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OTOÑO EN LA CIUDAD

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OTOÑO EN LA CIUDAD

Es como despedir un viejo y buen amigo; el verano se ha ido llevándose mas de lo que soy capaz de reconocer.lom miro con nostalgia partir desde mi ventana, su estela puede aletear todavía en mi corazón unos días mas, pero la realidad de su ausencia enfría mis manos el paso cansino del calendario.

Siento que el cambio de estación me pesa y condiciona como el paso de una habitación caldeada y confortable a otra húmeda y fría. Hace diez días que he atravesado el mapa, dejando mi otro mar para venir a este, el que me corresponde por derecho- ley, y no ha habido día en el que no haya venido la lluvia a recordarme que, el otoño en la ciudad, trae la tristeza de la mano.

Calles grises, suelo gris ladrillo y adoquín, hojas pisoteadas, sucias mojadas. No hay vida bajo su manto, tan solo la espera paciente al servicio de limpieza, no es este el bosque de cemento el que late dentro de mi, sino el otro, el mas lejano y soñado, ese que vibra de vida con la lluvia que emerge cada nuevo otoño recogiendo los frutos del sol y el calor a la espera del descanso invernal. Este bosque de edificios, ruidos y automóviles no me inspira ninguna poesía. Me hace soñar con mirar a otro lado , escapar quizás, soñar todavía.

El otoño en la ciudad me obliga a mirar con el corazón porque lo que veo con los ojos me dejan indiferente y es ese trabajo de metamorfosear lo feo en lo bello, lo frio en cálido, lo antipático en acogedor el que me tiene atada a estas paredes. Paredes puertas,

ventanas, cerraduras …

Siento wau voy poco a poco perdiendo parte de mi esencia “salvaje”, esa que me acorrala dentro de un cubo de hormigón y hierro; caliente y confortable, pero cada vez mas alejado de lo natural. Me aferro a las plantas de mi balcón; las miro con autentica pena. Ni ellas ni yo vivimos donde deberíamos vivir tantos años de confinamiento no han conseguido mata el instinto que habita en mi, el que me lleva a mira la ciudad cayendo en el otoño y llena mi boca de un viejo sabor amargo.

No quiero vivir en esta jaula y sigo viviendo en ella. La puerta esta abierta y no hay nada que me impida dejarla atrás. Tan solo la certeza de no saber adonde ir.

Segurame3nte hare como he hecho toda mi vida; vuelos cortos con billetes de ida y vuelta. Siempre regresando al sitio que alguien, alguna vez ideo para mi. Y del que no he sido capaz todavía de desprenderme.

El otoño en la ciudad lo siento igual que el otoño en mi vida: con una poesía inventada.

18/04/23