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88 F A arte e arquitectura En una Pontevedra de intensa ac- tividad política y cultural que, en plena Restauración monárquica, se sustenta en un sistema bipartidista integrado por los partidos conserva- dor y liberal que pactan sus períodos en el poder, verá la luz el gran violi- nista y compositor Manuel Quiroga Losada. La estructura social de esta pequeña ciudad presenta notables diferencias sociales entre los gru- pos que la conforman y que se re- únen en torno a tres Sociedades: El Liceo, El Recreo de Artesanos y las Organizaciones Obreras. Es el momento del desarrollo urbanísti- co, de la creación de la Sociedad Arqueológica, de la intensa activi- dad de los Orfeones, de los Coros y de las Bandas; de la trascendencia de unos Juegos Florales que cuen- tan con la presencia de persona- jes como Pérez Galdós, Zorrilla, Pardo Bazán, Azorín o Murguía. Por sus centros educativos transi- tan ilustres enseñantes como Said de Armesto, Andrés Muruáis o Ernesto Caballero. De sus impren- tas salen las obras de Indalecio Armesto, de Torcuato Ulloa, o de Valenzuela. Revistas y diarios como Extracto de Literatura, Galicia Moderna, El Anunciador, El Eco de Pontevedra, El Diario de Pontevedra, La Libertad o La Correspondencia Gallega son fuente permanente de información. La actividad del Liceo y del Teatro Principal, con su tem- porada de ópera, las audiciones privadas del Pazo de las Mendoza, las tertulias de Jesús Muruáis, la de Casto Sampedro o la de la Botica de la Peregrina son muestra MANUEL QUIROGA LOSADA: RETRATO DE UN GRAN ARTISTA Yo soy sólo un violinista. Un violinista muy amante de su tierra y nada más. Manuel Quiroga Manuel Quiroga y su padre D. José Quiroga, ca. 1900.

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En una Pontevedra de intensa ac-tividad política y cultural que, en plena Restauración monárquica, se sustenta en un sistema bipartidista integrado por los partidos conserva-dor y liberal que pactan sus períodos en el poder, verá la luz el gran violi-nista y compositor Manuel Quiroga Losada. La estructura social de esta pequeña ciudad presenta notables diferencias sociales entre los gru-pos que la conforman y que se re-únen en torno a tres Sociedades: El Liceo, El Recreo de Artesanos y las Organizaciones Obreras. Es el momento del desarrollo urbanísti-co, de la creación de la Sociedad Arqueológica, de la intensa activi-dad de los Orfeones, de los Coros y de las Bandas; de la trascendencia de unos Juegos Florales que cuen-tan con la presencia de persona-jes como Pérez Galdós, Zorrilla, Pardo Bazán, Azorín o Murguía. Por sus centros educativos transi-tan ilustres enseñantes como Said de Armesto, Andrés Muruáis o Ernesto Caballero. De sus impren-tas salen las obras de Indalecio

Armesto, de Torcuato Ulloa, o de Valenzuela. Revistas y diarios como Extracto de Literatura, Galicia Moderna, El Anunciador, El Eco de Pontevedra, El Diario de Pontevedra, La Libertad o La Correspondencia Gallega son fuente permanente de

información. La actividad del Liceo y del Teatro Principal, con su tem-porada de ópera, las audiciones privadas del Pazo de las Mendoza, las tertulias de Jesús Muruáis, la de Casto Sampedro o la de la Botica de la Peregrina son muestra

MaNUEL QUIROGa LOSaDa: RETRaTO DE UN GRaN aRTISTa

Yo soy sólo un violinista. Un violinista muyamante de su tierra y nada más.

Manuel Quiroga

Manuel Quiroga y su padre D. José Quiroga, ca. 1900.

Page 2: 88 MaNUEL QUIROGa LOSaDa: RETRaTO DE UN GRaN · PDF filesicales en Madrid en 1904, con el afamado violinista José del Hierro, ... tinuar sus estudios con el gran vio-linista austríaco,

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incuestionable de la trascendencia de esta urbe, en la que notables miembros del gobierno nacional pasan largas temporadas, y que en el caso de Montero Ríos y González Besada lo harán, respectivamente, en sus lujosos pazos en Lourizán y Poio, en los que se cuece parte de la política de estado.

EL pERSONAjE, EL INTéRpRETEEn este favorable ambiente nace Manuel Quiroga el 15 de julio de 1892. Es el tercero de cuatro hi-jos del matrimonio formado por D. José Quiroga, conocido comer-ciante de paños y tejidos, y Dª Pilar Losada. Desde muy temprana edad, Manuel, muestra excelentes dotes artísticas en los campos de la mú-sica y de las artes plásticas. En su etapa musical inicial recibe las en-señanzas de violinistas diletantes como Benito Medal, Juan Sayago e Isidro Puga. Tras un primer contac-to de Manuel Quiroga con el públi-co —a la temprana edad de ocho años—, en 1903, con once años, actúa en el Café Moderno y en el Liceo Casino de Pontevedra, y en el Círculo Mercantil de Santiago de Compostela. En 1904 destacaremos el veintinueve de mayo con un con-cierto en el Liceo de Pontevedra, organizado por el Círculo Católico de Obreros; el treinta de mayo en el Círculo Católico de Santiago de Compostela, y el diecisiete de junio en la velada de la Sociedad Artística de Pontevedra.

Gracias a la concesión de una beca de la Diputación de Pontevedra podrá continuar sus estudios mu-sicales en Madrid en 1904, con el afamado violinista José del Hierro, quién ve en Quiroga unas especia-les condiciones para el violín. En poco tiempo el maestro presenta al alumno como un excelente vir-tuoso.

De gran trascendencia y responsa-bilidad para el futuro del estudian-te será su presentación al público de Madrid en mayo de 1907, en un concierto celebrado en el Teatro de la Princesa; evento organizado por el Centro Gallego, del que recoge críticas muy favorables. En el mes de agosto de ese mismo año actúa en el Teatro del Liceo de Pontevedra —con una de las joyas que tendrá a lo largo de su vida: un violín Amati del año 16821 cedido por la fami-lia Mugártegui de Pontevedra que procedía de un regalo recibido, en el s. XIX, de la Reina Isabel II—, y en el Teatro Rosalía de Castro de Vigo en el mes de septiembre. Al año siguiente, por invitación del Sr. Montero Ríos, muestra sus habili-dades en la residencia del ex-Pre-sidente del Consejo de Ministros; y en diciembre en el chalet de las hermanas Mendoza. En marzo de 1909, acompañado por el maestro Guervós actúa en el elegante hotel de los marqueses de Bolaño, con-cierto que contará, de nuevo, con la presencia del Sr. Montero Ríos. Esta actividad concertística es relevante si tenemos en cuenta que Quiroga es todavía un estudiante.

Cuando en octubre de 1909 Manuel ha alcanzado los conocimientos máximos que el Madrid de princi-pios del siglo XX le podía ofrecer, se pondrá en ruta, acompañado por su padre —gran mentor de Manuel—, en un viaje cuya meta debería ser Berlín, y que tenía por objetivo con-tinuar sus estudios con el gran vio-linista austríaco, Fritz Kreisler. La casualidad hará que en su recorri-do se detengan en París y coincidan con Juan Ruiz Casaux, estudiante de violoncello y amigo de Manuel. Este los anima a quedarse en París, ver-dadera cuna del violinismo en esos momentos. Tras obtener el núme-ro uno entre casi trescientos aspi-rantes al Conservatoire National de Musique estudia violín con Edouard Nadaud, uno de los más prestigiosos

profesores del Conservatorio y gran concertista.

Los dos años siguientes los dedica al estudio intenso del violín por lo que el contacto con el público será ocasional. Durante este período es indispensable la inestimable ayuda de la pianista Marthe Lemann2, que contribuye, entre otras cosas, a que Quiroga adquiera una mejor forma-ción en la lectura a primera vista; práctica en la que el violinista se confiesa inexperto. Poco antes de presentarse al concurso anual de violín del conservatorio parisino, el público podrá disfrutar de una importante actuación suya en la sala Pleyel de París el veintisiete de mayo de 1911.

La formación adquirida le permite el cuatro de julio de 1911 conse-guir, entre cuarenta y tres partici-pantes, el Primer Premio de Violín del Conservatorio de París3, que lleva adjunto, los Premios Sarasate, Monnot y Jules Garcin. El jurado es-tuvo formado por los ilustres músi-cos: MM. Gabriel Fauré, presidente; Jacques Thibaud, Jules Boucherit, Henri Rabaud, Jules Mouquet, Alfred Bruneau, Estyle, Maurice Herwitt,

Manuel Quiroga con 12 años fotografiado por Kaulak en Madrid.

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acompañado al piano por Marthe Lemann. Después viaja a Lille y Bordeaux con la orquesta Sechiari y, hacia final de año, lo encontra-remos nuevamente por España en las ciudades de Burgos, Zaragoza, Gijón, Oviedo y Bilbao; conciertos organizados por las Sociedades Filarmónicas de España.

En 1913 se repiten sus éxitos en Bilbao, Oviedo, Gijón, Burgos, Zaragoza y otras poblaciones, y en París podrá contar, de nuevo, con la colaboración de la orques-ta Sechiari, en esta ocasión en el Teatro Marigny. Ese mismo año se produce un acontecimiento que amplia significativamente el área de actuación del artista. Se tra-ta de la firma de un contrato, du-rante cinco años, con el afamado representante Jos J. Schürmann, agente musical de grandes artistas como Kubelick, Sarasate, Casals, Thibaud o Paderewski, que supon-dría la oportunidad que necesitaba

Sociedad Liceo-Gimnasio le premia su hazaña parisina con el Título de Socio de Mérito. Días más tar-de, sus correligionarios asisten al concierto celebrado el veintiséis de agosto en el Teatro Principal. En esta ocasión Manuel Quiroga está acompañado por el célebre pianista Enrique Granados.

La concesión del Premio de Violín le abre las puertas al mundo pro-fesional con numerosos conciertos, pudiendo destacar los celebrados los días veintiuno y veintidós de diciembre en Bilbao, organizados por la Sociedad Filarmónica, y que cuenta con el acompañamiento del pianista José Iturbi, formado tam-bién en el Conservatorio de París.

En la tournée de 1912 por España hará su presentación en el Casino de San Sebastián en el mes de marzo y, en agosto, en los teatros Principal de Pontevedra, y Teatro Rosalía de Castro de La Coruña,

Quesnot, Luquin, Lucien Capet, y G. Willaume. Para comprender la magnitud de este galardón debemos tener en cuenta que anteriormente lo había obtenido Sarasate, y que ningún alumno lo había conseguido antes de cuatro o cinco cursos de estudio en el conservatorio.

Tras la obtención del lauro parisi-no viaja a Pontevedra en el verano de ese mismo año. La noticia de su viaje a la ciudad se convierte en un auténtico acontecimiento para esta pequeña capital de provincia, hasta el punto de que sus paisanos le es-peran con ansia, horas antes de la llegada prevista. La ciudad se para-liza y lo recibe como a un héroe en la estación del ferrocarril con fue-gos de artificio, la Banda de Música Municipal y el Orfeón de la Sociedad Artística con sus banderas y estan-dartes; después lo acompaña a su domicilio alzado en hombros, como si se tratase de un torero, atrave-sando arcos de triunfo florales. La

Alumnos premiados en la especialidad de violín en el concurso de 1911 en el Conservatorio de París. En el centro Manuel Quiroga, Primer Premio.

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por grupos como «As Irmandades da Fala» que recogen, entre otras, las palabras de Losada Diéguez a raíz de un anterior concierto cele-brado en Ourense en 1907, y en el que también intervino Quiroga:

Necesario que en nuestra pa-tria gallega surjan artistas que nos traigan aires de vida espiri-tual… Bueno sería que todos los gallegos, por lo menos en lo ínti-

mo del corazón, estableciésemos activa solidaridad con nuestro arte y nuestros artístas…

A partir de este momento Manuel Quiroga se convierte en un refe-rente identitario del galleguismo. Le dedican poemas Fernández Mato, Eladio Rodríguez González, Valle-Inclán; los ar-tistas plásticos lo adoptan como modelo: Aronson, Asorey5, Luis Mosquera, Fernando Campo, Zubiaurre; los fotógrafos lo per-petúan: Zagala, Kaulak, Pintos o Casado; y Castelao y otros artis-tas hacen caricaturas y dibujos de él. Todos consideran que el violín en las manos de Quiroga es una expresión de galleguidad.

Hasta, por decisión del gobierno lo-cal, la calle en la que nació pasa a llamarse calle «Manuel Quiroga»; nombre que conserva en la actua-lidad.

Se producen nuevos nombramien-tos de Sociedades e Instituciones Públicas, entre los que destacare-mos el de Socio Honorario del Liceo Casino de Pontevedra, y el nom-bramiento de Socio de Honor das Irmandades da Fala.

A raíz del éxito obtenido en el con-cierto organizado por la Asociación de la Prensa de La Coruña, citado anteriormente, surge la idea de re-galar al maestro de violín «el mejor instrumento que se encontrase a la venta», por medio de una suscripción participada por los Ayuntamientos,

que había realizado en el jardín de la casa en la que nació el músico de Bonn. En 1917 Quiroga recha-za una propuesta de conciertos por América, debido al reciente falleci-miento de su amigo y compañero E. Granados en aguas atlánticas, pero que se verá compensada por los numerosos conciertos en España y Francia, país en el que actúa por pri-mera vez en la Salle Gaveau de París el treinta y uno de enero de 1917.

Desde 1918 es un intérprete habi-tual de las tournée, por las principa-les ciudades españolas, en concier-tos organizados por las Sociedades Filarmónicas: Pontevedra, Vigo, Ferrol, Gijón, San Sebastián, Navarra, Baleares, etc. Entre ellas destacaremos, por sus connotacio-nes regionalistas, las actuaciones celebradas el dieciocho de junio en Ourense —en ella se le insinúa la necesidad de escribir música ga-llega—, y el cuatro de agosto en el Teatro Rosalía de Castro de La Coruña; esta última organizada por la Asociación de la Prensa de la ciu-dad herculina4 —en la que se reitera la petición orensana para que com-ponga obras que contengan rasgos autóctonos del folklore gallego—. Estas actuaciones están promovidas

el virtuoso para entrar en los gran-des circuitos europeos. Gracias a este contrato recorre Europa hasta que en 1914, a causa del estallido de la Primera Guerra Mundial, inte-rrumpe la gira por ciudades como Amberes, Berlín, Bruselas o Viena, dirigiendo su carrera hacia nuevos derroteros en los países de ultra-mar. Emprende su primera tournée por los Estados Unidos, actuando en ciudades como New York (en el Hippodrome ante cinco mil per-sonas), Philadelphia, Boston, San Francisco o en las canadien-ses Montreal y Toronto.

Las ovaciones y el entusiasmo del público va en aumento, sien-do muy habitual que después de las actuaciones de Quiroga, los fervorosos incondicionales lo esperen a la salida de los tea-tros y de las salas de concier-to para aplaudirle y, en muchas ocasiones, acompañarlo hasta su lugar de residencia, no sien-do ya excepcional que se repi-ta el acontecimiento de julio de 1911 en Pontevedra, de alzar-lo en hombros. Quiroga está ya entre los grandes, compartiendo escenario en las mismas salas en las que actúan Alfred Cortot, André Hekking, Fritz Kreisler, Jacques Thibaud, Eugène Ysaÿe, Mischa Elman, Efrem Zimbalist…

La unión matrimonial entre Manuel Quiroga y Marthe Lemann, celebra-da en París el veintiuno de julio de 1915, será el principio de una co-laboración artística que se inicia con una nueva gira americana por las ciudades de New York, Boston, Philadelphia, Cincinati, Washington, Wiscosin o Chicago. El año 1916 continúa para los artistas con otra tournée por el continente america-no que se prolonga hasta finales de junio. Ya de regreso en París cono-ce al escultor ruso Aronsonn que le regala una reproducción del bus-to de Beethoven, en miniatura, del

Manuel Quiroga en 1911.

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propias del folklore gallego, para avivar la pasión del pueblo. Sus in-terpretaciones se consideran como «una esperanza real para la con-ciencia artística gallega», como «una evocación musical del paisaje gallego».

Este poder de convocatoria se comprueba cuando el conde de Creixell le invita a una cena, en fe-brero de 1919; invitación a la que,

oscureciendo, incluso, la labor de Andrés Gaos, otro gran violinis-ta gallego, afincado en Argentina. Quiroga asiste a homenajes en los que participan políticos, escritores y otras personalidades de la intelec-tualidad gallega como Emilia Pardo Bazán o Said Armesto. La fuerza que emana del violín de Quiroga la quieren aprovechar los nacionalis-tas, en la interpretación de aquellas piezas que presentan características

las Diputaciones y el pueblo galle-go. A la suscripción iniciada por el Ayuntamiento de Pontevedra, se le suma el compromiso adqui-rido entre la Sociedad Filarmónica de Santiago y la Asociación de la Prensa de La Coruña, para que se le regale un violín Stradivarius que debería entregarse al artista el uno de enero de 1919:

El Stradivarius de Quiroga será el monumento perenne de la idealidad Gallega, la concreción grandiosa de nuestro anhelo ha-cia los caminos más altos.

Con el tiempo este espontáneo inte-rés se irá debilitando hasta el punto de que cuando en el año 1920 se tienen noticias de la existencia de un violín de estas características en París, no serán suficientes los anun-cios en la prensa para conseguir la cantidad necesaria para adquirirlo. En realidad, la cantidad no varía significativamente con respecto a la reunida con anterioridad al conoci-miento de la venta del Stradivarius. No obstante, la suscripción seguiría en curso.

Aparte de la intensa actividad con-certística de Manuel Quiroga en los conciertos organizados por las Sociedades Filarmónicas, debemos destacar, también, durante los me-ses de enero y febrero de 1919 en Madrid, las actuaciones en el Hotel Ritz ante los amigos de la nuera de Albéniz, gran admiradora del violinista; y en los teatros de la Comedia, Real y Price, —este últi-mo con la orquesta Filarmónica de Madrid—. Días más tarde, en la ciu-dad portuguesa de Oporto cosecha-rá grandiosos éxitos.

Los políticos aprovechan la fama del artista en su propio beneficio, y Quiroga obtendrá con ello impor-tantes réditos al convertirse, en es-tos años, en el centro de admira-ción de la cultura musical gallega; Anverso del programa de mano correspondiente al concierto celebrado en 1919, en el Teatro Price de Madrid.

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noticia del fallecimiento de su madre Dª Pilar Losada.

El período comprendido entre 1921 y 1923 continúa con nue-vos éxitos por Francia, España y Reino Unido.

En el transcurso de la vida pro-fesional de Manuel Quiroga se constata su enorme generosi-dad en el número de conciertos benéficos que realiza. Desde destinar la recaudación para los enfermos del Hospital y a la Escuela Normal de Maestros de Pontevedra, a dedicarlo al Aguinaldo del soldado. Esta ge-nerosidad no se vio recompen-sada finalmente con el sueño que acompañó a Quiroga du-rante toda su vida de tener un

Stradivarius propio. Si bien es cier-to que al principio, de la suscripción iniciada por el Ayuntamiento de Pontevedra, cree que se lograría el objetivo previsto, el violinista des-carta esta posibilidad a medida que van avanzando los años veinte.

En la gira por España de 1924 será su acompañante el gran pianista, compositor y director de orquesta argentino, Juan José Castro. Con la presentación en el Carnegie Hall de New York que realiza ese mis-mo año, se convierte en uno de los más admirados violinistas de la nueva generación, junto a figuras de la talla de Jascha Heifetz. En esta tournée tocará Quiroga en un mag-nífico Stradivarius del año 1727. A su regreso a Europa actúa con la London Symphony Orchestra, bajo la batuta de Sir Thomas Beecham, dando otros conciertos también en Bélgica y España, donde alcanza un clamoroso éxito en el concierto celebrado en el mes de mayo en el Teatro Tamberlíck de Vigo.

La nueva gira de 1925 la inicia con Marthe, pero la crisis de la pareja provocará el abandono de su mujer

de las ciudades de Orense, Vigo, Pontevedra, Santiago, La Coruña, Ferrol y Lugo, a la que seguirán otros conciertos por Vitoria, Bilbao, Valladolid o Zaragoza. En este mis-mo año de 1919, el pintor Juan Luis lo retratará en una pintura al oleo que, con posterioridad, se exhibirá en una exposición en Zaragoza.

Hasta este año no se dará a cono-cer en las Islas Británicas nuestro relevante violinista, debido a que los primeros intentos por acercarse a este país en 1913 y 1914 no lle-gan a buen puerto. Será en octubre de 1919 cuando, en una audición privada en la sede diplomática es-pañola ofrecida por el Rey Alfonso XIII, se presente a la corte ingle-sa y el veintiocho de abril de 1920 al público en el Wigmore Hall de Londres. Quiroga considera que es el mayor éxito que ha logrado hasta la fecha, en una exigente metrópoli en la que algunos de los más gran-des artistas no triunfaron; y en la que, hasta Sarasate tardaría cinco años en ser reconocido. Su alegría se verá eclipsada al recibir, a fina-les de año y en plena gira, la triste

en un principio, deberían asistir los políticos catalanes Cambó y Ventosa6. El objeto de la re-unión no era el habitual para escuchar, en audición privada, el prodigioso sonido que extraía del violín el artista. Nada más lejos, el verdadero objetivo de los políticos catalanes era que, este mago del violín, se convir-tiese en adalid político del regio-nalismo gallego, al considerarlo un personaje capaz de influir en las masas que lo adoran, y que emplease esa influencia sobre el público, en beneficio de la cau-sa política. Quiroga, perplejo por tal ofrecimiento se discul-pa por no aceptarlo al conside-rar que esta faceta no es la que debe desempeñar un intérprete: la suya es comunicar la belleza del arte musical per se, y nunca con la finalidad de influir en la libre de-cisión de las personas.

Yo soy tan sólo un violinista. Un violinista muy amante de su tierra y nada más. Sí como galle-go tengo alguna aspiración se-creta, es la de ser una especie de mirlo. Un mirlo más de este pai-saje, que vaya recordándolo por el mundo7.

El uno de marzo se traslada a San Sebastián con el fin de actuar en el Palacio de Algete, propiedad de la condesa, viuda, de Casa-Valencia, concierto que contará con la pre-sencia de S. M. la Reina y de Sus Altezas Reales las infantas doña Isabel y doña Luisa y el infante D. Carlos. El siete de marzo Quiroga y la Orquesta Filarmónica esta-rán en el Price. Nuevas actuacio-nes: el quince en el Odeón de Vigo, el diez de agosto de 1919 en el Teatro Victoria de San Sebastián, con la presencia de la Reina Doña Cristina, y el once en el Palacio de Algete, de nuevo, asistirá la Reina. Después realiza una excur-sión a Galicia por los escenarios

Busto de Manuel Quiroga realizado por Asorey en 1919 que se encuentra, desde el año 1949, en los Jardines del Dr. Marescot en Pontevedra.

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veinticuatro de septiembre de 1931 Manuel Quiroga recibe la condeco-ración más importante que puede recibir en el país franco un extran-jero: «Caballero de la Legión de Honor», condecoración instaurada por Napoleón.

Nuevos conciertos en París duran-te el siguiente año y, en España, la Asociación de la Prensa de Vigo le recompensa con el Título de Socio Protector por su generosidad al destinar la recaudación de un con-cierto, celebrado tres años antes, para el Montepío de la prensa vi-guesa. En la temporada 1933-34 realiza una gira por España con

Durante los años 1930 y 1931 gra-ba para la firma discográfica fran-cesa Pathé.

Entretanto, vuelve en 1931 a España para actuar en la tempo-rada de conciertos organizada por las Sociedades Filarmónicas. Subrayaremos entre estos concier-tos, el celebrado en La Coruña el veintitrés de octubre de 1931 por tratarse de la última oportunidad que esta ciudad, que tanto lo ha querido, tendría para aplaudir al artista y a su esposa; Quiroga, en señal de agradecimiento, interpre-ta su Danza Cubana nº2, obra muy conocida por el público coruñés. El

en plena tournée por España. Este hecho contraría a Quiroga que mues-tra, al mismo tiempo, su preocupa-ción ante un posible sustituto que se adapte a su manera de interpretar. Por suerte, será de nuevo Juan José Castro quien finalice la gira. A finales de año, Quiroga no puede atender a todos sus compromisos, así que can-cela los conciertos programados en Sevilla, y continúa con la tournée de 1926 por Montecarlo e Italia —que tendrá una espectacular acogida en Roma—, y después por Argentina y Uruguay, en la que contará de nuevo con un violín Stradivarius, en este caso del año 1713, propiedad de Mr. J. Jannette Walen y de un lutier ho-landés. Marthe, su mujer, será nue-vamente su pianista acompañante

De 1927 destacaremos los Concerts Lamoureux dirigidos por Paul Paray y el retrato al óleo que le hace en París, el pintor de gran renombre en Pontevedra, Antonio Medal.

En la gira americana de 1928, con-tará con la colaboración de Iturbi, y tendrá entre sus manos un vio-lín Guarnerius del Jesu de 1737, ce-dido por el empresario americano John Wanamaker. Además de los numerosos éxitos que cosecha, de-bemos citar la grabación de discos para la Casa Victor8, que incluye cuatro obras suyas9. Después de unos meses por Europa, en los que colabora en la temporada musical del Casino de Montecarlo bajo la dirección de Paray, vuelve en ju-lio de 1929 a Argentina y Uruguay donde prolongará su estancia has-ta octubre, en compañía de Marthe. En Montevideo, estrena la Fantasía para violín y orquesta, del compo-sitor uruguayo Eduardo Fabini, en el Teatro Solís de Montevideo el 22 de agosto, bajo la dirección del maestro Vicente Pablo. En Buenos Aires es agasajado por el Presidente de la República, los Ministros de Guerra, de Instrucción Pública y el Embajador de España.

Portada de los programas de mano de los conciertos de Manuel Quiroga y Marthe Lemann en el Teatro Odeón de Buenos Aires, correspondientes a la gira de 1926 por Argentina y Uruguay.

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a subirse a un escenario. Se refugia en la composición incrementando su producción con nuevas obras y realizando algunas adaptaciones de sus creaciones anteriores; obras que serán publicadas hasta el año 194110. Sus últimas composiciones las escribe en 1942.

El artista tendrá que afrontar, con paciencia y valentía, el último ter-cio de su vida en el que las múlti-ples dolencias y la ruina económica irán mermando sus facultades físi-cas. El retorno definitivo a España se realiza en 1945. Al año siguien-te, la Diputación de Pontevedra le concede una pensión vitalicia que le ayuda a paliar los gastos causa-dos por la enfermedad, residien-do hasta 1950 entre Pontevedra y Santiago11. Después las visitas mé-dicas a Madrid serán regulares has-ta que en el mes de julio de 1953 ingresa en un sanatorio neuro-psi-quiátrico en la capital de España, permaneciendo en él hasta finales de 1958.

Si bien el nombramiento Galo de 1931 como «Caballero de la Legión de Honor» supuso para Quiroga el mayor reconocimiento a su

Dushkin; o el gran chelista Gaspar Cassadó.

En 1937 actúa en New York, bajo las órdenes de George Enescu y la Philharmonic Symphony of New York, en el Carnegie Hall, en el mes de febrero; y en abril en el Town Hall, acompañado al piano por su gran amigo Iturbi. El ocho de ju-nio de ese mismo año, después de despedir a Iturbi que parte para Philadelphia, un camión en Times Square acaba con todos sus proyec-tos e ilusiones.

Después del accidente, y tras una larga convalecencia, permanecerá en New York hasta el mes de mayo de 1938, en cuyo período de tiem-po Quiroga interviene en un con-cierto celebrado en casa del doctor Hamilton Rice y en el que actúan también Lucrecia Bori y Andrés Segovia, el veintinueve de marzo de 1938. Después regresa a París y percibe los primeros síntomas de la enfermedad —diagnosticada en la época como Parkinson— que se manifiesta inicialmente de forma tí-mida pero que sigue su curso impla-cable. Su carrera violinística ha lle-gado a su fin: Quiroga ya no volverá

el pianista y compositor Joaquín Nin. Después, un nuevo viaje por Argentina y Uruguay, acompaña-do por su mujer. En la ciudad ar-gentina de Córdoba actúa con la Orquesta Sinfónica de Córdoba, dirigida por Eduardo Gasparrini, y en Montevideo con la orquesta del S.O.D.R.E, con el maestro Lamberto Baldi al frente.

Si bien el año 1934 continúa para él plagado de éxitos, en París pasará todo el año siguiente sin poder mos-trar sus cualidades interpretativas, debido a las agitaciones sociales y a la presencia de tropas en la capi-tal francesa. ¡No habrá trabajo para nadie! Por ello, busca una salida desesperada en el continente ame-ricano pero, para su desgracia, esta no llegará hasta la temporada de conciertos 1936-37, temporada en la que los americanos, ajenos a los problemas que se están gestando en Europa, contratarán a eminen-tes figuras entre las que se encuen-tra este prodigio del violín: pianis-tas de la talla de Vladimir Horowitz, Jose Iturbi, Artur Schnabel, Rudolf Serkin y Robert Casadesus; violi-nistas como Jascha Heifetz, Joseph Szigeti, Manuel Quiroga y Samuel

Fotografía de Manuel Quiroga en Córdoba (Argentina) en 1929.

Manuel Quiroga y su esposa, Mathe Lemann en su domicilio de París en 1933.

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Portada del programa de mano del último concierto de Manuel Quiroga antes de sufrir el accidente del ocho de junio de 1937.

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– En 1971 se le otorga el Título de Presidente de Honor de la Asociación Pro-Música de Cámara en Galicia «Manolo Quiroga».

– En 1972 el Museo de Pontevedra organiza una exposición sobre Manuel Quiroga que muestra, entre otros, los fondos donados, ese mismo año, por D. Emilio Quiroga Losada al Museo.

– En 1992, con motivo del cente-nario del nacimiento de Manuel Quiroga:

La Diputación de Pontevedra •organiza una serie de actos que aparecen recogidos en el Catálogo de la Exposición «Manuel Quiroga Losada 1892-1961». Pontevedra: Diputación de Pontevedra, 1992.El Excmo. Ayuntamiento de •Pontevedra organiza una serie de actos que suponen un «en-cuentro con la cultura, con la música y con el recuerdo im-borrable de Manuel Quiroga». Entre estos actos destacaremos la celebración de conciertos, el Certamen Periodístico Manuel Quiroga, y el descubrimien-to de una Placa conmemora-tiva en el monumento, que el insigne violinista pontevedrés tiene dedicado en los Jardines del doctor Marescot.En 1992, el Curso Internacional •«Música en Compostela» le rin-de homenaje con la publica-ción: «Manuel Quiroga 1891-1961: Su obra para violín»/ recopilación y comentarios de Antonio Iglesias. Cuadernos de «Música en Compostela,» nº6. Santiago de Compostela: «Música en Compostela, 1992.En 1993, el Excmo. Ayunta-•miento de Pontevedra edita: «Manuel Quiroga. Un violín ol-vidado», escrito por Fernando Otero Urtaza. Se trata de la primera y única biografía de Manuel Quiroga13.

D. Emilio Quiroga Losada reco-ja, en Pontevedra, en presencia de autoridades, académicos y de un multitudinario público, el Diploma acreditativo del nombramiento de Académico en un homenaje a su memoria. Después de este emoti-vo acto las autoridades se dirigen en comitiva al domicilio del artis-ta, sito en el número 15 de la calle Manuel Quiroga, con el objeto de descubrir la lápida que conmemora el nacimiento y muerte del ilustre pontevedrés.

A los homenajes póstumos de la Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario le si-guen otros importantes que citamos a continuación:– A mediados de septiem-

bre de 1962, el «III Concurso Internacional del Conservatorio de Música de Orense» en co-laboración con los Cursos Internacionales «Música en Compostela», se dedica al violín, como homenaje póstumo «in me-moriam» del gran violinista galle-go Manolo Quiroga.

– En 1970 se crea la Asociación Pro-Música de Cámara en Galicia «Manolo Quiroga» presidida por Demetrio Salorio Suárez.

espléndida labor musical, no lo sería en menor medida la «Encomienda de Alfonso X el Sabio»12 el catorce de enero de 1948 en España. Este premio le llega en un momento en el que el desánimo le hace encerra-se en sí mismo, dándole una razón por la que seguir luchando contra la terrible enfermedad que lo va debi-litando lentamente y en silencio.

Durante los largos años de enferme-dad de Manuel, su hermano Emilio afronta la mayor parte de los gas-tos. Sin embargo, los costes serán muy elevados y gracias a la genero-sidad de su compañero José Iturbi, Quiroga podrá mitigar parte de los grandes expendios que su enferme-dad requiere. Iturbi interviene en di-versos conciertos homenaje que se celebran, respectivamente, el dieci-séis de junio de 1949, en el Teatro Rosalía de Castro de La Coruña y al que asiste el violinista; el dos de marzo de 1953 en el Teatro Malvar de Pontevedra y el veintidós de agosto de 1958 en Santiago de Compostela.

El regreso definitivo a Pontevedra llega a finales de febrero de 1959, año en el que la Fundación Juan March le concede una ayuda econó-mica gracias al apoyo, entre otros, del claustro de profesores del Real Conservatorio de Música de Madrid. Quiroga agradecerá personalmente el apoyo del Conservatorio madri-leño mediante una carta enviada a su director, el compositor Jesús Guridi.

La proclamación de Manuel Quiroga Losada como Académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario, el veinticuatro de enero de 1960, será muy importante para el artista pero sus problemas de salud impi-den que se le imponga la Medalla en vida, al fallecer el diecinueve de abril de 1961. Será el nueve de julio de 1961 cuando su hermano

Caricatura de José Iturbi realizada por Manuel Quiroga en 1940 en París.

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¡Quén tivera agora, dicía, mú-sica gallega esquirta para que non desmerecese á veira d’os maes-tros crásicos! ¡Múseca gallega, esquirta pr’o violín! Eu non que-ro facer d’a nosa música, cantares de cego. Teñen as nosas melodías feitizo infinido, feitizo d’abondo pra facer d’os nosos cantares mú-sica eterna! —¡Pois a escribila!, díxolle alguén. —¡A escribila! Así dixo Manolo Quiroga14.

Invitación que será reiterada, con la petición de que les recree con al-boradas, muñeiras, foliadas, alalás, etc., en el significativo Concierto Asociación de la Prensa de la Coruña, del cuatro de agosto de 1918. Quiroga, aprovechando el momento álgido del regionalismo gallego y animado por grupos como «As Irmandades da Fala», promete-rá «non esquecerse da música gale-ga». Promesa que cumplirá hasta el año 1925 pues, a partir de esa fe-cha, tan sólo escribirá una obra con nombre regionalista titulada Galicia (Himno, 1938), que no contiene nin-gún rasgo que permita relacionarlo con el folklore gallego, aproximán-dose más a un estilo clásico que a la música autóctona de Galicia. El Alalá lo estrena Quiroga en el con-cierto celebrado en La Coruña el veintisiete de marzo de 1919.

Dos más tarde, escribe una primera cadencia para el Concierto en Re de Paganini15, y realiza tres transcrip-ciones de obras: dos de Scarlatti y una de Mendelssohn. Estas trans-cripciones consisten en aplicar la línea melódica principal al violín, conservando, casi literalmente, el material original en el piano con algún refuerzo de densidad en la línea grave al redoblar en octa-vas la voz inferior. Su intensa ac-tividad concertística durante los años siguientes le impedirá com-poner nuevas obras hasta 1924, año en el que escribirá su célebre Concierto de Intrata16, denominado

Si atendemos al contenido pura-mente musical podríamos estable-cer dos líneas de composición:– La primera, concebida con el

fin de ser interpretadas, gene-ralmente, como propinas en sus conciertos, y formada por dan-zas, canciones u otras piezas de carácter hímnico. El autor utiliza, en la mayoría de ellas, materia-les que se inspiran en el folklore popular andaluz, aragonés, galle-go, vasco, así como en el de los países de ultramar como Cuba y Argentina, resultado de sus giras americanas, y con notorias in-fluencias del folklore español.

– La segunda, formada por aquellas obras que presentan unas carac-terísticas similares al repertorio escrito por compositores de gran renombre como Torelli, Corelli, Vivaldi, Bach o Mozart, entre otros; y que podemos reunir en dos grupos:

Composiciones cuya finali-•dad primordial es el concierto como el Primer Concierto en Estilo Antiguo, las Cadencias para los conciertos de Beethoven, Brahms, Mozart o Paganini, los Caprichos y las Transcripciones de Scarlatti y de Mendelsohnn. Las formadas por aquellas •otras cuyo objetivo principal es conseguir el perfeccionamiento técnico necesario que permita al violinista adquirir el domi-nio del instrumento, a través de una escritura que plantee dificultades técnicas como en el Estudio, los Caprichos, y las Variaciones.

La actividad compositiva la inicia Quiroga en el año 1919 con la es-critura del Alalá, después del reque-rimiento del público, en el concier-to del dieciocho de junio de 1918 en Ourense, de que escriba música gallega:

En este año de 2011, en el que se celebra el cincuenta aniversario del fallecimiento de Manuel Quiroga se están realizando numerosos actos conmemorativos que tendrán su máximo exponente en los organi-zados, entre el ocho de noviem-bre de 2011 y el ocho de enero de 2012, por la Diputación y el Museo de Pontevedra.

El compositorLa obra musical de Manuel Quiroga sigue la estela de los grandes vir-tuosos del violín como Joachim, Kreisler, Sarasate o Paganini, y está caracterizada por la búsqueda del sonido más bello y perfecto, de la máxima expresividad, y por ser eminentemente musical. Se trata, principalmente, de composiciones violinísticas escritas para ser inter-pretadas en sus conciertos, orienta-das a la exhibición, y que precisan de una gran brillantez de ejecución. Siguiendo la práctica de sus ante-cesores transcribe, así mismo, bre-ves piezas para violín solo o violín y piano.

Su producción está constituida por obras breves y, mayoritariamen-te, escritas en un solo movimien-to, con las únicas excepciones del Primer Concierto en Estilo Antico, de la cadencia del Concierto op. 77 de Beethoven y de las cadencias para los Conciertos nos 3, 4, 5 y 7 de Mozart. En cuanto a la extensión de estas obras:– Las más breves son la Cadencia

para el Concierto nº6 en Mib de Mozart, con una extensión total de quince compases; y el Estudio [para violín solo] que comprende cuatro breves ejercicios de sie-te, tres, siete y cuatro compases, respectivamente.

– La obra de mayor extensión es el Primer Concierto en Estilo Antiguo que, en el conjunto de sus tres movimientos, alcanza los tres-cientos un compases.

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menor, do menor, Fa mayor y sol me-nor.

Los procesos tonales son bastante tradicionales con modulaciones y alejamientos transitorios a tonali-dades vecinas. Sólo ocasionalmente se observa la presencia de modula-ciones a grados cromatizados de la tonalidad principal que recuerdan a los procedimientos del romanti-cismo tardío como, por ejemplo, al tercer grado rebajado. Se com-prueba, de nuevo, la influencia de la música de salón en aquellas piezas que principian con una introducción en una tonalidad lejana o en moda-lidad contraria.

La construcción melódica está con-figurada sobre el arpegio aunque las disjunciones las cubre mediante notas extrañas, siendo significativas las apoyaturas simples y dobles. Su direccionalidad se caracteriza por la presencia de líneas en forma de arco que alcanzan su punto álgido mediante ascensos rápidos y movi-mientos en zig-zag.

Los procesos cadenciales principa-les están formados por cadencias auténticas, simples y compuestas, que en los puntos más conclusivos pueden ampliar la funcionalidad de la subdominante, y colorear la ar-monía mediante el cromatismo y la alteración armónica. En cuanto a las construcciones acordales uti-liza acordes tríadas, de séptima y, muy ocasionalmente, de novena. En los acordes tríadas, el estado pre-dominante es el de fundamental, mientras que en los cuatríadas uti-liza con mayor frecuencia el esta-do fundamental y la segunda inver-sión. Sin embargo, en los acordes de novena utiliza, exclusivamente, el estado fundamental. El ritmo ar-mónico es, básicamente, lento con armonías que se desarrollan en la extensión de uno o dos compases, que sólo en algunos casos llegan a ser de dos o tres acordes por

en Re Mayor, op.6 de Paganini. Cadencia para una Fantasía.

• Conciertos: Primer Concierto en Estilo Antiguo21 y Segundo Concierto en Estilo Antiguo22.

• Cantos y Danzas23: Alborada, Alalá, Canto Amoroso, Canto y Danza Andaluza, 1ª Danza Argentina, 2ª Danza Argentina, 1ª Guajira, 2ª Guajira, 1ª Habanera, 2ª Habanera, Jota, Jota nº2 , Lamento Andaluz, Playera y Zapateado , Rondalla, Terra… ¡¡A Nosa!!, Viena, Zapateado y Zortzico.

• Estudios/Caprichos: Estudio, Tres Caprichos, Capricho nº4, Capricho nº5 y Capricho nº6.

• Himnos:España y Galicia.• Transcripciones:Allegrissimo y

Allegro de Scarlatti y Andante CantabiledeMendelsohnn

• Variaciones24:Neuf Variations sur Théme de Nicolo Paganini y 12 Variaciones sobre el Capricho nº24 de Nicolo Paganini.

Y que podemos resumir en:• Veintiuna obras para violín y

piano. • Diecisiete obras para violín

sólo.• Unaobraparadosviolines.• Unconciertoparaviolínyor-

questa de cuerda, y • Un esbozo de tan sólo cator-

ce compases para un segundo concierto.

En cuanto a los procedimientos compositivos, Quiroga emplea formas estereotipadas en conso-nancia con las obras que escribe. Generalmente, reexpositivas, bina-rias y ternarias, estructuralmente basadas en el período regular con divisiones y subdivisiones también binarias.

La tonalidad más frecuente en su catálogo de obras es la de Re ma-yor, presente en veintiuna piezas; le sigue Sol mayor con nueve; y con presencia en tan sólo una obra: Si

posteriormente Primer Concierto en Estilo Antiguo, citado anteriormente. Quiroga comienza un segundo con-cierto que no llegará a concluir y del que se conoce tan sólo la melo-día del tutti inicial, que comprende catorce compases, sin armonizar. De este mismo año son las obras Emigrantes Celtas, Terra!! A Nosa y la Jota nº1. En 1925 compone la Alborada y la Playera y Zapateado e ingresa en la «Société des Auteurs, Compositeurs et Editeurs de Musique» de Francia.

A partir de este momento escribe algunas obras más, de manera dis-continua, como el Canto Amoroso hasta que en el año 1936 compone cuatro obras relevantes: la Jota nº2, el Lamento Andaluz, el Canto y Danza Andaluza y los caprichos primero y tercero de los Tres Caprichos, para violín solo. El segundo capricho está fechado en 1937, año en el que sufre el accidente que cambiará el rumbo de su vida. Después del acci-dente y tras su retorno a París se re-fugia en la composición, sobre todo en la creación de obras escritas en la línea de concierto y de estudio. El año 1940, coincidiendo con la ocu-pación nazi de París, será su año más productivo, con siete obras; en 1941 el número de composiciones ascenderá a cinco y, finalmente, la etapa creativa concluirá en 1942 con los Caprichos nº 5 y 6.

Su catálogo comprende cuarenta y una obras que podemos agrupar del siguiente modo:• Arreglos:¡Emigrantes Celtas!17

• Adaptaciones: Bruissement d’ailes18y Scherzando19.

• Cadencias de concierto20:Concierto en Re Mayor, op. 61 de Beethoven. Concierto para vio-lín y orquesta, op.77 de Brahms. Conciertos nº 3 en SolM., K.216; nº4 en ReM, K.218; nº5 en La M, K.219; nº 6 en Mi bM, K.268 y nº7 en Re M, K.271. Concierto

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Le Carnet de la Semaine. Del mismo modo, en los momentos de mayor dureza en su vida el refugio entre lápices y pinceles le permitirá abs-traerse del mundo real, de la tris-teza, de la amargura, del dolor y de la enfermedad que le aleja, cada vez más, de ese mágico instrumen-to que le ha acompañado desde los primeros pasos hasta los tiempos

de mayor gloria, en los que el públi-co y la crítica se rendían a sus pies. Cuando regresa a España realiza autocaricaturas, dibujos y carica-turas de numerosos artistas y ami-gos entre los que destacaremos a

armónicos, simples y dobles; dobles cuerdas en terceras, quintas, octa-vas y décimas; escalas cromáticas; glissandos, grandes saltos; pedal en dobles cuerdas; melodías en do-bles cuerdas; pizzicato y trémolo de mano izquierda; posiciones exten-didas; trinos simples y dobles; tri-ples cuerdas; ejecución rapidísima de pasajes; y variedad en los golpes de arco con asiduidad de: bariolage; detaché; martelé; ricochet; saltillo; spiccato; stacatto en arco arriba y abajo o el stacatto volante. Incluso en las obras más sencillas encon-traremos dobles cuerdas, pasajes rápidos, trinos y armónicos.

El artista polifacéticoQuiroga es un hombre versátil que orienta su vida profesional hacia al campo de la interpretación musical pero que, por sus cualidades e in-quietudes, podría haberse dedicado a cualquier otra actividad artística. Es un artista, en el más amplio sen-tido de la palabra, un creador que se servirá de diferentes medios de expresión por una necesidad im-periosa de comunicación: el me-dio con el que se realice carece de importancia. Si bien, en opinión de Filgueira Valverde: aunque Quiroga es «de vocación plástica temprana y dueño de todos los recursos de la técnica… El músico ahogaba al pintor26.

Desde su infancia muestra dotes de dibujante y caricaturista siendo habitual su presencia plástica en la correspondencia familiar en la que es un leimotiv la caricaturización de su hermano Emilio («Amilio» se-gún sus propias palabras). Incluso después de la obtención del Premio del Conservatorio de París, no des-aprovechará la oportunidad que le brinda el momento para publicar sus caricaturas de los personajes más célebres, sobre todo parisinos, en publicaciones periódicas o se-manales como Le Monde Musical o

compás. Son frecuentes, en aque-llas obras que presentan influencias de la música popular, los enlaces de acordes en estado fundamen-tal, y la sucesión de movimientos de acordes paralelos. Así mismo, es habitual la presencia de la sexta y cuarta cadencial. La cadencia anda-luza la encontraremos en algunas danzas como la Segunda Guajira, el Canto y Danza Andaluza o la Danza Argentina.

Los materiales de escala más fre-cuentes son los derivados de la mú-sica de la denominada práctica co-mún o estilo internacional, y están formados por escalas armónicas, naturales y mixtas; a las que debe-mos añadir la escala frigia y la es-cala andaluza, derivada de ella.

La agógica seguirá los cánones del movimiento romántico con gran profusión de rubatos, y posibilitando interpretaciones a piacere en los ini-cios y finales de numerosas piezas. El nivel dinámico comprende desde el pp hasta el fff, no siendo habitual la presencia de contrastes dinámi-cos entre el instrumento solista y su acompañamiento.

En lo que atañe a la métrica, em-plea tanto las binarias como las ter-narias con subdivisiones de iguales características, siendo el 4/4 y el 3/4 las métricas más usuales. En algunas danzas encontraremos también la métrica 3/4 + 6/825.

Quiroga utiliza dos tipos de textu-ra: monofónica en la mayoría de las obras para violín solo, y melo-día acompañada en las restantes. A veces se observan sencillas y bre-ves imitaciones.

En el aspecto puramente violinís-tico, sus obras incluyen los recur-sos más complejos que precisan de una técnica, caracterizada por un gran despliegue de efectos virtuo-sísticos con el empleo habitual de:

Autorretrato al óleo pintado en 1930 en París.

Caricatura de Fritz Kreisler realizada por Manuel Quiroga en 1940 en París.

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El portentoso violinista Manuel Quiroga y su bella esposa la eximia pianista Marta Leman28 son un caso verdaderamente ex-traordinario de compenetración artística… Los programas de este gran violinista están pulcramente seleccionados como corresponde a tal señor. Si alguna vez ejecuta música que no es digna de él es por satisfacer el gusto del público, que después de todo, como dicen los empresarios, es el verdadero juez de las obras de arte.

Como muestra de crítica totalmente favorable destacaremos:

¡Cómotocó,amigomío!¡Quémagia la de su arte! ¡Qué miste-rio el de su violín en sus manos! Hemos oído á Manuel Quirogaotrasveces.Nohaexageradonadanuestra bondadosa comunicante. ¡Ay,sí!¡Vivaelarteespañol!29

y un artículo de Le Spectateur de París que, aparte de elogiar a Quiroga, lo considera francés por formación:

Letriomphateurdelajournéea été M. Quiroga, violoniste es-pagnol:Malgré sesorigines ibé-riques, ce jeune virtuose est un produit de notre Conservatoirenational. Nous sommes donc plus à l’aise poue le juger…Il don-néa laSymphonisEspagnoledeLalo, un sens exact,… Il dit aus-si, de façon fort délicate et sans efesprovocants,laHavanaise,deSaint-Saéns, qui ne pouvait trouver meilleur interprète30.

Manuel Quiroga, dont a re-marqué la brillante intrepréta-tiondelaSymphonieespagnole,de Lalo, dimanche dernier auxConcertsLamoureux[eldieciochode febrero de 1923], prëtera son concours au concert de la Société Philharmonique, Salle Gaveau,mardi soir 20 février.

técnica, a sus condiciones particu-lares, a su gran musicalidad y a sus siempre excelentes interpretacio-nes. Sin embargo, encontraremos dos tendencias bien diferenciadas de comentarios. En primer lugar, destacaremos los que proceden de críticos totalmente entregados a las cualidades de Quiroga que se dedi-can, exclusivamente, a ensalzarlo y a engrandecer sus aptitudes; y, en segundo lugar, aquellos otros que alaban sus capacidades especiales pero que, al mismo tiempo, reali-zan una crítica al repertorio que in-terpreta. Estos últimos siguen una corriente más en consonancia con la estética neoclásica de los años veinte que reprueba cualquier alar-de de virtuosismo vacío, que de-plora la línea romántica a la que consideran caduca, así como a las composiciones escritas para el lu-cimiento de los artistas y cuyo fin es conseguir el aplauso fácil. María Muñoz en la revista Musicalia, des-pués de alabar las cualidades de Quiroga: «violinista magníficamente dotado, de un gran temperamento, de un sonido cálido y robusto» rea-liza el siguiente comentario:

…La Sinfonía de Lalo, es una de las obras que mejor tocó Quiroga: gran equilibrio diná-mico, exquisito tono, profunda y sincera emoción. El Andante, particularmente fue expresado de una manera magistral; puede decirse que es una creación suya. Los programas del gran violinista no acogen ninguna obra de arte moderno. Esto les resta flexibili-dad, y sitúa una técnica tan per-fecta en un plano de mero virtuo-sismo27.

Antonio de Gorostiaga en «La Atalaya» de Santander del dieci-séis de octubre de 1921, insiste de nuevo en las concesiones al públi-co, aunque en un tono más condes-cendiente:

García Sabell, Falla, Casals, Chaves, Delobelle, Iturbi, Kreisler, Locatelli, Monteux, Paray, Rabaud o Smallens; demostrando poseer una memoria prodigiosa al no poder contar con la presencia de la mayoría de ellos como modelos.

Los años 1940 y 1946 serán los de mayor producción plástica; después, esta dedicación será muy disconti-nua. Sus dos últimos dibujos están datados en 1957 y 1960: el primero, un retrato de Toscanini en homena-je al insigne maestro fallecido ese año; el segundo, un autorretrato en el que el artista, consciente de su situación, aparece envuelto en una bruma lejos de la efímera y olvidada fama. A través de sus dibujos y cari-caturas conoceremos las importan-tes relaciones que mantuvo Quiroga con los personajes más célebres de la música y de la cultura.

Quiroga, de formación autodidacta, pinta también acuarelas y óleos, en los que plasma naturalezas muer-tas, paisajes, retratos familiares y de amigos e incluso una copia de un Rembrandt en la que el artista holandés había pintado a su cuarto hijo Titus. Su obra cumbre es un au-torretrato al óleo fechado en París en 1930. Este cuadro será adquirido en 1951 por la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Educación Nacional para el Museo de Pontevedra.

El público y la prEnsaSe ha escrito mucho sobre Quiroga pero, en general, se ha hecho desde un punto de vista biográfico, divul-gativo, de ensalzamiento de su figu-ra y, sobre todo, de manera muy re-petitiva. Como excepción podemos mencionar los comentarios debidos a la pluma de críticos que, como Salazar, Zubialde o María Muñoz, profundizan más en el aspecto in-terpretativo de Manuel Quiroga. Son unánimes los elogios al artista, a su

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obras clásicas con algunas de ex-traordinario virtuosismo.

Quiroga posee en ello el más ponderado equilibrio, de tal modo, que en sus prodigios insu-perables de ejecución nos da la sensación, de esa fácil naturali-dad sólo asequible a los que como él están por su técnica sobre las máximas dificultades.

Así mismo, el apoyo de la Casa Real a Quiroga se manifiesta, también, por medio de la asistencia de miem-bros de la realeza a los conciertos de carácter privado, siendo espe-cialmente significativo el celebra-do ante la Casa Real inglesa en el Palacio de Buckingham con moti-vo una visita de SS.MM. los Reyes de España a Londres en octubre de 1919.

Mención aparte requiere la crítica de orientación regionalista como podemos corroborar a través de las palabras de La Voz de Galicia del seis de agosto de 1918 acerca del concierto celebrado dos días antes en La Coruña:

Quiroga no tardó en verse al-zado enhombros sobre lamul-titud. Y de esta suerte, pálido, emocionadísimo por lo rotundo, por lo unánime de la manifes-tación popular, llegó al Palace Hotel.Desdeunagaleríaseaso-maba poco después, desgreñado y sudoroso, para saludar al gentío que llenaba la avenida, mientras cantabanmuchasvoceselHimnodeVeigayPondal.

El apoyo unánime de los movi-mientos regionalistas es claro en la dedicatoria de poesías como las de Eladio Rodríguez González, de Gerardo Álvarez Limeses, de Fernández Mato o de Valle-Inclán32, y en las caricaturas de Castelao. Por su parte, Losada Diéguez escribirá en Orense en junio de 191833:

el Palacio de la condesa, de Casa Valencia. En él se ratifica la pre-sencia de la Reina doña Victoria y Sus Altezas reales los Infantes doña Isabel, doña Luisa y don Carlos, así como una amplia representación de la aristocracia, el cuerpo diplo-mático, el Nuncio de su Santidad, monseñor Ragonesi y el obispo de Ciudad Real. En lo referente a la participación de Quiroga dice:

El notable violinista Quiroga, ejecutó magistralmente obras de Sarasate, Tartini, Wieniausky [sic]yBassini[sic],ylamarque-sadeMohernandocantóconsuvoz prodigiosa, acompañada por Quiroga,compartiendodichoar-tista entusiastas aplausos.

La Época de San Sebastián del día nueve de agosto de 1919, recoge:

La Reina, después de regresar a Miramar, asistió al concierto del eminente violinista gallego, Manuel Quiroga, que daba su segundo concierto, en el Teatro VictoriaEugenia.

Carlos Bosch nos ha-bla, en El Imparcial del cinco de mayo de 1925, del concier-to celebrado el día dos en el Palacio de Casa-Valencia de San Sebastián, al que ha asistido S.A.R. la in-fanta doña Isabel pro-tectora de los artistas españoles, que felicitó al gran músico. En su opinión acerca de la interpretación y del repertorio selecciona-do para este concier-to:

El programa elegi-do fue compuesto con minuciosa escrupu-losidad, intercalando

En una línea intermedia se en-contraba ya en 1913 I. Zubialde, que tras alabar a Quiroga y a su acompañante José Iturbi, los ataca cuando deleitan al público asisten-te eligiendo como broche final La Campanella de Paganini:

Ya es hora de que la talCampanella deje de sonar defini-tivamente, pues hoy constituyeun anacronismo y una afrenta al buengustoquepocoapocosehaido infiltrando en las masas. El pretendido interés de esta y otras composiciones, está muy lejos de compensarlachabacaneríadesucontenidomusical…Unacosaesutilizar artísticamente todos los recursos que encierra un instru-mento y otra violentarlo pidién-dole más de lo que puede dar31.

Quiroga es un intérprete muy del gusto de la realeza, de la aristo-cracia y de la burguesía. Así, La Ilustración Española y Americana de Madrid, en su nº 9 publicado el día ocho de marzo de 1919, se hace eco del concierto del violinista en

Retrato al óleo de Manuel Quiroga pintado en 1919 por Juan Luis.

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Poema de Fernández Mato dedicado a Manuel Quiroga en 1919.

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Quiroga», de 1996; o las graba-ciones de su Concierto de Violín interpretado en 1990 por la Stuttgart Chamber Orchestra, dirigida por Maximino Zumalave y con Herwig Zack como solis-ta, y en 2009 por la Orquestra Vigo 430 con Marta Vélez como solista.

Si se desea tener un mayor co-nocimiento acerca de este per-sonaje aconsejamos ahondar en la abundantes fuentes bibliográ-ficas y hemerográficas y, cita in-eludible, la consulta de sus fon-dos en el Museo de Pontevedra, donados por D. Emilio Quiroga Losada en el año 197235.

EpílogoLa figura de Manuel Quiroga merece ocupar un lugar preponderante en la cultura gallega como máximo ex-ponente gallego del violinismo de la primera mitad del siglo XX. Si anali-zamos su papel desde una perspec-tiva más universal, indudablemente es necesario encuadrarlo entre los grandes violinistas de la talla de un Kreisler, Heifetz, Ysaÿe o Menuhin, entre otros. Quiroga está presente en las mejores salas de concierto de Europa y de América, siendo acla-mado por un público fiel, cada vez más numeroso, que llega al paroxis-mo ante sus interpretaciones de las obras más relevantes del repertorio violinístico. Le acompañan grandes pianistas como: Enrique Granados, José Iturbi, Juan José Castro, Paul Paray o su mujer, Marthe Lemann. Actúa con las orquestas y direc-tores de mayor renombre como las agrupaciones: Sinfónica y Filarmónica de Madrid; Sinfónica de Barcelona, Sechiari y Lamoureux de París, London Symphony Orchestra, Schottish Orchestra, Nahan Franko´s Orchestra y The Philharmonic-Symphony Society de New York; Orquesta S.O.D.R.E. de Montevideo, Sinfónica de Córdoba

Le Quotidien del doce de octubre de 1930 que dice al respecto:

Une exécution délicate degrande virtuosité avec une pro-preté parfaite… une exécution excellente comparable avec celle-là de Kreisler.

O Le Petit Dauphinois de octubre de 1930 en el artículo «Le phonogra-phe»:

Les Pyrénées n’existent pas… la musique de l’Espagne va à la conquête du monde. Les caden-ces de la Trille du diable exécutées par l’arc de M. Quiroga nous font croirequ’unmeilleurhéritierdelui n’a pas pu trouver Sarasate.

A partir de los años noventa, co-incidiendo con el centenario de su nacimiento se reeditan algunas de sus grabaciones entre las que des-tacaremos —aparte de las men-cionadas de Ouvirmos en la nota nº32—, en el Reino Unido: el ál-bum The Recorded Violin – History of The Violin On Record de 1993, y «The Great Violinists Vol. V/ Manuel

O grande artista gallego é un d’os nosos. Sinte y-ama a te-rra gallega con todo o fogo con que se lle debe amare á patrea. Y-o lume que s’alcende na súa y-alma cando c’o seu violín es-palla a armonía pol-os corazós, avívase sempre c’o forte vento d’aslembranzasdeGalicia,co’adivina inspirazón d’o amor d’a terra nai, c’os agarimos qu’ela lle dera.

tEstimonios sonorosRepresentan el mejor alega-to del artista, del intérprete, del malabarista del violín que era. A través de ellos podre-mos conocer sus excepciona-les dotes para el instrumento, su calidad interpretativa y su especial sensibilidad. Ya en 1908 Quiroga tiene un primer contac-to con el mundo de la grabación que no llegará a comercializar-se. Posteriormente, en 1912 gra-ba en París sus primeros discos, no venales, para la Gramophone and the Typewriter Company, con obras y arreglos de diversos auto-res como Sarasate, Hubay, Bazzini o Wieniawski. En 1928 realiza gra-baciones para la importante casa discográfica «Victor34» en Camden, New Jersey, que incluyen obras y arreglos de diversos autores como Falla, Kreilsler, Schumann, o Chaminade, entre otros; así como, cuatro de sus composiciones origi-nales, acompañadas al piano por su mujer, Marthe Lemann: Segunda Guajira, Danza Española, Rondalla y Canto Amoroso.

Finalmente, aludiremos a las graba-ciones que realiza durante 1930 y 1931 para la casa francesa «Pathé» con obras de autores como Albéniz, Falla, Kreisler, Sarasate y Torelli.

La calidad interpretativa de sus úl-timas grabaciones será reconocida a través de la prensa francesa como

Autocaricatura de 1946 dedicada a su amigo y admirador el Dr. García Sabell.

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Otros artículos sobre M. QuirogaQuiroga, Manuel, 1892-1961

«El Académico de honor Don Manuel Quiroga Losada y

el homenaje a su memoria» en Abrente: revista de la

Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del

Rosario.-- N. 3 (1971); p. 59-74.

«El Arte exquisito de Manolo Quiroga» en Ciudad. 2ª épo-

musical: sus obras tienen la calidad suficiente para ser interpretadas en las salas de concierto. En ocasio-nes se han criticado aquellas com-posiciones con tendencia de corte salón, siendo un contrasentido el hacerlo si tenemos en cuenta que era práctica habitual la interpreta-ción de este tipo de música en los conciertos de la época; especial-mente, en señal de agradecimien-to al público por la recepción en el concierto.

Por todo ello, consideramos nece-sario devolver a Manuel Quiroga —el Sarasate gallego— al lugar que le corresponde en la historia de la música, por el excelente traba-jo desempeñado hasta aquel fatal accidente que acabó con todas sus ilusiones, no permitiendo disfrutar del gran violinista que, en ese mo-mento, iniciaba la etapa de madu-rez. En este año en el que se cum-ple el quincuagésimo aniversario de su fallecimiento y el centenario del afamado Premio de Violín del Conservatoire National de París, Manuel Quiroga, por derecho pro-pio, debe formar, notoriamente, parte de la historia de Galicia, de España y del Mundo.

agradecimientosQueremos agradecer al Museo de Pontevedra, a Dª Milagros Bará y a Dª Teresa García-Sabell por la do-cumentación gráfica que nos han cedido.

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(Argentina), Sinfónica de México, etc., dirigidas por prestigiosos di-rectores como: Fernández Arbós, Pérez Casas, Paul Paray, Sechiari, Georges Enesco, Saco del Valle, Gabriel Pierné, Lamberto Baldi, José Rocabruna, Eduardo Gasparrini, Lamote de Grignón o Sir Thomas Beecham.

La valoración de Quiroga dentro del panorama artístico se mani-fiesta no sólo al comprobar el nú-mero de obras que le dedican los poetas y creadores plásticos, sino que, también, se hace patente en el número de composiciones mu-sicales que otros compositores es-criben para él. Citaremos a modo de ejemplo: Air de Danse de Roger Penau, la Fantasía para violín y or-questa de Eduardo Fabini, Fileuse de César Espejo, la Sonata nº 6, op. 27, de Ysaÿe, o el quinto de los Six comentaires pour violon et piano de Joaquín Nin.

Las críticas siempre le son favora-bles, tan sólo en algunos casos se ataca el repertorio que interpreta, mayoritariamente romántico, en un momento en el que, sobre todo cier-tos críticos, son más favorables a los nuevos aires neoclásicos. Nunca recibirá comentario negativo algu-no acerca de su excelente interpre-tación, de su gran técnica. Por otro lado, debemos tener en cuenta que los grandes violinistas coetáneos a Quiroga también interpretan, ma-yoritariamente, un repertorio de tendencia clásica o romántica. La explicación se encuentra en que el repertorio que acompaña a un in-térprete a lo largo de su vida es, normalmente, aquel en el que se ha formado. No parece, por tanto, muy natural que la actividad profesional se desarrolle en manifestaciones artísticas que requieren una forma-ción muy distinta a la recibida.

Otro aspecto que no debemos olvi-dar de Quiroga es la parte creativo-

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19 Adaptación del Capricho nº6.

20 Siguiendo la tradición de ejecutar sus propias caden-

cias, Quiroga escribe diez cadencias para algunas de

las principales obras del repertorio para violín. En es-

tas piezas incluye muchas de sus dificultades técnicas

más habituales. A excepción de la primera cadencia

del Concierto en ReM de Paganini y de la Cadencia para

una Fantasía, se publicaron en los años 1940 y 1941.

21 Obra de inspiración barroca que bebe en las fuentes de

Vivaldi en el Allegro, de Bach en el Grave y con algún

guiño al folklore en el Presto.

22 Sólo se conserva un manuscrito con los primeros

catorce compases de la introducción del Tutti. No es

posible confirmar, con las fuentes consultadas, que

realmente Quiroga escribiese este concierto.

23 Manuel Quiroga selecciona doce sus composiciones

para una colección de bailes bajo la denominación de

«Danzas Españolas». Posiblemente tuvo en mente su

publicación. Son las siguientes: Canto y Danza Andaluza

(nº1), 1ª Danza Argentina (nº2), 2ª Guajira (nº3),

Zapateado (nº4), Jota nº2 (nº5), Playera y Zapateado(nº6),

1ª Habanera (nº7), Jota (nº8), Zortzico (nº9), Alborada

(nº10), Terra… ¡¡A Nosa!!(nº11) y 1ª Guajira (nº12).

24 Quiroga realiza dos series de variaciones, aunque

muy similares, a partir de Tema del Capricho nº 24 de

Paganini. Tema muy empleado en numerosas composi-

ciones entre las que destaremos las «Variaciones sobre

un tema de Paganini, op. 34 y la «Rapsodia sobre un

tema de Paganini» en la menor, op. 43 de Brahms.

25 Esta combinación métrica, propia de la Petenera y de

la Guajira en el folklore andaluz, la utilizará Quiroga

en las siguientes obras: Segunda Guajira, Segunda

Danza Argentina y Zapateado.

26 Filgueira Valverde, José. «Galicia e Quiroga.», en

Catálogo de la Exposición «Manuel Quiroga Losada 1892-

1961,». Pontevedra: Diputación de Pontevedra, 1992, p.

139.

27 Reseña del recital de Manolo Quiroga: Musicalia, 1

mayo-junio (1928), p. 21; en Villanueva Abelairas,

Carlos: «Dos maneras de entender el uso del material

folklórico: Manolo Quiroga/Andrés Gaos», contenido

de la conferencia celebrada en Pontevedra en el año

2007, p. 4.

28 En las publicaciones españolas Marthe Lemann apare-

ce como Marta Leman.

29 Artículo publicado en La Moda Elegante Ilustrada, del

treinta de septiembre de 1919, en el que hace refe-

rencia al concierto celebrado en el palacio de Algete

de San Sebastián, residencia de la condesa de Casa-

Valencia.

30 «La Semaine Musicales/Aux Concerts Classiques», pu-

blicado en Le Spectateur, del diecinueve de marzo de

1921.

31 Revista Musical de Bilbao de Noviembre de 1913, núm.

11; p. 254-256.

32 Valle Inclán le dedicó el poema ¡Del Celta es la Victoria!

que fue impreso y repartido como propaganda de

exaltación nacionalista en el concierto de La Coruña

del cuatro de agosto de 1918, organizado por la

Asociación de Prensa de La Coruña. El poema es una

variante del incluido en «El Pasajero» en la «Clave V»

con otro título, «Rosa matinal», sin la dedicatoria ni el

envío.

33 Losada Diéguez, Antonio. Op. cit.

34 El sello gallego Tiracolo/Ouvirmos recoge las gra-

baciones originales efectuadas por la Compagnie du

Gramophone en París (1912) y por Victor Camden NJ:

Victrola (1928), en discos de 78 r.p.m., en dos dis-

cos CD que bajo los títulos «Manuel Quiroga & Marta

Leman, Pontevedra París, 1912 y «Manuel Quiroga &

Marta Leman del violino al piano», fueron editados en

2004 y 2006, respectivamente.

35 Así mismo, recomendamos el trabajo de investiga-

ción tutelado «Catálogo de la obra musical de Manuel

Quiroga» (inéd.) que realizamos en el año 2009, bajo

la supervisión del Dr. Carlos Villanueva, y que se puede

consultar en el Departamento de Historia del Arte de

la Facultad de Historia de la Universidad de Santiago

de Compostela.

Musical. Así mismo, la noticia será ampliamente difun-

dida en la prensa española a través de periódicos como

La Correspondencia de España, El País, El Imparcial, La

Gaceta de Santiago, o El Progreso.

4 En el intermedio de este segundo concierto, los artistas

serán homenajeados con una lluvia de flores y una

bandada de palomas que invadirá el escenario.

5 El escultor Asorey hará un busto de Quiroga en 1919

que se encuentra, en la actualidad, en los Jardines del

Dr. Masrescot, en Pontevedra.

6 Finalmente, Ventosa no podrá acudir a esta reunión.

7 «La propaganda regionalista necesita un violín». El

Imparcial, trece de abril de 1919, p.3.

8 En abril de 1912 graba en París sus primeros discos,

no venales, para la Gramophone and the Typewriter

Company.

9 Segunda Guajira, Danza Española, Rondalla y Canto

Amoroso.

10 Sus obras han sido editadas en París por: Editions, J.

Hamelle, Maillochon, Salabert y R. Breton; y en New

York por: G. Schimer.

11 En Santiago de Compostela será atendido por los

doctores García Sabell (que será un gran amigo), y

Somoza.

12 La Junta Directiva del Centro Gallego en Madrid, bajo

la presidencia del arquitecto Sr. Palacios, había soli-

citado en el año 1919 al Gobierno de España la Gran

Cruz de Alfonso XII para el insigne violinista. Este ga-

lardón nunca llegó a otorgársele.

13 Esta biografía fue encargada por el Excmo.

Ayuntamiento de Pontevedra a Fernando Olbes y

Fernando O. Urtaza, dentro de los actos conmemora-

tivos organizados en homenaje a Manuel Quiroga en

1992.

14 Losada Diéguez, Antonio. «O gran artista é dos nosos».

A Nosa Terra, Tomo I, boletín del treinta de junio de

1918, p.2.

15 La segunda cadencia la escribe en París en 1940.

16 Obra que se estrena, en versión de violín y piano e

interpretada por el autor y su mujer, en La Coruña

el treinta y uno de marzo de 1925. En el continente

americano la darán a conocer el veinte de febrero de

1928 en New York. La editorial Maichollon de París lo

publicaría, en esta versión, en 1926 bajo el título de

1er Concerto dans le Style Antique pour violon et piano.

17 Se trata de una Fantasía para violín, escrita a partir del

poema de A.J. Pereira —Lonxe da terriña… lonxe do meu

lar…!— y del tema musical de Juan Montes. Publicada

conjuntamente con «Terra… A Nosa! como un conjunto

de dos piezas para violín solo.

18 Adaptación para dos violines del Capricho nº4.

ca, nº 32 (26 agosto de 1946); p.1.

«Como nos juzgan, sobre Manolo Quiroga» en Eco de

Galicia (La Habana, 1917). Año 12, nº 338 (25 jul.

1928); p. 6-7.

Quiroga, Manuel, 1892-1961 —Aniversarios— 1892-

1992:

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Quiroga, Manuel, 1892-1961 - Crítica e interpretación:

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manario regional ilustrado (Montevideo). -N. 55 (1918);

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Alonso Girgado, Luís. Cuquejo Enríquez, María: Centro de

Investigaciones Lingüísticas e Literarias Ramón Piñeiro

(Santiago de Compostela, 2004), ed, facsimil «El violi-

nista Quiroga», en Centro Gallego. -N. 3 (1917); p. 5

«El violín de Manolo Quiroga, en Centro gallego» en

Centro Gallego: órgano de la Colectividad Gallega en

el Uruguay.— Vol. 4, n. 42 (1920); p. 18-20.

«Una gloria gallega: el violinista Manuel Quiroga» en

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Quiroga, Manuel, 1892-1961. Entrevistas:

«Manolo Quiroga en Pontevedra: un feliz acuerdo de la

Diputación», en Cartel: revista de la vida gallega. Año

2, n. 3 (31 en. 1946); p. 2.

«El «Stradivarius» de Manolo Quiroga» / Alejandro

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«El Eximio violinista Manolo Quiroga en Pontevedra»: bre-

ve charla con el Sarasate gallego / Emilio Canda, en

Finisterre.— Año 1, n. 3 (nov. 1943); p.11-12.

Notas1 Este violín se encuentra, en la actualidad, en el Museo

de Pontevedra y ha sido cedido a esta Institución, al

igual que la mayoría de los fondos documentales de

Manuel Quiroga, por D. Emilio Quiroga Losada, her-

mano del artista, en el año 1972.

2 Primer Premio de Piano del Conservatorio de París en

1902.

3 La prensa parisina se hace eco del acontecimiento

con la publicación de extensos artículos en Le Matin,

Le Figaro, Le Ménéstrel, Le Monde Artiste o Le Monde

Manuel Quiroga comparte tertulia con Carlos Casares, Paz Andrade, Alexandre Bóveda, Castelao y Cabanillas, en la plaza de San José en Pontevedra.

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Autorretrato. Manuel Quiroga Losada.