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Tratado de Nutrición
  Gregorio Varela Mosquera, Gregorio Varela Moreiras
  1.2. Funciones y metabolismo de los nutrientes .............................................................19
  Ángel Gil Hernández, Fermín Sánchez de Medina Contreras
  1.3. Bases bioquímicas de la regulación metabólica .....................................................53
  José Antonio Gómez Capilla, José Miguel Fernández Fernández, Carolina Gómez Llorente
 1.4. Comunicación intercelular: hormonas,   eicosanoides, factores de crecimiento y citokinas................................................ 81
  Ángel Gil Hernández, Fermín Sánchez de Medina Contreras
  1.5. Señalización celular ............................................................................................................131
  Antonio Suárez García
  Luis Fontana Gallego, María José Sáez Lara
  1.8. Fisiología de la digestión...................................................................................................249
  Emilio Martínez de Victoria Muñoz, Mariano Mañas Almendros,   María Dolores Yago Torregrosa
  1.9. Metabolismo de los hidratos de carbono.................................................................295
  Olga Martínez Augustin, Víctor Puerta Fernández, María Dolores Suárez Ortega
 1.10. Fibra dietética .....................................................................................................................337
  1.11. Metabolismo de las lipoproteínas..............................................................................369
 Antonio Sánchez Pozo, María de los Ángeles Ortega de la Torre
  1.12. Metabolismo lipídico tisular .........................................................................................397
 
  Alfonso Valenzuela Bonomo, Ricardo Uauy Dagach-Imbarack
  1.14. Metabolismo de los aminoácidos ................................................................................. 451
  Fermín Sánchez de Medina Contreras
  1.15. Aminoácidos semiesenciales y derivados   de aminoácidos de interés nutricional....................................................................... 485
  Ángel Gil Hernández, Fermín Sánchez de Medina Contreras
  1.16. Metabolismo de nucleótidos...........................................................................................523
  1.17. Relaciones metabólicas tisulares en el ciclo   de ayuno y realimentación............................................................................................... 561
  Olga Martínez Augustin, Víctor Puerta Fernández, María Dolores Suárez Ortega
  1.18. Regulación del balance energético   y de la composición corporal..........................................................................................591
  María del Puy Portillo Baquedano, José Alfredo Martínez Hernández
  1.19. Estrés oxidativo y mecanismos de defensa antioxidante..................................623
  Marina Martínez Cayuela
  María del Carmen Ramírez Tortosa, José Luis Quiles Morales
  1.21. Vitaminas con función de coenzimas ......................................................................... 695
  Fermín Sánchez de Medina Contreras
  1.22. Ácido fólico y vitamina B12..............................................................................................731
  Gregorio Varela Moreiras
  1.23. Vitamina A...............................................................................................................................755
  Rosa María Ortega Anta, María del Carmen Mena Valverde, Pedro Andrés Carvajales
 1.24. Vitamina D ..............................................................................................................................789
  Olga Martínez Augustin, Víctor Puerta Fernández, María Dolores Suárez Ortega
  1.25. Metabolismo hidromineral: agua y electrólitos .....................................................825
  José Miguel López Novoa
  José Miguel López Novoa
  1.27. Calcio, fósforo, magnesio y úor.   Metabolismo óseo y su regulación .............................................................................. 897
  Francisca Pérez Llamas, Marta Garaulet Aza, Ángel Gil Hernández,   Salvador Zamora Navarro
  1.28. Hierro ........................................................................................................................................ 927
  1.29. Cobre y zinc en nutrición humana.............................................................................. 973
  Manuel Olivares Grohnert, Carlos Castillo Durán, Miguel Arredondo Olguín,   Ricardo Uauy Dagach-Imbarack
 1.30. Selenio, manganeso, cromo, molibdeno,   yodo y otros oligoelementos minoritarios ..............................................................997
  Miguel Navarro Alarcón, Fernando Gil Hernández, Ángel Gil Hernández
  1.31. Nutrigenómica. Regulación de la expresión génica   mediada por nutrientes y otros componentes alimentarios........................ 1037
  Ángel Gil Hernández, Óscar Constantino Chagoyán Thompson
 1.32. Proliferación y muerte celular .................................................................................... 1079
  Alberto Manuel Vargas Morales
  Manuel Hernández Rodríguez, Jesús Argente Oliver 
 1.34. Bases biológicas del envejecimiento..........................................................................1155
 1.35. Sistema inmune y mecanismos   de inmunidad innata y adaptativa ..............................................................................1191
  Alfonso Ruiz-Bravo López, María Jiménez Valera
 1.36. Sistema inmunológico intestinal: nutrición e inmunidad..............................1229
  Ricardo Rueda Cabrera
Gregorio Varela Mosquera Gregorio Varela Moreiras
 
  1. Introducción
  2. ¿Cómo ha evolucionado la Nutrición? 2.1. El nacimiento de la Nutrición 2.2. El conocimiento cientíco de la nutrición 2.3. ¿Sirven todos los alimentos para una misma función? 2.4. El descubrimiento de las vitaminas
  3. El interés creciente por la relación dieta-salud 3.1. Factores de riesgo dietéticos y nutricionales de las enfermedades
degenerativas 3.2. Inuencia de la dieta sobre los niveles de colesterol 3.3. Situación actual de la hipótesis lipídica de la ateroesclerosis 3.4. Dieta y cáncer
  4. Resumen
  5. Bibliografía
 
n Conocer la relación existente entre alimentos y salud/enfermedad en la Antigüedad.
n Establecer cuándo se produce el conocimiento cientíco de la nutrición.
n Estudiar las diferentes etapas en dicho conocimiento cientíco.
n Comprender el concepto energético de la nutrición.
n Conocer los principales hitos en el descubrimiento de las necesidades nutricionales de los materiales
plásticos.
n Describir brevemente el descubrimiento de las vitaminas.
n Conocer los descubrimientos cientícos que han establecido la relación dieta-salud en la era moderna.
n Comprender el ejemplo de la hipótesis lipídica de la arteriosclerosis.
n Conocer los hitos que han conducido a la compleja relación dieta-cáncer
Objetivos
1. Introducción
L os alimentos no son simplemente el combustible siológico. La alimentación es también un fenómeno social. Así, los grandes acontecimientos se celebran con banquetes y, en el otro extremo, se guarda ayuno en la penitencia. En todas las
sociedades, y con independencia del área geográca, nuestro calendario está marcado con comidas festivas: el pavo en Navidad, los buñuelos en la esta de Todos los Santos, las torrijas en Semana Santa, etc.
La nutrición se ha convertido, para bien y para mal, en un tema tópico de conversación sobre el que cualquier persona opina, tanto o más que como lo haría sobre las armas nucleares, el medio ambiente, o los impuestos. En este sentido, el tema de la nutrición es único, ya que las opiniones de cada persona pueden guiarse simplemente por la experiencia individual; más aún, un habitante de Europa o de América del Norte no puede escapar de la amenaza de la guerra nuclear, del deterioro del medio ambiente, ni de los impuestos, pero va a poder modicar su dieta sin pedir permiso a nadie, ya sea tras una decisión basada en profundos conocimientos sobre nutrición, o ya sea -como en muchas ocasiones ocurre en los países occidentales- por propio capricho. Precisamente, son estos caprichos, los conceptos erróneos, el desconocimiento, en denitiva, por parte de la persona media sobre dieta y salud lo que está ocasionando una creciente expansión de personas que hablan sobre nutrición, desde expertos hasta auténticos charlatanes.
Las controversias sobre nutrición no son nuevas, y ya los lósofos griegos asociaban los cuatro elementos del cosmos (aire, agua, fuego y tierra) a los cuatro humores orgánicos: sangre, bilis amarilla, bilis negra y ema. Las opiniones de los lósofos griegos fueron adoptadas por la Escuela de Medicina de Salerno en Italia, ejerciendo un papel muy importante en los temas de medicina desde el siglo XI hasta el siglo XV. Sin embargo, la primera evidencia experimental que permitió relacionar la dieta y las enfermedades fue la relación encontrada entre el escorbuto que presentaban los marinos embarcados y la escasez de frutas y verduras frescas en su dieta. En los siguientes siglos, se utilizó la experimentación cientíca para comprender la digestión, la salivación, la respiración, la absorción, el metabolismo, en denitiva, para llegar a conocer las necesidades biológicas de determinados nutrientes. Téngase en cuenta que estas cuestiones, y por supuesto no en su totalidad, se han empezado a resolver en el siglo XX, lo que da idea del carácter  joven de esta ciencia.
 
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
los aditivos alimentarios, o las ventajas posibles de la suplementación con vitaminas. Todo lo anterior tiene como consecuencia el que la persona media se encuentre desconcertada y escéptica ante tanta y tan controvertida información. Debe quedar claro, por otra parte, que no es la ciencia la culpable de esta situación, sino que se debe a que generalmente lo que rodea a la nutrición es un buen negocio.
Europa es un continente que presenta grandes diferencias en cuanto a dietas y prácticas culinarias. También se pueden detectar importantes variaciones en los patrones de morbilidad y mortalidad, a los cuales se recurre frecuentemente en nuestro continente para llevar a cabo estudios sobre nutrición. El papel de la nutrición humana en la salud pública constituye actualmente una de las grandes áreas de la investigación y la política sanitaria en los países desarrollados, y es previsible que así continúe en las próximas décadas.
Los patrones de enfermedad en Europa están cambiando, y las estadísticas así lo conrman. Los patrones dietéticos también se están modicando, al igual que lo han hecho, o lo hacen, otros aspectos de los estilos de vida. Como ejemplo, baste decir que la gente puede ahora comer a diario alimentos que nuestros antepasados comían sólo con motivo de estas. Y, como ya entonces se decía, demasiadas estas no son buenas para la salud.
La nueva situación alimentaria en Europa, donde prácticamente existe suciente comida para todos, donde el hambre y la desnutrición maniesta se reducen a grupos muy marginales y especícos de la población, y donde la sobreproducción resulta, precisamente, el gran problema, se presenta con nuevos retos, de entre los que la creciente preocupación por la relación dieta-salud constituye el más importante. De hecho, hoy en día, en Europa preocupa el problema de la producción de alimentos no en cuanto a la cantidad, sino en cuanto a la calidad. Hay conciencia a todos los niveles, en la actualidad, de que la planicación del abastecimiento alimentario debe incluir no sólo aspectos de economía y política agro-ganadera y transformación alimentaria, sino también aspectos relativos a la salud. En pocas palabras, se trata ahora de hacer políticas de nutrición más que meras políticas alimentarias. Esto supone, sin lugar a dudas, un gran reto para el mundo de la nutrición, en cuanto que debe aumentar su capacidad para transmitir los conocimientos sobre el efecto de
los nutrientes en la salud a aquellas personas que producen y transforman los alimentos.
Para comprender los cambios sanitarios que se están produciendo en Europa, hay que considerar los cambios en los estilos de vida de sus habitantes y, muy especialmente, de sus hábitos alimentarios. La nutrición en Europa se mueve alrededor de tres escenarios distintos: la Europa del Norte, con perles nutricionales poco saludables en el pasado, pero que en algunos países se están modicando actualmente gracias a políticas adecuadas; la Europa del Este, con unos hábitos alimentarios y unos indicadores sanitarios que empeoran día a día, como consecuencia de unos cambios socioeconómicos muy agudos y de políticas sanitarias pasadas erróneas; y, por último, la Europa Mediterránea, que se debate entre conservar su positiva alimentación tradicional y adoptar patrones dietéticos foráneos, precisamente aquellos que los propios países anglosajones están tratando de corregir.
 2. ¿Cómo ha evolucionado la Nutrición?
2.1. El nacimiento de la Nutrición
 
G. Varela Mosquera | G. Varela Moreiras
forman nuevos nutrientes a partir de CO2 y H2O mediante la fotosíntesis. Sin embargo, el autotros- mo, como solución denitiva, tardó en implantarse, por lo que fue apareciendo, mientras tanto, el hete- rotrosmo, que no trata de formar nuevos nutrien- tes, sino que los toma de otros seres vivos. De las diferentes modalidades de heterotrosmo, interesa, de manera especial, el holotrosmo, que consiste en ingerir a otros seres vivos para obtener de los mis- mos la energía y los nutrientes necesarios. De esta manera, surge la necesidad de una serie de mecanis- mos adaptativos necesarios para desprender los nu- trientes de los grandes edicios estructurales en los que están contenidos, apareciendo la digestión co- mo función necesaria. Este cambio, realmente revo- lucionario, de la nutrición a la alimentación sugiere dos consideraciones: la primera es que lo ocurrido hace miles de millones de años sigue, en líneas gene- rales, vigentes en la actualidad; la segunda considera- ción es consecuencia de esta adaptación: un animal tiene el tipo de sistema digestivo que necesita para la clase de dieta a la que está habituado. Esta adapta- ción digestiva a la dieta se puede poner de manies- to desde varias perspectivas:
a) Filogenética: los herbívoros, por ejemplo, tienen un aparato digestivo más complejo que los carnívoros, que consumen una dieta que requiere una digestión menos laboriosa.
b) Ontogenética: el aparato digestivo del rumiante al nacer funciona como si fuera mono- gástrico, y solamente cuando comienza a ingerir alimentos voluminosos y ricos en bra se hace realmente rumiante.
c) Experimental: si se alimentan durante su- cesivas generaciones dos grupos de animales om- nívoros, uno con dieta vegetal y otro, con dieta fun- damentalmente concentrada y proteica, se observa que los que consumieron la dieta voluminosa y rica en celulosa tienen un aparato digestivo más com- plejo y desarrollado que los que consumieron la dieta concentrada.
2.2. El conocimiento cientíco de la nutrición
La nutrición continúa siendo una ciencia joven, ya que apenas ha superado los 200 años de exis- tencia. La justicación principal para este retraso en el conocimiento cientíco se debe a que hoy
se sabe que la Nutrición es, sobre todo, un con-  junto de procesos químicos, y no pudo ser estu- diada hasta que la Química no se había desarrolla- do, punto clave para estudiar la nutrición desde el punto de vista cientíco. Lo anterior no quiere de- cir que nuestros antepasados a lo largo de más de 2.000.000 de años no hayan tenido ideas ni plan- teado hipótesis acerca de los alimentos.
Los conceptos fundamentales en los que se ha basado la ciencia de la Nutrición comienzan con la Medicina, al preocuparse inicialmente por la re- lación entre alimentación y salud. El gran Hipó- crates ya armaba: “El cuerpo humano contiene cuatro componentes. Éstos son los que completan su constitución y los que causan sus sufrimientos y su salud. La salud es primariamente aquel esta- do en el cual estas sustancias constituyentes se en- cuentran en proporción correcta y bien mezclada”. Los componentes corporales hipocráticos eran la sangre, la ema, bilis amarilla y la bilis negra, y tie- nen poca relación con los componentes que hoy se consideran fundamentales: agua, proteínas, grasas y componentes inorgánicos. Estas ideas hipocráticas perduraron hasta bien entrada la Edad Moderna. Piénsese que en toda la Edad Media sólo aparece un libro relacionado con la nutrición: Régimen Sa- nitatis de Salerno, de Italia, y que, por otra parte, prácticamente no hace aportaciones nuevas a las ideas hipocráticas, salvo algunas novedades propias de la Medicina árabe y de la judía.
 
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
la combustión, las oxidaciones en general, y observa que la respiración es un proceso comparable al de la combustión, “la respiración es una combustión”, y que se ha reconocido como un momento clave en la historia de la Nutrición. Igualmente interesante re- sulta la aportación posterior de Lavoisier y Seguin: “la respiración no es más que una combustión len- ta de carbono y de hidrógeno, similar a la que ocu- rre con una lámpara o vela encendida. Y desde este punto de vista, los animales que respiran son verda- deramente cuerpos combustibles que se queman y consumen a sí mismos. En la respiración, como en la combustión, es la sustancia corporal la que sumi- nistra el calor, y el aire el que suministra el oxígeno: si el animal no repone constantemente las pérdidas respiratorias, la lámpara pronto se queda sin aceite y el animal muere, del mismo modo que la lámpara se apaga cuando le falta combustible”. En esta mis- ma línea, más tarde también Lavoisier, con la ayuda de Laplace, construye un calorímetro de hielo, que le permitió avanzar en el conocimiento de las oxida- ciones que aparecen en el aire espirado.
A Lavoisier y Seguin se deben dos descubrimien- to fundamentales: el consumo de oxígeno de una persona aumenta durante el trabajo muscular y después de la ingestión de comida. Así, escribe La- voisier las siguientes bellísimas ideas: “el hombre que trabaja se quema más rápidamente, necesita más alimentos para reponer la sustancia; pero el ali- mento cuesta dinero. En tanto se considera la res- piración simplemente como consumo de aire, la si- tuación del rico y del pobre parece ser la misma: el aire está a disposición de todos y no cuesta dine- ro. Pero se sabe actualmente que la respiración es, de hecho, un proceso de combustión y que, en cada instante, parte de la sustancia del individuo es con- sumida, y el consumo aumenta de la misma mane- ra que se aceleran el pulso y el movimiento respi- ratorio. El consumo de sustancia corporal aumenta, pues, con la actividad de la vida del individuo. To- da una serie de cuestiones morales surge de estas observaciones que son en sí mismas de naturaleza material. ¿Por qué ocurre desgraciadamente que un pobre que vive del trabajo manual, que está obliga- do a desarrollar el esfuerzo máximo de que es ca- paz, se ve obligado a consumir más sustancia que el rico, quien tiene menos necesidad de repararla? ¿Por qué, en horrible contraste, disfruta el rico de abundancia que no le es físicamente necesaria y que sería más adecuada para el trabajador?”. Lo ante-
rior, escrito en 1789, fue el detonante para que, cua- tro años más tarde, Lavoisier fuera guillotinado.
El estudio cientíco de la nutrición se trasla- da principalmente a Francia, en la gura de Von Liebig y su obra ya clásica La química orgánica en sus aplicaciones a la siología y la patología:
• El carbono y el hidrógeno que se oxidan en el organismo durante el proceso respiratorio son los contenidos en los tres componentes orgánicos fundamentales de la materia viva, es decir, los lla- mados principios inmediatos: hidratos de carbono, grasas y proteínas.
• Las oxidaciones tienen lugar en todo el orga- nismo, en todas las células, y no sólo en el pulmón, como postulaba Lavoisier.
• Los alimentos se clasican en dos grupos: los llamados alimentos respiratorios, cuyo papel es el de ser combustibles y suministrar energía, y los lla- mados alimentos plásticos, aquellos cuya función es no sólo ser combustible, sino formar parte de las estructuras corporales.
Por su parte, Voit, discípulo de Liebig, realiza dos contribuciones importantes al conocimiento de la Nutrición:
1. La demostración de que una persona o un animal en ayunas oxida fundamentalmente gra- sas y proteínas, con una precisión casi perfecta, de acuerdo con los conocimientos actuales.
2. Gracias a Rubner, miembro del equipo de Voit, se calcula igualmente la cantidad de grasas y proteínas oxidadas. Mide el consumo de oxígeno, y en perros, la cantidad de calor emitida dentro de un calorímetro, demostrando que la cantidad de calor se corresponde exactamente con el calor de com- bustión de las grasas y proteínas oxidadas menos el calor de combustión de los productos nitrogenados de la orina. En denitiva, supone, y esto es lo impor- tante, que los cambios en la conservación de energía se verican por el principio de conservación de la energía. Se establecen las bases del llamado concepto energético de la nutrición, inclu- so antes del conocimiento de los mecanismos de las reacciones y las reacciones intermedias.
 
2.3. ¿Sirven todos los alimentos para una misma función?
Liebig ya hablaba de alimentos plásticos o “mate- riales de construcción”, clasicándolos en dos cate- gorías: las proteínas y los minerales. En el caso de las primeras, en parte, también sirven como combusti- ble y se puede derivar energía de la oxidación de las proteínas corporales. Sin embargo, el papel más im- portante es el de servir para la edicación y cons- trucción de la materia viva. ¿Cómo se desarrolla el conocimiento del papel de las proteínas en nutri- ción? En primer lugar, hay que recordar que el nom- bre de proteína no se introduce hasta el año 1838 por Berzelius, “la sustancia primaria fundamental de la materia viva”. Anteriormente, a las proteínas se las denominaba compuestos nitrogenados.
En el estudio de las proteínas, una gura clave fue el francés Berthollet, quien descubrió que, si un animal se trata con ácido nítrico, se desprendía un gas que era el nitrógeno. De lo anterior se extrae la siguiente pregunta: ¿de dónde viene el nitrógeno que hay en los tejidos animales? Si el aire está com- puesto en un 80% por nitrógeno, se puede emplear en fabricar proteínas en el organismo? Va a ser Ma- gendie el que aborde fundamentalmente el origen del nitrógeno en los tejidos. Realiza experimentos con perros, a los cuales nutre con alimentos que no contienen nitrógeno, y así los alimenta con azúcar o goma, o con grasas. El resultado es que los anima- les se mueren. Pero, además, estas muertes vienen acompañadas de unas manifestaciones oculares que hoy se sabe que se deben a la deciencia en vita- mina A. Estas alteraciones se daban no sólo en los animales alimentados con azúcar, sino también en los alimentados con mantequilla (rica en vitamina A, pero sin proteínas). En Francia en aquellos momen- tos, con escasez grave de alimentos, se logra obte- ner gelatina a partir de huesos y desperdicios cár- nicos. Se crea una comisión presidida por Magendie para evaluar la bondad o no de la gelatina como ali- mento. Se encuentra que ésta, con un 16% de nitró- geno, no asegura la vida de los animales. Por el con- trario, los animales alimentados con carne logran vivir bien. Se esboza ya, por tanto, el concepto fun- damental del diferente valor nutritivo de las proteí- nas, aunque contengan todas la misma cantidad de nitrógeno. Esta cuestión no empieza a denirse has- ta 1820, cuando el francés Braconot comenzó a aislar los primeros aminoácidos, lo que dio lugar a
la llamada Teoría Peptídica de las proteínas, desarro- llada fundamentalmente por Emil Fischer en Ale- mania. Se dan por aquel entonces, 1905-1910, una serie de estudios que analizan las diferentes pro- teínas, y aparece la división de los aminoácidos en dos categorías: los que el organismo no puede for- mar por vía ninguna y los llamados indispensables o esenciales. En denitiva, es el momento en el que el papel nutritivo de las proteínas va a estar asociado a su contenido en aminoácidos esenciales. Replan- tea otro problema: si los aminoácidos son la par- te componente de las proteínas y los responsables de su valor alimenticio, una proteína digerida de- be tener el mismo valor nutritivo que una proteína tal como está en el alimento, sin digerir. Ello origina numerosos estudios en los que se comparan dige- ridos de proteínas y su valor nutritivo; cuando és- tos han sido hechos enzimáticamente, la mezcla de aminoácidos tiene el mismo valor nutritivo que la proteína original. Todo lo contrario ocurre cuando las proteínas han sido digeridas químicamente, bien sea por ácido clorhídrico o ácido sulfúrico. ¿A qué se debe todo ello?
Henriques demuestra en 1907 que la hidró- lisis ácida de las proteínas destruye uno de es- tos aminoácidos esenciales, el llamado triptófa- no. Las cantidades necesarias de estos últimos se determinan por primera vez por los investigado- res norteamericanos Osborne y Mendel, quie- nes administraban determinadas proteínas y, si no se mantenía el crecimiento, añadían distintos ami- noácidos para ver si lograban crecer bien. En los años 20 del pasado siglo ya se conocía, por tanto, que son ocho los aminoácidos que el hombre adul- to necesita, y que iban a ser las proteínas las en- cargadas de suministrarlos, pudiendo el organismo transformar unos en otros.
2.4. El descubrimiento de las vitaminas
 
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
Es en el año 1880 cuando se plantea si se pue- de vivir con una dieta articial que contenga todos los componentes de un alimento habitual como la leche. Resulta curioso recordar también que has- ta entonces no se plantea si los elementos inorgá- nicos constituyentes de nuestro cuerpo (se habla- ba de al menos 20 sustancias) eran o no necesarios para la nutrición de los animales.Bunge y sus dis- cípulos alimentan ratones con una dieta desprovis- ta de minerales, encontrándose que estos animales viven muy poco. Cuando los animales son alimen- tados con leche, logran vivir perfectamente, luego, debe haber algo en la leche y en los alimentos, en general desconocido hasta entonces, imprescindi- ble para la alimentación. La prueba de la existen- cia de estas sustancias hoy llamadas vitaminas se da de manera prácticamente simultánea en Holan- da gracias a Pekelharing, y en Inglaterra gracias a Hopkins, por lo que éste logró en 1912 el Pre- mio Nobel.
El nombre erróneo se debió, sin embargo, al po- laco Casimir Funk en 1922. Con el descubrimien- to de las vitaminas, se abrió la página nal, quizás también la más bella, de la historia de la Nutrición. En 1948 se descubre la última de las vitaminas co- nocidas actualmente, la vitamina B12, y que comple- ta un periodo muy fructífero en la historia de la Nutrición: en tan sólo 22 años se descubren las 13 vitaminas hoy conocidas.
Probablemente, junto con el desarrollo del con- cepto energético de la nutrición, la historia de las vitaminas ha supuesto la etapa más apasionante de la historia de la Nutrición. De hecho, a comien- zos del siglo XX se produce un espectacular incre- mento en el número de investigadores en diferen- tes áreas de Nutrición, que se corresponde con la llamada “Era de las vitaminas”.
Los experimentos realizados por Lunin en el laboratorio de Bunge, llevados a cabo en la Uni- versidad de Dorpat (Estonia) y presentados en el año 1880, son considerados generalmente, aun- que no de manera unánime, la primera indicación de la existencia de las vitaminas. Se produjeron diferentes aproximaciones en paralelo, entre las que cabe desatacar el seguimiento del trabajo de E.V. McCollum. Aunque pueda parecer anecdó- tico, resulta interesante destacar que McCollum conocía el idioma alemán, lo que le permitió con- sultar y estudiar cuidadosamente todo el trabajo llevado a cabo hasta entonces en Europa, a través
de los 37 volúmenes de  Maly’s Jahresbericht über die Fortschritte der Tier-Chemie  (1870-1907). Gra- cias a la exhaustividad de esta obra, McCollum pu- do identicar hasta 13 casos en los que se rela- taba que los experimentos realizados en animales mantenidos con dietas puricadas fracasaban. El inuyente profesor e investigador Von Bunge cre- yó que el principal problema se debía a la carencia en las dietas de hierro y fósforo, consecuencia de la pérdida de los mismos durante el proceso tec- nológico de puricación, y no a la no presencia de elementos nutricionales adicionales.
Cornelius Pekelharing, quien había trabaja- do durante mucho tiempo como presidente de la Comisión para el Estudio del beri-beri, señaló que los ratones no deberían poder crecer con una dieta simple de caseína, albúmina de huevo, harina de arroz y minerales. Así, en un artículo publica- do en 1905, armó rotundamente que los ratones eran decientes en “algo” que estaba presente en el suero láctico, aunque no era capaz de identicar el “factor perdido”. De hecho, su trabajo permane- ció sin conocerse hasta que se tradujo al inglés 20 años más tarde. Casi de forma paralela, aunque algo más tarde, Gowland Hopkins, profesor de Bio- química en la Universidad de Cambridge, expuso las mismas observaciones que Pekelharing. Muchos años más tarde, al recibir el Premio Nobel, señaló que sus descubrimientos se habían basado en estu- dios hechos en 1906-1907 pero, al igual que Pekel- haring, había pensado que sus hipótesis no serían aceptadas hasta la identicación del factor necesa- rio, desconocido entonces. En cualquier caso, sí se considera a Hopkins como el primero en asociar las deciencias existentes en una dieta sintética pu- ricada con las enfermedades en humanos.
 
G. Varela Mosquera | G. Varela Moreiras
entera. Por el contrario, Edward Mellanby en In- glaterra, alumno de Hopkins y, por tanto, familiari- zado con la teoría de los “factores accesorios”, pu- blicó en 1921 que se podía inducir raquitismo a perros encerrados cuando se les limitaba la inges- ta de leche a 200 ml/día. Y que se podía prevenir la patología suplementando con una variedad de ali- mentos como mantequilla o aceite de hígado de bacalao, manteniendo a los animales intramuros. Surge entonces una verdadera “batalla de escepti- cismo” entre el grupo escocés y el inglés, en rela- ción con las observaciones de cada uno. La dispu- ta llegó a mayores cuando Mellanby armó, en un congreso celebrado en Glasgow, que “la harina de avena tenía efectos raquíticos en sus perros”. Tal armación se consideró como un insulto si se tie- ne en cuenta que la harina de avena era un alimen- to típico de Escocia. La controversia se resolvió pronto: la exposición de un niño a la luz solar se había convertido en un tratamiento tradicional pa- ra el raquitismo en los países del Norte de Euro- pa, e igualmente en 1919 se había observado que el empleo de lámparas de rayos ultravioleta tam- bién resultaba efectivo. Conviene recordar también que en esta época, al nal de la I Guerra Mundial, había escasez de alimentos en Centroeuropa, y se demuestra en el Childrens’ Hospital de Viena (con numerosos casos de raquitismo) que la administra- ción de aceite de hígado de bacalao o la irradiación con luz ultravioleta lograban curar la enfermedad. Por entonces, McCollum y sus colaboradores ha- bían desarrollado un modelo experimental animal de inducción de raquitismo, con dietas muy des- equilibradas en la relación calcio/fósforo. El siguien- te descubrimiento digno de mención, de importan- cia extraordinaria, es el que hallaron Steenbock y Blacken en Wisconsin en 1924, al observar que posee efecto curativo no sólo el tratamiento de la rata raquítica con irradiación ultravioleta, sino tam- bién la alimentación con la dieta irradiada. Muchos grupos de investigación tratan entonces de identi- car el factor que se lograba activar de esta manera. Se propone inicialmente su carácter “lipídico”, pos- teriormente se habla de “fracción esterol” y des- pués de ergosterol. Finalmente, en 1931 el material se logra cristalizar, y se le denomina “vitamina D”.
• Escorbuto. Lo primero que sorprende al revisar la literatura es que, después del descubri- miento hecho en 1907 de que la cobaya repre- sentaba un buen modelo experimental para el
escorbuto, hubo muy poco avance en esta área. McCollum se interesó al observar claramente que sus ratas no necesitaban antiescorbúticos pa- ra la supervivencia. Posteriormente, realizó experi- mentos con cobayas a las que administraba como dieta harina de avena y leche y se encontró que al- gunos animales vivían y otros morían. El conjunto de las observaciones le llevó a escribir: “debe ex- cluirse de la lista de síndromes por deciencia en la dieta el escorbuto”. Chick y Hume, primeras mujeres investigadoras con independencia en la historia de las vitaminas, demostraron que la leche de vaca tenía una actividad antiescorbútica muy ba-  ja, y además la actividad se perdía cuando la leche se sometía a autoclave, reapareciendo el escorbu- to. Las mismas investigadoras quieren ahora probar si el jugo de lima comercial tiene actividad anties- corbuto. Encontraron que el preparado comercial presentaba sólo un 10% del jugo de lima recién ex- primido. El procesamiento industrial, incluida la es- terilización, generaba estas pérdidas tan importan- tes en la actividad. Albert Szent-Györgi  fue el primer investigador que intentó aislar la vitami- na C en limones (tarea difícil por la inestabilidad), en 1928, aunque sólo circunstancialmente, pues no era éste su objetivo de investigación. A continua- ción, muy poco tiempo después, los químicos pu- dieron determinar su estructura molecular y sinte- tizarla, y determinar su actividad biológica.
• Beri-beri y vitamina B. McCollum y otros investigadores habían sido capaces de inducir signos de polineuritis en ratas alimentadas con dietas pu- ricadas con una fuente de vitamina A, habiéndose caracterizado el “factor antiberi-beri” como vitami- na B. Se descubre entonces que la levadura someti- da a autoclave, aunque perdía en buena medida su actividad “antineuritis”, todavía era capaz de promo- ver el crecimiento en ratas, lo que llevaba a deducir que debía haber un segundo factor: se les denomina entonces B1 y B2, respectivamente.
El aislamiento del factor B1 se logró en 1926 por investigadores holandeses que trabajaban en Java, a partir de cristales obtenidos de cascarilla de arroz blanco. Los investigadores Williams y Cline de- nominaron a esta sustancia “tiamina” o vitamina que contiene azufre (thios, en griego).
 
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
desarrolló un Plan de Acción contra la Pelagra en 1914. En primer lugar, observó que los médicos o enfermeras que estaban tratando a los pacientes no desarrollaban la enfermedad, por lo que des- cartaba un origen infeccioso. Más aún, estaba dis- puesto a poner en riesgo su propia vida para de- mostrarlo. Así, recibió inyecciones subcutáneas de sangre infectada, lo que produjo rápidamente en Goldberger erupciones cutáneas, e incluso llegó a consumir excretas. Goldberger pensaba que el ori- gen del problema era una dieta desequilibrada y, por ello, persuadió a las autoridades de Mississip- pi para que le permitieran administrar a 12 prisio- neros voluntarios una dieta experimental con ca- pacidad de inducir la pelagra, durante 6 meses. Tras 5 meses, algunos prisioneros desarrollaron derma- titis, y Goldberger armó que se trataba de pela- gra, aunque muchos de sus colegas dudaban de que los síntomas correspondieran a la enfermedad. Fi- nalmente, en 1937 se descubrió que tanto el ácido nicotínico como la nicotinamida poseían un gran potencial de curación del síndrome de la “lengua negra”. Se denomina a esta vitamina niacina. Dan- do un salto en el tiempo, alrededor de 1945 se lo- gró desarrollar nuevos métodos de análisis para la niacina. Se observa, además, que las ratas desarro- llaban una deciencia en niacina cuando una dieta puricada se diluía con un 40% de harina de maíz. Sin embargo, el crecimiento se recuperaba cuan- do se suplementaba la dieta con un 0,05% del ami- noácido triptófano. En los inicios, se pensaba que el triptófano adicional podría estimular la síntesis microbiana de niacina en el intestino delgado, aun- que más tarde, gracias al empleo de isótopos esta- bles, se pudo comprobar que había una ruta enzi- mática especíca para la conversión del triptófano en niacina.
• Ácido fólico. El camino hacia el descubri- miento de esta vitamina comenzó en la India. Lucy Wills se trasladó a dicho país para investigar un ti- po de anemia, macrocítica, que padecían frecuente- mente las mujeres Mohammedan. Después de com- probar que esta condición anémica no se debía a una infección, o a deciencias en vitaminas A o C, descubrió que la levadura, y más en concreto el ex- tracto “Marmita”, eran muy ecaces en la curación de la enfermedad. De vuelta a Inglaterra, Wills et al.  publicaron en 1937 que cuando se alimentaban mo- nos con la típica “dieta Bombay” se inducía anemia macrocítica y leucopenia, respondiendo positiva-
mente al tratamiento con levadura y con “Marmita”. Se conrmaba que la patología que presentaban los monos no se debía a ninguna deciencia vitamínica de las conocidas, y al nuevo factor se le denominó inicialmente “vitamina M” (de mono). De forma pa- ralela, investigadores interesados en la nutrición ani- mal encontraron que pollos alimentados con dietas que contenían las vitaminas conocidas crecían des- pacio y desarrollaban anemia macrocítica. En 1944 se revela que la anemia en los animales puede pre- venirse administrando un factor de crecimiento pa- ra algunas bacterias, “vitamina Bc”. Y al mismo tiem- po, se había aislado el mismo compuesto a partir de espinacas, recibiendo el nombre de “ácido fóli- co” (del latín folium, hoja). Posteriormente, se des- cubrió que otras bacterias eran capaces, igualmente, de sintetizar el factor. En 1946 se identica la es- tructura química por parte de Robert Stokstad et al., en los Laboratorios Lederle (EE UU). Se des- cribe su nomenclatura, y sus diferentes formas. Du- rante la primera mitad del pasado siglo los investiga- dores se ocuparon de la identicación y síntesis de las formas de la vitamina para el tratamiento de la deciencia y anemia, mientras que la segunda mitad ha estado orientada a la nueva investigación en rela- ción con la absorción y el metabolismo y sus nuevas funciones frente al cáncer, las enfermedades cardio- vasculares y defectos de nacimiento.
 
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el folato y la vitamina B12 pueden revertir la ane- mia perniciosa, se observa que sólo la cobalamina logra detener el deterioro progresivo neurológico descrito en pacientes con anemia perniciosa y ve- getarianos estrictos. Estudios posteriores, en rela- ción con la función bioquímica de las vitaminas, re- velan que la cobalamina posee un papel esencial a la hora de permitir la transferencia del grupo meti- lo dentro del ciclo metionina/metilación, impidien- do que se acumule el factor de riesgo homocisteí- na, así como evitando una deciencia funcional de ácido fólico.
• Vitamina A y carotenos. En Dinamarca, durante la I Guerra Mundial, periodo que se carac- terizó, entre otras cosas, por una carencia de gra- sas alimentarias. Un estudio realizado en un gru- po de niños de ese país fue crucial para entender el descubrimiento de lo que hoy se denomina vita- mina A. Efectivamente, en un grupo de 16, fueron 8 los que desarrollaron xeroftalmia. La única dife- rencia en las dietas de ambos grupos fue que los que no presentaban la patología habían estado to- mando leche entera durante los 6 meses previos al estudio. El pediatra Carl Bloch, que lideraba la investigación, comenzó a administrar al grupo afec- tado aceite de hígado de bacalao, con unos resul- tados muy positivos: se revertía el problema ocular en apenas 8 días de tratamiento y el crecimiento general se aceleraba. El problema que se presenta- ba entonces era la identicación de la vitamina, que aparecía en, al menos, dos formas distintas: una de color muy intenso, presente en las hojas y zanaho- rias, y la otra de color mucho más tenue, en la gra- sa animal. Se encontró que los cristales de β-caro- teno obtenidos de la zanahoria presentaban una gran actividad. Por su parte, el factor menos colo- reado fue mucho más difícil de obtener, aunque sí se comprobó que al dar caroteno a ratas decien- tes en vitamina A se lograba recuperar el color. Por ello, se propuso que el caroteno funcionaría como el precursor de la vitamina, lo que se conrmó de- nitivamente cuando se logró aislar la vitamina en 1939 a partir de aceites de hígado de pescado, al mismo tiempo que se lograba identicar también su estructura. La síntesis química de la misma, sin embargo, resultó muy dicultosa, y cuando nal- mente se logró, se le denominó retinol.
• Vitaminas E y K. En el año 1922 Evans y Katherine Bishop, que trabajaban en Berkeley, en- contraron que una dieta puricada con suplemen-
tos vitamínicos permitía el crecimiento normal de ratas hembra, pero, sin embargo, impedía el desa- rrollo normal de la reproducción. La lechuga fue el primer alimento capaz de prevenir este problema, después del trigo y, aún más ecazmente, el aceite de germen de trigo. El factor activo encontrado se denominó “vitamina E”, el cual se aisló en 1935 con el nombre de “tocoferol” (del griego tocos, alcohol estimulante del nacimiento). Corresponde al danés Henrik Dam en 1935 el mérito de demostrar que se trataba en realidad de una deciencia en otra vi- tamina, a la que llamó “vitamina K”, en reconoci- miento de su papel esencial en la coagulación san- guínea (koagulation, en danés y alemán).
3. El interés creciente por la relación dieta-salud
 
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
profesionales de la salud de África y Asia, donde los patrones dietéticos eran tan diferentes y donde muchas de las principales enfermedades europeas apenas tenían lugar.
En los últimos años se ha producido un resurgir de la investigación y los hallazgos, que, aunque aún incompletos, son lo sucientemente importantes para las autoridades sanitarias de numerosos paí- ses como para apelar a cambios en la dieta nacional. La evidencia disponible sobre la importancia de los factores nutricionales varía ampliamente, y en muy pocas ocasiones logran satisfacer plenamente a la comunidad cientíca. Sin embargo, tanto los indi- cios positivos como los negativos que se van desve- lando, así como la trascendencia de los problemas médicos implicados, han hecho que se recomienden en muchos países cambios substanciales en la die- ta, en un intento de evitar dichos problemas. A lo anterior hay que añadir el hecho, muy importante, del coste económico que suponen estos procesos crónicos/degenerativos para los sistemas sanitarios de los países occidentales. se trata, no hay que olvi- dar, de enfermedades latentes durante un periodo largo de la vida, lo que ocasiona que sea muy difícil interpretar los estudios, muchos de los cuales están realizados a corto plazo o en relación con un nú- mero de individuos limitado.
3.1. Factores de riesgo dietéticos y nutricionales de las enfermedades degenerativas
Existen notables diferencias en lo que a disponi- bilidad de alimentos se reere entre las poblaciones de los países desarrollados y los denominados paí- ses en vías de desarrollo, lo que viene acompañado de una marcada diferencia en la prevalencia de las patologías en las poblaciones de estos últimos.
Así, las principales causas de enfermedad y muerte en los países en vías de desarrollo están directamente relacionadas con el consumo de die- tas de insuciente valor calórico y bajo contenido de nutrientes esenciales. Sin embargo, en los países desarrollados, las principales causas son las llama- das enfermedades degenerativas, cuyas caracterís- ticas más importantes, entre otras, se pueden resu- mir de la siguiente manera:
1. Sus manifestaciones clínicas aparecen gene- ralmente en la época media de la vida.
2. Presentan una etiología múltiple. 3. Su desarrollo está en relación con el consu-
mo de dietas de elevado valor calórico y abundan- te contenido en alimentos de origen animal.
Por ello, actualmente tiene lugar el inicio de una nueva era en el estudio de la nutrición humana, y que parte del hecho de que la nutrición y la sa- lud óptima están íntimamente relacionadas. Tal y como hoy en día queda ampliamente reconoci- do, la nutrición es algo más que el suministro de los componentes de la dieta. En este sentido, y co- mo bien indican Grande y Varela, entre otros autores, es posible preparar dietas adecuadas con las más variadas mezclas de los alimentos disponi- bles, pero parece evidente que cuando estas dietas son consumidas en una cantidad superior a la que ese individuo necesita, o cuando contienen canti- dades desproporcionadas de algunos de sus com- ponentes, pueden tener un efecto desfavorable pa- ra la salud. Como consecuencia, y como fenómeno reciente, han aparecido numerosos estudios acer- ca del papel de la dieta en conjunto, o de alguno de sus componentes, en el desarrollo de las enferme- dades degenerativas.
 
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3.2. Inuencia de la dieta sobre los niveles de colesterol
La hipótesis lipídica propuesta por Grande Covián postula que el efecto de la dieta sobre el desarrollo de la arteriosclerosis se debe a la in- uencia de la misma sobre los niveles de coleste- rol plasmáticos.
En este sentido, en los comienzos de los años 50 del siglo XX se produce un gran avance pa- ra comprender la relación entre la composición de la dieta y los niveles de colesterol: se trata del estudio publicado por Keys, Anderson y Grande en 1950, en el que se demuestra que la relación entre el contenido de grasa de la dieta y el nivel de colesterol se expresaba por una sim- ple ecuación:
y = a + bx
Siendo “y”  la cifra de colesterol total, “a” la ordenada en el origen, “b” la pendiente de la línea, y “x” el contenido de grasa de la dieta expresa- do en % del valor calórico total de la misma. Es im- portante, en este desarrollo de la hipótesis lipídi- ca de la arteriosclerosis, el hecho de que también a comienzos de los años 50 del siglo XX comenza- ra a verse que no todas las grasas tienen el mismo efecto sobre los niveles de colesterol. Así, surge en 1957, tras varios estudios metabólicos en humanos con diferentes tipos de grasa, la ecuación de Keys, Anderson y Grande:
Δcol = 2,7 ΔS - 1,3 ΔP
En la que “Δcol”  representa el cambio en la concentración de colesterol al pasar de una dieta a otra de distinta composición, y “ΔS” y “ΔP” re- presentan el cambio en el contenido de ácidos gra- sos saturados y poliinsaturados como porcentaje de la energía de la dieta. Como se puede apreciar, en la ecuación no guran los ácidos grasos mono- insaturados, ya que el coeciente que describe el efecto de los mismos resultó ser neutro, sin signi- cación estadística.
Esta ecuación ha permitido, en numerosos estu- dios, demostrar que la calidad de la grasa de la dieta es fundamental al evaluar su inuencia en la etiolo- gía y/o prevención de las enfermedades cardiovas- culares (ECV).
Posteriormente, se trata de analizar el efecto de las grasas de la dieta sobre la distribución del co- lesterol plasmático, lo que ha llevado a considerar rmemente que la prevención de la arteriosclero- sis y sus consecuencias está mediada en gran me- dida por la reducción de la fracción de colesterol transportada por la lipoproteína de baja densidad (LDL), sin reducir, o elevando, la fracción transpor- tada por las lipoproteínas de alta densidad o HDL. En este sentido, hay que destacar también el estu- dio que llevó a cabo en Francia Jacotot en 1983, quien en monjes benedictinos alimentados en di- ferentes periodos con distintas grasas culinarias (soja, cacahuete, girasol, cambra y oliva) demos- tró que era precisamente el aceite de oliva el úni- co con capacidad de elevar la fracción de coles- terol transportada por HDL. Esta observación, así como otras realizadas en estudios posteriores, de- muestra el benecioso papel que las grasas mono- insaturadas en general, y el aceite de oliva en par- ticular, poseen en cuanto a la prevención dietética de la arteriosclerosis (ver Capítulo 4.19).
3.3. Situación actual de la hipótesis lipídica de la ateroesclerosis
 
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
derarse no de manera individual, sino como una adición de factores bien conocidos de reducción del riesgo coronario (supresión del hábito de fu- mar, vigilancia del peso, reducción del consumo de ciertas grasas y colesterol, ejercicio habitual, etc.), y no como la solución o panacea a los problemas coronarios. A lo anterior hay que añadir que en el caso de la vitamina E se trata de un micronutriente liposoluble, con capacidad potencial de toxicidad, especialmente si se considera que las dosis vita- mínicas empleadas en estos estudios de interven- ción quedan dentro del rango “farmacológico”, ale-  jándose del criterio nutricional para el que se han establecido las ingestas recomendadas. Por ello, la cautela debe ser el criterio a seguir, más aún si cabe en lo referente a suplementación vitamínica a lar- go plazo (décadas) para evitar los posibles proce- sos degenerativos asociados a estas vitaminas. Por último, no se debe olvidar en esta reexión que los factores de riesgo “convencionales” o “tradiciona- les” para las ECV no logran explicar más allá de un 70% de su etiología, por lo que la búsqueda de nue- vos factores que traten de explicar el 30% restan- te es uno de los temas clave de la investigación en Nutrición en la actualidad.
3.4. Dieta y cáncer
En las sociedades desarrolladas el cáncer cons- tituye la segunda causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares, contabilizando en España prácticamente el 20% de las muertes. Sin embargo, existen grandes diferencias en cuanto a la incidencia de dicha enfermedad, según las dis- tintas regiones de Europa, mayores incluso que las que se dan entre países subdesarrollados y desa- rrollados. Al no poder explicarse estas diferencias exclusivamente por motivos genéticos, resulta ne- cesario tratar de explicarlas por causas medioam- bientales, entre las cuales la dieta juega un papel primordial. De hecho, se estima que aproxima- damente un 40% de los diferentes tipos de cán- cer pueden ser causados por factores dietéti- cos, de acuerdo con el National Institute of Health  y el National Research Council de los EE UU.
Sin embargo, y aunque la relación dieta-cáncer sea probablemente una de las más estudiadas en los últimos años, los resultados son todavía muy
poco concluyentes. Hay que recordar la comple-  ja problemática que conlleva el estudio de los fac- tores dietéticos. Como ejemplo, Hill ya señala- ba en 1944 que, así como los cánceres asociados al consumo de tabaco podrían evitarse dejando de fumar, no existe la opción de dejar de comer. Además, la dieta per se es un sistema complejo, en- globado en una lista de factores medioambienta- les, muchas veces convergentes, lo que incrementa la dicultad del estudio de la inuencia aislada de cada uno de los factores. Finalmente, y como dato también importante, en muchos tumores que cur- san a través de uno o más componentes etioló- gicos medioambientales, se produce normalmen- te un intervalo de varias décadas entre la primera exposición al carcinógeno y la aparición clínica del tumor. Por ello, van a ser las modicaciones dieté- ticas producidas en los años anteriores las que ac- túen en la incidencia actual.
De acuerdo con Potter y Archer, se pue- den diferenciar cuatro posibles alteraciones die- téticas en relación con el cáncer: en primer lu- gar, los desequilibrios por exceso, la mayoría de las ocasiones en relación con la energía y la grasa; en segundo, las alteraciones en el aporte de ma- cro y micronutrientes; en tercero, deciencias nu- tricionales especícas, y en cuarto, la existencia de sustancias a las que el organismo está siempre expuesto y para las que no existe una respuesta metabólica adecuada.
En cualquier caso, hoy no se dispone de la infor- mación suciente que permita explicar los meca- nismos por los cuales la dieta puede inuir sobre el desarrollo de los tumores malignos, aunque la evi- dencia disponible indica que ciertos componentes  juegan un papel relevante como protectores fren- te al cáncer, mientras que otros pueden conside- rarse como factores de riesgo, e incluso como in- ductores de la carcinogénesis. Puede ser útil, y con todas las limitaciones que ello supone, agrupar los tumores asociados a la dieta y sus componentes en tres grupos:
a) Aquellos relacionados con la ingesta de grasa, entre los que están implicados algunos de los más frecuentes en los países occidentales, como el cán- cer de mama, endometrio, ovario, y próstata.
b) Los relacionados con la ingesta de alcohol: cáncer de faringe, esófago, e hígado.
 
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  El presente Capítulo pretende destacar los aspectos y acontecimientos más importantes que han permitido el desarrollo del conoci- miento cientíco de la Nutrición, teniendo en cuenta que se trata todavía de una ciencia muy joven, de apenas 200 años. Sin embargo, en la Introducción se dan algunos ejemplos de cómo ya en la Antigüedad existía un interés, en muchas ocasiones empírico, por la relación entre los alimentos y el estado de salud. Ya desde aquellos tiempos, y hasta la actualidad, la Nutrición ha estado rodeada de una serie de mitos y falsas creencias que, en gran medi- da, han dicultado el conocimiento cientíco de esta materia. Se recuerda también la par- ticularidad de esta ciencia en relación con el hecho de que se come por algo más que por mantener la salud, y esa percepción histórica ha sido, sin embargo, muy diferente para las poblaciones.
  La Nutrición no se podría haber desarrollado si no lo hubiera hecho la Química. Quizá la culminación de este hecho fuera el estableci- miento del llamado concepto energético de la nutrición, debido a Lavoisier y a sus colabora- dores y discípulos, como se pone de manies- to en este Capítulo. Igualmente, se dedica un apartado importante al descubrimiento de la necesidad de materiales plásticos o de cons- trucción, lo que hoy se denomina proteínas, y su diferente valor nutritivo, dependiendo del origen de las mismas. El Capítulo, a continua- ción, se sitúa a nales del siglo XIX/comienzos del siglo XX, cuando se pensaba que el mapa de la Nutrición estaba completo. Sin embargo, el surgimiento de devastadoras y mortales en- fermedades carenciales da lugar a una auténti- ca revolución, que supone el descubrimiento de las hoy llamadas vitaminas, y su esencialidad en la dieta humana.
  Se naliza con algunos ejemplos demostrati- vos de lo que supone el interés principal de la Nutrición desde 1950 hasta nuestros días, el papel de algunos nutrientes en la etiología y/o prevención de las denominadas enfermedades crónico-degenerativas, y más especícamente las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Por ello, y como principal
ejemplo histórico de esta última etapa de la Nutrición -aún no acabada-, se desarrolla la hipótesis lipídica de la arteriosclerosis.
4. Resumen
Capítulo 1.1. Introducción a la historia de la Nutrición
Bender AE. Dietas “mágicas” y otros errores. En: Grande Covián F, Varela G, Conning D (eds.). Reexiones sobre Nu- trición Humana. Fundación BBV. Bilbao, 1994: 357-89. El autor reexionaba ya en 1994 sobre el mundo muchas
veces fraudulento que rodea a la Nutrición, con la paradoja de
que probablemente sea la única ciencia en la que, a pesar del
enorme avance que en el conocimiento cientíco se ha produ-
cido, existen más mitos y falacias que hace un siglo.
Brubacher GB. Preface. Diet and Health in Europe: the evi- dence. Ann Nutr Metab 1991; 35 (Suppl 1). Supuso -y presenta todavía una gran actualidad- una magníca
reexión acerca de la relación entre dieta.
Carpenter KJ. A Short History of Nutritional Science: Parts 1-4 (1786-1985). J Nutr 2003; 133: 638-45; 975-84; 3023-32; y 3331-42. Serie de artículos muy recientes (2003) suponen la mejor muestra
actualizada para conocer cómo ha evolucionado la historia de la Nu-
 trición, desde el punto de vista del conocimiento cientíco, dividida en
cuatro periodos: 1786-1785, 1885-1912, 1912-1944, y 1945-1985.
Grande Covián F. Desarrollo histórico del conocimiento cientí- co de la nutrición. En: Fundación Príncipe de Asturias (eds.). La Nutrición y la Salud. Fundación Príncipe de Asturias. Oviedo, 1993; 13-50. Magníca, amena y original revisión de la evolución del cono-
cimiento cientíco de la nutrición, y de lo que han supuesto
los algo más de 200 años de esta ciencia. Se considera como
el mejor texto en idioma españo que hace referencia a esta
materia.
Grande Covián F. La hipótesis lipídica de la aterosclerosis. En: Fundación Príncipe de Asturias (eds.). La Nutrición y la Salud. Fundación Príncipe de Asturias. Oviedo, 1993; 71-86.
Grundy SM, Denke MA. Dietary inuences on serum lipids and lipoproteins. J Lip Res 1990; 31: 1149.
 Jacotot B. Effet de l’huile d’olive sur la lipidemie et le me- tabolisme des lipoproteines dans un cuvent de Benedictines. Report Final. Hôpital Henri Mondor. Creteil, 1983.
Keys A. Coronary Heart Disease: the global picture. Atheroes- clerosis 1975; 22: 149-60.
Keys A. Seven countries. A multivariate analysis of death and coronary hearth disease. Commonwealth Fund Book. Harvard University Press. Cambridge, 1980.
Pryor WA. The antioxidant nutrients and disease prevention- what do we know and what do we need to nd out? Am J Clin Nutr 1993; 53: 391S-3S.
Steinberg D, Carew TE, Khoo JC, Wiztem JL. Beyond choles- terol: modications of low-density lipoproteins that increase its atherogenicity. New Engl J Med 1989; 320: 915-9.
Steinberg D. Antioxidant vitamins and coronary heart disease. New Eng J Med 1993; 328: 1487-9. Los ar tículos, capítulos y revisiones arr iba referenciados analizan
el mejor ejemplo, hasta el momento, en el conocimiento de la
relación entre dieta y salud: las enfermedades cardiovasculares y
el papel de los diferentes componentes de la dieta en la etiología
y/o prevención de las mismas. Todo ello supuso el desarrollo de
la llamada hipótesis lipídica de la arteriosclerosis.
Hill MJ, Caygill CPJ. Epidemiology of cancer in Europe: the na- tional level. En: Hill MJ, Giacosa A, Caygill CPJ (eds.). Epidemiology of Diet and Cancer. Ellis Horwood Ltd. London, 1994.
National Research Council. Diet, Nutrition and Cancer. Na- tional Academy Press. Washington DC, 1982: 5-20.
Potter JD. Diet and cancer. En: Hill MJ, Giacosa A, Caygill CPJ (eds.). Epidemiology of Diet and Cancer. Ellis Horwood. London, 1994.
Varela G. Mediterranean Diet and Cancer. En: Benito E, Gia- cosa A, Hill MJ. Public Education on Diet and Cancer. Kluwer Academic Press. London, 1992; Chap. l5: l43-60. Se analiza en esta serie de artículos cuál es el estado actual del cono-
cimiento de la relación entre cáncer y dieta, desde el punto de vista
epidemiológico, y de los estudios de intervención desarrollados.
Varela G. Dieta normal. En: Grande Covián F, Varela G. Aspectos de la Nutrición del Hombre. Fundación BBV. Bilbao, 1992: l03-28.
Varela G, Varela Moreiras, G. Historia y concepto de la Cien- cia de la Nutrición. En: Tojo R (ed.). Tratado de Nutrición Pediátrica. Ediciones Doyma, 2001. Una vez completado el “mapa de la nutrición”, en la primera
mitad del siglo XX, surge otra etapa de importancia crucial, en la
que se pretende denir lo que se entiende por dieta equilibrada,
saludable, ideal... y qué constituyentes y en qué proporción de-
ben formar parte de la misma.
Walker AF. From the Composition of Foods using chemical analysis... to micronutrients and beyond. En: Ashwell M, Wid- dowson EM (eds.). A New Millenium of Nutrition Research. Br  J Nutr 1997; 78: S73-S80. Se describe de manera descriptiva y apasionante cómo evolu-
cionó el conocimiento cientíco de la nutrición, lo que le debe
ésta a la química en sus inicios y, más recientemente, al haberle
permitido sintetizar químicamente los nutrientes, lo que ha dado
lugar a los fenómenos de suplementación, pero también a la
forticación.
 5. Bibliografía
Ángel Gil Hernández Fermín Sánchez de Medina Contreras
 
  1. Introducción
  2.1. Concepto de metabolismo
  2.4. Nutrientes esenciales, no esenciales y semiesenciales
  2.5. Funciones especícas de los nutrientes   2.5.1. Hidratos de carbono
2.5.2. Lípidos   2.5.3. Proteínas y otros componentes nitrogenados de los alimentos   2.5.4. Vitaminas y minerales
  2.6. Equilibrio y balance de nutrientes
  2.7. Recambio metabólico de los nutrientes
  2.8. Flujo de los nutrientes a través de las vías metabólicas
  2.9. Pools de nutrientes y de metabolitos
  2.10. Adaptaciones metabólicas a la ingesta alterada de nutrientes
  3. Metabolismo energético y metabolismo intermediario
  3.1. Metabolismo energético   3.1.1. Compuestos “ricos en energía”   3.1.2. Fosforilación oxidativa   3.1.3. Fosforilación a nivel de sustrato   3.1.4. Almacenamiento de energía
  3.2. Metabolismo intermediario   3.2.1. Fases del metabolismo intermediario   3.2.2. Ciclo tricarboxílico (ciclo de Krebs)   3.2.3. Papel de las vitaminas y los minerales en el metabolismo   3.2.4. Compartimentación celular
  3.2.5. Compartimentación tisular
n Conocer los conceptos de metabolismo, anabolismo y catabolismo.
n Identicar las funciones energéticas y estructurales de los macronutrientes y de los micronutrientes y conocer
los conceptos de nutrientes esenciales, no esenciales y semiesenciales.
n Exponer el concepto de equilibrio y balance de nutrientes y de turnover de nutrientes y metabolitos.

Describir en qué consiste el ujo de nutrientes a través de una vía metabólica.
n Comprender el concepto de pool de nutrientes y metabolitos, y describir los tipos de pools en el organismo.

Conocer los conceptos de metabolismo energético y metabolismo intermediario.
n Conocer el concepto de compuestos ricos en energía y citar varios ejemplos.

Hacer un esquema de la vía de la fosforilación oxidativa y de la fosforilación a nivel de sustrato.
n Identicar las principales fases del metabolismo intermediario y esquematizar las principales vías metabólicas
implicadas.

Objetivos
1. Introducción
Los nutrientes contenidos en los alimentos, después de digeridos y absorbidos en el epitelio intestinal, entran en la circulación sanguínea y son distribuidos y utilizados en diferentes tejidos con nes de obtención de energía o como
elementos estructurales o reguladores de las funciones biológicas. Los macronu- trientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) son utilizados por los tejidos tanto con nes energéticos como estructurales.
El objeto de este Capítulo es el estudio de la utilización de los macronutrien- tes por los tejidos, denominado metabolismo. Este término describe la suma de procesos por los que una sustancia determinada es utilizada por el organismo, e incluye los cambios químicos que tienen lugar en las células, por los cuales se obtiene energía para los procesos vitales, las actividades y vías de obtención de nuevas biomoléculas necesarias para el crecimiento, desarrollo y diferenciación de los tejidos.
Los nutrientes son necesarios para la formación de compuestos estructurales y funcionales en todos los tejidos. Las proteínas, los fosfolípidos, el colesterol, los glicolípidos, los glicosaminoglicanos, los ácidos nucleicos y un número elevado de otras moléculas orgánicas de naturaleza nitrogenada son componentes importan- tes de las células y de los uidos biológicos. La diferencia entre la ingesta de nu- trientes y su utilización es lo que se denomina balance de nutrientes. Todos estos componentes químicos del organismo no se encuentran en un estado estático si- no que son continuamente degradados, mediante reacciones catabólicas, y sinteti- zados de nuevo (turnover ). Por otra parte, los nutrientes y los metabolitos se agru- pan en conjuntos denominados pools tanto a nivel molecular como celular, tisular y del organismo en su conjunto.
 
2.1. Concepto de metabolismo
Se conoce con el nombre de metabolismo a las transformaciones químicas que sufren los nutrien- tes en los tejidos, una vez superados los procesos de digestión y absorción correspondientes. Este metabolismo incluye reacciones de tipo degradati- vo, que se utilizan fundamentalmente para obtener energía (catabolismo), y reacciones de tipo biosin- tético, por las que se forman diversas biomoléculas utilizando parte de esa energía (anabolismo).
2.2. Los nutrientes como combustibles metabólicos
El cuerpo humano es una máquina que necesi- ta disponer de “combustible” en forma de ener- gía química. Esta energía es utilizada para el tra- bajo físico, para obtener calor y mantener así la temperatura corporal, para la construcción de sus propias estructuras, utilizando para ello numero- sas reacciones biosintéticas, y para transportar un elevado número de sustancias a través de las membranas celulares. Un combustible metabóli- co puede denirse como un compuesto circulante que es tomado por los tejidos para la producción de energía. Existen dos tipos de combustibles pa- ra el organismo: exógenos, derivados de la ingesta de alimentos, y endógenos, derivados directamen- te de los almacenes tisulares (como el glucógeno y los triglicéridos) o de la oxidación incompleta de otros combustibles (como el lactato o los cuerpos cetónicos).
Las fuentes de combustible contenidas en los alimentos son los macronutrientes denominados hidratos de carbono, grasas y proteínas. Si estos compuestos se queman en una bomba calorimétri- ca dan lugar a la formación de dióxido de carbo- no (CO2), agua y además, en el caso de las proteí- nas, óxidos de nitrógeno. Su combustión también libera calor. De la misma manera, su oxidación en el organismo humano libera CO2, agua y urea, que contiene el nitrógeno derivado de las proteí- nas. Los macronutrientes pueden ser oxidados tan sólo parcialmente o ser convertidos en otras sus- tancias pero, esencialmente, o son oxidados com-
pletamente o son almacenados. No obstante, la oxidación incompleta de los nutrientes explica por qué el organismo humano libera al exterior en el sudor y en las excretas pequeñas cantidades de otras sustancias como lactato, cuerpos cetónicos (acetoacetato y β-hidroxibutirato), aminoácidos y otros productos de su metabolismo. Resulta muy útil en nutrición mantener esta visión global de uti- lización metabólica de los nutrientes (Figura 1).
2.3. Los nutrientes como sillares estructurales
En realidad, los alimentos no sólo suministran energía utilizable por el organismo, sino que repre- sentan la fuente principal de sustancias de natura- leza estructural y proveen de biocatalizadores pre- formados, necesarios para numerosas reacciones tanto de degradación de los nutrientes ingeridos como de biosíntesis de otras sustancias. Así, las proteínas ingeridas con la dieta son la fuente fun- damental de los aminoácidos para la construcción de las proteínas corporales propias. Por otra parte, los lípidos constituyentes de los alimentos no sólo proveen de energía sino que son la fuente de otros compuestos estructurales como los ácidos grasos esenciales y el colesterol, fundamentales para la es- tructura de las membranas celulares. De la misma forma, la glucosa derivada de los hidratos de car- bono de la dieta no sólo se utiliza con nes ener- géticos, sino que se aprovecha para la formación de numerosas estructuras en la que están implicadas glicoproteínas y glicolípidos, así como intermedia- rios metabólicos, de gran importancia en el funcio- namiento celular.
Por otra parte, varios elementos minerales con- tenidos en los alimentos, tales como Ca, P, Mg, son la fuente principal de nutrientes estructurales de naturaleza inorgánica implicados en el desarrollo y mantenimiento del tejido óseo, así como en la re- gulación de numerosas reacciones celulares en to- dos los tejidos.
Asimismo, los electrólitos Na, K y Cl, involucra- dos en el mantenimiento de la presión osmótica celular y necesarios en el organismo para el fun- cionamiento de todos los tejidos, se obtienen de los alimentos. Todos estos minerales ingeridos en la dieta en cantidades importantes también se con- sideran macronutrientes. Otros minerales como
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Fe, Zn, Cu, Mn, Se, Co, Cr, F e I, denominados oligo- elementos, así como las vitaminas, se ingieren con los alimentos en pequeñas cantidades y se consi- deran micronutrientes. Los oligoelementos desem- peñan una función eminentemente estructural pa- ra muchas proteínas del ser humano, o bien están implicados en la regulación de numerosas reaccio- nes biológicas. Por lo que se reere a las vitaminas, son sustancias de naturaleza orgánica contenidas en los alimentos que, una vez absorbidas y adecua- damente transformadas hasta sus formas activas en el interior del organismo humano, participan como biocatalizadores de numerosas reacciones meta- bólicas y, en algunos casos, modulan directamente la expresión de varios genes implicados en el cre- cimiento y diferenciación celular.
2.4. Nutrientes esenciales, no esenciales y semiesenciales
Las vías anabólicas del organismo humano no posibilitan la síntesis de toda la amplia gama de compuestos necesarios para el metabolismo ce- lular normal, siendo preciso que una parte impor- tante de ellos sea aportada por la dieta. Esto ocu- rre no solamente con las vitaminas, sino con un número considerable de aminoácidos y con cier- tos ácidos grasos (ver Capítulos 1.13 y 1.14). Estos nutrientes se denominan esenciales, mientras que aquellos para los que el organismo posee la co- rrespondiente vía biosintética son los nutrientes no esenciales.
El hecho de que el orga- nismo pueda sintetizar los nutrientes no esenciales no excluye la recomendación de que sean aportados por la dieta. En algunos casos, estos nutrientes se forman a par- tir de otros que son esencia- les (la tirosina de la fenilala- nina, p. ej.). Y aunque esto no sea así, el funcionamiento de la vía biosintética correspon- diente supone siempre un gasto energético suplemen- tario. Así, por ejemplo, la glu- cosa, que es un nutriente no esencial, puede formarse en
el organismo a partir de los aminoácidos, algunos de ellos esenciales, cuando no se aporta por la die- ta. En el caso de la niacina, una vitamina, se puede formar a partir del triptófano, pero éste es un ami- noácido esencial.
Se consideran compuestos semiesenciales o condicionalmente esenciales aquellos que pue- den ser sintetizados en el organismo (incluyendo la aportación de la ora intestinal), pero en can- tidades que pueden resultar insucientes en de- terminados estados de requerimientos aumenta- dos (crecimiento, embarazo, lactancia, senectud, etc.). Se pueden incluir aquí algunos aminoácidos y bases púricas, entre otros (ver Capítulos 1.15 y 1.16).
2.5. Funciones especícas de los nutrientes
2.5.1. Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono son los componentes orgánicos más abundantes de la mayor parte de las frutas, verduras, legumbres y cereales, contribuyen- do a la textura y sabor de estos alimentos. Repre- sentan la fuente de energía mayoritaria para el ser humano, son digeridos y absorbidos en el intestino delgado y, en menor medida, algunos de ellos son fermentados parcialmente en el intestino grueso (ver Capítulo 1.8).
La ingesta de energía debida a los hidratos de carbono representa el 40-60% de la energía to-
Á. Gil Hernández | F. Sánchez de Medina Contreras
Figura 1. Balance de macronutrientes.
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tal aportada por la dieta. Los hidratos de carbo- no, consumidos preferentemente en forma de disacáridos, oligosacáridos y polisacáridos, son absorbidos y transportados a los tejidos cor- porales como glucosa; ésta es el combustible metabólico primario para los humanos. Algu- nos tipos de células, como los eritrocitos, sólo son capaces de utilizar este combustible. La Ta- bla 1 muestra una lista de los combustibles me- tabólicos utilizados por diferentes tejidos y los productos liberados.
La glucosa utilizada en los tejidos deriva de los almidones, sacarosa y lactosa de la dieta, de los de- pósitos corporales de glucógeno hepático y mus- cular, o de la síntesis hepática o renal, a partir de precursores gluconeogénicos tales como el esque- leto carbonado de algunos aminoácidos, del glice- rol y del lactato; estas fuentes permiten el mante- nimiento de la concentración de glucosa en sangre dentro de límites estrechos.
El equilibrio entre oxidación, biosíntesis y al- macenamiento de glucosa depende del estado
Tabla 1. PRINCIPALES COMBUSTIBLES METABÓLICOS UTILIZADOS POR DIFERENTES TEJIDOS
Tejido Combustible Combustible liberado
Eritrocitos Glucosa Lactato
Hígado Glucosa Glucosa   Ácidos graso libres Lactato (fase absortiva)   Glicerol Triglicéridos
Lactato Cuerpos cetónicos   Alcohol   Aminoácidos (parcialmente)
Intestino delgado Glucosa Glucosa   Glutamina Aminoácidos   Lípidos
Músculo esquelético Glucosa Lactato   Ácidos grasos libres Alanina
  Triglicéridos Glutamina   Aminoácidos de cadena ramicada
Riñón Glucosa Glucosa (sólo en ayuno prolongado)   Ácidos grasos libres   Cuerpos cetónicos
  Lactato   Glutamina
 Ácidos grasos libres
 
hormonal y nutricional de la célula, el tejido y el organismo.
Las vías metabólicas predominantes de la gluco- sa varían en diferentes tipos celulares dependiendo de la demanda siológica. Así, el hígado desempeña un papel fundamental en la homeostasis corporal de la glucosa. En los hepatocitos, la glucosa puede ser oxidada completamente para obtener energía, ser almacenada en forma de glucógeno o proveer carbonos para la síntesis de ácidos grasos y ami- noácidos. Además, el hígado puede liberar glucosa a partir de glucógeno o sintetizar glucosa de novo  en condiciones de hipoglucemia. Asimismo, como en otros tejidos, el hepatocito es capaz de oxi- dar glucosa para producir equivalentes de reduc- ción (NADPH) y ribosa-5-fosfato empleados para la biosíntesis de otras biomoléculas y, en particu- lar, para la síntesis de ácidos nucleicos. Otros teji- dos, como el tejido adiposo, el músculo cardiaco y esquelético y el cerebro responden a las concen- traciones plasmáticas de glucosa alterando su uso interno, pero no contribuyen a la homeostasis cor- poral de la glucosa liberando glucosa a la sangre.
El músculo cardiaco y esquelético pueden oxi- dar completamente la glucosa o almacenarla en forma de glucógeno. En el corazón, el metabolis- mo de la glucosa es siempre aerobio mientras que el músculo esquelético, en condiciones de aporte insuciente de oxígeno por periodos limitados de tiempo, puede también oxidar la glucosa de forma anaerobia (ver Capítulo 1.9).
En el tejido adiposo, la glucosa puede se degrada- da parcialmente para proveer glicerol, necesario pa- ra la síntesis de triglicéridos, u oxidada totalmente y proveer unidades de dos carbonos (acetil-CoA) pa- ra la síntesis de ácidos grasos. Bajo condiciones de necesidad de energía, el tejido adiposo puede liberar combustible metabólico en forma de ácidos grasos libres circulantes en el torrente sanguíneo.
El cerebro es dependiente del suministro conti- nuo de glucosa, que es capaz de oxidar completa- mente hasta CO2 y agua. Por otra parte, los eritroci- tos tienen una capacidad limitada de oxidar glucosa, ya que no tienen mitocondrias, pero la obtención de energía depende exclusivamente de ese combustible metabólico oxidándola parcialmente hasta lactato vía glucólisis. Otras células especializadas, como las célu- las de la córnea, el cristalino, la retina, los leucocitos, las células testiculares y las células de la médula renal, son eminentemente glucolíticas (ver Capítulo 1.9).
La glucosa también sirve como molécula pre- cursora para la síntesis del resto de los hidratos de carbono constituyentes de glicoproteínas, pro- teoglicanos y glicolípidos corporales. Estas biomo- léculas complejas son componentes importantes de los uidos corporales, la matriz de los tejidos, las membranas y las supercies celulares (ver Capí- tulo 1.9).
2.5.2. Lípidos
Los lípidos de la dieta están constituidos mayo- ritariamente por triglicéridos (grasas) y pequeñas cantidades de otros lípidos complejos tales como fosfolípidos, colesterol y otros componentes mino- ritarios (ceras, glicolípidos, vitaminas liposolubles, etc.). Las funciones más importantes de los lípidos de la dieta son servir de fuente de energía meta- b&