4 hojas el sur

Upload: geostruct-gs

Post on 01-Mar-2018

215 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/26/2019 4 HOJAS EL SUR

    1/1

    EL RASTRO DE TU SANGRE EN LA NIEVE

    Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena Daconte se dio cuenta de que el dedo

    con el anillo de bodas le segua sangrando. El guardia civil con una manta de lana crudasobre el tricornio de charol examin los pasaportes a la luz de una linterna de carburo,

    haciendo un grande esfuerzo para que no lo derribara la presin del viento que soplaba de

    los Pirineos. Aunque eran dos pasaportes diplomticos en regla, el guardia levant la

    linterna para comprobar que los retratos se parecan a las caras. Nena Daconte era casi

    una nia, con unos ojos de pjaro feliz y una piel de melaza que todava irradiaba la

    resolana del Caribe en el lgubre anochecer de enero, y estaba arropada hasta el cuello

    con un abrigo de nucas de visn que no poda comprarse con el sueldo de un ao de toda

    la guarnicin fronteriza. Billy Snchez de vila, su marido, que conduca el coche, era

    un ao menor que ella, y casi tan bello, y llevaba una chaqueta de cuadros escoceses yuna gorra de pelotero. Al contrario de su esposa, era alto y atltico y tena las mandbulas

    de hierro de los matones tmidos. Pero lo que revelaba mejor la condicin de ambos era

    el automvil platinado, cuyo interior exhalaba un aliento de bestia viva, como no se haba

    visto otro por aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores iban atiborrados de

    maletas demasiado nuevas y muchas cajas de regalos todava sin abrir. Ah estaba,

    adems, el saxofn tenor que haba sido la pasin dominante en la vida de Nena Daconte

    antes de que sucumbiera al amor contrariado de su tierno pandillero de balneario.

    Cuando el guardia le devolvi los pasaportes sellados, Billy Snchez le pregunt dnde

    poda encontrar una farmacia para hacerle una cura en el dedo a su mujer, y el guardia le

    grit contra e1 viento que preguntaran en Indaya, del lado francs. Pero los guardias de

    Hendaya estaban sentados a la mesa en mangas de camisa, jugando barajas mientras

    coman pan mojado en tazones de vino dentro de una garita de cristal clida y bien

    alumbrada, y les bast con ver el tamao y la clase del coche para indicarles por seas

    que se internaran en Francia. Billy Snchez hizo sonar varias veces la bocina, pero los

    guardias no entendieron que los llamaban, sino que uno de ellos abri el cristal y les grit

    con ms rabia que el viento:-Merde! Allez-vous-en!

    Entonces Nena Daconte sali del automvil envuelta con el abrigo hasta las orejas, y le

    pregunt al guardia en un francs perfecto dnde haba una farmacia. El guardia contest

    por costumbre con la boca llena de pan que eso no era asunto suyo. Y menos con

    semejante borrasca, y cerr la ventanilla. Pero luego se fij con atencin en la muchacha

    que se chupaba el dedo herido envuelta en el destello de los visones naturales, y debi

    confundirla con una aparicin mgica en aquella noche de espantos, porque al instante

    cambi de humor. Explic que la ciudad ms cercana era Biarritz, pero que en pleno