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    ASI HABLA ELCORAZN

    Johanna Lindsey

    Versin electrnica empleada nicamente como copia deseguridad

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    Francia, 972 d. de J .C.

    Brigitte de Louroux suspir, sin apartar sus claros ojos azules del ganso cebado

    que yaca frente a ella sobre la mesa de trabajo. Con el ceo fruncido,concentrada, la joven continu desplumando el animal, tal como le habanenseado recientemente. Era sta una tarea nueva para esa chica de diecisieteaos, pero slo una de las muchas a las que, con lentitud, ya comenzaba ahabituarse. Fatigada, la muchacha se apart del rostro un mechn de su largacabellera rubia.La sangre del ganso sacrificado salpic el delantal y la parte inferior de latnica de lana parda, que le asomaba por abajo. Todos los finos vestidos deBrigitte se hallaban estropeados por las inmundas tareas que ahora le eranimpuestas. Sin embargo, esa fatigosa labor haba sido elegida por ella, serecord la joven a s misma: su propia y obstinada eleccin.

    Al otro lado de la mesa se encontraba Eudora, cuya tarea Brigitte se hallabaejecutando. Los ojos pardos de Eudora miraron compasivos a su ama, hastaque sta levant la mirada y sonri con expresin protectora.-No es justo!- sise la criada, y sus ojos se pusieron sbitamente redondos porla furia.- Yo, que he servido en la casa de su padre durante toda mi vida, y muyfeliz de hacerlo, debo permanecer ociosa mientras vos trabajis.Brigitte baj la mirada y sus ojos azules se humedecieron.-Es mejor esto que rendirme a los planes que Druoda ha urdido para m-murmur la nia.-Esa dama es muy cruel.-Me siento inclinada a asentir -dijo Brigitte con voz suave.-Temo que no leagrado a la ta de mi hermano.-Es una arpa! -exclam Eudora con vehemencia.La madre de Eudora, Althea, atraves la cocina, agitando una enorme cuchara.-Eres demasiado benvola, Eudora. Druoda nos obliga a llamarle lady, pero noes sino una vaca perezosa. Cada da que pasa, se vuelve ms obesa, mientrasque yo no he hecho ms que perder peso desde que lleg. Me ha dicho queme cortar los dedos si pruebo el alimento mientras cocino, pero, me pregunto,qu cocinero puede cocinar sin catar su comida? Debo probar lo que cocino,sin embargo, ella me lo prohbe. Qu puedo hacer?Eudora sonri con una mueca.

    -Puedes echarle excrementos de pollo en su comida y rogar que ella no lodescubra, eso puedes hacer. Brigitte ri.-T no te atreveras, Althea. Druoda te pegara, o incluso, llegara quizs adespedirte. Hasta podra matarte.-Sin duda, estis en lo cierto, milady. -Althea solt una breve risita, y todo suenorme cuerpo se sacudi. Pero ha sido agradable imaginarlo, saborearlocomo si se tratara de una deliciosa torta.Eudora volvi a ponerse seria con rapidez. -Todo ha sido terrible para nosotrosdesde que Druoda comenz a mandar aqu. Es una dama muy cruel, y eseesposo cobarde que tiene no hace nada por detenerla. Lady Brigitte no mereceser tratada como la sirvienta ms humilde de la mansin. -Su furia se intensific

    -. Ella es la hija de la casa y su hermanastro debera haber asegurado elporvenir de la muchacha despus de la muerte de su padre. Ahora que l...

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    Eudora se detuvo bruscamente y baj la cabeza avergonzada, pero Brigittesonri.-Est bien, Eudora. Quintin est muerto y soy consciente de ello.-Slo quise decir que l debera haber hecho ciertos arreglos con su seor. Noes justo que vos debis someterte a la voluntad de una mujer como Druoda.

    Ella y su esposo vinieron aqu suplicando la clemencia de lord Quintin tanpronto como muri el barn. El muchacho no debera haberles admitidoentonces. Ahora ya es demasiado tarde. Ambos parecen creer que este feudoles pertenece, y no a vos. Vuestro hermano fue un gran hombre, pero en estecaso...Brigitte silenci a la otra joven con una mirada severa, y sus claros ojos azulesbrillaron con ferocidad. -Eres injusta con Quintin, Eudora. Mi hermanastro nopoda saber que Druoda me mantendra alejada del conde Arnulf. Pero elconde es nuestro seor y, desde ahora, mi legtimo tutor, no importa lo queDruoda diga, l mismo se ocupar de establecer mi condicin. Slo debo llegarhasta l.

    -Y cmo lograris llegar al conde si Druoda no os permite abandonar lamansin? -pregunt Eudora acaloradamente.-Encontrar una forma. -La voz de Brigitte no pareca convincente.-Si tan slo tuvierais familia en alguna parte.-Althea suspir, sacudiendo lacabeza.-No tengo a nadie. T deberas saberlo, Althea, puesto que te encontrabas aqucuando mi padre se convirti en el seor de Lourox. l contaba con pocosparientes, y los ltimos perecieron en la campaa del rey para recuperarLotharingia. Por parte de mi madre no haba nadie, dado que ella seencontraba bajo la tutela del conde Arnulf cuando se cas con el barn.

    -Milady, Druoda os est forzando a trabajar como si fueras una mera sierva.Pronto comenzar a golpearos tambin -afirm Eudora con tono serio-. Siconoces la forma de llegar hasta el conde Arnulf, entonces, te sugiero que lohagas de inmediato. No podrais enviar a un mensajero?Brigitte dej escapar un profundo suspiro.-Y a quin, Eudora? Los sirvientes haran con agrado lo que yo les pidiera,pero necesitan permiso para abandonar la mansin.-Leandor, sin duda, estara dispuesto a ayudaros. O, incluso, alguno de losvasallos - insisti Eudora. -Druoda mantiene tambin a Leandor confinado en lamansin - declar Brigitte-. Ni siquiera le permite ir hasta la abada de Bourges

    a comprar vino. Y ha convencido a los vasallos de mi hermano de que suesposo, Walafrid, ser senescal aqu una vez que ella logre desposarme, y deque me encontrar un marido que no se atrever a despedirlos... de maneraque ninguno de ellos osar desobedecerle por mi causa... El conde Arnulf seencuentra a ms de un da de viaje desde Louroux. Cmo puedo llegar hastal?-Pero...-Cllate, Eudora! - orden Althea a su hija con una mirada de advertencia-.Ests molestando a nuestra ama. Acaso le permitiras viajar sola por lacampia?, Dejaras que se convirtiera en presa de ladrones y asesinos?Brigitte sinti un escalofro, pese al calor de los fuegos de la cocina y al sudor

    que le corra por la frente. Observ con pesar el ganso a medio desplumar ypens que sus perspectivas para el futuro no podan ser peores.

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    Eudora mir a la hija del barn con expresin compasiva.-Por qu no vais a alimentar a Wolff, milady? Yo terminar de desplumar elganso en tu lugar.-No. Si Hildegard entrara y no me encontrara trabajando, correra a contrseloa Druoda. Cuando Mavis se quej de que me forzaran a realizar esta tarea, fue

    golpeada y expulsada. Y yo no pude hacer nada para ayudar a mi vieja amiga.Los soldados siguen las rdenes de Druoda, no las mas. Y luego, enterarmede que Mavis haba muerto en la ruta, asesinada por unos ladrones! Perder aMavis fue como perder otra vez a mi madre. -La compostura de Brigittecomenz a desmoronarse con rapidez.De inmediato, la joven se sec las lgrimas que haban brotado de sus ojos.Desde su nacimiento, Mavis se haba encontrado a su lado como su dama decompaa. La anciana celta haba sido una segunda madre, un consuelo yayuda constante para su pequea, protegida desde la muerte de la verdaderamadre de la nia.-Id, milady. -Althea apart dulcemente a Brigitte de la mesa-. Id a alimentar a

    vuestro perro. El siempre logra animarte.-S, id, milady. -Eudora se acerc a la mesa para ocupar el lugar de su ama-.Yo terminar de desplumar el ganso. Y si viene Hildegard, la derribaremos abofetadas.Brigitte sonri ante la imagen de la obesa sirvienta de Druoda siendoabofeteada. Luego, tom un plato de sobras de comida para Wolff. Permitique Althea le colocara su manto de lana sobre los hombros y, antes deabandonar la cocina con cautela, se asegur de que el vestbulo estuvieravaco. Por fortuna, slo dos criados se encontraban all, atareados en esparcirnuevos juncos en el suelo, y ninguno de ellos alz la mirada.Brigitte conoca a todos los sirvientes de la mansin por su nombre, puesto queellos eran como de la familia; todos, excepto Hildegard, que haba llegado conDruoda y Walafrid. Esa haba sido una casa feliz antes de la inesperada muertede Quintn y la poco afortunada transformacin de la ta, de husped a ama.Fuera, el aire estaba fresco y el fuerte aroma de los rediles de animales,situados hacia el oeste, volaba con el viento. Brigitte camin en esa direccin,pasando junto a las habitaciones de la servidumbre, frente a los establos decaballos y cabras. Junto a stos, se encontraba el corral de las vacas y, msall, el aprisco de carneros y la porqueriza. Wolff se hallaba encerrado con losdems sabuesos en un inmenso redil, al lado del corral. As lo haba dispuestoDruoda. Wolff, el perro favorito de Brigitte, que nunca haba conocido ms que

    la libertad, ahora se encontraba tan prisionero como su duea.El padre de la nia haba encontrado al animal siete aos atrs, en el bosqueque cubra la mayor parte de las tierras entre Louroux y el ro Loira. Brigitteapenas haba cumplido los diez aos, cuando el barn llev el cachorro a casa.Era evidente el inmenso tamao que alcanzara el animal con el tiempo y, sinduda, no haba sido la intencin del hombre destinarlo como mascota de suhija. Empero la pequea se haba enamorado de Wolff a primera vista y, auncuando le estaba prohibido acercarse al perro, no era posible mantenerlaalejada. Pronto se descubri que el animal corresponda a la devocin de lania, y ya no hubo ms razn para inquietarse. Ahora que Brigitte meda unmetro sesenta de altura, la inmensa cabeza blanca de Wolff le llegaba casi al

    mentn. Y, cuando el animal se levantaba sobre sus patas traseras, superaba ala nia en ms de treinta centmetros.

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    Wolff haba percibido la proximidad de su duea y se sent a aguardarlaimpacientemente junto a la entrada de su redil. Era extrao, pero el perrosiempre pareca conocer los movimientos de Brigitte. A menudo, en el pasado,haba sabido cundo ella abandonaba la mansin y, de estar sujeto, se habadesatado para unrsele en la ruta. Siempre haba resultado imposible para la

    nia dirigirse a cualquier parte sin Wolff. Pero Brigitte ya no iba a ningn lado, ytampoco el perro.La joven sonri cuando abri el portn del redil, para luego volver a cerrarlo,una vez que su mascota estuvo fuera.-Te sientes como un rey, verdad?, al no tener que aguardar con tus amigoshasta la hora de la cena. -Se inclin para abrazarle, y sus largas trenzascayeron sobre la inmensa cabeza del animal. Aun cuando la mayora de lasmujeres de Berry acostumbraban a usar largos mantos de lino, Brigitte siemprelos haba detestado. Sus trenzas no eran indecentes, haba decidido la nia, yle agradaba la libertad de no llevar constantemente la cabeza cubierta, aunquesiempre usaba un manto de lino blanco para la iglesia.

    Su prenda interior consista, por lo general, en un vestido de lana hilada pardao, con tiempo clido, de un liviano algodn teido de color azul o amarillo. Sustnicas eran usualmente azules, de un lino claro en el verano y de una lanaoscura en el invierno.-Puedes agradecrselo a Althea por echarme fuera de la cocina, o no estaracontigo ahora.Wolff lanz un ladrido en direccin a la casa antes de atacar su comida. Brigitteri y se sent junto al perro, con la espalda apoyada contra las estacas delredil. Desde all, la joven mir por encima de la elevada pared que circundabala mansin.Era difcil ver ms all del alto muro, a menos que se elevara la mirada hacia lacopa de los rboles. Toda la mansin, los establos, las cabaas de lossirvientes y los parques estaban rodeados por gruesas paredes de piedra,ennegrecidas por el paso de los aos y marcadas por los conflictos blicos. Enla vida de Brigitte, la casa no se haba visto asediada, pero su abuelo habaluchado en varias batallas para conservar su feudo y, en su juventud, su padrehaba sufrido numerosos ataques contra su herencia. Los ltimos veinte aoshaban visto tantas guerras con los sarracenos, que casi nadie en Franciacontaba con los hombres necesarios para asediar a sus vecinos. Brigitteapenas si pudo divisar el huerto situado hacia el sur. La ltima vez que habavisto florecer los rboles frutales, su vida era completamente diferente. Un ao

    atrs, an haba tenido a Quintin y a Mavis. El feudo en el que haba moradotoda su vida haba pasado a manos de Quintin, aunque ella siempre habaconservado su dote matrimonial. Ahora todo le perteneca, pero no podagobernarlo. Deba desposarse, o la posesin del feudo volvera a poder delconde Arnulf.Brigitte reflexion sobre su patrimonio. Era una propiedad valiosa, connumerosos acres de tierra frtil en el centro de Francia, abundante fauna en losbosques y una prspera aldea. Y, durante veintisiete aos, todo habapertenecido a Thomas de Louroux, su padre.La mansin era magnfica. Lord Thomas la haba construido en el mismo lugarde la antigua casa, tras haber sido sta incendiada durante un ataque dirigido

    por un vasallo rebelde del conde Arnulf. La mitad de la aldea contigua a lamansin tambin haba sido quemada, con la consiguiente muerte de muchos

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    siervos. Las cabaas de argamasa y juncos del pueblo pudieron reemplazarsecon facilidad, pero no as los sirvientes. Con el tiempo, sin embargo, la aldeahaba crecido, y ahora contaba con una numerosa servidumbre, ligada a latierra y a Louroux. Un alczar se haba construido para proteger la propiedad,levantado sobre una colina desnuda a poco ms de un Kilmetro hacia el norte.

    Brigitte mir en esa direccin y observ la elevada torre iluminada por el sol dela tarde. All haba nacido Quintin. Un lugar desusado para un alumbramiento,pero la primera esposa de Thomas de Louroux se haba encontradoinspeccionando ah los pertrechos, en el momento de llegar los primerosdolores.Lord Thomas se haba desposado con Leonie de Gascua poco despus deconvertirse en vasallo del conde Arnulf. Lady Leonie era la hija de un caballerosin tierras, pero la pobreza de la dama no haba sido suficiente para desanimara un hombre enamorado. Ella brind a su esposo felicidad y un hermoso hijo,nacido poco despus de la boda. Pero la dicha no dur. Cuando Quintincumpli cuatro aos, su madre viaj a Gascua para asistir a la boda de su

    nica hermana, Druoda, con un escribiente, Walafrid de Gascua. Leonie ytodo su squito haban sido cruelmente asesinados por soldados de Magyar,mientras atravesaban Aquitaine en el viaje de regreso a Louroux.Thomas se hall fuera de s con su pena y el conde Arnulf, afligido ante ladesdicha de su vasallo predilecto, le persuadi a casarse con su hermosapupila, Rosamond de Berry. Despus de un adecuado perodo de luto, Thomasobedeci, y la encantadora Rosamond logr cautivar su corazn. La abundantedote de la dama result asimismo una bendicin para Louroux. Acaso algnotro hombre poda ser tan afortunado de amar a dos mujeres y encontrar lafelicidad con cada una de ellas?Unos aos despus, Rosamond di a luz una nia, a quien ella y Thomasllamaron Brigitte, la belleza augusta de la pequea fue evidente desde sunacimiento. Para entonces, Quintin tena ocho aos y ya era paje del condeArnulf, en cuyo castillo el muchacho se encontraba aprendiendo las habilidadesde un guerrero. Brigitte era una nia feliz, amada por sus padres y adorada porsu medio hermano. Si bien ella slo le vea en las breves visitas del muchachoa la mansin, no podra haberle amado ms aun cuando l hubiese sido suverdadero hermano, o hubiera vivido en su constante compaa.La vida era maravillosa para Brigitte, hasta que aconteci la muerte de sumadre, cuando ella slo contaba con doce aos. Poco despus, se sinti anms desolada cuando Quintin, armado caballero dos aos antes, parti con el

    conde Arnulf en una peregrinacin hacia Tierra Santa. Su padre la consoltanto como pudo, aunque su propia pena tambin era tremenda. El hombreconsinti terriblemente a su hija durante los aos siguientes. Brigitte se tornarrogante e irascible, pero su orgullo fue castigado cuando muri su padre tresaos ms tarde.Por fortuna, Quintin regres a casa en 970, poco despus de la muerte delbarn, para asumir la autoridad en el seoro de Louroux, tras unos meses,llegaron Druoda y su esposo, e instaron al muchacho a acogerlos en lamansin. Quintin no se atrevi a denegar las demandas de su ta y el marido.Druoda pareca una mujer sumisa y retrada. De hecho, Brigitte prcticamenteno notaba la presencia de la dama en la casa, excepto durante las comidas. Su

    hermano haba llegado para quedarse y eso era lo nico que le importaba a lapequea. Ambos se consolaban mutuamente por la muerte de su padre.

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    Entonces, el abad del monasterio borgos de Cluny fue secuestrado porpiratas sarracenos, mientras cruzaba los Alpes a travs del paso del Gran SanBernardo. El conde de Borgoa se encoleriz y solicit la ayuda de sus vecinospara deshacerse de las bandas de asaltantes sarracenos, que habanaterrorizado todos los pasajes occidentales de los Alpes y el sur de Francia

    durante ms de un siglo. Si bien el Conde Arnulf jams se haba visto acosadopor tales piratas, necesitaba a Borgoa como aliada, y acept enviar muchosde sus vasallos y caballeros para librar batalla contra los hostigadores. YQuintin fue tambin destinado a luchar.El muchacho se senta encantado. La vida de un caballero era la guerra, y lhaba estado ocioso durante ms de un ao. Tom a la mayora de susvasallos y hombres, y a la mitad de los soldados que vigilaban el alczar. Slodej atrs a sir Charles y a sir Einhard, ambos ancianos y propensos afrecuentes enfermedades, y tambin a sir Stephen, uno de los caballeros de lacasa.Y as pues, parti Quintin en una brillante maana, y fue sa la ltima vez que

    Brigitte vio a su hermanastro. La joven no poda precisar con exactitud cundoel escudero de Quintin, Hugh, le haba llevado las noticias de la muerte delmuchacho. Slo saba que haban pasado varios meses antes de que ellapudiera superar el fuerte impacto emocional y le dijeran que habantranscurrido semanas de las que no haba tenido conciencia. Poda, empero,recordar con claridad las palabras de Hugh: "Lord Quintin cay cuando losnobles franceses atacaron una de las bases piratas en la desembocadura delRdano." El dolor jams abandon a la joven.Brigitte se hallaba demasiado aturdida por las muertes acontecidas en sufamilia como para advertir los cambios que estaban teniendo lugar en la casa, opara preguntarse por qu los vasallos de Quintin no regresaban, o porquHugh haba vuelto a la costa sur, Mavis haba tratado de advertirle que notaratales cambios, en particular, la transformacin de Druoda. Pero no sino hastaencontrar a Wolff encerrado con los otros perros, comenz la nia acomprender.Brigitte se enfrent a Druoda. Fue entonces cuando, por primera vez, advirtique la ta de su hermano no era la mujer que ella haba credo conocer.-No me fastidies con pequeeces, nia! Tengo asuntos ms importantes queatender- dijo Druoda con arrogancia.Brigitte se irrit.-Con qu derecho...?

    -Con todo el derecho! -la interrumpi Druoda como nico pariente de tuhermano, como tu nico pariente, tengo todo el derecho de asumir la autoridaden esta casa. T an eres una doncella y necesitas un tutor. Naturalmente,Walafrid y yo seremos nombrados responsables.-No! -replic la nia-. El conde Arnulf ser mi tutor. El se ocupar de velar pormis intereses.Druoda era quince centmetros ms alta que Brigitte, y se le acerc paraamedrentarla.-Mi nia, t no tendrs voz en el asunto. Las doncellas no eligen a sus tutores.Ahora bien, si no tuvieras parientes, entonces el conde Arnulf, como seor detu hermano, pasara a ser tu tutor. Pero t no ests sola, Brigitte.

    Druoda esboz una sonrisa presumida al agregar: -Nos tienes a m y aWalafrid. El conde Arnulf nos otorgar tu tutora.

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    -Yo hablar con l -respondi la nia con seguridad.-Cmo? No puedes abandonar Louroux sin una escolta, y veo que tendr quenegrtela. Y el conde Arnulf no vendr hasta aqu, puesto que an no sabe queQuintin ha muerto.Brigitte ahog su exclamacin. -Por qu no ha sido informado?

    -Cre que sera mejor aguardar- dijo Druoda con indiferencia -. Hasta que tedesposaras. No hay necesidad de molestar a un hombre tan ocupado con labsqueda de un esposo adecuado, cuando yo soy perfectamente capaz deescogerlo sin su ayuda.-Escogerlo t? Jams! - exclam la nia con indignacin-. Yo mismaescoger mi esposo. Mi padre me prometi la libertad de elegir, y Quintinestuvo de acuerdo. El conde Arnulf lo sabe.-No seas ridcula. Una nia de tu edad es demasiado joven para tomar unadecisin tan importante. Pero qu idea tan absurda!-Entonces no me casar! - afirm Brigitte impulsivamente-. Me ordenar en unconvento de monjas! Druoda sonri y comenz a caminar por la habitacin con

    aire pensativo, mientras hablaba.-De veras? Una dama que jams ha trabajado en nada ms difcil que untorno de hilar? Pues entonces, si deseas ser novicia, debes comenzar deinmediato tu capacitacin. - Volvi a sonrer -. Sabas t que las noviciastrabajan da y noche como vulgares sirvientas? Brigitte alz el mentn conactitud desafiante, pero no respondi.-Puedes comenzar tu aprendizaje aqu y ahora, S, eso podra ayudar a mejorartu disposicin.La nia asinti obstinadamente. Le demostrara a Druoda que podra ser unaperfecta novicia. Tampoco se ech atrs cuando, unos pocos das ms tarde,regres a su recmara para encontrar que todas sus pertenencias habandesaparecido. Ah, Druoda la aguardaba para informarle que a las novicias noles estaba permitido poseer elegantes dormitorios y que, de all en ms,debera vivir en una de las chozas de los sirvientes al otro lado del patio.Aun as, Brigitte jams consider la idea de abandonar la mansin. Ni siquieracuando sir Stephen se rehus a llevar su mensaje a Arnulf, pens la nia enviajar sola hacia la casa del conde. Pero cuando Mavis fue expulsada conapenar unas ropas en la espalda, Brigitte tuvo que ser encerrada para impedirque se marchara con la doncella. Tres das despus, la joven fue liberada.El tiempo perdido no detuvo a la nia. Se dirigi directamente al establo, sinpensar en las consecuencias que podra acarrear el abandonar sola la

    mansin. Leandor, el alguacil de Louroux, le detall los peligros cuando ladescubri preparando su montura.-Si os marchis, os arriesgaris al estrupro y al asesinato -le haba advertido elhombre, ofuscado ante la imprudencia de la nia-. Milady, no puedo dejaros irsin escolta.-Me ir, Leandor -le haba respondido Brigitte con tono firme-. Si no puedoencontrar a Mavis, entonces, cabalgar hasta el castillo del conde Arnulf yconseguir su ayuda. Ya es hora de que l se entere de las sucias jugadas dela ta de mi hermano. Debera haberme marchado mucho antes.-Y si os atacan en el camino?-Nadie se atrevera. La pena por herir a una mujer noble es demasiado grande.

    Debo encontrar a Mavis. Leandor baj la cabeza.-No deseaba revelaros, pero vuestra dama de compaa fue encontrada

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    anoche. Est muerta.La nia retrocedi estupefacta. -No -susurr, sacudiendo la cabeza-. No,Leandor.-Una mujer sola nunca est segura, ni siquiera una tierna anciana como Mavis.Y vos, milady, con vuestra belleza, os arriesgaras a mucho ms que al

    asesinato.Ante la inesperada muerte de su fiel amiga, la joven se haba sentido abatidauna vez ms. Y las siniestras predicciones de Leandor haban logrado debilitarsu determinacin de abandonar la casa sin escolta. Aguardara. Tarde otemprano, el conde Arnulf tendra que aparecer. Entretanto, Druoda deba creerque ella an tena intenciones de ingresar en un convento. Tal vez, esodetendra los propsitos casamenteros de la dama... al menos, por un tiempo.

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    Arles, una antigua ciudad en el corazn de Provenza, haba sido construidavarios siglos atrs a orillas del ro Rdano. Alguna vez fue una importantecomunidad romana, era denominada "la pequea Roma", y an se

    conservaban de esa poca algunas antigedades, como un palacio levantadopor Constantino, un anfiteatro y una arena, todava intactos.Arles era una ciudad desconocida para Rowland de Montville. Pero incluso unlugar extrao jams poda presentar dificultades para un joven caballero.Desde el momento de abandonar su hogar en Normanda seis aos atrs, elmuchacho se haba enfrentado a incontables desafos y advertido cundeficiente era, en realidad, su educacin.Rowland haba aprendido el arte de escribir, hecho poco comn entre losnobles, y era adems un diestro guerrero. Pero muchos nobles franceses sininstruccin le consideraban vulgar, intratable, porque el joven no era refinado.El muchacho se asemejaba a su padre, un rstico noble rural.

    El joven era consciente de su falta de refinamiento. En todos esos aos,despus de abandonar a Luthor de Montville, ms de una vez haba maldecidoa su padre por haber descuidado ese aspecto de su educacin. Las damas sesentan agraviadas por Rowland. Los caballeros de menor categora rean antesu vulgaridad, lo cual haba provocado ms de una rencilla durante todo esetiempo.El muchacho trat de mejorar. Hizo que su escudero le enseara las correctasreglas de urbanidad, pero sus modales recientemente adquiridos le resultabanafectadosy se senta muy tonto. Cmo podra deshacerse de los dieciocho aos deeducacin vulgar? Sin duda, no era sa una tarea fcil de ejecutar.En Arles, el joven se sorprendi al toparse con otro caballero instruido porLuthor. Roger de Mezidon tena el alma negra, si era eso posible, y Rowlandhaba esperado no volver a ver al hombre nunca ms. El muchacho an no sehaba recuperado de su asombro, cuando fue abordado por Gui de Falaise,quien haba viajado hasta Arles precisamente para encontrarle.-Las rdenes de tu padre fueron, como de costumbre, muy explcitas -declarGui, luego de abrazarse con Rowland e intercambiarse noticias. Haca seisaos que no se vean, pero, alguna vez, haban sido muy ntimos amigos - Yono deba regresar a la mansin sin antes haberte encontrado!-En ese caso, no has faltado a tu deber -afirm Rowland con sequedad.

    Al muchacho no le complaca que Gui hubiera jurado lealtad a su padre, peroera consciente de que el hombre no conoca a Luthor tan bien como l.-Bueno, encontrarte era slo parte de mi misin- reconoci Gui-. La otra partees llevarte de regreso conmigo. Rowland se sorprendi, pero se forz a ocultarsu asombro.-Por qu? -pregunt con tono severo-. Acaso la edad ha logrado enternecera mi padre? Olvid l que me expuls de la casa?-Sigues an resentido, Rowland? -Los ojos verdes de Gui reflejaron unaprofunda preocupacin.-T sabes que yo slo quera luchar por el rey de Francia, que era el seor denuestro duque. Pero Luthor se neg. Me convirti en un valeroso guerrero, pero

    jams me permiti demostrar mis habilidades. Santo Dios, en toda mi vida nome haba alejado de Montville ni una sola vez, y all estaba yo, con dieciocho

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    aos y armado caballero, y mi padre pretenda retenerme en casa como si setratara de un beb de paales. No me fue posible tolerarlo.-Pero tu ria con Luthor no fue peor que otras - insisti Gui-. Te golpe, comosiempre lo haca, cuerpo a cuerpo.Los ojos azules de Rowland se oscurecieron.

    -S, eso viste t, pero no oste las palabras que se pronunciaron luego. Yotambin fui responsable, lo admito, porque l me provoc con su presuncin deque jams perdera un combate frente a m, ni aun cuando se estuvieraacercando a la tumba. Si l no hubiese hecho tal alarde delante de su esposa ehijas, yo no habra afirmado que me marchara sin su permiso para,probablemente, no regresar jams. Pero lo dije ofuscado, y l entoncesrespondi: "Vete y ser el fin! Jams te permitir que regreses!".-No saba que habais llegado a tanto. Pero eso ocurri hace seis aos,Rowland, y las palabras dichas con furia no deben ser recordadas parasiempre.-Pero l lo dijo, y mi padre jams se retracta. Aun cuando est equivocado, y

    sabe muy bien que lo est, no es capaz de rectificar.-Lo siento, Rowland. Nunca supe la gravedad de la disputa. Te marchaste, y yosaba que habas peleado con Luthor, pero l jams volvi a hablar de ellodesde que te fuiste. Ahora comprendo por qu l nunca estuvo seguro de sivolveras a casa o no. Pero s que el viejo guerrero te ha echado de menos.Estoy convencido de que habra enviado por ti mucho antes, si hubieseencontrado la forma de hacerlo sin perder su prestigio. T conoces a Luthor: estodo orgullo.-An no me has dicho por que ha sido levantada mi expulsin.- Tu padre quiere que ests cerca para reclamar su feudo en caso de que lmuera - le inform Gui con brusquedad.El rostro de Rowland empalideci lentamente. -Luthor se est muriendo?-No! No quise decir eso. Pero se est gestando cierto problema. Tuhermanastra, Brenda, se ha casado.-De modo que la bruja por fin ha conseguido compaero -Roland dej escaparuna breve risita.- Presumo que el sujeto ha de ser estpido y de aspectorepugnante.-No, Rowland, se cas con Thurston de Mezidon.-El hermano de Roger!- exclam Rowland. -El mismo.-Por qu? Thurston era un hombre apuesto y agradaba mucho a las damas.Por qu querra l casarse con Brenda? La muchacha no es slo tan arpa

    como su madre, sino que adems es terriblemente fea.-Creo que la dote de la joven le atrajo -sugiri Gui con tono vacilante.-Pero la dote matrimonial de Brenda no era muy grande.-O que ella le hizo creer lo contrario; as de enamorada estaba la muchacha.Tambin se dice que Thurston casi la mata a golpes en la noche de bodas, unavez que descubri que la dote no era ni la mitad de lo que l haba esperado.-Supongo que eso no era ms de lo que esa joven mereca - dijo Rowlandespontneamente.Era sabida la falta de amor entre Rowland y sus dos hermanastras mayores. Elmuchacho haba sufrido cruelmente en manos de las mujeres desde su mstierna infancia sin nadie que le protegiera. En verdad no senta nada por ellas

    ahora, ni siquiera compasin.-Y mi hermana Ilse -prosigui Rowland-, ella y su esposo continan viviendo

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    con Luthor?-Oh, si. Geoffrey jams abandona sus borracheras lo suficiente como paraconstruir una mansin en su pequeo feudo - respondi Gui con tonodespectivo-. Pero se ha producido un importante cambio. Geoffrey sbitamenteha entablado una ntima amistad con Thurston. - Y?

    - Ese es un mal presagio para Luthor. Tiene un hijo poltico que est furioso porla miserable dote de Brenda y que quiere mucho ms de Montville. Su otro hijopoltico vive bajo su mismo techo y es afable con Thurston. Luthor siente quedebe mantenerse en guardia ahora, puesto que es muy posible que sus doshijos polticos se unan en su contra.-Qu puede temer Luthor? Tiene suficientes hombres.-No subestimes a Thurston. Ese sujeto tiene la ambicin y la codicia de doshombres. Rapia en Bretaoa y en Maine, ha logrado juntar un ejrcito bastantegrande, lo suficiente como para que Luthor tuviera que reforzar Montville.Seguro que se desatar una guerra si no asesinan antes al anciano seor.-Crees que Thurston sera capaz de recurrir al asesinato?

    - S, Rowland, eso creo. Ya ha habido un accidente inexplicable. Y si murieraLuthor sin que t estuvieras all para reclamar Montville, Thurston y Geoffrey 1oreclamaran para s y necesitaras un ejrcito tan poderoso como el del duquepara recuperarlo.-Y si no lo quiero?-No puedes decir eso, Rowland! Seras capaz de abandonar los caballos queamas, la tierra que Luthor desea para t?Rowland enred una mano en su abundante cabellera ondulada. No habarazn para fingir.-Es verdad, lo deseo. Es lo nico que quiero de Luthor.-Entonces, regresars a casa? - pregunt Gui, esperanzado-. Aunque hayasjurado no hacerlo? -Yo soy como mi padre en muchos aspectos, Gui, perocuando afirmo una necedad, no me la llevo a la tumba. La sostengo duranteunos pocos aos, tal vez, pero no para siempre. - Rowland solt una leve risita-. Aunque l tambin se ha retractado, o al menos, eso parece. -Has cambiado,mi viejo amigo. Recuerdo tus muchas peleas con Roger de Mezidon sloporque no queras rectificar una aseveracin. Te has topado con esesinvergenza en alguno de tus viajes?-Est aqu, con el conde de Limousin.- Gui se sorprendi.-Nos hemos enterado de la habilidad de Roger. Ha logrado juntar tierras portodo el reino. Me pregunto cmo tiene tiempo de servir a tantos seores.

    -Es tan codicioso como su hermano mayor, Thurston.-Y has hablado con Roger? -pregunto Gui con ansiedad.Rowland se encogi de hombros.-S, le v. No me provoc tanto como sola hacerlo, pero ahora no est tanseguro de poder vencerme. -Has crecido mucho desde la ltima vez que te v.Ests ms alto y ms musculoso tambin. Apostara a que incluso eres msalto que Luthor ahora, y an no he visto a un solo hombre que pudiera mirar alanciano con desprecio desde arriba.Los labios de Rowland se curvaron en una mueca de satisfaccin.-Sea como fuere, he superado a Roger, para desgracia del bribn.-Pero has cambiado en otros aspectos? -se aventur a preguntar Gui, y sus

    ojos verdes brillaron con picarda-. Acaso los francos lograron ablandarte?-Agach sbitamente la cabeza, anticipando el golpe burlesco de su amigo -.

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    No? Es de suponer entonces que ahora tendremos dos Luthors en casa?Rowland solt un gruido.-Al menos, yo slo golpeo cuando alguien me provoca, lo cual es mucho msde lo que puede decirse de mi padre.Era verdad. Luthor de Montville era un hombre rudo, recio, a quien otros

    seores enviaban sus hijos para adiestrarse, dado que los nios regresaban acasa convertidos en fuertes y diestros guerreros.Rowland era el nico hijo varn de Luthor, su bastardo. El lord no dabaimportancia a ese hecho, pero el muchacho detestaba su condicin. La madrede Rowland proceda de una aldea cercana. Una mujer sin rango ni familia,haba muerto en el alumbramiento, segn haban informado al muchacho, y lapartera tom al nio a su cuidado. Luthor jams supo de la existencia de esehijo hasta un ao y medio ms tarde, cuando la anciana que haba atendido aRowland estaba a punto de morir e hizo llamar al lord.Luthor no tena otro hijo varn, por lo que llev a casa a Rowland junto a suesposa, expresando una vez ms su desprecio hacia Hedda, porque sta slo

    le haba dado dos nias. Hedda odi al beb desde el primer momento y jamsse ocup de l, hasta que el nio creci lo suficiente como para sentir lamaldad de su madrastra. Desde que Rowland cumpli los tres aos, Hedda ysus hijas le pegaban por cualquier razn.Luthor jams hizo ningn esfuerzo por impedir el cruel tratamiento de que eraobjeto su hijo. El mismo haba sido criado con rudeza y crea que toda sufuerza se deba a su dura juventud.Con su padre, Rowland aprendi a reprimir la ternura y a controlar todos sussentimientos, excepto la ira. El muchacho fue entrenado para correr, saltar,nadar, cabalgar, lanzar la jabalina o el hacha de armas con increble precisin,y empuar la espada o usar los puos con brutalidad y destreza. Luthor supoensear bien a su hijo, golpendole por los errores cometidos y elogindole demuy mala gana los aciertos.La niez del muchacho qued marcada por zurras recibidas no slo dentro,sino tambin fuera del hogar, ya que los hijos de los nobles llevados a Luthorpara el adiestramiento eran maliciosos, en especial, Roger de Mezidon, quienera dos aos mayor que Rowland y haba llegado a Montville cuando el nioapenas tena cinco. Las tundas diarias continuaron hasta que Rowland adquirisuficiente fuerza para defenderse. Y si Luthor no impidi los crueles tratos deHedda y sus dos hijas cuando el muchacho era pequeo e indefenso, tampocodetuvo a Rowland cuando ste creci lo suficiente para devolver los golpes.

    La vida result ms fcil para el joven una vez que respondi al primer ataque.En adelante, no volvi a ejercer represalias contra las mujeres de la casa.Prefiri ignorarlas. Ya no haba razn para temer el abuso de las damas y slose ocup de repeler los golpes de los muchachos mayores y de Luthor.-Podemos partir por la maana? -pregunt Gui a su amigo cuando llegaron ala tienda de Rowland en las afueras de Arles. Una vez ganada la batalla, laciudad entera se haba entregado a la celebracin y ya no haba razn parapermanecer all.- Cuanto antes nos marchemos, mejor. Me ha llevado casimedio ao encontrarte.-Y qu te hizo buscarme aqu? -inquiri Rowland.-La batalla, desde luego -respondi Gui con una amplia sonrisa-. Si algo he

    aprendido es que dondequiera que est la guerra, all estars t. Ya debes detener tantos feudos como Roger, despus de todas las batallas que has librado.

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    Rowland dej escapar una breve risa y sus ojos brillaron como zafiros.-Yo peleo por oro, jams por tierra. La tierra necesita cuidados, y me agrada lalibertad de vagar a mi placer.-Entonces, debes de poseer una cuantiosa fortuna en oro.Rowland sacudi la cabeza.

    -La mayor parte se fue en mujeres y bebida, pero aun as, tengo algunafortuna.-Y saqueos de los sarracenos?-Eso tambin. Esos piratas tienen sedas y piezas de cristal, orfebrera ylmparas en oro, por no mencionar las joyas.-Y la batalla?-Hubo muchas batallas -Respondi Rowland- Los sarracenos tienencampamentos a lo largo de toda la costa. Pero la ms importante se encuentraen Niza. Sin embargo, no tuvieron una buena actuacin, porque peleaban sinarmadura. Cayeron como campesinos frente a los hbiles caballeros. Algunoslograron escapar en sus navos, pero saqueamos sus campamentos y luego les

    prendimos fuego.-Supongo que llegu justo a tiempo, entonces.-S. Mis servicios al duque de Borgoa han terminado. Podemos partir por lamaana. Pero esta noche, esta noche te har pasar un rato agradable, monami. Conozco una taberna apropiada junto a la entrada del norte, donde sirvenun sabroso potaje y cerveza dulce. -Rowland ri de repente.- No te imaginascunto he echado de menos el ale de mi padre. Los franceses puedenahogarse en su maldito vino, yo siempre estar dispuesto a beber ale con loscampesinos.Rowland se sujet la correa de la vaina y enfund su larga espada; luego, secoloc un largo manto de lana sobre los hombros. Atrs dej la cota y laarmadura. El muchacho haba crecido para convertirse en un hombre deesplndida figura, pens Gui con satisfaccin. Duro como una roca, firme yfuerte, Rowland era un verdadero guerrero. Lo admitiera o no, Luthor estaraorgulloso de tener a este hijo a su lado en la batalla.Gui dej escapar un suspiro. Rowland haba crecido sin el amor de una solapersona. Era natural que, en ocasiones, el muchacho fuera hosco, cruel eirascible; tena todo el derecho a serlo. Aun as, Rowland tambin poseaexcelentes cualidades. Era capaz de demostrar tanta lealtad por un hombre,como odio por otro. Y no le faltaba sentido del humor. En verdad, Rowland eraun gran hombre.

    -Debo advertirte, Gui -dijo el muchacho cuando entraron el la ciudad.- Roger deMezidon tambin ha descubierto las virtudes de la taberna a la que nosdirigimos, ya que cierta doncella ha atrapado su inters all.-Y el tuyo tambin, sin duda -acot Gui con tono divertido.- T y l siempre oshabis sentido atrados por las mismas mujeres. Competisteis tambin porsta?Rowland hizo una mueca ante el recuerdo reciente. -S, peleamos. Pero eltaimado truhn me tom desprevenido, despus de que yo haba tomado unascuantas copas de ms.-Entonces perdiste?-No es eso acaso lo que acabo de decirte? -contest Rowland con

    brusquedad.- Pero sa ser la ltima vez que pelear con un hombre por algotan insignificante. Las mujeres son todas iguales y muy fciles de conseguir. El

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    y yo tenemos suficientes razones para reir sin necesidad de disputarnos unasfaldas.-An no me has preguntado por Amelia -le hizo notar Gui con cautela.-Es verdad, no te he preguntado -replic Rowland.-No sientes curiosidad?

    -No -respondi el muchacho-. Perd mis derechos sobre Amelia al marcharme.Si ella an sigue libre a mi regreso, entonces, tal vez, volver a reclamarla. Sino... -Se encogi de hombros.- Encontrar otra. No tiene demasiadaimportancia para m.-La muchacha est libre Rowland. Y te ha esperado fielmente durante estosseis aos.-No le ped que lo hiciera.-No obstante, ella aguard. La muchacha espera casarse contigo y Luthor estde acuerdo. Ya ha comenzado a tratarla como a una hija.Rowland detuvo la marcha y frunci el entrecejo. -Ella sabe que yo no estoydispuesto a casarme. Qu le brind el matrimonio a mi padre ms que un par

    de hijas regaonas y una esposa arpa?-No puedes comparar a todas las mujeres con tu madrastra- le indic Gui.- Conseguridad, tus viajes por Francia te habrn demostrado que no todas las damasson iguales.-Al contrario. Aprend que una mujer puede ser muy dulce cuando quiere algo,pero, de otra manera, es una bruja. No, no deseo una esposa que me estregaando todo el tiempo. Preferira consumirme en el infierno antes dedesposarme.-Ests actuando como un tonto, Rowland -se aventur a afirmar Gui.- Ya sque has dicho esto antes, pero pens que habas cambiado de opinin.Deberas casarte. Desears un hijo algn da. Debes tener a alguien a quiendejarle Montville.-Con seguridad, tendr uno o dos bastardos. No necesito casarme para eso.-Pero...Los oscuros ojos azules de Rowland se entrecerraron.-Tengo una opinin muy firme sobre esto, Gui, de manera que no sigashostigndome.-Muy bien -acept Gui con un suspiro-. Pero, qu pasar con Amelia?-Ella ya conoca mis ideas cuando vino a mi cama. Es muy tonta si pens quevolvera a considerarlo-.Reanudaron la marcha y Rowland suaviz su tono al proseguir.- Adems, es la

    ltima mujer que yo recomendara por esposa. Tiene una buena figura y esbonita, pero veleidosa. Roger la tuvo antes que yo y sin duda, tambin muchosotros antes que l. T mismo, posiblemente, tambin has saboreado a lamuchacha. Vamos admtelo.El rostro de Gui enrojeci y se apresur a cambiar de tema.-Cunto falta para llegar a esa taberna? Rowland solt una estruendosacarcajada al percibir la inquietud de su amigo y le di una palmada en laespalda.-Tranquilzate, mon ami. Ninguna mujer merece una disputa entre amigos.Tienes mi permiso para poseer a cualquier dama que yo tenga. Como te dijeantes, todas son iguales y muy fciles de conseguir, incluso Amelia. Y, con

    respecto a tu pregunta, la taberna est all delante- Seal un edificio situado alfinal de la calle. Dos caballeros se encontraban dejando el lugar y ambos le

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    saludaron con la mano.- Esos hombres pelearon a mi lado en la ltima batalla-explic Rowland.- Borgoeses de Lyon. Al parecer, todo el reino hacolaborado en la expulsin de los sarracenos. Incluso los sajones enviaron a suCaballeros.-De haber llegado antes, yo hubiera participado tambin -coment Gui con

    melancola.Rowland dej escapar una breve risita.-An no has saboreado tu primera batalla? Supongo que Luthor no habrestado ocioso durante todos estos aos, o s?-No, pero fueron slo escaramuzas contra bandidos.Entonces, debes esperar ansioso el enfrentamiento con Thurston.Gui sonri, al tiempo que llegaban a la taberna. -A decir verdad, no he pensadomucho en eso. Lo nico que me preocup desde que sal de casa fue quhacer si te negabas a volver, dado que, si eso ocurra, yo tampoco podraregresar.-Entonces, debes de sentirte muy aliviado, eh? -Sin duda. -Gui solt una

    risotada.- Preferira enfrentarme al demonio, antes que a la furia de Luthor. Alentrar, encontraron la taberna repleta de caballeros que beban junto a susescuderos y soldados. El lugar era de piedra y muy espacioso. Los hombres sehallaban junto a la enorme fogata, donde se asaba la carne o congregados engrupos, conversando. Haba una veintena de mesas de madera con bancos depiedra y la mayora se encontraban ocupados. Pese a la existencia de dospuertas, una a cada lado de la inmensa habitacin, el lugar estaba muy clido ycargado. Casi todos los caballeros llevaban puestos atuendos de cuero y cotas;sus escuderos, slo la prenda de cuero. Ninguno de ellos pareca muy cmodo.En casa, lejos de la batalla, Rowland y sus vecinos, Gui, Roger, Thurston yGeoffrey, todos preferan la capa de tres lados sobre la larga camisa queusaban bajo el atuendo de cuero. Sujeta sobre un solo hombro, la capa lespermita libre acceso a la espada que siempre portaban, pero no era tanincmoda como la cota o la tnica de cuero. Rowland, sin embargo, solapreferir la tnica, dado que nunca haba logrado habituarse a la capa. Leresultaba mujeril, y el hecho de que Roger de Mezidon se viera afeminado conla prenda la tornaba aun ms sospechosa a los ojos del muchacho.Roger se encontraba en la taberna con dos de sus vasallos y sus escuderos.Gui haba viajado sin su propio escudero y el de Rowland haba cado bajo unacimitarra sarracena y an no haba sido reemplazado.Rowland conoca a uno de los vasallos de Roger, sir Magnus, quien era pupilo

    del padre de su seor. Al igual que el hijo de Luthor, sir Magnus tenaveinticuatro aosy haba recibido su entrenamiento junto con Gui y Roger y el mismo Rowland.Roger, de veintisis aos, era el mayor de todos y, desde un principio, se habatransformado en el lder. Haba sufrido una penosa juventud, con la certeza deque, como segundo hijo, debera labrar su propio camino en el mundo.Envidiaba a Rowland porque, bastardo o no, el muchacho estaba seguro deposeer Montville algn da. El hecho de que un bastardo fuera a heredar,mientras que l, hijo de un noble, no contara con tal privilegio, le resultaba pordems irritante. Rowland y Roger rivalizaban en todo y ste, siendo el mayor,generalmente ganaba y, en cada oportunidad, se regocijaba con malicia por la

    victoria. Durante toda su juventud, ambos jvenes haba peleado y discutidoms que si hubieran sido hermanos, y la lucha no haba cesado con la edad.

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    Roger advirti la llegada de Rowland y decidi ignorarle. Pero sir Magnus vio aGui y se levant para saludarle.-Santo Dios, Gui de Falaise, el enano! -exclam Magnus con efusin-. Hanpasado aos desde la ltima vez que te vi. No tomaste al viejo Luthor deMontville como tu seor?

    -S -respondi Gui con tono severo.Le encrespaba el mote con que le haban apodado en su juventud. El enano.Era corto de estatura, y ese hecho no poda modificarse. Eso le habaconvertido en objeto de burlas cuando era joven y un blanco fcil para hombrescomo Roger y Magnus, que solan avasallar con sus enormes tamaos.Rowland se haba compadecido de l y haba intentado protegerle, luchando amenudo en su lugar. Esto haba creado un vnculo entre ambos, y Gui sentaque, por esa razn, deba a su amigo una inflexible lealtad.-Y qu trajo al vasallo de Luthor hasta Arles? - pregunt Roger.-Hay problemas...Antes de que Gui pudiera continuar, Rowland le dio un codazo en las costillas e

    intervino.-Mi padre me ha echado de menos -dijo con tono jovial, provocando queMagnus se atragantara con su ale. Todos los presentes saban que talaseveracin era absurda. Roger frunci el ceo ante la respuesta y Rowlandprevi una batalla anterior a la que le aguardaba en Normanda.El muchacho se sent en un banco de piedra al otro lado de la mesa, frente asu viejo enemigo. Una camarera, aquella por quien ambos jvenes habanluchado, sirvi la cerveza a los recin llegados y se mantuvo cerca,deleitndose con la tensin que haba provocado su presencia. Ya anteshaban combatido por ella, pero nunca dos hombres tan brutales y, a la vez, tandeseables, como esos dos jvenes.Gui permaneci de pie detrs de Rowland, inquieto ante la expresin sombrade Roger. Era ste un hombre apuesto, con los ojos azules y el cabello rubiocaractersticos de los normandos, pero ahora su rostro se hallaba marcado conlneas severas, amenazantes. Rara vez rea, excepto con sarcasmo, y susonrisa sola ser despectiva. Rowland y Roger eran semejantes en estatura;ambos, jvenes musculosos y fuertes, de considerable tamao. Pero elsemblante de Rowland no era tan duro como el de su adversario.Sin lugar a dudas, bien parecido. Rowland tambin guardaba un cierto sentidodel humor y un toque de amabilidad.-De modo que tu padre te echa de menos, eh? - coment Roger

    lacnicamente.- Pero, por qu enviar a un caballero a buscarte, cuandocualquier lacayo podra haberte encontrado?-Demuestras un inadecuado inters en mis asuntos, Roger -observ Rowlandde modo terminante. Roger esboz una sonrisa sarcstica.-Mi hermano se ha desposado con tu hermana - dijo, extendiendo los brazospara tomar a la camarera y sentarla en su regazo, al tiempo que echaba unamirada de soslayo hacia su antiguo rival. Un matrimonio desacertado, en miopinin.-Espero que no creas que eso nos convierte en parientes -gruo Rowland.-Jams reconocera parentesco alguno con un bastardo -contest el otro conrudeza.

    El silencio fue denso, hasta que las risotadas burlonas de Roger llenaron lahabitacin.

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    -Qu ocurre? Acaso no tienes respuesta, Rowland? -le provoc, y abrazo ala muchacha que tena en el regazo al proseguir- El bastardo ha perdido suvalor desde que le derrot.Una explosin debera haber acompaado al repentino esplendor que aparecien los ojos de Rowland, pero el muchacho habl con increble calma.

    -Soy un bastardo, eso es bien sabido. Pero un cobarde, Roger? Habacomenzado a sospechar eso de ti. La ltima vez que combatimos, teaseguraste de que estuviera ebrio antes de atacarme. -Roger comenz alevantarse, arrojando a la nia hacia un lado, pero la severa mirada deRowland le penetr-. Me equivoqu, Roger. T no eres un cobarde. T tientasa la muerte con tus palabras y lo haces con intencin.-Rowland, no! -exclam Gui, e intent detener a su amigo, que ya comenzabaa incorporarse.Pero el volcn que arda en el interior de Rowland fue imposible de detener. Elmuchacho empuj a Gui hacia un lado, se puso de pie y extrajo su espada,movindose con tal rapidez, que solt el banco de piedra de sus soportes, este

    cay sobre el suelo, tirando a los otros.La atencin de la sala se concentr en los combatientes, pero Rowland y Rogerlo ignoraron todo, excepto a su adversario. En un acto de alarde, Roger limpiel ale de la mesa con un manotazo. Pero la cerveza se derram sobre uncaballero ebrio y el hombre se le abalanz antes de que Rowland pudieraatacar.El muchacho esper con impaciencia, al tiempo que la ira bulla en su interior,pero no aguard demasiado. El combate entre Roger y el caballero inst a losotros a luchar y, en pocos instantes, la habitacin se convirti en un campo debatalla. Los guerreros borrachos atacaban, mientras que los sobrios intentabandefenderse. dos soldados se lanzaron sobre Rowland sin razn, y l perdi devista a Roger en el tumulto. Gui acudi en su ayuda, y los dos amigos notardaron en vencer a sus oponentes.Rowland estaba a punto de volverse en busca de Roger cuando, detrs de s,oy el agudo estrpito del acero. Entonces, gir, para encontrarse a Roger,sorprendido, puesto que la espada le haba sido arrebatada de la mano. Detrsde l, se hallaba un caballero, a quin Rowland no logr identificar. El extraomir al muchacho y estaba a punto de hablar cuando, repentinamente, Rogerrecogi su arma y atraves al hombre.Rowland se sinti demasiado indignado como para lanzarse contra su viejoenemigo. Antes de que pudiera recuperarse, un escudero ebrio se abalanz

    hacia Roger por atrs y le arroj el borde plano de la espada sobre la cabeza.Roger cay a los pies de Rowland, junto al caballero que l mismo habaherido.-Djalo, Rowland- le suplic Gui, sujetndole la mano.El muchacho le lanz una mirada fulminante. -Acaso no lo has visto? Intentatacarme por la espalda, y este buen hombre lo impidi.-V que Roger se te acercaba, Rowland, eso es todo. Con seguridad, te hubieraadvertido antes de atacar. -Conozco a Roger mejor que t, Gui, y te aseguroque su intencin era matarme sin previo aviso -gru Rowland.-Entonces, rtalo cuando se recupere -le implor Gui-. Pero no apeles alasesinato. Djalo pasar por ahora. Rowland nunca haba matado a un hombre

    indefenso, y accedi a la peticin de su amigo. Se inclin junto al caballero quehaba acudido en su ayuda, quien probablemente le haba salvado la vida.

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    -Este hombre an vive, Gui -grit- Le llevaremos al cirujano de mi campamento.Gui vacil.-Y qu haremos con Roger?-Djale -respondi Rowland con fastidio-. Tal vez, uno de estos hombresdecida atravesarle con la espada y me ahorre la molestia.

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    Rowland se encontraba aguardando ansiosamente junto a la tienda del mdico,al tiempo que Gui se paseaba por los alrededores, angustiado.-Ya han pasado tres das, Rowland -le dijo con impaciencia-. Si el hombre tiene

    que morir, morir. No hay nada que puedas hacer para ayudarle.Rowland lanz una mirada airada a su amigo. Ya haban mantenido estamisma discusin poco antes ese mismo da.-Debemos partir, Rowland. Roger huy furtivamente durante la noche, de modoque ahora no puedes desafiarle. Como estn las cosas, no llegaremos a casaantes de la primera nevada.-Unos pocos das ms no importarn. -Pero t ni siquiera conoces a estehombre.-Tu impaciencia no dice mucho en tu favor, Gui. Estoy en deuda con l.-No puedes estar tan seguro de ello. -Claro que s.Finalmente, la puerta de la tienda se abri y el mdico del duque se acerc a

    los dos hombres con aire fatigado. -Estuvo consciente unos instantes, pero esdemasiado pronto para saber si vivir. La hemorragia ha cesado, pero pocopuedo hacer por las lesiones que tiene en su interior.-Lleg a hablar? El mdico asinti.-Al despertar, crey encontrarse en una aldea de pescadores. Al parecer, hapasado varias semanas en la costa, recuperndose de unas heridas.Rowland frunci el entrecejo. -Heridas?El doctor sacudi la cabeza.-Ese joven debe de estar maldito. Fue dejado a la merced de unos campesinos.Apenas si logr sobrevivir. Afirma que permaneci inconsciente una semana yque no pudo moverse ni hablar durante unos das ms. Recibi un mal golpeen la cabeza.-Quin es? -pregunt Rowland con ansiedad. -Sir Rowland, el hombre estgravemente herido. No le quise presionar, slo me dediqu a escuchar lo quedeseaba decir. Se encontraba muy alterado. Cuando insist en que no podalevantarse, trat de explicar lo de su herida. Dijo algo acerca de una hermana,su preocupacin por la muchacha, pero volvi a desplomarse antes de quepudiera contarme de qu se trataba, pareca muy perturbado.-Puedo verle?-Est otra vez inconsciente.-Aguardar en la tienda hasta que despierte. Debo hablar con l.

    -Muy bien.Gui continu con sus splicas una vez que el doctor se hubo marchado.-Ves?, el mdico no parece demasiado preocupado. Marchmonos a casa. Yano hay nada que puedas hacer aqu. Rowland haba perdido la paciencia consu viejo amigo. Se senta moralmente obligado a permanecer all.-Maldicin! Actas como una mujer gruona! Si ests tan ansioso por irte,entonces vete... vete! -Rowland, slo creo que es urgente apresurarnos. Yapuede ser demasiado tarde. Es probable que en mi ausencia, Thurston deMezidon haya atacado, antes de la llegada del fro.-Mrchate ya. Yo te alcanzar en el camino. -Pero no puedo permitir que viajesslo. Rowland lanz una mirada severa a su amigo. -Y desde cundo necesito

    una escolta? O es que no confas en que te seguir? Oh s, ya veo que eseso. - Solt una breve risita-. Lleva mis pertenencias contigo, entonces. Deja

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    slo mi caballo y mi armadura. De ese modo, podrs estar seguro de que teseguir. Si no surgen dificultades, me reunir contigo entre el Rdano y elLoira. Si no es all, entonces cuando hayas dejado Loira. No me esperes si nologro alcanzarte.Con cierta renuencia, Gui parti y su amigo permaneci sentado junto al catre

    de la tienda durante el resto de la tarde. Esa noche, su vigilia se viorecompensada cuando el herido abri los ojos. El hombre trat de incorporarse,pero Rowland le detuvo.-No debes moverte. Tu herida volver a sangrar. Los brillantes ojos pardos delenfermo se posaron sobre Rowland.-Te conozco? -Habl calmadamente en francs y luego, respondi a su propiapregunta-. Estabas anoche en la taberna.-Eso pas hace tres noches, mi amigo.-Tres? -gru el herido-. Debo encontrar a mis hombres y regresar a Berry deinmediato.-No irs a ninguna parte, al menos, no por algn tiempo.

    El hombre solt un gemido. - Necesitas al mdico?-Slo si puede realizar un milagro y curarme en este instante -susurr elenfermo.Rowland sonri.-Qu puedo hacer por ti? Me salvaste la vida y ests sufriendo por eso.-Sufro por mi propia imprudencia. Slo dos veces en mi vida he alzado miespada en serio combate y, en ambas oportunidades, me he acercado a lamuerte. Jams escucho las advertencias. Siempre pienso que los hombreslucharn limpiamente. Me ha costado un alto precio aprender la leccin.-S que acabas de recuperarte de una herida en la cabeza. Fueron lossarracenos?-S. Iba con otros tres persiguiendo una banda que hua. Cuando losalcanzamos, ellos se volvieron para luchar. Entonces mi caballo cay y mearroj por los aires.Cuando por fin despert, me encontr en una aldea de pescadores, con undolor de cabeza que no le deseo a nadie y me informaron que haba estadoinconsciente durante una semana. Vine a Arles tan pronto como me recuper.No tuve suerte para encontrar a mis vasallos. Crea que hallara a uno o dos enesa taberna, pero no vi a ninguno.-Pero, afortunadamente para m, te encontrabas all esa noche.-No pude menos que atacar cuando vi que un hombre se te acercaba por

    detrs -declar el herido. -Bueno, has salvado la vida de Rowland de Montville.Qu puedo hacer a cambio?-Reza por mi rpida recuperacin.Rowland ri, puesto que el hombre conservaba el humor pese a su lastimosoestado.-Sin duda, orar por ti. Y tu nombre? Debo saberlo si he de implorar a lossantos.-Quintin de Louroux. -Eres franco? -S, de Berry.-Tu familia vive all?-Mis padres han muerto. Slo me queda mi hermana y... -El hombre hizo unapausa-. Hay algo que puedes hacer por m.

    -No tienes ms que mencionarlo.-Mis vasallos, los tres que traje conmigo. Si puedes encontrarlos por m, te

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    estar muy agradecido. As, podra enviar uno a casa para informar a mihermana queestoy vivo, pero que an no regresar hasta dentro de algunas semanas.-Tu hermana te cree muerto?Quintin asinti, inclinando dbilmente la cabeza. -Supongo que s. Cre que

    slo me llevara unos pocos das reunir a mis hombres y partir hacia Berry.Pero ahora el mdico dice que debo permanecer en esta cama durante tressemanas. No puedo tolerar la idea de que mi hermana est llorando mi muerte.Tanta preocupacin por una mujer era incomprensible para Rowland.-Debes amarla mucho. -Estamos muy unidos.-Entonces puedes estar tranquilo, mi amigo. Encontrar a tus caballeros y telos enviar. Pero me pides muy poco. Me considerara honrado si mepermitieras llevarle las noticias a tu hermana en persona. Librarte de esapreocupacin sera slo una pequea paga a lo mucho que te debo. -No puedopedirte tanto -se neg Quintin. -Me ofender si no lo haces. De todos modos,debo viajar hacia el norte, puesto que mi padre ha requerido mi presencia en

    Montville. Slo me retras para asegurarme de tu estado. Y no has odohablar de los caballos de guerra de Montville? Mi animal avergonzara al corcelde tu caballero y las nuevas buenas llegaran mucho antes a tu hermana.Los ojos de Quintin se iluminaron.-Encontrars mi casa sin dificultad. No tienes ms que preguntar una vez quete acerques a Berry y te indicarn el camino hacia Louroux.-Lo encontrar -le asegur Rowland-. T slo debes descansar y recuperar tusfuerzas.-Ahora ya podr descansar -afirm Quintin con un suspiro-. Te estoy muyagradecido, Rowland.El muchacho se incorpor para partir.-Es lo menos que puedo hacer por ti, y no es nada, considerando que mesalvaste la vida.-Tu deuda est saldada -le asegur el enfermo. -No digas a mi hermana queme han herido otra vez. No deseo causarle ms angustias. Slo dile que andebo permanecer al servicio del duque, pero que pronto regresar.Despus de haber dejado atrs Arles, advirti Rowland que desconoca elnombre de la hermana de Quintin de Luoroux. Pero no tena importancia...encontrara a la joven de todos modos.

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    Druoda de Garcua se encontraba en sus recmaras, recostada sobre un largocanap verde, comiendo pasas de uva y saboreando su nctar en un dulcevino. Ya haba cado la tarde y, aunque el invierno haba sido benigno hasta el

    momento, Druoda estaba habituada a los climas ms clidos del sur de Franciae insista en mantener encendida la llama de un brasero para entibiar lahabitacin.A sus pies, se encontraba arrodillada Hildegard, preparando las uas de suama para pintarlas, otra de las numerosas prcticas que Druoda habaaprendido de las despreocupadas mujeres del sur. No mucho tiempo atrs,ambas damas se haban visto privadas de todo lujo. Slo recientemente,haban trabajado da y noche, alimentando a viajeros, lavando ropa sucia deotras personas y cocinando. Esta deplorable labor haba sido necesaria, puestoque el padre de Druoda no le haba dejado nada. Su esposo Walafrid, poseauna inmensa casa, pero no contaba con suficiente dinero para mantenerla. De

    modo que ambos haban convertido la residencia en una posada y contratado aHildegard como ayuda.Gracias a la muerte del sobrino de Druoda, Quintin, los das de arduo trabajohaban terminado. Todo haba sido calculado: asumiran la tutora de Brigitte deLouroux y5ocultaran la noticia de la muerte del barn a su seor. Druoda se sentasatisfecha por haberse desembarazado de la nica persona que podrainformar la mala nueva al conde Arnulf. Bajo sus rdenes, Hugh habaregresado a la costa sur para verificar la muerte de Quintin. En realidad, ella nonecesitaba confirmacin alguna, pero requera tiempo, y aguardar a que Hughy los vasallos volvieran con las pertenencias de su sobrino le proporcionara ellapso necesario para desposar a Brigitte sin la intromisin del conde.Si se produca la boda antes de que Arnulf supiera de la muerte de Quintin,entonces no habra razn para nombrar a un tutor, puesto que la nia contaracon un esposo. Slo restaba impedir que la dama acudiera al conde y esopodra arreglarse mantenindolos apartados. Una vez que tuviera lugar elmatrimonio, Arnulf no podra entrometerse. No, el hombre dejara la propiedaden manos del legtimo marido de Brigitte, quien, a su vez, sera controlado porDruoda.El esposo, ah, sa era la parte ms difcil! Encontrar a un hombre que desearaa lady Brigitte lo suficiente como para someterse a las exigencias de Druoda

    haba sido el mayor desafo. La mujer contaba con una larga lista deposibilidades, una lista obtenida de los sirvientes, puesto que la mano de lamuchacha haba sido solicitada varias veces a lo largo de los aos. Druodacrea haber encontrado, por fin, el candidato adecuado en Wilhelm, lord deArsnay. El hombre ya haba requerido a la dama en dos ocasiones, peroThomas y Quintin haban rechazado la peticin, incapaces de entregar a suadorada Brigitte a alguien ms anciano que su propio padre y, menos an, conla deshonrosa reputacin de lord de Arsnay.Wilhelm era perfecto para los planes de Druoda. Un hombre que raramentedejaba su propiedad en Arsnay, que no acudira a menudo a Louroux parainspeccionar el patrimonio de su esposa; un hombre que deseaba tanto una

    joven virgen y hermosa, que estaba dispuesto a dejar a Walafrid al mando detodo Louroux. El viejo tonto crea que slo una esposa virgen podra brindarle

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    el hijo que con tanta desesperacin anhelaba. No era especficamente Brigittelo que l buscaba, aunque su belleza le deslumbraba. Era la inocencia de lania lo que el hombre requera. Y qu otra joven aceptara casarse con unanciano? Lord Wilhelm era tambin vasallo de Arnulf, de modo que el conde nocuestionara la eleccin de Druoda.

    La mujer se recost sobre el respaldo del canap y suspir con satisfaccin.Wilhelm era la solucin a sus planes y se senta sumamente complacidaconsigo misma, puesto que apenas la noche anterior haba concluido losarreglos con el hombre. El lord se hallaba tan prendado de Brigitte que, sinduda, la consentira en todo. Y, cerca de un ao ms tarde, la muchachasufrira un desafortunado accidente, dado que no sera apropiado quesobreviviera a su esposo y quedara en una situacin capaz de amenazar lameticulosa labor de Druoda. La mujer ya haba logrado deshacerse de Maviscon total facilidad; luego, le llegara el turno a Brigitte. La joven morira, Wilhelmsera lord de Louroux y Walafrid conservara su puesto de senescal. De esaforma, Druoda podra gobernar para siempre los dominios de Louroux.

    -Cundo se lo dirs a la nia, Druoda?La pregunta de Hildegard provoc una sonrisa en el plido y redondo rostro desu ama.-Esta noche, cuando Brigitte se encuentre agotada, despus de trabajardurante todo el largo da.-Por qu ests tan segura de que aceptar? Ni siquiera yo admitira casarmecon Wilhelm de Arsnay. -Tonteras -se mof Druoda-. Puede que el hombre nosea muy agraciado en su aspecto y que tenga ideas algo excntricas acerca delas vrgenes y los hijos varones, pero posee una fortuna. Y no olvides que ladama no tiene alternativa. -Hildegard mir a su ama con incertidumbre, yDruoda ri.- Djala protestar. No puede hacer nada para impedir estematrimonio.-Y si escapa?-He contratado a dos rufianes que la vigilarn hasta el momento de laceremonia. Los traje conmigo anoche. -Has pensado en todo -dijo la criada conadmiracin.El ama esboz una siniestra sonrisa. -Tuve que hacerlo.Druoda haba nacido maldecida con la figura fornida y la cara de luna de supadre, mientras que su hermana, Leonie, haba sido bendecida con el delicadoaspecto de su madre. Druoda siempre haba envidiado la belleza de suhermana y, cuando sta se cas con el esplndido barn de Louroux, la envidia

    se transform inmediatamente en odio haca la pareja. Una vez muertos Leoniey su esposo, ese odio se concentr en Brigitte.Ahora Druoda poseera todo lo que, alguna vez, haba tenido su hermana. Nocontaba con un marido tan magnfico sin embargo, puesto que Walafrid era unpobre ejemplo de la especie. Pero eso convena a Druoda. La mujer tena unafrrea voluntad y nunca hubiera tolerado la autoridad de ningn hombre. A loscuarenta y tres aos, por fin, podra alcanzar todo aquello que le haba sidonegado en la vida. Con Brigitte convenientemente casada y fuera de sucamino, podra gobernar Louroux y se convertira en una gran dama, una damade fortuna e influencia.Esa noche, Brigitte fue llamada a la espaciosa recmara de Druoda, habitacin

    que, alguna vez, haba pertenecido a sus padres. Unos llamativos canapshaban sido sumados al decorado y la inmensa cama de madera se hallaba

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    cubierta con una recargada colcha de seda roja. Los gigantescos armarios seencontraban repletos con los numerosos mantos y tnicas que Druoda habaencargado confeccionar. Las mesas de madera haban sido reemplazadas porunas de bronce, algunas de las cuales se hallaban adornadas con candelabrosde oro puro.

    Brigitte detestaba el estado actual de la habitacin, cargado con lasextravagancias de Druoda. La mujer se encontraba reclinada sobre un sof conun aire majestuoso. Su tosco y pesado cuerpo estaba cubierto con, al menos,tres tnicas de lino de diversos colores y tamaos. El vestido exterior tenamangas amplias y sus puos se hallaban bordados con pequeas esmeraldas.Estas gemas eran aun ms exclusivas que los diamantes y costaban unafortuna. El cinturn tambin estaba salpicado de esmeraldas, al igual que eladorno que llevaba el elaborado peinado de su cabellera oscura.Brigitte haba trabajado durante todo el da, arrancando la hierba al parque dela mansin. En el pasado, esa labor siempre haba sido asignada a tres ocuatro siervos como parte de las labores que deban a su seor; sin embargo,

    esta vez, la muchacha la haba efectuado sin ayuda. Y tambin habaembotellado las hierbas invernales. Se encontraba exhausta y famlica, puestoque no le haba sido permitido detenerse hasta no terminar con el trabajo, yapenas acababa de finalizarlo. Pero all estaba Druoda, frente a un opparobanquete tendido sobre la mesa. Haba all ms comida de la que la mujerpodra ingerir; un suculento cerdo, diversos platos de verduras, pan, fruta ypastelillos.-Me gustara retirarme, Druoda. -Brigitte habl por fin, tras unos cuantosminutos de silencio-. Si no vas a decirme por qu estoy aqu...-S, imagino que estars cansada y hambrienta dijo Druoda con indiferencia, altiempo que se llevaba otro pastelillo a la boca-. Dime, muchacha, sientes queests trabajando en exceso? Pero no, no lo crees as, puesto que nunca tequejas.-Druoda, te agradecera me dijeras por qu me has llamado -insisti la jovencon tono cansado.-Pienso que tu obstinacin ha ido demasiado lejos, no lo crees as? -Luego,prosigui sin aguardar la respuesta-. Claro que s. Olvida ya esa tontera delconvento. Te tengo maravillosas noticias, Brigitte. -Culmin su frase con unasonrisa.-Qu noticia?Los labios de Druoda se curvaron en una mueca de desagrado.

    -Tu actitud hacia m no ha sido precisamente la que yo hubiera deseado. Pesea ello, la bondad de mi corazn me ha forzado a concertar un esplndidomatrimonio para ti.La revelacin de la mujer dej sin habla a Brigitte. Varias veces le haba dichoa Druoda que an no deseaba desposarse.-Y bien, muchacha? No tienes nada que decir en estos momentos?-No tena idea de que podas ser tan generosa, Druoda -dijo finalmente lajoven, tratando de producir un tono que no pudiera ser interpretado comosarcstico.-Saba que me estaras agradecida, y con razn, porque tu prometido es unhombre de importancia. Y te sentirs feliz al saber que l tambin es vasallo de

    tu seor, el conde Arnulf, de modo que ese buen hombre, sin duda, no seatrever a rechazarle. S, mi querida nia, eres realmente afortunada.

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    Brigitte continu an reprimiendo su ira, aunque sus ojos azules brillaronpeligrosamente.-Y qu ocurrir con mi perodo de luto? Cmo osas tratar de casarmecuando an estoy llorando la muerte de mi hermano?-Tu prometido est ansioso por concretar el enlace y no podr retrasarse. Por

    la maana, iremos a su mansin para celebrar la boda. Puedo confiar en quete vestirs adecuadamente y estars lista para partir antes del medioda?La joven vacil. As, podra abandonar al mansin y, tal vez, incluso viajaran endireccin al castillo de Arnulf-Estar lista -respondi con calma, para luego agregar- Pero an no me hasdicho su nombre.Druoda sonri con infinito deleite.-Tu prometido es lord Wilhelm de Arsnay. Brigitte ahog una exclamacin, y laotra mujer la observ con regocijo al ver que el delicado rostro de la nia perdasu color.-Ests impresionada por tu buena fortuna? - pregunt Druoda con tono

    conciliador.-Lord Wilhelm! -Un hombre excelente.-Es un obeso, lascivo, detestable y asqueroso cerdo! -exclam la joven, trashaber perdido su anterior cautela-. Preferira morir antes que casarme con l!Druoda ri.-Qu carcter! Primero, eliges un convento y ahora, es la muerte antes que ladeshonra!-Hablo en serio, Druoda!-Entonces, supongo que tendrs que matarte- dijo la dama con un suspiro-.Pobre Wilhelm, estar muy decepcionado.-No tengo que casarme con l slo porque t lo has decidido. Me marchar deaqu si insistes. No me preocupa lo que pueda sucederme en la ruta, puestoque nunca podr ser peor que desposar al hombre ms repulsivo de todoBerry.-Me temo que eso es inaceptable. No me creers capaz de permitir que tearriesgues a los peligros del camino, verdad? He dado mi palabra conrespecto a esta boda y se celebrar.Brigitte se irgui con dignidad, tratando con desesperacin de controlarse.-No me puedes forzar a casarme con ese hombre tan detestable, Druoda.Olvidas un factor muy importante. Aun cuando se sea el candidato de tueleccin, el conde Arnulf sigue siendo mi lord y debe aprobar el enlace. El

    nunca sera capaz de entregarme a Wilhelm de Arsnay, aunque sea su vasallo.-Crees que no? -Se que no!-T me subestimas, nia -gruo Druoda, abandonando ya su fingida actitud, yse inclin hacia adelante, en direccin a su presa-. El conde dar suconsentimiento porque creer que este matrimonio es lo que t deseas. No esextrao que una joven elija a un anciano como esposo, puesto que, de esaforma, estar segura de sobrevivirle y gozar, algn da, de la libertad de laviudez. Y t, mi nia, con tu obstinacin, eres de las que anhelaran esalibertad. El conde Arnulf, sin duda, creer que t deseas esta enlace.-Yo le revelar lo contrario, aunque deba decrselo en el da de la boda!Druoda la abofete con crueldad, ferozmente y con placer.

    -No tolerar ms arrebatos de ira, Brigitte. Te casars antes de que el condeArnulf pueda asistir a la ceremonia. Si me desafas, me ver obligada a tomar

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    medidas severas. Una buena zurra podra infundirte el respeto apropiado.Ahora, vete de aqu. Fuera!

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    El sueo de Brigitte fue interrumpido despus de apenas unas pocas horas dedescanso. Antes de que la nia lograra despabilarse por completo, unapresuntuosa Hildegard le inform que sera trasladada una vez ms a su

    antigua recmara. No era extrao que Druoda le permitiera entonces elregreso, slo a fin de facilitarle los preparativos para reunirse con el prometido.Brigitte pas casi una hora sumergida en una inmensa baera, relajando sudolorido cuerpo. Pero nada pudo hacer por la aspereza de sus manos, ni porsus uas rotas, evidencias de largos meses de arduo trabajo.Despus del bao, la joven se dirigi a su guardarropa. Slo le haban dejadodos prendas respetables. En el interior del bal, haba un pequeo cofre, peroya no se encontraban las valiosas joyas que ste alguna vez haba contenido.Un peine y un espejo de acero era todo lo que quedaba de lo que, en elpasado, haba sido una fabulosa coleccin de alhajas. Brigitte revis una pilade prendas de algodn y extrajo dos tnicas de fino lino azul, bordadas con

    hilos de plata. La prenda ms larga, sin mangas, era para usar debajo de lams corta, con mangas largas y amplias. Se sorprendi al ver que el corpiodel vestido exterior an segua cubierto de exquisitos zafiros incrustados. Supadre le haba obsequiado el traje antes de morir. El atuendo se completabacon un largo manto, bordeado con un cordoncillo de plata, que se sujetaba conun inmenso zafiro. Por qu razn no le habran quitado las piedras?Brigitte slo pudo imaginar que no haban notado la presencia de esas prendascuando ella se haba trasladado a las chozas de los siervos. De otro modo,jams hubiera seguido en posesin de tan valiossimas gemas. Al igual que lasesmeraldas, los zafiros eran ms costosos que los diamantes o las perlas.Esas piedras, al menos, podran comprar la libertad.A la hora del crepsculo, le acercaron un caballo a la entrada de la mansin. Lamuchacha llevaba puestos sus vestidos azules y el lujoso manto prendidoalrededor del cuello. Una vez ms, pareca haber recuperado su antiguoaspecto. Se la vea hermosa, incluso desafiante, con su cabello dorado sujetoen dos largas trenzas que le caan sobre los hombros hasta la cintura.Druoda ya haba montado y se encontraba aguardndola. Tambin se hallabanall dos hombres muy robustos, a quienes Brigitte nunca antes haba visto. Sinpresentar a la muchacha, ni ofrecerle explicaciones, Druoda condujo el caminoa travs del portaln del muro de piedra que circundaba la mansin. Loshombres iniciaron la cabalgata sin apartarse de ambos lados de la joven.

    Slo unas horas ms tarde, cuando se encontraban a dos kilmetros de losdominios de lord Wilhelm, Druoda aminor la marcha lo suficiente como paraque Brigitte pudiera preguntarle acerca de los sujetos y confirmar as sussospechas.-Estn aqu para vigilarte -le inform la mujer con brusquedad-. Ellos seencargarn de que no desaparezcas antes de la ceremonia.La joven se enfureci. Cmo podra escapar si no cesaban de vigilarla?El resto del da no result menos penoso. Pasaron la tarde con lord Wilhelm ysu robusta hija. Wilhelm era un hombre obeso, ms anciano que el padre deBrigitte, con mechones de cabello ralo y gris que le bordeaban la cabeza. Eraun sujeto repulsivo, con una nariz roja y bulbosa y unos ojos pequeos y

    negros, que no se apartaron de su joven prometida hasta que fue servido elbanquete.

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    Cenaron en la sala principal, una habitacin vaca, excepto por las mesas demadera labrada y la armadura que adornaba las sombras paredes de piedra.Brigitte no pudo probar la comida, y se le revolva el estmago al observar a losotros deglutir sus alimentos. Druoda se encontraba muy cmoda, en compaade sus congneres glotones.

    Primero, se sirvieron medusas y erizos de mar, que fueron rpidamentedevorados. El plato principal, carne asada de avestruz con salsa dulce, trtola,carnero y jamn, lo comieron con igual rapidez. Por ltimo, llegaron las tortas ylos dtiles rellenos fritos en miel, acompaados por un vino aromatizado conmirra. En general, un banquete sola durar horas, pero ste culmin en menosde una.Despus de la comida, Brigitte crey que vomitara cuando fue forzada apresenciar el entretenimiento que Wilhelm haba planeado: la lucha de un perrodomesticado contra un lobo. La muchacha amaba los animales y esa clase deespectculos solan perturbarla.Sali corriendo del vestbulo y, al llegar al patio, respir profundo, feliz de

    encontrarse alejada de los otros. Pero su alivio no dur demasiado, ya que lahija de Wilhelm la sigui y le dijo bruscamente:-Yo soy el ama de esta casa y siempre ser as. T sers la cuarta esposajoven de mi padre y si pretendes gobernar aqu, terminars como lasotras...muerta.Demasiado aturdida para responder, Brigitte se apart, tambalendose. Prontoabandonaron la casa de Wilhelm y la muchacha balbuce su adis tras un velode lgrimas.El llanto continu nublndole la visin mientras cabalgaban de camino a casa.Los guardias no se apartaban de su lado y se pregunt como podr llegarhasta el castillo de Arnulf si esos dos fornidos sujetos no cesaban de vigilarla.Aunque, en realidad, qu podra perder si haca cl desesperado intento dellegar hasta el conde? De pronto, se sec los ojos con furia y clav los talonesa ambos lados de su caballo. Por unos instantes, la muchacha y su yegua sealejaron de los otros. Pero los guardias haban esperado este incidente y laalcanzaron con facilidad, antes de que ella lograra dejar atrs la ltima chozade la aldea de Wilhelm.Los hombres llevaron a la joven al lugar donde Druoda esperaba, y Brigitte seenfrent un golpe que la tom desprevenida y la arroj del caballo. Lamuchacha cay en el lodo, casi sin respiracin. Eso acrecent su ira hasta elpunto de explotar, pero no descarg la furia contra Druoda. Por el contrario, la

    reprimi y fue golpeada. Luego se limpi el lodo del rostro y permiti que latrasladaran bruscamente hasta el lomo de su yegua.Brigitte se sinti hervir de rabia, pero guard silencio. Esper con paciencia aque sus acompaantes aflojaran la vigilancia, cuidando siempre de cabalgarhundida en la montura y dar toda la impresin de obediencia. Pero su actitudestaba muy lejos de ser sumisa.Tan enfrascada se hallaba en sus pensamientos, que no advirti que ya habaoscurecido hasta que el aire helado de la noche le azot las mejillas. Deinmediato, se alz la capucha del manto para cubrirse la cabeza. Al hacerlo,estudi furtivamente a sus compaeros y observ que slo Druoda seencontraba cabalgando a su lado. Los dos guardias se haban adelantado a fin

    de proteger a las mujeres contra los asaltantes nocturnos.Esta era su oportunidad. Cada la noche, podra ocultarse en la oscuridad.

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    Nunca se encontrara tan cerca del conde Arnulf como en ese momento. Sujetambas riendas en un puo y despus de acercarse a Druoda, las uso paraazotar la yegua de la mujer, instando al animal a abalanzarse hacia losguardias, al tiempo que ella gir y se lanz al galope en la direccin opuesta.Esta vez, logr alejarse un considerable trecho, antes de que los hombres

    iniciaran la persecucin. Luego de avanzar un kilmetro por la ruta, aminor lamarcha y se intern en el bosque donde las sombras, negras como, el bano,le proporcionaban un perfecto escondite. Se ape de la yegua y comenz acaminar lentamente junto al animal a travs de la oscura maleza. Unosinstantes ms tarde, oy a los guardias correr por el antiguo camino.Brigitte conoca esos bosques, ya que a menudo los haba atravesado con suspadres, en sus frecuentes visitas al castillo de Arnulf. Al otro lado de losrboles, haba un camino ms ancho, la antigua ruta entre Orlens y Bourges yese sendero la llevara hasta el conde. Slo le restaba atravesar el bosque,aunque era sa una difcil hazaa.A medida que su temor por los guardias de Druoda se aminoraba, los

    aterradores sonidos de los bosques comenzaron a acosarla y record lasttricas advertencias de Leandor acerca de ladrones y asesinos, grupos debandidos que moraban por esos lugares. Aceler el paso hasta que seencontr casi corriendo y de pronto, se lanz por entre los rboles, hasta llegara un pequeo claro. El pnico la embarg. Mir alrededor con desesperacin,esperando ver una fogata rodeada de hombres. Dej escapar una exclamacinde alivio, ya que no era un claro donde se encontraba, sino el camino... habasalido al camino! Volvi a internarse en las sombras y se despoj de todas susropas, excepto la vieja tnica de lana que le cubra la piel. Luego, se envolvilas prendas alrededor de la cintura y se coloc, una vez ms, el manto, aunqueno lo prendi, de modo que, si tropezaba con alguien, podra quitrselo conrapidez y quedar nuevamente con el atuendo de una campesina.Volvi a montar la yegua y cabalg hacia el sur, sintindose libre, alborozada.Ya no habra boda con Wilhelm. Y ya no tendra que seguir soportando aDruoda, puesto que Arnulf no la aceptara con agrado, una vez que Brigitte lecontara las fechoras de la mujer en Louroux. La muchacha se sinti casimareada, a medida que su lozana yegua avanzaba a toda velocidad. Ya nadapodra detenerla.Empero, de repente, algo interrumpi su marcha. El caballo se detuvo y seempin y, por segunda vez en el da Brigitte se encontr tirada en el suelo,tratando de recuperar la respiracin. Se puso de pie tan pronto como pudo,

    temerosa de que el animal pudiera desbocarse. Pero la yegua permaneciinmvil y, al acercarse, la muchacha advirti la razn.-Y qu tenemos aqu?El caballero se encontraba dignamente montado en su caballo de guerra, elanimal ms gigantesco que Brigitte haba visto jams. El hombre era,asimismo, inmenso, probablemente de ms de un metro ochenta de estatura.Llevaba puesta una armadura y ofreca un espectculo verdaderamenteimpactante. Al quitarse el casco, surgi una abundante cabellera rubia que lecaa justo debajo de la nuca, un estilo demasiado corto para un francs. Entrelas sombras de la noche, la joven no logr verle los rasgos con claridad.-Y bien, mujer?

    La profunda voz del caballero sorprendi a la muchacha.-Es esto todo lo que puede decir, caballero, despus de haber arrojado a una

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    dama de su corcel? -Una dama, eh?Demasiado tarde, Brigitte record que llevaba puesta su tnica campesina.Decidi permanecer en silencio. Volvi a montar la yegua con rapidez y trat dearrebatar las riendas de la mano del hombre. Pero no lo logr, puesto que l nodej de sujetarlas con su puo de acero. -Cmo se atreve? -lo increp la

    joven-. Acaso no le basta con haber causado mi cada? Ahora tambinintenta detenerme? -El caballero ri, y ella prosigui con arrogancia.-Qupuede resultarle tan divertido? -Podra convencerme de que eres una seoracon esos aires tan altivos, pero no lo eres -declar l con tono burln, paraluego agregar:- Una dama sola, sin escolta?La mente de Brigitte comenz a girar a gran velocidad, pero, antes de quepudiera elegir una respuesta, el caballero continu.-Vendrs conmigo.-Aguarda! -grit la muchacha, al tiempo que l hacia girar la yegua paraarrastrarla consigo-. Detnte! -El caballero la ignor, y ella le lanz una miradafulminante por la espalda-. A dnde me lleva?

    -Te llevar hacia donde yo me dirijo, y otros podrn devolverte con tu amo.Estoy seguro de que l estar encantado de recuperar su caballo, si no susierva.-Me cree una sierva?-Tu yegua es demasiado fina para pertenecer a una sierva -prosigui elhombre-. Y ni aun un lord convencido con tus favores regalara a una siervauna prenda las costosa como ese manto que llevas.-El manto es mo, al igual que el caballo!-No malgastes tu astucia conmigo, damisela -le ingiri l, con aire conciliador-.No me importa lo que digas.-Djeme ir.-No. T has robado, y no puedo encubrir a una ladrona -afirm el caballero contono severo, y luego agreg: -Si fueras un hombre, te atravesara con miespada sin perder el tiempo en devolverte. No me sigas provocando con tusmentiras."Bueno, al menos, no todo estaba perdido", pens Brigitte. Dondequiera queese hombre la llevara, sin duda, la gente la reconocera y, entonces, eseinnoble caballero se percatara del error cometido. De algn modo lograra, almenos, enviar su mensaje al conde Arnulf. Transcurri una hora, y luego otra,antes de que abandonaran la ruta para encaminarse en direccin a Louroux.Entonces, Brigitte comenz a sentirse verdaderamente aterrorizada.

    No podra tolerar que la devolvieran una vez ms, con Druoda. Jams volveraa tener otra oportunidad de escapar si fallaba esta vez.La muchacha se ape del caballo lentamente y corri con desesperacin haciaun bosquecillo cercano. Tropez y cay, raspndose las manos y el rostrocontra el escabroso suelo. Sus mejillas parecieron arder, y unas lgrimasasomaron en sus ojos. Se incorpor y corri, pero el caballero la segua y logrdarle alcance antes de que ella pudiera volver a internarse en el bosque.De pie, a su lado, el hombre la pareci imponente, sin duda tan gigantescocomo ella lo haba imaginado en un principio. Cmo odiaba a ese sujeto!-Quin es usted? -pregunt Brigitte con rudeza-. Quiero saber su nombre,porque, algn da, le har pagar por todo lo que me ha hecho!

    -Y que te he hecho?-Me traes de vuelta a Louroux!

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  • 7/29/2019 23308385 Johanna Lindsey Asi Habla El Corazon

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    -Ah! Conque eso es. Es de Louroux de donde ests huyendo. -Al culminar sufrase, el caballero ri. Brigitte se puso tensa.-Y le complace que yo sufra por su causa? -No me importa. -Se encogi dehombros-. Mi asunto aqu es con el ama de Louroux.-Qu asunto le trae hasta Druoda? -pregunt la muchacha, dando por sentado

    que era a Druoda a quin l se refera.-Nada de tu incumbencia, mujer -respondi el caballero con desdn.-An no me ha dicho su nombre -le record ella. O acaso temes decrmelo?-Temerte yo? -repiti l con tono incrdulo- Si alguna vez soy tan tonto comopara permitir que una mujer me haga dao, entonces, no ser eso ms de loque merezco. Rowland de Montville, para serviros -agreg a modo de burla.Cuando el caballero volvi a arrastrarla hacia la yegua, el pnico se apoder deBrigitte. La muchacha se volvi y apoy sus pequeas manos sobre el pechodel hombre.-Por favor, sir Rowland de Montville, no me lleve a Louroux, Druoda memantendr encerrada. -Encerrada? Mereces que te golpeen por tus robos. La

    dama ser muy clemente si tan slo te encierra. -Le digo que no rob nada!-Mentira! -gru l.- Suficiente! Mi paciencia se acab!El caballero tom las riendas de la joven y as continuaron el corto trecho querestaba hasta Louroux. Fue Hildegard quien los recibi en el patio, y los ojos dela criada se iluminaron al ver a Brigitte con el alto jinete.-Acaso nunca aprenders, muchacha? Milady ha sido muy justa contigo, pero,esta vez, temo que tendrs que pagar por tu necedad. Ser mejor que laaguardes en tu recmara.-A cul te refieres Hildegard? -pregunt la joven con tono mordaz-. A miantigua recmara o a mi reciente choza? No me respondas. Ir a la choza, yaque, sin duda, terminar all antes de que culmine la noche.Rowland sacudi la cabeza, mientras observaba a Brigitte, que atravesabaorgullosamente el patio hacia una corta hilera de cabaas.-Por todos los santos -coment con un suspiro, una vez que la joven huboentrado en una de las chozas. Nunca he visto una sierva tan insolente.-Qu? -Hildegard mir hacia la choza y luego, al hombre, obviamenteconfundida.Rowland solt una risotada irnica.-Intent convencerme de que era una dama. Pero yo no me dej engaar tanfcilmente. No slo debera castigarla por sus robos, sino tambin por suaudacia. Si me perteneciera, juro que esa muchacha no sera tan arrogante.

    Hildegard permaneci en silencio. Era ev