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lanmdmn pospoilitca de la situiacjuon de la actulidad a

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iek.PospolticaPublicado el21 marzo 2012detifoideoAcerca del pensamiento deSlavojieken su ensayo En defensa de la intolerancia (2001)Pensemos en el ejemplo clsico de la protesta popular (huelgas, manifestaciones de masas, boicots) con sus reivindicaciones especficas (!No ms impuestos!, Justicia para los encarcelados, No ms explotacin de los recursos naturales!): la situacin se politiza cuando la reivindicacin puntual empieza a funcionar como una condensacin metafrica de una oposicin global contra Ellos, los que mandan, de modo que la protesta pasa de referirse a determinada reivindicacin a reflejar la dimensin universal que esa especfica reivindicacin contiene ( de ah que los manifestantes se suelan sentir engaados cuando los gobernantes, aquellos contra los que iba dirigida la protesta, aceptan resolver la reivindicacin puntual; es como si, al darles la menor, les estuvieran arrebatando la mayor, el verdadero objetivo que trasluce en el motor de la lucha). Lo que nuestra era postpoltica trata de impedir es, precisamente, esta universalizacin metafrica de las reivindicaciones particulares.La pospoltica es una poltica que afirma dejar atrs las viejas luchas ideolgicas para recaer en la administracin y gestin de expertos de la manera ms eficiente y responsable posible. La postpoltica (la gestin de los asuntos sociales como algo tcnico) moviliza todo el apartado de expertos, trabajadores sociales, asociaciones, etc., para asegurarse que la puntual reivindicacin (la queja) de un determinado grupo se quede en eso: en una reivindicacin puntual. La expresin del antagonismo soterrado en nuestro liberalismo econmico acaba ahogada. La posmoderna postpoltica es una forma de negacin de lo poltico.Segn iek, el multiculturalismo normativo con sus rencillas, tanto en el nivel terico como poltico, entre liberales, comunitaristas, defensores de las polticas del reconocimiento, radicales, etc. supone no slo un desplazamiento de la atencin desde cuestiones estructurales hacia cuestiones meramente culturales sino que es, de hecho, el cascarn ideolgico de la (supuesta) despolitizacin actual de la economa. Instruccin final: que todo se mueva para que nada cambie.Lo poltico y sus negacionesPara el tericoJacques Rancire(La msentente, 1995) lo poltico apareci por vez primera en la antigua Grecia, cuando los pertenecientes aldemos(aquellos sin un lugar claramente definido en la jerarqua de la estructura social) no slo exigieron que su voz se oyera frente a los gobernantes, frente a los que ejercan el control social; esto es, no slo protestaron contra la injusticia que padecan y exigieron ser odos o formar parte de la esfera pblica en pie de igualdad con la oligarqua y la aristocracia dominantes, sino que, ellos, los excluidos, los que no tenan un lugar fijo en el entramado social, se postularon como los representantes de la sociedad en su conjunto, de la verdadera universalidad (Nosotros, la nada que no cuenta en el orden social, somos el pueblo y todos juntos nos oponemos a aquellos que slo defienden sus propios intereses y privilegios).El conflicto poltico, en suma, designa la tensin entre el cuerpo social estructurado, en el que cada parte tiene su sitio, y la parte sin parte, que desajusta ese orden en nombre de un vaco principio de universalidad. La verdadera poltica trae siempre consigo una suerte de cortocircuito entre el universal y el particular: la paradoja de un singular universal, de un singular que aparece ocupando el universal y desestabiliza el orden operativo natural de las relaciones en el cuerpo social.Esta identificacin de la no-parte con el todo, de la parte de la sociedad sin un verdadero lugar (o que rechaza la subordinacin que le ha sido asignada), con el universal, es el ademn elemental de la politizacin, que reaparece en todos los grandes acontecimientos democrticos, desde la Revolucin Francesa(cuando el tercer estado se proclam idntico a la nacin, frente a la aristocracia y al clero), hasta la cada del socialismo europeo (cuando los foros disidentes se proclamaron representantes de toda la sociedad, frente a lanomenklaturadel partido).Cuando los excluidos protestan contra la lite dominante, la verdadera apuesta no est en las reivindicaciones explcitas (aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo, etc.) sino en el derecho fundamental a ser escuchados y reconocidos como iguales en la discusin. Cuando ello ocurre se modifica el contexto que determina el funcionamiento de las cosas: llega lo poltico.iek: Recuerdo cmo en 1988, cuando el ejercito yugoslavo detuvo y enjuici a cuatro periodistas en Eslovenia, particip en el Comit por la defensa de los derechos humanos de los cuatro acusados. Oficialmente, el objetivo del comit era garantizar un juicio justopero se acab convirtiendo en la principal fuerza poltica de oposicin, algo as como la versin eslovena del Forum Cvico checo, el representante de facto de la sociedad civil. El programa del Comit recoga cuatro puntos: los primeros tres se referan directamente a los acusados, pero el diablo est en los detalles: el cuarto punto afirmaba que el Comit pretenda aclarar las circunstancias del arresto y contribuir as a crear una situacin en al que semejantes detenciones no fuesen posibles; un mensaje cifrado para decir que queramos la abolicin del rgimen socialista existente. Nuestra peticin, !Justicia para los cuatro detenidos!, empez a funcionar como condensacin metafrica del anhelo de desmantelar completamente el rgimen socialista. De ah que, en nuestras negociaciones casi diarias con los representantes del Partido Comunista, stos nos acusaran continuamente de tener un plan secreto aduciendo que la liberacin de los cuatro no era nuestro verdadero objetivo y que estbamos aprovechando y manipulando la detencin y el juicio con vistas a otros, y oscuros, fines polticos. Los comunistas, en definitiva, queran jugar al juego de la despolitizacin racional: queran desactivar la carga explosiva, la connotacin general, del eslogan Justicia para los cuatro arrestados y reducirlo a su sentido literal: una cuestin judicial menor He aqu la verdadera poltica: ese momento en el que una reivindicacin especfica no es simplemente un elemento de la negociacin de intereses sino que apunta a algo ms y empieza a funcionar como condensacin metafrica de la completa reestructuracin de todo el espacio social.Estas intrusiones de la verdadera poltica comprometen aquello que Rancire llama el orden policial. El orden liberal-capitalista es un orden policial en el sentido de que neutraliza la dimensin propiamente traumtica del acontecimiento poltico para mantener un orden en el que cada parte tiene un sitio asignado. El orden liberal-capitalista niega la verdadera poltica, bajo la efectiva estrategia de la pospoltica, que acude al modelo de lanegociacinempresarial.La postpoltica subraya que la lucha de clases ha quedado como desfasada y que por tanto hay que abandonar las viejas divisiones ideolgicas (izquierda y derecha). El reto, se nos dice, es ahora resolver las necesidades y exigencias PUNTUALES de la sociedad provistos de la necesaria competencia del experto (que se presenta como apoltico- por ejemplo: el economista, el socilogo, el diplomtico, etc.-).Un concepto que expresa adecuadamente la postpoltica es el delNew Labourde Tony Blair, definido por l como el centro radical. Lo que elNew Labour(o, en su da, la poltica de Clinton) tiene de radical es su abandono de las viejas divisiones ideolgicas, a menudo expresado como una parfrasis del conocido lema de Deng Xiao-ping de los aos sesenta: Poco importa si el gato es blanco o rojo, con tal de que cace ratones. En esta misma lnea, los promotores delNew Laboursuelen subrayar la pertinencia de prescindir de los prejuicios y aplicar las buenas ideas, vengan de donde vengan (ideolgicamente). Pero, cules son esas buenas ideas? La respuesta es obvia: las que funcionan. Lo que realmente ocurre es que decir que las buenas ideas son las funcionan significa aceptar de antemano la constelacin existente (el capitalismo global) que establece lo que puede funcionar (por ejemplo, gastar demasiado dinero en educacin o sanidad o cultura no funciona, porque se entorpecen las condiciones de la ganancia capitalista). Estamos lejos del verdadero acontecimiento poltico, aquel que permite una transformacin de las condiciones de vida de la sociedad.Lo que se celebra como poltica posmoderna (tratar reivindicaciones especficas para resolverlas mediante acuerdos en el contexto racional del orden global) no es, en definitiva, sino la muerte de la verdadera poltica. La pospoltica se vale para ello de las polticas identitarias, las cuales pretenden asignar el sitio de cada cual en la estructura social para que nadie quede excluido. La poltica identitaria posmoderna de los estilos de vida particulares (tnicos, sexuales, etc.) se adapta perfectamente a la idea de la sociedad despolitizada, de esa sociedad que tiene en cuenta a cada grupo para asignarle un lugar en virtud de las discriminaciones positivas y de otras medidasad hoc. Sin una parte sin parte, sin una entidad exiliada o desconectada que se presente o manifieste como representante del universal, no hay cabida para el verdadero conflicto poltico.Es la economa poltica, estpido!iek: La gran novedad de nuestra poca post-poltica del fin de la ideologa es la radical despolitizacin de la esfera de la economa: el modo en que funciona la economa (la necesidad de reducir el gasto social, etc.) se acepta como una simple imposicin del estado objetivo de las cosas. Mientras persista esta esencial despolitizacin de la esfera econmica,sinembargo,cualquierdiscursosobrelaparticipacinactivadelos ciudadanos, sobre el debate pblico como requisito de la decisin colectiva responsable, etc. quedar reducido a una cuestin cultural en tomo a diferencias religiosas, sexuales,tnicas o de estilos de vida alternativos y no podr incidir en las decisiones de largo alcance que nos afectan a todos. La nica manera de crear una sociedad en la que las decisiones de alcance y de riesgo sean fruto de un debate pblico entre todos los interesados,consiste, endefinitiva, enuna suerte deradicallimitacin dela libertad del capital, en la subordinacin del proceso de produccin al control social, esto es, en una radical re-politizacin de la economa.El precio que acarrea la despolitizacin de la economa es que la esfera misma de la poltica, en cierto modo, queda despolitizada: la verdadera lucha poltica se transforma en una batalla cultural por el reconocimiento de las identidades marginales y por la tolerancia con las diferencias. As entonces, tantas cuestiones hoy en da se perciben como un problema de tolerancia, y no de justicia, explotacin o desigualdad.Puesto que el horizonte de la imaginacin social ya no permite cultivar la idea de una futura liquidacin del capitalismo- ya que, por as decir, todos aceptamos tcitamente que el capitalismo est aqu para quedarse-, es como si la energa crtica hubiese encontrado una vlvula de escape sustitutoria en la lucha por las diferencias culturales, tnicas, de orientacin sexualuna lucha que tiene el efecto de dejar intacta la homogeneidad de base del sistema capitalista mundial.La nica manera de crear una sociedad en la que las decisiones de alcance y de riesgo sean fruto de un debate pblico entre todos los interesados,consiste, endefinitiva, enuna suerte deradicallimitacin dela libertad del capital, en la subordinacin del proceso de produccin al control social, esto es, en una radicalrepolitizacin de la economa.Lo que de verdad importa: las relaciones de produccin en el capitalismo avanzadoEn busca del valle encantado(1988), pelcula de animacin producida por Steven Spielberg y con dinosaurios como protagonistas, nos brinda la articulacin ms clara de la ideologa multiculturalista liberal hegemnica. El mismo mensaje se repite una y otra vez: todos somos diferentes- algunos somos ms grandes, otros pequeos; algunos sabemos cmo luchar, otros sabemos cmo darnos a la fuga-, y debemos aprender a vivir con estas diferencias, a percibirlas como algo que enriquece nuestras vidas. Fuera parece que somos diferentes; por dentro todos somos iguales: individuos asustados, perdidos en el mundo, que precisamos de ayuda de los dems. Carnvoros y herbvoros favorecemos al eco-sistema, por lo que hace falta toda clase de criaturas (significa esto tambin: tipos agradables y brutales, pobres y ricos, vctimas y torturadores?). Cualquier nocin de antagonismo vertical que atraviese el cuerpo social es estrictamente censurada, sustituida y/o traducida por la nocin de diferencias horizontales con las que tenemos que aprender a convivir en la medida en que nos complementamos entre s. Aqu, la visin ontolgica subyacente es la de una irreductible pluralidad de constelaciones particulares, cada una de las cuales es de por s mltiple y desplazada, no pudiendo jams ser subsumida bajo alguna suerte de contenedor universal neutral. Lo que deberamos tener realmente en cuenta es que: 1) el nfasis en la multitud y en la diversidad enmascara la monotona que subyace a la existencia global en la actualidad. 2) la universidad real no es el espacio neutral (nunca-alcanzado) de traduccin de una cultura particular a otra, sino, por el contrario, la violenta experiencia de cmo compartimos el mismo antagonismo, ms all de las diferencias entre culturas.Segn iek, toda esa proliferacin de nuevas formas polticas en torno a cuestiones particulares (derechos de los gays, ecologa, minoras tnicas), toda esa incesante actividad de las identidades fluidas y mutables, de la construccin de mltiples coalicionesad hoc, etc.: todo eso tiene algo de falso y se acaba pareciendo al neurtico obsesivo que habla sin parar y se agita continuamente precisamente para asegurarse que algo lo que de verdad importa no se manifieste. De ah que, en lugar de celebrar las nuevas libertades y responsabilidades hechas posibles por la segunda modernidad, resulte mucho ms decisivo centrarse en lo que sigue siendo igual en toda esta fluida y global reflexividad, en lo que funciona como verdadero motor de este continuo fluir: la lgica inexorable del capital.Brian Barry sostiene desdeCulture and Equalityun punto de vista similar: la proliferacin de intereses especiales fomentada por el multiculturalismo conduce a una poltica de divide y gobierna que slo puede beneficiar a aquellos que ms se aprovechan delstatu quo. No existe mejor forma de cortarle el paso a la pesadilla de la accin poltica unificada de los desfavorecidos econmicamente que podra conducir a demandas comunes que el enfrentar a los diferentes grupos de desfavorecidos unos contra otros. El distraer la atencin de las desventajas compartidas, tales como el desempleo, la pobreza, la baja calidad de la vivienda y los servicios pblicos inadecuados, es un claro objetivo anti-igualitario a largo plazo. Todo lo que pueda poner el nfasis en la particularidad de los problemas de cada grupo en detrimento de centrar la atencin en los problemas que comparten con otros es, por lo tanto, bienvenido.iek: Sin duda, hay que reconocer el importante impacto liberador de la politizacin posmoderna en mbitos hasta entonces considerados apolticos (feminismo, gais y lesbianas, ecologa, cuestiones tnicas o de minoras autoproclamadas). No se trata de minusvalorar estos desarrollos para anteponerles alguna nueva versin del esencialismo econmico, sino de reconocer el problema: la despolitizacin de la economa favorece a la derecha populista con su ideologa de la mayora moral, y constituye el principal impedimento para que se desarrollen de una forma real los efectos de las reivindicaciones (feministas, ecologistas, etc.) propias de las formas posmodernas de la subjetivacin poltica. En definitiva, se trata de promover el retorno a la primaca de la economa pero no en perjuicio de las reivindicaciones planteadas por las formas posmodernas de politizacin sino, precisamente, para crear las condiciones que permitan la realizacin ms eficaz de esas reivindicaciones.En definitiva, elmulticulturalismo(la luchafeminista, la bsqueda de la libertad afectivo-sexual, la defensa de las identidades culturales subestatales,la ecologa en realidad todo movimiento poltico liberador no centralmente econmico o de clase)no es sino una treta del capital para desactivar la contestacin al orden econmico-poltico imperante en estos momentos. Politizar las distintas luchas particulares dejando intacto el proceso global del capital, resulta sin duda insuficiente.El capitalismo tiene adems una gran habilidad para integrar en su seno estos conflictos identitarios multiculturales de forma que parezca que hay cierto conflicto, pero obviando y evitando el verdadero conflicto. Sera algo as como permitir que se desafen algunas reglas, siempre que no se desafela regla. iekconsidera que esas causas emancipadoras deben ser defendidas con ardor por la izquierda marxista, pero se debe hacer de una manera que refuerce la, por as decirlo,madre de todas la batallas: el modo de produccin y acumulacin.Deberamos, por tanto, aplicar la vieja crtica marxista de la reificacin: imponer laobjetiva y despolitizada lgica econmica sobre las supuestamente superadas formas de la pasin ideolgica es LA forma ideolgica dominante en nuestros das, en la medida en que la ideologa es siempre autorreferencial, es decir, se define distancindose de un Otro al que descalifica como ideolgico. Precisamente por esto, porque la economa despolitizada es la ignorada fantasa fundamental de la poltica postmodema, el acto verdaderamente poltico, necesariamente, supondra re-politizar la economa: dentro de una determinada situacin, un gesto llega a ser un ACTO slo en la medida en que trastoca (atraviesa) la fantasa fundamental de esa situacin.