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A la sombra de un… ¿Tamarindo? Wilder Llanes Méndez

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Ensayo de análisis sobre la leyenda del Tamarindo de Santa Clara, Cuba.Re-analyzing the legend of the Santa Clara's Tamarind, Cuba.

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A la sombra de un…

¿Tamarindo?

Wilder Llanes Méndez

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Diseño de Portadas, Fotos y Edición: Wilder Llanes Méndez

Derechos de autor © Wilder Llanes Méndez, 2014, Canadá.

Licencia: Attribution, Non-commercial, No-derivs. Todos los derechos reservados. Se autoriza la libre distribución sin fines

comerciales, siempre y cuando se indique la fuente y autor original de la obra y no se cambie de ninguna forma el contenido original.

ISBN: 978-0-9920270-3-2

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Al Pie del Tamarindo, un bellísimo folleto ilustrado profusamente por el gran artista santaclareño Alberto Anido, con texto de Luis García Morales vio luz en los talleres de Publicigraf el año de 1993.

Con una edición tan corta como el número de sus páginas, este cuadernillo, uno de los seis que se publicaron bajo la Colección Escambray, fue un esfuerzo refrescante en la importante labor de rescate de identidad histórico cultural sobre la ciudad de Santa Clara, labor en la cual prácticamente no se había acopiado ningún fruto por un extenso período de cuatro décadas.

Los folletines de la Colección Escambray, que hoy pueden considerarse ejemplares raros y coleccionables, consistieron el primer paso en una labor de reencuentro

histórico. Fue sin embargo, una acción puntual, o discreta, ya que se regresa prontamente al letargo por otros 18 años. Así llegamos al presente, como ave Fénix, un sin-número de periodistas, escritores, investigadores e historiadores locales se han volcado con una avidez increíble al sistémico trabajo de descollar los misterios de esta bella ciudad mediterránea cubana para sacarla del sopor y el anonimato en que había sucumbido.

Junto a otros conocidos autores, a los cuales tengo la suerte de sumar como colegas, hemos debatido asuntos tales como la evolución del escudo de la ciudad, proyectos fantásticos de canales que se proyectaron para darle un mar a Santa Clara, o la total inexistencia de Tranvías en una ciudad cuya geografía alargada y existencia de planta eléctrica desde 1895 eran el caldo de cultivo perfecto para construirlos.

Otro de esos debates en que me dejé seducir, es el caso de la bella, pero inquietante leyenda, sobre un árbol de Tamarindo cómo símbolo fundacional de nuestra capital villareña. Así pues nace este ensayo, o investigación, en la cual teorizamos sobre este particular, ofreciendo datos frescos y una nueva hipótesis sobre el verdadero tipo de árbol a cuya sombra nació la ciudad.

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Contenido ......................................................................................................................... 4

El árbol como símbolo fundacional de ciudades cubanas. ............................................... 5

Otros árboles históricos en Cuba. ..................................................................................... 7

Cuando llegó el Tamarindo a Cuba. .................................................................................. 9

Un viajero de los siglos XVII-XVIII.................................................................................. 9

Un turista del siglo XIX ................................................................................................ 11

Un criollo en Villaclara ................................................................................................ 12

Una leyenda se forma durante la época republicana. .................................................... 15

Tiempos modernos. ........................................................................................................ 18

Bibliografía y Material Consultado ................................................................................. 20

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Existe algo de sui-géneris en la tradición de muchas localidades cubanas al tener un árbol que las represente. Es una práctica arraigada y se exhibe con orgullo en elementos formales de identidad, como escudos y banderas.

Esta usanza, que además de estrechar fuertemente una localidad a la naturaleza circundante, es potencialmente el elemento más importante en la historia y expresión de cada pueblo, pues no debemos olvidar que cuando un árbol, o planta en general, se manifiesta en la identidad de un pueblo, estamos en muchas ocasiones hablando nada más y nada menos que de la primera acción realizada en dichas localidades, es decir, su acto de fundación.

Cada árbol representativo de una ciudad en Cuba es potencialmente el tipo de planta a cuya sombra sucedió el primigenio hecho de creación de esa ciudad, ya que era costumbre del momento bendecir la nueva tierra donde estaría la población, y que mejor lugar para una misa fundacional que bajo la fresca sombra de un enorme vegetal.

Como ejemplo recorramos algunos casos conocidos de villas fundadas en la isla con esas características.

Trinidad le rinde honores al Jigüe (Lysiloma latisiliqua), a la sombra de un frondoso ejemplar se celebró en 1514 la ceremonia de la misa, entre la cual estaban, entre otros nombres sobresalientes de la conquista, el Fray Bartolomé de las Casas y los Capitanes Diego Velázquez, Pánfilo Narváez y Vasco Porcayo de Figueroa. El Jigüe se ganó un merecido puesto en el escudo citadino y tiene su lugar de adoración en un pequeño monumento en la plazuela de la calle Real, dentro del cual crece un ejemplar.

La Habana, nuestra capital nacional, una vez que se mudó desde el sur, donde originalmente se localizó, hasta la zona norte, no lejos de la entonces llamada Bahía de Carenas, se fundó bajo una enorme Ceiba (Ceiba pentandra) que la tradición mantiene viva desde ese año de 1519 gracias a los ejemplares que durante siglos han sido sembrados en el Monumento del Templete, sito en la Plaza de Armas capitalina.

La Ceiba no es representativo sólo a la capital, una planta de tanta altura y esbeltez no pasó desapercibida en otras latitudes del archipiélago, así pues también se fundaron bajo enormes Ceibas las ciudades de Las Tunas, Quemado de Güines, y más

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antiguamente Bayamo, cuyo nombre se cree proviene del árbol de Bayam, otro sinónimo de origen Taino para la Ceiba.

Finalmente traigamos a colación a Fernandina de Jagua, o Cienfuegos, como su nombre y su escudo lo indican, hace referencia a las legendarias plantas de Jagua (Genipa americana) que crecían en los bosques alrededor de la aldea Taina donde posteriormente se fundó la ciudad.

Representación de la misa ofrecida por el padre de las Casas bajo una ceiba durante el momento de la fundación de la ciudad de la Habana en 1519.

Oleo de Jean Baptiste Vermay, 1828. Tríptico colección del Templete de la Habana.

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Ejemplos existen muchos, además de los ilustrados anteriormente, y aunque no directamente relacionado con la misa de la fundación, otro gran cúmulo de poblados cubanos ha erigido monumentos y atributos históricos en los cuales la pieza central es un árbol.

A medida que se analizan todos los elementos a nuestra disposición una idea va tomando forma, los atributos vegetales más antiguos de nuestra nación están vinculados a especies endémicas cubanas, o del Caribe. A medida que el tiempo pasa aparecen poco a poco árboles introducidos en la isla que se ganaron el afecto popular.

Ya mencionamos la Ceiba, el Jigüe y la Jagua, junto a ellos pudieran alinearse el cocotero (Cocos nucífera) y la Uvilla (Coccoloba diversifolia) ambos árboles históricos que representan la primera villa fundada por los colonizadores en Cuba; Baracoa.

La primera entró al diseño del escudo de la ciudad en el siglo XIX, como imagen de la naturaleza alrededor de la cual surgió la villa. La Uvilla es aún de origen más antiguo, ya que se ha determinado que fue la planta costera con la cual el navegante Cristóbal Colón construyó la cruz que enterró a la entrada del puerto de Baracoa en su primer viaje a América.

Esta cruz, llamada La Cruz de la Parra, es la única en existencia de las 29 que el almirante instaló en este continente, y es un objeto de valor inigualable que se guarda celosamente en la Catedral de la Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.

Otra especie cubana muy famosa es el Jagüey (Ficus sp.). A la base de un Jagüey se encuentran la tarja, campana y ruedas del ingenio La Damajagua, desde donde el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes promulgó la libertad a sus esclavos e incitó a la lucha de independencia contra el gobierno español en 1868. El Jagüey es el símbolo de la ciudad de Ciego de Ávila, y está representado en el escudo de la misma.

El Ébano carbonero (Maba crassinervis), el Algarrobo (Albizia saman), el Guáimaro (Brosimum alicastrum) y el Pino cubano criollo, o pino macho (Pinus caribaea var. caribaea) son todas especies endémicas ya cubanas o la zona caribeña y que están representados en escudos de diversas ciudades de la isla, y la lista no se queda aquí, sigue aumentando.

Para concluir, no podemos dejar de mencionar entre las nativas, a nuestra Palma Real (Roystonea Regia), reina de los campos de Cuba, que pasó a ser símbolo de la nación entera.

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La palma, brindó desde tiempos remotos tantos usos al campesino que no se conoce parte de su anatomía vegetal que no sea aprovechada en la construcción de un bohío, utensilios dentro del mismo, o en los alrededores del conuco.

Por su esbelta y significativa belleza, pronto se convirtió en elección número uno para el paisajismo, especialmente en las orillas de carreteras, o como elemento sobresaliente decorativo en parques, plazas y plazoletas de casi cada pueblo en la isla cubana. Práctica que procede desde tiempos de la colonia y ha perdurado hasta nuestros días. Casi siempre a sus pies, existen tarjas conmemorativas por diversas razones. La Palma real, además de ser símbolo nacional, es el árbol más representado en escudos de armas de pueblos y ciudades de la nación caribeña.

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Es muy notable, sin embargo, que tres especies foráneas se han embebido tanto en nuestra cultura, que han pasado, junto a esas especies nativas, a formar parte de la historia monumental cubana.

El Tamarindo (Tamarindus indica) es una, la caña de azúcar (Saccharum officinarum) otra, y el Mango (Manguifera indica). La importancia del azúcar en la cultura cubana es innegable, se encuentra a cada paso que damos. Desde el punto de vista de la heráldica, la caña de azúcar, igualmente engalana varios escudos provinciales o citadinos, tal es el caso de la actual Provincia de Villa Clara, así como de la anterior Las Villas.

En lo que al mango se refiere, no olvidemos nunca que debajo de un mangar se improvisó el campamento en el cual los Generales Martínez Campo y Antonio Maceo Grajales discutieron los pormenores del período de cese al fuego y paz entre los ejércitos español y cubano respectivamente. Es el conocido hecho de la Protesta de los Mangos de Baraguá.

¿Y hablando sinceramente, que cubano no tiene como preferencia gustativa algún tipo de mango?

El Tamarindo, no sólo en Santa Clara, es la otra especie que en varias localidades se ha elegido como medio monumental, tal es el caso de la estatua del cacique Hatuey, en la localidad de Yara, Granma. De este árbol yarense en particular nos referiremos más adelante nuevamente.

1 Un estudio a priori arrojó un resultado preliminar de más de 25 escudos de ciudades cubanas donde la Palma

Reales símbolo esencial, o elemento de soporte del diseño.

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Sobre cuando y como llega el Tamarindo (Tamarindus indica) al continente Americano se han podido apreciar dos teorías recurrentes. La primera, que he podido apreciar en muchos documentos de origen mexicano y viejas opiniones británicas, expresa que la especie pasó desde la India a Europa durante del medioevo gracias a los comerciantes árabes, que a su vez fueron los que le dieron el nombre con que internacionalmente se le conoce, Tamar hindi, literalmente quiere decir Dátil de la India.

Existe otra posibilidad en la cual se plantea que el árbol es oriundo de África Oriental (costas de Somalia, Kenia, Tanzania y Mozambique). De allí pasó por comercio primitivo a la India, desde donde retornó siglos después con su nuevo nombre.

Aquí las cosas se complican en tiempo y espacio, porque ya sea desde la India, Europa o África, hay varias discusiones sobre cómo y cuándo entra a Cuba y la zona del Caribe.

La primera y más aceptada por la comunidad botánica plantea que la especia llegó a México y el Caribe alrededor de 1600. Vino atravesando el Océano Pacífico desde las islas Filipinas, en la llamada ruta de los Galeones de Manila, que anclaban en Acapulco, costa oeste de México. Con el concurso de varias décadas atraviesa el país hasta el Mar Caribe, de donde sale hasta la Habana y poco a poco se hace popular en el resto de la isla.

La otra teoría, opuesta diametralmente a la anterior, sostiene que los españoles lo trajeron a América, primero y directamente hasta Cuba, ya desde Europa, ya desde África, atravesando el Atlántico. En el caso de la posibilidad europea se plantea que los españoles habían desarrollado un gusto por el fruto. En el otro caso, se sostiene que fue producto del tráfico de negros esclavos africanos, que traerían collares y reliquias elaboradas con semillas de Tamarindo.

La travesía por el Pacífico es aceptada en historias mejicanas, pero sobre todo defendida desde 1851 aproximadamente por los científicos del Jardín de Kew, institución relevante en el mundo botánico, que publicó su apoyo por esta teoría en casi todas las revistas de horticultura del siglo XIX.

2 La razón por la cual la idea del

2 La Cuirtis Botanical Magazine, Volumen 77, página 4566 del año 1851, dice "autoridades del jardín botánico de

Kew piensan llegó a las islas de las Antillas hace unos 200 años atrás"

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Atlántico no es aceptada como la más probable se debe a otro hecho histórico comprobado y documentado, fuera ya de cualquier leyenda, que establece que los primeros árboles introducidos en los jardines botánicos de la península ibérica fueron logrados con semillas importadas desde Cuba.

Aunque en España ya se conocía la planta desde el siglo XII3, lo cierto es que los

botánicos españoles la documentaron primero en Cuba, y exportaron semillas a la península ibérica en el siglo XIX, momento en el cual recogen sus datos en textos.

Una pieza trascendental de todo este rompecabezas, que viene a sellar la fecha de entrada del tamarindo a Cuba, proviene desde la más occidental de nuestras provincias: Pinar del Rio.

De acuerdo con documentos e investigaciones históricas de colegas Pinareños, el primer poblado, y cabecera política de esa zona fue Guane, y aunque Guane aún existe hoy en día, la población original se mudó varias veces dentro del territorio hasta quedar fija definitivamente el 19 de julio de 1641 cerca de un pinar a orillas del rio Guamá, que con el tiempo llegaría a ser la actual ciudad de Pinar del Rio.

El caserío crece lentamente hasta tener forma de pueblito en 1750, y 14 años después, en 1764 se inicia la construcción de su templo religioso; la parroquia de San Rosendo. Los elementos relevantes a nuestro estudio son el hecho de que a mediados de 1770 se hace llamar Nueva Filipina a ese asentamiento, en virtud de que toda la provincia “con la denominación de los cuatro lugares de la Nueva Filipina”

4 el cual mantiene hasta

1778 en que adquiere oficialmente el nombre que hoy ostenta.

Nueva Filipina, como así se le llamó a la provincia y al pueblito que hoy es la ciudad capital,

5 fue un nombre dado en virtud de la emigración Filipina que se ejecutó desde

finales del siglo XVI (aproximadamente 1760 en adelante) hasta el año de 1815 y cuya mayoría fueron a parar en La Habana o la región tabacalera de Pinar del Rio. A estos filipinos se les conoció en Cuba como “Chinos Manila” porque llegaban por la ruta de Galeón de Manila.

3 Su uso médico aparece descrito como "tamarindis" en la traducción al latín del Canon de la Medicina de

Avicena, que se distribuía en la península Española. Y aparece nuevamente con su nombre definitivo en español; tamarindus, en 1555. 4 Memorias de la Real Sociedad Patriótica de la Habana. La antigua provincia de Nueva Filipina tenía 4

jurisdicciones en aquel entonces: Guane del Sur, Guane del Norte, Consolación del Sur y Consolación del Norte. El Caserío llamado Nueva Filipina no pasaba de ser una corta calle con varias casas en ese momento, después de la llegada de los Chinos Manila es que se empieza a desarrollar más. 5 Diccionario geográfico, estadístico, histórico, de la isla de Cuba. Volumen 4. Jacobo de la Pezuela

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El mismo historiador de la ciudad de Pinar del Rio, Dr. Juan Carlos Rodriguez Alfonso

afirma que fueron

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Todo esto ocurre, como suponíamos, casi un siglo después de haber sido fundada la ciudad de Santa Clara en la loma del Carmen, reafirmando la idea que no era un Tamarindo el árbol bajo el cual se efectuó la misa de fundación.

Las primeras menciones de tipo científicas sobre la existencia del Tamarindo en latitudes cubanas aparecen, como ya mencionamos, en el siglo XIX. Siendo del año 1827 el primer documento que hemos podido encontrar donde se da cuenta del mismo; es el libro Flore pittoresque et medicale des Antilles, ou, Traite des plantes usuelles, escrita por el botánico y médico francés Michel Étienne Descourtilz.

Sólo tres años posteriores al anterior documento aparece de nuevo, en esta ocasión en un volumen británico, Flora Barbadensis de James Dottin Maycoc. Finalmente emerge en un libro cubano, la obra cumbre de referencia lingüística cubana, el Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas, redactado por el gran Esteban Pichardo. En la misma apunta “Árbol magnifico parecido al oriental, no común en estado silvestre...” Pichardo en su afán investigativo sobre la transculturación de vocablos Tainos y Africanos al Castellano cubano, viajó extensamente de punta a punta la isla. Es por ello que su descripción de la escasez del árbol de forma silvestre es de suma importancia para este estudio que nos envuelve.

No queremos dejar de mencionar las otras dos grandes autoridades botánicas de Cuba en el siglo XIX: el español Ramón de la Sagra y el alemán Agusto Grisebach, ambos vivieron y trabajaron por muchos años en el proceso de descripción de la flora y fauna cubanas. De la Sagra, por ejemplo, al describir este vegetal en su obra magna Historia física, política y natural de la isla de Cuba, apunta:

“El tamarindo es uno de los más hermosos y más elegantes arboles de los trópicos. Se suele plantar en hileras que hacen un efecto admirable; por desgracia, se le caen todos los años sus elegantes hojas, y carece de ella durante muchos meses.

6 Síntesis Histórica Provincia. Pinar del Rio. Colección Anales. Colectivo de autores. Instituto de Historia de Cuba.

2011.

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Es un árbol fácil de cultivar, porque casi todos los terrenos le convienen, aun los de arena y piedras. Crece con rapidez y a pesar de eso su duración es excesivamente larga. Hay magníficos individuos en las cercanías de Guanabacoa, que se pretende tienen más de tres siglos de antigüedad.

La pulpa contenida entre las dos paredes del pericarpio tiene un sabor agridulce muy agradable. En la isla de Cuba se hace con esta pulpa y azúcar un refresco parecido a la limonada. También se hace vino de tamarindo: para esto se amontonan las vainas recientes y se machacan en un tonel con suficiente cantidad de agua: después se añaden como veinte libras de azúcar y doce litros de alcohol de caña, y al cabo de cuatro o cinco días se obtiene un licor fermentado y agradable que se puede conservar.”

Viniendo de tales autoridades, testigos oculares de su tiempo, se puede concluir que el tamarindo en Cuba, si bien era una especie conocida y usada, su uso estaba posiblemente restringido, aun en el siglo XIX, a patios de algunas casas, incluso empezando a usarse como un especie ornamental en el paisajismo vial, pero estamos hablando de un uso discreto, en apariencia bastante rígido, ya que es un árbol que no agrede el entorno silvestre, se mantiene siempre al margen de villas pobladas.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el Servicio Forestal de esa nación y la Universidad de la Florida, coinciden que el potencial invasivo del Tamarindo es nulo.

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A nivel mundial el resultado se repite. La Base de Datos Mundial de Especies Invasivas (ISSG) tiene al Tamarindo como una especie que jamás ha sido identificada como invasiva.

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En conclusión, para que un tamarindo se encuentre en Cuba, las probabilidades de que haya sido expresamente plantado en un lugar determinado por medio natural o acción animal son casi cero, por el contrario hay que pensar en actividad humana.

Pasemos al caso particular que nos cultiva, el ejemplar de Santa Clara. Nuestra ciudad se funda sobre la colina del Carmen un 15 de Julio de 1689, bajo la sombra de un árbol. Mención de este relevante hecho hace el historiador Don Manuel Dionisio González en

7 A pesar se d ser usado como frutal o en diseño paisajístico, nunca ha sido documentado en áreas naturales.

[http://edis.ifas.ufl.edu/st618] 8

http://www.issg.org/database/species/search.asp?sts=sss&st=sss&fr=1&sn=Tamarindus+indica&rn=&hci=-

1&ei=-1&x=17&y=12

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la Memoria histórica de la villa de Santa Clara y su Jurisdicción, publicada por primera vez en 1858.

Posteriormente otro gran pedagogo e investigador santaclareño, el doctor Manuel García Garófalo revisa y devela nuevos datos sobre el momento histórico de la fundación de la villa. En ellos, por ejemplo, replantea la cantidad de fundadores. Lo que ninguno de estos dos investigadores hace es mencionar el tipo de árbol bajo el cual se efectuó la misa, mucho menos formular que fue un Tamarindo.

No podemos pasar por alto que ambos autores eran estudiosos severos, que además tuvieron en su época acceso a documentos originales, ya perdidos en el tiempo, con los cuales hoy día podemos tan solo soñar, tales como registros eclesiásticos, cartas capitulares y documentos familiares. En ninguno de esos papeles aparentemente confrontaron referencias sobre el Tamarindo.

La flora cubana, en especial la zona central de Cuba, durante el periodo del siglo XVII en el que se funda la ciudad, es con seguridad casi total, que no concibiera la posibilidad de una especie de tan lejano origen. No olvidemos que la trata esclavista en Cuba no es un fenómeno generalizado hasta finales del Siglo XVIII y el XIX, bastante después de la mudanza de los Remedianos hacia el asiento de Santa Clara. Y los emigrantes asiáticos en el centro de Cuba no fueron de origen filipino (los llamados “Chinos Manila”), sino chinos de Cantón (Hong Kong, Macao y Taiwán), que fueron llamados “Chinos culíes”, y estos llegaron a Cuba a partir de 1847.

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Así pues la planta que existió en lo alto de esa loma, por mucho tiempo posiblemente, hasta que se sembró el primer ejemplar de Tamarindo, debió ser una especie nativa cubana, y para ser más exactos, un ejemplar de alto endemismo local. Estamos pensando en un espécimen perteneciente a los bosques caducifolios y vegetación de sabana típico de esa zona central del país.

Me atrevería a formular incluso, que quizás desde el punto de vista puramente visual, ese árbol original fuera de aspecto similar al Tamarindo. Es decir de hojas compuestas y productor de alguna especie de cajetillas.

Entre las especies que proponemos como el posible árbol que originalmente se encontraba en la loma el año de 1689 se encuentran:

9 Artículo "Inmigración china en Cuba". Wikipedia. [https://es.wikipedia.org/wiki/Inmigraci%C3%B3n_china_en_Cuba]

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Nombre científico Nombre común Observaciones

Lysiloma latisiliquum

Falso tamarindo

Tamarindo silvestre

Tamarindo del país

Sabicú

Nativo del Caribe, atractivo árbol de sombra de apariencia similar al Algarrobo de Olor (Albizia lebbeck), de crecimiento rápido, maderable, hasta 20 metros de altura, hojas compuestas, bipinadas de 4 a 5 pares de pinnas opuestas. Flores de color es crema a blanco. Cajetillas carmelitas.

Leucaena leucocephala

Leucaena

Acacia forrajera

Oriundo de Centro América y el Caribe. Hasta 7 metros de altura, hojas compuestas, bipinadas de 5 a 6 pares de pinnas opuestas. Flores de color es crema a blanco. Produce vainas de color carmelita al madurar. Puede vivir 50 años.

Alvaradoa amorphoides

Tamarindillo

Aroma blanca

Oriundo de México y La Florida. Hasta 8 metros de altura. Hojas pinnadas, generalmente con 20–50 folíolos. Flores blanco-amarillentas, muy pequeñas y en racimos colgantes. Los frutos se ven también como racimos alargados y colgantes, tienen un ala membranosa, alargada y con pelos.

Alvaradoa arborescens Carmín Similar al anterior

Albizia lebbeck

Algarrobo de Olor

Acacia amarilla

Casia amarilla

Árbol robusto, caducifolio, hasta 12 metros de altura, hojas son bipinnadas, de 7.5-15 cm de largo, con uno a cuatro pares de pinnas, cada pinna con 6-18 folíolos. Las flores son blancas, con numerosos estambres. El fruto es una vaina de 15-30 cm de longitud y 2.5-5.0 cm de ancho, con seis a doce semillas.

Pithecellobium dulce

Manito

Tamarindo de Manila

Nativa de México y Centroamérica, naturalizada en el Caribe desde muy temprano en la colonia. Árbol 15 metros de altura. Hojas en espiral, aglomeradas, bipinnadas. Flores pequeñas ligeramente perfumadas, blanco-cremosas. Vainas delgadas verde-rosa de hasta 20 cm largo, producen pulpa blanca y agridulce comestible.

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Quedando demostrado que no fue un Tamarindo la especie botánica que se encontraba sobre la loma del Carmen en 1689, queda ahora definir cuándo se convierte este árbol en el embajador de la más central de las ciudades cubanas.

En el caso de Santa Clara, podemos poner bajo referencia otra colonia de plantas de Tamarindo con antigua procedencia. Nos referimos a los ejemplares que sobreviven en el vial de entrada del zoológico infantil Camilo Cienfuegos, popularmente conocido como el Bosque. Analizar esos viejos árboles es otra clave en todo este misterio de la llegada del Tamarindo a la loma del Carmen.

El nacimiento del Bosque ocurre en el año 1936, a iniciativas del coronel de ejército Abelardo Gómez Gómez, quien era entonces Jefe del Distrito Militar de Las Villas, idea que fue aprobada rápidamente por unanimidad popular.

Según los testimonios de la época, cuando se creó el nuevo arboreto, la siembra de las nuevas posturas y cuidado de las mismas estuvieron a cargo de soldados y presos

Vetustos Tamarindos en el Zoológico “El Bosque” de la

ciudad de Santa Clara pueden verse en toda el

parque, especialmente cerca de la cafetería central, donde

coexistían con varios ejemplares de Güira

(Crescentia cujete L.)

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guiados por "la ayuda técnica de los señores Manolo Díaz Cuevas, Juan Antonio Faget, Francisco Cuesta y otros."

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La transformación del Bosque a un zoológico ocurrió 13 años después, en 1949, bajo una moción anteriormente iniciada por el ya conocido Grupo de los Mil, casualmente el mismo comité que había ejecutado la construcción del Monumento de la Fundación de la ciudad en el parque del Carmen.

En esa área que hoy ocupa nuestro zoológico, existió desde la colonia, 1839 hasta 1922 aproximadamente,

11 un antiguo hospital para víctimas de la Lepra; el Hospital de San

Lázaro, del cual habla el primer historiador de la ciudad, Don Manuel Dionisio Gonzáles en su obra “Memoria Histórica de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción”. Precisamente en una re-edición de dicho libro en 1942 aparece una foto en áreas del antiguo hospital, que junto a otra foto de 1900 dan evidencia fotográfica de que no existían árboles de tamarindo en el Bosque. Es de suponer que dicha especie no aparece hasta que en 1936 son plantadas las posturas que dieron forma al parque.

Regresando al Tamarindo de la Loma del Carmen, sabemos que concurría el año de 1918 cuando se tala el ejemplar que creemos fue el primero en la loma. Documentación muy exacta de ese hecho ha llegado a nuestras manos gracias al periodista Francisco López Leiva, quien denunciara públicamente en la revista Renacimiento, el día 15 de Julio del 1918, que se había tumbado el anterior Tamarindo y su respectiva base cercada motivado por una remodelación de la plaza del Carmen. Francisco afirma que la tradición popular ya consagraba al tamarindo como el árbol de Santa Clara, pero en nuestra opinión no es hasta que ocurre dicha tala y el escándalo que prosiguió con ello, que se reafirma la leyenda de dicho árbol como representante de la ciudad de Santa Clara.

Ejemplos similares de la popularidad del Tamarindo durante la República como planta para paisajismo concurren en el oriente de Cuba, por ejemplo, se erige un monumento al indio Hatuey en Yara, en el mismo se puede ver al aborigen atado a otro histórico Tamarindo, que al momento de estas notas cumple más de un siglo de vida. Fue sembrado por hijos de los veteranos de la Guerra de Independencia en el año 1907, casualmente una fecha muy similar a la cual se hace el reclamo para volver a sembrar el derrumbado ejemplar que existía en el área de la iglesia El Carmen.

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Centro Arte. [http://www.cenit.cult.cu/pageshower.php?c=a&id=81] 11

4ta edición de las memorias, ampliada y actualizada por Julio Arturo Valdés, 1925 y 1942. Sobre el hospital

san Lázaro el nuevo autor dice: "También quedan sabanas yermas, en el lugar donde estuvo el referido Centro Benéfico, cuyo edificio fue destruido durante el mando del General Mario García Menocal, entonces Presidente de la República, y siendo Jefe Local de Sanidad el Dr. Eudaldo Gomez Gari... se ordenó la demolición del edificio, del que fue hecho pasto...en la actualidad (1925) los terrenos que ocupaba el Hospital San Lázaro permanecen cercados, están en litigio..."

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A manera de tesis concluimos que a pesar de que el tamarindo pudiese estar presente en tierras cubanas uno a dos siglos antes, la similitud en fechas (1907, 1918, 1936) nos hace pensar que es realmente entre finales del siglo XIX a principios del XX cuando este árbol se convierte en una opción popular como planta ornamental en el planeamiento del paisajismo de parques y avenidas de zonas urbanas.

Aunque no se puede desestimar la posibilidad de que existiera un ejemplar de Tamarindo desde el siglo XIX en esa área, de hecho existen fotos de principio de siglo que lo corroboran. No es hasta el año 1918, en que conscientemente se enarbola al Tamarindo como árbol apropiado para el Monumento de la Fundación, y con ello empieza a rodar formalmente la leyenda del Tamarindo como árbol fundacional de la ciudad que se conserva viva hasta hoy día.

La “Misa del Tamarindo” celebrando otro año del nacimiento de Santa Clara.

15 de Julio de 1959.

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La escandalosa tala del árbol de 1918 del presunto “Tercer Tamarindo”, que damos por seguro no era más que el segundo de su tipo, provocó el esperado y definitivo despertar del respeto del Santaclareño por sus raíces, y como ya sabemos, arraigó definitivamente el sabor de esta agridulce fruta en nuestra tradición.

En 1989 Santa Clara celebró 300 años de vida, fue un año cardinal, en el que se rescataron numerosas tradiciones y se llevaron a cabo, como parte de las vistosas celebraciones un sin número de obras arquitectónicas, entre ellas por ejemplo; el acondicionamiento de un sector de la calle Independencia como Boulevard, repavimentación con losas de cerámica roja de la zona norte del parque Vidal, reincorporando el niño de la bota en una nueva fuente, restauración del monumento de la fundación en el parque del Carmen, pero sobre todo, para darle continuidad a la leyenda del Tamarindo, y afianzarlo como nuestro vegetal oficial, se inició la ya tradicional "Siembra del Tamarindo", a la base de la Loma del Capiro, en la cual se sembraron 300 ejemplares.

La siembra del Tamarindo, se ha convertido en si misma toda una tradición apegada a la ciudad, es la primera ceremonia que se efectúa cada 15 de Julio, tras sembrar un nuevo ejemplar, se da comienzo a un largo día de fiestas.

Desde ese momento a la fecha, el parque del Carmen, su monumento, así como celebraciones históricas en honor a las familias que con esfuerzo increíble fundaron esta ciudad en medio de condiciones muy precarias, es celebrado anualmente en medio de mucha pompa y circunstancia.

Analicemos, a modo de conclusiones, el proceso evolutivo de esta epopeya, según ha ocurrido durante varios siglos.

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Cronograma de sucesos relacionados con la Plaza del Carmen

1689 Se celebra en la loma del Carmen la misa fundacional de la ciudad, a la sombra de un árbol, que NO fue un tamarindo, pero quizás una especie endémica local parecida físicamente.

1745 Comienza a edificarse la ermita del Carmen sobre la loma. El padre Juan de Conyedo así lo soñaba para honrar la primera misa dada en el lugar.

1760 Entran a Cuba los primeros Chinos Manila, estos emigran esencialmente a la industria tabacalera Pinera y Habanera. Traen consigo el cultivo y uso del Tamarindo.

1836 Esteban Pichardo describe el Tamarindo en la literatura científica cubana por primera vez.

1846 Se amplía la ermita del Carmen a parroquia, con 3 naves y frontón con campanario, es muy posible se sembrara el primer Tamarindo alrededor de esta fecha (el mismo ejemplar que fue talado en 1918). La plaza circundante es un modesto espacio con césped y varios caminos de acceso a la iglesia.

1918 El periodista Francisco López Leiva denunció al gobierno de Santa Clara por la tala indiscriminada del legendario árbol. Se siembra el Segundo ejemplar, vivo hasta hoy en día.

1923 La Asociación de la Prensa de la localidad coloca una tarja a los pies del nuevo tamarindo, y se cercó con una verja de hierro para evitar su tala. Entre 1923 y 1925 se construye la primera plaza del Carmen, pavimentándose sus áreas, se crean jardines, arbolado, se crea un parque infantil y se agregan sillones de metal.

1925 Se instala el busto de la maestra santaclareña Carmen Gutiérrez Morillo en la plaza.

1952 Se inaugura el monumento escultórico de la fundación de la ciudad. El proyecto es del escultor local Boabdil Ross Rodríguez, profesor de la Escuela de Artes Plásticas de Santa Clara “Leopoldo Romañach” consiste en 18 columnas de mármol gris importado desde la isla de Pinos, rodeando el árbol sembrado en 1918.

1953 Se remodela la iglesia del Carmen, se cambian las puertas y ventanas, se fabrica el atrio frontal y a ambos laterales con piso de cerámica roja. Se instala el busto del pedagogo cubano José de la Luz y caballero.

1959 Se devela una tarja al capitán Roberto Rodríguez, El Vaquerito, en la fachada de la casa donde cayó en combate.

1979 El arquitecto Carlos Pérez de Alejo Monteagudo remodela la plaza creando áreas verdes enrejadas a similitud de la plaza colonial de San Juan de los Remedios, se sembraron las Palmas reales, Ceibas y Laureles que existen en la actualidad. Se crea la pavimentación del ovoide frente a la iglesia con losas de cerámica roja.

1983 El escultor José Delarra instala el monumento al Vaquerito en el área que antes era parquecito infantil.

1989 Con motivo del cumpleaños 300 de la ciudad se restaura el monumento de la fundación con mármoles grises traídos desde Isla de la Juventud y rosados extraídos en Fomento. Se inicia la tradición de la “Siembra del Tamarindo" en la loma del Capiro, con 300 ejemplares.

1991 El monumento de la fundación recibe la categoría de Monumento Nacional, ofrecido por la Comisión Nacional de Monumentos.

1998 El 15 de Julio de este año el Sr. Obispo de Villa Clara celebró la desaparecida misa a cielo abierto en el parque, previo a la visita del Papa Juan Pable II a Cuba.

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Tres imagines imprecisas o datadas erróneamente.

Creadas a finales del siglo XIX y principios del XX donde se aprecia el supuesto 4to árbol y que proponemos corregir en esta disertación como el Primer ejemplar de tamarindo santaclareño.

Foto 1 _ Misa de fundación, celebrada el 15 de julio de 1907. El cercado monumental del árbol y la plaza aún no están construidos, es de todas las imágenes la que posiblemente tenga una fecha apropiada.

Foto 2 _ Imagen teóricamente tomada en 1876, según un cálculo basado en la información mecanografiada de la viñeta. Pero puede verse la verja y tarjas del 1923, es posible existiera una verja antes del 23 o la foto es muy posterior a esa fecha.

Foto 3 _ Postal hipotéticamente de la década del 20, aunque coincide visualmente de forma satisfactoria con la tarja colocada en la base del árbol por la Asociación de Prensa y la verja protectora de 1923, en las dos últimas fotos el árbol es de tamaño considerable (ejemplar maduro), y la plaza aún no existe. Ello que hace pensar que ambas fotos son anteriores a 1923 pero ya existía una verja de la cual no se tiene información.

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Foto_1 Fechada en 1925, se puede ver la nueva plaza con sillones de metal y arbolado joven. (Álbum Cuba en 1925 editado por Susuni-el cigarro sin rival)

Foto_2 También de 1925, muestra el ángulo contrario del parque, el tamarindo, por ser pequeño no es visible, tampoco es apreciable la verja. (4ta edición de la memoria Histórica de la ciudad de Santa Clara de Manuel Dionisio González)

Foto_3 Plano del Monumento de la Fundación 1953 diseñado por Boaddil Ross. (Archivo Histórico Provincial de Villa Clara)

Foto 4 Tarjeta Postal a color (entre 1950-1952) Nótese que el atrio lateral aún no está construido, lo cual ocurre en 1953. El parque aún conserva la distribución original, sin las cercas al estilo colonial remediano.

Foto 5 Misa de la fundación, 15 de Julio de 1959 alrededor del monumento. (Archivo Histórico Provincial de Villa Clara)

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Foto_1 (izquierda) También puede considerarse ya histórica. Está imagen del profesor J. L. Ginori de la Universidad Central de Las Villas. Retratado en algún momento entre 1979 y 1996. Se aprecian el ovoide de cerámica roja, atrio circundante a la iglesia y cercas coloniales similares a las de la ciudad de Remedios, todos ellos mejoras realizadas en la remodelación de 1979.

Resto de las imágenes en esta obra realizadas por el autor de la misma entre los años 2007 al 2014.

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500 años de construcciones en Cuba. Juan de las Cuevas Toraya. La Habana, 2001.

Al Pie del Tamarindo. Alberto Anido. Colección Escambray. Publicigraf, Cuba, 1993.

Annotated Bibliography on Tamarind (Tamarindus Indica). 1945-1967. Número 5503. The commonwealth bureau of horticulture and plantation crops. 1969.

Annotated Bibliography on Tamarind (Tamarindus Indica). 1990-2004. Internatinoal Centre for Underutilised Crops (ICUC). 2004.

Aspectos polémicos de la fundación de Santa Clara. Jorge García Sosa. A lo cubano. [http://alocubano.wordpress.com/2011/07/21/aspectos-polemicos-de-la-fundacion-de-santa-clara/]

Aspects of nature in different lands and different climates. Alexander Von Humboldt. Philadelphia, 1850.

Bosque de Santa Clara: pulmon de la ciudad. Centro Arte. [http://www.cenit.cult.cu/pageshower.php?c=a&id=81]

Companion to the Botanical Magazine: Being a Journal, Containing Such Interesting Botanical Information as Does Not Come Within the Prescribed Limits of the Magazine; with Occasional Figures. E. Conchman, 1835. Volumen 1, Pág. 347.

Diccionario geográfico, estadístico, histórico, de la isla de Cuba. Volumen 4. Jacobo de la Pezuela. Imprenta del Estado de Mellado, 1867.

Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas. Esteban Pichardo. 1849.

El sitio fundacional de Santa Clara. Amparo María Ballester López. Verbiclara. [https://verbiclara.wordpress.com/2010/07/15/15-de-julio-de-1869-el-sitio-fundacional-de-santa-clara/]

Ensayo de fármaco-fitología cubana. Manuel Gómez de la Maza. Imprenta La Propaganda Literaria, Zulueta Número 28, entre Virtudes y Animas, La Habana, enero 1889.

Flora Barbadensis: a catalogue of plants, indigenous, naturalized, and cultivated, in Barbados: to which is prefixed, a geological description of the island. James Dottin Maycoc. 1830.

Flora cubana. Francisco Adolfo Sauvalle y otros. Imprenta La Antilla, de Cacho Negrete, Calle Cuba Número 51, La Habana, 1873.

Flore pittoresque et medicale des Antilles, ou, Traite des plantes usuelles. Michel Étienne Descourtilz. 1833.

Global Invasive Species Database. Invasive Species Specialist Group (ISSG) [http://www.issg.org/database/species/search.asp?sts=sss&st=sss&fr=1&sn=Tamarindus+indica&rn=&hci=-1&ei=-1&x=17&y=12]

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In the Shadow of Slavery: Africa's Botanical Legacy in the Atlantic World. Judith Ann Carney. Richard Nicholas Rosomoff. University of California Press, 2011. ISBN 0520269969, 9780520269965.

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