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MAR DEL PLATA DOMINGO 24 DE OCTUBRE DE 2010 IDA Y VUELTA: [email protected] 1 ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? -Me molestan los errores de impresión y la ausen- cia de correctores. Los padecí al presentar mi nove- la Sirela. Cuando leí "Buenos Aires anteayer", en una página observé; "El Pabellón de los Lagos, fue construido en 1901" y en la página siguiente: "El Pa- bellón de los Lagos, inaugurado en Palermo en 1900...". Grosero ¿no? Las 8 preguntas para Darwin Manuel (*) (*) Darwin Manuel es escritor, actual titular de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores seccional Atlántica). Fue médico traumatólogo y ejerció la medicina del deporte. Acaba de publicar la novela "Después de esa noche". LA HISTORIA DE ENRIQUET A MAR TI SE DEVELA EN CLA VE DE FICCION Crueldades semiolvidadas La mujer acusada de hacer desaparecer niños con aberrantes propósitos, en la Barcelona de 1912, es retomada en clave ficcional por la escritora Elsa Plaza en ‘El cielo bajo los pies’, luego de una exhaustiva investigación. E lsa Plaza ofrece nueva y reveladora información sobre un caso estremece- dor. Nacida en Buenos Ai- res, pero radicada en Bar- celona desde hace años, la escri- tora ha dado forma a ensayos so- bre estética, teoría del arte, me- moria, mujer, aparecidos en Re- vista de Art, Materia, Body-Art y Duoda, entre otras publicaciones especializadas. En una entrevista la autora cuenta cómo llegó a la mujer lla- mada ‘la vampiro del Raval‘ y có- mo decidió que la ficción era la mejor manera de acercarse a ella y a una historia con ribetes sinies- tros de explotación y maltrato in- fantil. -Cuando toma conocimien- to de la existencia de Enriqueta Martí en 2004 y comienza a in- vestigar sobre ella, ¿ya tenía la idea de recrear al personaje des- de la ficción? -La curiosidad que me desper- tó fue inmediata. No sabía nada de ella hasta que encontré un fo- lletín, publicado en mayo de 1912, con los hechos que la pren- sa había ido publicando desde fe- brero de ese año. Al acabar esa lectura recurrí a los archivos de prensa a comprobar si los sucesos eran ciertos y comencé una in- vestigación que me llevó por di- versos archivos de Barcelona y al- rededores. La historia me pareció desde el principio novelable, pero dudé, a medida que avanzaba en mi in- vestigación, entre un ensayo o una obra de ficción. Sí creí nece- sario dar a los hechos una mirada distinta para contraponerla a la misoginia que destilaba el trata- miento de ese caso a través de la prensa de la época. ESCENARIO DE EPOCA -Barcelona se recorta como escenario de una época de cam- bios sociales. ¿Era algo que de- cidió de antemano o el influjo de la ciudad se le impuso en el relato y adquirió vida propia? -Poco a poco fui sintiendo que no quería hacer de Enriqueta Martí el personaje principal, que- ría mostrar cómo ella componía un eslabón más en esa Barcelona de 1912, sacudida por aconteci- mientos sociales: huelgas, aten- tados, pero también la experi- mentación de nuevas vías para el cambio social como el esperanto, el libre pensamiento, la escuela racionalista, el feminismo. Y por una guerra colonial que desencadenó en 1909 la Semana Trágica, revuelta popular cuya causa inmediata (hay muchas otras) fue la protesta desatada por el envío de tropas desde el puerto de Barcelona para luchar contra Marruecos. Así también el escenario de la ciudad, sus barrios y sus gentes explican, con una aproximación más clara, el porqué de la especta- cularidad de un caso delictivo co- mo el encarnado por Martí. A tra- vés de ello se ocultaba la explota- ción, miseria, desamparo, la do- ble moral...de toda una época. AGUJEROS NEGROS -La idea de cómo se con- frontan y complementan el periodismo y la literatura so- brevuela la novela. ¿Piensa que hay agujeros negros en la investigación periodística que se iluminan con los reflec- tores de la ficción? -Sí, aunque la tentación de ha- cer los focos de la ficción más po- tentes la reprimí, porque sabía que trataba con personajes rea- les, que habían existido y cuyas historias aunque incompletas es- tán en los archi- vos, sí jugué con aquéllos persona- jes que inventé yo misma, pero que tienen referentes en las lecturas acerca del caso. -También dice que los casos judi- ciales menciona- dos fueron reales, lo mismo que los nombres de los ni- ños desaparecidos y las niñas violadas y los nombres de alcahuetes y viola- dores. ¿La ficción sirve como herra- mienta para la me- moria y la justicia? -Sí, no era agrada- ble leer esas senten- cias donde siempre aparecían como no culpables los impli- cados en esas histo- rias de miseria económica, se- xual, de explotación infantil y fe- menina y donde las únicas a las que se condenaban eran a las que ofrecían los contactos o a las ma- damas. ¿Y los clientes, los viola- dores, los funcionarios cómpli- ces, los hombres que demanda- ban ese tipo de mercancía? La no- vela permite ejercer un poco de justicia, pequeña, solitaria... y so- bre todo recuperar la memoria de los sin voz. LA LEYENDA -¿Le fue difícil seguir los ras- tros de Enriqueta, dejar de lado la leyenda para adentrarse en la vida de una mujer de carne y hueso? -Ocurrió un día que estaba re- visando papeles de la época en el archivo del pueblo donde ella nació: Sant Feliu de Llobregat (a media hora en tren de Barcelo- na). Allí encontré la lista de la maestra que había tenido Enri- queta Martí, confeccionada a mano, donde aparecía su nom- bre y los céntimos que había pa- gado su madre para que fuera es- colarizada, calculé que tenía en- tonces unos muchos años. Encontré también unas cartas al Ayuntamiento de su maestra, María Bargay, donde se quejaba de las malas con- diciones en las que estaba el edifi- cio que servía de escuela y el peli- gro que corrían las alumnas... y allí comencé a imaginarla niña. -El feminismo es un tema presente en la novela, al tiem- po que subraya que el caso de Enriqueta “tiene una carga mi- sógina” ¿El personaje de Mar- garita Casas surgió para contra- rrestar esa carga? -Por supuesto, sólo una mujer periodista y maestra (caso excep- cional entonces ya que el analfa- betismo femenino en España al- canzaba al 70 por ciento) como lo es Margarita podía mirar con otros ojos los acontecimientos que se van sucediendo. Sólo una mujer podía ser sensi- ble a cuestiones que enuncian un mundo de lo femenino, diferente al que vehiculizan la cultura y los medios de la época. Sentimien- tos como el materno desviado de la raptora, pero que está ahí tam- bién, el de vacío de las madres que les raptan los niños, el de los padres que venden a sus hijos...la cuestión de los abortos clandesti- nos que no se mencionan nunca en la prensa pero que flota en el aire, la prostitución... Mora Cordeu Elsa Plaza.

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(*) Darwin Manuel es escritor, actual titular de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores seccional Atlántica). Fue médico traumatólogo y ejerció la medicina del deporte. Acaba de publicar la novela "Después de esa noche". ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? -Me molestan los errores de impresión y la ausen- cia de correctores. Los padecí al presentar mi nove- Mora Cordeu

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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 24 DE OCTUBRE DE 2010 IDA Y VUELTA: [email protected]

1¿Qué error le molesta más advertir en untexto literario y cuál es el último que hallóen el libro que está leyendo o que acaba de

leer?-Me molestan los errores de impresión y la ausen-

cia de correctores. Los padecí al presentar mi nove-

la Sirela. Cuando leí "Buenos Aires anteayer", enuna página observé; "El Pabellón de los Lagos, fueconstruido en 1901" y en la página siguiente: "El Pa-bellón de los Lagos, inaugurado en Palermo en1900...". Grosero ¿no?

Las 8 preguntas para Darwin Manuel(*)

(*) Darwin Manuel es escritor, actual titular dela SADE (Sociedad Argentina de Escritores

seccional Atlántica). Fue médicotraumatólogo y ejerció la medicina del

deporte. Acaba de publicar la novela "Despuésde esa noche".

LA HISTORIA DE ENRIQUETA MARTI SE DEVELA EN CLAVE DE FICCION

Crueldades semiolvidadas La mujer acusada dehacer desaparecerniños con aberrantespropósitos, en laBarcelona de 1912, esretomada en claveficcional por laescritora Elsa Plaza en‘El cielo bajo los pies’,luego de unaexhaustivainvestigación.

Elsa Plaza ofrece nueva yreveladora informaciónsobre un caso estremece-dor. Nacida en Buenos Ai-res, pero radicada en Bar-

celona desde hace años, la escri-tora ha dado forma a ensayos so-bre estética, teoría del arte, me-moria, mujer, aparecidos en Re-vista de Art, Materia, Body-Art yDuoda, entre otras publicacionesespecializadas.

En una entrevista la autoracuenta cómo llegó a la mujer lla-mada ‘la vampiro del Raval‘ y có-mo decidió que la ficción era lamejor manera de acercarse a ella ya una historia con ribetes sinies-tros de explotación y maltrato in-fantil.

-Cuando toma conocimien-to de la existencia de EnriquetaMartí en 2004 y comienza a in-vestigar sobre ella, ¿ya tenía laidea de recrear al personaje des-de la ficción?

-La curiosidad que me desper-tó fue inmediata. No sabía nadade ella hasta que encontré un fo-lletín, publicado en mayo de1912, con los hechos que la pren-sa había ido publicando desde fe-brero de ese año. Al acabar esalectura recurrí a los archivos deprensa a comprobar si los sucesoseran ciertos y comencé una in-vestigación que me llevó por di-versos archivos de Barcelona y al-rededores.

La historia me pareció desde elprincipio novelable, pero dudé, amedida que avanzaba en mi in-vestigación, entre un ensayo o

una obra de ficción. Sí creí nece-sario dar a los hechos una miradadistinta para contraponerla a lamisoginia que destilaba el trata-miento de ese caso a través de laprensa de la época.

ESCENARIO DE EPOCA -Barcelona se recorta como

escenario de una época de cam-bios sociales. ¿Era algo que de-cidió de antemano o el influjode la ciudad se le impuso en elrelato y adquirió vida propia?

-Poco a poco fui sintiendo queno quería hacer de EnriquetaMartí el personaje principal, que-ría mostrar cómo ella componíaun eslabón más en esa Barcelonade 1912, sacudida por aconteci-mientos sociales: huelgas, aten-tados, pero también la experi-mentación de nuevas vías para elcambio social como el esperanto,el libre pensamiento, la escuelaracionalista, el feminismo.

Y por una guerra colonial quedesencadenó en 1909 la SemanaTrágica, revuelta popular cuya

causa inmediata (hay muchasotras) fue la protesta desatadapor el envío de tropas desde elpuerto de Barcelona para lucharcontra Marruecos.

Así también el escenario de laciudad, sus barrios y sus gentesexplican, con una aproximaciónmás clara, el porqué de la especta-cularidad de un caso delictivo co-mo el encarnado por Martí. A tra-vés de ello se ocultaba la explota-ción, miseria, desamparo, la do-ble moral...de toda una época.

AGUJEROS NEGROS -La idea de cómo se con-

frontan y complementan elperiodismo y la literatura so-brevuela la novela. ¿Piensaque hay agujeros negros en lainvestigación periodísticaque se iluminan con los reflec-tores de la ficción?

-Sí, aunque la tentación de ha-cer los focos de la ficción más po-tentes la reprimí, porque sabíaque trataba con personajes rea-les, que habían existido y cuyas

historias aunqueincompletas es-tán en los archi-vos, sí jugué conaquéllos persona-jes que inventé yomisma, pero quetienen referentese n l a s l e c t u r a sacerca del caso.

-También diceque los casos judi-ciales menciona-dos fueron reales,lo mismo que losnombres de los ni-ños desaparecidosy las niñas violadasy los nombres dealcahuetes y viola-dores. ¿La ficciónsirve como herra-mienta para la me-moria y la justicia?

-Sí, no era agrada-ble leer esas senten-cias donde siempreaparecían como noculpables los impli-cados en esas histo-rias de miseria económica, se-xual, de explotación infantil y fe-menina y donde las únicas a lasque se condenaban eran a las queofrecían los contactos o a las ma-damas. ¿Y los clientes, los viola-dores, los funcionarios cómpli-ces, los hombres que demanda-ban ese tipo de mercancía? La no-vela permite ejercer un poco dejusticia, pequeña, solitaria... y so-bre todo recuperar la memoria delos sin voz.

LA LEYENDA -¿Le fue difícil seguir los ras-

tros de Enriqueta, dejar de ladola leyenda para adentrarse enla vida de una mujer de carne yhueso?

-Ocurrió un día que estaba re-visando papeles de la época enel archivo del pueblo donde ellanació: Sant Feliu de Llobregat (amedia hora en tren de Barcelo-na). Allí encontré la lista de lamaestra que había tenido Enri-queta Martí, confeccionada amano, donde aparecía su nom-bre y los céntimos que había pa-gado su madre para que fuera es-colarizada, calculé que tenía en-tonces unos muchos años.

Encontré también unas cartasal Ayuntamiento de su maestra,María Bargay, donde se quejaba

de las malas con-diciones en las que estaba el edifi-cio que servía de escuela y el peli-gro que corrían las alumnas... yallí comencé a imaginarla niña.

-El feminismo es un temapresente en la novela, al tiem-po que subraya que el caso deEnriqueta “tiene una carga mi-sógina” ¿El personaje de Mar-garita Casas surgió para contra-rrestar esa carga?

-Por supuesto, sólo una mujerperiodista y maestra (caso excep-cional entonces ya que el analfa-betismo femenino en España al-canzaba al 70 por ciento) como loes Margarita podía mirar conotros ojos los acontecimientosque se van sucediendo.

Sólo una mujer podía ser sensi-ble a cuestiones que enuncian unmundo de lo femenino, diferenteal que vehiculizan la cultura y losmedios de la época. Sentimien-tos como el materno desviado dela raptora, pero que está ahí tam-bién, el de vacío de las madresque les raptan los niños, el de lospadres que venden a sus hijos...lacuestión de los abortos clandesti-nos que no se mencionan nuncaen la prensa pero que flota en elaire, la prostitución... ■

Mora Cordeu

Elsa Plaza.

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2 C U L T U R A Domingo 24•10•2010

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

2¿Qué situación de su vida cotidiana encontró refle-jada con sorpresiva exactitud en un libro, una

película, una canción o cualquier otra obra de arte?

-Siempre dije: Alcanzamos la plenitud de la sabiduría se-gundos antes de nuestra muerte. Semejante a lo dicho porSábato en "Un dios desconocido" capítulo de "Sobre héroes y

tumbas": "Cuando empezamos a aprender este difícil oficiode vivir, ya tenemos que morirnos".

La Clase Media es un tango de Discepolín

Por Sebastián Chilano

René Conforti manejó su auto por la avenida Paso y subió por ellauna de las lomas geográficas de la ciudad. Después de la calle Tucumán,Márquez le pidió que estacionara y por fin los dos bajaron del auto.

–La belleza de esta paradoja es sublime –dijo Márquez–. En medio delbarrio más caro y residencial de la ciudad se formó una villa miseria... ados cuadras, también, del principal destacamento policial de Mar delPlata... Ahora los están reacomodando, a los pobres, claro, pero la locu-ra debería ser respetada...

René Conforti casi no lo escuchaba. Se limitó a cruzar los brazos sobreel pecho y esperar.

–Mirá a tu alrededor –Márquez siguió hablando–. La mejor vista... Lascasas descienden la loma dándole la espalda al mar... Si hasta se puedever el estadio Mundialista, iluminado y todo, cuando se juegan los par-tidos de verano... cuarenta años y ningún equipo en primera... en fin...Ahora en serio: mirá Conforti, para el otro lado el mar y la villa... mirá,mirá... si seguimos por esta calle nos encontramos con la segunda con-tradicción del día, uno de los hoteles más lujosos del país, con casi seisestrellas, ¡pero con vista al Cementerio!

René Conforti se apoyó contra la puerta del acompañante del auto.Márquez caminó unos pasos en el terreno baldío y luego retrocedió.

–¿Estás pensando en el revólver? ¿Querés saber si te voy a pegar un ti-ro y dejar medio muerto, acá, en el descampado? ¿Querés saber si me hi-ciste enojar por ir a mi casa a decirme las palabras que nadie tiene el va-lor de escupirme en la cara?

–No va a tardar en venir la policía a ver qué estamos haciendo –dijoRené Conforti.

Márquez miró a la nada.–¿Sabés qué les vamos a contestar? –No.–Que estamos planeando un asalto en la villa. Somos los vengadores

de la Clase Media oprimida. Clase medio boluda, medio sorete –dijoMárquez haciendo un involuntario homenaje a Metarquía, una bandade Metal–. No debemos atacar a los ricos, ellos son nuestros dioses,nuestros modelos a seguir. Debemos dominar a los pobres, porque ellossí son nuestros competidores.

–Estás loco, Márquez, pero no creo que tanto como para disparar-me... yo me voy.

René Conforti dio vuelta al auto y se subió. Puso las manos en el vo-lante, pero no arrancó. Vio cómo Márquez iba y venía y al final se subióal asiento del acompañante. Se quedaron en silencio. Ninguno de losdos habló por unos minutos. Un patrullero pasó lentamente junto a el-los y los policías los miraron. René Conforti bajó la vista, pero Márquezles sonrió. El patrullero siguió su camino.

–¿Sabés por qué no te fuiste? –habló Márquez–. ¿Por qué te quedaste aesperarme?

–No.–Porque en el fondo sos como yo, Conforti. –No.–Sí. Lo sabés. Vos no fuiste a casa a decirme que dejara de escribir pa-

vadas que no representan el espíritu del Instituto ni de sus “famosas”investigaciones, vos fuiste porque pensás como yo. Somos iguales. Es-tás harto de la mediocridad basada en la evidencia. Alto de la demostra-ción estadística, del intervalo de clase, del odds ratio y la p significativa.¿Pero sabés qué pasa? Mejor seguí con todo ese “empirismo mágico”porque en el mundo exterior pasa lo mismo. Eso es lo que trataba de de-cirte... y vos no querías escucharme, o no necesitabas escucharme, por-que lo sabés... ¡Lo único que nos faltaba ya se cumplió: hasta el Diablo esministro de economía! ¡Hasta el Diablo está desorientado y no sabe có-mo ayudarnos! Porque hoy por hoy la realidad fuera de los centros deatención, los institutos, los laboratorios, es igual de irreal. ¿No escu-chaste lo que dije? La sociedad no tiene solución... Ni Dios, ni el Diablo,ni la Ciencia podrán salvar al hombre... por eso construimos pastores,curas y sanadores televisivos, por eso traemos al Diablo a la política, poreso buscamos en la Ciencia respuestas que no puede darnos... mientrastanto en el medio del barrio más rico sale un grano de pus, las luces delestadio se iluminan en verano para recordar lo mediocres que somos elresto del año y enfrente del hotel de lujo está el cementerio para recor-darnos dónde vamos a parar.

Márquez se quedó callado, a la espera de una respuesta.–Mejor te llevo a tu casa –dijo René Conforti–. Porque en cualquier

momento te ponés a cantar un tango de Discépolo ■

¡Matemática, maes-tro! es un excelente li-bro que acaba de pu-blicar Pablo Amster, através de Siglo Vein-tiuno Editores, en elmarco de la colecciónCiencia que ladra.

¿Música y matemá-tica? ¿Qué tienen quever? Mucho, tal veztodo, como explica elmatemático y guita-rrista Pablo Amster eneste concierto paranúmeros, frecuenciasy relaciones aritméti-cas.

Como bien se seña-la en el prólogo del li-bro, si el universo estáescrito en el lenguajede la matemática, en-tonces uno de sus dia-lectos favoritos es "eseque viene en paquetesde cinco rayitas cruza-das por pelotas blan-cas o negras, rayas ysignos que no tienennada que envidiar a lamás elegante de las ecuaciones.Pero ¿cómo puede ser que el ve-hículo de la pasión, las emocio-nes, el vino, las mujeres y el can-to pueda "reducirse" a una nota-ción fría y calculadora? Tal vezel secreto esté en considerar queno se reduce, sino que se expli-ca, se entiende para, en el fon-do, disfrutarla más. Entender elmundo y sus sonidos no es qui-tarle belleza o magia, por el con-trario, nos permite disfrutarlo almáximo, tanto sea en Woods-tock, en el Teatro Colón o en ellaboratorio".

En este contexto, se apuntaque "las octavas, las escalas, losacordes y las tonalidades pue-den ocupar su lugar en el mismoestante que los teoremas y losboleros, las demostraciones ylos ukeleles. Esta mirada tienetambién sus grandes ventajas:la próxima vez que cantandouna que sepamos todos deba-mos pasar de la tonalidad de DOa la de MI mayor, bastará subirlas frecuencias por un factor de1,259921 y a seguir el fogón co-mo si nada. Así, podemos tenerno sólo un arte, una neurocien-cia musical (que explique qué lepasa a un cerebro perdido en unlaberinto de notas y figuras),una física de los sonidos y suscombinaciones, sino tambiénuna geometría y aritmética de lamúsica de las esferas. O sea queno hay una sola musa, sino unaserpiente de muchas y delicio-sas cabezas".

Amster se mete con lo sagradoy descubre la matemática del

mismísimo tango, compadrito,lógico y aritmético. Y ya nuncaserá lo mismo escuchar a Can-tor o Euler, o demostrar algúnteorema de Carlitos Gardel. Co-mo dijo otro gran matemático(Leibniz), la música es el placerque el alma humana disfruta alcontar sin saber que está con-tando. Para Pablo Amster,"cuando escuchamos una melo-día rara vez pensamos en núme-ros, proporciones o logaritmos.Sin embargo, todos hemos oídodecir que la música es matemá-tica, o que los músicos son ma-temáticos aplicados. Esto obe-dece, sin duda, a que la músicatiene un gran nivel de abstrac-ción: más que en otras artes, sehace uso de un lenguaje simbó-lico y un sistema de notación si-milar a algunos de los que em-plean las ciencias formales. Enefecto, hace ya siglos los músi-cos idearon modos de escrituraque de cierta forma se anticipa-ron a las nociones modernas dediagramas y grafos".

Recuerda también que "mássorprendente aún es el sistemacreado en la Edad Media, pre-cursor de los actuales pentagra-mas, en los que la melodía se es-cribe mediante un sistema decoordenadas, donde el eje X re-presenta el tiempo y el eje Y, laaltura. Este sistema fue inventa-do en el siglo XI.

SIMETRÍA Y PROPORCIONES Descartes introdujo una idea

similar para fundar la geometríaanalítica. En cualquier caso,

más allá de los as-pectos concernien-tes a su escritura, esposible reconoceren la música unagran variedad denociones matemá-ticas, tales como lasimetría, las pro-porciones, las rela-ciones numéricasentre frecuencias eintervalos, el ritmoo las reglas de la ar-monía. Pero quizála conexión másprofunda sea aque-lla magistralmenteexpresada por el es-critor argentino Jor-ge Luis Borges: "Co-mo la música, lasmatemáticas pue-den prescindir deluniverso, cuyo ám-bito comprenden ycuyas ocultas leyesexploran".

Insiste Amster ensu libro que "no escasual, entonces

que numerosos teóricos de lamúsica hayan sido matemáti-cos y numerosos matemáticosse hayan interesado en la músi-ca. En la antigüedad clásica, es-to era casi una obviedad, pues lamúsica era una rama de la mate-mática. Tal es la tradición queproviene de pensadores del si-glo IV a C. como Platón y Arqui-tas, según la cual la matemáticase divide en cuatro ramas: lageometría, la aritmética, la as-tronomía y la música. Más tar-de, esta división fue conocidacomo queadrivium, la denomi-nación se debe al filósofo roma-no Boecio (480-524 d.C.) quienestableció el estudio de estascuatro ramas como un prerre-quisito para la filosofía".

La situación cambió en el Re-nacimiento, seguramente paragran alivio de los músicos (y delos filósofos). Sin embargo, elinterés recíproco entre teóricosde la música y matemáticos semantuvo. "Vale la pena mencio-nar, por ejemplo, que el primerlibro publicado por René Des-cartes no fue de matemática,ciencia o filosofía, se trató delCompendium musicae, del áu-reo año de 1618. Otros pensa-dores ilustres de la época han es-crito e intercambiado corres-pondencia sobre estos temas: eljesuita y matemático", se con-signa en este nuevo libro.

En definitiva, "¡Matemática,maestro!" constituye un mate-rial excelente, también paraaquellos que aman la música, yseguir aprendiendo día a día ■

¡MATEMÁTICA, MAESTRO!, UN EXCELENTE LIBRO

Un concierto para números y orquesta

Pablo Amster, autor de "¡Matemática, maestro!"

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Domingo 24 •10•2010 C U L T U R A 3

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

3¿De qué lugar, personaje común o circunstancia engeneral que ofrece Mar del Plata se apropiaría para

incorporarlo como pasaje central de alguna de sus

obras?-Nuestro mar, costanera, mansiones o cualquier casa o

motivo que sorprenda. Tal es así que el Museo Castagnino

sirvió en el inicio y parte del desarrollo de mi novela"Después de esa noche".

Una entrevista realizada a lahistoriadora del arte SilviaDolinko revela la importanciade la obra de Seoane, un pintor, poeta y ensayista español que vivió enArgentina y luchó contra el fascismo.

Por Verónica Meo Laos

Este año se cumple un siglo del naci-miento de Luis Seoane, pintor, poeta yensayista descendiente de españoles

que nació en Buenos Aires el 1 de junio de1910, regresó a Galicia a los seis años y vol-vió a la Argentina como exiliado en 1936tras el estallido de la guerra civil española.

Comprometido con el galleguismo, se gra-dúa en Derecho en la Universidad de Santiagode Compostela en 1932, dos años después de suprimera exposición pictórica en la sala de Ami-gos del Arte donde expone una serie de relatos ycaricaturas de personajes del lugar. No obstan-te, ya a comienzos de la década de 1930 habíailustrado un libro de varios amigos suyos, entreellos Alvaro Cunqueiro.

La guerra civil española lo obliga a marcharhacia el exilio. Provisto de documentación fal-sa logra cruzar la frontera de Portugal y embar-carse en Lisboa rumbo a Buenos Aires, que enaquella época era una auténtica metrópolis pe-riférica receptiva de los nuevos lenguajes artís-ticos. Pero al llegar a Buenos Aires es detenidopor haber desertado del servicio militar obliga-torio dado que no había renovado la prórroga,ello obliga a que Maruja, su novia, viaje de Gali-cia para casarse.

La profusa actividad cultural y artística quedesarrolla el artista gallego en nuestro país esmateria de análisis de la historiadora del arte Sil-via Dolinko que se acerca a la obra de Seoaneatraída, fundamentalmente, a partir de la in-vestigación que lleva adelante sobre grabado eimagen impresa. Es que para acercarse al uni-verso de un artista e intelectual múltiple comolo fue Seoane, es necesario el abordaje múltiple.De qué otra manera, de lo contrario, es posibledar cuenta de una figura que se movió con co-modidad tanto en sus proyectos culturales, ar-tísticos o en el compromiso militante contra elfascismo. A tal fin, la investigadora y docentecoordinó las “Jornadas Luis Seoane (1910-2010), Imágenes y palabras para un proyectomoderno” que se llevaron a cabo en la Casa dela Cultura del FNA entre el 22 y 23 de setiembrey se hace un recorrido relativo a cómo se acercaa la obra de Seoane y cuál fue su evaluación alrespecto.

Según Dolinko a Seoane llega particularmen-te por su investigación sobre grabado e imagenimpresa. “No fue en verdad un descubrimientoque tuve que hacer -sostiene- ni un recorridodemasiado complejo hasta llegar a su obra: yade entrada, cuando empiezo a trabajar sobregrabado de los años sesenta (allá por el año1997), el nombre de Seoane aparecía como cla-ve de un proceso de renovación de la gráfica enesos años”. Su investigación se centraba en lasrelaciones entre tradición y experimentación,y en este sentido, las experiencias de Seoanecon la xilografía (y su inclusión del collage, porejemplo) resultaban centrales. A partir de aquelprimer interés o motivación, comenzó a inda-gar hacia su producción anterior, siempre des-

de la gráfica, y estudiando su labor como editorde revistas, sus ilustraciones y diseño en publi-caciones a su llegada a la Argentina, y especial-mente desde los cuarenta.

La profusa actividad que Seoane realiza eneditoriales y revistas, entre ellas Correo Litera-rio, es abordada por Silvia Dolinko en el marcodel grupo de investigación de la Universidad deBuenos Aires, Ciencia y Técnica (Ubacyt). Noobstante, la investigadora ya venía indagandoen el tema desde su tesis doctoral en la cual pro-fundizó en el estudio del trabajo editorial quellevó adelante Seoane en Eudeba en el marcodel "boom" de los sesenta, y especialmente enrelación con los proyectos de "democratiza-ción" o popularización del arte, que ya habíacomenzado a investigar y adelantado algo ensu libro Arte para todos.

¿Por qué, habiendo sido un artista polifa-cético, Dolinko decide abordar el trabajo deSeoane en la gráfica? Porque, a partir del tra-bajo con la gráfica, encuentra en Seoane unartista e intelectual polifacético, una nota-ble coherencia de su "proyecto creador",en términos de Bourdieu.

“En distintos soportes, momentos,proyectos, él mantuvo un proyecto porun arte plural, múltiple, público (el casode sus murales en Buenos Aires), y com-prometido con su ideario antifascista. Ala vez, los diálogos que establece entretradición y experimentación, entre un imagi-nario localista (gallego o argentino) a través de

un lenguaje modernista, son rasgos que tam-bién atraviesan toda su producción”, afirmaDolinko con interés.

RELACIÓN CON BERNI

¿Qué otros nombres fue encontrando la his-toriadora del arte en su investigación? Una rela-ción de interés que pudo establecer, si bien enverdad ellos casi ni tuvieron contacto entre sí,es con Antonio Berni, a partir del mutuo interéspor la experimentación gráfica, su renovacióny, específicamente, el uso del collage en la xilo-grafía. “Aun cuando cada uno utilizó este recur-so de manera particular y de acuerdo a sus parti-culares intereses estéticos, hay allí una con-fluencia de intereses”. En efecto, Seoane co-mienza a incorporar el collage en la xilografía afines de los años cincuenta, hacia 1958; Bernien 1961. “Ambos forman parte del circuito deavanzada porteño”.

Asimismo, la trama del exilio gallego en la Ar-gentina y las redes de solidaridad intelectual esuna matriz que Dolinko considera necesariapara leer a Seoane en la Argentina, sobre todo

en los cuarenta. Entre los argentinos:José Luis Romero, Jorge Romero Brest,Alberto Girri, son nombres relevantes.Pero otros exiliados comparten con élproyectos en esos años, entre ellos: Gre-te Stern, Lorenzo Varela, Arturo Cua-drado, Attilio Rossi. Y también resultanotable el espacio otorgado en sus publi-caciones a jóvenes por ese entonces des-conocidos, como Julio Cortázar publi-cando en Correo Literario en 1944.

Con respecto a la trama de relaciones deSeoane en la Argentina que fue el recorteteórico que hizo Dolinko afín a su investi-gación, para ella fueron sumamente im-portantes dos personas que le ayudaronmucho a aproximarme a Seoane: AlbinoFernández, organizador del Club de la Es-tampa de Buenos Aires en los años sesenta,que conoció y editó a Seoane, y también Emi-lio Ellena, editor rosarino radicado en Chileen 1964 -responsable de la publicación delBestiaron en 1965- que le habló mucho del ar-tista. Y que en 2006 la convocó a publicar un li-bro en el Centro Cultural de España en Chile.

Finalmente, con respecto a las Jornadas LuisSeoane en el Fondo Nacional de las Artes, en lasque participaron, entre otros: Fernando Devo-to (Instituto Raviganani, UBA), Hernán Díaz(UBA – Centro de Investigación Ramón SuárzPicallo), Mariela Tilve Rouco (Fundación XeitoNovo de Cultura Gallega), Cecilia Belej (UBA),Talía Bermejo (Conicet- UNTREF), Ramón Vi-llares (Universidad de Santiago de Compostela)y la propia Dolinko, la evaluación de la respon-sable es muy positiva dado que -afirma- no sóloasistió una importante cantidad de público, si-no que entre la multiplicidad de invitados hu-bo gente que se acercó a descubrir al artista ga-llego, sin tener demasiada idea de su figura o sucarrera. “Este era otro objetivo del encuentro:echar luz sobre una figura importante peroque tal vez no tenga en la actualidad el justo re-conocimiento o valoración”.

Desde la multiplicidad de miradas, las jorna-das del FNA intentaron reproducir la diversi-dad de intereses que caracterizó a la producciónde Seoane. Qué mejor oportunidad que el cen-tenario del nacimiento del artista para revisarsu obra, sus aportes, su inscripción en el campocultural del siglo XX a la luz del bicentenario.“Desde su doble condición de hijo de inmi-grantes y de exiliado, la historia de Luis Seoanenos habla también mucho de nuestra propiahistoria” ■

A 100 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL ARTISTA

Redescubriendo a Luis Seoane

La autora de Harry Potter recibió el premio "Hans Christian Andersen"

Joanne Rowling, creadora de la exitosa saga de Harry Potter, recibió la semana pasada en laciudad danesa de Odense el premio Hans Christian Andersen por sus siete volúmenes sobre lasaventuras del aprendiz de mago.

La distinción, dotada de 93 mil dólares, fue entregada a Rowling por la princesa María de Di-namarca en la ciudad natal de Andersen, 205 años después de su nacimiento.

"Andersen nos dejó personajes eternos, indestructibles. El patito feo, la sirenita, la reina de lasnieves y el desnudo emperador.. y aunque los personajes de Harry Potter no son comparables...fue muy doloroso dejarlos tras 17 años", dijo la escritora al recibir el galardón.

El danés, fallecido en Copenhague en 1875, y la británica nacida en Yate en 1965, empezarona escribir en condiciones muy modestas: uno como hijo de un pobre zapatero y la otra comomadre soltera que recibía ayuda social en Edimburgo.

Ahora que tiene millones de lectores, Rowling afirma que el universo ̀ harrypotteriano´ le si-gue pareciendo "su propio reino privado".

"No puedo evitar volver allí de vez en cuando y mirar qué están haciendo las personas queaún viven", señaló sobre su finalizada saga.

El premio literario Andersen fue fundado en 2005 como parte de las celebraciones del bicen-tenario del nacimiento del escritor ■

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4 C U L T U R A Domingo 24 •10•2010 C U L T U R A 5

Las 8 preguntas para Darwin Manuel Las 8 preguntas para Darwin Manuel

4¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dospersonajes de ficción?

-Hay muchas frases felices, ingeniosas o mordaces, difícilelegir una, de tantas que vuelan en mi mente, pero siempre

tengo presente. Según las circunstancias. Creo que resuelvemuchos problemas. 5Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a

un personaje, ¿cuál sería y qué haría?-Me gustaría ayudar a Morel (La Invención de Morel,

de Adolfo Bioy Casares) en su desesperación por elamor perdido.

(fotografía de autor)

Ernesto y Joaquín emergieron enel extremo de la ruta arrastrandosus mochilas. Llegaron frente a

la solitaria estación de servicio y se de-rrumbaron bajo un árbol inmóvil. Des-prendieron las correas, intercambiaroncigarrillos, apantallaron el calor. La sies-ta ardía. Al mismo tiempo un hombrecalvo con overol azul salió de la oficina yse instaló bajo el alero de la estación deservicio en un banquito de tres patas.Sacó una revista, mojó la punta del lápizen su lengua y se concentró en las pala-bras cruzadas. Le sobraba tiempo: eltránsito había decaído en esta ruta pro-vincial desde que se habilitó la nuevacarretera nacional, varios kilómetros alsur. Había sido largamente proyectada ymás largamente debatida; su construc-ción --dicen-- benefició al país y a losbolsillos de varios ministros. No se be-nefició el pelado vestido de overol quefruncía los párpados y apretaba los dien-tes. Claro, pensaba: no era un político.Según él, ni siquiera benefició al país,porque la ruta provincial quedó libradaal abandono, perjudicando campos ypueblos. Puteó a las perdices, los minis-tros, el calor y la universal peperina. Elcielo blanco quemaba. Ernesto y Joa-quín palparon sus armas, decididos aconsumar el robo. Paciencia: virtudesencial. Se corrieron unos centímetrostras la sombra. Los rayos perforaban elenramado y en el suelo se formabanmonedas amarillas. El pelado levantóde nuevo los ojos: estaba intrigado conesos mochileros que pretendían hacerdedo con este sol y en esta ruta. Levantóel banquito y se reintrodujo en la frescaoficina. Joaquín estrujó el paquete de ci-garrillos y lo tiró a la sartén del pavimen-to. Bostezó. Por ahí no pasaba ni un be-duino. Terminarían asaltando al peladoy robándole la bicicleta. Se durmieron.Una hora, dos, el trayecto incomputa-ble de una siesta canicular. La fatiga de lajornada anterior —y de la noche perge-ñando planes— les ablandó los múscu-los y aclaró la piel. Algunas torcazas seaventuraron a saltar sobre la ruta incan-descente y vacía. Por fin la tarde arrimóuna brisa. Joaquín tuvo un sueño repug-nante al principio; después el aire refres-có la humedad de su cabello alejándolodel horror. Ernesto se despabiló de gol-pe, tenso; aferró el brazo de su compa-ñero. En la punta del camino guiñabaalgo, un auto tal vez. Joaquín se frotócon rabia los párpados, colocó la manocomo visera y corrigió: es una rural. No,un auto, insistió Ernesto. Una camione-ta, gritó Joaquín, una camioneta, segu-rísimo. Creo que tenés razón. Ernestoinspiró el aire dotado ya de cierta fra-gancia y palpó su revólver. Yo haré señascon el dedo; poné cara de circunstan-cias. Alzaron las mochilas. Ernesto saliódel círculo de sombras y lo emblanque-ció la luz. Movió la mano con el pulgarextendido: maniobra universal, implo-rante. La bajó al notar que la camionetaiba frenando y desviándose hacia lossurtidores de nafta. Ambos se palparonlas armas ocultas. ¡Atentos! El de overolsalió de la oficina limpiándose migas depan. El conductor de la camioneta bajó,trastabillando, ventilándose la camisa.Por la otra portezuela salió una mucha-

cha con anteojos de sol. El pelado en-chufó la manguera. Al rato contestó lapregunta señalando dónde los hombresy dónde las mujeres: antes esta ruta fueimportante y las instalaciones, de pri-mera, agregó con prescindible orgullo.El hombre caminó rápido hacia su obje-tivo. Ella hizo un rodeo: miró la camio-neta, al pelado cargando nafta, tragó sa-liva, después se alejó. —Van de camping—musitó Ernesto. —Ahora van a mear—precisó Joaquín. El pelado sacó lamanguera y cerró la boca del tanque.Llenó con agua el radiador. Empapó untrapo gris y se puso a limpiar el parabri-sas. —¿Ya? —se impacientó Joaquín.

—¡Ya! Sus zapatillas cachetearon el as-falto. El pelado limpiaba esmeradamen-te los fragmentos de mariposas estalla-das contra el parabrisas; giraba su brazosobre el vidrio y no comprendió cómohabía aparecido la cara de un mochilerojunto al volante. Espejismo del calor.Enseguida su cinturón lo arrastró haciaatrás, un ladrillo suelto en la explanada,o tal vez un poste caído, porque tropezó,cayó sentado, se nubló el cielo o unsombrero le tapó la nariz, qué carajo esesto, oyó el motor de la camioneta, na-die pagó un peso, un asalto. ¡Eh, eh!, gri-tó el conductor emergiendo con prisadel baño, los dedos enredados en la bra-gueta, el pelado había caído en un char-co de aceite, la puta que los parió, la ca-mioneta rechinó dolorosa con el cam-bio de marcha, culebreó con riesgo devolcar, sus neumáticos dejaron huellasen el asfalto y después se achicó tras unaplateada estela de humo. ¡Policía! ¡Poli-cía!, gritó la mujer, el pelado se sacudióel overol embadurnado, el hombre te-nía la bragueta sin prender aún, ella sol-tó un llanto progresivo e hipante, él exi-gió al pelado atónito: haga algo, el pela-do le mostró sus manchas negras y susojos perplejos, la estación solitaria, unabandada de torcazas regresando al pavi-mento, los tres desamparados, mientrasErnesto y Joaquín perforaban la ruta lle-vando júbilo en el corazón. Y en la ca-mioneta, una pesadilla. Rosendo teníabuenos motivos para triturar maldicio-nes. Hacía cuatro años que no se toma-ba un descanso, precisamente desde suviaje de bodas. El laburo, juntar los pe-sos, guardarlos en la Caja de Ahorros,

terminar de amoblar la casita,comprarse la camioneta. Fal-taba el hijo, únicamente. Alprincipio Gladis tomó píldo-ras recetadas por un ginecólo-go de confianza, pero después quiso em-barazarse. Un mes, dos, seis... nada. Lasuegra atribuyó el inconveniente a laspocas relaciones sexuales. Rosendo tra-bajaba todo el santo día y llegaba conmás deseos de abrazar la almohada quea su mujer. Es necesario tomarse unasvacaciones. No, replicaba Rosendo, conel adicional me pondré al día con lasdeudas. Pero la preocupada suegra nocedía, enloqueciendo a su hija con losabrumadores ejemplos de matrimoniosestériles que fructificaron durante lasvacaciones. Encima de no ganar dinero,tendré que gastar en hotel, nafta y los es-túpidos recuerdos serranos, protestabaRosendo, y esa noche se esforzaba pordemostrar a Gladis que también podíahacerle un hijo en su casa. Pero doñaConcepción —la suegra— llegó un díacon la noticia: había comprado una car-pa. ¡Mamita!, se retorció Gladis los de-dos. Sí, una carpa con piso impermea-ble, cierre relámpago, toda de coloramarillo, alegre, para gente joven comoustedes. Gladis se colgó de su cuello. Ro-sendo se conmovió también, algunassuegras son generosas evidentemente,dijo gracias, y pensó que ya no tenía es-capatoria: este verano deberé renunciaral adicional. Le quedaba la perspectivade que Gladis quedara encinta antes departir, entonces el médico o las vecinaso incluso doña Concepción recomen-darían permanecer en casa porque elcambio brusco de clima o las irregulari-dades del camino podrían hacerle daño.Una perspectiva remota, sin embargo,porque doña Concepción no habría in-vertido buena parte de sus ahorros enuna carpa con piso impermeable, cierrerelámpago y rabioso color amarillo paraguardarla en un ropero. Y remota, ade-más, porque las noches se sucedían yGladis no se embarazaba, aunque Ro-sendo, por demoledor que fuese su can-sancio, había jurado asumir la obliga-ción inexcusable de no rendirse al sue-ño antes de proveer a su mujer una cuo-ta diaria de esforzado semen, obligaciónque cumplía aunque se le acalambraran

los riñones. Gla-dis opinó que su madre debía acompa-ñarlos. Doña Concepción rehusó por-que la carpa es para gente joven, vayanustedes, diviértanse solos, no quieromolestar. Pero mamá, nunca molestás(vamos, Rosendo, apoyame). Es cierto,doña Concepción, usted jamás moles-ta. ¿Viste, mamá?, Rosendo quiere quevengas, te hará bien al corazón. Sí, sue-gra, venga nomás. Pero la mujer se pre-guntaba si con su presencia no malogra-ría el objetivo santo y verdadero del via-je. La carpa es cómoda, mamá, cabencuatro personas y nosotros somos ape-nas tres. Tres, sí, pero sin divisiones in-ternas. Para qué, mamá, Rosendo puedecambiarse afuera. Hija... cambiarse sí,pero... No se preocupe, doña Concep-ción, dijo Rosendo, encontraremos laforma de arreglarnos. Y en un breveaparte confió unas palabras a su mujer.Gladis lo miró con dulce reconocimien-to, abandonó su carita a una alegría se-ráfica y corrió hacia la madre que apro-vechaba el angosto interregno para or-denar mejor el guardarropa. ¡Mamá,mamá!, no hay problema, y bajó el vo-lumen de voz: la siesta, vos no dormís lasiesta, nosotros sí, ¿me explico? DoñaConcepción levantó las cejas, balanceólos hombros, entonces podría ser, yaceptó. Al quinto día de haber acampa-do en las sierras de Córdoba junto a unrío de aguas claras, Rosendo empezó asentirse feliz. Había olvidado sus obliga-ciones y también la regular acumula-ción mensual de ahorros. Se despertabacon el fresco de la aurora. El aire grávidode perfumes silvestres se le metía en loshuesos. Recogía agua del río melodiosoy la ponía a calentar. Luego cebaba ma-te. Le causaba placer alcanzárselo a Gla-dis y a doña Concepción que remolo-neaban hasta avanzada la mañana. Sesentía libre, fuerte, completo. Despuéssalía a caminar o pescar. La carpa amari-lla bajo el frondoso sauce abrigó siestaseróticas como no había experimentadojamás, ni siquiera en sus aventuras pre-

vias al matrimonio. Gladis estaba másapetitosa, él más sensible, retozaban ol-vidándose de que lo hacían para engen-drar un hijo. Doña Concepción sazona-ba la comida para complacer el paladary ayudar a la potencia de su yerno; ellano podía dejar de serles útil. Rosendo yGladis, agradecidos, le recordaban queno debía hacer esfuerzos, que el cora-zón, que los medicamentos. Y la pícarasuegra sonreía confiando en la pimien-ta, el maní y las nueces que había traídoen suficiente cantidad para que las sies-tas no fueran un vil desperdicio, total elesfuerzo lo hacía Rosendo, aunque a de-cir verdad, ella también hacía fuerza du-rante las siestas, mentalmente por su-puesto, para que el semen saliera enchorros calientes y abundantes, inun-dara el vientre de su Gladis y la fecunda-ra como merece, pobrecita. Rosendodestapó el vino tinto. Con pescado de-beríamos usar vino blanco, opinó Gla-dis. Es lo mismo, replicó Rosendo; ade-más éste lo enfrié en el río junto a las pie-dras de la orilla, está a punto. Y yo hiceuna salsita picante que bajará mejor continto, apoyó doña Concepción acercan-do la olla coronada de vapor. ¡Forma-mos una sociedad perfecta!, se exaltóRosendo: yo pesco y usted cocina. ¡Arri-ba las copas! Mamá, tomá poquito, ¿porqué no le mezclaste el vino con soda,Rosendo? Dejala tomar vino como lagente, está más sana que yo, ¿verdad,suegrita? Doña Concepción dijo co-man, coman que se enfría. El sol se dete-nía sobre la copa del sauce y con él se de-tenía todo: el aire, las hojas, los insectos.El calor ardiente secaba la ropa tendidasobre las piedras. El pescado y la salsa lla-meante desaparecieron de los platos.Rosendo se repantigó sobre la silla ple-gadiza mientras las mujeres recogían elmantel y lavaban la vajilla campestre.Después doña Concepción se acomodóen la perezosa, colocó cerca la radio, dosovillos de lana y las agujas para tejer. Ro-sendo bostezó y siguió a Gladis, que yahabía entrado en la carpa. Los besos re-zumaron el calorcito de las hierbas quese mezclaron en la salsa, verdadero filtrode amor. Afuera la madre empezó a cru-zar las agujas y adentro la pareja a cruzarabrazos, muslos, labios. Afuera se desea-ba que la unión diera fruto y adentroque diera goce. La madre pensaba en lafertilidad, los hijos ya estaban dejandode pensar. En la carpa amarilla se agitabala sangre, se electrizaban los nervios, seincendiaba la piel; afuera se excitaba laimpaciencia, la obsesión. Y en rara tele-patía la fuerza de adentro se sintió afue-ra. Rosendo y Gladis se contraían en laflecha voraz del deleite mientras doñaConcepción se paralizaba en un espas-mo colaborador: ¡que sea, que sea!;comprimía sus manos, su boca, la des-bordaba una plegaria. Los chorros ca-lientes de la fecundación regaron la inti-midad de la flor mientras la resolana dela siesta bendecía el campo quieto. Gla-dis y Rosendo se desprendieron exhaus-tos. Doña Concepción dejó caer las agu-jas y el tejido a medio hacer. Un gorriónla miró extrañado, picoteó en la rama, lavolvió a mirar y confianzudamente ate-rrizó en su hombro, como si fuera unaestatua ■

Operativo siesta (fragmento)

Por Marcos Aguinis

EN NOVIEMBRE APARECERÁ UN "TODOS LOS CUENTOS"

La otra cara de Aguinis"Escribir un cuento muchas veces equivale a jugar, a divertirse, a ordenar la vi-

da de un modo distinto a como la vida se presenta", así definió el escritor MarcosAguinis a su labor como cuentista, una tarea algo desconocida para sus seguido-res. Estos cuentos, justamente recuperados en el libro "Todos los cuentos" queaparecerá en noviembre editado por Sudamericana, revelan otra faceta de sushabilidades como narrador.

Su dominio de la forma breve queda de manifiesto por la hondura en la elec-ción de los temas, la sutileza en el tratamiento de las personalidades, la inteli-gencia y precisión en el tejido de relaciones y la urdimbre de intrigas.

Nacido en Córdoba y reconocido novelista y ensayista, Aguinis se vale dela ironía para generar humor, lo que muchas veces obliga a la diversión y asoñar alternativas que enaltecen la frágil condición humana.

A continuación, LA CAPITAL anticipa un cuento de este flamante librotodavía no aparecido en las librerías argentinas ■

Tapa del libro de Aguinis que revela otra faceta del escritor.

por Gabriela Urrutibehety

El lector que escribe un diario no pudoresistir la tentación. La cadena de casuali-dades había sido demasiado aún para esetipo de agnóstico crédulo al que pertene-ce, sin dudas. Todo había comenzado conuna … ¿cómo llamarla? ¿discusión? ¿sepuede llamar “discusión” a lo que aconte-ce dentro de la cabeza de uno, monólogo amedias con la hoja en blanco que se abre,a veces, para parir una idea? Retomando,entonces, todo había comenzado con lacuestión de los libros largos que se vendencomo pan caliente. Contrasentido de laépoca de los fragmentos, el vértigo perpe-tuo y el llame ya. Para aportar algo a la con-fusión general, cayó en sus manos Si unanoche de invierno un viajero, de Ítalo Cal-vino: primeras líneas y helo aquí leyendosobre la imposibilidad de las novelas extensas en estas épo-cas. El lector que escribe un diario escribió lo suyo, luego deesta primera línea y de esta primera coincidencia. Y des-pués, decíamos, no pudo resistir la tentación y siguió ade-lante. Y allí sucedió todo lo demás.

Si no fuera por la vieja costumbre de firmar y fechar los li-bros -una suerte de toma de posesión, de fe de bautismo, deanclaje en el fluir de ese tipo particular de vida que es la lec-tura- el lector que escribe un diario podría haber jurado quenunca leyó esta novela. Aclarando: recuerda haberla leído,recuerda que le ha gustado, recuerda haberla recomendadocalurosamente, recuerda la estructura de diez comienzosde novelas y otros datos más del argumento y, sobre todo,recuerda con afecto el sabor que le dejó todo eso pero se di-ría, ahora que volvió a sumergirse en ella, que está ante unlibro nuevo, virgen. Reconoce sus anotaciones, sus subra-yados. Y es más: concuerda con el lector que fue antes enque lo subrayado es lo que vale la pena subrayar y en que loanotado al margen es lo que vale la pena anotar al margen.Pero lee inauguralmente, como si nunca hubiera leído, sinque sea posible hallar en estas afirmaciones, restos de metá-fora, analogía, símil o paralelismo. ¿A dónde van los resul-tados de las lecturas que no van al recuerdo pero tampoco alolvido?, no puede sino preguntarse el lector con el libro enla mano.

Y, harto de darle vueltas a la cosa, se lanza en medio de lamarea que viene a arrastrarlo, en segunda persona, invo-cándolo directamente. Y se hunde, bien hundido ya, en lanovela del lector y la lectura.

EN EL PRINCIPIO ERA LA REDTodo parte de la confusión y la confusión es la razón de

ser de esta novela: un lector cualquiera, el Lector, mejor di-cho, compra una novela, comienza a leerla y, cuando ya haempezado a tomarle el gustito, todo se interrumpe: comoun disco rayado, el volumen mal compaginado comienza arepetir páginas anteriores hasta completar lo que su nom-bre indica: el volumen -geométricamente hablando- de unlibro. El Lector concurre a la librería, frustrado, para devol-ver el malescrito y pedir la restitución de un ejemplar comola gente. Y ésa será precisamente toda una cuestión: ¿qué esun libro como la gente, un libro bien escrito, bien termina-do, de pe a pa, como quien dice? En lo absurdo de estas -enapariencia- simples y lógicas preguntas Calvino teje unateoría -¡qué disparate! ¿Teoría? ¡Si se trata de una práctica!-de la lectura.

Rebobinemos: éste no es para nada un libro confuso. Esun libro impecablemente construido, atado en sus nudosmás pequeños, organizado, medido y estructurado. Por-que, cree intuir el lector que escribe un diario, el libro hablade la red que constituye la vida, mirada desde esa estructuraelemental biológica que es la proliferación de sentidos. Yuna red podrá tener una malla más o menos tupida, pero decada nudo partirán los hilos hacia otros nudos, sin confu-sión.

Entonces, lo primero que asoma es la red, la red que se te-je de hilos que llegan a este nudo, a este particular sitio quees la línea que ahora leo, la página que ahora doy vuelta,proveniente de vaya a saberse qué nudo distante, a travésde qué ignoto derrotero. Una red que el lector que escribeun diario recuerda en otro relato del mismo autor, el de Las

ciudades invisibles, en el que Marco Polo ledescribe al Gengis Khan la ciudad de Tama-ra, una ciudad escondida bajo una apretadaenvoltura de signos, donde “el ojo no ve co-sas sino figuras de cosas que significan otrascosas”.

Que la red sea el eje de toda la estructurade la novela hace que al lector que escribe undiario le resulte totalmente coherente conuna afirmación de Calvino que aparece en elprólogo de la edición de su traducción espa-ñola:

el objeto de la lectura que está en el centrode mi libro no es tanto ‘lo literario’ como ‘lonovelesco’, esto es un procedimiento litera-rio determinado (…) que se basa en primerlugar en la capacidad de sujetar la atenciónen torno a una trama, en continua espera delo que va a ocurrir.

Red y trama tienen un inocultable paren-tesco semántico, como lo tienen tejer y urdir. Como lo tie-nen urdimbre e intriga. Y como lo tienen texto y tejido, quees de eso, en definitiva, de lo que estamos hablando.

MODOS DE LEERNo hay que olvidarlo: este libro es sobre el lector, lo que

Calvino llama el lector medio:El natural destinatario de lo “novelesco” es el “lector me-

dio” y por eso quise que fuera el protagonista del Viajero.Protagonista doble, pues se escinde en un Lector y una Lec-tora.

Cómo leen los que leen ha sido una preocupación del lec-tor que escribe un diario. Es decir, desde que se decidió a es-cribir sus lecturas, el lector que escribe un diario no dejó deplantearse si todos los lectores leerían como él. Con el con-secuente temor inconfesado e inconfesable de no saber siestaba “leyendo bien”. Porque más allá de lo que lógica y ra-cionalmente cualquiera puede decir -que quién decide quéestá bien y qué está mal; que después de todo el lector queescribe un diario es un lector y no un catedrático, o un pro-fesor de secundaria, o un maestro de primaria, ni siquieraun coordinador de talleres literarios ni todas esas autorida-des- al lector que escribe un diario le pesa el no saber. Esa co-sa que trae consigo la soledad de la lectura y el aislamientoen que vive este hombre que no tiene mucha gente alrede-dor con la que conversar sobre libros. Y que si tiene, seránlos que le preguntan si leyó la última novela de moda, la dela película aquélla, la del señor que sale en la tele. Pues ya sa-bemos que el lector que escribe un diario es poco dado a lasnovedades, más allá de alguna que otra claudicación, quetampoco es un anacoreta cultural.

Por eso, la alegría del lector tiene que ver con que en estelibro se habla de los modos de leer: los legítimos y los verídi-cos, los lícitos y los culposos, los deseados y los reales. Losvericuetos de la mente que lee, los del cuerpo que lee y la al-ternativa, incluso, de leer el gran libro mundo.

La lectura aparece, lejos de mistificaciones de maestro enferia de libro, con toda su materialidad, por ejemplo, en elhecho de cortar las páginas pegadas, porque “los placeresque reserva el uso del abrecartas son táctiles, auditivos, vi-suales y sobre todo mentales”. Nada más claro para explicarque el abrirte paso a filo de espada en la barrera de las hojasse asocia con el pensamiento de cuanto la palabra encierray esconde: te adentrás por la lectura como por un tupidobosque.

En ese bosque y con esa actitud militar, el Lector se aden-tra en laberintos de lecturas: principia con la universidad yla academia, ridiculizadas en los seminarios que organizaLotaria, donde importa más encontrar lo que ya se sabe quebuscar lo que no se encontrará nunca. Pero aún allí, estánlos lectores escribiendo sus versiones: la lectura se transfor-ma rápidamente en escritura cuando se comenta, se propo-ne, se dice a partir de un texto. Porque en algún momento,viendo las paredes de la universidad escrita, el Lector -o elnarrador, o vaya a saber qué entidad estructural- piensa enlos cavernícolas que sentía necesidad de hacer (inscripcio-nes) sobre las frías paredes de las grutas para señorear su an-gustiosa extrañeidad mineral, familiarizarlas, verterlas ensu propio espacio interior, anexarlas a la fijeza de lo vivido.Y es en esa frase que el lector que escribe un diario siente lajustificación de su modo de leer, escribiendo ■

Tenerife, belleza e interrogantesPor Alberto Natali

Hace muy poco tiempo que he regresado de Tenerife,la mayor de las islas del archipiélago canario. He tenidola satisfacción de visitar esta isla por segunda vez en cin-co años y al momento de pisar ese suelo volcánico se pro-ducen en mí sensaciones de bienestar general, tanto físi-cas como anímicas, inexplicables e indescriptibles.

Siento en mí la sensación de flotar, como si el cuerpotratare de elevarse, la mente se obnubila y comienzan abrotar en mí pensamientos y reflexiones sobre la vida yel porqué de nuestra existencia. Es un estado de bienes-tar total, lleno de armonía y felicidad que me retrotraehacia mi interior en lo más profundo del corazón y queno lo he experimentado en otros lugares del mundo.

El suelo de Tenerife constituido por capas de cenizas,rocas volcánicas y bloques de lava ha sido horadado porprofundos cráteres que se han mantenido inalterablesdurante miles de años. La acción del viento y del agua haerosionado las montañas formando espectaculares es-culturas de piedra de extraordinaria belleza.

En el centro de la isla se encuentra el volcán en activi-dad, El Teide, que ha tenido sucesivas erupciones y quehoy en día se mantiene con alta actividad, observándoselas fumarolas de su cráter sumital. Este volcán culminacon un cono de color claro cuyo cráter tiene 80 metros dediámetro y su altitud es de 3.718 metros, máxima alturadel archipiélago y de España toda.

A medida que uno sube hacia el volcán encuentra pai-sajes exóticos que parecerían de otro planeta, tal es asíque en la Montaña Blanca al pie del último tramo a 3.200metros se han filmado dos películas futuristas de la con-quista del espacio.

Esos paisajes de extrema belleza, lleno de colorido, suscráteres y canadones que las lenguas de lava han dejadoen su camino hacia el mar, me han dejado profundamen-te impresionado y he querido reflejar dicha sensación enestas imágenes y transmitir toda la magnificencia de eselugar tan inhóspito pero lleno de belleza y de interrogan-tes ■

DIARIO DE LECTOR

Leer escribiendo

Italo Calvino, autor de "Siuna noche de invierno unviajero".

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6 C U L T U R A Domingo 24•10•2010

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

6¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuálo cuáles?

-No.

"PINCEL Y PAPEL", de AdelaBasch, Bs. As., Ediciones AbranCancha (2008). Ilustraciones de Valeria Cis. Colección Letras de cambio.

Por Raquel PiccioIntegrante de la ONG Jitanjáfora

¿Puede la palabra “banco”convertirse en la palabra “lu-na”? ¡Sí! Pincel y papel nos loconfirma. Se trata de un libro enel que se narran pequeños suce-sos protagonizados por algunasletras y por una niña que, desdelas imágenes, está presente entodas las páginas.

La historia comienza en el“banco” de una plaza. Un paja-rito deja caer la letra “ele”; en-tonces, la palabra “banco” setransforma en “blanco”… Deesta manera, se suceden pala-bras -y pequeñas historias- queaparecen encadenadas entre síporque van modificándoseunas a otras.

Se trata de un libro en el que seproduce una interesante articu-lación entre el texto lingüístico -escrito- y la imagen. Se combinala prosa en rima -este último, re-curso característico de AdelaBasch- con bellísimas y colori-das ilustraciones de Valeria Cis.Desde la escritura, surgen las le-tras, inquietas, movedizas, queproponen al lector participardel juego con los significados delas palabras, a medida que éstasvan modificándose página a pá-gina. Al mismo tiempo, las imá-genes intervienen activamente

en la historia, ya que invitan allector a descubrir -y a anticipar-las nuevas palabras que se vancreando…

Pincel y papel permiten al lec-tor acercarse a la magia de las pa-labras, participar del juego queéstas nos proponen y descubrirlas maravillosas posibilidadescreativas que nos brinda la escri-tura.

Otro título de esta colección:Todo en tren.

ENCUENTRO CON SILVIA SCHUJER

Un taller sobre las distintasconcepciones de la infancia yun encuentro con la escritoraSilvia Schujer son las activida-des que organizó para el sábadopróximo la Asociación civil Ji-tanjáfora. Ambas propuestas,que se desarrollarán en el Insti-tuto Movilizador de FondosCooperativos (Hipólito Yrigo-yen 1549), brindarán un espa-cio para la reflexión y el encuen-tro con los textos.

La charla "Imágenes de la in-fancia en el bicentenario argen-tino", que darán Elena Stapich yMariana Castro, integrantes deesta asociación, está destinadaa mediadores de lectura, seandocentes, bibliotecarios, talle-ristas o padres. Y se realizarádesde las 9 a las 13. En tanto queel encuentro con Silvia Schujerestá auspiciado por la editorialAlfaguara y se realizará en elmismo lugar, desde las 14 y has-ta las 16 ■

Grandes libros,

pequeños lectores

El escritor Eduardo Ba-lestena reeditará su pri-mera novela, titulada"Ocurre al otro lado de lanoche", un texto que es-cribió entre setiembre yoctubre de 1986 y queobtuvo el primer premioen un concurso nacionalen cuyo jurado estabaOscar Hermes Villordo.

"Fue mi primer libro -recordó el autor marpla-tense, que este año publi-có "Amores de lejos"-. Eltexto no ha sufrido ma-yores correcciones. Optépor respetar el estilo deentonces, y la ubicacióntemporal de la narra-ción".

"Luego de haber hechodos años de taller litera-rio con Federico Peltzer(a quien siempre consi-deré mi maestro) en la Fa-cultad de Humanidades,que me significaron co-menzar a escribir siste-máticamente, pude ha-cer de la experiencia de laescritura algo que no tu-

viera absolutamente na-da que ve r con todoaquello con lo que debía

lidiar en mi vida de en-tonces", agregó e escritor.

Y señaló que este texto

está inspirado en la nove-la La motocicleta, de An-drè Pieyre de Mandiar-gues. Ese libro "me depa-ró el hallazgo del lengua-je lírico como modo denarrar un amor clandes-tino, y decidí dar unavuelta de tuerca y hacerdel amor narrado unoaún más clandestino queel de La Motocicleta", in-dicó.

Incluida en trabajosque realizaron investiga-dores de Polonia y Fran-cia, como Henry Billard,Mieszko A. Kardyni y Pa-wel Rogozinski, esta no-vela fue descripta por ladoctora en Letras ElisaCalabrese -en el momen-to de su primera apari-ción- como "inserta enuna vasta red intertex-tual conformada por unaprestigiosa tradición lite-raria: la de la novela líricay la de las técnicas pers-pectivísticas de presenta-ción del mundo interiorde los personajes" ■

El escritor japonés HarukiMurakami sostiene que es-

cribir una novela se parece mu-cho a preparar un maratón. Mu-rakami entiende de los dos te-mas: ha corrido 23 maratones yha escrito más de veinte novelas.

El francés Jean Echenoz sabemenos de atletismo pero ha su-cumbido ante la legendaria figu-ra del corredor checo Emile Zato-pek, al que le ha dedicado unanovela, "Correr" (Anagrama).

"Correr" repasa la trayectoriade "la locomotora humana" des-de sus inicios hasta su caída endesgracia con el régimen comu-nista, pasando por sus éxitos entodas sus distancias. Es un libroescrito desde fuera: se nota queEchenoz ha hurgado en la vidade Zatopek repasando prensa de-portiva de la época, y a ratos pa-rece más interesado en el contex-to histórico que en el correr pro-piamente dicho.

Sin embargo, el libro de Mura-kami, "De qué hablo cuando ha-blo de correr" (Tusquets), está es-crito desde dentro, por alguienque empezó a correr y a escribir almismo tiempo. Es como unaporte más a las conversacionesque suelen darse entre corredo-res de fondo, aunque elevado aun gran calidad literaria.

A ratos, al leer un libro detrásdel otro, se puede lamentar queMurakami no haya escrito la no-

vela de Echenoz. Murakami, co-mo corredor, habría podido talvez entender mejor muchas co-sas y, además, seguramente sehabría planteado una serie depreguntas, relacionadas directa-mente con el acto de correr y conlos entrenamientos, que a Eche-noz no se le pasan por la cabeza.

Sin embargo, está claro quecon ese deseo no se le hace justi-cia a Echenoz, a quien, más queel acto mismo de correr, le intere-sa el mito Zatopek, del que, des-pués de la lectura, puede tenerseuna imagen bastante cercana.

En cierta medida, Echenoz seaproxima a una dimensión delatletismo de fondo, la de los atle-tas de elite y sus éxitos.

Murakami, en cambio, se acer-ca a otra, la de los corredores po-pulares y todo lo que les motiva aacumular kilómetros cada sema-na, y también a la forma de entre-narse para retos como un mara-tón o una carrera de cien kilóme-tros.

Zatopek, como todos los atle-tas de elite, tenía que intentar, enprincipio, vencer a los otros. Paraun atleta popular, en cambio, delo que se trata, dice Murakami, esde "vencer al tú de ayer".

En realidad, cuando se hablade alguien como Zatopek, si sepiensa en su mejor momento, el"tú de ayer" también era el princi-pal rival porque, con los otros co-

rriendo siempre detrás de él, laúnica motivación posible eramejorar las propias marcas.

En quienes corren habitual-mente puede observarse ciertatendencia meditativa que se veconfirmada en el libro de Mura-kami cuando éste dice que de al-guna manera corre para lograr elvacío.

Los métodos de entrenamien-to de Murakami parecen un tan-to heterodoxos -los de Zatopek,por lo demás, también lo eran-,en la medida en que el escritor ja-ponés no parece darle demasiadaimportancia a los períodos de re-generación.

Según el ritmo que describe, deal menos 60 kilómetros a la se-mana con un solo día de descan-so, resulta increíble que las lesio-nes no hayan detenido su cami-no, que le llevó a correr un mara-tón anual durante 23 años y tam-bién una carrera de 100 kilóme-tros, cuya descripción es uno delos mejores pasajes del libro.

En ciertos momentos, Mura-kami describe una especie de diá-logo con el propio cuerpo y aludea la forma en que, mediante elentrenamiento, se puede con-vencer a los músculos de dar unrendimiento mayor. "Nuestrosmúsculos tienen un alto sentidodel deber: basta con que sigamosel protocolo correcto para que noprotesten", asegura ■

Flores y poemas para homenajear a Alfonsina Storni

La Sociedad Argentina de Escritores Seccional Atlántica de Mardel Plata realizará un homenaje a la poetisa Alfonsina Storni. Serámañana a las 10 en el monumento a esta escritora, ubicado en elpaseo Florentino Ameghino, en La Perla. El homenaje obedece aque un 25 de octubre de 1938 Storni se suicidó en esa playamarplatense. En el acto estarán presentes el presidente de la entidadDarwin Manuel y otros miembros de la misma. Se colocarán flores yse leerán poemas en su memoria.

"Amo los cielos claros, los pastos frescos,/ los campos dorados, lasdelicadas manos,/ las frentes amplias, las almas pulcras..."AlfonsinaStorni (1892-1938) ■

Balestena reeditará su primera novela, "Ocurre al otro lado de la noche"

HARUKI MURAKAMI Y JEAN ECHENOZ

Dos escritores unidos por el atletismo

Tapa de la novela de Balestena, que vio la luz por primera vez en 1986.

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El autor es TomRachman, unperiodista inglés quecomenzó su carrera en1998, en una agenciade noticias de NuevaYork. Conoce a laperfección el mundilloque retrata y teje coninteligencia unahistoria cuyo sentidose entiende al final.

La novela "Los imperfeccionistas",de Tom Rachman, que se desarrolla enun diario -fundado en 1950- refleja lavida adentro de una redacción con ungran conocimiento de las debilidadesy las transformaciones de un mundoque no le es ajeno al propio autor, unperiodista inglés.

Uno de los críticos del suplementode libros de The New York Time dijosobre esta novela, publicada por Edi-torial Plata, que "es tan buena que tuveque leerla dos veces para dilucidar có-mo alguien tan joven había logradoaprehender tan bien las miserias hu-manas".

Rachman comienza a trabajar en1998 en la sección Internacionales de

una agencia de noticias de NuevaYork, y fue corresponsal en Japón, Co-rea del Sur, Turquía y Egipto, entreotros países.

Desde ese conocimiento visceraldel asunto que aborda, el autor lograreflejar a la perfección el día a día de laprofesión, y a esto le suma la situaciónde precariedad vivida por el periódico,que no se diferencia de lo que ocurreactualmente en los medios gráficos enel mundo.

La acción transcurre en Roma, enlas entrañas de ese diario propiedad deun empresario estadounidense, CyrusOtt, que ha dejado que su nieto Oliver-cuya preocupación principal pasa

por su perro Schopenhauer- tome lasriendas de la redacción y del destinode sus integrantes.

El libro tiene una estructura que de-talla las miserias de once integrantesdel diario, en su mayoría estadouni-denses expatriados, y de Ornella deMonterecchi, su lectora más fiel.

Está acompañada por titulares rea-les como "Un estudio revela que loseuropeos son unos vagos" o "El calen-tamiento global es bueno para los he-lados".

Cada capítulo trata de un miembrodel diario en un cruce de historias queva mostrando su complejidad a lo lar-go de la trama por más que hay unacierta independencia en esos retratosinterconectados por una historia ma-yor, cuyo significado no se revela has-ta el final.

El texto incluye fragmentos en cur-siva, al estilo de breves narraciones, delas cuales hay muchas dedicadas a lafamilia Ott y otros temas -relaciona-dos con el transcurrir de ese medio decomunicación- que se van uniendocon puntos invisibles y arrojan luz so-

bre el derrotero del diario. Desfilan una serie de personajes co-

mo el periodista casado en cuatrooportunidades, con hijos a los que vepoco (Lloyd Burko), un redactor deobituarios (Arthur Gomal); el jefe delos correctores (Herman Cohen); unaredactora de Economía (Hardy Benja-min), una redactora jefe (Kathlee Sol-son), que acaba de descubrir la infide-lidad de su marido, y un corresponsalen El Cairo (Winston Cheung).

Tom Rachman se graduó en la Uni-versidad de Toronto y en la Facultadde Periodismo de Columbia.

Fue corresponsal extranjero en Ro-ma para Associated Press y desde 2006se desempeña como director del Inter-nacional Herald Tribune en París.

"Los imperfeccionistas" fue traduci-da a diez idiomas y encabezó el listadode títulos norteamericanos en la re-ciente Feria del Libro de Frankfurt.

En una nota que le hicieron hacepoco, el autor describió a los periodis-tas: "Somos gente muy consciente denosotros mismos, y de nuestros pro-pios clichés. Como ese de que somos

cínicos, capaces de hacer un chiste enmedio de la desolación de un terremo-to o que en la mayor de las desgraciaslo único que nos interesa es conseguiruna buena historia".

"Pero no creo que seamos esencial-mente malas personas o estemos des-humanizados. En el gremio hay sereshumanos muy decentes y otros queno lo son tanto", declaró.

Resumiendo, la novela arroja unamirada irónica -aunque por momen-tos conmovedora- de las vidas desor-denadas de esa fauna que forman par-te de un periódico que comienza a serdevorado por el tiempo -tantas y tanprofundas son las transformacionesque se abaten sobre este gremio- y queavanza a tientas hacia un futuro in-cierto ■

Domingo 24•10•2010 C U L T U R A 7

Los libros más vendidos de la semanaFICCION

1 "COMER, REZAR, AMAR” Elizabeth Gilbert. Aguilar. $69.2 "BIOGRAFÍA PARA ENCONTRARME” Mario Benedetti. Seix Barral. $59.3 "LAS NOVELAS DE AGATA” Antonio Dal Masetto. Sudamericana. $79.

NO FICCION

1 "FIRMENICH” Felipe Celesia y Pablo Waisberg. Aguilar. $69.2 “BASTA DE HISTORIAS” Andrés Oppenheimer. Debate. $79.3 "SIETE FUEGOS. MI COCINA ARGENTINA” Francis Mallmann. Vergara y Riba. $139.

RECOMENDADOS

1 "GRAIVER, EL BANQUERO DE LOS MONTONEROS” Juan Gasparini. Norma. $65.

2 "TODA LA VERDAD” Juan José Becerra. Seix Barral. $69.3 "NUEVAS HISTORIAS NEGRAS DEL FÚTBOL ARGENTINO”

Alejandro Fabbri. Capital Intelectual. $48.

Fue un lunes de octubre cuando aparecieron cami-nando por en medio de la calle desierta. Era la hora de lasiesta en la pampa. En el aire no corría un carajo de vien-to y un sol de sacrificio fundía los ánimos de todo lo querespirara sobre la faz de la tierra.

El hombre y la mujer avanzaban silenciosamente ba-jo la incandescencia del cielo. El venía delante, y ella,dos pasos atrás; ella cargaba una pequeña maleta demadera con esquinas de metal, y él traía una pelota defútbol bajo el brazo, blanca y con cascos de bizcochos(de entradita supimos que era una de esas profesiona-les).

Los quedamos mirando sorprendidos. El hombrevestía una camisa tropical, un pantalón demasiado an-cho para su talla y zapatillas de lona, y llevaba la pelotaigual que los arqueros en los desfiles de inauguraciónde campeonato. Aunque demostraba tener unos cua-renta años, y parecía cojear levemente de no se sabíacuál de sus piernas arqueadas, caminaba con la actitudy la pachorra de un crack. Además, cosa extraña paranosotros, llevaba un cintillo en la frente. Detrás suyo,delgada y pequeña, mucho más joven que él, su mele-na roja ardiendo bajo el sol, la mujer lo seguía con unamansedumbre de animal doméstico ■

Recomendados:

■ Lecturas Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

7 Un extraño hongo se esparce por su bibliotecay consume de manera irrefrenable los libros.

Sólo dispone de unos segundos para actuar y salvara tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo

es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres li-bros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles lossalvados?

-Salvaría la Enciclopedia Universal, un Manual de activi-

dades diversas y un libro de cocina. Lamentaría la destruc-ción de los demás, todos son inútiles, todos dejan algo, unafrase, un concepto, una idea...

Fragmento de “El fantasista”, de Jorge Rivera Letelier (Alfaguara)

EL PERIODISMO GRÁFICO, UNA PROFESIÓN CON FUTURO INCIERTO

"Los imperfeccionistas", novela sobre las miserias de una redacción

"El final", sobre los presidentes argentinos y la culminación de sus mandatos

Editado por Ediciones B, "El final", de Pablo Mendelevich, es un libro quereconstruye la relación de los presidentes argentinos con la culminación desus respectivos mandatos. "De Rivadavia a Cristina Kirchner", es el subtítulode este volumen, que propone observar cuánto duran los gobiernos paraapreciar hasta qué punto la inestabilidad institucional ha sido algo normalen la Argentina.

"Si gobernar la Argentina es difícil, dejar el gobierno lo es más aún", asegu-ra su autor y recuerda que a lo largo de la historia, menos de un tercio de lospresidentes logró ajustar la duración del mandato a lo establecido en laConstitución (cuatro o seis años, según el momento histórico), lo que equi-vale a decir que muy pocos consiguieron, hasta hoy, dejar el poder de mane-ra no traumática.

No sólo la mayoría de los presidentes se fueron mal —o fuera de hora— si-no que, literalmente, salieron de la Casa Rosada de las formas más estrafala-rias.

Hubo uno que pidió un taxi (Illia), otro salió caminando sin que nadie loadvirtiera (Farrell), dos lo hicieron en helicóptero, aunque por razones di-versas (Isabel Perón y De la Rúa), uno voló en avión a la isla Martín García(Frondizi) y otros dos salieron embarcados (Yrigoyen y Perón), aunque noen plan de descanso: los obligaron a permanecer flotando en sendos barcosde guerra (Yrigoyen al final navego hasta Martín García, donde lo tuvieronpreso un año y medio, y a Perón lo despacharon a Paraguay en hidroavión).

"Este es un libro que hurga en el desempeño y en la vida de cada uno de lospresidentes argentinos para entender, en particular, cómo y por qué se fue-ron del poder. Es un libro de historia y de análisis político, pero no fue escritopor un historiador sino por un periodista".

Pablo Mendelevich no se ha arrogado la capacidad de zanjar discusioneslegendarias, pero sí ha hecho gala de su profesionalismo relevando infor-mación, con una nutrida investigación bibliográfica y consultas a especia-listas; recolectando testimonios y contrastando fuentes ■

Tom Rachman, autor de "Los imperfeccionistas".

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8 C U L T U R A Domingo 24•10•2010

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

8Se le concede la extraordinaria excepción de hacer-le una única pregunta a uno de sus tantos escritores

predilectos. ¿Qué le preguntaría?-Sin necesidad de hurgar en "inteligencias", les pre-

guntaría dónde adquirieron la capacidad para hacerlotan bien.

Lucas, un tal Lucas, se acercaba a la esquinay veía venir de frente a su vecino, las pocas ga-nas de saludarlo se tatuaron en su rostro y suestómago le avisó que ese encuentro lo poníanervioso. Cuando se cruzaron cara a cara semiraron indiferentes y con un simple hola si-guieron sus respectivos caminos, la sensaciónextraña que se alojaba en el interior de la pan-za lo acompañó el resto del viaje, no sabía porqué. Las semanas pasaron con los trámitesusuales, realizaba los quehaceres de siempre ylos goces acostumbrados junto a esa incesan-te extrañeza que acumulaba el interior de sucuerpo ahora sumado a una constante sensa-ción de apretar los dientes, con las dudas quese acercaban rápidamente a su cabeza. Qué se-ría se preguntaba sin obtener respuesta y ha-ciendo lo que debía o quería según la ocasióny si el tiempo disponible lo permitía. Extrañosfueron los días que proseguían, la molestia desu estómago no cesaba y cada comida que in-gería era un problema, la tensión que proyec-taba su sistema aclamaba por atención quenunca antes había pedido. La preocupaciónpasó a ser un integrante importante en su vi-da. Después de un tiempo, no sabría decircuanto, decidió que lo viera un médico quienno pudo darle una respuesta certera a simpleexamen. Propuso que se haga los chequeosrutinarios, pero estos fracasaron también. Elmédico desconcertado por no encontrar con-clusión a sus dolencias o, como decía Lucas,“incomodidad interna” siguió con las prue-bas mas exhaustivas, las que preocupan. Larespuesta fue la misma: sin conclusión. Lucasvisitó especialistas de todo tipo, (hasta esos delos cuales no se sabe qué hacen) todos los re-comendados y algunos más también. Laspruebas arrojaban los mismos resultados nu-los que al inicio de las consultas, pero él noquería rendirse porque su incomodidad inte-rior no lo hacía tampoco. Los años pasaroncon los dientes tiesos y la panza apretada y Lu-cas los recordaba cada mañana, cada tarde ycada noche como el primer día en que el indi-ferente vecino le escupió un hola sin impor-tancia, igual que él. Las noches las pasaba ad-mirando cada rincón del techo que dormíasobre su cama, los detalles ya le eran familia-res y los recordaba en la calle mientras cami-naba para pensar un poco, tal vez de esa formapodría distraerse de esa incomodidad internaque lo acechaba y no descansaba justo comoLucas, que intentaba, pero no lograba dejarde sentir. Desde que empezaron los síntomas,que había comentado a sus allegados sus mo-lestias y lógicamente todos aconsejaron ir aldoctor como hizo al poco tiempo del inicio desu encuentro con su vecino, de ese hola tan se-co… pero nada. El día que Matías se le acercó acomentarle que por una de esas casualidadesestuvo hablando con un alguien y le comentólo que le pasaba, este alguien le dijo que unamigo de un amigo de un amigo suyo en al-gún momento sufrió de algo similar por loque recordaba. La ilusión en el rostro de Lucasfue tan transparente como inesperada la noti-cia, la brecha que se abría en el futuro por unaposibilidad de terminar con lo que no loabandonaba, que lo había adoptado desde elestúpido hola al estúpido vecino. Enseguidaquiso saber quién era, dónde lo encontraba.Matías, atajando las preguntas insistentes,prometió ayudarlo a dar con el paradero delamigo del amigo del amigo del conocido suyoy fueron a buscarlo en ese momento. Matíasno tenía opción, notó el desespero. La prime-ra parada fue su conocido, quien dijo no re-cordar el nombre y sonrió al saber que quienestaba frente a sus ojos era quien tenía esa cu-

riosa incomodidad interna hace ya un largotiempo. Prometió comunicarse de inmediatocon su amigo el que le había contado la histo-ria. Lo llamó y les pidió que vayan a su casa,fueron los tres. El conocido de Matías tocó eltimbre, los saludó y al verlo a Lucas sonrió dela misma idiota manera. Lucas lo odió con lamirada, pero podría ser su punto final, el ex-terminio de lo que convivía con él en su cuer-po. Les dijo que de inmediato llamaría a suamigo que seguro les podría proveer la infor-mación. Así lo hizo y los cuatro fueron a su ca-sa. El amigo del conocido de Matías, su cono-cido, Matías y Lucas estaban frente a su puer-ta, el primero golpeó la puerta, el maldito son-rió, Lucas ya se estaba acostumbrando, sinperder tiempo le preguntaron, entró, tardóunos minutos y dijo que su amigo iba a estaren su casa, debían ir para allá. Así lo hicieron,el amigo del amigo del conocido de Matías, suamigo, el conocido de Matías, Matías y Lucasestaban frente a la casa del que en algún mo-mento de su vida sufrió algo similar o tal vezno a lo que ahora y hace algún tiempo ya su-fría Lucas, llamaron a la puerta, los atendió yno sonrió, Lucas entendió que él si lo com-prendía y lo tenía superado, la tranquilidaden los movimientos y la expresión de la caraera obvia, estuvo igual, pero ya no. Lo hizo pa-sar solamente a Lucas, le pidió que espere en elcomedor mientras buscaba en su dormitoriouna tarjeta. Lucas obedeció y enseguida vol-vió con lo prometido y sin decir palabra le ex-tendió la mano, movimiento que empujó aLucas a imitarlo y como recompensa trabó so-bre sus dedos la tarjeta con la dirección de sucura. Le deseó suerte mientras lo acompaña-ba a la puerta. Afuera estaban los demás, agra-deció su ayuda y partió en busca de su cura, sesentía cerca, apretaba fuerte el papel mirandodecidido hacia delante caminando muy rápi-do hasta que encontró el primer taxi, se subióy le dijo sin saludar al taxista luego de mirarnuevamente la tarjeta que ya estaba arrugada:

“Roque Saenz Peña al final de la calle, lo másrápido que pueda, por favor”, adepto a su ofi-cio, el taxista siguió las instrucciones al pie dela letra y en menos de veinte minutos Lucasestaba en medio de la nada, frente a un case-rón enorme buscando en la billetera hasta lasúltimas monedas para pagar el viaje. Dos gol-pes secos dio a la puerta de doble hoja antiguaque iniciaba la casa, los pasos de adentro sesentían crujir por las maderas que seguro re-cubrían el piso de la casa, escuchó el chirriarlento de la puerta y tuvo que inclinar la cabezaal ver a la viejita casi enana que con un rostroamable y sereno lo invitó a entrar. El interiorera como imaginaba los segundos antes depasar el umbral de doble hoja, apenas entra-ron Lucas intentó narrarle los motivos de suvisita, pero la pequeña anciana lo interrum-pió diciéndole que la gente la visitaba sólo poruna razón, sabía por qué estaba ahí y luego

prometió curarlo. Caminaron hasta un salóndebajo de la casa, un lugar oscuro alumbradosólo por tres velas que encendió cuando ya seencontraban ahí, le pidió que se recueste enuno de los inmensos almohadones que se ha-llaban desparramados en el suelo y dijo estaspalabras: “Serás sanado si me crees lo que tevoy a contar”. Lucas guardó silencio, valía lapena escuchar.

-El tiempo es nuestro enemigo natural, ha-ce ya muchos siglos atrás se le dio la numera-ción que aprovechamos hoy en día. Todoscontamos las horas, los minutos y los segun-dos. Los años, las décadas nos cuentan a noso-tros. Para el tiempo somos una insignifican-cia tan ínfima que no entra en nuestra razón,él existe desde siempre y no sé por qué le deci-mos tiempo. Como todo gran ser tiene la de-bilidad de abusar de su enorme poder y es poreso que a veces nosotros, los débiles, podemosenfermarnos del tiempo - Lucas no pudo evi-tar interrumpir.

-¿Me dice que estoy enfermo del tiempo? -Exacto, no es una enfermedad que tenga

nombre. Es como la viruela antes de que se lla-mara viruela – continuó -. Te decía que a vecesenfermamos de tiempo, pensando siempresobre lo que tenemos que hacer y como lo va-mos a hacer, donde tenemos que ir y conquien, pero sobre todo a que hora vamos a ha-cer todo eso. Ahí es donde el tiempo entra enacción y algunas veces se aprovecha de su po-der y nos come por dentro.

-Entonces no me puede curar como me di-jo, es imposible hacer desaparecer el tiempo,voy a vivir toda mi vida así, ¡No lo aguantomás! – Ya cansado de su situación Lucas largóa llorar, sus lágrimas endulzaron aún más latierna expresión que vivía cómodamente enel rostro de la anciana que lo miraba comouna madre.

-Por supuesto que no -dijo ella- es imposi-ble detener el tiempo, pero podés aprender avivir sin que sea tu dueño, eso es todo, si real-mente querés curarte, yo te voy a enseñar to-do lo que sé para que seas una persona nueva.

La alegría de Lucas volvió como por arte demagia, por primera vez desde aquel nefastosaludo no sintió la opresión que lo apretaba yle recordaba continuamente que la incomo-didad interna estaba ahí como en cierta formaestá dentro de todos, ese malestar imaginariopasó a ser un espectador dentro de su vida. Lu-cas tiró el reloj, la anciana preparó té y se que-daron conversando de sus vidas hasta vaya asaber uno qué hora ■

Lucas contra el tiempoPor Román Onguino

Joven escritor local presenta "Lo inevitable"

"Lo inevitable", del escritor local Adrián Sa-linas, es la novela que se presentará hoy a las18.30 en el centro cultural Osvaldo Soriano(25 de Mayo y Catamarca). Publicada por elsello marplatense "Editorial Martín", la no-vela de veintiséis capítulos es una historiafantástica de seis personajes. Narrada conmisterio, transcurre en una ciudad imagi-naria, donde cinco estudiantes y un per-sonaje fantasmagórico -que sólo apare-ce en sueños- se involucran en un posi-ble asesinato. Salinas es un joven escri-tor, tiene 23 años y estudia Derecho ■

La ilustración pertenece a Guillermo Pinuer, estudiante de la carrera de Ilustración de laEscuela de Artes Visuales "Martín Malharro" de Mar del Plata.