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El carnaval,una actividad saludable *

Desde hace más de mil años los seres humanosrepiten en distintas latitudes un rito anual carac-terizado por extrañas prácticas, tales como:

• suplantar otras identidades y esconder la pro-pia bajo una máscara o un disfraz;

• ridiculizar a las autoridades y a los podero-sos;

• invertir simbólicamente los órdenes sociales,convirtiendo a los hombres en mujeres, a los po-bres en ricos de oropel, a los sanos en locos deatar, a los viejos en niños, y viceversa;

• agredir al otro de manera burlesca, embadur-nándole, tirándole agua, azotándole con vejigas deanimales secas e infladas o pasando a las manosen verdaderas batallas campales;

• eludir el tabú para dar rienda suelta a lapulsión sexual;

• comer y beber en exceso, especialmente ali-mentos flatulentos, como los fríjoles guandules;

• producir ruidos grotescos, como la imitaciónde pedos o verdaderos pedos;

• producir música festiva y danzar hasta ago-tarse;

• hacer la parodia de unentierro del monigote de unapersona o animal, en un due-lo de caricatura para el final

de la fiesta, que prefigura la auténtica tristeza delobligatorio retorno a la rutina productiva de unavida sujeta a las normas y las jerarquías sociales.

En la antigüedad, en la edad media, en la eramoderna y en la época contemporánea, tanto enEuropa como en América, particularmente en lospaíses de estirpe latina y católica, a este juego delocura colectiva se le llama carnaval. El carnavales la fiesta popular por antonomasia, donde cadapersona se transforma en protagonista, y si no esla más alegre, sí la más libre.

Ciertamente, para que no se asusten, esa ver-sión orgiástica y esencialmente rural de lo carna-valesco, tal como la acabo describir, ha sidomorigerada por la hegemonía social del capital, consu pretensión de encuadrar, embellecer y hacerrendir toda inversión de tiempo y dinero. De uncarnaval dionisíaco y desordenado, la civilizacióncristiana ha pasado a un carnaval apolíneo y or-denado, cuya imagen global más famosa es el pasode hierro de las escolas do samba en Río de Janeiro,

cronometrado y milimetradopara la fascinación de una au-diencia internacional que pagacarísimo los puestos en el sam-bódromo o que sigue la trans-misión de televisión por vía sa-télite en medio de avisos tam-bién carísimos.

El carnaval de Barranquilla,que muchos de ustedes van aconocer por primera vez, gra-cias a la iniciativa del grupo de

Jaime Abello Banfi**

* Conferencia ante los participan-tes en el Congreso de la Asociaciónde Reumatólogos de Centroamérica,el Caribe y Área Andina, Barranqui-lla, 4 de febrero de 2005. Cedida porsu autor especialmente para Huellas.

** Director de la Fundación Nue-vo Periodismo.

Foto de Vivian Saad

Huellas 71, 72, 73, 74 y 75. Uninorte. Barranquillap. 158-162: 08, 12/MMIV - 04, 08, 12/MMV. ISSN 0120-2537

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médicos que ha orga-nizado este congreso,tiene un poco de am-bas versiones, debido auna síntesis peculiarde influencias, que hapermitido que a estasalturas del siglo XXI eneste rincón del mundosobreviva una fiestamestiza de alto conte-nido folclórico, tan es-pecial que fue incluidaen noviembre de 2003por la Unesco en la lis-ta de obras maestrasdel patrimonio oral einmaterial de la huma-nidad. El honor y laobligación de protegerel patrimonio cultural que tal declaratoria entra-ña, son compartidos únicamente con el carnavalandino de las diabladas de Oruro en Bolivia, y conel carnaval europeo de los callejones medievalesde Binche, en Bélgica.

¿Pero cómo fue que se aclimató en la Américaintertropical, en las regiones del eterno verano,como el Caribe, una fiesta europea cuyos orígenesremotos algunos atribuyen a la superposición delsantoral católico sobre el estrato pagano de las fies-tas romanas de invierno, como las saturnalias ylas lupercalias, en las cuales jóvenes completamen-te desnudos golpeaban a las mujeres con azotesde macho cabrío para hacerla fecundas?

Como casi todas las manifestaciones lúdicas quese desarrollaron en nuestro continente, el carna-val nos llegó por vía de España. Para la época deldescubrimiento de América, las fiestas de carna-val habían adquirido gran popularidad y formasdefinidas, que cruzaron el océano como parte delequipaje cultural de los conquistadores, para asen-tarse en todos los territorios, desde la Patagoniahasta la Nueva España. Los primeros testimoniosde regulación del carnaval se hallan en las orde-nanzas de Hernán Cortés. En toda la América Es-pañola las carnestolendas gozaron de gran vitali-dad y se caracterizaron por elementos comunescomo el uso de las máscaras y disfraces, tanto porhombres como por mujeres —para las cuales estosignificaba un espacio excepcional de libertad—,así como la práctica de arrojar agua, barro, hari-na u objetos poco contundentes, y la ceremonia

del entierro y muerte del carnaval, en vísperas delmiércoles de ceniza, con el cual se iniciaba el pe-ríodo de ayuno y abstinencia de la Cuaresma.

Fiesta móvil, las fechas del carnaval se fijabanen ese entonces, como ahora, de acuerdo con elcalendario lunar y la tradición cristiana que dis-pone que la Pascua ocurra en la primera Luna lle-na de la primavera boreal y por lo tanto que elmartes de carnaval sea la última Luna nueva deinvierno, en un lapso que en distintos años puedeir desde el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria, laVirgen de las luces, hasta cualquier martes den-tro de los cuarenta días siguientes. Por ejemplo, ypara que se programen desde ahora, el martes decarnaval de 2006 será el 28 de febrero y la Batallade Flores será el sábado anterior, 25 de febrero.

Sin embargo, esta versión de un carnaval ex-tendido en todos los confines de las Indias no nosayuda a explicar nuestro caso (Barranquilla), sim-plemente porque esta no fue una ciudad fundadade acuerdo con las reglas coloniales, sino una pe-queña aldea a la orilla de la desembocadura delrío Magdalena, una barranca o puerto rústico taninsignificante que la costumbre reemplazó con elnombre de Barranquilla el más pomposo de Ba-rrancas de San Nicolás.

Los censos coloniales clasificaron como sitio delibres a Barranquilla, cuya creación fue atribuidapor la leyenda a la búsqueda de mejores tierraspor parte de pastores venidos en el siglo XVII delpueblo de indios de Galapa. Retrospectivamente,

Foto de Claudia Cuello (El Heraldo)

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con una óptica contemporánea basada en los de-rechos humanos, ser sitio de libres no es poca cosaen el ámbito de un régimen esclavista, de castas yde separación racial. Hay en esa denominación unperfume de libertad que nos ayuda a entender ladinámica social y económica de la que se convir-tió, con la llegada de la República, en la poblaciónde más rápido crecimiento en el siglo XIX, hastallegar a ser el primer puerto marítimo y fluvial deColombia, centro de atracción de la inmigraciónextranjera y regional, pionera en la urbanización,los servicios públicos e iniciativas empresarialescomo la creación de la primera empresa de trans-porte aéreo de América del Sur, por poner un ejem-plo. Barranquilla se ha caracterizado en Colombiapor ser un espacio de convivencia y tolerancia,donde se abrió el primer cementerio con seccionespara protestantes y judíos además de los católi-cos, donde las colonias extranjeras de europeos,árabes y chinos se integraron perfectamente pueslos foráneos siempre han sido acogidos con respe-to y amabilidad. Un verdadero sitio de libres.

Para poner las cosas en contexto, tengamos pre-sente que demográfica y culturalmente Barranqui-lla ha sido el polo receptor de los aportes humanosde toda la región Caribe colombiana. Hablamos deuna región cuya cultura y composición étnica sur-gen de la mezcla entre la población aborigen, loscolonizadores —provenientes en su mayoría del Surde España— y el acento distintivo de una fuerteinfluencia africana que le pone sabor y color a lavida. Una característica histórica de esta región hasido la pobreza y la desigualdad de ingresos, queha venido agudizándose en las últimas décadas,hasta llegar a cifras de vergüenza: el 65% de loscosteños viven bajo la línea de pobreza. Sin embar-go, las carencias materiales y la injusticia social secontrarrestan con una actitud vitalista no exentade melancolía y con un cierto espíritu libertario eigualitario que están en la base psicosocial de unacultura popular de gran dignidad, sobre la cualGabriel García Márquez me dijo en una ocasión queera la verdadera fuente de inspiración de su obraliteraria. Ya verán ustedes cómo ricos y pobres ylos de la mitad comparten en este carnaval la ale-gría, la danza y la rumba en un mágico paréntesisque desestratifica la vida social.

La Costa Caribe colombiana es una región ex-tensa, de clima cálido mixto con una temporadaseca y otra muy, pero muy húmeda, en la que co-existían desde la época colonial grandes hacien-das ganaderas de latifundio con pequeñas pobla-

ciones campesinas difíciles de controlar y de ha-cer vivir según la recta moral. El cimarronismo delos esclavos fugados, la desobediencia a las nor-mas sobre separación de razas, el concubinato, latrasgresión del celibato sacerdotal, son los sínto-mas de un desorden social conocido comoarrochelados, grupos considerados en estado derelajo e indecencia, contra los cuales constan endistintos documentos las quejas de obispos yjerarcas coloniales establecidos en las ciudades deCartagena y Santa Marta.

Hay registros desde fines del siglo XVII en Carta-gena, la ciudad más importante de la región, puertonegrero en el que recalaba la flota de galeones,sobre los bailes populares llamados bundes y fan-dangos y sobre la conformación de cabildos entrelos esclavos, de acuerdo a su origen, en la épocade carnaval.

“En los cabildos, permitidos y a veces estimu-lados por los dueños, los africanos podían cele-brar sus bailes y fiestas tradicionales y se apaci-guaba la amenaza de rebelión y de fuga a los pa-lenques. La danza y el toque de tambor con losque se divertían los negros en las calles de Carta-gena, fueron llevados a la fiesta de la Virgen de laCandelaria. El Rey y la reina de cada cabildo des-filaban acompañados de sus dignatarios, vestidoscon trajes de colores y formando una comparsadanzante que competía con las demás. A partirdel 2 de febrero, después de la procesión de la Vir-gen de la Candelaria se seguían celebrando dia-riamente fiestas de los diferentes gremios en laiglesia hasta el domingo de carnaval cuando lescorrespondía el turno a los negros bozales congre-gados en cabildos: Mandinga, Carabalí, Congo,Minas, etc.”

Estos y otros testimonios históricos muestrancómo se fue creando en el Caribe colombiano “unareligiosidad poco ortodoxa, donde el silencio, la ora-ción interior y el rezo en familia tenían poca cabi-da. En su defecto, la música, el baile, las corridasde toros, las varas de premio, los disfraces, la que-ma de pólvora y velas, y las carreras de caballosse convirtieron en elementos centrales de las fies-tas que al mismo tiempo que rinden culto a lasdivinidad, promovían la diversión de la comuni-dad, reforzaban lazos de solidaridad y consolida-ban la fundación de poblados, que se dieron a co-nocer a través de sus fiestas.” (Artículo Las fiestasen el Caribe colombiano, 2002, por: Sandra Turbayy otros.)

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La creación popular de esta región encontró unmodo de expresión privilegiado en la música, cuyoritmo matriz es la cumbia. La cumbia transplan-tada por la industria cultural del disco a México,Centroamérica, Perú, Chile o Argentina, tiene losmismos orígenes en el folclor del Caribe colombia-no que la cumbia de carnaval y otras maravillosasvariantes como la tambora, el bullerengue, elchandé y los bailes de pajarito que han animadodesde siglos las fiestas patronales y las danzasvernáculas, especialmente de las poblaciones ribe-reñas de donde provienen gran parte de los gru-pos tradicionales del carnaval de Barranquilla.

Por la dinámica de su desarrollo, Barranquillapasó de ser una ciudad de provincia subordinada aCartagena, a una capital política y urbe captadorade población y por lo tanto de las tradiciones de losantiguos estados soberanos de Bolívar y Magdalena.

Desde principios del siglo XIX se registra lacelebración del carnaval en Barranquilla. Los gru-pos más antiguos que perviven hasta nuestrosdías son las danzas de congos, directamente em-parentadas con los cabildos de negros de Carta-gena. Por ejemplo, la célebre danza de congo lla-mada El Torito fue creada en enero de 1878 comouna escisión de la danza El Toro Grande, por elmaestro Elías Fontalvo Jiménez, antepasado deAlfonso Fontalvo, actual director de El Torito yrey Momo del Carnaval 2005.

El carnaval de Barranquilla crece y se consolidaen el siglo XX en directa proporción a la expansión

económica y demográfica de la que es desde 1905capital del departamento del Atlántico, que cumpleeste año el centenario. La ciudad nueva, sin fiestasreligiosas tradicionales, con una población com-puesta por gente de los más diversos orígenes, hizosuya, con fervor, esta fiesta pagana donde habíaespacio para todos, tanto para la creatividad indi-vidual inspirada por la fantasía y las imágenes deun mundo ancho y ajeno que empezaba a difundir-se por el cinematógrafo y otros medios mecánicosde reproducción, así como la herencia cultural traí-da desde diversas partes de la región.

Poco a poco se despliegan los elementos distin-tivos del carnaval, tal como lo conocemos hoy día:los desfiles, los carros alegóricos, la reina comofigura central que sustituyó al presidente del car-naval —que en los últimos años es acompañadapor un Rey Momo de origen popular—, los espec-

táculos musicales en casetas, clubes y concentra-ciones populares como verbenas y Festival de Or-questas, las máscaras zoomorfas de remoto ori-gen africano (toros, tigres, chivos, micos, perros,guacamayas...) y, principalmente, los grupos decarnaval, de los cuales este año se han inscritoformalmente 495, con 23.655 miembros, clasifi-cados en categorías como agrupaciones de adul-tos mayores, infantiles, disfraces colectivos, tradi-cionales (congos, cumbias, danzas afrocolombia-nas, danzas de relación, garabatos, etc.), compar-sas de nuevas tendencias, entre otros. Es precisa-mente la pervivencia de quince tipos de grupos tra-dicionales de carnaval, amenazados de extinción,

Archivo de la Casa del Carnaval, 2003

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lo que fundamentó la candidatura de Barranqui-lla ante la Unesco.

Desde el punto de vista de la economía la fiestamoviliza muchos miles de millones de pesos enconfección de disfraces, palcos, artesanías, comi-da, alojamiento hotelero y por supuesto licor.

El carnaval marca la vida de los barranquille-ros y es una referencia fundamental en las artesde Barranquilla. Es un tema que ha inspirado no-velas, películas cinematográficas, obras pictóricasy fotografía.

El carnaval es hoy en día un elemento de iden-tidad y principal orgullo de los habitantes de estaciudad. Por eso mismo, su manejo es tema de de-bate público, especialmente cuando se requierenprogramas serios para la preservación de los gru-pos tradicionales que fundamentaron la declara-toria de la Unesco, la cual había sido precedidapor una ley que calificó al carnaval de Barranqui-lla como patrimonio cultural de la nación colom-biana.

Para terminar no resisto la tentación de rece-tarles a ustedes, profesionales de la medicina, unabuena dosis de carnaval. Las carnestolendas sonuna especie de terapia que sirve para combatirvarios males, en particular tres de las peores en-fermedades que padecemos colectivamente. Merefiero a:

- El mal de la pobreza, al trasmutar esta condi-ción social en riqueza cultural. El carnaval da sen-tido de dignidad y convierte en patrimonio colecti-vo la tradición folclórica trasmitida por generacio-nes en el seno de familias de bajos ingresos ycarentes de posesiones materiales. El carnaval esun regalo de los más pobres para toda la sociedad.

- La enfermedad de la segregación humana alromper las barreras sociales en una gran ágoraque hace encontrarse cada año a distintos secto-res de la sociedad. El carnaval rescata a los viejosde los ancianatos, convierte a los niños en figu-ras; pone a bailar al patrón y al obrero; a blancosy negros, a ricos y pobres.

- La amenaza de la locura, esa psicosis latente deuna sociedad desgarrada por el conflicto, a la cual elcarnaval combate de manera homeopática con do-sis individuales de locura formulada en los días dela fiesta. En una sociedad con factores de estrés comola del desempleo, la falta de protección social, la vio-lencia de grupos armados y criminalidad urbana yla propensión al éxito y el consumo, el carnaval esuna pausa de desahogo, de desfogue, de catarsis.Una rica borrachera que sirve para sacudirpendejadas y recargar baterías para todo el año.

Los invito a hacer realidad el lema de nuestrocarnaval: ¡Quien lo vive es quien lo goza! Yo agre-garía: ¡Quien lo goza es un barranquillero más yno importa donde haya nacido!