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Ladino Laudino ace ya algunos años, emprendí una línea de análisis, sobre la diferencia entre las palabras empleadas en la palomería, más cuanto no pude al igual que Francisco Reina Castrillo, hallar la diferencia, clara y contundente, en los textos que la afición sevillana, manejaba hasta el 2.002.-; pues todo lo escrito y descrito en los órganos de publicación de las Federaciones y otras revistas presumiblemente de carácter técnico como son las de avicultura, e incluso las ultimas de Columba, llegando a la conclusión, que siempre eran los mismos los que escribían , al igual que el contenido de los art. se repetían en unas y otras. Todas las cuestiones giraban siempre en torno a lo mismo, que si el palomo laudino que vino de valencia, que si el valenciano, que si aquí los andaluces, como somos tan chulos lo hibridamos, que si el banderillero fulano trajo, que si mi abuelo se trajo de valencia, etc. En definitiva “cuentos chinos y leyendas palomeras”, como me gusta describir, en toda esta basura literaria dimanante de estos suedo escritores. Otra de las tesis ofertadas, por estos “Licenciados” de “pan y pescado” achacaban el origen de la palabra, al no contrastado monje “Antonio Llaudí” y unos supuestos palomos, de color marrón, que en las revistas aludidas, llaman “Fumat”, palabra, también de ideología valenciana, como todo lo que se ha escrito en torno a este galimatías; como si Valencia fuera el ombligo del mundo palomero. De esa guisa, se veía la afición sevillana, manipulada hasta la saciedad, por Rafael Yuste López con todos sus escritos; es este sevillano carente de formación, pero provisto de una inventiva sin límites, y un ego insaciable, el verdadero artífice y quien esparce las leyendas, los cuentos chinos palomeros, y los milagros del supuesto fraile valenciano, apoyado desde su supuesta intelectualidad, por quien hoy yo considero, “El ideólogo intelectual” del asunto, a la sazón José Morales Serrano, el cual se trae de las Américas, el libro “La Pigeon”. Entre los textos manejados por estos “Ilustres” figuraban “La Joya Colombofila” de Altamita Raventos, “Nuestra Lucha” de Ramón Fontelles Barres, “La paloma deportista” de Cesar Diez Crespo; amén de un puñado de Artículos de todos editados partir de 1.940.-; los cuales tergiversan a su convenio como ampliamente demostraremos. Es el “Sabio sevillano” quien propone el cambio de nombre a la afición ya rendida en el 1.977.- la cual sirve pleitesía y sumisión a la toda poderosa Federación de los picas. Hoy desde este pequeño esbozo, solo pretendo dar, otras connotaciones de la dualidad que expresa el titulo, Ladino Laudino, simplemente, para constancia de que las acepciones vinculadas a la Federación y manipuladas, según diversos criterios, que ni están en la línea de la objetividad, como tampoco, puede afirmarse que estas, expresan lo ampliamente tarareado a lo largo de estos últimos 37 años, de literatura basura, escrita por los antes citados. El Diccionario de la lengua española, en relación a la palabra ladino nos dice: “Astuto, sagaz, taimado, ladrón, Lengua religiosa de los sefardíes. Es calco de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes.

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Ladino – Laudino

ace ya algunos años, emprendí una línea de análisis, sobre la diferencia

entre las palabras empleadas en la palomería, más cuanto no pude al

igual que Francisco Reina Castrillo, hallar la diferencia, clara y

contundente, en los textos que la afición sevillana, manejaba hasta el

2.002.-; pues todo lo escrito y descrito en los órganos de publicación de

las Federaciones y otras revistas presumiblemente de carácter técnico

como son las de avicultura, e incluso las ultimas de Columba, llegando a

la conclusión, que siempre eran los mismos los que escribían , al igual que el

contenido de los art. se repetían en unas y otras.

Todas las cuestiones giraban siempre en torno a lo mismo, que si el palomo

laudino que vino de valencia, que si el valenciano, que si aquí los andaluces, como

somos tan chulos lo hibridamos, que si el banderillero fulano trajo, que si mi abuelo

se trajo de valencia, etc. En definitiva “cuentos chinos y leyendas palomeras”, como

me gusta describir, en toda esta basura literaria dimanante de estos suedo escritores.

Otra de las tesis ofertadas, por estos “Licenciados” de “pan y pescado”

achacaban el origen de la palabra, al no contrastado monje “Antonio Llaudí” y

unos supuestos palomos, de color marrón, que en las revistas aludidas, llaman

“Fumat”, palabra, también de ideología valenciana, como todo lo que se ha escrito

en torno a este galimatías; como si Valencia fuera el ombligo del mundo palomero.

De esa guisa, se veía la afición sevillana, manipulada hasta la saciedad, por

Rafael Yuste López con todos sus escritos; es este sevillano carente de formación, pero

provisto de una inventiva sin límites, y un ego insaciable, el verdadero artífice y

quien esparce las leyendas, los cuentos chinos palomeros, y los milagros del supuesto

fraile valenciano, apoyado desde su supuesta intelectualidad, por quien hoy yo

considero, “El ideólogo intelectual” del asunto, a la sazón José Morales Serrano, el

cual se trae de las Américas, el libro “La Pigeon”.

Entre los textos manejados por estos “Ilustres” figuraban “La Joya

Colombofila” de Altamita Raventos, “Nuestra Lucha” de Ramón Fontelles Barres,

“La paloma deportista” de Cesar Diez Crespo; amén de un puñado de Artículos de

todos editados partir de 1.940.-; los cuales tergiversan a su convenio como

ampliamente demostraremos.

Es el “Sabio sevillano” quien propone el cambio de nombre a la afición ya

rendida en el 1.977.- la cual sirve pleitesía y sumisión a la toda poderosa Federación

de los picas. Hoy desde este pequeño esbozo, solo pretendo dar, otras connotaciones

de la dualidad que expresa el titulo, Ladino – Laudino, simplemente, para

constancia de que las acepciones vinculadas a la Federación y manipuladas, según

diversos criterios, que ni están en la línea de la objetividad, como tampoco, puede

afirmarse que estas, expresan lo ampliamente tarareado a lo largo de estos últimos

37 años, de literatura basura, escrita por los antes citados.

El Diccionario de la lengua española, en relación a la palabra ladino nos

dice:

“Astuto, sagaz, taimado, ladrón, Lengua religiosa de los sefardíes. Es calco de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes.

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Variedad del castellano que, en época medieval, hablaban los judíos en España, y que, en la actualidad, hablan los judeoespañoles en Oriente1”.

Y en relación a la segunda,”Laudino”, simplemente dice: “no existe”; en este

aspecto y analizando el mismo tema, autores como Cesar Martínez, ya se

manifiestan en el mismo sentido, en varios artículos relativos a las palomas, en el

año 1.929.- y 1.933.- época clave que después desarrollaremos.

Por otro lado, también sabemos, que las cosas “ son lo que son” y no lo que

las personas quieren que sean, luego definiendo la Real Academia de la Lengua

Españolan; no puede obviarse dicha definición y utilizarse otra, en su lugar que

nada tiene que ver con la realidad que se pretende analizar, pues en caso de

conflicto, duda o laguna en la aplicación de las norma, es sabido por todos que a la

hora de la interpretación de las mismas se atenderá en primer lugar a su sentido

literal gramatical, tal y como establece el artículo 3 del Código Civil,

“1. Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas2.”

Y el sentido literal del término; es el que se acaba de exponer y no el que se

pretende hacer ver, luego es obligación del redactor de cualquier, artículo, norma, o

texto, el regular utilizando los términos y conceptos específicos, empleando para ello

todo el rigor técnico posible con la única y exclusiva finalidad de evitar problemas

de interpretación de las normas.

No podemos ahora, de un plumazo, cambiar el significado de un término

que viene recogido por nuestra Real Academia Española de la Lengua, la “lengua de

Cervantes”, pues yo podré utilizar unas u otras palabras para definir una misma

cosa, pero lo que no puedo hacer es cambiar su esencia, o acaso ¿Alguien piensa que

es lo mismo tener un perro en su casa que ser criador de perros y ser esta su

actividad económica?, ¿Acaso quien tiene gallos de pelea se dedica a criar gallos y

gallinas, ¿Es ganadero? ¿Cómo vamos a cortar con el mismo rasero a una persona

que tiene como hobbie u afición tener animales de compañía con un granjero, un

ganadero? ¿Acaso se le aplican las mismas normas?. Queda claro que no.

Cada uno podrá pensar lo que quiera, pero aquí estamos hablando de

regular, de legislar, en definitiva de escribir, y en esta labor debemos ser estrictos

profesionales y rigurosos, y nuestra Real Academia define sin bagajes ambos

conceptos quedando claro que no son lo mismo, pues el término “Laudino” es

inexistente en nuestra lengua.

Por otro lado, tampoco puede aducirse aquí el carácter histórico de dicho

concepto, pues en caso de duda sobre la voluntad del legislador se acudirá a los

métodos de interpretación literal gramatical en primer lugar y sólo,

subsidiariamente, caso de no poder establecerse la voluntad del legislador, o autor,

con dichos criterios se acudiría al criterio histórico circunstancia poco probable, pues

con la interpretación gramática del concepto, habida cuenta de la definición del

mismo por la RAE quedarían zanjadas todas las dudas de interpretación.

1.- Diccionario de la Lengua Española.- 2.- Código Civil Español, art. 3.

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En definitiva, seamos técnicos, rigurosos y sobre todo dediquémonos a hacer

las cosas bien, como deber ser y no como queremos que sean.

Como acepción de palomo ladino = ladrón, la encontramos en las palabras

del sevillano Ibn Abdun en su obra sobre el buen gobierno del zoco (Sevilla a

comienzos del siglo XII, El Tratado de Ibn Abdun) que sobre los hurtos cometidos

valiéndose de palomos especialmente adiestrados para ello nos dice en la norma 141:

“Prohíbase en absoluto la venta de palomos ladrones, que no emplean más que las gentes amigas de lo ajeno y sin religión, así como la venta de gatos. Si de algún tratante se sabe que es trapacero y no obra como debe, échesele del zoco por ladrón, vigílese y no se le emplee3”.

Con similares connotaciones, se cita en la Obra de Antonio Ros de Olano en

.1.835.- Maese Cornelio Tácito:

“Estaba más alto que un palomar. Entró, y dijo: «que me chupen brujas, si no adivino lo que anda". Y arrulló de buche profundo, como palomo ladino, a la sastresa. "No está la Magdalena para tafetanes", le respondió ella; y dice que pió el sastre de pura necesidad4”.

Hay que entender, dichas frases en el contexto general de la obra, pero es en

esta obra, donde hasta ahora se ha podido comprobar, la etimología de dicha

palabra en relación al contexto de la obra.

De la utilización de la segunda origen de dicha palabra valiéndome del

estudio del castellano, y comprobar, que hay en nuestra literatura al respecto, dado

que la actual denominación, no está contrastada, y aunque, dicho nombre aparece

en “la Joya Colombófila” del doctor Altamira Raventos ya en 1.924.-, es citado de

pasada y no nos dice las fuentes ni la constatación de esta.

“Dicho señor Albalat, poseía, un manuscrito que perteneció a un fraile franciscano, en el cual, además de la paloma buchona que cultivó durante más de 40 años, habla extensamente de las mensajeras valencianas: magán y azul de la estrella

Puede decirse que dicho manuscrito princia la historia de las variedades

mencionadas. El susodicho franciscano autor de este importante manuscrito se llamaba Antonio Llaudis , quien cultivo en la clase de buchonas , a una de un color determinado , ahumado , que hoy en dicha comarca , a pesar de los años transcurridos , se la llama a esta variedad ahumada de pico y uñas amarillas , la buchona franciscana . En cambio a las buchonas en general se las llama laudinos, y esto demuestra que el fraile Antonio Llaudis fue quien cultivo estas aves antes que el naturalista Cavanilles, que también habla de las buchonas, en su historia natural de las palomas. “

“Pues los estudios de Cabanilles y el padre Llaudis, que son ciertamente muy raros,

contienen tan solo unos cuantos datos imprecisos e insuficientes5”

Es curioso, la inexactitud obrante en estos textos, mil y una veces utilizados,

para intentar explicarnos, el tema de las palomas ladronas, bajo el nombre de

3.- E. Levi ProvenÇal y Emilio García Gómez (Sevilla a comienzos del siglo XII, El Tratado de Ibn Abdun) 1.948.- 4.- “Maese Cornelio Tácito” Antonio de Ros Olano 1.935.- 5.- “La Joya Columbofilia” Altamira Raventos 1.924.-

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laudinas, como quinterón de la mensajera, y clasificadas en sus vuelos por la

posición de la cola, según se cita en su pág. 33.-; de dicha inexactitud hoy tomamos

nota, al ver la expresión, inserta en la misma: “habla extensamente de las mensajeras valencianas, magán y azul de la estrella”.

Hoy, podemos afirmar, que dicha apreciación, carece de objetividad, la cual

puede extenderse a todo el texto, más cuanto todos sabemos, que las mensajeras

carecen de ser una raza, especifica, más bien son líneas creadas por los distintos

colombófilos, en sus selección; como también podemos afirmar, que no es valencia, ni

por asomo, la cuna de las palomas mensajeras, sino todo lo contrario.

En este aspecto, solo recalcar, que es la burguesía catalana, capitaneada, por

el Doctor Castello y su granja de Areins de Mar, con el beneplácito del ejército y la

Corona, quienes importan las primeras mensajeras allá por 1,887.- y no

precisamente la burguesía valenciana, quienes llevaban la voz cantante en esto de la

palomería, pues en la fecha expresada, tenían una forma muy peculiar de volar las

palomas, y un código de conducta, muy distinto al conocido en la actualidad.

Sirva esta ilustración, recogida del autor Cabanilles, al cual se cita, cuando se

ha recurrido al texto de la palabra laudino.

“Así se divierten en Valencia los aficionados á estas palomas, y no recibe menos satisfacción el dueño cuando percibe sus palomas al volver de su largo viaje. Que la que siente un inglés o un mejicano al ver que su gallo gladiador mata á su enemigo en el campo de batalla.

El gran número de palomares que hay en Valencia y el considerable de palomas que se multiplican, ofrece á los valencianos otra diversión , que consiste en los combates que se dan los bandos enteros de dos propietarios, decidiéndose siempre la victoria á favor de las palomas fieles á su domicilio. Cuando alguno hace .volver su banda, la cual lo verifica en círculos concéntricos al palomar cuyos diámetros varían, como también la altura á que se elevan las palomas, obliga otro vecino á la suya hasta que ambas se, encuentran formando, una sola. Procura entonces aturdirlas con fuertes silbidos y chasquidos que las obligan a apresurar el vuelo, y muchas veces á perder el tino y desconocer su habitación. Continúan así como un cuarto de hora fatigándolas siempre con el fuerte ruido de los látigos; cesa al fin este, y lo reemplaza un cierto silbo suave y cariñoso, señal con que cada dueño llama las suyas á su casa, obedecen dóciles las palomas, y al separase las bandas confundidas suelen quedarse algunas menos, diestras en la contraria con la cual se dirigen al palomar enemigo, descansando en él como si fuera el suyo: ven entonces que las inmediatas entran á comer, siguen, incautas su engañoso ejemplo, y corrida la red quedan prisioneras. No puede el nuevo dueño disponer de estas hasta que pase un día entero, tiempo prescrito para que el antiguo, acuda, á rescatarlas por el moderado precio de doce cuartos; pero si descuidado deja pasar las veinte y cuatro horas, pierde todo derecho, que se trasfiere desde entonces al apresador6”.

Apreciaran los buenos aficionados a las palomas y a la historia de estas, que

lo narrado nada tiene que ver ni con el vuelo de las buchonas, ni con el vuelo de las

mensajeras, sino más bien una mezcolanza, de ambas.

La triste verdad de todo ello, y habiendo hecho un análisis objetivo de toda la

literatura de la época, no es otra que es la afición valenciana, quien apresa las

palomas mensajeras compradas por el ejército, para efectuar, los cruces narrados en

la “Joya Colombófila”, y como no podía ser de otra manera, es el poseedor de tales

6.- Historia Natural de Cabanilles.-

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palomas quien intenta poner remedio al desaguisado y descontrol de las palomas, en

el levante.

Por otro lado, aun nadie ha podido demostrar ni por activa ni por pasiva, la

existencia de aquel monje llamado Antonio Laudí, y perteneciente a la orden

franciscana. incluso, los hoy pertenecientes a dicha orden y amantes a las palomas,

no han podido desvelar, la existencia real de aquel personaje , solo nombrado en la

literatura; teniendo, como respuestas de las Autoridades Eclesiásticas , que dicho

monje no ha pertenecido a ninguna de las tres Ordenes Franciscanas. Y como queda

demostrado por el propio Altamira, “en el orden de las palomas buchonas ladronas, dichos comentarios, estudios, etc. son raros e imprecisos”, a los que yo tildo de insuficientes.

Es en toda esta aborigen depredadora, por la hegemonía, de sus palomas, y

las leyes dictadas al efecto, es la que nos da una visión clara, del juego de las

palabras objeto de este análisis, si la bibliografía, de los autores valencianos,

denominan a las palomas con el vocablo “Laudino”, es más cierto que cuando

analizamos la obra de Juan Torres Fontes, sobre Murcia, la palabra empleada es

Ladino, lo que nos hace tener una idea clara y concisa, tanto de la categoría del

autor, y su exquisito dogmatismo al lenguaje de Cervantes; y esta correlación está

presente, en cuantas cuestiones giran alrededor de las palomas, siendo esta dualidad,

empleada al libre albedrío , sin caer en un esmerado acatamiento a lo establecido por

la Real Academia de la Lengua española.

En este batiburrillo, podemos analizar, algunos textos como el inserto en el

Decreto del Ministerio de la Guerra de 29 de diciembre de 1.931.-, publicado en la

Gaceta de Madrid con fecha 1 de enero de 1.932.- en el que al tenor literal se cita:

“Es lamentable que esa protección decidida origine un perjuicio al deporte de la paloma denominada BUCHONA o LADINA al prohibir su uso y vuelo en su artículo 10 de este Decreto, pero forzoso es sacrificar las conveniencias particulares de algunos a los indiscutibles intereses preferentes de la Nación entera. Por ello después de oír a las partes interesadas y de conocer el asesoramiento de los órganos oficiales que han informado sobre el asunto se llega a la conclusión de que las aficiones a la paloma mensajera y a la paloma buchona se excluyen, pues el macho de esta ultima raza, a impulso de celo cubre a la hembra mensajera introduciendo en los palomares sangre extraña7”

Con la irrupción en el escenario político de la época, de las sociedades, de

Valencia, en sendas reuniones del año, 1.932.- y 1.934.- el sentido literal de la

palabra empleada en legislación, cambia radicalmente, y en ese plano, podemos

apreciar, el cambio de la palabra “Ladina” empleado en el anterior decreto, por el de

“Laudina”, con el sentido de paloma deportiva, empleado en el Decreto de fecha 2 de

agosto de 1.934.- , publicado en la Gaceta de Madrid numero 216 de fecha 4 de

agosto de 1.934.- Viene a prorrogar con carácter indefinido el vuelo y

reglamentación de las palomas buchonas o laudinas; así como, el Decreto de 29 de

agosto de 1.935 publicado en la Gaceta de Madrid número 243 de fecha 31 de agosto

de 1.935.- Incide en la obligatoriedad, que tienen los aficionados a las buchonas o

laudinas, de estar en posesión de la correspondiente licencia de vuelo y por ende estar

afiliado a alguna Asociación legalmente constituida.

7.- Decreto del Ministerio de la Guerra de 29 de diciembre de 1.931.-, publicado en la Gaceta de Madrid con fecha 1 de enero de 1.932.-

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La Orden de 10 de diciembre de 1963 sobre regulación y protección del uso y

vuelo de palomas deportivas.

“Estas Entidades han conseguido no solo que sus afiliados utilicen las palomas con el más elevado espíritu deportivo, lo que elimina el posible riesgo del empleo de estas aves, derivado de su especial poder de atracción sobre otras palomas. Sino también que los propios deportistas constituyan el más valioso auxiliar de la autoridad gubernativa en orden a impedir su utilización abusiva de las expresadas aves8”.

En este párrafo, no se cita la palabra, pero apreciará el lector, la exclusión de

facto del término ladino, “lo que elimina el posible riesgo del empleo de estas aves, derivado de su especial poder de atracción sobre otras palomas.”

En otro texto que todos reconoceréis se dice así:

“En La reunión de la Junta Directiva de la Federación Española y de Presidentes de Federaciones Provinciales, celebrada en Puerto de Santa María, el día 18 de junio pasado, se tomó el acuerdo de encuadrar en nuestras Federaciones y Sociedades a los aficionados a la cría y selección de palomas de raza buchona, laudinas y similares, que lo soliciten.9”

Analícese la palabra “palomas laudinas” inserta en el texto anterior, por los

órganos de dirección de la Federación, contraria al significado legislativo de la

palabra “palomas ladinas” insertas en el Decreto de prohibición de 1.932.- tal y

como hemos desarrollado, las primeras ligadas a las palomas Picas de donde

proceden y que solo le ha faltado la otra acepción del engaño , la palabra de origen

valenciano “Buches” y la segunda con el significado de “Palomas Ladronas” objeto a

erradicar; más esto pasaría inadvertido, si no hubiéramos analizado el mismo

concepto cuando se desglosa el libro “Nuestra Lucha”, el cual narra sin ningún

pudor, como estas castas convencen y engañan a los legisladores y al Ejercito; con

una filosofía basada en la palabrería ligada al lenguaje valenciano, para que otra

vez quede plasmado en papel, la diferencia de “Laudino = deportivo” “Ladino =

ladrón”; y por exclusión, poder seguir en la represión mediática y el exterminio de

toda paloma ladina o aficionado afín a las mismas, que no se inserte, se afilie o se

adscriba “Por bemoles” o “Si o sí” en su organización.

El término “Ladrón” asociado al lenguaje castellano “Ladino” y en el

concepto ligado a nuestros palomos; quedaría muy diluido sin hacer constar, lo que

nuestros vecinos “Los portugueses”, testigos de excepción, supieron plasmar my

acertadamente, cuando describen los mismos, sus usos y costumbres, por un órgano

de importante calado, como es la Escuela de Agricultura Portuguesa, ligada a su

Ministerio de Agricultura, en su libro denominado “Columbofilia” ” de Joao

Rodríguez Afra y José Manoel Pinto editado en 1.927.- en el cual se dice de ellos:

“No sabemos por qué razón entre nosotros les llamamos “ladrones”, pues la verdad es que es una injusticia llamar ladrón a un avecilla, que cuando mucho, conquista, enamora, seduce y rapta, mas no roba. Conquistador, es un calificativo que le queda de maravilla, demostrado cortejador, infatigable e incorregible. El epíteto de ladrón proviene naturalmente de la leyenda, que aquí corre, de “este palomo va a los palomares ajenos y roban otros palomos”. Ahora bien, nada es exacto. Los ladrones no van a los palomares

8.- Orden de 10 de diciembre de 1963 sobre regulación y protección del uso y vuelo de palomas deportivas. 9.- Texto, tomado de la revista Palomos Deportivos.

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ajenos a robar otros palomos, lo que va a las torres de las iglesias a los altos tejados a conquistar a las hembras, no dedicando para eso esfuerzo y fatiga.

Nada hay más interesante que acompañar de cerca, al trabajador, el trabajo, la lucha y el ingenio, que un palomo rafeño o marchenero, realizan para seducir a una paloma y convencer para acompañarlo a su palomar. El está lleno de deseo (celo) y hace todos los requiebros posibles, arrastra a su cauce (cerca de él), bate fuertemente las alas y, sabe o Dios de los palomos, que cosas le dirá en su lengua de apasionado!! …

Cuando está convencido de que la paloma lo acompaña, el va guiando el camino a su palomar, es digno de verse como va todo presumido… como con el buche muy lleno y “más ancho que largo”.

Si la palomita desiste y no entra en el palomar e inicia el vuelo, el sale en su persecución. Y con su fuerte vuelo, bate las alas comenzando a describir vueltas alrededor de su paloma, de manera que esta pierda la dirección y el tino de su casa, y también como para recordarle que allí esté su apasionado que la seguirá locamente e implora que le acompañe10.”

Ante todo lo especificado, cabe hacer las siguientes consideraciones a modo de

conclusiones:

1.- El término “Laudino” es utilizado, para el engaño que las sociedades

valencianas, emplean, para darle la connotación de palomas deportivas, ante las

Autoridades de la época y el ejército; y darle la vuelta en el sentido literal y exacto

que tiene la acepción del término ladino = ladrón, objeto a erradicar o exterminar,

muy ligado al termino de todos conocidos “Clandestino”, del cual se dice que son los

que emplean las palomas con el único objeto de capturar, las mensajeras y otras, y

por tanto no están organizados, asociados etc. Y de pretender estarlo, son expulsados

y sus palomares exterminados y sancionados sus dueños, con las preceptivas 500

pesetas de multa de la época.

2.- El termino Ladino, es empleado en el sentido literal y exacto que dice la

real Academia de la Lengua española, tanto a nivel legislativo, como en el sentido

peyorativo, que ambas Federaciones persiguen; es decir, la exclusión y exterminio

total, del empleo de dichas palomas.

3.- En el sentido literario, cuando escriben autores de renombre, y solvencia,

con un alto calado intelectual, si emplean el termino, en el sentido recogido en el

punto segundo; tal y como hemos recogido en las obras citadas.

Antes de terminar, hacer un recorrido por la afición; para ello analicemos,

dos de las más emblemáticas, por su historia y tradición, como son las aficiones de la

provincia de Cádiz y la de Sevilla. Si con los datos actuales podemos determinar, que

es la sevillana, la que tiene más solera o antigüedad, dado las fechas de edición de su

primer y único Reglamento conocido, cual es el “Régimen de Palomería”, de Don

Nicolás Navarro, que data de 1.711.- y que en esa época, si se tiene la conciencia

clara del como, y el porqué de nuestros palomos, a los cuales, si se les llama ladrones,

al igual que en el siglo XI.

Hemos de decir que desde los años 1.976.- con la aparición del art. de Rafael

Yuste López, sobre el tema, que después comentaremos a modo de réplica, y que

10 .- “Columbofilia” de Joao Rodríguez Afra y José Manoel Pinto editado en 1.927.- :

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algunos ya habréis leído, la afición de la provincia ha vivido en un continuo engaño,

de la mano, del citado y otros “Títeres de feria”, cuya lista sería interminable de los

que le siguieron en la escritura; teniendo en su trastienda al que este autor considera

“Ideólogo intelectual” a la sazón José Morales Serrano; pues solo con la lectura, de

los mismos, y contrastándolos con la abundante bibliografía aparecida, hoy podemos

determinar, que todo es un puro cuento chino, escrito y descrito por y para la

Federación que los editaba, y a la que servían, y aun hoy siguen remando en el mar

sus mentiras, contra viento y marea, en una escapada hacia adelante, que

públicamente, los condena.

Por otro lado los que supieron y han sabido plasmar, sobre documentos,

cuantas iniciativas, anteriores a 1.977.- se practicaron, fue la afición de la provincia

de Cádiz, esta afición, tiene claro lo que es un palomo ladino entendido como ladrón,

apto, para las practicas, andaluzas, de la Suelta y el Hembreo, haciendo una

diferenciación clara y contundente, de las palomas deportivas laudinas a las cuales

llaman y así lo participan, “palomas valencianas” es esta denominación , la exacta

en relación con el contenido histórico, analizado y la etimología de las palabras

objeto del análisis, por lo que debemos aupar a esta afición a la antesala, de lo

coherente, no solo por sus cinco Reglamentos, sobre la Suelta y el Hembreo, sino por

haber sabido luchar en la defensa de nuestras tradiciones más arraigadas, aun

cuando desde Sevilla, y de la mano de los citados, se les ha intentado desprestigiar, a

lo largo de esta última etapa.

No se me olvida la afición de la provincia de Jaén, más en este sentido, es

inoperante, a pesar del gran número de aficionados, que cultivan palomas, pues a la

luz de lo escrito por cuantos escribieron, los mismos cuentos federativos, repetidos

hasta la saciedad, cual bucle repetitivo de la afición sevillana, llevados hasta allí de

la mano de Rafael Yuste, desde su primer viaje en 1.970.-, e incrementados desde

1.983.- en que este sujeto fue promovido a Vicepresidente de la toda poderosa

Federación Española.

Es por tanto que debemos recelar de todo, cuanto provenga de esta

organización, que como podemos demostrar, engañó y sigue engañando al Estado

Español, al Ejército, y hoy en la misma línea del engaño, las leyendas, los cuentos

palomeros y su mitología tan particular, a cuantos militan en sus filas; esgrimiendo

como hemos dicho, toda la “Basura literaria” inserta en sus órganos de difusión.

Sirva esta prueba grafica de lo que es cada cosa:

“Ladino Sevillano” “Laudinos Valencianos”

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Pensarán algunos a raíz de lo expuesto que este autor, “esta delirando”; más

lejos de la realidad de los hechos, la segunda denominación, “Laudinos Valencianos”

ya es citada en la solicitud de la afición gaditana en el escrito dirigido a la

Delegación Nacional de Deportes de fecha 29 de septiembre de 1.973.- reproducido en

su integridad en el libro “Las Palomas objeto del Deporte” ya comentada

anteriormente; pero más contundente son los textos sobre lo mismo de Ramón

Fontelles Barres en su libro “Nuestra Lucha” así como la Ley 10/2002.- de

protección al Palomo Deportivo; también ampliamente debatida en el mismo texto de

referencia.

Aviso de legalidad:

Rogamos se abstengan de cualquier reproducción total o parcial. Reservados todos los Derechos, al ser propiedad de José Montoya Romero. Registrado ante la propiedad Intelectual de Andalucía, “Las Palomas Objeto del Deporte”