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11 Jugadas para la Salud

Esta publicación se llevó a cabo en conjunta colaboración entre la Secretaría de Salud y la Comisión Nacional de Protección Social en Salud / Seguro Popular

Mtro. Salomón Chertorivski WoldenbergSecretario de Salud

Mtro. David García-Junco MachadoComisionado Nacional de Protección Social en Salud / Seguro Popular

Programa piloto “11 Jugadas para la Salud”

Segunda edición, 2012 D.R. © Secretaría de SaludLieja 7. Col. Juárez, C.P. 06696México, D.F.www.salud.gob.mx

Comisión Nacional de Protección Social en Salud / Seguro PopularGustavo E. Campa 54, Col. Guadalupe Inn, C.P. 01020México, D.F. www.seguro-popular.gob.mx

Impreso y hecho en México

Se autoriza la reproducción total y/o parcial de esta obra siempre y cuando se cite la fuente

ISBN: 978-607-460-294-4

Programa piloto “11 Jugadas para la Salud”

Se terminó de imprimir y encuadernar por:Impresora y Encuadernadora Progreso, S.A. de C.V. (IEPSA)Calzada San Lorenzo 244, 09830,Paraje San JuanMéxico, D.F.

Junio 2012Esta edición consta de 1500 ejemplares.

EdiciónMtro. Miguel Limón GarcíaLic. José Luis Real Dueñas

Autores y EscritoresRamón Castillo y Demian Marín

Diseño e IlustraciónAlejandro A. Valle Arellano

Idea originalMtro. Miguel Limón García

Coordinación de proyectoMtro. Miguel Limón GarcíaLic. José Luis Real DueñasMtro. Roger Peniche SalaLic. Sergio Govea Brito

11 Jugadas para la Salud

PresentaciónAlbert Camus, escritor argelino ganador del Premio Nobel de literatura, fue un hombre sensi-

ble e inteligente que entre sus aficiones contaba con una en particular que, a sus ojos, le había dejado valiosas lecciones. Él lo dijo con estas palabras: “después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al futbol”.

Para este escritor la vida, de alguna forma, se podía comprender a partir de una de las grandes pasiones de hombres y mujeres, niños y niñas alrededor del mundo. El futbol era para Camus una manera de comprender la naturaleza humana, el amor, la pasión, la entrega, el compromiso y, por supuesto, el autoconocimiento.

En el futbol se da un precioso equilibrio en el que mente y cuerpo trabajan armónicamente para que el equipo alcance sus metas. No sólo es ejercicio físico, también es enseñanza de colaboración y tolerancia, respeto y trabajo conjunto.

Nosotros, los que trabajamos por la salud de los mexicanos, vemos en la práctica del futbol a un poderoso aliado para mantener saludable y en condiciones óptimas a nuestra población. El deporte forma el cimiento de nuestro bienestar.

Los cuentos reunidos en este libro, todos relacionados con el futbol, buscan ser una oportunidad para que los jóvenes de nuestro país conozcan y aprendan los beneficios de llevar una vida sana. El deporte y la lectura son herramientas imprescindibles para el desarrollo físico e intelectual de los hombres y mujeres que en un futuro con su reflexión y acción contribuirán al engrandecimiento de nuestro país.

Las historias que se cuentan, a través de las páginas de este volumen no sólo son divertidas y emocionantes; además, están llenas de enseñanzas sobre la amistad, el trabajo en equipo, la importancia de la actividad física y el cuidado de nuestro cuerpo.

Estoy seguro de que los jóvenes lectores de este libro disfrutarán momentos de entretenimiento, así como de reflexión, al lado de los protagonistas de las historias aquí contadas.

La apuesta de este texto consiste en hacer del futbol, a la manera de Albert Camus, el campo de muchas y significativas experiencias que serán de utilidad en el cuidado de la salud de los jóvenes durante toda su existencia.

Salomón Chertorivski Woldenberg, Secretario de Salud.

Presentación

Introducción

¡Hola jugador número 12!

A tu edad, ya empiezas a darte cuenta de que una vida sin pasiones, es una existencia sin emoción, sin alegrías, sin sueños por alcanzar. En fin, una vida sin chiste.

Este periodo, el final de la infancia y principio de la adolescencia, es muy divertido y esencial para poder desarrollarte como una persona plena y feliz a lo largo de tu vida; es por eso que en estos cuentos, te queremos compartir tres elementos que hacen de los seres humanos algo distinto a los demás seres vivos: el entendimiento de la salud como algo fundamental para tener una mejor calidad de vida, el deporte y la actividad física como algo lúdico, divertido y esencial para ser un ganador, y la lectura como eje central para la transmisión de ideas, pensamientos y aventuras.

En este libro de cuentos “11 Jugadas para la Salud”, te invitamos a recorrer junto con los protagonistas de esta historia, el camino de aprendizajes y diversión que el equipo El Olimpo siguió durante el torneo de futbol de su liga.

A lo largo de los 11 cuentos, verás cómo los jugadores, chavos y chavas como tú, comprenden lo valioso que es llevar una vida sana mientras viven emocionantes aventuras dentro y fuera de la cancha de juego. Te darás cuenta de que, a través de la lectura se descubren nuevos mundos y lenguajes, conocerás personas, cuya magia desconocías, y podrás ir a lugares que no imaginabas que existían, esto lo irás imaginando conforme leas éstos cuentos.

Estamos seguros de que no sólo pasarás grandes momentos en compañía de éstas historias y de sus protagonistas, sino que también obtendrás útiles enseñanzas para toda la vida.

Esperamos que con estos cuentos, descubras y reafirmes tu pasión por 4 cosas como lo son: por una vida saludable, por el deporte, por los valores y por la lectura.

Recuerda que fueron hechos pensando en ti. ¡Disfrútalos!

Miguel Limón García, Titular de la Unidad Coordinadora de Vinculación y Participación Social de la Secretaría de Salud.

Introducción

Sigue una dieta equilibrada

El portero de El Olimpo antes de esta temporada había tenido altibajos. En algunas ocasiones, todo fotógrafo de periódico deportivo hubiera pagado un dineral por que lo dejaran colocarse detrás de su portería. Los lances y paradones insólitos que hacía eran cosa de otro mundo.

Sin embargo, había otras veces que de plano no paraba ni el camión. Sus piernas parecían coladera y siempre llegaba tardísimo a las jugadas. Cuando se daba cuenta, ya le habían metido gol y hasta estaban llevando el balón a la media cancha para reanudar el partido.

Nadie entendía qué le pasaba, por qué tenía esos altibajos. Ni él mismo lo sabía. Hasta que, en una ocasión, se dio cuenta de cuál era la causa, y a partir de ese día, nunca más volvió a jugar mal.

Sigue una dieta equilibrada

Su nombre es Jesús. El día que se enteró de cómo jugar bien en todos los partidos, acababa de cumplir 13 años. Algunos le decían que estaba gordo. Otros pensaban que más bien era fornido. Jesús se miraba al espejo y no sabía quién podría tener la razón. Para él, su cuerpo era el de un muchacho frágil que necesitaba ser alimentado.

En la escuela, no podría decirse que Jesús fuera una luminaria, pero tampoco era tan tonto. En toda su vida académica, había reprobado dos o tres exámenes, pero nada más, y hasta había jurado no volver a copiar nunca más cuando entró a la secundaria.

11 Jugadas para la Salud

Sus papás lo querían mucho y Jesús los quería mucho a ellos. Pero, sobre todo, quería a sus amigos. Desde pequeño se salía con la palomilla a explorar la colonia, a jugar a las escondidas y, cuando su papá le regaló en su séptimo cumpleaños un balón de futbol, a organizar partidos todas las tardes en la cancha que estaba a tres cuadras de su casa.

Como el balón siempre era de Jesús, él tenía el derecho de escoger la posición que quisiera y siempre escogía ser el portero. Y eso estaba bien, porque a nadie más le interesaba estarse aburriendo en la portería. Todos querían correr tras el balón y meter goles, pero eso a Jesús no le interesaba. Lo que a él le apasionaba del juego era ordenar al equipo, gritar para ubicar a sus jugadores, y de vez en cuando lucirse con un lance espectacular para evitar que el balón tocara la red. Al principio estas atajadas le habían costado una veintena de raspones, pero después o había aprendido a caer sin lastimarse o su piel se había endurecido a fuerza de golpes en las rodillas, los codos y la cadera.

Sigue una dieta equilibrada

Como ya lo habíamos mencionado, Jesús siempre fue inconstante, y esto no dependía de su cansancio, entusiasmo o humor del momento. A veces venía contento y seguro de triunfar y terminaba goleado. Otras veces venía con el mismo ánimo y se cubría de gloria con sus atajadas. En una ocasión incluso, que no había dormido bien y casi hubiera dejado todo por tirarse ahí mismo para echarse una siestecita, llegó a parar hasta siete disparos difíciles para cualquier portero.

El día que se dio cuenta de la causa de su inconstancia, Jesús se despertó como si nada. Ningún cambio trascendental había ocurrido durante la noche, y al salir de la cama sintió la misma flojera y las mismas ganas de dormir. La única diferencia es que se había despertado más temprano, pero fuera de eso, nada.

Se bañó y vistió sin que nada extraordinario pasara. Se sentó a la mesa para desayunar, pero ese día, a diferencia de otros, no tenía prisa por salir de su casa, por lo que se preparó un buen desayuno. En lugar de los habituales cereales de cajita con mucha azúcar que solía empacarse cuando salía a las carreras hacia la escuela, aquel día comió fruta y huevos revueltos con nopales. Los acompañó con un pan tostado. Masticó despacio mientras pensaba en los problemas de matemáticas que el día anterior le habían dejado de tarea.

11 Jugadas para la Salud

Al llegar a la escuela, todo pasó como siempre. A la hora del recreo, comió la verdura con chile y limón que le había dado su mamá. Jesús trató en vano de recordar cuándo había sido la última vez que había desayunado y comido su lonche el mismo día.

Siguieron las clases y Jesús todavía no se imaginaba que ese iba a ser el día de la revelación. Al salir de la escuela, fue a su casa como siempre, hizo la tarea mientras esperaba a sus papás. Cuando ellos llegaron, comieron juntos una rica sopa de verduras, un filete, arroz con zanahorias y una ración de frijoles. Y de postre, fresas. Jesús ese día comió todo lo que le sirvió su mamá y se sintió muy bien. Tan bien que, cuando salió de su casa para ir al partido, que empezaba a las 7:00, no sintió necesidad de comprar dulces ni paletas.

Nada especial había sucedido, pero Jesús ya comenzaba a sospechar que, en verdad, los pequeños detalles del día no eran tan pequeños como para pasar desapercibidos.

Sigue una dieta equilibrada

Llegó la hora del juego. Jesús ya estaba preparado desde una hora antes. Con guantes, espinilleras y su camiseta de portero de El Olimpo calentaba

inv i tando a sus compañeros a que ensayaran sus tiros. Las atajadas que estaba haciendo en el calentamiento no sólo le indicaban que esa tarde sería de aquellas en las que juega bien, sino que sería la mejor.

El entrenador reunió a todos en la

banca para animarlos y dar las últimas indicaciones. Todos sabían que lo que hicieran después de este partido ya era histórico. Nunca antes, El Olimpo había sumado tantos puntos, metido tantos goles, ganado tantos partidos. Pero ahora la meta no era ésa. La meta era el campeonato.

El partido comenzó flojo. Tanto El Olimpo como el equipo contrario medían sus fuerzas con timidez. Pero conforme iba pasando el tiempo, Luisa empezó a jugar muy mal. Por desgracia para El Olimpo, no había cambios porque otra vez había faltado Alejandro y a Alfredo lo había castigado su mamá. Y para acabarla de amolar, Luisa seguía empeorando en su juego. Defensivamente, el sector izquierdo era un completo desastre. En varias ocasiones el equipo contrario la burló fácilmente y llegó hasta el arco. Eso pintaba para que El Olimpo sufriera una goleada.

11 Jugadas para la Salud

Pero no fue así. En la portería apareció Jesús, quien con una vitalidad nunca antes vista paró de todas las formas imaginables los disparos y arrebató el balón a los contrincantes que sólo tenían que empujar la pelota para hacer un tanto. ¡Jesús no parecía uno, sino tres porteros! Y no sólo eso. Los pases largos que mandaba desde la portería eran tan largos como nunca antes. Todos rebasaban la media cancha y llegaban directamente a los gemelos, quienes hicieron de las suyas allá adelante y metieron dos goles antes del medio tiempo.

En el descanso, todos parecían agotados. Todos, menos Jesús, que a pesar de haber intervenido en más de la mitad de las jugadas, estaba fresco como lechuga. El entrenador habló largo rato con Luisa para saber si podía continuar. Ella aseguró que sí podía y se paró con fuerzas renovadas. Todos la animaron y comenzó el segundo tiempo.

Luisa dio muestras de mejoría, pero seguía llegando tarde a las jugadas y la defensa seguía haciendo agua. Jesús, que estaba detrás, ese día había decidido cerrar la cortina, y ningún balón entró a su portería. En cambio, en el arco contrario, otros dos goles cayeron: uno de Emiliano y otro de Penélope de tiro libre. El marcador terminó 4-0 y El Olimpo festejó a lo grande.

Sigue una dieta equilibrada

—Estuviste enorme, Jesús.

—Gracias a ti ganamos.

—¿Pues qué comiste?

Jesús agradeció todos los elogios y sonrió.

—Compañeros, entrenador, me acabo de dar cuenta de algo muy importante. Hoy comí muy bien durante todo el día, cada comida fue completa y equilibrada, y eso me dio la energía suficiente para mantenerme siempre alerta y atajar todos los balones. Si todos comemos bien todos los días, seguro jugaremos mejor, y el campeonato, se los aseguro, será nuestro.

11 Jugadas para la Salud

—Así se habla, pibe —dijo el entrenador—. Sigamos una dieta equilibrada, equipo.

—¿Ah, sí? —dijo Itzel, con cara de asombro—. Pero, dime Jesús, ¿qué es una dieta equilibrada? O sea, eso suena medio raro, ¿no te parece? Digo, mi mamá siempre me dice que yo coma bien, porque así puedo estar fuerte, pero la verdad, no tenía ni idea de que la comida tuviera equilibrio.

—Comida equilibrada, Itzel —la corrigió Jorge,

el sabelotodo de El Olimpo—. Eso quiere decir que tenemos que comer de to-

dos los grupos de alimentos; es deci r, f rutas , verduras, cereales, alimentos de origen animal y leguminosas, así como evitar los dulces, las comidas grasosas y los alimentos chatarra.

Sigue una dieta equilibrada

Después de escuchar a Jorge, Luisa admitió que llevaba días comiendo pizza, hot dogs, tacos y cosas de ese tipo, y que ese día no había comido bien porque su mamá había preparado sopa de verduras, que no es su favorita, pero prometió que de ahora en adelante se la comería aunque no le gustara. Y todos quisieron quedarse a comentar los pormenores del partido, pero Jesús se despidió pronto.

—¿Ya te vas, Jesús? ¿Por qué?

—Porque me espera una rica cena —dijo mientras se sobaba la panza.

11 Jugadas para la Salud