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02 La oración por otras personas pbro. Abel Flores Ace vedo

06 La oración eficaz pbro. juAn jesús pére z gonz ále z

09 ¿Así que no habeís podido velar conmigo una hora? pbro. guillermo rodrígue z herrer A

12 La enseñanza de Cristo sobre la oración pbro. josé m. sAucedo vAlenciAno

17 La fe, elemento esencial en la oración pbro. v icente c As tillo j iméne z

02

06

21

26

09

1219 La oración debe ser con entendimiento pbro. Antonio mendoz A de l A cruz

21 La oración debe ser un modo de vida pbro. AbimAel cháve z ponce

24 La oración prepara el camino para aceptar la voluntad de Dios pbro. césAr Ar Adill As mArtíne z

26 La oración requiere perdón pbro. sAmuel gutiérre z murillo

número

25enero2018

pbro. Abel Flores Acevedosuperintendente general

pbro. marcelino gonzález galvánsuperintendente Adjunto de la zona norte

pbro. josé m. saucedo valencianosuperintendente Adjunto de la zona centro

pbro. jorge carlos canto hernándezsuperintendente Adjunto de la zona sur

AvivA jornAdAs AsAmbleístAs es una publicación de la directiva general de el concilio nacional de las Asambleas de dios, A.r. se publica al término del trimestre correspondiente. publicación fundada en abril de 1993. época ii, Año 7, número 25. el concilio nacional de las Asambleas de dios, A.r. nicolás león 118, col. jardín balbuena, del. venustiano carranza, méxico, d.F., 15900. tiraje 7,700 ejemplares. distribución gratuita. el contenido de todos los artículos de la edición es responsabilidad de sus autores.

www.asambleasdedios.mx

pbro. juan j. pérez gonzálezsecretario general

pbro. guillermo rodríguez herreratesorero general

excelgraf.com.mxArte y diseño editorial

Directorio

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Egipto. Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus en-cantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehová. Y dijo Moisés a Faraón: Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el río. Y él dijo: Mañana. Y Moisés respondió: Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehová nuestro Dios. Y las ranas se irán de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedarán en el río. Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia de Faraón. Y clamó Moisés a Jehová tocante a las ranas que había mandado a Faraón. E hizo Jehová conforme a la palabra de Moisés, y murieron las ranas de las ca-sas, de los cortijos y de los campos. Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra. Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho (Éxodo 8:1-15).

Después clamó al Señor para que el Todopoderoso retirara las moscas que fastidiaban a toda la nación de Egipto: Jehová dijo a Moisés: Levántate de mañana y ponte delante de Faraón, he aquí él sale al río; y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenarán de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos

Sendas d e J u s t i c i a

la oraciónpor otrAspersonAs

2 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

Pbro. Abel Flores AceveDos u p e r i n t e n d e n t e g e n e r A l

la oración por otras personas se conoce como la oración de intercesión. Se necesita invertir tiem-po y suplicar con todo el corazón en la presen-cia de Dios a favor de otras personas. Rogarle al Señor para que responda, ayude, provea y supla

conforme a su gracia para satisfacer necesidades o interven-ga para bendecir a otros.

En el Antiguo Testamento encontramos a través de sus historias intercesores que pidieron con fe en favor de otras personas y sus oraciones fueron escuchadas y respondidas po-derosamente.

Cuando el pueblo de Israel sufría bajo el yugo de esclavitud en Egipto, el Señor envió plagas para castigar a sus enemigos y liberarlos con poder. Sin embargo, Moisés, con toda manse-dumbre y paciencia cada vez que el Faraón le pedía oración, intercedía en favor de los egipcios.

Moisés oró para que Dios quitara las ranas: Entonces Je-hová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: Jehová ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva. Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castiga-ré con ranas todos tus territorios. Y el río criará ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa, en la cámara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas. Y las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Extien-de tu mano con tu vara sobre los ríos, arroyos y estan-ques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egip-to. Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de

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Sendas d e J u s t i c i a

3

intercederpor otros es una muestra de amor verdadero, de un corazón sano y

libre de rencores o envidias. orar a favor de otros

refleja la madurez espiritual, es una acción

recompensada por dios.

e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

estén. Y aquel día yo apartaré la tierra de Gosén, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Je-hová en medio de la tierra. Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Ma-ñana será esta señal. Y Jehová lo hizo así, y vino toda clase de moscas molestí-simas sobre la casa de Faraón, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el país de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas. Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Cami-no de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá. Dijo Faraón: Yo os dejaré ir para que ofrezcáis sacrificios a Jehová vuestro Dios en el desierto, con tal que no vayáis más lejos; orad por mí.

Y respondió Moisés: He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré a Jehová que las diversas clases de moscas se vayan de Faraón, y de sus siervos, y de su pueblo mañana; con tal que Faraón no falte más, no dejando ir al pueblo a dar sacri-ficio a Jehová. Entonces Moisés salió de la presencia de Faraón, y oró a Jehová. Y Jehová hizo conforme a la palabra de Moisés, y quitó todas aquellas moscas de Faraón, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una. Mas Faraón endureció aun esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo (Éxodo 8:20-32).

Finalmente, otra vez intercedió para que Jehová quitara el granizo: Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del cam-po en el país de Egipto. Y Moisés exten-dió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar y granizar, y el fuego se descargó sobre la tierra; y Jehová hizo llover grani-zo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con el granizo,

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tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fue habitada. Y aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, así hombres como bestias; asimismo des-trozó el granizo toda la hierba del cam-po, y desgajó todos los árboles del país. Solamente en la tierra de Gosén, donde estaban los hijos de Israel, no hubo gra-nizo. Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os de-jaré ir, y no os detendréis más. Y le res-pondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová, y los truenos cesarán, y no habrá más gra-nizo; para que sepas que de Jehová es la tierra. Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios. El lino, pues, y la cebada fueron destrozados, porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en caña. Mas el trigo y el centeno no fueron destrozados, por-que eran tardíos. Y salido Moisés de la presencia de Faraón, fuera de la ciudad, extendió sus manos a Jehová, y cesaron los truenos y el granizo, y la lluvia no cayó más sobre la tierra. Y viendo Fa-raón que la lluvia había cesado, y el gra-nizo y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón él y sus siervos. Y el corazón de Faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, como Jehová lo había dicho por medio de Moisés (Éxo-do 9:22-35).

El Faraón pedía la oración una y otra vez. Y el Señor respondía a cada ruego que Moi-sés hacía, mostrando su majestad y dominio. Las oraciones de intercesión llegaban a la presencia de Dios y la respuesta era eviden-te ante una nación injusta y obstinada como el mismo Faraón. Lo más sorprendente de la oración intercesora de Moisés fue cuan-do ruega a Dios por sanidad para María su hermana, para que el Señor la sanara de la lepra que había recibido como castigo de

Dios por murmurar contra Moisés: María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha ha-blado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tie-rra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al taber-náculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la colum-na de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre voso-tros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? Entonces la ira de Jeho-vá se encendió contra ellos; y se fue. Y la nube se apartó del tabernáculo, y he aquí que María estaba leprosa como la nieve; y miró Aarón a María, y he aquí que estaba leprosa. Y dijo Aarón a Moi-sés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque lo-camente hemos actuado, y hemos pe-cado. No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne. Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora (Números 12:1-13).

Otro intercesor compasivo fue Isaac, quien pide a Dios por la esterilidad de Rebe-ca su esposa: Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová:

Dos naciones hay en tu seno,

la oraciónde intercesión por

la familia es de gran valor y de

resultados divinos. el señor responde

con poder para obrar maravillas y

prodigios así como para dar respuesta a las necesidades. la oración de isaac

fue escuchada y aceptada por jehová, quien extendió su misericordia

para honrar al matrimonio y

quitar la esterilidad que había dejado tristeza y soledad.

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Sendas d e J u s t i c i a

5e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;

El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,

Y el mayor servirá al menor.Cuando se cumplieron sus días para

dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llama-ron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuan-do ella los dio a luz (Génesis 25:21-26).

Fue una oración llena de sinceridad y amor, un clamor que salía de lo más profun-do del corazón, una súplica que tocó el cora-zón del Creador. La Palabra de Dios dice que Rebeca concibió unos gemelos a quienes les nombraron Esaú y Jacob.

La oración de intercesión por la familia es de gran valor y de resultados divinos. El Se-ñor responde con poder para obrar maravillas y prodigios así como para dar respuesta a las necesidades. La oración de Isaac fue escu-chada y aceptada por Jehová, quien extendió su misericordia para honrar al matrimonio y quitar la esterilidad que había dejado tristeza y soledad.

Cada oración de intercesión hecha con toda el alma y confiando en el poder de Dios recibe tarde o temprano una respuesta del cielo. La vida de Rebeca e Isaac cambió por completo, su hogar se lleno de alegría y el co-razón de ellos fue saturado de satisfacción. Lo que parecía un hogar triste y destinado a la insatisfacción fue transformado por la oración de intercesión. Una suplica persistente y llena de fe provoca que el cielo se abra y descienda la bondad infinita del Creador.

Un tercer intercesor del Antiguo Testa-mento es Job. Su historia comienza cuando ora por sus hijos: Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hom-bre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y le nacieron siete hijos y tres hijas. Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinien-

tas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales. E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que co-miesen y bebiesen con ellos. Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía ho-locaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días (Job 1:4.5). Y termina orando por sus amigos: Y quitó Je-hová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job (Job 42:10).

Job era un hombre que vivía de manera grata ante los ojos de Dios. Como padre era su-mamente responsable y cuidaba la salud espiri-tual de sus hijos. Su oración por su familia era ferviente y ofrecía holocaustos con el propósito de agradar al Señor y buscar el favor de Jehová para su descendencia. Intercedía con gran res-ponsabilidad y suplicaba delante de Dios por cada uno en particular porque anhelaba la ben-dición del Todopoderoso para su hogar.

Interceder por otros es una muestra de amor verdadero, de un corazón sano y libre de rencores o envidias. Orar a favor de otros refleja la madurez espiritual, es una acción recompensada por Dios. El mismo Señor Je-sucristo oró en favor de otras personas y por nosotros aun antes de que le conociéramos como nuestro Salvador: Mas no ruego so-lamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos (Juan 17:20).

La oración por otras personas es bíblica, práctica y de grandes resultados. La interce-sión es sembrar en lo secreto para cosechar en público. Es derramar nuestra alma para que otros sean bendecidos. Es renunciar al egoís-mo y dar lugar a la bondad y generosidad en favor de otros.

la oraciónpor otras personas es bíblica, práctica

y de grandes resultados.

la intercesión es sembrar en lo secreto para

cosechar en público.

es derramar nuestra alma

para que otros sean bendecidos.

es renunciar al egoísmo y dar

lugar a la bondad y generosidad en

favor de otros.

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6 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

Pbro. juAn jesús Pérez gonzálezs e c r e t A r i o g e n e r A l

lA orAcióneficaz

Y todo lo que pidiereis en oración,creyendo, lo recibiréis

(Mateo 21:22).

orAción con Fe ProFunDA Y todo lo que pidiereis en oración, cre-yendo, lo recibiréis (Mateo 21:22). La clave de la respuesta a la oración está en la certeza (la fe) con la que se pide, según lo expresa el Señor Jesucristo en este versícu-lo del primer evangelio. El poder eficaz de la oración no radica en ella misma, ni siquie-ra en la necesidad del que la hace, sino en el poder de Dios quien la escucha. El úni-co elemento válido sobre el cual descansa la

oración eficaz es la fe profunda en el amor y el poder de Dios a favor de los que invocan su ayuda. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público (Mateo 6:6).

orAción en gruPoTodos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con

una de las definiciones de la palabra eficaz, es “que produce el efecto esperado”. Es a esto a lo que nuestro Señor Jesucristo se refiere cuando habla de la eficacia de la oración. El Señor manifiesta la certeza de recibir del Padre todo aquello que se

pide en oración. La clave es pedir creyendo en que habrá una respuesta de parte del Todopoderoso, porque no tendría caso orar si las oraciones del pueblo de Dios o del creyente en particular no tuvieran alguna res-puesta. La oración eficaz no tiene que ver con el tiempo, sino con la pro-fundidad y la fe con que se realiza. Veremos a través del presente artículo algunos principios básicos de la oración eficaz:

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7e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

María la madre de Jesús, y con sus her-manos (Hechos 1:14). Las oraciones colec-tivas también son contestadas por el Señor, y para ello entra en vigor la fe profunda en la gracia y el poder de Dios que hacen que el Padre celestial dé respuesta a las necesidades presentadas a él.

Existen varios ejemplos bíblicos de oracio-nes colectivas que fueron contestadas. Fue-ron plegarias que invocaban el poder divino, algunas veces en circunstancias difíciles:• El día de Pentecostés: Cuando llegó

el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos (Hechos 2:1). En esta ocasión el propósito del grupo de 120 dis-cípulos era buscar la promesa del Padre, es decir, el bautismo del Espíritu Santo. Este acontecimiento se cumplió estando

todos ellos unánimes, en oración. Todos fueron bautizados con el Espíritu Santo y hablaron en otras lenguas como señal. Allí recibieron poder para ser testigos de Cristo en toda Jerusalén, en Samaria y después en toda la tierra.

• Laiglesiatambiénoródurantedelencar-celamiento de Pedro y Juan y luego de su liberación. Esta oración en grupo fue contestada oportunamente por el Señor: Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu San-to, y hablaban con denuedo la pala-bra de Dios (Hechos 4:31). Fue una ora-ción realizada por una iglesia atribulada, pero con gran fe para pedir. La oración eficaz siempre será contestada.

l a v i d a d e o r a c i ó n

las oracionescolectivas también

son contestadas por el señor, y

para ello entra en vigor la fe profunda

en la gracia y el poder de dios que hacen que

el padre celestial dé respuesta a las necesidades

presentadas a él.

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8 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

orAción PersonAlMas tú, cuando ores, entra en tu aposen-to, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público (Mateo 6:6). Cuando oramos de forma priva-da entramos a la presencia de Dios, nos alle-gamos al trono de su gracia. Orar es como un suspiro del alma, en ella convergen nuestras emociones y las dirigimos hacia el trono del Creador del universo, quien las recibe y las contesta de acuerdo a nuestra fe y según su voluntad. Por medio de la oración personal, plena de certeza, logramos:

• ObtenerpoderparaelservicioaDios.• Pedirperdónpornuestrospecados.• DargraciasaDiosportodo.• RecibirdenuedoparapredicarlaPalabra

del Señor.• Alcanzarvictoriaenlasadversidades.• Obtenerpoderparavencerlatentación.• Serlibradosdelmal.• Alcanzarnuestrasmetas.

Por estos motivos y muchos más debemos orar eficazmente para obtener de parte de Dios la respuesta oportuna.

orAción con PerseverAnciAOrando en todo tiempo con toda ora-ción y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súpli-ca por todos los santos (Efesios 6:18). La oración no debe ser un instrumento al que acudimos sólo cuando tenemos problemas. Por el contrario, debe ser el gimnasio en el cual la iglesia, y cada creyente en particular, se prepara para enfrentar la batalla de la fe. La oración es un compromiso de todo cris-tiano. La oración ha de ser una disciplina constante en todo hijo de Dios. Sin oración permanente no se puede ser un verdadero creyente.

orAción en el esPírituPero vosotros, amados, edificándoos so-bre vuestra santísima fe, orando en el

Espíritu Santo (Judas 20). Orar en el Espí-ritu Santo es la manera más eficaz de oración, pues el Consolador es quien conoce realmen-te nuestras necesidades.

• Nosayudaennuestrasdebilidades.• Intercedepornosotroscongemidosinde-

cibles.• Ora como conviene y no como nosotros

queremos.

Orar en el Espíritu implica pasar un buen tiempo en la presencia de Dios. Implica orar con profundidad y concentración. Implica ser sensible a la presencia de divina y tener un anhelo profundo por ella.

AcePtAnDo lA voluntAD De Dios…respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi po-der se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo (2 Corintios 12:8, 9). Nuestras peticiones expresadas al Señor a través de la oración están sujetas a la determinación de la voluntad de Dios. Él es soberano y hace lo que quiere, con quien quiere y como él quiere. Su voluntad siempre es perfecta y obra en nuestro beneficio. El Todopoderoso sabe lo que conviene en cuan-to a lo que pedimos.

Así que aquello de que “yo declaro”, “lo decreto”, “lo ato”, etc., que por cierto está muy de moda ahora, se encuentra muy lejos del principio bíblico de que todo debe ser confor-me a la voluntad de Dios y su soberanía.

El apóstol Pablo era un hombre de fe. Él tenía un gran problema personal, y no duda-mos de que su oración era hecha con certeza, pero el Señor le dijo: Bástate mi gracia. Lo que Jesucristo quiso decirle fue: Voy a ayu-darte para que a pesar de tu aguijón me sirvas. Aceptar la voluntad de Dios es también una oración eficaz.

Oremos en todo tiempo, ya que sólo oran-do sin cesar venceremos.

nuestraspeticiones

expresadas al señor a través de la oración

están sujetas a la determinación de

la voluntad de dios. él es soberano y

hace lo que quiere, con quien quiere y como él quiere. su voluntad siempre

es perfecta y obra en nuestro

beneficio. el todopoderoso

sabe lo que conviene en cuanto a lo que pedimos.

l a v i d a d e o r a c i ó n

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9e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

Es que la oración es en sí misma un estilo de vida que por necesidad implica la totalidad del ser humano. La oración se deja ver en la forma de pensar, de sentir, de actuar. El cre-yente que se guarda en oración lo refleja en cada área de su vida. El ministro de oración resulta obvio en su forma de vivir y de servir.

Las razones se hallan en el Dios al que formulamos y elevamos nuestras oraciones. Es uno que nos busca a causa de su amor a

la creación y a la humanidad. Él está cerca-no. Nos quiere a su lado, en la dulzura de su comunión. Habla con nosotros y nosotros ha-blamos con él, le oramos a él. Nunca en rezos redactados por otros, siempre en la esponta-neidad de la oración. Las fórmulas rituales de pretensiones apotropaicas se hacen añicos frente al poder de un creyente de oración. No es rigidez, es plasticidad.

Así fue desde el Edén, aunque después

¿Así que no hAbéis podido velAr

conmigounA horA?

( m A t e o 2 6 : 4 0 )

Pbro. guillermo roDríguez herrerAt e s o r e r o g e n e r A l

Aunque como tal la palabra orar aparece hasta Génesis 20:17, por cierto que en su forma más sublime, en un contexto de intercesión,

pues Abraham oró a Dios por Abimelec y su casa, desde el inicio de la creación el hombre sostuvo co-munión con Dios también por medio de palabras.

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10 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

con Enós se sugiera acaso una temprana re-novación en la forma de la oración, quizá un protoavivamiento, vamos, algo debió ocurrir que trasladó la esencia de la oración, que es la invocación profunda, al ánimo ya no de la individualidad pero sí de la colectividad, de forma que el registro bíblico asienta: Enton-ces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.

Entre el débil y frágil Enós, que tal sería el significado de su nombre, y la violencia del poderoso Lamec y de esa estirpe de grandes y gastados de sí mismos urbanistas, ganaderos, músicos, forjadores de herramientas de me-tal, ahora en nuestro tiempo profesiones del

todo apropiadas pero que en ellos les significó la construcción de su propio Babel al autoeri-girse como el todo de sus vidas, ya el eterno peso de gloria atraía a quienes sabían que lo esencial era dejarse atraer a la comunión con el Eterno, a la invocación de su nombre, a la vida de oración, pues.

Orar es para los débiles. Es para quienes se sepan vulnerables en el mundo. Es para quienes desdibujen su ego para permitir que en ellos sean forjados los eternos valores del cielo. Es para quienes se sientan solos, acaso incomprendidos. Es para aquellos que expe-rimenten el vacío en su propia alma. Es para quienes emprendieron la batalla para regre-

l a v i d a d e o r a c i ó n

las nubesregresan y destilan

bendición. el polvo se convierte

en plataforma y las aparentes

víctimas terminan por convertirse en

vencedores.

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l a v i d a d e o r a c i ó n

sar a casa derrotados. Es para quienes sus sueños se hayan convertido en nubes que el aire las cambia de forma y termina por arrastrar más allá de la vista. Es para los que mordieron el polvo, victimizados por esto o por aquello. Es para los que tan solo tienen memoria del nombre de Jehová nuestro Dios y por esa memoria nos levantamos, y estamos en pie.

El anhelo del que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos hace que entonces la fragilidad de nuestras palabras se tornen primero en susurro, más tarde en clamor y terminan en convicción divina. Entonces los débiles se levantan donde los fuertes se caen. Los vulnerables son revestidos con la armadura de Dios y se convierten en guerre-ros poderosos. Los desdibujados resultan ser llamados hijos de Dios. Los solos se sienten acompañados por los mensajeros del Señor. Los incomprendidos se saben escuchados. Los vacíos se vuelven llenos. Los derrotados dicen que todo lo pueden en Cristo que for-talece. Las nubes regresan y destilan bendi-ción. El polvo se convierte en plataforma y las aparentes víctimas terminan por convertirse en vencedores.

En esas paradojas de la vida los fuertes en su propia conceptualización siguen confiando en sus fortalezas que los debilitan mientras que los débiles confían en la Fortaleza que los fortalece, por medio de la comunión, de la oración, de la emisión de palabras que captan la emoción, verbalizan el sentimiento, orali-zan el deseo, resumen el anhelo en palabras de todos los tonos y los volúmenes posibles. Aun si con todo esto no lo logra expresar la intención, si la fuerza no alcanza para más, si las palabras se hacen insuficientes y rehuyen del pensamiento, entra esplenderoso en la es-cena el Paracleto que en ese lenguaje inigua-lable hace lo que nosotros no alcanzamos ni alcanzaremos a hacer, transmutándolo todo y discerniendo entonces que la oración no era lo que yo puedo hacer en Dios sino lo que Dios hace en y con nosotros.

El que no ora el diablo o lo mordisquea o lo devora, es una expresión que llama a hacerlo,

que desafía a incrementarla, que sensibiliza a lo que está de por medio. Hay quienes han cedido el espacio al maligno; han capitulado en sus valores; han rendido la plaza. En ma-yor o menor grado. Entonces se dimensiona despojada de carácter volitivo para conver-tirse en artículo de primera necesidad de la fe. Deje de ser un si oras para venir a ser un cuando oréis. Es tan fundamental que se presupone en la gente de fe y adquiere una naturaleza de mandato: Orad sin cesar, a ejecutarse en forma intemporal: orando en todo tiempo.

Entonces el reclamo getsemanita por la ausencia de la fuerza intercesora es por de-más entendible: ¿Así que no habéis podi-do velar conmigo una hora? La deriva-ción didáctica de ello surge casi por nece-sidad: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Es en minúscula, el espíritu, porque es el nuestro, lo que nos acerca a Dios. Está pres-to de forma que aunque nuestra humanidad tiende al relajamiento de la exigencia nues-tra responsabilidad nos convoca a permane-cer en ello. El que vela no debe de dormir. El que vigila no debe de descuidarse. El que guarda no debe de perder. El que cuida la puerta no debe de abandonar su puesto. El que ora no debe de dejar de hacerlo. El que quiera llegar hasta el final no debe de dor-mirse en sus laureles.

Nunca, porque por la oración nuestra pe-queñez dialoga con la infinitez del Maestro y nos equipa haciéndonos aceptables y fortale-cidos y bendecidos.

En palabras de Stanislao Marino:Si tú hablas con Dios las cosas cambiarán,Orando;Cualquier necesidad Dios la resolverá,Orando;Descansar en el Señor, las penas mitigar,Orando;Bendita oración, yo puedo hablar con Dios,Orando.¡Amén...!

orar es paralos débiles. es

para quienes se sepan vulnerables

en el mundo. es para quienes desdibujen su

ego para permitir que en ellos

sean forjados los eternos valores

del cielo. es para quienes se sientan

solos, acaso incomprendidos. es para aquellos

que experimenten el vacío en su

propia alma. es para quienes

emprendieron la batalla para regresar a casa

derrotados.

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lA enseñAnzA de cristo sobre

lA orAción

cristo instruyó sobre lA imPortAnciA De lA orAciónEn el sermón del monte incluyó el Maestro ordenanzas específicas sobre la oración y la actitud piadosa que debemos manifestar los herederos del reino. Hemos de responder a las agresiones de manera distinta a la que lo hace el mundo. El odio y el rencor, el des-precio y la maldición son reacciones natura-

les hacia los enemigos; pero los hijos de Dios tenemos que orar por los que nos ultrajan y persiguen (Mateo 5:44, 45).

La enseñanza del Padrenuestro preten-de sentar las bases de la sincera devoción en cuanto a las disciplinas espirituales. Sobre la oración tiene esta porción aspectos negativos, que señalan los vicios a evitar a la hora de entablar plática con el Creador. La familia-

en las páginas de los evangelios se nos presenta al Señor Jesu-cristo como modelo de vida devocional. La comunión con el Padre siempre fue prioridad para el Maestro. Así quiso ense-

ñar también a los suyos sobre la importancia de la oración. La ins-trucción que el Hijo de Dios nos legó está en la Escritura, tanto en el aspecto teórico y doctrinal, como en el aspecto práctico y cotidiano.

El Espíritu Santo inspiró a los autores de la Escritura para con-signar los detalles importantes y trascendentes de la vida del Señor. Los santos hombres de Dios nos dejaron testimonio de episodios cumbres en los que el Maestro enseñó sobre la oración como medio para satisfacer la necesidad más esencial que tiene el ser humano: la comunión con el Eterno. Diversos pasajes bíblicos refieren que en Jesucristo esta era una práctica regular, frecuente y cotidiana.

Pbro. josé m. sAuceDo vAlenciAnos u p e r i n t e n d e n t e A d j u n t o d e l A z o n A c e n t r o

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ridad debe prevalecer y la intimidad ha de procurarse haciendo a un lado los protocolos que buscan la gloria del que ora más que la de Dios. Tenemos que ir más allá de la su-perficialidad, no perseguir la justicia propia ante los hombres, no atraer los reflectores de modo que ganemos fama como personas su-perespirituales. Si buscamos ser vistos por los demás perderemos la recompensa del Padre que está en los cielos (Mateo 6:1).

De acuerdo a lo que enseña Cristo debe-mos evitar la hipocresía en la oración. Señala el Maestro como reprobable las pretensiones y las formas de los que aman ser admirados por sus semejantes. Habla de personas que procuran lugares y tiempos estratégicos como plataformas para presumir su devoción. Se trata de hombres que aprovechan los lugares públicos y concurridos para levantar clamor. Fingen que se dirigen al Creador, pero apun-

tan a ser escuchados y observados por los circunstantes. Esa es su recompensa, que las multitudes se impresionen con su espectácu-lo (Mateo 6:5).

La sinceridad ante todo, la devoción por encima del hambre de reconocimiento. La privacidad es importante, porque lo que el Creador ve en secreto lo recompensa en pú-blico. En la oración no se trata de lucir, sino de estar en la presencia de Dios. No nos acer-camos primordialmente por cuestiones mi-nisteriales, sino por necesidad de su amor y gracia. Anhelamos su bendición y por ello se-paramos tiempo para habitar en la hermosura de su santidad. En la intimidad de la casa, a puerta cerrada, sin grupos que nos observen, será la mejor forma de platicar con nuestro Padre (Mateo 6:6).

Las repeticiones vanas y la abundancia de palabrería solemne no es lo ideal para la

tambiéninstruyó jesús a sus

discípulos a orar para la satisfacción de las necesidades de la obra del dios. Ante la necesidad de obreros para congregar a las

ovejas descarriadas y cuidar a las

desamparadas.

l a v i d a d e o r a c i ó n

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vida devocional. Es más bien un artilugio de los líderes espirituales del mundo para impre-sionar a sus seguidores (Mateo 6:7). Ante el Padre celestial hay que presentarse de forma sencilla, franca y confiada. Dios responderá con agrado a la franqueza del alma que expre-sa palabra espontánea, sincera, con una ac-titud humilde. No hay manera de conseguir más del Señor mediante declaraciones rim-bombantes ante su presencia. La elocuencia no asegura mayor respuesta del Eterno. Él sabe lo que necesitamos y antes que las peti-ciones salgan de nuestra boca ya las conoce todas. No tenemos que convencer al Altísimo de que debe bendecirnos, más bien, debemos mantener la convicción de que quiere hacerlo (Mateo 6:8).

La oración modelo presenta una serie de factores que no deben faltar en nuestro de-vocional:

El reconocimiento de la supremacía di-vina. Dios está en los cielos. Su nombre es santo y debe ser santificado. Su grandeza es inalcanzable y su jerarquía está por encima de todo. Es nuestro Padre, y nos acercamos a él confiados, pero siempre le guardamos la reverencia debida (Mateo 6:9).

El reconocimiento de su reino como nues-tra esperanza suprema. Oramos por que ven-ga su reino, y que se haga su voluntad, como en el cielo, también en la tierra. Intercedemos por la exaltación divina y el cumplimiento de sus propósitos redentores en el mundo. Antes de cualquier exposición de peticiones perso-nales, mostramos interés de la gloria de nues-tro Dios. Anhelamos la manifestación de su majestad sobre todas las cosas (Mateo 6:10).

El reconocimiento de nuestra dependen-cia absoluta de Dios. Nuestra oración confiesa fe en su provisión a diario. Cada día queremos que nos otorgue su favor. No importa cuán seguro parezca nuestro futuro, con cuántos recursos materiales contemos, pedimos al Se-ñor que nos sustente (Mateo 6:11).

El reconocimiento de nuestra necesidad de perdón. Rogamos a diario que nuestros pecados y ofensas sean borrados. Que la gra-cia divina nos limpie de todo factor contami-

nante. Que nuestra alma aprenda a pedir y a otorgar el perdón cuantas veces sea necesario (Mateo 6:12).

El reconocimiento de nuestra debilidad carnal. Nos humillamos ante Dios y le roga-mos que no nos meta en tentación, que no nos ponga a prueba, que no nos deje caer en los lazos y las trampas que nos tienden el dia-blo y el mundo. Imploramos que su miseri-cordia nos sostenga de pie hasta el final de la carrera (Mateo 6:13).

El reconocimiento de nuestra necesidad de protección divina. En la oración implora-mos ser librados del mal, del maligno, de toda la perversidad que se levante contra nosotros. Queremos ser cubiertos por el poder y la gra-cia de nuestro Padre celestial.

El reconocimiento de la dignidad absolu-ta de la gloria del Padre. Como empezamos la oración adorando, así la concluimos. Atri-buimos al Creador el reino, el poder y la glo-ria que le pertenecen eternamente. El amén final habla de nuestra convicción y certeza de que adoramos al Dios que posee toda la po-testad sobre nuestra vida, y toda la suficiencia para sustentarnos (Mateo 6:13).

Jesús nos motiva a descansar en la pre-sencia divina a través de la oración. Todos los afanes y las preocupaciones de lo material deben pasar a segundo término en nuestra devoción. El Padre conoce bien nuestras ne-cesidades, y él hará que los recursos vengan por añadidura a quienes buscamos el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:31-33).

También instruyó Jesús a sus discípulos a orar para la satisfacción de las necesida-des de la obra del Dios. Ante la necesidad de obreros para congregar a las ovejas des-carriadas y cuidar a las desamparadas, así como la urgencia de siervos para atender los problemas del campo, llamó a los doce para que rogaran al Señor de la mies que enviara refuerzos suficientes (Mateo 9:38). Minis-tros y maestros abundaban en aquel tiempo, pero no realizaban el trabajo que se reque-ría. No se trata, pues de amontonar personal o tener multitud de acreditados en las listas ministeriales, sino de que lleguen los hom-

l a v i d a d e o r a c i ó n

jesús nosmotiva a descansar

en la presencia divina a través de la oración. todos los afanes y las

preocupaciones de lo material deben pasar a segundo

término en nuestra devoción. el

padre conoce bien nuestras

necesidades, y él hará que los

recursos vengan por añadidura a

quienes buscamos el reino de dios y su justicia (mateo

6:31-33).

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15e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

en el iniciode su ministerio encontramos al

señor en comunión con dios. luego de ser bautizado por juan, lo primero que hizo nuestro salvador fue orar. Y mientras jesús hablaba con el

padre el cielo se abrió, entonces

descendió el espíritu santo y reposó sobre él

en forma corporal. la unción y la comunión van

de la mano en la persona del hijo

del Altísimo (lucas 3:21, 22).

bres y las mujeres que de verdad empeñarán su vida e invertirán sus fuerzas y recursos para cumplir el llamado divino de servir. Por ello tenemos que pedir al Espíritu Santo que él sea quien intervenga para suplir lo que la misión requiere.

En la expresión de su celo radical ante los comerciantes del templo, cuando con un láti-go azotó y volcó las mesas de los cambistas y los vendedores de animales que lucraban con la fe de los adoradores, Jesucristo demandó volver al propósito original de la edificación del templo como casa de oración (Mateo 21:12, 13).

Siempre motivó a los discípulos a orar cre-yendo que los resultados serán de bendición. En el contexto de la higuera que se secó a la orden del Maestro, cuando sus seguidores le preguntaron por qué el árbol se murió ense-guida, Jesús les responde que es cuestión de creer y no dudar, y luego les refiere que el respaldo de la fe es la oración anticipada a la acción (Mateo 21:18-22).

Jesús instruyó en una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1-8).

El relato presenta a un juez que no tenía temor de Dios ni respeto por los hombres. Era un impío, sin sentimientos nobles ni atisbos de gentileza. En la misma ciudad habitaba una viuda agraviada, que en su necesidad no dejaba de pedir al magistrado que la socorrie-ra y acabara con la injusticia de quienes la habían perjudicado. La mujer pobre y desam-parada, sin recursos y llena de desventajas, no recibe atención del varón, quien la despre-cia por un tiempo. Pero ella tenía como virtud principal la persistencia. No se le despega al representante del estado. No se rinde a pesar de que el hombre parece implacable. No lo deja ni a sol ni a sombra. No descansa hasta lograr su objetivo.

Llegó el momento en que el juez se can-só de la insistencia de la viuda. Él no temía a Dios ni a hombre, no tenía una concien-cia piadosa que lo impeliera a socorrer a una desvalida, pero supo que la única forma de deshacerse de la aferrada dama era hacién-

dole justicia. Entonces decidió quitársela de encima y darle trámite a su demanda.

El Señor utiliza este ejemplo para ilustrar cómo hasta en el mundo impío la persistencia es clave para el alcance de los objetivos. Ese principio se debe aplicar en la oración. Las peticiones nuestras que de verdad nos impor-tan deben ser presentadas a Dios a toda hora. Si un juez injusto responde a la constancia, ¿cómo no obrará el Padre de justicia a favor de los escogidos que claman a él de día y de noche? (Lucas 18:7, 8).

En el Getsemaní con vehemencia enfatizó el Señor a sus tres íntimos discípulos sobre la fuerza que proporciona la oración contra las tentaciones (Lucas 22:40). Ellos no habían podido velar con él ni siquiera una hora en un momento de tanta crisis. Mientras él agoni-zaba en su clamor, ellos dormían dominados por el cansancio. La fatiga pudo más que la necesidad. Llegado el momento de partir el Señor les recriminó su falta de disciplina. Les advirtió que la comunión con Dios es la forma de vencer la tentación (Lucas 22:44-46). No importa cuánto anhelemos hacer la voluntad divina en nuestro espíritu, la carne es débil y no responderá adecuadamente ante el desaliento, a menos que nos fortalezcamos en el Señor (Mateo 26:40-41).

cristo Dejó un moDelo DevocionAl Práctico con su viDA De orAciónEn el inicio de su ministerio encontramos al Señor en comunión con Dios. Luego de ser bautizado por Juan, lo primero que hizo nues-tro Salvador fue orar. Y mientras Jesús habla-ba con el Padre el cielo se abrió, entonces descendió el Espíritu Santo y reposó sobre él en forma corporal. La unción y la comunión van de la mano en la persona del Hijo del Al-tísimo (Lucas 3:21, 22).

A su programa de misión integró Cristo el ayuno bajo la dirección del Espíritu Santo. Se consagró por completo a Dios en un progra-ma de oración y meditación. Fue un período de preparación espiritual para la misión. El diablo lo tentó de múltiples formas, con los

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l a v i d a d e o r a c i ó n

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ataques más severos en su mente y sus deseos personales. Pero la gracia divina lo capacitó y la Palabra fue baluarte para salir triunfante de ese tiempo de prueba. Salió del desierto a la ciudad saturado de fuerza y poder para iniciar la obra de predicación, ministerio y sanidad, como el Ungido de Jehová (Mateo 4:1-21).

Antes del llamamiento de los doce que lo acompañarían a lo largo de su ministerio el Maestro habló largamente con Dios. Su prio-ridad fue siempre mantener la sintonía con el Padre, conocer su voluntad y ejecutarla sin retraso (Lucas 6:12, 13). La integración de su equipo era asunto primordial en la misión. Los elegidos cumplirían un propósito espe-cífico en el proyecto divino y mediante ellos haría trascender su obra y su doctrina hasta los confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos. Era necesario, pues, procurar la di-rección del Espíritu Santo en esta parte del plan de salvación.

No pocos pasajes permiten ver la discipli-na de Jesús en la oración como estilo de vida. No eran esporádicos los momentos de comu-nión, sino que tenía por costumbre agendar lapsos de privacidad con Dios. Eran tiempos a solas con el Eterno, se apartaba hasta de sus más íntimos discípulos para platicar úni-camente con el Altísimo. En múltiples oca-siones de noche o en la madrugada, antes del amanecer, en la oscuridad acudía al desierto o a las montañas para tener su devocional (Mateo 14:23; Marcos 1:35; 6:46; Lucas 5:16; 6:12; 9:28).

Jesús termina su ministerio en oración ferviente. La plegaria que registra Juan por la unidad de sus discípulos evidencia su pro-funda comunión con el Padre. Ruega al Crea-dor que guarde a los fieles del mal, que los proteja del mundo. Antes de partir al lugar de gloria intercede por los que permanece-rán más tiempo en la tierra. Implora para que sean santificados en la verdad y que lleguen a la meta de estar con Cristo en la presencia majestuosa del Eterno (Juan 17).

Luego lo encontramos en Getsemaní, en terrible angustia, en dolorosa agonía. En su máximo punto de quiebra, en su mayor ex-

presión de debilidad, Cristo ruega al que lo envió, que haga pasar la copa de la cruz, pide ser librado del tormento. Su carne se quiere rebelar contra la misión. Sin embargo, el espí-ritu se antepone y el clamor final manifiesta rendición absoluta: Que no se haga mi vo-luntad, sino la tuya (Lucas 22:41, 42).

Una y otra vez se retira de los tres que lo acompañan para estar a solas con el Padre. Su cuerpo suda sangre, su alma siente un miedo horrible, pero en la presencia divina se refu-gia y se fortalece. En el momento de mayor estrés viene del cielo un ángel para brindarle aliento (Lucas 22:42, 43). La oración es su arma efectiva, mediante ella descansa, se li-bra de la tensión, se entrega a Dios sin reser-vas. Sus momentos devocionales le permiten salir triunfante aun de la más cruda lid. Gana con anticipación la batalla y vence al tentador desde su intimidad con el Altísimo.

En la cruz también encontramos al Señor orando hasta el fin. Su plegaria es poderosa, trascendente, sacrificial, como su vida entera. Ruega por el perdón de sus verdugos. Pide que se disculpe a sus sicarios, porque actúan bajo ignorancia (Lucas 23:34). Luego la agonía se potencia y siente en su carne el peso del pe-cado de la humanidad. Entonces levanta un clamor lleno de amargura, y saturado de espe-ranza, mediante un grito en el que se dirige al Padre como su Dios, y pregunta la razón del abandono (Mateo 27:46; Lucas 15:34). Al fi-nal suspira una oración el Salvador y entrega su espíritu al Eterno (Lucas 23:46).

La vida devocional de Jesucristo constitu-yó parte importante de su disciplina. Para la vida y el ministerio, para la misión de salva-ción universal y el trabajo específico de cada día, Jesús se comunicaba con Dios. Su ejem-plo nos debe inspirar a integrar una práctica constante y persistente de oración. Si procu-ramos seguir las pisadas del Maestro en este aspecto, gozaremos los mayores triunfos y disfrutaremos las mejores experiencias con el Señor. En la comunión íntima con el Todo-poderoso avanzaremos hacia el cumplimiento de nuestra vocación sin que nada nos impida consumar la obra que se nos encomendó.

en la cruztambién

encontramos al señor orando hasta

el fin. su plegaria es poderosa, trascendente,

sacrificial, como su vida entera. ruega por el perdón de

sus verdugos. pide que se disculpe a sus sicarios,

porque actúan bajo ignorancia (lucas

23:34).

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Alguien dijo: Si solamente oras y no lees la Biblia te vuelves fanático, y si solamente lees la Biblia y no oras te vuelves legalista.

La verdadera fe no es creencia sola. Es un elemento indispensable, pues viene de Dios al aceptar a su Hijo como nuestro Salvador y crece a medida que conocemos a Dios. Así la oración se convierte en una práctica que refleja si tenemos fe y si es ha-bitual en nosotros.

Como ministros preferimos a las per-sonas reales, genuinas, originales. No sola-mente que tengan fe sino que oren, y que no solamente oren sino que tengan fe; que sea consecuente lo uno y lo otro. Así que distin-guimos fácilmente que en la oración de cada consiervo se refleja su fe, y eso sucede cuando estamos relacionados y hemos andado tantito en el camino del servicio.

El problema es que algunos piensan que únicamente se necesita orar para procurar una fe sólida.

Entonces, la pregunta es: ¿Por qué es esencial la fe en la oración?

unA Fe esenciAl con orAción ProDuce Fruto La fe es escencial en la oración porque no se trata solamente de un discurso. La fe no es solamente una defincion profunda y correc-

ta, o un mero hablar. Algunos cuando oran y dicen alelusha o algunos sonidos supuesta-mente espirituales, piensan impresionar y de-mostrar que tienen mucha fe. Hablar es fácil, los políticos lo hacen mucho y algunas veces convencen más. La fe que es accionar no es un mero decir.

Jesucristo dijo: Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os cono-cí; apartaos de mí, hacedores de maldad (Mateo 7:20-23).

unA Fe esenciAl con orAción mueve A lA iniciAtivALa fe es esencial en la oración porque no es algo que solamente sentimos. La fe no es úni-camente emociones. Podemos sentir muchas cosas raras en la piel, pero si no hacemos nada es una mera emoción. Observemos este pasaje: Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que

lA Fe, elemento esenciAl

en lA orAción

17e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

la fe esescencial en la

oración porque no se trata solamente de un discurso. la fe no es solamente

una defincion profunda y

correcta, o un mero hablar.

Pbro. vicente cAstillo jiménezs u p e r i n t e n d e n t e d i s t r i t o v e r A c r u z

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son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2:15-16).

unA Fe esenciAl con orAción se DemuestrALa fe es esencial en la oración porque no es algo que solamente pensamos. La verdadera fe produce cambios que se demuestran. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17). Muchas veces oramos por las almas, por las misiones, por los visitantes o invitados a la iglesia, pero ni vamos, ni apoyamos y ni les damos seguimiento.

La fe es esencial en la oración porque es práctica. Se consolida con la vida de oración. Una vida no sólo de palabras, si no que es

reflejo de una conducta en la que realmente creemos.

Pablo era un hombre de fe que impulsa-ba su vida en dependencia de Dios. Contaba una fe de hábitos profundos. Y nos habla de esta manera en la palabra de Dios: Exami-naos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os co-nocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis re-probados? (2 Corintios 13:5).

La fe pone la oración a trabajar, despeja el camino hacia el propiciatorio. Asegura, ante todo, que hay un propiciatorio, y que allí, el Sumo Sacerdote espera las oraciones y a los que oran. E. M. Bounds.

Como pastores y ministros tengamos una fe genuina. Oremos, oremos y oremos mucho por tener ese tipo de fe comprometida que nos lleve a la acción de agradar a Dios en todo.

l a v i d a d e o r a c i ó n

la fe no esúnicamente emociones.

podemos sentir muchas cosas raras

en la piel, pero si no hacemos nada es una

mera emoción. observemos este

pasaje: Y si un hermano o una hermana están

desnudos, y tienen necesidad del

mantenimiento de cada día, y alguno

de vosotros les dice: Id en paz,

calentaos y saciaos, pero no les dais

las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si

no tiene obras, es muerta en sí misma (santiago 2:15-16).

18 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

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entenDer que Dios existe…porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe (He-breos 11:6 RVA).

No hay acto más sublime que acercarnos ante el trono de la gracia de nuestro Padre. Debemos hacerlo con fe, creyendo que en nuestra cita con el Eterno, él está presente.

En la palabra de Dios encontramos un sinnúmero de promesas que no dan lugar a que existan “creyentes ateos”.

Requisito fundamental en la vida de todo cristiano es la fe y la confianza en Dios. En la Biblia podemos encontrar muchos ejem-plos de hombres y mujeres que no perdieron su confianza en el Todopoderoso y creyeron con todo certeza que cuando oraban su pre-sencia era más que evidente.

Qué bendición y qué gran privilegio es poder hablar con el Creador del universo; pero más sorprendente aún es el hecho de que él nos oye y actúa a nuestro favor.

Lo primero que tenemos que conocer acerca de la oración con entendimiento es que nuestro Señor y Salvador Jesucristo tuvo que sufrir y morir en la cruz para hacer posi-ble nuestro acercamiento al trono de la gra-cia para orar y adorar (Hebreos 10:19-25). La Escritura nos promete que Dios siempre tiene un oído para escuchar el clamor de su

pueblo. Nosotros nunca debemos dudar que el Señor nos oye en los momentos difíciles: En mi angustia invoqué a Jehová, y cla-mé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos (Salmos 18:6).

entenDer que Dios es omnisciente…porque vuestro Padre sabe de qué co-sas tenéis necesidad (Mateo 6:8).

A diferencia de los dioses paganos que no saben nada, nuestro Dios conoce nuestras necesidades y está dispuesto a ayudarnos.

El propósito de orar no es para infor-mar a Dios de nuestras necesidades, sino para estrechar nuestra comunión con él. Sin embargo, una de las preguntas más frecuen-tes que las personas se hacen sobre la ora-ción es ¿por qué orar si Dios ya sabe todo?

Para Dios sería muy sencillo darnos lo que necesitamos, pues él es dueño de todo cuanto existe. Nuestro Padre pudiera brin-darnos todo lo que nos hace falta sin tener que esperar a que nosotros lo solicitemos. Pero recordemos que su mayor anhelo es es-trechar su comunión con nosotros, lo cual jamás sucedería si tan solo se enfocara en suplir nuestras necesidades.

Pero al alimentar nuestra comunión con

lA orAción debe ser con

entendimiento

Pbro. Antonio menDozA De lA cruzs u p e r i n t e n d e n t e d i s t r i t o o A x A c A

para diossería muy sencillo

darnos lo que necesitamos, pues

él es dueño de todo cuanto existe.

nuestro padre pudiera brindarnos

todo lo que nos hace falta sin tener

que esperar a que nosotros lo

solicitemos. pero recordemos que su mayor anhelo es estrechar su comunión con

nosotros, lo cual jamás sucedería

si tan solo se enfocara en

suplir nuestras necesidades.

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él llegamos a entender y a reconocer que Dios es nuestro Padre y que conoce nuestras necesidades, y no sólo eso, sino que además se constituye en nuestra única fuente que proveerá todo lo que nos haga falta.

entenDer que Dios es soberAnoHágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mateo 6:10).

Existe un atributo que Dios no comparte con ningún ser creado, su soberanía. Ésta se refiera a su gobierno absoluto sobre su creación. Someternos a la soberanía divina es el acto visible de todo creyente en el que manifiesta su aceptación y reconocimiento de que el Eterno es su Señor.

Cuando oramos debemos ser conscien-tes de que Dios ejercerá su voluntad sobre

nuestras vidas independientemente de que nos guste o no.

El ejemplo más claro de sometimiento a la soberanía de Dios es el de nuestro Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní …se postró sobre su rostro, orando y dicien-do: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú (Mateo 26:39).

En ocasiones resulta difícil para noso-tros aceptar la voluntad de Dios, e incluso llegamos a enojarnos con él. Sin embargo, lo que el Señor decida sobre nuestras vidas es lo mejor.

Acudir a la oración con una actitud su-misa al Señor cuando se trata de una pe-tición personal, muestra nuestra madurez como hijos de Dios, pero también es prue-ba del desarrollo de nuestro carácter como cristianos.

l a v i d a d e o r a c i ó n

qué bendicióny qué gran

privilegio es poder hablar con

el creador del universo; pero más sorprendente aún

es el hecho de que él nos oye y actúa

a nuestro favor.

20 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

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lA orAcióndebe ser un

modo de vida

Entre las situaciones más comunes que mar-caron a una persona que practica la oración como un modo de vida, pueden mencionarse los siguientes:

los tiemPos De ADversiDAD Éstos se presentan en la vida cotidiana y llevan a la persona a la toma de decisiones.

Cuando no se cuenta con los recursos, habi-lidades o relaciones necesarias para realizar un cambio en la problemática que se en-frenta, la oración aparece como el elemento indispensable, no sólo como medio de co-municación con Dios o recurso de descanso emocional, sino como el camino que lleva a la solución, la puerta que abre la senda de la

Pbro. AbimAel chávez Ponces u p e r i n t e n d e n t e d i s t r i t o n o r e s t e

21e n e r o 2 0 1 8 | A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s

l a oración es una virtud clave en la vida del ministro,

pues impacta y ejerce influencia en la vida de otros. No

es necesario hablar sobre la importancia de la oración;

todos los cristianos reconocemos su valor y su necesidad.

Para llegar a convertir la oración en una característica

esencial que identifique al ministro, éste debe pasar pri-

mero por una serie de momentos a los cuales ha de sobre-

ponerse. Si resulta victorioso, logrará desarrollar la oración

como estilo de vida.

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respuesta, la luz que hace resplandecer nue-vamente una vida que se encontraba hundi-da en la oscuridad del problema.

los obstáculos Buscan impedir el tipo de relación cercana que se origina como consecuencia de una vida de oración. El más común es la falta de tiempo. Es tan variado y vertiginoso el ritmo que desarrolla un ministro, que sus horas pueden diluirse sin haber pasado un tiempo en la presencia de Dios por medio de la ora-ción. Es por ello que, cuando se menciona que no existe tiempo para orar, en realidad

lo que se quiere decir es que no se le da la prioridad debida.

El descanso es imprescindible en la vida del ministro. Un lapso dedicado a la familia y a sí mismo en actividades lúdicas reactiva-rán su estado de ánimo y le harán recuperar el vigor físico perdido. Sin embargo, estas mismas acciones pueden convertirse en un obstáculo al que es necesario vencer, ya que el placer que producen llega a provocar que se les dediquen horas de más. Pasar tiem-po a solas con Dios es el descanso de mayor calidad que puede encontrarse ya que él da esfuerzo al cansado, y multiplica las

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l a v i d a d e o r a c i ó n

es tan variadoy vertiginoso el ritmo que desarrolla un

ministro, que sus horas pueden

diluirse sin haber pasado un tiempo en la presencia de dios por medio de

la oración.

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fuerzas al que no tiene ningunas (Isaías 40:29).

los DistrActores No siempre es fácil orar. A menudo la per-sona se encuentra sentada orando, y unos momentos después, está soñando despierta acerca de la conversación de ayer, la reunión de mañana, o las vacaciones de la próxima semana. Sin embargo, la distracción tam-bién ofrece una oportunidad para el creci-miento.

En la misma forma, se pueden mencionar los tiempos que producen satisfacción a nues-tros sentidos y que pueden robar el momento que le pertenece a la oración cuando se con-vierte en un hábito al que le dedicamos más de lo necesario. Por eso, es mensester que se pueda escuchar en todo momento de nues-tros labios: Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré… (Salmos 55:17).

los estADos emocionAles negAtivos No sólo se ora porque sucedió algo extraor-dinario en nosotros, ni porque de manera trágica la vida cambió. Menos aún se deja de orar por tener una situación desagradable con alguna persona. David es un ejemplo que nos enseña a no permitir que la emocio-nes rompan el momento de comunión con Dios. El rey de Israel hace una declaración de profunda confianza: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? (Sal-mos 27:1)

Es así que la oración se convierte en un modo de vida y no en un plan de contingen-cia cuando se reconoce que la voluntad de Dios se cumple en esta tierra.

Son dos las características comunes en una persona que ora:• La seguridad de que es escuchada

por Dios. En medio de una situación adversa y en un tiempo decisivo para la vida una nación Elías expresó: Respón-deme, Jehová, respóndeme… (1 Re-yes 18:37). El profeta estaba convencido

de que no realizaba un monólogo, sino que su oración era escuchada por Dios. Es con esa convicción que pide lo impen-sable. Jesús declaró frente a la tumba de Lázaro: Padre, gracias te doy por ha-berme oído (Juan 11:41). En el anticipo de un suceso era necesario que la gente recordara posteriormente la convicción de Jesús de que era escuchado por el Pa-dre. ¡Por eso existe la oración continua en los hombres de Dios! ¡Porque se sa-ben escuchados en el cielo!

• LaseguridaddelafidelidaddeDiosasupalabra. Dios siempre ha cumplido cada una de sus promesas. Cuando Je-sús enseña sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar (Lucas 18:1), él no presenta la oración como un recurso de escape cuando todo sale mal. El Se-ñor está diciendo que nuestro presente y futuro debe edificarse alrededor de una vida de oración. El Maestro sabía que un carácter firme y una fe fuerte son el resul-tado lógico de dedicar tiempo sistemático a la oración, ya que la prioridad del cre-yente es conocer la voluntad de Dios.

El apóstol Pablo reconoce la importan-cia de esta virtud cuando expresa orad sin cesar (1 Tesalonicenses 5:17). El de Tarso está convencido de que Dios honra su palabra. Debemos acercarnos al Se-ñor recordando lo que ha dicho y ha he-cho. Es más fácil perseverar en oración cuando se tiene en mente lo que Dios ha prometido en relación a lo que pedimos. Sus promesas llegan a nuestra memoria en tanto presentamos frente a él las si-tuaciones por las que atravesamos. Es ese conocimiento de la palabra divina lo que fortalece una vida de oración. Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55:11) Se convierte en una inspiración y un motivador de la fe para nunca desistir en buscar el rostro del Padre a través de la oración.

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l a v i d a d e o r a c i ó n

el descansoes imprescindible

en la vida del ministro. un lapso

dedicado a la familia y a sí mismo

en actividades lúdicas reactivarán

su estado de ánimo y le harán

recuperar el vigor físico perdido. sin

embargo, estas mismas acciones

pueden convertirse en un obstáculo al que es necesario

vencer, ya que el placer que

producen llega a provocar que se les dediquen horas de

más.

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lA orAción prepArA el cAmino

para aceptar la voluntad de dios

l a Biblia dice en Isaías 40:3-5: Voz que cla-ma en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la sole-

dad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se ma-nifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jeho-vá ha hablado.Este pasaje revela que cuando el elemento humano actúa en obediencia obtendrá como resul-tado la manifestación divina.

Dios dice que sus pensamientos y caminos no son nuestros pensamientos y caminos, y que existe una distancia insalvable entre unos y otros (Isaías 55:8-9). Es por eso que reitera-damente el creyente entra en conflicto con la voluntad de Dios. Voluntad, sin duda alguna, buena, agradable y perfecta, pero a veces difícil de entender y mucho más de aceptar.

¿Cómo puede el que fue formado del polvo de la tierra, comprender la voluntad de Aquél que sopló en su nariz aliento de vida? ¿Cómo se prepara ese camino para que se manifieste la gloria de Jehová?

La respuesta es: Orando.La Biblia honra la memoria de aquellos que primero actuaron y como consecuencia vieron

a Dios obrar: Moisés primero extendió su mano sobre el mar, después Jehová hizo que el mar se retirase. Naamán primero se sumergió en las aguas, después fue sanado. Los diez leprosos primero obedecieron encaminándose a ser examinados por el sacerdocio, luego recibieron su milagro. Así como estos, hay muchos otros más.

El creyente debe incorporar en sus convicciones el hecho de que aceptar la voluntad divi-na no siempre será un camino sencillo. Implicará humillación, quebrantamiento y renuncia. Es la oración la que prepara el camino hasta llevarnos a la aceptación de voluntad de Dios.

Nuestro referente en todo es Jesucristo, y en este tema no es la excepción. La Biblia lo

Pbro. césAr ArADillAs mArtínezs u p e r i n t e n d e n t e d i s t r i t o p A c í F i c o

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l a v i d a d e o r a c i ó n

el creyentedebe incorporar en

sus convicciones el hecho de que

aceptar la voluntad divina no siempre

será un camino sencillo. implicará

humillación, quebrantamiento y renuncia. es la oración la que

prepara el camino hasta llevarnos a la aceptación de voluntad de dios.

describe en el Getsemaní, allí le sobrevino una especie de tsunami de tristeza y angus-tia. La noche más oscura en la vida de Jesús se caracterizó por una crisis tras otra. ¿Cómo pudo enfrentar semejante presión?

Jesús hizo una apelación angustiosa: Pa-dre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú (Mateo 26:39). Esa no fue una ora-ción calmada y serena. Mateo revela que el Señor comenzó a entristecerse y a angus-tiarse en gran manera (26:37). En Lucas también se dice que él estaba en agonía y que era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra (22:44). Como alguien expresó: Jamás la tierra ha ofre-cido una petición más urgente... y jamás el cie-lo ofreció un silencio más ensordecedor.

Jesús oró, y aparentemente nada cambió pues la Biblia dice que: Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo… Entonces

se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron (Mateo 26:47, 50).

Sus discípulos le dejaron, la gente a la que tanto ayudó le rechazó y la voluntad de Dios fue muy distinta a lo que pidió. ¿Cómo se puede bregar con todo esto? Orando.

Jesús oró intensamente, el camino había sido ya preparado. Se levantó, se adelantó y con una fortaleza inexplicable enfrentó esa dolorosa realidad preguntando: ¿A quién buscáis?

El discípulo de Cristo muchas veces ex-perimentará un abismo entre lo que espera y lo que en realidad experimenta y eventual-mente puede producirle una especie de des-ilusión con Dios.

A la vuelta de cualquier esquina nos esta-rá esperando una crisis, la oración no siempre cambiará nuestras circunstancias, pero nos cambiará a nosotros, y nos daremos cuenta de que haber orado como un estilo de vida nos preparó el camino para aceptar la voluntad de Dios y entonces nos enfrentaremos a todo, por más complicado o doloroso que resulte.

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l a oración es un diálogo con Dios, es expresarle a él lo que hay en lo profundo de nuestro ser. Es esperar la respuesta divina, el susurro de

su voz en lo profundo de nuestra alma. Orar signifi-ca hablar con el Creador para presentarle lo que nos inquieta, lo que anhelamos, lo que hace falta; con-siste en pedir, rogar, suplicar, agradecer, interceder, clamar al que todo lo puede, buscar su favor y su misericordia.

lA orAción requiere

PerDón

Pbro. sAmuel gutiérrez murillos u p e r i n t e n d e n t e d i s t r i t o F r o n t e r i z o d e t A m A u l i p A s

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está

en los cielos os perdonará vuestras ofensas(Marcos 11:24-26).

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l a v i d a d e o r a c i ó n

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La oración es uno de los recursos más pro-ductivos que tenemos los seres humanos. Cuando lo usamos, nuestra vida cambia. La vida del que se entrega a la oración tiene una transformación que sólo se obtiene con la comunión e intimidad con Dios.

La oración es un privilegio, una necesi-dad y un deber. La práctica de la misma pro-porciona esperanza, demuestra la confianza en Dios, permite descansar en él y nos ayu-da a despojarnos de las cargas de nuestro corazón. Esta es la razón por la cual Jesús nos exhorta a orar y nos aclara que todo lo que pedimos en oración, cuando lo pedimos con fe se hace realidad: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá (Marcos 11:24). Estas palabras nos estimulan a orar con fe y a esperar la respuesta divina, pero no podemos desasociarlas de su contexto, ni aislarlas, porque Jesús llama nuestra

la vida delque se entrega a la oración tiene una

transformación que sólo se obtiene

con la comunión e intimidad con dios.

atención a conducirnos por el camino del perdón. El que ora debe practicar el per-dón: Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas (Marcos 11:25).

El acto de perdonar es cuestión de vo-luntad y no de sentimiento. Debemos de-cidir otorgar el perdón porque es un acto volitivo. La acción de perdonar requiere algo más que sólo emociones; requiere de-cisión.

El perdonar libera del pasado. Al otorgar el perdón ya no se permite que lo que causó la ofensa o daño siga invadiendo o repercu-tiendo en nuestra calidad de vida. Cuando perdonamos ponemos un límite a la ofensa en sí y no a la persona que causó la ofensa. El que perdona se libera a sí mismo y libera a su ofensor, de esta manera se encamina a

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28 A v i v A j o r n A d A s A s A m b l e í s t A s | e n e r o 2 0 1 8

El que practica la oración tiene la en-comienda de perdonar. El que disfruta del amor de Dios y goza de su perdón, también debe perdonar.

La oración transforma nuestra manera de vivir. Los cristianos estamos listos para orar cuando practicamos el perdón; y cuan-do oramos, Dios nos mueve y nos impulsa a perdonar.

Cristo es el centro de nuestra vida. La forma de vivir del Señor se distinguió prin-cipalmente por la práctica de la oración, el amor y el perdón.

La forma en que oramos descubre el conocimiento que tenemos sobre Dios, y lo que hacemos antes y después de orar, revela la trascendencia de nuestra relación con él.

La oración es una conversación secreta, íntima y amigable con el Dios trino, y en ella la bendita Trinidad nos conduce por el camino del perdón. Aún tengo presente las palabras del reverendo Ray De Morelock, que escuché por primera vez allá por el año de 1987, cuando él impartía sus cátedras en el Instituto Bíblico Magdiel: Mucha oración, mucho poder, poca oración, poco poder. En la práctica de la oración, Jesús nos da el poder y la facultad para perdonar a los que de una u otra manera nos ofenden.

poner fin al dolor, al sufrimiento, a la ira y al resentimiento.

Cuando se otorga el perdón, se cancela la deuda moral del ofensor. Se perdona al que es culpable, y esto se hace como un acto de amor, de misericordia; como un acción de obediencia a lo que Dios nos demanda que hagamos. Asimismo, se considera un ejerci-cio de reciprocidad, pues el Padre nos perdo-na para que nosotros también perdonemos.

Cuando oramos con sinceridad Dios res-tablece en nosotros los sentimientos adecua-dos. La oración requiere la práctica constante del perdón hacia los que nos ofenden, hacia los que nos provocan algún tipo de daño. La Biblia es muy clara con respecto a la oración y el perdón. La Palabra nos insta a establecer correctas relaciones con nuestro próximo.

La oración nos conduce a establecer correctas relaciones con nuestro prójimo. Cuando se otorga el perdón mejoran to-das las relaciones del ser humano, mejoran nuestras actitudes, y por ende, cambia total-mente la vida y los conceptos que tenemos sobre la misma.

Perdonar no causa ningún daño, sino que tiene múltiples beneficios. El perdón otorga-do por Dios a nosotros requiere la práctica de perdonar a los demás.

l a v i d a d e o r a c i ó n

el perdonarlibera del pasado.

Al otorgar el perdón ya no

se permite que lo que causó la ofensa o daño

siga invadiendo o repercutiendo en nuestra calidad

de vida. cuando perdonamos

ponemos un límite a la ofensa en sí y no a la persona

que causó la ofensa.

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