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    Aborto

    Perspectivas tico-teolgicas en torno a la problemtica

    y al debate sobre su legislacin en la Argentina

    Daniel C. Beros

    Resumen: el artculo se propone analizar desde un punto de vista tico-

    teolgico los proyectos de ley sobre aborto en Argentina, as como las

    declaraciones pblicas representativas de las iglesias respecto de la misma

    temtica, proponiendo perspectivas que posibiliten desarrollar a las comunidades

    cristianas una orientacin moral evanglica y una accin pastoral consecuente.

    Abstract: This article proposes to analyze the abortion bills in Argentina from an

    ethical-theological point of view, as well as representative public declarations of

    the churches regarding the same theme, suggesting perspectives that could

    make it possible for christian communities to develop an evangelical moral

    orientation and a consistent pastoral action.

    Palabras clave: Aborto, legislacin en Argentina, iglesias, tica teolgica.

    Keywords: Abort, Legislation in Argentina, Churches, Theological Ethics

    Introduccin

    A inicios de noviembre de 2011 la Comisin de Legislacin Penal de

    la Cmara de Diputados de la Repblica Argentina dio tratamiento a

    proyectos de ley que buscan regular la prctica del aborto. Si bien por

    errores de procedimiento se malogr la posibilidad de emitir el dictamen

    necesario para avanzar en el camino hacia su debate en el recinto de la

    Cmara, quedando postergado su tratamiento para un futuro an

    incierto;1 el hecho signific un hito histrico en el debate pblico y

    parlamentario sobre la problemtica del aborto en la Argentina.2 Al

    1 Una vez concluido el presente artculo, el 20 de marzo de 2012 fue presentado nuevamente en el

    Congreso de la Nacin el proyecto de ley impulsado por la Campaa Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, contando con la firma de 53 diputados de diversos partidos polticos. 2 Otro hito histrico en la materia lo estableci poco tiempo despus, el 13 de marzo de 2012, la

    Corte Suprema de Justicia. El mximo tribunal de la Argentina determin en fallo unnime que las mujeres cuyo embarazo ponga en riesgo su salud o su vida o hayan sido vctimas de un abuso sexual tienen derecho a una intervencin mdica sin necesidad de autorizacin judicial y en cualquier hospital pblico, estableciendo as una interpretacin normativa del artculo 86 del Cdigo Penal. Luego de ello se puso en marcha la aprobacin de reglamentaciones referidas a la realizacin de abortos no punibles en los diferentes distritos federales. As lo hizo, por ejemplo, la legislatura de la

  • 178

    mismo se arrib en buena medida gracias a la movilizacin social y

    poltica impulsada desde hace aos por una serie de organizaciones no

    gubernamentales, muchas de ellas reunidas en la Campaa Nacional por

    el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que promueven una

    modificacin legislativa bajo el lema: "educacin sexual para decidir,

    anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir".

    En el presente artculo nos proponemos abordar la problemtica

    del aborto y algunas de las principales posiciones en el debate sobre su

    legislacin en la Argentina, desde una perspectiva tico-teolgica. Para

    ello, comenzaremos con el intento de dimensionar la realidad del aborto

    con ayuda de datos estadsticos; seguidamente proponemos una mirada

    analtica a la forma en que aparece inscripta la cuestin en el plano

    jurdico, incluyendo las principales propuestas de reforma en danza en el

    actual debate legislativo. Luego daremos un paso ms describiendo y

    revisando crticamente la posicin de diferentes confesiones cristianas.

    Finalmente, pasaremos a explicitar las lneas teolgicas fundamentales

    implicadas en el discernimiento tico realizado. Todo ello nos debera

    permitir delinear una orientacin moral evanglica y una accin pastoral

    consecuente tarea verdaderamente acuciante para la iglesia y los

    cristianos en general, en vistas de la multiplicidad de desafos que

    presenta la problemtica y su legislacin.

    1. La realidad del aborto desde un punto de vista estadstico

    Si bien los datos estadsticos, en el mejor de los casos, proveen

    una mirada acotada y parcial de la realidad descripta, que por su propia

    naturaleza tiende a escamotear el espesor humano-existencial concreto

    de la misma, no caben dudas de que, por otro lado, ayudan a

    dimensionar el alcance del fenmeno en cuestin.

    Con respecto a la realidad del aborto los estudios sealan que en el

    mundo tienen lugar anualmente 210 millones de embarazos, de los

    cuales 75 millones concluyen en un parto en que el nio o nia nace

    muerto/a o en un aborto (espontneo o inducido).3 Entre estos ltimos,

    Ciudad Autnoma de Buenos Aires, donde el trmite legal fue aprobado en una ajustadsima votacin el 28 de septiembre de 2012. 3 Las fuentes consultadas en la sntesis que ofrecemos son: CEDES, rea Salud, Economa y Sociedad.

    Morbilidad materna severa en la Argentina. Trayectorias de las mujeres internadas por complicaciones de aborto y calidad de la atencin recibida, Buenos Aires, CEDES-CENEP, 2007, 12 p. (CEDES. Resumen Ejecutivo, 1) Disponible en: http://www.cedes.org/informacion/ci/publicaciones/ index.html); Ministerio de Salud de la Nacin - Direccin de Estadsticas e Informacin en Salud, Egresos de establecimientos oficiales por diagnstico. Serie 11 No 3, Ministerio de Salud de La Nacin, Buenos Aires, 2009; del mismo, Egresos de establecimientos oficiales por diagnstico. Serie 11 No 2, Ministerio de Salud de La Nacin, Buenos Aires, 2008; del mismo, Egresos de

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    21,6 millones son abortos inseguros (poco ms del 10% del total de

    embarazos). El nmero de muertes de mujeres por abortos inseguros se

    ha reducido a nivel mundial: de 69 mil en 1990 a 47 mil en 2008

    (acompaando la disminucin del total de muertes maternas: de 546 mil

    en 1990 a 358 mil en 2008).

    La elaboracin de informacin estadstica para la regin

    latinoamericana y caribea se ve dificultada a causa del encuadre jurdico

    restrictivo prevaleciente. No obstante, los datos obtenidos, mayormente

    a raz de la cuantificacin de casos de mujeres que reciben atencin

    mdica a causa de complicaciones de abortos y de las mujeres que

    mueren por esa misma razn; sealan que se realizan 4,2 millones de

    abortos inseguros al ao, lo cual hace una cantidad de 39 abortos

    inseguros cada 100 nacimientos.

    Para la Argentina los estudios ms fiables hablan de la realizacin

    de entre 372 mil a 447 mil abortos inducidos (ms de 1 aborto cada 2

    nacimientos) para el ao 2000, mientras que para el ao 2004 las cifras

    son de entre 486 mil a 522 mil abortos inducidos. Se estima que 60 mil

    mujeres egresan anualmente de los hospitales pblicos por

    complicaciones de abortos inseguros (la mayor proporcin de estos

    egresos se da en mujeres de 20 a 24 aos). Segn estadsticas del

    Ministerio de Salud de la Nacin (2009), anualmente mueren ms de 100

    mujeres por causas relacionadas con abortos practicados en condiciones

    inseguras, en su gran mayora pertenecientes a los sectores ms pobres

    de la poblacin.

    El repaso de las estadsticas nos pone delante de un drama

    humano de enormes dimensiones, que afecta masivamente a las y los

    ms dbiles: tanto a la vida humana en gestacin como a las mujeres,

    con especial riesgo, a las ms pobres. Una simple comparacin con los

    datos disponibles del mundo y la regin evidencia la particular gravedad

    que reviste la problemtica en la Argentina, que adems de manifestar

    un aumento notable de la cantidad de abortos realizados, es uno de los

    tres pases de la regin (junto con Jamaica y Trinidad de Tobago) donde

    el aborto es la primera causa de muerte materna (27% del total).

    establecimientos oficiales por diagnstico. Serie 11 No 1, Ministerio de Salud de La Nacin, Buenos Aires, 2007; OSSyR, Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva de Argentina (Disponible en: http://www.ossyr.org.ar/sala/sala.html); Organizacin Panamericana de la Salud, La salud en las Amricas (Volumen Regional), Washington DC, 2007 (Disponible en: http://www.paho.org/hia/vol1regional.html). Aprovechamos para agradecer aqu al Dr. Daniel Jones (Investigador del CONICET Instituto Gino Germani UBA) por los datos y referencias bibliogrficas gentilmente facilitadas al autor.

  • 180

    2. El aborto en la legislacin vigente y en el debate

    legislativo actual en la Argentina

    En la legislacin actualmente vigente en el pas, la prctica del

    aborto es tipificada como delito y est penada. El artculo 85 del Cdigo

    Penal de la Repblica Argentina (CP)4 establece penas que van de 3 hasta

    15 aos de prisin a aquel que practique un aborto, mientras que el

    artculo 86 estipula para los profesionales de la salud que lo practiquen,

    el doble de tiempo de inhabilitacin. Ese mismo artculo plantea dos

    excepciones en las que el aborto practicado por un mdico con el

    consentimiento de la mujer no es punible:

    1 Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la

    salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros

    medios.

    2 Si el embarazo proviene de una violacin o de un atentado al

    pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el

    consentimiento de su representante legal deber ser requerido para el

    aborto..

    Por su parte, el artculo 88 del CP seala que: Ser reprimida con

    prisin de uno a cuatro aos, la mujer que causare su propio aborto o

    consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es

    punible.

    As pues, en la legislacin argentina, la problemtica del aborto

    est inscripta en una perspectiva delictual, punitiva y restrictiva. Desde

    hace aos, en el seno de la legislatura se han elaborado cerca de 30

    proyectos de ley que proponen modificar el cuadro jurdico actual sobre la

    materia. Entre ellos, los proyectos que finalmente recibieron tratamiento

    en comisin fueron dos: uno que propone una reforma del artculo 86 del

    CP habilitando como excepcin la prctica del aborto dentro de las

    primeras 12 semanas de gestacin, para casos de violacin y de peligro

    para la vida o salud de la mujer embarazada5 (firmado por los diputados

    Vega y Albrieu),6 y otro que deroga los artculos 85 inciso 2, 86 y 88 del

    CP y establece la interrupcin voluntaria del embarazo como un derecho

    personal y libre de la mujer dentro del trmino de las primeras 12

    4 Citamos los artculos correspondientes del Cdigo Penal Argentino de: http://www.codigopenalonline.com.ar/

    codigo_penal_argentino_delitos_contra_las_personas.html 5 Fuera del plazo mencionado se excluye expresamente la prctica del aborto no punible.

    6 El texto de la ley se puede consultar en: http://webappl.hcdn.gov.ar/proyectos/proyecto.jsp?id= 13

    0317

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    semanas de gestacin,7 obligando al Estado a realizar la prestacin en

    forma gratuita y a las obras sociales y prepagas a incorporarla a sus

    coberturas en igualdad de condiciones con sus otras prestaciones

    (firmado por Merchan, Di Tullio y otros 37 diputados ms).8 Ambos

    proyectos, que plantean como condicin necesaria para la intervencin el

    consentimiento informado de la mujer y prevn la posibilidad de que los

    profesionales de la salud objeten por cuestin de conciencia, plasman dos

    visiones distintas de la problemtica.

    El proyecto Vega-Albrieu ubica la cuestin del aborto dentro de los

    parmetros penalistas tradicionales, que tipifican al aborto como delito

    (sea o no practicado con el consentimiento de la mujer). El mismo se

    propone buscar la conciliacin entre el derecho de la mujer a disponer

    de su propio cuerpo y el derecho de la persona por nacer a vivir

    apuntando a dar operatividad a los dos casos que admiten excepcin y

    habilitan la prctica del aborto no punible, evitando la judicializacin del

    trmite. La reforma busca ese objetivo planteando que su ejecucin se

    debe realizar sobre la base de la presentacin de una denuncia policial o

    judicial, para el caso de violacin, o de un certificado autenticado emitido

    por un mdico habilitado, para el caso de riesgo para la vida o la salud de

    la mujer.

    Por su parte, el proyecto Merchan-Di Tullio y otros propone un

    nuevo enfoque de la problemtica, que la saca del mbito penal (salvo en

    el caso de la prctica del aborto no consentido). En su fundamentacin

    los firmantes formulan las bases del nuevo paradigma al sealar que

    despenalizar y legalizar el aborto es aceptar que el derecho a decidir

    sobre el propio cuerpo es un derecho personalsimo ya que ste es el

    primer territorio de ciudadana de todo ser humano. Al mismo tiempo

    sostienen que con ello tambin se afirma el derecho a la integridad

    corporal de las mujeres as como sus derechos sexuales y

    reproductivos. Planteada como un tema de derechos humanos, la

    medida apunta a resolver el grave problema de salud y de justicia que

    significa la ilegalidad del aborto. Su sancin implica adems la

    reafirmacin de un Estado laico, que respete el derecho a la libre decisin

    de las personas por sobre las posiciones confesionales particulares de los

    credos religiosos.

    7 Fuera de ese plazo el derecho a decidir la interrupcin del embarazo es reconocido si: a) el

    embarazo fuera producto de una violacin; b) estuviera en riesgo la salud o la vida de la mujer; c) el feto presentara malformaciones graves. 8 El texto de la ley se puede consultar en: http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=0998-D-

    2010

  • 182

    Puestos a realizar una evaluacin de la inscripcin legislativa de la

    problemtica, una primera conclusin, que tiene en vistas la realidad

    reseada por las estadsticas presentadas anteriormente, es que resulta

    evidente que el encuadre jurdico delictual, punitivo y restrictivo vigente

    no solo no disuade de practicar el aborto, si no que inhibe el desarrollo de

    otros enfoques y polticas por parte del Estado, tendientes a promover y

    proteger la vida, tanto la vida en gestacin como la de las miles de

    mujeres que ponen en peligro su salud y su vida por someterse a abortos

    clandestinos en condiciones inseguras. Desde esa perspectiva que

    adelanta motivos centrales de nuestro discernimiento tico-teolgico

    surge claramente la necesidad de cambiar la legislacin actual desde

    esa perspectiva tambin se plantean preguntas crticas y reparos a los

    proyectos de ley en danza.

    Con respecto al proyecto firmado por Vega y Albrieu, que propone

    la reforma del artculo 86 del CP, opinamos que la mantencin del

    enfoque delictual y punitivo no contribuye ni a la disuasin de la prctica

    del aborto clandestino ni a la proteccin de la vida y la salud de las

    mujeres. El problema fundamental radica en el encuadre de la relacin

    establecida desde el Estado con las mujeres que evalan la alternativa de

    someterse a un aborto o que efectivamente lo concretan, que las ubica

    como delincuentes/criminales potenciales o efectivos y no como lo que

    mayormente son: dbiles eslabones de una trama compleja de relaciones

    que las hace sus vctimas, seres humanos cruzados por problemas y

    dilemas extremos, que antes que estigmatizacin delincuencial y punicin

    necesitan asistencia y auxilio. En cuanto a los efectos prcticos de una

    eventual promulgacin del proyecto en cuestin, su ineficacia en el

    sentido sealado se evidencia adems en que, fuera de la violacin o la

    indicacin por razones de peligro para la vida y la salud,9 se dan muchas

    otras causales que pueden desembocar en un embarazo no deseado ni

    aceptado, lo cual puede llevar a la decisin de abortar: las que tienen que

    ver con la condicin humana en general (irresponsabilidades, deseos

    inconscientes), las que se relacionan con carencias sociales (acceso

    restringido a los anticonceptivos modernos, apremio econmico) o las

    relativas a fallas de los anticonceptivos. Todo este espectro de realidades

    continuara arrojando a muchas mujeres a la prctica del aborto

    9 Un aspecto problemtico adicional del proyecto es que para el caso del peligro para la salud de la

    embarazada no se especifica el criterio interpretativo de lo que ha de entenderse por salud (restringido a la ausencia de enfermedad o, en el sentido de la OMS, entendido como estado de completo bienestar fsico, mental y social?), lo cual deja establecida una situacin de ambigedad que quedara sujeta a la discrecionalidad de los mdicos intervinientes.

  • 183

    clandestino e inseguro, sin que, por otro lado, el Estado emprenda nada

    para protegerlas y evitarlos.

    Comparado con la legislacin vigente y con la propuesta anterior,

    el proyecto promovido por Merchan, Di Tullio y otros representa un

    avance en un aspecto sustancial, al proponer la despenalizacin y con

    ello un cambio del encuadre de la relacin del Estado con las mujeres

    involucradas en la problemtica del aborto, que abandona la perspectiva

    estigmatizante y punitiva. La habilitacin del aborto legal, seguro y

    gratuito, que debera poner trmino a las prcticas clandestinas, con

    todas sus implicancias y consecuencias negativas, tiene la virtud de

    apuntar a preservar la vida y la salud de las mujeres que llegan a tomar

    la decisin de someterse a un aborto. Ahora bien, dicho esto se impone la

    realizacin de una serie de sealamientos crticos. En este sentido la

    cuestin de fondo radica en que el enfoque y concrecin de este proyecto

    deja de lado u oculta deliberadamente la realidad concreta de la vida

    humana en gestacin, presente desde el momento de la concepcin.

    Dicha realidad es negada cuando se afirma que el planteo del proyecto de

    ley se fundamenta en el reconocimiento del derecho de la mujer a decidir

    sobre su propio cuerpo, desconociendo: a) que la prctica del aborto

    siempre significa dar muerte a una vida humana en gestacin,10 la cual

    segn lo evidencian los estudios genticos modernos desde la

    fecundacin del vulo representa una realidad vital-somtica distinta a la

    de la mujer; y b) que por lo tanto la mujer ya no decide sobre su cuerpo

    y su vida sino sobre la vida de otro/a. Lo sealado invalida el argumento

    en cuestin. As mismo, la necesaria y justa afirmacin de los derechos

    humanos de las mujeres en relacin con la problemtica del aborto, el

    sealamiento del problema de salud pblica y de (in)justicia social que

    suponen las actuales condiciones, pierden su justa perspectiva si se niega

    la mencionada realidad. Esos derechos se desvirtan si su afirmacin

    supone necesariamente la negacin del derecho elemental de otra vida

    humana a la existencia. Esos derechos han de sostenerse sobre la base

    de la afirmacin del derecho a la vida del ser en gestacin, y si razones

    trgicas llevaran a la decisin consciente de anteponer una vida a la otra,

    como de hecho ocurre, la justificacin del acto nunca podr realizarse

    sobre la base del ocultamiento y la negacin del derecho a vivir de ese

    ser. El proyecto, al tener loablemente en vista la necesidad de preservar 10

    En este sentido coincidimos con el punto de vista del telogo Jrgen Moltmann, quien haciendo suyo a su vez el juicio de Karl Barth (Kirchliche Dogmatik III/4, Evangelischer Verlag, Zollikon-Zrich, 1957, pp. 473-484), seala que la interrupcin del embarazo en todas las circunstancias es dar muerte anticipada a vida humana y no solo una operacin algo penosa. Cf. Jrgen Moltmann, Ethik der Hoffnung, Gtersloher Verlag, Gtersloh, 2010, p. 99.

  • 184

    la vida y la salud de las mujeres, pero a costas de perder de vista la vida

    humana en gestacin, da lugar a un encuadre errneo de la relacin del

    Estado con la problemtica. Al postular un derecho a decidir absoluto

    dentro del trmino de las primeras 12 semanas de embarazo para la

    mujer, dando lugar (previo consentimiento informado) a la realizacin del

    aborto, deja de lado todo otro esfuerzo del Estado tendiente a preservar,

    juntamente con la vida y la salud de la mujer, en la medida de lo

    humanamente posible, tambin la vida en gestacin. No es moralmente

    legtimo, y socava el fundamento moral del propio Estado, poner trmino

    a una vida humana en gestacin sin haber hecho antes todo lo posible

    para dar la oportunidad a que, a partir de una decisin libre de la madre

    por la continuidad del embarazo, ambos puedan tener un futuro. El

    planteo correcto de la no-estigmatizacin y la despenalizacin debera

    posibilitar la movilizacin de todos los recursos que estn al alcance de la

    sociedad organizada para promover y proteger la vida de ambos. Cmo

    podra ello suceder concretamente lo veremos ms adelante.

    3. La problemtica del aborto en los pronunciamientos de

    diferentes confesiones cristianas

    Las confesiones cristianas mayoritariamente representadas en el

    pas, la Iglesia Catlica Romana (ICR) y la Alianza Cristiana de Iglesias

    Evanglicas en la Repblica Argentina (ACIERA) (a las que habra que

    agregar tambin a la Federacin Confraternidad Evanglica Pentecostal

    [FECEP]), expresaron pblicamente su rechazo a las iniciativas para

    modificar la actual legislacin sobre el aborto, mientras que desde el seno

    de algunas iglesias del protestantismo histrico, como la Iglesia

    Evanglica Metodista Argentina (IEMA) y la Iglesia Evanglica del Ro de

    la Plata (IERP), se expresaron puntos de vista matizados, que coinciden

    en la necesidad de despenalizar el aborto promoviendo condiciones

    jurdicas, sociales, culturales y sanitarias tendientes a evitarlo. En lo que

    sigue haremos un repaso y un sucinto anlisis de los principales

    argumentos esgrimidos en cada caso.

    3.1 El punto de vista de la ICR

    Las autoridades de la ICR se han pronunciado en diversas

    oportunidades sobre la cuestin del aborto. Un punto de referencia

    importante, que retoma y formula autoritativamente el pensamiento del

    magisterio, es la Declaracin sobre el aborto, elaborada por la Sagrada

    Congregacin para la Doctrina de la Fe y publicada en noviembre de

  • 185

    1974.11 En el contexto ms prximo del reciente debate en la Argentina

    resulta significativa la Declaracin de la 159 Comisin Permanente del

    Episcopado Argentino, titulada No una vida, sino dos, fechada en

    agosto de 2011.12

    La declaracin del episcopado argentino, encabezada con la cita de

    Deuteronomio 30,19: Elige la vida y vivirs, comienza haciendo

    referencia a la proclamacin del ao 2011 como Ao de la Vida. En ese

    contexto se refiere a la vida como regalo maravilloso que recibimos de

    Dios, que hace posible todos los otros bienes humanos. Seguidamente

    los obispos observan con dolor toda una serie de situaciones sociales

    en las que no se est promocionando el valor supremo de la vida,

    mencionndose la amenaza de las drogas y las adicciones, la pobreza y

    marginalidad, as como a la delincuencia. A continuacin sealan:

    Junto a estos peligros nos encontramos frente al planteo

    del aborto. Queremos afirmar con claridad: cuando una mujer est

    embarazada, no hablamos de una vida sino de dos, la de la madre

    y la de su hijo o hija en gestacin. Ambas deben ser preservadas y

    respetadas. La biologa manifiesta de modo contundente a travs

    del ADN, con la secuenciacin del genoma humano, que desde el

    momento de la concepcin existe una nueva vida humana que ha

    de ser tutelada jurdicamente. El derecho a la vida es el derecho

    humano fundamental.

    Ms adelante, luego de destacar el aprecio de la vida como valor

    inalienable que hay en el pas y su condicin de signo de la presencia

    de Dios, as como de valorar las recientes medidas implementadas

    respecto del cuidado de la vida en la mujer embarazada, se realiza un

    llamado a la corresponsabilidad de todos los actores sociales en el

    cuidado de la vida para que tanto el nio como la madre sean

    respetados sin caer en falsas opciones. El aborto nunca es una solucin.

    En vistas del debate en curso en la sociedad y el Congreso se afirma que:

    Una decisin legislativa que favoreciera la despenalizacin

    del aborto tendra consecuencias jurdicas, culturales y ticas. Las

    leyes van configurando la cultura de los pueblos y una legislacin

    que no protege la vida favorece una cultura de la muerte. La ley,

    11

    El texto completo se puede consultar en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19741118_declaration-abortion_sp.html 12

    El texto completo se puede consultar en: http://www.episcopado.org/portal/component/content/ article/85-actualidad-cea/613-declaracion-de-la-159o-comision-permanente-del-episcopado-argentino.html

  • 186

    en cuanto base de un ordenamiento jurdico, tiene un sentido

    pedaggico para la vida de la sociedad.

    Los obispos concluyen con una invitacin a los propios fieles laicos

    y a todos los ciudadanos a reflexionar y expresarse con claridad a favor

    del derecho a la vida humana, invocando a Dios, fuente de toda vida

    para que ilumine a los legisladores.

    Una evaluacin del documento desde un punto de vista tico-

    teolgico lleva, en primer trmino, a destacar positivamente el planteo

    elemental que refiere a la vida como don de Dios y al derecho a la vida

    como derecho humano fundamental. Con directa relacin a la

    problemtica del aborto resulta igualmente importante la afirmacin de

    que desde el momento de la concepcin existe una nueva vida humana,

    que debe ser tutelada, y que tanto la vida de la madre como la de su

    hijo/a en gestacin deben ser preservadas y respetadas. Hasta all, una

    serie de planteos fundamentales que resulta un muy valioso aporte al

    debate desde una perspectiva teolgica y pastoral, que ha de hacer suyos

    una tica cristiana fundada en el Evangelio. Ahora bien, desde esa

    perspectiva resulta imperioso realizar una serie de observaciones crticas

    al documento.

    Una primera cuestin surge al observar el modo en que el planteo

    del aborto es ubicado junto a los otros peligros que amenazan a la

    vida (drogas, marginalidad, delincuencia), sin realizar diferenciacin

    alguna y sin tener en cuenta que la problemtica del aborto se puede

    plantear a raz de una multiplicidad de causales que nada tienen que ver

    con las realidades aludidas (como podra ser el caso de peligro para la

    vida de la mujer embarazada). El plantear la problemtica de ese modo

    no contribuye a percibirla en la especificidad de toda su dramtica

    complejidad, si no que echa sobre la misma, de antemano, una especie

    de sombra estigmatizadora.

    En la continuidad de la argumentacin, si bien se deja en claro que

    se debe preservar y respetar tanto la vida de la madre como la del hijo/a

    en gestacin, se pone de hecho todo el nfasis en el derecho a la vida de

    este ltimo, silenciando a la vez que, en las condiciones actuales, el

    aborto clandestino es causa de muerte para cientos, y severo riesgo para

    la integridad de la salud de cientos de miles de mujeres. Dicho

    silenciamiento lleva a preguntar por el sentido concreto y efectivo del

    llamado a respectar tanto al nio como a la madre, en la medida en

    que es precisamente en las actuales condiciones, que penalizan el aborto,

    que ocurren nada menos que 500.000 abortos clandestinos al ao y

  • 187

    mueren ms de 100 mujeres debido a esas prcticas, de acuerdo con las

    estadsticas oficiales (ver arriba). Que ese nefasto resultado pueda tener

    que ver con el hecho de que el Estado, entrampado en la perspectiva

    criminalizante y punitiva, no desarrolle una poltica de asistencia activa a

    las mujeres que se plantean la decisin de abortar frente a un embarazo

    no deseado, el episcopado no se lo plantea. A nuestro juicio, el bloqueo

    de ese tipo de perspectiva se vincula, entre otras cosas, con el uso

    sesgado y unilateral que hace la jerarqua catlica de la afirmacin en s

    misma correcta que una legislacin que no protege la vida favorece

    una cultura de la muerte. Pues el cerrado rechazo a la despenalizacin

    oculta que la legislacin actual efectivamente no protege la vida no solo

    la que se pierde con los cientos de miles de abortos, sino tambin la de

    las mujeres envueltas en la problemtica, en especial la de las ms

    pobres. Frente a esa realidad, no ser precisamente la situacin jurdica

    actual la que favorece una cultura de la muerte?

    Los obispos sostienen que el aborto nunca es una solucin. Y

    ciertamente no lo puede ser, porque supone siempre al menos una

    muerte. Nada hay que se pueda solucionar implicando una muerte. Sin

    embargo, puede ocurrir que la problemtica del aborto se plantee a partir

    del dilema desgarrador entre la vida (o el serio riesgo para la integridad

    de la salud fsica o emocional) de la mujer y la vida que est gestando.13

    Para el magisterio catlico, si bien se reconoce la gravedad de ciertas

    situaciones, no hay lugar a dudas: siempre el criterio decisivo debe ser la

    preservacin de la vida en gestacin, sin importar los riesgos que ello

    eventualmente implique para la mujer embarazada, incluida su muerte.14

    Al respecto cabe preguntar: no han recibido las mujeres igualmente la

    vida como un don de Dios? No es el mismo derecho humano

    fundamental a la vida el que las asiste a ellas tanto como al fruto de su

    vientre? Cul es la razn por la que, en caso de un eventual conflicto

    vital, la balanza siempre debiera inclinarse en contra de las mujeres?

    Cmo no ha de resonar aqu la sospecha de aquellas y aquellos que

    observan el que sean precisamente varones clibes los que dictaminan

    13

    En este sentido hacemos nuestro nuevamente el punto de vista de Karl Barth, asumido igualmente por Jrgen Moltmann, quien seala que hay situaciones en las cuales el dar muerte a la vida [humana] incipiente no es asesinato, sino que es debido, haciendo referencia a situaciones en las que se debe elegir por causa de la proteccin de la vida, porque una vida est contra otra vida. Cf. Jrgen Moltmann, op. cit., p. 99. 14

    En el prrafo 14 de la Declaracin sobre el aborto de 1974 se seala: No desconocemos estas grandes dificultades: puede ser una cuestin grave de salud, muchas veces de vida o muerte para la madre Debemos proclamar absolutamente que ninguna de estas razones puede jams dar objetivamente derecho para disponer de la vida de los dems, ni siquiera en sus comienzos. Cf. op. cit.

  • 188

    con tanta certeza sobre la voluntad de Dios en tales situaciones? Un

    Dios que impone siempre y obligatoriamente el peso de su ley y el

    sacrificio a las mujeres, sin lugar a la realidad de la gracia y el perdn

    para las agobiadas y aplastadas por dilemas terribles, sencillamente no

    puede ser el Dios del Evangelio, el que en la Cruz de Jesucristo hizo suyo

    amorosa y solidariamente el destino de todas las vctimas.

    3.2 El punto de vista de ACIERA

    La agrupacin de iglesias evanglicas reunidas en ACIERA, que

    dice representar a 196 instituciones evanglicas en el pas, con ms de

    12.000 iglesias y ms de 5 millones de ciudadanos argentinos miembros,

    expres pblicamente su posicin en el contexto del debate sobre la

    legislacin del aborto mediante una declaracin firmada por el Dr.

    Ricardo Bedrossian.15 La misma desarrolla una serie de 10 afirmaciones

    acompaadas en cada caso por textos bblicos, en las que se sigue una

    argumentacin de fondo y se llega a conclusiones prcticamente

    coincidentes con la posicin del magisterio catlico romano en la materia

    (ms all de la particular impronta bblica en su formulacin).

    Las primeras cinco afirmaciones de la declaracin se centran en la

    temtica de la vida humana. En primer lugar se sostiene que la vida es

    el don ms grande dado por Dios a los hombres y que solo l puede

    darla y tomarla. Luego, que el hombre y la mujer son colaboradores de

    Dios en la tarea de trasmitir la vida, siendo esta una funcin que debe

    ser ejercida con responsabilidad y sensatez. Seguidamente se afirma el

    valor inviolable que tiene todo ser humano y que el derecho a la vida

    es un derecho natural inherente a todo hombre, derecho que es

    anterior al Estado y ninguna legislacin positiva puede vulnerarlo. A

    continuacin se sostiene que la persona por nacer tiene la misma

    dignidad humana que la persona ya nacida, que se basa en la comn

    creacin a imagen y semejanza de Dios; cualquier atentado contra

    ambas es declarado contrario al plan perfecto de Dios. La quinta

    afirmacin, que cierra la primera parte, seala que: Todo ser humano

    tiene vida desde el mismo momento de la fecundacin. El vulo

    fecundado ya tiene el genoma completo de un nuevo ser, por lo que ya

    es vida humana, y debe ser considerado como persona desde ese mismo

    momento.

    Sobre la base del enfoque desarrollado anteriormente, las ltimas

    cinco afirmaciones se concentran explcitamente sobre la cuestin del

    15

    El texto completo se puede consultar en: http://www.aciera.org/declaraciones/aborto.pdf

  • 189

    aborto. La sentencia nmero 6, que abre este pasaje y es destacada

    ntegramente con negritas y el uso de maysculas para resaltar

    expresiones clave; obra como bisagra, formulando la tesis fundamental

    de la declaracin, que rene, concentra y apuntala toda la argumentacin

    desarrollada: El aborto practicado en todas sus formas (quirrgico y/o

    qumico) ES UN PECADO contrario a la ley natural, y fundamentalmente a

    la ley de Dios. A partir de all se pasa a afirmar que el aborto es un

    crimen infame realizado contra una persona completamente indefensa,

    que debe ser penalizado por el Estado en cumplimiento de su deber de

    velar por la vida y la seguridad de las personas; adems, que todo

    proyecto de despenalizacin de este delito debe ser rechazado

    terminantemente por ser contrario a la vida y los principios bblicos. Una

    vez sentada esa posicin fundamental en relacin al debate legislativo,

    las dos ltimas tesis abordan cuestiones de orden prctico, relativas a la

    tica sexual y a la responsabilidad social hacia las mujeres tentadas de

    abortar. En el primer caso se sostiene que la mejor manera de prevenir

    los abortos producidos por embarazos no deseados, es seguir predicando

    la importancia de practicar una sexualidad responsable dentro del marco

    del matrimonio, mientras que en el segundo se plantea la necesidad de

    contener en forma integral a las mencionadas embarazadas, dndoles

    los apoyos necesarios para evitar un dao irreparable contra la vida de

    sus hijos. La declaracin finaliza sealando que COMO CRISTIANOS

    EVANGLICOS SIEMPRE ESTAMOS A FAVOR DE LA VIDA.

    La evaluacin del documento, dado el carcter coincidente en lo

    esencial con la postura catlica analizada anteriormente, nos lleva a

    destacar similares aspectos positivos y a realizar observaciones crticas

    parecidas. Para no caer en repeticiones nos concentraremos en un

    aspecto central, que supone todo lo ya dicho: aqu tambin nos

    encontramos con una visin de la problemtica que hay que calificar, al

    menos, como reductiva y parcial pues, en ella, a la vez que se califica

    como pecado el aborto, no se dice nada sobre aquellas muertes de

    mujeres a causa de la realizacin de abortos clandestinos que tambin

    deberan ser calificadas como pecado as como la muerte de tantos

    nios y jvenes que tiene origen en la injusticia estructural de nuestra

    sociedad. Lo mismo ocurre en relacin a la tarea del Estado de velar por

    la vida y la seguridad de las personas, a la que solo se la visualiza en

    vistas a su deber de castigar, mientras nada se dice de la responsabilidad

    del Estado con respecto al cuidado y seguridad de esas mismas mujeres

    estigmatizadas y arrojadas a su suerte en la actual situacin. Aqu

    tambin nos encontramos con una tica de la ley, que si bien no excluye

  • 190

    la remarcable virtud de promover un reconocimiento y respeto de la

    dignidad y la vida del ser humano en gestacin como criatura de Dios

    pierde de vista una parte importante de quienes sufren en su cuerpo y

    sus vidas las consecuencias del sistema vigente. Desde su perspectiva, el

    rechazo terminante a una eventual despenalizacin y regulacin del

    aborto conduce a propuestas que, si bien en principio tienen valor, en

    concreto resultan voluntaristas, limitadas e insuficientes (abstinencia

    hasta el matrimonio) y adems poco precisas (contencin integral,

    apoyos necesarios). Ello tiene como resultado el que, en aras de la loable

    y necesaria defensa de la vida en gestacin, de facto se abandone y

    criminalice a las mujeres en riesgo. Pues aquellas que por las razones

    que fueran se sigan decidiendo por el aborto, continuarn cayendo en el

    circuito clandestino, con sus mltiples negatividades.

    Antes de concluir, es necesario sealar una diferencia importante

    entre la posicin catlica y el enfoque de ACIERA en un aspecto

    especfico de la problemtica. Mientras que para el magisterio de la ICR

    no existe ningn tipo de indicaciones, en ninguna circunstancia, que

    justifiquen la realizacin de un aborto, la agrupacin evanglica en

    cuestin, segn un comunicado de prensa propio, propone un debate

    serio con respecto a los casos especficos donde por indicacin mdica se

    deba interrumpir el embarazo16 con lo cual, al admitir tales

    excepciones, de hecho modifica silenciosamente la afirmacin realizada

    en el punto 7 de la declaracin, que seala en trminos generales y

    absolutos que el aborto es un crimen infame.

    3.3 El punto de vista de la IEMA

    En el marco de una comunicacin oficial de la IEMA, que seala

    que, a propsito de la inminente discusin parlamentaria sobre la

    despenalizacin del aborto, la Iglesia Metodista inicia el dilogo sobre

    esta problemtica que atenta contra la libertad y la dignidad de las

    personas, se presenta la Carta pastoral del obispo Frank De Nully

    Brown, fechada en febrero de 2011,17 como contribucin al respecto.18

    Luego de una introduccin que plantea como propsito proponer

    desde la fe cristiana una profunda y sincera reflexin que contribuya a la

    16

    El texto completo se puede consultar en: http://aciera.org/site_news/index2.php?option=com_ content&do_pdf=1&id=295 17

    El texto completo se puede consultar en: http://www.iglesiametodista.org.ar/eee/notas_mas. php?id_nota=212 18

    Cabe enfatizar que este tipo de expresiones no pretenden tener un carcter magisterial-vinculante, sino ms bien indicar una lnea de reflexin con la finalidad de promover un debate en el conjunto de la feligresa, al cabo del cual la iglesia como un todo adopte una posicin definida.

  • 191

    valoracin de la vida y al respeto y dignidad de todos los seres humanos

    en nuestra sociedad, la carta desarrolla la argumentacin a lo largo de

    tres acpites: El aborto es un problema social, La penalizacin no

    resuelve el sufrimiento y Dilogo para construir libertad y dignidad.

    En el abordaje preliminar de la temtica, el obispo De Nully Brown

    advierte que limitar la discusin a una puja entre quienes estn a favor

    y en contra de la prctica, es trivializarla: nadie puede estar a favor de la

    interrupcin de una vida. Se trata de una falsa polarizacin, dado que

    la mujer que busca abortar lo hace con angustia y tristeza. La

    comunidad tiene que asumir esa realidad, no escondindola, sino

    sacndola a la luz.

    En el primer prrafo se plantea la necesidad de considerar el tema

    en su contexto social, caracterizado por la carencia de una adecuada

    educacin sexual, planificacin familiar e igualdad de gnero, lo cual

    contribuye a que se multipliquen los embarazos no deseados.

    Seguidamente se seala que el aborto se ha constituido en un verdadero

    comercio debido a las condiciones de restriccin de la ley actual. As es

    que los sectores altos y medios pueden acceder a abortos clandestinos

    seguros, mientras para muchsimas mujeres de limitados recursos las

    condiciones riesgosas de la prctica suponen atentar contra su propia

    vida. De all que, en la visin del obispo, el Estado deba intervenir en

    dos sentidos: legislando la despenalizacin para evitar tambin la

    muerte de las madres y garantizando condiciones de equidad econmica,

    educativa y sanitaria para que el aborto no sea una opcin.

    En el segundo prrafo se sostiene que el aborto es un problema de

    todos, en el que la penalizacin de la mujer, dejando de lado la

    responsabilidad del varn, nada resuelve. Para De Nully Brown poner el

    tema en su adecuado contexto lleva a considerar el reclamo de las

    mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y, por otro lado, abordar el

    sufrimiento de muchas mujeres desprotegidas.

    La carta expresa en el tercer prrafo la conviccin de que

    despenalizar el aborto puede ayudar al dilogo que contribuya a la

    edificacin de nuestra sociedad. As mismo que cada vctima del aborto

    no debe ser reducida a un nmero ms, ya que es alguien amado por

    Dios, a quien tambin nosotros debemos amar profundamente. Por lo

    dems esconder nuestras prcticas culturales de abortos clandestinos no

    ayuda a enfrentarlas y a tomar decisiones inspiradas en la libertad y la

    dignidad de las personas. Luego de expresar el deseo de que se pueda

    generar en nuestra sociedad una discusin madura donde todos tengan la

  • 192

    oportunidad de aportar sus propias visiones, el obispo metodista cierra

    sus reflexiones citando el pasaje de 1 Juan 4,19-20.

    Ahora bien, una evaluacin del documento y su aporte al debate

    desde una perspectiva tico-teolgica lleva a destacar en primer trmino

    el esfuerzo de percibir la problemtica en el contexto social concreto en

    que se desarrolla. Igualmente remarcable es el sealamiento en cuanto a

    que la problemtica no incumbe apenas a las mujeres, sino que tambin

    involucra la responsabilidad de los varones y de la sociedad; as mismo la

    disposicin e invitacin a llevar adelante un dilogo abierto y plural sobre

    la cuestin.

    Con respecto al abordaje propuesto cabe sealar que la

    argumentacin tiene la virtud de plantear, como aspecto significativo a

    ser percibido en la evaluacin de la problemtica (que es silenciado en las

    posiciones confesionales analizadas anteriormente), la realidad de

    sufrimiento de las mujeres y de riesgo para la vida de las ms pobres

    entre ellas, a la que conducen las condiciones actuales de carencia de

    polticas activas del Estado en la prevencin de los embarazos no

    deseados y de clandestinidad. Sin embargo, la referencia al aborto, desde

    la perspectiva de la vida en gestacin, no reviste el talante dramtico y

    concreto que s es caracterstico de los documentos ya estudiados, si bien

    deja en claro que all est en juego el fin de una vida. La debilidad e

    insuficiencia en el enfoque de este aspecto quedan reforzadas por el

    planteo de considerar el reclamo de las mujeres a decidir sobre su

    propio cuerpo una demanda que, al desconocer el carcter propio y

    autnomo de la realidad vital-somtica que constituye el ser en gestacin

    con respecto a su madre, postula un derecho que en el caso del aborto

    no puede ser admitido como tal.

    La virtud y la deficiencia sealadas explican la formulacin de la

    propuesta que define el posicionamiento del obispo metodista con

    respecto al rol del Estado en la cuestin. Por un lado propone una

    legislacin que despenalice el aborto, con el objetivo de evitar tambin

    la muerte de las madres. Si bien no se lo dice expresamente, el planteo

    en su conjunto hace suponer que la propuesta involucra la posibilitacin

    por parte del Estado del acceso al aborto seguro (y gratuito).

    Consideramos que, en vistas de la proteccin de las mujeres en riesgo,

    esta propuesta va en la direccin correcta. La otra lnea de accin estatal

    que se promueve al mismo tiempo (garantizar condiciones de equidad

    econmica, educativa y sanitaria para que el aborto no sea una opcin),

    si bien necesita de mayor concrecin, tambin va en la direccin

    correcta. En ese sentido, el enfoque metodista representa un valioso

  • 193

    aporte en ms de un sentido, al promover el combate de las causas que

    dan lugar a la multiplicacin de embarazos no deseados y al proponer,

    sobre la base de la despenalizacin y el acceso al aborto seguro, medidas

    que, dando cuenta de la efectiva y masiva realidad de la prctica abortiva

    an en las actuales condiciones punitivas, eviten que juntamente con las

    vidas en gestacin tambin mueran las madres. No obstante este

    reconocimiento, debe sealarse que el encuadre general de la propuesta

    no deja de ser problemtico e insuficiente. Ello radica en que las medidas

    propuestas en su conjunto no se plantean claramente como un esfuerzo

    consecuente y sostenido por parte de la sociedad organizada y del Estado

    por preservar la vida de ambos, tanto la vida de la madre, como tambin

    la vida que lleva en su vientre. Este objetivo no es formulado ntidamente

    ni se plantean los instrumentos institucionales que podran contribuir a l.

    Sin embargo, es en esa perspectiva comprensiva y radical en la que ha

    de ser escuchada y testimoniada la palabra bblica, que vincula

    estrechamente el amor a Dios y el amor al hermano/a, citada al final de

    su carta por el obispo.

    3.4 El punto de vista de la IERP

    La Junta Directiva de la IERP, a travs del Pastor Presidente Carlos

    Duarte, abri el debate y la reflexin enviando dos documentos relativos

    a la temtica del aborto a todos los ministros y congregaciones de la

    iglesia as como a otras iglesias protestantes de la ecumene.19

    19

    En la carta que acompaa los documentos, fechada en julio de 2011, Duarte seala que la intencin de la Junta Directiva de la IERP es dar lugar a un debate amplio dentro de la iglesia, dada la complejidad del tema, las posturas antagnicas y la diversidad de proyectos de ley presentados en el Congreso. Aclara que en la reflexin plasmada en los escritos se ha evitado emitir juicio sobre la decisin de aquellas mujeres que han abortado. En ella se ha tenido en vista ante todo el debate legislativo, en el que se confrontan proyectos totalmente opuestos, que van de la legalizacin lisa y llana a la reafirmacin de la penalizacin. Frente a ello y en vistas de que se trata de situaciones humanas lmites, las propias reflexiones se orientan por la bsqueda del mal menor. Duarte explica seguidamente que el propsito del documento ms breve es brindar elementos para difundir la propia postura a esta altura del debate, mientras que el ms extenso representa un insumo para la reflexin de las comunidades y personas interesadas. Finalmente, luego de afirmar que la tradicin evanglica es reacia a las decisiones dogmticas de arriba hacia abajo, y de expresar la confianza de que a travs de la accin del Espritu Santo, las personas y comunidades podrn enriquecer las reflexiones, el Pastor Presidente invita a sus destinatarios a participar activamente en el debate con reflexiones propias, a fin de brindar un aporte de nuestras iglesias a la sociedad civil y a la ecmene toda. La carta, encabezada con la cita de 1 Corintios 13,12-13, concluye con una oracin dirigida al Dios trino, a quien se le encomienda a las mujeres que atraviesan situaciones dolorosas en relacin al aborto, pidiendo a la vez que oriente a la iglesia para escucharlas, acompaarlas y sanarlas.

  • 194

    El escrito titulado Reflexiones en torno a la problemtica del

    aborto,20 luego de una breve introduccin, desarrolla su planteo a travs

    de una serie de consideraciones y propuestas, resumidas en 5

    prrafos: 1. Nuestro fundamento: el amor de Dios manifestado en

    Jesucristo y su voluntad de vida plena para todas sus criaturas, 2. La

    realidad actual: la victimizacin y muerte de las y los ms dbiles, 3. La

    tarea del Estado: proteger, cuidar y promover la vida de todas y todos

    sobre la base de la justicia y el derecho, 4. Frente a la realidad del

    aborto y la muerte de las mujeres: legislar para proteger la vida y 5. El

    desafo de la sociedad civil: la participacin con el fin de construir una

    sociedad justa y responsable.

    El primer prrafo da cuenta primeramente del fundamento

    teolgico-confesional desde el que la iglesia, como heredera de la

    Reforma del siglo XVI, aborda la problemtica: la fe comn en el Dios

    que, por puro y gratuito amor, crea, sostiene y redime la vida de toda su

    creacin. De ese Dios se afirma que en Jesucristo ha manifestado su

    radical solidaridad con los ms pequeos, con las vctimas de la injusticia

    y el pecado, as como su ms rotunda protesta y condena de los poderes

    que oprimen y victimizan y que con ello ha proclamado su voluntad de

    que todas sus criaturas tengan vida plena y abundante. Sobre esa base

    se sacan una serie de consecuencias fundamentales en vistas de la

    problemtica en cuestin: toda vida humana es un don de Dios, y por lo

    tanto es sagrada; tal dignidad debe serle reconocida desde el momento

    de la concepcin; rechazamos enrgicamente toda forma de

    menoscabo, violencia, victimizacin y muerte.21

    El segundo prrafo aborda la realidad actual, constatando que

    vivimos en una sociedad estructuralmente violenta. El aborto se

    inscribe en un cuadro sociocultural y en un marco institucional y jurdico

    que da lugar a la victimizacin tanto de la vida humana en gestacin,

    como de las cientos de mujeres generalmente pertenecientes a los

    sectores ms pobres de la poblacin que anualmente mueren o sufren

    20

    Para los fines del presente estudio, por razones de congruencia formal con el resto de los documentos tratados, nos atendremos fundamentalmente a la exposicin de este documento, ms sucinto (la versin completa del documento se puede consultar en: http://www.iglesiaevangelica.org/docum/aborto.pdf). No obstante, lo haremos sin perder de vista el documento ms extenso, Elementos para la reflexin y el debate sobre la problemtica del aborto desde una perspectiva teolgica, especialmente all donde posibilite precisar o profundizar la lnea de argumentacin tico-teolgica general. 21

    El documento Elementos, desarrollando la fundamentacin teolgica de la postura sustentada en relacin al aborto, hace referencia al mandamiento no matars (Ex 20,13; Dt 5,17), aplicndolo tanto a la defensa de la vida prenatal como a la de las mujeres en riesgo en el contexto de penalizacin y clandestinidad (cf. p. 3ss de ese documento).

  • 195

    consecuencias graves para su integridad fsica y espiritual a causa de

    prcticas abortivas clandestinas. De all que se convoque a la sociedad

    civil a establecer medidas institucionales tendientes a reducir lo ms

    posible las consecuencias de sufrimiento y muerte asociadas a la prctica

    del aborto.

    El tercer prrafo pasa a tematizar la tarea del Estado, cuya

    obligacin y responsabilidad indelegable radica en la proteccin, el

    cuidado y promocin de la vida de todos los seres humanos que viven

    dentro de su jurisdiccin territorial desde el momento de su concepcin,

    sobre la base de la justicia y el derecho. En relacin a la problemtica en

    cuestin el ejercicio de la tarea as definida supone la implementacin de

    una serie de medidas de tipo general y especfico. Entre las primeras se

    incluye la generacin de condiciones econmicas, polticas y culturales

    tendientes a dar lugar a una convivencia ms justa y equitativa que

    redunde en posibilitar que las personas tomen consciente y libremente

    decisiones fundamentales de su vida, como lo es la de la procreacin.

    Con respecto a las segundas se plantea el desarrollo de una adecuada

    poltica de educacin sexual y de gnero desde la niez y el acceso

    gratuito a medios anticonceptivos tanto a mujeres como a varones a fin

    de evitar embarazos no deseados. Todo ello debe propender a la

    disminucin de casos que lleven a plantear la alternativa del aborto. Sin

    embargo, frente a la inevitable persistencia de tales casos, se plantea la

    necesidad de contar con una legislacin particular congruente con la

    mencionada obligacin y responsabilidad estatal.

    El prrafo siguiente versa sobre la legislacin particular que

    demanda la problemtica. Dejando de lado la falsa antinomia

    establecida por las posiciones dominantes en el debate, se plantea que

    toda accin legislativa en la materia debe tener como finalidad proteger

    la vida, tanto la no nacida como la de las mujeres. En esa direccin se

    podra avanzar abriendo la posibilidad de despenalizar el aborto para las

    mujeres que, habiendo considerado la decisin de interrumpir su

    embarazo, estn dispuestas a transitar un proceso de asistencia y

    asesoramiento psicosocial. Llevado a cabo por una instancia dispuesta

    por el Estado (un equipo integrado por personal idneo, como psiclogos

    y asistentes sociales), dicho proceso se desarrollar con el claro objetivo

    dentro de un perodo de tiempo claramente acotado de posibilitar la

    viabilidad del embarazo. En ello se trata de poner a disposicin los

    medios materiales y espirituales necesarios para favorecer la decisin

    consciente y libre de la pareja o de la mujer en favor de la vida en

    devenir. Si una vez exploradas las distintas alternativas no fuese posible

  • 196

    revertir la decisin de interrumpir el embarazo el Estado debe asegurar

    gratuitamente las condiciones mdico-sanitarias que preserven la

    integridad fsica de la mujer, cuyo cuidado mdico y psicolgico debe ser

    extendido a la etapa posterior a la intervencin. Explicitando las razones

    de dicho planteo se dice que:

    reconociendo un lmite a la posibilidad de preservar la vida

    de ambos a partir de la decisin firme de la mujer de interrumpir

    el embarazo, desde el punto de vista de la responsabilidad del

    Estado, se trata de optar por el mal menor. Dicho positivamente,

    ello significa optar por el bien que en esa situacin concreta se

    debe preservar, ya que, de lo contrario, se corre el riesgo de

    perder tanto la posibilidad de preservar la vida en gestacin como

    la vida de la mujer, a causa de las prcticas clandestinas.

    Finalmente se seala la necesidad de respetar la libertad de

    conciencia de aquellos profesionales de la salud que no se hallen

    dispuestos a realizar la intervencin.

    El quinto y ltimo prrafo se ocupa de la sociedad civil en general y

    de la iglesia en particular. Se sostiene que la sociedad en su conjunto

    tiene responsabilidad por la proteccin y promocin integral de una vida

    digna y plena para todos. Como iglesia se reconoce ante Dios y los

    conciudadanos que no siempre hacemos lo suficiente en ese sentido.

    As mismo que frente a la realidad del aborto nos confesamos

    solidariamente culpables con la sociedad toda por la victimizacin de

    aquellos que Jess tiene por sus hermanos y hermanas ms pequeos,

    encomendndose al juicio misericordioso y al perdn de Dios. A partir

    de all se afirma que es ese mismo Dios quien nos llama a brindar

    instrumentos concretos para la contencin y acompaamiento pastoral,

    psicolgico y material de las personas que transiten por crisis ligadas al

    aborto, haciendo de las comunidades eclesiales verdaderos hogares

    para todos los que busquen vivir la fraternidad y solidaridad que se

    hacen presentes en Jesucristo, contribuyendo a la vez a la construccin

    de una sociedad ms justa y responsable a la luz y en la fuerza de su

    Reino.

    Una evaluacin de la propuesta lleva a destacar positivamente que

    el documento de la IERP rene y conjuga perspectivas que en los aportes

    anteriores tienden a excluirse mutuamente. Efectivamente: si aqu se

    afirma el carcter de toda vida humana como don gratuito de la gracia de

    Dios, y en ese sentido se la define como sagrada, siendo esta una

    dignidad que debe serle reconocida desde el momento de la

  • 197

    concepcin, ello lleva al mismo tiempo a rechazar toda forma de

    menoscabo, violencia, victimizacin y muerte, lo cual en relacin a la

    problemtica en cuestin se refiere tanto a la vida en gestacin como a

    la de las mujeres que en las actuales condiciones se someten a abortos

    inseguros sosteniendo en tensin los extremos que, en otros planteos,

    dan lugar a la supresin de uno de sus trminos. El hecho de que

    explcita y enfticamente se afirme el derecho a la vida y la dignidad de

    ambos, se debe, no en ltima instancia, al abordaje teolgico que

    concreta el obrar misericordioso de Dios en la vida, cruz y resurreccin

    de Jesucristo, donde este se revela como un Dios radicalmente solidario

    con las vctimas de la injusticia y el pecado, que protesta y condena los

    poderes opresores y victimarios. Nos encontramos aqu con una tica

    inspirada, antes que en una ley intemporal (natural y/o divina), en el

    obrar amoroso del Dios de Jesucristo, que tiene en vistas a aquellos que

    a causa de tales leyes sufren violencia obrar que, por afirmar su

    derecho a la vida y su dignidad sagrada, es Evangelio, buena nueva,

    gracia, para ellos y ellas, los y las ms pequeas y sufrientes.

    A partir de esa perspectiva evanglica central se plantea y afirma

    como tarea de la sociedad organizada la proteccin y promocin de la

    vida de aquellos que son victimizados/as y criminalizados/as en la

    situacin socio-cultural y jurdica actual relativa al aborto, la vida humana

    no nacida y la de las mujeres. En ese sentido es que se propone, adems

    de una serie de medidas generales concretas, una legislacin especfica

    que despenalice el aborto con la finalidad de establecer un accionar del

    Estado en relacin a las mujeres o parejas que se hubieren planteado la

    alternativa de abortar a fin de promover una decisin libre y consciente

    por la continuidad del embarazo. Solo una vez que ese esfuerzo

    encuentre un lmite en la decisin irreversible por el aborto, el Estado

    debe proveer los medios para realizar gratuitamente una interrupcin

    segura del embarazo todo ello como opcin por el mal menor o por el

    bien que en esa situacin concreta es posible preservar: la vida de la

    mujer, ya que de otro modo, en un marco de clandestinidad, se correra

    el riesgo de perder ambas. Esta lnea de discernimiento tico y de accin

    institucional plantea una orientacin que hace viable un esfuerzo

    consecuente por proteger y promover integralmente la vida en riesgo

    contemplando la situacin lmite en la que se hace necesario preservar lo

    efectivamente posible.

    La misma lnea tico-teolgica en relacin con la responsabilidad

    de la propia iglesia con respecto a la problemtica, da lugar a un planteo

    que tampoco se halla presente en los aportes anteriormente analizados:

  • 198

    por un lado el reconocimiento de la propia culpa por la inaccin e

    indiferencia ante el sufrimiento y la muerte vinculada al aborto; por otro

    lado, el llamado a brindar instrumentos concretos de contencin

    psicolgica y material para quienes transitan crisis ligadas a la

    problemtica, no para condenar o estigmatizar, sino para proclamar el

    perdn y la gracia de Dios. Con ello la iglesia no aborda la realidad desde

    una especie de torre de marfil de la santidad absoluta ni desde el rol de

    los que, sabindose justos, solo tienen palabras de condena para los

    pecadores; antes bien, se declara tambin pecadora y necesitada de la

    misma misericordia de Dios que est llamada a testimoniar con palabras

    y obras comenzando por los y las pequeos/as y abatidos/as.

    Por lo dicho creemos que la propuesta de reflexin de la IERP es un

    aporte valioso y constructivo a la problemtica y al debate en torno a su

    legislacin. No obstante, aqu tambin tenemos algunas preguntas y

    observaciones crticas. En primer lugar, ello se refiere a la definicin de la

    vida humana como sagrada. Desde una perspectiva protestante cabe

    sealar que resulta necesaria al menos una precisin con respecto a la

    comprensin teolgica que subyace a tal designacin: nos encontramos

    aqu con una cualidad que es inherente al ser humano como tal, con una

    cualidad que lo constituye por naturaleza? Aprovechamos para

    adelantar algo que puntualizaremos en el apartado siguiente: desde la

    perspectiva de una teologa deudora del pensamiento protestante clsico

    tal calificacin solo puede tener lugar en vistas del obrar libre y gratuito

    de Dios con respecto a su criatura, de la relacin establecida por el

    Creador y Redentor con ella como expresin de su fidelidad y su gracia.

    Es ese obrar y esa relacin y no una cualidad inherente lo que hace

    sagrada la vida de la criatura.

    En cuanto a las consecuencias ticas del abordaje teolgico no

    tenemos observaciones que realizar, salvo en lo que se refiere a la

    concrecin prctica del mismo. Nuestra pregunta se relaciona con un

    aspecto poco claro de la tarea de los equipos de asistencia y

    asesoramiento psicosocial que se plantean como necesarios en el marco

    de una nueva legislacin relativa a la problemtica del aborto. Nos

    preguntamos concretamente si los mismos han de dar lugar a la

    interrupcin del embarazo sobre la base de la sola decisin sostenida en

    firme por la mujer/por la pareja luego del proceso de asesora, sin

    consideracin de la motivacin concreta que lleve a la misma, o si, por lo

    contrario, una intervencin solo se realizara si el proceso de asesora

    diera lugar a alguna indicacin que la justificara (mdica: por riesgo

    para la vida o la integridad de la salud fsica y psquica de la mujer; tica

  • 199

    o criminolgica: por violacin de la mujer; eventualmente tambin

    social: por diversas razones econmicas). Al respecto hay que sealar

    que la primera alternativa no preservara de una eventual opcin

    abiertamente irresponsable por el aborto de parte de la mujer/de la

    pareja; la segunda alternativa disminuira el margen para esa posibilidad

    con el condicionante de que su encuadre restrictivo pudiera favorecer el

    retorno a la opcin por el aborto clandestino e inseguro. De todos modos

    un criterio de implementacin que nos parece decisivo es luego de

    realizado un esfuerzo realmente serio por posibilitar la continuidad del

    embarazo la constatacin del carcter irreversible de la decisin de la

    mujer por la realizacin del aborto, que plantea claramente el caso lmite

    del mal menor.

    En relacin a la tarea de los equipos de asesoramiento se plantea

    una cuestin crtica adicional: cmo asegurar que los mismos ofrezcan

    un espacio de verdadera contencin para las personas que enfrentan la

    alternativa de abortar, apuntando a la opcin de la aceptacin libre y

    consciente y a la consecuente continuidad del embarazo, sin que ello

    implique coaccionar emocional e ideolgicamente a las personas

    involucradas? Cmo garantizar que estos equipos sean espacios de

    ayuda, que permitan revisar la situacin que las personas atraviesan,

    analizando sus distintas alternativas, libres de tendencias que obliguen

    las conciencias de las personas en un sentido u otro? Cmo asegurar

    que los profesionales que lleguen a ocupar esos espacios no acten como

    militantes de alguna faccin secular o religiosa que pueda desarrollar a

    travs suyo una poltica de direccionamiento tendencioso de los mismos?

    He aqu un problema delicado, que imaginamos de difcil resolucin

    prctica.

    Finalmente, mencionamos un aspecto ligado indirectamente a la

    problemtica pero que nos parece de suma importancia, no mencionado

    explcitamente por ninguno de los documentos analizados. Se trata de la

    posibilidad de dar en adopcin a los nios engendrados como producto de

    un embarazo no deseado. Esta opcin, que demanda una reforma

    profunda de la legislacin vigente tendiente a facilitarla, resguardara el

    derecho fundamental a la vida del ser en gestacin a la vez que hara

    justicia a una condicin elemental para que su vida pueda desarrollarse

    con la dignidad y salud necesaria: el contar con padres que la deseen y la

    acepten. Creemos que, ante un hijo/a al que no se lo desea ni se acepta,

    el darlo en adopcin a quienes s estn en condiciones de hacerlo, es en

    principio la mejor alternativa para todas las partes alternativa que

  • 200

    debera ser planteada, llegado el caso, antes que el aborto, en el proceso

    de asesora que propone el documento de la IERP.

    4. Bosquejando las perspectivas tico-teolgicas

    subyacentes

    A lo largo de los pargrafos anteriores hemos pasado revista y

    comentado crticamente una serie de aportes relevantes ligados a la

    problemtica del aborto y al debate en torno a su legislacin a partir de

    una perspectiva tico-teolgica que no formulamos expresamente. En lo

    que sigue bosquejaremos explcitamente sus lneas principales, aunque

    sin desarrollarlas.

    4.1 Ser humano: ser en relacin con Dios como fundamento

    de su dignidad inalienable

    Una afirmacin central de la tradicin teolgica con respecto al

    hombre (varn y mujer) es que es criatura de Dios: su vida es fruto del

    obrar del Dios que, pronunciando su palabra, la llama a la existencia (cf.

    Gen 1). Ese acto creador es a la vez un acto de interpelacin del ser

    humano creado es simultneamente creacin y vocacin. Ello lo

    constituye en una persona cuyo ser tiene origen y sustento precisamente

    en la relacin establecida en su libre gracia por el Creador con l. As

    pues, el ser fundamental del hombre consiste, desde el primer instante

    de su existencia, en ser-en-relacin-con-Dios, en haber sido llamado a la

    comunin y a la amistad con l y ello no a partir de una cualidad o

    capacidad propia, sino a partir de la iniciativa amorosa de Dios. En ello

    reside justamente el haber sido creado a imagen de Dios (su imago

    Dei), pues ese ser-en-relacin, en comunidad amorosa de personas, es el

    ser propio del Dios Trino.

    Qu relevancia tiene lo dicho en el marco de la problemtica

    relativa al aborto? Si desde un punto de vista teolgico el devenir

    persona que constituye al ser humano tiene su origen y condicin de

    posibilidad en la relacin creadora-interpelante establecida por Dios en su

    gracia relacin que tiene su expresin ms radical en el mensaje de la

    justificacin-aceptacin incondicional del pecador-inaceptable sola gratia;

    entonces su derecho a la vida no depende de cualidad o capacidad

    emprica alguna, pues su dignidad inalienable como ser humano, que lo

    hace radicalmente indisponible a cualquier clase de manipulacin o

    instrumentalizacin, se funda en su ser imagen de Dios, radica en que

    ella le es donada gratuitamente por la relacin establecida por Dios en

    Jesucristo desde el primer instante en que es llamado a la existencia. Esa

  • 201

    perspectiva lleva a afirmar, en lnea con los conocimientos de la moderna

    investigacin gentica, que desde el momento de la fecundacin nos

    encontramos con un ser humano llamado a la vida, cuya existencia y

    dignidad ha de ser respetada y protegida durante todas las etapas de su

    vida hasta su fin.

    4.2 Ser humano: restablecido a la justicia e integridad por la

    obra redentora de Dios

    Creado para una vida en plenitud, el hombre se halla de facto

    sometido al poder del pecado y de la muerte. Ese poder se manifiesta

    personal y estructuralmente a travs de la injusticia y la violencia en las

    relaciones interpersonales y sociales (econmicas, polticas, culturales, de

    gnero), dando lugar a la victimizacin de los y las ms dbiles, que

    sufren sus consecuencias en sus cuerpos y con sus vidas. La fe cristiana

    confiesa al Dios que no permanece distante o neutral en esa historia, si

    no que asume y hace propia la experiencia y condicin de las y los

    denostados, estigmatizados y violentados, como expresin de su

    misericordia y su justicia. De ese modo establece una relacin de

    solidaridad incondicional con las vctimas, que no las abandona al olvido,

    a la invisibilizacin y al juicio de sus victimarios y que con el don de su

    comunin expresa su voluntad de rescatar y restituir a la integridad de

    vida lo que estaba perdido condenando a los poderes que sirven a la

    destruccin y a la muerte y afirmando as el Seoro del Cordero (cf. Ap

    5).

    Eso que tiene lugar en toda la vida de Jess, desde el pesebre

    hasta la cruz: el movimiento de solidaridad que expresa tanto el severo

    juicio a los poderes que crucifican (Ley) como la opcin radical de Dios

    por los y las crucificados/as (Evangelio), su voluntad de vida ntegra

    sobre la base de la justicia para todas las vctimas, en relacin a la

    problemtica del aborto lleva a la fe a denunciar la injusticia y

    pecaminosidad de la situacin actual de muerte (lo cual incluye en

    especial el llamado imperioso a la conversin de los varones con respecto

    a los esquemas mentales y prcticas culturales machistas-patriarcales,

    as como la crtica del orden jurdico e institucional que tiene por

    correlato) y a afirmar el derecho a la vida de los que sufren las

    consecuencias de abandono y violencia que genera la situacin de pecado

    vigente: la de la vida en gestacin tanto como la de las mujeres, entre

    las que se encuentran ante todo las ms pobres.

  • 202

    4.3 Ser humano: llamado a hacer suya la opcin de Dios por

    los pequeos y violentados

    La fe cristiana, que encuentra a Dios en medio del mundo,

    envuelto en el sufrimiento y los estigmas, experimenta el reinar de ese

    Dios por la renovacin del entendimiento (Ro 12,1-2), dejndose

    conducir por el camino de la cruz, en solidaridad con los y las

    crucificados/as. As, como fruto del Espritu, hace suya la opcin propia

    de Dios en Jesucristo, que mueve a los creyentes a la prctica del amor

    solidario con las y los pobres, pequeos y violentados. Pues tal es la

    vocacin de todo ser humano: encarnar el nuevo hombre (Ef 4,24), ya

    no sujeto a los poderes de la injusticia y de la muerte, sino liberado para

    servir a la justicia y a la vida.

    As pues, la metanoia y el seguimiento del Crucificado, llevan a la

    fe a un compromiso en la defensa de la vida de los que sufren

    estigmatizacin y violencia, lo cual, en relacin con la problemtica del

    aborto supone tomar parte activa en la bsqueda por promover medidas

    institucionales en el mbito de lo pblico, tendientes a revertir la actual

    situacin, estableciendo condiciones radicalmente inclusivas, que tengan

    como meta la preservacin de la vida desde el momento de su gestacin,

    con especial consideracin de las mujeres en riesgo debido a la

    criminalizacin y la clandestinidad.

    4.4 Estado: el desafo de transformarlo en instrumento para

    la proteccin y promocin de la vida

    Desde la perspectiva de la fe cristiana, que confiesa como Mesas e

    Hijo de Dios a un judo marginal crucificado por los poderes del Estado,

    resulta claro que al Estado le es constitutivamente inherente una

    profunda labilidad y ambigedad, ya que su aparato puede ser gobernado

    para la auto-glorificacin demonaca de quienes detentan el poder (cf. Ap

    18), tanto como para el establecimiento de un marco de convivencia

    humana fundado en el respeto del derecho y la defensa de la vida,

    realizando as su vocacin de parte del Seor (cf. Ro 13). De all que

    justamente el mbito de lo pblico requiera del testimonio ineludible y

    permanente por parte de las y los cristianos de aquella justicia divina

    realizada paradigmticamente en la Cruz y Resurreccin de Jess, que

    restituye el derecho de quienes la polis desampara de todo derecho; que

    no pierde de vista a las vctimas que el Estado tiende a generar e

    invisibilizar, que incluye a los pobres y excluidos, que afirma en su

    dignidad a las y los violentados (cf. Sal 82). As pues, desde esa

    perspectiva crtica y constructiva es posible ampliar a travs de una

  • 203

    bsqueda de consenso dispuesta a asumir democrticamente los

    conflictos y tensiones propios de la puja poltica los mrgenes de la

    justicia en el mbito de la institucin pblica a fin de transformar al

    Estado y sus medios en un instrumento de proteccin y promocin de la

    vida de todas y todos.

    Respecto a la problemtica del aborto lo dicho supone la

    disposicin a asumir un compromiso de lucha en el mbito de lo pblico

    tendiente a promover una legislacin que oriente el accionar del Estado

    en concordancia con la finalidad mencionada. En las actuales condiciones

    ello supone trabajar por un conjunto de medidas de prevencin de los

    embarazos no deseados (educacin sexual y de gnero, acceso universal

    a los anticonceptivos), que faciliten la adopcin responsable, y que,

    despenalizando el aborto, salgan al encuentro de aquellas mujeres y

    parejas que se plantean la alternativa de interrumpir un embarazo no

    deseado mediante equipos de asesora psicosocial. Su finalidad ser

    proveer los medios materiales y de contencin psicolgica necesarios

    para evitar el aborto y, como ultima ratio o situacin lmite, respetando la

    libre decisin de la mujer, proceder a asegurar una intervencin que

    preserve su vida y su salud, antes y despus de la interrupcin del

    embarazo, terminando as con la clandestinidad y sus negatividades.

    4.5 Iglesia: anunciar el Evangelio a las agobiadas/os y velar

    por el cumplimiento del derecho en la esperanza del Reino

    La iglesia es la comunidad de las y los seguidores de Jesucristo que

    se sabe llamada a hacer suya aquella opcin radical de Dios por los

    pequeos y denostados, y hacindola suya, les anuncia a ellas y a ellos el

    Evangelio del perdn y el amor incondicional del Padre, que no los

    abandona, sino que los restituye a su comunidad de vida plena. As les

    ofrece una comunidad de vida, que los acoge, los habilita, edifica y enva

    como parte del cuerpo de Cristo; a la vez llama al arrepentimiento y a la

    conversin a quienes los oprimen y denostan, anuncindoles el juicio

    severo de Dios, acogiendo sin embargo en ella a todos los verdaderos

    penitentes, a fin de que conozcan y experimenten el Evangelio. Por

    mandato de Dios, la iglesia tiene el oficio proftico de velar por la

    afirmacin del derecho en el mbito de lo pblico, haciendo presente

    mediante su testimonio (martirio) aquella justicia divina nacida en la

    cruz (Lutero) que restituye a los excluidos y no pierde de vista a las

    vctimas, en la esperanza del Reino venidero de Dios de esa forma la

    iglesia de Jesucristo est llamada, parafraseando a Dietrich Bonhoeffer,

  • 204

    no solo a vendar a los heridos, sino, llegado el caso, a lanzarse como

    palo en la rueda de un Estado que atropella el derecho.

    Desde esa perspectiva, la Iglesia ha de ofrecer espacio, apoyo y

    consuelo a todas aquellas y aquellos que transiten la crisis que supone la

    alternativa del aborto, proclamando y viviendo del Evangelio del perdn y

    el amor inaudito de Dios. Todos sus miembros en general, pero por su

    funcin, en primer trmino sus ministras y ministros, ofrecern escucha y

    contencin, disposicin abierta a la comprensin y un mbito libre de

    toda coaccin, que posibilite a las personas revisar todas sus alternativas,

    sin dejar de privilegiar en todo momento la opcin por la vida, para lo

    cual pondr a disposicin todos los medios materiales y espirituales de

    ayuda que estn a su alcance. As mismo abogar ante los poderes del

    Estado por el respeto del derecho a la vida de las y los ms dbiles, la

    vida en gestacin y las mujeres, levantando la voz por los que no tienen

    voz (Prov 31,8).

    5. Una orientacin moral evanglica y una accin pastoral

    consecuente

    Lo desarrollado a travs del anlisis realizado as como la

    explicitacin de la perspectiva tico-teolgica subyacente al mismo, nos

    ha llevado a asumir una posicin en relacin a la problemtica del aborto

    y su legislacin que, con las precisiones y preguntas oportunamente

    formuladas, hace suyo en lo fundamental el enfoque plasmado en las

    Reflexiones elaboradas y puestas a consideracin del pblico eclesial

    ecumnico por la IERP. Ello se basa en que dicho aporte, a nuestro juicio,

    promueve un encuadre de la problemtica y una lnea de accin que

    ponen en el centro la defensa de la vida y la salud de las vctimas del

    entramado jurdico y social actual desde una perspectiva central de la

    herencia teolgica de la Reforma, al desarrollar lo que podramos llamar

    una tica de la cruz (que no es otra que una tica de la gracia cara),

    cuyo criterio central realizado a travs de una distincin adecuada entre

    ley y Evangelio es el amor solidario e incondicional de Dios por todas las

    vctimas de la violencia y la injusticia manifestado radicalmente en la cruz

    de Jesucristo.22 Es desde all que ofrece una serie de alternativas (que sin

    dejar de ser perfectibles) son lo suficientemente concretas como para

    22

    Sobre elementos centrales de la theologia crucis en la herencia teolgica de Lutero, ver Daniel Beros, La Disputacin de Heidelberg y su `theologia crusis como gramtica fundamental de la teologa evanglica, en Cuadernos de Teologa XXIX (2010) (ver all bibliografa adicional); del mismo, `...fuera de la cual no se ensea otra cosa que apariencias y palabrera - Algunas consideraciones sobre el significado de la herencia de la Reforma en Amrica Latina, en Cuadernos de Teologa XXX (2011).

  • 205

    orientar el testimonio pblico de los cristianos y la accin pastoral de la

    iglesia con respecto a la problemtica del aborto y el debate en torno a

    su legislacin.

    Fecha de entrega: 1.8.12 Fecha de aceptacin: 12.8.12

    Daniel Carlos Beros

    Doctor en Teologa por la Friedrich-Alexander Universitt Erlangen-

    Nremberg, Alemania. Profesor Adjunto y Coordinador del Departamento

    de Teologa Sistemtica del IU ISEDET. Pastor de la Iglesia Evanglica del

    Ro de la Plata (Misin al Oeste Casa San Pablo). Coordinador de las

    Comisiones de Reflexin Teolgica y de Capacitacin Para el Ministerio

    Pastoral y miembro de la Comisin de Diversidad Sexual de la IERP.