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46 LANUEVA ESPAÑA SOCIEDAD Y CULTURA Domingo. 3 de marzode 2002 Nuestro obispo Gabino LUISMEANA C onvocaba oficialmentela Iglesia asturiana a sus fielescristianos a un solemne acto de sucesión apostólica, aunque enrealidad iban a asistir, sin ser conscientes de hacerlo, a un pomposo ritualfunerario. Aunque la analogía, comoocurre casisiempre con todaslasanalogías, entrañe su peligro, lo acontecido la semana pasada en la majes tuosacatedral deSan Salvador deOviedo, y precisamente en el centenario dela muerte del Clarín del magistral y «LaRegenta» por más casualidades y señas, es que varios car denales, trescientos concelebrantes y una abundante treintena deobispos se reunieron allí para enterrar, en entierro tansolemne como el del mismísimo conde Orgaz del pintor más toledano, una época de la Iglesia española. A la que sepultaron para siempre en la fría piedra dela Catedral, con la solemne claridad quela Iglesia católica, apostólica y romana gasta y emplea para marear nítidamente este tipo decortes histó ricos y para destacar esos trascendentales acontecimientos simbólicos. Consu proso popéyicoy proverbial boato, más detreinta obispos y varios cardenales se acercaron a la verade lacueva de Covadonga a certifi car qu don Ciabino Díaz Merchán es «passé» y que la Iglesia española se apresta a una nueva Reconquista, asunto enel que. por lo demás, no hayni un comino de cosa personal, aunque la cosa tampoco esté exen ta de sus pequeñas miserias, pero se trataba, sobre todo, de consumar un insoslayable giro histórico. Inicios y finales que, por lo demás, tie nen desde antiguo carácter muycíclico. Ciclo que recorrió primero don Gabino y que recorrerá también, más mimética y ritualmente de lo quemuchos piensan, don Cailos Osoro, porque a fladie se le regala en la vida la experiencia. Como enel caso del lejano ancestro donPelayo ensu huidadela España musulmana, también este visigodo don Gabino entró en esta región tramontana e ignota por Covadonga, y también él, páli da réplica dedonPelayo, congregó en aquel escenario agreste y sagrado a las titubeantes huestes dela feligresía autóctona cristiana, despertándoles uncier to espíritu de levanta miento y reconquista frente a una eraeclesial desfasada, desgastada y periclitada, la época preconciliar. Undesper taro reconquista muy necesaria enun momento enel que esas huestes cristianas asistí an desconcertadas a un profundocambio de escenografía histórica: cambio inminente de régimenpolítico, cambio teológico por el Concilio, cambio delos goznes históricos. Los concentró allí seguramente sin saber muy bien para qué los concentraba, pues, al fin y al cabo, este nuevo arzobispo deAstu rias llegaba a esta tierra denubes comouna nube deincertidumbre: comoenel caso de la estrella deBelén, todos sentían quela estrella dedon Gabino anunciaba algo, aun que nadie sabía exactamente quéanunciaba. Hubo quien, enesa incertidumbre, en seguida vio en él, aunque sólofuera por Iglesia. Esmás que probable que Asturias, en sus típicas y enigmáticas incongruencias, esperase o estuviese esperando a un gran príncipeeclesiástico capaz dehacer encaje de bolillos políticos, ideológicos y sociales, un poco enférrea continuidad con laestela de lo que había hecho y dejado en nuestro firmamentodelucha y decombate monse flor Enrique y Tarancón, un cometa con una inmensa cola incandescente, quehabía ilu minado deprogreso conciliar y de suntuosi dad politológica nuestra región, cometa del que todo el mundo sabía de qué pieandaba y de qué piecojeaba, como mostró luego en aquella famosahomilía de Los Jerónimos, que está ya para su gloriay la nues tra en la historia con temporánea deEspaila. Otra parte deeste ague rrido pueblo creyente esperaba un modelo más revolucionario, en el queaquel don Gabino se convirtiese en una especie deSavonarola delasmontañas y se aprestase a «aggiomarse» a nosotros, ya que, según el grandonismo habitualmen te reinante enesta región, nosotros estamos desdela misma eternidad y por propia natu raleza siempre «aggiomados», más que nada porque creemos que llevamos en la misma genética el estar siempre adelantados a todo, aunque, al final, siempre nos queda mos en el limbodel retraso, esosí, conso lándonos con la revolución fallida o la uto pía pendiente. Y hubo un tercer grupúsculo, más selecto, que anhelaba encontrarse con un modelo dearzobispo autista quese pasa se el díabesándose su propio anillo obispal o dejándose besar la mano por sus sumisos feligreses, besamanos quenodejadeser una terapia muypropia y habitual deépocas de crisis, ya que nada proporciona más sosiego histórico quela plácida contempla ción o manoseo del oro,los faldones dora dos y el lujo. Como ocurre tantas veces, el azar o la Providencia no mandó nada deeso, sinoa un huérfano dela guerra civil: envez del papable anhelado o delautista soñado, un humilde hombre deairerústico y campesi no, una apariencia sinapariencia, al queni siquierael haberse pasado más de media vida revestido dela fina seda eclesiástica o portando la ostentosa mitra delmando le ha servido para tener, incluso hoy,verdadero empaque deobispo. Así quellegóeste hijo de la nimiedad y la incertidumbre a Asturias y se postró en Covadonga ante la Santina, que es madre y que es reina, segdn proclama la anacrónica canciónque se canta todavía hoyen todas las iglesias de Asturias, y. por lo que parece, ella le reveló dossecretos de Fátima, que acabarían conviniéndose en el manual y guía desu misión apostólica asturiana: auto nomía e independencia dela Iglesia frente a todo, pero especialmente frente al poder político, y una sólida teología del Sermón de la Montaña o doctrina social de la Igle sia, consus pobres de espíritu, limpios de corazón y débiles bienaventurados. Esas dos constantes atravesarían luego, para bien y Utilizó e! látigo para expulsar del templo a mercaderes de derechas y de izquierdas, aunque mayormente de derechas, latigazos que nunca le han perdonado, sobre todo los de derechas propio deseo, a un nuevo príncipe de la Lucía ya vire en Torrejardmn Pasa a la página siguiente Antes de comprar un piso hay que verlos todos. Yo lo he hecho y ahora lo tengo claro.Nadieme ofrece tanto espacio, con esta calidady a tan buen precio. Poreso másde 400 familiasya han elegidoTorre jardín. Pisos de 2, 3y4 dormitorios con garaje, trastero y cocina amueblada. A 5 minutos delcentro de Oviedo y con más de20.000 m’dezonas verdes yjardines. Con todos los servicios a unpaso: centros comerciales, coIegios hospitales y excelentes comunicaciones. Una auténtica inversión. i, Torrejardmn CONJUNTORESIDENCIAL ---;1] Nuevo CanøourL gEn.. SEM Ven anuestra Nave deVentas departes 41FA DESA y entra en nuestros pisos piloto: C/Rio Esva, SIN. OVIEDO Lunes aviernes: de 1030 a 1330 y de 15:30 a 20:30 h. Primer grupo nmobHiario indepenuiente de España Sábados, domingosyfestivos:ce 11 OUa 1400 y de 17:00 a 20 OUh.;0];1] ,a,p düvvt’ r40rL4 qei,de.,c,.s ToflFi?rdn;0]

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46 LA NUEVA ESPAÑA SOCIEDAD Y CULTURA Domingo. 3 de marzo de 2002

Nuestro obispo GabinoLUISMEANAC onvocaba oficialmente la Iglesia

asturiana a sus fieles cristianos aun solemne acto de sucesiónapostólica, aunque en realidad

iban a asistir, sin ser conscientes de hacerlo,a un pomposo ritual funerario. Aunque laanalogía, como ocurre casi siempre contodas las analogías, entrañe su peligro, loacontecido la semana pasada en la majestuosa catedral de San Salvador de Oviedo, yprecisamente en el centenario de la muertedel Clarín del magistral y «La Regenta» pormás casualidades y señas, es que varios cardenales, trescientos concelebrantes y unaabundante treintena de obispos se reunieronallí para enterrar, en entierro tan solemnecomo el del mismísimo conde Orgaz delpintor más toledano, una época de la Iglesiaespañola. A la que sepultaron para siempreen la fría piedra de la Catedral, con lasolemne claridad que la Iglesia católica,apostólica y romana gasta y emplea paramarear nítidamente este tipo de cortes históricos y para destacar esos trascendentalesacontecimientos simbólicos. Con su prosopopéyico y proverbial boato, más de treintaobispos y varios cardenales se acercaron ala vera de la cueva de Covadonga a certificar qu don Ciabino Díaz Merchán es«passé» y que la Iglesia española se aprestaa una nueva Reconquista, asunto en el que.por lo demás, no hay ni un comino de cosapersonal, aunque la cosa tampoco esté exenta de sus pequeñas miserias, pero se trataba,sobre todo, de consumar un insoslayablegiro histórico.

Inicios y finales que, por lo demás, tienen desde antiguo carácter muy cíclico.Ciclo que recorrió primero don Gabino y

que recorrerá también, más mimética yritualmente de lo que muchos piensan, donCailos Osoro, porque a fladie se le regala enla vida la experiencia. Como en el caso dellejano ancestro don Pelayo en su huida de laEspaña musulmana, también este visigododon Gabino entró en esta región tramontanae ignota por Covadonga, y también él, pálida réplica de don Pelayo, congregó en aquelescenario agreste y sagrado a las titubeanteshuestes de la feligresía autóctona cristiana,despertándoles un cierto espíritu de levantamiento y reconquistafrente a una era eclesialdesfasada, desgastada ypericlitada, la épocapreconciliar. Un despertaro reconquista muynecesaria en unmomento en el que esashuestes cristianas asistían desconcertadas a unprofundo cambio deescenografía histórica:cambio inminente derégimen político, cambio teológico por elConcilio, cambio de los goznes históricos.Los concentró allí seguramente sin sabermuy bien para qué los concentraba, pues, alfin y al cabo, este nuevo arzobispo de Asturias llegaba a esta tierra de nubes como unanube de incertidumbre: como en el caso dela estrella de Belén, todos sentían que laestrella de don Gabino anunciaba algo, aunque nadie sabía exactamente qué anunciaba.

Hubo quien, en esa incertidumbre, enseguida vio en él, aunque sólo fuera por

Iglesia. Es más que probable que Asturias,en sus típicas y enigmáticas incongruencias,esperase o estuviese esperando a un granpríncipe eclesiástico capaz de hacer encajede bolillos políticos, ideológicos y sociales,un poco en férrea continuidad con la estelade lo que había hecho y dejado en nuestrofirmamento de lucha y de combate monseflor Enrique y Tarancón, un cometa con unainmensa cola incandescente, que había iluminado de progreso conciliar y de suntuosi

dad politológica nuestraregión, cometa del quetodo el mundo sabía dequé pie andaba y dequé pie cojeaba, comomostró luego en aquellafamosa homilía de LosJerónimos, que está yapara su gloria y la nuestra en la historia contemporánea de Espaila.Otra parte de este aguerrido pueblo creyenteesperaba un modelomás revolucionario, en

el que aquel don Gabino se convirtiese enuna especie de Savonarola de las montañasy se aprestase a «aggiomarse» a nosotros,ya que, según el grandonismo habitualmente reinante en esta región, nosotros estamosdesde la misma eternidad y por propia naturaleza siempre «aggiomados», más quenada porque creemos que llevamos en lamisma genética el estar siempre adelantadosa todo, aunque, al final, siempre nos quedamos en el limbo del retraso, eso sí, consolándonos con la revolución fallida o la utopía pendiente. Y hubo un tercer grupúsculo,

más selecto, que anhelaba encontrarse conun modelo de arzobispo autista que se pasase el día besándose su propio anillo obispalo dejándose besar la mano por sus sumisosfeligreses, besamanos que no deja de seruna terapia muy propia y habitual de épocasde crisis, ya que nada proporciona mássosiego histórico que la plácida contemplación o manoseo del oro, los faldones dorados y el lujo.

Como ocurre tantas veces, el azar o laProvidencia no mandó nada de eso, sino aun huérfano de la guerra civil: en vez delpapable anhelado o del autista soñado, unhumilde hombre de aire rústico y campesino, una apariencia sin apariencia, al que nisiquiera el haberse pasado más de mediavida revestido de la fina seda eclesiástica oportando la ostentosa mitra del mando le haservido para tener, incluso hoy, verdaderoempaque de obispo.

Así que llegó este hijo de la nimiedad yla incertidumbre a Asturias y se postró enCovadonga ante la Santina, que es madre yque es reina, segdn proclama la anacrónicacanción que se canta todavía hoy en todaslas iglesias de Asturias, y. por lo que parece,ella le reveló dos secretos de Fátima, queacabarían conviniéndose en el manual yguía de su misión apostólica asturiana: autonomía e independencia de la Iglesia frente atodo, pero especialmente frente al poderpolítico, y una sólida teología del Sermónde la Montaña o doctrina social de la Iglesia, con sus pobres de espíritu, limpios decorazón y débiles bienaventurados. Esas dosconstantes atravesarían luego, para bien y

Utilizó e! látigo paraexpulsar del templo amercaderes de derechasy de izquierdas, aunquemayormente dederechas, latigazosque nunca le hanperdonado, sobre todolos de derechas

propio deseo, a un nuevo príncipe de la

Lucía ya vire en Torrejardmn

Pasa a la página siguiente

Antes de comprar un piso hay queverlos todos. Yo lo he hecho y ahoralo tengo claro. Nadie me ofrece tantoespacio, con esta calidad y a tan buenprecio. Por eso más de 400 familias yahan elegido Torre jardín.

Pisos de 2, 3y4 dormitorios congaraje, trastero y cocina amueblada.A 5 minutos del centro de Oviedo y con más de 20.000 m’ de zonas verdesyjardines. Con todos los servicios a un paso: centros comerciales, coIegioshospitales y excelentes comunicaciones. Una auténtica inversión.

i, Torrejardmn CONJUNTORESIDENCIAL ---;1]

NuevoCanøourL

gEn..SEM

Ven a nuestra Nave de Ventas departes41FA DE SA y entra en nuestros pisos piloto: C/Rio Esva, SIN. OVIEDO

Lunes a viernes: de 1030 a 1330 y de 15:30 a 20:30 h.Primer grupo nmobHiario indepenuiente de España Sábados, domingosyfestivos:ce 11 OUa 1400 y de 17:00 a 20 OUh.;0];1]

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Domingo,3de marzode2002

Viene de la página anterior

para mal, sus treinta y dos años de trayecto-ria arzobispal. Y esa programática le obliga-ría a utilizar, como en su día hizo el mismoJesucristo, el látigo para expulsar del temploa tantos mercaderes, de derechas y deizquierdas, aunque mayormente de derechas, que hacían sus comercios y negociosen las densas y oscuras umbrías del templo,latigazos que nunca le han perdonado, sobretodo los de derechas, porque este tipo demercader de palios y otras gangas teológicas siempre piensa que el templo es mayor-mente propiedad y dominio suyo. Esos latigazos le costarían, a su vez, más de un disgusto, incluso con políticos honrosos ydecentes, y le obligarían a flagelar, segura-mente.más veces de lo que él mismo hubiera querido, a distintos presidentes autonómicos, políticos y otras perlas de la zona, perotambién adejarse flagelar y hasta ofenderpor ellos. Quizás haya que añadir en descargo del obispo que esos dos pilares sobre losque asentaría su arzobispado eran casi lasúnicas rocas semifirmes que quedaban, pormás elementales y poco sofisticadas quefueran, para agarrarse en medio de la fuertemarejada histórica y religiosa, tantarantánque movía al gran barco eclesiástico y politico como si fuera un tiovivo.

Estaba ya en Covadonga cantado, aunqueseguramente él no lo sabía ni sentía entonces, que todo eso, más que una circunstancia, iba a ser un destino. Estaba ya en Coya-donga meridianamente claro que este obispo iba a ser un obispo con pennanentesproblemas de encaje y de sitio. Desubicación que era tanto personal como institucional. Primero, porque este obispo-pastor eramás un obispo de normalidad y normalización que un obispo de excepción y excepcionalidad. Cosa que, en lo personal, es evidente: ni era ni ha sido un gran teólogo, niera ni ha sido un gran dipinmático, aunquesí un hombre de buen talante y consenso,por más que algunos se lo sigan negandoinjustamente aún hoy. Un pastor llano ysencillo, un buen samaritano ligeramentetimorato, al que no le tenían que pasar cosasgrandes y que le han pasado casi todas; unser insignificante al que le han caído encimatodos los significantes, un hombre de normalidad que tiene que pasar su vida en laexcepción, un hombre para la estática quese ve obligado a vivir en la dinámica, unhombre de estabilidad que vive en el cambio constante, un hombre pequeño y segura-

- mente sin ninguna necesidad de grandezas,pero a qüien le ocurre todo lo grande ycomplejo. Mutatis mutandis, este obispoGabino es una pequeña réplica local, aunque con todas las significativas variacionesque se quiera, de la figura universal de JuanXXIII, que es a quien de verdad se parecía yparece por flsiognomía, psicología y sociología. Con la variación y no pequeña diferencia, entre otras, de que Juan XXIII abreel cambio en la Iglesia, pero no vive paragestionarlo. Don Gabino no lo abre, perotiene que gestionarlo y sufrirlo durante treslargos decenios sin poder estar del todo conlos gestionantes y gesticulantes podereseclesiales, que por lo demás le enredaron enmil hilos y más de una intriga, ni del todocon los revueltos gestionados. Y por ahí sele fue, entre otras cosas, el cardenalato.

Desubicación que es todavía mái evidente en el plano institucional: seguramente sinsaberlo y sin siquiera pretenderlo, este prelado rústico se ve convertido, algo a contrapelo, en impulsor de una tendencia históricaimparable, la normalización de la Iglesiacomo institución sacra en el mundo, lo queconstituye, a un mismo tiempo, su granmérito y su gran crúz. Venía la Iglesia de serun enorme latifundio. Y la última gradaciónde ese latifundismo fue -un cierto titanismo.Sí se mira retrospectivamente, casi todos losobispos destacados de su época acababanconvertidos en una especie de titanes, diferenciables en dos tipos: titanes del cambio otitanes de la inmovilidad. En un momentoen el que faltaban todo tipo de referentes yfaros sociales, los prohombres de la Iglesiase convertían en titanes agigantados quecogían en sus manos el globo terráqueo y lolevantaban hasta darle al mundo y a su propia institución o bien el giro modernizador

que necesitaba (caso de Tarancón), o bien lainmovilidad total que a algunos tanto lesgustaba (caso del obispo Guerra Campos).

Estaba y está claro que esa excepcionalidad no era, ni podía ser, la regla de esteobispo, que no tenía sitio entre los titanes,sencillamente porque no lo era. El era, y es,un obispo rural. Sugrato y al mismo tiempo ingrato papel consistiría en normalizar laIglesia, en la medida enque ésta pueda ser flormalizable. Es decir,quitarle todas sus adherencias principescaspara hacerla, en definitiva, más cercana; máshumana y menos ininteligible y sacralizada.Evidentemente, el peligro de esa operación -

está en su misma imposibilidad: la Iglesiasólo es normalizable hasta un cierto punto.Consecuentemente, esa transformación sólopuede ser parcial, sólo puede ser de cortaduración y no puede ser muy profunda. Elpeligro de esa normalización es que, si sehace más allá de ese horizonte limitado, elrugiente león se te convierte en un ratón.Como en la restauración de una obra maestra, el peligro está en que al limpiarla seestropee también el arte y la tela. Que es,seguramente, lo que muchos le achacaráncallada y ladinamente a este don Gabino:que .recibió un gran Principado eclesiásticoy entrega una Iglesia que es poco más influyente que una asociación de vecinos.

Como no podía sermenos, antes o déspuésla Iglesia tenía que volver a un cierto impulso

- principesco, aunque séasólo como un buclemelancólico. Antes odespués, lis Iglesia teníaque volver a reinventarun cierto titanismo. Y-ése es, precisamente, elbucle al que hemosasistido en la catedralde Oviedo la pasada semana: la llegada deun obispo titánico, consciente de su papel,su función y su rango, y dispuesto a dar, conla callada ayuda de ciertas fuerzas poderosas e intersticiales de la Iglesia, un «coup deforce» hasta devolverle lo que antes se llamaba su sitio, transformación que, por contraposición, marca y confirma, de nuevo, lanatural desubicación de don Gabino, que

Gabino DíazMerchán,con ropade calle, recibe asu sucesor, CarlosOsoro (centro), enOviedo, la vísperade la ceremonia detoma de posesión.A la izquierda, JulioGrande, secretariopersonal de Osoro.

nunca ha sido hombre de sombras, ni intrigas ni salones, sino un obispo entre épocas

- seguramente sin época ninguna.Se ha interpretado con frecuencia que el

papel de don Gabino y -otros obispos de sutiempo era buscarle a la Iglesia un sitio oencaje en un Estado laico, interpretación

que no deja de ser un«deus ex machina»construido muy ad hocpara la transición política española. De lo que

se trataba, realmente,erá de una misión infinitamente más ingrata,difícil y compleja: buscarle un sitio a la religión en un mundo secular y secularizado irreversiblemente. Dichocon aristas todavía mássangrantes-y rotundas:

de inventar una nueva teología del poderpara darle un núevo poder a la teología. Enese intento de compatibilidad de opuestoshan quebrado muchos reinos, muchasmonarquías, muchas grandes empresas ymuchas otras instituciones ilustres y excelsas. Lo que se les pedía a esos prelados eracomo el milagro de la multiplicación de lospanes y los peces, pero con panes y pecesabsolutamente esmirriados y misérrimos. Seles exigía seguir siendo un poder de referencia, pero sin hacer uso de ningún poderhumano.

Ante semejante misión de espiritismomás que de espiritualidad, es fácilmente

comprensible que esosprelados antiguos se

- refugiasen, como navegantes en peligro denaufragio, en lo que -

creían un puerto seguro: una teología socialde defensa del débil, deatención a los desfavorecidos y muchas otrasvariantes semejantesplenamente justificadasy honrosas. Pero coneso la Iglesia sólo seestaba haciendo como

un jugador de solitarios trampas a sí misma.Porque en el juego del poder, en el que lanegación del poder sólo es un gambito ojugada, no hay excepciones. Por muchaayuda teológica que uno se preste, un hechoprevalece por encima de todo irrefutable: nohay espíritu sin poder, como no hay podersin espíritu. En esa dialéctica estamos permanentemente apresados y a ese imposible

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es al que hay que dar contestación y sentido. Por consiguiente, tan difícil es una Iglesia basada en una teología de los desfavore

- cidos como una Iglesia basada en una teología del Principado y del poder fáctico de laIglesia. Al fin y al cabo, las dos son -merasvestimentas históricas y responden a res-puestas diversas a un único y sangrante pro-blema de fondo: cómo combinar o equilibrar lo espiritual y lo terrenal de la religión,los mínimos de poder que necesariamenteha de tener cualquier religión para poderser, como quiere y pretende, un poder espiritual. Por lo demás, toda esa teología de ladebilidad, incluso reconociéndole su validez, necesidad y grandeza, tiene también uncarácter cíclico y se desgasta como cual-quier otra. Y por encima o por debajo déesa misión religiosa y humana, por excelsaque sea, otro reto es el verdaderamentedecisivo, fundamental y fundamentante paracualquier religión y a ese reto es al quetiene que darle, indefectiblemente, respuestu: cómo darle sentido al sinsentido huma

Desde Covadonga hasta Oviedo nuestroobispo Gabino ha ido recorriendo, como unlargo y lento corneta, en una alternancia detrazos limpidamente lineales y trazos confusamente espirales, con idas y venidas, pro-gresos y regresos, una larga y a veces dubitativa trayectoria, pero que, como en el casode la escritura del Dios de Einstein, tambiénésta ha ido escribiendo derecho con renglones torcidos. Este hombre en tiempo de tormenta ha ido trazando, a veces algo rígido ytieso, pero nunca altanero, y con un entornocurial que ha sido en muchas ocasiones sumayor lastre y estorbo, un largo camino, enel que, por lo que parece, ha tenido que irmuchas veces, corno por lo demás van confrecuencia otros muchos hombres, solohacia Dios. En medio, encima, de un duro ysignificativo silencio, si no abandono, deciertas instancias y poderes eclesiásticos.

Después de tan agitado trayecto cabedecir de él lo que no puede decirse demuchos: que lleva como un Cristo en sucuerpó las marcas de la cruz, que a vecesson las de la misma Iglesia. Y puede decirsede él todavía otra cosa, más laica y prosaica,pero que para nosotros es seguramente mássignificativa y desde luego más hermosa:que lleva en su cuerpo, como un Cristo, lasmarcas de Asturias, que seguramente le fue- -

ron grabadas, ya a fuego, el día isquél en elque se postró en Covadonga ante la Santina.Porque ése es el misterioso poder empáticode esta tierra, que tanto empapa y tanto con-tagia a quien la habita. Paradójicamente,este obispo sin Sitio ha acabado encontrando su sitio entre nosotros. Quizá sepa, conlé rara perspicacia que da el espíritu, queaquí, tierra en tantas cosas moribunda, va ahacer mucha falta un viejo eclesiástico quese siente, calmo, a la vera del lecho y quenos acompañe con sus viáticos en tantotrance dramático regional como se avecina,mientras el poder regional sigue en la ventade humos y haciendo descaradamente suspatrocinios y sus bolos. Pero aquí va a haberque recoger y despedir muchos últimos sus-piros. Y, por tanto, nos vendrá bien un emérito.

De los normales, más que de los excepcionales, está hecha la sociedad y la tierra.Como pasa con muchos hombres normalesy nimios, a la nimiedad y normalidad deeste obispo visigodo, pálido reflejo lejanode don Pelayo, le debe Asturias y Españamucho. Débito que, seguramente, nunca lepagaremos. 23 de febreros, ambos, al margen. Aunque un ligero orgullo puede sentirpor la obra hecha. Así que cuando en el díafinal le inquieran acerca de qué obras buenas ha hecho en la tierra, siempre podrá responder, creo que con algún orgullo y justicia, que, además de muchas. otras cosas premiables y algunas demandables, ha hechoAsturias. Que, aunque él por su crédulaincredulidad no lo crea, es lo mismo quehacer Iglesia: es crear pneuma o soplo paraque en toda esta verde tierra melancólica eignota rebrote, siempre de nuevo, ese -espín-tu de solidaridad, lucha, utopía y humanidad que llamamos religión y que los asturia- --

nos guardamos, como en un relicario, enuna cueva mitológica, larga y umbrosa, que -

llamamos Covadonga. - - —

SOCIEDAD Y CULTURA

no.

Ni era ni ha sido ungran teólogo, ni erani ha sido un grandiplomático, aunqueun hombre de buentalante y Consenso,por más que algunosse lo sigan negandoinjustamente aún hoy

Es una pequeña réplicalocal, aunque con todaslas significativasvariaciones que sequiera, de la figurauniversal de Juan XXIII,que es a quien deverdad se parece porfisiognomía, psicologíay sociología