abate brispot - la vida de nuestro señor jesucristo

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LA VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTOESCRITA POR LOS CUATRO EVANGELISTAS EXPLICADA Y ACLARADA POR LOS SS. PADRES Y LOS HOMBRES MAS CELEBRES QUE HAN EXISTIDO DESDE LOS TIEMPOS APOSTOLICOS HASTA NUESTROS DIAS OBRA INTERESANTISIMA TANTO PARA LOS HOMBRES DOCTOS COMO PARA LAS ALMAS PIADOSAS Y CONTEMPLATIVAS POR EL SEOR ABATE BRISPOT TRADUCIDA AL CASTELLANO POR DON M. URRABIETA Y DON V. G. DE LA LLANA APROBADA POR EL ILLMO. SEOR ARZOBISPO DE PARIS, POR S. E. EL CARDENAL ARZOBISPO DE BURDEOS Y OTROS VARIOS ILUSTRES PRELADOS, TANTO DE FRANCIA COMO DE OTROS PAISES. Y AUMENTADA POR LOS TRADUCTORES CON NOTAS Y COMENTARIOS DE CLEBRES ESCRITORES ESPAOLES QUE NO EXISTAN EN EL FRANCS.

LA VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO Tomo Primero ADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORES PRLOGO APROBACIONES NOCIONES PRELIMINARES 1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS. 2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS. LA VIDA DE N. S. JESUCRISTO CAPITULO I Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un Angel anuncia a Zacharas el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses despus el mismo Angel anuncia a Mara los designios que tiene el Seor acerca de ella. CAPITULO II Genealoga legal del Hombre-Dios.- Mara visita a Elisabeth: santificacin de Juan: cntico de Mara.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la Encarnacin.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisin: cntico de Zacharas. CAPITULO III Con ocasin del edicto de Csar Augusto, va Joseph con Mara a Betlehm, en donde nace el Hijo de Dios.- Un ngel anuncia a los pastores su nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisin

del Nio Jess.- Adoracin de los Magos. CAPITULO IV Joseph y Mara van a Jerusalm a presentar a Jess en el templo.- Palabras del viejo Simen y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a Nazareth.- Conducido a Jerusalm por las fiestas de Pascuas, sorprende a los doctores con la sabidura de sus palabras. CAPITULO V Inspirado por el Espritu Santo, sale Juan del desierto y principia a predicar.- El pueblo se agolpa para orle y para purificarse. El mismo Jess va de Nazareth al Jordn para ser bautizado.- Segunda genealoga del Hombre-Dios. CAPTULO VI Jess de las orillas del Jordn, se retira a un desierto, para ser tentado del demonio.-Juan le proclama Salvador del mundo despus de haber dado testimonio de l ante el pueblo y los enviados de los Judos. Jess, otra vez junto Jordn, atrae a s muchos discpulos. CAPTULO VII Jess de la ribera del Jordn pasa a Can de Galilea, donde hace su primer milagro; luego se va a Capharnaum, y poco despus a Jerusaln: lo vendedores arrojados del tempo; entrevista de Jess con Icodemo. Jess vuelve al Jordn, donde bautiza por ministerio de sus discpulos. CAPTULO VIII Juan da un nuevo testimonio de Jess.-Humildad del santo precursor.-Herodes el tetrarca le manda prender y aherrojar en una crcel.-Jess deja el Jordn para marchar a la Galilea.Entrevista con la Samaritana.-Predicacin en Samaria.-Creen mucho en l. CAPTULO IX De Samaria Jess vuelve a Can de Galilea: cura al hijo de un seor de la corte. Vuelve despus a Nazareth donde explica una profeca de Isaas, y llega a Capharnaum donde llama a s nuevos discpulos: cura a un hombre posedo del demonio, sana a la suegra de Simn Pedro y otros muchos enfermo CAPTULO X De Capharnaum Jess va a predicar a la Galilea; sana a un leproso y a otros muchos enfermos.Acosado por el gento se mete en una barca para ensear.-Primera pesca milagrosa.-De vuelta en Capharnaum sana a un paraltico y confunde a los Pharisos. CAPTULO XI Vocacin de San Matho.-Jess come en Capharnaum con los publcanos.-Mofas de los Pharisos, y pregunta sobre el ayuno.-Va a casa de Jairo; queda sana una mujer tocando la orla de su vestidura; resurreccin de la muchacha; cura de dos ciegos y de un posedo mudo. CAPTULO XII Jess pasa de Capharnaum a Jerusaln y sana a un paraltico en la Piscina llamada Bethsaida: escndalo de los Pharisos.-Jess declara a los judos que l es Hijo de Dios, igual a su Padre, y el Mesas prometido en las Sagradas Escrituras. CAPTULO XIII Jess volviendo de Jerusaln a Capharnaum, defiende a sus discpulos que coman espigas. Cursa de un hombre cuya mano estaba seca; conspiracin de los Pharisos.-Predicaciones y milagros a las orillas del mar.- Va Jess a un monte de Galilea, donde pasa la noche.-Eleccin

de los doce Apstoles. CAPTULO XIV Discurso del Hijo de Dios sobre el monte: las ocho bienaventuranzas y las cuatro maldiciones Sus Apstoles deben alumbrar el mundo predicando la Ley perfeccionada.-La justifica del cristiano debe ser ms grande que la de los Escribas y Pharisos: El cristiano debe tener ms dulzura, ms caridad, ms prudencia y ms castidad. CAPTULO XV Continuacin del discurso de Jess sobre el monte: deben evitarse los juramento; saber padecer para conservar la unin de la caridad, amar hasta a sus enemigos, evitar la ostentacin, y preferir el secreto en las buenas obras. Cmo debe orar todo cristiano. CAPTULO XVI Prosigue el Seor su discurso sobre el monte, diciendo que hay que tener la conciencia pura, que no se debe servir ms que a dios, y que el hombre debe abandonarse sin reserva a los cuidados de la Providencia divina.-Nos dice que hagamos con nuestro prjimo lo que quisiramos que se hiciese con nosotros, y nos recomienda que entremos por la puerta estrecha. CAPTULO XVII Concluye el Seor su discurso diciendo que no se debe seguir a los falsos doctores, sino afianzarse en las verdades el Evangelio.-Jess, bajando del monte, sana a un leproso, y despus en _Capharnaum devuelve la salud al siervo de un centurin. Al da siguiente pasa a Nam, donde resucita al hijo de una viuda. CAPTULO XVIII Hallndose Jess en Nam le enva Juan dos de sus discpulos: nuevos milagros.-El Hijo de Dios hace el elogio de Juan.-Censura Jess la conducta de los Pharisos y la de las ciudad impenitentes.-Paternal llamamiento a los pobres y afligidos. La pecadora a los pies del Seor. CAPTULO XIX De Nam Jess recorre otra vez la Galilea.-Vuelto a Capharnaum, libra a un endemoniado mudo y ciego; murmuraciones de los Pharisos y respuesta de Jess.-Le piden un gran prodigio; Jess predice su resurreccin, contina enseando al pueblo.-Cules son aquellos que reconoce por suyos. CAPTULO XX Jess sentado a la orilla del mar propone al pueblo diversas parbolas: la del sembrador, con su explicacin; la de la semilla echada en la tierra, la de la cizaa entre el buen trigo, la del grano de mostaza, y la de la levadura. CAPTULO XXI Jess explica en la casa de Capharnaum a sus discpulos la parbola de la cizaa, y les propone otras; la del tesoro escondido; la de la perla de mucho valor, y la de la red echada en la mar.Pasa al territorio de los Gerasenos: borrasca apaciguada: cura de dos endemoniados: rebao precipitado en la mar.-Jess se vuelve a la otra orilla del lago. CAPTULO XXII De las cercanas de la mar Jess pasa a Nazareth, donde intentan acabar con su vida.-Predica en la Galilea: misin de los Apstoles e instrucciones que reciben: los Apstoles se ponen en camino, en tanto que Jess va predicando por las ciudades.

CAPTULO XXIII Mientras predica Jess en las ciudades, y sus discpulos en las aldeas de Galilea, ocurre la muerte de Juan Bautista.- Herodes oye hablar de Jess, y desea verle; ms Jess se aleja y se vuelve a Capharnaum.-Habiendo vuelto a su lado los Apstoles, los lleva de Capharnaum al desierto de Bethsaida, en donde instruye al pueblo.-Primera multiplicacin de los panes. CAPTULO XXIV Jesucristo anda sobre las aguas volviendo del desierto de Bethsaida a Capharnaum.-Sana a muchos enfermos.-Jess declara al pueblo que su carne es comida, y su sangre es bebida.Murmuraciones de los judos: Jess declara que su cuerpo es el pan celestial figurado por el man. CAPTULO XXV De Capharnaum Jess recorre de nuevo la Galilea.-Descubre la hipocresa de los Pharisos.Declara que lo que hace impuro al hombre no es el alimento, sino el consentimiento en el pecado.-Jess se dirige hacia los confines de Tyro donde cura a la hija de la Chanana, y sale luego de ese pas para volver a Capharnaum atravesando el territorio de Decpolis: curacin del sordo-mudo. CAPTULO XXVI Jess sana a una porcin de enfermos cerca de la mar, en un desierto no lejos de Bethsaida.Segunda multiplicacin de los panes.- Le piden los judos un prodigio en el cielo: Jess reprende a los judos, y luego a sus discpulos.-De Bethsaida adonde cura a un ciego, Jess se dirige hacia Cesarea de Philippo.-Primaca de San Pedro. CAPTULO XXVII Sube Jess de las cercanas de Cesarea de Philippo al monte del Thabor: su transfiguracin.Anuncia su pasin, y cura a un endemoniado.-Atraviesa la Galilea y vuelve a Capharnaum.Milagro para pagar el tributo. CAPTULO XXVIII Hallndose Jess en la casa de Capharnaum recomienda a sus discpulos la humildad de la infancia, y que eviten la ocasin del pecado.-Parbola de la oveja descarriada.-Poder de atar y desatar las conciencias; oracin en comn; se debe perdonar siempre al que nos injuria. Parbola del siervo malo. CAPTULO XXIX Sale Jess de Capharnaum y de la Galilea, dirigindose hacia Jerusaln: se niegan a recibirle en una ciudad de los Samaritanos.-Llegado a Jerusaln ensea en el templo; los sumos sacerdotes le envan a prender; y los ministros que fueron, maravillados de su doctrina, vuelven y le alaban. CAPTULO XXX Contina Jess enseando en el templo.-Absuelve el Seor a la mujer adltera que le trajeron los Escribas y los Pharisos.-Declara que es Hijo de Dios, y anuncia que deber su muerte a los Judos.-Les dice que no son ya los hijos de Abrahm, sino los esclavos del demonio. CAPTULO XXXI Jesucristo contina enseando en el templo; los judos le llaman Samaritano y quieren apedrearle.-Habiendo salido del templo da vista a un ciego de nacimiento. Los judos niegan la gloria de este milagro, y quedan confundidos.-El ciego reconoce a Jess en el templo, y le

adora. CAPTULO XXXII Jess hablando otra vez a los judos en el templo, se llama a s mismo el buen Pastor que da su vida por sus ovejas.-Retirase al monte del Olivar, de donde enva setenta y dos discpulos, a predicar en diferentes puntos.-Vuelta de los discpulos.-Declara el Seor lo que es preciso hacer para obtener la vida eterna. CAPTULO XXXIII Hallndose Jess en Bethania comi con sus discpulos en casa de Martha y Mara.-Se retira a Bethabara en los confines de la Juda; milagros y predicaciones.-Ensea a orar a sus discpulos; eficacia de la oracin.-Imprecaciones contra los Pharisos.-Temer a Dios es poner en l toda su confianza.-La avaricia es locura vana. CAPTULO XXXIV Jess contina instruyendo a sus discpulos y a la muchedumbre en Bethabara a la otra parte del Jordn, dicindoles que confen enteramente en la Providencia, y los exhorta a estar en continua vela.-Parbola del siervo malo.-Jess anuncia que su doctrina irritar a los malvados. Nazarenos condenados a muerde por Pilato.-Parbola de la higuera estril. CAPTULO XXXV Jess sana a una mujer en Bethabara a la otra parte del Jordn; murmuraciones de los Pharisos. Parbolas del grano de mostaza y deq la levadura.-Jess se dirige de nuevo a Jerusaln, cuya ceguedad deplora. Cura a un hidrpico en sbado. Exhortacin a la modestia y a la humildad. Parbola de los convidados a la cena que se excusaron. CAPTULO XXXVI Jess, en el templo de Jerusaln, da sus milagros a los Judos como pruebas de su divinidad, y los Judos quieren apedrearle de nuevo porque se llama Hijo de Dios.-Jess volvindose a la otra parte del Jordn, contina instruyendo a sus discpulos y a la muchedumbre.-El que ha de seguir a Cristo debe renunciarlo todo tomando su cruz.-En Bethabara hace comprender a los Pharisos que ha venido a buscar lo que estaba perdido.-Propone tres parbolas, la de la oveja descarriada, la de la dracma prdida y la del hijo prdigo. CAPTULO XXXVII Contina Jess instruyendo al pueblo y a sus discpulos en Bathabara a la otra parte del Jordn.Parbola del mayordomo injusto.-No se puede servir a dos amos al mismo tiempo.-No debe repudiarse una mujer par tomar.-Del rico avariento y de Lzaro el mendigo. TOMO SEGUNDO CAPITULO XXXVIII Martha y Mara envan a decir a Jess a Bethabara que su hermano estaba enfermo.- Jess pasa a Bethania, cerca de Jerusalm, y resucita a Lzaro.- La muerte de Jess profetizada por Caiphs y resuelta por el concilio de los judos.- Jess se retira a la ciudad de Ephrem. CAPITULO XXXIX Jess contina instruyendo en Ephrem a sus discpulos y al pueblo. Del escndalo, del perdn de las injurias, y de la eficacia de la fe.- Jess pasa de Ephrem a la Galilea, y se dirige hacia Jerusalm.- Sana el Seor a diez leprosos.- De la segunda venida del Seor.- Parbola del juez injusto.

CAPITULO XL Jess contina instruyendo a sus discpulos y al pueblo yendo de la Galilea hacia Jerusalm para la ltima pascua.- Parbola del Phariseo y del publicano.- Ensea cual es el camino de la perfeccin y del cielo, y cun grande impedimento son las riquezas para lo uno y para lo otro. Concluye diciendo el premio incomparable que tendrn los que por su nombre dejaron todas las cosas.- Parbola de los trabajadores enviados a la via. CAPITULO XLI Jess continuando el camino hacia Jerusalm para la ltima pascua, predice nuevamente su Pasin.- Ambiciosa pretensin de los hijos del Zebedeo.- Cura a un ciego.- Llega a Jerich, y entra en casa de un publicano llamado Zacheo.- Parbola de las diez minas. CAPITULO XLII Jess restituye la vista a otro ciego al salir de Jerich.- Mientras le espera el pueblo en Jerusalm, baja a casa de Martha y Mara: Martha le sirve: Mara le unge con ungento muy precioso.- Le sigue una grande muchedumbre de gento.- Entra en triunfo en Jerusalm, llora sobre ella y anuncia su ruina y desolacin. CAPITULO XLIII Hace el Seor su gloriosa entrada en Jerusalm, aclamado por una inmensa muchedumbre; y entrando en el templo, echa fuera de l a los que le profanaban comprando, y vendiendo, y cura all a cojos y ciegos.- Mientras estaba instruyendo al pueblo, se oye la voz del Padre glorificando a su Hijo.- Al da siguiente, al salir de Bethania, maldice una higuera, y luego va a Jerusalm a instruir al pueblo. CAPITULO XLIV Jess se vuelve al templo desde el monte del Olivar.- Se seca una higuera.- Propone el Seor las parbolas de los dos hijos indciles; la de los malos labradores, y la de las bodas del hijo de un rey. CAPITULO XLV CAPITULO XLVI Jess contina enseando en el templo, tres das antes de su Pasin.- Echa el Seor en cara a los Phariseos y doctores de la ley su hipocresa, y deplora la ceguedad de Jerusalm.- La viuda que ofreci dos pequeas monedas.- Anuncia Jess en el monte del Olivar, la ruina y la destruccin del templo.- De las seales precursoras de la clera divina. CAPITULO XLVII Jess contina enseando a sus discpulos en el monte del Olivar en la noche del martes al mircoles.- Les anuncia las persecuciones y aflicciones que tendrn que sufrir: herejas predichas: sitio de Jerusalm y seal de la huida.- De las seales precursoras del fin del mundo. CAPITULO XLVIII Jess sigue enseando a sus discpulos en el monte del Olivar en la noche del martes al mircoles antes de su Pasin, y encomienda a todos la vigilancia.- Parbolas del siervo malo, de las vrgenes locas y prudentes, y de los diez mil talentos.- Descripcin del juicio final. CAPITULO XLIX Comida de Jess en Bethania en casa de Simn el leproso: blsamo derramado sobre su cabeza: nuevas murmuraciones de Judas y algunos de los discpulos.- Pacto de Judas con los prncipes de los sacerdotes.- Jess enva dos de sus Apstoles a Jerusalm a preparar la Pascua, y va

aquella misma noche con los doce.- Despus de la cena, el Seor lava los pies a los discpulos. CAPITULO L Jess, en el cenculo de Jerusalm, y durante la cena que sigui a la Pascua legal, contina instruyendo a sus discpulos, y anuncia de nuevo la traicin de Judas.- Instituye el sacramento de la Eucarista.- Vuelve a hablar de la traicin que tienen tramada contra l.- Recomienda a todos la humildad, la obligacin de amar a sus hermanos, y anuncia que Pedro le negar tres veces. CAPITULO LI El Seor consuela a sus discpulos en el cenculo de Jerusalm la vspera de su muerte, y declara que hay muchas moradas para ellos en la casa de su Padre; que tanto l como su Padre nunca los perdern de vista, y que las tres personas divinas estarn siempre con ellos, con tal que permanezcan unidos a su jefe, como el sarmiento est unido a la vid. CAPITULO LII Jess contina instruyendo a sus discpulos en el Cenculo, la vspera de su muerte; les alienta contra el odio del mundo y las persecuciones, anuncindoles que tendrn consigo al Espritu Consolador; les dice que se separa de ellos, pero para volver; y por ltimo les advierte que no les hablar ya ms por parbolas, sino claramente y en lenguaje de amigo. CAPITULO LIII Jess, en el Cenculo, la vspera de su Pasin, ruega a su Padre por sus discpulos, y por todos cuantos crean en l.- Dirigindose luego al monte del Olivar, anuncia a sus discpulos que dentro de poco le abandonarn todos.- Tristeza y agona de Jess en el huerto de Gethseman. CAPITULO LIV Llegan al huerto de Gethseman Judas y los satlites enviados por los prncipes de los sacerdotes: beso del traidor.- Jess despus de haber anonadado a todos con sola una palabra, les ordena que dejen marchar a sus discpulos, y se entrega.- Le conducen a casa de Ans en donde recibe un bofetn, y luego a la del pontfice Caiphs, en donde le juzgan digno de muerte. CAPITULO LV Mientras que Jess recibe toda clase de ultrajes en el vestbulo del pretorio, San Pedro le niega tres veces. Mirada de Jess, y arrepentimiento de San Pedro.- Jess se presenta de nuevo ante el Concilio de los Judos: luego le llevan a casa de Pilato, que se le enva a Herodes, y este se le devuelve a Pilato. CAPITULO LVI Pilato procura de nuevo libertar a Jess, pero intilmente. El pueblo prefiere a Barrabs.Azotes y ultrajes infinitos.- El hombre de dolor presentado a la muchedumbre sedienta de su sangre; imprecaciones de los Judos.- Jess abandonado al furor de sus enemigos, sale del pretorio cargado con su cruz, y toma el camino del Calvario. CAPITULO LVII Despus de haber subido Jess penosamente al monte del Calvario, es crucificado entre dos ladrones.- Pilato pone el ttulo sobre la cruz.- Los soldados reparten entre s los vestidos del Seor, y echan suertes sobre su tnica.- Tinieblas milagrosas.- Jess entrega su espritu. En su muerte se obscurece el sol, la tierra tiembla, resucitan los muertos, y se ven inauditos prodigios. CAPITULO LVIII Un soldado abre el costado de Jess con una lanza, y sale de l agua y sangre.- Joseph de

Arimathea pide su cuerpo, qy le da honrosa sepultura.- Los prncipes de los sacerdotes, para asegurar el sepulcro, sellan la piedra y ponen guardias. CAPITULO LIX Las santas mujeres preparan aromas para embalsamar el cuerpo de Jess. Cuando iban al sepulcro, la tierra tiembla, y un ngel baja de los cielos.- Resurreccin gloriosa de Jesucristo, que aparece a la Magdalena, la que corre a advertir a Simn Pedro, y luego a las dems mujeres.- Fbula inventada por los prncipes de los sacerdotes. CAPITULO LX De vuelta del sepulcro, las santas mujeres van a anunciar a los once Apstoles la resurreccin de Jess.- Aparece a los discpulos, que iban a Emmas, y por la tarde aparece tambin a diez de los Apstoles.- Ocho das despus aparece de nuevo: Toms se rinde a la evidencia. Marchan los Apstoles a Galilea. CAPITULO LXI Mustrase Jess de nuevo a sus discpulos, cerca de la mar de Galilea estando ellos pescando.Primaca de San Pedro.- Jess aparece otra vez; misin de los Apstoles en el mundo entero.Jess confirma su misin apareciendo de nuevo, les promete el Espritu Santo y se eleva al cielo en su presencia. CAPITULO LXII Discurso de San Pedro en el cenculo; eleccin de Mathias para reemplazar a Judas en el apostolado.- Bajada del Espritu Santo.- Salen los Apstoles a predicar por toda la tierra el Evangelio1. RESUMEN DE TODA LA OBRA CONTENIDO EN ALGUNAS PALABRAS DE LOS SANTOS APOSTOLES

Tomo PrimeroADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORESEl texto de esta obra no es una traduccin del original francs, ni mucho menos una nueva versin de los Evangelios, empresa que consideramos desde un principio como muy superior a nuestras fuerzas. La obra francesa nos ha servido nicamente para seguir punto por punto el arduo y delicado trabajo de coordinacin de las cuatro narraciones evanglicas reducidas aqu a un relato nico, habindonos valido para ello de la conocida y exacta traduccin de la Vulgata del R. P. Scio de San Miguel, superior a nuestro juicio, a todas las dems versiones castellanas que se conocen del Viejo y Nuevo Testamento. Bien habramos deseado cambiar ciertos giros de frases y palabras que pueden parecer viciosos o anticuados; pero hemos tenido muy presente, que tratndose de los Santos Evangelios, todo es respetable y vedado, lo que parece sencillo es sublime; y como las innovaciones de autoridad propia pueden dar lugar a interpretaciones que deben evitarse siempre, hemos preferido seguir en un todo nuestro buen modelo aun a riesgo de poner, como ha sucedido,

dos ortografas diferentes, esto es, la del P. Scio en el texto sagrado, y la usual en lo restante de la obra. La parte de traduccin queda pues reducida a las notas que van al pie del texto, y a las explicaciones o comentarios al fin de los captulos, que aclaran o desenvuelven las palabras sagradas. En cuanto a las notas, hemos tomado tambin algunas de ellas del P. Scio de San Miguel con preferencia a las que se hallaban en la obra francesa, y son todas aquellas que llevan por seal un asterisco; y acerca de los comentarios, nuestro trabajo ha sido ms difcil, pues hemos cambiado y suprimido muchos, cuyos autores de una reputacin poco ortodoxa, no nos ha parecido bien citar en una obra tan seria como esta. Y en efecto, si bien es cierto que el testimonio de un incrdulo en favor de nuestra santa Religin es una prueba ms de su origen divino, no lo es menos, que muchos lectores veran con disgusto el nombre de J. J. Rousseau al lado de un San Juan Crisstomo, un San Bernardo, un San Agustn y un Bossuet. Adems, no habiendo hallado en el original un solo escritor espaol, teniendo nosotros tantos ilustres y santos varones de clarsimo entendimiento, luces y elocuencia, cremos que se faltaba a la justicia, y sintiendo herido nuestro amor propio nacional, nos propusimos llenar este vaco sacando varios trozos selectos de Santa Teresa de Jess, Fray Luis de Granada, el Maestro Juan de Avila, Fray Diego de Estella y otros varios escritores, la honra del clero espaol en el siglo XVI. Con estos tesoros de sabidura cristiana, gusto y elegancia hijos de nuestro suelo patrio, hemos reemplazado los comentarios suprimidos, y aun hemos aadido otros muchos, dando a la obra un nuevo inters y un nuevo brillo con este aumento de luz y de doctrina, de una autoridad irrecusable. Tal ha sido nuestro plan en la tarea que hemos llevado a cabo. Si a pesar del sumo cuidado que hemos puesto hasta en los detalles tipogrficos de una obra tan importante, pudiera el lector encontrar en ella alguna falta, culpa ser de nuestra ignorancia, pero jams de nuestras intenciones, guiadas nicamente por el mvil de la rectitud y de la piedad cristiana.

PRLOGODesengaados hace mucho tiempo los hombres ilustrados de los vanos sistemas de una falsa filosofa, y aterrados al ver las sociedades alucinadas y descarriadas fluctuando en el pilago de toda clase de doctrinas, cual navo sin brjula y sin direccin, reconocieron la imperiosa necesidad de fundar el edificio de sus creencias en bases slidas e inmutables y por consiguiente superiores a la razn humana. Esta necesidad suprema no tan slo la reconocen hoy los talentos superiores y elevados, sino todas las clases reunidas de la sociedad; la sensatez y discernimiento popular, y hasta el instinto de conservacin individual. Si, hoy da todos los ojos se dirigen al cielo, todas las bocas pronuncian un nombre divino, el de Nuestro Seor Jesucristo, Salvador de las sociedades y de los hombres que las componen. Difundir cada vez ms en todas las clases el conocimiento de este Libertador, presentrselo en el espejo de las Divinas Escrituras; hacer que oigan sus palabras divinas, y a la vez interpretrselas en caso necesario por el rgano de los mayores talentos que se han visto en la Iglesia; hacerles asistir, por decirlo as, a las escenas ms tiernas, ms sublimes y solemnes del paso del Hijo de Dios sobre la tierra, presentndolas a su vista tal como nos las ha reproducido el talento iluminado por la fe; en una palabra, hacerles conocer, amar y adorar a Jesucristo, hablndoles a la vez al entendimiento, a la fe, a la vista y al corazn: tal es el objeto de esta obra. Sin duda alguna los Evangelios presentan por s solos los admirables rasgos de la vida y muerte del Hombre-Dios; pero hallndose diseminados estos rasgos divinos en cuatro relaciones diferentes, no se conciben tan bien en su conjunto, como si estuviesen reunidos en un mismo cuadro. Esta fusin de los cuatro Evangelios en una sola relacin, reclamada en todos los tiempos por la piedad de los fieles, y que fue intentada ya en el segundo siglo de la Iglesia[#1], ha sido el objeto comn de los

deseos de los hombres ms eminentes del cristianismo, que alternativamente han consagrado a ella sus luces y talento; por consiguiente slo faltaba recoger en sus obras esos preciosos frutos de sus meditaciones, y tal es el trabajo que nos hemos impuesto. Merced a tan poderoso auxilio, creemos haber marcado con una exactitud que no exista aun el lugar o el orden cronolgico de cada hecho, presentando de este modo el conjunto general bajo un aspecto enteramente nuevo. Hemos dilucidado los pasajes obscuros, y hemos entrado franca y lealmente en esas dificultades de detalle que a veces elude tmidamente la traduccin con un lenguaje ambiguo; y no contentos con aclarar el texto de este modo, hemos aadido numerosas notas y explicaciones tomadas de los hombres eminentes de todos los siglos. En cuanto a las objeciones que se han hecho sobre diferentes pasajes de los santos Evangelios, las hemos dividido en dos categoras, a saber: las que estn sepultadas en el desprecio o que caen en l diariamente, y las que aun subsisten o que han sido resucitadas en pocas recientes. Con respecto a las primeras hemos credo que el lector nos agradecer que no refutemos seriamente lo que merece desprecio, porque el simple sentido comn basta para reducirlas a la nada; y en cuanto a las ltimas, bien que no hayamos marcado ninguna, se podr ver fcilmente por poco versado que estuviere el hombre en esta materia, que quedan resueltas directamente, o arruinadas y reducidas a la nada en su base, o por ltimo que se destruyen por s mismas dando al texto evanglico su verdadero sentido. En fin, considerando como un complemento natural del Evangelio aquello que el mismo Evangelio ha inspirado al genio del hombre, hemos tratado de poner al pie del texto sagrado lo ms notable que sobre l han escrito los mayores y ms incontestables talentos que le han comentado desde los tiempos apostlicos hasta nuestros das; por manera que, en todo el curso de esta obra no es tan slo un autor ms o menos hbil el que nos presenta sus propias reflexiones, sino que es la palabra del mismo Dios que se oye de la boca de sus enviados; es el eco, es la voz de aquellos ilustres muertos de quienes est escrito que sus mismos huesos profetizarn, y que parecen haberse incorporado en sus sepulcros para renovar y patentizar de nuevo el glorioso testimonio que dieron de Jesucristo en otro tiempo; y son con ellos tambin varios contemporneos nuestros que recibieron de Dios el talento y la fe de los mejores das del cristianismo. En una palabra, presentamos en esta obra esa legin de apstoles, de evangelistas, de pastores y de doctores; esa legin tan santa, tan brillante y tan digna de confianza que se rene como en un augusto concilio para ensearnos cmo debemos concebir a Jesucristo y or sus divinas palabras. Al acompaar a los captulos del Evangelio estos comentarios de una magnificencia inusitada, hemos tenido el doble objeto de explicar el sagrado texto de una manera ms noble y ms viva, y de llamar la atencin de la gente de mundo sobre el genio y elevadsimo talento de los Padres de la Iglesia y de sus grandes oradores cristianos casi desconocidos, pues aun cuando existen en las bibliotecas particulares, rara vez suelen abrirse sus pginas. Cumplida esta inmensa tarea, faltaba adems presentar a la vista las escenas ms tiernas y solemnes de la vida y muerte del Hombre-Dios, a fin de que el arte, iluminado por la fe, pagase tambin a su turno su tributo de luz para la explicacin del Evangelio. Imposible nos habra sido publicar una serie de lminas nuevas y superiores sobre un asunto tan grande y tan vasto, porque semejante empresa es superior a los esfuerzos que se pueden hacer en nuestros das. Formar esta serie eligiendo las obras maestras de los grandes pintores y artistas, como muchos trataron de hacerlo, era disminuir una mitad del nmero de lminas, era nicamente publicar cosas conocidas de todos, era renunciar a la unidad tan conveniente en semejante materia, y era en fin desfigurar quiz las mismas obras maestras, forzndolas por decirlo as, a que entrasen todas con sus diferentes dimensiones en un cuadro uniforme. Adems de esto, cuntos anacronismos y cuntos errores se ven sobre los

hechos evanglicos hasta en las mejores obras de nuestros grandes maestros! Estas inexactitudes, o si se quiere, estas licencias que se toma el talento, cuando se ven lejos del sagrado texto y de las explicaciones que le sirven de comentario, tal vez no chocan, y hasta pueden producir un hermoso efecto; pero cuando la palabra santa est all para desmentirlas, cuando se tienen a la vista razones perentorias que prueban precisamente todo lo contrario de lo que se halla en la lmina, como por ejemplo, cuando san Jernimo escribe de Beln diciendo, que el lugar en donde naci Jess era una gruta hecha en la roca, y que el artista prefiri pintar una choza de madera apoyada en las ruinas de un edificio griego, entonces, digo, el lector ofendido al ver este cambio, se sorprende, y pronto aparta la vista de semejante composicin, sea cual fuere su mrito artstico, y a pesar del prestigio del nombre que la firma. Ya no quedaban ms que las lminas ms o menos exactas que se hallan en todas las bibliotecas de Francia y que enriquecen las Biblias francesas. Empero, fuera de Francia y a mediados del siglo XVI, un distinguido telogo de la Compaa de Jess llamado Jernimo Natalis, mand componer a costa de grandes gastos por las celebridades de la escuela flamenca y por recomendacin del mismo san Ignacio, una serie de dibujos representando toda la vida de Jesucristo, coleccin que puede considerarse como una de las obras maestras hija de la fe y del talento artstico de aquella poca. Aprobados estos dibujos por el Soberano Pontfice Clemente VIII, y recomendados por l en una bula especial por representar toda la vida de Jesucristo conforme a la verdad, fueron confiados a los grabadores ms hbiles de la poca, y de este modo el mundo religioso pudo admirar esta produccin monumental, en cuyo favor haba consagrado la piedad inmensas sumas, y el talento, ayudado de la ciencia sagrada, mas de medio siglo de trabajo. Nuestra eleccin no poda ser dudosa, y hasta podemos decir que una circunstancia en cierto modo providencial pareca haberla fijado de antemano. Uno de aquellos raros ejemplares fue a parar a una aldea en donde le desencuadernaron, y sus grabados puestos en marcos toscos y de mal gusto, adornaban la modesta habitacin de un labriego, cuando dos habitantes del mismo distrito, sin ms gua que su luz natural, y sin otro mvil que el de la admiracin que les haban inspirado aquellos dibujos, se impusieron la misin de resucitar y devolver a la sociedad cristiana una obra tan propia para instruirla y edificarla. En efecto llegan a Pars, se dirigen a los artistas, hacen reproducir dos lminas, y las presentan al seor arzobispo, quien no pudo menos de aplaudir su sagacidad y noble resolucin. Esos dos hombres son los editores de la presente obra. Su instinto no les haba engaado, pues la coleccin de lminas que tanto llam su atencin al descubrirlas, es en efecto la mejor que nos han dejado los siglos en que el arte cristiano lleg a su apogeo, y as es que no hemos titubeado un momento en darles cabida en nuestra obra. A fin de conformarnos con un uso que data de los primeros siglos de la Iglesia, hemos dividido esta coordinacin del Evangelio en dos partes, es decir, Vida y Pasin, como lo indican dos frontispicios o portadas diferentes, dando principio al segundo tomo en la resurreccin de Lzaro, porque desde entonces fue resuelta la muerte de Jesucristo en el consejo de los judos. Adems de las notas que se hallan en la obra concernientes al tiempo y lugar en que se ha verificado cada hecho evanglico, hemos puesto al fin de cada tomo un cuadro que resume todas estas indicaciones, y que indica adems los evangelistas de quienes se han sacado los hechos. Por medio de este cuadro, se puede seguir al Salvador en todos sus viajes, se puede uno dar cuenta de cmo ha pasado cada ao de su vida pblica, de las solemnidades que le hacan ir de tiempo en tiempo a Jerusaln etc., y se puede hallar en la Vida de Jesucristo cada uno de los versculos de los cuatro Evangelios. Igualmente damos al fin de cada tomo la explicacin de todas las lminas que se hallan en l, indicando al mismo tiempo el lugar que debe ocupar cada una en la obra. Primeramente tuvimos la idea de insertar al principio como introduccin las principales profecas que anunciaron a Jesucristo; pero despus de haber principiado este trabajo, y habiendo visto todo el

Nuevo Testamento como cubierto con un velo en el Viejo, as como este se halla revelado en el Nuevo, hemos credo oportuno no entrar en estas grandes cuestiones, no pudiendo tratarlas sino de una manera incompleta. Todos los doctores aseguran que las profecas y las figuras del Viejo Testamento deben ser miradas principalmente en su conjunto, pues es precioso que todos los rayos de la luz divina estn reunidos, para hacernos vislumbrar con todos los santos, lo ancho, lo largo, la sublimidad y la profundidad de los fines y de la caridad de Jesucristo para con los hombres. Si Dios nos lo permite, daremos a luz muy en breve sobre esta materia una nueva obra, en vez de algunas citas insuficientes, la que servir de primer volumen a los dos que publicamos hoy. Con el ttulo de Nociones Preliminares hemos indicado adems de los cuatro Evangelistas, los principales autores cuyos nombres estn citados en esta obra, para que pueda saber el lector lo que han sido, el tiempo en que vivieron y los ttulos que tienen a su confianza. Al hacer mencin de los grandes escritores que nos han facilitado los frutos de sus meditaciones y de su elevado talento sobre las diferentes partes del Evangelio, no podemos echar en olvido a los ilustres prelados en quienes hemos hallado el apoyo moral que necesitbamos para el buen xito de tan grande empresa. Permtasenos pues, que les manifestemos aqu el vivo agradecimiento y el respeto de que estamos penetrados por el generoso auxilio que nos han prestado con tanta espontaneidad y benevolencia. Tambin debemos un testimonio de reconocimiento a las numerosas familias que quisieron honrarnos con su suscripcin, no obstante las dificultades de los tiempos. Merced a este nuevo apoyo, la obra ha echado ya races, no tan slo en Francia, sino en otros pases, para los que se est traduciendo y en donde ha sido acogida con marcado inters. Quiera el cielo que esta obra pueda contribuir a propagar el conocimiento de Nuestro Seor Jesucristo, a que vuelvan al redil algunas ovejas descarriadas, y a que se rinda a nuestro Redentor con ms exactitud el tributo de adoracin, de amor y de reconocimiento a que tiene derecho como Dios y Salvador nuestro! Quiera el cielo que aquellos que hayan tratado de ver al Hijo de Dios durante su paso sobre la tierra como Zacheo, reciban de l los dones preciosos que vino a traer a los hombres! Y quiera el cielo en fin que aquellos que lean las palabras divinas que contiene este libro, las recojan en un corazn bueno por excelencia, para que produzcan en l frutos de consuelo para la vida presente, y de salvacin para la venidera!

APROBACIONESExtracto de la bula del soberano Pontfice, Clemente VIII, en que aprueba y protege con su autoridad apostlica la obra de Jernimo Natalis, y con particularidad las lminas que forman parte de ella. CLEMENS PAPA VIII, Ad futuram rei memoriam. Cum, sicut accepimus, dilectus filius M. N., typ. antverp., ad publicam omnium fidelium utilitatem opus quondam Hieronimi Natalis, dum in humanis ageret Societatis Jesu theologi, adnotationum... in Evangelia... typis dare intendat; et tam in eo opere, quam in alterius insignis ejus partis, imaginum scilicet centum quinquaginta trium sculptura, quibus praedictus Hieronimus, totius operis author, historiam vitae Christi Jesu Domini nostri, juxta quatuor Evangelistarum veritatem ac plenitudinem expressit, magna pecuniae summa exposita jam sit, et adhuc ulterior sit exponenda: Nos, tanti operis excellentiam plurimum in Domino commendantes, eorumque indemnitati, qui ad operis hujus editionem pecunias conquisitas impenderunt, prospicere cupientes..., praedicto M... auctoritate apostolica tenore praesentium concedimus et elargimur, ne quis... per decem annos a data praesentium computandos, imagenes

supradictas... absque expressa... ipsius M. licentia imprimere seu in quovis loco vendere... quovis modo praesumat... in hac quidem urbe nostra, et in toto statu ecclesiastico, sub mille ducatorum auri...; extra vero Urbem ipsam, ac ditionem ecclesiasticam, ubique locorum, Excomunicationis latae sententiae, a qua nullus praeter Romanum Pontificem absolvere possit, poenis toties, quoties contraventum fuerit incurrendis, districtus inhibemus... Datum Romae, apud sanctum Marcum, sub annulo Piscatoris, die XIV augusti, MDXCIII; M. Vestrius Barbianus Habiendo enviado en una edicin pequea, el texto entero de esta obra a un crecido nmero de Arzobispos y Obispos, y habiendo recibido respuestas favorables de estos ilustres prelados, con permiso para publicarlas, transcribimos aqu algunas de ellas por orden de fechas: "Saint-Germain-en Laye 20 de agosto de 1851. Seor Abate: "Me felicito de haber acogido con un vivo inters, desde el primer momento en que usted me lo particip, su pensamiento de publicar una Vida de Nuestro Seor Jesucristo, escrita por los cuatro Evangelistas, coordinada, explicada y desenvuelta por los Santos Padres, los Doctores y los Oradores ms clebres desde los tiempos apostlicos hasta nuestros das. Los captulos que he visto confirman mi esperanza, de que esta hermosa obra debe producir los mejores resultados. Como usted mismo lo dice, en un siglo como el nuestro en que tantos espritus y corazones extraviados por los malos sistemas de una falsa filosofa, fluctan de doctrina en doctrina buscando un punto de apoyo, nada es ms propio en efecto, para curarles y para que puedan obtener un poco de paz y de ventura, que mostrarles, en el espejo de las divinas Escrituras, al Autor y al Consumador de nuestra fe, a Aquel que ilumina todo hombre cuando viene al mundo, a Aquel que es para todas las almas el Camino, la Verdad y la Vida. Esto es lo que usted ha hecho en su libro con una perseverancia, inteligencia y celo superior a todas las alabanzas. Ha reunido usted todos los rasgos del Libertador celestial, esparcidos en sus cuatro inspirados historiadores, y con ella ha compuesto usted un cuadro completo, acompandolo con notas indispensables para comprender su espritu, y encerrndolo en cierto modo, en los ms hermosos comentarios que sobre ello se han hecho. Por esto no puedo dudar de su buen xito y de su buena influencia, y de antemano bendigo a Dios de todo mi corazn por semejante idea, etc. + M. D. Augusto, Arzobispo de Paris. Nevers 25 de octubre de 1851 He visto con un vivo inters la obra que usted se ha servido enviarme. La idea de haber acompaado al texto de la Vida de Nuestro Seor hermosos pasajes sacados de los Santos Padres y de los ms eminentes escritores, me parece sumamente acertada. Este conjunto de comentarios presenta menos unidad que si perteneciese a un solo autor, pero en cambio es mucho ms rico y precioso.

La divisin por versculos, no era a mi juicio necesaria, o en este caso, considero que no habran debido omitirse las citas de los Evangelistas; pero esto no disminuye en nada el mrito notable de esta obra que, por mi parte, no titubeo en recomendar a los fieles. + Dom. A., Obispo de Nevers . Sens 19 de noviembre 1851. Acabo de recorrer la obra intitulada: La Vida de Nuestro Seor Jesucristo, y debo felicitar a usted tanto por el concienzudo trabajo que ha emprendido, como por la acertada eleccin que ha sabido hacer para los comentarios, quedando en la firme persuasin de que este libro puede ser utilsimo a muchas personas, en cuyo concepto le recomiendo a todas las familias de mi dicesis. + M. J., Arzobispo de Sens . Troyes, 31 de marzo de 1852. En cuanto vi esta obra, aplaud muchsimo semejante pensamiento: es un trabajo tan hermoso como noble, donde todo es grande, santo y poderoso, y donde todo eleva el alma unindola ntimamente con N. S. Jesucristo. Usted ha sabido poner en relacin con sumo acierto, los diversos rasgos de este Pontfice supremo, diseminados en el Evangelio, resultando de ello un cuadro grande y armonioso que facilita la contemplacin de esa cabeza divina en toda su majestad. As presentaban tambin la Religin los Padres de la Iglesia; y el siglo de Luis XIV abraz tambin este golpe de vista, cuando nuestra Francia, con sus inmortales genios, se prosternaba a los pies de los altares. Jesucristo es el centro de todo: es el manantial donde se apaga la sed de justicia y de verdad, donde se encuentra una savia divina, firme y vigorosa que penetra al hombre en todo su ser, que sostiene su vida moral, y que le infunde la alta sabidura y las grandes virtudes. Es muy importante conducir all sin cesar la religin de los pueblos para el fomento de la piedad de los fieles, porque no en otra parte podrn aprender a sentir las verdaderas magnificencias del cristianismo, hallando al mismo tiempo un remedio soberano para el desaliento de la poca. La lectura de esta obra es recomendable por mil motivos, y deseo ardientemente que se propague y difunda en toda mi dicesis. + P. L., Obispo de Troyes. Poitiers 30 de abril de 1852. No quiero diferir ms tiempo el decir a usted que su historia del Salvador de los hombres, resultado de la coordinacin de los cuatro Evangelios, con las notas que usted ha aadido, me parece la obra ms propia para satisfacer las necesidades de tantos hombres del siglo, que no conocen ya a N. S. Jesucristo, y que en ninguna otra parte pueden aprender a conocerle mejor que en el relato evanglico que usted les presenta. + L. E., Obispo de Poitiers.

Vistas las primeras entregas de la traduccin espaola de esta obra, el Excmo. e Illmo. obispo de la dicesis de Puerto Rico, ha tenido a bien decir entre otras cosas lo siguiente: "Nos han sido presentadas en solicitud de su aprobacin, las entregas de la obra titulada: La Vida de Nuestro Seor Jesucristo, escrita por los cuatro Evangelistas, coordinada, explicada y desarrollada por los Santos Padres, los Doctores, etc. Aunque el sagrado texto de los Evangelistas traducido en nuestro idioma y anotado por Doctores catlicos se halla con frecuencia en manos de los fieles, esta nueva edicin ofrece la conocida ventaja de presentar los hechos de Nuestro Divino Redentor, formando de los cuatro Evangelistas un solo cuerpo de historia con aquel orden cronolgico que probablemente tendran. Este loable trabajo interesa la atencin del lector, fija los hechos en su memoria, porque estn encadenados con toda naturalidad, y contribuye en gran manera a la mejor inteligencia de la historia Evanglica. Hemos ledo gran parte del texto sagrado con sus correspondientes notas, y son dignos de nuestra aprobacin e igualmente los grabados que les acompaan. Estas notas y explicaciones tomadas de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, derraman copiosas luces sobre los lugares oscuros que por necesidad ofrecen los Libros Santos, y explican su sentido con toda claridad, y segn la mente de la Iglesia Catlica. Los fieles se penetrarn del mrito intrnseco de esta obra cuando recuerden que si Dios habl a los hebreos de muchos modos por medio de los Profetas, a nosotros nos habla en el Evangelio por medio de su mismo Hijo; y lo que para ellos eran anuncios, promesas y figuras, lo vemos nosotros cumplido y demostrado en este libro divino. De aqu fcilmente podrn inferir que esta obra en su sustancia no necesita la recomendacin de los hombres, y slo declaramos que la parte que hemos examinado, tanto de la traduccin del texto como de las notas, merece nuestra aprobacin, y recomendamos a los fieles su lectura, esperando en el Seor que acompaada de humildad y devocin, ha de producir abundantes frutos de fe y de satisfaccin". Aprobacin del Excmo. e Illmo. seor obispo de la Habana: "Revisadas por un censor a quien el Excmo. e Illmo. seor obispo diocesano tuvo a bien cometer el examen de las entregas presentadas de la obra titulada Vida de Nuestro Seor Jesucristo por el abate Brispot, y traducida al castellano por D. M. Urrabieta y D. V. G. de la Llana; y habiendo hallado que nada contiene opuesto al dogma y a la moral cristiana, ni a la disciplina de la Iglesia, y que adems es en un todo conforme al Sagrado texto, tiene la conviccin de que su lectura puede ser de utilidad y provecho al comn de los fieles, a los predicadores y a todas las clases del pueblo cristiano".

NOCIONES PRELIMINARES1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS. Los Apstoles, y bajo sus rdenes algunos de los setenta y dos discpulos, inspirados por el Espritu Santo, el da de la Pentecosts, se diseminaron por todas las comarcas para cumplir la misin que les haba confiado Jesucristo. El conjunto de verdades que estaban encargados de anunciar a toda criatura, es lo que se llama Evangelio en toda la acepcin de la palabra.

Dos de los Apstoles, Mateo y Juan, y dos de los setenta y dos discpulos, Marcos y Lucas, en virtud de una orden particular del Espritu de Dios, escribieron cada uno, en tiempos y lugares diferentes, un relato ms o menos sucinto de los hechos divinos que todos tenan misin de publicar de viva voz. Estos cuatro relatos, de una autenticidad eternamente incontestable, forman lo que llamamos los Evangelios. San Mateo escribi su Evangelio unos ocho aos despus de la muerte del Salvador, principiando por la genealoga legal de Jesucristo en cuanto hombre; y de ah proviene que se le da por figura simblica el ser misterioso que vio San Juan en el Apocalipsis, y que tena un rostro parecido al de un hombre. San Marcos escribi unos dos aos despus, principiando por lo que dice Isaas sobre la voz que clama en el desierto. Se le da por figura simblica el ser misterioso que tena la apariencia de un len, porque tambin el len hace resonar su voz en el desierto. San Lucas escribi por el ao 58 de Jesucristo. Despus de un prlogo de dos versculos, comienza su Evangelio por la aparicin del ngel Zacaras en el templo de Jerusaln. Se le da por figura simblica el ser misterioso que se asemejaba a un buey, porque se inmolaban estos animales en el templo. San Juan escribi su Evangelio unos 65 aos despus de la muerte de su divino Maestro. Se le da por figura simblica el ser misterioso que tena la apariencia de un guila, a causa de esta sublime palabra con que principia su Evangelio: En el principio era el Verbo... (San Jernimo) 2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS. Como sera demasiado largo hablar aqu de todos los autores que hemos consultado y cuyas luces y elocuencia nos han facilitado nuestro trabajo para componer la vida de N. S. Jesucristo, mencionaremos solamente aquellos que ms han brillado en los fastos de la Iglesia. San Clemente, papa, discpulo de los Apstoles, y mrtir (siglo Io.). San Dionisio Areopagita, primer obispo de Atenas, convertido por San Pablo (s. Io.) San Ignacio, obispo de Antioqua, discpulo de San Juan Evangelista, y mrtir (s. I-II). San Policarpo, obispo de Esmirna, discpulo de San Juan Evangelista, y mrtir (s. I-II). San Clemente Alejandrino, sacerdote, clebre doctor y predicador elocuente (s. II-III). Tertuliano, sacerdote de Cartago, uno de los ms ilustres escritores de la Iglesia, y cuyas obras lea diariamente San Cipriano (s. II-III). Orgenes, sacerdote, discpulo de San Clemente Alejandrino, doctor y clebre predicador (s. III). San Gregorio, obispo de Neocesarea, formado por Orgenes, y llamado el Taumaturgo (s. III). San Cipriano, obispo de Cartago, tan clebre por sus virtudes como por su talento, mrtir (s. III).

Lactancio, clebre escritor, formado por Arnobo, llamado el Cicern cristiano (s. IV). San Hilario, obispo de Poitiers, doctor distinguido y generoso defensor de la fe cristiana (s. IV). San Atanasio, patriarca de Alejandra, llamado el Grande (s. IV). San Basilio el Grande, obispo de Cesarea, hermano de San Gregorio de Nissa, y amigo ntimo de San Gregorio Nacianceno (s. IV). San Gregorio, obispo de Nissa, y hermano de San Basilio el Grande (s. IV). San Gregorio Nacianceno, obispo de Constantinopla, llamado el Telogo (s. IV). San Efren, dicono de Edesa, y predicador tan clebre, que el pueblo le consideraba como un intrprete del espritu de Dios (s. IV). San Ambrosio, arzobispo de Milan, famoso doctor, y predicador de los ms elocuentes (s. IV). San Astero, obispo de Amasea, de un talento elevado, y eminente predicador (s. IV-V). San Juan Crisstomo, arzobispo de Constantinopla, uno de los ms elocuentes predicadores que ha tenido la Iglesia (s. IV-V). San Agustn, obispo de Hipona, uno de los genios ms eminentes de la Iglesia (s. IV-V). San Epifanio, obispo de Salamina, padre y doctor de la Iglesia (s. IV-V). San Jernimo, sacerdote, doctor, y una de las ms brillantes luces de la Iglesia (s. IV-V). San Mximo, obispo de Turn, clebre por su doctrina y su piedad cristiana (s. V). San Proclo, arzobispo de Constantinopla, uno de los hombres ms doctos de su tiempo (s. V). Salviano, sacerdote de Marsella, llamado el Jeremas del siglo quinto (s. V). San Len el Grande, papa, uno de los hombres ms grandes de la Iglesia (s. V). San Gregorio el Grande, papa y doctor de la Iglesia (s. VI). El Venerable Beda, sacerdote y fraile, llamado el doctor de los ingleses (s. VII). San Juan Damasceno, religioso de superior talento y confesor de Jesucristo (s. VIII). San Jorge, fraile y arzobispo de Nicomedia, predicador clebre (s. IX). San Bruno, fundador de la orden de Cartujos, predicador muy docto y elocuente (s. XI). San Yvas, obispo de Chartres, telogo muy entendido y predicador muy elocuente (s. XI). San Bernardo, primer abate de Clairvaux, el ltimo padre de la Iglesia - San Bernardo, apstol, profeta, ngel terrestre por su doctrina, por sus predicaciones, por sus milagros y por una vida ms sorprendente aun que sus mismos milagros. (Bossuet) (s. XI).

Eutimio Zigabeno, fraile griego muy erudito y predicador muy elocuente (s. XII). Santo Toms de Aquino, de la orden de Dominicos, doctor de la Iglesia, llamado el ngel de la Escuela (s. XIII). San Lorenzo Justiniano, primer patriarca de Venecia, y predicador elocuente (s. XV). Santa Teresa de Jess, modelo y admiracin de los siglos como escritora y como mujer; clebre e inmortal doctora, dechado de humildad, de amor y de virtud cristiana, beatificada y canonizada por la Iglesia (s. XVI). Fray Luis de Granada, predicador admirable y autor de muchas obras piadosas de doctrina y elegancia incomparables (s. XVI). El Maestro Alejo Venegas, uno de los hombres ms doctos de su tiempo (s. XVI). El Venerable Maestro Juan de Avila, predicador famoso que mereci el renombre de Apstol de Andaluca y de Maestro por excelencia (s. XVI). Fray Diego de Estella, predicador, consultor y telogo del rey Felipe II. Escribi varias obras en latn y en castellano (s. XVI). Fray Pedro Malon de Chaide, uno de los ms clebres telogos y oradores de su siglo (s. XVI). Fray Luis de Len, una de las ms altas glorias de la literatura espaola, ya se le considere como prosista, ya como poeta mstico (s. XVI). Bossuet, obispo de Meaux, el genio ms superior de los tiempos modernos, llamado el Aguila de Meaux (s. XVII). Bourdaloue, jesuita, talento de primer orden y de una fecundidad inagotable, profundo telogo y predicador eminente (s. XVII). Feneln, ilustre arzobispo de Cambrai, genio admirado de toda la Europa (s. XVII). Massilln, obispo de Clermont, una de las primeras glorias del plpito francs (s. XVII-XVIII). Duvoisin, obispo de Nantes, cuya elocuente pluma sirvi tanto a la Francia despus de los desastres del ltimo siglo (s. XVIII-XIX). De la Luzerne, cardenal, obispo de Langres, elocuente defensor de la religin en estos ltimos tiempos (s. XVIII-XIX). De Boulogne, obispo de Troyes, genio elevado y de grande elocuencia (s. XVIII-XIX). De Chateaubriand, cuyo Genio del Cristianismo produjo en Francia una impresin tan saludable despus de las conmociones que acababan de agitarla (s. XIX). Las Conferencias eclesisticas de la dicesis de Digne del ao 1841 (s. XIX). Su Santidad Po IX, hoy sucesor de San Pedro en la silla apostlica de Roma, respetado del universo catlico como un gran papa (s. XIX).

Giraud, cardenal, arzobispo de Cambrai (s. XIX). Sibour, arzobispo de Pars, una de las luces ms puras del episcopado francs (s. XIX). Como dejamos dicho, omitimos en esta lista muchos nombres clebres como San Anfiloquio, Lecoz, Frayssinous, el R. P. Lacordaire, etc., etc.

LA VIDA DE N. S. JESUCRISTOCAPITULO I Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un Angel anuncia a Zacharas el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses despus el mismo Angel anuncia a Mara los designios que tiene el Seor acerca de ella. [1] En el principio era el Verbo (1) y el Verbo era con Dios (2), y el Verbo era Dios. [2] Este era en el principio con Dios. [3] Todas las cosas fueron hechas por l (3): y nada de lo que fue hecho, se hizo sin l, [4] En l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (4). [5] Y la luz en las tinieblas resplandece (5); mas las tinieblas no la comprendieron. [6] Fue un hombre enviado de Dios, que tena por nombre Juan. [7] Este vino en testimonio, para dar testimonio de la luz, para que creyesen todos por l. [8] No era l la luz, sino para que diese testimonio de la luz. [9] Era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, que viene a este mundo (6). [10] En el mundo estaba, y el mundo por l fue hecho, y no le conoci el mundo. [11] A lo suyo vino (7), y los suyos no le recibieron. [12] Mas a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hechos hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre: [13] Los cuales son nacidos no de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varn, ms de Dios. [14] Y el Verbo fue hecho carne, y habit entre nosotros, y vimos la gloria de l, gloria como de Unignito del Padre (8)lleno de gracia y de verdad (9). [15] Y de su plenitud recibimos nosotros todos, y gracia por gracia (10). [16] Porque la ley fue dada por Moiss: mas la gracia y la verdad fue hecha por Jesucristo (11).

[17] A Dios nadie le vio jams (12): el Hijo Unignito, que est en el seno del Padre, l mismo lo ha declarado. [18] Hubo en los das de Herodes, rey de Judea (13), un sacerdote nombrado Zacharas de la suerte de Abas (14): y su mujer de las hijas de Aarn, y el nombre de ella Elisabeth. [19] Y eran ambos justos delante de Dios, caminando irreprensiblemente en todos los mandamientos, y estatutos del Seor, [20] Y no tenan hijo, porque Elisabeth era estril, y ambos eran avanzados en sus das. [21] Y aconteci, que ejerciendo Zacharas su ministerio de sacerdote delante de Dios en el orden de su vez, [22] Segn la costumbre del sacerdocio, sali por su suerte a poner el incienso, entrando en el templo del Seor: [23] Y toda la muchedumbre del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso (15). [24] Y se le apareci el Angel del Seor, puesto en pie a la derecha del altar del incienso (16). [25] Y Zacharas al verle se turb, y cay temor sobre l. [26] Mas el Angel le dijo: No temas Zacharas, porque tu oracin ha sido oda (17): y tu mujer Elisabeth te parir un hijo, y llamars su nombre Juan, [27] Y tendrs gozo y alegra, y se gozarn muchos en su nacimiento: [28] Porque ser grande delante del Seor: y no beber vino ni sidra (18), y ser lleno de Espritu Santo aun desde el vientre de su madre: [29] Y a muchos de los hijos de Israel convertir al Seor el Dios de ellos; [30] Porque l ir delante de l (19)con el espritu y virtud de Elas, para convertir los corazones de los padres a los hijos (20), y los incrdulos a la prudencia de los justos, para aparejar al Seor un pueblo perfecto. [31] Y dijo Zacharas al Angel: En qu conocer esto? porque yo soy viejo, y mi mujer est avanzada en das. [32] Y respondiendo el Angel le dijo: Yo soy Gabriel, que asisto delante de Dios: y soy enviado a hablarte, y a traerte esta feliz nueva. [33] Y tu quedars mudo, y no podrs hablar hasta el da en que esto sea hecho, porque no creste a mis palabras, las cuales se cumplirn a su tiempo. [34] Y el pueblo estaba esperando a Zacharas (21): y se maravillaban de que se tardase l en el templo. [35] Y cuando sali no les poda hablar, y entendieron que haba visto visin en el templo. Y l se lo significaba por seas, y qued mudo.

[36] Y cuando fueron cumplidos los das de su ministerio, se fue a su casa: [37] Y despus de estos das concibi Elisabeth su mujer, y se estuvo escondida cinco meses diciendo: [38] Porque el Seor me hizo esto en los das, en que atendi a quitar mi oprobio de entre los hombres. [39] Y al sexto mes, el ngel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, [40] A una Virgen desposada con un varn, que se llamaba Joseph, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era Mara. [41] Y habiendo entrado el Angel, adonde estaba, dijo: Dios te salve, llena de gracia: El Seor es contigo: Bendita t entre las mujeres. [42] Y cuando ella esto oy, se turb con las palabras de l, y pensaba, qu salutacin fuese esta. [43] Y el Angel le dijo: No temas, Mara, porque has hallado gracia delante de Dios: [44] He aqu concebirs en tu seno, y parirs un hijo, y llamars su nombre JESS. [45] Este ser grande, y ser llamado Hijo del Altsimo, y le dar el Seor Dios el trono de David su padre: y reinar en la casa de Jacob por siempre, [46] Y no tendr fin su reino. [47] Y dijo Mara al Angel: Cmo ser esto, porque no conozco varn? [48] Y respondiendo el Angel, le dijo: El Espritu Santo vendr sobre ti, y te har sombra la virtud del Altsimo. Y por eso lo Santo, que nacer de ti, ser llamado Hijo de Dios. [49] Y he aqu Elisabeth tu parienta, tambin ella ha concebido un hijo en su vejez: y este es el sexto mes a ella, que es llamada la estril: [50] Porque no hay cosa alguna imposible para Dios. [51] Y dijo Mara: He aqu la esclava del Seor, hgase en m segn tu palabra. Y se retir el Angel de ella. CAPITULO II Genealoga legal del Hombre-Dios.- Mara visita a Elisabeth: santificacin de Juan: cntico de Mara.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la Encarnacin.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisin: cntico de Zacharas. [1] Libro de la generacin de Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahm. [2] Abrahm engendr a Isaac. Y Isaac engendr a Jacob. Y Jacob engendr a Judas y a sus hermanos.

[3] Y Judas engendr de Thamr a Phars, y a Zara. Y Phars engendr a Esrn. Y Esrn engendr a Aram. [4] Y Arm engendr a Aminadb. Y Aminadb engendr a Naassn. Y Naassn engendr a Salmn. [5] Y Salmn engendr de Rahb a Booz. Y Booz engendr de Ruth a Obd. Y Obd engendr a Jess. Y Jess engendr a David el rey. [6] Y David el rey engendr a Salomn de aquella, que fue de Uras (22). [7] Y Salomn engendr a Robom. Y Robom engendr a Abas. Y Abas engendr a As. [8] Y As engendr a Josapht. Y Josapht engendr a Jorm. Y Jorm engendr (23) a Ozas. [9] Y Ozas engendr a Joathm. Y Joathm engendr a Achaz. Y Achaz engendr a Ezechas. [10] Y Ezechas engendr a Manasss. Y Manasss engendr a Amn. Y Amn engendr a Josas. [11] Y Josas engendr a Jechonas, y a sus hermanos en la transmigracin de Babilonia (24). [12] Y despus de la transmigracin de Babilonia: Jechonas (25)engendr a Salathil. Y Salathil engendr a Zorobabel. [13] Y Zorobabel engendr a Abid. Y Abid engendr a Eliacm. Y Eliacm engendr a Azr. [14] Y Azr engendr a Sadc. Y Sadc engendr a Achm. Y Achm engendr a Elid. [15] Y Elid engendr a Eleazar. Y Eleazar engendr a Mathn. Y Mathn engendr a Jacob. [16] Y Jacob engendr a Joseph esposo de Mara, de la cual naci Jess, que es llamado el Cristo (26). [17] De manera que todas las generaciones desde Abrahm hasta David, catorce generaciones: y desde David hasta la transmigracin de Babilonia, catorce generaciones: y desde la transmigracin de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones (27). [18] Y la generacin de Jesucristo fue de esta manera: que siendo Mara su madre desposada con Joseph, antes que viviesen juntos, se hall haber concebido en el vientre, de Espritu Santo. [19] Y en aquellos das levantndose Mara, fue con prisa a la montaa, a una ciudad de Jud (28). [20] Y entr en casa de Zacharas, y salud a Elisabeth. [21] Y cuando Elisabeth oy la salutacin de Mara, la criatura dio saltos en su vientre: y fue llena de Espritu Santo: [22] Y exclam en alta voz y dijo: Bendita t entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. [23] Y de dnde esto a m, que la madre de mi Seor venga a m?

[24] Porque he aqu luego que lleg la voz de tu salutacin a mis odos, la criatura dio saltos de gozo en mi vientre. [25] Y bienaventurada la que creste (29), porque cumplido ser, lo que te fue dicho de parte del Seor. [26] Y dijo Mara: Mi alma engrandece al Seor: [27] Y mi espritu se regocij en Dios mi Salvador. [28] Porque mir la bajeza de su esclava: pues ya desde ahora me dirn bienaventurada todas las generaciones. [29] Porque me ha hecho grandes cosas, el que es poderoso: y santo el nombre de l. [30] Y su misericordia de generacin en generacin sobre los que le temen. [31] Hizo valenta con su brazo: esparci a los soberbios del pensamiento de su corazn. [32] Destron a los poderosos, y ensalz a los humildes. [33] Hinch de bienes a los hambrientos: y a los rico dej vacos. [34] Recibi a Israel su siervo (30), acordndose de su misericordia. [35] As como habl a nuestros padres, a Abrahm, y a su descendencia por los siglos. [36] Y Mara se detuvo con ella tres meses: y se volvi a su casa. [37] Y Joseph su esposo, como era justo, y no quisiese infamarla: quiso dejarla secretamente. [38] Y estando l pensando en esto, he aqu que el Angel del Seor le apareci en sueos (31), diciendo: Joseph hijo de David, no temas de recibir a Mara tu mujer: porque lo que en ella ha nacido, de Espritu Santo es. [39] Y parir un hijo: y llamars su nombre JESUS: porque l salvar a su pueblo de los pecados de ellos. [40] Mas todo esto fue hecho para que se cumpliese lo que habl el Seor por el profeta, que dice: [41] He aqu la Virgen concebir, y parir hijo: y llamarn su nombre Emmanuel (32), que quiere decir: con nosotros Dios. [42] Y despertando Joseph del sueo, hizo como el Angel del Seor le haba mandado, y recibi a su mujer. [43] Y no la conoci hasta que pari a su hijo primognito (33). [44] Mas a Elisabeth se le cumpli el tiempo de parir, y pari un hijo. [45] Y oyeron sus vecinos, y parientes, que el Seor haba sealado con ella su misericordia, y se congratulaban con ella.

[46] Y aconteci que al octavo da vinieron a circuncidar al nio, y le llamaban del nombre de su padre, Zacharas. [47] Y respondiendo su madre, dijo: De ningn modo, sino Juan ser llamado. [48] Y le dijeron: Nadie hay en tu linaje, que se llame con este nombre. [49] Y preguntaban por seas al padre del nio, como quera que se llamase. [50] Y pidiendo una tableta, escribi, diciendo: Juan es su nombre. Y se maravillaron todos. [51] Y luego fue abierta su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. [52] Y vino temor sobre todos los vecinos de ellos: y se extendieron todas estas cosas por todas las montaas de la Judea: [53] Y todos los que las oan, las conservaban en su corazn, diciendo: Quin pensis, que ser este nio? Porque la mano del Seor era con l. [54] Y Zacharas su padre fue lleno de Espritu Santo, y profetiz, diciendo: [55] Bendito el Seor Dios de Israel, porque visit, e hizo la redencin de su pueblo: [56] Y nos alz el cuerno de salud (34)en la casa de David su siervo. [57] Como habl por boca de sus santos profetas, que ha habido de otro tiempo: [58] Salud (35)de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecen: [59] Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo testamento. [60] El juramento, que jur a nuestro padre Abrahm, que l dara a nosotros: [61] Para que librados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor, [62] En santidad, y en justicia delante de l mismo, todos los das de nuestra vida. [63] Y t, nio, profeta del Altsimo sers llamado: porque irs ante la faz del Seor, para aparejar sus caminos: [64] Para dar conocimiento de salud a su pueblo, para la remisin de sus pecados. [65] Por las entraas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visit de lo alto el Oriente: [66] Para alumbrar, a los que estn de asiento en tinieblas, y en sombra de muerte: para enderezar nuestros pies a camino de paz. [67] Y el nio creca, y era fortificado en espritu: y estuvo en los desiertos hasta el da, que se manifest a Israel (36). CAPITULO III Con ocasin del edicto de Csar Augusto, va Joseph con Mara a Betlehm, en donde nace el

Hijo de Dios.- Un ngel anuncia a los pastores su nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisin del Nio Jess.- Adoracin de los Magos. [1] Y aconteci en aquellos das, que sali un edicto de Csar Augusto, para que fuese empadronado todo el mundo (37). [2] Este primer empadronamiento fue hecho por Cyrino, gobernador de la Syria (38): [3] E iban todos a empadronarse cada uno a su ciudad (39). [4] Y subi tambin Joseph de Galilea de la ciudad de Nazarth, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Bethlehm: porque era de la casa y familia de David, [5] Para empadronarse con su esposa Mara, que estaba preada. [6] Y estando all, aconteci que se cumplieron los das en que haba de parir (40). [7] Y pari a su Hijo primognito (41), y lo envolvi en paales, y lo recost en un pesebre: porque no haba lugar para ellos en el mesn (42). [8] Y haba unos pastores en aquella comarca, que estaban velando, y guardando las velas de la noche sobre su ganado. [9] Y he aqu se puso junto a ellos un Angel del Seor, y la claridad de Dios los cerc de resplandor, y tuvieron grande temor. [10] Y les dijo el Angel: No temis: porque he aqu os anuncio un grande gozo, que ser a todo el pueblo: [11] Que hoy os es nacido el Salvador, que es el Cristo Seor, en la ciudad de David. [12] Y esta os ser la seal: Hallaris al nio envuelto en paales, y echado en un pesebre. [13] Y sbitamente apareci con el Angel una tropa numerosa de la milicia celestial, que alababan a Dios, y decan: [14] Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (43). [15] Y aconteci, que luego que los Angeles se retiraron de ellos al cielo: los pastores se decan los unos a los otros: Pasemos hasta Bethlehm, y veamos esto, que ha acontecido, lo cual el Seor nos ha mostrado. [16] Y fueron apresurados, y hallaron a Mara, y a Joseph, y al nio echado en el pesebre. [17] Y cuando esto vieron, entendieron lo que se les haba dicho acerca de aquel nio. [18] Y todos los que lo oyeron, se maravillaron: y tambin de lo que les haban referido los pastores. [19] Mas Mara guardaba todas estas cosas, confirindolas en su corazn.

[20] Y se volvieron los pastores glorificando, y loando a Dios por todas las cosas, que haban odo y visto, as como les haba sido dicho. [21] Y despus que fueron pasados los ocho das para circuncidar al nio: llamaron su nombre JESUS, como le haba llamado el Angel, antes que fuese concebido en el vientre. [22] Pues cuando hubo nacido Jess en Bethlehm de Jud en tiempo de Herodes el rey, he aqu unos Magos (44)vinieron del Oriente (45)a Jerusalm, [23] Diciendo: Dnde est el rey de los Judos que ha nacido? porque vimos su estrella en el Oriente (46), y venimos a adorarle. [24] Y el rey Herodes, cuando lo oy, se turb, y toda Jerusalm con l. [25] Y convocando todos los prncipes de los sacerdotes (47)y los escribas del pueblo (48), les preguntaba, donde haba de nacer el Cristo. [26] Y ellos le dijeron: En Bethlehm de Jud: porque as est escrito por el profeta. [27] Y t, Bethlehm, tierra de Jud, no eres la menor entre las principales de Jud, porque de ti saldr el caudillo, que gobernar a mi pueblo de Israel. [28] Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, se inform de ellos cuidadosamente del tiempo, en que les apareci la estrella. [29] Y encaminndolas a Bethlehm, les dijo: Id, e informaos bien del nio: y cuando le hubireis hallado, hacdmelo saber, para que yo tambin vaya a adorarle. [30] Ellos, luego que esto oyeron del rey, se fueron. Y he aqu la estrella, que haban visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando se par, sobre donde estaba el nio (49). [31] Y cuando vieron la estrella, se regocijaron en gran manera. [32] Y entrando en la casa, hallaron al nio con Mara su madre, y postrndose le adoraron: y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. [33] Y habida respuesta en sueos (50), que no volviesen a Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino. CAPITULO IV Joseph y Mara van a Jerusalm a presentar a Jess en el templo.- Palabras del viejo Simen y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a Nazareth.- Conducido a Jerusalm por las fiestas de Pascuas, sorprende a los doctores con la sabidura de sus palabras. [1] Despus que ellos (51)se fueron, y despus que fueron cumplidos los das de la purificacin de Mara, segn la ley de Moiss, lo llevaron a Jerusalm, para presentarlo al Seor, [2] Como est escrito en la ley del Seor: Que todo macho que abriere matriz, ser consagrado al Seor (52). [3] Y para dar la ofrenda, conforme est mandado en la ley del Seor, un par de trtolas, o dos palominos.

[4] Y haba a la sazn en Jerusalm un hombre llamado Simen, y este hombre justo y temeroso de Dios, esperaba la consolacin de Israel (53), y el Espritu Santo era en l. [5] Y haba recibido respuesta del Espritu Santo, que l no vera la muerte, sin ver antes al Cristo del Seor. [6] Y vino por espritu al templo. Y trayendo los padres al nio Jess, para hacer segn la costumbre de la ley por l: [7] Entonces l lo tom en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo: [8] Ahora, Seor, despides a tu siervo, segn tu palabra, en paz: [9] Porque han visto mis ojos tu salud (54), [10] La cual has aparejado ante la faz de todos los pueblos. [11] Lumbre para ser revelada a los gentiles, y para gloria de tu pueblo Israel. [12] Y su padre y madre estaban maravillados de aquellas cosas que de l se decan. [13] Y los bendijo Simen, y dijo a Mara su madre: He aqu que este es puesto para cada, y para levantamiento de muchos en Israel (55): y para seal a la que se har contradiccin (56): [14] Y una espada traspasar tu alma de ti misma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones (57). [15] Y haba una profetisa llamada Ana, hija de Phanuel de la tribu de Aser: esta era ya de muchos das, y haba vivido siete aos con su marido desde su virginidad (58). [16] Y esta era viuda, como de ochenta y cuatro aos: que no se apartaba del templo, sirviendo da y noche en ayunos y oraciones. [17] Y como llegase ella a la misma hora, alababa al Seor: y hablaba de l a todos los que esperaban la redencin de Israel. [18] Y cuando lo hubieron todo cumplido conforme a la ley del Seor, he aqu un Angel del Seor apareci en sueos a Joseph, y le dijo: Levntate, y toma al nio, y a su madre, y huye a Egipto, y estte all hasta que yo te lo diga. Porque ha de acontecer, que Herodes busque al nio para matarle. [19] Levantndose Joseph, tom al nio, y a su madre de noche, y se retir a Egipto: [20] Y permaneci all hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que haba hablado el Seor por el profeta, que dice: De Egipto llam a mi hijo. [21] Entonces Herodes, cuando vio, que haba sido burlado por los Magos, se irrit mucho, y enviando hizo matar todos los nios, que haba en Bethlehem y en toda su comarca de dos aos y abajo, conforme al tiempo, que haba averiguado de los Magos (59). [22] Entonces fue cumplido lo que se haba dicho por Jeremas el profeta, que dice:

[23] Voz fue oda en Ram (60), lloro, y mucho lamento: Rachl llorando sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son. [24] Y habiendo muerto Herodes, he aqu el Angel del Seor apareci en sueos a Joseph en Egipto. [25] Diciendo: Levntate, y toma al nio, y a su madre, y vete a tierra de Israel: porque muertos son, los que queran matar al nio. [26] Levantndose Joseph, tom al nio, y a su madre, y se vino para tierra de Israel. [27] Mas oyendo que Archelao reinaba en la Judea en lugar de Herodes, su padre, temi de ir all: y avisado en sueos, se retir a las tierras de Galilea. [28] Y vino a morar a su ciudad, que se llama Nazareth: para que se cumpliese lo que haban dicho los profetas: que ser llamado Nazareno (61). [29] Y el nio creca, y se fortificaba, estando lleno de sabidura: y la gracia de Dios era en l. [30] Y sus padres iban todos los aos a Jerusalm, en el da solemne de la Pascua. [31] Y cuando tuvo doce aos, subieron ellos a Jerusalm, segn la costumbre del da de la fiesta, [32] Y acabados los das, cuando se volvan, se qued el nio Jess en Jerusalm, sin que sus padres lo advirtiesen (62). [33] Y creyendo, que l estaba con los de la comitiva, anduvieron camino de un da, y le buscaban entre los parientes, y entre los conocidos. [34] Y como no le hallasen, se volvieron a Jerusalm, buscndole. [35] Y aconteci, que tres das despus le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyndolos y preguntndoles. [36] Y se pasmaban todos los que le oan, de su inteligencia, y de sus respuestas. [37] Y cuando le vieron (63) se maravillaron. Y le dijo su madre: Hijo, por qu los has hecho as con nosotros? mira, como tu padre, y yo angustiados te buscbamos. [38] Y les respondi: Para qu me buscbais? No sabais, que en las cosas que son de mi Padre me conviene estar? [39] Mas ellos no entendieron la palabra, que les habl. [40] Y descendi con ellos, y vino a Nazareth: y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazn. [41] Y Jess creca en sabidura, y en edad, y en gracia delante de Dios, y de los hombres. CAPITULO V Inspirado por el Espritu Santo, sale Juan del desierto y principia a predicar.- El pueblo se

agolpa para orle y para purificarse. El mismo Jess va de Nazareth al Jordn para ser bautizado.- Segunda genealoga del Hombre-Dios. [1] Y en el ao dcimo quinto del imperio de Tiberio Csar, siendo Poncio Pilato gobernador de la Judea, y Herodes tetrarca (64) de Galilea, y su hermano Philipo tetrarca de Itura, y de la provincia de Trachonite, y Lysanias tetrarca de Abilina, [2] Siendo prncipes de los sacerdotes Anns y Caiphs, vino palabra del Seor sobre Juan, hijo de Zacharas en el desierto. [3] Y vino por toda la regin del Jordn, y por el desierto de la Judea, bautizando y predicando bautismo de penitencia para remisin de pecados. [4] Y diciendo: Haced penitencia, porque se ha acercado el reino de los cielos. [5] As como est escrito en Isaas el profeta: He aqu yo envo a mi Angel delante de tu faz, que preparar tu camino delante de ti. [6] Pues este es (65), de quien habl el profeta Isaas, diciendo: [7] Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Seor: haced derechas sus sendas: [8] Todo valle se henchir: y todo monte y collado ser abajado: y lo torcido ser enderezado, y los caminos fragosos allanados: [9] Y ver toda carne la salud de Dios. [10] Y el mismo Juan tena un vestido de pelos de camellos, y un ceidor de cuero alrededor de sus lomos: y su comida eran langostas y miel silvestre. [11] Entonces sala a l Jerusalm, y toda la Judea, y toda la tierra de la comarca del Jordn; y eran bautizados por l en el ro Jordn, confesando sus pecados. [12] Y deca a las turbas, que venan a que las bautizase, viendo que muchos de los Phariseos y de los Sadducos (66) venan a su bautismo: Raza de vboras, quin os mostr a huir de la ira, que ha de venir? [13] Haced pues frutos dignos de penitencia, y no comencis a decir: tenemos por padre a Abrahm. Porque os digo, que puede Dios de estas piedras levantar hijos a Abrahm. [14] Porque ya est puesta la segur a la raz de los rboles. Pues todo rbol, que no hace buen fruto, cortado ser, y echado en el fuego. [15] Y le preguntaban las gentes, y decan: Pues qu haremos? [16] Y respondiendo les deca: El que tiene dos vestidos, de al que no tiene: y el que tiene que comer, haga lo mismo. [17] Y vinieron tambin a l publicanos (67), para que los bautizase, y le dijeron: Maestro, qu haremos? [18] Y les dijo: No exijis ms de lo que os est ordenado.

[19] Le preguntaban tambin los soldados, diciendo: Y nosotros, qu haremos? Y les dijo: No maltratis a nadie, ni le calumniis: y contentaos con vuestro sueldo. [20] Y como el pueblo creyese, y todos pensasen en sus corazones, si por ventura Juan era el Cristo: [21] Respondi Juan y dijo a todos: Yo en verdad os bautizo en agua: mas vendr otro ms fuerte que yo, cuyo calzado no soy digno de llevar: y ante el cual no soy digno de postrarme para desatar la correa de sus zapatos: l os bautizar en Espritu Santo, y fuego: [22] Cuyo bieldo est en su mano, y limpiar su era, y allegar el trigo en su granero, y la paja quemar con fuego, que no se apaga. [23] Y as anunciaba otras muchas cosas al pueblo en sus exhortaciones. [24] Entonces vino Jess de Nazareth de Galilea al Jordn a Juan, para ser bautizado por l (68). [25] Mas Juan se lo estorbaba, diciendo: Yo debo ser bautizado por ti, y t vienes a m? [26] Y respondiendo Jess, le dijo: Deja ahora: porque as nos conviene (69) cumplir toda justicia. Entonces le dej: y fue bautizado por Juan en el Jordn. [27] Y aconteci, que como recibiese el bautismo todo el pueblo, despus que Jess fue bautizado, subi luego del agua. Y estando l orando, se le abrieron los cielos: [28] Y vio al Espritu Santo en figura corporal, como paloma, que descenda y posaba en l mismo. [29] Y he aqu una voz de los cielos que deca: Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido. [30] Y el mismo Jess comenzaba a ser como de treinta aos, hijo, segn se crea, de Joseph, que lo fue de Hel (70), que lo fue de Mathat, [31] Que lo fue de Lev, que lo fue de Melchi, que lo fue de Janne, que lo fue de Joseph, [32] Que lo fue de Mathathas, que lo fue de Ams, que lo fue de Nahum, que lo fue de Hesl, que lo fue de Nagge, [33] Que lo fue de Mahath, que lo fue de Mathathas, que lo fue de Semei, que lo fue de Joseph, que lo fue de Jud. [34] Que lo fue de Joanna, que lo fue de Resa, que lo fue de Zorobabel, que lo fue de Salathil, que lo fue de Neri, [35] Que lo fue de Melchi, que lo fue de Add, que lo fue de Cosn, que lo fue de Elmadn, que lo fue de Her, [36] Que lo fue de Jess, que lo fue de Eliezer, que lo fue de Jorim, que lo fue de Mathat, que lo fue de Lev, [37] Que lo fue de Simen, que lo fue de Judas, que lo fue de Joseph, que lo fue de Jons, que lo fue de Eliakim,

[38] Que lo fue de Melea, que lo fue de Menna, que lo fue de Mathatha, que lo fue de Nathn, que lo fue de David. [39] Que lo fue de Jess, que lo fue de Obed, que lo fue de Booz, que lo fue de Salmn, que lo fue de Naassn, [40] Que lo fue de Aminadab, que lo fue de Arm, que lo fue de Esron, que lo fue de Phars, que lo fue de Judas, [41] Que lo fue de Jacob, que lo fue de Isaac, que lo fue de Abrahm, que lo fue de Thare, que lo fue de Nachr, [42] Que lo fue de Sarug, que lo fue de Ragau, que lo fue de Phaleg, que lo fue de Heber, que lo fue de Sal, [43] Que lo fue de Cainn, que lo fue de Arphaxad, que lo fue de Sem, que lo fue de No, que lo fue de Lamech, [44] Que lo fue de Mathusal, que lo fue de Henoch, que lo fue de Jared, que lo fue de Malaleel, que lo fue de Cainn, [45] Que lo fue de Hens, que lo fue de Seth, que lo fue de Adm, que lo fue de Dios. CAPTULO VI Jess de las orillas del Jordn, se retira a un desierto, para ser tentado del demonio.-Juan le proclama Salvador del mundo despus de haber dado testimonio de l ante el pueblo y los enviados de los Judos. -Jess, otra vez junto Jordn, atrae a s muchos discpulos. [1] Ms Jess lleno de Espritu Santo, se volvi al Jordn, y el Espritu le impeli al desierto, para ser tentado del diablo (71). [2] Y estuvo all cuarenta das, y cuarenta noches: y moraba con las fieras. Y no comi nada en aquellos das: [3] Y pasados estos tuvo hambre. [4] Y llegndose a l el tentador, le dijo: Si eres Hijo de dios, d que estas piedras se hagan panes. [5] Y Jess le respondi: Escrito est: No de solo pan vive el hombre, ms de toda palabra, que sale de la boca de Dios (72). [6] Entonces le tom el diablo, y le llev a la santa ciudad (73), y le puso sobre la almena (74) del templo, [7] Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, chate de aqu abajo, porque escrito est: Que mand a sus ngeles acerca de ti, y te tomarn en palmas, porque no tropieces en piedra con tu pi. [8] Jess le dijo: tambin est escrito: No tentars al Seor tu Dios (75) [9] De nuevo le subi el diablo a un monte muy alto: y le mostr en un momento de tiempo todos los reinos del mundo, y la gloria de ellos (76)

[10] Y le dijo: Te dar todo este poder, y la gloria de ellos: porque a mi se me han dado, y a quien quiero, los doy. [11] Por tanto, si postrado me adorares, sern todos tuyos. [12] Entonces le dijo Jess: Vete, Satans: porque escrito est: Al Seor tu Dios adorars, y a l solo servirs. [13] Y acabada toda tentacin, se retir de l el diablo hasta el tiempo (77). [14] Y he aqu los ngeles llegaron y le servan. [15] Juan da testimonio de l, y clama, diciendo: Este era el que yo dije: El que ha de venir en pos de m, ha sido engendrado antes de m (78). [16] Y este es el testimonio de Juan, cuando los Judos enviaron a l de Jerusaln sacerdotes, y Levitas a preguntarle: T quin eres? [17] Y confes, y no neg: y confes: Que yo no soy el Cristo. [18] Y le preguntaron: Pues qu cosa? Eres t Elas? Y respondi: No. [19] Y le dijeron: Pues quin eres, para que podamos dar respuesta a los que nos han enviado? qu dices de ti mismo? [20] l dijo: Yo soy voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Seor, como dijo Isaas profeta. [21] Y lo que haban sido enviados, eran de los Pharisos. [22] Y le preguntaron, y le dijeron: Pues porqu bautizas, si t no eres el Cristo, ni Elas, ni el profeta? [23] Juan le respondi, y dijo: Yo bautizo en agua: ms en medio de vosotros estuvo, a quien vosotros no conocis: [24] Este es el que ha de venir en pos de m, que ha sido engendrado antes de m: del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato. [25] Esto aconteci en Bethania de la otra parte del Jordn, en donde estaba Juan bautizando. [26] El da siguiente vio Juan a Jess venir a l, y dijo: He aqu el Cordero de Dios (79), he aqu el que quita el pecado del mundo. [27] Este es aquel, de quien yo dije: En pos de m viene un varn, que fue engendrado antes de m: porque primero era que yo. [28] Y yo no le conoca, ms para que sea manifestado en Israel, por eso vine yo a bautizar en agua. [29] Y Juan dio testimonio, diciendo: Que vi el Espritu que descenda del cielo como paloma, y repos sobre l.

[30] Y yo no le conoca: ms aquel que me envi a bautizar en agua, me dijo: Sobre aquel que t vieres descender el Espritu, y reposar sobre l, este es el que bautiza en Espritu Santo. [31] Y yo le vi: y d testimonio, que este es el Hijo de Dios. [32] El da siguiente otra vez estaba Juan, y dos de sus discpulos. [33] Y mirando a Jess que pasaba, dijo: He aqu el Cordero de Dios. [34] Y lo oyeron hablar dos de sus discpulos, y siguieron a Jess. [35] Y volvindose Jess, y viendo que le seguan, les dijo: Qu buscis? Ellos le dijeron: Rabb (que quiere decir Maestro) en dnde moras? [36] Les dijo: Venid, y vedlo. Ellos fueron, y vieron en donde moraba, y que se quedaron con l aquel da: era entonces como la hora de las diez (80). [37] Y Andrs hermano de Simn Pedro era un o de los dos, que haban odo decir esto a Juan, y que haban seguido a Jess. [38] Este hall primero a su hermano Simn, y le dijo: Hemos hallado al Mesas. (Que quiere decir el Cristo). [39] Y le llev a Jess. Y Jess le mir, y dijo: t eres Simn, hijo de Jon: T sers llamado Cephas, que se interpreta Pedro. [40] El da siguiente quiso ir a Galilea, y hallo a Phelipe. Y Jess le dijo: Sgueme. [41] Era Phelipe de Bethsaida, ciudad de Andrs, y de Pedro. [42] Phelipe hall a Nathanal (81), y le dijo: Hallado hemos a aquel, de quien escribi Moiss en la ley, y los profetas, a Jess el hijo de Joseph el de Nazareth (82). [43] y Nathanal le dijo: De Nazareth puede haber cosa buena (83)? Phelipe le dijo: Ven, y velo. [44] Vio Jess a Nathanal, que vena a buscarle, y dijo de l: He aqu un verdadero isreaelita, en quien no hay engao. [45] Nathanal le dijo: De dnde me conoces? Respondi Jess, y le dijo: Antes que Phelipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. [46] Nathanal le respondi, y dijo: Maestro, t eres el Hijo de Dios, t eres el rey de Israel. [47] Jess respondi, y le dijo: Porque te dije: Que te vi debajo de la higuera, crees: mayores cosas que estas vers. [48] Y le dijo: En verdad, en verdad os digo, que veris el cielo abierto, y los ngeles de Dios subir, y descender sobre el Hijo del hombre (84). CAPTULO VII Jess de la ribera del Jordn pasa a Can de Galilea, donde hace su primer milagro; luego se

va a Capharnaum, y poco despus a Jerusaln: lo vendedores arrojados del tempo; entrevista de Jess con Icodemo. -Jess vuelve al Jordn, donde bautiza por ministerio de sus discpulos. [1] Y de all a tres das se celebraron unas bodas en Can de Galilea: y estaba all la Madre de Jess. [2] Y fue tambin convidado Jess, y sus discpulos a las bodas. [3] Y llegando a faltar vino, la Madre de Jess le dice: No tienen vino. [4] Y Jess le dijo: Mujer, qu nos va a m y a ti? an no es llegada mi hora (85) [5] Dijo la Madre de l a los que servan: Haced cuanto l os dijere. [6] Y haba all seis hidrias de piedra (86) conforme a la purificacin de los Judos, y caban en cada una dos o tres cntaros (87). [7] Y Jess les dijo: Llenad las hidrias de agua. Y las llenaron hasta arriba. [8] Y Jess les dijo: Sacad ahora, y llevad al maestresala (88). Y lo llevaron. [9] Y luego que gust el maestresala el agua hecha vino, y no saba de donde era, aunque los que servan lo saban, porque haban sacado el agua (89): llam al esposo el maestresala, [10] Y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino: y despus que han bebido bien, entonces da el que no es tan bueno: ms t guardaste el buen vino hasta ahora. [11] Este fue el primer milagro, que hizo Jess (90) en Can de Galilea: y manifest su gloria, y creyeron en l sus discpulos. [12] Despus de esto se fue a Capharnaum l y su Madre, y sus hermanos (91), y sus discpulos: y estuvieron all no muchos das. [13] Y estaba cerca la Pascua de los Judos (92), y subi a Jerusaln: [14] Y hall en el templo (93) vendiendo bueyes, y ovejas, y palomas (94), y a los cambistas sentados (95). [15] Y haciendo de cuerdas como un azote, los ech a todos del templo, y las ovejas, y los bueyes, y arroj por tierra el dinero de los cambistas, y derrib las mesas. [16] Y dijo a los que vendan las palomas: Quitad esto de aqu, y la casa de mi Padre no la hagis casa de trfico. [17] Y se acordaron sus discpulos, que est escrito: El zelo de tu casa me comi. [18] Y los Judos le respondieron, y dijeron: Qu seal nos muestras, de que haces estas cosas? [19] Jess les respondi, y dijo: Destruid este templo, y en tres das lo levantar. [20] Los Judos le dijeron: En cuarenta y seis aos fue hecho este templo, y t lo levantars en tres das?

[21] Mas l hablaba del templo de su cuerpo (96). [22] Y cuando resucit de entre los muertos, se acordaron sus discpulos, que por esto lo deca, y creyeron a la Escritura, y a la palabra, que dijo Jess. [23] Y estando en Jerusaln en el da solemne de la Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que haca. [24] Ms el mismo Jess no se fiaba de ellos, porque los conoca a todos, [25] Y porque l no haba menester, que alguno le diese testimonio del hombre: porque saba por si mismo lo que haba en el hombre. [26] Y haba un hombre de los Pharisos, llamado Nicodemo, prncipe de los Judos, [27] Este vino a Jess de noche, y le dijo. Rab, sabemos, que eres Maestro venido de dios: porque ninguno puede hacer estos milagros, que t haces, si Dios no estuviere con l. [28] Jess respondi, y le dijo: En verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de dios, sino aquel que renaciere de nuevo. [29] Nicodemo le dijo: Cmo puede un hombre nacer, siendo viejo? por ventura puede volver al vientre de su madre, y nacer otra vez? [30] Jess respondi: En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en el reino de Dios, sino aquel que fuere renacido de agua y de Espritu Santo (97). [31] Lo que es nacido de carne, carne es: y lo que es nacido de espritu, espritu es. [32] No te maravilles, porque te dije: os es necesario nacer otra vez. [33] El espritu donde quiere sopla (98): y oyes su voz, ms no sabes de donde viene, ni adonde va: as es todo aquel que es nacido de espritu. [34] Respondi Nicodemo, y le dijo: Cmo puede hacerse esto? [35] Respondi Jess, y le dijo: T eres el maestro en Israel, y esto ignoras? [36] En verdad, en verdad te digo, que lo que sabemos, esto hablamos; y lo que hemos visto, atestiguamos, y no recibs nuestro testimonio. [37] Si os he dicho cosas terrenas, y no las creeris: cmo creeris, si os dijere las celestiales (99)? [38] Y ninguno subi al cielo, sino el que descendi del cielo, el Hijo del hombre (100), que est en el cielo (101). [39] Y como Moiss levant la serpiente en el desierto: as tambin es necesario, que sea levantado el hijo del h