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SEVERINO BOECIO SOBRE LA PERSONA y LAS DOS NATURALEZAS CONTRA EUTIQUES y NESTORIO (Textos seleccionados) CAPÍTULO I: QUÉ ES NATURALEZA «Naturaleza» puede decirse o de solos los cuerpos o de solas las sustancias, tanto corpóreas como incorpóreas, o de todas las cosas que son de algún modo. Teniendo, pues, tres acepciones el término «naturaleza», habrá que definirla, a no dudarlo, dé tres maneras. Así, si se entiende «naturaleza» de todas las cosas, habrá que dar de ella una definición que pueda abarcar a todo lo que es; y será ésta: La naturaleza es propia (o se da en) de todo aquello que, siendo algo, puede ser concebido por el entendimiento de algún modo. En esa definición quedan comprendidos tanto los accidentes corno las sustancias: de todos esos seres, en efecto, puede tener un concepto el entendimiento. Se pone en la definición la cláusula «de algún modo», porque de Dios y de la materia no se puede tener un concepto íntegro y perfecto, pero sí que son conocidos de algún modo por la privación de las demás cosas. Se añade también la cláusula «siendo algo», porque también la nada misma significa algo, pero no una naturaleza. No significa o denota, en efecto, que algo sea, sino más bien que no es; en cambio, la naturaleza es (o existe). Así que, si se quiere hablar de «naturaleza» a propósito de todas las cosas, esa que acabamos de enunciar será su definición. Pero si se aplica el término sólo a las sustancias, como éstas son o corpóreas o incorpóreas, daremos esta definición de la naturaleza aplicada a las sustancias: La naturaleza es aquello que puede hacer o recibir (pati) algo; recibir y hacer, como todo lo que es corpóreo, y 1

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SEVERINO BOECIO

SOBRE LA PERSONA y LAS DOS NATURALEZAS

CONTRA EUTIQUES y NESTORIO

(Textos seleccionados)

CAPÍTULO I: QUÉ ES NATURALEZA

«Naturaleza» puede decirse o de solos los cuerpos o de solas las

sustancias, tanto corpóreas como incorpóreas, o de todas las cosas que son de

algún modo. Teniendo, pues, tres acepciones el término «naturaleza», habrá que

definirla, a no dudarlo, dé tres maneras. Así, si se entiende «naturaleza» de todas

las cosas, habrá que dar de ella una definición que pueda abarcar a todo lo que

es; y será ésta: La naturaleza es propia (o se da en) de todo aquello que, siendo

algo, puede ser concebido por el entendimiento de algún modo. En esa definición

quedan comprendidos tanto los accidentes corno las sustancias: de todos esos

seres, en efecto, puede tener un concepto el entendimiento. Se pone en la

definición la cláusula «de algún modo», porque de Dios y de la materia no se

puede tener un concepto íntegro y perfecto, pero sí que son conocidos de algún

modo por la privación de las demás cosas. Se añade también la cláusula «siendo

algo», porque también la nada misma significa algo, pero no una naturaleza. No

significa o denota, en efecto, que algo sea, sino más bien que no es; en cambio, la

naturaleza es (o existe).

Así que, si se quiere hablar de «naturaleza» a propósito de todas las cosas,

esa que acabamos de enunciar será su definición. Pero si se aplica el término sólo

a las sustancias, como éstas son o corpóreas o incorpóreas, daremos esta

definición de la naturaleza aplicada a las sustancias: La naturaleza es aquello que

puede hacer o recibir (pati) algo; recibir y hacer, como todo lo que es corpóreo, y

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el alma de los seres corpóreos; sólo hacer, como Dios y los demás seres divinos.

Ahí tenemos, pues, la definición del término «naturaleza» en cuanto que se

aplica a las solas sustancias. Con lo cual se ha dado también la definición de

«sustancia», ya que, si el término «naturaleza» significa la sustancia, definida la

naturaleza, queda definida también la sustancia.

Pero si el término «naturaleza» se reserva tan sólo a las sustancias

corpóreas, excluyendo las incorpóreas, de suerte que sólo las primeras parezcan

tener naturaleza, como opina Aristóteles y los que siguen su filosofía, la

definiremos también como la definieron los que sostenían que la naturaleza no se

da más que en los cuerpos. Esa definición es la siguiente: Naturaleza es el

principio del movimiento por sí y no accidentalmente. Con la cláusula «principio de

movimiento» quiero indicar que todo cuerpo tiene su propio movimiento, como, por

ejemplo, el fuego hacia arriba, y la tierra hacia abajo. Que la naturaleza es

principio de movimiento de por sí, y no accidentalmente, quiere decir que el

movimiento propio y natural del lecho de madera es hacia abajo, pero puede tener

movimiento hacia arriba accidentalmente: por ser leño o madera, que (al fin) es

tierra, es arrastrado por el peso y la gravedad; no tiende hacia abajo por ser lecho,

sino por ser tierra, es decir, porque ocurre que algo que es tierra ha venido a ser

lecho. De ahí que digamos que es leño o madera por naturaleza, y lecho,

artificialmente (por el arte).

Se da también otra acepción de «naturaleza», en virtud de la cual decimos

que es diversa la naturaleza del oro que la de la plata, queriendo declarar con eso

la propiedad peculiar de una cosa. Entonces, tomada así la naturaleza, se definirá

de este modo: Naturaleza es la diferencia específica que informa a cada cosa.

Diciéndose, pues, y definiéndose la naturaleza de tantas maneras, tanto los

católicos como Nestorio sostienen que en Cristo hay dos naturalezas, ateniéndose

a la última definición, ya que no piensan que las mismas diferencias (específicas)

convengan a Dios y al hombre.

CAPÍTULO II QUÉ ES PERSONA

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Pero, tratándose de la persona, se presenta la duda de cuál será su

definición apropiada. En efecto, si toda naturaleza tiene (posee) persona, se

presenta la dificultad insoluble de cuál pueda ser la distinción entre naturaleza y

persona; si. en cambio, no coinciden (en su extensión) persona y naturaleza. sino

que la persona se da en un plano inferior al ámbito y extensión de la naturaleza,

resulta difícil determinar a qué naturalezas llega (el carácter de) la persona, es

decir, qué naturalezas habrán de tener persona y a cuáles no se ha de aplicar la

denominación de persona: lo que sí es bien claro es que la persona se da dentro

(del ámbito) de la naturaleza (subiectum esse naturae) y que no se puede hacer la

atribución o predicación de persona fuera (del ámbito) de la naturaleza.

Estos son, pues, los puntos que hay que investigar, y de este modo hay que

realizar el estudio. Puesto que persona no puede darse fuera (del ámbito) de la

naturaleza, y de las naturalezas, unas son sustancias, y otras accidentes, y como,

por otra parte, vemos que en los accidentes no se da persona (¿quién dirá que se

da una persona de la blancura, o de la negrura, o de la magnitud?), luego habrá

que decir que la persona se da en las sustancias. Ahora bien, de las sustancias,

unas son corpóreas; otras, incorpóreas; unas son vivientes, otras, no. y de las

vivientes, unas son sensibles; otras, no. De las sensibles, unas son racionales;

otras, irracionales. De las racionales, por fin, una es inmutable e impasible por

naturaleza, Dios; otra, mudable y pasible, por su condición de creada, a no ser que

por obra de la gracia sea trasmutada al estado firme de la impasibilidad, como

sucede en el ángel y en el alma racional.

De todo ello resulta que es evidente que no se da la persona ni en los

cuerpos inanimados -nadie dice que exista alguna persona en las piedras-, ni en

los vivientes insensibles-no se da ninguna persona de árbol-, ni tampoco en el ser

que carece de entendimiento y razón: no hay ninguna persona de buey o de

caballo, o de los demás animales que desarrollan su vida mudos y sin razón, con

solos los sentidos. En cambio, hablamos de persona en el hombre, en Dios, en el

ángel.

A su vez, las sustancias unas son universales, otras son particulares.

Universales son las que se predican de cada una en particular, como «hombre»,

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«animal», «piedra», «madera», y otras similares, que son géneros o especies: así,

el hombre se predica de cada hombre, y el animal de cada animal, y la piedra o la

madera, de cada piedra y de cada madera. Particulares son las que no se

predican de otros, como Cicerón, Platón, esta piedra de la cual se ha hecho esta

estatua de Aquiles, la madera de la cual se ha hecho esta mesa. De todos estos

casos, nunca se predica la persona tratándose de universales, sino tan sólo en los

singulares e individuos: no se da ninguna persona del animal o del hombre, sino

que se llama persona a Cicerón, a Platón y a los demás individuos.

CAPÍTULO III: DIFERENCIA ENTRE NATURALEZA Y PERSONA

Por tanto, si la persona se da tan sólo en las sustancias, y éstas,

racionales, y toda sustancia es naturaleza, y no se da en los universales, sino en

los individuos, hemos dado ya con la definición de persona: Persona es la

sustancia individua de la naturaleza racional. Con esta definición hemos delimitado

o fijado lo que los griegos llaman ύποστασις (hipóstasis), pues el nombre de

«persona» parece haber sido derivado de otro origen: a saber, de aquellas

«personas» que en las comedias y tragedias representaban a aquellos hombres

que les interesa (representar). Ahora bien: «persona» viene de «personando»,

acentuada la penúltima. Si se acentúa la antepenúltima, aparecerá claramente que

se deriva de «sono»; y vendría de «sono» porque en una superficie cóncava se

refuerza más y se devuelve con más intensidad el sonido. Los griegos llaman

también πρόσωπα (prósopa) a esas personas, porque se ponen algo delante de la

cara y ocultan el rostro a la vista de los demás. Pero, como, puestas esas caretas,

los actores representaban en las tragedias o comedias a los que querían

representar, por ejemplo, a Hécuba, o a Medea, o a Simón, o a Cremes, por eso

llamaron «persona» también a los demás hombres a los cuales se les reconocía

certeramente en la forma que presentaban; llamaron unos y otros, los latinos

«persona», y los griegos πρόσωπα.

Pero estos últimos designaron con mucha expresividad a la subsistencia

individua de la naturaleza racional con el nombre de ύποστασις; nosotros, en

cambio, por nuestra pobreza de lenguaje, hemos retenido o conservado la

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denominación traslaticia, y a lo que aquéllos llaman ύποστασις, llamamos persona.

Grecia, más perita en cosas de lenguaje, llama ύποστασις a la subsistencia

individua, y, por acudir a expresarme en griego en los temas, que, tratados por los

griegos, fueron expuestos en traducción latina: Αί ούσίαι έν μέν τοίς χάθ’ όλ’υ είναί

δϋνναντ, έν δέ τοίς χατά μέρος μόνοις ύφίςτανται, es decir: las esencias pueden

existir en los universales, pero son sujetos (substant) sólo en los individuos y

particulares. El concepto, en efecto, de las cosas universales se obtiene de los

particulares. Por lo cual, como las subsistencias existen en los universales, y en

los particulares tienen el carácter de sustancias (capiunt substantias), con razón a

las subsistencias que son sujetos particularmente las llamaron ύποστάσεις.

Así que, si se miran las cosas con diligencia y perspicacia, a nadie le

parecerá lo mismo subsistencia que sustancia; pues lo que los griegos llaman

ούσίωσις ó ούσιώσθαІ, nosotros llamamos subsistentia o subsistere, y lo que ellos

llaman ύποστασις ó ύφίρτασθαι lo traducimos nosotros por substantia o substare.

En efecto, subsiste (subsistit) lo que no necesita de accidentes para poder existir;

y substat (está bajo...) lo que ofrece o suministra un sujeto a los accidentes para

que puedan existir: pues bajo ellos está, mientras es sujeto de los accidentes.

Así, pues, los géneros y especies sólo subsistunt, ya que no sobrevienen

accidentes a los géneros y especies. Los individuos, en cambio, no sólo subsisten,

sino que también substant (están bajo...); pues no necesitan de accidentes para

existir, ya que están informados por sus propias y específicas diferencias, y

ayudan a los accidentes para que puedan existir, cuando son sujetos de ellos. Así

que είναί y ούσιώσθαι equivalen a «existir» y «subsistir»; y ύφίρτασθαι, a «estar

bajo»... (substare).

No es, pues, pobre en terminología el griego, como afirma Tulio, sino que a

la esencia (essentia), a la subsistencia (subsistentia), a la sustancia (substantia) y

a la persona (persona) las designa con otros tantos nombres: a la esencia, con el

de ούσία; a la subsistencia, con el de ούσίωσις; a la sustancia, con el de

ύποστασις; y a la persona, con el de πρόσωπον. Llamaron ύποστασις a las

sustancias, porque están bajo los demás seres, y son como sujetos de algunos

como accidentes; y por la misma razón, también nosotros llamamos sustancias

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(substantias), como equivalente a «puestas bajo...», a las que ellos llaman

ύποστασις; y como también llaman a esas mismas sustancias πρόσωπα, podemos

también nosotros llamarlas personas. Lo mismo es, pues, ser ούσία que ser

esencia (essentia), ούσίωσις, que subsistencia (subsistentia), ύποστασις, que

sustancia (substantia), y πρόσωπον, que persona.

La razón de por qué en griego no se habla de ύποστασις en los animales

irracionales y, en cambio, nosotros les aplicamos el nombre de sustancia

(substantia), es porque ese nombre se ha reservado para los seres más

excelentes y nobles.. .

Así que en el hombre hay essentia, esto es, ούσία, y subsistentia, esto es,

ούσίωσις e ύποστασις, esto es, substantia, y πρόσωπον, esto es, persona; ούσία y

essentia, porque es ούσίωσις; y subsistentia, porque no está en ningún sujeto;

ύποστασις y substantia, porque está bajo otros seres que no son subsistentias, es

decir, ούσίωσεις y es πρόσωπον y persona, por que es un individuo racional.

Asimismo, Dios es ούσία y essentia, ya que es, y en grado sumo, pues de

Él procede todo ser. Es ούσίωσις, es decir, subsistentia, ya que subsiste sin

necesitar a nadie, y se dice ύφίρτασθαι, ya que substat. Por eso también decimos

que hay una ούσία o ούσίωσις, esto es, essentia o subsistentia de la deidad, pero

tres ύποστασεις, es decir, tres substancias. Y, por cierto, según esa terminología,

dijeron o hablaron de una essentia de la Trinidad, de tres substantias y de tres

personas. Pues si el modo de hablar de la Iglesia no excluyese o prohibiese el

hablar de tres substancias en Dios, parecería que (según esa terminología) se

atribuía la substantia a Dios no porque estuviese El como sujeto de las demás

cosas, sino porque, así como es superior a todas, así estaría bajo ellas como prin-

cipio, al proporcionarles el ούσίούθαι o subsistir.

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