7 texto chihuailaf elicura. la oralitura (segundo avance)

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LA ORALITURA (Segundo avance) ( Escribe Elicura Chihuailaf ) -------------------------------------------------------------------------------- Desde hace algunos años ya que intentaba atisbar alguna respuesta a reiterativas preguntas acerca del proceso escritural de los creadores indígenas, incluida -desde luego- mi propia escritura. Me detuve entonces a reflexionar. Me di cuenta que de tiempo en tiempo entraba en un Sueño en el que me quedaba para vivir mis días desde, y en, lo cotidiano y lo trascendente. Del diálogo entre mi espíritu y mi corazón (no siempre tan fluido ni transparente como quisiera) me iban habitando textos en la oralidad que aguardaban allí, en ese fogón, para ser escritos. Mientras tanto, para oír su música, me los decía en voz alta, o se los decía a mi madre, a mi padre, o a la tía María. Como mi referente más cercano estaba mi libro de poemas "De Sueños Azules y contrasueños". Sólo de cuando en cuando algunas notas, como señales de su derrotero. En 1994, vista mi intermitente permanencia en mi comunidad llegó el momento en que esos Sueños me pidieron respirar también en la Tierra que Andamos. Me instalé entonces en la pieza de madera donde está aún el viejo escritorio que me regalaron mis padres; en casi dos meses estuvo conformado dicho libro. Ya estaba presente ante mí la posibilidad cierta de la publicación. La posibilidad de ir más allá de la conversación conmigo mismo y con mis hijas y con mis hijos, y las hijas y los hijos de ellas, de ellos; conversación que podía ser también una instancia de diálogo más amplio, en principio con la sociedad chilena. En 1995, en un Encuentro de Escritores Indígenas de América, en la ciudad de Tlaxcala (México), a mi hermano maya Jorge Cocom Pech le comenté de mis reflexiones y le manifesté mi necesidad de saber su opinión. Le dije que había llegado a la transitoria conclusión de que yo era un "oralitor", porque me parecía que mi escritura transcurría al lado de la oralidad de mi gente, de mis mayores (en el respeto hacia ellos, hacia ellas: a su pensamiento), no en el mero artificio de la palabra. Le dije que, además, mi escritura se sostenía en la memoria de mi infancia en la comunidad de Kechurewe, es decir, en mi vivencia de mis conversaciones con los árboles, los bosques, los esteros, los pájaros y las nubes; en mi vivencia de los rituales cotidianos a orillas del fogón de mis abuelos y de mis padres; en mi vivencia de los grandes rituales como el Gillatun (Rogativa de agradecimiento y petición). En mi vivencia de la palabra Azul. De otro modo, le dije que mi "oralitura" -en lo atingente al mundo de lo nombrado- habla a partir de lo que conozco y puedo reconocer en cualquier lugar que esté: como el aroma de las flores y de las hierbas y plantas medicinales de nuestras montañas. De allí también mi permanente y profundo agradecimiento por la maravillosa revelación de lo innombrado que media entre la oralidad (su verbalizacion y el misterioso sonido del silencio) y la escritura.

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La oralitura o poesía etnocultural chilena a partir de las propustas del poeta mapuche Elicura Chihuailaf.

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  • LA ORALITURA (Segundo avance)

    ( Escribe Elicura Chihuailaf ) --------------------------------------------------------------------------------

    Desde hace algunos aos ya que intentaba atisbar alguna respuesta a reiterativas

    preguntas acerca del proceso escritural de los creadores indgenas, incluida -desde luego-

    mi propia escritura. Me detuve entonces a reflexionar. Me di cuenta que de tiempo en

    tiempo entraba en un Sueo en el que me quedaba para vivir mis das desde, y en, lo

    cotidiano y lo trascendente. Del dilogo entre mi espritu y mi corazn (no siempre tan

    fluido ni transparente como quisiera) me iban habitando textos en la oralidad que

    aguardaban all, en ese fogn, para ser escritos. Mientras tanto, para or su msica, me los

    deca en voz alta, o se los deca a mi madre, a mi padre, o a la ta Mara.

    Como mi referente ms cercano estaba mi libro de poemas "De Sueos Azules y

    contrasueos". Slo de cuando en cuando algunas notas, como seales de su derrotero. En

    1994, vista mi intermitente permanencia en mi comunidad lleg el momento en que esos

    Sueos me pidieron respirar tambin en la Tierra que Andamos. Me instal entonces en la

    pieza de madera donde est an el viejo escritorio que me regalaron mis padres; en casi

    dos meses estuvo conformado dicho libro.

    Ya estaba presente ante m la posibilidad cierta de la publicacin. La posibilidad de ir ms

    all de la conversacin conmigo mismo y con mis hijas y con mis hijos, y las hijas y los

    hijos de ellas, de ellos; conversacin que poda ser tambin una instancia de dilogo ms

    amplio, en principio con la sociedad chilena.

    En 1995, en un Encuentro de Escritores Indgenas de Amrica, en la ciudad de Tlaxcala

    (Mxico), a mi hermano maya Jorge Cocom Pech le coment de mis reflexiones y le

    manifest mi necesidad de saber su opinin. Le dije que haba llegado a la transitoria

    conclusin de que yo era un "oralitor", porque me pareca que mi escritura transcurra al

    lado de la oralidad de mi gente, de mis mayores (en el respeto hacia ellos, hacia ellas: a su

    pensamiento), no en el mero artificio de la palabra. Le dije que, adems, mi escritura se

    sostena en la memoria de mi infancia en la comunidad de Kechurewe, es decir, en mi

    vivencia de mis conversaciones con los rboles, los bosques, los esteros, los pjaros y las

    nubes; en mi vivencia de los rituales cotidianos a orillas del fogn de mis abuelos y de mis

    padres; en mi vivencia de los grandes rituales como el Gillatun (Rogativa de

    agradecimiento y peticin). En mi vivencia de la palabra Azul.

    De otro modo, le dije que mi "oralitura" -en lo atingente al mundo de lo nombrado- habla a

    partir de lo que conozco y puedo reconocer en cualquier lugar que est: como el aroma de

    las flores y de las hierbas y plantas medicinales de nuestras montaas. De all tambin mi

    permanente y profundo agradecimiento por la maravillosa revelacin de lo innombrado

    que media entre la oralidad (su verbalizacion y el misterioso sonido del silencio) y la

    escritura.

  • Convinimos que nuestra ritualidad ante la escritura, sin la intencin de calificar, es

    diferente. El elemento esencial es que partimos desde visiones de mundo distintas (en

    ningn caso excluyentes) y de una relacin tambin distinta con lo que es el libro como

    cuerpo y objetivo primordial. Todo esto como una constatacin, nada ms. En definitiva,

    concordamos que era necesario continuar en el intercambio de ideas en torno a la

    Oralitura, para ir acotando su fundamentacion. As lo hicimos en el Taller Suramrica de

    Escritores en Lenguas Indgenas que se desarroll en la Regin Mapuche, en 1997, en un

    conversatorio en la ciudad de Cunco /Agua que dice cumcum. A ello se refiri despus mi

    hermano yanacona (pueblo que habita en departamento del Cauca, en el sur de Colombia)

    Freddy Chicangana, en un artculo en el diario "El Espectador" de Bogot.