zombi completo

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MAURICIO PERINOT QSX, BAIRES (La novela de los zombis)-----------------------------------------------VIAJES HACIA LA ANGUSTIA ------------------------------------------------HABITANTE DE BAIRES

Cada ciudad est moldeada en la tipologa de sus habitantes. Squincariol

Zomby Io saba. Con un resto de voluntad se levantaba, como todos los zombis de las seis de la maana, para intentar romper el crculo de hierro de la supervivencia. Al tomar el colectivo, el pregn desvalido de un canillita, proyecto de zombi, lo atraves con un pual salvaje. Cieguno tambin iba a trabajar. Subi al colectivo cincuenta aos mugrientos y desgarbados, llevando por delante un rodo bastn bIanco. Una mujer se levant presurosa. No le d el asiento que ve meJor que nosotros, se indign el colectivero. Tengo tres operaciones en la vista. operaciones? S, para que no te venga la gana de trabajar. Cieguno se sent bambolendose a lo marinero y mascullando palabras incomprensibles entre sus carcomidos dientes. Zomby descubri que detrs de las gafs oscuras, los ojos del ciego se desplazaban con movilidad observadora. El colectivo se detuvo en una esquina y Zomby ley, clavado en un rbol, el cartel que lo obsesionaba cada da. Pica y Pica. Bajada de cordn. Y un telfono. Quera encontrarse con ellos. Zombis tambin? Con los que imaginaba hombres del subsuelo, que emergan no slo para picar un cordn de granito, sino para tallar montaas, con sus mazetas y cortafierros indomables.

10 / Mauricio Perinot Baj la escalera del subte con la tribu de zombis, mientras su mano derecha hurgaba mecnicamente en el bolsillo del saco buscando un cospel. Ante el molinillo grit la contrasea: Tragame, Baires!, y pas. En la plataforma se cruz con Ciegdos. Vesta traje y corbata al tono. Casi ocultaba un bastoncito blanco, plegado. Caminaba rectamente por el centro, guindose por el retorno de una meloda, que silbaba a intervalos y recoga con orejas de murcilago. Record que en el morse, el tema defina una ve corta y que el Sordo la haca en la quinta. Con el otro brazo llevaba un maletn de estudiante o profesional. Zomby se emocion. Bien, pibe! Elogio de la sombra. Un brindis por un triunfador. Lleg el tren y el estruendo del dragn subterrneo lo predispuso para la Jornada laboral. La carga de los valientes zombis lo deposit en el pasillo del vagn. Ciegazul tendra treinta y siete aos y debajo de la barba crecida, blanca, se descubran facciones finas, con ojos azules abiertos, difanos y sin ningn velo. Con expresin triste inici el recorrido. El golpeteo del bastn contra el piso acentuaba con cuatro golpes la frase: ''No quiero ver: Cuando pas junto a Zomby ste le murmur: ''Yo tambin quisiera no ver ciertas cosas''. En la estacin baj Ciegazul y subi Ciegcuatro, el Imperioso. Zomby sinti que la ciudad no daba tregua. Por el corredor avanzaba la mano negra, tendida en ariete a la altura de la cara de las personas sentadas, reforzada con un barba de varios das, una cabellera negra encrespada, cejas juntas y un gran saco colgante de monedas. Destilaba un rezongo imperioso, que los pasajeros descifraban como: Vamos, vamos, larg che, larg! Cuando no obtena resultado positivo, imprecaba por lo bajo y reanudaba su tremebundo gruido. Pero Ciegcuatro se premiaba. Con los gruesos labios entreabiertos en un Jadeo de gorila, pareca olfatear cuando tena frente a l una mujer. Entonces finga tambalear por la marcha del tren y embesta, tanteaba y se suJetaba a la forma femenina con un rugido. '' Perdooneee! '' Baj en la primera y las manos dentro del saco hacan una clasificacin y balance rpido de lo recaudado. QSX, Baires / 11 Lleg al microcentro. El aire circulaba gastado entre los edificios. La ciudad vertical exhiba docenas de cincuenta balcones y flores de plstico. A travs de uno de ellos, por la abertura de dos puertas corredizas, respiraba, aso-

maba el hocico un manto negro. observaba la calle. Zomby le grit: ''Jubilado!'' El perro lo enfoc con melancola. Pareci entender. Pero no la duea, que miraba furiosamente hacia abaJo. Zomby invoc: ''Balcones, balcones! Murallas! '' Cruz las piernas y levant Ios brazos en posicin de crucificado y habl hacia arriba. Seora del plumero y la franela, desde su balcn, ve las nubes y la luna y las estrellas ? Lleg a la primera etapa de su tarea diaria. De siete a quince se saturaba con el olor de los medicamcntos, en la farmacia y droguera de una mutual. El aroma y contacto con las drogas y aeentes qumicos lleg a obsesionarlo. Tema quedar esterilizado y perder su virilidad. Para contrarrestar, fumaba y consuma pastillas. El desamparo del campo haba terminado por vomitar a Zomby a la ciudad. Pero conservaba el recuerdo fsico del aire puro. Entonces, cuando ya no soportaba tanta fragancia esterilizada, se encaminaba hacia su armario y respiraba ansioso del botelln que contena aire de la plaza. Y saturando ambigumente, la msica funcional. Adormilada y prostituida, despersonaIizaba su subconsciente. Zomby clam: Paren eso! Quiero a Paganini! Ese da, cuando crey haber terminado con la balsmica soIucin, haba cumplido su horario y fue a almorzar. Como un funcionario, camin en estatua sobre sus tacones por las calles de Baires, flanqueadas verticalmente por edificios que los hombres haban apilado diligentemente. Vio un bar-par al lado de otro par-bar. Sali un parroquiano apurado robndole su aliento. Se alej casi corriendo, aplastando el amarillo de las suelas nuevas. Antes de entrar, Zomby sac un plano y ubic en su lugar los raleados cabellos de treinta y ocho aos. Se deposit en una silla. Estaba cmodo. Como el emperador. Haba ambiente climatizado y director de respiracin y masticacin. Se acerc un mozo sin bozo y le entreg un frasco 12 / Mauricio Perinot con el aire de la casa. En silencio le seal al contralor de respiraciones. Hizo su pedido. Milanesas premasticadas y pur predigerido. En diez minutos apur la comida, sin descuidar al conductor de respiracin y masticacin. Se sinti cmodo y cruel. Como el emperador. Llam al bozo sin mozo y le pag disparndole un tiro con el dedo ndice y pulgar. Sali a la calle. Le quedaban veinticinco minutos. Nalga Cada lo miraba dubitativa. El le hizo Ia sea que reconocen los zombis del trabajo y del amor. Caminaron juntos hasta los compartimentos especiales, al costado de los baos pblicos. El intendente municipal era estratgicamente comprensivo

con los esposos que trabajan full time, lejos de sus esposas. La consigna era no hablar de cosas privadas. Zomby le pregunt a la mujer: ''Cunto?'' ''Quince minutos''. ''Tengo el mismo tiempo'' concluy l. Y antes de desvestirse, coloc la fotografa de Sombra sobre la mesa de luz. Ella tambin extrajo algo de su cartera. Se acostaron. Como un robot, la eyacul en silencio. Nalga Cada recepcion como mujer de esquimal. Se separaron sin esperanzas de palabras. Zomby equilibrado, march a la otra etapa de su apoteosis laboral. No usaba reloj. Robaba la hora de una rpida mirada a la mueca de la gente, en los relojes pblicos o comercios, para confirmar el decurso del tiempo de su reloj interior. Cruz Florida en la esquina donde Ciegcinco tena su negocio. Estaba arrodillado en el pavimento. Sobre un pedazo de frazada haba colocado los animalitos para la venta. Sin hablar, encogido sobre s mismo, incIinaba la cabeza hacia un lado y escuchaba la afinacin de los ladridos de los perritos de goma. Su revolucin del tiempo libre la viva como operador teletipista en una oficina de comunicaciones. All, por trabajo insaIubre, slo se acogotaba seis horas, que se extendan a ocho o nueve con las guardias. Comenz su faena rodeado del tableteo de docenas de mquinas, con sus respectivos zombis perforando las bandas de trfico. Detuvo su teletipo cada hora, para releer la QSX, Baires / l3 lista de pagos y gastos que Esposombra le haba deslizado en el bolsillo. Cada da el ruido permanente y entrecortado de los aparatos lo saturaba, relajndole la mente y ablandndoIe los huesos. En una de sus pausas de lectura tuvo al Jefe detrs de l. Zomby hizo una pelota con el papel, se la puso en Ia boca, la mastic y trag. Un chicle, explic con una muecasonrisa a Jefadusto. Hace aos que como chicles as. Termin su actividad furiosamente y, sin avisarle a su encargado, se escap desesperado por los corredores, raspando las paredes con la cabeza. Descendi al subte. Eligi el vagn ms oscuro y se derrib en el ltimo asiento. A esa hora ya no circulaban Ios ciegos del subsuelo. La mayora de los pasajeros eran zombis habituales. En la superficie, todava esper el colectivo que lo arrancara de Baires, hasta ms all de la muralla china que lo circunvalaba. En la espera, se sujet al poste indicador, expresndole su agotado amor. Zomby se tendi a lo zombi en la cama donde ya

estaba su mujer, Ella tampoco tena palabras. Trabajaba mientras Zombita y Zombito estaban en la escuela, y matizaba con alguna guardia nocturna de enfermera acompaniante. Pasaba de un trabajo a otro, con un ligero cambio de ropas. Esos das de doble ocupacin no dorma y sus ojos se devastaban como los de Ios zombis. Era la encargada de pagar Ias cuentas y de anotar y recordar los das felices. En doce aos, una mano le sobraba. Sombra semidormida ensay un tanteo con la pierna. El retir la suya. Estaba malogrado para su hembra legal. Sigui fumando a oscuras. Estirando una nube blanquecina en la oscuridad. Sostuvo la coliIla del cigarrillo entre los dedos hasta que le quem la piel. Para sentir que estaba vivo. Maana sera otro da. Distinto? Se durmi con una vaga idea que perfor su envoltura zombi. S, maana festejara. Se levant maquinalmente y respet su horario de autmata. Consult su carnet de Dador Voluntario. Dos meses y medio. Estaba cumplido para exprimirse nueva14 / Mauricio Perinot mente. Su universal positivo le brindara un da de libertad. Cuando termin el leve fIuir de sus venas, Zomby se sent en la camiIla. Estaba ligeramente mareado. Desabroch su camisa y habI desaforadamente hacia su cuerpo. Que te tenga que joder as, tan seguido, caparazn ma! Pecho Blanco, la enfermera, haba terminado de sellar eI frasco rojo de sangre. Sonri soltando su delantal. ''Descanse un momento'', le dijo maternalmene mientras lo presionaba hacia abajo y le despIazaba la cabeza hacia su busto colchn. Zomby se tap clidamente la cara con e l otro pecho, y su testa pas a ser el coseno de los dos senos. Despus Pecho Blanco, recogida su blusa, le trajo una bandeja con caf y medias lunas. Zomby saIi eufrico y guard el certificado mdico. Se abism en el subte, bajando de a dos los escalones. Casi tropez con el Flautista Melancico. Estaba de espaldas, con un hombro apoyado en la pared revestida de azulejos. Con una mano sostena la armnica, torturando una meloda que soplaba entrecortadamente con pulmuns destrozados. El otro brazo, cado hacia atrs, sostcna el cigarrillo que se iba extinguiendo. No peda nada. Ciegseis tena un lazarillo que avanzaba con l abriendo paso. El ciego, prendido de la campera del chico, voceaba: ''Ballenitas para cuellos'', y el nio con un eco sincronizado coreaba angustiosamente: ''Una limosna para el cieguito''. Zomby descendi en Callao y ya estaba piantao. oy guitarra y canto. Demor sus pasos. Eran Ciegsiete y, su pareja Ciegocho, que defendan su importante parada con msica y canciones. Ciegsiete descansaba cuntra el muro,

tocaba y cantaba con voz ciega. La mujer, embarazada, apoyaba sobre el vientre alto un platito dondc caan las ddivas. Ella entonaba con voz briIlcntc inesperadamente Juvenil: ''Para ir a Mendoza, se puede enganchar cualquiera''. Zomby escarb en sus bolsillos. Luego, desalentado, volvi a guardar las monedas. Se acerc a Ciegsiete pidindole, rasquete para el Iado de Granada, par favor. Y a Ciegocho, vos pass el platito cuando te avise. El guitarrero se anim gradualmente. Zomby carraspe desempolvando su voz de corista: ''... Mi cantar, hecho de fantasa,... flor de melancola, que io te ve... '' Le pidi QSX, Bires / 15 permiso a sus pulmones de fumador y a su disminuido torrente sanguneo, y la nota sostenida fue interminable. ngo a dar... '' El fa sostenido lo prolong en un crescendo de veinte segundos. Le latan las sienes, ya tena taquicardia y se le haba levantado la tapa de los sesos. La acstica era impresionante. La gente bloque el pasaje. Zomby se alis el cabello y empuj a la ciega hacia la multitud. Ciegsiete rascaba exaltado. Zomby normaliz la respiracin y emprendi el golpe de gracia: ''... Manola cantada... '', y al lIegar a ''... de lindas mujeres, de sangre y'', respir6 a Io atleta y emiti ''de sol''. Y Junto con el ''sol'' en la nota la, estall una venita de su garganta. Esta vez el caldern Ileg a los veinticinco segundos. El pblico ovacionaba: ''Al Coln, al Coln'' y Zomby, sealando el platito, estimulaba en el mismo tono, ''A ponerse, a ponerse''. Los ciegos alborozados contaban su fortuna. El se despidi dicindoIes: ''Chau zombis, es lo que puedo darles'. Emergi a la Iuz del da y se dirigi al lustrabotas. Taurociego estaba sentado en su puesto. Coma una manzana. Con un afilado cortaplumas le sacaba la cscara al tacto. Se haba cortado la negra yema del pulgar e, indiferente, se llevaba a la boca la pulpa blanca manchada de sangre. Ciegnueve le pas la mano por lus zapatos. Adivin el color y le pregunt a Zomby: ''Marrn militar?'' ''S, ponele militar a los pies''. Luego, palmendole el mucholomo le dijo: ''No faIls nunca, gordo''. ''Honestamnte, o tus pasos''. ''Tu forma de or te hace ver ms que los dems''. El cuello de tauro sonri sin amargura girando las cataratas de sus ojos, mientras le introduca cartones en los costados del primer zapato. Zomby, viendo inclinados a sus pics la mole de sus hombros y el cuello de gladiador, exclam: ''Qu desperdicio! Podas haber sido estibador, atleta o campen de box''. obtuvo una sonrisa y otro bandazo de ojos con opacidades blancas.

Apoy una mano en la cintura; en esa posicin se sinti milonguero y compadrito. Enseguida inaugur un silbido de dos por cuatro, que acompa con un bandonen invi16 / Mauricio Perinot sible sostenido a la altura de las rodillas. El taurociego le grito con voz ronca: ''El comps, negro, el comps'. Era la hora de la siesta del fauno y el silbido floreca imaginativamente, con varicioones y florituras que habra apIaudido Troilo. Un grupo de gente abandon al vendedor de ''no me pisenn la viboritann'', y se accrc entusiasmada. Cayeron las primeras monedas y papeIes. Zomby se abri Ia bragueta y pidi, echen, echen noms. Ciegnueve le at las botamangas con los cordones de los zapatos como medida precautoria. Y cuando el violn-bandonen clausur el cierre del pantaIn, se terminaron Ios apIausos, el silbido, el fueye y la lustrada. La comida estaba ganada. Fueron a almorzar. hoy es mi da de actuacin, deca el silbador que, con el reIleno hasta las rodiIlas, caminaba con pies de plomo. Dividieron una pierna de dinero cada uno. Zoby festej sus diecisis aos de zombi post-colimba, con un vaso de sangre de patronos importada de los pases socialistas. Rumiando el no me alcanza de cada mes, pas por un local de prode. DestornilI el diente de oro y lo empe. Pudo lIenar la devota boIeta de la quincena, asegurada con varias dobIes. Para sobrevivir y salir de pobre. Para seguir alimentando Ia fenomenal patada que proporcioncra a sus Jefes, a los dos trabajos y a la sociedad toda. Estaba contento. SaIud al micro especial seguro de no obtener respuesta. Servicio diferenciaI. Voto diferencial. Todos los pasajeros sentados y mirando hacia adelante. Intocables. IncIumes. Diferentes. Diferentesentes. Zomby se sinti diferente, diferenciado, y lo detuvo. Se acerc y pregunt si poda subir, pero Cagador, el conductor, le lanz un escupitajo por respuesta. Pas por la confitera Casablanca, cuando salan un caduco de sesenta y cinco aos y una pantera de treinta. Zomby inici un discurso. Eso. Visto. Bien por la africana. Cotiza por encima de prejuicios radicales. Temperatura vaginal cincuenta grados. Viejo, te va a recalentar como a Job. Pero cuidado que se te vana derrertir las bolas Nalga Nerviosa a cada paso se balanceaba, audazmente calpiga. Zomby concluy impottente, y te vas, negra, con tu deslizar

QSX, Baires / 17 de rumbera. Es Io que faltara a mi coleccin, un negra y una monja. La calle San Martn estaba poseda por la fiebre del doblezn. Eran los das posteriores a Ia quita de ceros y cada casa de cambios tena su fiIa de gente, con escribas anotando cifras y haciendo clculos. Zomby palp por fuera el hueco que haba dejado en su boca el diente de oro. Luego sopes la alianza y los gemelos. Sac una libreta y un bolgrafo y mirando deslumbrado como todos hacia la pizarra, hizo Ia conversin de gramos oro a doblezn. El rostro se ensombreci a lo zombi. Y se ilumin, viendo avanzar a Ia Bella. De minifalda y respaldada por el sol. Puso una mano en la punta de su mirada y la desliz con deleite, desde la cabeza a la entrepierna, demorndose all, en la radigrafa del pubis angelical. Zomby, que ese da no haba practicado el amor zombi, la contempl con el deseo de prolongar la especie. El Escriba Inmediato, sin levantar la vista del papel, medit en voz baja, qu pasar con el doblezn? Zomby, en jurado de belleza, articul tres cifras, noventa y seis, sesenta y dos, noventa y seis., El Escriba, sorprendido, pregunt: ''Tanta oscilacin?' Zomby se oscureci nuevamente. El milln, el palo, de vuelta al mango y al austral, murmur in crescendo, Nos maltrataron una pila de ceros. Dentro de esos ceros estaba el puchero, el vino, la ropa, la educacin, el sueo de la casa propia, la familia, Ios hijos que no pudieron tener o mantener... Que nos devuelvan Ios cerooos. Alguien los debe tener. Algn Joechicago y compaa los tiene. La multitud de San Martn, repentinamente zombi, lo mir inexpresivamente, volviendo la vista al tablero de cotizaciones. Un polica se acerc: ''Qu le pasa, amigo? Le hace mal el calor?'' Y perentoriamente por lo bajo exigi: ''CircuIe, circule''. Y Zomby volvi al mundo y circul. Corri calle abajo, agitando circularmente los brazos como aspas de molino, rozando y golpeando a los peatones, Lo ltimo que oy el guardin del orden fue: ''Nos castran de a poco, nos convierten en zombis' y ''los ceeerooooos''. 18 / Mauricio Perinot La carrera lo dcpusit a trescientos metros. En una entrada de departamentos semivelada, recuper el aliento. Y la compostura. Por contraste, el edificio contiguo irradiaba una brillantez lumnica, realzada con un portero uniformado. Era el gran hotel Pushpull. En sus salones se

elegan reinas de todo tipo. Entr con aire de rbitro. En saln blanco se designaba a la Reina de las Vrices. Era la ronda final. Zomby aplaudi rabiosamente a la triunfadora, de piernas irrigadas por races de omb y a las dos princesas, que lucan epidermis cruzadas por races de ligustro. Pas al saln dorado. All se concursaba por los Bustos de dos Generaciones. Zomby, que fumaba lactando, entr anhelante. En la generacin antigua, los bustos eran generosamente fellinianos. Pecho Blanco la reina, escoltada por las princesas, circulaba por la pasarela con el busto desnudo y apoyado en un pequeo e ingenioso mostrador forrado de terciopelo rojo y adosado al cuerpo. Zomby estaba realmente agradecido a la madre naturaIeza. Pero su emocin se frustr ante la chatura desoladora de los bustos de las adolescentes contemporaneas. Ya no pudo consumir ms concursos. Se retir con lgrimas en los ojos, masticando la protesta que peda por los ceros, elasado y el busto esfumado de las mujeres. Recal en un banco de Plaza de Mayo. Rodeado de ancianos jubilados y palomas. Era la hora del cambio de guardia. Los soldados dentro de su uniforme de granaderos, avanzaban asentando los tacos, solemnes y duros. En un costado se haba levantado un monumento, con la efigie rectora del viejo liberasta en tamao titin. El celebrrimo conductor de hombres estaba sentado y, sobre sus rodillas, sostena una bandeja con un gran queso natural, que se renovaba diariamente. El lder lo contemplaba con la sonrisa deslumbrante de otrora. Los delfines del caudillo, ahora poderosos dirigentes del partido, escoltados por sus partidarios, suban majestuosamente las gradas cada da y, frente al gua de hombres, cortaban y repartan tajadas del queso. Zomby QSX, Baires / 19 se acec para recoger algunas migajas, pero fue alejado a puntapis. Emprendi el regreso a su casa, caminando inclinado y titubeante como un pitecntropo. Todava debi enfrentar otra parte del torturante desfile de los cincuenta mil ciegos de Baires. Esposombra, sola de toda soIedad, se haba acostado. Tambin los zombitos. Comi en el silencio de la cocina. El vino fue el borrador del da. Se acost. la imagen oscilante de Nalga Nerviosa lo enardeci obligndolo a violar a Sombra. Ella, acostumbrada al amor zombi, emita grititos de murcilago. Ter-

minaron el acto sin palabras. El amor cado por los agujeros del colchn. Zomby haba consumido el viernes el triplete de das libres, incluyendo los dos del fin de semana. Por ese tiempo intentara dejar de ser zombi. El sbdo, cinco minutos despus de la hora habitual de levantarse, su rcloj zombi interno lo despert. Sombra le pidi que siguiera durmiendo y lo tranquiliz, asegurndole que ese da no trabajaba. Quince minutos despus se sacudi convulsivamente y dio un salto desde la cama, cayendo dentro de los pantalones, que se mantenan parados al costado, en constante vigilia. Fue a visitar a la ta abuela enferma. haca ocho aos que el cncer le roa Ia garganta. Tena permanentemente un bife de cuadril pegado a la trquea, alimentndolo. Ya le haba devorado su voz de mujer, dejndole como resaca un grueso zumbido desarticulado con regjstro de hombre. ''Me voy a curar, me voy a curar; insista la anciana, colgada de Ia vida como de un clavo. Zomby la dej. Vaciado. Lleg el glorioso domingo, con sol radiante. Despus de las trmulas agitaciones a la hora de diana, se hundi en un letargo hasta las diez de la maana, que al despertar clasific como descanso dominical. Fue a comprar el diario y el pan. A su regreso encontr a Zombito y Zombita instaIados en sus puestos, a dos metros de la brea de color del televisor.

20 / Mauricio Perinot Los zombitos absorban diariamente cuatro horas de lavaje de cerebro y quemado de la vista del idiotizador. El soado casalito haba naufragado su natural poesa ante la presin educastradora, convirtindose en larvas televisivas. Despus de almorzar, Zomby, aterrado ante la persistencia de la audiencia, arranc a sus pichones de zombis con un heroico: Vamos al zoolgico! En la parada detuvo maquinalmente al transporte que lo llevaba a su trabajo. Recapacit angustiado, en el momento de ascender al vehculo, ante la imaciencia del conductor. Vag errtico por los senderos del zoo, con sus hijos tomados de la mano. Les compr chupetines y galletitas para los animales. Pas de jaula a jaula, atisbando el semblante de las fieras, tratando de descifrar la teora de que en cada persona queda un resabio o cualidad caracterstica de un animal. Vio al flaco Traverso en el visaje del avestruz; a su

jefe, en el hipoptamo; a Leonor, la secretaria, en la marea de grasa de la foca; al sobrehumano hombrecillo de inquietantes ojos amarillos, encargado de seccin, en la faz del len. Jadeaba en su descubrimiento. Hubiera querido abrazar al chacal, al tigre y al oso polar. Papbb? Cgu miiraas?'' La tambaleante pregunta infantiI desat la Explosin de Zomby: 'Y el que no se parece a ningn animal, ese es el hombre!'' grit, para espanto de sus hijos y diversin del pblico circundante. Era domingo y no haba zombis. El len lo mir desdeoso. Zomby reaccion. Le empuj las galletitas en la boca a ls nios. ''Coman, chicos, coman''. ''Soon pbara os moonoos, Papbb''. En Africa se la dan a la gente, bueno, a otros zombis, a los negros. Zomby inici otra semana. Con el peso sin tregua de la ciudad Baires, que le agobiaba las espaldas. Tena la sensacin de golpear intilmente contra un crculo de hierro, sin lograr romperlo. Como todos los zombis, se acostaba pasada la medianoche, con su resto de voluntad disminuida. Zomby lo saba.

PANDORA BAIRESLa Caja de Pandora es nuestra mente. Beppi Pianca Zomby olvid dnde iba. Lo dej hacer a su cuerpo. Al pasar cerca del Gran Arbol, inhal profundamente. Su zombi lo llev a la parada y lo subi al colectivo. De Cunto?", le pregunt Cuarenta Cigarrillos y su aliento marchit la flor que Zomby llevaba en el Ojal. Su mente habitaba nuevamente su cuerpo y se ubic atrs, en la platea de los obreros; entre dos, con sus respectivas viandas. Se adormilaba cuando se levant uno de los condenados con dedos como tubrculos. Lo reemplaz una rubia de nariz curva, boca cosida y ojos de vidrio celeste. Examin el pecho esculido y la envolvente cadera que sobrepasaba a la mujer. Los muslos se estremecan junto a los suyos. Zomby, en padrillo, Se acord de Sombra embarazada y primero relinch como un caballo, luego bostez como un hombre. Entrecerr nuevamente los ojos. En un duermevela record el da anterior, domingo, disfrutado con su mujer, Sombra Sombra de Zomby y los zombitos. Era la tarea habitual de los das de fiesta. Haban visitado, contemplado desde las veredas las Casas ideales y los chalets soados, que gracias a las bondades del efeemei, a los mucha22 / Mauricio Perinot chos del Club de Pars y a los intrpidos gobernantes de turno, jams iban a poseer. Pero haban paseado e iba al trabajo reconfortado. Sonri por la rima y agradeci a su estro potico. Adems, encontr en la calle lo que a primera vista le pareci una libra esterlina. Pero era un olvidado austral, y bien argentino. Lo levant con los dedos de los pies, a travs del

agujero de la suela de los zapatos, en gratitud al restablecimiento de la democracia. Se despabil por algo inusual. Ya no le import la contaminacin ni el anciano titubeante que cruz sin mirar la calle Charlone. Los rboles estaban florecidos y Zomby, con la ventanilla abierta, atrapaba bocanadas del espeso y sensual perfume de los parasos. Le agradeci a Baires y a la chica que con su bicicleta esquiv al mismo anciano. Ella haba atrapado el solll y se rastrilllllaba la espalllllda, con una pantallllla de cabelllllos. El Viejo trep trabajosamente al colectivo. Diareo", murmur apenas. Qu? Diareo", repiti desfalleciente y agreg: La voz me la comi Baires". Zomby lo abraz con un jhermano!, y le compr el diario zombi. El diarero vendi otros dos ejemplares entre los treinta pasajeros. Zomby Se alegr. Ley titulares: Aumento mensual de sueldos hasta fin de ao, doce por ciento. Porcentaje de aumento de costo de vida, veinte por ciento". Ajust otro agujero del cinturn, pero jcon alegra! Se sinti orgulloso y solidario. Ayudaba a financiar la inflacin y a levantar el pas. Otro encabezamiento lo atrap. "Las naciones lderes firmantes del Club Atmico acumulan, en sus alacenas de plomo, diez mil bombas y ojivas nuclearcs". Diez mil. Diez mil. Se acord de los Nios Cantores. Cerr el diario con la cifra martillndole la cabeza. Lleg a Chacarta. El colectivo lo despidi con una cortina de humo. Se apoy en una tipa ennegrecida por los gases de los automotores. La recorri con la mirada. En sus extremos reverdeca. Zomby se abraz a ella. Todava lagrimeaba cuando pas Pechuga. La mujer usaba una cincha que Soportaba un busto de un metro V QSX, Baires / 23 quince. Zomby, en padrillo, se acord de Sombra embarazada y con una sonrisa de aguzados colmillos le hizo una invitacin. Por qu no toms el noventaitrs y viajamos juntos?" Pechuga ahuec la mano en su corpio y sac un pecho y cachete con l a Zomby, despidindose con un 'chau, beb". Cruz la calle. De una boca derruida sali un grito fragmentado. Diaaaaaa. . ." Unos dedos espstcos, contrados, no le permitan terminar el pregn. A cada paso, la mano y el brazo del canillita describan en el aire un molinete de hlice, con el que avanzaba arrastrando una pierna. Zomby era hombre de a caballo de colectivos y subterrneos. Baj a ste. Un pasajero apurado que Suba, lo empuj. El lo tom del cuello y del pantaln, y con una patada de titn le hizo remontar la escalera. Desde arriba, el hombre se volvi por un instante y le agradeci con el saludo alfonsinista. El Subte lo atron durante doce minutos. Cuando emergi pas por un puesto de posters. Ley uno: "No se puede separar lo que est destinado a estar unido para siempre". La revelacin lo desesper. Grit: Selva! Baires!" Y luego hacia adentro, hacia su cuerpo: Slo puedo alimentarme de mi mseria!" Sinti que su hembra Baires le murmuraba: Tus pesadillas me alimentan". El concluy: 'Y t a m, Amada". Su zombi estaba alimentado y lo llev a hacer una fila. En el frente del edificio se lea: CNEA. La empleada

lo atendi con una amplia sonrisa. "Yo aspirara. . .", dud. S?", estimul ella con una hemorragia de Sonrisas. . . .A una bomba Chiquita. . ." Las sonrisas de Bonita Se cortaron por un momento, y recomenzaron cuando indic otra ventanilla. Se retir baado en Sonrisas. El empleado no entenda. Zomby repiti su aspiracin con rostro impvido. Solicit una bomba pequea, para familia tipo. Su ndice y pulgar paralelos y de uas encorvadas mostraban una pequea separacin. Una bombita, rog; un dedalito atmico, por favor!, para hacerme saltar con mi prole. Para colaborar. Extendi los brazos hacia adelante en ngulo recto e hizo un movimiento simultneo y brusco hacia afuera 24 / Mauricio Perinot como quien rompe algo. Despus, ante los ojos desorbitados de Calavera, encendi un cigarrillo, lo consumi de una larga pitada, y golpe intermitentemente con el puo sobre las mejillas infladas, dejando escapar tres hongos atmicos de humo. La calle lo atrap nuevamente. Se cruz con Mujer Flaca. Esmirriada. Sin edad. El ralo cabello ceniciento le llova sobre el rostro desdibujado, con dos pequeos, desinivelados ojos estrbicos y el tajo torcido de una boca sin palabras. Zomby la sigui amoroso, mientras le Cogitaba una pregunta cartesiana. 'Una sola oportunidad para vivir?" Su coup de force le permiti murmurarle al odo: "Seorita, me asegur Dios que usted va a vivir de nuevo". Volvi sobre sus pasos para encontrarse con la Bella de turno. Rubia. Caminaba y proyectaba curvas al infinito. Llevaba agresivamente su busto por delante, para cortar la cinta de la lnea de llegada. El automvil no tena cortejo. Sobre el fretro haba una docena de claveles municipales. Zomby detuvo un taxmetro. Sgalo, pidi ascendiendo al vehculo. Conductor Arquitecto le pregunt: 'Usted es un deudo?" "No, soy un debo". En la Chacarita se obvi el responso. El coche fnebre se detuvo ante el crematorio. Zomby sostuvo una de las agarraderas del. atad. Se despidi del desconocido como de un amigo. Lleg tarde a su empleo en la droguera. Pero el ao que terminaba y su condicin de Dador Voluntario lo pusieron a Salvo de recriminaciones. Atenea, la computadora multifuncional, descontaba los das y en la parte superior de las facturas auguraba felicidades a los clientes. Zomby ya no le deseaba Felices Fiestas a nadie. Sali a almorzar. Abundaban los carteles COMPRO ORO. En uno, la picarda portea haba borrado algunas letras y se lea... O..RO ORO. Zomby grit que tambin quera comprar oro. Con qu?", pregunt el joyero examinndolo. Medit en voz baja. No tengo ms que mi sangre de zombi. Un mar de Sangre. En dieciocho aos don treinta y seis litros. Y se reproduce continuamente". Sus ojos haban adquirido tonalidades amarillas. "Tres, QSX, Buires / 25 cuatro litros de sangre, por una barrita dorada". "Sangre es lo que nos sobra", termin escupiendo el mercader. Habitualmente Zomby tomaba sopa de letras. Las palabras era lo ms barato que se le brindaba al pas. En la mesa vecina se sentaron dos mujeres. La ms hermosa rea con voz animosa. Zomby, en padrillo, se acord de Sombra embarazada y el tic nervioso de su ojo izquierdo esboz la sea del as de bastos. Su mirada se deleit hasta el

cuello, rebot en un tronco despojado que mostraba, a la altura de los hombros, dos bracitos con dedos recortados como manes. Tuvo dudas. Podan ser dos incipientes alas. El pual que llevaba atrs, en la cintura, se desplaz hasta clavrsele en las entraas. All danz hasta que La Bella termin de comer. La compaera le haba cortado las milanesas en trocitos y ella, sujetando el tenedor con un mun, efectuaba una grcil contorsin de danza, llevndose la comida a la boca. Zomby huy a la calle, gritando: Erreelete! Estoy ` ms solo que vos! Roberto! Ms solo! Y yo tengo los brazos largos, largos para abrazar. Qu me Corto? Vincent! Una mano?" Pero todos los almuerzos no eran as, de lujo. El tambien acarreaba el paquetito con la Gran Zapatilla que le preparaba su mujer. Se encaminaba a la placita del Gran Homenaje, en Esmeralda y Rivadavia y, con la inteligencia pasando por el meridiano de su estmago, devoraba su comida debajo de un rbol. Ese da encontr su lugar ocupado. Record un proyecto del partido oficialista: cada proletario del pas tendra su arenga. El albail terminaba melanclicamente de comer un emparedado, con el discurso presidencial de cada da. A sus pies, los gorriones del turno de seis a catorce, picoteaban ansiosamente las migas de pan. Zomby analiz los zapatones, las manos y la cara del jornalero. Desenvolvi la Gran Flauta de pan duro, matizada con milanesas, anchoas, queso y jamn que le haba preparado Sombra, y le ofreci uno de los extremos a Rostro de Cal. Sentados frente a frente, a horcajadas del banco de piedra, mordan, masticaban y tocaban la flauta. Era un 26 / Mauricio Perinot instrumento alegre. Su espesor les haca abrir la boca como para el grito. Rostro de Cal encontr resistente el pan y lo abland y adob con la sal de sus lgrimas silenciosas. Cuando sus narices se rozaron, Zomb cedi gentilmente el ltimo bocado. El obrero le estrech la mano con su tabla de cal. Era da de pago y Zomby se tom desquite. Cumpli con un ritual gratificante. Concurri al pool Niuman, donde se ensordeci durante una hora con los juegos electrnicos. En el bar Tolo se atemper con dos ginebras. Una simple por l y otra doble por Sombra. Andando, el apetito se hizo hambre. En El Pollo LOCO rechaz el pollo alimentado con hormonas femeninas, obsesionado por perder su virildad. Pidi dos chorizos. Por fin, en El Chorizo Maldito se enfrent con dos porciones de pzza y dos de fain, regadas con vino de la casa marca Infame, y en El Curda Homrico tom el caf con gotas de sangre de patronos. Y haba das que no almorzaba. El estmago se le cerraba porque su bolsillo se haba cerrado. El rgano obedeca a su mente zombi y el hambre no lo acosaba. Extraa de su bolsillo una botellita y se realimentaba deportivamente con su Sangre. Entonces Zomby caminaba. Zombiaba Baires sumando angustias y Baires alimentaba su zombismo y le haca exclamar como El Mudo: ";Vida Ma!" Caminaba hasta encontrar el verso de cada primavera, del poema a Baires y que ese ao deca: Baires es mi llaga y es mi Amante. Se largaba solo porque Sombra ya estaba pesada. Tra-

taba de evitar la pregunta de ella: "Dnde vas?", y que l responda a Casa, a patrullar Baires. Y ella hubiera querido no entender, en la soleada tarde del domingo. Parta dejando a sus dos zombitos umbilicados al televisor, sin fuerza para arrancarlos. El barrio le mostraba las primeras flores. Carlitos ya no era oficial soldador y haba ganado la calle. Su grito sala desgarrado y rateando como el motor gastado de un auto. Caruso, cuando no voceaba, silbaba despreocupadamente. Zomby lo segua hechizado, sin animarse a preguntarle por el Secreto de la vida. Pero su voz, su grito impostado y limpio como un baritonal buey manso Clamaba: ;DiiaaQSX, Buires / 27 riiooooo!" y haca funcionar el grabador que su seguidor llevaba al cuello, como un ancla hacia la Seguridad de ese pregn. Cuando a Zomby se le caa el zombi y recordaba que alguna vez haba sido hombre, y giraba los ojos ciento ochenta grados, hasta quedar oscurecidos por una viscosa niebla negra que la Sinfona en re menor no poda despejar, reescuchaba el oasis de ese grito. EL NEGRO QUE TENIA EL ALMA BLANCA venda limones. Su alarido era importado de los guerreros de las llanuras africanas. En dos aos de vino, su voz qued reducida a la resaca de ese grito. Pies Planos cargaba un vientre Cocacolero y ocho ristras de ajo. Exclamaba: "Hay ajo!", y Zomby oa: ";Hay asco!" Ciertos das, cuando el amante de su mujer desapareca, venda flores y su grito recuperaba timbre. Zomby se acercaba a los kioscos, peda cigarrillos y preguntaba: Hoy es domingo o es infierno? Quedaba traspasado por los gritos de Baires. Ginebra para soportarlos. En los intervalos de tiempo libre, entre tarea y tarea paseaba Su alta figura de zombi frankensteiniano por las calles del microcentro. La ciudad vertical lo estremeca. Invocaba entre la gente: "Alcemos la vista! Miremos al cielo! Aunque lo veamos fragmentado por los cables de telfono, telgrafo, tlex, por los intercomunicadores que nos alejan, que retacean el azul, pero que nos entregan un pedazo a cada uno". Su prdica dio resultado. Frente a la Galera Jardn, la multitud de mentones levantados Sonrea gozosa. Detrs de los cristales del primer piso apareci La Bella. En malla cavada. Tajante la sanda del destape. De la cintura para arriba, vesta una Casaca de cuero que renovaba regularmente y exhiba en cada parada. En sus vaivenes paseanderos derramaba a la platea con tortcolis de la calle, colitas y vaginas apenas encubiertas. Sigui transitando Baires. Sumando angustias, con el receptor prendido al clamor de los estragados. En el escenario de Florida La Bella, al quinientos. El brazo extendase hacia la peatonal. Se prolongaba con una hoja agitada como una bandera que ofreca a los transentes. Zomby valor los ojos claros de evangelista y drible hbilmente. 28 / Mauricio Perinot Lo detuvo un reclamo que lo enerv. Volvi sobre sus pasos. Acept un folleto clavado en la punta de los puales celestes. Estudi la pared en que el hombre estaba respaldado. El silbido era un Canto que brotaba como el agua que Moiss extrajo de la pea Horeb. Tuvo que enfrentarlo.

Los ojos cielo permanecieron incorruptibles. El Himno a la Alegra continuaba fluyendo. El glorioso Siseo haba estereotipado una muecasonrisa en la cara. De ella, con Seguridad de siglos, brotaba el sonido. Zomby se alej con ecos beethovenianos. Llevaba por delante el folio en ariete y absorba frases sueltas: 'He aqu, yo envo mi mensajero, el cual prepara el camino delante de m. .. Y sus Salidas son desde el principio, desde los das de la eternidad. Y algunos comenzaron a cscupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puetazos. . . Y all le Crucificaron. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Por cuanto todos pecaron. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apart por su camino. No hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque. Perdona nuestras muchas traiclones. Perdona nuestra poca fe y aumntala". Zomby se prometi conseguir un tercer trabajo, de sereno, para sus meditaciones. Y continuar donando su patrimonio de sangre. Extraerse cien litros, un ocano de su sangre de zombi. Lleg a Plaza de Mayo. La gente compraba cucuruchos en los puestos y le daba de comer a las palomas. Maz. Polenta. Se acord de sus hijos, que en colegio de turno completo eran alimentados por las seoras gordas. Les sujetaban los brazos a la espalda y arrojaban a sus bocas abiertas, los restos de las comidas de sus perros. Tuvo deseos de orinar. Se acerc al Hombre Arbol. Estaba sentado en un banco de piedra. Inmvil, salvo su cara, que se orientaba con el viento. Las palomas sobre las rodillas, brazos, hombros, Cabeza, lo enarbolaban. Zomby corri el cierre de su pantaln e invoc emocionado: 'Ser un rbol embanderado con palomas y luego volar con sus alas!" Enfervorizado se dirigi al segundo trabajo. En la oficina lo haban ascendido. Un escaloncito de la pirmide. QSX, Buires / 29 Suficiente para que conquistara un rostro de okey, que disipaba su niebla de zombi. A los pocos das recibi una recomendacin: Mantngase en permanente contacto con la jefatura". A lo que l replic: "Seor, quiero que Sepis que estoy con los zombis, no con los otros". Y recordando sus estudios de latn en Villa Tachito, agreg, Amicus Plato magis amicus veritas. El Jefe interpret correctamente la locucin, y su coz lo devolvi a su puesto de zombi anterior. Zomby se consol leyendo todos los tratados filosficos desde Digenes Laercio a Antonio Tormo. Volvi a flirtear con la teletipo y los doscientos cincuenta telegramas diarios. A intervalos se comunicaba con ella, con su Amada. Sus maxilares oscilaban horizontalmente, frotaban sus dientes en un castaeteo parecido al repiqueteo de la mquina, y le expresaban su amor ciberntico. Zomby saba que trabajara en dos empleos hasta los sesenta o sesenta y cinco aos y que, entre ambos, redondeara una jubilacin como para seguir trabajando tranquilo. El estado con sus leyes lo protega. La seguridad y el jbilo le inundaron el corazn. Y l, que para sus contemporneos era un plasma sanguneo, tena la recndita esperanza y la recndita armona de jubilarse inclusive como Dador Voluntario. Entonces s, su coleccin de jubilaciones estara completa. Habra alcan-

zado el galardn de jubilazombi. Sali de su empleo a la hora de los zombis, en su fin de semana zombi. Fue a visitar a Zombo y Sueo. Esta, hermana de Sombra, era la encargada de soar los logros que realizaran cuando dejaran de ser zombis. Zombo, hermano mayor de Zomby, Se haba extrado sangre ese da y llegado a los cincuenta litros donados. Tena los ojos oscuramente enrojecidos y las orejas aguzadas. Tambin tena la admiracin de su hermano. Bebieron vino tinto con uncin, para fortificar sus plasmas y borrar sus zombis, pero la bruma de sus ojos se torn ms sombra. A la hora tercera despus de medianoche, Zomby se despidi. "Te alcanzo", dijo Zombo, que tena un vehculo propulsado por dos vampiros gigantes. No me alcances", 30 / Mauricio Perinot pidi Zomby, me alcanza Baires. Ella Siempre me espera". Baires, cercana a la Nochebuena, haba interrumpido con el tiempo un idilio de primavera-verano y elaborado una noche glida. Zomby caminaba y el aire fro penetraba en sus pulmones con un clamor salvaje. Y le grit a su hembra: "Baires! Todava oxigens!" En la calle Campichuelo pas por delante de un kiosco. Por la abertura despeda una luz tenue, amarilla. Afuera y a los costados expona dos bolsas de pelotas colgadas, en oferta. El kiosquero, dueo del tiempo del mundo, esperaba. Zomby se sent en la vereda, tambin a esperar. A la media hora supo que el Superzombi no exista. Estaba contento. Ese da no le haba sucedido nada. Junt los cuatro pedazos de su corazn, levant en alto su zombi y trat de llegar a algn sitio. Lo dej hacer a su cuerpo. Zomby olvid dnde iba. LOS ZOMBIS Construyeron todas las maravillas del mundo y actualmente Sostienen las ms refinadas miserias. Ioioy Ellos lo saban. Entraron a la oficina, su mundo de la seguridad. Llegaron zombiados por el trabajo y por Baires e ingresaron a la sala de Radio, como al claustro materno. Despus el caldo de cultivo burocrtico los atemper. Confortablemcnte sentados en sus posiciones, los operadores intercambiaron opiniones acerca del pas, la reconquistada democracia y la poltica econmica. 'La piba Sabattini promete". "Se va a llenar de guita, para qu va a estudiar". "Brasil se clasifica seguro". 'Y noSotros?" Vinieron Maradona y Pasarella, ya estamos en el mundial". Con el ltimo comentario entr el rostro Sonriente y descansado de Chino. Buenos das, queridos colegas zombis". Y pas a es-trechar manos con inclinaciones ampulosas. Haba odo el final del dilogo y coment cidamente: "Mucha joda che, mucho fulbo. No puede Ser que el tema de los lunes, cuando se ven los empleados, sea el ftbol. Todava estamos como los romanos, con pan y circo. Que no los toque otra cosa. . ." Hizo un ademn demostrativo con su brazo izquierdo. Tenemos la oficina puesta a nuevo. Consolas, mesas de trabajo, mquinas. .. Todo nuevo. Pero el rgimen es viejo. Seguimos con los mismos vicios.

32 / Mauricio Perinot Monti ech una mirada al reloj de la pared, encendi el equipo, se coloc los auriculares colgados del cuello y dijo resignadamente: "Lleg el tbano. Cmo te fue en la licencia?" 'Qu? Cmo me fue? NO ven? Llego con un aire de superioridad y desconexin sobre ustedes, que estuvieron de servicio. Como situado por encima de ciertas cosas. Pero dentro de una hora. . .? NO lo saben? Con esta licencia pude trabajar tranquilo. . ." Introdujo los pulgares debajo de las solapas del saco y las acarici con movimientos suaves. Encend nuevamente su sonrisa sarcstica, dirigindose a Monti: "Decime Nono, ya hace mucho que pasaste los veinticinco con Cincuenta de edad. Rgimen -especial para desahuciados" acot. Cundo te jubils? .No te das cuenta que le- ests regalando el sueldo al Estado?" Jubilarme? Me quers decir qu hago despus con un solo laburo y en mi casa?" Poroto, que controlaba los enlaces de los radioaficionados, se lament: Poder retirarse y cuidar del parque, hacer la quintita, criar algn conejo, patos, plantar rboles. . ." Termin con un refrn: El que quiere pjaros que plante rboles". Y comenz a silbar imitando a canarios, jilgueros, cardenales, calandrias. Interrumpi sus trinos para mugir como una vaca, relinchar, rebuznar como un asno y gruir como un cerdo. Todos rean. Chino diagnostic sarcsticamente: La radio produjo tipos asi. Claro, el trabajo en una oficina todava arrastra un resabio de elegancia. Elegancia para morirse de hambre". Mir a Monti y continu: Quin te cura el calambre del telegrafiSta?'A' Enumer: La otitis aguda que te provocaron los estticos y el tititi ta ti, los grillos que te pitan en los odos, como afinando. .. Vas a terminar como jubilazombi. Muerto viviente. Cuerpo sin alma. Como aqul" Seal a Zomby. 'C0mo todos nosotros" musit en voz baja. _ A travs de la niebla negra de sus ojos, Zomby le dirigi una mirada Sin vida y continu tecleando en la teletipo. "Este no habla. A ver si le dan sal. Oficina de comunicaciones e incomunicaciones" lapid. Garaa, el encargado, distribuy el resto del personal y las tareas. Los equipos prenddos, el tartamudeo de la teletipo y las recepciones en los parlantes convertan a la ofiQSX, Baires / 33 cina en un hirviente caldero. Usen los auriculares", recomend mientras llenaba el parte diario. LOS Operadores, con los Cabezales colocados, quedaron umbilicados a los aparatos. En una posicin sobreviva una reliquia, la radiotelegrafa. El Tano y el Alemn, espalda Contra espalda, reciban telegramas alternadamente. Convertidos en autmatas, se adormecan con el taladro entrecortado de la seal de radio, que bombardeaba sus neuronas. La noche avanz entre el ruido de los aparatos, los bostezos, ojeras que Se acentuaban, constantes cigarrillos y declinante humor. Mientras, los empleados administrativos seguan alimentando a un tigre que coma papel. Monti, desde su posicin, junt y separ el ndice y el pulgar de una mano y, en un morse convencional, le transmiti una pregunta a Garaa. Este recepcion con un esbozo de sonrisa y contest a distancia: El Jefe? No, todava no lleg Elena". Las veintiuna. El personal se sacudi su primera modorra. Haba llegado la hora cotidiana con la eternidad de

las oficinas estatales. La ronda del mate. "La droga indeclinable apropiada por los argentinos", subray Chino. " Cmo no la adoptaron los japoneses, coreanos, alemanes, norteamericanos? Cmo puede vivir el resto del mundo sin el mate?" Recibi un no te tirs del cebador. "Dame uno", ` contemporiz, voy a sorber tristeza". Se inaugur otra sesin de cambio de ideas, de orden interno. Chino pregunt: As que Elena quiere rotar los turnos?" Garaa llev su voz de ginebra a un Susurro bajo y monocorde, que no trascenda ms all del crculo de compaeros que lo rodeaban. "El enano maldito sostiene que debemos tener un solo trabajo, rotar los horarios y cumplir Cien por ciento con las tareas. El personal no tiene que venir ac a dormir. Ya vienen agotados, dijo, parecen ' zombis. Y el broche de oro fue que se puso como ejemplo, siempre tuve una sola ocupacin, dijo, y el tiempo libre tomaba mate debajo de la parra. Jams tuve vacaciones. Conoc el interior del pas con las comisiones". i Con audaces as levantamos el pas", sentenci Chino. El quiere operadores que no se aparten de sus posiciones. s Como aquellos dos", seal hacia Zomby y Morn. El pr34 / Mauricio Perinot mero dorma apoyado en los antebrazos, apoyados en la teletipo, y Morn buscaba empeosamente en el mundo de las frecuencias ultraelevadas. Uno sabe lo que es y lo que puede dar, Sangre", jug Chino. Y el otro espera sintonizar mensajes de otros mundos habitados. Compr un telescopio", satiriz, y se la pasa auscultando el cielo. Espera que los tripulantes de los Ovnis bajen o suban a resolver sus problemas y los del mundo". Sonrea y clavaba breves y penetrantes miradas a cada uno de los presentes. Se dirigi a Garaa: Por qu no largas ac y le dedics ms horas al taXi?" "Largar? Cada vez hay ms tacheros en la calle. Hoy vi uno con un cartelito que deca: este taxmetro es conducido por un arquitecto". Mir qu porvenir te espera", subray Chino dirigindose a Divinuno, estudiante de ingeniera. "Con los msculos que tens dedicate a un deporte, a lo mejor la pegs". 'De porte hago. Pesas, wind surf. .. Pero me recibo y me rajo del pas". ;Aaaah! Muy bien", felicit Chino. "Tu estudio le va a salir caro a la Argentina, y barato a Estados Unidos, Mxico O Venezuela. Lo que pasa es que tens un padre que te banca". Adems, no creas que todas son flores en el confesionario", retom Garaa, que larg el humo del cigarrillo y chup mate. 'El otro da, dos tipos se metieron dentro del coche, con una copera que tena un pecho cortado con una botella. Otro me para y me dice, hasta Cangallo y Ayacucho. Y estbamos ah. Cre que me cargaba, pero no. Di una vuelta por el centro y dej al loco en el mismo lugar. Un tmido con una mina", ri Garaa. "Chofer, vamos a pasear, a esas Casas que tienen una galera y salitas para esperar. Ah, le dije, a una amueblada? La mina rea, se ve que no era primeriza. Otro me cag en el asiento. El tipo me convid con un cigarrillo y me daba conversacin. Hablaba y fumaba y tenda cortinas de humo. Y me dej el regalo. .. Y las minas que quieren acostarse con uno: no negra, cuando laburo, no. . ." El repertorio de Garaa pareca interminable. El mate circulaba y continu. "Una noche al Salir de ac levant una pareja en Corrientes, donde daban esa obra del ttulo jodido. . ." Quin le teme a Virginia Wolff?" apunt Chino.

QSX, Baires / 35 'Esa" se admir Garaa. "El tipo y la tipa comentaban la obra y Se pusieron a discutir y me pedan mi opinin. Yo? Argentino. Pareca que Se iban a las manos. A ver si se bajaban a pelear en la calle y perda el viaje. Pero cuando algn tipo me lleva al puerto o a la costanera, sufro. Veo los barcos y me dan ganas de largar el tacho y todo lo dems. La calle S que es una galera. . ." Las ltimas palabras flotaron en el aire. Garaa qued expectante, reservando una joya. Chino lo incit: "Vamos, ya te Conocemos, larg la perla". Garaa, estimulado y seguro de su auditorio, Sigui relatandoz "Levant a Borges. Yo, como la mayora, lo Conozco por tev, no por haberlo ledo. Me pidi, seor llvenos a la feria. Era la tardecita y le dije, las ferias estn por la maana. No, a la del libro, ri el viejo. La mina que lo acompaaba tambin rea. Yo me dije, ustedes ran que cuando tengan que pagar, les bajo el hacha y me ro yo". "Lo miraba por el espejito. El es chicato, pero estaba dele Oler. Huelo a tinta, Mara, dijo. Con el olfato haba detectado lo que no vieron los ojos de ella. Era el libro sobre los zombis, recin salido de la fbrica, de ese muchacho amigo que me lo dio para vender en el tacho. Zombis? Eso est bien para Hait. Perdone, maestro. .. Llmeme Borges, me interrumpi". Garaa rea. "Yo le dije maestro, como Se le deca antes a cualquier tipo de Cierta edad. Y qued bien. Sigo. Yo conozco a varios tipos, que desde hace veinte aos y ms arrastran dos empleos, como zombis condenados al trabajo de por vida. Pero esa denominacin la debe haber inventado algn seudointelectual imberbe, aspirante a la herencia de Arlt, ironiz Borges. Algo as, Salteado, son el nombre de otro escritor, no?" S, Roberto, dale, segu" estimul Chino, interesado. "Agarr un libro y lo estir atrs con una pregunta, maestro, qu hacemos con las voces nuevas, las escuchamos O las crucificamos? El tipo estaba asombrado. Mara, habla la sabidura de la calle. Compremos un zombi, digo un libro. Me re yo. Despus me pregunt, de qu partido es? Bueno. .. Anarquista, le largu. Ley a Spencer? En qu diario escribe? El viejo dispar una Carcajada que le sac veinte aos de encima. Flor de propina me dejaron", con36 / Mauricio Perirzot cluy Garaa deleitado. "Soy un. tigre vendiendo libros. Y que no le". "Y vos, Monti? NO conts nada?" pregunt Chino inquisitivamente. 'Qu memorS?" "NO hablo porque estoy sucio. Como ustedes. Los divinos son pibes y se salvan". Divinos, que estaba oyendo a su novia telefnica, salud reconocido desde el otro extremo de la sala. Qu rememoro?" Sigui Monti con amargura. 'Que primero ste era el empleo. Despus me conchab, me cas. Me busque una changa. Llegaron los hijos y la guita no alcanz. La changa creci. Fue, es, el otro laburo, al que dediqu ms tiempo y esfuerzo. Y esto, pas a Ser changa. . ." Ms tarde, Si el tipo tiene agallas, viene el despegue y larga ac", interrumpi Chino. "S, habl vos", se consol Monti, "que Sos el analista". Su compaero Sigui doloroSamente inspirado. Y empieza a vivir un poco todos los das, aunque labure diez horas. No es como nosotros que, entre una cosa y otra, nos amasijamos de doce a catorce horas diarias sin contar los viajes. Entonces vivimos un

poco los sbados y domingos. Pero hay tipos que estn contentos, porque as consiguen un mango, y no se dan cuenta de que Son autmatas laburantes". "Che", interrumpi Monti a su vez, "par con mi biografa. . ." 'Que as, gqu tristezal", se lament Chino. "Estn pagando un lotecito en la loma de los Soretes, para la casita que nunca van a poder hacer. Mientras, Se joden la vida en casa de los suegros. A ellos est confiada la educacin de los hijos, porque casi Siempre la mujer tambin labura. Educacin? Los pibes leen revistas, historietas, o miran tev de avanzada. Y los abuelos le quieren echar el ancla con aquello de en mis tiempos. .. Y como el tipo apenas para en la casa, porque ni tiempo para dormir tiene, ni para conformar a la mujer, entonces un da Se levanta una mina que encuentra en el recorrido diario y se la hace. Y le da ms a ella que a su mujer. Porque se le da ms la ocasin. Y as le dan de comer al pito, y viven nada ms que para lo material. Y encima muchos lo cuentan y se fanfarronean. Para el espritu? Nada. Cero al as. 3Qu tristeza, viejo, qu tristeza! Chino se silenci agobiado y Monti retom la palabra. , , QSX, Baires / 37 "Por eso yo al empleo no le doy nada. Lo menos posible. Durante veinte aos me transmita de doscientos a trescientos despachos por turno. Qu pas? Naranja. Era espeCializado y me mora de hambre. Transmita y conversaba al mismo tiempo. Y me Coma un snguche. El morse, el pitito, se me meti en el pulso, en la sangre, en el Subconsciente. Todava, despus de ocho aos, hablo o escucho lo que se dice y lo transmito. En casa leo el diario y me descubro transmitindolo. Hasta a mi mujer, a veces, le estoy hablando y transmitindole con los dedos lo que le digo. Qued robotizado. Pero mejor que una mquina, che, porque pensaba. No me equivocaba nunca. Y? ]Naranja!" Cmo, naranja?" intercal Chino. El noventa por ciento de la dotacin de esta oficina se compr un auto para gamuzarlo en la puerta de la casa. ;Arriba corazones! Estamos a un paso de integrar la clase media". Zomby se levant y camin hasta la pizarra. Se detuvo a leer. Se necesita sangre grupo universal, para la esposa, la madre, la hermana. . . del compaero. .. Le advirti a Garaa: Maana tengo que hacer", Negro, otra vez?" "Sigo distribuyendo mi patrimonio", concluy Sencillamente. Transcurri la hora del refrigerio. Garaa, en encargado, levant la sesin con un comentario dirigido a Chino: "A vos la literatura te hizo mal. Analizs demasiado". Ensay una pretendida exigencia hacia los dems operadores: "A laburar, muchachos". Arre a Divinuno: "Ustedes son divinos, pero les gusta la joda, no laburan. And a estudiar a la posicin". Y a Divindos: "Larg al morocho y termina de franelear. Con esa cara de eslabn perdido, el da que se invente el videotelfono sonaste. Monti, hac control general del ter, pero ten cuidado, no teduermaS con el ter". Los operadores iniciaron la Segunda etapa del horario, con un balanceo de las sillas giratorias que era un autoacu namiento. Zomby, inamovible en su teletipo, Segua tecleando en ella, a la par que sus maxilares Se bamboleaban a los costados, en un rechinar de dientes parecido al de la mquina. AS le manifestaba su amor. El oscilar de las sillas produjo estragos en el personal. Poroto, que supervisaba la Comunicacin de una estancia, se entreg a un dulce sueo ecolgico. Garaa piadosamente

38 / Mauricio Perinot mencion: "Cay Lans". Zomby trasmiti el ltimo despacho y rindi nuevamente la cabeza a sus antebrazos y a su Amada. "Cay San Martn", pronunci Garaa dbilmente. Divinuno haba apoyado la frente sobre su libro de anlisis matemtico, y Divindos Se durmi mientras controlaba una emisin que recomendaba: No olviden que estamos en guerra". "]Esto es una guerra! Cay Palermo, Belgrano y Liniers", contabiliz Chino, y sum a su encargado. Monti se entreg a Morfeo mientras escuchaba la compaa de los grillos de sus odos, y Morn haba detenido, en su pantalla de medicin, una espiral verde como aureola de santo, y se declar cumplido. El resto de la dotacin, con una mano prendida a sus aparatos, tambin haba capitulado a su agotamiento de zombis. "Y yo", monolog Chino, que regreso casi fresco de mi licencia, quedo como el pequeo viga lombardo. Vamos a ver la pelcula de los sueos", murmur. Se acerc a Poroto, levant sus prpados y, en la pequea pantalla de la televisin surrealista de sus ojos, vio un desfile de campos con vacas y caballos, arroyuelos, rboles y pjaros. Repiti la operacin con Morn. Primero fueron ovnis, que brotaban de un cigarro base y sus tripulantes de dos metros treinta de altura. Despus, el mismo Morn se desplazaba levitando sin el cordn que une a los astronautas a la nave. Este se evade de la realidad, valor Chino. Garaa mostraba en sus ojos el desplazamiento del taxi por las calles de los perringundines del bajo, y mujeres con un pecho ensangrentado que intentaban detener el vehculo. Monti reflejaba un manipulador radiotelegrfico, que despeda rayos que heran sus odos. Se acerc a los Divinos. Estos no son zombis, pens. Levant suavemente la cabeza a Divinuno, que mostr el ininterrumpido transcurrir de las playas atlnticas, con olas interminables cabalgadas por un muchacho ebrio de Surfvela. El estudio lo salvar del crculo zombi, medit. Y ste es un pichn de zombi. Divindos soaba con baistas en tanga y cola-less. Se detuvo con aprensin frente a Zomby. Nuestro zombi mayor suea en rojo", dijo contemplando en Sus ojos mares de sangre. QSX, Baires / 39 Media hora antes de la finalizacin del horario, gracias a su robot zombi interior, los durmientes resurgieron de las cenizas de sus ensueos y fueron llamados nuevamente a la vida. Se enderezaron los cuerpos agobiados y esperaron el regreso de sus mentes. LOS zombis, con la barba crecida blanqueada y el rostro demudado, terminaron la noche traspasados de cigarrillos y sueo. 'Entonces", declam Chino como si reanudase un disCurso anterior, ac venimos a hacer lo que pueden nuestras fuerzas. Somos los hijos de Mam Burocracia. Una de las lacras que hunden al pas. La clase Peter Pan, que anacrnicamente crece mucho, pero permanece detenida en la etapa del nfantilismo, sin asumir la madurez de la edad de la lucha. Este es el suave yugo y, a veces, una huida de la castracin de la casa con sus problemas. As, hasta la muerte", termin con irnico misticismo. Sin aorar nada". En silencio y sin palabras, los empleados abandonaron Su mundo de la seguridad. Ellos lo saban. OID M. . .

La Conciencia es un detector de mentiras autoinstalado. Parola La Conciencia es una Campana con badajo de manteca. La tocaron tres das con sus noches y nadie la, escuch. Piero Riccio Eso no era trabajo. Casi una vacacin. Se dirigi hacia la esquina, con su vida signada por el deambular de los colectivos porteos, mientras se repeta interiormente, de la casa al trabajo y del trabajo a casa, la mxima que el General haba legado a sus delfines y a todos los argentinos y que Catapult honestamente al pas al nivel de potencia. Zomby record que haca una Semana que no consegua papel higinico y que, despus de suplantarlo por papel crep cresponado suave, lo reemplaz por la envoltura cuadrangular de las manzanas. o Estaba contento, disfrutando de su receso. Con persistencia obsesiva, haba hecho coincidir la licencia anual de sus dos empleos y, gliberadol, el ocio resultante lo ocup en una changa de liberacin, como le hizo entender al doctor Blood-, que lo pondra en el camino de las futuras y verdaderas vacaciones que algn da habra de tener. Con el recurso laboral de su marido se haba encendido una luz en el camino de Sombra. Ella tambin, con suma estrategia, disfrutaba de su asueto y aportaba con otro trabajo eXtra. Abandon su rostro sombro y sus ojos ad42 / Mauricio Pcrinot quirieron el brillo de la esperanza. Comenz a pensar y preparar el equipo de vacaciones, que seran para el ao prximo o el siguiente. Un ao en la escala zombi no era nada. Haca tiempo que las perseguan Sin poder alcanzarlas. Cuando haban logrado reunir varios de los billetes ms grandes, Zomby tena que sacarles el clavo que los sujetaban contra la pared y cambiarlos, porque la inflacin haba devorado su valor o se haba alterado el signo monetario. Pero ahora no se iba a equivocar. Comprara verdolagas. Eldorados doblezones, que colocara debajo de la almohada y que, a medida que Se sumaran, la levantaran milimtri camente. Zomby soaba con la posicin decbito dorsal, con el mentn pegado al pecho por la pilita de dlares. Fue a ver a su hermano mayor, que oficiaba de enfermero zombi mayor, en la guardia de un hospital. QuerS changuear ac? Pero, icmo no! Los hermanos Sean unidos", glos. Vio cmo Zombo bajaba un prpado en un guio y el ojo abierto lo enfocaba como un reflector. 'No te vas a impresionar por ver sangre, eh?" Y ambos, dadores voluntarios con cincuenta y cuarentaicinco litros ofrendados, estallaron en carcajadas zombis. Los pacientes llegaron y Se sentaron en el banco, junto a la pared, con una mochila llena de tiempo a sus espaldas. Zombo y Zomby, casi gemelos enfundados en pantaln y blusa blancos, esperaban al mdico. Se sentan dulcemente egostas y cada da se controlaban la presin, catorce ocho, y el peso, setentaisiete, setentaisiete, repiti Zombo. Los nmeros de Cristo. Cristo. Anticristo. Decristificar. Somos cristos decristificados. Zombo estaba a Cargo de las extracciones de sangre. Zomby prepar la Camilla y los frascos y mientras lo haca,

comenz a silbar inconscientemente con sonido de chelo. Los cuatro acordes iniciales produjeron una reaccin castrense en varias personas, que Se resortnron a pie al unsono. No eran soldados, pero lo haban Sldo en la poca en que todava haba prceres. Zomby continu desgranundo la obertura rossiniana, mientras Zombo introduca la aguja en el brazo del primer dador. Cuando alguien iba n corenr la primera estrofa, QSX, Baires / 43 Zombo, con un talonario en la mano, pregunt: Od mortales, sacad nmero. Estn en ayunas? Nunca ms mortales que ac". Y en la segunda agreg: Ac hace fuerza el ms cobarde y se caga el ms valiente". Zomby continu silbando y su hermano record, record, record que todos los paros jejetistas, casualmente, se iniciaban los das viernes. Y clam: Libertad para morirnos de hambre en democracia, Alfonso el sabio, y en salud". El pito inefable atac en la zona baja de su registro. Ante el creciente murmullo de la sala de espera, el cabo enfermero apostrof: 'Pero, qu hacen, che? El oficialismo tiene mucha sensibilidad, perobasta de paros". La cuarta estrofa Silbada hizo analizar al recitante: 'Todos somos iguales, pero un brigadier o un general enfermo es ms igual que los dems". Continu paralelamente al chiflido, la lucha, la desesperacin para llegar al trono y presidenciar despus, solamente para el propio partido. Y cuando atac el agudo de uniiiidas, Zombo glos: Seamos unidos, deca Atila, que era una buena banana brasilea, y ayudmonos los hunos a los hunos, y volte al Imperio Romano". Q Cuando el silbo enfervorizado de Zomby mencion a los libres del mundo, recibi la acotacin castiza: No los he visto, pero que los hay los hay. Y al verso siguiente nos morimos de hambre enterrados hasta las rodillas en el trigo, y en el maz, y en la soja, entre el pescado y las vacas, y el petrleo y el gas y el oro y los Maradona". El pito de Zomby se haba vuelto marcial con los laureles, que obtuvieron la rplica, "la especulacin con los verdes ser eterna. Qu conseguimos? LOS piratas nos dieron una mano en Las Malouinas. De bleque". El instrumentista vocaliz rossinianamente en el vivamos y el comentarista Subray: "Coronados con los cuernos de nuestros ms altos uniformes, prceres actuales, excelencias de turno cuyos bustos sostienen a la rosada". Zomby atac el final y Zombo termin su exgesis: Juremos mejor de hambre morir, vendidos a la muchachada del efeemei, hasta el ao dos mil diez. Tachin, tachin, tachin, tachin, taachiiiin". 44 / Mauricio Perinot LOS aplausos de la plebe hicieron reaccionar al tribunoenfermero, que se haba asomado a la ventanilla-balcn para recibirlos con las manos en alto. Era hora. El paciente de la Camilla haba destlado un tercio de su sangre, pero Zombo, que siempre tena el as de espadas en la manga, lo pinch para que reaccionara. A l jams se le haba muerto nadie. Todas sus intervenciones eran un xito. Colg la damajuana de una percha y, en operacin inversa, restituy el sobrante de Sangre. Cuando Zombo termin de dar nmero, lleg el doctor Blood, que pidi novedades. "Mucha gente, doctor. Ganado. Que ha perdido". Zombo seal hacia el amontonamiento

de jubilados. Repetimos el tratamiento?" S", dijo Blood. "Sangras y abundante agua caliente para beber. ES lo mejor para la clase pasiva". Un hombre arrastraba a otro, que se sacuda convulsivamente. Lo dej en el piso. Los enfermeros lo Sujetaron. La lengua se retorca dentro de la boca. "Le sacamos la diresis de la dentadura?", pregunt Zomby. "Mejor la prtesis", corrigi Zombo. Y cuando el aspirante a enfermero la tuvo en sus manos, analiz, hay que ajustar esta prstata. Blood, asistido por Pecho Blanco, atenda a una parturienta. El beb naci rpidamente. En lugar de los pies, tena dos incipientes rueditas, que hicieron comentar al doctor: "E1 auto, la otra pasin argentina. . . Son rudimentarias, pero la adaptacin har. . ." Preparo el quirfano?", interrog la enfermera. 'No, este ejemplar es para el formol". B Zombo atendi el telfono, anot una direccin y dijo en voz alta: "Doctor, un herido de arma blanca enla villa". La ambulancia parti raudamente, con Zomby de acompaante camillero. Un grupo de gente miraba hechizado el suelo, donde en un charco de sangre estaba acostado el lesionado. Blood Se acerc, mir, se agach, oli, ri y diagnostic: 'Duerme. La curda no Ie deja sentir el dolor". Cargaron el corpachn del chaqueo y volvieron a la guardia. En el quirfano, Blood meti la mano en el desgarrn y alcanz a palpar el hgado. La reaccin fue un gruido de jabul y, enseguida, vmitos y ojos abiertos. El doctor, QSX, Baires / 45 con una mscara impasible, lo limpi ayudado por Pecho Blanco, mientras el herido se empeaba en contar el duelo. Pentotal", pidi Blood. Pero el borracho Segua el relato. Otra inyeccin. El alcohol segua hablando. A la tercera dosis, se durmi. El doctor oper y sutur la herida. Mir a los enfermeros. Hay que hacerlo directamente. Se acost a la par de su paciente y le dio su sangre. Zombo y Zomby comprendieron que el doctor Blood era de la misma sangre, de la de todos. Los tres practicaron incisiones en sus muecas y mezclaron sus plasmas sanguneos. Y DArtagnan?" pregunt Zomby. 'Mi hijo Zombuno Cumple dieciocho dentro de unos das. Lo vamos a hacer debutar ac", coment Zombo entusiasmado, dirigindose a Blood. "Doc, slo le falta ser zombi". Y qu Cres que somos los mdicos de Baires, o el resto de nuestro agraciado pas? Saltando de guardia en guardia, apresados en una clnica, con el tbano del radiomensaje clavado en las entraas da y noche, detrs del volante de un taxi, o en cualquiera de las tres Fuerzas. Entonces empleo, ms guardia, ms guardia, ms guardia, igual a estress. Tengo un hijo", medit por lo bajo. Doctor, no va a poder con todo". Tengo que poder". Alz un ndice convertido en pual todava la injuria laboral: No me pagan. Con qu moral se trabaja. Pero algn da. . . ganar como un plomero. . ." Y vos?", se dirigi a Zomby, ests de vacaciones ac?" Y por sus ojos se escurrieron dos lgrimas de mercurio. CurrO de liberacin, doctor", aclar ste exaltado. Con el transcurso de los das, Zomby se apropi de la terminologa mdica. Junto con su hermano, fue instrumentista en una operacin de amgdalas. "Amigas de l", dijo. Por carencia de anestesia, le hizo escuchar al paciente Las Sfilis, de Chopn. 'No haba muerto tuberculoso?" afirm

Zombo. Y al siguiente, intervenido por intestinos afectados por divertidsimas, lo insensibiliz con el Andate spiantando con la polaca, del mismo autor. Haba mucha tarea jy Zomby, con la anuencia del cabo enfermero, se anim a recetar. Para la tos con bolsa, re46 / Mauricio Perinot comend supositorios espasmos y ballenas. Para los Casos de particulaciones inflamadas y glndulas tidoiles, aconsej Toms depern y gomenol, respectivamente. Deriv al especialista dermatlogo los casos de comicosas en las uas, as como la interpretacin del metaboludismo. Puli los ajustes de prtesis dentales con el mtodo de cataforesis. Recomend mayor cuidado a la gente que se afeitaba con barbitricos, a los que contraan boludismo con latas de tomate en mal estado y, a las mujeres, que pusieran especial cuidado Cuando se sacaban un Pap Noel. g Zomby se sentaba para pronunciar bien "estudios anatomopatolgicos" y, Cuando entregaba al doctor Blood las tomografas a balance, le repeta la frase que haba acuado: "Mdico es el que sabe de qu se va a morir la persona que tiene enfrente", y que el doctor anot en su agenda, entre carcajadas homricas. Entonces intervena Zombo para pulir su vocabulario y flexibilizar su lengua. "Repite", deca el maestro: tubOcurarina, decametonio, dilisis, leptocurares, sifilocomio, tetraciclina, intracanicular, exantemtico". Superados estos pequeos escollos, pasaban a otros peligrosos arrecifes. El negro ndice de Zombo indicaba implacable, seudocolinesterasa, antocolinestersicos, pentilenotetrasolismano, adenilciclasa, neuroleptoanestesia. A este punto lo reclinaba en la Camilla y lo estimulaba en el ejercicio dicindole: "La pronunciacin de la terminologa mdica es el Cincuenta por ciento de la profesin". Con los ojos cerrados le exiga las palabras que eran su pesadilla, tetrahidrotifenavalericacid, reticuloendotelipeptidicos. Zomby terminaba con la lengua anudada y su hermano le introduca dentro de la boca sus largos dedos, para destrabarla y recomenzar la sesin. Los pasillos y la guardia se desnudaron de pacientes. Pero no por mucho tiempo. Cuatro hombres entraron furtivamente. Dos llevaban a otro encorvado sobre s mismo. Sus armas encaonaron a los enfermeros. Uno de los hombres qued de campana. El mdico", pidieron con urgencia amenazadora. "QuineS Son?", pregunt el doctor Blood, que Se acercaba seguido de la enfermera. 'Cuatro que no quisieron seguir siendo zombis", analiz Zombo. QSX, Baires / 47 El que pareca jefe, meti la mano en el saco y apareci con un cuchillo automtico, cuyo centelleo plateado dej bizco a Zombo. El arma le apuntaba a la garganta. "No ests en condiciones de hacer jodaS", dijo Jefe brevemente. Era un elogio, medit Zombo. El doctor Blood no perda tiempo. Haba cortado la ropa y examinaba la herida en la cintura del asaltante. Suerte", murmur. La bala entr por delante y sali por detrs, sin interesar nada. Pero la hipobolemia. . . Jefe traz arabescos en el aire con la punta del revlver. No joda Doc, hable en criollo". Tiene. . . perdi mucha sangre. Necesita transfusin". Qu tenemos en el botiqun, enfermera?" "Falta todo doctor. Hay una aguja, hilo de sutura, un poco de espadol, vendas. . ." Y con la ltima palabra, se sac la impecable blusa y comenz a rasgarla en tiras.

Los hermanos dadores se miraron en Silencio. "Me toca a m, pichn", zumb Zombo, con el alto labio de su orgullo de dador de cincuenta litros. "As nunca te voy a alcanzar", medit Zomby, que estaba retrasado de su hermano en Cinco aos, tres hijos y cinco litros de sangre. "Hoy el izquierdo, Doc", recomend Zombo, 'porque con tanto pinchazo las venas estn endurecidas de cicatrices". Los asaltantes guardaron sus armas. Pecho Blanco desbordaba el corpio, que luca mejor que la blusa. El herido abri los ojos por un instante y se llev su imagen. "Este no se muere. Va a volver a contemplar el paisaje", ri Blood haciendo la seal de la cruz sobre el busto de la enfermera. Jefe llam a Campana, que se acerc con una valija. Antes de llevarse a su compaero, sac y reparti cuatro fajos de billetes. "Ustedes. . . son amigos", dijo emocionado. Y se retiraron. 'Seores", Blood golpe los billetes sobre la palma abierta, "Robin Hood est vivo". En la alta noche, los hermanos volvieron a sus respectivos recostaderos en el vehculo remolcado por los vampiros gigantes de Zombo. Zomby lleg a su casa y mostr el atado de dinero. Sombra qued embelesada, e inaugur un nuevo tratamiento con su marido: "Papi, cmo progresamos". 48 / Mauricio Perinot Esa noche, Zomby coloc el fajo de billetes bajo la almohada. Durmi con el mentn recogido y un ronquido glorioso. El da siguiente era un da de gloria. Poda serlo. Blood trajo a la guardia un televisor porttil. Zombo se asom al pasillo a la hora de Maradona y recomend a los pacientes con voz grave: Suspendan sus males noventa minutos". Y se ubic en la pequea platea. Zomby haba colocado como cbala, sobre el aparato, el retrato de Gardel. Desde su asiento le diriga frecuentes guios. Todos estaban dispuestos a triunfar con el seleccionado, con Maradona, con el Morocho Triunfador. A gritar los goles, tirooooo, hasta la eyaculacin, el xito. A ejercer la otra pasin argentina y salir ganadores en algo, que no fuese el Fondo Monetario, el Club de Pars, Banca Acreedora, el Costo de Vida, o la Equiparacin Salarial. t A lo largo del partido, putearon a los que le hacan ful al Petiso de Oro, el Emperador, que es ms que un rey. Zomby penaba con las acciones. Con las malas. Con un esfuerzo de concentracin, pas a travs del espejo de la pantalla del televisor, frente al peruano patadura que anulaba a Maradona. LO tom de los tobillos, lo hizo girar en el aire haba practicado lanzamiento de martillo-, y lo arroj a la tribuna de su pas. Zomby volvi, clasificado. Estaba agotado. Ms que si hubiese dado litros de sangre. Pero ya estaban en Mxico y esperaban salir triunfantes a la calle, como en el '78. Con la victoria del seleccionado en la guardia renaci el optimismo. Zomby contaba que su mujer lo segua llamando papi, y a l se le confundan los roles. Hay ropa unisex y peluqueras, hay pibes y pibas que no sabs qu mirarles para distinguirlos. "Y la moneda", agreg Zombo. Descartaron al abuelo, peso moneda nacional, que vena de la prehistoria de la estabilidad argentina y lleg el peso ley, que termin fuera de la ley. El peso argentino nos hizo dudar qu haban sido

los anteriores, y el austral es el signo del presente y del futuro. 'Pjaro por pjaro", dijo Zomby, "en lugar del pingino hubieran elegido el zorzal y llamarlo Gardel". "O MaQSX, Baires / 49 radona", opin Zombo. "O un Borges", Sigui Blood, aunque no le den el Nobel. Y as obtendremos una generacin espontnea de matemticos, nacida de la interpretacin de nuestros signos monetarios. Y con estos y otros factores, Se desestabiliza a la poblacin, para que trabajen las multinacionales que fabrican, por ejemplo, lexotanil y tegutol". Pecho Blanco atendi el telfono y lo tendi hacia Blood como si quemara. "Una consulta radiomdica, doctor". El caso era sencillo. A bordo de un barco, un tripulante haca dos das que no poda orinar. No tenan elementos para efectuar un sondaje. Por intermedio del radiooperador, Blood recomend que aliviaran la vejiga con el revestimiento plstico de un conductor fino. Termin la consulta y Blood tuvo un epitafio: "Marinero, lo harn aguantar hasta el prximo puerto". Zombo se acerc al doctor y coloc sobre su cabeza una corona imaginaria para el genio nihilista de la stira dramtica. Blood lo imit con el premio para el genio del humor negro satrico y la apreciacin: "Nos complementamos". Que ese da Zombuno Caminara hacia la guardia, que viera la Suzuki GT 2000 aplastada contra una columna, que todava pudiera leer en el tanque de la moto AticaIani, que viera dos cuerpos cados y gritara pidiendo no los toquen, voy al hospital todo eso se conjug con su debut de dador voluntario. El saludo de Zombuno al entrar en la guardia fue: Un accidente, hacen falta dos camillas". Blood, Zomby y los Zombos corrieron al lugar del hecho. Los curiosos rodeaban a los cados. Blood pidi a los hermanos que despejen, y las figuras frankensteinianas de los enfermeros lo consiguieron rpidamente. , La muchacha, vestida de raso rojo, tena colocado el casco, que era sobrepasado por la cabellera negra. Fue la primera observada. 'Prdida de conocimiento, contusiones" expres Blood, que enseguida se dedic al muchacho. De un costado de la cabeza manaba abundante Sangre. Le sac el casco todava embutido en el brazo. El doctor apret los labios sin comentario. Colocaron a los heridos en las angarillas y los llevaron a la guardia. 50 / Mauricio Pernot Hijo", dijo solemnemente Zombo. "ES tu turno". Zombuno, alto y ms delgado que su padre, estaba preparado. Slo haba tomado t. LOS seis varones coman por turno en la casa. Los que no manducaban, eran sujetos con una soguita a la tev. Para engaar al hambre. Pero como la maldita, a Ciertas horas, brindaba exquisita y saboteadora propaganda de comidas y golosinas, los zombos terminaban por roer la Soga y Sueo, la madre, en un coup de force, sala corriendo a buscar papas y batatas, que en pur calmaban los apetitos reconcentrados. Y de paso homenajeaban a Van Gogh. La cabeza de Atica estaba descubierta. En la sala todos parecan estar ante una natividad, sobrecogidos por la belleza yacente de la joven, donde la palidez del rostro contrastaba con la masa oscura de cabellos.

Blood examinaba a Iani. El cuerpo, entero. Esquimosis, contusiones. .. Pero la cabeza. .. Traumatismo de crneo, con lnea de fractura del parietal a la vista. Zombo se inclin hacia la fisura y por ella vio vibrar un lbulo del encfalo. Est clamando por su padre O por su amada, adivin. Atica, desde la fiebre de su desvanecimento, llama: "Iani, Iani". El doctor trabaj rpida y eficientemente en el crneo del muchacho. Limpi y cerr la herida, mientras murmuraba: ES joven, fuerte, enamorado". Son avales. Hizo una sea a Zombo, que Conect a los dos jvenes y comenz la transfusin. Zombuno cedi a Iani cuatrocientos centmetros cbicos de su mpetu dichoso. Blood palmeaba cariosamente al joven y seal hacia el norte: ConSolate, en Canad le hacen trasiego de sangre a las focas, para levantarlas". Se repiti la ceremonia del tajo en la mueca y la hermandad de las sangres. Zombuno-D'Artagnan fue incorporado al grupo de dadores, que termin el ritual y brind con vino. Iani descansaba y Atica, a intervalos, llamaba a su amado. De ella brotaba un aroma excitante. Blood lo determin y destap a la joven. De su sexo brotaban jazmines. Los hombres se arrodillaron con uncin, e inundados del QSX, Bares / 51 fervor religioso a la diosa Afrodita Se inclinaron hacia el pubis y besaron las flores. Zomby disfrut de su doble licencia de treinta das. Ocup de ocho a diez horas por jornada y se sinti un rey. Tuvo tiempo para todo. Hasta para vivir un poco. Con lo ganado visit la calle San Martn. Compr doblezones con la sensacin de traicionar a su pas. Los ubic debajo de la almohada. S, Casi una vacacin. Eso no era trabajo. LA FAMILIA LAS SOMBRAS DE SOMBRA Desdibujada SOmbra... El Biroln Que Sombra fuese la encargada de pagar las tasas y servicios pblicos, y de recordar los das felices, la converta a los treinta y tres aos en un Cristo versin femenina. De los primeros, anotaba metdicamente el Orden de prioridad y le daba una copia a Zomby, para que no le clausurara su faltrquera y echara un ancla en la realidad. Al acercarse la fecha de vencimiento de las facturas, su cabello se aclaraba por los matices del gris hasta cuajar en el blanco. Sombra revisaba cajones, bolsillos, carteras y rasqueteaba hasta la ms nfima moneda. Saldada su obligacin, el cabello recuperaba el color azabache y ella, reconfortada, ululaba una cancin zombi. Una mujer zombi no se quejaba jams. Su otra misin era llevar la cuenta de los das felices. , Cuando sus ojos negros aureolados de oscuro rendan tributo a la melancola, su pulgar, ndice, mayor y anular contabilizaban. Una mano Sobraba. 1) Zomby se le declar dicindole: Te quiero bien. Por ti y los dems", e hizo un gesto hacia afuera con las dos manos indicando el mundo, "dar toda mi Sangre". Y Zomby, que ya era dador de doce litros de plasma, fue exacto.

50 / Mauricio Pcrinot No slo cumpli en brindar su patrimonio, sino que la inici a ella n el ritual de los zombis. Ese da estuvieron juntos en la Camilla de extraccin. Luego se juramentaron mezclando sus sangres. Fue en esa poca que Sombra pas de atractiva morocha a mujer zombi. 2) Zombito naci con un frasco rojo debajo del brazo. Esta vez Zomby retir medio litro de su torrente circulatorio para festejar alegricamente el nacimiento del hijo. Cuando apareci Zombita, ya tenan el casalito, pero Sombra estaba invadida por el Clima que elaborara su mscara de sonriangustia. 3) El da que Zomby se prest a transfusin directa en la suite de mister Doblezn y le salv la vida. El ameriCano sac un fajo de doblezones y Zomby, herido en su orgullo, le pregunt si saba con quin trataba y que estaba ultrajando el honor zombi. Mister Doblezn replic con dos grandes canastas de vveres y bebidas desconocidas para ellos, bajadas por su chofer. Fue cuando zombos y zombitos compartieron los manjares, elevaron su cociente intelectual y llegaron a hilvanar lentamente hasta dos frases seguidas. 4) Cuando Zomby compr los primeros doblezones con el dinero donado por Jefe. A Sombra el mundo se le encendi de un suave color verde esperanza y comenz a llamar Papi a su hombre, tratamiento que desconcertaba a ste, que comentaba a Zombor "Me confunde los roles y siento un comienzo de impotencia". Desde muy chicos, Zombito y Zombita contemplaban desde sus recostaderos el desplazamiento casi furtivo y fantasma] de una sombra en la casa. Con el tiempo concluyeron que era su madre. Esa figura silenciosa haca las tareas diligentemente y se detena a veces a nombrarlos con hermosas inflexiones, Zoombiiitaaa, Zoombiiitooo. Ellos acudan con los brazos cados a los costados del cuerpo, cn un trotecito de autmatas. Ella los besaba con besos ligeramente Succionadores, los devolva a sus cuevas y prosegua las Ocupaciones vocalizando Su cancin. QSX, Baires / 57 Sombra recordaba el ltimo de los das felices y los doblezones umbilicados a la almohada de la cama, efectuaba la conversin de aos a tiempo zombi, medido por litraje extrado, y especulaba con la altura que tendran los doblezones dentro de doce o quince litros de sangre. Entonces las vocalizaciones en u de la cantinela se tornaban fantasmagricas, crispaban a la gente, tranquilizaban a los zombis y adormecan a los nios aunque no hubiesen comido. Cada da Sombra aplicaba uno de sus recursos. Sujetaba a los zombitos con una soguita al televisor encendido y sala a dar inyecciones a domicilio. As, espordicamente, hasta que regresaba Zomby, pasada la medianoche. Ella, como mujer zombi, no pareca necesitar dormir. Sus ojos oscuros se agrandaban y redondeaban y las ojeras devastadas pasaban de la coloracin violcea al negro cuervo. Sombra estaba bien conceptuada como enfermera o acompaante teraputico. Se saba que a ella no se le iba a morir o agravar ningn paciente que estuviera a su cuidado. Medicamentos, inyecciones, todo era suministrado a horario..Y no dorma. Ni siquiera dormitaba. Si el enfermo despertaba a la medianoche O madrugada, encontraba el peso fijo de su mirada. Terminaba los turnos con las pupilas dilatadas y los ojos con aureolas lvidas, lo cual la

revesta de un extrao atractivo. Lstima que Sonra tan poco", escuch un da a la duea de casa. Preocupada, paulatinamente pudo elaborar un mohn-sonrisa, que era gesto estereotipado en la frecuentacin del dolor y sonrisa al fin para el doliente. Lo que desconcertaba an ms a la gente era que evocaba a la Gioconda, y dudaban si Sombra sonrea o esbozaba una mueca. El Morinauta tena exclusividad sobre el tiempo de Sombra, su sonrisa y el clima casi inquietante de sus ojos. Con 110 aos, navegaba a travs del tiempo y la enfermedad. Haca veinte que se estaba muriendo. La familia lo dejaba por las noches al cuidado de Sombra, sin recomendaciones especiales. Detrs de l haba una gran fortuna. Peridicamente, Sombra le suministraba inyecciones y l murmuraba que era su ltima noche. Ella, seria y en las sombras del gran aposento, usaba el recurso nmero 58 / Mauricio Perinot uno. Extraa su trusa de color negro y la acercaba a la cara del anciano. Este olfateaba ansiosamente, apagaba su jadeo y restaurado entraba en plcido sueo. Cuando los herederos de Morinauta insistan esperanzados que el geronte empeoraba, Sombra utilizaba el recurso nmero dos. La trusa caa sobre los empeines. La mirada sobrecogida de Morinauta parta de all, Suba lentamente por las vas de las piernas hasta llegar extasiada a la poblada y oscura estacin de Sombra, debajo de la pollera alzada. En cada agona, ella lo haca cabalgar por encima de la muerte. No poda permitirse perder el cliente que mejor remuneraba. Pero si la ansiosa parentela de Morinauta propona que era hora de llamar a DOS Velas, el cura prroco, para que expidiera la extremauncin, Sombra apelaba al recurso nmero tres, en un todo Semejante al dos, Salvo la distancia. La mano vacilante del moribundo se orientaba al centro de gravedad de Sombra. Sus dedos en peine se escurran anhelantes por el poblado pubis y Morinauta, con ambas manos y en pleno dominio psicomotriz, consegua elaborar pequeas trencillas con la Sedosa lanilla del Monte Venus. En el aire flotaban tcitas promesas de mejora y, Consecuentemente, otros ejercicios. Sombra golpeaba a la muerte con el taln y sta, defraudada, se bata en retirada hasta una esquina de la Patagonia. LOS SUEOS DE SUEO Nebuloso Sue0... La Michelina LOS sueos son la nica realidad, y la ms econmica. Piero Della Nona Espordicamente, Sombra visitaba a Sueo Dorado. Responda a una necesidad visceral de equilibrio y armona zombi. Y lo haca como quien va al mdico o a consultar una sibila, para acceder al propio horscopo. A recargar intuitivamente sus bateras con los sueos devanados por su hermana. El decbito de Sueo era incentivado por casettes magnetofnicos, que segn el programa de anhelos, inclua la Elega o Meditacin de Thas, El Preludio a la Siesta de un Fauno, Scheherazade, El Gallo de Oro, Dafnis y Cloe, Karelia, El Cisne de Tuonela, Debussy a travs de Gieseking, los infinitos matices de Ella Fitzgerald y Sinatra, Gardel, Charlie Parker, Los Beatles y sus continuadores.

Sombra entraba leve, se sentaba y esperaba. Sueo volva de su viaje, adivinaba la presencia silenciosa y exclamaba: "Sombra de mis sueos, ests ah". Ambas entrecruzaban sus brazos tantendose los vientres del comienzo de Su preez, tercera y sexta, y Sueo relataba: "Vuelvo de. . . donde te vi. . ." Y sus ojos doraclos se encendan y alimentaban en Sombra la ilusin de un porvenir dichoso. 60 / Mauricio Perirzot Las hermanas tambin compartan los numerosos abortos que amputaban Sus ansias maternales. Fue cuando Sueo escribi en una planilla: estado civil, embarazada; y profesin, sueera. Ella sala poco y no haca visitas. Los orculos siempre fueron los visitados. Permaneca en su habitculo en un confinamiento de sacerdotisa, realizando sus tareas con una programacin de autmata. Y soaba. Era la encargada de soar lo venidero para todos, los logros que concretaran cuando dejaran de Ser zombis. La hechicera de la pequea horda de pesadilla, que profetizaba el futuro venturoso que conseguiran mediante Zombo y la bandada de hijos varones. Seran seis hombres por ahora, que sumaran doce empleos o changas. Un maana de casa, comida y ropa la deslumbraba. Hasta se atrevieron a pensar en las vacaciones, y Sueo pobl reiteradamente sus sueos con mares ver diazules y playas de arenas resplandecientes. A partir de ese clmax sus ensueos se diversificaban. Le dara al pas los hijos que necesitaba, desde Sarmiento. Y ms dadores de Sangre. S, Cuando pudieran salir del aletargamiento de la hambruna permanente y de la subalimentacin, todo ira mejor. Se rompera la nebulosa que envolva sus mentes y se les despejara el horizonte. Zombo llegaba en la alta noche y aterrizaba en el fondo de su domicilio con el vehculo tirado por Vampo y Vampa; desunca a sus amados vampiros gigantes que, en un corto vuelo, se posaban cabeza abajo, en la rama preferida del Arbol de la Sabidura. En las sombras se encaminaba hacia la casa. Lo reciba la oscuridad y los gemidos intermitentes de los zombos, que no haban comido. Comprobaba que su mujer estaba en su recostadero y observaba, maravillado, el aura dorada sobre su cabeza. Regocijado iba a la Cocina, pelaba y herva papas, preparaba pur y, en el cubil de los zombos alineados, les daba en la boca con una cuchara, acompandose .con las gratificantes palabras mzm Suea, que para l significaban trabaja por nosotros. Y no se molestaba si los zombos aullaban de hambre y la vajilla estaba sin lavar. QSX, Baires / 61, Zombo casi no dorma es