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12 DE DICIEMBRE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, PATRONA DE AMÉRICA SOLEMNIDAD MISA SOLEMNE Era el mes de diciembre de 1531, diez años solamente después de conquistada Tenochtitlan por los españoles, cuando la santísima Virgen se apareció al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Lo nombró su embajador ante el obispo, fray Juan de Zumárraga, para que le construyeran un templo. La prueba de que las palabras de Juan Diego eran ciertas fueron las rosas que llevó en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en ella. La santísima Virgen es nuestra Madre. Toda la historia de Juan Diego y de las apariciones de la Virgen están fundadas en una constante y sólida tradición.

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12 DE DICIEMBRE

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE,

PATRONA DE AMÉRICA

SOLEMNIDAD

MISA SOLEMNE

Era el mes de diciembre de 1531, diez años solamente después de conquistada Tenochtitlan por los españoles, cuando la

santísima Virgen se apareció al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Lo nombró su embajador ante el obispo, fray

Juan de Zumárraga, para que le construyeran un templo. La prueba de que las palabras de Juan Diego eran ciertas

fueron las rosas que llevó en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en ella. La santísima Virgen es nuestra

Madre. Toda la historia de Juan Diego y de las apariciones de la Virgen están fundadas en una constante y sólida

tradición.

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RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA

Cfr. Apoc 12, 1

Una gran señal apareció en el cielo:

una mujer vestida de sol,

con la luna bajo sus pies

y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

Reunida la comunidad, y estando todos de pie, puede entonarse un canto apropiado.

Terminado el canto, el ministro dice:

V. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén.

SALUDO

Si el ministro es un Presbítero o Diácono:

V. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre,

y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. R. Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

El ministro invita a los fieles al arrepentimiento:

V. Hermanos: Para participar fructuosamente hoy, día en que

celebramos el amor de Santa María de Guadalupe a nuestra

patria, reconozcamos nuestros pecados. Continúa el acto penitencial con cualquiera de los formularios que se presentan:

Formula I

Se hace una breve pausa en silencio. Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos, y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

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Formula III

Se hace una breve pausa en silencio. Después el ministro dice las invocaciones:

V. Tú que viniste al mundo para salvarnos:

Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

V. Tú que nos visitas continuamente con la gracia de tu Espíritu:

Cristo ten piedad. R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que vendrás un día a juzgar nuestras obras:

Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

El ministro concluye con la siguiente plegaria:

V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados

y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.

Si se usó el formulario I, siguen las invocaciones Señor ten piedad, (Kýrie, eléison).

Acabado el Acto penitencial, el ministro invita a todos a cantar o recitar el Gloria.

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.

Amén.

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ORACIÓN COLECTA

Terminado el Gloria, el ministro dice:

V. Oremos Y todos, junto con el ministro, oran en silencio durante unos momentos. Después, sin extender las manos, dice la oración.

V. Dios, Padre de misericordia, que has puesto

a este pueblo tuyo bajo la especial protección

de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu Hijo,

concédenos, por su intercesión, profundizar en nuestra fe

y buscar el progreso de nuestra patria

por caminos de justicia y de paz.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo

en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios por los siglos de los siglos. R. Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Sentados.

Del libro del Eclesiástico (Sirácide) 24, 23-31

o soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza.

Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud.

Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales.

Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse

Y

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y los que se dejan guiar por mí no pecarán.

Los que me honran tendrán una vida eterna.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del Salmo 66

R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

1. Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora R.

2. Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R.

3. Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R.

SEGUNDA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-10

ermanos: Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa a los ojos de Dios; porque ustedes

también son piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo. Tengan presente que está escrito: He aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.

H

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Dichosos, pues, ustedes, los que han creído. En cambio, para aquellos que se negaron a creer, vale lo que dice la Escritura: La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra angular, y también tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella los que no creen en la palabra, y en esto se cumple un designio de Dios.

Ustedes, por el contrario, son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes, los que antes no eran pueblo, ahora son pueblo de Dios; ustedes los que antes no habían alcanzado misericordia, ahora han alcanzado misericordia.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1, 47.

De pie.

R. Aleluya.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador.

R. Aleluya.

EVANGELIO

Después el ministro dice:

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.

V. Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48.

Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho.

R. Gloria a ti, Señor.

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n aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel.

En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

El ministro toma el libro y lo besa diciendo en secreto:

Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

E

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HOMILÍA

Sentados. El ministro hace la homilía a continuación, y si lo considera adecuado, puede usar este texto breve.

EL MENSAJE GUADALUPANO ES PARA LOS SENCILLOS

Decir Santa María de Guadalupe es decir México. Decir Santa María de Guadalupe es decir Latinoamérica. Y es que la devoción a la morenita del Tepeyac es tan grande que puede cubrir un continente entero. En la devoción de los mexicanos, no puede faltar un lugar especial a nuestra Madre Santísima del Cielo. María de Guadalupe es el motor de una evangelización que se desarrolló rápidamente en nuestro entorno latinoamericano. Es necesario reconocer que la Iglesia de México se construyó en gran medida por la gracia que Dios concedió a estas tierras de contar con la llegada y compañía incesante de la Virgen de Guadalupe.

La voluntad santa de Dios nos ha regalado en el mensaje Guadalupano, la certeza de su amor, revestido de la maternidad y solicitud de María por los más pobres y necesitados. La devoción guadalupana está hecha para los más pobres, de espíritu y de bienes materiales. No fue el suyo un mensaje para congraciarse con los poderosos que oprimen, y que desde la opulencia se jactan de ser los dueños del mundo, sino más bien para los que están en las esferas más bajas de la sociedad, los desposeídos, los pobres, los oprimidos, los "no-tomados-en-cuenta"; los que a los ojos de la sociedad pragmática actual no producen y más bien estorban. Ellos son los destinatarios de todo su amor y cuidado.

Cabe preguntarse, si Juan Diego viniera de nuevo con un mensaje idéntico al de 1531, ¿cuántos de nosotros le creeríamos? ¿Cuántos le pondríamos trabas mediante una incredulidad despectiva? ¿Cuántos tendríamos la suficiente sensibilidad para discernir el mensaje de amor que encierra esta envoltura de humildad y pobreza? ¿Cuántos pediríamos al sencillo mensajero una “prueba” de este prodigioso evento? Da temor descubrir que podemos complicarlo todo a tal grado, que no estemos atentos a la sencillez del mensaje de Dios.

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En esta celebración, encomendemos al cuidado de María de Guadalupe nuestra nación mexicana, para que surja la justicia, la paz y el progreso.

CREDO

Acabado esto, y estando todos de pie, se hace la profesión de fe:

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén.

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ORACIÓN DE LOS FIELES De pie.

V. Pongamos, hermanos, nuestros ojos en Jesús que, para salvar

al mundo, quiso nacer de santa María Virgen, y oremos por

nuestra nación, por los pueblos de América Latina y por el bien

de todos los hombres: R. Te rogamos, óyenos.

Lector:

1. Para que el Señor, que quiso que la santidad de la Iglesia se prefigurara y culminara en la perfección de María, conceda a los cristianos de México y a sus pastores ser vivo reflejo de aquella santidad que resplandece en la santa Madre de Dios, roguemos al Señor. R.

2. Para que nuestra nación, que hoy venera con solemnidad a María Virgen bajo la advocación de Guadalupe, alcance una paz verdadera y estable y vea alejada de sus ciudadanos las injusticias y los egoísmos mutuos, roguemos al Señor. R.

3. Para que el ejemplo de la fortaleza de María, que sufrió crueles dolores al pie de la cruz, sea consuelo para los que sufren y esperanza para quienes se sienten decaídos, roguemos al Señor. R.

4. Para que los cristianos de México que hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, demos a los ciudadanos de nuestra nación un claro testimonio de fe cristiana y una colaboración eficaz a la prosperidad de nuestro pueblo, roguemos al Señor. R.

CONCLUSIÓN

V. Dios nuestro,

que has querido que santa María de Guadalupe

fuera ayuda y patrona del pueblo mexicano,

escucha nuestras plegarias

y haz que, confiando en su ayuda poderosa,

obtengamos los bienes que te hemos pedido.

Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

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LITURGIA EUCARÍSTICA El celebrante toma la patena con el pan y dice en voz baja:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,

por este pan,

fruto de la tierra y del trabajo del hombre,

que recibimos de tu generosidad

y ahora te presentamos;

él será para nosotros pan de vida. Después, deja sobre el corporal la patena con el pan.

El diácono, o el celebrante, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:

Por el misterio de esta agua y este vino,

haz que compartamos la divinidad

de quien se ha dignado participar

de nuestra humanidad. Después, el celebrante toma el cáliz y dice en voz baja:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,

por este vino,

fruto de la vid y del trabajo del hombre,

que recibimos de tu generosidad

y ahora te presentamos;

él será para nosotros bebida de salvación. Después deja sobre el corporal el cáliz. Luego, el celebrante, inclinado profundamente, dice en secreto:

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito

y nuestro espíritu humilde;

que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea

agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

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Y, si es oportuno, inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono, u otro ministro, inciensa al celebrante y al pueblo.

Luego el celebrante, se lava las manos, diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor,

y limpia mi pecado. Después, de pie en el centro del altar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:

V. Oren, hermanos, para que este sacrificio,

mío y de ustedes,

sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. El pueblo se pone de pie y responde:

R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

V. Acepta, Señor, los dones que te presentamos

en esta solemnidad

de nuestra Señora de Guadalupe,

y haz que este sacrificio nos dé fuerza

para cumplir tus mandamientos,

como verdaderos hijos de la Virgen María.

Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

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PREFACIO

La Virgen María, signo del amor materno de Dios.

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.

n verdad es justo y necesario,

es nuestro deber y salvación

darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,

por Cristo, Señor nuestro.

Porque en tu inmensa bondad has querido que tu Madre,

bajo el título de Guadalupe,

fuera especial Madre nuestra,

refugio y Señora, presencia viva

en la historia de este pueblo tuyo.

Ella, mensajera de tu verdad y signo materno de tu amor,

nos brindó compasión, auxilio y defensa,

y hoy nos invita a reconciliarnos

contigo y entre nosotros,

y a proclamar el Evangelio de tu Hijo,

para hacer que florezcan en nuestras tierras

la fraternidad y la paz.

Por eso, con todos los ángeles y los santos,

te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.

E

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El celebrante con las manos extendidas dice:

CP Santo eres en verdad, Señor,

fuente de toda santidad;

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas dice:

CC por eso te pedimos

que santifiques estos dones

con la efusión de tu Espíritu,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente diciendo:

de manera que se conviertan para nosotros

en el Cuerpo y la Sangre

de Jesucristo, nuestro Señor. Junta las manos.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la naturaleza de estas.

El cual,

cuando iba a ser entregado a su Pasión,

voluntariamente aceptada, Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, dándote gracias, lo partió

y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomen y coman todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por ustedes”. Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego en la patena y lo adora haciendo genuflexión.

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Después prosigue.

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz,

y, dándote gracias de nuevo,

lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

“Tomen y beban todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada

por ustedes y por muchos

para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía”. Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Luego dice una de las siguientes fórmulas:

CP Éste es el Misterio de la fe.

O bien:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue aclamando:

Anunciamos tu muerte

proclamamos tu resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!

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Después el celebrante, con las manos extendidas, dice:

CC Así, pues, Padre,

al celebrar ahora el memorial

de la muerte y resurrección de tu Hijo,

te ofrecemos

el pan de vida y el cáliz de salvación,

y te damos gracias

porque nos haces dignos

de servirte en tu presencia.

Te pedimos humildemente

que el Espíritu Santo congregue en la unidad

a cuantos participamos

del Cuerpo y Sangre de Cristo.

C1 Acuérdate, Señor,

de tu Iglesia extendida por toda la tierra

y con el Papa N.,

con nuestro Obispo N.

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,

llévala a su perfección por la caridad.

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C2 Acuérdate también de nuestros hermanos

que se durmieron en la esperanza

de la resurrección,

y de todos los que han muerto

en tu misericordia;

admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Ten misericordia de todos nosotros,

y así, con María, la Virgen de Guadalupe,

Madre de Dios, su esposo san José,

los apóstoles, y cuantos vivieron

en tu amistad a través de los tiempos

merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,

compartir la vida eterna

y cantar tus alabanzas. Junta las manos.

Eleva la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos, dice:

CP Por Cristo, con él y en él,

o a ti , Dios Padre omnipotente,

CC en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria

por los siglos de los siglos. El pueblo aclama:

R. Amén.

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RITO DE LA COMUNIÓN Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el celebrante, con las manos juntas, dice:

V. Fieles a la recomendación del Salvador

y siguiendo su divina enseñanza,

nos atrevemos a decir: Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

adre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal. El celebrante, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:

V. La paz del Señor esté siempre con ustedes. El pueblo responde:

R. Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, añade:

Dense fraternalmente la paz.

P

19

Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena y pone una partícula dentro del cáliz, diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre

de nuestro Señor Jesucristo,

unidos en este cáliz,

sean para nosotros

alimento de vida eterna. Mientras tanto, se canta o se dice:

R. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,

danos la paz. A continuación el celebrante, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,

que por voluntad del Padre,

cooperando el Espíritu Santo,

diste con tu muerte la vida al mundo,

líbrame, por la recepción

de tu Cuerpo y de tu Sangre,

de todas mis culpas y de todo mal.

Concédeme cumplir siempre tus mandamientos

y jamás permitas que me separe de ti.

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El celebrante hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:

V. Éste es el Cordero de Dios,

que quita el pecado del mundo.

Dichosos los invitados a la cena del Señor. Y, juntamente con el pueblo, añade:

R. Señor, no soy digno

de que entres en mi casa,

pero una palabra tuya

bastará para sanarme. El celebrante, vuelto hacia el altar, dice en secreto:

El Cuerpo de Cristo

me guarde para la vida eterna. Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después toma el cáliz y dice en secreto:

La Sangre de Cristo

me guarde para la vida eterna. Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

Cuando el celebrante ha comulgado el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de comunión.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr Sir 147, 20

No ha hecho nada semejante con ningún otro pueblo;

a ninguno le ha manifestado tan claramente su amor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

V. Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

que acabamos de recibir en este sacramento,

nos ayuden, Señor,

por intercesión de santa María de Guadalupe,

a reconocernos y amarnos todos

como verdaderos hermanos.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. AMÉN.

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ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE

Después de la comunión, y guardado un momento conveniente de silencio, el ministro hace la siguiente oración:

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de

la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu

compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración

que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús,

único redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y

silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te

consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te

consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras

alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya

que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora

y madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de

una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu

mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por

todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de

intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las

almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor

infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga

abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y

celosos dispensadores de los misterios de Dios.

22

RITO DE CONCLUSIÓN El Ministro hace en este momento los anuncios oportunos. Después, vuelto al pueblo extiende las manos y dice:

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.

V. Que Dios, cuya providencia amorosa quiso redimir

benignamente al género humano

por medio de su Hijo santísimo nacido de la Virgen María,

los colme de sus bendiciones. R. Amén.

V. Que experimenten siempre y en todo lugar

la protección de la Virgen María de Guadalupe,

por quien merecieron ustedes recibir al autor de la vida. R. Amén.

V. Que a todos ustedes, que se han reunido hoy aquí

para celebrar con devoción esta fiesta

de Santa María de Guadalupe,

el Señor les conceda los goces espirituales

y los premios del cielo. R. Amén.

Y bendice al pueblo, diciendo:

V. La bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes. R. Amén.

Luego el ministro despide:

V. La esperanza en la encarnación del Hijo de Dios

ilumine nuestras vidas. Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.

El ministro puede decir alguna de las oraciones sugeridas adelante, antes de retirarse.

23

ANEXO:>I ORACIONES GUADALUPANAS DIVERSAS

I

ORACIÓN DE JUAN PABLO II

Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de

la Iglesia.

Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu

compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración

que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús,

único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y

silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te

consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.

Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,

nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya

que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora

y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de

una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu

mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te

pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por

senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a

Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor

infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue

abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y

celosos dispensadores de los misterios de Dios.

24

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la

vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu

seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor

Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy

unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir

continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a

volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en

el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma. Te

suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los

santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó

en la tierra. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la

conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios

podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,

que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre

y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos,

Amén.

V. Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes.

Ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes.

Ya que me proteges tanto como verdadera Madre,

Haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Acción de Gracias en la siguiente página.

25

II

ACCIÓN DE GRACIAS

El ministro invita a exaltar a Dios.

V. Proclamemos la bondad de Dios y exaltemos su misericordia,

que se ha manifestado a lo largo de esta celebración.

HIMNO

A continuación se dice el siguiente himno.

MAGNIFICAT Mi alma glorifica al Señor

y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes.

A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre.

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III

JACULATORIAS

GUADALUPANAS: V. Mi corazón en amarte eternamente se ocupe R. Y mi lengua en alabarte, Madre mía de Guadalupe.

V. Virgen de Guadalupe por tus 4 apariciones. R. Con el corazón te pido, remedia mis aflicciones.

V. Santa María de Guadalupe, R. Salva a nuestra patria y conserva nuestra fe.

V. Santa María de Guadalupe R. Ruega por nosotros.

MARIANAS: V. María, madre de gracia, madre de misericordia. R. En la vida y en la muerte, ampáranos gran señora

V. Por tu limpia concepción, soberana princesa. R. Una muy grande pureza te pido de corazón.

V. ¡Oh soberano santuario, sagrario del verbo eterno! R. Libra, virgen, del infierno, a los que rezan tu rosario.

V. Emperatriz poderosa, de los mortales consuelo. R. Ábrenos, virgen, el cielo, con una muerte dichosa

y danos pureza de alma ya que eres tan poderosa.

V. Dulce Corazón de María, R. Se la salvación del alma mía.

V. Con María, Nuestra Madre, conocemos, amamos y seguimos a Jesús: R. Con Ella aprendemos a ser hermanos de todos.

V. De tus divinos ojos penden nuestras felicidades. R. míranos señora y no nos desampares.

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IV

DESDE EL CIELO (LA GUADALUPANA)

Desde el cielo, una hermosa mañana, desde el cielo, una hermosa mañana. La Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac. (2)

Suplicante juntaba sus manos; suplicante juntaba sus manos. Y eran mexicanos, y eran mexicanos, y eran mexicanos su porte y faz. (2)

Su llegada llenó de alegría; su llegada llenó de alegría, de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anáhuac. (2)

Junto al monte pasaba Juan Diego; junto al monte pasaba Juan Diego. Y acercóse luego, y acercóse luego, y acercóse luego al oír cantar. (2)

A Juan Diego le dijo la Virgen; a Juan Diego le dijo la Virgen: este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar. (2)

Y en la tilma entre rosas, pintada; y en la tilma entre rosas, pintada, su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar. (2)

Desde entonces para el mexicano; desde entonces para el mexicano, ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial. (2)

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