07 acosta y filosofia latinoamericana

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  • FILOSOFA LATINOAMERICANA Y DEMOCRACIA EN CLAVE DE DERECHOS HUMANOS

  • Yamand Acosta

    FILOSOFA LATINOAMERICANA Y DEMOCRACIA EN CLAVE DE DERECHOS HUMANOS

  • Yamand Acosta,2008

    Paraestaedicin,Editorial Nordan-Comunidad Avda.Milln4113,12900Montevideo-Uruguay Tel:(598-2)3055609,fax:3081640 [email protected] www.nordan.com.uy

    Diseodetapaydiagramacin:???????Armado:ErikPrieto

    ISBN(Nordan):9974-42-xxx-x

  • NDICE

    Introduccin

    1. El(no)lugardelafilosofaenlasociedad

    Tales: la filosofa como contemplacin

    Parmnides: la identidad entre el pensar y el ser y el develamiento de la verdad

    Platn: el filsofo y el poltico. El mundo de las ideas y la caverna (la academia y el go-ra)

    Descartes y Kant: del yo pensante al sujeto trascendental

    Hegel: la filosofa es la poca puesta en pensamiento

    Marx: el lugar estructural de la filosofa

    El lugar social de la filosofa desde algunas claves aportadas por el pensamiento filosfico en Amrica Latina: Ardao, Roig y Hinkelammert

    El (no) lugar de la filosofa en la sociedad: campo intelectual, campo cultural y cam-po del poder

    2. Lafilosofalatinoamericanaesunhumanismo

    Introduccin

    La filosofa latinoamericana

    La filosofa latinoamericana es un humanismo

    3. Unacrticaantropocntricaalantropocentrismodesdelaperspectivadeunanuevaradicalidadsocial

    Antropocentrismo, educacin y medio ambiente

    Cosmocentrismo, teocentrismo y antropocentrismo como expresiones y ocultamientos del fundamento antropocntrico

  • El desplazamiento-ocultamiento del referente antropocntrico en el antropocentismo vi-gente

    Articulacin de una perspectiva antropocntrica radical y discernimiento de los desplaza-mientos del antropocentrismo

    Conclusiones

    4. Moralidademergenteyticadelaresponsabilidad

    Introduccin

    Sujeto e instituciones

    Eticidad y moralidad

    Eticidad y moralidad en la dialctica de la occidentalidad

    tica de la responsabilidad en la perspectiva de la eticidad del poder. tica de la responsa-bilidad en la perspectiva de la moralidad emergente

    Moralidad emergente, responsabilidad por los efectos concretos y fundamentacin de una tica universal por la rectificacin de las distorsiones del universalismo abstracto

    5. Solidaridadyracionalidad

    Solidaridad y racionalidad: sobre una falacia de falsa oposicin

    Solidaridad y racionalidad: en procura de algunas precisiones conceptuales

    Lo real, lo racional y lo solidario: una aproximacin lgica elemental

    El criterio de la racionalidad crtica

    La opcin preferencial por los pobres: perspectiva de solidaridad, racionalidad y realismo para el siglo XXI

    6. Sujeto

    Introduccin

    Delimitacin histrica

    Delimitacin conceptual

    7. Sujetoydemocratizacinenelcontextodelaglobalizacin

    La filosofa latinoamericana y la cuestin del sujeto

    El sujeto: de la modernidad a la posmodernidad

    La constitucin del sujeto en el contexto de la globalizacin: los aportes de la filosofa latinoamericana y la teora crtica en Amrica Latina

    Democracia, democracias y democratizacin en Amrica Latina

    Nuevos autoritarismos y nuevas democracias

    Democratizacin en la globalizacin: proyecto nacional e integracin regional desde el sujeto como referente en la construccin de ciudadana

  • La democratizacin: entre el topos de las nuevas democracias y la utopa de Nuestra Am-rica

    La democratizacin en el contexto de los fundamentalismos: del capitalismo utpico al capitalismo nihilista

    Ciudadana instituyente en Amrica Latina

    8. Entreelsujetoylaestructura

    9. Laconstitucindelsujetoenlafilosofalatinoamericana

    Introduccin

    La filosofa latinoamericana como constitucin del sujeto

    Los comienzos y recomienzos: del sujeto a la filosofa y de la filosofa al sujeto

    Sujeto cognoscente y sujeto actuante

    Sujeto prctico

    Sujeto vivo y sujeto como sujeto

    La constitucin del sujeto entre el sujeto vivo y el sujeto como sujeto: las mediaciones estructurales e institucionales

    10. Losderechoshumanosylasdimensionesdelademocracia

    La democracia como realizacin de un rgimen de derechos humanos

    El sujeto como trascendentalidad inmanente a la dimensiones de la democracia: del sujeto al actor, subjetividad y sujetividad

    11. Dimensionesdelademocracia.TensionespostranscionalesenelConoSurdeAmri-caLatina

    Dimensiones de la democracia en el Cono Sur: discernimiento preliminar

    El pensamiento como mediacin

    Las transiciones antes y despus de la postransicin

    Las dimensiones poltica, econmica, social y cultural de la democracia

    La dimensin histrica y la dimensin utpica de la democracia

    Las dimensiones nacional, local y regional de la democracia

    El sujeto como trascendentalidad inmanente a las dimensiones de la democracia: del suje-to al actor, subjetividad y sujetividad

    12. Uruguay1985-2005:dimensionesytensionesdelademocracia

    Una democracia posautoritaria y postransicional

    Viejos y nuevos actores en la construccin de la democracia

    Una democracia de seguridad mercantil

  • El horizonte politicista y la construccin poltica de la democracia

    La dimensin institucional entre lo estructural y las necesidades humanas

    El referente de los derechos humanos: dimensiones y tensiones de la democracia

    El protagonismo democratizador. Los actores: entre las instituciones y el sujeto

    Dimensin histrica y dimensin utpica de la democracia uruguaya

    13. Laconstruccinde lademocracia en la transicin.Elpensamientode las cienciasjurdicas,polticasysociales:Uruguay1985-1989

    La perspectiva de anlisis: Historia de las ideas / Filosofa latinoamericana

    El perodo de la investigacin

    El objeto de la investigacin

    El politicismo institucionalista / institucionalismo politicista en la construccin de la de-mocracia

    La interpelacin de los derechos humanos en la transicin y en los veinte aos de demo-cracia posdictadura

    Corolario

    14. Delindividuoalsujeto.Laconstruccindelopblicoennuestrassociedadesposau-toritariasypostransicionales

    Introduccin

    Sujeto y espacio

    Del sujeto trascendental de Kant al sujeto como trascendentalidad al interior de la vida real de Hinkelammert

    Del sujeto trascendental y el a priori epistemolgico de Kant al sujeto emprico y el a priori antropolgico de Roig

    Pblico y privado

    La tensin pblico / privado en la dialctica de la occidentalidad. De la antigedad a la modernidad

    El espacio pblico en el marco del Estado neoliberal de derecho

    Individuo y sujeto en nuestras sociedades posautoritarias y postransicionales

    Del individuo al sujeto. La construccin alternativa de lo pblico: tica y poltica

    15. CiudadanaydemocraciapostransicionalenAmricaLatina

    La ciudadana en los proyectos alternativos de la modernidad

    Democracia: entre los procedimientos y la sustantividad

    Transformaciones de la ciudadana en la postransicin latinoamericana

    Democracia de ciudadanas y ciudadanos en un capitalismo sin ciudadana

  • 16. ElsistemainternacionaldelsigloXXI:entreelterrorismodeEstadoylademocra-cia

    La pregunta por lo internacional y la cuestin de un sistema internacional para el siglo XXI

    El sistema interestatal: del orden de Westafalia al sistema de las Naciones Unidas

    La crisis del modelo de la Carta de la ONU en la era del Imperio: la guerra global

    La dictadura Mundial de Seguridad Nacional, su terrorismo de Estado y el proyecto de institucionalizacin de un sistema mundial antidemocrtico

    El discernimiento de los derechos humanos y las orientaciones en la reformulacin del Estado de derecho democrtico

    Los fundamentos del Estado de derecho democrtico y la alternativa de la democracia sustantiva cosmopolita como sistema internacional para el siglo XXI

    17. Democraciaeintegracinenlaencrucijada:entrelaseguridadmercantilylosdere-choshumanos

    Introduccin

    Democracia e integracin desde la perspectiva de la historia reciente del Cono Sur: algu-nas interrogantes

    Cul integracin?

    18. Nuncams.Sujetovs.sistema:discernimientosyperspectivasdeunproblemaglo-bal-local

    Introduccin

    Sistema-mundo capitalista y asesinato estructural

    La lgica imperial-dictatorial en el capitalismo: el crimen de fratricidio

    Asesinato fundante e invisibilizacin del crimen de fratricidio

    Nunca ms: imperativo categrico de la razn democrtica

    El sujeto frente al sistema

    19. Democracia,desarrolloysustentabilidad

    Introduccin

    Sobre la ecuacin democracia-desarrollo

    Sobre transicin

    Qu democracia? Cul desarrollo?

    Democracia, desarrollo y sustentabilidad: la cuestin del riesgo

    Consideracionesfinales

    Bibliografa

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    INTRODUCCIN

    Este libro es en cierta forma una continuacin del que publiqu en 2001, pero recoge una inflexin en la investigacin, la reflexin y la exposicin, consistente en la explcita conside-racin de los derechos humanos como clave de discernimiento de la democracia desde una perspectiva analtico-crtico-normativa -la de la filosofa latinoamericana-, as como tambin de esta misma prctica intelectual que frente a las epistemologas sin sujeto y la filosofa de la fragmentacin del sujeto que han dominado en la transicin entre siglos, ella se ejerce como afirmacin de un sujeto.

    La afirmacin del ser humano como sujeto, as como la construccin de democracia en y desde Amrica Latina, para s misma como pluralidad diversa y compleja y para otras reali-dades con las cuales tiene histricas relaciones desde hace ms de 00 aos, integrando ac-tualmente con ellas el sistema-mundo capitalista en su fase de globalizacin, -esto es de relaciones mercantiles totalizadas y sobredeterminadas por las burocracias transnacionales privadas que sistmicamente reformulan y actualizan la lgica imperial-, requiere un adecuado discernimiento de los derechos humanos, a los efectos de que en nombre de su afirmacin y defensa as como de la democracia, no se legitime la violacin de los primeros y negacin de la segunda, en los espacios mundial, regional, nacional y local.

    Las as llamadas generaciones de derechos humanos, hacen a las dimensiones de la de-mocracia, por lo que las tensiones y conflictos generacionales que se dan en todo presente, se traducen como tensiones y conflictos de la democracia. Estos conflictos no se resuelven desde una suerte de decreto de la teora de la democracia que la reduce a rgimen de gobierno. Este angostamiento politicista, invisibiliza y bloquea la realizacin -por cierto conflictiva y nunca acabada- de la democracia; promueve la acumulacin de tensiones a nivel latente y de conflic-tos a nivel manifiesto. Es tesis del libro pues, que se trata de conflictos y tensiones de la de-mocracia y no meramente en ella, pues teniendo la democracia una identidad poltica en el sentido de la afirmacin de la comunidad- esta se falsea en la visin politicista hegemnica.

    Reconocer y afirmar no obstante su tensionalidad y conflictividad- las dimensiones econ-mica, social, cultural y ecolgica de la democracia, adems de las dimensiones civil y poltica, as como otras que pueden reconocerse y afirmarse afinando el anlisis, puede llevar a sealar con fundamento, la objetiva complicidad entre el angostamiento politicista de la democracia

    Y.Acosta,Sujetoydemocratizacin en el contextode laglobalizacin.Perspectivas crticasdesdeAmricaLatina,NordanComunidad,Montevideo,2005.

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    a forma de gobierno y de la institucionalidad que la misma implica con el sistema-mundo capitalista y su lgica profunda antidemocrtica, as como a aportar fundamentos tericos para la construccin de efectiva democracia, que implicarn no solamente transformaciones institucionales, sino fundamentalmente una transformacin del espritu de las instituciones que supone transformaciones en las estructuras profundas del sistema-mundo de referencia, desde que el espritu en torno al cual las instituciones giran est anclado en las relaciones de produccin capitalistas.

    La recuperacin categorial y afirmacin real resignificada del sujeto, ms all de las lgi-cas dominantes de la modernidad y de la posmodernidad como modernidad in extremis es central en la perspectiva crtica, que en lo que refiere a la filosofa latinoamericana y su historia de las ideas, hace parte de la ya sealada perspectiva analtico-crtico-normativa, por lo que aunque pueda demoler fundamentos que al bloquear la constitucin de la humanidad como sujeto, bloquean la constitucin de la democracia sustantiva, no se trata de una crtica des-tructiva, sino que adems de advertir la destructividad del universalismo abstracto imperante, provee de orientaciones normativas para superarlo.

    Al presentar la exposicin de los resultados parciales y abiertos de la lnea de investigacin en curso que conforman este libro, parece atinente y desafiante para el mismo, recordar un clebre discernimiento de Marx en su Postfacio a la segunda edicin de El Capital, fechado en Londres el 24 de enero de 1: Claro est que el mtodo de exposicin debe distinguirse formalmente del mtodo de investigacin. La investigacin ha de tender a asimilarse en de-talle a la materia investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Slo despus de coronada esta labor, puede el investigador proceder a expo-ner adecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la exposicin la vida de la materia, cabe siempre la posibilidad de que se tenga la impresin de estar ante una construccin a priori2.

    El dictum de Marx desafa el valor del libro que aqu se presenta as como el de la investiga-cin que lo sustenta, por lo que lo consideramos, procurando justificar lo realizado en dilogo con el mismo.

    El grado de asimilacin en detalle de la materia investigada, el anlisis de sus diver-sas formas de desarrollo y el descubrimiento de sus nexos internos son siempre inevitable-mente parciales o incompletos, pudiendo no obstante exhibir consistencia interna y razonable concordancia con ella y por lo tanto razonabilidad y plausibilidad, las que no permitiran supo-ner en algn momento que est coronada esta labor en trminos absolutos o definitivos, sino solamente relativos y provisorios. La investigacin es entonces un proceso que siempre queda abierto, y su exposicin no debe ser leda como cosa juzgada, especialmente cuando tanto su objeto como el sujeto que las lleva a cabo, estn gobernados por la historicidad que implica apertura, posibilidades y contingencia.

    A pesar de la imposibilidad de pretender coronada esta labor de investigacin en el ms estricto sentido de dicha expresin, dada la complejidad y para el caso especfico de la que aqu se expone- la historicidad, apertura y contingencia de la materia investigada la filosofa latinoamericana y la democracia en clave de derechos humanos-, y del sujeto de la investigacin y exposicin, es legtimo y necesario proceder a exponer aquellos resultados relativos y provisorios que proporcionan los argumentos que permiten estimar en qu grado los mismos exponen o no- adecuadamente el movimiento real, en tanto permiten potenciar la renovacin de la investigacin.

    Dado que stas condiciones parecen no ajustarse a las que Marx seala desde su paradig-mtica y rigurosa labor de investigacin y exposicin, -en la hiptesis de estimarlas vlidas-,

    2 C.Marx,ElCapital,CrticadelaEconomaPoltica,FCE,quintareimpresin,TomoI,Mxico,972,p.XXIII.

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    habra lugar a la sospecha respecto de la presente exposicin de estar ante una construccin a priori en lugar de ella reflejar idealmente la vida de la materia. No obstante, esa materiao sea la realidad social, no es una realidad a secas, sino una realidad percibida bajo un determinado punto de vista y el marco categorial dentro del cual interpretamos el mundo y dentro del cual percibimos las posibles metas de la accin humana, est presente en los fenmenos sociales mismos, y puede ser derivado de ellos. Por lo tanto la materia de la investigacin que se ha desarrollado en la exposicin que aqu presentamos, no es una realidad a secas; el marco categorial del pensamiento tanto del investigado y expuesto, como del que investiga y expone- que permite interpretar el mundo y actuar en l con alguna orientacin, est presente en los fenmenos sociales mismos, y puede ser derivado de ellos, es decir ni es un mero reflejo que pudiera reflejar idealmente en la exposicin la vida de la materia ni es una pura construccin a priori que pudiera construir una idealidad absoluta-mente ajena e independiente respecto de aquella materialidad.

    El pensamiento tanto el investigado y expuesto como el que investiga y expone- est pre-sente en los fenmenos sociales mismos y puede ser derivado de ellos por lo que su pretendida aprioridad como actividad humana en el sentido de independencia- as como la que se pueda predicar de algunas de sus construcciones, reconoce de hecho la aposterioridad al interior de los procesos sociales en los cules est implicado, en cuanto constituido por y constituyente de esa materialidad o realidad social que no es una realidad a secas.

    Desde los anteriores sealamientos se puede concluir para el conjunto de la exposicin que presentamos como libro, ni pretendida exposicin de la vida de la materia como reflejo ideal a posteriori estrictamente adecuado al movimiento real de la misma, ni construccin ideal a priori falseante u ocultante de la materia y su movimiento real por una construc-cin ideolgica; la misma se pretende razonable y plausible en trminos de interpretacin de la realidad social as como de orientacin en la misma, en concurrencia con otras que hacen a los debates sobre el pasado, el presente y el futuro y por lo tanto, como un aporte a los mismos, que algn papel cumplen en las luchas sociales en todo presente, que lo son por ste y por el futuro, y que involucran en razn de stos, tambin la lucha por el pasado.

    El ttulo de la investigacin y de su exposicin, Filosofa latinoamericana y democracia en clave de derechos humanos tiene una cierta ambigedad expresamente buscada, que no procura generar oscuridad o incomprensin, sino poner de manifiesto la complejidad de la materia sobre la que se investiga y se expone.

    En una lectura, los derechos humanos podran ser solamente la clave para la compren-sin, explicacin, identificacin y legitimacin (o deslegitimacin) de la democracia, y la filosofa latinoamericana no sera sino la disciplina desde la que, con sus fundamentos epis-temolgicos y sus recursos metodolgicos, se abordara la democracia en clave de derechos humanos.

    En otra lectura, que no implica contradiccin con la anterior y es desde la que preferente-mente la investigacin y su exposicin se sitan, la clave de los derechos humanos lo es tam-bin de la filosofa latinoamericana, que sin dejar de ser terico-explicativa es enfticamente prctico-normativa4, por ser fundamentalmente el proceso de afirmacin y constitucin de un sujeto mediante el ejercicio del a priori antropolgico que en cuanto afirmacin de dig-

    F.Hinlelammert,Lasarmasideolgicasdelamuerte,DEI,2ed.,SanJos,CostaRica,98,p.. AssurgeparticularmentedelosdesarrollosexpuestosenelCaptulo1.El(no)lugardelafilosofaenlasociedadyelCaptulo2.Lafilosofalatinoamericanaesunhumanismo,aunqueestaasociacinsincontradiccinterico-prcticayanaltico-normativa,estaltimaconlamediacindelacrtica-recorreelconjuntodelaexposicincondeliberacin. Lacategoradesujetoesclaveenlaperspectivaanaltico-crtico-normativadelafilosofalatinoamericanaydelconjuntodellibroqueseinscribeenesatradicin,movimientooparadigma.,comosurgeinequvocamentedesulectura.Apareceespecialmentefocalizadaenloscaptulos6.Sujeto,7.Sujetoydemocratizacinenelcontextodelaglobalizacin,8.

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    nidad humana en la perspectiva de un universalismo concreto, supone un punto de partida inevitablemente antropocntrico liberado de los lmites del antropocentrismo como condicin de una orientacin antropotlica incluyente que supone discernimientos de la eticidad vigente desde la moralidad emergente en la que la solidaridad se revela como criterio de racionalidad y realismo.

    La filosofa latinoamericana aporta desde cada presente,- analtico-crtico-normativamen-te-, discernimientos de los falsos universalismos del pasado de all que la historia de las ideas es la otra cara del mismo programa de investigacin-, y del presente mismo, en la perspectiva de la fundamentacin y construccin de un universalismo concreto hacia el futuro, el que im-plica una identidad democrtica sustantiva en los trminos de la construccin de un orden en el que todos puedan vivir, no porque el crimen no sea posible, sino porque no est en l legiti-mado, lo cual implica racionalidad y realismo, en relacin al horizonte utpico de un orden en el que el crimen no sea posible.

    El universalismo sustantivo incluyente de la afirmacin de todos y de su posibilidad de vivir, implica la democracia como realizacin de un rgimen de derechos humanos, lo cual exige en especfica referencia a nuestras democracias posautoritarias y postransicionales y desde ellas en la consideracin de lo local, lo nacional, lo regional y lo global, el adecuado discernimiento de los derechos humanos en cuanto en su nombre como en el de la democra-cia se ha procedido una y otra vez a su negacin; discernimiento que aporta la clave para el de la democracia tanto en un abordaje terico abstracto como en abordajes histrico- teri-cos concretos sea a nivel regional10, nacional uruguayo11 o internacional12, as como los de la ciudadana1, la integracin14, el desarrollo y la sustentabilidad1.

    La referencia al nunca ms emplazada en la tensin -real y categorial- entre el Sujeto y el Sistema, habilita la explicitacin del imperativo categrico de la razn democrtica, de manifiesta validez tico-poltica, y la aproximacin a las condiciones de posibilidad de implementacin de su vigencia como racionalidad en trminos de universalismo sustantivo incluyente, que haga posible el orden en el que todos pueden vivir1, incluyendo en ese to-dos individuos, comunidades y culturas.

    Del total de diecinueve captulos que componen el libro, solamente uno de ellos fue redac-tado y publicado en el siglo pasado1, pero lo he incluido por la vigencia de su planteo y su atinencia en el conjunto.

    Entreelsujetoylaestructura,9.Laconstitucindelsujetoenlafilosofalatinoamericanay1.Delindividuoalsujeto.Laconstruccindelopblicoennuestrassociedadesposautoritariasypostransicionales.6 Captulo3.Unacrticaantropocntricaalantropocentrismodesdelaperspectivadeunanuevaradicalidadsocial.7 Captulo.Moralidademergenteyticadelaresponsabilidad.8 Captulo.Solidaridadyracionalidad.9 Captulo10.Losderechoshumanosylasdimensionesdelademocracia.0 Captulo11.Dimensionesdelademocracia.TensionespostransicionalesenelConoSurdeAmricaLatina. Captulo12.Uruguay198-200:dimensionesytensionesdelademocraciayCaptulo13.Laconstruccindelademocraciaenlatransicin.Elpensamientodelascienciasjurdicas,polticasysociales:Uruguay198-1989.2 Captulo16.ElsistemainternacionaldelsigloXXI:entreelterrorismodeEstadoylademocracia. Captulo1.CiudadanaydemocraciapostransicionalenAmricaLatina4 Captulo17.Democraciaeintegracinenlaencrucijada:entrelaseguridadmercantilylosderechoshumanos.5 Captulo19.Democracia,desarrolloysustentabilidad.16 Captulo18.``Nuncams.Sujetovs.Sistema:discernimientosyperspectivasdeunproblemaglobal-local.7 Captulo.

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    El resto pertenecen al siglo en curso: dos captulos fueron redactados en 2001, cuatro en 2001, cuatro en 20020 y ocho en 20021.

    Con alguna excepcin, los textos que constituyen los captulos han sido presentados y dis-cutidos en alguna instancia acadmica y muchos de ellos ya publicados en revistas, y en un caso, en un libro colectivo. Las instancias de presentacin y lugares de publicacin, estn indi-cados en cada captulo en nota al pie.

    Todos los textos fueron rigurosamente revisados y corregidos, enmendndose algunos errores contenidos en las versiones originales e introducindose ocasionalmente alguna modi-ficacin o pequeo nuevo desarrollo, pero se mantuvieron bsicamente aquellas en sus aspec-tos sustantivos y formales.

    Algunos motivos y referencias aparecen en ms de un captulo, pero probablemente en cada uno lo hace de una manera que no es una mera reiteracin. Mantener bsicamente la redaccin original, permite leer el libro de la primera a la ltima pgina, o bien incursionar directamente en aqul captulo, que por las razones que fueren, pudiera interesar puntualmente a quien lee, sin tener que pasar necesariamente por los anteriores.

    Este libro responde a las orientaciones del programa de trabajo Tareas de reconstruccin para la filosofa latinoamericana22, que en su primera versin fue compartido como ponencia en 1 con quienes participaron en el III Congreso Internacional de Filosofa Latinoameri-cana en San Jos de Costa Rica, y especficamente, se inscribe en el proyecto Nuevas de-mocracias y otra democracia en Amrica Latina, que desarrollo en el marco del Rgimen de Dedicacin Total de la Universidad de la Repblica, al que me he acogido desde el 1 de enero de 2004 por la Facultad de Derecho compartido con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin, en carcter de Profesor Titular en el Instituto de Historia de las Ideas en la primera, y Profesor Adjunto e investigador en el Centro de Estudios Interdisciplinarios Lati-noamericanos en la segunda.

    Quiero agradecer especialmente a las personas de distintas instituciones, en el pas y en el exterior, por sus convocatorias a participar en instancias de exposicin y discusin acadmica o de publicacin, que me motivaron a redactar los textos que sirvieron inicialmente de base a las mismas y ahora, revisados y corregidos, al presente libro: en Argentina Eduardo Grner, Mara Cristina Liendo, Eduardo Peafort, Dante Ramaglia y Arturo Roig; en Brasil Eloisa Helena Capovilla da Luz Ramos y Sirio Lpez Velasco; en Chile Javier Pinedo, Ricardo Salas Astrain y Jorge Vergara; en Costa Rica Franz Hinkelammert; en Mxico Adalberto Santana; en Uruguay Miguel Andreoli, Gustavo Arce, Horacio Bernardo, Susana Mallo, Graciela Porta, Sal Paciuk y Miguel Serna; y en Venezuela Carmen Bohrquez y lvaro B. Mrquez-Fernndez.

    Agradezco tambin a Enrique Caetano, Franz Hinkelammert y Jorge Liberati, por sus ob-servaciones puntuales a algunos de estos textos que me permitieron mejorarlos en aspectos de distinta significacin, y al ltimo de los mencionados tambin por haberme facilitado unas fechas. En aspectos relativos a la materialidad del libro, mi agradecimiento a Anbal Corti y a Vctor Gmez.

    Finalmente, agradezco a Noemi Celiberti su incondicional apoyo, que en el mbito familiar me ha asegurado el clima espiritual adecuado a las exigencias demandadas por la realizacin de este tipo de trabajo.

    8 Captulos4y5.9 Captulos6,7,10y11.20 Captulos1,12,16y17.2 Captulos2,8,9,,4,5,8y9.22 Y.Acosta,Sujetoydemocratizacin en el contextode laglobalizacin.Perspectivas crticasdesdeAmricaLatina,NordanComunidad,Montevideo,200,pp.13-22.

  • 1

    Yamand Acosta,Montevideo, 22 de febrero de 200.

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    Captulo 1

    EL (NO) LUGAR DE LA FILOSOFA EN LA SOCIEDAD1

    Tales: la filosofa como contemplacin

    El planteamiento del problema del (no) lugar de la filosofa en la sociedad, tiene una historia casi tan larga como la filosofa misma. Alguna vez aprend - con el recordado profesor Mario A. Silva Garca (Montevideo, 121-2001) - y a partir de all tambin lo ense, que cuando Tales de Mileto, sealado por la tradicin como el primero de los filsofos, estuvo en la corte de un tirano llamado Len y ste le pregunt quin era, Tales respondi a la pregunta compa-rando la vida con los juegos deportivos que desde aquella cultura llegan hasta nuestros das. Expres Tales, que as como en los juegos hay quienes van a competir, quienes van a vender de-terminados productos y quienes simplemente van a ver lo que acontece, en la vida hay distintos tipos de seres humanos y que l, Tales de Mileto, se ubicaba entre aquellos que se limitaban a contemplar lo que pasa, que l era un filsofo.

    Mientras competidores y vendedores estn activamente articulados en determinada forma de negocio, el filsofo est por el contrario instalado en el ocio desde el cual ejerce la teora, es decir la contemplacin que solamente produce una visin del mundo (theorein = ver, contemplar). El filsofo se compromete con su lugar y su tiempo solamente como un testigo de lo que acontece en la vida de la sociedad, a la cual le aporta una visin de conjunto desde la distancia proporcionada por el ocio que pretendidamente garantiza que la misma sea ajena a los intereses que se juegan en el mundo de los negocios.

    Parmnides: la identidad entre el pensar y el ser y el develamiento de la verdad

    En el clebre poema filosfico, la diosa ensea a Parmnides que no obstante la pluralidad y el cambio aparentes a los sentidos, ser y pensar son una y la misma cosa, por lo que la con-templacin de la verdad de lo que acontece que surge de la ancdota de Tales como el aporte propio de la filosofa, no solamente implica el distanciamiento de los negocios en el ocio con-templativo, sino tambin el discernimiento de lo aparente para el develamiento de la verdad (altheia) con los ojos de la razn (logos). La visin de conjunto de lo que pasa, en cuanto propiamente tal, es decir en cuanto teora, implica el esfuerzo de develar con la razn la verdad oculta del ser tras el mundo de apariencias al que los sentidos nos ligan.

    1 VersincorregidadeltextocorrespondientealaponenciapresentadaenelColoquioCrisis-Crtica-Espacio.Lafilosofaenelcontextoactual,FacultaddeHumanidadesyCienciasde laEducacin,Universidadde laRepblica,Montevideo,Uruguay,17-20deoctubrede2006.

  • 1

    No obstante fsicamente el filsofo est como espectador a cierta distancia del espec-tculo que la sociedad desarrolla ante sus ojos de acuerdo a la ancdota de Tales, la misma resignificada a la luz de los principios de la filosofa de Parmnides, implican que el filsofo, o lo que lo hace propiamente tal, es decir el ejercicio de la razn, expresa el discurso verdadero o nico discurso posible sobre el ser (incluyendo la dimensin social, que no es lo otro de la dimensin natural, sino constituyente de la misma), desde el centro mismo del ser (natural, social, racional), con el cual coincide de un modo ontolgicamente a priori. La filosofa en cuanto develamiento y enunciacin de la verdad no est en algn lugar del ser, sino en el senti-do en que es la otra cara del ser (natural y social) mismo, en cuanto pensar. Queda frreamente argumentada la unicidad e inmutabilidad del ser (social) legitimada por ese pensar que en su unicidad e inmutabilidad est legitimado por el ser, desde que ser y pensar son una y la misma cosa.

    Platn: el filsofo y el poltico. El mundo de las ideas y la caverna ( la aca-demia y el gora)

    Parmnides afirm el ser y su identidad con el pensar, nihilizando el devenir. Platn afirm el ser y la unidad, afirmando y explicando al mismo tiempo el devenir y la multiplicidad: tal es la virtud de la que se conoce como teora de los dos mundos, que encuentra una representacin casi fotogrfica en el clebre pasaje del Libro VII de La Repblica conocido como la alegora de la caverna, del que casi sin excepcin todos los que hemos pasado por los cursos de filosofa en la enseanza media, hemos tenido al menos alguna noticia.

    La riqueza del recordado pasaje habilita muchas fermentales lecturas. Aqu interesar destacar que el lugar de la filosofa est en el mundo de las ideas o esencias (eidos) eternas, nicas, perfectas e inmutables, mientras que el mundo de la caverna habitado por la multiplici-dad de los seres humanos (la sociedad) es en realidad el lugar de la poltica en el que el filsofo como poltico (el filsofo-rey) es el que mejores garantas pude ofrecer en los trminos del buen gobierno capaz de asegurar el orden (cosmos) de la sociedad frente a la amenaza latente del desorden (caos), por la afirmacin y reproduccin de la comunidad (polis), articulacin asimtrica entre la estirpe de los que gobiernan, la de los que ejercen la defensa y la de los que producen con su trabajo los bienes de consumo que materialmente hacen posible la vida de la comunidad.

    Esto quiere decir, el filsofo como filsofo habita en el mundo de las ideas, mientras que el filsofo como poltico, es decir como miembro de la polis regresa a la caverna de la que sali como filsofo, para gobernar orientando a la diversidad y eventual conflictividad de la sociedad en el sentido de la unidad, armona y perfeccin de las ideas que solamente l co-noce en plenitud. El deber del filsofo para con la comunidad que lo form como tal filsofo, lo obliga por responsabilidad con la comunidad (esto es, por responsabilidad poltica) a arti-cularse con la comunidad desde el lugar de su gobierno. El filsofo y con l la filosofa por las mediaciones del poltico y la poltica, adquieren con legitimidad un lugar central en la sociedad para reproducirla a imagen y semejanza del orden jerrquico e inmutable de las ideas, esto es un orden fundado en la idea-valor del Bien y por lo tanto un orden bueno y tambin verdadero, justo y bello frente al cual, cualquier pretensin alternativa solamente podr ser la amenaza disolvente del caos, la sustitucin del bien por el mal, de la verdad por la falsedad, de la justicia por la injusticia y de la belleza por la fealdad. El sentido ltimo de la filosofa en la sociedad a travs de la poltica es la deslegitimacin e inhibicin de toda alternativa como estrategia de reproduccin y consolidacin de un orden que, en tanto orientado por referentes eternos inal-canzables, se eterniza como orientacin.

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    Cuando el filsofo acta como poltico, legitima su actuacin en trminos objetivos porque tiene el conocimiento que le permite orientar a la sociedad en el buen rumbo y tambin en trminos subjetivos, porque hace esto por deber para con la sociedad que lo ha formado y no por inclinacin.

    As como cuando acta como poltico no deja de ser filsofo y le da a la filosofa su di-mensin poltica en la orientacin de la sociedad, tal vez cuando acta como filsofo no deja de ser poltico y le da a la poltica su dimensin filosfica en la orientacin de la academia. Hace de la filosofa la poltica por otros medios, hace de la academia el espacio de su ejercicio de poder filosfico-poltico y tras la pretensin de haber separado el rgimen de verdad de la aca-demia del rgimen de poder de la sociedad, tal vez no ha hecho sino aportar a la reproduccin del rgimen de verdad y poder de la totalidad, de la que la comunidad poltica y la comunidad acadmica hacen parte.

    Descartes y Kant: del yo pensante al sujeto trascendental

    El (no) lugar de la filosofa a partir del siglo XVII, en que tras la extensa e intensa mediacin del teocentrismo medieval ha superado el cosmocentrismo antiguo en el antropocentrismo de la modernidad, es la subjetividad del sujeto humano, aunque vaciada de humanidad.

    As, el ego cgito de Descartes remite a la sustancia pensante o alma, que existe por s misma y que no precisa del cuerpo para existir, tal como surge de la tesis cartesiana pienso, luego existo. A partir de la verdad fundadamente tal de acuerdo al criterio cartesiano de la evidencia racional que habilita la verdad por la mera intuicin de la razn, queda abierta la posibilidad de la verdad por demostracin ordine geometrico, no habiendo nada por lejano y complejo que pudiera ser, que en principio no pueda ser conocido por esta razn filosfica metafsicamente fundamentada en el yo pensante titular de la razn y su capacidad intuitivo - demostrativa. Alguna lectura de la tercera regla del mtodo, permite adems entender que la capacidad de la razn del yo pensante no se limita a conocer intuitivo-demostrativamente, minimizando la posibilidad del error si se atiene a los pasos del mtodo, sino que adems es capaz de concebir un orden en las cosas distinto a aqul que posean por naturaleza y, en tanto este orden es racional desde que responde al sujeto titular de la razn, al ser tericamente fac-tible, quedan establecidas las condiciones necesarias, no obstante no suficientes para que sea tcnicamente, prcticamente y ecolgicamente factible.

    Aqu el paradigma contemplativo de la antigedad comienza a tener un quiebre que ser cada vez ms visible. El sujeto moderno a diferencia del sujeto antiguo que contemplaba el mundo (cosmos/ orden) para entenderlo y aceptar su lugar en el mismo a los efectos de no provocar el caos; se orienta ahora a entender el mundo desde sus primeras causas y principios para intervenir en l y construirlo a su imagen y semejanza.

    El plan del sujeto humano como creador del mundo, desplaza tanto a la idea griega del mun-do eterno como a la idea judeo-cristiana del mundo creado por el Dios eterno. Tal el sentido y la proyeccin de la razn metafsico-filosfico-cientfico-tcnica que se expresa en Descartes como paradigma filosfico fundante de la modernidad, en el que el sujeto humano procura ocupar el lugar de Dios.

    Este sujeto pensante titular de la razn es en Descartes individual y universal al mismo tiempo, desde que la razn es la cosa mejor repartida en el mundo, pero el lugar estricto de esta razn es la sustancia pensante, por lo que el lugar de su actividad pensante metafsico-filosfico-cientfico-tcnica es trascendente respecto del cuerpo del titular individual de la razn, as como respecto de la eventual relacin de este cuerpo con otros cuerpos humanos o no humanos, lo cual determina la pretensin de exterioridad respecto de toda corporalidad, toda naturaleza y toda historia, por lo que el horizonte de emancipacin humana que el mismo

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    indudablemente abre, se ve tensionado por el horizonte de dominacin de lo humano en su condicin corporal - natural as como del mundo natural-corporal en todas y cada una de sus expresiones y tambin como conjunto, que lo acompaa y que llega a imponerse invisibilizado tras la visibilidad del primero como horizonte legitimador.

    El sujeto de la razn y por lo tanto de la filosofa y con ello la filosofa misma, est por fuera y por encima de lo real-natural y en consecuencia de lo real-social, por lo que la tensin eman-cipacin-dominacin, en la que el segundo horizonte se impone invisibilizado y legitimado por el primero, tiene sobre la sociedad efectos de dominacin que se pretenden de emancipacin, as como absolutamente racionales desde el supuesto no lugar de la filosofa en la sociedad.

    Con Kant, el sujeto del racionalismo cartesiano ve transformada su sustancialidad metaf-sica del alma en la abstraccin epistemolgica del sujeto trascendental.

    Este sujeto trascendental es el titular del conocimiento y la accin racionalmente fundadas en lo que hace a la razn pura terica y a la razn pura prctica y es tambin titular del pensa-miento racional que excede las posibilidades de conocimiento de la razn misma, la dimensin metafsica del pensamiento que es coextensiva a la misma razn del sujeto trascendental, que en la corriente principal del pensamiento de Kant y del kantismo parece quedar identificada con la condicin humana.

    La universalidad abstracta de este sujeto trascendental en cuanto titular de la razn y por tanto del conocimiento, la accin y el pensamiento racionales, dice de modo renovado acerca del no lugar de la filosofa en la sociedad. La filosofa estrictamente tal se despliega en la ra-zn cuyo titular es el sujeto trascendental, por lo cual lo hace en un plano de abstraccin que trasciende las condiciones histrico-sociales objetivas, producto de una trascendentalizacin (ilegtima) del sujeto emprico e histrico desde esas condiciones.

    Hegel: la filosofa es la poca puesta en pensamiento

    Frente a la abstraccin metafsica del sujeto cartesiano y la abstraccin epistemolgica del sujeto kantiano, Hegel desarrolla una construccin conceptual del sujeto, prekantiana en su costado ontolgico y poskantiana en su tensionalmente complementario costado histrico.

    Hegel retorna a la metafsica y la incluye en la Historia. Uno de los ttulos de las Leccio-nes de la historia de la filosofa de Hegel se refiere a La filosofa como pensamiento de su tiempo. Esto implica colocar a la filosofa en la temporalidad en cuanto pensamiento relativo a la poca en el cual se expresa pero tambin como pensamiento a travs del cul esa po-ca se expresa en el nivel del concepto, alcanzando la mayor autoconciencia posible. Pero la temporalidad que impresiona como la historicidad de los sujetos actuantes y pensantes que parecen alcanzar desde s mismos y por s mismos ese nivel filosfico de la autoconciencia que dice acerca del lugar de la filosofa en la sociedad y de su protagonismo, parece responder a la ltima instancia del espritu absoluto, que como fundamento ontolgico encuentra en los agentes humanos y su historicidad meras mediaciones para presentar y representar como posi-bilidad lo que no ha dejado de ser metafsica necesidad. La filosofa como pensamiento de su tiempo no obstante aparece en la sociedad y parece tener un lugar en ella en los parmetros de su historicidad, reside en su fundamento ltimo en el espritu absoluto lo cual implica una radical exterioridad y autonoma respecto de cualquier lugar social en trminos histricos y empricos. La filosofa desde este (no) lugar social, viene adems despus que el tiempo ha transcurrido para explicar-legitimar lo acontecido desde un presente en que la autoconciencia implica reconciliacin del espritu consigo mismo en su ltima figura que se expresa en la mismsima filosofa de Hegel.

    Marx: el lugar estructural de la filosofa

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    All donde Hegel postul el espritu absoluto como fundamento ontolgico subyacente del acaecer histrico, Marx argument en trminos de la estructura o base real en su condicin de producto de las relaciones objetivas y no voluntarias que los seres humanos contraen entre s para producir materialmente sus medios de vida y de esta manera reproducir su vida misma. A esa estructura o base real material constituida por las relaciones de produccin en tensin con las fuerzas productivas materiales respecto de las que son sus condiciones de posibilidad/im-posibilidad, se corresponde una superestructura institucional que tiene que ver con formas de organizacin social solidarias con esa base real y una superestructura ideolgica en principio tambin solidaria con la estructura y las instituciones, con funcin de orientacin explicativo-interpretativo-normativa para el conjunto de la sociedad, que se traduce en ltima instancia como funcin de legitimacin.

    La filosofa se encuentra en este lugar de la superestructura, la ideologa y esto hace que de acuerdo a la lgica de reproduccin de la totalidad estructural-institucional-ideolgica, cumpla en el nivel del concepto aquella funcin explicativo-interpretativo-normativa y por lo tanto en principio legitimatoria de la totalidad concreta en curso, funcin que cumplen en otros niveles y de otras maneras otras actividades superestructurales sociales. En esta lectura, la trans-formacin del mundo a que convoca la tesis XI de Marx sobre Feuerbach convocatoria de una radical modernidad por lo que ella dice acerca del protagonismo de los agentes humanos en esa transformacin que lo es de sus condiciones estructurales e institucionales de vida y por lo tanto de s mismos como sociedad humana, como sociedad de clases y como individuos- parece dejar a la filosofa sin papel y por lo tanto sin lugar en ese eventual proceso de transformacin.

    En esta lectura de Marx la filosofa al igual que en Hegel pero sobre otros fundamen-tos queda identificada como saber de legitimacin de lo dado y resulta descalificada como saber de transformacin. Esta, la transformacin, solamente puede esperarse de la praxis de un sujeto revolucionario, que no es sujeto de la historia sino de la praxis revolucionaria, en la que van en juego las transformaciones histricas y por lo tanto de todos los agentes humanos, incluido el mismo sujeto de la praxis.

    En otra direccin, la lectura que de Marx efecta Gramsci, permite habilitar una transfor-macin de la filosofa y hacer lugar a una filosofa de transformacin: la filosofa de la praxis, que supone la doble direccin que implica potenciacin tanto de la filosofa como de la praxis: la que va de la praxis a la filosofa y la que lo hace desde la filosofa a la praxis.

    El lugar social de la filosofa desde algunas claves aportadas por el pensa-miento filosfico en Amrica Latina: Ardao, Roig y Hinkelammert

    En el Primer Coloquio Nacional de Filosofa, realizado en Morelia, Michoacn, Mxico en 1, una de sus secciones tuvo como tema La filosofa actual en Amrica Latina2. En ella, Arturo Ardao contribuy al debate del mismo con su ponencia Funcin actual de la filosofa en Latinoamrica.

    En la misma Ardao distingue entre la filosofa como saber filosfico y su trasmisin, la que identifica centralmente como cuestin pedaggica y la filosofa como pensar filosfico y por lo tanto como creacin, la que estima ms propiamente como cuestin filosfica. Pone en relacin el concepto de funcin con el concepto de estructura, para indicar que la filo-

    2 AAVV,LafilosofaactualenAmricaLatina,Grijalbo,Mxico,1976.3 Ibid,pp.9-20.

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    sofa no puede menos que operar como fenmeno social, condicionado al mismo tiempo que condicionante4, de manera que:

    en tanto condicionada, la filosofa recepciona y asume procesos que se remontan desde la infraestructura material, bioeconmica; y en tanto condicionante, trasmite y rige procesos que descienden desde la superestructura intelectual, cientfico-ideolgica. En uno y otro caso tambin, el entrecruzamiento socialmente ms significativo se produce, cualquiera que sea la direccin o el sentido de los procesos, en los campos de la educacin y la poltica. En uno y otro caso, en fin, las relaciones de dominio o de dependencia, segn se las mire- entre los sectores o grupos que forman parte de los sistemas o estructuras, se vuelven decisivas en el juego de los condicionamientos. Tanto, que son ellas, en definitiva, las que de modo ms di-recto dan carcter a la funcin de la filosofa. Explcita o implcitamente, como consecuencia, el propio filosofar resulta tironeado desde los opuestos extremos, para servir, con mayor o menor eficacia, de agente intelectual de dominacin o de emancipacin.

    Distinguiendo dos ejes de condicionamientos que se entrecruzan y sobredeterminan, el vertical relativo a relaciones de clases sociales y el horizontal que hace a las relaciones entre naciones y regiones y en la comprensin de que la lgica de los condicionamientos es la tensionalidad dominacin - emancipacin, se sigue que estructuralmente hablando la filosofa no puede escapar a cumplir una u otra funcin:

    Un momento histrico llega entonces, en las reas dominadas, de situacin lmite para la funcin de la filosofa. En un tipo o forma de la misma, exteriormente dependiente, con conciencia o sin ella, opera en lo interno como filosofa de dominacin. A la inversa, toda filosofa de eman-cipacin nacional o regional, obligada a profundizarse, es reconducida a la radicalizacin social y humana y por ende a la universalidad- de la emancipacin misma.

    Como para Marx el lugar de la filosofa es un lugar estructural y por lo tanto, para Ardao, funcional. Por el lugar que ocupa en la estructura es condicionada por ciertos procesos y condicionante de otros y como todos los fenmenos sociales que hacen a la dinmica estruc-tural, est tensionada por la polarizacin dominacin emancipacin que la constituye. A diferencia de la primera lectura de Marx que propusimos como plausible, el lugar estructural de la filosofa no la determina como saber de legitimacin y por lo tanto no la hace consti-tutivamente funcional a la dominacin. La adscripcin a la funcin de dominacin o a la de emancipacin es una alternativa que filosficamente puede discernirse y si el sentido ltimo de la filosofa es el discernimiento de la universalidad en el plano terico y su construccin en el plano prctico, va de suyo que la orientacin legitimante de la filosofa en cuanto filo-sofa es la de la emancipacin que en tanto discernimiento y construccin de universalidad no puede dejar de atender a los efectos de dominacin que histricamente acompaan a todo proceso de emancipacin para superarlos en referencia a la idea reguladora de un mundo sin dominacin y por lo tanto de la universalidad de lo humano.

    Esta posibilidad de discernimiento entre dominacin y emancipacin y de legitimacin del pensar filosfico tanto en trminos sociales como en trminos filosficos, por la adscripcin a la funcin de emancipacin que por su radicalizacin social y humana apunta a la uni-versalidad de la emancipacin misma, acaece por un desplazamiento de la razn por la inteli-gencia, que por la recuperacin de la relacin del logos con el pathos y con el ethos, torna a la razn razonable, habilitando liberarla de los efectos antiuniversalistas de su totalizacin.

    El ejercicio de la inteligencia filosfica es revelador de una autonoma espiritual que es condicin segn argumenta Ardao, para que la autonoma tcnica no implique sometimiento

    4 Ibid.P.4.5 Ibid.P.4.6 Ibid.P.1.

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    sino discernimiento de la razn heredada de la tradicin. Inteligencia filosfica y autonoma espiritual en la argumentacin de Arturo Ardao sobre la funcin de la filosofa, constituyen manifestaciones de autoafirmacin del sujeto de la filosofa, perfectamente en lnea con el a priori antropolgico que desde Kant y por la mediacin de Hegel caracteriza Arturo Andrs Roig como un querernos a nosotros mismos como valiosos y tener como valioso el cono-cernos a nosotros mismos y en el cual afinca el comienzo y los recomienzos de la filosofa.

    El a priori antropolgico tal como lo asume y elabora Arturo Andrs Roig remite la filo-sofa a un sujeto, que no es metafsico u ontolgico ni solipsistamente individual o universal, sino que es emprico, histrico, individual y colectivo, por lo cual la filosofa tiene un lugar en el colectivo social situado sin negar el papel del filsofo individualmente considerado, habida cuenta de todas las mediaciones entre el individuo y la sociedad. El lugar de la filosofa es justamente un lugar social, tiene que ver con la autoafirmacin de una sociedad en tanto que tal en todas las dimensiones que la constituyen y la hacen posible, se trata por lo tanto de un lugar dinmico y dinamizador.

    La referencia al sujeto emprico, histrico y colectivo que en el ejercicio del a priori antro-polgico hace lugar sea al comienzo sea al recomienzo de la filosofa como saber normativo de autoconstruccin de s mismo, no colide -a nuestro juicio- con la idea de trascendentalidad del sujeto tal como la fundamenta Franz Hinkelammert, sino que la supone. En la perspectiva de Hinkelammert el sujeto es identificado como la trascendentalidad inmanente a las instituciones, estructuras y sistemas, en tensin con las cuales en tanto corporalidad apunta a su afirmacin a travs de la crtica y superacin de histricos efectos de negacin derivados de la totalizacin de las mismas. Desde esta referencia al sujeto como trascendentalidad inmanente en el sentido de Hinkelammert, es que el sujeto emprico, histrico, individual y colectivo en el sentido de Roig, pude afirmarse y superar los efectos no intencionales de negacin de esta afirmacin, por la perspectiva de trascendentalidad a las totalizaciones y por lo tanto de totalidad, condicin de racionalidad crtica frente a las racionalidades fragmentarias y sus efectos de totalizacin.

    El (no) lugar de la filosofa en la sociedad: campo intelectual, campo cul-tural y campo del poder

    Campo intelectual en cuanto constitutivo del campo cultural, a su vez integrante del cam-po del poder, ha venido ganando terreno frente a la tradicional referencia al intelectual (o a la inteligencia) y a su protagonismo en la cultura y en el poder.

    El intelectual es un sujeto, que en conjunto con otros de su especie integra la in-teligencia, instancias individual y colectiva que protagonizan la cultura, entendida sta en sentido preferentemente subjetivo (las letras y las artes, la alta cultura) y por lo tanto el poder que implican la palabra, la escritura y el saber.

    Campo intelectual y sus asociados campo cultural y campo del poder, desacrali-zan ese pretendido protagonismo, al ubicar las funciones intelectual, cultural y del poder en las relaciones sociales tensionales y conflictivas en las que estn involucrados los intelectuales. Ade-ms de un campo de fuerzas en el sentido de la legalidad mecnica de la fsica en la que no cuenta la dimensin intencional de la accin de los sujetos, se trata tambin de un campo de luchas, en que cuenta la intencionalidad, de manera que la historicidad de los sujetos con sus intenciones, aspiraciones, deseos, proyectos y estrategias para procurar realizarlos, se traduce tanto en efectos intencionales como en efectos no intencionales, siendo stos ltimos los que hacen a la dinmica especfica del campo, ms all del pretendido protagonismo de los sujetos.

    7 A.A.Roig,Teoraycrticadelpensamientolatinoamericano,FCE,Mxico,98,p..8 F.J.Hinkelammert,Crticaalaraznutpica,DEI,CostaRica,2ed.,990.

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    El campo cultural es mbito privilegiado de construccin de hegemona por su ca-pacidad de potenciar las relaciones de fuerza en que se funda, al invisibilizarlas tras los ropajes de la especfica fuerza simblica que caracteriza a la produccin y la transmisin de la ideolo-ga, de acuerdo al primer principio de la teora de Pierre Bourdieu acerca de la reproduccin social: todo poder que logra imponer significaciones e imponerlas como legtimas disi-mulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, aade su fuerza propia, es decir, propiamente simblica a esas relaciones de fuerza.

    El campo intelectual identificado como ciudad letrada10 es la ciudadela al interior del campo cultural de la cual dimanan sus orientaciones de sentido singularmente determi-nantes en la construccin de hegemona y consolidacin del campo del poder a travs de la generacin de dispositivos de legitimacin que llegan a instalarse en la sociedad como sentido comn.

    Pero, ni campo cultural, ni campo intelectual, ni campo del poder son unvocos. En particular, el campo intelectual en su identidad de ciudad letrada, como campo de fuer-zas y de luchas, es un campo en que se construye hegemona y poder, pero tambin contrahege-mona y contrapoder. Queda claro que si bien el campo intelectual, desde dentro del campo cultural y del campo del poder los orienta, a su vez recibe de ellos determinaciones que l traducir desde la especificidad de sus competencias. Tambin queda claro, que estos tres campos constituyen a la totalidad social de que forman parte, al tiempo que son constituidos por ella.

    Dado el monopolio de la letra que el campo intelectual detenta, a las relaciones de fuerza en que se funda, aade su propia fuerza, consistente en la capacidad de transformar la mera fuerza en legitimidad. En la dinmica de las fuerzas y las luchas que lo constituyen, pueden advertirse orientaciones en el sentido de reproduccin de la sociedad, as como en el sentido de su transformacin: en sociedades presididas por relaciones de dominacin como las vigentes, mientras las orientaciones reproductivas se abocan a presentar la fuerza como legitimidad, las orientaciones alternativas de transformacin deben procurar transformar su legitimidad en fuerza.

    Es pues constitutivo del campo intelectual como campo de fuerzas y de luchas, que tiene protagonismo en la construccin de relatos crticos que desnuden la mera fuerza por detrs del manto legitimador, o de relatos de legitimidad que se traduzcan en fuerza legitimada, el con-flicto, la inestabilidad y el dinamismo, que en la escena intelectual se expresa en el debate que entre mltiples relatos, protagonizan los relatos de la reproduccin y los de la transformacin.

    La filosofa no escapa a las luchas del campo intelectual, que hacen parte de las del campo cultural y del campo del poder que dinamiza a la sociedad como totalidad. Por lo tanto, intencional o no intencionalmente no escapa a la disyuntiva entre reproduccin y dominacin o transformacin y emancipacin.

    Ms all de rtulos y manifiestos, la filosofa que se construye por el ejercicio de la inte-ligencia filosfica desde el a priori antropolgico como afirmacin y auto-reconocimiento de un nosotros sobre el referente del sujeto como trascendentalidad inmanente a es-tructuras, sistemas e instituciones, ocupa en la sociedad un lugar crtico-constructivo, que aportando al discernimiento de los lmites del universalismo abstracto y sus efectos de domi-nacin vigentes, promueve su transformacin frente a su lgica de reproduccin, aportando a la construccin de contrapoder y contrahegemona a la luz del no-poder, la no-hegemona y la no-dominacin como ideas reguladoras y condiciones de realizacin de la universalidad de la emancipacin misma.

    9 P.BourdieuyJ.C.Passeron,Lareproduccin,EditorialLaia,Barcelona,977,p.44.0 A.Rama,Laciudadletrada,Arca,Montevideo,995.

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    Captulo 2

    LA FILOSOFA LATINOAMERICANA ES UN HUMANISMO1

    Introduccin

    El ttulo bajo el que se inscribe la exposicin que aqu se inicia, constituye una recuperacin y resignificacin tratando de no ser una usurpacin- del de un clsico del pensamiento filosfi-co contemporneo que coloca explcita y enfticamente al humanismo como eje de referencia y sentido de la filosofa misma, en cuanto que esta es manifestacin, reflexin, discernimiento y orientacin de la existencia humana.

    El libro cuyo ttulo inspira la presente propuesta, se publicaba en un contexto en el cual la recin terminada Segunda Guerra Mundial, haba evidenciado una profunda crisis de racio-nalidad, universalidad y humanidad de Occidente. La afirmacin del humanismo como tesis filosfica, pero centralmente como responsabilidad por la humanidad en s mismo y en los otros, desde que al elegir para s el existente elige en s a lo humano y por lo tanto elige para todos, por lo que es universalmente responsable; estaba visiblemente fundado para el caso en un explcito compromiso en el ejercicio de la resistencia frente al antihumanismo del nazismo y el fascismo durante la ocupacin nazi en Francia.

    Quien afirmaba desde este compromiso (engagement) existencial objetivado en su mi-litancia en la resistencia frente a esas entonces vigentes figuras histricas de la opresin, dominacin, anti-univesalismo y anti-humanismo prcticos en aqul contexto europeo de pro-yeccin mundial, era obviamente Jean Paul Sartre (10-10) y el ttulo de su texto al que nos referimos tan difundido en Amrica Latina hasta la dcada de los sesenta- El existencialismo es un humanismo (14)2.

    Sin identificarse como existencialismo, aunque incorporndolo crticamente como un co-mienzo o recomienzo de la filosofa cuyos aportes son y merecen ser recuperados, la filoso-fa latinoamericana construye en cambio su identidad a travs de sus propios comienzos y recomienzos como humanismo.

    De lo que se tratar entonces es de desarrollar y justificar la tesis la filosofa latinoa-mericana es un humanismo, procurando expresar la identidad tanto de esta filosofa como del humanismo en que ella consiste, en el que concurren a su construccin por la relacin

    1 Versin corregida del texto correspondiente a la ponencia presentada en el III Foro Internacional de Filosofa deVenezuelaHumanismo,RevolucinySocialismo:Haciaunsocialismodeculturashumanizadoras,MesaLarecuperacinhistricadelhumanismo,organizadoporelMinisteriodelPoderPopularparalaCulturadelaRepblicaBolivarianadeVenezuela,Maracaiboyrestodelpas,7al4denoviembrede2007.2 J.P.Sartre,Elexistencialismoesunhumanismo,Sur,BuenosAires,197.

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    crtica con ellas, diversas expresiones del humanismo, entre las cuales el de Sartre tiene importante presencia, as como tambin del anti-humanismo que las mismas pudieran eventualmente implicar como efecto no intencional de sus modos especficos de afirmar o construir lo humano y, por cierto las expresiones militantemente antihumanistas, de la antigedad, la edad media, la modernidad y la post-modernidad.

    La identidad de la filosofa latinoamericana como humanismo, implica de suyo la re-valorizacin histrica de este y por lo tanto tambin de aquella, desde que ese ejercicio de identidad hace parte de la constitucin y afirmacin de nosotros los latinoamericanos como comunidad histrica para s esto es, que se afirma desde sus recomienzos en el presente, recuperando sus comienzos en el pasado y proyectndose con sentido de futuro-, contribuyendo a dilogos e interlocuciones horizontales con otras comunidades histricas con otros y para otros, hacia el horizonte de un nosotros los humanos sin exclusiones- en la construccin pues de un humanismo, que no sea la imposicin de la humanidad de unos con la consecuente negacin de la de otros, sino de un humanismo autnticamente universal en el que la afirmacin de la humanidad de todos sin exclusin, sea conforme al sentido comn legitimador segn el cual la afirmacin de la humanidad de unos, no puede implicar la negacin de la humanidad de otros.

    La filosofa latinoamericana

    Siguiendo a Arturo Andrs Roig 4, quien a nuestro juicio fundamenta el que identificamos como paradigma fuerte de la filosofa latinoamericana, digamos que toda filosofa es un saber intrnsecamente normativo y que esta normatividad es manifestacin del a priori antro-polgico que est en la base de todo comienzo o recomienzo de la filosofa, y que este a priori antropolgico que es condicin trascendental de posibilidad y de sentido del a priori epistemolgico, -supone en una articulacin constructiva de Kant y Hegel, liberado el primero de su abstraccionismo epistemolgico del sujeto trascendental y el segundo de su abstraccio-nismo ontolgico del espritu absoluto-, para los nosotros que se constituyen en la afirma-cin de ese a priori, al tenerse a s mismo como valiosos y tener como valioso el conocerse por s mismos.

    El sujeto que se afirma en la construccin de toda filosofa es en s colectivo, emprico e histrico, no obstante los para s dominantes en la tradicin afirmen su individualidad o universalidad, implicando su carcter abstracto (epistemolgico u ontolgico ) y con ello una pretendida ahistoricidad o suprahistoricidad.

    Frente a las formas dominantes de la tradicin occidental, y especialmente frente a estas mencionadas, hegemnicas de la modernidad, a las que podramos agregar la de Des-cartes que las antecede dando los fundamentos metafsicos de la misma, o la de Marx que las sucede aportando fundamentos histrico-estructurales, en las que un para s fetichizado en sus diversas figuras (el ego cgito de Descartes, el sujeto trascendental de Kant, el espritu absoluto de Hegel, y finalmente el proletariado en cierta lectura de Marx) puede implicar separacin, invisibilizacin y eventualmente sumisin de las configuraciones del en s histricamente existentes en Amrica Latina; la filosofa latinoamericana a travs de sus comienzos y recomienzos implica de suyo la superacin de los para s fetichizados de la

    3 Y.Acosta,HuellassartreanasenlainteligenciafilosficaenAmricaLatina:Zea,RoigyHinkelammert,enSartreylacuestindelpresente(P.VermerenyR.Viscardi,compiladores),UniversidaddelaRepblica,FacultaddeHumanidadesyCienciasdelaEducacin,Montevideo,2007,7-86.4 A.A.Roig,Teoraycrticadelpensamientolatinoamericano,FCE,Mxico,98.

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    tradicin dominante en la construccin de otros para s desalienantes en relacin a los efectos de alienacin de aquellas figuras hegemnicas.

    La filosofa latinoamericana implica pues continuidad pero tambin ruptura con la filosofa occidental y particularmente con la filosofa moderna por cuya mediacin se relaciona con aquella tradicin, as como la constitucin del sujeto latinoamericano que no es sino la otra cara del mismo proceso, implica continuidad y ruptura con el sujeto de la occidentalidad y par-ticularmente con el sujeto de la modernidad, por cuya mediacin este sujeto latinoamericano se afirma tensionalmente con Occidente.

    De manera pues que la relacin tensional o conflictiva de la filosofa latinoamericana con la filosofa moderna y con la modernidad es anterior y por lo tanto independiente y diferente de la que a su turno establece con la filosofa de la postmodernidad y con la postmodernidad misma, con las cuales en tanto afirmacin de los ejes nihilistas, anti-universalistas y anti-emancipato-rios de la modernidad ya no hay ninguna continuidad, sino exclusivamente ruptura.

    Si las figuras del sujeto de los relatos de la modernidad (el ego cgito, el sujeto trascen-dental, el espritu absoluto o el proletariado) en las que la perspectiva emancipatoria tiene distintos sentidos y horizontes, como construcciones fetichizadas del para s, invisibilizaban la auto-comprensin del en s del sujeto latinoamericano, bloqueando la posibilidad de su afir-macin histrica, la tesis de la muerte del sujeto y la fragmentacin que la acompaa implican una fetichizacin alternativa, ahora por defecto, que de manera ms directa conspira contra esta perspectiva de constitucin.

    Esta fetichizacin postmoderna por defecto es la contracara cultural que acompaa y ha-bilita a la fetichizacin en que se fundamenta la modernizacin sin modernidad profundizada por el capitalismo inicialmente utpico y finalmente nihilista y cnico, impulsado por el neoli-beralismo y el globalismo: la del mercado total, esto es el Dios-mercado como sujeto a travs de una extensa y profunda idolatra del mercado. Este sujeto fetichizado del Dios-mercado, le-gitimado por el gran relato del mercado total que promueve la idolatra del mercado, es el para s con el que la estrategia de la globalizacin imperante apunta a que todo en s se identifique, a los efectos de que se someta a su lgica y requerimientos que prometiendo libertad y vida, producen esclavitud y muerte.

    Es frente a este para s que a partir de la dcada de los 0 del pasado siglo pretende im-ponerse globalmente, que todo en s en ejercicio del a priori antropolgico, se ve precisado a reaccionar local y globalmente en la construccin de un para s desalienante y liberador en el que la afirmacin humanista no incluya negacin de humanidad.

    La constitucin del sujeto latinoamericano que alcanza fuerte visibilidad en los comienzos y recomienzos de la filosofa latinoamericana, expresa el ejercicio del a priori antropolgico desde Amrica Latina, a su vez implica un ejercicio propio de la teora del fetichismo que hace visible los efectos de los para s fetichizados de la modernidad y de la postmodernidad que al invisibilizar al sujeto presente como ausencia, bloquean en la posibilidad de su constitucin. Pero la superacin crtica de las fetichizaciones de la modernidad y de la postmodernidad, no asegura a la propia filosofa latinoamericana de no incurrir en la produccin de nuevos para s fetichizados que pretendiendo ser auto-reconocimiento y auto-afirmacin, resulten en nuevas invisibilizaciones y ocultamientos, ahora desde y por nosotros mismos, para nosotros y para otros, produciendo eventualmente alienacin bajo la pretensin de construir emancipacin.

    La filosofa latinoamericana, al hacer la teora y la crtica del pensamiento, cobra conciencia de las limitaciones e implicaciones de otros ejercicios del a priori antropolgi-co, entre los cuales el que resulta en la imposicin del Mercado total es el anti-humanismo radical, por la negacin del ser humano como sujeto al que sustituye por un mecanismo que

    5 A.A.Roig,ibid.

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    se supone autorregulado y de funcionamiento perfecto y cuya finalidad no es otra que su propia consolidacin el mercado como fin y no como medio- procurando legitimarse bajo la pretensin de realizar el bien comn. Pero construye tambin la autoconciencia de las limitaciones e implicaciones de los ejercicios del mismo en los distintos comienzos y re-comienzos de la propia tradicin de la filosofa latinoamericana, a las que llega a determi-nar, a las cuales no escaparn ni los actuales que confrontan centralmente con la afirmacin anti-humanista del Mercado, ni los futuros que pudieran tener lugar:

    La Filosofa Latinoamericana se ocupa de los modos de objetivacin de un sujeto, a tra-vs de los cuales se autorreconoce y se autoafirma como tal. Estos modos de objetivacin son, por cierto, histricos, y no siempre se logra a travs de ellos una afirmacin de sujetividad plena.

    Sobre esta problemtica la Filosofa Latinoamericana organiza sus formas narrativas, las que se expresan de modo rico y complejo a travs de diversas construcciones tericas, dentro de las cuales prestaremos atencin a su historiografa (desarrollada preferentemente como His-toria de las ideas) la que no es ajena a la Filosofa de la historia con la cual aparece implicada en muchos casos.

    Aquella afirmacin de sujetividad es condicionante, pero tambin e inevitablemente condi-cionada. Hacemos nuestras las circunstancias, mas, tambin ellas nos hacen. Debido a esto la historia de aqul acto de afirmacin nos muestra un elevado grado de contingencia y el desa-rrollo del proceso de autorreconocimiento y autoposicin, muestra comienzos y recomienzos.

    Mas, el valorar un momento como comienzo y el proponer un recomienzo implica una prospectividad, una posicin proyectiva desde la cual no slo se mira con una actitud cons-tructiva hacia delante, sino que se mira hacia atrs con igual signo. Se trata de una objeti-vidad que no renuncia al punto de partida inevitablemente subjetivo. Aqu subjetividad y sujetividad se identifican. Ponemos en juego un derecho respecto de nuestro pasado, el de medirlo respecto de un futuro vivido desde este presente. De ah la selectividad inevitable en la determinacin acerca de qu sea hecho histrico o no para ese sujeto y tambin la necesidad de fijar el criterio desde el cual se pone en ejercicio.

    De este modo surge un tipo de narratividad que es proyectivo, es decir, que no se queda en lo constatativo y que, todava ms, reviste pretensin de performatividad. Vale decir, que su enunciado describe una determinada accin del locutor y su enunciacin tiene pretensin de ser equivalente al cumplimiento de la misma.

    Si nos remitimos a la polmica que entablaron los antiguos acerca de si su mundo era por naturaleza (Kat physei) o si era por efecto de un ordenamiento humano (Kat nmo), si se re-ga nicamente por las leyes del ser o si tambin y muy especficamente supona un deber ser, hemos de decir que la filosofa latinoamericana no renuncia en su enunciado a una legalidad y por lo tanto a una responsabilidad. Los mundos humanos son nomolgicos y no hay motivo para que no lo sea el nuestro.

    Esta larga cita del maestro Arturo Andrs Roig que hemos expuesto para su consideracin, avanza la condicin de humanismo crtico de la filosofa latinoamericana. Que la afirmacin de sujetividad por la que el sujeto latinoamericano se afirma, generalmente no es plena, implica justamente una perspectiva autocrtica de la filosofa latinoamericana respecto del para s que se constituye, neutralizando su fetichizacin posible y el sometimiento, distorsin o invisibilizacin del sujeto que se afirma.

    No obstante, la argumentacin de Roig nos plantea la interrogante respecto a que la afir-macin de sujetividad pudiera ser ocasionalmente plena como parece surgir de sus pala-bras, desde que puede entenderse en contrario, que la plenitud del sujeto y por lo tanto el sujeto

    6 A.A.Roig,RostroyFilosofadeAmricaLatina,EDIUNC,Mendoza,Argentina,1993,10-106.

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    pleno puede ser pensado o imaginado pero no realizado, por lo que la confianza en que dicha plenitud pueda ser fcticamente alcanzada, podra eventualmente generar la ilusin trascen-dental de haberla alcanzado o de poder alcanzarla, y de la mano de esa ilusin trascendental seguramente se consolidara la fetichizacin del para s establecido, el que se autoidentificara en trminos de plenitud.

    Acordando entonces con la afirmacin de sujetividad como sentido y efecto del ejercicio del a priori antropolgico de los comienzos y recomienzos de la filosofa latinoamericana, queda planteada la interrogante respecto al estatuto de la afirmacin de sujetividad plena: o idea reguladora para afirmaciones inevitablemente defectivas por su condicin histrica a las que orienta crtico-regulativamente en el sentido de la superacin histrica de sus defectos de sujetividad sin que ello implique la pretensin de alcanzar la plenitud y por lo tanto la ilusin trascendental del sujeto que se afirma; o plenitud terica, histrica y empricamente posible, que plantea el desafo del discernimiento entre la afirmacin de sujetividad plena de aquella que no sindolo aparentara serlo, que en caso de no cumplirse, implicara la reedicin de la ilusin trascendental desde este otro horizonte de comprensin, para el que la plenitud es humana e histricamente posible.

    Del planteamiento de Roig surge tambin que la afirmacin de este sujeto no es necesaria al modo de las esencias dominantes en la tradicin de la filosofa occidental, sino que muestra un elevado grado de contingencia que encuentra en el humanismo existencialista de Sartre uno de sus antecedentes ms radicales en la filosofa contempornea.

    Esta afirmacin reivindica desde el presente de la afirmacin, derechos respecto del pasado en la construccin del futuro, en un ejercicio del pensamiento filosfico en el que la objetivi-dad no renuncia al punto de partida inevitablemente subjetivo, subjetividad y sujetividad se identifican, es prospectivo, proyectivo y con pretensin de performatividad.

    Hace suyo un eje central del humanismo de los sofistas, aqul que identifica al orden humano como un orden por convencin, separndolo del orden natural que corresponde so-lamente a la naturaleza no humana, aseverando que todos los mundos humanos son nomo-lgicos y que no hay motivo para que no lo sea el nuestro (el de nosotros los latinoame-ricanos y, porqu no, el mundo naturalizado por la estrategia globalizadora del globalismo). El que los mundos humanos sean nomolgicos supone, frente a la irresponsabilidad implicada en la idolatra del mercado que lo concibe como orden natural (en el sentido del pensamiento de la antigedad griega clsica dominante) y sin contradiccin sino ms bien como reforzamiento, orden superior trascendente, como Dios-mercado ( en un sentido secu-larizado de la cristiandad medieval), una responsabilidad humana, tanto individual como social, que como responsabilidad radical reconoce tambin en el existencialismo humanis-ta de Sartre, uno de sus antecedentes contemporneos ms sealables.

    Se trata de la responsabilidad por nuestro mundo, esto es por nosotros mismos, -un nosotros que incluye a los otros- de nosotros mismos, porque su legalidad no es natural ni divina, sino humana: la filosofa latinoamericana no renuncia en su enunciado a una le-

    7 UsamosilusintrascendentalenelsentidodeKanttalcomolodesarrollaFranzHinkelammertenrelacinalautopa,enlaIntroduccindesulibroCrticaalaraznutpica,DEI,SanJos,CostaRica,2ed.990,Elrealismoenpolticacomoartedeloposible,pgs.21-29.8 A.A.Roig,ElreclamodecontingenciaenJeanPaulSartre:unimperativo,enid.ticadelpoderymoralidaddelaprotesta.Respuestasalacrisismoraldenuestrotiempo,EDIUNC,Mendoza,Argentina,2002,269-272.Y.Acosta,ArturoAndrsRoig:elreclamodelacontingencia,imperativosartreanoparaunfilosofarliberador,enid.HuellassartreanasenlainteligenciafilosficaenAmricaLatina:Zea,RoigyHinkelammert,enSartreylacuestindelpresente(P.VermerenyR.Viscardi,compiladores),UniversidaddelaRepblica,FacultaddeHumanidadesyCienciasdelaEducacin,Montevideo,2007,7-86(81-8).9 A.A.Roig,ibid.yY.Acosta,ibid.

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    galidad y por lo tanto a una responsabilidad. Se adivina en la afirmacin de Roig la conciencia de responsabilidad radical del existencialismo humanista sartreano, que surge en el existente, quien al elegir para s, elige para la humanidad, se instituye como legislador y por lo tanto es responsable de s individualmente, pero de la humanidad universalmente.

    La humanidad en el individuo, en el grupo, en la sociedad, en la especie, no como esencia, sino como existencia (corporeidad y contingencia) es el criterio para la construccin de la ley y de lo universal.

    Que la humanidad no como esencia o para s fetichizado, sino como existencia o en s con sus implicaciones de corporeidad y contingencia, sea el criterio en la construccin de lo universal, que implica la responsabilidad del constructor que es el propio sujeto humano, es la clave del humanismo universal actual.

    La filosofa latinoamericana es un humanismo

    Un singular y al mismo tiempo universal comienzo de la filosofa latinoamericana, tiene lugar en la afirmacin de sujetividad del zapatismo en claro ejercicio del a priori antropo-lgico, condensada en su prospectiva o proyecto con pretensin performativa que se condensa en la frmula una sociedad en la que quepan todos.

    Es singular porque es una frmula de profundo contenido filosfico, que en lugar de emerger de algn lugar de la academia filosfica, expresa el sentir, pensar y hacer de un mo-vimiento social emergente en Chiapas, Mxico. Es singular y universal, porque la frmula de su reclamo no apunta a la reivindicacin de sus intereses particulares como comunidad movi-lizada, sino que se trata del proyecto de una sociedad o un mundo sin excluidos personas o comunidades- en el que todos puedan tener lugar, incluyndolos a ellos como a todos los otros cuya afirmacin de sujetividad no implique exclusivismo y por lo tanto, exclusin.

    El pensamiento filosfico en Amrica Latina, perifrico a la academia filosfica, lo asume y lo elabora como tesis filosfica: Primera tesis: un proyecto de liberacin hoy tiene que ser un proyecto de una sociedad en la cual todos quepan y de la cual nadie sea excluido10.

    La elaboracin filosfica advierte una novedad en el proyecto universalista de una socie-dad en la que quepan todos: Un proyecto de esta ndole implica una tica universal. Pero no dicta principios ticos universalmente vlidos. No prescribe ni normas universalistas genera-les ni relaciones de produccin determinadas universalmente vlidas11.

    Mientras proyectos anteriores de la modernidad, como el burgus o el socialista postularon a priori principios universalistas de sociedad los del mercado y de la planificacin res-pectivamente- prescribiendo el deber ser de la sociedad proyectada, la exigencia de una so-ciedad en la que quepan todos es ms bien un criterio de validez universal sobre la validez de tales principios universalistas de sociedad () Son vlidos, o pueden serlo, en cuanto sean compatibles con una sociedad en la que quepan todos. Pierden su validez si su imposicin supone la exclusin de partes enteras de la sociedad. Sin embargo, este tipo de exclusin est en la esencia de los principios universalistas de sociedad, siempre y cuando sean totalizados. Por tanto, nicamente pueden tener validez relativa12.

    Culmina la reflexin filosfica sobre la tesis motivada por el dictum zapatista, explicitan-do la especificidad de este humanismo universal: Este criterio universal sobre la validez de principios universalistas sigue siendo el criterio de un humanismo universal. Pero de ninguna manera sostiene saber cul es la forma en que los seres humanos tienen que vivir y lo que es

    0 F.J.Hinkelammert,Culturadelaesperanzaysociedadsinexclusin,DEI,SanJos,CostaRica,199,311-31. F.J.Hinkelammert,ibid.,p..2 F.J.Hinkelammert,ibid.,p.2.

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    la buena vida. Con independencia de las imaginaciones que tienen de lo que es una buena vida, stas se hallan sometidas al criterio universal segn el cul la buena vida de unos no debe implicar la imposibilidad de vivir de los otros. Por consiguiente, no se trata apenas de un criterio acerca de la validez de los principios pretendidamente universalistas de sociedad, sino tambin de un criterio sobre las imaginaciones de lo que es la buena vida de cada uno o de culturas determinadas.

    En este sentido, se trata de un imperativo categrico de la razn prctica, es decir, un imperativo categrico de la accin concreta1.

    Se trata hoy de transformar las relaciones de produccin vigentes en el grado en que lo exige el criterio de humanismo universal de la sociedad en la que quepan todos, el que incluye a las generaciones humanas presentes, as como a las futuras posibles. Incluye por supuesto tambin, desde que el ser humano es corporal y por lo tanto natural, a la naturaleza: el criterio humanista universal de la sociedad en que quepan todos, exige relaciones de produccin que sean adems compatibles con la racionalidad reproductiva de la vida humana y la naturaleza, sin el respeto de la cual ninguna forma de sociedad es tendencialmente posible.

    F.J.Hinkelammert,ibid.,p..

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  • Captulo 3

    UNA CRTICA ANTROPOCNTRICA AL ANTROPOCENTRISMO DESDE LA PERSPECTIVA

    DE UNA NUEVA RADICALIDAD SOCIAL1

    Antropocentrismo, educacin y medio ambiente

    La eleccin del anlisis crtico del antropocentrismo como ingreso consistente y significativo a la problemtica de la relacin entre educacin y medio ambiente encuentra su justificacin en las siguientes consideraciones:

    a) El hecho (o proceso) educativo pretende tener al ser humano por sujeto y por objeto.b) La pregunta de la filosofa educativa que orienta al proceso educacional es explcita o

    implcitamente por el tipo de seres humanos que se quiere contribuir a formar.c) Los alcances de las consideraciones de a) y b) llegan cuando menos hasta donde llega la

    educacin formal.d) Es usual encontrar evaluaciones que responsabilizan a la perspectiva antropocntrica de

    la modernidad occidental y de su correspondiente filosofa educacional, por la sobredetermina-cin entrpica del ambiente y los recursos naturales, as como por la amenaza de su colapso.

    e) Las ideas de un cosmocentrismo o de un teocentrismo de nuevo cuo, que parecen insinuarse al amparo de algunas crticas del nuevo estilo de pensamiento ecolgico2, pensa-das como alternativas al antropocentrismo vigente, pueden entraar el peligro del sustento de las tesis de un orden natural heterodeterminado que legitime y consolide asimetras pro-pias del orden cultural.

    f) Cosmocentrismo, teocentrismo y antropocentrismo como identificaciones culturales de los grandes momentos del proceso civilizatorio occidental que llega hasta nosotros, son, ms all del imaginario instituido e instituyente que se expresa en las divergentes denominaciones, todas ellas antropocntricas.

    g) El fetichismo que afecta al antropocentrismo fundante de la modernidad no supera la invisibilizacin del fundamento antropocntrico operado en el cosmocentrismo antiguo y en el teocentrismo medieval.

    h) Slo desde una perspectiva antropocntrica radical resulta posible discernir los oculta-mientos del antropocentrismo: esa radicalidad no se articula ni individual ni genricamente, sino que implica a las relaciones sociales y la naturaleza como su condicin trascendental.

    1 VersincorregidadelaconferenciaofrecidaenelSeminarioInternacionalticaAmbientalyEducacin,organizadoporlaFundacinUniversidaddeRoGrande(FURG),RoGrande,Brasil,23-26deabrilde1997.PublicadaenRevistaPasosN73,DEI,SanJos,CostaRica,1997,1-.2 F.Mires,Eldiscursodelanaturaleza.Ecologaypoltica,DEI,SanJos,CostaRica,990.

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    Cosmocentrismo, teocentrismo y antropocentrismo como expresiones y ocultamientos del fundamento antropocntrico

    Elserhumanonopuedepensarsinoentrminosantropocntricos.Esta tesis, que aqu se presenta (y se comparte), tiene importantes consecuencias tanto para entender cabalmente el alcance de los tradicionales cosmocentrismo, teocentrismo y antropo-centrismo, como para ponderar la eventual hipoteca que puede pesar sobre las posiciones que hoy postulan asumir la perspectiva del otro: de la mujer por el varn, del nio por el adulto, del no-occidental por el occidental, del negro por el blanco, del excluido por el integrado, de la naturaleza no humana por parte del ser humano.

    No deja de llamar la atencin el hecho de que quien pretende asumir la perspectiva del otro parece no distinguirse apenas por la diferencia, sino fundamentalmente por la asi-metra en la que le corresponde el signo de + mientras al otro le toca de modo invariable el de -. Un discurso de la diferencia que no se articule desde ella, puede hacer correr el riesgo no-intencional de congelar las asimetras histricamente articuladas. Conocer al otro diferente-opuesto con mayor propiedad que l mismo, como lo sostiene Maquiavelo en su dedicatoria de El Prncipe4 cuando dice es menester ser prncipe para conocer la ndole de los pueblos y ser del pueblo para conocer la de los prncipes, no implica la posibilidad de poder pensar, imaginar y actuar desde el otro En cuanto al discurso de la diferencia articulado desde ella misma (desde el otro: la mujer, el indio, etc.), puede implicar de modo igualmente no-intencional el mismo riesgo al potenciar una lgica de fragmentacin de la re-sistencia de las diferentes diferencias, frente a la pretendida universalidad que las produce como alteridad.

    Respecto del cosmocentrismo del pensamiento antiguo, Werner Jaeger en su Paideia. Los ideales de la cultura griega , ha sustentado con buenos argumentos la tesis de la proyeccin del orden (cosmos) humano como criterio para la inteleccin-construccin del macrocos-mos natural en una suerte de trascencendentalizacin ilegtima (e inconsciente) que tiene como contracara la legitimacin del microcosmos humano en cuanto parte de ese orden na-tural-racional-necesario. De esa manera, la sabidura de que habla Herclito que consiste en decir la verdad y obrar de acuerdo a la naturaleza, comprendindola, implica la consagracin del orden asimtrico de la sociedad esclavista, patriarcal, adultocntrica y logocntrica, en el que la razn domina a la naturaleza sin pretender dominarla porque ella es naturaleza, y en el que la dominacin se presenta como racionalidad, alcanzando su condicin de sociedad perfecta en la polis, en la que Aristteles consagrar por primera vez la tesis del fin de la historia para la entonces naciente civilizacin occidental.

    En lo que al teocentrismo medieval se refiere, producto del doble proceso de cristianiza-cin del helenismo y helenizacin del cristianismo, en el que tiene lugar la mayor hibridacin cultural de la larga historia de occidente, ha desplazado la trascendentalidad al interior de la vida corporal operada por el amor-agap propia de las primeras comunidades cristianas, por una nueva trascendentalizacin ilegtima en la que la espiritualizacin significa sacrificio de la corporalidad, por lo que el orden terrenal existente , en cuanto orden sacrificial queda legitimado como camino necesario para alcanzar la salvacin eterna en un Reino que no ser de este mundo. En esta inversin por la que el Dios de la vida se ha transformado en un Dios

    F.J.Hinkelammert,Culturadelaesperanzaysociedadsinexclusin,DEI,SanJos,CostaRica,995,p.22.

    4 N.Maquiavelo,ElPrncipe.Montevideo,FCU,1986,p.. W.Jaeger,Paideia,losidealesdelaculturagriega.MxicoD.F,FCE,1968(2a.reimpresin).

  • de la muerte (del hombre y la naturaleza, aunque presentndose con sus ropajes originarios,se advierte el peligro de la lgica sacrificial en la historia real de los seres humanos. El teocen-trismo resulta as expresin de un antropocentrismo que proyecta a la esfera de lo trascen-dente los fundamentos legitimantes de la conservacin de un orden fuertemente asimtrico en las relaciones sociales y en las relaciones del ser humano con la naturaleza, cuya racionalidad es tanto o ms incuestionable que la del orden antiguo, porque si aquella se identificaba con la naturaleza, sta se identifica con la del creador de la naturaleza y de la criatura humana,a la que puso en ella para que se enseoreara del resto de la creacin.

    Finalmente, el antropocentrismo es el relevo moderno del cosmocentrismo antiguo y del teocentrismo medieval, tan antropocntrico como ellos (aunque con distinta modali-dad) y que procede a nuevas trascendentalizaciones ilegtimas desde su punto de partida del Ego cogito cartesiano. La racionalidad del Yo es elevada a universalidad, el Yo mismo es proyectado como modelo de lo universal humano, por lo que en nombre de la racionalidad se procede a la negacin de cualquier otra racionalidad alternativa bajo la denuncia de su irracio-nalidad. En nombre de la humanidad se procede a la negacin de cualquier otra expresin de vida humana sospechosa de primitivismo o inhumanidad, y la asimilacin al modelo (huma-nizacin, civilizacin, educacin), menos cruenta que la eliminacin, es tambin una forma de negacin. En nombre de la razn universal y del humanismo se legitima la explotacin de la naturaleza que en el modelo dualista es lo absolutamente otro. No debe olvidarse al respecto que, en sus Leccciones de Filosofa de la Historia Universal , Hegel analiza El Nuevo Mun-do en la parte relativa a La conexin de la naturaleza o los fun