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Un nuevo artículo sobre el tiempo en la condición contemporánea . Una retrospección necesaria a la caza de los vestigios que perdemos en el apremio de nuestro tiempo; y un llamado al aprendizaje.TRANSCRIPT
Comentarios superficiales. El hastío de la forma Francisco Fernández. ([email protected])
www.mdanavarra.com Blog del Master en Diseño Arquitectónico de la Universidad de Navarra
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Comentarios Superficiales. El hastío de la forma.
Francisco Fernández. Promoción MDA 2010-2011
Mayo 2013
Habiendo conocido en los últimos días el magnánimo galardón del Premio Mies van der Rohe, del cual si Mies viviera seguramente se avergonzaría, sobre todo por la victoria de este año; me preguntaba personal e íntimamente como irían estos temas de los premios en las épocas donde la arquitectura era menos un fetiche estético y más una responsabilidad. Y los edificios antes de ser "bonitos" albergaban de forma inherente la idea de medición y contención que garantizaba una relación verosímil entre lo construido y su función. Estas palabras guardan cierto grado de anhelo puesto que eran tiempos en donde por fortuna la estética llegaba como consecuencia de la buena praxis, y no como un fin del proceso constructivo, que no tenía que ser bello a priori. En definitiva, y para reiterar el infinito tema que hace más de un siglo discutía Loos, estoy harto de la forma. Creo ya haber comentado la frase que en un momento obsequiaba A. Bucci a propósito de una entrevista, en la cual mencionaba que este era un momento donde nos encontrábamos, y parafraseo burdamente... "Pletóricos de medios y parcos de significados", y justamente venía a mi mente la crisis de valor de las últimas décadas, el consumismo galopante y la descarga de certidumbre a propósito de los símbolos; estos últimos bajo la forma, dada la circunstancia, de la arquitectura. Vienen estos comentarios muy al caso puesto que recordaba, y ha sido un tema en las ya anteriores y modestas ideas que se me han permitido escribir en este blog, cuánto se ha insistido en los últimos años a propósito de lo cierto en nuestra profesión. Que no todo es válido y que no todo es posible, y que, y esto es una opinión que si bien personal la creo bastante certera, la arquitectura es la materialización de la técnica y su contexto; y bajo ese paradigma e intentando reconcebir las ideas que bien expusiese Semper, toda la arquitectura puede ser medida y concebida desde estos ámbitos, puesto que la forma pasa irremediable y coherentemente a no ser más que una consecuencia de un proceso mucho más complejo. Bajo este sistema de conceptual, la ligereza de la escuela Japonesa y el exacerbo de la desmaterialización con el cual nos obsequia Ishigami, es idéntico a la plástica estructural de la Escuela Paulista o al sutil rescate de sistemas vernáculos bajo nuevos paradigmas funcionales como es el caso de F. Kere; porque son todos ellos, su forma, consecuencia cuasi única de la necesidad de que sea el ámbito técnico, verosímil en esencia, la proyección de la imagen de la arquitectura. Su forma es mero residuo del proceso, intrincado y complejo, que es en sí misma la elaboración del proyecto y su construcción.
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La técnica (que no debe confundirse con tecnología) es el verdadero campo de esparcimiento de la arquitectura, con las normas y los sistemas que ella misma ilustra a priori. Cobijarse bajo sus conceptos es sin duda un refugio más que pertinaz tras la avalancha de vacío y superficialidad que nos inunda. Moralista o no, la idea de que podríamos hacer de la arquitectura un evento hacia la objetividad, sin duda alguna guarda un muy cierto atractivo; no porque ello devenga para la profesión en una ventaja inherente, dado que la técnica es del todo contraria al facilismo y a la improvisación, sino que en ella y sólo en ella, en el producto de nuestro esfuerzo denodado e irrestricto hacia su devenir, encontraríamos la forma de garantizar elementos realmente trascendentales. Acudir a ella no debe ser motivo de intriga o duda, puesto que la historia, contada por la materia, no admite interpretaciones. La técnica, sus maneras y normas, la dureza de su concepción y la belleza de su ejecución, no nos muestran más que la vivísima imagen de la verdad construida. Espero el acudir a ella nos aleje de los formalismos e hibridaciones que ha sufrido en estas últimas décadas la arquitectura, traduciéndola en conceptos y maneras muy distantes de su sentido y propósito.