1965.66. orden hoz.arturo de la.la escuela, laboratorio pedagógico

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l a esc u e la , laboratorio p e d a gógico Por ARTURO DE LA ORDE^i Jefe del DcPsrtament• á Betadioa y Proqectos En la bibliografía pedagógica norteamericana son muy frecuentes las alusiones y referencias a 1^ ee- cuela como «laboratorio de aprendizaje». Esta ea- presión refleja la voluntad de hacer la enseñanza aG tiva en grado máximo, convirtiendo las situaciones de aprendizaje en trabajos personales de los alum- nos a los cuales se concibe como pequeños i nvesti- gadores, profundamente interesados en su tarea y plenamente sumergidos en la búsqueda de respues- tas y soluciones a problemas que sienten como pro- pios, como parte de su mundo, de su ámbito vital. Como resultado de este proceso, el escolar se instru- ye, desarrolla su inteligencia y su personalidad toda, en una palabra, se educa. Esta concepción de la es- cuela, como reacción ante la realidad educativa de la escuela tradicional, justica el título de «laborata rio de aprendizaje>f con el que intenta caracterfzarse. Pero la escuela que se perfile para un futuro pró- ximo no puede limitarse a ser un laboratorio de aprendizaje para el alumno, sino que debe empezar por serlo para el maestro; ya que sólo la escuela que cumple este requisito puede llegar a ser fuente de estimulación positiva, permanentemente renova- da, para el educando. Es decir, que la escuela, al mismo tiempo que educa al escolar, enriquece la personalidad del educador incrementando no sólo su experiencia humana y profesional, sino sus co- nocimientos pedagógicos. En este sentido, preieri- mos, pues, hablar aquí de la escuela como «labora- torio pedagógico más bien que como cc laboratorio de aprendizaje». ACTITUD DEL MAESTRO ANTE SU TAREA. Para lograr convertir la escuela en un auténtico laboratorio del saber pedagógico no es necesario dis- poner de complicados aparatos de medida o de en- señanza. Cualquier institución educativa puede as- pirar a este objetivo. Es verdad que cuanto más completo sea el equipo psicodidáctico tanto mayo- res ser^,n las posibilidades de exactitud y extensión de las eaperiencias; pero la dotacibn materiai en este orden no es condición esencial. El requisito imprescindible para asegurar la fe- cundidad de la escuela como instrumento de per- ieocíón pedagógica del maestro, es su actitud ante la tarea que realiza. En efecto, todo acto de apren- dizaje escolar es un hecho observable y constituye una situación experimental, en la que el educador controla, o puede controlar, un gran número de fac- tores o variables, Si el maestro, al contemplar el desarrollo de la clase al enseñar y al comprobar el rendimíento, lo hace con un mínimo de atención hacia las reacciones de los alumnos, tiene en cuenta los factores controlables de la situación y analíza cri^icamente los resultados, cada actuúción escolar ae convertir^ para ^él mismo en una auténtica lec• cibn de pedagogia. Pero, además, si esta actítud de búsqueda, de apertura, de alerta a lo que realmente sucede a su alrededor, es mantenida sistemática- mente, se toman notas precisas y se comparan si- tuaciones y resultados, las conclusiones alcanzadas, adernás de constituir para el maestro una valiosa guía de acción, pueden ser de validez general y sus- ceptibles de generalización. El educador educando, actuando, investiga y contribuye no sólo a su per- ieccionarniento profesional, sino al progreso de la ciencia pedagógica. Este es el sentido del tftulo «la escuela, laborato- rio pedagógico». En la escuela, como en las probe- tas y aparatos de un laboratorio; constantemente se producen reacciones, cambios, procesos, ante la vis- ta del educador. Sólo es necesario para conocerlos, camprenderlos y usarlos adecuadamente en la pr^c- tíca futura, preocuparse permanentemente de ob• servarlos, sistematizarlos y tratar de desentrañar su sentido. Con esta actitud llegará un rnomento en que el docente, al planear su enseñanza, insensiblemen• te lo hará de modo tal que, de hecho, planiflque también una investigación tan modesta como se quíera, como expresibn de la voluntad decidida de encontrar soluciones a los problemas educativos con que tropieza en su a^ctividad diaria. 15

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Page 1: 1965.66. Orden Hoz.Arturo de la.La escuela, laboratorio pedagógico

l a escu e la ,laboratorio p edagógico

Por ARTURO DE LA ORDE^iJefe del DcPsrtament• á Betadioa y Proqectos

En la bibliografía pedagógica norteamericana sonmuy frecuentes las alusiones y referencias a 1^ ee-cuela como «laboratorio de aprendizaje». Esta ea-presión refleja la voluntad de hacer la enseñanza aGtiva en grado máximo, convirtiendo las situacionesde aprendizaje en trabajos personales de los alum-nos a los cuales se concibe como pequeños investi-gadores, profundamente interesados en su tarea yplenamente sumergidos en la búsqueda de respues-tas y soluciones a problemas que sienten como pro-pios, como parte de su mundo, de su ámbito vital.Como resultado de este proceso, el escolar se instru-ye, desarrolla su inteligencia y su personalidad toda,en una palabra, se educa. Esta concepción de la es-cuela, como reacción ante la realidad educativa dela escuela tradicional, justica el título de «laboratario de aprendizaje>f con el que intenta caracterfzarse.

Pero la escuela que se perfile para un futuro pró-ximo no puede limitarse a ser un laboratorio deaprendizaje para el alumno, sino que debe empezarpor serlo para el maestro; ya que sólo la escuelaque cumple este requisito puede llegar a ser fuentede estimulación positiva, permanentemente renova-da, para el educando. Es decir, que la escuela, almismo tiempo que educa al escolar, enriquece lapersonalidad del educador incrementando no sólosu experiencia humana y profesional, sino sus co-nocimientos pedagógicos. En este sentido, preieri-mos, pues, hablar aquí de la escuela como «labora-torio pedagógico más bien que como cc laboratoriode aprendizaje».

ACTITUD DEL MAESTRO ANTE SU TAREA.

Para lograr convertir la escuela en un auténticolaboratorio del saber pedagógico no es necesario dis-poner de complicados aparatos de medida o de en-señanza. Cualquier institución educativa puede as-pirar a este objetivo. Es verdad que cuanto máscompleto sea el equipo psicodidáctico tanto mayo-res ser^,n las posibilidades de exactitud y extensión

de las eaperiencias; pero la dotacibn materiai eneste orden no es condición esencial.

El requisito imprescindible para asegurar la fe-cundidad de la escuela como instrumento de per-ieocíón pedagógica del maestro, es su actitud antela tarea que realiza. En efecto, todo acto de apren-dizaje escolar es un hecho observable y constituyeuna situación experimental, en la que el educadorcontrola, o puede controlar, un gran número de fac-tores o variables, Si el maestro, al contemplar eldesarrollo de la clase al enseñar y al comprobar elrendimíento, lo hace con un mínimo de atenciónhacia las reacciones de los alumnos, tiene en cuentalos factores controlables de la situación y analízacri^icamente los resultados, cada actuúción escolarae convertir^ para ^él mismo en una auténtica lec•cibn de pedagogia. Pero, además, si esta actítud debúsqueda, de apertura, de alerta a lo que realmentesucede a su alrededor, es mantenida sistemática-mente, se toman notas precisas y se comparan si-tuaciones y resultados, las conclusiones alcanzadas,adernás de constituir para el maestro una valiosaguía de acción, pueden ser de validez general y sus-ceptibles de generalización. El educador educando,actuando, investiga y contribuye no sólo a su per-ieccionarniento profesional, sino al progreso de laciencia pedagógica.

Este es el sentido del tftulo «la escuela, laborato-rio pedagógico». En la escuela, como en las probe-tas y aparatos de un laboratorio; constantemente seproducen reacciones, cambios, procesos, ante la vis-ta del educador. Sólo es necesario para conocerlos,camprenderlos y usarlos adecuadamente en la pr^c-tíca futura, preocuparse permanentemente de ob•servarlos, sistematizarlos y tratar de desentrañar susentido. Con esta actitud llegará un rnomento en queel docente, al planear su enseñanza, insensiblemen•te lo hará de modo tal que, de hecho, planiflquetambién una investigación tan modesta como sequíera, como expresibn de la voluntad decidida deencontrar soluciones a los problemas educativos conque tropieza en su a^ctividad diaria.

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