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    THMATA. Revista de FilosofaN50, Julio-diciembre(2014) pp.: 37-67

    ISSN: 0212-8365 e-ISSN: 2253-900X doi:10.12795/themata.2014.i50.02

    EL BIEN Y LA INTELECCIN SEGN PLATNGOOD AND INTELLECTION ACCORDING TO PLATO

    Alejandro Rojas Jimnez1Universidad de Mlaga, FICUM (Espaa)

    Recibido: 13-05-2014Aceptado: 10-06-2014

    Resumen: Este trabajo busca esclarecer el ncleo de la sabidura platnica.Metodolgicamente propone un acercamiento fenomenolgico-hermenutico alos textos siguiendo la consigna de que no es necesario recurrir a una supuestateora estructurada de las ideas que haga comprensible dichos dilogos. Seintentar hacer ver que el ncleo de la sabidura platnica puede encontrarseen el mismo desarrollo de los dilogos, y por ello no como su metao su principio,sino como su telos. Dicho ncleo de sabidura aludido alcanza su mximaexpresin en la advertencia de un Bien que estara ms all de la potencia dela inteligencia y que es intuido como causa del buen entendimiento, quedandola losofa concebida bajo la forma de una reiteracin incesante de la preguntapor el Bien que desestabiliza toda supuesta verdad denitiva y dogmtica alconsolidarse la constancia del dilogo.Palabras-clave: Bien, dilogo, nivola, episteme, nous, vida mixta.

    Abstract: This paper seeks to clarify the core of the Platonic wisdom.Methodologically proposes a phenomenological-hermeneutic approach to textsusing the following setpoint: there is no need to resort to a purported structuraltheory of ideas to make understandable these dialogues. We will try to showthat the core of the Platonic wisdom can be found in the development of thedialogue, and therefore not as your metaor your rst, but as its telos. This core

    of wisdom alluded reaches its highest expression in the warning of the Good.This Good would be beyond the power of intelligence and that is intuited as thecause of good understanding. Therefore the philosophy is being conceived underthe form of a constant reiteration of the question of the Good that destabilizesthe entire nal and dogmatic truth supposed to consolidate the constancy ofthe dialogue.Key-words: Good, dialogue, nivola, episteme, nous, mixed life.

    [1] ([email protected]) Presidente y fundador del centro para la promocin de laFilosofa y la Cultura en Mlaga (FICUM).

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    I. Presentacin

    La razn fundamental de los intrpretes para intentar desocultar bajoel ropaje desestructurado de los dilogos una supuesta teora compacta de lasideas,2apoyndose entre otras razones en la conviccin de que Platn seraperfectamente capaz de articular unitariamente su pensamiento, es la con-sideracin de que la nica forma de comprender plenamente los dilogos esllevando a cabo dicha desocultuacin.3Ahora bien, aunque es cierto que Platnfue -digmoslo as- descubriendo problemas de manera creciente desde los pri-meros hasta los ltimos dilogos, l no lleva a cabo sin embargo la exposicinde una teora unitaria y estructurada. Su exposicin no va ms all de indiciosy alusiones sueltas,4e incluso se maniesta contrario a aquella pretensin;5lo que ha movido a la escuela de Tubinga a referirse a aquella teora comouna suerte de teora secreta (Geheimlehre) para iniciados. Resulta innega-

    ble que existieron lecciones no escritas en las que no repetira meramente loescrito, pero no que en tales lecciones se aleccionara sobre una teora de lasideas supuesta en los dilogos escritos.6En cualquier caso, dejando a un ladola cuestin acerca del contenido de las agrapha dgmata y distancindonosdel problema de si dichas lecciones podran haber contenido una exposicincompacta de una teora que estara supuesta en los dilogos escritos, es decir,ejerciendo cierta epojque ponga entre parntesis la existencia real (ms allde las interpretaciones de los intrpretes) de dicha teora acabada, propongo acontinuacin una lectura hermenutica (que se mantuviese podramos decir enel nivel fenomnico de los textos) de los dilogos escritos con la intencin nalde mostrarles que aquella teora no escrita no es necesaria para constatar unaenseanza o doctrina en los dilogos platnicos;7y con el matiz crucial de quese trata de una enseanza a la que no es posible acceder sin la epojanuncia-da, puesto que slo es accesible cuando se cesa en el empeo de desocultar odescubrir una supuesta teora oculta de las ideas que revele la supuesta verdadde los dilogos.8

    [2] En su tesis fuerte: aceptacin de realidades absolutas, eternas, inmutables, universales e

    independientes del mundo de los fenmenos G.M.A. Grube, El pensamiento de Platn, Gredos,Madrid, 1984, p.19.

    [3] Desde luego reconociendo fases (generalmente una inicial, una de madurez de la teora y unade revisin)

    [4] Cfr., El pensamiento de Platn o. cit., p.28.

    [5] Cfr., Fedro, 275c5-277a4; Carta VII, 24lcd.

    [6] Romn, R., Son los graphadgmata las lecciones no escritas de Platn?,Anales del semi-nario de Historia de la Filosofa16 (1999), 85-108, p. 99.

    [7] Cfr., Schleiermacher, F.,ber die Philosophie Platons, Felix Meiner, Hamburgo, 1996, pp. 31-32.

    [8] Cfr., Jaspers, K.,Plato, Piper, Mnchen, 1985, p. 46.

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    Recomiendo a continuacin al lector que se deje conducir por esta pre-misa poniendo entre parntesis su consideracin de que existe una teora com-pacta oculta que reestructurar y desocultar, para hacerse hermenuticamentecon el ncleo de la sabidura platnica.9Propongo en denitiva un acercamien-

    to fenomenolgico-hermenutico a los textos desde la tesis bsica, an por pre-cisar, de que las ideas no estn fuera del dilogo como su meta o su principio,sino en el desarrollo del dilogo (tanto escrito como oral) como su telos.

    II. El primer encuentro que marcar para siempre a Aristocles10:Scrates

    Aristocles fue un ateniense bien formado nacido en el seno de la msalta aristocracia. Recibi su formacin inicial en losofa de la mano de Cr-tilo, discpulo a su vez de Herclito. Comentar ms adelante la inuencia deCrtilo que injustamente se acostumbra a menospreciar debido entre otras ra-

    zones a la gran sombra proyectada por Scrates, a quien tras su encuentro conapenas veinte aos (407aC aprox.) Platn no deja de seguir hasta su muerte(399aC) y al que bien podramos concebir por ello como su gran maestro.

    Lo atractivo de Scrates era que impulsaba un nuevo tipo de dilogoargumentativo (con base en el cual su discpulo ms aventajado dar forma alo que convino en denominar tkhn dialektik11)mediante el cual se propusoponer n al prestigio y poder que, con base en el dilogo persuasivo, habanadquirido los considerados sabios locales.12

    Sostas como Protgoras y personas inuyentes como Anytos, con un

    poder basado en su capacidad para inuir con sus discursos en los pensamien-tos de los ciudadanos que constituan la democrtica Atenas, vieron cmo dichopoder se vio evidentemente amenazado en la medida en que Scrates se esfor-zaba por formar a sus conciudadanos en el pensamiento ordenado13. Aunqueseguramente, lo que ms molest a estos seores poderosos que saban que

    [9] Frente a lo que podramos convenir en llamar la tesis fuerte, pongamos por ejemplo a Grubecomo representante de esta lnea interpretativa, hablar de una doctrina de las ideas siguiendo laconcepcin, digamos ahora en contraposicin dbil, de Ross a mi juicio ms acertada: la esenciade la teora de las ideas consiste en la aceptacin consciente de una clase de entidades, cuya mejor

    denominacin quiz sea la de universales, que son por entero diferentes de las cosas sensiblesRoss, W. D., Teora de las ideas de Platn, Ctedra. Madrid, 1986, p. 266.

    [10] Me referir a Platn por su nombre de pila para distinguir de este modo al personaje histri-co, autor de los dilogos, respecto de Platn como producto de la tradicin en las formas generalesdel platonismo y antiplatonismo. Quizs podra objetarse que bastara distinguir a Platn de losplatnicos y antiplatnicos, pero, como mostrar ms adelante, Platn es esencialmente una obrade la tradicin que llega a hacer despreciable la gura real de Aristcles. Permtanme que slo seams adelante cuando justique y aclare esta armacin.

    [11] Marzoa, F., Muestras de Platn, Abada, Madrid, 2007, p. 40.

    [12] Banquete, 215ss.

    [13] Teeteto, 161b.

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    siempre podran dominar a la mayora no formada en tales habilidades esque una formacin especca en el arte de argumentar crticamente no sloserva para frenar entre unos pocos el poder persuasivo de aquellos, sino queadems serva incluso, al sealar las debilidades de sus discursos aparente-

    mente irrefutables,14

    para mostrarlos en pblico como fanfarrones.15

    Este se-gundo aspecto, puesto que la mayora en democracia siempre es ms sensible alas ridiculizaciones que a la buena argumentacin, desencaden que se pusieraen marcha la caza16del demnico17dialctico.

    Los aristcratas, entre ellos Aristocles junto con otros como Alcibades18y Crtias19, contrarios a la democracia restaurada (403aC), vieron en Scratesun maestro a la hora de luchar contra una democracia cuya debilidad resida,como en toda democracia, en la facilidad con que los ciudadanos se dejabaninuir y movilizar20por dos modos preferentes de establecer los consensos: losque se consiguen por persuasin (cuyos maestros eran los sostas) y los que

    brotan de la opinin irreexiva (doxa) en la queya se est (dentro de este se-gundo, tipo nuestro lsofo que continuar la tarea de Scrates tras la muertede ste distingue a su vez la conjetura y la creencia.).21Ser un consenso porpersuasin, promovido por los que tenan el poder,22el que sentencia a muertea Scrates culminando la caza aludida.

    La causa de Scrates hubiera cado en el olvido, vencido por poderososfanfarrones con habilidades un poco superiores que Scrates para la movili-zacin de la mayora,23 de no ser por su peculiar acatamiento de la senten-cia que facilit la labor apologtica de su discpulo ms aventajado. Aunque

    Aristocles en un primer momento se ver obligado a refugiarse en Megara,

    [14] Apol. 27d.

    [15] Fedn 96d.

    [16] El sosta, y en general los que profesan la tcnica del discurso persuasivo, son calicados porel propio Platn como cazadores de hombres (Sosta, 222cd), sin embargo en el caso de Scrates sucaza no fue gurativa, sino real.

    [17] Banquete, 202d.

    [18] En el Banquete es presentado como un iniciado en las cuestiones socrticas pero sin la su -ciente profundidad como para advertir que la belleza fsica no es intercambiable con la espiritual.

    [19] Consideraba a Scrates un sosta, y lo que buscaba era aprender el arte de la poltica. Aban -don a Scrates, al igual que Alcbiades, sin profundizar en sus enseanzas; al creer que ya habanaprendido lo suciente como para dedicarse a la poltica.

    [20] Hay que aadir: por personas que se creen capaces, pero que no han sido elegidos por su ca-pacidad (Rep. 555b-563cd.).

    [21] Rep. 514a-518a.

    [22] Apol. 18b1-4.

    [23] No habra una gran diferencia sin embargo, recordemos que en la primera votacin el resulta-do fue de 281 contra 220, si bien en la segunda votacin hablamos ya de 141 contra 368.

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    donde fue recibido por Euclides,24y de all saldr al poco tiempo hacia Creta,Egipto y Cirene, volver a Atenas sobre el 396aC para reivindicar la gurade su maestro. Desde la muerte de Scrates (399aC) hasta su primer viaje aSicilia (388aC) se ha establecido el primer perodo, denominado socrtico, en el

    que se componen los primeros textos. En ellos se propone, como deca, resaltarapologticamente la gura de Scrates.Pero hay algo ms desde luego: Aristocles no slo quera devolver el

    prestigio a Scrates, sino continuar su tarea de descubrir a los fanfarrones queguiaban disfrazados de sabios la ciudad con bellos discursos. Para ello loconvierte en el protagonista de sus dilogos y crea sobre el Scrates real (quese convierte en mero pretexto) un personaje literario en el que se olvidan los as-pectos que no interesan; como por ejemplo los burlescos, que son los preferidospor los cmicos como Aristfanes. No es slo una deformacin subjetiva debidoa la admiracin que siente por l su discpulo, sino una deformacin consciente

    y que es costumbre: tanto los crticos como los ensalzadores han acostumb-rado a deformar conscientemente la gura de Scrates25hasta convertirlo enrepresentante de las consignas ms dispares: lo hemos visto convertirse enun gran racionalista, en un gran mstico, en un escptico, en un utilitaristaprctico, un idealista, un defensor de la ciencia, un revolucionario anti-rgi-men, un soador De entre todos estos Scrates, el joven de espaldas anchasnos muestra a un gran dialctico del que habra aprendido a dialogar y pensardialcticamente, hasta percatarse de, ganando con ello un valor propio que vamucho ms del de mero apologeta, que no debe haber losofa sin dialctica.

    III. De Aristcles a Platn.

    a) De la paulatina separacin con respecto a Scrates

    La necesaria relacin entre dialctica y losofa es el gran legado deAristcles. Expuso tan clarividentemente la relacin necesaria entre losofay dialctica, que todava hoy denominamos a los lsofos anteriores a Scrates(al Scrates de los dilogos platnicos) como presocrticos, expresando as quese trataba de una suerte de pre-losofa, en un sentido anlogo a cuando habla-

    mos de la prehistoria antes del nacimiento de la escritura.La actitud socrtica es muy distinta a la de los lsofos del momento

    (que hasta l eran todos presocrticos), porque estos se preocupaban por la na-turaleza y el movimiento cuando a Scrates esto era de poca importancia: conun fuerte sentido prctico, se desinteresa de los supuestos hallazgos presocr-

    [24] D. Laercio, III, 6.

    [25] Ya Aristteles distingue entre el Scrates histrico y el de los sokratikoi logoi, cfr. Met. I5,987a32.987b10; XIII 4,1078b9-32.

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    ticos de que no es posible baarse en el ro,26de que todo es aire,27de la echadisparada que no llega al blanco,28de los granos que no hacen ruido al caer porseparado29se suele hablar de una vuelta al hombre30que tendra como lemaelgnthi seautn.

    Lo que hace Scrates no es sin embargo meramente redirigir la losofaal hombre, sino despreciarla31(al menos lo que hasta ese momento se haba en-tendido por losofa, es decir aquella hecha por los presocrticos), porque estms interesado en promover el juicio argumentativo y ordenado, que en pensarlos temas propios de los lsofos de la naturaleza.

    Podramos decir con Cicern que se trata de inaugurar un nuevo tipo delosofa con los pies en la tierra.32Pero se tratara en todo caso de una losofasin contenido33levantada sobre la conviccin de que nuestra ignorancia34es elorigen de todo no querer lo bueno para el individuo y la ciudad,35siendo el recono-cimiento de dicha ignorancia como tal el principio de la sabidura.36El autntico

    objetivo de Scrates, desde luego nada superuo, no era pues de orden losco,sino poltico y prctico: salvar a sus ciudadanos37de las cadenas de los discursospersuasivos y demaggicos que amenazaban con convertir la democracia en ungobierno tirnico en el que el demagogo de turno se apoderara del mando.38

    Es Aristcles quien acepta proseguir profundizando en los dilogos avan-zando desde aquel principio de ignorancia hasta sus fundamentos. Un camino deresolucin de problemas que le salen al paso a la hora de justicar racionalmenteel planteamiento inicial, y que desemboca en el Bien. Con Aristcles, previa-mente formado en la losofa presocrtica por Crtilo, se dota de contenido a las

    enseanzas socrticas39

    introduciendo el rigor losco en los dilogos.[26] Met. IV 5: 1010a12.

    [27] Diels, 13B2; A4,9.

    [28] Diels, A27.

    [29] Diels, A29.

    [30] No me quieren ensear nada la tierra y los rboles, sino los hombres en la ciudad Fedro, 230d.

    [31] El conocimiento del mundo fsico es un campo reservado a los dioses. Mem. IV 7,2-8.

    [32] Acad.post. I 4,15; Tusc. V 4,10.

    [33] No s nada, atenienses que me escuchis; no s nada, y ante vosotros me presento desnudo y

    sin los adornos de una mentirosa certeza Apol. 20e; 21bd; 23ab; 29a; Mem. IV 2,24-26.[34] Jenofonte, Mem. IV 2,22; IV 2,33.

    [35] Mem. IV 6,3; IV 6,6; III 9, 4-5.

    [36] Mem. III 8, 1-6.

    [37] Mem. I 1-14.

    [38] Cfr., Rep. 569c-573c.

    [39] Frente a la concepcin, dir, fuerte de la concepcin de Grube de la teora de las ideas (acepta-cin de realidades absolutas, eternas, inmutables, universales e independientes del mundo de losfenmenos Grube, G.M.A., El pensamiento de Platn, Gredos, Madrid, 1984, p.19.) hablar de unadoctrina de las ideas siguiendo la concepcin de Ross (la esencia de la teora de las ideas consiste

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    Si a Crtilo lo presenta Aristteles como un presocrtico fuertementeinuenciado por las ideas de Herclito,40Aristocles continuar la bsqueda deesa arj presocrtica sin olvidar la importancia de la forma, segn haba apren-dido de Scrates. En Aristocles conuyen los ms altos intereses de la losofa

    presocrtica y el magisterio fundamental de Scrates para proponer dialcti-camente la luz del Bien como fundamento, como se intentar mostrar y justi-car ms adelante conforme vayamos profundizando en la evolucin que se vaproduciendo en la losofa platnica. En los dilogos se produce efectivamenteuna evolucin que, si bien no desembocar propiamente en una teora,41aca-bar por producir cierta doctrina o enseanza propia de la que cabra sealarciertos rasgos fundamentales como la distincin entre conocimiento sensible eintelectual o la inmutabilidad de las ideas. Me referir a esta doctrina, distin-guindola de una teora bien estructurada, como doctrina de las ideas.

    El autntico problema al que nos enfrentamos aqu es que en rigor no

    existe una teora sobre el Bien de un modo denitivamente expresado en losdilogos,42sino slo una alusin a cierta doctrina.43Incluso el propio Aristoclesha confesado su reticencia a expresar aquella teora,44obligando a una tareade reconstruccin de una supuesta teora, que posiblemente de existir no hu-biera sido en la forma de un cuerpo compacto de resultados bien denidos. Y elloporque la losofa era para Aristocles dilogo, y no pudiendo separar losofa ydialctica (cuya unin es el dilogo platnico), resulta imposible exponer unosresultados con independencia del dilogo constituyente, puesto que signicarael n del dilogo, y el inicio de algo mucho ms dcil: el adocenamiento. Por

    eso, se ha llegado a decir que Platn habra expuesto su teora a sus alumnosen sus clases no escritas, porque all tendra lugar el adocenamiento en deter-minada teora. Pero este Platn docente pensado por docentes y escolsticoses distinto del Platn lsofo que intentaba, como haba intentado la escuelapitagrica, iniciar en un modo de hacer losofa que vinculara moral, ciencia ypoltica a travs de una prctica que nada tiene que ver con jar teoras comotampoco Pitgoras j teora alguna45, pero que, y a diferencia de la thyasa

    en la aceptacin consciente de una clase de entidades, cuya mejor denominacin quiz sea la deuniversales, que son por entero diferentes de las cosas sensibles Teora de las ideas de Platn op.

    cit., Ctedra. Madrid, 1986, p. 266.)[40] Crtilo acab por creer que ni siquiera se debe hablar, y se limitaba a hacer seas con eldedo, y criticaba a Herclito por haber dicho que no es posible baarse dos veces en el mismo ro;pensaba que ni siquiera es posible una vez Met. IV 5: 1010a12; Diels, 65 y 66 fr.91.

    [41] Cfr.,Plato op. cit. p. 46.

    [42] Carta VII, 24lc-d.

    [43] Cfr., El pensamiento de Platn, op. cit., p.28.

    [44] Cfr., Fedro, 275c5-277a4.

    [45] Sus enseanzas se transmitieron por tradicin oral. Si bien Digenes le atribuye tres escritos.Cfr., D. Laercio, VIII 6.

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    tico-religiosa, se levantara sobre la constatacin de que el camino que conducefuera de la caverna46(hacia el Bien) debe ser la dialctica,47es decir, la losofaentendida como dilogo (pregunta-respuesta48).

    Estoy convencido de que habr reticencias a la hora de aceptar la in-

    vitacin a llevar a cabo la epojaludida al principio de este trabajo respecto dela teora de las ideas, ya que resulta incluso hermoso pensar que sta estaraesperndonos al nal de los dilogos como recompensa al lector paciente,49siendo as el lugar de llegada, la meta del dilogo; separando al nal la losofa(nous) de la dialctica (dianoia), cmo si esta fuera el camino y aquella pudieraser expuesta, al nal de dicho camino, de un modo lmpido y puro. El propioPlatn parece dar pie en ocasiones a pensar en este sentido meramente prc-tico de la dialctica,50pero lo cierto es que los dilogos nunca conducen a dichateora, que en ltima instancia l siempre la rehye, y que, sobretodo, unacosa es llegar a intuir al nal (nous) de un recorrido las ideas y otra cosa muy

    distinta poder expresarlo de un modo claro y distinto fuera del propio ejerciciodialctico que nos conduce a l (dianoia). A este respecto, parece que podemosconcluir que nadie desde luego tampoco Platn ha conseguido jams salir dela caverna. Y en este sentido debemos decir que las ideas, tampoco el Bien, noson la metade la dialctica.51

    Aunque s cabra pensar el n en trminos de Telos.52Telos designael n de un modo bien distinto a meta, indicando que las Ideas no habra quebuscarlas despus de (ni antes de), sino en el dilogo mismo de tal modo que eldilogo escrito no rehsa exponer las ideas, sino que las ideas estn expuestas

    en forma de dilogo como recurso para distanciarse (t daimnion) de la ja-cin de lo dicho o escrito53con la esperanza de evitar mostrar su irreductibili-dad a lo ntico; su no onticidad.54

    Si bien esta postura debe hacer frente a dos consideraciones fundamen-tales: por un lado desde un principio se han referido lsofos ilustres a la teorade las ideas como fundamento y lugar de llegada de la dialctica, y por otro lado

    [46] Quedando denida como el volverse el alma desde el da nocturno hacia el verdadero. Rep. 521e.

    [47] Rep. 532e-535a.

    [48] Crtilo 390c.

    [49] Cuando lo que verdaderamente ocurre es que corre el riesgo, ante la dilatacin del recorrido,de quedarse dormido. Cfr., Fedn, 118a.

    [50] Rep. 535c.529b.

    [51] Tampoco estn al principio como su fundamento. Incluso aceptando que Platn habra habla-do de las Ideas y del Bien con sus discpulos, podramos sin embargo dejar de hablar de meta yprincipio, para hablar en su lugar de telos.

    [52] Guthrie, W.K.C.,A History of Greek Philosophiy IV, Cambridge University Press, New York,1975, p. 350.

    [53] Muestras de Platn op. cit., p. 42.

    [54] Ibid.,pp.104-106

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    existe desde luego la referencia textual en los dilogos a una visin de las ideas(o conocimiento por intuicin) que podra dar a pensar en la posibilidad deadocenar sobre las Ideas y el Bien a los ya iniciados en el arte de la dialctica.Comentemos esto por separado.

    b) La teora de las Ideas y Platn como un producto de la tradicin.

    Se habla habitualmente de las ideas como realidades ontolgicas queexisten separadamente. Es tan fcil objetar a cierta concepcin exagerada dela separacin de las ideas, que incluso llega a ser difcil de creer que alguiende la altura de Platn pudiera haber armado algunas de esas exageracionesque perviven asombrosamente en la comprensin general de los no expertos.

    As, no s cmo si quiera se puede pensar en unas ideas que existen en un tposseparado del nous, es decir, no s qu pueda signicar pensar lo inteligible al

    margen del inteligir.Aunque la realidad extramental existe aun cuando no sea conocida en

    acto por el hombre,55no podemos pensar del mismo modo la idea al margendel inteligir. Se ha dicho que el Banquete sera el lugar donde Platn habracomenzado a hacer tal cosa, pero en realidad, atendindonos a los dilogos, allse habla de inseidad.56En el Fedn ciertamente se hace referencia a la ideali-dad,57pero incluso en este caso, y Platn lo advertir ms adelante, si pensa-mos estas categoras como quien piensa en un mundo independiente, entoncessera un mundo incognoscible;58al menos para los hombres.59Se suele decir

    que estaramos entonces, no ante una aclaracin, sino ante una correccin orevisin de su teora madura, pero es mucho ms plausible pensar que inseidade idalidad corren el peligro de ser pensadas errneamente60si no se entiendeque estn utilizadas fundamentalmente para excluir la multiplicidad propiadel mundo.61

    No se pueden pensar las ideas al margen del acto de inteligir62, y no creode hecho que se trate de tal cosa en los dilogos. Ms bien parece, como magis-tralmente ha hecho ver Lled, que se trata de hacer notar que la preexistenciaque hace posible el acto de conocimiento no es la preexistencia de las cosas

    [55] Polo, L. Curso de teora del conocimiento I, EUNSA, Pamplona, 1984, p. 30.

    [56] Banquete 210d.

    [57] Fedn, 77a.

    [58] Parmnides 133c.

    [59] Parmnides, 133a-134e.

    [60] Curso de Teora del conocimiento Iop. cit.,p. 45.

    [61] Armamos que hay algo bello en s y bueno en s y, anlogamente, respecto de todas aquellascosas que postulbamos como mltiples Rep. 507b.

    [62]Aclarar este punto con mayor profundidad en el apartado IV de este mismo trabajo.

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    del mundo sensible (la tesis que revisar Aristteles), sino la preexistencia deun mundo intelectual63o comunidad ideal64que Lled propone pensar comola Lengua65(que en un primer momento sera nuestra caverna,66y que sloposteriormente, con valenta y esfuerzo dialctico -y sin abandonar el lenguaje-

    podramos conseguir movernos en un lenguaje diferente donde cobraran formaprecisa las ideas que anteriormente permanecan oscuras y confusas), pero quede una manera ms amplia podramos caracterizar como la vida misma.67

    Ocurre sin embargo que la autoridad de Aristteles, que pretende re-visar la tesis platnica para devolver su prioridad causal al mundo real (y noideal), es uno de las causas que ayuda a malinterpretar la intencin de Platn.Como avisa Crombie, Aristteles habra exagerado conscientemente su comen-tario para asentar las diferencias con los acadmicos,68no siendo por ello uncomentarista able. Si bien no habramos de cargar las tintas contra Aristte -les, ya que slo se suma a la prctica habitual de su tiempo, donde no hay una

    pretensin de hacer una historia o una biografa en sentido moderno, y lospersonajes se convierten siempre en pretextos. Los propios dilogos platnicosconstituyen un hermoso ejemplo de esta misma forma de proceder.

    Lo interesante a mi juicio es que, esta forma de proceder, es crucialtenerla en cuenta para comprender la primaca cada vez mayor que Platn(producto de los intrpretes) va ganando sobre Aristocles hasta hacer del per-sonaje real una gura prescindible. Quiero decir, la obra de Aristocles seve sometida a una continua reinterpretacin que ha servido de apoyo cons-tantemente a la historia de la losofa posterior, tanto que difcilmente se

    entendera sta sin referencia a este Platn maestro de todas las pocas69

    producidopor la propia tradicin.Es imposible negar, por un lado, que la losofa de Platn ha sido pues-

    ta continuamente al da (desde los neoplatnicos hasta Compbell al menos), yque al mismo tiempo y por otro lado, (especialmente tras Nietzsche, que recu-pera la crtica del trgico-cmico Aristfanes, aunque el primero en desacred-

    [63] Teora de las ideas de Platn op. cit., p. 176.

    [64] Lled, E., La memoria del logos, Taurus, Madrid, 1996, p. 89.

    [65] Ibid.,p. 89.

    [66] Ibid.,p. 54.

    [67] Cabra incluso una interpretacin heideggeriana del mito de la caverna: Heidegger habladel mundo del man o del se impersonal, habla justamente de este dominio preexistente en el queya estamos y del que la existencia propia y losca debe liberarse. El discpulo de Gadamer yfundador de la hermenutica contempornea recurrir por ello a Platn para establecer el mtodofundamental del quehacer hermenutico con base en la ontologa heideggeriana.

    [68] Crombie, I.M.,Anlisis de las doctrinas de PlatnII, Alianza, Madrid, 1979, pp. 271-272.

    [69] Vorlesungen ber die Geschichte der Philosophie, en: G.W.F Hegel Werke in zwanzig Bnden,Band 19, Suhrkamp, Frankfurt del meno, 1971, p. 11.

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    itarlo habra sido el alumno emancipado70) se ha pretendido continuamentedesactualizarlo. Pero en ambos casos se ha procedido reconstruyendo el sentidode la losofa platnica en base a una teora de las ideas que funcionara ocultatras los dilogos, y que sobretodo servira para exponer en contraposicin la

    postura del lsofo comentador de turno.Respecto al primer grupo debo decir que ya el propio Corpus acade-micum es una actualizacin llevada a cabo por Polemn (el tercer director dela Academia).71 Adems de esta actualizacin, los intentos por entender laconcepcin platnica ajustndolo a la concepcin particular de cada autor esmuy amplia. As, por ejemplo San Agustn piensa las ideas como arquetipos dela mente divina destacando la importancia del Timeo. Natorp, Cohen o Hart-mann como formas a priori de la mente sin valor ontolgico. Incluso cabraencontrar interpretaciones pantestas como la de Teichmller. Parecera queyendo ms al origen, a Aristteles, Plotino y los neoplatnicos encontraramos

    ms anidad histrica. Pero es notable la diferencia entre ellos. Aristteles(que resalta los momentos en los que la separacin es ms exagerada72) noshabla de entidades ontolgicas,73mientras que Plotino y los neoplatnicos deideas existentes en la Inteligencia.74En todos los casos, la losofa de Platnest interpretada desde las coordenadas de la losofa de cada autor, quedandola sospecha ya aludida y desenmascarada por Zrcher de que el propio cuerpode obras de la Academia haya sufrido tal suerte. Y as fue desde luego hastael siglo XIX, cuando aparece la conciencia histrica, y cuando Campbell nosconvence de la necesidad de estudiar el desarrollo del pensamiento de Platn

    desde criterios internos al propio autor.Del otro bando, del bando de los crticos, Platn es utilizado como repre-sentante de la tradicin losca para combatir una idea particular de losofa

    posiblemente nunca existente a modo de monigote contra el que reivindicaruna propuesta propia. Y aqu podemos citar la visin de Platn que nos dejan

    [70] La mente de la escuela, como en ocasiones se refera a l el propio Platn, abandona la Aca-demia y Atenas tras la muerte del maestro (que dej la nueva direccin de la Academia en manosde su sobrino Espeusipo). No regresa a Atenas hasta acabar su relacin educadora con Alejandro(336-335aC), entonces funda el Liceo. En este tiempo se habra ido alejando del platonismo pau-

    latinamente, criticando la teora de las ideas separadas, si bien, parece dirigir sus ataques no con-tra Platn (su maestro siempre venerado), sino contra sus discpulos (los platnicos, especialmenteEspeusipo).

    [71] Zrcher, G.,Das Corpus Academicum, Schningh, Paderborn, 1945.

    [72] Cfr., Fedro247c. En contraposicin a una interpretacin literal del hyperurnico topos de lasideas exageradamente separadas es conocida la opinin de Ross en Teora de las ideas de Platnop.cit, p. 101.

    [73] Met. I 4,987b1-10; I 9,990b1ss; III 2,997b17; VII 6,1031a28; 8,1033b5; 131038b2; 14,1038b2;14,1039a1; 16,1040b5; VIII 1,1042a2; IX 7,1051a28; XI 1,1053b7; XII 3,1070a7; 6,1071b3; XIII1,1075a3; 5,1078b1; 5,1079b1; 9,1085a18.

    [74] Enn.V 7.

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    Nietzsche o Deleuze (que no utilizan la genealoga que propugnan para anali-zar su propia concepcin hondamente tergiversada de la losofa de Platn),pero tambin Aristteles y el realismo en general. En realidad, es un recursoa Platn muy parecido al primero (y que a estas alturas de la historia debera

    haber sido ya denitivamente abandonado): se trata a n de cuentas de ser -virse de una supuesta doctrina platnica, creada a conveniencia con apoyo enlos textos, para asentar y contraponer las propias convicciones de cada autor.

    Resulta en este punto interesante recordar que la escuela de Tubin-ga, tomando como medida la importancia concedida a las doctrinas no escri-tas, propone hablar de paradigmas interpretativos (haciendo referencia a laobra de Kuhn): el propio paradigma consagrado por los discpulos directos,el paradigma neoplatnico, el paradigma de Schleiermacher, el paradigmade Tubinga.75Sin embargo, ms all de estos paradigmas interpretativos,falta an por resolver la cuestin de si realmente existe una teora platnica

    propiamente hablando, cuando ms bien lo que parece es que el propio Aris-tocles evita la construccin de una teora semejante. Ni siquiera podemospensar que en el 341c de la Carta VII, donde se arma que no se expondrpor escrito algo as como una teora fuera del dilogo vivo, se est armandoacaso que se haga cuando se dialoga oralmente detrs de los muros de la

    Academia.76Si el problema es de comunicabilidad (de Rhetn) de comuni-car con precisin quiero decir, y por ello si se me permite: de decibilidad,de no acertar a decir, afectar no slo al dilogo escrito,77sino tambin alhablado.78Lo problemtico no es la escritura en s, sino jar con precisin

    una teora acabada.79

    Por ello los graphadgmata no los concibo como unaGeheimlehre como suguiere Krmer, sino tan slo como lecciones no escritastan inacabas y abiertas como los dilogos escritos, an cuando me inclino areconocer que efectivamente en los dilogos con los discpulos aventajadoscabe esperar un nivel mayor de profundizacin.

    El carcter abierto de los dilogos escritos, dejemos a un lado la cuestinpor los dilogos privados, hace que los dilogos platnicos hayan servido paradar forma como deca anteriormente a la visin particular de los autores que seacercaban a ellos sufriendo toda suerte de reactualizaciones. Podemos entenderpor ello que Platn haya sido de distintas formas y distintas veces convertido

    [75] Reale, G.Por una Nueva Interpretacin de Platn: Relectura de la Metafsica de los grandesdilogos a la luz de las doctrinas no escritas, Herder, Barcelona, 2003, p. 36.

    [76] Aunque desde luego el problema se acenta en la escritura debido a la inalterabilidad (ame-takineton) de lo que queda escrito. Cfr. Carta VII, 343a; pero tambin Fedro, 275d.

    [77] Si Platn creyera que se puede decir por escrito hubiera dedicado su vida a hacer tal cosa.Cfr. Carta VII, 341d.

    [78] Cfr., Carta VII, 344b.

    [79] Wieland, W., La crtica de Platn a la escritura y los lmites de la comunicabilidad, MihesisIV (1991), p. 19.

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    en portavoz de determinadas teoras, pero lo nico irrefutable al respecto esque de haber una teora sta no est en ningn dilogo (tampoco fuera delos textos, en los pasillos de la Academia80), sino en las interpretaciones delos autores que han intentado reconstruirla (generando los paradigmas inter-

    pretativos de los que habla la escuela de Tubinga). Lo cual no tiene porquser considerado como un aspecto negativo, si pensamos que los dilogos soncaminos complejos, inacabados, esbozados y que lo ms platnico es conti-nuarlos rompiendo denitivamente con la unin Aristocles-Platn,81aceptandoque sta va mucho ms all de aquel.82

    Los dilogos no necesitan de ninguna teora de las ideas oculta (locual es compatible con aceptar lecciones privadas), ya que si ponemos ensuspenso su existencia (cierta epoj) se nos abre la posibilidad de entenderlas ideas (especialmente la del Bien) no como principio (antes del dilogo)ni nal (meta), sino como telos: causa nal del dilogo;83 movindonos el

    [80] Parece pues que Platn explicaba en la Academia discuta algunos aspectos de su pensamien-to, quiz apto solo para sus discpulos, que luego no publicaba. Actitud que no resulta extraa.Estamos demasiado acostumbrados a evaluar el pensamiento platnico a partir de los dilogos y aoponerlos a las explicaciones no-escritas, como si fuesen dos sistemas de pensamiento diferente.Son los graphadgmata las lecciones no escritas de Platn?op. cit.,p. 99.

    [81] Cfr., Ibid., p. 108.

    [82] Lo que se ja por escrito queda absuelto de la contingencia de su origen y de su autor, ylibre positivamente para nuevas referencias. Conceptos normativos como la opinin del autor ola comprensin del lector originario no representan en realidad ms que una posicin vaca quese satura slo de ocasin en ocasin de comprender Gadamer, H-G, Verdad y Mtodo, Sgueme,Salamanca, 2005, p. 475.

    [83] El xito y el error del platonismo, quiero decir, lo que lo eleva sobre la losofa presocrticay lo que Aristteles deber corregir es lo que en ltima instancia decidir su idealismo, a saber:haber identicado la causa nal con el bien dejndose llevar por ese razonamiento que tan bienexpresa Juan Arana cuando recuerda que para que algo merezca la denominacin de causa naltiene que ser anticipado como bueno, apetecido en consecuencia y propiciado como tal. (Arana,J., Los stanos del universo, Biblioteca Nueva, Madrid, 2012, p. 291). El mrito de Aristteleses haber entendido que la nalidad no necesita de brazos fsicos (Cfr., Alvira, R., La nocin denalidad, Pamplona, EUNSA, 1978, p. 126), ni bondades, ni apetencias, porque para que la algosea el n del ser en potencia, lo nico que hace falta es la vocacin innata de ser (Los stanosdel universoop. cit., p. 311). Nuevamente Juan Arana es clarsimo al recordar que toda la te-

    leologa aristotlica cabe dentro de una nica frmula en clave de imperativo categrico: poderes deber (Los dtanos del universo op. cit., p. 311). Y as, dice el propio Arana a colacin delconocido ejemplo aristotlico para defender la causalidad nal, y con la intencin de recuperarsu validez y sentido, que la bola que est en el extremo de la rampa no necesita sabera dndeva a ir a parar, ni tampoco precisa quererhacerlo. La arquitectura ontolgica en la que se insertasabe y quiere por ella o, mejor an, convierte en innecesario tanto el saber como el querer ( Losdtanos del universo op. cit.,311.) Por ello, Platn podra haber defendido que las ideas son eln del conocimiento, pero no por su bondad ltima, sino porque es lo que puede, y en esta mismamedida lo que debe, el conocimiento. En esta lnea debe comprenderse el famoso por naturale-za tienen todos los hombres deseo de saber (Met. 980a 21.). Y sin embargo, no quiero con estecomentario reducir el valor del enorme mrito platnico, ni menospreciar el salto que separa sucomprensin de la causalidad nal con respecto a Anaxgoras.

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    Bien naturalmente (dando pie a la posterior premisa escolstica de que im-posible est desiderium naturale esse in vanum) hacia s sirvindose de laspasiones.84

    Nos centraremos evidentemente en comentar y precisar el modo en

    el que debemos pensar la causalidad nal aludida, pero quiero detenerme aaclarar antes la importancia que debemos dar a las pasiones, tan olvidadascuando hablamos de conocimiento en Platn. Ocurre sin embargo que cumplenun papel imprescindible, pues, hay que entender que ellas encauzan el movi-miento hacia las ideas. As, por ejemplo, debe ser la injusticia la que nos muevehacia la idea de justicia haciendo saltar las cadenas que nos tienen prisioneroviendo sombras, del mismo modo que la belleza nos conduce erticamente (demodo pasionalmente e irremediable) en el Banquete hacia la inseidad de laidea de lo bello. Platn distinguir al menos tres tipos de modos de ser movidos:por un lado podemos vernos movidos a desear por ejemplo que se haga justicia

    (el alma concupiscible85), por otro lado podemos enfurecernos (el alma irasci-ble86) ante la injusticia si continuamos con el ejemplo anterior (invocando una

    justicia que no nos hemos detenido a pensar en qu consistira), pero podemosmovernos tambin guiando estas apetencias y deseos (el alma racional87), eneste caso somos empujados a un dilogo racional para entender qu es lo justo88una vez que las pasiones nos han desencadenado o despertado89de la ilusinsombra de nuestras opiniones (ya sean por creencia o conjetura).

    En el dilogo no hay un principio que exponer ni una meta a la que llegar,sino slo un ser empujados90hacia las ideas y el Bien emprendindose un camino

    en el que no son importantes los personajes reales; tampoco Aristocles. Lo nicoimportante es que cada uno de los personajes personique una idea: del mismomodo que la Afrodita de Fidias representa el amor, los personajes de los dilogosplatnicos personican ideas, que son lo nico real en este juego de mscaras.

    [84] Tambin Hegel enfatiza esta servicialidad de las pasiones: Das ist die List der Vernunft zunennen, da sie die Leidenschaften fr sich wirken ltVorlesungen ber die Philosophie derGeschichte op. cit., 12/48.

    [85] Rep. 608d.611c.612a.

    [86] Tim. 41c.42e.69b.

    [87] Fedro 246ab ss. 253e.

    [88] Tim. 41d-42d.

    [89] Nos despierta de la ilusin una experiencia emocional, un choque que dira Saramago (Cfr.,Saramago, J., La caverna, Alfaguara, Madrid, 2003, p. 383). El choque que lleva a decir Decidirisvuestra vida, yo ya he decidido la ma, no voy a quedarme el resto de mis das atado a un banco depiedra y mirando una pared, Y cmo vivir, Tengo el dinero que pagaron por las gurillas (Ibid,p. 383.)

    [90] Arrastrados y forzados dice en la repblica al narrar el mito de la caverna. Rep. 515c.

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    c) Los dilogos, un juego de mscaras

    Platn usa a Scrates para dotar a los dilogos de una unidad repre-sentada por una gura que se repite, y que ella misma se convierte en pre -

    texto, en ocasin para seguir hablando. Y as, el primero en recurrir de modoliterario y creativo a su propia teora es el propio Aristocles, que ya de jovense habra habituado a vivir bajo la mscara de Platn cuando su profesor degimnasia se acostumbr a llamarlo as (un apelativo que oculta los rasgos mstrascendentales de su persona por los que pasar a la historiade la losofa,que se ir construyendo en torno suyo- para resaltar un aspecto meramenteanecdtico), haciendo de los dilogos un complejo y potico juego de mscaras.91En virtud de este juego, debemos prescindir en adelante de Aristocles, renun-ciando a las singularidades que quedan trgico-cmicamente sepultadas comocondicin necesaria del nacimiento de Platn como producto de la tradicin.

    No se trata de crear una obra, es decir, no se trata de reconstruir unasupuesta teora de las ideas, sino de entender que los dilogos son ellos mis-mos una obra poiica, y ello de tal modo que Platn no sea concebido tantocomo el autor de los dilogos, sino ms bien como un producto de ellos tras elcual se oculta el autor (Aristcles) que se desvanece tras una obra que es msgrande que cualquier personaje real. Aristcles parece haberse entregado auna causa, y haber gritado, como Nietzsche, ich trachte lange nicht mehr nachGlcke, ich trachte nach meinem Werke.92Pues lo nico real de sus dilogosson las Ideas que los personajes representan, de tal modo que su obra llega a

    ser la primera de ese gnero al que Unamuno calic como nivola,93

    donde lospersonajes son Ideas que entran en colisin y dilogo: los personajes no debenllamar la atencin ms que como objeto artstico (en el mismo sentido en el quelas estatuas de Fidias representan pasiones), y por ello, los dilogos no sirvenpara reconstruir las ideas de alguien, sino tan slo para observar la gestacinvivpara que dira Unamuno de las ideas.

    Ejercitados en dicha prctica llegamos a estar en condiciones de esca-par del conocimiento confuso y aparente en el que estamos ya instalados, alsometer toda cuestin a un riguroso procedimiento dialctico que no asumenada y que todo lo cuestiona.94El procedimiento dialctico exige la colisin,

    [91] Cfr., Reale, G., Eros demonio mediador, Herder, Barcelona, 2004.

    [92] Also sprach ZarathustraIV: Das Honig-Opfer.

    [93] Es una ccin narrativa que Unamuno donde no se trata simplemente de que el dilogo seacticio, sino de que en dicha ccin los personajes son la mscara de una idea que representan (delmismo modo en que Fideas se serva de mscaras de mrmol para representar pasiones como eldivino amor). Lo real es la idea, no la mscara, pero siendo sta su representacin, ccin y reali -dad se superponen.

    [94] No se trata pues del asombro aristotlico ante el ser, sino de la colisin entre lo que es y lo quedebe ser, del rechazo de lo incuestionado y de lo establecido, del ejercicio de la duda, del desconten-

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    la oposicin y la tensin entre ideas distintas. Por ello Platn se mantiene almargen de los dilogos, ausente, dando voz a las ideas (que no son de nadie95),como una gura inexistente cuya nica intencin parece ser ensear cmo debellegar a ser este dilogo dialctico, idealista96, donde se parte de una situacin

    inicial anterior97

    y no importa la conclusin,98

    sino tan slo escapar dialctica-mente del mundo incuestionable (el sensible, el corpreo, el fctico (la Inheit99que dira Heidegger en uno de sus impulsos poticos de creacin de conceptos)en el que nos sentimos como en casa.100

    Pero entonces, si este es el estado de las cosas, el intento de reconstru-ir una teora platnica de las ideas es esencialmente antiplatonismo. Pues loplatnico, dejando a un lado lo que a lo largo de la historia ha llegado a designartal trmino, debera designar la actitud irrenunciable de evitar desocultar unasupuestas verdades y teoras que estn a salvo del ejercicio dialctico. Es anti-platonismo buscar esclarecer una teora de un personaje real que l mismo ha

    decidido desvanecerse en su propia obra nivolesca. Lo platnico es, por el con-trario, proseguir el dilogo aceptando la desaparicin nivolesca de Aristocles.Un dilogo entre mscaras que, pues alles, was tief ist, liebtdie Maske,101conduce a algo profundo: la idea de Bien que hace entrar en juego.102

    IV. Del segundo encuentro fundamental durante su segundo

    viaje: los pitagricos

    Aristcles realizar un segundo viaje en el que conocer a los pitag-

    ricos y en el que intentar inuir sobre Dionisio I de Siracusa con la malafortuna de acabar como esclavo en Egina.103Tras ser salvado de la esclavitud104vuelve a Atenas y funda la Academia (387aC) cerca del templo de Akademos

    to con el mundo, del hallazgo de la contradiccin

    [95] En todo caso somos nosotros los que nos debemos a nuestras ideas, y no las ideas a nosotros.

    [96] Pues toda corporalidad, incluso la propia de los personajes aludidos, se desvanece. O si se qui-ere existe slo como mscara, como soporte articial y potico que permita darle forma a las ideas.

    [97] Mira, aqu viene Scrates, quieres que le demos a conocer el tema de nuestra charla? Cr-tilo, 383a.

    [98] Laques, 189e; Banquete, 223d; Fedn, 118a; Fedro, 279c; Crtilo, 440e; Menn, 100c; Teeteto,210d; Eutifrn. 16a; Filebo, 67b; Leyes, 969a.

    [99] SuZ, GA 2, 53.

    [100] Ibid., 276.

    [101] Jenseits von Gut und Bse, 40.

    [102] Cmoabordar el reto de intentar comprender el Bien y la inteleccin en los dilogos platni-cos sin acabar exponiendo una particular teora platnica de las ideas, es el gran propsito de estetrabajo.

    [103] Carta VII 326a.

    [104] Carta VII 326a.

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    utilizando el dinero del rescate que Annceris no acept recuperar. Permanecien Atenas veinte aos dedicado a la enseanza de la losofa, formando a susciudadanos en el buen arte del dilogo argumentativo-losco.

    Tal fue su ocupacin principal mencin aparte de su participacin en

    la instauracin de un gobierno de lsofos en Siracusa tras la revuelta de Din(357aC) hasta que decide (361aC aprox.) dejar la Academia bajo la direccinde Herclides de Ponto, dedicndose a la composicin del Filebo, el Timeo, Cri-tias, las Leyes y la Carta VII.

    Si es cierto, como se dice, que explic lo sensible segn Herclito, lo inteli-gible (la medida y la proporcin) segn Pitgoras105y la poltica segn Scrates,106este segundo viaje, donde tiene ocasin su encuentro con los pitagricos, debenotarse en la composicin de los dilogos, y en la transformacin y evolucin yamencionados en el modo de concebir la dialctica losca (o la losofa comodialctica).

    En la Repblica, la obra para muchos ms grande de Platn,107exponecon mucha claridad (ms que en ningn otro dilogo) que la dialctica es unavanzar preguntando-respondiendo ordenadamente y en comn (como le en-se su maestro) forjando conceptos universales de las cosas, trascendiendola singularidad, el cambio y la multiplicidad. Claro que no se detiene aqu,sino que prosigue su avance (sta vez en orden descendente) analizando (enoposicin a la pretensin sinttica anterior por la cual se salvan las diferen-cias) los conceptos y dividindolos en especies, hasta topar con lo indivisible.De este modo uno estaba bien armado para hacer frente a los discursos vacos

    de los sostas. Pero Platn va ms all de esta dialctica al encontrar en elreino de lo inteligible el fundamento de un proceder que de otro modo no condu-cira a resultados menos aparentes y articiosos que los de los sostas: el Bien;que viene a ocupar el lugar que en el Banquete tena la Belleza, que empujabaamorosamente hacia el conocimiento de lo bello.108El Bien es la causa109queatrae110hacia la verdad y el buen conocimiento.111

    [105] La amistad de Platn con Arquitas de Tarento, Teodoro o Teeteto le hacen asimilar muchoselementos doctrinales como la preexistencia de las almas, la reencarnacin, el cuerpo como crcel,

    la mstica de los nmeros[106] D. Laercio, III 8.

    [107] A History of Greek Philosophiy, op. cit.,p. 434.

    [108] La teora platnica del amor sirvi para descubrir y analizar el dinamismo interior quearrastra al ser humano La memoria del Logos op. cit., p. 111.

    [109] Causa nal: cfr. Rep. 509a.

    [110] En un sentido similar en el que decimos de la persona querida que la queremos porque esbuena persona, aunque para llegar a conocer que es buena persona tengamos que ser en primer lu-gar atrados del tal modo que queramos conocerla a fondo, sin quedarnos en una apariencia inicial.

    [111] Rep. 517c. 508be.

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    El mundo inteligible de las Ideas, a diferencia del conocimientosensible, slo es accesible dialcticamente,112 pues las Ideas no tienenmateria, ni cantidad, ni son percibidas por los sentidos, ni por la ima-ginacin, ni siquiera por la razn discursiva, sino tan slo por el enten-

    dimiento.113

    Las Ideas podran haber sido el fundamento ontolgico de ladialctica (y la dialctica el fundamento lgico de las Ideas) salvo porla entrada en escena del Bien.114Para entender correctamente el Bien,conviene precisar o recordar que aunque desde un principio Platn hablaen sus dilogos, an sin desarrollar, de universales diferentes de las co-sas sensibles115sin los cuales no es posible el conocimiento, cabe apreciarun cambio en la composicin de sus dilogos tras su segundo viaje, quedestronan la Dialctica del epicentro de la filosofa platnica y giran entorno a una116causa final de la dialctica (el Bien en s117) que est en eltrmino de lo inteligible.118

    La entrada del Bien en juego permite a Platn no pensar las Ideascomo resultado de la dialctica, sino esta misma meditatio mortis119comofruto del Bien. La necesidad de hacer entrar el Bien parece tener lasiguiente justificacin bsica: si el final del camino, el mundo inteligi-ble que nos espera fuera de la caverna, no estuviera iluminado por elBien por qu deberamos intentar abandonar la caverna? Qu haraque mereciera la pena abandonar la cmoda cueva de opiniones si la ver-dad prometida no fuera la buena? Al final del camino no debe haber sloideas, sino que deben estar las buenas ideas. Si no fuera de este modo

    quin cargara con el desprecio de sus conciudadanos y la enemistad delos poderosos tras salir de la caverna?Evidentemente el Bien no es una idea universal ms al uso, y

    su conocimiento est incluso ms all del entendimiento posible. No sepuede reducir si quiera a un nmero, aunque s que cabe establecer unarelacin jerrquica que estara fuertemente relacionada con la inter-

    [112] Rep. 533b.

    [113] Rep. 509d-511e.

    [114] Rep. 532bc-505a.508e-509b.517bc.518c.534e.490b.505d.511b.

    [115] Teora de las ideas de Platnop. cit.,p. 176.

    [116] Todos los nmeros se pueden reagrupar excepto el uno, que es capaz de generar el par y elimpar, del que dir Plotino que est ms all del ser y del pensamiento (Cfr., Enn.III 8,8; 8,9; V 4,1)

    [117] Sentencian los neoplatnicos que debe existir unBien que atraiga a todos los serse (Cfr.,Enn.V I,6) y que debe ser anterior a la multiplicidad (Cfr., Enn.III, 8,9.). Se trata en este casode una consideracin en la que parecen coincidir los escolsticos: quod enim summe unum est,est omnis multitudinis universale principium (San buenaventura, Itin. Mentis in Deum c.5 n.7).

    [118] Rep. 532bc.505a.508e-509b.517bc.

    [119] Fedn 64a.

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    pretacin platnica de los nmeros.120 No puede, parece lgico, ser unconcepto entre otros el fundamento de los conceptos.

    Dejando a un lado las discusiones en torno a la cronologa de los dilogos,mencionar el Crtilo que lleva el nombre de su primer maestro como una

    obra de referencia para mostrar dnde podramos observar los prolegmenosde este viraje hacia el Bien. En esta obra aparece ya una independencia de lasideas como fundamento que ser lo que, con el posterior apoyo en las doctrinaspitagricas, darn lugar en el Menn y el Fedn a la armacin bien fundadade que hay conocimiento de las ideas sin vincularlas a ningn cuerpo sensible.

    Pero esto no signica exactamente que Platn piense las ideas en estosdilogos del segundo perodo como realidades separadas.121Pudiramos quizsencontrarnos en el Banquete algn apoyo mayor para armar algo as,122puesen este dilogo las ideas dejan de estar inmanentes y se abre la posibilidadde pensarlas separadas. Sin embargo, a mi juicio la expresin consistente es

    ms ajustada a la de subsistente,123ya que una cosa es armar su consistenciainterna (su independencia respecto del tiempo y el espacio) y otra pensarlaseparada y sin mezcla.124Y ello porque aunque la idea no se deba confundir conlas realidades que participan de ella, lo cierto es que no se puede saber de ellasalvo mezclada: por mucho que la belleza se experimente como reejo de algosupraterreno, ella est en lo visible125mediando lo sensible y lo inteligible. Yas Eros es nostalgia o aspiracin, deseo de la unidad. Es el deseo de unidad delos amantes126que se repetir en el amante de la sabidura que aspira a lo quedesignaramos como el Bien127ms alto, al cual el Eros nos empuja dotndonos

    de las virtudes necesarias para no decaer en el intento an cuando es imposibleacceder a lo que esencialmente es nuestra carencia.128

    [120] Platn distingue entre Nmeros ideales por un lado e ideas y nmeros por otro. Se tratarade entes intermedios (e intermediarios) que por un lado son inmviles y eternos como las ideas,pero por otro lado hay muchos de la misma especie como ocurre con las cosas sensibles. El intersde Platn por estos entes nace de su inters por la relacin: las ideas estn relacionadas y Platncree que esta relacin puede ser expresada como una relacin analgica que es esencial a la postrepara entender la concepcin jerrquica de la realidad que Platn maniesta cada vez con ms cla-ridad, y cuyos grandes desarrolladores sern los neoplatnicos. Esta inuencia sin embargo estarpresente en todos los discpulos de Platn; y as tambin en Aristteles pervive esta concepcin

    jerrquica. (Cfr., Reale, G. Il concetto di losofa prima e lnit della Metasica di Aristotele,Vitae Pensiero, Miln, 1961, pp. 149ss.)

    [121] Teora de las ideas de Platnop. cit.,p. 34.

    [122] Banquete, 210e-211a.

    [123] es siempre consigo misma especcamente nica Baquete 211a.

    [124] Cfr., Banquete, 211d.

    [125] Verdad y Mtodoop. cit., p. 575.

    [126] Banquete 191d.

    [127] Banquete, 205e-206a.

    [128] No se trata pues de producir lo bello, cuanto de engendrar en la belleza. Lo bello no se puede

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    Platn propone pensar en el Menn129el tipo de inteleccin que nos llevahasta las ideas como reminiscencia en un primer intento por distinguir el cono-cimiento de las ideas respecto de los objetos visibles (sensibles). La reminiscenciaes un tipo de conocimiento donde se pierde la vivacidad propia de la sensibilidad.

    Es un tipo de conocimiento que se distingue del conocimiento de lo que est pre-sente. Es cierto que en el recuerdo an se persigue traer la idea a la presencia,pero ms cierto an es que la anamnesisno consigue tal cosa: la reminiscenciaslo sirve para indicar el modo en el que es posible el conocimiento de las ideascuando no podemos acceder a ellas desde el mundo sensible, ni podemos decirque las hayamos producido nosotros. Se trata pues de un recuerdo vago que a mi

    juicio no sirve para oponerse a la vaguedad de lo sensible (mito de la caverna), yque es por ello por lo que este recurso explicativo cede su lugar al brillo fulgoro-so.130Un recurso excelente esta vez que le permite insistir en la misma lnea,pues es imposible ver algo fulgurante: slo podemos intuirlo detrs del brillo

    cegador. Y si las ideas no se pueden conocer en s mismas salvo por intuicinintelectual, siendo su funcin ms bien la de iluminar el conocimiento sensible.Debe existir tambin una diferencia respecto del modo de inteleccin que debeser ejercida para conocer el origen de dichas ideas fulgurosas; aquel al que arribala dialctica auxiliada por una vida virtuosa.131

    A la hora de intentar explicar el proceso por el cual podemos llegar alconocimiento del Bien, no conviene olvidar que Platn se inici en la losofapensando en el ro de Herclito; ese que constantemente uye y que segn laversin de Crtilo ni siquiera una sola vez poda ser pensado. Platn sabe bien

    pues qu es hablar de una realidad que no se puede conceptualizar porque esel origen real de nuestra comprensin del mundo; fue su inicio en la losofa.Platn sigue desde luego, haciendo honor a la escuela en la que se haba inicia-do, hablando de un caudal, si bien no de agua, sino de luz: un foco que irradia ydesprende luz; y que, del mismo modo que el ro de Crtilo y Herclito, no pue-de ser conceptualizado,132pues la consistencia del caudal como dice AlbertoCiria magistralmente en su poema a la Roca de san Jorge est en su uir.133

    producir (sera algo horrible que hara que todo lo existente nos resultase espantoso y feo), peros se puede producir belleza. Y como no es lo Bello, el que ama lo bello se ve movido a una pro-duccin inagotable: es lo bueno de la proporcin entre lo limitado y lo ilimitado de la que llamarla atencin ms tardamente en el Filebo.

    [129] Menn, 79a-82b.

    [130] Banquete, 250bc.

    [131] Justicia (Fedn 81a; Rep. 590d), prudencia (Filebo 19a-d), valor (Rep. 427e.) y templanza(Leyes 889e).

    [132] Lo dice Platn (Parmnides 142a) y lo reitera Plotino (cfr., Enn. VI 9,6; V 5,11).

    [133] A la contundencia del caudal, sin impedimentos sordo y ciego, se rinde / la ribera. / Su con-sistencia est en su uir; / su evanescencia en su concepto, que por eso se rehsa Alberto Ciria,Roca de san Jorge, en http://www.youtube.com/watch?v=HWpykCl8mA4.

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    Slo por esta lnea se puede alcanzar a entender el Bien, que es aquel ro de luzque ilumina las ideas (como el Sol a la Luna) siendo el origen de un brillo134quellega a ser fulgurante.135

    La luz como emisin (luz emitida), o algo muy parecido debi pensar a

    su vez Plotino cuando habla de emanacin.136

    Parece evidente que siendo as lacausa del buen conocimiento no puede ser conocida, ya que en tanto que dejarade ser foco de emanacin para convertirse en objeto iluminado dejara de ser

    justamente foco. Debemos observar por otro lado que no habra emisin sincaptacin, ya que en este caso hablaramos de explosin.137Y que si hay recep-cin de una causa eciente (emisin) por una causa material (receptor) la luzes causa formal;138propagacin formal (la forma es efecto, y al mismo tiempoel efecto es formal).

    V. Problemas relativos a la inteleccin del Bien

    Si el Bien es indecible, y no podemos decir de l lo que es (por ser in-determinado), sed solum quid non sit,139debemos recurrir quizs a un xtasissupraintelectual140que nos permita acceder a su conocimiento.

    Los lsofos estamos por otra parte tan acostumbrados en la actualidada aceptar que el entendimiento no debera proceder superando ciertos lmites(los de la beweisen) que, bien cabe decir, que no nos hemos parado a pensarsi estamos persuadidos por tradicin de este pensamiento que se instal conrmeza desde Descartes. Ha habido ciertamente intentos por pensar ms all:

    la erweisende Schelling, la Glaubenskraftde Jacobi, laAufhebunghegelianapero todos estos intentos del idealismo moderno aceptan el lmite del cono-cimiento objetivo. Slo una losofa actual, aceptando el xito con el que Kantformula el modo de proceder del entendimiento a la hora de determinar objeti-vamente verdades, expone la posibilidad de un funcionamiento del intelecto almargen de la potencia de la inteligencia: el polismo.141

    La losofa a la que hago referencia es aquella iniciada por quien eneste libro recibe homenaje tras una vida consagrada a la losofa. Dicho enpocas espero que no escasas palabras, Polo ha sostenido que para pensar la

    [134] Fedro, 250b.

    [135] Fedro, 250 b-c.

    [136] Una emanacin que debe ser pensada como irradiacin del Uno, cfr., Enn.,V 1,6 y V 6,6.

    [137] Polo, L., Curso de teora del conocimiento IV/2, EUNSA, 1996, p. 363, nota 122.

    [138] Cfr., Garca, J. A., La doctrina de Polo acerca de la luz, Studia Poliana,11 (2009) 61-93, 83.

    [139] Sum. Theol. 1 q.3 prl.

    [140] Enn.V 1,1.

    [141] Con dos principales ncleos de investigacin, uno en Mlaga (el IEFLP) y otro en la UNAV,donde se edita actualmente Studia Polianay se conserva el archivo Polo.

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    realidad de la existencia el lsofo debe advertir142la persistencia de lo real; dela cual no cabra una visin directa posible.

    Platn, por su parte, al hablar del Bien no piensa en una realidad ex-tramental (porque no existe al margen de la inteligencia segn he querido

    mostrar). El Bien no es ninguna realidad determinada que exista con inde-pendencia de la inteligencia, pero al mismo tiempo no es un producto de sta,siendo por ello una idea imposible. Antes bien, resulta que la buena inteli-gencia es un producto del Bien, que es el foco que hace visible los inteligibles.

    Advertir el Bien exige pues que no se lo piense como una realidad determinadaal margen del inteligir ni como un producto de la inteligencia.

    Debe ser cuestionado la consideracin lgicamente extendida de queuna visin imposible no es visin. Con Plotino, considero que Platn hace re-ferencia a un ver sin ver nada;143a una visin que sin presenciar nada llega adetectar una anterioridad. Polo, que ha enseado -aunque sin estar pensando

    en Platn- que la esencia extramental se detecta, y que detectar es un tipo devisin directa donde no se ve algo en presencia.144Nos reere unas capaci-dades del intelecto liberado de la potencia de la inteligencia exponiendo conclaridad qu tipo de intelecciones cabe ejercer en esta lnea. Quizs no seanecesario entrar en detalles, porque Platn no se est reriendo, como deca, auna realidad extramental, pero est claro que resulta de un bagaje conceptualmuy interesante para establecer que el intelecto puede lograr un conocimientode cosas sin presenciar, sin ver.

    El exceso de luminosidad del Bien,145dejando ver146, impide su visin

    adecuada al cegar si lo miramos jamente. Cuando se habla de luz no estamosante una metfora cognoscitiva. Como avisa San Agustn: lux magis propriedicititur in spiritualibus quam in corporalibus.147Ms bien se habla de una luzfsica que deja ver en sentido metafrico, pues la visin sin sombras, laBuena,es la cognoscitiva.148Conviene distinguir en todo caso foco, rayo e iluminacin,149

    [142] Advertir tiene un sentido especco perteneciente a la terminologa poliana que hace refer-encia a la primera dimensin del abandono del lmite como modo de ir ms all del pensamientoposible (Cfr., Garca, J. A.Allende del lmite, Monografas de Miscelnea Poliana e IEFLP 5, Ma-drid, 2011, p. 64.) al que Polo calica como un ver detenido (Polo, L.,Antropologa trascendental

    II, Eunsa, Pamplona, 2003, p. 89.)[143] ve sin ver nada, y entonces es cuando ve sobre todo. As, la inteligencia, recogindose en suintimidad, ve una luz que se aparece sbitamente, sola, pura y existente en s misma Enn. VI 9,11.

    [144] Cfr., Polo, L.,Sobre las cuatro dimensiones del abandono del lmite mental, MiscelneaPoliana38 (2012), 2-14.

    [145] Rep., 518c.

    [146] Rep., 540a.

    [147] In I Sententiarum, d.22, q. 1., a. 4, ex.

    [148] Cfr., Curso de teora del conocimiento I, op. cit.,p. 112.

    [149] Curso de teora I, 145.

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    es decir, causa, mediacin y medio como los tres momentos de la propagacinformal (de la comunicacin):150la forma iluminada, presenciada anulando ladistancia, es inseparable de la luz; pues es su efecto: su misma propagacin.151Por eso la idea de Bien es la luz (foco que causa la iluminacin). No es una

    metfora, porque dicitur lux inquantum est principium cognitionis rerum,152

    sino la razn por la que merece la pena (es bueno) salir de la caverna. 153La idea de Bien es seguramente la pieza ms hermosa del universo

    platnico. Eso s, el entendimiento no puede entenderla como una (cantidad)cosa (ni si quiera imaginable) buena (cualidad), sino tan slo advertirla comouna nocin indeterminada154e inaccesible; una idea imposible. Razn por lacual calla en los dilogos, y slo el Platn maduro alcanza brillantemente a ex-poner como el ncleo de su sabidura. El texto donde hace tal cosa es el Filebo.

    VI. El Filebo y el ncleo de la sabidura platnica

    No es extrao que la Repblica se haya consagrado como uno de los textoscentrales de la losofa madura de Platn. Slo el genial mito de la caverna es yarazn suciente para que esta obra sea considerada obra de referencia de la historiade la losofa occidental. Pero en cualquier caso estaramos hablando de un criteriode madurez extrnseco a la obra de Platn si tenemos en cuenta que el propio Platnsita y precisamente en la Repblica en ms de 50 aos el perodo de madurezde un lsofo. Y as las cosas, la Repblica no poda ser un texto de madurez. S, sinembargo, el Filebo. Si hacemos caso al propio Platn, siguiendo un criterio intrnse-

    co a su propia obra, el Filebo podra ser uno de esos textos de madurez en el que seencuentre el ncleo de la losofa platnica. Existe en la tradicin un lsofo de co -nocida perspicacia, demostrada ya desde muy joven, que considera justamente queel Filebo es la obra donde se observa el ncleo de la sabidura platnica: Schelling.155

    Hay autores que defenderan que precisamente porque la intencin de Pla-tn es mostrar que el dilogo losco necesita de la discordia y la oposicin, elParmnides156es la obra donde alcanza la comprensin del dilogo su apogeo. Y elloprecisamente porque en esta obra Platn reivindica la imposibilidad de desarrollar-se el dilogo sin la oposicin y el no-ser, y sin esta oposicin fundamental estaramos

    [150] la propagacin permite que una forma sea recibida por otra Polo, L., El conocimiento deluniverso fsico, EUNSA, pamplona, 2008, p. 450.

    [151] La doctrina de Polo acerca de la luzop. cit., p. 73.

    [152] In Sententiarum, d. 36, a.3, ra.3.

    [153] sin la luz del Bien qu hara que fuera preferible o siquiera bueno salir de la caverna, serllamado loco por los prisioneros, arriesgarte a la muerte, vivir en el mar de dudas?

    [154] Schelling, F.W.J., Timaeus (1974), frommann-holzboog, Stuttgart-Bad Cannstatt, 1994, p.69. [en adelante Timaeus (1974)]

    [155] Schelling Reinrationale Philosophie, SW XI p. 393.

    [156] Cfr., Vorlesungen ber die Geschichte der Philosophie op. cit.,p. 68 ss.

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    ante un mero deleitarse en el mismo desarrollo del dilogo.157Hegel, que es quizsel autor que con mayor rotundidad ha apostado por esta interpretacin. Se basaadems en una cita del Sosta,158que es otro dilogo posterior a la Repblica, paradefender que el propsito de la dialctica es por el contrario a aquel dilogo vaco

    la Einheit des Entgegengesetzten.159

    Propone a Platn pues como un claro antecesorsuyo. Creo sin embargo que debemos cuidarnos con entender a Platn como si fueraun antecesor de Hegel.

    Relativizar pues la importancia de aquella unidad a la que se refera Hegel,pero no tanto porque se persiga el mero placer de dialogar por dialogar, sino porqueen ese ejercicio placentero y vivo160nos encontraramos con algo que es bueno en smismo. Esta relacin entre placer, saber y bien la desarrollara el propio Platn ensu Filebo. Y por ello creo que es en esta obra donde deberamos centrar nuestrosesfuerzos de interpretacin.

    a) Puntualizaciones

    Lo primero que debemos decir es que no partimos de la interpretacin de que elFilebo sea una autocrtica a la teora de las ideas, como habitualmente se conciben losdilogos de este perodo. Al menos si con la expresin autocrtica se sugiere que Platnlleg a sostener alguna vez (en la Repblica especialmente) una particular concepcinde las ideas que despus revisara. Ya que qu es en concreto lo que revisara? Platnhabla en este dilogo del Bien, un tema que, por cierto y dejando a un lado alegoras yanalogas, rehuy en la Repblica por considerar que no haba un pblico preparado.161

    La razn es clara: no cabe hacer del Bien una descripcin que permita acceder a ellafuera del dilogo dialctico. Tal es la autntica enseanza de la Repblica.162Un dilogoque ya entonces se avisaba reiterativo e incesante,163y que reaparece en el Filebo, peroesta vez de un modo muy especial y decidido en una etapa de autntica madurez.164

    Me detendr a continuacin en el Timaeus165de Schelling para mostrarla importancia del Filebo y de los cuatro gneros que all aparecen: lo limitado

    [157] Ibid., p. 71s.

    [158] Sosta, 259.

    [159] Vorlesungen ber die Geschichte der Philosophie, op. cit.,p. 70.

    [160] Cfr., Jaeger, W.,Aristteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual, FCE, Mxico,1947, p. 30.

    [161] Rep. 506e.

    [162] Rep. 532-33.

    [163] Rep. 522e.

    [164] Cfr., Rep. 540a.

    [165] La cual por cierto fue expuesta magistralmente por W. G. Jacobs en noviembre de 2011despus de que el centro de investigacin jvenes lsofos de Mlaga (hoy perteneciente a laasociacin para la promocin de la Filosofa y la Cultura en Mlaga; FICUM) en colaboracincon la Universidad de Mlaga lo invitara para impartir una ponencia al respecto.

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    (pras), lo ilimitado (peiron), el uno compuesto (koinn) y la causa (aita).166Conceptos que hay que prevenir ya de entrada que, segn Schelling, no sonrealidades nticas, sino nociones.167Nociones que curiosamente permiten re-construir las cuatro causas aristotlicas con las que ste pareca oponerse a

    la teora de las ideas de Platn: causa materialis, formalis, nalis yefciens.

    b) Los cuatro gneros

    Platn no habla de materia y de forma en el Filebo. Si a Schelling se leocurre hablar de la materia es a propsito de la ilimitada UrMaterie.168Platnla designa, siguiendo la losofa presocrtica en torno a la arje, como lo inde-terminado y carente de forma. En el Timeo, dilogo posterior, quedar denidacomo el espacio;169en el sentido de madre o nodriza170carente de forma ypor ello susceptible de cualquier forma.171Por ello tambin: aoraton ti, es decir,

    algo no evidente, no perceptible. Es difcil no aceptar que estamos ante un an-tecedente claro de la causa materialis.

    Por otro lado, Platn aclara que no podemos pensar lo indeterminado sino es en relacin a lo determinado. Por eso el segundo concepto es lo limitado.Ser en el Timeo cuando recibir el nombre de forma.172Pero Schelling se per-cata de que sta funciona en el Filebo, aunque designada como lo determinado.La idea fundamental es la siguiente: una indeterminacin como la materia, lapura determinabilidad, es slo pensable en contraposicin a lo determinado yla forma. La forma se limita a conferir la unidad por la que algo es uno. Sche-

    lling expresa esta circunstancia as: unidad,pras, es la forma universal que[la materia originaria] ha recibido desde fuera; lo universalde la forma es unconferir la unidad por la que son determinadas las formas individuales que lasustituyen a ella (a la materia originaria) como sustrato.173

    El tercer gnero que aparece en el Filebo es el compuesto o koinn. Am-bos, peiron ypras, estn uno junto al otro de tal modo que ninguno puede serpensado sin el otro. Y desde luego ha de haber una causa del compuesto. Unacausa agente y una nal. En el Timeo habla del Demiurgo que sera precisa-mente la causa eciente necesaria que introduce el orden en el desorden. Es loque ms tarde ser la causa agente de la Fsica aristotlica. No es desde luego

    [166] Filebo, 22e-31a.

    [167] Timaeus (1974), p.141.

    [168] Timaeus (1974), p. 59.

    [169] Tim. 52d.

    [170] Tim. 49 a. 51 a. 88 d,

    [171] Timaeus (1974), p. 58.

    [172] Tim. 50c51a.

    [173] Timaeus (1794), p. 59.

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    ninguna idea, sino la accin interpretada en trminos voluntaristas174 comorazn ltima de la existencia del mundo.

    Pero debe haber sobretodo una causa nal. Para Platn en el Filebodicha causa viene designada por el siguiente triplete: la belleza, la verdad y

    la orden. La tesis del Filebo es la siguiente: el placer resulta de lo indenidocuando es medido por la moderacin y mezclado con sabidura dando lugar aalgo bello y verdadero. Y esto mismo es el Bien.175

    c) El Bien y la vida mixta

    Resulta importante sealar dos cosas: una es que se rechaza la posibili-dad de la sabidura plena, de modo que el dilogo no tiene por objeto un sabereterno e imperecedero. No se trata en denitiva de determinar el Bien, porqueno se reivindica una sabidura plena, sino la mezcla: una vida mixta de pla-

    ceres y sabidura.176El dilogo queda abierto con una cuestin que ni siquierallega a anunciarse: porque se trata de esto, de que el dilogo quede abierto. Setrata, dicho de otra manera, de producir conocimiento segn una medida queda lugar a la buena y proporcionada mezcla de lo limitado y lo ilimitado.177Entender el Bien es pues distinto de lograr la sabidura completa, incluso tieneque ver con entender que toda la verdad es un deseo desproporcionado; que elabsoluto de Hegel es desmesurado.

    El amor a la sabidura nace de Poros y Penia, y la losofa no puede pre-tender ms que la mezcla y la vida mixta. Y as, hablar del Bien es pues hablar

    de la mezcla: de su causa, de su origen, de su necesidad, de su aceptacin. Lanocin de Bien no puede servir para salvar la mezcla, sino para aceptarla. Porello la pregunta por lo que cabra designar como el Bien supremo se rehye,lo que queda expresado magistralmente bajo la forma de una pregunta nalque ni siquiera llega a plantearse: en el discurso socrtico-platnico no existela pretensin de un consenso estable en torno a una teora sobre el Bien que sepudiera aceptar como verdad ltima, puesto que la misma idea de Bien entraen juego para fundamentar el ejercicio de la dialctica situando su buena metalejos de cualquier teora acabada y estructurada.

    Nada existe fuera de la mezcla, ni siquiera la verdad. Por eso el n del

    dilogo no es encontrar una verdad ltima que viniera a generar un nuevomodo de consenso frente a la sofstica y a la persuasin, sino todo lo contrario:

    [174] Tim. 29e.

    [175] El Demiurgo ordena su obra segn el Bien, de tal modo que el discurso de los cuatro gnerosde la realidad gira en torno a la esencia misma del BienPor una nueva interpretacin de Platnop. cit. p. 590.

    [176] Filebo, 61c.

    [177] No es otra la buena idea del Demiurgo: Cfr., Timaeus (1794), p. 36.

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    el Bien, el fundamento del dilogo losco, entra en escena para evitar con-sensos eternos, para desestabilizar toda supuesta verdad denitiva; para rea-rmar el lmite y la mezcla.

    Dicho en pocas palabras: la bsqueda del Bien es una bsqueda que

    abre e insiste en el dilogo sin aferrarse a dogmas, y por ello mismo, que acep-ta ellmite del intelecto humano; que no pretende abandonarlo, sino situar la causa originaria y nal178de lo conocido dialcticamente y que nos empujaaabandonar supuestas verdades inamovibles. El Bien mundaniza pues la pre-tensin de la losofa, al consolidarse como un fuego amoroso al que tendemossin que lleguemos nunca a ningn sitio, quedando atrapados en un dilogoinnito que lo que tiene de bueno es precisamente su reiterabilidad.

    Se trata as de armar una tesis llamativa, que no habramos podidoenunciar antes sin evitar el desaire de muchos: que lo que hace la idea de Bien esevitar la jacin de las ideas, romper el consenso, evitar lo dir ahora ortegia-

    namente que las ideas se conviertan en creencias, impedir el adoctrinamiento yel adocenamiento en determinadas teoras. Gracias a la iluminacin del Bien, nonos creemos las ideas porque tomamos conciencia de que stas estn compro-metidas con la nitud de la vida del que piensa;179y con su inmundicia. Las ideasno deben ser verdades ltimas, sino buenas y moderadas ideas. Por ello Platnni escribe una teora de las ideas, ni adocena en una teora no escrita, porque elBien -el fundamento de la dialctica y las buenas ideas- es el acicate contra todateora estructurada y eterna; y la mayor defensa posible del dilogo loscocomo ciencia predilecta e insustituible; como intentar mostrar a continuacin.

    VII. Conclusin: Platn y la necesidad de reiterar la pregunta

    por el Bien

    Cuando en SuZ armaba que dieFrage nach dem Sinn von Sein sollgestellt werden,180no se trataba tanto de corregir o enderezar una preguntaque ya se haba hecho, pero que estaba mal enfocada. De lo que se trataba msbien era de buscar la especicidad de la losofa en dicha Wiederholung,181

    [178] pero en tanto que para Platn todo concepto se consider descendiente de una inteligencia

    suprema, de la forma de un entendimiento ms alto en el que reposa lo ideal del mundo, tuvo queconsiderar estos conceptos universales como originariosy previos a toda experiencia, conceptosexistentes, que no slo no son producidos por los objetos de la experiencia sensible, sino que stamisma slo es posible porque los objetos individuales del mundo se pueden producir gracias a lafuerza causal de los conceptos ya existentes, y tanto es as que un conocimiento emprico podraredescubrirlos por comparacin y abstraccin Timaeus (1794), p. 35.

    [179] Cfr., Ortega y Gasset, J., El tema de nuestro tiempo (1923), OC III, p.168; cfr., Ortega y Gas-set, J.,Para un libro no escrito, OC III, p. 561.

    [180] SuZ, GA 2, p. 5.

    [181] Da aber die positiven Wis-senschaften auf die ontologische Arbeit der Philosophie wederwarten knnen noch sollen, wird sich der Fortgang der For-schung nicht vollziehen als Fort-

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    de tal modo que su peculiaridad no residiera tanto en sus respuestas, sino ensu capacidad de insistir en la pregunta evitando todo acostumbramiento quenaciera de la cotidianidad. No se trata de no responder, la propia obra de 1927quiere ser una respuesta, sino de entender por respuesta algo distinto a la

    objetivizacin, de entender la respuesta como apertura (Lichtung) donde otraspreguntas puedan salir a la luz, quedando la existencia losca (esa que vivehacindose cargo de la propia existencia) como un esencial estar abierto (Er-schlossenheit).

    La tesis de Heidegger es pues ms profunda que un mero volver a haceruna pregunta que ya nos habamos hecho. La tesis de Heidegger es: hay quereiterar la pregunta por el ser porque la losofa es un constante reiterar lapregunta para evitar el acostumbramiento.182Si Heidegger no da una deni-cin precisa de ser, es porque no cabe una denicin de ser que sea precisa, quelo ontique (diferencia ontolgica). Lo cual no signica que no podamos hablar

    del ser. Lo que signica es ms bien que ninguna respuesta podr ser deni-tiva, que habr siempre espacio para reiterar la pregunta. Heidegger proponeun modo de acceso que no consiste en responder, sino en -como l mismo acla-ra en la primera pgina del libro: la interpretacin del tiempo como horizon-te de posibilidad de toda comprensin del ser.183Tiempo signica desde luegocambio, sucesin, epocalidad y, en denitiva, reiteracin de la pregunta todavez que cada nueva poca estara preparada para reiterar la pregunta desdeuna nueva perspectiva,184o lo que es lo mismo, toda vez que ninguna poca orespuesta es la ltima.

    Platn parece un antecedente claro de esta propuesta losca. Cuandocedemos en el empeo de desocultar teoras ocultas, Platn comparece en esce-na como un espectacular dialctico que derriba todo consenso posible entornoa las ideas. Esto resulta tremendamente subversivo, porque el gran tab de lalosofa actual es la pretensin de que toda verdad genere consenso.

    Y mi pregunta: estamos ya en condiciones de entender a Platn comoel defensor de una concepcin losca del dilogo que no busca consensos,sino que ms bien los rehye? Esto rompe con ese clsico contra el que luchabaNietzsche y sobre cuya sombra an lucha Deleuze. Pero sobretodo, eso supone

    para el terror de una gran mayora- que abandonemos nuestra arraigada pre-tensin de consenso. Maticemos desde luego un poco: no se trata de negar que

    schritt, sondern als Wiederho-lung und ontologisch durchsichtigere Reinigung des ontisch Ent-deckten. SuZ, GA 2, p. 51.

    [182] Cfr., SuZ, GA 2, 12.

    [183] Die Interpreta-tion der Zeit als des mglichen Horizontes eines jeden Seinsver-stndnissesberhaupt ist ihr vorluges Ziel SuZ, GA 2, p. 1.

    [184] Estaramos ante una temporalidad ms originarua que la Zeitlichkeit del captulo V de SuZ.Debo decir sin embargo, que la doctrina del perspectivismo de Ortega y Gasset permite mantenerlos hallazgos aqu logrados sin necesidad de ontologizar la historia.

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    haya algn tipo de consenso. Habra cmo no? puntos de acuerdo, pero estospuntos no serviran para asegurar el conocimiento, sino para orientar185la si-guiente pregunta. Al menos deben reconocer que se dibuja aqu una actitudbastante socrtica, pues el rasgo ms particular de los dilogos socrticos es

    la falta de consenso nal; de conclusin. Incluso debe resaltarse que en estaactitud vuelve a difuminarse la lnea que separa a lsofos y sostas.Claro que en realidad no podemos decir que realmente falta la con-

    clusin. sta no falta186porque no hay ninguna intencin de poner por escri-to dicha conclusin.187Platn parece tener claro que la losofa no puede, sinrenunciar a ser ella misma, dejar de ser dilogo vivo.188Pero es que adems,seguramente tampoco exista pretensin de conclusin en el dilogo no escrito:una bsqueda de la verdad sin pretensin de conclusin. Esta comprensin dela verdad no ilustrada, no sera menos bsqueda de la verdad, por ms que nosestemos moviendo en una comprensin de la verdad extraa a la pretensin de

    consenso universal y duradero. Una verdad que, dir recurriendo a una expre-sin de Ricuoeur, se sustenta evitando el relativismo sobre la recavabilit,189es decir: la admisin de una verdad posible como criterio formal del dilogoargumentativo.

    En este sentido la argumentacin no se opone al conicto generado porlas diferencias (conicto que pretende resolver el consenso), sino que slo tienelugar si hay conicto entre convenciones: largumentation sprouve dans leconit des convictions.190 Siendo as, lo opuesto a este dilogo no relativistaes el consenso. En su lugar incluso parece que la actitud que hace posible el

    dilogo (la comunicacin sobre la que reexionaban segn deca al comienzo deesta ponencia los autores de la teora consensual de la verdad) requiere de estaasuncin de que las verdades son slo eso: posibles verdades; y no verdades quecualquier ser racional aceptar191en cualquier momento y lugar.

    Siguiendo el conocido Was heit Universalpragmatik?de Habermas, laidea principal de la teora consensual actual es que debemos esforzarnos por

    [185] Ofrecer nuevas perspectivas si introducimos convenientemente la propuesta perspectivitade Ortega y Gasset.

    [186] Cfr., Muestras de Platn op. cit..

    [187] Cfr., Fedro 274b-278e; Carta VII 341a-342a.

    [188] Cfr., sosta 363e3-5. 264a9-b1.

    [189] La voie dun consensus ventuel ne peut procder que dune reconnaissance mutuelle au plande la recavabilit. Cest--dire de ladmission dune vrit posible, de propositions de sens qui noussont dabord trangres Ricoeur, P., Soi-meme comme un autre, Paris : ditions du Seuil, p. 336.

    [190] Ibid., p. 336.