVIII, a las caractersticas que adquiri el movimiento cultural, al modo en que hasta aqu llegaron las nuevas ideas, a los mbitos a los que afect y las consecuencias que de ellas se derivaron.

    En este contexto, la Inquisicin centraba sus esfuerzos en perseguir la ideologa ilustrada, por considerarla de marcado carcter antirreligioso y creer que dinamitaba los cimientos sobre los que se levantaba el Antiguo Rgimen. Numerosas obras fueron censuradas y los principales autores franceses engrosarn las listas del ndice de libros prohibidos. Sin embargo, los tentculos del Santo Oficio no pudieron impedir que las ideas revolucionarias y los ecos de la Marsellesa resonaran en Extremadura. En 1794, un estudiante de derecho de la universidad de Salamanca difundi en la localidad de Villamiel un manuscrito titulado Exhortacin al pueblo espaol, para que deponiendo la cobarda se anime a cobrar sus derechos39; ese mismo ao, en Almendralejo, dos presbteros fueron detenidos por la posesin y difusin del escrito A la nacin espaola, editado en 1792 por Marchena en Bayona. En Cceres, Fregenal de la Sierra, Valencia de Alcntara, Llerena o Jerez de los Caballeros sucedieron episodios similares. La publicacin en 1814 del Catecismo patritico o del ilustrado y virtuoso espaol, escrito por Martn Batuecas Santibez, aunque secuestrado en imprenta, es buena prueba de ello.

    La falta de una estructura en la enseanza y la carencia de centros en muchas localidades hacan de ste uno de los mayores problemas y del analfabetismo mal endmico. Los testimonios recogidos al norte y al sur de la regin por los visitadores de la Real Audiencia evidenciaban el desorden que imperaba en materia educacional y la falta de recursos, pues si bien la educacin pblica dependa de los ayuntamientos, nunca constituy la principal de sus preocupaciones. En las 332 poblaciones extremeas, a finales del siglo XVIII, slo haba 273 escuelas de primeras letras40, de las que 19 eran de nias y 40 mixtas, muchas de las cuales, como consecuencia de la falta de recursos, estaban regidas por personas que carecan de la licencia de maestros.

    38 Rodrguez Grajera, A.: La Ilustracin en Extremadura. En prensa. Las pginas que siguen resumen los principales contenidos de este trabajo que, generosamente, me ha permitido utilizar su autor.

    39 Fernndez Nieva, J.: Inquisicin frente a ilustracin y Revolucin. Historia de la Baja Extremadura. Badajoz, 1985.40 Rodrguez Cancho, M.: Caracteres educativos en Extremadura a finales del siglo XVIII. Homenaje a Pedro Sinz

    Rodrguez. III. Madrid, 1986.

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    El nivel pedaggico intermedio tampoco trasluca el espritu de las Luces. Las escuelas de gramtica y las ctedras de latinidad, regentadas principalmente por la Iglesia, servan como medio de promocin social y estrategia patrimonial para los que a ellas asistan. De ah las propuestas de supresin que los funcionarios de la Real Audiencia realizaron, con las que tambin pretendan solucionar los problemas financieros de la enseanza primaria. Las rdenes religiosas, entre ellas los franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, seguan instruyendo a sus alumnos en los postulados de una educacin religiosa tradicional. La enseanza superior era inexistente, en parte, por el escaso o nulo inters que por ella mostraban los miembros de la nobleza y los grupos de poder, los nicos con posibilidades de iniciar este tipo de estudios.

    Las Sociedades Econmicas de Amigos del Pas, que contaron con el apoyo de los gobiernos reformistas de Carlos III, contribuyeron asimismo a la difusin de las ideas ilustradas por todo el territorio espaol. En Extremadura hubo algunos intentos de creacin de estas entidades, aunque no todos culminaron con xito41. El entusiasmo inicial que despert la de Plasencia pronto se convirti en fracaso, tal y como se deduce de la respuesta al Interrogatorio de la Real Audiencia. En 1787 se funda otra en Trujillo, pero se extinguira en 1802; Don Benito contempl la posibilidad de contar con una, pero nunca solicit su creacin, y s lo hicieron Zafra, Coria que aunque promovida por el Duque de Alba nunca se constituy, y Villafranca de los Barros, que fue denegada en 1805, por ser una poblacin muy pequea.

    Pese a todo lo dicho, se advierte en Extremadura un espritu reformista fomentado por los poderes pblicos, y que contaba entre sus objetivos la bsqueda de soluciones a la falta de productividad, a la desigualdad, a la miseria y a la incultura, que convirtiesen a esta Provincia y a sus habitantes en individuos tiles al Estado42. Testimonio de ello es la labor desempeada por los Intendentes de la Provincia de Extremadura, entre los que destaca Jernimo de Uztriz, que centr su actividad en propuestas de carcter econmico y orientadas a poner en marcha un proceso de racionalizacin de la agricultura, el fomento y la creacin de industrias y el desarrollo de las relaciones comerciales. La fundacin de la Real Audiencia de Extremadura vino a reforzar estos planteamientos, y con el Alto Tribunal lleg a estas tierras un grupo de intelectuales y profesionales cuyas funciones no se limitaron exclusivamente al conocimiento de los partidos que recorrieron, sino que desplegaron un fuerte compromiso social que se tradujo en la propuesta de soluciones para hacer frente a los problemas que, heredados de siglos, acuciaban a la Provincia y a cuantos aqu habitaban. Nombres como los de Juan Jos de Alfranca y Castellote, Juan Antonio de Iguanzo, Melchor Basadre o Arias Antonio Mon y Velarde, su primer regente, ocupan por mritos propios un lugar de honor en el panten de los hijos ilustres de Extremadura43.

    Impresiones de dos escritores sobre Extremadura (1791-1835)

    Juan Melndez Valds. Discurso sobre los grandes frutos que debe sacar la provincia de Extremadura de su Nueva Real Audiencia, y plan de tiles trabajos que sta debe seguir para el da solemne de su instalacin y apertura, 27 de abril de 1791.

    Pero Extremadura ha sido hasta aqu en el imperio espaol una provincia tan ilustre y rica como olvidada, aunque nunca le hayan faltado hijos insignes que pudieron darle su parte en la administracin pblica, como otras la han tenido. Todo est por crear en ella, y se confa

    41 Demerson, P.: Las Sociedades Econmicas de Extremadura en el siglo XVIII. Revista de Estudios Extremeos, XXVIII, 3 (1972), pp. 579-596.

    42 Rodrguez Grajera, A.: Ibdem.43 Pereira Iglesias, J.L. y Meln Jimnez, M.A.: La Real Audiencia de Extremadura. Fundacin y establecimiento

    material. Mrida, 1991.

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    hoy a nosotros. Sin poblacin, sin agricultura, sin caminos, industria ni comercio, todo pide, todo solicita, todo demanda la ms sabia atencin, y una mano reparadora y atinada para nacer a su impulso, y nacer de una vez sobre principios slidos y ciertos, que perpeten por siempre la felicidad de sus hijos y, con ella, nuestra honrosa memoria. Hasta aquella escasa porcin de conocimientos que en otras provincias se suele hallar entre sus nobles y su clero es aqu por lo comn ms limitada; la veris envuelta en sombras y tinieblas espesas. En medio de un suelo frtil y abundante, como aislados en l y apartados de la metrpoli por muchas leguas, sin puertos ni ciudades de grande poblacin, donde unindose los hombres se corrompen y se instruyen, perfeccionan sus artes y sus vicios, ni el clero, ni los nobles de Extremadura pudieran cultivar hasta ahora sus ricos y admirables talentos segn sus honrosos deseos. As que, retirados y ociosos en el seno de sus familias, con unas almas grandes y elevadas, pero duras y encogidas, han cuidado ms bien de disfrutar sus gruesos patrimonios y acrecentar sus granjeras, que de salir a ilustrarse ni ejercitar su razn en el pas inmenso de las ciencias. No es culpa suya, no, esta escasez de luces. Enclavados, por decirlo as, en lo postrero de Espaa, en un ngulo de ella poco frecuentado; sobrados en su suelo y sus hogares, sin deseos vivos que satisfacer por medio de la instruccin, y sin colegios ni estudios pblicos donde recibirla dignamente, no les ha sido dado otra cosa, ni aquella activa impaciencia de la necesidad, superior a los estorbos, que todo lo allana y lo sojuzga. Y esta ilustre provincia, cuyo genio pundonoroso la arrastra al herosmo en todas las carreras, cuyos hijos se han sealado siempre en cuanto han emprendido de grande y de difcil, y que con las famosas conquistas de sus Pizarros y Corteses mud en otro tiempo la faz de Europa, abri al comercio y la industria las anchsimas puertas de un nuevo mundo, y a la sabidura un campo inmenso, una inexhausta mina de observaciones y experiencias en que ocuparse y engrandecerse; es hoy, por desgracia, la menos industriosa de las que componen el dominio espaol, y la que menos goza de sus inmortales hijos.

    M.J. de Larra: Impresiones de un viaje. ltima ojeada sobre Extremadura. Despedida a la Patria, Coleccin de artculos dramticos, literarios, polticos y de costumbres. Crtica, Barcelona, 1997. Artculo publicado el 19 de julio de 1835, en la Revista-Mensajero, n 141.

    Considerada la Extremadura histricamente, ofrece al viajero multitud de recuerdos importantes y patriticos, y hace un papel muy principal en nuestras conquistas del Nuevo Mundo; de ella salieron la mayor parte de nuestros hroes conquistadores. Hernn Corts reconoce por patria a Medelln, y Pizarro a Trujillo. Este ltimo pueblo conserva un carcter severo de antigedad que llama la atencin del viajero; los restos de sus murallas, y multitud de edificios particulares repartidos por toda la poblacin, tienen un sello venerable de vejez para el artista que sabe leer la historia de los pueblos y descifrar en sus monumentos el carcter de cada poca.

    Pero considerada la Extremadura como pas moderno en sus adelantos y en sus costumbres, es acaso la provincia ms atrasada de Espaa, y de las que menos inters ofrecen al pasajero.

    Si se excepta la Vera de Plasencia y algn otro punto, como Villafranca, en que se cultiva bastante la via y el olivo, la agricultura es casi nula en Extremadura. La riqueza agrcola de la provincia consiste en sus inmensos yermos, en sus praderas y encinares, destinados a pastos de toda clase de ganados. Antes de la guerra de la Independencia y del decaimiento de la cabaa espaola, las dehesas eran un manantial de riqueza para el pas, y sobre esa base se han acumulado fortunas colosales. An en el da, produciendo ms la tierra de las dehesas que

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    la puesta a labor, fcilmente se concibe que la provincia debe de ser sumamente despoblada, y reasumida la poca riqueza en unos cuantos seores o capitalistas, resulta una desigualdad inmensa en la divisin de la propiedad. El sistema de las dehesas es sumamente favorable adems a la caza, de suerte que el pobre no halla ms recurso que ser guarda de una posesin, cuando tiene favor para ello, o darse a aquel ejercicio. As es que hay pueblos enteros que se mantienen como las sociedades primitivas, y que estn a dos dedos del estado de la naturaleza; ejercen su profesin as en los terrenos de los propios como en los de pertenencia particular; en ninguna provincia puede estar ms desconocido el derecho de propiedad.

    El hombre del pueblo en Extremadura es indolente, perezoso, hijo de su clima y en extremo sobrio. Pero franco y veraz, a la par que obsequioso y desinteresado. Se ocupa poco de intereses polticos y, encerrado en su vida oscura, no se presta a las turbulencias. Animada en el da la provincia del mejor espritu por la buena causa, si no har gran peso en la balanza liberal, tampoco ofrecer un foco ni un asilo a los traidores.

    La industria no existe ms adelantada que la agricultura; alguna fbrica de cordelera, de cinta, de pao burdo, de bayeta, de sombreros y de curtidos (sobre todo en Zafra) para el consumo del pas, son las nicas excepciones a la regla general; por lo dems tampoco sus habitantes echan mucho de menos sus productos; las casas, mseramente alhajadas, no admiten superfluidad ninguna; si se exceptan las pocas habitaciones de algunas personas de dinero y gusto, que en los pueblos principales hacen venir de fuera a gran costa cuanto necesitan, se puede asegurar que la vivienda de un extremeo es una verdadera posada, donde el cristiano no puede menos de tener presente que hace en esta vida una simple peregrinacin y no una estancia.

    Una vez conocido el estado de la agricultura y de la industria, fcil es deducir de cun poca importancia ser el comercio. Encerrada entre Castilla la Nueva, Portugal y Andaluca, sin ros navegables, sin canales, sin ms caminos que los indispensables para no ser una isla en medio de Espaa, sin carruajes, ni medios de conduccin, quin podra traer a una provincia despoblada, y acostumbrada a carecer de todo, sus productos, en cambio de los cuales slo puede ofrecer a la exportacin alguna lana (porque es sabido que los ms de los ganados que gozan sus pastos no son extremeos), algn aceite que enva al Alentejo, algn camo, miel, cera, piaras de cerdos y embuchados hechos de este precioso animal? El comercio de importacin es casi nulo, y la exportacin se podra reducir a la que se hace de ganados en la feria famosa de Trujillo, y a la que practican sus clebres choriceros en los mercados de Madrid.

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    EL SURGIMIENTO DE LAS NUEVAS LITES EXTREMEAS DEL LIBERALISMO (1808-1814)

    THEUPRISINGOFTHENEWELITESOFLIBERALISMINEXTREMADURASPAIN(1808-1814)

    Fernando Snchez MarroyoCatedrtico de Historia Contempornea.

    Universidad de Extremadura

    RESUMEN: La Guerra de la Independencia, adems de conflicto militar, abri el paso al desarrollo de un proceso poltico de imprevisibles consecuencias. La quiebra de las instituciones de gobierno del Antiguo Rgimen oblig a crear novedosas instancias de poder que, si bien iban a ser controladas por las figuras del pasado, permitieron la apertura de un proceso constituyente, de caractersticas revolucionarias. Revolucionarias porque rompa con el ordenamiento sociopoltico tradicional. Fue necesario improvisar una nueva clase poltica que encauzara tanto el vaco existente, como las aspiraciones de cambio presentes en sectores ilustrados de la sociedad espaola.

    La convocatoria de las Cortes de Cdiz, extraordinarias y ordinarias, abri un doble proceso electoral que oblig a seleccionar a un grupo de diputados encargados de dar una salida a la nueva situacin poltica creada. Aqu aparecieron los primeros representantes elegidos por el pueblo, todos ellos personajes destacados del Antiguo Rgimen y con muy distintas concepciones sobre la forma de encauzar el futuro de la nacin espaola. Clrigos, aristcratas y abogados nutrieron sus filas. En el plano local, la normativa electoral vigente oblig a que todos ellos tuvieran un lazo de unin con Extremadura. Por eso, prcticamente todo el espacio provincial qued representado.

    Palabras clave: Guerra de la Independencia, Antiguo Rgimen, Liberalismo.

    ABSTRACT: The War of Independence, besides a military conflict, gave way to the development of a political process of unforeseeable consequences. The breakdown of the institutions of the Ancient Regime forced to create new instances of power that, although they would be controlled by leaders of the past, allowed the opening of a constituent process of revolutionary characteristics, since they broke up with the traditional socio-political order. It was necessary to improvise a new political class that filled in the existing emptiness, as well as the aspirations of change in illustrated sectors in the Spanish society.

    The call of Cortes of Cdiz, both extraordinary and ordinary, opened up a double election process that forced to select a group of deputies in charge of solving the new political situation. Thus, the first representatives elected by the people were chosen, all of them being outstanding figures of the Ancient Regime clergymen, aristocrats and lawyers with different views of the political situation. Locally, the legal norms in force linked them all up with Extremadura. Consequently, basically the entire region was represented.

    Key words: Independence War, Ancient Regime, Liberalism.

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    ACTAS DE LAS JORNADAS DE HISTORIA DE LAS VEGAS ALTAS:LABATALLADEMEDELLN

    Medelln - Don Benito, Sociedad Extremea de Historia - Excmos. Ayuntamientos de Medelln y Don Benito, 2009.

    Pgs. 33-49ISBN: 978-84-613-5602-7

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    1. Guerra y Revolucin en Espaa

    Guerra y Revolucin son dos conceptos consubstanciales a la contemporaneidad, sobre todo el segundo. Definen realidades que han tenido un gran protagonismo en los siglos anteriores, pero que hoy, cuando vivimos en una cultura de la paz y del consenso democrtico, han perdido todo el prestigio de que gozaban. La guerra, posiblemente una de las actividades ms antiguas del hombre, con su correlato de intenso sufrimiento, motiva en nuestros das un rechazo tico generalizado. Lo mismo cabe decir de la revolucin, sinnimo de cambio radical que histricamente ha caminado unida al empleo de la violencia. Aunque en estos tiempos siguen desarrollndose revoluciones sangrientas en pases con escasa vertebracin social, no puede dejarse de lado, por su carcter ejemplar, lo ocurrido tras el derrumbamiento del modelo sovitico en los pases del Este de Europa.

    La cada de los regmenes comunistas y su sustitucin por un sistema democrtico, a fin de cuentas una profunda revolucin poltica, social y econmica, se realiz en la mayora de los casos de manera pacfica. En su momento, cuando se hizo evidente la irreversible crisis sovitica, fueron numerosos los libros, de muy diversa categora y contenido y con mayor o menor acierto en el anlisis, que abordaban la cuestin y en cuyo ttulo apareca precisamente el trmino revolucin1.

    ste veterano concepto, de tanto prestigio en el pasado y de discutible funcionalidad en pases avanzados, genera, adems, dudas sobre su eficacia a la hora de garantizar la libertad de los seres humanos. Porque hubo momentos en los que la nica salida para terminar con las situaciones de opresin era precisamente el empleo de la violencia. Su uso encontraba la legitimidad moral en la necesidad de superar estos profundos cuadros de injusticia social. Esto explica la permanencia de ciertas adherencias sentimentales, que mueven a crculos muy ideologizados a mantener su fidelidad a vetustas experiencias revolucionarias ya agotadas por el paso del tiempo. Es el caso de Cuba y su envejecido dictador, cuya decadencia es todo un smbolo del paralelo deterioro del propio sistema que cre.

    En el fondo no deja, pues, de representar esta actitud de verdadero fanatismo una clara manifestacin de la relacin del discurso y la praxis revolucionaria con la tradicional vivencia religiosa. Porque como sostiene el filsofo poltico britnico John Gray, un renegado del thatcherismo, la revolucin no sera ms que una heredera del cristianismo, una versin laica de la creencia en la redencin universal2. Si la religin ensea que la salvacin se halla en el reencuentro con la divinidad, la revolucin mostrara que la emancipacin colectiva se lograra en este mundo. Sera un proceso materializado a travs de la Historia, lo que implicaba, muy en la lnea del pensamiento ilustrado, una confianza en el progreso constante de la Humanidad.

    Ambos conceptos, guerra y revolucin, permiten caracterizar de manera precisa el conjunto de acontecimientos que vivi la sociedad espaola hace doscientos aos, entre 1808 y 1814. La dinmica histrica experiment un desarrollo crecientemente acelerado que supuso

    1 Eguiagaray, F., Europa del este: la revolucin de la libertad, Madrid, Ed. del Drach, 1991; Dahrendorf, R., Reflexiones sobre la revolucin en Europa. Carta pensada para un caballero de Varsovia, Barcelona, Emec, 1991; Hidalgo, M., La revolucin blgara de 1989-1990. El surgimiento de la sociedad civil, Madrid, Siddharth Mehta, 1991; Castells, M., La nueva revolucin rusa, Madrid, Sistema, 1992; Ferrary, Alvaro y Caspistegui, F. Javier, Rusia entre dos revoluciones (1917-1992), Pamplona, Eunsa, 1994; etc.

    2 Gray, John, Misa negra. La religin apocalptica y la muerte de la utopa, Barcelona, Paids, 2008.

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    un reto, de distinto calado, para todos los grupos sociales. Las elites tradicionales se vieron con frecuencia superadas por la magnitud y gravedad de los problemas a resolver y el pueblo llano, sobre cuyas espaldas recay el peso de la crisis, fue el gran perdedor.

    Los contemporneos ms conscientes percibieron la doble trascendencia del proceso vivido por Espaa. De manera que los dos trminos aparecieron ya en los ttulos de los primeros trabajos que, antes o poco despus de finalizado el duro conflicto, trataron de explicar lo sucedido en aquellos aos. Guerra contra el invasor, pero tambin radical transformacin del modelo poltico. Era un intento de aclimatar novedosas experiencias de gestin pblica, importadas de fuera y todava no consolidadas.

    Desde el primer momento cada autor describi lo ocurrido en funcin de su posicionamiento ideolgico. Los liberales obviamente primaron su componente poltico. As, lvaro Flrez Estrada public en Londres 1810 una Introduccin para la historia de la Revolucin en Espaa y Jos Clemente Carnicero edit en Madrid nada ms terminar los acontecimientos, una Historia razonada de los principales sucesos de la gloriosa revolucin de Espaa. Con la vuelta al absolutismo de Fernando VII, estos comprometidos ttulos desaparecieron y todo qued en una asptica Guerra Napolenica3. Pero desaparecido el monarca, a partir de 1833 volvieron definitivamente las antiguas acepciones que ahora encontraban, en el cambio poltico iniciado, su adecuada justificacin.

    Porque Espaa conoci una guerra, cruel como todos los conflictos blicos, en la que el sufrimiento de la poblacin nacional alcanz lmites desconocidos hasta entonces, con un impresionante volumen de vctimas. Desde luego no era la primera vez que el suelo espaol padeca el desarrollo de un conflicto internacional. Haca un siglo que el pas haba visto en su territorio, durante el pleito sucesorio a la muerte de Carlos II, la presencia de ejrcitos extranjeros y duras batallas. Sin embargo, nunca hasta aquel momento un pas que haba sido el ms poderoso de su tiempo haba conocido tan humillante desastre. Poco antes un expolio de tan colosales dimensiones resultaba algo inconcebible para una nacin de la categora de Espaa.

    Ocupada y recorrida por tropas extranjeras, tanto amigas como enemigas, vio sus vas de comunicacin destruidas, sus propiedades robadas, sus costumbres despreciadas y su poblacin humillada. Espaa debi proceder, en medio de una profunda desarticulacin administrativa, a reconstruir el modelo poltico. Era una tarea prioritaria, ante el desmoronamiento de las viejas instituciones de gobierno del Antiguo Rgimen, incapaces de hacer frente con eficacia a la situacin creada. Se gener as una dinmica de imprevisibles consecuencias, que desbordara la capacidad de gestin de aquellos que protagonizaron los acontecimientos. Ejemplo caracterstico de la confusin reinante fue la actitud del obispo de Orense, elegido en 1810 en Badajoz diputado a las Cortes de Cdiz con el consenso de todos, pero incapaz de admitir la supremaca poltica del organismo del que terminara excluido.

    Espaa, aunque aport ideas propias, no invent nada, adapt lo que otros haban ya ensayado. Porque la Ilustracin haba comenzado a socavar las bases intelectuales que sostenan el Antiguo Rgimen y solo faltaba concretar en una prctica poltica nueva lo que aquellas ideas llevaban implcito. Lo sucedido en las colonias inglesas de Amrica y Francia a finales del siglo XVIII intentaba cubrir ese objetivo de crear un modelo participativo que, no es posible olvidar, vena practicndose en Gran Bretaa desde tiempo atrs. En todos

    3 Moliner, A., A vueltas con la Guerra de la Independencia en Ayer, 66 (2007), pp. 253 y ss.

    Fernando Snchez Marroyo

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    La Batalla de M

    edelln (28 de marzo de 1809)

    estos mbitos el cambio de rgimen llev consigo, en distintos grados y en contextos muy diferentes, el uso de la violencia.

    Las fuerzas tradicionales que monopolizaban el sistema de dominio poltico y social no estaban dispuestas a ceder sus prerrogativas. Haba, por tanto, que aprovechar cualquier fisura que se produjese y debilitase aquella rgida y monoltica estructura de poder. La quiebra originada por la guerra, al deslegitimar una forma de gestin pblica, era una buena ocasin que no se poda dejar pasar. Por eso los liberales, no muy numerosos, pero s muy activos, aprovecharon la ocasin para llevar a cabo un profundo reajuste, revolucionario, de las lneas maestras del Estado. De esta forma, de manera paralela a la guerra, Espaa vivi un proceso poltico que llevara, tras la quiebra del Antiguo Rgimen, al surgimiento del Rgimen liberal, un modelo representativo en el que desapareca el poder absoluto del monarca y los privilegios econmicos de la nobleza derivados de la jurisdiccin.

    Los constructores de la Memoria, sobre todo los historiadores, hemos montado una interpretacin de aquellos hechos que ya uno de los ms destacados partcipes en los acontecimientos supo caracterizar. Efectivamente, Jos Mara Queipo de Llano, VII Conde de Toreno (1786-1843) fue el autor de una amplia monografa que analizaba lo ocurrido en Espaa en aquellos aos. El ttulo supo reflejar la estructura dual del proceso4. El poltico asturiano calibr la trascendencia de aquellos hechos en cuyo desarrollo, llenos de peripecias y constantes vueltas atrs, tuvo un gran protagonismo5.

    Los acontecimientos hay que enmarcarlos en su contexto significativo. Una coyuntura internacional caracterizada por la hegemona de Napolen y una coyuntura nacional que reflejaba las tensiones existentes entre las elites tradicionales, que, aterrorizadas por lo sucedido en Francia, discrepaban sobre los lmit