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Nueva Revista de Filología Hispánica ISSN: 0185-0121 [email protected] Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios México Núñez, César La Antología de la poesía mexicana moderna de Manuel Maples Arce y la poesía mexicana de los años veinte Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. LIII, núm. 1, enero-junio, 2005, pp. 97-127 Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=60253104 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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  • Nueva Revista de Filologa HispnicaISSN: [email protected] de Estudios Lingsticos y LiterariosMxico

    Nez, CsarLa Antologa de la poesa mexicana moderna de Manuel Maples Arce y la poesa mexicana de los

    aos veinteNueva Revista de Filologa Hispnica, vol. LIII, nm. 1, enero-junio, 2005, pp. 97-127

    Centro de Estudios Lingsticos y LiterariosDistrito Federal, Mxico

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  • LA ANTOLOGA DE LA POESA MEXICANAMODERNA DE MANUEL MAPLES ARCE

    Y LA POESA MEXICANA DE LOS AOS VEINTE

    Pero me haba propuesto hablarle de cosas ms vivasy actuales, e insensiblemente me he detenido en lacontemplacin del pasado.

    MANUEL MAPLES ARCE, Carta a un escritor ingls

    La obra posterior a 1928 de los escritores que formaron parte delmovimiento estridentista es frecuentemente desatendida1. La im-portancia y la estridencia de la produccin vanguardista pa-rece haber acarreado el descuido con que la crtica ha tratado elderrotero esttico del grupo. En efecto, la atencin ofrecida alperodo de actividad estridentista ha opacado la trayectoria pos-terior de los autores que se adscribieron al movimiento. Sinembargo, hay una enorme cantidad de publicaciones de esos mis-mos escritores que, tanto por sus caractersticas como por las re-laciones con sus textos de vanguardia, merece ser considerada alanalizar la historia cultural mexicana del siglo XX.

    El caso de Manuel Maples Arce, por ser el iniciador del mo-vimiento estridentista y por la radical modificacin de su poti-ca, es uno de los ms notables. La Antologa de la poesa mexicanamoderna, publicada por el autor en Roma en 1940, ofrece unainmejorable oportunidad de observar estas modificaciones queataen tanto a su poesa como a su discurso crtico.

    1 LUIS MARIO SCHNEIDER considera que el estridentismo termina con la cada delgobierno del general Jara en Veracruz, a fines de 1927, a pesar de algunas publica-ciones en El Universal Ilustrado en 1928 (El estridentismo o una literatura de la estrategia,CONACULTA, Mxico, 1997, p. 211; en adelante referir a esta ed. por apellido ynmero de pgina entre parntesis). Tambin JORGE RUFFINELLI dice que los estri-dentistas surgieron en 1922 y comenzaron a desvanecerse cinco aos despus(El estridentismo: eclosin de una vanguardia, La escritura invisible, UniversidadVeracruzana, Xalapa, 1986, p. 41).

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  • En efecto, el inters del volumen es mltiple, puesto quepermite analizar, por un lado, los cambios en su potica se tra-ta de una de las primeras publicaciones de sus poemas desde elcierre del movimiento estridentista2 y, por otro, toda una se-rie de reflexiones crticas sobre la poesa, tanto la de los autoresincluidos en la antologa, como sobre la propia, ya que el textode presentacin a la seleccin de sus poemas se refiere a lastransformaciones que su obra ha sufrido desde la dcada de losaos veinte. Es de especial inters la inclusin de los poetas delgrupo Contemporneos, con los que puede advertirse un par-ticular enfrentamiento personal, esttico y crtico. El prlogo ylas presentaciones a cada uno de los poetas seleccionados per-miten, a la vez, observar qu concepciones de la literatura seponen en juego y de qu herramientas crticas se echa mano.

    Ms all del encono con que Maples Arce se relaciona conlos que considera sus injustos crticos del grupo sin grupo,cabe preguntarse si toda explicacin de los cambios en supotica y en su concepcin de la literatura debe recurrir al se-alamiento de una constante homofobia, de una adscripcinirrestricta a las polticas estatales o del paso del tiempo. Tam-bin es posible apuntar causas literarias que contribuyan a ex-plicar ese cambio: por un lado, el triunfo, por decirlo as, dela concepcin de la poesa de los Contemporneos (la poesa yno la narrativa, que qued mucho ms signada por los recla-mos nacionalistas del gobierno revolucionario). Por otro, unenfoque representacionalista de la literatura que ya estaba innuce en el mismo estridentismo; ms an cuando este viraje ycasi ocultamiento de las actividades estridentistas se verificanno slo en Maples Arce sino tambin en Germn List Arzubide

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    2 Poco ms de un ao antes, el 15 de febrero de 1939, haban aparecido en Letrasde Mxico (vol. 2, nm. 2, p. 3) los poemas Venus Prospecto y Renacimiento (hay ed.facs. de la revista, en la coleccin Revistas Literarias Mexicanas Modernas, F.C.E., 1985; lospoemas se reproducen en el t. 2, p. 21); MAPLES ARCE los recopilara, junto con los tresnuevos poemas aparecidos en la Antologa de 1940, en Memorial de la sangre (Talleres Gr-ficos de la Nacin, Mxico, 1947). Excepto las reimpresiones de tres Poemas interdictosen El Universal Ilustrado (Paroxismo, 15 de septiembre de 1927; Cancin desde un ae-roplano, 12 de julio de 1928 y Puerto, 12 de septiembre de 1929), los poemas de 1939y 1940 son los primeros publicados desde que, en El Universal Ilustrado del 22 de noviem-bre de 1928, apareciera Jornada (nunca recopilado en libro por el autor; reproducidoen SCHNEIDER, p. 243). Por lo dems, las nicas publicaciones literarias en libro desdePoemas interdictos (Horizonte, Xalapa, 1927) son traducciones: en julio de 1929 John DosPassos edit en New York su versin de Vrbe (Metrpolis, The T. S. Book Company) y en1936 apareci en Bruselas Pomes interdits, traducidos por Edmond Vandercammen (LesCahiers du Journal des Potes).

  • y Arqueles Vela, aunque Maples Arce es quizs el ms radicali-zado en su cambio de concepcin.

    De un modo notoriamente opuesto a cualquier actitud van-guardista, los ex-estridentistas no dejaron de escribir sobre lahistoria de la literatura mexicana. De hecho podra decirseque, pasados los aos de efervescencia del movimiento, el prin-cipal inters de los poetas y escritores estridentistas consisti enuna revisin de la literatura previa. No deja de ser llamativo elpaso del cosmopolitismo de los aos estridentistas al nacio-nalismo posterior y a la sistemtica revisin del pasado queemprenden entonces3.

    Como el ttulo anuncia, la Antologa de la poesa mexicanamoderna es, desde luego, una revisin de la tradicin y una in-tervencin en la constitucin del canon de la literatura mexica-na. Lo que en primera instancia llama la atencin es que estarevisin de la poesa mexicana moderna la realiza un poeta queen la dcada de 1920 se present como vanguardista. En efec-to, podra sorprender que el mismo escritor que en diciembrede 1921 publicaba el comprimido estridentista (la hoja quecontena un directorio de vanguardia con ciento ocho colegas,de claras pretensiones cosmopolitas, y que de hecho inclua enel punto X el explcito reclamo: cosmopoliticmonos), seencuentre en 1940 intentando participar de la construccin deun canon nacional. La posible extraeza de esta actitud saltaaun ms a la vista si se vincula con la forma en que la crtica fre-cuentemente percibe la irrupcin del estridentismo:

    Como todos los escritores de vanguardia, los estridentistas per-seguan una sntesis cultural, pero dentro de su propia poca;rechazaban toda contaminacin con el pasado, en especial con elinmediato eran esencialmente renovadores y por eso atacabany zaheran a los escritores tradicionalistas o conservadores, y odia-ban a quienes conceban cualquier esttica como definitiva4.

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    3 Por ejemplo, ARQUELES VELA iniciar una larga serie de textos crticos en 1941,con el volumen Evolucin histrica de la literatura universal (Fuente Cultural, Mxico,1941), reeditado en varias oportunidades como Literatura universal (Botas, Mxi-co, 1951, 1959, 1974 y Porra, 1982, 1990); en la misma lnea pueden mencionarseTeora literaria del modernismo. Su filosofa, su esttica, su tcnica (Botas, Mxico, 1949),reimpreso en varias oportunidades por Porra, y Fundamentos de la literatura mexicana(Patria, Mxico, 1953; con una 2 ed. en 1966).

    4 SCHNEIDER, pp. 35-36. As, suele considerarse, y no sin razn, que el estridentis-mo fue un movimiento cuyo objetivo mximo era demoler la literatura anterior:[en 1923] el duelo se desarrollaba entre escritores que a toda costa queran mantener

  • En efecto, Maples Arce escribe en noviembre de 1922 unensayo en el que expone cmo vea la poesa que se haba escri-to antes de su rebelin:

    La poesa, en Mxico, es un tendajn mixto lleno de tepalcatesromnticos, toda menos original que un tibor de la basura. Feliz-mente, los interventores del estridentismo la hemos puesto en li-quidacin. Es posible que aqu en Mxico los poetas sean los quemenos entiendan de estas cosas. Aun hay muchas gentes que sealumbran con lmparas de petrleo: se espantan de la luz elctri-ca. Mary Pickford y Lenin les meten miedo. La proyeccin fericade nuestros irradiadores tiene azorada de aluminio la ciudad. Perono quieren entender que Charlot es representativo y democrti-co. No vibran. Sus nervios estn hechos de pita de Campeche5.

    Dado que la antologa es el primer libro relativo a literaturaque Maples Arce publica desde los Poemas interdictos, de 1927,

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    vigente una poesa caduca y otros que queran renovarla y vitalizarla (SCHNEIDER,p. 85); La contribucin ms importante de los estridentistas [consiste] en haber in-troducido en Mxico las nuevas tendencias vanguardistas y en haber roto el cordnumbilical que ataba a la poesa mexicana a formas novecentistas gastadas (LuisLeal, Movimientos literarios de vanguardia en Iberoamrica, University of Texas, 1965,p. 86, apud STEFAN BACIU, Estridentismo, estridentistas, Instituto Veracruzano de Cultu-ra, Veracruz, 1995, p. 34). Las referencias a la irrupcin revolucionaria del es-tridentismo, que rompe los lazos con la tradicin potica mexicana, podranmultiplicarse indefinidamente, pero merecen resaltarse algunas expresiones de Ger-mn List Arzubide, no slo porque en algunas de ellas exalta la rebelda juvenil delmovimiento (vase BACIU, op. cit., p. 12), sino porque a menudo conecta esa rebeldacontra la vieja literatura con la revolucin contra la vieja poltica: [ Jara] nos inte-rrog a Maples Arce y a m sobre lo que era el movimiento [estridentista]. Hubo unaexplicacin ardorosa, en la que se habl de romper viejos moldes y arrumbar a viejospoetas, en su mayora maculados de servicios al viejo dictador Porfirio Daz y de trai-cin a Madero y entrega al asesino de ste, Victoriano Huerta (ibid., p. 31); e inclu-so incorporan los tpicos del discurso nacionalista: [Jara] comprendi que ennuestra protesta lrica y nuestra actitud combativa contra lo apolillado y lo falaz, ha-ba una actitud de violenta repulsa a todo lo intil, lo ruin, lo parasitario o mendaz,en conjunto, la imagen de un mundo que haba engendrado la miseria, el dolor, laangustia, la desilusin y el desencanto que iban infiltrndose en la savia viril de nues-tra juventud y de nuestro pueblo (SCHNEIDER, p. 140).

    5 El Universal Ilustrado, 30 de noviembre de 1922, apud BACIU, op. cit., p. 64 (ySCHNEIDER, pp. 60-61). Por lo dems, la famosa crtica a los lamecazuelas, que segnSERGIO MONDRAGN remite a poetas como Urbina, Daz Mirn, Nervo, quienes sloescriban poesa descompuesta y podrida, adems de ser porfiristas, huertistas,diplomticos! (prl. a Poemas estridentistas de Germn List Arzubide, El Tucn deVirginia, Mxico, 1998, p. 15), puede ser leda tambin como una acusacin a losContemporneos, muchos de los cuales, en el primer ao del estridentismo, ya te-nan puestos en distintas dependencias del gobierno.

  • en el apogeo del estridentismo6, el proyecto de la antologa nodeja de llamar la atencin. Sin embargo, ya desde 1925, mo-mento en que los estridentistas se instalan en Xalapa como fun-cionarios de la gestin de gobierno del Estado de Veracruz delgeneral Jara, Maples Arce parece haberse dedicado a activida-des relacionadas con la formacin de una esttica nacionalistarevolucionaria. Dice Jorge Ruffinelli que

    En las propias impresoras del Gobierno, empezaron a aparecerlibros de los estridentistas pero tambin otros que mostraban lapreocupacin poltica: El Imperio de los Estados Unidos de RafaelNieto, Los de abajo de Mariano Azuela, El Caf de Nadie de Vela, ElMovimiento Estridentista de List Arzubide, Poemas Interdictos delpropio Maples y hasta el Polifemo de Gngora ya que se celebrabael tricentenario de su muerte. Al mismo tiempo, comenz a apa-recer la revista Horizonte, con un contenido variado entre literatu-ra y problemas sociales, educativos, histricos, tecnolgicos7.

    Este programa de publicaciones no debe aislarse del creci-miento de la posicin nacionalista a raz de la polmica desata-da en El Universal Ilustrado. Puesto que 1925 es tambin el aoen que se desarrolla el debate en torno a la virilidad o el afemi-namiento de la literatura mexicana, tras el cual puede verse lapregunta sobre cmo debe ser una literatura nacional acordecon el programa cultural revolucionario8. Las posiciones ya de-lineadas en 1925 encontraran un nuevo foco de discusin en1932, a raz de la encuesta Existe una crisis en nuestra litera-

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    6 En el lapso que va de 1927 a 1940, MAPLES ARCE edit como libro una conferen-cia sustentada en la Cmara del Trabajo de Xalapa el 1 de mayo de 1927 (El movi-miento social en Veracruz, Talleres Grficos del Gobierno del Estado, Veracruz, s.f.) yuna radioconferencia dictada en la estacin XEFO el 21 de abril de 1934 (El espritudel plan educativo, Mxico, 1934).

    7 Art. cit., p. 47. Es curiosa la enumeracin de libros como El Caf de Nadie o elPolifemo en un listado tendiente a demostrar la preocupacin social y poltica delos estridentistas, que parece mejor demostrada en otros ttulos de Ediciones de Ho-rizonte o en los artculos de la revista que refiere Ruffinelli: La cuestin religiosa enMxico, Pginas de lucha social, Instalacin de la antena area, La lucha por elpetrleo, Ensayo sobre el danzn, etc.

    8 VCTOR DAZ ARCINIEGA, que analiza el debate en su libro Querella por la culturarevolucionaria (1925), dice que se puede observar que la polmica literaria estprofundamente enraizada en su propio tiempo. As lo manifiestan el lenguaje ylas preocupaciones; prueba de ello son los conceptos de afeminado y viril, a losque se les da valor esttico y se consideran trminos excluyentes. Lo ms sorpren-dente es que con los dos conceptos y tal relacin, algunos polemistas pretenden for-mar las categoras estticas y el esquema analtico suficientes para ponderar yencauzar a la literatura mexicana (F.C.E., Mxico, 1989, p. 56).

  • tura de vanguardia? otra vez en las pginas de El UniversalIlustrado9 y llegaran hasta 1938, cuando en una nueva en-cuesta, esta vez en la revista Hoy, organizada por AntonioMagaa Esquivel y titulada Los nuevos valores en la poesa deMxico: una encuesta en torno de la ltima generacin litera-ria, se contine la discusin sobre la literatura nacional10.

    As, si bien la preocupacin por la literatura nacional deManuel Maples Arce en 1940 puede atribuirse a intereses di-plomticos u oficiales, no deja de estar presente la construc-cin de un discurso literario nacionalista como resultado de laspolmicas anteriores y, en ese sentido, puede hablarse de ungenuino inters crtico. Es ese mismo inters crtico el que lolleva a publicar sus dos siguientes libros: cuatro aos despusde aparecida la antologa, es editada en forma de libro su con-ferencia sobre El paisaje en la literatura mexicana y, en mayo de1946, la antologa Siete cuentos mexicanos11, cuyo prlogo el au-tor recopil en 1956 en el volumen de ensayos Incitaciones y va-loraciones. En este ltimo libro, adems de estudios particularestales como La obra de Justo Sierra o Recordacin de JosJuan Tablada, pueden tambin encontrarse cantidad de traba-jos panormicos: La novela mexicana (conferencia dictadaen Panam en 1947), Libros mexicanos (discurso pronuncia-do en Santiago de Chile el 15 de mayo de 1950), o una Carta aun escritor ingls en la que presenta la cultura mexicana y, l-gicamente, se refiere a la literatura del pas.

    En esta serie de textos puede notarse que la revisin de laliteratura mexicana que realiza Maples Arce entre 1940 y 1956se detiene con mayor comodidad en la narrativa que en la poe-sa. En efecto, de resultas de la serie de discusiones iniciadas en1923, puede observarse un discurso nacionalista consolidadoalrededor del gnero novelstico (en particular en torno a la

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    9 Los textos de la polmica han sido recopilados por GUILLERMO SHERIDAN en M-xico en 1932: la polmica nacionalista, F.C.E., Mxico, 1999.

    10 SHERIDAN transcribe algunos pasajes de las intervenciones en Los Contempo-rneos ayer, F.C.E., Mxico, 1985, pp. 375-378. Con irona dice Jos Emilio Pachecoque la encuesta, en tanto retoma las antiguas acusaciones de afeminamiento y faltade nacionalismo, debi llamarse Balance y liquidacin de los Contemporneos(Revueltas, Paz, Taller y Contemporneos, Diorama de la Cultura, suplemento de Excl-sior, 30 de mayo de 1976, p. 14, apud SHERIDAN, Los Contemporneos ayer, p. 375).

    11 T. 5 de la coleccin Biblioteca Selecta (Panam, 1946), dir. por ROGELIO SINN,quien, bajo el seudnimo Bernardo Domnguez Alba, publicara un volumen sobrela poesa de Maples Arce: Los valores humanos en la lrica de Maples Arce (Conferencia,Mxico, 1959).

  • obra de Mariano Azuela) y enfrentado, de modo cada vez msexplcito, con la poesa de los Contemporneos.

    La dificultad para considerar la poesa mexicana de losaos veinte a la luz de la categora de literatura nacional pue-de verse, mejor que en ningn otro texto de Maples Arce, en suconferencia El paisaje en la literatura mexicana. All, el autor haceun repaso de las descripciones de paisajes que encuentra en laliteratura mexicana. Pero se trata fundamentalmente de la lite-ratura del siglo XIX: en un ensayo con una fecha de escrituratan tarda como 194412, la poesa moderna y las generacio-nes ms recientes se encuentran representadas por la obra deRamn Lpez Velarde:

    Aunque la poesa moderna se oriente hacia otras perspectivas, enlos poetas de hoy no es raro encontrar tambin la sugestin lricadel paisaje. El poder de visin representativa de la naturaleza,que como hemos estudiado, tiene tanta significacin en la litera-tura mexicana, se manifiesta asimismo en las generaciones msrecientes. Pero con una diferencia: que en stas, el sentimientodel paisaje es de ndole ms subjetiva recurrir tan slo a unode los poetas ms significativos, Ramn Lpez Velarde, que en elpaisaje de Mxico encontr elementos alegricos para interpre-tar el espritu nacional13.

    Como puede verse, la idea de la poesa moderna est im-pregnada de una doble reminiscencia romntica, la sugestinlrica del paisaje (que porta, a su vez, la nocin de represen-tacin de la naturaleza como caracterstica de la literaturamexicana) y la subjetividad que Maples Arce ve como rasgo dis-tintivo de las generaciones ms recientes. Pero sin duda loms interesante del pasaje es la ubicacin de Lpez Velardecomo paradigma potico contemporneo, no slo porqueel conferenciante acepte de modo irrestricto el canon oficial(de hecho estos dos prrafos preludian el fragmento de La sua-ve patria que el autor cita); tampoco porque consecuentementeincorpore a su discurso la idea decimonnica del vate que in-terpreta el espritu nacional, reuniendo nacionalidad y poesaen su figura; sino fundamentalmente porque Lpez Velardesirve a Maples Arce para omitir todo lo escrito en Mxico

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    12 En la portada del libro se anuncia que El presente ensayo fue escrito para laUniversidad de Cambridge, en la primavera de 1944.

    13 El paisaje en la literatura mexicana, Porra, Mxico, 1944, p. 80.

  • entre 1921 y 1944, perodo en el que est comprendida su pro-pia obra14.

    De una u otra manera, el hecho ms llamativo en cuanto alttulo de la antologa de Maples Arce es que repite exactamen-te el que usara Jorge Cuesta en 192815. Las relaciones con laantologa del grupo de los Contemporneos no terminan all.Es clara la voluntad de Maples Arce de convertir la suya en unasuerte de rectificacin de lo que considera implcitamenteerrores y malas intenciones de la antologa del grupo sin gru-po. En aquella oportunidad, a pesar de ser incluida, la obra deMaples Arce haba sido duramente criticada16. Dice el textode presentacin:

    Esta isla que [Maples Arce] habita y que bautiz en un alarde deacometividad pretrita, romntica con el nombre injustifica-do de estridentismo, le ha producido los beneficios de una popula-ridad inferior, pero intensa El marco de socialismo poltico enque ha sabido situarse le ha sido, para estos fines, de la mayor uti-lidad. La poesa de Maples Arce intenta una fuga de los moldesformales del modernismo pero incurre, con frecuencia, en de-plorables regresiones romnticas. El tono mismo del alejandrinoque prefiere y que desarticula con escasa agilidad lo ata a esatradicin que contina precisamente cuando ms la ataca17.

    No era la primera, ni sera la ltima, de las descalificacionesque la poesa estridentista de Maples Arce reciba del grupo de

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    14 El hecho de que en la poesa estridentista el paisaje sea urbano no es suficien-te impedimento: en la conferencia MAPLES ARCE se refiere a escritores del siglo XIXque han descrito la ciudad en su obra, como es el caso de ngel de Campo (op. cit.,p. 41).

    15 El mismo ttulo volver a ser usado por Andrew P. Debicki en su propia selec-cin (Tamesis, London, 1977).

    16 Los textos de Maples Arce que los Contemporneos haban incluido son:Prisma, Y nada de hojas secas y Tras los adioses ltimos de Andamios interiores;y Cancin desde un aeroplano, Paroxismo y Saudade (de Poemas interdictos).De stos, en su antologa, Maples Arce slo incluye Prisma. Los restantes seis poe-mas propios seleccionados son los tres nuevos ya mencionados, el tercer fragmentode Vrbe (aunque con una tipografa menos estridente: Urbe) y dos tomados del li-bro Poemas interdictos: Puerto y Revolucin.

    17 JORGE CUESTA, Antologa de la poesa mexicana moderna, F.C.E.-SEP, Mxico,1985, p. 157. En una reciente recopilacin de artculos, EVODIO ESCALANTE dedica unextenso fragmento a criticar los espejismos de la crtica, como llama a la lecturadel estridentismo que surge de los Contemporneos; sin embargo, cae ms adelanteen los mismos espejismos que criticaba y repite esa lectura: no me queda sino darle larazn a Jaime Torres Bodet (Elevacin y cada del estridentismo, Ediciones Sin Nom-bre-CONACULTA, Mxico, 2002, p. 71).

  • los Contemporneos. En su famosa conferencia sobre La poe-sa de los jvenes de Mxico, dictada en mayo de 1924, diceXavier Villaurrutia:

    Manuel Maples supo inyectarse, no sin valor, el desequilibrado pro-ducto europeo de los ismos; y consigui ser, a un mismo tiempo, eljefe y el ejrcito de su vanguardia Sus afines, usando los repetidostrajes que l, repitiendo sus mismas frases, acabaron por parecrse-le al grado de hacer imposible cualquier distincin personal. Conesto, y sin proponrselo, Manuel Maples Arce ha logrado crear unainconsciencia potica colectiva, un verdadero unanimismo muysemejante, si no fuera contrario, al que propuso en Francia JulesRomains. Lstima que esta conclusin no haya sido previamenteanunciada por los estridentistas en sus sonoros propsitos. Aunque,bien mirado, no es tarde para hacerlo18.

    Tambin Jaime Torres Bodet dira, en un texto que con-tribuye a demostrar que l fue el autor de la presentacin deMaples Arce en la antologa de Jorge Cuesta:

    la temperatura que circula en las arterias de sus alejandrinos, losalva en el preciso punto en que lo compromete, ligndolo a lque hubiera querido aterrizar de un salto hermoso, brusco, sobreel litoral de un nuevo mundo con la misma tradicin de melan-colas que el programa lrico de su escuela: el estridentismo, haceprofesin de abominar19.

    Este enfrentamiento con los Contemporneos tendr unnuevo episodio en 1941, cuando se publique Laurel, antologa dela poesa moderna en lengua espaola, cuyo prlogo estaba redac-tado por Xavier Villaurrutia20. Maples Arce acusa el golpe y,

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    18 Obras, F.C.E., Mxico, 1966, p. 827 (la ed. original es de septiembre de 1924,como separata de la revista Antena).

    19 Perspectiva de la literatura mexicana actual, Contemporneos, septiembre de1928, nm. 4. ANTHONY STANTON seala las indudables semejanzas, tanto en el estilocomo en el tipo de reparo entre este texto y la nota introductoria de la antologa(Inventores de tradicin: ensayos sobre poesa mexicana moderna, El Colegio de Mxico-F.C.E., Mxico, 1998, p. 34), que reafirman la atribucin de esta ltima a Torres Bo-det en el ejemplar del libro hallado por Guillermo Tovar de Teresa. ESCALANTE dapor hecho la autora de Torres Bodet (op. cit., p. 28). Volver ms adelante sobre lacuestin de la autora de las presentaciones de la antologa de 1928.

    20 La antologa (Sneca, Mxico, 1941) fue preparada por Emilio Prados, Xa-vier Villaurrutia, Juan Gil-Albert y Octavio Paz. En relacin al prlogo de Villaurru-tia, PAZ ha sealado un rasgo notorio y que contribuye, desde luego, a la eliminacindel estridentismo de la historia literaria: Por arte de prestidigitacin se evaporan las

  • de un modo no del todo velado, en la Carta a un escritor in-gls, critica nuevamente a los Contemporneos:

    con harta frecuencia el fcil acceso al erario, propio o ajeno, oca-siona la deformacin de una obra cumplida, cuya presentacinviene expuesta al capricho de manoseadores. Por todas partes sepublican pretendidas selecciones y antologas, que en rigor noson sino la autoentronizacin de los seleccionadores, quienes seamparan de unos cuantos nombres prestigiosos a fin de redimir-se de la oscuridad. El tiempo se encargar de desautorizarlos yenterrarlos en el olvido; pero nadie puede evitar que, circunstan-cialmente, siembren la confusin y den una nota lastimera enel concierto de las realizaciones espirituales de un pas. Si el lau-rel de Apolo no fuese de un vigor perenne, la frente del dios es-tara ya desnuda a causa del pillaje con que se le afrenta. Mas noquisiera derivar esta carta hacia un terreno desagradable. Bsteleque, como aviso dado en deber de sinceridad, le diga que yo tam-bin podra hacer mas las palabras de William Cowper:

    and with a just disdainFrom at affeminates, whose very looksReflect dishonour on the land I love21.

    Maples Arce retoma aqu el tpico del afeminamiento dela literatura, que de 1925 a 1938 haba sido usado en contrade los Contemporneos. Sin considerar con demasiada preci-sin la datacin de los diversos textos a los que se refiere y ana riesgo de ciertos anacronismos y generalizaciones, DanielBalderston ubica esta serie de enfrentamientos en el marco delos conflictos entre el nacionalismo revolucionario y las expre-siones of homosexual desire in the intellectual and artistic

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    vanguardias y sus distintas manifestaciones americanas y espaolas. La continuidadtriunfa a expensas de la ruptura (eplogo a la 2 ed. de Laurel, Trillas, Mxico, 1986,p. 491).

    21 Carta a un escritor ingls, en Incitaciones y valoraciones, Cvltvra, Mxico,1956, p. 84. El texto, que no tiene datacin en su recopilacin en el volumen, se po-dra fechar poco despus de la publicacin de Laurel: es anterior al fin de la SegundaGuerra Mundial pero cercano a l, puesto que dice: Yo, que he vivido y sentido laangustia y la tragedia de la Europa de los ltimos ocho aos, acaricio con frecuenciala idea de que, cuando termine la guerra y empiece la reconstruccin y la edifi-cacin de un mundo mejor, se solicite tambin aqu el pincel de nuestros artistas(p. 88), vale decir, el final de la guerra se ve inminente. La referencia a los ochoaos de tragedia europea hace pensar que quizs Maples Arce contabiliza en ellosla guerra civil espaola, lo que permitira fechar la carta en 1943. En todo caso, eltexto es posterior a la entrada en la guerra de Mxico, que menciona en la p. 81.

  • circles in Mexico City from the 1920s onward22. Es indudable-mente cierto que la acusacin de homosexualidad fue una delas herramientas con la que muchos persiguieron a los Con-temporneos23. Sin embargo, no parece conveniente reduciresa persecucin a un enfrentamiento de valores morales; sobretodo porque se corre el riesgo de perder de vista la pugna pol-tica que est implcita en l (incluyendo en ella, desde luego,una pugna poltica relativa a posiciones de poder en el mbitoliterario)24.

    Por lo dems, en lo que atae a la Antologa de la poesa mexi-cana moderna en particular, es preciso sealar dos cuestionesque, ms all de la homofobia y del intento de autoconsagra-cin que puedan observarse legtimamente en ella, obligan aconsiderar que las posiciones crticas adoptadas estn sujetasa una serie de variables mucho mayor y acaso ms compleja.Por un lado, la continuidad que Maples Arce ve en su poesa de

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    22 Poetry, revolution, homophobia: Polemics from the Mexican Revolution,en Hispanisms and homosexualities, eds. S. Molloy & R. McKee Irwin, Duke UniversityPress, Durham, 1998, p. 57.

    23 En 1934, MAPLES ARCE, en calidad de diputado del Congreso de la Nacin, se-ra uno de los principales promotores de una vergonzosa campaa inquisitorial de lacual an se jacta en 1967: En una ocasin nos reunimos en el Saln Verde de la C-mara de Diputados para tratar el problema de los homosexuales en el teatro, el artey la literatura. Aunque hubo declaraciones reprobatorias, el diablo meti el dedo yellos se quedaron ms orondos que nunca (Soberana juventud, Plenitud, Madrid,1967, p. 277). Pero por ms que se trate de enfocar la persecucin como un asuntode moral pblica, el texto enseguida demuestra que de lo que se trata es de unproblema de construccin del prestigio y del poder cultural: El espritu de mafia lesdio preponderancia. A veces emprendan verdadera persecucin contra quienes seresistan a solidarizarse con sus intentos de hegemona intelectual o se negabana entrar en aquel manipodio. Fue la poca de la insistente publicidad de Proust yGide, en cuya obra se amparaba la comedia de maricones y el cinismo de los pede-rastas (loc. cit.). Maples Arce recurre finalmente a la trillada acusacin de apolitici-dad, demostrando as que no se trata de perseguir a los homosexuales sino a losContemporneos: Para escapar de toda responsabilidad adoptaron una posicinneutra que les permiti sobrevivir por encima de todos los conflictos ideolgicosque han conmovido al pueblo mexicano Tampoco en el orden literario aportaroninnovacin alguna Pretendan una esttica que los exima de compromisos y lospona al margen de toda obligacin responsable (op. cit., p. 278) y, por si quedasendudas sobre quines son los aludidos: A la sombra de protectores deseosos deaparecer como mecenas intelectuales, editaron, con el dinero de la nacin, una an-tologa en que los agraciados escribieron sus panegricos, los unos sobre los otros(loc. cit.). Un ao despus de publicado este libro de memorias, Maples Arce tendrala oportunidad de demostrar que l tambin saba cmo sobrevivir por encima delos conflictos ideolgicos que han conmovido al pueblo mexicano.

    24 Ya DAZ ARCINIEGA, al analizar la polmica de 1925, ha sealado su trasfondopoltico (op. cit., passim).

  • 1940 respecto de su obra estridentista, rasgo que sin duda me-rece algn tipo de explicacin. Por otro, el hecho de que lasherramientas crticas de las que echa mano revelan a contra-pelo del carcter de inquisidor que histricamente intentocupar Maples Arce el triunfo de la concepcin potica de losContemporneos (y conviene subrayar concepcin potica, pues-to que como se dijo la idea de narrativa s estar mucho msimpregnada de un discurso plenamente nacionalista).

    Del intento de responder a la antologa de Jorge Cuesta sur-gen las constantes protestas de objetividad que Maples Arcehace en el prlogo a su seleccin: No podr acusarse a estaAntologa de parcialidad; ningn prejuicio determina su selec-cin; una simpata que no excluye la severidad marca sus lmi-tes y evala sus corrientes de emocin comunicativa (p. 7). Laprimera oracin del prlogo a la antologa ya introduce esa preo-cupacin: La presente Antologa rene las manifestacionesms nuevas de la poesa mexicana y subraya, con imparciali-dad, sus esenciales rasgos (p. 5). El seleccionador se presentaa s mismo como objetivo y un poco complaciente o paternalistafrente a los que, sin ser o haber sido vanguardistas, difcilmentepueden ingresar en la denominacin de poetas modernos:

    Esta Antologa no se inclina hacia ninguna tendencia, porque lospoetas que expresan ms radicalmente deseo de transformacinconstituyen un reducido grupo. Es obvio decir que una Antolo-ga que slo contuviera la poesa, en el sentido de una extrematensin lrica, fuerza de subversin absoluta o maravilla excep-cional, como la llama Valry, se armonizara en una estructurams perfecta y respondera mejor al gusto y a la sensibilidad dela nueva generacin, pero tendra que callar entonces, con exce-siva exigencia, no pocos nombres. Si fuera intransigente, deberaignorar algunos poetas, pero un sector de la obra lrica mexicanaquedara en la sombra. Una crtica justa, ceida de emocin,puede esclarecer el panorama literario de Mxico, poco conoci-do en el extranjero, y, muchas veces, errneamente apreciado(pp. 5-6).

    Es decir que en la antologa debera haber ms y menospoetas seleccionados: ms porque, queriendo ser objetivo, seabstiene de incluir a los poetas que expresan ms radicalmen-te deseo de transformacin (los estridentistas, se infiere), ymenos porque, si slo incluyera aquello que merece llamarsepoesa (extrema tensin lrica, fuerza de subversin absoluta o

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  • maravilla excepcional), muchos de los presentes no estaran25.Como puede verse, no es tan intransigente Maples Arce comopara excluir a ninguno de los Contemporneos seleccionadosen la antologa de Jorge Cuesta, excepto Gilberto Owen. Ni estan sectario para incluir a alguno de los dems poetas estriden-tistas y tambin en esto su antologa se parece a la de JorgeCuesta. En la medida en que en la presentacin de sus propiospoemas Maples Arce no hace ninguna mencin al grupo van-guardista, ninguna referencia al evangelio ni a los apsto-les26, el hipottico lector europeo de la antologa al que, segndice en sus memorias, tan interesante result el libro27, queda

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    25 No deja de resonar en esta justificacin otra similar de CUESTA, que apareceen una carta a Manuel Horta fechada en Pars el 23 de julio de 1928 en la que se re-fiere a la inclusin de Amado Nervo, entre otros poetas, en la antologa de 1928. Pe-ro en ella, en vez del tono de autoridad temible que adquiere Maples Arce (Si fueraintransigente), Cuesta explicaba su permisibilidad con los poetas que no le gus-taban recurriendo a la modestia: Lo cierto es que no depende mi gusto de m tantocomo quisiera mi orgullo, sino tanto como acepta mi humildad. Y pienso que sobreel gusto no se tiene poder y que donde menos puede estar presente es en el compro-miso de elegir (Poesa y crtica, CONACULTA, Mxico, 1991, p. 267). Esta puestaentre parntesis del gusto personal en honor de la seleccin, conlleva un respeto im-plcito por el carcter grupal de la antologa, rasgo diluido en la seleccin de 1940,que no podra adscribirse a un grupo o movimiento potico; es ms bien la reivindi-cacin de una concepcin individual.

    26 El uso del lenguaje religioso fue una constante de los comentarios de la po-ca sobre el movimiento. La denominacin apstol para nombrar a los estridentis-tas que acompaaban a Maples Arce quien por tanto queda ubicado como unasuerte de Cristo es muy frecuente. El 5 de abril de 1923, Carlos Noriega Hope se re-fiere a Arqueles Vela en la seccin Notas del director de El Universal Ilustrado comouno de los apstoles del estridentismo mexicano (SCHNEIDER, p. 77). El 25 de juliode 1926 la revista El Dictamen publica una nota titulada El Estridentismo, su pontfi-ce y sacerdotes (SCHNEIDER, p. 164). El 28 de julio de 1926 El Universal Ilustradoanuncia la salida hacia Espaa de Arqueles Vela, el apstol estridentista (SCHNEI-DER, p. 165). El caso ms reciente aparece en el prlogo de LNICA PUYHOL, viuda deVela, al libro Sincrnicas, que recopila notas periodsticas del escritor; la prologuistarecurre nuevamente al lenguaje religioso, aunque modificando las relaciones jerr-quicas: Arqueles Vela, uno de los pontfices del Estridentismo, junto con Maples Ar-ce y List Arzubide (Liberta-Sumaria, Mxico, 1980, p. 15). Acaso todos estos usosestn originados en o por lo menos precedidos por una resea de la conferenciade Marinetti en Pars, en la que Rafael Lozano dice que el poeta tiene el fervor deun apstol (Marinetti y la ltima renovacin futurista: El Tactilismo, El UniversalIlustrado, 3 de marzo de 1921, apud SCHNEIDER, p. 29).

    27 No haban pasado muchos meses de la aparicin de mi Antologa de la poesamexicana moderna cuando comenzaron a llegarme testimonios de su xito. Muchosperidicos y revistas de Europa y Amrica la consideraron la mejor y ms completacompilacin de la poesa mexicana, pues sus juicios justos y certeros, prescindiendode interesadas apreciaciones de grupo, daban a cada quien lo merecido (Italia!,Italia!, Plural, 2 poca, diciembre de 1981, nm. 123, p. 27; captulo de Mi vida porel mundo, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1983). Sin embargo, el nico testimonio

  • en el completo desconocimiento de que alguna vez en Mxicohubo un movimiento de vanguardia.

    Es en el tercer libro de memorias donde las protestas deobjetividad son ms exacerbadas:

    Desde antes de salir de Mxico tena la intencin de publicar unaantologa de la poesa mexicana moderna, a la cual le haba con-sagrado ya muchas lecturas, estudio y sincera aplicacin. Buenaparte de este trabajo estaba ya elaborada, pero para no incurriren errores volv a revisarlo, rescrib algunas notas crticas, le denuevo repetidas veces la obra completa de algunos poetas, paraestar seguro de la seleccin. No me limit, como ciertos antolo-gistas, a transcribir poemas aparecidos en anteriores antologas,sino que seal lo ms caracterstico de cada poeta; inclusive hicecopiar libros completos agotados y que solamente podan serconsultados en bibliotecas (p. 27).

    Tanta autoelogiada ecuanimidad no hace recordar evalua-ciones como las que se encuentran en la presentacin a la obrade Bernardo Ortiz de Montellano, errata de la poesa mexicana:

    Este poeta, como la mayora del grupo al que pertenece, a travsde las influencias de tono menor originales, desledas al pasar deunos a otros, ha llegado a la expresin mnima de la poesaLa poesa de Bernardo Ortiz de Montellano, excedida de juegosy juguetes, alborotada de flores y de pjaros, es la aoranza quepadece un espritu extasiado ante los objetos que abandonaronlos nios y las diversiones grrulas que estos ya practican, substi-tudas por nuevas gimnasias que corresponden a las estacionesms avanzadas de su imaginacin resulta difcil explicarse lapersistencia de este complejo de pueriles aspiraciones que ofrecetodos los rasgos clnicos del infantilismo. Y menos se justifica si seconsidera que se trata de un espritu adulto ya violado por las im-presiones de la experiencia y las conclusiones del juicio (p. 351).

    Es obvio que algo ha cambiado desde la exaltacin de la ju-ventud del estridentismo28 a esta insistente acusacin de infan-

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    de la recepcin europea de la antologa del que tengo noticia, es la resea queMANUEL CRIADO DE VAL public en la revista madrilea Cuadernos de Literatura Contem-pornea, 5/6 (1942), 283-288.

    28 The avant-garde cult of youth obviously leads to a regressive condition:from youthful freshness to adolescent ingeniousness, to boyish prankishness, tochildishness (Renato Poggioli, The theory of the avant-garde, Harvard University Press,London, 1981, p. 35 apud RODOLFO MATA, Las ideas estticas del estridentismo,

  • tilismo o de falta de madurez. Acusacin no muy original, porlo dems, puesto que parafrasea y retoma invirtiendo de sig-no lo dicho en la presentacin de Ortiz de Montellano en laantologa de 1928:

    El encanto [de su poesa] descansa en las alternativas de un esp-ritu infantil de expresiones directas, transparentes, y un espritumaduro lleno de gracia maliciosa y de ternuras severas Estapoesa llena de pjaros y paisajes, de juguetes y juegos, no seha dejado seducir por los objetos de la poesa actual; parece, alcontrario, gozarse combinando viejos objetos y procurando re-vivirlos29.

    Volviendo al prlogo de Maples Arce, es notorio en l elconstante uso de la modalidad dentica (Toda seleccin de-be responder al valor de una perspectiva, Una antologadebe apreciar la obra potica con exactitud y fidelidad), corre-lativo de una enumeracin de objetivos y criterios que no po-da ser ms profusa y mltiple. Tantos son que no hay modo deque no se contradigan entre s. Cmo espigar entre tantasaserciones una idea coherente de lo que la antologa busca?Quiz el nico hilo rector sea el encono contra los Contempo-rneos. Un simple repaso del ndice muestra hasta qu puntoel volumen preparado por Maples Arce es una suerte de res-puesta al de Jorge Cuesta. Algo que el prlogo reconoce impl-citamente:

    Al preparar esta Antologa se ha tomado en cuenta tambin laaparicin de otras publicaciones semejantes, en las que es fcilobservar que el material no ha sido seleccionado con un sentidocrtico, sino obedeciendo a las insinuaciones de un vicioso sector,ms atento a la propaganda de su obra que al empeo de reali-zarla (p. 9).

    Excepto Ricardo Arenales y Gilberto Owen, la antologa deMaples Arce incluye todos los poetas seleccionados en 1928(y, como se dijo, ninguno de los agregados por Maples Arce esestridentista). Pero ms aun, la decisin de iniciar la antologa

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    LMM, 10, 1999, p. 147). Por su parte, Mata rastrea en la poesa estridentista deMaples Arce ejemplos de esa actitud infantil hacia la mquina, que por momentosconsidera como un juguete (loc. cit.).

    29 CUESTA, op. cit., p. 179.

  • y por lo tanto la modernidad en la poesa con la obra de Ma-nuel Gutirrez Njera, parece obedecer, ms que al resultadode una evaluacin crtica, a la intencin de descalificar su omi-sin en la antologa de Cuesta30. Esta impresin surge en bue-na medida de la total falta de argumentacin de una frase tancontundente como El movimiento de la poesa moderna debesituarse a partir de Manuel Gutirrez Njera (p. 6), seguida,inmediatamente, de su descalificacin:

    Mas al examinar la obra de Gutirrez Njera se advierte que stano revela los efectos de la inteligencia, los matices de emocin nila libertad de recursos que caracterizan al modernismo, aunqueella lo haya precedido. Las cualidades modernas, la exaltacindepurada, la firmeza de los sentimientos y la pureza formal noencuentran expresin plena sino en los poetas que le siguen in-mediatamente, pero el proceso de evolucin de nuestra lricaexige que se comience con su nombre. Otro parecer sera arbi-trario (pp. 6-7).

    Si las cualidades modernas no se encuentran sino en los poe-tas posteriores a Gutirrez Njera (aquellos que s fueron inclui-

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    30 La eleccin del poeta que abre la antologa es tan importante como la delque la cierra: Octavio Paz. En la nota de presentacin dice MAPLES ARCE que La pu-blicacin de Raz del Hombre ha conquistado a Octavio Paz el derecho de clausu-rar esta Antologa (p. 417). De ese libro (editado por Simbad, Mxico, 1937) seincluyen Testimonios y los fragmentos v, vi y ix de Raz del hombre. Cierra la se-leccin la Elega a un joven compaero muerto en el frente, que haba aparecidooriginalmente en el nm. 9 de la revista Hora de Espaa en septiembre de 1937 (y ha-ba sido reproducida en la revista cubana Medioda, 27 de diciembre de 1937, vol. 2,nm. 4, p. 13). La inclusin de este ltimo poema busca subrayar la tendenciasocial o comprometida de la poesa de Octavio Paz, sin duda el rasgo que ms lodistancia de los Contemporneos. Adems, la presencia de Paz en la antologa ascomo la de otros poetas del grupo de la revista Taller : Efran Huerta, Rafael Solana yAlberto Quintero lvarez es una nueva oportunidad para atacar al grupo sin gru-po: La flor de su poesa nace genuinamente de una honda raz. Un ansia amorosainspira su obra. Mas no el amor sentimental de suaves ensoaciones, sino el amoranti-idlico que emerge como una palpitacin viva en la que hay algo de insaciablerevelacin y de dramtico Su poesa se sita en la orientacin general del arte msenrgico, como deca Apollinaire, el ms inconforme e inquieto tambin, porquereivindica las fuerzas revolucionarias del hombre. Que el poeta, al firmar la con-ciencia de su realidad humana conserve la raz de su integridad y la virilidad de suacento (p. 417). Es justamente ese uso de los poetas jvenes el que, en su reseade la antologa, critica EFRAN HUERTA: No pide, la juventud, rfagas de adulacin;pero tampoco desea que se la tome como pretexto para lanzar proyectiles contra ungrupo determinado de escritores (Una antologa de forcejeos, Taller, enero-febre-ro de 1941, nm. 12, p. 70; cito por la ed. facs. de la revista, F.C.E., Mxico, 1982, t. 2,p. 512).

  • dos en la antologa de Cuesta), por qu la evolucin de nuestralrica exige que se comience con su nombre? No hay ms justifi-cacin que un parco dictamen: Otro parecer sera arbitrario. Ala vez, Maples Arce critica en el prlogo la posibilidad de hacerdivisiones que ordenen de algn modo la seleccin, alusin quetambin refiere a la antologa de Cuesta. Nuevamente, la explica-cin del criterio es sentenciosa pero vaga:

    No se han hecho divisiones que separen a los poetas porque el es-pritu de su obra quedara indeterminado. La evolucin de nues-tro lirismo no se desarrolla de una manera gradual; antes ofrecealtos, movimientos contradictorios, coexistencias y tambin ines-peradas regresiones (p. 7).

    En general, comparando las dos antologas, puede verseque el procedimiento ms utilizado por Maples Arce es el demultiplicar la cantidad de poemas incluidos31, salvo en el casode los escritos por los Contemporneos: en este grupo de poe-tas, la cantidad de poemas que se incluyen en 1940 se ve reduci-da32. Pero en el lapso que media entre una y otra publicacinlos escritores del grupo de soledades se han convertido enpoetas maduros y han producido lo mejor de su obra. La anto-loga de Maples Arce, a pesar de la rivalidad del autor, no dejade dar cuenta de este hecho. En 1928 fueron nueve los poe-mas de Jos Gorostiza seleccionados; en 1940 slo aparecencinco, pero uno de ellos es un fragmento de Muerte sin fin (quehaba sido publicado por la Editorial Cvltvra en 1939); el poetano poda estar mejor representado.

    En ese sentido, la seleccin de Maples Arce suele ser por lomenos correcta y as los poemas desmienten las descalificacio-nes que se suceden en la serie de textos de presentacin. Esall, sin afectar la calidad potica del volumen, donde el autorde la antologa hace sus descargos. Quizs el texto ms ira-cundo se encuentre en la presentacin de Jaime Torres Bodet:

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    31 Esto resulta especialmente claro en el grupo de poetas que en la antologa deCuesta constituan la primera seccin. As, mientras en el volumen editado por Con-temporneos haba cinco poemas de Manuel Jos Othn, nueve de Salvador DazMirn, cuatro de Francisco A. de Icaza, siete de Luis G. Urbina, siete de Amado Ner-vo y tres de Rafael Lpez, en el de Maples Arce se publican, respectivamente, siete,once, quince, doce, quince y ocho poemas de estos mismos poetas.

    32 Por ejemplo, mientras en el libro de Cuesta se seleccionaban diez poemas deTorres Bodet, Pellicer y Villaurrutia, en el de Maples Arce se incluyen seis de cadauno de ellos.

  • Torres Bodet pertenece al grupo que integran Salvador Novo,Xavier Villaurrutia, Bernardo Ortiz de Montellano, grupo singrupo, como ellos mismos le llaman, para explicar que el consor-cio no corresponde a la osada de un movimiento potico, sino aun sentimiento de complicidad Tras la elegancia adolecida dela Condesa de Noailles, trata luego de reproducir la voz calladade las fuentes de Juan Ramn Jimnez; ms tarde intenta trans-portar la densidad sinfnica de Proust, aunque por el elementofrgil de su temperamento se trabe a los primeros compases,hasta que deslumbrado por los andamios del nuevo lirismo, vasiguiendo indistintamente a Jos Juan Tablada, Vicente Huido-bro, Manuel Maples Arce, Gerardo Diego, Rafael Alberti y PedroSalinas. Sern sus moldes postreros? (p. 315).

    En el texto acaso el catlogo del rencor con que MaplesArce lee a los Contemporneos, al punto de incluirse en la listade modelos imitados llama consorcio al grupo porque nocorresponde a la osada de un movimiento potico (como lmismo conformara junto con sus apstoles ahora ausentes),sino a un sentimiento de complicidad. La idea de complicidad,que en otro contexto podra meramente referir a camaradera,se carga aqu de connotaciones negativas. Desde luego, llama laatencin que en la enumeracin de Maples Arce el grupo singrupo est conformado por slo cuatro poetas. Qu sucedicon Owen, Cuesta o por slo mencionar poetas que figuren ensu antologa con Gorostiza, Gonzlez Rojo o Pellicer?

    Parece tratarse de un inters de Maples Arce por reducir elgrupo a aquellos poetas ms identificados con la antologa de1928. Todava no se conocan las memorias de Torres Bodet33,pero de todas formas, desde su publicacin, estaba claro que laantologa firmada por Jorge Cuesta haca las veces de un mani-fiesto del grupo sin grupo. Lo prueban la resea de Ortiz deMontellano publicada en el primer nmero de la revista Con-temporneos, en la que se elogiaba el inflexible gusto crtico34

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    33 En Tiempo de arena (F.C.E., Mxico, 1955, pp. 254-255) dice Torres Bodet queAlgunas de las notas fueron redactadas por Villaurrutia, otras por Gonzlez Rojo,otras por Bernardo Ortiz de Montellano, otras por m. Incluso no estoy absolu-tamente seguro de que no haya habido colaboracin en esos comentarios (apudSTANTON, op. cit., p. 30). Tampoco se conoca, desde luego, el hallazgo que hara Gui-llermo Tovar de Teresa, en enero de 1994, del ejemplar de la antologa de Cuestaque haba pertenecido a Torres Bodet, en el que ste atribuye las presentaciones,con iniciales manuscritas, a Gonzlez Rojo, a Villaurrutia y a l mismo.

    34 Contemporneos, junio de 1928, nm. 1, p. 77, apud STANTON, op. cit., p. 28.

  • que ordenaba el volumen, la nota de Vereo Guzmn, aparecidaen 1928 en Revista de Revistas, en la que se afirmaba que ungrupo de escritores jvenes ha publicado bajo la rbrica deJorge Cuesta, una antologa de poetas modernos de Mxico ylas cartas de Villaurrutia y Torres Bodet, en las que a pesar deque declaraban no ser responsables de la seleccin defendanel rigor y los juicios de la antologa35.

    Del mismo modo, a pesar de que sus declaraciones no se hi-cieron pblicas, en su momento resultara ms o menos visibleque Pellicer ni particip del proyecto ni se senta integrantedel grupo36. En dos cartas privadas de 1928, critica la antolo-ga de Cuesta y se queja de haber sido presentado en ella comopoeta impresionista. Seala Anthony Stanton que

    Es curioso que Pellicer haya recurrido aqu a los mismos argu-mentos de descalificacin que haban utilizado desde finales de1924 los enemigos de los Contemporneos, aquellos que pedanuna literatura viril. Lamenta, por ejemplo, lo que llama la ex-quisita feminidad de la antologa y lanza acusaciones de esterili-dad y mimetismo en contra de Villaurrutia y Novo, as como unadenuncia por la ausencia de fuerza, ambicin y romanticismo enesta nueva poesa carente de hombra Los mismos cargos deexquisita feminidad y mimetismo francs se reiteran en dos car-tas contemporneas [a Jos Gorostiza y a Guillermo Dvila]37.

    Acaso esta coincidencia con los juicios de Maples Arce, ascomo la distancia que Pellicer siempre mantuvo respecto de losContemporneos, facilitaran no slo la diferente actitud hacial de parte de Maples Arce, sino una mayor cercana de los es-

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    35 La nota (Una antologa que vale lo que Cuesta) y las cartas de 1928 sonreproducidas en la reedicin de 1985 de la Antologa de la poesa mexicana moderna deJorge Cuesta (op. cit., pp. 32-35).

    36 En 1948 declarara: soy anterior, tena yo obra impresa cuando Los Con-temporneos no se haban dado a conocer (Manuel Romero Antonio, Carlos Pe-llicer husped en su tierra, Amrica, 29 de febrero de 1948, nm. 55, p. 63, apudSAMUEL GORDON, Modernidad y vanguardia en la literatura mexicana: Estridentistasy Contemporneos, RevIb, 55, 1989, p. 1093). De todas formas, como S. GORDON in-dica (loc. cit.) en otras oportunidades Pellicer hara declaraciones opuestas, afirman-do su pertenencia al grupo.

    37 A. STANTON, op. cit., p. 33. Las cartas referidas son del 25 de junio de 1928 la pri-mera, datada en Roma (publicada en Cartas desde Italia, ed. C. Bargellini, F.C.E., Mxi-co, 1985, pp. 107-108) y sin fecha la segunda, que publicaron Samuel Gordon y Fernan-do Rodrguez, quienes proponen que la datacin posible es entre mediados de junioy finales de julio de 1928 (Un indito de Pellicer, La Gaceta del Fondo de Cultura Eco-nmica, agosto de 1987, nm. 200, p. 11, apud STANTON, op. cit., p. 32, n. 28).

  • critores que haban sido estridentistas38. Carlos Pellicer es sinduda uno de los mejor tratados en la antologa, es un expo-nente apreciable del impulso de la creacin esttica, inefableanhelo de poesa. Su presentacin sirve igualmente para arro-jar nuevos dardos contra el libro de Cuesta:

    Se le ha llamado, sin propiedad, poeta impresionista. Esta defini-cin aplicada a su obra no interpreta su carcter, pues los elemen-tos de fantasa, la relacin de la imagen, el lenguaje mismo, evocanuna invencin potica, multiplicada en resonancias. Las imgenesno se identifican visualmente ni corresponden a una interpretacindirecta, sino ms bien son la respuesta, el puro regreso del impul-so potico hacia la objetividad de la naturaleza (p. 322).

    El impersonal (se le ha llamado) omite un sujeto conocido:el texto de presentacin de la antologa de Cuesta39. Donde ses legtimo hablar de impresionismo es en el discurso crtico deMaples Arce, tanto en expresiones como los elementos de fanta-sa, la relacin de la imagen, el lenguaje mismo, evocan una inven-cin potica, multiplicada en resonancias, como en algunospasajes sobre todo el final de la presentacin de Jos Gorosti-za, otro de los poetas de la generacin que es valorado:

    Este poeta silencioso afina su voz a cada nuevo poema y depurasus medios expresivos hasta alcanzar las cumbres aledaas a loperfecto. Poesa de disciplinas internas que prolonga sutilmenteuna tradicin clsica el acento puro de la expresin y la justezaverbal hasta dejar palpable la sustancia, se hallan unidos en supoesa a los embrujos de la gracia que por difana resuma mo-dernidad. Se le ha reprochado la lentitud de su marcha, peroeste poeta saba que el secreto de la poesa se encierra en sudesdn al descanso, silencioso y pertinaz. Despus de una pausaquizs necesaria su vena lrica ha vuelto a correr fluida y lmpi-damente. Y esta figura explica tambin su poesa, cuya armonacristalina desarrolla una idea de movimiento y progresin; sustemas estn tratados sinfnicamente, como el agua que se preci-pita entre las rocas y se tempera, se corrige, se domina, para norebasar los cauces sonoros de la forma (p. 336).

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    38 En la Biblioteca Daniel Coso Villegas de El Colegio de Mxico se conservanejemplares de libros de Germn List Arzubide dedicados a Pellicer.

    39 Las imgenes fluyen con caracteres extraordinarios. La msica palpita, secorta, se eleva y pasa fugaz por los trmolos. Es, en una palabra, un poeta impresionis-ta (op. cit., p. 167).

  • El uso de expresiones como acento puro, justeza verbalo gracia difana, armona cristalina y conceptos como de-puracin, disciplina, sustancia o limpieza tan propiosdel lxico de los Contemporneos parece remitir a clasicismoms que a modernidad, como el autor reconoce.

    Junto con Ortiz de Montellano y Torres Bodet, son Sal-vador Novo y Xavier Villaurrutia los presentados con mayorsaa40. La figura de Salvador Novo, cabe suponer, debera re-sultar a Maples Arce suficientemente irritante sin necesidad dehaber colaborado con Jorge Cuesta y a pesar de ser el poetade Contemporneos ms cercano a las vanguardias41:

    resalta por una intencin de trivialidad; ya no se disimulan losdeseos bajo ningn eufemismo sexual, como en sus otros compa-eros de tribu, sino que se proclama textualmente y sin rodeos larelacin que existe entre la confidencia individual y la imagen.Sus arremetidas a la realidad, la dislocacin superficial de su es-corzo humorstico y su ritmo prosaico son ajenos al estupor mis-terioso de la poesa No obstante haber anunciado, despus deXX Poemas, su rompimiento con la poesa, no llega a consumareste voto. Pero cuando intenta de nuevo revivir su sueo frente aun espejo, ella transformada por otras seducciones, escapa burlo-na y esquiva a sus tiradas ms conmovedoras y a sus aproximacio-nes azarosas (p. 359).

    La sorprendente recusacin del humor en alguien que fue-ra vanguardista, se comprende mejor al observar que se erauno de los mritos sealados en la poesa de Novo por la anto-loga de Cuesta. La orientacin de sus posibilidades lricashacia la expresin de la vida moderna42 (caracterstica que,segn all se deca, rene a Novo con Pellicer y con MaplesArce), se ha convertido aqu en intencin de trivialidad y

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    40 Acaso la muerte de Gonzlez Rojo, en 1939, haya contribuido a evitar un tra-to ms duro de su obra: Sus primeros versos se recienten [sic] de un objetivismo enque la imagen slo tiene valor descriptivo y se sucede sin ninguna correspondenciainterior. Pero su sensibilidad potica tenda visiblemente hacia la perfeccin. Lamuerte lo sorprendi cuando su alma se abra hacia misteriosas perspectivas, y deuna manera ms despojada y profunda defina su sueo de belleza en una presenciasimblica y plstica que maduraba sus secretos en la pura linfa del silencio (p. 356).

    41 Incluso NOVO lleg a publicar un poema suyo, Aritmtica, en el nm. 3 dela revista estridentista Actual, el 3 de julio de 1922. El poema fue luego incluido enXX poemas (Mxico, 1925; reproducido en Poesa, F.C.E., Mxico, 1961, p. 4), perono, desde luego, en la antologa de Maples Arce.

    42 CUESTA, op. cit., p. 200.

  • arremetida contra la realidad. Lo puntilloso de la lectura deMaples Arce se muestra en que incluso retoma la frase diceque no escribir ms versos que apareca en 1928 con el finde reprochar el incumplimiento de ese voto y dar rienda sueltaa la metfora43. El espejo, sin duda, es el que Maples Arce cons-truye en su antologa. As, si en la seleccin de 1928 se elogia ellibro Reflejos, en su rplica de 1940 ese libro deber ser explci-tamente criticado, si en aqulla se deca que la de Villaurrutiaera una poesa construida en funcin del tacto y la vista, ensta se dir que el poeta est desprovisto de esos sentidos:

    la poesa de Villaurrutia se ofrece marcada por las fatalidades delsexo, bajo un arreglo de palabras que apenas encubre los artificiosde una falsa elaboracin. No es una creacin concentrada de lasensibilidad, sino una imitacin y calca de determinados esquemas.Sirvindose de la inversin como mtodo potico, adopta de JuanRamn Jimnez el procedimiento de cambiar las formas en sonidosy los sonidos en colores, transformando las sensaciones audibles enclidas, tctiles, pero sin que consiga jams capturar su emocin. Loque l llama y reconoce como influencia demasiado visible en susReflejos es ms bien la luz de una impresin directa que toma cons-tantemente del mismo foco de irradiacin nunca logra animarcon vida propia sus esculidas formas, desprovisto del tacto y de lavista con que otros le ayudan a tocar y a mirar y le describen en vanoel mundo, que para l, viajero de la misma rbita, carece de signi-ficacin y de destino (p. 366).

    Sin embargo, a pesar de discutir una por una las afirmacio-nes que encuentra en el libro de Cuesta, lo relevante es queentabla la discusin en los trminos que utilizaban los Contem-

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    43 Uno de los aspectos que ms llaman la atencin y uno de los ms sistemti-cos de su antologa es justamente esa lectura pormenorizada que Maples Arce hacede las presentaciones de la antologa de Jorge Cuesta. A tal grado que algunas deellas pueden parecer parfrasis. All donde los Contemporneos escriben sobre Ta-blada: Su curiosidad inteligente lo ha lanzado a todas las aventuras de la poesa con-tempornea. Este papel de inquietador constante, desde los tiempos de la RevistaModerna hasta nuestros das, ha hecho de Tablada un punto de mira, un ndice deconquistas nuevas en la poesa mexicana (CUESTA, p. 94), MAPLES ARCE parece para-frasear: Del grupo de los poetas de la Revista Moderna, Jos Juan Tablada es el nicoque no ha cerrado los ojos a la visin nueva de la vida: su inquieta inteligencia le hapermitido cultivar las formas de la poesa contempornea. El don insatisfecho de sucuriosidad, lo mismo que su espritu habituado a la aventura, jams logran sujetarle(p. 106). La dificultad para disponer de lecturas propias de la poesa moderna ofre-ce un caso exacerbado, la presentacin de los poemas de Alfonso Reyes, en la queMaples Arce transcribe un texto de Luis Cardoza y Aragn sobre el poeta.

  • porneos. Maples Arce niega que la poesa de Villaurrutia seauna poesa reflexiva o que se ajuste al equilibrio de las for-mas, pero en ningn caso negar que la reflexin y el equili-brio sean valores defendibles en poesa. As, la poesa deVillaurrutia es acusada de ser un arreglo de palabras que ape-nas encubre los artificios de una falsa elaboracin, de no seruna creacin concentrada de la sensibilidad. En fin, los Con-temporneos, a fuerza de ser criticados, se han convertido en elCaballo de Troya del libro de Maples Arce y la concepcin dela literatura del grupo sin grupo ha ganado la batalla.

    El vanguardista que en 1922 consideraba casi sinnimos ri-gor y peste (o pestilencia), que en el comprimido estridentistase refera con desprecio a los crticos desrados y biliosos, rodospor las llagas lacerantes de la vieja literatura agonizante y apesta-da, acadmicos retardatarios y especficamente obtusos, pro-digiosamente logrados en nuestro clima intelectual rigorista yapestado (Schneider, p. 273), en 1940 reivindica el rigor poti-co. Evidentemente, aunque no d cuenta de ello, su modo dehablar de literatura ha cambiado. Tampoco Maples Arce parecepercibir los cambios en su propia poesa. Ms bien, a la hora deescribir el texto de (auto)presentacin a sus poemas recogidosen la antologa, los presenta como una suerte de evolucin na-tural. En esa suerte de breve potica44, el autor enumera algu-nos conceptos sobre la poesa que en los actuales momentos demi evolucin sirven de mviles a mi labor literaria:

    Para m la poesa es una de las ms prodigiosas experiencias hu-manas. A los temas eternos de la naturaleza, el amor y la muerte,que son el espejo de nuestro yo, vienen a reflejarse los grandes dolo-res de nuestra poca, las cleras, las rebeldas, los sudores oscu-ros y las tragedias que devastan las estaciones y los seres a laspuertas blindadas de nuestro tiempo Un poeta puede extraerla poesa de la realidad bruta o de una apariencia ideal: la abun-dancia del universo y la memoria subconsciente de la humanidadforman su espacio vital. Su secreto consiste en depurar los ele-mentos de creacin de cualquier aleacin, y transmutarlos dn-doles organicidad y perennidad, hasta integrarlos en una visinpersonal subyugada a una necesidad lrica irremplazable Elpoema es una imagen anloga a nuestro propio latir: una supremaunidad tejida de relaciones inmateriales, de afinidades secretas,

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    44 As tambin lo entiende ARQUELES VELA que, en su Teora literaria del modernis-mo, pone en relacin este texto con los poemas de Memorial de la sangre.

  • de bsquedas difciles en las arquitecturas sonoras, de cifras y s-bitas percepciones; pero slo posee sentido suficientemente ple-no y fuerte cuando responde a la intencin viva de algo grande yconjurador de la realidad. Por un acto mtico, la reunin de todaslas fuerzas de nuestra inteligencia, nuestra sensibilidad y nuestraenerga espiritual, asumen forma escritural que va ms all denuestra soledad, hacia el corazn humano, por caminos de liber-tad y de perfeccin pura (p. 294; las cursivas son mas).

    Si ahora dice que Un poeta puede extraer la poesa de larealidad bruta o de una apariencia ideal: la abundancia del uni-verso y la memoria subconsciente de la humanidad forman suespacio vital, en 1922, en el punto i del manifiesto de Actual 1,no exista tal disyuntiva: Para hacer una obra de arte es pre-ciso crear, y no copiar. Nosotros buscamos la verdad en la rea-lidad pensada, y no en la realidad aparente no debemosimitar a la Naturaleza, sino estudiar sus leyes, y comportarnosen el fondo como ella (Schneider, p. 268). A la vez, se diluyeuna concepcin de la literatura que Rodolfo Mata reconoce enel estridentismo: la literatura es vista como sujeta a las fuerzasque rigen los medios publicitarios, lo cual implica una desacra-lizacin45; puesto que, por ejemplo, los grandes dolores denuestra poca son elementos que vienen a agregarse, comoun plus accesorio, a los temas eternos de la naturaleza, el amory la muerte, que son el espejo de nuestro yo. As, la poesa secarga de una serie de rasgos relacionados con lo sublime, loatemporal, lo depurado, lo orgnico, lo puro. Rasgos que, sinduda, son ms propios de la concepcin de la literatura de mu-chos de los Contemporneos46.

    Sin embargo, los tres poemas de Maples Arce, hasta enton-ces inditos, que la Antologa de la poesa mexicana moderna con-tiene (Cntico de liberacin, Memorial de la sangre y

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    45 Art. cit., p. 141.46 As, por ejemplo, al analizar el prlogo a la antologa de 1928, STANTON seala

    el conflicto entre la creencia de Cuesta en la progresin del arte [y] su nocin est-tica e intemporal del poema como un ideal absoluto de pureza, una esencia libre delas contaminaciones de la historia (op. cit., p. 28). El mismo autor analiza las dife-rentes concepciones de poesa pura en Los Contemporneos y el debate en torno ala poesa pura (op. cit., pp. 127-147). Por lo dems, la bsqueda de organicidad queMaples Arce atribuye al poeta conlleva una enorme ruptura con la visin vanguardis-ta de la obra de arte: PETER BRGER cifra en la inorganicidad la caracterstica acasoms importante de las obras vanguardistas (Teora de la vanguardia, trad. J. Garca,Pennsula, Barcelona, 1987).

  • Elega mediterrnea47) fueron recibidos en su momento co-mo una modificacin en su potica que dejaba atrs el estri-dentismo. As, por ejemplo, Luis Mongui escribe en 1946 esdecir antes de la recopilacin de estos nuevos poemas en el vo-lumen Memorial de la sangre que Maples Arce, despus delestridentismo, ha modificado su tono de expresin acercn-dose ms y ms a lo que pudiramos llamar una versin moder-na de la poesa metafsica48. El elemento ms notorio delcambio es el lxico. Ha desaparecido todo el universo urbano eindustrial49; por el contrario, en estos poemas el mundo al quese recurre es el del clasicismo: Oh, Mar Mediterrneoque arrullaste las pocas de oro (p. 313). No obstante, en untexto posterior, Maples Arce volver a insistir sobre la idea de

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    47 El ordenamiento de los siete poemas propios que el autor incluye en su anto-loga deja los poemas estridentistas enmarcados entre los tres poemas nuevos, porlo que el lector ingresa a la seccin con el universo potico del primero de los Poe-mas no coleccionados, con un primer verso que dice Hacia otras perdurables realida-des despierto (p. 295). Es sintomtico que el nico rasgo vanguardista factible dever en el libro es producto involuntario de un descuido. Maples Arce seala los poe-mas de la antologa que no fueron anteriormente publicados en volumen con el ep-grafe Poemas no coleccionados, en itlicas, del mismo modo en que aparecen losttulos de los libros de los que estn tomados los dems poemas (en verdad se tratade una nueva parfrasis de la antologa de Cuesta, que indicaba Poesas no colec-cionadas, aunque sin subrayar). El uso del plural, sumado a la tipografa, produceel efecto de una referencia a un inexistente poemario cuyo ttulo fuese Poemas no co-leccionados. Sera acaso un excelente ttulo para un libro de vanguardia. Sin embar-go, la posible ambigedad nunca se hace efectiva: la repeticin sistemtica de estadesatencin, as como el tono mesurado que intenta el antologador en el prlogo ylas notas de presentacin, borran toda eventual sospecha. A tal grado Maples Arce seencuentra alejado de cualquier posible gesto vanguardista.

    48 Poetas post-modernistas mexicanos, RHM, julio-octubre de 1946, apud KEN-NETH CHARLES MONAHAN, El estridentismo y los crticos, CuA, 197 (1974), p. 220. Engeneral este cambio en la potica de Maples Arce fue visto como una mejora. JosLuis Martnez seala que Maples Arce, fiel a su lnea original, aunque limados susexcesos, tiene en Memorial de la sangre su mejor libro de poesas (Literatura mexica-na: siglo XX, 1949, p. 96, apud MONAHAN, loc. cit.). Del mismo modo, Antonio CastroLeal, que desestima la importancia del estridentismo, escribe en La poesa mexicanamoderna (1953): posteriormente, Maples Arce ha demostrado que conserva su capa-cidad de expresin potica dentro de las nuevas formas de entonacin lrica (apudMONAHAN, art. cit., p. 222). Pueden verse testimonios similares en el artculo de Mo-nahan (se trata en verdad de un fragmento del captulo octavo de su tesis), si bien elautor busca ms bien revisar la crtica sobre el estridentismo, por lo que no privilegialos comentarios sobre la obra posterior de los escritores que participaron del movi-miento. Quien, por el contrario, considera que en los poemas de Maples Arce poste-riores al estridentismo hay una suerte de claudicacin es Arqueles Vela, cuyocomentario citar en seguida.

    49 RODOLFO MATA seala que en el estridentismo es muy peculiar la creacin detodo un ambiente en el que las mquinas parecen llenar un mundo aparte, auto-mtico (Las ideas estticas del estridentismo, p. 129).

  • un devenir natural, producto sobre todo del paso del tiempo,entre su poesa de juventud y su poesa post-estridentista:

    Al vanguardismo emotivo, radical y psicolgico de mi juventud,siguieron otras formas de expresin y de experiencia. Con eltiempo, mi poesa avanz de una manera esencial y no puramen-te tcnica. La duracin existencial, el pulso de los das jug enella un papel primordial No tiende ya a plasmar la fugacidadde los acontecimientos, sino a buscar la permanencia del ser ensu total realidad: es el fruto de una diferente intencionalidadLa continuidad temtica es mayor, ms apretada, ms coherentey acaso deja pasar percepciones y sensaciones ms complejas, yno nicamente por una cuestin de estilo, sino de la concepcinmisma de la poesa y del lenguaje que transmite algo profundode mi subjetividad (p. 28)50.

    Es evidente que de ninguna manera Maples Arce ve estoscambios como un renegar de la vanguardia; por el contrario,sealan una continuidad y una progresin en su poesa51. Lo cualse reafirma, ya desde el ttulo, en Las semillas del tiempo, recopila-cin de su obra potica, incluidos sus libros estridentistas. Y sinembargo, la potica que se infiere de lo dicho conlleva una ne-gacin de los postulados de cualquier vanguardia. Nuevamenteaparecen ideas como la de una intencionalidad del poeta quecontrola la organizacin del poema o la de una continuidadtemtica que lo organiza y nociones como profundidad,esencia o permanencia del ser. Eso mismo es lo que Arque-les Vela critica en su comentario sobre Memorial de la sangre :

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    50 Italia!, Italia!, p. 28. El texto es necesariamente posterior a 1947, ya quemenciona Memorial de la sangre, y acaso sea tambin posterior a 1967, ao de publica-cin de Soberana juventud.

    51 En cambio, la omisin de su primer libro (Rag. Tintas de abanico, CatalnHnos., Mxico-Barcelona, 1920) de la enumeracin de sus obras que aparece en laantologa, podra obedecer, ms que a un intento de borrar su produccin anterioral estridentismo, al hecho de que lo considerara un texto narrativo antes que poti-co, ya que el listado de libros publicados que incluye al final de cada presentacin sedenomina Bibliografa potica. No obstante, como seala KLAUS MEYER-MINNEMANN,a este libro Maples Arce parece que lo tuvo en bien poca estima. Casi nunca lo men-ciona ni lo hace figurar en la lista de sus obras excepto en Vrbe [Botas, Mxico,1924] (Manuel Maples Arce, pre-estridentista: Rag. Tintas de abanico, 1920, LMM,3, 1992, p. 152). Cuando en 1967 MAPLES ARCE publique su segundo libro de memo-rias, la distancia respecto de este texto de juventud se har explcita: En esos mo-mentos no adverta yo an que este libro, que cantaba la vida dichosa de mujeres,champaa y flores, no era en realidad sino la expresin de mi decadentismo juvenil(Soberana juventud, p. 78).

  • Manuel Maples Arce en su poesa de Memorial de la Sangre, frus-tra su destino. De los impulsos primeros tan decisivos en Anda-mios Interiores, Urbe y Poemas Interdictos las manifestacionesltimas de su numen, recopiladas en veinte aos de silencio, des-dicen su teora sobre la potica La teora de Maples Arce sobrela poesa, es irrefutable; pero su poesa no corresponde a sus con-ceptos La lrica de Maples Arce, es un epgono ms de la con-cepcin platnica del mundo, que intenta realizar lo infinitoimposibilitado en el tiempo en la fuga hacia lo espacial, im-pregnado el estremecimiento, de la esperanza oscura de la meta-morfosis52.

    Quizs la explicacin a esta forma en que Maples Arce ve supoesa, radique en ciertas constantes que, a la luz de sus textosdel cuarenta, pueden verse mejor en su produccin vanguar-dista. Ya en el primer manifiesto estridentista, en el punto ii (yla idea se repetir a lo largo de todo el punto vii) Maples Arcedeca que:

    Toda tcnica de arte, est destinada a llenar una funcin espiri-tual en un momento determinado. Cuando los medios expresio-nistas son inhbiles o insuficientes para traducir nuestrasemociones personales nica y elemental finalidad esttica esnecesario, y esto contra toda fuerza estacionaria y afirmacionesrastacueras de la crtica oficial, cortar la corriente y desnucar losswichs (Schneider, p. 268).

    As, ya estaban all inscritas ciertas concepciones que semantendrn y exacerbarn en 1940, al calor de la cada vez msnotoria hegemona de la nocin de poesa de los Contempor-neos. Sorprende encontrar en un manifiesto vanguardista unaapologa del sujeto tan exacerbada: las tcnicas no determinanlo expresable sino que estn al servicio de nuestras emocionespersonales. Los medios expresivos (que a ellos parece referir-

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    52 Teora literaria del modernismo, pp. 322-323. Tambin JORGE RUFFINELLI ha sea-lado un desdoblamiento entre crtica y poesa, pero en el estridentismo de MaplesArce: la poesa de Maples Arce no lleg a quebrar todos los moldes existentes, ysu vanguardismo tuvo dos facetas: una exterior y doctrinaria, escandalosa e icono-clasta, bajo el propsito de sacudir la inercia de la poesa mexicana aletargada enformas tradicionales; otra, desarrollada en su propia prctica potica, moderadaTambin hubo un cambio de lenguaje, y esto fue tal vez rasgo central de la nuevapotica: hacer ingresar a la poesa trminos que convocaban al mundo circundante(tranvas, vidrieras, manubrio, telgrafos, almanaques, locomotora, percheros, auto-mvil) (La vanguardia de senderos que se bifurcan, en La escritura invisible, p. 56).

  • se con medios expresionistas) deben traducir la subjetividad;ms aun, sa es la nica y elemental finalidad esttica. Si lastcnicas no sirven para eso, el poeta debe desenchufarlaspara conectar las nuevas tcnicas que s lo permitan. En fin, hayun yo que slo debe encontrar los medios tcnicos ms adecua-dos para expresarse. Este principio trae aparejada la idea ex-presada en punto ix de no tolerar extraas influencias,acaso contradictoria con la propuesta de cosmopolitizarnosdel punto x. Se tratara de una suerte de nacionalismo indivi-dual que garantizara la sinceridad:

    Y ahora, yo me pregunto quin es ms sincero?, los que no tole-ramos extraas influencias y nos depuramos y cristalizamos en elfiltro cenestsico de nuestra emocin personalsima o todos esospoderes ideoclorticamente diernefistas, que slo tratan decongraciarse con la masa amorfa de un pblico insuficiente, dicta-torial y retardatario de cretinos oficiosos, acadmicos fotofbicosy esquiroles traficantes y plenarios? (Schneider, pp. 271-272).

    Por lo dems, la representacin es un ideal que este progra-ma vanguardista ha dejado intacto:

    Es necesario exaltar en todos los tonos estridentes de nuestro dia-pasn propagandista, la belleza actualista de las mquinas, de lospuentes gmnicos reciamente extendidos sobre las vertientes pormsculos de acero, el humo de las fbricas, las emociones cubis-tas de los grandes transatlnticos con humeantes chimeneas derojo y negro, anclados horoscpicamente Ruiz Huidobro jun-to a los muelles efervescentes y congestionados

    La diferencia con la literatura anterior no radicara enton-ces tanto en la modificacin de los procedimientos como en lamodificacin de aquello que es referido; la revolucin vanguar-dista, en fin, no sera motivada por la poesa, sino por lo real.Ya en el texto de presentacin a la obra de Maples Arce en laantologa de 1928, los Contemporneos haban sealado conacierto este carcter representacionalista en los poemas estriden-tistas, al referirse a la forma directa en que se coloca frente alos motivos mecnicos de una existencia industrial y fabril co-mo la que describe53.

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    53 CUESTA, op. cit., p. 157.

  • A menudo la crtica ha sealado el silenciamiento al quefue sometido el estridentismo en la historia cultural mexica-na54. Sin embargo, como puede verse, son los propios escrito-res que participaron del movimiento los que silencian sutrabajo de la dcada de los aos veinte; despus de la estriden-cia, el ensordecimiento:

    List se aleja de la escena literaria durante treinta y cinco aos y s-lo hasta 1960 publica nuevamente otro libro de poesa: Cantos delhombre errante. Disgregado el ncleo estridentista a finales de losaos veinte, el largo silencio hizo creer a muchos que el estriden-tismo haba muerto olvidado de nombrar herederos directos55.

    La Antologa de la poesa mexicana moderna de Maples Arcepermite ver cmo se cristaliza la desaparicin del estridentis-mo; asimismo, es el testimonio del reaprovechamiento deciertos elementos del programa estridentista en la formulacinde una nueva potica que tambin contribuir, subrayndolosen desmedro de los rasgos ms revolucionarios que los mani-fiestos contenan, a silenciar el movimiento de vanguardia. Entercer lugar, el discurso crtico de la Antologa muestra el ingre-so de una concepcin de la poesa permeada por aquella pro-pia de los Contemporneos. Una curiosa victoria cultural delgrupo que, en 1940, se encontraba todava an cercado por lafuerza del discurso nacionalista.

    En diciembre de 1952, Jos Rojas Garcidueas publica elque acaso sea el primer artculo de balance sobre la presenciasimultnea de Estridentismo y Contemporneos56 en la

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    54 As, por ejemplo, Evodio Escalante o JORGE RUFFINELLI, quien dice que Comovanguardia, era esperable y natural que el Estridentismo desapareciera Lo sin-gular es que su desaparicin se traslad tambin a la historia cultural. Menospre-ciados o sencillamente ignorados en las crnicas, historias o revaloraciones de lacultura mexicana, los estridentistas fueron desapareciendo al punto de que las nue-vas generaciones podran preguntarse si alguna vez existieron nuevos escritores ynuevas tendencias (en este caso, los Contemporneos) dominaron la escena cultu-ral, impusieron su palabra, su canon y su propia memoria (op. cit., p. 48).

    55 MONDRAGN, prl. a List Arzubide, Poemas estridentistas, p. 26. No encuentroningn ejemplar ni referencia que permita decir que el ao de publicacin de Can-tos del hombre errante es 1960. Si no fuera por la alusin a los treinta y cinco aos dealejamiento de la escena literaria, parecera una errata por 1970.

    56 RUMex, t. 6, nm. 72, p. 11. El texto muestra explcitamente su carcter debalance y su mirada distanciada del fenmeno: ROJAS GARCIDUEAS dice que Estriden-tistas y Contemporneos deben ya considerarse dentro del panorama de nuestrahistoria literaria pues esos grupos, en cuanto tales, dejaron de existir hace ms dequince aos y la obra posterior de sus componentes ha ido tomando, poco a poco,

  • poesa mexicana de los aos veinte. Lo interesante es que, eneste balance, el crtico hace algunas aclaraciones. Por un lado,respecto de los Contemporneos, seala que el grupo

    fue blanco de fuertes ataques de quienes, por diversos motivos,quisieron solamente ver defectos censurndoles su apoliticismo,cierto extranjerismo que se exager mucho y, en consecuencia,su alejamiento de la tradicin y las realidades de Mxico. Pero lascualidades o valores que hoy, en un juicio ya del todo sereno ydesinteresado se pueden apreciar, son indudables y claramenteperceptibles.

    En cuanto al estridentismo, dice que

    los valores literarios no fueron, ciertamente, abundantes y, encambio, fcilmente apreciables son sus fallas que consistieron,sobre todo, en hacerse eco de corrientes extraas y proponer ob-jetivos casi irreales pues, si en Europa era explicable y justificadoel esfuerzo por destruir formas anquilosadas, aqu eso resulta-ba inoperante por la carencia misma de enemigo a combatir yporque adems, el choque renovador ya lo haba hecho la Revo-lucin recin terminada de modo mucho ms intenso que lo quepodan lograr las revistas y hojas murales de un pequeo grupode intelectuales.

    Ninguna de estas dos salvedades era nueva. Lo nuevo, acaso,es encontrarlas reunidas, en una suerte de comparacin y ba-lance, con perspectiva histrica, de la pugna cultural de ambosgrupos. Puede as notarse mejor cmo comienza a estabilizarseuna lectura crtica que constituye an el canon; cmo, elimina-das las reservas hacia los Contemporneos de apoliticidad o defalta de nacionalismo, es su concepcin de la poesa la valorada.A la vez, la poesa estridentista no slo porta la acusacin dedefectuosa, sino que por ms esfuerzos que sus miembroshayan hecho durante o despus del movimiento por mostrarsepatriotas es ahora acusada de extranjerizante. As, el para-

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    diversos rumbos con distintas modalidades. Por eso es posible juzgar en conjuntoy de manera definitiva la obra que produjeron aquellas tendencias [y recordarlas]como una decisiva ruptura respecto a una tradicin ya exhausta y anacrnica y comoun profundo y claro deseo renovador por lo cual, en conjunto, forman una de lasfases ms interesantes de nuestra Revolucin en el campo de la cultura antecedenteineludible e inmediato del Mxico de hoy.

  • digma de la poesa mexicana de los aos veinte, en definitiva elparadigma de la poesa nacional, despojado de los tintes propa-gandistas que tena, podr depositarse finalmente sobre la obrade los Contemporneos; un proyecto de canon que en 1952todava no est terminado pero en el que mucho tuvo que verla Antologa de la poesa mexicana moderna de Manuel Maples Arce.

    CSAR NEZEl Colegio de Mxico

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