la vida de nuestro señor jesucristo

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La vida de Nuestro Señor Jesucristo Abate Brispot, La vida de Nuestro Señor Jesucristo LA VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Tomo Primero ADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORES PRÓLOGO APROBACIONES NOCIONES PRELIMINARES 1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS. 2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS. LA VIDA DE N. S. JESUCRISTO CAPITULO I Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un Angel anuncia a Zacharías el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses después el mismo Angel anuncia a María los designios que tiene el Señor acerca de ella. CAPITULO II Genealogía legal del Hombre-Dios.- María visita a Elisabeth: santificación de Juan: cántico de María.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la Encarnación.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisión: cántico de Zacharías. CAPITULO III Con ocasión del edicto de César Augusto, va Joseph con María a Betlehém, en donde nace el Hijo de Dios.- Un ángel anuncia a los pastores su nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisión del Niño Jesús.- Adoración de los Magos. CAPITULO IV Joseph y María van a Jerusalém a presentar a Jesús en el templo.- Palabras del viejo Simeón y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a Nazareth.- Conducido a Jerusalém por las fiestas de Pascuas, sorprende a los doctores con la sabiduría de sus palabras. CAPITULO V Inspirado por el Espíritu Santo, sale Juan del desierto y principia a predicar.- El pueblo se agolpa para oírle y para purificarse. El mismo Jesús va de Nazareth al Jordán para ser bautizado.- Segunda genealogía del Hombre-Dios. CAPÍTULO VI Jesús de las orillas del Jordán, se retira a un desierto, para ser tentado del demonio.-Juan le proclama Salvador del mundo después de haber dado testimonio de él ante el pueblo y los enviados de los Judíos. –Jesús, otra vez junto Jordán, atrae a sí muchos discípulos. CAPÍTULO VII Jesús de la ribera del Jordán pasa a Caná de Galilea, donde hace su primer milagro; luego se va a Capharnaum, y poco después a Jerusalén: lo vendedores arrojados del tempo; entrevista de Jesús con Nicodemo. –Jesús

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Obra clásica sobre la vida de Jesucristo

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La vida de Nuestro Seor Jesucristo

La vida de Nuestro Seor Jesucristo

Abate Brispot, La vida de Nuestro Seor Jesucristo

LA VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO

Tomo Primero

ADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORES

PRLOGO

APROBACIONES

NOCIONES PRELIMINARES

1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS.

2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS

EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS.

LA VIDA DE N. S. JESUCRISTO

CAPITULO I

Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un

Angel anuncia a Zacharas el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses

despus el mismo Angel anuncia a Mara los designios que tiene el Seor

acerca de ella.

CAPITULO II

Genealoga legal del Hombre-Dios.- Mara visita a Elisabeth: santificacin

de Juan: cntico de Mara.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la

Encarnacin.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisin: cntico de

Zacharas.

CAPITULO III

Con ocasin del edicto de Csar Augusto, va Joseph con Mara a Betlehm,

en donde nace el Hijo de Dios.- Un ngel anuncia a los pastores su

nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisin del Nio Jess.- Adoracin de

los Magos.

CAPITULO IV

Joseph y Mara van a Jerusalm a presentar a Jess en el templo.- Palabras

del viejo Simen y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a

Nazareth.- Conducido a Jerusalm por las fiestas de Pascuas, sorprende a

los doctores con la sabidura de sus palabras.

CAPITULO V

Inspirado por el Espritu Santo, sale Juan del desierto y principia a

predicar.- El pueblo se agolpa para orle y para purificarse. El mismo

Jess va de Nazareth al Jordn para ser bautizado.- Segunda genealoga del

Hombre-Dios.

CAPTULO VI

Jess de las orillas del Jordn, se retira a un desierto, para ser tentado

del demonio.-Juan le proclama Salvador del mundo despus de haber dado

testimonio de l ante el pueblo y los enviados de los Judos. Jess, otra

vez junto Jordn, atrae a s muchos discpulos.

CAPTULO VII

Jess de la ribera del Jordn pasa a Can de Galilea, donde hace su primer

milagro; luego se va a Capharnaum, y poco despus a Jerusaln: lo

vendedores arrojados del tempo; entrevista de Jess con Nicodemo. Jess

vuelve al Jordn, donde bautiza por ministerio de sus discpulos.

CAPTULO VIII

Juan da un nuevo testimonio de Jess.-Humildad del santo

precursor.-Herodes el tetrarca le manda prender y aherrojar en una

crcel.-Jess deja el Jordn para marchar a la Galilea.-Entrevista con la

Samaritana.-Predicacin en Samaria.-Creen mucho en l.

CAPTULO IX

De Samaria Jess vuelve a Can de Galilea: cura al hijo de un seor de la

corte. Vuelve despus a Nazareth donde explica una profeca de Isaas, y

llega a Capharnaum donde llama a s nuevos discpulos: cura a un hombre

posedo del demonio, sana a la suegra de Simn Pedro y otros muchos

enfermo

CAPTULO X

De Capharnaum Jess va a predicar a la Galilea; sana a un leproso y a

otros muchos enfermos.-Acosado por el gento se mete en una barca para

ensear.-Primera pesca milagrosa.-De vuelta en Capharnaum sana a un

paraltico y confunde a los Pharisos.

CAPTULO XI

Vocacin de San Matho.-Jess come en Capharnaum con los publcanos.-Mofas

de los Pharisos, y pregunta sobre el ayuno.-Va a casa de Jairo; queda

sana una mujer tocando la orla de su vestidura; resurreccin de la

muchacha; cura de dos ciegos y de un posedo mudo.

CAPTULO XII

Jess pasa de Capharnaum a Jerusaln y sana a un paraltico en la Piscina

llamada Bethsaida: escndalo de los Pharisos.-Jess declara a los judos

que l es Hijo de Dios, igual a su Padre, y el Mesas prometido en las

Sagradas Escrituras.

CAPTULO XIII

Jess volviendo de Jerusaln a Capharnaum, defiende a sus discpulos que

coman espigas. Cursa de un hombre cuya mano estaba seca; conspiracin de

los Pharisos.-Predicaciones y milagros a las orillas del mar.- Va Jess a

un monte de Galilea, donde pasa la noche.-Eleccin de los doce Apstoles.

CAPTULO XIV

Discurso del Hijo de Dios sobre el monte: las ocho bienaventuranzas y las

cuatro maldiciones Sus Apstoles deben alumbrar el mundo predicando la Ley

perfeccionada.-La justifica del cristiano debe ser ms grande que la de

los Escribas y Pharisos: El cristiano debe tener ms dulzura, ms

caridad, ms prudencia y ms castidad.

CAPTULO XV

Continuacin del discurso de Jess sobre el monte: deben evitarse los

juramento; saber padecer para conservar la unin de la caridad, amar hasta

a sus enemigos, evitar la ostentacin, y preferir el secreto en las buenas

obras. Cmo debe orar todo cristiano.

CAPTULO XVI

Prosigue el Seor su discurso sobre el monte, diciendo que hay que tener

la conciencia pura, que no se debe servir ms que a dios, y que el hombre

debe abandonarse sin reserva a los cuidados de la Providencia divina.-Nos

dice que hagamos con nuestro prjimo lo que quisiramos que se hiciese con

nosotros, y nos recomienda que entremos por la puerta estrecha.

CAPTULO XVII

Concluye el Seor su discurso diciendo que no se debe seguir a los falsos

doctores, sino afianzarse en las verdades el Evangelio.-Jess, bajando del

monte, sana a un leproso, y despus en _Capharnaum devuelve la salud al

siervo de un centurin. Al da siguiente pasa a Nam, donde resucita al

hijo de una viuda.

CAPTULO XVIII

Hallndose Jess en Nam le enva Juan dos de sus discpulos: nuevos

milagros.-El Hijo de Dios hace el elogio de Juan.-Censura Jess la

conducta de los Pharisos y la de las ciudad impenitentes.-Paternal

llamamiento a los pobres y afligidos. La pecadora a los pies del Seor.

CAPTULO XIX

De Nam Jess recorre otra vez la Galilea.-Vuelto a Capharnaum, libra a un

endemoniado mudo y ciego; murmuraciones de los Pharisos y respuesta de

Jess.-Le piden un gran prodigio; Jess predice su resurreccin, contina

enseando al pueblo.-Cules son aquellos que reconoce por suyos.

CAPTULO XX

Jess sentado a la orilla del mar propone al pueblo diversas parbolas: la

del sembrador, con su explicacin; la de la semilla echada en la tierra,

la de la cizaa entre el buen trigo, la del grano de mostaza, y la de la

levadura.

CAPTULO XXI

Jess explica en la casa de Capharnaum a sus discpulos la parbola de la

cizaa, y les propone otras; la del tesoro escondido; la de la perla de

mucho valor, y la de la red echada en la mar.-Pasa al territorio de los

Gerasenos: borrasca apaciguada: cura de dos endemoniados: rebao

precipitado en la mar.-Jess se vuelve a la otra orilla del lago.

CAPTULO XXII

De las cercanas de la mar Jess pasa a Nazareth, donde intentan acabar

con su vida.-Predica en la Galilea: misin de los Apstoles e

instrucciones que reciben: los Apstoles se ponen en camino, en tanto que

Jess va predicando por las ciudades.

CAPTULO XXIII

Mientras predica Jess en las ciudades, y sus discpulos en las aldeas de

Galilea, ocurre la muerte de Juan Bautista.- Herodes oye hablar de Jess,

y desea verle; ms Jess se aleja y se vuelve a Capharnaum.-Habiendo

vuelto a su lado los Apstoles, los lleva de Capharnaum al desierto de

Bethsaida, en donde instruye al pueblo.-Primera multiplicacin de los

panes.

CAPTULO XXIV

Jesucristo anda sobre las aguas volviendo del desierto de Bethsaida a

Capharnaum.-Sana a muchos enfermos.-Jess declara al pueblo que su carne

es comida, y su sangre es bebida.-Murmuraciones de los judos: Jess

declara que su cuerpo es el pan celestial figurado por el man.

CAPTULO XXV

De Capharnaum Jess recorre de nuevo la Galilea.-Descubre la hipocresa de

los Pharisos.-Declara que lo que hace impuro al hombre no es el alimento,

sino el consentimiento en el pecado.-Jess se dirige hacia los confines de

Tyro donde cura a la hija de la Chanana, y sale luego de ese pas para

volver a Capharnaum atravesando el territorio de Decpolis: curacin del

sordo-mudo.

CAPTULO XXVI

Jess sana a una porcin de enfermos cerca de la mar, en un desierto no

lejos de Bethsaida.-Segunda multiplicacin de los panes.- Le piden los

judos un prodigio en el cielo: Jess reprende a los judos, y luego a sus

discpulos.-De Bethsaida adonde cura a un ciego, Jess se dirige hacia

Cesarea de Philippo.-Primaca de San Pedro.

CAPTULO XXVII

Sube Jess de las cercanas de Cesarea de Philippo al monte del Thabor: su

transfiguracin.-Anuncia su pasin, y cura a un endemoniado.-Atraviesa la

Galilea y vuelve a Capharnaum.-Milagro para pagar el tributo.

CAPTULO XXVIII

Hallndose Jess en la casa de Capharnaum recomienda a sus discpulos la

humildad de la infancia, y que eviten la ocasin del pecado.-Parbola de

la oveja descarriada.-Poder de atar y desatar las conciencias; oracin en

comn; se debe perdonar siempre al que nos injuria. Parbola del siervo

malo.

CAPTULO XXIX

Sale Jess de Capharnaum y de la Galilea, dirigindose hacia Jerusaln: se

niegan a recibirle en una ciudad de los Samaritanos.-Llegado a Jerusaln

ensea en el templo; los sumos sacerdotes le envan a prender; y los

ministros que fueron, maravillados de su doctrina, vuelven y le alaban.

CAPTULO XXX

Contina Jess enseando en el templo.-Absuelve el Seor a la mujer

adltera que le trajeron los Escribas y los Pharisos.-Declara que es Hijo

de Dios, y anuncia que deber su muerte a los Judos.-Les dice que no son

ya los hijos de Abrahm, sino los esclavos del demonio.

CAPTULO XXXI

Jesucristo contina enseando en el templo; los judos le llaman

Samaritano y quieren apedrearle.-Habiendo salido del templo da vista a un

ciego de nacimiento. Los judos niegan la gloria de este milagro, y quedan

confundidos.-El ciego reconoce a Jess en el templo, y le adora.

CAPTULO XXXII

Jess hablando otra vez a los judos en el templo, se llama a s mismo el

buen Pastor que da su vida por sus ovejas.-Retirase al monte del Olivar,

de donde enva setenta y dos discpulos, a predicar en diferentes

puntos.-Vuelta de los discpulos.-Declara el Seor lo que es preciso hacer

para obtener la vida eterna.

CAPTULO XXXIII

Hallndose Jess en Bethania comi con sus discpulos en casa de Martha y

Mara.-Se retira a Bethabara en los confines de la Juda; milagros y

predicaciones.-Ensea a orar a sus discpulos; eficacia de la

oracin.-Imprecaciones contra los Pharisos.-Temer a Dios es poner en l

toda su confianza.-La avaricia es locura vana.

CAPTULO XXXIV

Jess contina instruyendo a sus discpulos y a la muchedumbre en

Bethabara a la otra parte del Jordn, dicindoles que confen enteramente

en la Providencia, y los exhorta a estar en continua vela.-Parbola del

siervo malo.-Jess anuncia que su doctrina irritar a los malvados.

Nazarenos condenados a muerde por Pilato.-Parbola de la higuera estril.

CAPTULO XXXV

Jess sana a una mujer en Bethabara a la otra parte del Jordn;

murmuraciones de los Pharisos. Parbolas del grano de mostaza y de la

levadura.-Jess se dirige de nuevo a Jerusaln, cuya ceguedad deplora.

Cura a un hidrpico en sbado. Exhortacin a la modestia y a la humildad.

Parbola de los convidados a la cena que se excusaron.

CAPTULO XXXVI

Jess, en el templo de Jerusaln, da sus milagros a los Judos como

pruebas de su divinidad, y los Judos quieren apedrearle de nuevo porque

se llama Hijo de Dios.-Jess volvindose a la otra parte del Jordn,

contina instruyendo a sus discpulos y a la muchedumbre.-El que ha de

seguir a Cristo debe renunciarlo todo tomando su cruz.-En Bethabara hace

comprender a los Pharisos que ha venido a buscar lo que estaba

perdido.-Propone tres parbolas, la de la oveja descarriada, la de la

dracma prdida y la del hijo prdigo.

CAPTULO XXXVII

Contina Jess instruyendo al pueblo y a sus discpulos en Bathabara a la

otra parte del Jordn.-Parbola del mayordomo injusto.-No se puede servir

a dos amos al mismo tiempo.-No debe repudiarse una mujer par tomar.-Del

rico avariento y de Lzaro el mendigo.

TOMO SEGUNDO

CAPITULO XXXVIII

Martha y Mara envan a decir a Jess a Bethabara que su hermano estaba

enfermo.- Jess pasa a Bethania, cerca de Jerusalm, y resucita a Lzaro.-

La muerte de Jess profetizada por Caiphs y resuelta por el concilio de

los judos.- Jess se retira a la ciudad de Ephrem.

CAPITULO XXXIX

Jess contina instruyendo en Ephrem a sus discpulos y al pueblo. Del

escndalo, del perdn de las injurias, y de la eficacia de la fe.- Jess

pasa de Ephrem a la Galilea, y se dirige hacia Jerusalm.- Sana el Seor a

diez leprosos.- De la segunda venida del Seor.- Parbola del juez

injusto.

CAPITULO XL

Jess contina instruyendo a sus discpulos y al pueblo yendo de la

Galilea hacia Jerusalm para la ltima pascua.- Parbola del Phariseo y

del publicano.- Ensea cual es el camino de la perfeccin y del cielo, y

cun grande impedimento son las riquezas para lo uno y para lo otro.

Concluye diciendo el premio incomparable que tendrn los que por su nombre

dejaron todas las cosas.- Parbola de los trabajadores enviados a la via.

CAPITULO XLI

Jess continuando el camino hacia Jerusalm para la ltima pascua, predice

nuevamente su Pasin.- Ambiciosa pretensin de los hijos del Zebedeo.-

Cura a un ciego.- Llega a Jerich, y entra en casa de un publicano llamado

Zacheo.- Parbola de las diez minas.

CAPITULO XLII

Jess restituye la vista a otro ciego al salir de Jerich.- Mientras le

espera el pueblo en Jerusalm, baja a casa de Martha y Mara: Martha le

sirve: Mara le unge con ungento muy precioso.- Le sigue una grande

muchedumbre de gento.- Entra en triunfo en Jerusalm, llora sobre ella y

anuncia su ruina y desolacin.

CAPITULO XLIII

Hace el Seor su gloriosa entrada en Jerusalm, aclamado por una inmensa

muchedumbre; y entrando en el templo, echa fuera de l a los que le

profanaban comprando, y vendiendo, y cura all a cojos y ciegos.- Mientras

estaba instruyendo al pueblo, se oye la voz del Padre glorificando a su

Hijo.- Al da siguiente, al salir de Bethania, maldice una higuera, y

luego va a Jerusalm a instruir al pueblo.

CAPITULO XLIV

Jess se vuelve al templo desde el monte del Olivar.- Se seca una

higuera.- Propone el Seor las parbolas de los dos hijos indciles; la de

los malos labradores, y la de las bodas del hijo de un rey.

CAPITULO XLV

CAPITULO XLVI

Jess contina enseando en el templo, tres das antes de su Pasin.- Echa

el Seor en cara a los Phariseos y doctores de la ley su hipocresa, y

deplora la ceguedad de Jerusalm.- La viuda que ofreci dos pequeas

monedas.- Anuncia Jess en el monte del Olivar, la ruina y la destruccin

del templo.- De las seales precursoras de la clera divina.

CAPITULO XLVII

Jess contina enseando a sus discpulos en el monte del Olivar en la

noche del martes al mircoles.- Les anuncia las persecuciones y

aflicciones que tendrn que sufrir: herejas predichas: sitio de Jerusalm

y seal de la huida.- De las seales precursoras del fin del mundo.

CAPITULO XLVIII

Jess sigue enseando a sus discpulos en el monte del Olivar en la noche

del martes al mircoles antes de su Pasin, y encomienda a todos la

vigilancia.- Parbolas del siervo malo, de las vrgenes locas y prudentes,

y de los diez mil talentos.- Descripcin del juicio final.

CAPITULO XLIX

Comida de Jess en Bethania en casa de Simn el leproso: blsamo derramado

sobre su cabeza: nuevas murmuraciones de Judas y algunos de los

discpulos.- Pacto de Judas con los prncipes de los sacerdotes.- Jess

enva dos de sus Apstoles a Jerusalm a preparar la Pascua, y va aquella

misma noche con los doce.- Despus de la cena, el Seor lava los pies a

los discpulos.

CAPITULO L

Jess, en el cenculo de Jerusalm, y durante la cena que sigui a la

Pascua legal, contina instruyendo a sus discpulos, y anuncia de nuevo la

traicin de Judas.- Instituye el sacramento de la Eucarista.- Vuelve a

hablar de la traicin que tienen tramada contra l.- Recomienda a todos la

humildad, la obligacin de amar a sus hermanos, y anuncia que Pedro le

negar tres veces.

CAPITULO LI

El Seor consuela a sus discpulos en el cenculo de Jerusalm la vspera

de su muerte, y declara que hay muchas moradas para ellos en la casa de su

Padre; que tanto l como su Padre nunca los perdern de vista, y que las

tres personas divinas estarn siempre con ellos, con tal que permanezcan

unidos a su jefe, como el sarmiento est unido a la vid.

CAPITULO LII

Jess contina instruyendo a sus discpulos en el Cenculo, la vspera de

su muerte; les alienta contra el odio del mundo y las persecuciones,

anuncindoles que tendrn consigo al Espritu Consolador; les dice que se

separa de ellos, pero para volver; y por ltimo les advierte que no les

hablar ya ms por parbolas, sino claramente y en lenguaje de amigo.

CAPITULO LIII

Jess, en el Cenculo, la vspera de su Pasin, ruega a su Padre por sus

discpulos, y por todos cuantos crean en l.- Dirigindose luego al monte

del Olivar, anuncia a sus discpulos que dentro de poco le abandonarn

todos.- Tristeza y agona de Jess en el huerto de Gethseman.

CAPITULO LIV

Llegan al huerto de Gethseman Judas y los satlites enviados por los

prncipes de los sacerdotes: beso del traidor.- Jess despus de haber

anonadado a todos con sola una palabra, les ordena que dejen marchar a sus

discpulos, y se entrega.- Le conducen a casa de Ans en donde recibe un

bofetn, y luego a la del pontfice Caiphs, en donde le juzgan digno de

muerte.

CAPITULO LV

Mientras que Jess recibe toda clase de ultrajes en el vestbulo del

pretorio, San Pedro le niega tres veces. Mirada de Jess, y

arrepentimiento de San Pedro.- Jess se presenta de nuevo ante el Concilio

de los Judos: luego le llevan a casa de Pilato, que se le enva a

Herodes, y este se le devuelve a Pilato.

CAPITULO LVI

Pilato procura de nuevo libertar a Jess, pero intilmente. El pueblo

prefiere a Barrabs.- Azotes y ultrajes infinitos.- El hombre de dolor

presentado a la muchedumbre sedienta de su sangre; imprecaciones de los

Judos.- Jess abandonado al furor de sus enemigos, sale del pretorio

cargado con su cruz, y toma el camino del Calvario.

CAPITULO LVII

Despus de haber subido Jess penosamente al monte del Calvario, es

crucificado entre dos ladrones.- Pilato pone el ttulo sobre la cruz.- Los

soldados reparten entre s los vestidos del Seor, y echan suertes sobre

su tnica.- Tinieblas milagrosas.- Jess entrega su espritu. En su muerte

se obscurece el sol, la tierra tiembla, resucitan los muertos, y se ven

inauditos prodigios.

CAPITULO LVIII

Un soldado abre el costado de Jess con una lanza, y sale de l agua y

sangre.- Joseph de Arimathea pide su cuerpo, y le da honrosa sepultura.-

Los prncipes de los sacerdotes, para asegurar el sepulcro, sellan la

piedra y ponen guardias.

CAPITULO LIX

Las santas mujeres preparan aromas para embalsamar el cuerpo de Jess.

Cuando iban al sepulcro, la tierra tiembla, y un ngel baja de los

cielos.- Resurreccin gloriosa de Jesucristo, que aparece a la Magdalena,

la que corre a advertir a Simn Pedro, y luego a las dems mujeres.-

Fbula inventada por los prncipes de los sacerdotes.

CAPITULO LX

De vuelta del sepulcro, las santas mujeres van a anunciar a los once

Apstoles la resurreccin de Jess.- Aparece a los discpulos, que iban a

Emmas, y por la tarde aparece tambin a diez de los Apstoles.- Ocho das

despus aparece de nuevo: Toms se rinde a la evidencia. Marchan los

Apstoles a Galilea.

CAPITULO LXI

Mustrase Jess de nuevo a sus discpulos, cerca de la mar de Galilea

estando ellos pescando.- Primaca de San Pedro.- Jess aparece otra vez;

misin de los Apstoles en el mundo entero.- Jess confirma su misin

apareciendo de nuevo, les promete el Espritu Santo y se eleva al cielo en

su presencia.

CAPITULO LXII

Discurso de San Pedro en el cenculo; eleccin de Mathias para reemplazar

a Judas en el apostolado.- Bajada del Espritu Santo.- Salen los Apstoles

a predicar por toda la tierra el Evangelio1.

RESUMEN DE TODA LA OBRA

CONTENIDO

EN ALGUNAS PALABRAS DE LOS SANTOS APOSTOLES

La vida de Nuestro Seor JesucristoABCDE

FGHIJ

KLMNO

PQRST

UVWXY

Zndice General

ABCDE

FGHIJ

KLMNO

PQRST

UVWXY

Z

ABCDE

FGHIJ

KLMNO

PQRST

UVWXY

Zndice General

23 de Noviembre de 2002

Abate Brispot, La vida de Nuestro Seor Jesucristo

LA VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO

ESCRITA POR LOS CUATRO EVANGELISTAS EXPLICADA Y ACLARADA POR LOS SS.

PADRES Y LOS HOMBRES MAS CELEBRES QUE HAN EXISTIDO DESDE LOS TIEMPOS

APOSTOLICOS HASTA NUESTROS DIAS OBRA INTERESANTISIMA TANTO PARA LOS

HOMBRES DOCTOS COMO PARA LAS ALMAS PIADOSAS Y CONTEMPLATIVAS POR EL SEOR

ABATE BRISPOT

TRADUCIDA AL CASTELLANO POR DON M. URRABIETA Y DON V. G. DE LA LLANA

APROBADA POR EL ILLMO. SEOR ARZOBISPO DE PARIS, POR S. E. EL CARDENAL

ARZOBISPO DE BURDEOS Y OTROS VARIOS ILUSTRES PRELADOS, TANTO DE FRANCIA

COMO DE OTROS PAISES.

Y AUMENTADA POR LOS TRADUCTORES CON NOTAS Y COMENTARIOS DE CLEBRES

ESCRITORES ESPAOLES QUE NO EXISTAN EN EL FRANCS.

Tomo Primero

ADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORES

El texto de esta obra no es una traduccin del original francs, ni mucho

menos una nueva versin de los Evangelios, empresa que consideramos desde

un principio como muy superior a nuestras fuerzas. La obra francesa nos ha

servido nicamente para seguir punto por punto el arduo y delicado trabajo

de coordinacin de las cuatro narraciones evanglicas reducidas aqu a un

relato nico, habindonos valido para ello de la conocida y exacta

traduccin de la Vulgata del R. P. Scio de San Miguel, superior a nuestro

juicio, a todas las dems versiones castellanas que se conocen del Viejo y

Nuevo Testamento. Bien habramos deseado cambiar ciertos giros de frases y

palabras que pueden parecer viciosos o anticuados; pero hemos tenido muy

presente, que tratndose de los Santos Evangelios, todo es respetable y

vedado, lo que parece sencillo es sublime; y como las innovaciones de

autoridad propia pueden dar lugar a interpretaciones que deben evitarse

siempre, hemos preferido seguir en un todo nuestro buen modelo aun a

riesgo de poner, como ha sucedido, dos ortografas diferentes, esto es, la

del P. Scio en el texto sagrado, y la usual en lo restante de la obra.

La parte de traduccin queda pues reducida a las notas que van al pie del

texto, y a las explicaciones o comentarios al fin de los captulos, que

aclaran o desenvuelven las palabras sagradas. En cuanto a las notas, hemos

tomado tambin algunas de ellas del P. Scio de San Miguel con preferencia

a las que se hallaban en la obra francesa, y son todas aquellas que llevan

por seal un asterisco; y acerca de los comentarios, nuestro trabajo ha

sido ms difcil, pues hemos cambiado y suprimido muchos, cuyos autores de

una reputacin poco ortodoxa, no nos ha parecido bien citar en una obra

tan seria como esta. Y en efecto, si bien es cierto que el testimonio de

un incrdulo en favor de nuestra santa Religin es una prueba ms de su

origen divino, no lo es menos, que muchos lectores veran con disgusto el

nombre de J. J. Rousseau al lado de un San Juan Crisstomo, un San

Bernardo, un San Agustn y un Bossuet. Adems, no habiendo hallado en el

original un solo escritor espaol, teniendo nosotros tantos ilustres y

santos varones de clarsimo entendimiento, luces y elocuencia, cremos que

se faltaba a la justicia, y sintinedo herido nuestro amor propio nacional,

nos propusimos llenar este vaco sacando varios trozos selectos de Santa

Teresa de Jess, Fray Luis de Granada, el Maestro Juan de Avila, Fray

Diego de Estella y otros varios escritores, la honra del clero espaol en

el siglo XVI. Con estos tesoros de sabidura cristiana, gusto y elegancia

hijos de nuestro suelo patrio, hemos reemplazado los comentarios

suprimidos, y aun hemos aadido otros muchos, dando a la obra un nuevo

inters y un nuevo brillo con este aumento de luz y de doctrina, de una

autoridad irrecusable.

Tal ha sido nuestro plan en la tarea que hemos llevado a cabo. Si a pesar

del sumo cuidado que hemos puesto hasta en los detalles tipogrficos de

una obra tan importante, pudiera el lector encontrar en ella alguna falta,

culpa ser de nuestra ignorancia, pero jams de nuestras intenciones,

guiadas nicamente por el mvil de la rectitud y de la piedad cristiana.

PRLOGO

Desengaados hace mucho tiempo los hombres ilustrados de los vanos

sistemas de una falsa filosofa, y aterrados al ver las sociedades

alucinadas y descarriadas fluctuando en el pilago de toda clase de

doctrinas, cual navo sin brjula y sin direccin, reconocieron la

imperiosa necesidad de fundar el edificio de sus creencias en bases

slidas e inmutables y por consiguiente superiores a la razn humana. Esta

necesidad suprema no tan slo la reconocen hoy los talentos superiores y

elevados, sino todas las clases reunidas de la sociedad; la sensatez y

discernimiento popular, y hasta el instinto de conservacin individual.

Si, hoy da todos los ojos se dirigen al cielo, todas las bocas pronuncian

un nombre divino, el de Nuestro Seor Jesucristo, Salvador de las

sociedades y de los hombres que las componen.

Difundir cada vez ms en todas las clases el conocimiento de este

Libertador, presentrselo en el espejo de las Divinas Escrituras; hacer

que oigan sus palabras divinas, y a la vez interpretrselas en caso

necesario por el rgano de los mayores talentos que se han visto en la

Iglesia; hacerles asistir, por decirlo as, a las escenas ms tiernas, ms

sublimes y solemnes del paso del Hijo de Dios sobre la tierra,

presentndolas a su vista tal como nos las ha reproducido el talento

iluminado por la fe; en una palabra, hacerles conocer, amar y adorar a

Jesucristo, hablndoles a la vez al entendimiento, a la fe, a la vista y

al corazn: tal es el objeto de esta obra.

Sin duda alguna los Evangelios presentan por s solos los admirables

rasgos de la vida y muerte del Hombre-Dios; pero hallndose diseminados

estos rasgos divinos en cuatro relaciones diferentes, no se conciben tan

bien en su conjunto, como si estuviesen reunidos en un mismo cuadro. Esta

fusin de los cuatro Evangelios en una sola relacin, reclamada en todos

los tiempos por la piedad de los fieles, y que fue intentada ya en el

segundo siglo de la Iglesia[#1], ha sido el objeto comn de los deseos de

los hombres ms eminentes del cristianismo, que alternativamente han

consagrado a ella sus luces y talento; por consiguiente slo faltaba

recoger en sus obras esos preciosos frutos de sus meditaciones, y tal es

el trabajo que nos hemos impuesto.

Merced a tan poderoso auxilio, creemos haber marcado con una exactitud que

no exista aun el lugar o el orden cronolgico de cada hecho, presentando

de este modo el conjunto general bajo un aspecto enteramente nuevo.

Hemos dilucidado los pasajes obscuros, y hemos entrado franca y lealmente

en esas dificultades de detalle que a veces elude tmidamente la

traduccin con un lenguaje ambiguo; y no contentos con aclarar el texto de

este modo, hemos aadido numerosas notas y explicaciones tomadas de los

hombres eminentes de todos los siglos.

En cuanto a las objeciones que se han hecho sobre diferentes pasajes de

los santos Evangelios, las hemos dividido en dos categoras, a saber: las

que estn sepultadas en el desprecio o que caen en l diariamente, y las

que aun subsisten o que han sido resucitadas en pocas recientes. Con

respecto a las primeras hemos credo que el lector nos agradecer que no

refutemos seriamente lo que merece desprecio, porque el simple sentido

comn basta para reducirlas a la nada; y en cuanto a las ltimas, bien que

no hayamos marcado ninguna, se podr ver fcilmente por poco versado que

estuviere el hombre en esta materia, que quedan resueltas directamente, o

arruinadas y reducidas a la nada en su base, o por ltimo que se destruyen

por s mismas dando al texto evanglico su verdadero sentido.

En fin, considerando como un complemento natural del Evangelio aquello que

el mismo Evangelio ha inspirado al genio del hombre, hemos tratado de

poner al pie del texto sagrado lo ms notable que sobre l han escrito los

mayores y ms incontestables talentos que le han comentado desde los

tiempos apostlicos hasta nuestros das; por manera que, en todo el curso

de esta obra no es tan slo un autor ms o menos hbil el que nos presenta

sus propias reflexiones, sino que es la palabra del mismo Dios que se oye

de la boca de sus enviados; es el eco, es la voz de aquellos ilustres

muertos de quienes est escrito que sus mismos huesos profetizarn, y que

parecen haberse incorporado en sus sepulcros para renovar y patentizar de

nuevo el glorioso testimonio que dieron de Jesucristo en otro tiempo; y

son con ellos tambin varios contemporneos nuestros que recibieron de

Dios el talento y la fe de los mejores das del cristianismo. En una

palabra, presentamos en esta obra esa legin de apstoles, de

evangelistas, de pastores y de doctores; esa legin tan santa, tan

brillante y tan digna de confianza que se rene como en un augusto

concilio para ensearnos cmo debemos concebir a Jesucristo y or sus

divinas palabras.

Al acompaar a los captulos del Evangelio estos comentarios de una

magnificencia inusitada, hemos tenido el doble objeto de explicar el

sagrado texto de una manera ms noble y ms viva, y de llamar la atencin

de la gente de mundo sobre el genio y elevadsimo talento de los Padres de

la Iglesia y de sus grandes oradores cristianos casi desconocidos, pues

aun cuando existen en las bibliotecas particulares, rara vez suelen

abrirse sus pginas.

Cumplida esta inmensa tarea, faltaba adems presentar a la vista las

escenas ms tiernas y solemnes de la vida y muerte del Hombre-Dios, a fin

de que el arte, iluminado por la fe, pagase tambin a su turno su tributo

de luz para la explicacin del Evangelio. Imposible nos habra sido

publicar una serie de lminas nuevas y superiores sobre un asunto tan

grande y tan vasto, porque semejante empresa es superior a los esfuerzos

que se pueden hacer en nuestros das. Formar esta serie eligiendo las

obras maestras de los grandes pintores y artistas, como muchos trataron de

hacerlo, era disminuir una mitad del nmero de lminas, era nicamente

publicar cosas conocidas de todos, era renunciar a la unidad tan

conveniente en semejante materia, y era en fin desfigurar quiz las mismas

obras maestras, forzndolas por decirlo as, a que entrasen todas con sus

diferentes dimensiones en un cuadro uniforme. Adems de esto, cuntos

anacronismos y cuntos errores se ven sobre los hechos evanglicos hasta

en las mejores obras de nuestros grandes maestros! Estas inexactitudes, o

si se quiere, estas licencias que se toma el talento, cuando se ven lejos

del sagrado texto y de las explicaciones que le sirven de comentario, tal

vez no chocan, y hasta pueden producir un hermoso efecto; pero cuando la

palabra santa est all para desmentirlas, cuando se tienen a la vista

razones perentorias que prueban precisamente todo lo contrario de lo que

se halla en la lmina, como por ejemplo, cuando san Jernimo escribe de

Beln diciendo, que el lugar en donde naci Jess era una gruta hecha en

la roca, y que el artista prefiri pintar una choza de madera apoyada en

las ruinas de un edificio griego, entonces, digo, el lector ofendido al

ver este cambio, se sorprende, y pronto aparta la vista de semejante

composicin, sea cual fuere su mrito artstico, y a pesar del prestigio

del nombre que la firma.

Ya no quedaban ms que las lminas ms o menos exactas que se hallan en

todas las bibliotecas de Francia y que enriquecen las Biblias francesas.

Empero, fuera de Francia y a mediados del siglo XVI, un distinguido

telogo de la Compaa de Jess llamado Jernimo Natalis, mand componer a

costa de grandes gastos por las celebridades de la escuela flamenca y por

recomendacin del mismo san Ignacio, una serie de dibujos representando

toda la vida de Jesucristo, coleccin que puede considerarse como una de

las obras maestras hija de la fe y del talento artstico de aquella poca.

Aprobados estos dibujos por el Soberano Pontfice Clemente VIII, y

recomendados por l en una bula especial por representar toda la vida de

Jesucristo conforme a la verdad, fueron confiados a los grabadores ms

hbiles de la poca, y de este modo el mundo religioso pudo admirar esta

produccin monumental, en cuyo favor haba consagrado la piedad inmensas

sumas, y el talento, ayudado de la ciencia sagrada, mas de medio siglo de

trabajo.

Nuestra eleccin no poda ser dudosa, y hasta podemos decir que una

circunstancia en cierto modo providencial pareca haberla fijado de

antemano. Uno de aquellos raros ejemplares fue a parar a una aldea en

donde le desencuadernaron, y sus grabados puestos en marcos toscos y de

mal gusto, adornaban la modesta habitacin de un labriego, cuando dos

habitantes del mismo distrito, sin ms gua que su luz natural, y sin otro

mvil que el de la admiracin que les haban inspirado aquellos dibujos,

se impusieron la misin de resucitar y devolver a la sociedad cristiana

una obra tan propia para instruirla y edificarla. En efecto llegan a

Pars, se dirigen a los artistas, hacen reproducir dos lminas, y las

presentan al seor arzobispo, quien no pudo menos de aplaudir su sagacidad

y noble resolucin. Esos dos hombres son los editores de la presente obra.

Su instinto no les haba engaado, pues la coleccin de lminas que tanto

llam su atencin al descubrirlas, es en efecto la mejor que nos han

dejado los siglos en que el arte cristiano lleg a su apogeo, y as es que

no hemos titubeado un momento en darles cabida en nuestra obra.

A fin de conformarnos con un uso que data de los primeros siglos de la

Iglesia, hemos dividido esta coordinacin del Evangelio en dos partes, es

decir, Vida y Pasin, como lo indican dos frontispicios o portadas

diferentes, dando principio al segundo tomo en la resurreccin de Lzaro,

porque desde entonces fue resuelta la muerte de Jesucristo en el consejo

de los judos.

Adems de las notas que se hallan en la obra concernientes al tiempo y

lugar en que se ha verificado cada hecho evanglico, hemos puesto al fin

de cada tomo un cuadro que resume todas estas indicaciones, y que indica

adems los evangelistas de quienes se han sacado los hechos. Por medio de

este cuadro, se puede seguir al Salvador en todos sus viajes, se puede uno

dar cuenta de cmo ha pasado cada ao de su vida pblica, de las

solemnidades que e hacan ir de tiempo en tiempo a Jerusaln etc., y se

puede hallar en la Vida de Jesucristo cada uno de los versculos de los

cuatro Evangelios. Igualmente damos al fin de cada tomo la explicacin de

todas las lminas que se hallan en l, indicando al mismo tiempo el lugar

que debe ocupar cada una en la obra.

Primeramente tuvimos la idea de insertar al principio como introduccin

las principales profecas que anunciaron a Jesucristo; pero despus de

haber principiado este trabajo, y habiendo visto todo el Nuevo Testamento

como cubierto con un velo en el Viejo, as como este se halla revelado en

el Nuevo, hemos credo oportuno no entrar en estas grandes cuestiones, no

pudiendo tratarlas sino de una manera incompleta. Todos los doctores

aseguran que las profecas y las figuras del Viejo Testamento deben ser

miradas principalmente en su conjunto, pues es precioso que todos los

rayos de la luz divina estn reunidos, para hacernos vislumbrar con todos

los santos, lo ancho, lo largo, la sublimidad y la profundidad de los

fines y de la caridad de Jesucristo para con los hombres. Si Dios nos lo

permite, daremos a luz muy en breve sobre esta materia una nueva obra, en

vez de algunas citas insuficientes, la que servir de primer volumen a los

dos que publicamos hoy.

Con el ttulo de Nociones Preliminares hemos indicado adems de los cuatro

Evangelistas, los principales autores cuyos nombres estn citados en esta

obra, para que pueda saber el lector lo que han sido, el tiempo en que

vivieron y los ttulos que tienen a su confianza.

Al hacer mencin de los grandes escritores que nos han facilitado los

frutos de sus meditaciones y de su elevado talento sobre las diferentes

partes del Evangelio, no podemos echar en olvido a los ilustres prelados

en quienes hemos hallado el apoyo moral que necesitbamos para el buen

xito de tan grande empresa. Permtasenos pues, que les manifestemos aqu

el vivo agradecimiento y el respeto de que estamos penetrados por el

generoso auxilio que nos han prestado con tanta espontaneidad y

benevolencia.

Tambin debemos un testimonio de reconocimiento a las numerosas familias

que quisieron honrarnos con su suscripcin, no obstante las dificultades

de los tiempos. Merced a este nuevo apoyo, la obra ha echado ya races, no

tan slo en Francia, sino en otros pases, para los que se est

traduciendo y en donde ha sido acogida con marcado inters.

Quiera el cielo que esta obra pueda contribuir a propagar el conocimiento

de Nuestro Seor Jesucristo, a que vuelvan al redil algunas ovejas

descarriadas, y a que se rinda a nuestro Redentor con ms exactitud el

tributo de adoracin, de amor y de reconocimiento a que tiene derecho como

Dios y Salvador nuestro! Quiera el cielo que aquellos que hayan tratado

de ver al Hijo de Dios durante su paso sobre la tierra como Zacheo,

reciban de l los dones preciosos que vino a traer a los hombres! Y

quiera el cielo en fin que aquellos que lean las palabras divinas que

contiene este libro, las recojan en un corazn bueno por excelencia, para

que produzcan en l frutos de consuelo para la vida presente, y de

salvacin para la venidera!

APROBACIONES

Extracto de la bula del soberano Pontfice, Clemente VIII, en que aprueba

y protege con su autoridad apostlica la obra de Jernimo Natalis, y con

particularidad las lminas que forman parte de ella.

CLEMENS PAPA VIII,

Ad futuram rei memoriam. Cum, sicut accepimus, dilectus filius M. N., typ.

antverp., ad publicam omnium fidelium utilitatem opus quondam Hieronimi

Natalis, dum in humanis ageret Societatis Jesu theologi, adnotationum...

in Evangelia... typis dare intendat; et tam in eo opere, quam in alterius

insignis ejus partis, imaginum scilicet centum quinquaginta trium

sculptura, quibus praedictus Hieronimus, totius operis author, historiam

vitae Christi Jesu Domini nostri, juxta quatuor Evangelistarum veritatem

ac plenitudinem expressit, magna pecuniae summa exposita jam sit, et adhuc

ulterior sit exponenda: Nos, tanti operis excellentiam plurimum in Domino

commendantes, eorumque indemnitati, qui ad operis hujus editionem pecunias

conquisitas impenderunt, prospicere cupientes..., praedicto M...

auctoritate apostolica tenore praesentium concedimus et elargimur, ne

quis... per decem annos a data praesentium computandos, imagenes

supradictas... absque expressa... ipsius M. licentia imprimere seu in

quovis loco vendere... quovis modo praesumat... in hac quidem urbe nostra,

et in toto statu ecclesiastico, sub mille ducatorum auri...; extra vero

Urbem ipsam, ac ditionem ecclesiasticam, ubique locorum, Excomunicationis

latae sententiae, a qua nullus praeter Romanum Pontificem absolvere

possit, poenis toties, quoties contraventum fuerit incurrendis, districtus

inhibemus...

Datum Romae, apud sanctum Marcum, sub annulo Piscatoris, die XIV augusti,

MDXCIII;

M. Vestrius Barbianus

Habiendo enviado en una edicin pequea, el texto entero de esta obra a un

crecido nmero de Arzobispos y Obispos, y habiendo recibido respuestas

favorables de estos ilustres prelados, con permiso para publicarlas,

transcribimos aqu algunas de ellas por orden de fechas:

"Saint-Germain-en Laye 20 de agosto de 1851.

Seor Abate:

"Me felicito de haber acogido con un vivo inters, desde el primer momento

en que usted me lo particip, su pensamiento de publicar una Vida de

Nuestro Seor Jesucristo, escrita por los cuatro Evangelistas, coordinada,

explicada y desenvuelta por los Santos Padres, los Doctores y los Oradores

ms clebres desde los tiempos apostlicos hasta nuestros das.

Los captulos que he visto confirman mi esperanza, de que esta hermosa

obra debe producir los mejores resultados.

Como usted mismo lo dice, en un siglo como el nuestro en que tantos

espritus y corazones extraviados por los malos sistemas de una falsa

filosofa, fluctan de doctrina en doctrina buscando un punto de apoyo,

nada es ms propio en efecto, para curarles y para que puedan obtener un

poco de paz y de ventura, que mostrarles, en el espejo de las divinas

Escrituras, al Autor y al Consumador de nuestra fe, a Aquel que ilumina

todo hombre cuando viene al mundo, a Aquel que es para todas las almas el

Camino, la Verdad y la Vida.

Esto es lo que usted ha hecho en su libro con una perseverancia,

inteligencia y celo superior a todas las alabanzas. Ha reunido usted todos

los rasgos del Libertador celestial, esparcidos en sus cuatro inspirados

historiadores, y con ella ha compuesto usted un cuadro completo,

acompandolo con notas indispensables para comprender su espritu, y

encerrndolo en cierto modo, en los ms hermosos comentarios que sobre

ello se han hecho.

Por esto no puedo dudar de su buen xito y de su buena influencia, y de

antemano bendigo a Dios de todo mi corazn por semejante idea, etc.

+ M. D. Augusto, Arzobispo de Paris.

Nevers 25 de octubre de 1851

He visto con un vivo inters la obra que usted se ha servido enviarme. La

idea de haber acompaado al texto de la Vida de Nuestro Seor hermosos

pasajes sacados de los Santos Padres y de los ms eminentes escritores, me

parece sumamente acertada. Este conjunto de comentarios presenta menos

unidad que si perteneciese a un solo autor, pero en cambio es mucho ms

rico y precioso.

La divisin por versculos, no era a mi juicio necesaria, o en este caso,

considero que no habran debido omitirse las citas de los Evangelistas;

pero esto no disminuye en nada el mrito notable de esta obra que, por mi

parte, no titubeo en recomendar a los fieles.

+ Dom. A., Obispo de Nevers

.

Sens 19 de noviembre 1851.

Acabo de recorrer la obra intitulada: La Vida de Nuestro Seor Jesucristo,

y debo felicitar a usted tanto por el concienzudo trabajo que ha

emprendido, como por la acertada eleccin que ha sabido hacer para los

comentarios, quedando en la firme persuasin de que este libro puede ser

utilsimo a muchas personas, en cuyo concepto le recomiendo a todas las

familias de mi dicesis.

+ M. J., Arzobispo de Sens

.

Troyes, 31 de marzo de 1852.

En cuanto vi esta obra, aplaud muchsimo semejante pensamiento: es un

trabajo tan hermoso como noble, donde todo es grande, santo y poderoso, y

donde todo eleva el alma unindola ntimamente con N. S. Jesucristo. Usted

ha sabido poner en relacin con sumo acierto, los diversos rasgos de este

Pontfice supremo, diseminados en el Evangelio, resultando de ello un

cuadro grande y armonioso que facilita la contemplacin de esa cabeza

divina en toda su majestad.

As presentaban tambin la Religin los Padres de la Iglesia; y el siglo

de Luis XIV abraz tambin este golpe de vista, cuando nuestra Francia,

con sus inmortales genios, se prosternaba a los pies de los altares.

Jesucristo es el centro de todo: es el manantial donde se apaga la sed de

justicia y de verdad, donde se encuentra una savia divina, firme y

vigorosa que penetra al hombre en todo su ser, que sostiene su vida moral,

y que le infunde la alta sabidura y las grandes virtudes. Es muy

importante conducir all sin cesar la religin de los pueblos para el

fomento de la piedad de los fieles, porque no en otra parte podrn

aprender a sentir las verdaderas magnificencias del cristianismo, hallando

al mismo tiempo un remedio soberano para el desaliento de la poca.

La lectura de esta obra es recomendable por mil motivos, y deseo

ardientemente que se propague y difunda en toda mi dicesis.

+ P. L., Obispo de Troyes.

Poitiers 30 de abril de 1852.

. No quiero diferir ms tiempo el decir a usted que su historiadel

Salvador de los hombres, resultado de la coordinacin de los cuatro

Evangelios, con las notas que usted ha aadido, me parece la obra ms

propia para satisfacer las necesidades de tantos hombres del siglo, que no

conocen ya a N. S. Jesucristo, y que en ninguna otra parte pueden aprender

a conocerle mejor que en el relato evanglico que usted les presenta.

+ L. E., Obispo de Poitiers.

Vistas las primeras entregas de la traduccin espaola de esta obra, el

Excmo. e Illmo. obispo de la dicesis de Puerto Rico, ha tenido a bien

decir entre otras cosas lo siguiente:

"Nos han sido presentadas en solicitud de su aprobacin, las entregas de

la obra titulada: La Vida de Nuestro Seor Jesucristo, escrita por los

cuatro Evangelistas, coordinada, explicada y desarrollada por los Santos

Padres, los Doctores, etc.

Aunque el sagrado texto de los Evangelistas traducido en nuestro idioma y

anotado por Doctores catlicos se halla con frecuencia en manos de los

fieles, esta nueva edicin ofrece la conocida ventaja de presentar los

hechos de Nuestro Divino Redentor, formando de los cuatro Evangelistas un

solo cuerpo de historia con aquel orden cronolgico que probablemente

tendran. Este loable trabajo interesa la atencin del lector, fija los

hechos en su memoria, porque estn encadenados con toda naturalidad, y

contribuye en gran manera a la mejor inteligencia de la historia

Evanglica.

Hemos ledo gran parte del texto sagrado con sus correspondientes notas, y

son dignos de nuestra aprobacin e igualmente los grabados que les

acompaan.

Estas notas y explicaciones tomadas de los Santos Padres y Doctores de la

Iglesia, derraman copiosas luces sobre los lugares oscuros que por

necesidad ofrecen los Libros Santos, y explican su sentido con toda

claridad, y segn la mente de la Iglesia Catlica.

Los fieles se penetrarn del mrito intrnseco de esta obra cuando

recuerden que si Dios habl a los hebreos de muchos modos por medio de los

Profetas, a nosotros nos habla en el Evangelio por medio de su mismo Hijo;

y lo que para ellos eran anuncios, promesas y figuras, lo vemos nosotros

cumplido y demostrado en este libro divino.

De aqu fcilmente podrn inferir que esta obra en su sustancia no

necesita la recomendacin de los hombres, y slo declaramos que la parte

que hemos examinado, tanto de la traduccin del texto como de las notas,

merece nuestra aprobacin, y recomendamos a los fieles su lectura,

esperando en el Seor que acompaada de humildad y devocin, ha de

producir abundantes frutos de fe y de satisfaccin".

Aprobacin del Excmo. e Illmo. seor obispo de la Habana:

"Revisadas por un censor a quien el Excmo. e Illmo. seor obispo diocesano

tuvo a bien cometer el examen de las entregas presentadas de la obra

titulada Vida de Nuestro Seor Jesucristo por el abate Brispot, y

traducida al castellano por D. M. Urrabieta y D. V. G. de la Llana; y

habiendo hallado que nada contiene opuesto al dogma y a la moral

cristiana, ni a la disciplina de la Iglesia, y que adems es en un todo

conforme al Sagrado texto, tiene la conviccin de que su lectura puede ser

de utilidad y provecho al comn de los fieles, a los predicadores y a

todas las clases del pueblo cristiano".

NOCIONES PRELIMINARES

1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS.

Los Apstoles, y bajo sus rdenes algunos de los setenta y dos discpulos,

inspirados por el Espritu Santo, el da de la Pentecosts, se diseminaron

por todas las comarcas para cumplir la misin que les haba confiado

Jesucristo. El conjunto de verdades que estaban encargados de anunciar a

toda criatura, es lo que se llama Evangelio en toda la acepcin de la

palabra.

Dos de los Apstoles, Mateo y Juan, y dos de los setenta y dos discpulos,

Marcos y Lucas, en virtud de una orden particular del Espritu de Dios,

escribieron cada uno, en tiempos y lugares diferentes, un relato ms o

menos sucinto de los hechos divinos que todos tenan misin de publicar de

viva voz. Estos cuatro relatos, de una autenticidad eternamente

incontestable, forman lo que llamamos los Evangelios.

San Mateo escribi su Evangelio unos ocho aos despus de la muerte del

Salvador, principiando por la genealoga legal de Jesucristo en cuanto

hombre; y de ah proviene que se le da por figura simblica el ser

misterioso que vio San Juan en el Apocalipsis, y que tena un rostro

parecido al de un hombre.

San Marcos escribi unos dos aos despus, principiando por lo que dice

Isaas sobre la voz que clama en el desierto. Se le da por figura

simblica el ser misterioso que tena la apariencia de un len, porque

tambin el len hace resonar su voz en el desierto.

San Lucas escribi por el ao 58 de Jesucristo. Despus de un prlogo de

dos versculos, comienza su Evangelio por la aparicin del ngel Zacaras

en el templo de Jerusaln. Se le da por figura simblica el ser misterioso

que se asemejaba a un buey, porque se inmolaban estos animales en el

templo.

San Juan escribi su Evangelio unos 65 aos despus de la muerte de su

divino Maestro. Se le da por figura simblica el ser misterioso que tena

la apariencia de un guila, a causa de esta sublime palabra con que

principia su Evangelio: En el principio era el Verbo...

(San Jernimo)

2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS

EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS.

Como sera demasiado largo hablar aqu de todos los autores que hemos

consultado y cuyas luces y elocuencia nos han facilitado nuestro trabajo

para componer la vida de N. S. Jesucristo, mencionaremos solamente

aquellos que ms han brillado en los fastos de la Iglesia.

San Clemente, papa, discpulo de los Apstoles, y mrtir (siglo Io.).

San Dionisio Areopagita, primer obispo de Atenas, convertido por San Pablo

(s. Io.)

San Ignacio, obispo de Antioqua, discpulo de San Juan Evangelista, y

mrtir (s. I-II).

San Policarpo, obispo de Esmirna, discpulo de San Juan Evangelista, y

mrtir (s. I-II).

San Clemente Alejandrino, sacerdote, clebre doctor y predicador elocuente

(s. II-III).

Tertuliano, sacerdote de Cartago, uno de los ms ilustres escritores de la

Iglesia, y cuyas obras lea diariamente San Cipriano (s. II-III).

Orgenes, sacerdote, discpulo de San Clemente Alejandrino, doctor y

clebre predicador (s. III).

San Gregorio, obispo de Neocesarea, formado por Orgenes, y llamado el

Taumaturgo (s. III).

San Cipriano, obispo de Cartago, tan clebre por sus vitudes como por su

talento, mrtir (s. III).

Lactancio, clebre escritor, formado por Arnobo, llamado el Cicern

cristiano (s. IV).

San Hilario, obispo de Poitiers, doctor distinguido y generoso defensor de

la fe cristiana (s. IV).

San Atanasio, patriarca de Alejandra, llamado el Grande (s. IV).

San Basilio el Grande, obispo de Cesarea, hermano de San Gregorio de

Nissa, y amigo ntimo de San Gregorio Nacianceno (s. IV).

San Gregorio, obispo de Nissa, y hermano de San Basilio el Grande (s. IV).

San Gregorio Nacianceno, obispo de Constantinopla, llamado el Telogo (s.

IV).

San Efren, dicono de Edesa, y predicador tan clebre, que el pueblo le

consideraba como un intrprete del espritu de Dios (s. IV).

San Ambrosio, arzobispo de Milan, famoso doctor, y predicador de los ms

elocuentes (s. IV).

San Astero, obispo de Amasea, de un talento elevado, y eminente predicador

(s. IV-V).

San Juan Crisstomo, arzobispo de Constantinopla, uno de los ms

elocuentes predicadores que ha tenido la Iglesia (s. IV-V).

San Agustn, obispo de Hipona, uno de los genios ms eminentes de la

Iglesia (s. IV-V).

San Epifanio, obispo de Salamina, padre y doctor de la Iglesia (s. IV-V).

San Jernimo, sacerdote, doctor, y una de las ms brillantes luces de la

Iglesia (s. IV-V).

San Mximo, obispo de Turn, clebre por su doctrina y su piedad cristiana

(s. V).

San Proclo, arzobispo de Constantinopla, uno de los hombres ms doctos de

su tiempo (s. V).

Salviano, sacerdote de Marsella, llamado el Jeremas del siglo quinto (s.

V).

San Len el Grande, papa, uno de los hombres ms grandes de la Iglesia (s.

V).

San Gregorio el Grande, papa y doctor de la Iglesia (s. VI).

El Venerable Beda, sacerdote y fraile, llamado el doctor de los ingleses

(s. VII).

San Juan Damasceno, religioso de superior talento y confesor de Jesucristo

(s. VIII).

San Jorge, fraile y arzobispo de Nicomedia, predicador clebre (s. IX).

San Bruno, fundador de la orden de Cartujos, predicador muy docto y

elocuente (s. XI).

San Yvas, obispo de Chartres, telogo muy entendido y predicador muy

elocuente (s. XI).

San Bernardo, primer abate de Clairvaux, el ltimo padre de la Iglesia -

San Bernardo, apstol, profeta, ngel terrestre por su doctrina, por sus

predicaciones, por sus milagros y por una vida ms sorprendente aun que

sus mismos milagros. (Bossuet) (s. XI).

Eutimio Zigabeno, fraile griego muy erudito y predicador muy elocuente (s.

XII).

Santo Toms de Aquino, de la orden de Dominicos, doctor de la Iglesia,

llamado el ngel de la Escuela (s. XIII).

San Lorenzo Justiniano, primer patriarca de Venecia, y predicador

elocuente (s. XV).

Santa Teresa de Jess, modelo y admiracin de los siglos como escritora y

como mujer; clebre e inmortal doctora, dechado de humildad, de amor y de

virtud cristiana, beatificada y canonizada por la Iglesia (s. XVI).

Fray Luis de Granada, predicador admirable y autor de muchas obras

piadosas de doctrina y elegancia incomparables (s. XVI).

El Maestro Alejo Venegas, uno de los hombres ms doctos de su tiempo (s.

XVI).

El Venerable Maestro Juan de Avila, predicador famoso que mereci el

renombre de Apstol de Andaluca y de Maestro por excelencia (s. XVI).

Fray Diego de Estella, predicador, consultor y telogo del rey Felipe II.

Escribi varias obras en latn y en castellano (s. XVI).

Fray Pedro Malon de Chaide, uno de los ms clebres telogos y oradores de

su siglo (s. XVI).

Fray Luis de Len, una de las ms altas glorias de la literatura espaola,

ya se le considere como prosista, ya como poeta mstico (s. XVI).

Bossuet, obispo de Meaux, el genio ms superior de los tiempos modernos,

llamado el Aguila de Meaux (s. XVII).

Bourdaloue, jesuita, talento de primer orden y de una fecundidad

inagotable, profundo telogo y predicador eminente (s. XVII).

Feneln, ilustre arzobispo de Cambrai, genio admirado de toda la Europa

(s. XVII).

Massilln, obispo de Clermont, una de las primeras glorias del plpito

francs (s. XVII-XVIII).

Duvoisin, obispo de Nantes, cuya elocuente pluma sirvi tanto a la Francia

despus de los desastres del ltimo siglo (s. XVIII-XIX).

De la Luzerne, cardenal, obispo de Langres, elocuente defensor de la

religin en estos ltimos tiempos (s. XVIII-XIX).

De Boulogne, obispo de Troyes, genio elevado y de grande elocuencia (s.

XVIII-XIX).

De Chateaubriand, cuyo Genio del Cristianismo produjo en Francia una

impresin tan saludable despus de las conmociones que acababan de

agitarla (s. XIX).

Las Conferencias eclesisticas de la dicesis de Digne del ao 1841 (s.

XIX).

Su Santidad Po IX, hoy sucesor de San Pedro en la silla apostlica de

Roma, respetado del universo catlico como un gran papa (s. XIX).

Giraud, cardenal, arzobispo de Cambrai (s. XIX).

Sibour, arzobispo de Pars, una de las luces ms puras del episcopado

francs (s. XIX).

Como dejamos dicho, omitimos en esta lista muchos nombres clebres como

San Anfiloquio, Lecoz, Frayssinous, el R. P. Lacordaire, etc., etc.

23 de Noviembre de 2002

Abate Brispot, La vida de Nuestro Seor Jesucristo

LA VIDA DE N. S. JESUCRISTO

CAPITULO I

Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un

Angel anuncia a Zacharas el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses

despus el mismo Angel anuncia a Mara los designios que tiene el Seor

acerca de ella.

[1] En el principio era el Verbo (1) y el Verbo era con Dios (2), y el

Verbo era Dios.

[2] Este era en el principio con Dios.

[3] Todas las cosas fueron hechas por l (3): y nada de lo que fue hecho,

se hizo sin l,

[4] En l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (4).

[5] Y la luz en las tinieblas resplandece (5); mas las tinieblas no la

comprendieron.

[6] Fue un hombre enviado de Dios, que tena por nombre Juan.

[7] Este vino en testimonio, para dar testimonio de la luz, para que

creyesen todos por l.

[8] No era l la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

[9] Era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, que viene a este

mundo (6).

[10] En el mundo estaba, y el mundo por l fue hecho, y no le conoci el

mundo.

[11] A lo suyo vino (7), y los suyos no le recibieron.

[12] Mas a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hechos hijos de

Dios, a aquellos que creen en su nombre:

[13] Los cuales son nacidos no de sangres, ni de voluntad de carne, ni de

voluntad de varn, ms de Dios.

[14] Y el Verbo fue hecho carne, y habit entre nosotros, y vimos la

gloria de l, gloria como de Unignito del Padre (8)lleno de gracia y de

verdad (9).

[15] Y de su plenitud recibimos nosotros todos, y gracia por gracia (10).

[16] Porque la ley fue dada por Moiss: mas la gracia y la verdad fue

hecha por Jesucristo (11).

[17] A Dios nadie le vio jams (12): el Hijo Unignito, que est en el

seno del Padre, l mismo lo ha declarado.

[18] Hubo en los das de Herodes, rey de Judea (13), un sacerdote nombrado

Zacharas de la suerte de Abas (14): y su mujer de las hijas de Aarn, y

el nombre de ella Elisabeth.

[19] Y eran ambos justos delante de Dios, caminando irreprensiblemente en

todos los mandamientos, y estatutos del Seor,

[20] Y no tenan hijo, porque Elisabeth era estril, y ambos eran

avanzados en sus das.

[21] Y aconteci, que ejerciendo Zacharas su ministerio de sacerdote

delante de Dios en el orden de su vez,

[22] Segn la costumbre del sacerdocio, sali por su suerte a poner el

incienso, entrando en el templo del Seor:

[23] Y toda la muchedumbre del pueblo estaba fuera orando a la hora del

incienso (15).

[24] Y se le apareci el Angel del Seor, puesto en pie a la derecha del

altar del incienso (16).

[25] Y Zacharas al verle se turb, y cay temor sobre l.

[26] Mas el Angel le dijo: No temas Zacharas, porque tu oracin ha sido

oda (17): y tu mujer Elisabeth te parir un hijo, y llamars su nombre

Juan,

[27] Y tendrs gozo y alegra, y se gozarn muchos en su nacimiento:

[28] Porque ser grande delante del Seor: y no beber vino ni sidra (18),

y ser lleno de Espritu Santo aun desde el vientre de su madre:

[29] Y a muchos de los hijos de Israel convertir al Seor el Dios de

ellos;

[30] Porque l ir delante de l (19)con el espritu y virtud de Elas,

para convertir los corazones de los padres a los hijos (20), y los

incrdulos a la prudencia de los justos, para aparejar al Seor un pueblo

perfecto.

[31] Y dijo Zacharas al Angel: En qu conocer esto? porque yo soy

viejo, y mi mujer est avanzada en das.

[32] Y respondiendo el Angel le dijo: Yo soy Gabriel, que asisto delante

de Dios: y soy enviado a hablarte, y a traerte esta feliz nueva.

[33] Y tu quedars mudo, y no podrs hablar hasta el da en que esto sea

hecho, porque no creste a mis palabras, las cuales se cumplirn a su

tiempo.

[34] Y el pueblo estaba esperando a Zacharas (21): y se maravillaban de

que se tardase l en el templo.

[35] Y cuando sali no les poda hablar, y entendieron que haba visto

visin en el templo. Y l se lo significaba por seas, y qued mudo.

[36] Y cuando fueron cumplidos los das de su ministerio, se fue a su

casa:

[37] Y despus de estos das concibi Elisabeth su mujer, y se estuvo

escondida cinco meses diciendo:

[38] Porque el Seor me hizo esto en los das, en que atendi a quitar mi

oprobio de entre los hombres.

[39] Y al sexto mes, el ngel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de

Galilea, llamada Nazareth,

[40] A una Virgen desposada con un varn, que se llamaba Joseph, de la

casa de David, y el nombre de la Virgen era Mara.

[41] Y habiendo entrado el Angel, adonde estaba, dijo: Dios te salve,

llena de gracia: El Seor es contigo: Bendita t entre las mujeres.

[42] Y cuando ella esto oy, se turb con las palabras de l, y pensaba,

qu salutacin fuese esta.

[43] Y el Angel le dijo: No temas, Mara, porque has hallado gracia

delante de Dios:

[44] He aqu concebirs en tu seno, y parirs un hijo, y llamars su

nombre JESS.

[45] Este ser grande, y ser llamado Hijo del Altsimo, y le dar el

Seor Dios el trono de David su padre: y reinar en la casa de Jacob por

siempre,

[46] Y no tendr fin su reino.

[47] Y dijo Mara al Angel: Cmo ser esto, porque no conozco varn?

[48] Y respondiendo el Angel, le dijo: El Espritu Santo vendr sobre ti,

y te har sombra la virtud del Altsimo. Y por eso lo Santo, que nacer de

ti, ser llamado Hijo de Dios.

[49] Y he aqu Elisabeth tu parienta, tambin ella ha concebido un hijo en

su vejez: y este es el sexto mes a ella, que es llamada la estril:

[50] Porque no hay cosa alguna imposible para Dios.

[51] Y dijo Mara: He aqu la esclava del Seor, hgase en m segn tu

palabra. Y se retir el Angel de ella.

CAPITULO II

Genealoga legal del Hombre-Dios.- Mara visita a Elisabeth: santificacin

de Juan: cntico de Mara.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la

Encarnacin.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisin: cntico de

Zacharas.

[1] Libro de la generacin de Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahm.

[2] Abrahm engendr a Isaac. Y Isaac engendr a Jacob. Y Jacob engendr a

Judas y a sus hermanos.

[3] Y Judas engendr de Thamr a Phars, y a Zara. Y Phars engendr a

Esrn. Y Esrn engendr a Aram.

[4] Y Arm engendr a Aminadb. Y Aminadb engendr a Naassn. Y Naassn

engendr a Salmn.

[5] Y Salmn engendr de Rahb a Booz. Y Booz engendr de Ruth a Obd. Y

Obd engendr a Jess. Y Jess engendr a David el rey.

[6] Y David el rey engendr a Salomn de aquella, que fue de Uras (22).

[7] Y Salomn engendr a Robom. Y Robom engendr a Abas. Y Abas

engendr a As.

[8] Y As engendr a Josapht. Y Josapht engendr a Jorm. Y Jorm

engendr (23) a Ozas.

[9] Y Ozas engendr a Joathm. Y Joathm engendr a Achaz. Y Achaz

engendr a Ezechas.

[10] Y Ezechas engendr a Manasss. Y Manasss engendr a Amn. Y Amn

engendr a Josas.

[11] Y Josas engendr a Jechonas, y a sus hermanos en la transmigracin

de Babilonia (24).

[12] Y despus de la transmigracin de Babilonia: Jechonas (25)engendr a

Salathil. Y Salathil engendr a Zorobabel.

[13] Y Zorobabel engendr a Abid. Y Abid engendr a Eliacm. Y Eliacm

engendr a Azr.

[14] Y Azr engendr a Sadc. Y Sadc engendr a Achm. Y Achm engendr a

Elid.

[15] Y Elid engendr a Eleazar. Y Eleazar engendr a Mathn. Y Mathn

engendr a Jacob.

[16] Y Jacob engendr a Joseph esposo de Mara, de la cual naci Jess,

que es llamado el Cristo (26).

[17] De manera que todas las generaciones desde Abrahm hasta David,

catorce generaciones: y desde David hasta la transmigracin de Babilonia,

catorce generaciones: y desde la transmigracin de Babilonia hasta Cristo,

catorce generaciones (27).

[18] Y la generacin de Jesucristo fue de esta manera: que siendo Mara su

madre desposada con Joseph, antes que viviesen juntos, se hall haber

concebido en l vientre, de Espritu Santo.

[19] Y en aquellos das levantndose Mara, fue con prisa a la montaa, a

una ciudad de Jud (28).

[20] Y entr en casa de Zacharas, y salud a Elisabeth.

[21] Y cuando Elisabeth oy la salutacin de Mara, la criatura dio saltos

en su vientre: y fue llena de Espritu Santo:

[22] Y exclam en alta voz y dijo: Bendita t entre las mujeres, y bendito

el fruto de tu vientre.

[23] Y de dnde esto a m, que la madre de mi Seor venga a m?

[24] Porque he aqu luego que lleg la voz de tu salutacin a mis odos,

la criatura dio saltos de gozo en mi vientre.

[25] Y bienaventurada la que creste (29), porque cumplido ser, lo que te

fue dicho de parte del Seor.

[26] Y dijo Mara: Mi alma engrandece al Seor:

[27] Y mi espritu se regocij en Dios mi Salvador.

[28] Porque mir la bajeza de su esclava: pues ya desde ahora me dirn

bienaventurada todas las generaciones.

[29] Porque me ha hecho grandes cosas, el que es poderoso: y santo el

nombre de l.

[30] Y su misericordia de generacin en generacin sobre los que le temen.

[31] Hizo valenta con su brazo: esparci a los soberbios del pensamiento

de su corazn.

[32] Destron a los poderosos, y ensalz a los humildes.

[33] Hinch de bienes a los hambrientos: y a los rico dej vacos.

[34] Recibi a Israel su siervo (30), acordndose de su misericordia.

[35] As como habl a nuestros padres, a Abrahm, y a su descendencia por

los siglos.

[36] Y Mara se detuvo con ella tres meses: y se volvi a su casa.

[37] Y Joseph su esposo, como era justo, y no quisiese infamarla: quiso

dejarla secretamente.

[38] Y estando l pensando en esto, he aqu que el Angel del Seor le

apareci en sueos (31), diciendo: Joseph hijo de David, no temas de

recibir a Mara tu mujer: porque lo que en ella ha nacido, de Espritu

Santo es.

[39] Y parir un hijo: y llamars su nombre JESUS: porque l salvar a su

pueblo de los pecados de ellos.

[40] Mas todo esto fue hecho para que se cumpliese lo que habl el Seor

por el profeta, que dice:

[41] He aqu la Virgen concebir, y parir hijo: y llamarn su nombre

Emmanul (32), que quiere decir: con nosotros Dios.

[42] Y despertando Joseph del sueo, hizo como el Angel del Seor le haba

mandado, y recibi a su mujer.

[43] Y no la conoci hasta que pari a su hijo primognito (33).

[44] Mas a Elisabeth se le cumpli el tiempo de parir, y pari un hijo.

[45] Y oyeron sus vecinos, y parientes, que el Seor haba sealado con

ella su misericordia, y se congratulaban con ella.

[46] Y aconteci que al octavo da vinieron a circuncidar al nio, y le

llamaban del nombre de su padre, Zacharas.

[47] Y respondiendo su madre, dijo: De ningn modo, sino Juan ser

llamado.

[48] Y le dijeron: Nadie hay en tu linaje, que se llame con este nombre.

[49] Y preguntaban por seas al padre del nio, como quera que se

llamase.

[50] Y pidiendo una tableta, escribi, diciendo: Juan es su nombre. Y se

maravillaron todos.

[51] Y luego fue abierta su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a

Dios.

[52] Y vino temor sobre todos los vecinos de ellos: y se extendieron todas

estas cosas por todas las montaas de la Judea:

[53] Y todos los que las oan, las conservaban en su corazn, diciendo:

Quin pensis, que ser este nio? Porque la mano del Seor era con l.

[54] Y Zacharas su padre fue lleno de Espritu Santo, y profetiz,

diciendo:

[55] Bendito el Seor Dios de Israel, porque visit, e hizo la redencin

de su pueblo:

[56] Y nos alz el cuerno de salud (34)en la casa de David su siervo.

[57] Como habl por boca de sus santos profetas, que ha habido de otro

tiempo:

[58] Salud (35)de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos

aborrecen:

[59] Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo

testamento.

[60] El juramento, que jur a nuestro padre Abrahm, que l dara a

nosotros:

[61] Para que librados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin

temor,

[62] En santidad, y en justicia delante de l mismo, todos los das de

nuestra vida.

[63] Y t, nio, profeta del Altsimo sers llamado: porque irs ante la

faz del Seor, para aparejar sus caminos:

[64] Para dar conocimiento de salud a su pueblo, para la remisin de sus

pecados.

[65] Por las entraas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visit

de lo alto el Oriente:

[66] Para alumbrar, a los que estn de asiento en tinieblas, y en sombra

de muerte: para enderezar nuestros pies a camino de paz.

[67] Y el nio creca, y era fortificado en espritu: y estuvo en los

desiertos hasta el da, que se manifest a Israel (36).

CAPITULO III

Con ocasin del edicto de Csar Augusto, va Joseph con Mara a Betlehm,

en donde nace el Hijo de Dios.- Un ngel anuncia a los pastores su

nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisin del Nio Jess.- Adoracin de

los Magos.

[1] Y aconteci en aquellos das, que sali un edicto de Csar Augusto,

para que fuese empadronado todo el mundo (37).

[2] Este primer empadronamiento fue hecho por Cyrino, gobernador de la

Syria (38):

[3] E iban todos a empadronarse cada uno a su ciudad (39).

[4] Y subi tambin Joseph de Galilea de la ciudad de Nazarth, a Judea, a

la ciudad de David, que se llama Bethlehm: porque era de la casa y

familia de David,

[5] Para empadronarse con su esposa Mara, que estaba preada.

[6] Y estando all, aconteci que se cumplieron los das en que haba de

parir (40).

[7] Y pari a su Hijo primognito (41), y lo envolvi en paales, y lo

recost en un pesebre: porque no haba lugar para ellos en el mesn (42).

[8] Y haba unos pastores en aquella comarca, que estaban velando, y

guardando las velas de la noche sobre su ganado.

[9] Y he aqu se puso junto a ellos un Angel del Seor, y la claridad de

Dios los cerc de resplandor, y tuvieron grande temor.

[10] Y les dijo el Angel: No temis: porque he aqu os anuncio un grande

gozo, que ser a todo el pueblo:

[11] Que hoy os es nacido el Salvador, que es el Cristo Seor, en la

ciudad de David.

[12] Y esta os ser la seal: Hallaris al nio envuelto en paales, y

echado en un pesebre.

[13] Y sbitamente apareci con el Angel una tropa numerosa de la milicia

celestial, que alababan a Dios, y decan:

[14] Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de

buena voluntad (43).

[15] Y aconteci, que luego que los Angeles se retiraron de ellos al

cielo: los pastores se decan los unos a los otros: Pasemos hasta

Bethlehm, y veamos esto, que ha acontecido, lo cual el Seor nos ha

mostrado.

[16] Y fueron apresurados, y hallaron a Mara, y a Joseph, y al nio

echado en el pesebre.

[17] Y cuando esto vieron, entendieron lo que se les haba dicho acerca de

aquel nio.

[18] Y todos los que lo oyeron, se maravillaron: y tambin de lo que les

haban referido los pastores.

[19] Mas Mara guardaba todas estas cosas, confirindolas en su corazn.

[20] Y se volvieron los pastores glorificando, y loando a Dios por todas

las cosas, que haban odo y visto, as como les haba sido dicho.

[21] Y despus que fueron pasados los ocho das para circuncidar al nio:

llamaron su nombre JESUS, como le haba llamado el Angel, antes que fuese

concebido en el vientre.

[22] Pues cuando hubo nacido Jess en Bethlehm de Jud en tiempo de

Herodes el rey, he aqu unos Magos (44)vinieron del Oriente (45)a

Jerusalm,

[23] Diciendo: Dnde est el rey de los Judos que ha nacido? porque

vimos su estrella en el Oriente (46), y venimos a adorarle.

[24] Y el rey Herodes, cuando lo oy, se turb, y toda Jerusalm con l.

[25] Y convocando todos los prncipes de los sacerdotes (47)y los escribas

del pueblo (48), les preguntaba, donde haba de nacer el Cristo.

[26] Y ellos le dijeron: En Bethlehm de Jud: porque as est escrito por

el profeta.

[27] Y t, Bethlehm, tierra de Jud, no eres la menor entre las

principales de Jud, porque de ti saldr el caudillo, que gobernar a mi

pueblo de Israel.

[28] Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, se inform de

ellos cuidadosamente del tiempo, en que les apareci la estrella.

[29] Y encaminndolas a Bethlehm, les dijo: Id, e informaos bien del

nio: y cuando le hubireis hallado, hacdmelo saber, para que yo tambin

vaya a adorarle.

[30] Ellos, luego que esto oyeron del rey, se fueron. Y he aqu la

estrella, que haban visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que

llegando se par, sobre donde estaba el nio (49).

[31] Y cuando vieron la estrella, se regocijaron en gran manera.

[32] Y entrando en la casa, hallaron al nio con Mara su madre, y

postrndose le adoraron: y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro,

incienso y mirra.

[33] Y habida respuesta en sueos (50), que no volviesen a Herodes, se

volvieron a su tierra por otro camino.

CAPITULO IV

Joseph y Mara van a Jerusalm a presentar a Jess en el templo.- Palabras

del viejo Simen y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a

Nazareth.- Conducido a Jerusalm por las fiestas de Pascuas, sorprende a

los doctores con la sabidura de sus palabras.

[1] Despus que ellos (51)se fueron, y despus que fueron cumplidos los

das de la purificacin de Mara, segn la ley de Moiss, lo llevaron a

Jerusalm, para presentarlo al Seor,

[2] Como est escrito en la ley del Seor: Que todo macho que abriere

matriz, ser consagrado al Seor (52).

[3] Y para dar la ofrenda, conforme est mandado en la ley del Seor, un

par de trtolas, o dos palominos.

[4] Y haba a la sazn en Jerusalm un hombre llamado Simen, y este

hombre justo y temeroso de Dios, esperaba la consolacin de Israel (53), y

el Espritu Santo era en l.

[5] Y haba recibido respuesta del Espritu Santo, que l no vera la

muerte, sin ver antes al Cristo del Seor.

[6] Y vino por espritu al templo. Y trayendo los padres al nio Jess,

para hacer segn la costumbre de la ley por l:

[7] Entonces l lo tom en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo:

[8] Ahora, Seor, despides a tu siervo, segn tu palabra, en paz:

[9] Porque han visto mis ojos tu salud (54),

[10] La cual has aparejado ante la faz de todos los pueblos.

[11] Lumbre para ser revelada a los gentiles, y para gloria de tu pueblo

Israel.

[12] Y su padre y madre estaban maravillados de aquellas cosas que de l

se decan.

[13] Y los bendijo Simen, y dijo a Mara su madre: He aqu que este es

puesto para cada, y para levantamiento de muchos en Israel (55): y para

seal a la que se har contradiccin (56):

[14] Y una espada traspasar tu alma de ti misma, para que sean

descubiertos los pensamientos de muchos corazones (57).

[15] Y haba una profetisa llamada Ana, hija de Phanuel de la tribu de

Aser: esta era ya de muchos das, y haba vivido siete aos con su marido

desde su virginidad (58).

[16] Y esta era viuda, como de ochenta y cuatro aos: que no se apartaba

del templo, sirviendo da y noche en ayunos y oraciones.

[17] Y como llegase ella a la misma hora, alababa al Seor: y hablaba de

l a todos los que esperaban la redencin de Israel.

[18] Y cuando lo hubieron todo cumplido conforme a la ley del Seor, he

aqu un Angel del Seor apareci en sueos a Joseph, y le dijo: Levntate,

y toma al nio, y a su madre, y huye a Egipto, y estte all hasta que yo

te lo diga. Porque ha de acontecer, que Herodes busque al nio para

matarle.

[19] Levantndose Joseph, tom al nio, y a su madre de noche, y se retir

a Egipto:

[20] Y permaneci all hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese

lo que haba hablado el Seor por el profeta, que dice: De Egipto llam a

mi hijo.

[21] Entonces Herodes, cuando vio, que haba sido burlado por los Magos,

se irrit mucho, y enviando hizo matar todos los nios, que haba en

Bethlehem y en toda su comarca de dos aos y abajo, conforme al tiempo,

que haba averiguado de los Magos (59).

[22] Entonces fue cumplido lo que se haba dicho por Jeremas el profeta,

que dice:

[23] Voz fue oda en Ram (60), lloro, y mucho lamento: Rachl llorando

sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son.

[24] Y habiendo muerto Herodes, he aqu el Angel del Seor apareci en

sueos a Joseph en Egipto.

[25] Diciendo: Levntate, y toma al nio, y a su madre, y vete a tierra de

Israel: porque muertos son, los que queran matar al nio.

[26] Levantndose Joseph, tom al nio, y a su madre, y se vino para

tierra de Israel.

[27] Mas oyendo que Archelao reinaba en la Judea en lugar de Herodes, su

padre, temi de ir all: y avisado en sueos, se retir a las tierras de

Galilea.

[28] Y vino a morar a su ciudad, que se llama Nazareth: para que se

cumpliese lo que haban dicho los profetas: que ser llamado Nazareno

(61).

[29] Y el nio creca, y se fortificaba, estando lleno de sabidura: y la

gracia de Dios era en l.

[30] Y sus padres iban todos los aos a Jerusalm, en el da solemne de la

Pascua.

[31] Y cuando tuvo doce aos, subieron ellos a Jerusalm, segn la

costumbre del da de la fiesta,

[32] Y acabados los das, cuando se volvan, se qued el nio Jess en

Jerusalm, sin que sus padres lo advirtiesen (62).

[33] Y creyendo, que l estaba con los de la comitiva, anduvieron camino

de un da, y le buscaban entre los parientes, y entre los conocidos.

[34] Y como no le hallasen, se volvieron a Jerusalm, buscndole.

[35] Y aconteci, que tres das despus le hallaron en el templo, sentado

en medio de los doctores, oyndolos y preguntndoles.

[36] Y se pasmaban todos los que le oan, de su inteligencia, y de sus

respuestas.

[37] Y cuando le vieron (63) se maravillaron. Y le dijo su madre: Hijo,

por qu los has hecho as con nosotros? mira, como tu padre, y yo

angustiados te buscbamos.

[38] Y les respondi: Para qu me buscbais? No sabais, que en las

cosas que son de mi Padre me conviene estar?

[39] Mas ellos no entendieron la palabra, que les habl.

[40] Y descendi con ellos, y vino a Nazareth: y estaba sujeto a ellos. Y

su madre guardaba todas estas cosas en su corazn.

[41] Y Jess creca en sabidura, y en edad, y en gracia delante de Dios,

y de los hombres.

CAPITULO V

Inspirado por el Espritu Santo, sale Juan del desierto y principia a

predicar.- El pueblo se agolpa para orle y para purificarse. El mismo

Jess va de Nazareth al Jordn para ser bautizado.- Segunda g