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2 de abril 2008

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2 de abril 2008

SALUDA PRESIDENTE DIPUTACIÓN DE VALLADOLID

Damos la bienvenida a la VILLA DEL LIBRO de Urueña a los cientos de escolares, profesores y bibliotecarios que han venido -procedentes de decenas de colegios y bibliotecas públicas de las provincias de Madrid, Ávila, Burgos, León, Salamanca, Segovia, Valladolid y Zamora- a celebrar la conmemoración del DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL, en el centro del centro de Castilla, en la primera Villa del Libro de España.

Como todos sabéis es el día 2 de abril, día en el que nació el patrón de esta fiesta, el escritor y poeta danés, Hans Christian Andersen allá por el año 1805, cuando realmente el mundo entero conmemora con júbilo el Día Internacional del Libro infantil.

Nosotros hemos querido trasladar esta celebración al día 4 de abril y recordar y homenajear al poeta danés, famoso por sus cuentos para niños traducidos a más de 80 idiomas, entre los que se encuentran El patito feo, El sastrecillo valiente o El traje nuevo del emperador, que vais a ver aquí dramatizado por el Grupo de Teatro del IES “Juana de Castilla”, bajo la dirección de Pilar Villa.

Andersen, conocido en el mundo entero por sus cuentos para niños y por sus cuentos de hadas, fue un lector ávido y un extraordinario y creativo viajero -«viajar es vivir», decía.

Como lector se dedicó a leer todas las obras que pudiera conseguir.

Como viajero Andersen conoció muchos países, entre ellos España. En 1863 publicó otro de sus libros de viaje, En España, país en que le impresionaron en especial las ciudades de Granada y Toledo.

Quiero resaltar estas características de su personalidad que tan directamente le entroncan con nuestra querida VILLA DEL LIBRO, que pronto le reconocerá como un hijo predilecto.

Como bien sabéis la VILLA DEL LIBRO de Urueña, la primera Villa del Libro de España, es un proyecto de turismo cultural impulsado por la Diputación de Valladolid, institución que me honro presidir, donde procuramos la llegada de viajeros y turistas que sean como nuestro protagonista empedernidos viajeros y ávidos lectores.

A todos los participantes en esta fiesta del libro infantil y juvenil os deseo un maravilloso día de cuentos y de hadas por entre estas históricas y seculares murallas de la VILLA DEL LIBRO.

A los organizadores de este DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO INFANTIL: IBBY (International Board on Books for Young People) y en España, la OEPLI (Organización Española Para el Libro Infantil), les agradezco la elección de La VILLA DEL LIBRO para celebrar esta conmemoración y les ofrezco este marco incomparable que es VILLA DEL LIBRO para que edición tras edición y año tras año celebren aquí este día y conmemoren aquí a Andersen.

Mi agradecimiento a los Libreros de la Villa del Libro y al Ayuntamiento de Urueña por su disposición y colaboración para que este día sea un día de fiesta donde el libro, una vez más, alcance su verdadera dimensión de protagonista de la cultura y de instrumento para la convivencia.

RAMIRO F. RUIZ MEDRANOPresidente de la Diputación de Valladolid

© Cristina Minguillón© Consejo General del Libro Infantil y Juvenil© Diputación de Valldolid

Este cuaderno de juegos pertenece a:

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LEYENDO ENTRE ADOBE Y MADERA

La fonda de mis tíos me había dado trabajo y cobijo en el invierno más duro que se recordaba en la zona. Urueña se llamaba el pueblo, era pequeño y acogedor, metido en el cofre de su muralla, con casas de adobe y madera, oliendo el aire a la leña encendida de los hogares y a pan recién horneado.

Comenzaba la primavera y el campo reverdecía con una alegría que se contagiaba con facilidad, el canto de los pájaros al amanecer y la tibieza de la temperatura, invitaban a pasear por el borde de la muralla.

Allí le vi por primera vez.

Era un tipo alto y delgado, forastero, seguramente extranjero. Ojos claros, cabello ondulado, nariz grande y labios carnosos, elegante, con sombrero, levita, chaleco y bastón. Acababa de llegar al pueblo y paseaba mirándolo todo con una curiosidad extraña. Deteniéndose en cada rincón, en cada ventana, en los arcos que enmarcaban el paisaje, mirando por encima de la muralla con los ojos profundos y tristes. Sonreía a los vecinos con los que se cruzaba y acariciaba el cabello de los chiquillos que se tropezaban con él riendo y gritando. Tocaba el adobe de las fachadas de las casas como si quisiera llevarse el recuerdo del olor y la textura de ese material que quizá en su tierra no se usara. Y lo anotaba todo en una pequeña libreta negra.

Al volver a la fonda después de hacer los recados, me enteré de que el extranjero viviría allí durante unos días. Y me alegré.

Le serví las comidas y arreglé su cuarto. Por las tardes, terminadas mis tareas, me llegaba hasta la muralla donde le encontraba y donde me decía palabras sueltas que leía en un pequeño libro y a mí me daba la risa por lo patoso de su acento.

Me contaba que venía de muy lejos, de Dinamarca. Que allí hacía mucho frío, que había mucha agua, que era hermoso, verde y alegre, pero muy diferente a España. Me dijo que escribía historias para niños que estaban traducidas a muchas lenguas, y que había encontrado uno de sus libros en español en la librería del pueblo. Durante esas tardes de primavera, me leyó sus historias en español y su voz era música para mí y la ternura de esas palabras me decía que aquello era hermoso, aunque yo no lo entendiera muy bien.

Llegó el día de su marcha. En la puerta de su cuarto, tomó suavemente mi mano y la besó con delicadeza, yo sentí que la cara me ardía y le miré mientras le decía adiós. Me sonrió y me dijo: ¡Hasta pronto gitana guapa!

Sobre la cama dejó olvidado su libro de cuentos. Salí corriendo escaleras abajo por si podía alcanzarle, pero al llegar a la calle, el carruaje se perdía ya en una nube de polvo. Conservo aquel libro como un tesoro. Con él aprendía a leer. Y, de cuando en cuando acaricio su cubierta y leo el nombre de su dueño escrito con letra elegante y firme: Hans Christian Andersen, España 1862.

Cristina MinguillónPresidenta del Consejo General del Libro

EL COCODRILO Y EL MONO ( jataka No. 57)

Una vez, la vida que se convertiría en Buda tomó la forma de un mono y vivió en las riberas de un ancho río, en la mitad del cual había una isla donde crecían en abundancia mangos y otras frutas deliciosas. Cada día, el mono iba a la isla por su comida y regresaba a su casa por la tarde. Para que el mono llegara a la isla sólo había un camino: primero debía dar un gran salto hacia una roca que estaba a la mitad y luego tenía que saltar de nuevo hasta los árboles frutales. En aquel río vivía también una pareja de cocodrilos. Un día, la Señora cocodrilo pensó que aquel mono, tan grande y bello, podría ser una buena comida, así que le pidió a su esposo que lo atrapara para ella. El cocodrilo esperó a que el mono fuera a la isla y cautelosamente se puso sobre la roca de la mitad del río, de manera que el mono lo confundiera con ella. Cuando el mono estaba listo para regresar, miró hacia la roca y le pareció que estaba un poco más fuera del agua que de costumbre, pero esto era imposible porque el nivel del río era el mismo de siempre. Después de pensar un rato, ideó un plan para descubrir qué estaba pasando. Así, el mono le habló a la roca tres veces. Como esperaba, no obtuvo respuesta alguna, así que le preguntó a la roca por qué razón ese día no quería hablarle. El cocodrilo pensó que si la roca generalmente le respondía al mono, él tenía que hacer algo y por lo tanto le preguntó qué era lo que quería. El mono dijo: “¿Quién eres?” Ya descubierto, el otro animal contestó: “Soy un cocodrilo y te voy a atrapar para la cena”. Como no tenía otra ruta de regreso a casa, el mono se quedó pensando. Después de un rato se le ocurrió una solución: le pidió al cocodrilo que abriera su boca para que lo pudiera atrapar cuando saltara. El cocodrilo lo hizo, el mono saltó sobre él y luego hacia la otra orilla del río, a donde llegó a salvo porque —según dicen— los cocodrilos cierran los ojos cuando abren la boca.

En este jataka , se exaltan la inteligencia y el valor a través del personaje del mono, que es el Boddhisatva y por lo tanto el bien. El cocodrilo, que es Devadatta, el enemigo de Buda, representa el mal y también la estupidez. Así, la historia podría interpretarse como una caracterización de lo bueno con cualidades y de lo malo con defectos, por lo que el bien triunfa sobre el mal, en una lucha donde no se daña al vencido.

LOS GUARDIANES DEL TESORO

Había una vez un reino llamado Añeuru, en el que todos sus habitantes eran cerrajeros. Estaba situado este reino en la cima de una meseta, rodeado de altas murallas, más allá del tiempo y del espacio, según se sale de la Galaxia Gutenberg, a la izquierda. Podía este reino ser visitado por todo aquel que lo deseara con firmeza. Simplemente cerrando los ojos, y apretándolos fuertemente hasta ver lucecitas en la oscuridad, encontraba uno el salvoconducto para entrar en el reino de Añeuru. Como te digo, todos sus habitantes eran cerrajeros, o sea guardianes de tesoros que protegían en sus casas de adobe, lindantes con la muralla que los separaba del mundo de las cosas normales.

En este reino sin igual tú, por ejemplo, podías llamar a una de las casas y pedirle al cerrajero, o a la cerrajera, que te abriera el cofre de las letras bonitas, y al instante la estancia se llenaba de trazos de tinta china que formaban filigranas y arabescos en el aire capitular. O, si lo preferías, entrabas en otra casa y el vigilante abría un baúl del que surgían todos los cuentos del mundo pasado, presente y futuro. En otra, podías encontrar las pócimas y brebajes para enamorar a tu compañero o compañera de pupitre. Si te gustaban los dibujos de toros y caballos, entrabas en otra casa. Si lo que buscabas era los trucos del bostezo invisible, allí había otro cuchitril. Puede que desearas, no sé, aspirar los aromas del mar en la distancia, o repetir las aventuras que otros disfrutaron antes que tú, o jugar a juez que todo lo entiende, o crear cuadros con sólo imaginarlos... qué se yo.

Qué sé yo, esa es una buena pregunta para hacerse en la cama, antes de dormir. Hay cerrajeros que guardan para ti los saberes habidos. Cierra los ojos, apriétalos fuertemente...y estarás en Urueña.

Ahora las casas tienen nombres de LIBRERÍAS para orientarte en la búsqueda:

Alcaraván, Alcuino, Alejandría, Alvacal, Almadí, El 7, Samuel, Lex Nova, La Boutique del Cuento, La Punta del Iceberg.

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