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21 Estudios Atacameños N° 24 - 2002 A sangre y fuego. Nuevos datos sobre la metalurgia Aguada LUIS R. GONZÁLEZ 1 RESUMEN Las placas de metal figuran entre los ítemes más caracte- rísticos de la cultura material de Aguada. Se conocen poco más de 30 ejemplares, los cuales se encuentran dispersos en colecciones de América y Europa y muy pocos de ellos fueron sometidos a análisis técnicos. En esta oportunidad se dan a conocer los resultados de los estudios realizados sobre tres placas Aguada, orientados a obtener informa- ción sobre las cualidades tecnológicas de los materiales, aplicable al conocimiento de la dinámica sociohistórica de la época. En tal sentido, los datos son discutidos con- siderando la composición de las piezas y los métodos de manufactura puestos en práctica, adelantándose hipóte- sis sobre la trayectoria de la tecnología metalúrgica en el marco de las condiciones sociales, políticas e ideológicas dominantes. Palabras claves: placas de metal – La Aguada – análisis técnicos – condiciones sociohistóricas. ABSTRACT Metal plaques are among the most characteristic items of Aguada’s material culture. Somewhat more than thirty plaques are known, dispersed in American and European collections, but only a few have been subjected to technical analysis. Here we give the results of studies made on three Aguada plaques to obtain information on the technological qualities of the materials, so as to gain knowledge about the sociohistorical dynamics of the epoch. Data are discussed taking into account the manufacturing methods of metal pieces and their composition in order to advance on hypothesis for the trayectory of metallurgical technology within the the framework of dominating so- cial, political and ideological conditions. Key words: metal plaque – La Aguada – technical analysis – sociohistorical conditions. Recibido: marzo 2002. Manuscrito revisado aceptado: octubre 2003. Introducción La metalurgia prehispánica en el Noroeste Argen- tino se desarrolló de forma independiente a los tradicionalmente considerados “centros de inven- ción” de los Andes (Figura 1). En la región, como en el resto del espacio andino, hubo una predilec- ción por el trabajo del cobre y sus aleaciones, pero los objetos manufacturados acreditaron una defi- nida identidad en sus rasgos estilísticos y, en un nivel más profundo, en la forma en que los mate- riales fueron procesados y en las innovaciones téc- nicas desarrolladas a tal fin. Hacia los momentos tardíos, los artesanos pusieron de manifiesto una extraordinaria capacidad para controlar la comple- ja interacción de las variables tecnológicas, llegan- do a producir en bronce estañífero algunos de los objetos precolombinos más voluminosos conocidos. Los ejemplos más ilustrativos lo constituyen las campanas ovales “santamarianas”, entre las cuales se computan ejemplares que superan los 3 k de peso. En su momento, los administradores del es- tado incaico supieron aprovechar el entrenamien- to y la destreza de los metalurgistas locales para amplificar la escala de producción en función de los intereses del poder central. El conocimiento acerca de los inicios de la meta- lurgia en la región es aún fragmentario. Algunos datos (A. R. González 1959; Fester 1962; Ziobrowski et al. 1996) ponen de relieve el tem- prano uso de la aleación de cobre y arsénico en el área centro-oriental de Catamarca (Pérez Gollán 1991; L. R. González 1994a, 2001), situación que coloca en discusión a los modelos del desarrollo de la metalurgia planteados desde los Andes Cen- trales (p.e., Lechtman 1980: 296, 1996: 478; Bray 1991:59; Shimada 1994: 40-41; Lambert 1997: 182). De igual modo, todo apunta a indicar que dicha área (ver Figura 1) fue el escenario de la puesta a punto del bronce estañífero, en épocas tempranas y sin la intervención de influencias ex- ternas (L. R. González 1994a, 1999; A. R. González 1998: 94-95; West 1994: 7; Hosler 1994: 179). No es casual que fuera en la zona mencionada donde, al calor de las condiciones sociohistóricas que im- pulsaron el proceso cultural que conocemos como Aguada, se establecieran las bases del estilo tec- 1 Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Moreno 350 (1091) Buenos Aires. Email: [email protected]

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A SANGRE Y FUEGO. NUEVOS DATOS SOBRE LA…

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Estudios Atacameños N° 24 - 2002

A sangre y fuego.Nuevos datos sobre la metalurgia Aguada

LUIS R. GONZÁLEZ1

RESUMEN

Las placas de metal figuran entre los ítemes más caracte-rísticos de la cultura material de Aguada. Se conocen pocomás de 30 ejemplares, los cuales se encuentran dispersosen colecciones de América y Europa y muy pocos de ellosfueron sometidos a análisis técnicos. En esta oportunidadse dan a conocer los resultados de los estudios realizadossobre tres placas Aguada, orientados a obtener informa-ción sobre las cualidades tecnológicas de los materiales,aplicable al conocimiento de la dinámica sociohistóricade la época. En tal sentido, los datos son discutidos con-siderando la composición de las piezas y los métodos demanufactura puestos en práctica, adelantándose hipóte-sis sobre la trayectoria de la tecnología metalúrgica en elmarco de las condiciones sociales, políticas e ideológicasdominantes.

Palabras claves: placas de metal – La Aguada – análisistécnicos – condiciones sociohistóricas.

ABSTRACT

Metal plaques are among the most characteristic items ofAguada’s material culture. Somewhat more than thirtyplaques are known, dispersed in American and Europeancollections, but only a few have been subjected to technicalanalysis. Here we give the results of studies made on threeAguada plaques to obtain information on the technologicalqualities of the materials, so as to gain knowledge aboutthe sociohistorical dynamics of the epoch. Data arediscussed taking into account the manufacturing methodsof metal pieces and their composition in order to advanceon hypothesis for the trayectory of metallurgicaltechnology within the the framework of dominating so-cial, political and ideological conditions.

Key words: metal plaque – La Aguada – technical analysis– sociohistorical conditions.

Recibido: marzo 2002. Manuscrito revisado aceptado: octubre 2003.

Introducción

La metalurgia prehispánica en el Noroeste Argen-tino se desarrolló de forma independiente a los

tradicionalmente considerados “centros de inven-ción” de los Andes (Figura 1). En la región, comoen el resto del espacio andino, hubo una predilec-ción por el trabajo del cobre y sus aleaciones, perolos objetos manufacturados acreditaron una defi-nida identidad en sus rasgos estilísticos y, en unnivel más profundo, en la forma en que los mate-riales fueron procesados y en las innovaciones téc-nicas desarrolladas a tal fin. Hacia los momentostardíos, los artesanos pusieron de manifiesto unaextraordinaria capacidad para controlar la comple-ja interacción de las variables tecnológicas, llegan-do a producir en bronce estañífero algunos de losobjetos precolombinos más voluminosos conocidos.Los ejemplos más ilustrativos lo constituyen lascampanas ovales “santamarianas”, entre las cualesse computan ejemplares que superan los 3 k depeso. En su momento, los administradores del es-tado incaico supieron aprovechar el entrenamien-to y la destreza de los metalurgistas locales paraamplificar la escala de producción en función delos intereses del poder central.

El conocimiento acerca de los inicios de la meta-lurgia en la región es aún fragmentario. Algunosdatos (A. R. González 1959; Fester 1962;Ziobrowski et al. 1996) ponen de relieve el tem-prano uso de la aleación de cobre y arsénico en elárea centro-oriental de Catamarca (Pérez Gollán1991; L. R. González 1994a, 2001), situación quecoloca en discusión a los modelos del desarrollode la metalurgia planteados desde los Andes Cen-trales (p.e., Lechtman 1980: 296, 1996: 478; Bray1991:59; Shimada 1994: 40-41; Lambert 1997:182). De igual modo, todo apunta a indicar quedicha área (ver Figura 1) fue el escenario de lapuesta a punto del bronce estañífero, en épocastempranas y sin la intervención de influencias ex-ternas (L. R. González 1994a, 1999; A. R. González1998: 94-95; West 1994: 7; Hosler 1994: 179). Noes casual que fuera en la zona mencionada donde,al calor de las condiciones sociohistóricas que im-pulsaron el proceso cultural que conocemos comoAguada, se establecieran las bases del estilo tec-

1 Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, Moreno 350 (1091)Buenos Aires. Email: [email protected]

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Figura 1. Región del Noroeste Argentino.

nológico que caracterizaría la trayectoria de lametalurgia en los siglos posteriores.

Si bien el conjunto de los hallazgos de objetosmetálicos Aguada, en particular en los contextosfunerarios del centro de la provincia de Catamarca,muestra un variado repertorio de piezas de fun-ción utilitaria (agujas, cinceles, punzones, pinzas),el grueso de la producción parece haber estadoorientado a la obtención de piezas ornamentales(A. R. González 1998: 367). Entre éstas, las másllamativas son las placas, sobresaliendo por surelativa escasez (se conocen, al momento, pocomás de 30 ejemplares), la detallada ejecución desus motivos decorativos y la carga simbólica dela iconografía. Precisamente, son las particularescaracterísticas de los elementos iconográficos lasque permiten asignar la pertenencia a la tradición

Aguada de las placas conocidas. No obstante, lagran mayoría de estos objetos carece de registrossistemáticos de hallazgo, lo que conlleva proble-mas serios a la hora de establecer procedencias yevaluar la distribución espacial de los materiales.Por otro lado, muchas de las piezas en la actuali-dad se encuentran aisladas en colecciones deAmérica y Europa, públicas y privadas, lo quedificulta tener contacto con ellas, sobre todo paraestudios que vayan más allá de las cualidades desu superficie.

Esta circunstancia podría explicar, en parte, laescasez de datos disponibles sobre las caracterís-ticas técnológicas de estos materiales. El presentetrabajo se orienta en tal sentido, dando a conocerla información obtenida en estudios de laborato-rio llevados a cabo sobre tres placas de la familia

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Aguada, dos de ellas no publicadas hasta el mo-mento. Estos estudios, enmarcados en un progra-ma de investigación más amplio acerca de la me-talurgia prehispánica del Noroeste Argentino(N.O.A.) y que es desarrollado desde hace variosaños (L. R. González 1997; L. R. González et al.1999; L. R. González y Vargas 1999), además dela determinación de la composición de los mate-riales procuraron establecer los procesos de ma-nufactura de las piezas. Tal información constitu-ye por sí un avance en el conocimiento de la tra-yectoria de la tecnología en la región pero, asi-mismo, aspira a contribuir a la discusión de lascondiciones sociohistóricas que rodearon a lasactividades productivas.

Tecnología metalúrgica y relaciones sociales

Los estudios sobre la metalurgia del pasado sedesenvolvieron durante décadas bajo imperativosteóricos, implícitos o explícitos, enraizados en elevolucionismo unilineal y el materialismo vulgar,con una visión sesgada desde la moderna socie-dad industrial. De tal modo, los esfuerzos de in-vestigación mostraron una marcada tendencia aestablecer los “qué” y los “cómo” de la tecnolo-gía, abordándola bajo el supuesto que su desarro-llo respondió a una lógica propia divorciada delas condiciones sociohistóricas en las que habíaoperado. No hace tanto tiempo desde que comen-zaran a alzarse las voces que sostenían que, tanimportante como categorizar los materiales metá-licos y describir los procedimientos de manufac-tura, para una comprensión adecuada de los com-portamientos tecnológicos del pasado se requeríaatender a los “por qué” subyacentes a tales com-portamientos. Ello conducía a considerar a lametalurgia como un fenómeno cultural, por lo cualel análisis debía tomar en cuenta los valores, sím-bolos y actitudes sociales a la hora de evaluar laselecciones técnicas puestas en práctica por losproductores y el desempeño de los bienes obteni-dos (L. R. González 2001).

“Manufacturing an object always involvesaccomodation between the properties of the ma-terial from which the object is made and theobject’s design: the possibilities and constraintsany material precedents in handling versus howwe want the material to perform. The fact thatthe physical properties of natural material areinmutable and invariant wherever they are foundmeans that variations in the way culture-bound

practitioners manage these materials reflect cul-tural choices. Our ability to identify culturalsdecisions and choices in the technologies behindobject production lies precisely in this regularityin the physics of matter” (Lechtman 1999: 223).2

La transformación de materias primas en artefac-tos, a través del trabajo humano, implicó, por unlado, que estas materias transformadas fueron “re-creadas” e incorporadas a un entramado culturalparticular, con una carga de significación especí-fica. Por otra parte, el proceso productivo entrañórelaciones sociales, de las que participaron pro-ductores y consumidores y que estuvieron funda-das en concretas condiciones materiales de exis-tencia. En consecuencia, la tecnología fue muchomás que los recursos disponibles y los procesosde transformación aplicados. Involucró, sobretodo, contextos socioculturales que legitimaron ydeterminaron qué producir y cómo hacerlo, asícomo el destino y las prescripciones de uso delos productos. Lejos de responder a una evolu-ción “natural”, la trayectoria de la metalurgia enel pasado estuvo determinada por una dialécticaentre la física y la química de la producción, ylos elementos superestructurales que dictamina-ron sobre el modo en que estos factores debíanser acomodados dentro de la representación do-minante del mundo y de la sociedad.

La producción de bienes de metal, con justicia,ha sido considerada como la actividad más com-pleja encarada por el hombre y cuyo desarrollomarchó codo a codo con el aumento en la com-plejidad de las organizaciones sociales (Childe1930 y 1936). De hecho, en el N.O.A., la sofisti-cación técnica aplicada y la escala de las activi-dades pueden verse como una metáfora del surgi-miento y consolidación de organizaciones políti-cas en las cuales la desigualdad en el acceso apoder y recursos fue institucionalizado y gruposminoritarios se reservaron el control del capitaleconómico y simbólico de las comunidades. Elauspicio y el control sobre la producción y distri-bución de bienes de metal constituyeron herra-mientas estratégicas para fundar operaciones po-líticas y económicas que apuntalaran la posiciónde las élites gobernantes. Pocos discuten que lasprácticas metalúrgicas requirieron la intervención,en algún grado, de mano de obra especializada

2 Ver también Hosler (1994) y Lahiri (1995).

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(Bronson 1996: 179), lo cual conllevó el sosteni-miento, a través de los recursos comunitarios, degrupos artesanales variablemente desafectados deobligaciones relacionadas con las actividades co-tidianas (Tarragó y L. R. González 1996). Al mis-mo tiempo, la complejidad y los requerimientosde la producción (energía en trabajo, moviliza-ción de materias primas, habilidad y entrenamientode los operarios) otorgaban a esas elites, a travésdel control productivo, la oportunidad de despla-zar a eventuales competidores por los espacios depoder. De igual modo, la distribución pautada delos bienes obtenidos podía aplicarse a redes deintercambio extrarregionales que fortalecerían suposición dominante (Tarragó et al. 1997).

No parece un dato menor, en tal sentido, que enel N.O.A. el énfasis productivo estuviera volcadohacia bienes sin directa vinculación con lo prácti-co-utilitario sino hacia aquellos cuya propiedad,uso y exhibición comunicaba posiciones de pres-tigio y poder social. A partir de sus conexionescon los grandes temas míticos del mundo andino(Lechtman 1991 y 1999), los metales eran mate-riales ideales para resumir y potenciar una ideo-logía funcional a los intereses de los grupos depoder. El campo más fructífero para divulgar estaideología era el religioso, en el cual la vida coti-diana podía ser remitida a un orden cósmicoahistórico e inmutable, naturalizando losliderazgos a través de su actuación como inter-mediarios entre los comunes y las potencias so-brenaturales. Como otros autores han señalado(Pérez Gollán 1986; A. R. González 1992 y 1998;A. R. González et al. 2000; Bovisio 1994), lasplacas del Período de Integración (ca. 450-850DC) materializaron los fundamentos de un uni-verso mítico pan-andino cuya manipulación fueclave en la fundación de las organizaciones so-ciales complejas. Por tal razón, estas piezas cons-tituyen uno de los más ilustrativos ejemplos de laarticulación entre el desarrollo de las bases pro-ductivas y la superestructura político-ideológicainherente a aquella complejidad.

Las placas Aguada

Los objetos de que nos ocupamos reconocen an-tecedentes en piezas similares de contorno oval,pero de mucha mayor simplicidad de manufactu-ra (A. R. González 1992). Las placas del Períodode Integración, momento histórico hegemonizado

por el fenómeno sociocultural Aguada, desde lotecnológico evidencian la introducción de por lomenos dos importantes innovaciones en el modode procesar el metal: por una parte, la prepara-ción de la aleación de cobre y estaño, y por otra,el empleo de un sofisticado método de moldeo, elde la cera perdida. Se trata de piezas de medianotamaño. La dimensión máxima promedio se ubi-ca en los 150 mm, aunque el Disco Hirsch I (Fi-gura 2b) ostenta un diámetro de 207 mm. Desdelo formal, los materiales conocidos fueron clasi-ficados de acuerdo a dos variables (A. R. González1998: 99; A. R. González et al. 2000): su forma ysu decoración. En cuanto al primer aspecto, sedistinguieron los contornos circulares, rectangu-lares y los excepcionales. En esta última catego-ría se computa una única pieza, la denominadaPlaca Ross (Figura 2a). De acuerdo a la decora-ción, fueron reconocidos tres tipos: el “Personajede las Manos Vacías” (Figuras 2b y 2e), el“Sacrificador” (Figuras 2c y 2d) y “Dos o MásPersonajes” (Figura 2f). En todos los casos, eltema iconográfico central es una figuraantropomorfa con distintas variantes, presentadode frente, con los brazos flexionados a los costa-dos, un adorno cefálico y ataviado con una túnicaque suele mostrar dibujos de escalonados, espira-les y líneas rectas. En el caso de El Sacrificador,de los brazos cuelgan hachas, cuchillos o repre-sentaciones de cabezas cercenadas. Acompañan-do a la figura central suelen incluirse sereszoomorfos, felinos, saurios o aves.

Es sugestivo que, de acuerdo a los registros dehallazgos disponibles, una sola de estas placastendría como procedencia el área centro-orientalde Catamarca (ver Figura 1), la cual podría con-siderarse como corazón del territorio Aguada (A.R. González 1998: 236). De igual modo esta pie-za, el Disco de Lafone Quevedo (Figura 2e), pro-cedente de Chaquiago (Lafone Quevedo 1890;Easby 1966: 74-76) y del tipo “Personaje de lasManos Vacías”, es la más famosa de la familia.La gran mayoría de las piezas fueron denuncia-das en ámbitos más distantes, en ocasiones fueradel N.O.A. Al respecto se propuso que, en el pa-sado, shamanes itinerantes habrían trasladado losmateriales como parte de la política de difusióndel culto religioso (A. R. González 1998: 100,182). No obstante, el centro de fabricación habríasido el N.O.A. (A.R. González 1992: 196 y 1998:99, 169).

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Figura 2. Placas Aguada: a) Placa de Beni; b) Placa Hirsch I; c) Placa del Musée de l’Homme; d) Placa de Denver; e) Placa LafoneQuevedo; f) sin datos, en Scott 1998.

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Antecedentes de estudios

Como se expresara con anterioridad, los estudiostécnicos realizados sobre placas de la familia fue-ron escasos. De hecho, hasta donde conozco, sepublicaron sólo tres. El primer trabajo exhaustivofue efectuado hace poco más de una decena deaños (Biloni et al. 1990), sobre el mencionado“Disco de Lafone Quevedo”, un siglo después desu primera descripción (Lafone Quevedo 1890).De acuerdo a su ornamentación, se propuso quefue manufacturado entre el 600 y 700 DC. Acre-dita un diámetro en torno a los 11 cm y su espe-sor, notablemente regular, es de unos 3 mm. Ensu cara decorada se advierte un personaje centralcomplejamente ataviado, con dos felinos de lar-gas colas y prominentes orejas sobre sus hom-bros y saurios a sus pies (Figura 2e). De acuerdoa los estudios, la pieza es de bronce, con alrede-dor de 2.5% de estaño y menos del 0.3% de arsé-nico (Emerich 1992: 214). La precisión de algu-nos detalles decorativos y las característicasmetalográficas sugieren que el disco fue coladosegún la técnica de cera perdida (Easby 1966: 74-76), y posteriormente, terminado con suaves puli-dos y burilados.

Lechtman (1991: 78) dio a conocer los resultadosdel análisis de la composición de una placa circu-lar que, de acuerdo a la ilustración que se presen-ta, sufrió algunos deterioros. Es probable que lacabeza humana sobresaliente en el borde superiorse haya perdido por rotura y los rasgos decorati-vos del cuerpo de la placa no aparecen muy níti-dos. Se trataría del tipo “Personaje de las ManosVacías”. La autora indicó que la pieza fue reali-zada por vaciado en molde de cera perdida, a par-tir de la inscripción de las finas líneas que for-man los dedos de la figura central. En el análisisfue detectado cobre en un 97% y estaño en 1.31%,además de cantidades minoritarias de hierro, cinc,níquel, plata y plomo.

El restante estudio fue dado a conocer por Scott(1998: 101-102), quien indicó que para la placaproviene del N.O.A, no hay referencias sobre ellugar preciso de hallazgo ni de su actual depósi-to. La pieza, rectangular, con dos personajesantropomorfos cuyas cabezas asoman por sobreel borde superior, pesa 87.80 g y mide 84 por 51mm, con un espesor en torno a los 2 mm (Figura2f). Respecto de su manufactura, se dictaminó quefue empleado el método de cera perdida. El aná-

lisis químico arrojó la siguiente composición:cobre (88%), arsénico (0.8%), estaño (8%), anti-monio (2.7%) y trazas de hierro.

Estudios sobre tres placas Aguada

Las placas sobre las que informamos pertenecena dos colecciones privadas y fueron especialmen-te cedidas para los estudios de laboratorio. Estosincluyeron relevamientos dimensionales, observa-ciones con lupa binocular y microscopio electró-nico de barrido (SEM) a diferentes aumentos. Lasdeterminaciones cuantitativas de composición serealizaron con energía dispersiva en Rayos X(EDAX) mediante un equipo acoplado al SEM.Los resultados que se consignan para cada objetoconstituyen el promedio de entre cinco y ochomediciones en distintos puntos de las caras ante-riores y posteriores. No fueron tenidos en cuentalos elementos que componen la pátina superficial(por lo general, Na, Si, S, Cl y Ca). Análisismicroestructurales por metalografías fueron efec-tuados de acuerdo a las especificaciones de lanorma ASTM-1351. En cada caso un pequeñosector de la superficie de las piezas fue desbasta-da con papeles abrasivos de malla 320, 400, 600y 1000. Posteriormente se pulió con paños conpasta diamantada de 7 y 1 um. La microestructurafue revelada con microataques con ajuste a lanorma ASTM E-407.3

Placa Nº 1 (Circular/Sacrificador)

El hallazgo de esta pieza, designada como PlacaBercheni y de forma discoidal, se produjo en lazona del río Levallén, en la provincia de Salta (A.R. González et al. 2000). El disco está rodeadopor una banda concéntrica unida por cinco “puen-tes” y en la parte superior se desprenden dos apén-dices (Figuras 3a y 3b). Los diseños escultóricosy motivos decorativos con líneas en relieve seconcentran casi exclusivamente en la cara ante-rior. El motivo iconográfico dominante es unarepresentación antropomorfa central con un toca-do que cae a los costados del rostro. El personajepresenta los brazos flexionados y manos con treslargos dedos. De cada brazo cuelgan sendos ins-trumentos, un cuchillo y un hacha. Las piernas

3 La totalidad de los estudios fueron realizados en los labora-torios del Centro Atómico Constituyentes, de la ComisiónNacional de Energía Atómica.

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culminan en pies con tres dedos cada uno y quese orientan hacia la derecha del cuerpo.

La banda concéntrica que rodea al disco incluyedos seres sauriformes. Los puentes de unión conel disco interno tienen lugar mediante las patasde los animales y con tres cortos apéndices verti-cales que se ubican en la zona inferior, dondecoinciden los hocicos de los seres. Al saurio a laderecha del personaje central, le falta la mandíbu-la superior. Los apéndices que se elevan en la par-te superior del disco, por sobre el personaje antro-pomorfo, consisten en dos barras separadas, consemicírculos a los lados. Las barras terminan encabezas ornitomorfas, en las cuales se han señala-do los ojos, con una depresión central, así comolos picos. Las cabezas se colocaron en direccionesopuestas, es decir, que los picos se orientan haciaafuera. El dorso de la pieza es completamente liso,a excepción de la cabeza de los pájaros, las quehan sido conformadas respetando el volumen quemuestran en la cara anterior. Las principales di-mensiones registradas son las siguientes: 1) altototal (incluyendo apéndices): 118.1 mm; 2) diáme-

tro total (incluyendo bandas concéntricas): entre88.5 y 90 mm. El promedio de cinco medicioneses de 89.25 mm; 3) espesor en las zonas lisas; en-tre 2.18 y 2.67 mm. El promedio de seis medicio-nes es de 2.41 mm; 4) espesor de zonas en relie-ve: entre 2.9 y 4.2 mm; 5) Peso: 115±1 g.

La inspección visual a diferentes aumentos per-mitió detectar algunos detalles relevantes para unacercamiento a las técnicas puestas en prácticapara manufacturar la pieza. En varios sectores seadvirtieron partículas de una sustancia blanca ad-herida al metal, con tendencia a concentrarse enlos intersticios formados por los detalles decora-tivos (Figuras 4a, 4b y 4c). La experiencia en es-tudios de otros objetos de la región nos permiteasumir que la sustancia es fosfato de calcio y cons-tituía el recubrimiento de la cavidad interna delmolde utilizado. Pudo observarse, asimismo, quela mayor parte de los motivos decorativos en altorelieve presentan laterales biselados en ángulosobtusos respecto de la superficie de la pieza. Estedetalle es interpretado como un comportamientointencional destinado a lograr un más sencillo

Figura 3. Placa Nº 1: a) frente; b) dorso.

a b

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despegue de la pieza fundida, evitando anclajesen el refractario.

En general, los defectos de fabricación son deíndole menor. Por ejemplo, pudo establecerse quela falta de la mandíbula superior del saurio dere-cho no responde a una rotura, como parecía a ojodesnudo, sino que obedece a un imperfecto llena-do del molde durante la colada de metal. En elmismo sector de la pieza, el borde de lo que seríala oreja del saurio tiene una terminación redon-deada, lo que sugiere un fenómeno de solidifica-ción con, probablemente, pérdida de fluidez delmetal colado derivado, a su vez, por enfriamiento(Figura 4a). Se interpreta que este fenómeno in-dica que la boca de colada del molde se encontra-ba en el punto opuesto, es decir, donde se encuen-tran los apéndices coronados con cabezas de pá-

jaros. Otros defectos, como la solidificacióndendrítica que se observó en la superficie del metalen la misma zona del saurio (Figura 4b), apoyanla hipótesis enunciada. También pudo constatarseque en uno de los semicírculos del apéndice su-perior izquierdo se efectuó una perforación aposteriori de colada la pieza, probablemente paradisponer de un lugar para pasar un elemento desujeción.

La composición promedio de la pieza fue deter-minada en 85.41% Cu y 14.58% Sn. En la parteposterior del disco fue preparada una zona de lasuperficie para la obtención de una réplica estruc-tural. En las observaciones sin ataque químicofueron detectados óxidos de cobre en la matriz,los que poseen morfología típica de una faseeutéctica. Las observaciones posteriores se efec-

Figura 4. Placa Nº 1: a) zona redondeada en la oreja de un saurio; b) estructura de solidificación dendrítica cerca de la oreja de unsaurio; c) espiral con recubrimiento blanquecino; d) microestructura (200x) con inclusiones de óxidos globulares.

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tuaron tras el pulido con paños diamantados. Lamicroestructura revelada con el ataque de reactivo(H2O, HCl y Cl3Fe) mostró corresponder a unaestructura de solidificación con un eutéctico enlos espacios interdendríticos y óxidos globulares(Figura 4d).

Placa Nº 2 (Rectangular/Sacrificador)

Este ejemplar no cuenta con información feha-ciente acerca de su lugar de hallazgo, tratándosede una placa rectangular con un apéndice. En sucara anterior presenta una figura antropomorfalograda por líneas en relieve. La cabeza de estafigura, con un complejo tocado, constituye el apén-dice, al sobresalir del borde superior de la placa.El anverso no presenta detalles decorativos. Larepresentación antropomorfa se muestra de fren-te, con los brazos flexionados y adornados por unreticulado que se continúa por el torso. Las ma-nos cuentan con tres largos y finos dedos. Delcodo izquierdo cuelga un cuchillo semilunar y dela mano derecha, a su vez, pende un hacha congancho (Figuras 5a y 5b).

El cuerpo del personaje está dividido por una fran-ja diagonal de dos líneas en relieve. En cada unode los sectores así delimitados se señaló, con unadisposición simétrica, un motivo que combina

grecas y escalonados. Los pies se disponen deperfil, apuntando hacia direcciones opuestas. Encada pie se identifican tres dedos. La cabeza de lafigura, que sobresale del borde superior, pareceestar cubierta con una gran máscara zoomorfa enla que se destacan dos rasgos. En primer lugar,un hocico que sobresale del plano principal de lapieza, con el interior hueco. En el frente presentaseis perforaciones (Figura 6a). De este hocicocuelgan, hacia cada lado, largos bigotes. Del cue-llo del personaje pende un colgante que forma unmedallón circular. En segundo término, dos lar-gas orejas que descienden hacia los lados. En elplano frontal de cada una de las orejas fueron dis-puestas ocho depresiones circulares (Figura 6c).

La cara posterior de la pieza es completamentelisa, siendo el único rasgo destacable un pequeñoagujero pasante que comunica con el interior hue-co del hocico del frente. Las dimensiones princi-pales de la pieza son las siguientes: 1) anchomáximo: 882 mm; 2) alto máximo: 941 mm; 3)alto de la placa (sin apéndice): 590 mm; 4) espe-sores (en sectores lisos): entre 2.39 y 2.96 mm;5) altura de las líneas en relieve (promedio): 0.54mm; 6) peso: 135±1 g.

Las observaciones meso y microscópicas permi-tieron registrar tratamientos diferenciales en la

Figura 5. Placa Nº 2: a) frente; b) dorso.

a b

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superficie de la pieza. En la zona del hacha quecuelga del brazo derecho del personaje pudo de-tectarse que la base de la placa que acompaña elrelieve muestra, por una parte, una rugosidad quees atribuible al molde utilizado y, por otra, unapelícula blanquecina que puede ser atribuida alrecubrimiento del refractario (Figura 6b). La su-perficie del hacha muestra signos de haber sidopulida, contrastando con la base de la placa seña-lada previamente. También se observó pulimentoen los relieves de los pies y en el medallón quecuelga del cuello del personaje. El hocico de lamáscara tiene perforaciones que conectan con unacámara hueca, en cuyo fondo un orificio conducea la cara posterior de la placa. También hay ras-tros de pulido, pero no parece haber habido pre-ocupación por retirar rebabas de metal que que-daron en los bordes de las perforaciones (Figura6a). En ellas se observan, además, depósitos de

material blanquecino. El interior de la cámara delhocico muestra rugosidades que probablemente serelacionen con el “noyo” (núcleo refractario quees disgregado luego de la colada para dejar unespacio hueco en la pieza) utilizado en la fundi-ción. Las depresiones ciculares en las orejas sonde bordes irregulares, siendo probable que origi-nalmente estuvieran rellenadas con piedras orna-mentales. En el reverso de la placa fueron detec-tados algunos sectores con eflorescencias de co-rrosión y pérdida de material de superficie, perocon escasa intensidad (Figura 6d). Se prepararontres incisiones micrométricas en el anverso de laplaca, en las cuales se efectuaron mediciones cuan-titativas de composición. El promedio de esta com-posición fue establecido en 96.1% Cu y 3.8% Sn.En la cara posterior de la placa fue pulida unapequeña zona para obtener una réplica estructu-ral. Sobre la superficie sin ataque químico pudo

Figura 6. Placa Nº 2: a) hocico; b) zona pulida; c) concavidades en una de las orejas; d) área de corrosión en el dorso.

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observarse una matriz metálica de color uniformey una estructura de tipo dendrítico correspondientea óxidos de cobre. Un compuesto correspondien-te a la pátina de la pieza, por Difracción de Ra-yos X fue identificado como atacamita [Cu2 (0H)3Cl]. En la observación de la superficie luego delataque químico se detectaron bordes de granosde forma redondeada y con tendencia equiaxial.Estos bordes son de distintos espesores, por efec-to de corrosión diferencial. El tamaño de losmonocristales sugiere que, luego de la colada, elmetal fue sometido a un enfriado lento. Tambiénfueron registrados grupos de finas líneas parale-las que representan líneas de deslizamiento quesugieren que la pieza fue sometida, luego de lacolada, a un suave trabajado mecánico por per-cusión.

Placa Nº 3 (Rectangular/Sacrificador)

Para esta pieza tampoco se tienen referencias so-bre su procedencia. De las tres estudiadas, es laque mayor simplicidad de detalles decorativospresenta y, al mismo tiempo, evidencia la menorcalidad de fabricación. Asimismo, muestra impor-tantes alteraciones por “manoseo” y operacionesde limpieza, presumiblemente derivadas de suactual condición como objeto de exhibición. Setrata de una placa rectangular, con un apéndicesuperior que constituye la cabeza de una figuraantropomorfa inscrita en líneas en relieve en elmaterial (Figuras 7a y 7b). El rostro del persona-je presenta la boca marcada con una línea y os-tenta una nariz prominente en forma de gota. Losojos, grandes y circulares, están profundamentemarcados en bajo relieve, siendo probable que,originalmente, las cavidades albergaran piedrasornamentales. La cabeza se encuentra rodeadapor un tocado semilunar adornado con líneas ra-diales. Este tocado se une a la cabeza sobre elcentro de la frente, pero el metal rellena el espa-cio aproximadamente de oreja a oreja. A amboslados del cuello se advierten dos perforaciones decontorno irregular. Por lo menos una de ellas, laderecha, fue realizada o ampliada en frío, luegode colada la pieza. Los bordes del agujero mues-tran evidencias de presión desde el anverso al re-verso. Una fractura horizontal que parte de la per-foración y corta la unión del tocado con la placarectangular, puede haber sido provocada por latensión derivada de dicho trabajo. En la parte su-perior del tocado, sobre el borde, es notoria unapequeña imperfección que se corresponde con un

Figura 7. Placa Nº 3: a) frente; b) dorso.

corte de material, siendo probable que se tratarade la boca de colada del molde.

El cuerpo de la figura, presentada de frente, mues-tra en la parte superior del pecho un reticulado endiagonal y, más abajo, líneas verticales paralelas.Los brazos, también con un reticulado, estánflexionados en los codos y las manos ostentan treslargos dedos. De la muñeca derecha cuelga unhacha. Las piernas son rectangulares alargadas yadornadas con un reticulado cuadrangular. Las lí-neas se van esfumando hacia abajo, de forma talque los pies no llegan a aparecer. El dorso de laplaca no presenta detalles decorativos. Sí puedeobservarse una depresión lineal provocada por lapresión o percusión de una herramienta en frío,pero de antigua data.

Con un peso de 53.5 g, la placa tiene un anchomáximo de 81 mm y un alto mínimo de 50 mm.Incluyendo el apéndice cefálico, el alto trepa a 68mm. El espesor promedio es de 1.7 mm, pero losvalores más bajos se registran hacia la izquierdadel cuerpo antropomorfo. En este sector, además,se advierte una fractura horizontal y un área de

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rugosidad superficial. La esquina inferior izquier-da de la placa tiene un vértice redondeado que noes atribuible a desgaste o trabajo mecánico.

El análisis de composición señaló 5.8% de esta-ño, 93.5% de cobre y 0.7% de hierro. Como enlos casos anteriores, se preparó en el reverso unárea mínima para estudios metalográficos. Estosrevelaron una estructura dendrítica con óxidos decobre que tienden a alinearse a lo largo de la frac-tura del material señalada (Figura 8).

De acuerdo a la información obtenida, la piezafue colada por la técnica de cera perdida. La bocadel molde se encontraba en la zona superior cen-tral de la pieza y es probable que contara con doscanales derivadores hacia cada uno de los costa-dos. Hayan estado o no estos canales, hubo unproblema de entrampamiento de aire o de enfria-miento del metal y, como resultado, el sector in-ferior de la placa no se llenó debidamente. Por talrazón los detalles inferiores de la figura centralno quedaron marcados. El extremo inferior iz-quierdo de la pieza no llegó a recibir material yse formó un vértice redondeado. Del brazo izquier-do de la figura no cuelga ningún instrumento,como es habitual en otras placas del tipo “Sacri-ficador”. La hipótesis inicial al respecto expresa-ba que el eventual instrumento no se habría im-preso, como ocurrió con los pies, debido al de-fecto de fabricación que afectó al costado izquier-do de la pieza. No obstante, las observacionesmicroscópicas sugieren que nunca fue planeadala inclusión de tal instrumento.

Discusión

La información obtenida de los estudios efectua-dos permite reconocer tanto similitudes como par-ticularidades en las características técnicas de cadapieza. Los tres ejemplares fueron elaborados uti-lizando el método de la cera perdida y, en todoslos casos, la boca de colada principal desemboca-ba en la parte superior, donde se encuentran losapéndices cefálicos. El uso de este método decolada se ajusta a las cualidades metalográficasdetectadas en los materiales pero también esinferible por la calidad y complejidad de realiza-ción de algunos detalles. Puede destacarse, en talsentido, las cabezas de aves de los apéndices su-periores conformadas en tres dimensiones en lapieza Nº 1 y, en la pieza Nº 2, el morro hueco deladitamento zoomorfo que cubre el rostro del per-sonaje central. Luego de extraídas de los moldes,las placas fueron sometidas a operaciones de re-toque y acabado de distinta envergadura.

Por lo menos en las piezas Nº 1 y Nº 2, la cavi-dad del molde habría estado recubierta con unaemulsión de fosfato de calcio. En la pieza Nº 3no se encontró ningún indicio al respecto, perodebe recordarse que este ejemplar fue objeto derepetidos eventos de limpieza, aparentemente enépocas modernas. El uso de la emulsión mencio-nada, que podía lograrse a partir de huesos calci-nados y molidos, se transformaría en una prácticahabitual en la producción metalúrgica del N.O.A.durante los siglos que siguieron y parece haberestado marcadamente restringida a la región (L.R. González 1992 y 1997). Por un lado, los casosestudiados sugieren que habrían sido los artesa-nos Aguada los que iniciaron esta modalidad tec-nológica y, por otro, avala la hipótesis que lasplacas de que nos ocupamos fueron elaboradasen la región, tal como fuera propuesto a través deotras líneas de análisis. Todas las piezas muestranalgunos defectos de fabricación, relacionados conun incompleto llenado del molde por inadecuadaevacuación de gases (cuestión crítica en un mol-de de cera perdida; L. R. González 1994b) y en-friamiento del metal de colada. Considerando elgrado de detalle de los motivos iconográficos y ladificultad de realización de cada placa, la Nº 3podría ser considerada como la de menor calidad.De igual modo, la información metalográfica in-dica la presencia de óxidos de cobre en los espa-cios interdendríticos, atribuibles a una incomple-ta reducción de las menas originales.

Figura 8. Placa Nº 3: metalografía (200x) en zona de fisura,con inclusiones de óxidos.

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Teniendo en cuenta los contenidos de estaño pre-sentes en las tres placas, y sumando la informa-ción conocida al respecto de las otras tres analiza-das por otros autores, puede afirmarse que los ar-tesanos Aguada trabajaron con bronce “verdade-ro”. Los porcentajes detectados en las cinco placasson variables (Gráfico 1) pero habida cuenta de lainexistencia de asociaciones de minerales de cobrey estaño en el N.O.A. no son admisibles explica-ciones basadas en la contaminación de las menaspara dar cuenta de la producción del bronce. Por elcontrario, la aleación resultó de una definida elec-ción tecnológica que implicó, en primer lugar, pro-veerse de los distintos minerales en localizacionesseparadas, con la inherente planificación logística.En segundo lugar, aumentó la complejidad de lasoperaciones de transformación de las menas, entérminos de energía y tiempo de trabajo aplicadoy, sobre todo, de habilidad y entrenamiento de lamano de obra. Debe tenerse presente que el agre-gado de estaño al cobre modifica las propiedadesdel metal obtenido (p.e., la dureza), haciéndoloadecuado para la manufactura de herramientas decorte (Hosler 1994). Por supuesto, en bienes comolas placas, la dureza no representaba una propie-dad significativa. Al respecto, se ha manifestado

que, en los Andes, el interés por desarrollar las alea-ciones cobre-estaño parece haber residido en laspropiedades del bronce para servir al despliegue yostentación de status diferenciales y la comunica-ción de mensajes religiosos (Lechtman 1984: 45 y1988: 369). En este sentido, el agregado de estañoal cobre, además de lo ya referido, involucra uncambio en el color del metal, del rojo al dorado,variable según las proporciones logradas. El colordorado remite a cultos heliocéntricos, cuestión am-pliamente desarrollada en relación con las placasAguada (Pérez Gollán 1986; A. R. González 1992;A. R. González et al. 2000). No obstante, es nece-sario tener en cuenta consideraciones eminentemen-te técnicas: la adición de estaño baja el punto defusión del metal y, sobre todo, mejora notablemen-te las condiciones de colada (Coghlan 1975;Craddock 1995; Tylecote 1979 y 1987), debido aque el elemento reacciona con los gases disueltosen el material fundido, previniendo la formaciónde vesículas y poros (Cowell y La Niece 1991: 75).Estas cuestiones pudieron ser de suma importanciapara lograr piezas tan difíciles, por sus detalles,como las tratadas y utilizando, además, moldes decera perdida.

El vacío de datos sobre la procedencia de algunasde las piezas atenta contra la posibilidad de avan-zar en propuestas surgidas de comparar la repre-sentación de los elementos que componen losmateriales. Las dos piezas sobre las cuales se tie-nen referencias más sólidas respecto de su asig-nación geográfica, las placas Lafone Quevedo yBercheni, muestran valores muy opuestos en laproporción de estaño (ver Gráfico 1). La segundade las mencionadas es la que puede generar ma-yores dudas en relación con la autenticidad de suprocedencia. No obstante, corresponde consignarque un objeto asignado a Aguada (Figura 9), pro-cedente de Jujuy e ilustrado por A. R. González(1998: 93), muestra extraordinarias similitudes conla placa Bercheni, lo que apoya la idea que estaproviene de la región.

¿A que puede obedecer la disímil proporción deestaño en las diferentes placas? La respuesta mássimple es a una azarosa circunstancia de fabrica-ción. Dicho de otra manera: los artesanos trabaja-ban empíricamente y estaban incapacitados paradosificar con total precisión el contenido dealeante. No obstante, esta explicación puede serla adecuada para diferencias de pocos puntos peroes de difícil aplicación para dar cuenta del altoGráfico 1. Contenidos de estaño en placas analizadas.

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Figura 9. Adorno procedente de Jujuy (tomado de A. R. González1998: 93). Compárese con la Placa Nº 1.

porcentaje detectado en la Bercheni y que sugiereque, en gran medida, responde a una dosificaciónintencional. Una hipótesis en tal sentido es quelos disímiles contenidos de aleante se relacionencon la mayor o menor disponibilidad que teníanlos artesanos de las menas correspondientes. Enel N.O.A., los minerales de estaño constituyen unrecurso relativamente escaso comparado con losde cobre y los fundidores de determinadas zonaspudieron tratar de “cuidar” su consumo, utilizan-do las dosis mínimas que contribuyeran a otorgaral metal ciertas condiciones valorizadas. De ellopuede desprenderse que el taller donde fue fa-bricada la placa Bercheni no habría tenido pro-blemas con el aprovisionamiento de menasestañíferas. Al respecto, puede ser de utilidad te-ner en cuenta la inserción regional de la pieza. Sibien los datos sobre análisis de composición dis-ponibles son todavía escasos, sabemos que, porlo menos a partir del período de Desarrollos Re-gionales (ca. 850-1410 DC), en el norte del áreavalliserrana los contenidos de estaño en los bron-ces tienden a ser más altos que en los territoriosmás meridionales. En cuanto al primer caso, elpromedio de aleante en 31 bronces analizados seubica en 13.44%, mientras que para el áreavalliserrana centro-sur, a partir de 66 piezas seestableció un promedio de 4.53% (L. R. González2001; Gráfico 2). De igual modo, se ha documen-tado que en la Quebrada de Huamahuaca, la prác-tica de recubrir los moldes con una emulsión defosfato de calcio se encontraba vigente hacia el1200 DC (Tarragó y L. R. González 1998). Valedecir que, desde una óptica técnica, también po-dría plantearse que la placa Bercheni fue produ-cida en el área donde fue reportado su hallazgo.

En los análisis químicos efectuados sobre las trespiezas no fue detectado arsénico, aunque no pue-

de descartarse que, si el elemento se encontrabapresente en un procentaje menor al 0.5%, podríahaber escapado a la sensibilidad de la técnica ana-lítica utilizada. De todas formas, para el disco deLafone Quevedo se reportó apenas 0.3% de arsé-nico y para la placa estudiada por Scott (1998)algo más, 0.8%. Lechtman (1991) no consignóeste elemento en su análisis. Sin embargo, losdatos indican que los artesanos estuvieron elabo-rando bronce estañífero y la presencia de arséni-co puede ser interpretada como una mera conta-minación a partir de las cualidades del mineral decobre utilizado. En estos casos, la representacióndel arsénico en los metales es dependiente de lascondiciones de fundición de las menas y de lostratamientos técnicos posteriores (L. R. González2001). Scott (1998: 101) también detectó en suejemplar, antimonio en una proporción relativa-mente apreciable (2.7%), pero consideró que elelemento había ingresado como impureza (Fester1962).

Otro aspecto que merece señalarse es la presen-cia, en las tres placas estudiadas, de cavidades queparecen haber sido planeadas para engarzar pie-dras ornamentales, como ya fuera sugerido porA. R. González (1992: 250). Tal ornamentaciónno ha llegado a nuestros días, pero sospecho quela práctica debe de haber sido más común de loque podría pensarse y su escasa representaciónen el registro de metales conocidos obedece a la

N° de piezas % Estaño

Gráfico 2. Contenidos de estaño en bronces del Período de De-sarrollos Regionales.

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degradación de los adhesivos utilizados. Recien-temente ha sido analizado un disco de bronce demomentos tardíos con figuras zoomorfas caladasen su perímetro, procedente de San Juan (L. R.González et al. 2001). La mayor parte de estasfiguras conservan en sus ojos piedras que, mine-ralógicamente, fueron identificadas como turque-sas. Estas piedras están unidas al metal con unaresina de composición compleja, probablementede origen vegetal, la cual se conservó en virtudde excepcionales condiciones del ambiente dedepositación.

Conclusiones

Los resultados de los estudios llevados a cabocorroboran lo ya adelantado por otros autores enrelación con el alto valor simbólico que debieronacreditar este tipo de objetos, considerando en estaoportunidad, la inversión de trabajo, el conoci-miento técnico involucrado y la organización dela producción subyacente. No sólo es destacablela maestría de los artesanos para plasmar en me-tal los sutiles detalles iconográficos previamenterealizados en un modelo de cera, sino también elcontrol evidenciado sobre una multitud de varia-bles físico-químicas interactuantes y del compor-tamiento de los materiales sometidos a situacio-nes extremas de temperatura y tensión. Los de-fectos de fabricación que fueran señalados, másnotables en una pieza que en otra, lejos de opacarel trabajo de los fundidores, alertan sobre los pro-blemas que debieron ser resueltos.

Como se dijera, las menas utilizadas para prepa-rar las aleaciones debieron ser obtenidas en yaci-mientos minerales diferentes y, para el caso delestaño, de localización puntual. Esta circunstan-cia pone de manifiesto, además de un acabadoconocimiento de la geología regional, una forma-ción minera que permitía seleccionar las menasadecuadas a los fines propuestos. No sabemos silos mineros eran los mismos que se encargaríanluego de la fundición. Tampoco, de tratarse de equi-pos de trabajo distintos, si estaban ligados por unaadscripción social común. Pero, cualquiera fuerael caso, todo apunta a indicar que el aprovisiona-miento de los minerales no constituyó una activi-dad casual sino organizada y legitimada a travésde una instancia sociopolítica. Es presumible, asi-mismo, que el aprovisionamiento de la cera paraconstruir los modelos haya constituido una tareade similar importancia a la de los minerales aun-

que, sin conocer la ubicación de los talleres, esdifícil avanzar en propuestas acerca del uso de cerade abejas o de vegetales (L. R. González 1994b).

La complejidad inherente al proceso productivo delas piezas y los resultados obtenidos en los estu-dios sugieren la intervención de artesanos especia-lizados y entrenados en una tradición técnica, queno es congruente con una dedicación ocasional yde alcance doméstico. Por el contrario, puede plan-tearse que estos artesanos desarrollaron sus tareasen un marco institucional formalizado y en el cualla producción de placas (y otros bienes suntuariosAguada) constituían una actividad con auspicio yreconocimiento social. Parece claro que el “estilotecnológico” y las innovaciones desarrolladas (quemarcarían la trayectoria de la metalurgia del N.O.A.en los siglos que siguieron), no estuvieron sujetosa decisiones tendientes a optimizar las relacionesde las comunidades con su ambiente natural, sinoque dependieron de niveles superestructurales dela organización social. En este sentido, se recorda-rá que se propuso, para explicar la amplia distribu-ción surandina de las placas, que shamanesitinerantes pudieron haberlas llevado como partede la difusión del culto. De acuerdo a ello, la tec-nología aplicada en la producción de estas piezasdebió acomodarse a las cualidades físicas requeri-das de ellas como materializadoras del mensajereligioso. Esta dialéctica de determinaciones ysobredeterminaciones entre el nivel de desarrollode las bases productivas y la ideología dominantese muestra con claridad si consideramos la posibi-lidad que la placa Bercheni haya sido manufactu-rada en la misma región de su hallazgo. Por lomenos para ese caso, podría proponerse que losrepresentantes religiosos Aguada fueron también losmetalurgistas, lo cual les otorgaría una fuente adi-cional de poder al sumar al conocimiento esotéricoel conocimiento técnico necesario para divulgar, enbronce, los principios y los símbolos de los órde-nes cósmico y social.

Agradecimientos Un especial reconocimiento alDr. Edgardo Cabanillas y a Ricardo Montero, porsu inestimable colaboración en los análisis de la-boratorio y la evaluación de los resultados. Leagradezco también al Dr. Jose A. Pérez Gollán,quien me facilitó el manuscrito preparado con A.R. González y A. M. Llamazares. El Lic. JavierNastri fue quien me refirió la existencia de unaplaca inédita en el Museo Casa de Ricardo Rojas,de Buenos Aires.

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LUIS R. GONZALEZ

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