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Modos de subjetivacin Construccin del sujeto desde diferentes perspectivas

P L I E G O

L I T E R A T U R A

UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO MXICO

Andreas Kurz, Ins Ferrero Cndenas y Elba Snchez Roln (editores)

Modos de subjetivacin Construccin del sujeto desde diferentes perspectivas

CAMPUS GUANAJUATO Divisin de Ciencias Sociales y Humanidades Departamento de Letras Hispnicas

Modos de subjetivacin. Constuccin del sujeto desde diferentes perspectivas Primera edicin, 2011 DR Universidad de Guanajuato Lascurin de Retana nm. 5, CP 36000, Guanajuato, Gto. DR Herederos de Francesca Woodman, de las fotograas de las pginas 217 y 220 DR Armando Len, de la ilustracin de portada Produccin: Direccin de Extensin Cultural Colecciones Editoriales Institucionales: Rodolfo Bucio Formacin: Jorge Len Soto Diseo de portada: Adriana Chagoyn Cuidado de la edicin: A. J. Aragn y Anuar Jalife [email protected] www.extension.ugto.mx Queda prohibida la reproduccin o transmisin parcial o total de esta obra bajo cualquiera de sus formas, electrnica o mecnica, sin el consentimiento por escrito del editor. ISBN: Impreso y hecho en Mxico Printed and made in Mexico

NDICE

PRLOGO El SUJETO EN lA hERMENUTICA DEl SIGlO XX

9 15

Francisco Manuel lpez GarcaIRONAS DEl SUJETO EN lA ESCENA CONTEMPORNEA: UNA MIRADA DESDE lA CoMPlejidad

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Nicols Alejandro hernndez GuillnDE lAS FORMAS DE PRODUCIR EXISTENCIAS y FINAlES: SOBRE ESCRITURA QUE hABlA DE MUJERES; DE SUICIDAS y DE SUS SUJETOS IMPOSIBlES

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luis Fernando Macas Garca heidi luciana hernndez Prez Ana Mara Chvez hernndezlA CONSTRUCCIN DE UN SUJETO ESTTICO EN BAUDElAIRE y FlAUBERT

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Andreas KurzMIChEl FOUCAUlT y El ENFOQUE ONTOlGICO PARA LA LITERATURA

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Elba Snchez RolnLA DISPERSIn DEL SUJETO En Fin de seMana, DE JUAN VICENTE MElO:CoMentario literario SEGN MAURICE BlANChOT

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Norma Anglica Cuevas Velasco Estrella Ortega Enrquez

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NOTAS SOBRE El DIARIO PRIVADO: ENTRE El AUTORRETRATO y El SIMUlACRO

135

Juan Pascual GayLA vida DE MONJAS COMO USURPACIN DEl SUJETO: El CASO DE vida de la venerable Madre isabel de la enCarnaCin, DEl lICENCIADO PEDRO SAlMERN (1675)

151

Robin Ann RicelA CONSTRUCCIN DEl SUJETO EN lAS ARTES

165

Mnica Uribe FloresBREVE REFlEXIN SOBRE lA AUTOPlASTICIDAD hUMANA: IMGENES SElECTAS EN BI y TRIDIMENSIONAlIDAD DESDE El hORIzONTE FUNDACIONAl hASTA lA ACTUAlIDAD

177

laurence le BouhelleclOS INDIOS EN lA MSICA SACRA VIRREINAl y lA CONSTRUCCIN DEl SUJETO

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Rolando lvarezSE PUEDE FOTOGRAFIAR lO QUE NO EXISTE? REPRESENTACIN DEl SUJETO EN FRANCESCA WOODMAN

211

Ins Ferrero CndenasEl CUERPO TRANSFORMADO EN El CINE DE DAVID CRONENBERG

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Rogelio CastroFIlOSOFA y SUBJETIVIDAD: UN EPlOGO

243

Rodolfo Corts del MoralLOS AUTORES

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PRLOGO

Paul de Man afirma, en su justamente famoso ensayo The Resistance to Theory, que el problema principal de la teora literaria a final de cuentas de cualquier teora es el trmino lengua. Las teoras se expresan en un lenguaje especfico y, muchas veces, se refieren a contextos eminentemente lingsticos. A qu se refieren, entonces, estas teoras, si no sabemos a qu se refieren las palabras lengua y lenguaje? Vale la pena escuchar a De Man, cuyo sentido del humor ante las paradojas cientficas escapa a cualquier intento de parfrasis: [] we seem to assume all too readily that, when we refer to something called language, we know what it is we are talking about, although there is probably no word to be found in the language that is as overdetermined, self-evasive, disfigured and disfiguring as language (1986: 13). Quizs es lcito poner la palabra sujeto al lado del trmino lenguaje: evasivo, multifactico, indeterminado, sobreinterpretado, intangible. Quizs hasta es lcito extender la paradoja: el sujeto est inmerso en una serie de discursos diferentes, se define ante y en medio de ellos. los discursos son, poca duda cabe, lenguaje. Si el sujeto pretende hablar de s mismo, entenderse a s mismo y su relacin con los discursos, debe recurrir a un lenguaje. Entonces, de qu habla? Por otro lado, es difcil pensar un discurso sin sujeto(s). Alguien o algo acta lingsticamente, ha de existir por ende. Se asoma peligrosamente la huella de Jacques Derrida. los signos lingsticos no se refieren a nada, el nexo con los conceptos fue roto en definitiva con la aparicin del primer signo. Sin embargo, la comunicacin mediante los signos funciona, aunque sea de manera muy frgil. la huella posibilita el funcionamiento del signo. Ella no est ni en el signo, ni en el mundo, ella marca la referencia (la diffrance) y produce el signo (Derrida, 2000: 62ss). la huella nunca se manifiesta, slo la muerte la podra aufheben, es decir, levantarla, arrancarla del signo y, por ende, dejar descubierto y desprotegido el signo y su referencia al objeto: ltima y letal paradoja derridiana (92s). 9

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Modos de subjetivacin

Especulamos: el sujeto hablante da cierto significado al sujeto hablado del que l mismo, por razones ontolgicas, forma parte. Un proceso circular que, por supuesto, no tiene ningn referente. Sin embargo, gracias a la huella, la comunicacin sobre el sujeto funciona. Funciona mejor si se emprende desde diferentes perspectivas y ngulos que eventualmente se contradicen, pero nunca se excluyen mutuamente. Es posible distinguir, segn las normativas filosficas resumidas por Ferrater Mora, cinco sujetos diferentes en condiciones de volverse sujetos hablados: 1) concepto-sujeto. El sujeto lgico en el sentido aristotlico: aquello de que se afirma o niega algo. 2) objeto-sujeto: El sujeto ontolgico: todo lo que puede ser sujeto de un juicio, lo que implica la fcil confusin entre sujeto y objeto. Puede tratarse de un ser real, uno ideal, uno metafsico, un valor, etc. 3) sujeto cognoscente: El sujeto gnoseolgico: el verdadero sujeto que fusiona en s el objeto, fusin que equivale al conocimiento definitivo acerca de sujeto y objeto. 4) sujeto psicolgico: El sujeto biolgico: un cuerpo que siente y percibe. 5) sujeto gramatical: El sujeto lingstico que constituye por s mismo una paradoja, dado que no siempre es el elemento sintctico que acta. ste a veces es un objeto. El sujeto que acta, en estos casos, suele ser su objeto gramatical: metafsica de la gramtica. De qu sujeto se habla en el presente libro? Creo que podemos contestar con cierto orgullo: de todos y de algunos ms. O de ninguno? Rodolfo Corts del Moral parece expresar en su texto la desesperacin del filsofo ante el sujeto: es intangible e incomunicable. habamos planeado este texto como introduccin general al libro. Preferimos insertarlo, no slo por razones de espacio, a manera de eplogo. Que la decepcin sea el punto final, que no prohba de antemano el intento de captar el sujeto en medio de una serie de discursos y actividades, de captar la subjetivacin de qu? Muchos nombres, grandes pensadores, escritores y artistas se evocan en este volumen. Me permito agregar en el prlogo a un casi desconocido quien nos servir para establecer el propsito principal de nuestro volumen: Georg 10

Prlogo

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von Gizycki, filsofo alemn de la segunda mitad del siglo xix. Von Gizycki fue alumno de Eduard Zeller, precursor y oponente al mismo tiempo de la escuela neokantiana. Su obra principal data de 1876 y se titula barrocamente Consecuencias filosficas de la teora de la evolucin de lamarck y darwin. El sujeto histrico (y filosfico) Von Gizycki prcticamente ha desaparecido. Se sabe que muri en 1895, se sabe que dos aos antes se haba casado con lily Braun, figura central del feminismo alemn, en el que fue iniciada por su esposo. Se sabe que, en los crculos acadmicos de la poca, se dio a conocer, sobre todo, por sus trabajos sobre Shaftesbury. Se relacion con el movimiento socialdemcrata, mas nunca fue miembro del partido. El sujeto Von Gizycki casi se extingue ante nuestros ojos, ni siquiera las pginas web lo salvan, por lo menos an no. El sujeto intelectual, no obstante, permanece, aunque sea en libros y ensayos de difcil acceso. En las Consecuencias filosficas el pensador tiene que convertir el sujeto en objeto para poder adaptar los conocimientos producidos por la filosofa a la teora de la evolucin, nuevo dogma de las ciencias duras. La sempiterna relacin entre sujeto y objeto presupone, as Von Gizycki, conocer el sujeto. Dado que no lo (nos) conocemos, tampoco podemos conocer los objetos (Von Gizycki, 1876: 30s). Respalda esta afirmacin tajante con una cita del escptico lichtenberg: nuestra razn se refleja en el mundo, lo que quiere decir que no conocemos el mundo. Si queremos conocer los objetos del mundo, debemos renunciar a nuestra razn. Slo as los objetos podrn generar (crear) al sujeto observador (36s). no se trata de irracionalismo o intuicionismo al estilo de Bergson, Nietzsche o Keyserling. A los postulados de Von Gizycki subyace la conviccin de que el sujeto puede transformarse en objeto; agregamos: objeto de estudio. Tal conviccin nos remite a la obra inicitica de Michel Foucault: las palabras y las cosas. En su prlogo a la edicin inglesa del libro, titulada the order of things, Foucault establece la idea de una middle region entre el orden y los fenmenos (Foucault, 1989: XXII). Un orden especfico atrae los fenmenos que puedan moldearse en l, mas los fenmenos cambian paulatinamente el orden y posibilitan as la integracin de nuevos fenmenos. Slo el individuo que es capaz de situarse fuera de este modelo analiza adecuadamente los fenmenos. En esta zona gris (traducible quizs como regin intermedia) se debera situar el sujeto observador para analizar al sujeto objeto de estudio. Sabemos, y Foucault 11

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tambin lo sabe, que tal posicin es inalcanzable, no hay equilibrio en ella. Sin embargo, la posibilidad de pensarla, de deducirla lgicamente, nos permite (y exige) analizar un objeto tan escurridizo como el sujeto: en entornos variables, desde perspectivas diferentes, con metodologas divergentes, siempre conscientes de que no habr punto final al anlisis. Una esperanza nos gua, a pesar de todo: que en medio del discurso sobre el sujeto surja de repente una imagen que, quizs, vuelva tangible a un sujeto. El casi invisible filsofo Georg von Gizycki escribe: [] der populren, ganz in den Sinnenschein aufgehenden Betrachtung ist es noch weit selbstverstndlicher, dass die unbedeutenden Bewegungen, etwa jetzt mein Schnippen mit den Fingern, eben so gut htten anders geschehen knnen, als es wirklich der Fall war [] (51).1 Von Gyzicki mueve sus dedos, interrumpe la redaccin de su texto, mas no deja de escribir. En este momento se escribe a s mismo, construye su sujeto: subjetivacin de un yo lejano a nuestras circunstancias culturales. El crtico literario sabe que acaba de hallar un ejemplo hermoso de metalepsis, mas Genette nos perdonar el sentimentalismo la retrica, en este caso, es vital y vence a la muerte. Sobre este libro Modos de subjetivacin surgi como proyecto del Cuerpo Acadmico Estudios literarios-configuraciones discursivas y poticas del Departamento de Letras Hispnicas de la Universidad de Guanajuato. Para la edicin de este libro se cont con un respaldo econmico de la Direccin de Apoyo a la Investigacin y al Posgrado (daip) de esta casa de estudios en el marco de la convocatoria 2008. Expresamos nuestro agradecimiento sincero por este apoyo. Profesores e investigadores de la Universidad de Guanajuato, la Universidad de las Amricas-Puebla, la upaep, la Universidad Veracruzana y El Colegio de San luis mandaron sus colaboraciones. Agradecemos igual1

[] para la observacin popular, que se limita por completo a los sentidos, resulta aun ms obvio que los movimientos nimios, como en este momento mi castaetear los dedos, hubieran podido realizarse de manera diferente a la que realmente se realizaron []. la traduccin es ma.

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Prlogo

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mente el apoyo de la Divisin de Ciencias Sociales y humanidades bajo la direccin del doctor Javier Corona Fernndez. Se haba planeado separar el volumen en tres apartados: filosofa, letras y artes. No obstante, esta separacin result impracticable y contraproducente. Precisamente la heterogeneidad de las aportaciones, mtodos, estilos y puntos de vista diversos, volvieron necesaria una organizacin menos estricta. Francisco Manuel lpez Garca inicia esta serie de acercamientos con su texto sobre el sujeto en la hermenutica: el lenguaje construye al sujeto. las indagaciones de Nicols Alejandro hernndez Guilln y luis Fernando Macas Garca pueden interpretarse como cuestionamientos crticos del sujeto en situaciones extremas: su fragmentacin posmoderna, la marginalizacin de grupos especficos, la decisin radical de borrar el sujeto. Estos temas regresan, variados por supuesto, en los estudios de Norma Anglica Cuevas Velasco y Robin Ann Rice: el deseo de ser otro y la construccin violenta de este otro en contra de la voluntad del sujeto. Las aportaciones de Juan Pascual Gay, Elba Snchez Roln y Andreas Kurz giran alrededor de la posibilidad de manipular al sujeto mediante la ficcin: sujeto esttico, sujeto construido en la literatura autobiogrfica. Mnica Uribe Flores cuestiona la frgil posicin del sujeto como productor y consumidor de arte, mientras que Rolando lvarez combina varias posiciones: la msica colonial inventa un sujeto falso e hbrido, occidentaliza a la poblacin indgena y la vuelve descifrable y controlable. laurence le Bouhellec aporta un viaje fascinante a travs de varios milenios que muestra las maneras cambiantes de la autorrepresentacin del sujeto. Ins Ferrero Cndenas y Rogelio Castro, finalmente, resaltan la funcin del cuerpo como generador y destructor del sujeto en dos artes vecinas: la fotografa y el cine. Interpretamos el eplogo de Rodolfo Corts del Moral como canto del cisne: un final hermoso que incita a volver a comenzar. Andreas Kurz

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14 Bibliografa

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De Man, Paul, 1986, The Resistance to Theory, en theory and History of literature 33, Minneapolis: University of Minnesota Press. Derrida, Jacques, 1971, de la gramatologa, trad. scar del Barco y Conrado Ceretti, Mxico: Siglo xxi. Foucault, Michel, 1989, the order of things, trad. A. a., Londres: Routledge. Gizycki, Georg von, 1876, Philosophische Consequenzen der lamarck darwin-schen entwicklungstheorie, leipzig y heidelberg: C. F. Wintersche Verlagshandlung.

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El SUJETO EN lA hERMENUTICA DEl SIGlO XX

Francisco Manuel lpez Garca Introduccin El concepto sujeto sale al paso de manera tan continua en nuestro lenguaje ordinario que su horizonte semntico resulta prcticamente inabarcable. A pesar de ello vale la pena hacer un acotamiento metodolgico y sealar que el enfoque de este artculo es precisamente hermenutico, esto equivale a una toma de distancia respecto del emplazamiento propio de la filosofa analtica. En el presente artculo propongo tres perspectivas desde las cuales se ha articulado la reflexin en torno al sujeto en la hermenutica y, predominantemente, en la del siglo xx. Tales perspectivas no son excluyentes, al contrario, se relacionan entre s de una manera compleja y dinmica. no se trata aqu de confrontar las diversas nociones de sujeto con eptetos especiales (vgr., moderno, posmoderno, liberado, alienado, etc.), de acuerdo a la opinin de reconocidos personajes del quehacer filosfico, sino de ilustrar muy brevemente cules han sido, a mi juicio, los puntos nodales del discurso hermenutico sobre el sujeto. Analizada con detenimiento, la temtica de este artculo est estructurada de manera circular y dialgica: de lo extrao a lo familiar, de lo lejano a lo prximo, de lo pasado a lo presente. El dinamismo de tal circularidad lo asegura el recurso al signo y al smbolo, constituyentes primarios del lenguaje de uso ordinario y, en ltimo trmino, de la capacidad racional del sujeto. las preguntas que subyacen a la presente colaboracin son, entre otras, las siguientes: Es realmente el sujeto una entidad que encuentra su sentido en s misma? Cul es la proveniencia y el contenido de la pregunta hermenutica 15

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respecto del sujeto? En dnde sita la hermenutica el mbito ms propio del sujeto? Si bien no se ofrece una respuesta directa y exhaustiva a cada una de ellas, ser posible establecer las diferencias y convergencias pertinentes entre las colaboraciones de renombrados hermeneutas, a fin de obtener un somero paisaje de lo que la hermenutica del siglo xx ha dicho sobre el sujeto. As queda expresada, en sntesis, la intencin primordial del presente artculo. La experiencia de lo distante y lo extrao la hermenutica ha visto sus orgenes en una particular experiencia: la distancia entre dos mbitos vitales, es decir, la disparidad entre lo pasado y lo presente; entre lo que el sujeto haba llegado a ser y lo que podra ser. Se trata de la experiencia de la contradiccin que, a la postre, resultaba un parntesis negativo del bien-vivir. En la antigedad griega esta experiencia adquiri, incluso, tintes dramticos, habida cuenta que la preocupacin por el sujeto se tradujo en la bsqueda de un consistente nexo entre el pensar y el actuar, de manera que el sujeto dejara de ser extrao a s mismo. Esta sed de identidad pronto empez a dirigirse a la fuente de los textos: ellos deban decir lo que el sujeto no atinaba a descubrir de s mismo. los textos habran de ser mirados como autoridad inapelable para salvarse del extravo y llegar as al final del laberinto de contradicciones. El problema no era solamente el saber leer, sino el saber actuar desde una buena lectura. Poesa, ley y fe (orculo) conformaban los tres ncleos textuales ms importantes de la experiencia hermenutica que remitan a una adecuacin de distinto nivel que el que corresponda al de la cosa-razn, esto es, al de la verdad griega o aletheia, en tanto descubrimiento de la cosa. No se trataba exclusivamente de un saber, sino de un adecuado saber-hacer. As, el saber y la prctica se convirtieron en elementos indisolubles en el correcto programa de vida que el sujeto buscaba. la afirmacin anterior no significa que ambos niveles de experiencia hubiesen sido o sean excluyentes; la nocin de verdad aristotlica da paso a la prctica, a la toma de decisiones, de tal forma que los dos mbitos se implican. Esta necesidad de vincular los dos niveles de experiencia antes mencionados est reflejada en el recurso a los textos 16

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jurdicos y religiosos, los cuales haban sido dados a los hombres en vistas a normar la conducta; eran sancionados por un poder superior y, en este sentido, se entiende mejor su carcter cannico. Que los antiguos poetas, homero y hesodo particularmente, tenan influjo directo en el devenir de la vida social griega, es un hecho innegable (Ferraris, 2005: 16; 2004: 8). Los textos poticos (homricos) tambin estaban dotados de facultad normativa si se mira ms de cerca el ncleo de la paideia y su repercusin directa en la sociedad griega en general. Su importancia no era ignorada por Platn, quien hace decir a Scrates en el dilogo ion: los poetas son mensajeros de los dioses. La canonicidad de un texto adquira relevancia precisamente en tiempo de crisis, cuando su cariz regulatorio era olvidado o abiertamente transgredido por miembros de la sociedad que representaban un peligro de desintegracin en lo que atae a sus valores ms caractersticos. En este contexto, el desfase entre la norma y el modus essendi del sujeto habra de dar paso al retorno a las fuentes normativas y, a su vez, a la implementacin de reglas a modo de tcnicas de interpretacin de tales fuentes. la ruptura aqu aludida y la bsqueda de solucin se agudizaban por mltiples factores, uno de los ms importantes era la prdida de aquellos testigos primeros que estaban a la base o al origen de un texto o un acontecimiento normativo: desaparecido el autor o el primer intrprete autorizado de una fuente, se alimentaba el riesgo de disolucin y extravo. Esta preocupacin no lleg a ser exclusiva de los griegos o de los filsofos cristianos en el medievo, sino que se ha vuelto paradigmtica en toda cultura, de cualquier tiempo o latitud.1 ha sido dicho que toda distancia temporal desplegaba un arco de posibilidades inusitado,2 sobre todo en aquellos cuya pretensin ha sido recuperar la pureza del evento o texto fundacional. Esta distancia, a su vez, recupera para la hermenutica su acto primigenio y su ingrediente fundamental. En efecto,1 Un ejemplo de esta inquietud de retornar al intrprete ms autorizado de una fuente normativa fue la tarea asumida por Schleiermacher: lo que se busca es aquello mismo que el hablante ha querido expresar. Schleiermacher parte de la idea de que a todo decir subyace un pensar anterior y este pensar es el del autor del texto, entendido a partir de un lenguaje que asume y simultneamente refleja a una determinada comunidad. Cfr. Grondin, 2002: 110. 2 las dos vertientes principales que integran las diversas tcnicas de interpretacin de una fuente escrita pueden ser designadas como formal y dinmica. La primera pretende apegarse ms a la intentio auctoris, mientras que la segunda a la intentio lectoris.

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la inevitable distancia y el extraamiento, lejos de frenar las tentativas de bsqueda o respuesta a una pregunta fundamental (de-sentido), es la condicin inexorable de toda experiencia hermenutica del sujeto. Marx ofreci un valioso testimonio de cmo se lleva a cabo el preguntar por lo extrao y de la productividad que implica semejante interrogacin para un sujeto:El extraamiento no aparece slo en el hecho de que los medios de mi vida pertenezcan a otro y que mi deseo sea la inalcanzable posesin del otro, sino adems en el hecho de que todas las cosas son otras que s mismas, que mi actividad es otra que s misma, y que, en ltima instancia es un poder sobrehumano lo que rige todo. (Bauman, 2002: 51)

la distancia, es decir, la extraeza de un acontecimiento o de lo que normalmente se considera parte del mundo, da vida a la hermenutica en tanto disciplina filosfica, la cual crece, si se permite la expresin, en directa medida con respecto al aumento del pasado. la preocupacin por lo histrico en el sentido de una recomposicin de los textos o los eventos originarios de una realidad de facto negada no habra de dejar intacto al sujeto interrogante, quien tambin con el asumir de su pregunta asume su condicin de ser-situado, ubicado en coordenadas precisas de espacio y tiempo. Esta direccin de la pregunta que vira de lo otro hacia el sujeto mismo constituye un movimiento dialctico radical en la medida que toca las convicciones ms profundas del sujeto, involucrndolo en otro modo complejo de interrogar en un doble movimiento: lo vuelve extrao para s mismo y, simultneamente, lo integra estrechamente a sus congneres. Dicho de manera negativa: es imposible elucidar la extraeza, la estructura de lo otro y lo distante, si el sujeto no se somete a un proceso sui generis de extraamiento y cercana con respecto de s mismo. la pregunta de sentido a la que he aludido lneas arriba adquiere claridad en esta imbricada estructura de toda percepcin espacio-temporal del sujeto. la recomposicin a la que se hace referencia al inicio del prrafo anterior no significa nicamente la desestructuracin de un fenmeno natural, un texto o un acontecimiento histrico, ms bien, el concepto remite a una toma de postura hermenutica: lo que se re-compone es un proceso, sea ste un 18

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texto escrito, el mundo natural o el sujeto. La dinmica intrnseca que anima la disciplina o el acto hermenutico pone de manifiesto una apropiacin ms ntida de lo que se pone a la base de la recomposicin.3 Para usar otra expresin, lo que sucede en la pregunta hermenutica es una re-ubicacin del que interroga y de lo interrogado. no existe autenticidad de la pregunta hermenutica si queda soslayado este dinamismo. En otra perspectiva, el acto hermenutico no es tal si deja al interrogante o lo interrogado en peor oscuridad que el manifiesto en el estado inicial de su interrogacin, 4 lo cual es debido frecuentemente a la poca atencin prestada al sustrato de historicidad de la pregunta. En este caso lo que resulta es la prdida de orientacin o de sentido. Con lo dicho hasta aqu se dibuja un rasgo inequvoco del sujeto: el ineludible compromiso de interrogarse por su devenir histrico. la bsqueda del pasado, con todo lo extrao que parezca, no se subsume a ninguna otra cuestin del sujeto, lo cual quiere decir que, incluso, toda pregunta en torno a los principios y teoremas cientficos ha de interpretarse dentro del marco ms amplio del proceso histrico de la pregunta como tal: el abordaje de una parcela emergente del universo remite a la huella del devenir que en forma de pregunta se eleva en el sujeto. La ciencia no se equipara a su historia, se objetar as en esta instancia, sin embargo, no puede separarse de ella. hacemos aqu alusin a la historia no slo en el modo de la fra estructuracin o recomposicin de fenmenos acaecidos, sino tambin a la manera cmo ha sido recibida esa recomposicin; el despliegue del evento natural va de la mano con el despliegue de su efecto en los testigos del tiempo. Friedrich von hardenberg (Novalis) bien po3

Esta recomposicin pertenece de manera insoslayable a la comprensin hermenutica, aunque no se agota en aquella. Schleiermacher seal que tal comprensin se inicia con el esfuerzo por disolver el as llamado malentendido: el malentendido es lo obvio y que el entender debe ser en todo punto lo que se pretende y se busca. Cfr. Grondin, 2002: 112. En este sentido, se recompone un texto en su intencin primera en la medida que va conjurndose el malentendido. 4 En trminos de Schleiermacher: El trabajo de la hermenutica no debe empezar slo cuando la comprensin comienza a ser insegura, sino desde el primer momento en que uno se propone entender un discurso, porque la inseguridad de la comprensin suele aparecer slo cuando se la descuida desde un principio Cfr. Grondin, 2002: 112.

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dra resumir este ligamen entre ciencia e historia en la siguiente frase: el mundo es un pensamiento ligado (Cfr. Blumenberg, 2000: 241). Aun cuando he insistido en la tarea hermenutica de afrontar lo extrao y hasta lo fenomnico hostil para el sujeto, debo sealar que para ste no queda asegurada la superacin (aufhebung) de lo extrao, en el sentido de eliminacin de todo conflicto, tan slo por hacerse cargo de un mtodo con apego irrestricto. Esta productividad o leistung no es algo que tenga que ver con el estatuto de la hermenutica filosfica. la aufhebung adquiere el modo de una superacin que es siempre incorporacin en la razn de lo extrao y que constituye un nuevo modo de estar del sujeto, esto es, ms firme en su ubicacin espacio-temporal y ms responsable de su razn. las cosas que aparecen como lo extrao ascienden al modo de comprensin en el sujeto en la medida que toma relevancia la pregunta y el modo de hacer la pregunta por aquellas; de esa manera el sujeto se acerca a ellas. De ah se desprende que el extravo sea para el sujeto la ausencia de toda pregunta y no realmente la emergencia de lo extrao como tal. la hermenutica no es una invitacin a la huda o al soslayo de las dificultades que salen al paso al sujeto, ms bien pone de manifiesto el desafo de asumir la prueba en el contexto mismo u horizonte vital del sujeto, en un doble movimiento alejamiento y aproximacin.La radicalidad del signo la ubicacin y el despliegue de la discursividad en torno al sujeto en la hermenutica no pueden entenderse sin el teln de fondo que constituye el concepto signo. Esta nocin est en la base no slo de toda autocomprensin del sujeto como tal sino tambin de todo lo que puede ser comprendido por ste.5 la definicin tradicional de signo como aquello conocido que5

El signo se configura en una estructura tradica cuyos elementos mantienen relacin indisoluble entre s: Palabra (signo)/ Pensamiento (concepto)/ Cosa (objeto). A diferencia del argumento escptico de Derrida, quien sostiene que todo es signo y que el humano est inexorablemente atado al crculo de signos sin que stos remitan a un original, Gadamer toma de la fenomenologa su ms claro aserto para llegar a afirmar que, si bien no es objetivo del hermeneuta reconstruir del todo el original, el sujeto en tanto intrprete est remitido constantemente a la cosa, es decir, a una entidad extramental. Sobre la estructura

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remite a una realidad no conocida o no visible6 entraa la idea de su doble condicionamiento: manifestar y ocultar. Al mismo tiempo salta a la vista el carcter dinmico del signo, es decir, el hecho que una realidad est dirigida (remitida) a otra realidad. Este aspecto relacional conformado por un tender a sistmico de cualquier signo constituye la red de imbricaciones, el surgimiento de texturas y niveles de texturas que, con el incremento de complejidad, impelen al sujeto a emprender el camino de regreso, al origen y composicin paulatina de semejante imbricacin. Aun si se tratase de fenmenos naturales, hay que decir que stos se concatenan en el tiempo y en el espacio pero es el sujeto el que desentraa (o confiere) el esquema interno de aqullos: el sujeto no inventa el fenmeno, ms bien juega con l y en l. En el primer caso (desentraamiento) el sujeto realiza una labor de interpretacin; en el segundo (juego), normalmente lleva a cabo un modo de comprensin que se acrece paulatinamente cada vez que el sujeto retorna a su mbito de signos. No obstante, estos dos momentos no necesariamente se presentan separados o en sucesin estricta unilateral de uno con respecto del otro. Desentraar (el signo) y jugar, desenvolverse, en l, stas dos son las tareas que ordinariamente la hermenutica reconoce al sujeto, independientemente de su status socioeconmico o de la pertenencia a cualquier bandera ideolgica. La nocin juego nos remite al mbito de la toma de postura, a un modo de inmiscuirse dentro del signo que, tomado individualmente o en su relacin con otros, pueden llevar a los involucrados a asumir decisiones drsticas, de conflicto, a lo largo de la historia; de ah que el sentido ldico o de placer esttico sea rebasado en el trmino juego. En el auge cultural de dos grandes ciudades, Alejandra y Prgamo, durante los siglos iii y ii a. C., entraron en pugna dos tipos de juego de cara a un mismo entramado de signos: la filologa (sensus litteralis) y la alegora. El trasfondo de estos dos tipos de juego habra de marcar sendas direcciones en la hermenutica a lo largo de los siglos subsiguientes.7 No obstante, el problema haba sido preparado por la sofsticadel signo y del argumento derrideano, ver: Conesa, 1999: 82s. 6 la diferencia entre el signo y el smbolo radica en que ste es un signo lejano: el smbolo no remite a un significado, sino que remite a un mundo o, mejor, trae un mundo a lo presente. No transmite un mensaje en relacin de uno-uno respecto del significado y significante, puesto que el smbolo contiene todo un mbito comunicativo (Bayn, 2005: 511). 7 Eco define a estas modalidades clsicas de interpretacin siempre en pugna como deriva infinita y sentido literal. Cfr. Aguilar, 1998: 20.

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griega, la cual avivaba el debate en los contemporneos sobre el modo del juego en la disyuntiva entre el vasallaje o la libertad, incluso entendida sta como arbitrariedad, respecto, claro, del modo como el sujeto se sita frente al signo. Protgoras se decidi por la libertad sin cortapisas de parte del sujeto al afirmar que cada uno es la medida de lo que es y de lo que no es, de lo que dice o deja de decir el signo. El asunto no era menor a juicio de Aristteles, el cual tradujo este conflicto en los siguientes trminos: o la simple opinin (debilidad) o la ciencia verdadera (fortaleza) (Maceiras, 2002: 23s). Conforme el sujeto se desplaza (juega) en el mbito del signo va adquiriendo para s un rasgo que lo distingue y que complementa su rol en un entorno meramente natural: el bagaje de signos y juegos le confiere un status diferente, lo convierte en un sujeto educado, formado. Este bagaje representa la inmersin en diversas texturas de signos y hace del sujeto, a la vez, un texto. El sujeto se hace texto cuando se apropia de sus signos, cuando se sabe consciente de su propio logos; texto, a la postre, inacabado que completa sus pginas en el cotidiano descubrir de otras texturas. Aristteles defini al hombre como zon logon echon, un ser viviente que tiene el logos. Tener logos equivale a ser poseedor de la palabra, del pensamiento, de la argumentacin razonada. Este logos implica, incluso, ver a la naturaleza (mundo natural) como un interlocutor y ensayar un dilogo con ella. Aqu tiene cabida la palabra de Schlegel:Tambin la naturaleza habla, en su muda escritura de imgenes, una lengua; slo que precisa de un espritu que la reconozca, que tenga y sepa usar la clave para encontrar en el misterio de la naturaleza la palabra del enigma y sea capaz de pronunciar en voz alta, en su lugar, la palabra interior oculta en ella [] (Blumenberg, 2000: 279)

Pero la historia ha demostrado que la armona entre el humano y el mundo natural, si acaso se haya efectuado de forma ms o menos tangible, ha tenido lugar slo en momentos aislados de sujetos tambin aislados. Cotidianamente y de una forma u otra el sujeto se aleja, embelesado en una dimensin muy particular de su logos, de lo que normalmente lo circunda, esto es, del mundo-entorno, en tanto despliegue de fenmenos naturales y 22

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todo lo que est contenido en ello. no es este un ensayo de misticismo o de retorno al espritu ecolgico, sino el eco del llamado que hacen husserl, Heidegger o Gadamer, quienes consideran un imperativo volver a la cosa o al lenguaje de la cosa. Gadamer se ha apropiado del imperativo fenomenolgico y lo ha llevado a la hermenutica al afirmar que el mundo solamente puede adquirir su autntica dimensin si se lo toma como experiencia lingstica, es decir, experiencia significante o significativa. Es tal el distanciamiento del sujeto poseedor del logos con respecto del mundo natural que debe hacer un esfuerzo ingente por recuperarlo, por describirlo, interpretarlo y hacerlo parte de s. En esto radica lo inslito de tal posesin del logos, en la magnitud del esfuerzo de recuperacin, y no slo en la distancia que el logos mismo establece con respecto de seres irracionales u objetos inermes. Platn afirm que conocemos una cosa slo cuando la describimos o desentraamos, pero esta descripcin tiene cabida segn la hermenutica en el horizonte del signo, y de esa manera podemos hacer menos lejana o menos hostil su presencia. De acuerdo a lo dicho en el prrafo anterior, a la doble dimensin del signo, ocultar-manifestar, se le aade otra no menos compleja: la dupla extraeza-familiaridad, que delinea tanto el horizonte del sujeto como al sujeto mismo.8 Esta tarea de poner de manifiesto lo oculto, de desentraar lo que opone resistencia a la comprensin del sujeto para hacerlo familiar remite a la tarea del propio hermes, deidad que se ocupaba de transmitir mensajes y desentraarlos. De ah que hermes sea el prototipo del sujeto para la hermenutica: toda vez que ste se hace poseedor de un signo, ha de transmitirlo, legarlo a las generaciones futuras para que a su vez lo posean y as encuentren su sentido en tanto humanos, su ubicacin en las coordenadas espaciotemporales. Esta labor de apropiarse del signo y, de esa manera, participar8

la recuperacin de la textura del signo no es necesariamente total o un objetivo plenamente garantizado por ningn mtodo en particular: el acercamiento al signo siempre ser parcial, sujeto a revisin. Esto es lo que para Bauman constituye la espiral hermenutica: en nuestra bsqueda de una afinidad perdida, en nuestra necesidad por reapropiarnos plenamente de las creaciones del espritu afn, ciertamente nunca arribamos al final de nuestro empeo. Vamos de lo particular a lo universal y viceversa, recorriendo crculos siempre ms amplios, y siempre acercndonos nuevamente al ideal del espritu unificado, mas esta vez concientemente [sic] (Bauman, 2002: 26).

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del propio logos a los congneres es la labor hermenutica por excelencia, la cual ha hecho posible la supervivencia del hombre, como individuo o como grupo: as se alimenta y se perpeta la cultura. No en vano la hermenutica considera al ser humano como un ente cultural, heredero del producto multisecular que otros han cultivado. El lenguaje constituye el universo de signos y al mismo tiempo su legado; es, adems, lo que posibilita que el sujeto se entienda como habitante de un mundo. El lenguaje es, en palabras de Walter Benjamin, connatural a toda cosa (1999: 89). Dicho en otros trminos, la representacin de cualquier cosa slo puede darse en el lenguaje. Con lo sealado hasta aqu, es inevitable pensar en la radicalizacin del lenguaje para el sujeto y para las cosas. En efecto, Benjamin llega a afirmar que: Toda naturaleza, en cuanto se comunica, se comunica en la lengua, y por lo tanto en ltima instancia en el hombre (92). La radicalidad del lenguaje, en la medida que es entramado de signos y smbolos, ha sido sealada de varias maneras por los hermeneutas desde los inicios del siglo xx. Heidegger, por ejemplo, ilustra de manera adecuada el as llamado giro lingstico:El hombre se comporta como si fuera el creador y amo del lenguaje, siendo as que, por el contrario, el lenguaje es y sigue siendo su soberano []. Puesto que, en el sentido propio de estos trminos, el que habla es el lenguaje []. El lenguaje nos hace una seal y es l el que, de principio a fin, nos conduce por este camino hacia el ser de una cosa.9

heidegger sostiene que el lenguaje no es slo el vehculo por el cual el sujeto expresa su pensar, sino que, en la misma lnea de Hamann, el lenguaje pasa a ocupar el lugar nico y primordial que siempre debi haber ocupado en el devenir de la historia: el lenguaje como madre de la razn y revelacin, su alfa y omega (Benjamin, 1999: 94). As pues, el camino del autoconocimiento, de la definicin del sujeto como ente debe partir y debe llegar al lenguaje.109 la

cita de heidegger corresponde a un fragmento de su artculo Dichterisch wohnet der Mensch. A excepcin del segundo parntesis, la cita es textual segn aparece en: Taylor, 2005: 64. 10 hamann prepara el giro lingstico operado en heidegger ya desde la crtica que aqul

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El lenguaje marca el derrotero hacia el ser de la cosa. Semejante expresin merece, al menos, una palabra aclaratoria: no es el sujeto el que tiene el acceso directo, inmediato, a la cosa, vista sta como factum brutum para los sentidos, sino que en esta empresa siempre interviene el lenguaje, de manera que el modo como se realiza esta aproximacin est determinado por el modo como el sujeto se deja guiar por su lenguaje. Lo anterior tiene repercusiones claras en el campo de la ciencia: la manera como se aborda un fenmeno y su grado de objetividad no es un acto neutral, independiente de todo contenido previo, sino que va antecedido por tal o cual empleo de palabras, las cuales remiten a toda una herencia o dominio propio de la tradicin. Aqu es donde queda de manifiesto el vnculo lenguaje-tradicin: la ciencia no desoye el sustrato de previas representaciones (lingsticas) del mundo en la elaboracin de su discurso, y comprender ese sedimento es tarea del sujeto. la trascendencia de esta nueva perspectiva del lenguaje ha constituido una inusitada apertura del mundo hacia el sujeto y viceversa. Uno de los perfiles que la hermenutica seala del sujeto est contenido en la nocin de apertura, la cual es al mismo tiempo retorno a las fuentes de la racionalidad. heidegger ha sido quien identific la comprensin con la-condicinde-estar-abierto y tal condicin es la fuente de todos los modos de conocer, lo cual va ms all de la nocin de conocimiento como mera explicacin racional en tanto acto aislado del pensar. Comprender, ms que un acto de desmontaje racional de la cosa, es un modo de ser; es el ser-ah en su condicin de apertura. Por eso, cuando se da a la tarea de interpretar, el sujeto se asume a s mismo como proyecto o esbozo de sus posibilidades: de su estado actual de despliegue a sus fundamentos y viceversa, este es otro nivel de circularidad hermenutica que atae al sujeto.11 Si heidegger puso nfasis en la condicin del sujeto entendido como ente de-yecto que al mismo tiempo est abierto a su posibilidad, esto es, comohizo a Kant en el sentido que reconoce del lenguaje, y no al yo, su verdadero valor trascendental, puesto que en el lenguaje se sita la raz del entendimiento y de la sensibilidad que tanto busc Kant. Cfr. lafont, 1997: 22. 11 De su estado actual a su punto de partida histrico; de su comprensin individual a la de lo general; de la forma como se expresa el individuo al contenido de fondo de sus formulaciones. Todo ello seala de manera ejemplar la circularidad mltiple a la que est llamado el sujeto en su labor de intrprete de sus signos.

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ente pro-yecto (prospectiva), Gadamer va a insistir en el perfil del sujeto visto en retrospectiva, esto es, en el valor del prejuicio que antecede a la comprensin: la historia en sus efectos se adelanta a manera de prejuicio a la comprensin del sujeto, y es aquella de la cual el sujeto se sirve de gua para aclarar su situacin hermenutica, su estar en el mundo. Esta mediacin es posible en virtud del lenguaje: el lenguaje recoge la productividad de las interpretaciones que a travs del tiempo el objeto ha suscitado. y ste se convierte, as, en una autntica anmnesis o rememoracin del mismo (Muiz, 1989: 71). El sujeto, la historia, la ciencia, el arte y dems constructos de la racionalidad han llegado al ser en virtud del lenguaje y en ello queda expresada al mismo tiempo su radicalidad. Gadamer ha mostrado que el lenguaje no es slo el conjunto de signos de los que el hombre se vale para expresar sus pensamientos, puesto que, en primer orden, es (el lenguaje) el ser de las cosas: slo en el lenguaje la cosa es. As lo expres Heidegger de manera potica: El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre (2000: 11). En el mbito del lenguaje la expresin (logos) no viene sola, sino que es circundada por su atmsfera espacio-temporal, de ah que la expresin tambin sea al mismo tiempo su (pre)historia y su posibilidad a futuro. Esto es lo que significa anmnesis: actualizacin de un pasado no como aniquilacin de su sentido primigenio sino como expresin siempre nueva de lo que fue o en la continuidad de su despliegue. Desde esta perspectiva el sujeto no puede afirmar que ha comprendido del todo su mundo o lo que ste exprese y que su interpretacin sea definitiva.12 Si esto fuera as no habra lugar para la historia ni para la ciencia. En otros trminos, la palabra es la anmnesis de la cosa y del sujeto mismo: la palabra es el gora donde acude el sujeto al encuentro con su generacin y las pasadas, y as anticipa el encuentro con las que estn por venir.

12 Mal

hermeneuta el que crea que puede o debe quedarse con la ltima palabra. As concluye Gadamer su obra magna (1996: 673).

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La comprensin del sujeto: una forma de habitar el mundo El punto de partida de esta seccin es un aserto tan breve como importante para la filosofa: la relacin del mundo y el sujeto constituye un tema fundamental para la hermenutica. Ambos (sujeto y mundo) son objeto del acto hermenutico conocido como comprensin. la hermenutica en el siglo xx asume la consideracin del sujeto no al modo de un ser trascendental, en virtud del cual el mundo es slo la proyeccin de sus representaciones. Ante todo, el sujeto es un ser abierto al mundo, no en una relacin de confrontacin y dominacin sino de mutua implicacin. A continuacin expondr brevemente los derroteros de tal implicacin hermenutica, de acuerdo a los, en mi opinin, autores ms representativos de la disciplina que nos ocupa, en el siglo xx. Heidegger es el autor del cual pretendo partir en esta instancia de mi reflexin. Sin dejar de lado la dificultad que conlleva afrontar los asertos del autor alemn, y sin afn de exhaustividad, es preciso sealar que resulta inevitable emprender un breve recorrido por otros conceptos suyos para ganar claridad respecto del tpico nombrado en el inicio de este apartado. heidegger seal el uso comn de la palabra comprensin en el sentido de poder hacer frente a una cosa, estar a la altura, poder algo, y es en este sentido que comprender no slo se refiere a un acto silogstico o a un tener a la vista sino, ante todo, a un poder ser (heidegger, 2000: 161). Esta posibilidad siempre est atada a los condicionamientos del ser humano, en su estado de arrojado o de-yecto, y a su ser con. Precisamente este ser con constituye el humus de todo acto de comprensin. No obstante, heidegger se cuida de fundamentar el ser con en un factor sentimental; es decir, en la prosecucin de un pacifismo de tinte religioso o ingenuo: la proyeccin sentimental no es lo que constituye el ser con, sino algo slo posible sobre la base de ste y motivado por los predominantes modos deficientes del ser con en lo que tienen de inevitables (142). Efectivamente, los modos deficientes del ser con son inexorables e imponen al sujeto el desafo de un anlisis cuidadoso para curarse del extravo, de la disolucin de lo que es lo ms propio de su ser, esto es, de su ah. Por eso todo acto de comprensin implica un estar-frente-al-otro, sin menoscabo de ninguna de las partes confrontadas.

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la comprensin, en tanto objetivo del acto hermenutico del sujeto, est expresada en la palabra alemana verstehen, la cual significa estar delante de (davor stehen), ya sea delante de un objeto o de alguien para lograr una mejor percepcin de ello. Incluso, verstehen lleg a significar estar delante en un Juicio, en este caso delante de otras personas: vor Gericht, vor etwas oder jmd. stehen (Kluge, 1999: 861). Este muy breve recorrido por los orgenes de la expresin verstehen permite rescatar el sentido de comparecencia que implica la comprensin en la tradicin hermenutica alemana del siglo xx; de ah resulta claro que comprender sea tambin la escucha del otro (lpez, 2009: 11, n. 3). Como podr verse ms adelante, semejante actitud de escucha hacia el otro (sujeto) y hacia lo otro (el mundo) estar en la base de todo acto hermenutico. Gadamer ha hablado de un escndalo hermenutico en la forma de un fracaso: no dar con la palabra adecuada para traducir un texto, pero la verdadera piedra de choque de toda comprensin es no encontrar la palabra que alcance al otro. lo anterior resulta plausible por el hecho que Gadamer remite la comprensin a la estructura dialogal del acto mismo de pensar (dinoia): pensar es el dilogo interior del alma consigo misma (lpez, 2009: 65). Bajo esta premisa, el sujeto que comprende es aquel que es capaz no slo de captar el objeto, sino tambin de entender-se, de participar en el concierto de voces, y ello constituye ya una manera de ser con los otros. la tradicin hermenutica del siglo xx ha sido marcada por las guerras: heidegger y Gadamer, por mencionar slo dos ejemplos, han tenido que vrselas con el conflicto a gran escala. El derramamiento de sangre en un mundo civilizado representado por Europa ha llevado a la filosofa al planteamiento de preguntas nuevas, tanto en su forma como en la intensidad o el eco de su expresin: qu sentido tiene abandonarse a una reflexin puramente racional o trascendental, en un entorno violento, en el que prima la sed de predominio y venganza? Esta pregunta anima a su vez la pregunta hermenutica por el sujeto y por la clase o modo de mundo que tiene frente a s, para de ah situarlo precisamente al centro, hacindolo protagonista. No es de extraar que todo buen lector de la obra capital de Gadamer descubra esbozada entre sus lneas la preocupacin que representa el desplazamiento del problema de la verdad por el de la eficacia del mtodo; esto es, la instauracin de la pregunta por el mtodo como la ms legtima de todas, sea en el 28

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terreno de la ciencia, de la historia o del arte, lo cual no quiere decir que tal pregunta carezca de legitimidad en absoluto, sino que Gadamer, en su obra, alza la voz para dar lugar a otro tipo de preguntas, en el sentido de un viraje ostensible hacia el sujeto y su mundo, en calidad de habitante. El mundo es algo que va mucho ms all de la sucesin de fenmenos espontneos de la naturaleza o de lo que est a la mano (cosas) en entraable familiaridad; ms bien el mundo adquiere la dimensin de la experiencia que el sujeto y sus congneres hacen o construyen cotidianamente; una experiencia cargada de pasado, de conflictos presentes y pletrica de posibilidades. Con semejante toma de postura la hermenutica habra de poner distancia del sujeto trazado por la filosofa crtica de Kant en virtud de la cual aquel devino un ser vaco, demasiado centrado en sus leyes estructurales pero cada vez ms perdido en su mundo a causa de los cuestionamientos histricos emergentes. De hecho, el mundo segn la hermenutica es precisamente un texto que, emergiendo desde la base de su historicidad o su proveniencia, coliga al sujeto con sus congneres: el mundo es el palimpsesto comn siempre susceptible de nuevas escrituras, y toda explicacin cientfica del mundo, por plausible que sta sea, ha de contar con esa condicin de mundanidad compartida. la brecha que abri Kant entre el mundo de lo ignoto y el de lo cognoscible, iba a ser cuestionada muy puntualmente por la tradicin hermenutica del siglo xx. Esta visin dicotmica result insuficiente porque no daba cuenta a plenitud de la condicin social del sujeto, lo cual constitua un craso olvido del ser. El olvido del ser que amenaza al sujeto se supera, segn Gadamer, no recurriendo a ms disquisiciones metafsicas, sino en la forma de un preguntarresponder. Esta circularidad hermenutica hace del mundo una experiencia dialogal y ello constituye no exclusivamente una manera de comprenderlo o aprehenderlo, en el sentido de poseerlo, sino una manera de construirlo y habitarlo. En esta instancia reflexiva emerge una caracterizacin peculiar de mundo como experiencia lingstica. El estatuto lingstico o dialogal del mundo apunta a su cariz cultural, a esa condicin que todo sujeto asume en medio de sus coetneos y coterrneos a la manera de auto-olvido y disipacin, que al mismo tiempo es olvido del lenguaje. Se trata aqu de una experiencia que todo lo convierte en natural, incluso hasta lo ms inslito, si esto ltimo fuese visto en contextos 29

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diferentes a los de su aparicin y despliegue. Debido a esta especie de autoolvido y olvido del mundo, este ltimo constituye una ganancia y una prdida, simultneamente, para el sujeto: se gana en el modo cuasi natural de asumir al congnere como su estar-a-la-mano, pero se pierde en el reconocimiento de la especificidad propia o ajena. Por eso el mundo no est plenamente domesticado, no termina de ser el domus hominis porque no ha acabado de hablar (lpez, 2009: 94s), es decir, el mundo habitado (en su obviedad) no lo es todo, sino que es un mundo por descubrir y recuperar, y esta recuperacin slo puede suceder en el contexto del dilogo. El sujeto est llamado a realizar la experiencia comprensiva del mundo desde lo que sta implica: su hermenutica circularidad: hacer lo propio algo (objeto) extrao y hacer lo extrao algo (objeto) familiar. Slo as es factible recuperar el mundo y habitarlo en su carcter plenamente expresivo. Como ya se ha indicado, la recuperacin de qu mundo lleva a la pregunta por la con-formacin del sujeto entre los otros de su misma especie, y es tal la magnitud de la mutua implicacin que puede afirmarse lo siguiente: en la medida que el sujeto sabe de s y de otros, entonces, sabe del mundo. Por eso no es de extraar que habermas centre su atencin no slo en la parte que corresponde a la crtica del lenguaje sino, sobre todo, a la crtica de lo que el sujeto asume ms propiamente como suyo, es decir, sus intereses ms profundos, su ideologa. Con base en este habermasiano viraje de perspectiva, sendos proyectos hermenuticos de heidegger y Gadamer pueden parecer contaminados de idealismo pacificador o alienante. Efectivamente, esta sospecha expresada antes por Adorno y horkheimer alcanza en habermas su punto ms crtico. habermas, bajo la premisa: el lenguaje es una forma de interaccin social, es decir, que encubre y reproduce prcticas sociales, enfatiza la realizacin plena del lenguaje en un autntico acto comunicativo, lo cual hace presentable para el sujeto la imagen de un mundo de iguales, en el que la dominacin y la pasin ceden o deben ceder paso a otro nivel del entender-se. Para habermas result insuficiente la localizacin del sujeto en un mundo plagado de herencias irreflexivas de la tradicin, al cual Gadamer haca alusin en su obra; en este contexto el sujeto adolece de verdadero arraigo en el mundo. Al sujeto, segn habermas, corresponde la tarea de emprender una hermenutica profunda (tiefenhermeneutik) que lleve a aqul a despejar la dis30

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torsin de la comunicacin provocada por el influjo represor de la autoridad, y despejar las distorsiones del lenguaje que encubren prcticas de dominacin mediante sutiles mecanismos de simbolizacin (Maceiras, 2002: 385s). En otros trminos, el punto de partida del acto hermenutico no es, para habermas, el acuerdo sobre el objeto, ni la omnipresencia benvola de la tradicin, sino ms bien el desacuerdo en el mundo, el trastorno que emerge desde las profundidades de lo irreflexivo y se manifiesta en el mbito comunicativo: el mundo no es lo que se esperaba que fuera. Esta distorsin est presente no slo en la parte ms elemental de la racionalidad social, el mbito de la opinin, sino que toca lo ms propio de los procesos de la racionalizacin cientfica. Si Gadamer insiste en la pertenencia al mundo desde los condicionamientos que ste impone al sujeto, habermas, por su parte, en el distanciamiento del mundo y sus coacciones irreflexivas. la pregunta por el mundo, como hemos visto, remite a la pregunta del sujeto, y viceversa. Pero, metodolgicamente, de cul de los dos debe partir el hermeneuta para una correcta indagacin?, cul de los elementos citados ha de hacer valer su primado? la respuesta a ambas cuestiones no parece afectar la comprensin si se formula desde una postura abierta, y en esa medida de apertura se dibuja el horizonte. Un mundo sin sujeto es tan inconcebible como un sujeto sin mundo; las ciencias naturales pueden ya levantar la voz contra semejante expresin en tanto afirman que para el mundo el humano es prescindible. Sin embargo, para la hermenutica la relacin entre el sujeto y el mundo es elemental porque a falta de uno de estos dos interlocutores se rompe el ncleo propio de la comprensin; de ah que la hermenutica sea una disciplina filosfica de la contingencia y de la mutua implicacin contingente del mundo y del sujeto. Para la hermenutica no se trata aqu de defender a ultranza una relacin unilateral, de dominio sobre el mundo, sino de una mutua habitacin: el sujeto habita el mundo y es habitado por ste. As como el sujeto es libre y se despliega, no menos opera el mundo. Para Ricoeur, por ejemplo, el sentido o la donacin del sentido no parte primariamente del sujeto, puesto que tal sentido est siempre en la forma de enigma que acaece en el mundo (muerte, mal, etc.): el mundo o la cosa exige que se le entienda (Umlauf, 2007: 232). Aqu vale una aclaracin: si bien Ricoeur parte de la consideracin del mundo y su status simblico, esto no significa que relegue o prescinda del sujeto dado que ste se ordena segn un acontecer de 31

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sentido que los smbolos mismos transmiten. A su vez, la reflexin sobre los smbolos y su transmisin constituye el punto de partida para comprender el mundo como un fenmeno histrico. Ambos, sujeto y mundo, emergen como smbolo y ste es en realidad, segn Ricoeur, el terminus a quo de toda comprensin hermenutica: insoslayable es, para entender la hermenutica de Ricoeur, que al sujeto se lo vea como un ser-del-smbolo. Por ms que se hagan presentes mutuamente, mundo y sujeto no pueden aspirar a una reduccin elemental en un solo (exclusivo) smbolo, al modo de una invocacin inequvoca. Ricoeur se cuid mucho de ese riesgo y para ello remite al contenido de la nocin de smbolo, la cual est sobrecargada de sentido; de ah que cualquier interpretacin mantenga su carcter particular y contingente, esto es, debe ser ampliada o desplegada por otro ejercicio de interpretacin. Toda proporcin entre sujeto y mundo queda asegurada ya que el sujeto, valga la redundancia, se convierte en verdadero actor en el acto de leer el mundo, y al tiempo que lee el mundo el sujeto llega a s mismo, se lee a s mismo. El texto o mundo que hay que leer corresponde a una nocin que va ms all de la formalmente terminada proposicin escrita, accesible nicamente en los productos de la imprenta. Este sera el caso del famoso relato de Borges, la biblioteca de Babel. Si los conceptos mundo y texto escrito, en efecto, fuesen intercambiables, se dejara de lado aquel aspecto de prefiguracin del mundo necesaria para su comprensin, por ejemplo, los comportamientos cotidianos del sujeto, su bien o mal actuar, su sufrimiento; esto lo saba muy bien Ricoeur y por eso ech mano de la as llamada smantique de laction, segn la cual corresponde al sujeto someter a cuidadoso anlisis la praxis comn que subyace, a modo de estructura pre-narrativa, a toda simbolizacin narrativa. Es para Ricoeur esta circularidad hermenutica la que corresponde a un modo de comprender y habitar el mundo: a) el sujeto lee y escucha la prefiguracin del mundo, la cual atae a sus prcticas cotidianas en el nivel de precomprensin; b) el sujeto pondera y pone por escrito o articula textualmente su precomprensin, lo cual constituye un mundo cerrado, configurado; c) el sujeto aborda con su acto de lectura el mundo configurado, y lo que de esa confrontacin entre texto y lector resulta: dolor, aceptacin, rechazo, por ejemplo, constituye una transformacin o refiguracin de mundo: el mundo cerrado de un relato escrito se convierte en un mundo 32

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abierto, el propio mundo del lector. Expresada en trminos ms propios, tal circularidad hermenutica recibe el nombre de prfiguration-configurationrfiguration. habitar el mundo, segn la hermenutica ricoeuriana, es un proceso inagotable que adquiere nueva dimensin en el acto de leer el texto; el mundo y su lector (sujeto) se convierten mutuamente en texto inacabado, in fieri, cuya transformacin es la medida de la mutua implicacin. El sujeto habita el mundo implicndose en el mundo prefigurado y configurado; ello constituye un desarrollo en la forma de superacin o refiguracin para ambos. lo dicho hasta aqu en este breve apartado permite establecer ciertas derivaciones pertinentes para la comprensin del quehacer hermenutico: la relacin sujeto-mundo es compleja en toda la extensin de la palabra y ocupa un lugar de suma importancia para la hermenutica, no slo del siglo xx. Expresado en otros trminos: la relacin sujeto-mundo pertenece a la estructura de la reflexin hermenutica, y lo que se diga de ambos es en calidad de actores y en actitud de dilogo: el mundo adquiere su sentido desde la captacin de la pregunta que l es, de manera que no slo es respuesta, sino tambin es pregunta para el sujeto; ste, a su vez, se convierte plenamente en actor y morador del mundo cuando capta en toda su extensin la pregunta que es para el mundo. El sujeto y el mundo son un continuo y mutuo hacer-se; el dao de uno es el dao del otro y el bien de uno es el bien del otro (lpez, 2009: 98), y con ello queda conjurado todo atisbo de fatalismo y evasin. As vista, esta doble implicacin pone de relieve, una vez ms, el carcter ontolgico-universal de la disciplina filosfica aludida. Esta condicin del sujeto como actor dialogante con respecto de otros sujetos y del mundo hace que ste se eleve a una nueva dimensin, es decir, a la dimensin cultural: el mundo deja de ser exclusivamente natur para convertirse en Kultur; deja de ser tierra para convertirse en planeta y universo; deja de ser algo inerme para convertirse en algo vivo, transmitido con el cuidado que corresponde al trato de un legado invaluable: lo que el sujeto transmite del mundo es su forma de habitarlo, de manera que el mundo es y no es al mismo tiempo lo que se recibi en un principio.13lo aclara Gadamer: Pero la transmisin no implica dejar algo intacto, limitndose a conservarlo, sino aprender a concebirlo y decirlo de nuevo. Cfr. Maldonado, 2001: 222.13 As

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34 Consideracin final

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lo que aqu ha quedado dicho sobre el sujeto en el horizonte de la hermenutica tiene el carcter de una aproximacin provisoria al tema, siendo indispensable una ampliacin posterior a la luz de nuevas contribuciones de diversos autores. Sin embargo, sirva de muestra la importancia que la trada temtica aqu expuesta ha representado para los orgenes y el desarrollo de la hermenutica. Acorde a su carcter contingente el sujeto se ve desafiado por numerosas texturas que lo definen tambin a l como texto susceptible de interpretacin, lo cual constituye la tarea ms importante en el devanar de sus das. En otros trminos, la herencia de hermes es la que define el lugar del sujeto en el mundo: transmisor de un lenguaje propio de los dioses el hombre, como hermes, tiene que mirar a los otros, legando lo que tambin recibi, esto es, el signo o la palabra cargada de mundo. Desde sus orgenes la hermenutica, y ms particularmente la desarrollada en el siglo xx, da testimonio de la relevancia de esta palabra en toda su dimensin al mirar al sujeto precisamente como eso: palabra que habla de s y del mundo.

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IRONAS DEl SUJETO EN lA ESCENA CONTEMPORNEA: UNA MIRADA DESDE lA CoMPlejidad

Nicols Alejandro hernndez Guilln

Hoy ms que nunca los que reflexionan seriamente estn convencidos de que la filosofa tiene tareas prcticas. tanto la vida del individuo como la de la comunidad estn configuradas, no slo segn sus necesidades y vicisitudes, sino tambin, en toda poca, conforme a la fuerza de las ideas conductoras. las ideas son poderes del espritu, es decir, pertenecen al reino del pensamiento, el cual tiene su propia disciplina y crtica: la filosofa. Pues eso, la filosofa est llamada a incluir en lo presente y actual y a colaborar en las necesidades del ahora.

nicolai Hartmann Advertencia El siglo actual en cuanto al pensamiento se refiere plantea retos interesantes, aunque desde luego no se resuma en stos. Uno de ellos es efectivamente la reflexin sobre el sujeto. Quizs en ningn otro momento como ahora las tareas del entendimiento se han ensanchado haciendo que ste las vea como inabarcables. Ello es notorio tan slo si se echa un vistazo general al estado actual de la ciencia. Pero no se piense que es slo ah donde se pueden estrechar lazos reflexivos; en el plano filosfico, los compromisos que se requieren para reflexionar sobre el presente no slo se encuentran ah, residen en muchos puntos y no son, con mucho, menos sencillos: la epistemologa, la tica, los problemas del lenguaje o la ontologa son apenas la punta del iceberg que emerge en una superficie pantanosa de gran movilidad. 37

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las condiciones exhibidas no encarnan otra cosa que el prembulo a una serie de mltiples discursividades que ponen en aprietos cualquier afn de sistematizacin total. Para el caso que ha de abordarse aqu, el sujeto, se antoja imposible extinguir el tema, dado que como categora filosfica en la realidad contempornea es inabarcable. No obstante, es plausible trazar desde el pensamiento complejo una serie de sealamientos que hagan ver (a propsito de la filosofa) cules son algunos de sus rasgos.1 La discusin a iniciar tiene como punto de partida las siguientes categoras: ciencia, razn y sujeto, las cuales la modernidad haba planteado de una u otra forma y fueron consideradas en los primeros aos del siglo xx como troncales. Cabe acotar que en la misma medida se habr de tomar distancia de ellas desde el punto de vista que plantea el pensamiento complejo. Debe quedar claro que en tan pocas pginas no se puede agotar un problema de este tipo; quedaran fuera otros conceptos con el fin de suscribirse a mostrar la discusin desde ambas perspectivas, la configuracin clsica moderna y la propuesta por la complejidad. En tal sentido, slo se ver una parte del esqueleto contemporneo que sostiene al sujeto. Pero antes de llevarlo a cabo, han de mostrarse dos puntos desde los cuales esto es posible; es decir, los dos bloques desde donde se discutir la cuestin: el primero, traza al sujeto como aquello que est en proceso de morir o que ya lo ha hecho; 2 el segundo, asume la emergencia de un rgimen discursivo extrao al mismo, que en gran medida lo aleja de las cosas que, por ejemplo, los modernos aceptaban para l.3 En otras palabras,1 De Edgar Morin hay una extensa bibliografa, con la que no se va a cansar al lector. Baste,

para comprender los trminos del presente trabajo, acercarse a Morin, 1984. 2 Quiz los posmodernos sean los que ms han desarrollado en la actualidad esta perspectiva. no puede olvidarse, cmo algunas propuestas de inicios del siglo xx permitieron apuntar una desaparicin del sujeto, tales como la ontologa heideggeriana o bien las consecuencias del giro lingstico. Cfr. Delacampagne, 1999. Cabe aclarar que la intencin no es entrar en la discusin de los pormenores de las cuestiones aqu citadas sino simplemente acotar de manera general el nacimiento del problema. Tampoco se ha de plantear como una cuestin central. As, las consecuencias, detalles o avatares de los mismos tendran que ser abordados en un trabajo de otra ndole, y el presente texto no ha sido pensado para ello. 3 Dicho rgimen discursivo, eminentemente filosfico para el presente trabajo se plantea como extrao en la medida que no le son ajenos los problemas que suscita su mencionada desaparicin, pero asume que ste no ha desaparecido del todo, ms bien ha adquirido

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en este ltimo punto se considera la emergencia del sujeto como categora fundamental renovada y con rasgos que lo distinguen de su antecesor.4 Esta ltima forma ha de ocupar las siguientes lneas. Ahora bien, en vista de que la problemtica es tan amplia es necesario decir que varias de las cosas aqu trazadas tienen el carcter de primera aproximacin. Por ende se debe considerar una cuestin inacabada. Finalmente, lo que las siguientes lneas apuntan debe ser contemplado como acercamiento particular cuyo asidero est dado por la filosofa y el pensamiento complejo, lo cual en manera alguna extingue los problemas suscitados por el tema. los rasgos del sujeto, tal cual se presenta hoy, haran necesaria una discusin mucho ms amplia y desde mltiples perspectivas para intentar comprenderlo. De esta forma, a pesar de que ste sea trazado desde la filosofa, se pueden ver al interior de esta misma posturas varias, en muchos sentidos antagnicas y, dado este escenario, se estima imposible alcanzar un tratamiento exhaustivo. Emplazamiento general En la actualidad, las condiciones reflexivas que se suscitan en relacin con la emergencia no slo de nuevos discursos sino a la (cada vez ms patente) irrupcin de nuevos objetos de estudio (o bien miradas que ven de otro modo a estos mismos), adems de la aparicin de situaciones hiperdesarrolladas que en cualquier otro momento podan augurarse como sueos hace evidente y necesario pensar el mundo de manera distinta. Contrario a lo que se pudiera creer, dichas condiciones no representan el mximo desarrollo en el plano humano, es decir, que no puede decirse que el progreso tan sonado en la modernidad se haya por fin alcanzado. El mundo que ahora se vive ha nacido de una disposicin que es ajena a la modernidad, tanto en el plano discursivo como en el prctico,5 pero que es a la vez consecuencia directa denuevas caractersticas que, para bien o para mal, lo hacen adolecer de las particularidades que la modernidad le impona. 4 la emergencia se puede definir, segn Johnson, como la evolucin de reglas simples a complejas (2003: 19). 5 Esto es, tanto a la filosofa como a la ciencia. Aunque, la primera carezca en gran medi-

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sta; 6 no obstante, contina movindose bajo aspectos diversos de los cuales riqueza y pobreza son slo dos de los que siguen hoy tan presentes como en aquel tiempo. Cierto, todas las categoras de pensamiento han sufrido fracturas, modificaciones, contracturas y enunciaciones que parecen no slo alterarlas sino desaparecerlas. Ello es resultado directo del estado que guarda el marco socio-histrico contemporneo. Por eso, los conceptos mismos parecen no tener un asidero y por ende tienden a creerse obsoletos, inexistentes, no obstante renovarse o, bien, mutar (aunque tambin desaparecer).7 Todas estas cuestiones que pueden ser consideradas apocalpticas son el escenario de la segunda mitad del siglo xx, que contina en los albores del presente siglo xxi a los que cabe agregar una multiplicidad de discursos, enmiendas y tribulaciones que surgen a propsito o en despropsito del mundo actual y en tal respecto se hace imposible un acercamiento a la totalidad de estos problemas. El presente texto abordar de manera sucinta la cuestin del sujeto en dos vertientes: a) la que bosqueja al sujeto como ente de razn, en el sentido sobre todo que Descartes planteaba en su discurso del mtodo; 8 y b) la que lo ve trazado como un ente desfasado de dicha razn.9 En otrasda de aceptacin en el entramado social. y la segunda sea la que, en gran medida, domina el plano ms prctico de la vida. 6 Esta es, ciertamente, una de las grandes paradojas de este tiempo. El entramado social est determinado por los acontecimientos histricos, pero no se puede decir que de ah hayan de desprenderse conclusiones para el presente que corre. No obstante, no se puede voltear al pasado sin ver las dos guerras mundiales y los conflictos posteriores, sin pensar en cmo y cunto influyen stos en lo que ahora se vive. Por otro lado, la modernidad finc un estilo tanto discursivo como de pensamiento que si bien es cierto hizo de las suyas en su momento, en la actualidad sera peligroso sealar que se es tan moderno como los modernos mismos. Sin embargo, la modernidad es un punto de partida. 7 Un breve apunte sobre esto es precisamente la categora sujeto que a fuerza de tanto mencionar su bancarrota, no se ha hecho sino demostrar el carcter de su novedad actual. 8 De antemano se sabe que no ha sido nicamente Descartes el que ha trabajado la mencionada cuestin, no obstante, es el primero que plantea el nacimiento del mismo en los trminos aludidos. y es precisamente el discurso del mtodo la fuente ms plausible de su contribucin. 9 Aclaracin importante es que una de sus caractersticas es la de no tener una frontera clara, es decir, el trazo del sujeto no se puede ver aisladamente. Es, ciertamente, el objeto lo que lo determina pero al estar desfasado ste el primero deviene algo, peligrosamente,

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palabras, la primera parte tiene como principal argumento el hecho de que el sujeto puede imaginarse como el eje central del conocimiento, como una de las conquistas ms altas que la modernidad haya planteado para s. la segunda parte asume que dicho sujeto est ms all de lo antedicho, pero los entresijos de este ltimo son ms espinosos o desconocidos.10 En este segundo planteamiento est en principio el peligro de su tan connotada desaparicin. A la vez se presenta como un sujeto difuso. Brevemente, en un primer momento el sujeto (de alguna forma era) claro y distinto, apreciable como ente de razn, pero en un segundo instante deviene un ente irracional, sin fronteras (entre l y el objeto), carente de definicin, o bien entorpece la bsqueda de una, de ah que se diga que no hay un sujeto claro como tal. El problema, que puede verse ya en primera instancia, es el del conocimiento en general. Nada habr de cambiar sino la forma de conocer. El sujeto mismo modifica su entendimiento del mundo y de s mismo, como mundo. El problema epistemolgico es: qu ha de conocer: mundo real, mundo creado por l mismo, una combinacin de ambos? Viejo problema, pero los instrumentos del actual acaecer dictan nuevas vertientes, linderos todos que, las ms de las veces, dejan perplejos a muchos. Estos son los signos que, con carcter de general, se habrn de atender en las prximas pginas. los cambios que el sujeto presenta son debidos a las notas que ha tomado el mundo en general, es decir, tanto disquisicin cientfica, adems del entramado mismo de la filosofa y, en general, el derrotero que el pensamiento y la sociedad han tomado en la actualidad. Por ello, las consideraciones aqu vertidas son condiciones inherentes a variados continentes y no a fuerzas localizadas o preeminentes en una sola base. Igualmente se piensa que, a travs de la irona (cada una de las partes que componen el presente texto), toma sentido la argumentacin, de otra forma causara desconcierto ver al sujeto slo como uno de stos: moderno, rebasado o difuso, cuando en realidad es todos a la vez (y los que hayan de acumularse).sin frontera, incluso se le puede llegar a confundir con la cuestin misma que reflexiona: menudo problema. Para la cuestin del objeto desfasado cfr. Nicols Alejandro hernndez Guilln, El objeto desfasado: sobre la incertidumbre frente a la realidad, en Corona, 2009: 137-166. 10 En la Irona tercera: sujeto difuso, infra, ser ampliado este punto.

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Irona primera: el nacimiento del sujeto la modernidad haba fincado, de la mano de Descartes, un conjunto de situaciones para el sujeto. El punto central era, con mucho, la aparicin de un cogito reflexivo que le permita emanciparse del yugo que haba ejercido sobre l la escolstica. la posicin epistemolgica moderna tena como fundamento el sujeto en s mismo y la apropiacin que ste haca del mundo. El sujeto daba fundamento a su conocimiento y se apoderaba de su propio mtodo (a la vez que lo fabricaba) a travs del cual l mismo poda conferirse en su individualidad la capacidad de descubrimiento del mundo. Es decir, forjaba el sentido de realidad que, en tanto sujeto, crea le corresponda o que, dada su condicin de ente cognoscente, crea le corresponda. Es as, en trminos generales, como el sujeto se volvi condicin troncal de la tradicin moderna de pensamiento. Pero, no slo fue Descartes el que le proporcion fuerza, en todo caso l inicia el movimiento que otorga sentido de preeminencia y da paso, mediante un giro de 180, a un plano antropolgico fundado en el sujeto.11 El trabajo cartesiano marc de esta forma el prototipo reflexivo que la modernidad adopt para el caso (incluyendo sucesivas generaciones que despus de eso continuaron con la tradicin moderna). En aquel momento, dicho sujeto condicin primera haba de conocerse a s mismo. Parta dudando hasta llegar a la certeza ms evidente de todas, su propio conocimiento. El cogito cartesiano permite, mediante un mtodo bien estructurado, conocer no slo el mundo circundante sino al sujeto mismo. Su punto de partida, la duda, vuelve hasta l mismo que es el que conoce y efecta la misma operacin, es decir, se auto-identifica. El sujeto no es otra cosa que parte de su propio saber y l mismo es el que busca el saber. la duda, como punto de partida, lo obliga a recogerse y asumirse como posibilidad intrnseca de conocimiento, tanto como saber del mundo, como saber de s. En tal medida, ya no habr de esperar una iluminacin, fulminante revelacin, que le permita avanzar en lo que desea aprehender.11

No es la primera vez que en la historia del conocimiento se formula algo parecido, lo interesante junto con ello es el nacimiento de una ciencia que, emergida a partir del sujeto, intenta plantearse objetivamente posible, esto es, olvidando sus condiciones subjetivas.

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Punto importante es que el sujeto tampoco ha de buscar en otro lugar su herramienta primordial para conocer: la inteligencia. sta le pertenece por derecho propio, desde el nacimiento. Igualmente, dir Descartes, la inteligencia est repartida de la mejor manera entre todos los individuos. Ahora bien, ser sujeto implica estar ante algo. En tanto ente cognoscente, el sujeto se atenaza a esta forma de ser como una forma igualmente de conocer. Se planta ante una cosa, y la aprehende como distinta a l. De la misma forma el sujeto, y slo l, puede ver lo otro desde la ptica de objetos que no son sino cosas frente a l. Cosas que debe y puede conocer por s mismo. En otras palabras, lo que est frente al sujeto no es independiente sino que, adquiere sentido en la medida en que l lo adopta para s. Cuando ste se apropia del mundo como lo otro, lo conoce. As, el sujeto se reconoce dentro de l no como eso que es la cosa sino como un ente distinto a sta, como ente dotado de razn. l es distinto a sta, precisamente porque sujeto y objeto estn uno frente al otro, pero slo el sujeto puede pensar tanto a s mismo, como lo otro a travs de la observacin profunda sin obliteracin; es decir, reflexionando sobre lo que es l y qu es el mundo. La inteligencia es algo positivo, pero lo es no slo porque sea la cosa mejor repartida en el mundo, sino precisamente porque al estarlo, el sujeto puede delinear su ser, por ende, designar lo otro que lo rodea como eso que no es l. Slo entonces adquiere una identidad propia como yo cognoscente. A partir de entonces sujeto y objeto son cosas opuestas, pero necesarias para la existencia de una u otra. Vale decir, el primero se debe a lo segundo, y lo segundo es precisamente por intercesin del primero. Ambas esferas ontolgicamente distintas se relacionan mediante el conocimiento. En otras palabras, lo que hace objeto al objeto es obligatoriamente el sujeto con quien tiene relacin. y el sujeto es tal, precisamente por la relacin que tiene con aqul (Descartes asume que hay un intelecto divino que permite dicha relacin). la pregunta fundamental ha sido, desde entonces, si lo real como tal es una creacin del propio sujeto.12

12 Esta

cuestin sigue estando sujeta a debate. Aqu no ha de apuntarse una solucin. Ello se hace con la intencin de no agotar al lector en una cuestin que es, de alguna forma, adyacente. Ms adelante se ha de hacer un breve sealamiento sobre el punto.

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Irona segunda: sujeto rebasado En este momento, una pregunta fundamental de la filosofa es aquella que interroga sobre la condicin del sujeto, aquello que la modernidad hubo fundado como elemento troncal de su discurso.13 Lo interesante es que como tema fundamental del pensamiento ya no lo es slo de la filosofa sino de cualquier discusin, aunque proyectar un punto de vista respecto del sujeto hace entrar en resquicios efectivamente profundos, irresueltos y problemticos, puesto que una de las aparentes taras, germinada durante el desarrollo (sobre todo) de la segunda mitad del siglo xx, es la discusin sobre el sujeto y cuyo patrimonio discursivo hubo de surgir desde innumerables campos de trabajo. As, puede observarse cmo algunos de ellos se apoderan de l como herramienta metodolgica de conocimiento, o bien como elemento supeditado a pulverizacin. No se agotar al lector con una lista de los movimientos presentes a propsito de esta discusin. Bastante bibliografa hay ya sobre la cuestin como para volver sobre ella. Sin embargo, es necesario evaluar la cuestin del sujeto crticamente, mxime ante las eventualidades que le dan su sentido actual, no apuntando una solucin en caso de haber conflictos sino tratando de proveer una plataforma desde la cual pueda visualizarse el asunto. la irona con la que ha de iniciarse es el sealamiento constante de su desaparicin. Esto es, la indicacin constante sobre la inexistencia del sujeto. Es cierto que el sujeto como concepto filosfico ha sido desde hace algn tiempo cuestionado. la posmodernidad, como marco filosfico de finales del siglo pasado, rubric gran parte de lo que puede considerarse este controvertido ataque, fincado en la desaparicin de todos aquellos metaconceptos que la modernidad haba heredado al presente (Verdad, Razn, Sujeto, Categoras son algunos ejemplos). Todo esto fue plasmado desde las ms variopintas posturas al interior del citado movimiento. Entonces se tach al sujeto de quimrico, absurdo, artculo de coleccin, glosa, entre otras muresultar interesante al lector el hecho de que en una discusin sobre este punto no se haya de remitir el autor a las corrientes de inicio del siglo xx, de algunas de las cuales se desprenden las consideraciones que aparecern en este apartado, en su defensa se debe sealar que ello ocupara un amplio estudio que, ya desde el inicio, se seal no intentara abordar. Se deja entonces para otro momento tal punto.13 Debe

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chas acepciones (cosas, todas, que tienden ms bien a hacer evidente su presencia, tanto en nuevos tejidos, como de distinta forma). Si bien, para algunos de ellos apareca como objeto de culto para despus desvanecerse. Esto es, se planteaba al sujeto como un modo de rendirle culto al yo. la sociedad contempornea habra de rendirle culto a cada individuo. Naca la pleitesa a la individualidad. De esta manera, lo que desaparece es lo social. ya no hay sociedad en la medida que lo individual es lo que subyace a lo general y social. En este plano, el sujeto se ve dominado por un entramado diverso que lo arropa para hacerlo sentir en todo momento bien. la cultura hedonista lo vuelve centro de su discurso. Es el yo el que se mantiene erguido ante el mundo porque ste ha de caer ante sus pies derrotado por la fuerza de su ser erotizado. As, el sujeto deviene ente enajenado y sin fundamento. Dicho de otro modo, la muerte de los metaconceptos implica el fin del pensamiento, por ende, el nacimiento del erotismo cultural. La condicin eminente del pensamiento dbil hace fulgurar las peores circunstancias para aqul (Rosenmann, 2004). Al promulgar la muerte de los metaconceptos se extingue con ello el entramado troncal desde el que parte la reflexin: la razn y el pensamiento, dos circunstancias centrales para el surgimiento del sujeto, cuestiones ambas que se van por la borda, anuladas sin ms por un discurso que plantea su fin. Adems, al sujeto se le cancela porque como categora propia del pensamiento se le considera extinguida. La paradoja resultante de lo anterior es, precisamente, desde dnde se puede formular el fin de tal trama si desde un punto ms all del propio acaecer es que se puede ver tal cosa, esto es, desde el punto de vista del sujeto. Dicho de otra forma, si el sujeto no puede ver ahora al objeto, entonces quin observa lo observado?, y por lo tanto, qu es el mundo? Ambas preguntas se quedan sin respuesta clara. No obstante, slo al tomar distancia de las circunstancias propias del mundo se puede establecer un diagnstico, en qu sentido se puede decir ha terminado o se ha agotado la etapa del pensamiento?14 Luego entonces, la filosofa debe preguntarse qu o quin es el sujeto? la pregunta puede14 luego puede verse que ms all de la muerte de los metaconceptos o junto con esto hay la

emergencia de entramados conceptuales nuevos. O bien, es la aparicin de nuevos conceptos (o la dotacin de nuevos sentidos a los viejos) lo que hace creer en el fin. Ello no quiere decir que, de alguna forma la posmodernidad no tenga, como tal, razn en proponer los

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resultar un tanto incmoda para aquellos que, habiendo asumido su muerte no desean revivirlo o de plano lo asumen como una categora rebasada o agotada. habr que decirle a todos ellos (los posmodernos) que el sujeto est inmerso en un nuevo sentido de realidad. El sujeto que los posmodernos oponan a su smil moderno ha desaparecido en la medida en que ha devenido en un nuevo sujeto con otros caracteres, est hiperdesarrollado. los caracteres efectivos del sujeto no son ya slo los de la modernidad, sino los de sta y los que adquiere ahora. Se ha transformado en un ente completamente ajeno a la modernidad, pero que no ha perdido lo que era entonces. De forma cnica, el sujeto ha desarrollado todas aquellas cosas que la modernidad planteaba para l, pero dado el estado actual de cosas ha devenido un ente ms all de lo moderno. No ha dejado de ser moderno y adems ha asimilado las principales caractersticas de esto para establecerse como yo propio de lo actual. Si lo subjetivo en la modernidad era el pensamiento, en estos das el sujeto ejerce dicha actividad de manera insolente, tal cual l debe ser. y como, ahora s, puede ejercer su ms plena libertad, su determinacin, es decir que el sujeto ya no est slo en el plano del entendimiento, se despliega tambin en el plano libertad, pero va ms all de ella. Ejerce su patria potestad sobre el mundo sin saber qu es eso pues no hay necesidad de entenderlo. Sin conocerse ni entender lo otro, el objeto (o el mundo), el sentido que da a las cosas es el de pertenencia, esto es, todo le pertenece como cosa. Hacerse cargo de la cosa implica hacerse cargo de s mismo slo como yo deseante. Por otro lado, el sujeto moderno ha sido irnicamente rebasado por lo real. Pero lo real mismo se ha visto reconfigurado. Si la razn naci como el parmetro ms certero de conocimiento y el sujeto se vuelve un ente deseante y condiciones de razn y de realidad no son las mismas, ste se transmuta, desaparece en tanto punto central. El hecho de que sea rebasado implica la reconfiguracin de los discursos, en otras palabras, la adopcin de tramas de lenguaje que ya no operan ms a travs de las prcticas modernas. la sociedad contempornea asiste a su redistribucin en diversos planos, tanto tericos como discursivos y ms all en el plano ms llano: la vidaproblemas que explican, sino que hay que establecer un profundo matiz para poder ver ms all de lo que ellos establecen.

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cotidiana. De suyo, esto ltimo podra resultar evidente; sin embargo, la emergencia de nuevos estratos reflexivos hace inaprensible esto, por lo cual se vuelve confuso. Concebirlo supondra hacer patente una perspectiva de visualizacin que est ms all de la razn y el sujeto modernos, o mejor dicho el sujeto de razn, ente cognoscente el sujeto de conocimiento que Descartes haba pensado no existe ms como l mismo lo haba pensado. la trascendencia de esto es precisamente lo que se va a esbozar en la siguiente parte. Irona tercera: sujeto difuso la ciencia en cuanto al conocimiento del mundo ha tenido grandes avances pero, no se puede decir sin ms que lo que ella dice (esto es, slo lo que ella dice) sea la verdad absoluta. la visin de mundo sigue siendo reticular adems de adolecer, en muchos sentidos, de un cabal entendimiento del