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  • Endelopedia Latinoamericana -----..., .........."--_.__ ........__..._-.-.--...._---_...- .._,.... _-_................. ~..._-_..........._--_..._._._---de Sociocultura y Comunicación

    LA NARRACIÓN

    Usos y teorías

    María Eugenia Contursi y Fabiola Ferro

    Grupo Editorial Norma http://www.flonnC/_com

    Guatemala. Urna, Mtxico. Panamá, San Sah·adm: l1ogotd, Santiago

    http://www.flonnC/_com

  • ¡.

    Primera edICIón: agosto de 2000

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  • Agradecimientos

    Escribir un libro no es una tarea fácil, en particular en un contexto como en el que vivimos actualmente en Argentina yen América Latína. Por eso queremos agradecer especialmente al Prof. Aníbal Ford. por el apoyo y la confianza que nos brindó tanto cuando nos convocó para trabajar en su cátedra de la Universidad de Buenos Aires como cuando nos posibiHtó un espacio y una guía para la realización de este trabajo.

    También queremos agradecer a la universidad pública argentina, muy especialmente a quienes la sostienen y defienden, porque a ella y a sus integrantes debemos nuestra formación. En este senLido, queremos destacar

    ~I la tarea que realizan desde hace años la Prof. Elvira Arli 1', nou" y el ProL Roberto Bein, quienes nos iniciaron en1:, 1 ¡" la docencia y la investigación académicas y quienes,11:..

    siempre nos alentaron a continuar con nuestra labor, aun en momentos adversos.

    Por último, pero no por ser menos importantes en su contribución, queremos agradecer y dedicar este libro a nuestros familiares, quienes han soportado ausencias y convivencias (a veces, excesivas). En orden alfabético, para evitar ofensas: Aníta Contursi, Graciela Rotger, Guillermo Darré, lrma Cusac, José Luis Chiappa, Luis Rodolfo Ferro, Paola Ferro y Sofía DalTé ContursL

    9

  • 1 n traducción

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    La narración es una forma comunicacional que atraviesa los más diversos ámbitos. Cuando nos introducimos en su estudio, nos encontramos, por lo menos, con dos problemas contrarios: la diversidad de consideraciones acerca de qué es una narración y el hecho de que se haya naturalizado cierto sentido. asociado a ella. Por un lado, no todas las teorías acuerdan a la hora de catalogar un discurso o texto como narrativo; tampoco coinciden siempre las clasificaciones cotidianas que hacen los sujetos sobre ella, Pero, por otro lado, esas in coincidencias no son tantas, por lo que es posible suponer que hay un cierto grado de naturalización (teórica y cotidiana) sobre la concepción de narración y que la reflexión sobre ella, sistemática o no, es importante en "nuestra" cultura,

    Índice de esa importancia es el hecho de que, entre otras, exista una disciplina en la que el término narración aparece tematizada. Así, la narratología se propone como la teoría de los textos narrativos, en especial de los literarios, aunque no exclusivamente. Una importante representante de este campo de estudios es Mieke Bal (1998). Esta autora sostiene que

    "Un texto es un todo finito y estnlcturado que se compone de signos lingtt1sticos. Un texto narrativo

    11

  • • MARÍA ElIGENl" CONT1JRSl - FAl:110lA FERRO

    será aquel en que un agente relate una historia. Una historiel es una fábula presentada de cierta manera. Una fábula es una serie de acontecimientos lógica y cronológicamente relacionados que unos actores causan o experimentan. Un acontecimientQ es la transición de un estado a otro. Los actores son agentes que llevan a cabo acciones. No son necesariamente humanos. Actuar se define aquí como causar o experimentar un acontecimiento."1

    Esta cita merece algunos comentarios. Si bien las definiciones que presenta son un tanto esquemáticas, lienen la ventaja de brindarnos un punto de partida para discutir la noción de narración, que aparece vinculada a las siguientes cuestiones:

    • la narración se presenta bajo una forma material que supone el uso de un lenguaje (Ba1 restringe la narración al1enguaje verbal, pero podernos ampliarla él otros tipos de lenguaje, como el del dn~);

    • la narración está indisolublemente lígada a una noción de tiempo que transcurre. que avanza; y,

    • la narración, para ser tal, necesita de actores que produzcan o sufran cambios.

    Sí bien esta caracterización es útil inicialmente, no es sundente. La primera característica es la más evidente. Sin embargo, las dos siguientes (que refieren tiempo y a los a.ctores) brindan una importante "pista" para establecer algunas hipótesis.

    1 N.B.: las cursivas son un agregado nuestro. En todas las citas bibliográficas seguimos un sistema de rderencia ¡memo en e\ que el año que consignamos no siempre remite al de la primera publicación, sino al indicado Cll el listado bibliográÍico anexo.

    II

    La narración, Usos y teorías

    Según Fran~oisJullien!, las culturas de lo que habitualmente se denomina Occidente conciben que el tiempo es progresivo y medible. La unidad que permite dar cuenta de que el tiempo avanza y es suceptible de ser segmentado es la de ocasión, entendida como la coincidencia (estratégica) entre el tiempo y la acción'. Esta estrecha relación entre tiempo y acción, más precisamente. entre el tiempo y las acciones de los hombres, ha marcado la noción de temporalidad en la cultura ocddenta14 Podemos sostener, al menos a modo de hipótesis, que, si la narración se define como discurso construido sobre una linea temporal, no resulta extraño que la noción de actor sea necesaria. Y esta correlación entre tiempo progresivo y acción puede ser una de las

    2 Frnncois Jullien es Presidente del Colegio Intemaciollill de Filosorta y Director de Lengua y Civilización de Asia en la Universidad de Palis VIL En octubre de 1997 díctó, en Buenos Aires. el seminario "Reglmenes de temporalidad en. China y Occidente". en el marco del Seminario Internacional y Programa de Actualización "Regímenes de Temporalidad en las Ciencias Humanas". Hemos asistido a ese seminario y la exposición que sigue es producto de la refoffilUladón de lns notas que hemos tomado durante el curso. Lamentablemente, 110 nos ha sido posible conseguir publicaciones de este autor concemientes a esta temátíca.

    3 El pensamiento griego antiguo tiene como gran lugar común la reflexión sobre la ocasión (1((ltpOC;), sobre el aprovechar estratégicamente las ocasiones y; en contrapartida, sobre el error de desapro

    Homero, Plndaro, Sófocles. Platón, Aristóteles, entre otros, gran parte de sus reflexiones al problema del I('().\PO¡;

    4- Un ejemplo de cómo se ha naturalizado esta concepción de la temporalidad es el de las metáforas cotidianas sobre el tiempo. En la frase "hay que calcular el tiempo". aparece una metáfora ("calcular el tiempo") que hace hincapié tanto en su posible medición como en su aprovechamiento. Otros ejemplos son "aprovechar el tiempo", "perder el tiempo", "actuar a tiempo", "no dejar pasar el tiempo".

    13

  • MARIA EUGfNlr\ CONTtlRSI " ['An1tH.,\ H'RRO

    razones por las que se producen coincidencias en las clasiricadones: el sustrato de las teorizaciones sobre la nurraCÍón y de sus clasificaciones coUdianas es, en pnrte, nuestra concepción cultural del tiempo, que incluye la noción de actor. Es decir, la naturalización del sentído sobre qué es narración podría ser el producto de la naturalización de qué es el tiempo y de nuestra posición respecto de él.

    Si esto es cierto, aunque sea en alguna medida, podríamos encontrar que las culturas ajenas a Occidente} o las que tienen una concepción diferente de la temporalidad, también tienen otra concepción de la narración o hacen usos diferentes de ella. Además, la importancia que ha adqujrído el tiempo en nuestra mentalidad y vida cotidiana podría explicar el hecho de que la narración, en tanto representación de la temporalidad, haya cobrado un valor central en nuestra cultura y se haya transforrn~do en una práctica cultural generálizad a'" ,

    Así. posturas como ]a de Roland B:.uthesl', que sostienen que la narrativa tiene un carácter dominante, casí tautológico, se basan en ]a afírmación de que no existe ni ha existido nunca un pueblo sin relatos; el relato es internacional, transhistórico, transcultural, es decir, universaL Sin embargo, esta afirmación ha sido puesta en

    lli discusión. Por ejemplo, Jack Goody (d. 1999) ha explicado que no existen en África relatos extensos como

    5 CL el desarrollo de diferentes fOfilas de medir el tie~npo a través de calendarios (ef. Ewing Duncan, (1999), cuya temática central es "el esfuerzo épico de la humanidad para medir el tiempo") y la consecuente tmsposición metonlmica emre el tiempo y su representación.

    6 eL "introducción al análisis estructural de tos relatos". En Niccolini (1977).

    La narración. Usos y tenrias

    los registrados en los pueblos de la parle sudoccidental de los Estados Unidos o como en los europeos. En el mismo sentido, sostiene que no en todas las culturas las personas se presentan ante un desconocido construyendo relatos de su vida cotidiana. Estas son muestras de que la narraCÍón no siempre se usa bajo los mismos modos y con idénticos valores.

    Este autor plantea que no se ha comprendido hasta qué punto la narrativa, entendida como largas secuen- \ cias con un valor símbólico dentro de una sociedad, en nuestra cultura, está íntimamente relacionada con la alfabetización. Podemos agregar que, aunque existen narraciones orales y narraciones escritas, en sociedades como las llamadas occident~les, tan fuertemente marcadas por la racionalidad de la escritura, ésta ha dado forma a los esquemas narrativos y a sus valores asociados en función de su propia lógica.7

    Por otro lado, la perspectiva de la psicología cogniti- ._ va estudia la narración en tanto forma de conocimíento.

    ~--

    Por ejemplo,Jerome Brune¡8 sostiene que la narración es una de las dos modalidades fundamentales del funcio ) (l namiento cognitivo (la otra es la forma paradígmática9 o .

    7 Cf. infra capitulo 111. 8 Citado por Goody, (1999). 9 La distinción entre relaciones paradigmáticas o asociativas y

    relaciones sintagmáticas es obra de F de Saussure (1994). Según este lingüista. la paradigmática es una relación en ausencia (de los signos, almacenados en la mente de los hablantes) que [arma una serie mnemónica virtual entre los signos lingüfsticos que componen el repertorio de una lengua. Por ejemplo, las asociaciones de grupos de sinónimos o de palabras que tienen aspectos fonéticos símiJares en su pronunciación. En oposición, las relaciones sinlagmálicas se dan en presencia de los signos lingüísticos, regulando su combinación.

    lS

  • • MARíA EUGENIA CON1 URSl - FABIOLA fERRO

    lógico-científica). Donald Polkinghorne W ha definido la nar~aliva ~_o"!llt?J

  • MARIA EUl~ENIA l-;AIHOLA FE¡~RO La narración, Usos y teorías

    En el siglo XX, han sido muchos los esfuerzos por explicar diversos la narración, Así, se han constru ido diversas que intentan

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    PRIMERA PARTE:

    LAS TEORÍAS DE LA NARRACIÓN

    I. Los procedimientos textuales

    La narración interesó a la lingúística en tanto es una de las formas típicas y principales en la que aparecen los textos, es decir, las producciones lingüísticas de los sujetos hablantes de una lengua.

    En un primer momento, la gramática textual abordó su estudio desde las perspectivas estructuralista-fonnalista, generativista y de la lógica, focalizando sus teolizaciones en la estructura interna del texto, su segmentación en unidades mínimas, la distribución de la información, la progresión temática y las propiedades textuales de la cohesión y la coherencia como inmanentes al texto, entre otros conceptos fundamentales. Subyace en estos intentos la concepción saussureana de que el único objeto de estudio plausible para la lingüística es la lengua, en tanto sistema formal y relacional. Es por esto que la gramática textual intentó expandír el objeto de estudio de la lingüística en la dirección que aparecía como más natural: de la oración al texto, visto como un conjunto de oraciones relacionadas entre

    A este fonnalísmo le siguió otro con mayor poder explicativo que superó los límites de la oración al conside

    21

  • MARÍA EUGEN11\ CüNTURSI - FAIlIOLA FERRO La narracil'ln. Usos y teorías

    rar el texto como la unidad primordial de análisis, la linlstíca del texto, que apareció en Europa a mediados

    de la década de 1960 gradas a los desarrol1os de la pragmática Hngüístka '2 : asi como ésta se preocupó por la relación entre uso de lengL1

  • • MARIA r.Ur.ENIA CONTUR5\ - FABIOLA FERRO

    hacen referencia a una dimensión estrictamente lingüística". (Cíapuscio, 1994)

    La lingüística del texto hace la distinción entre tipos y clases textuales: los primeros son categonas construidas desde un intento científico de tipologización textual, mientras que las segundas se refieren al conocimiento intuitivo que tienen los miembros de una comunidad lingüística sobre las estructuras textuales globales que emplean en su vida cotidiana. lJ

    Pero nos ocupa aquí el enfoque que las teorías textua¡ - les aplicaron al estudio de la narración. Para dar cuenta de

    los modelos más representativos, tomaremos como ejemplos la tipología textual de Egon Werlich (d. 1975), ]a propuesta secuencial de Jean-Miche1 Adam (cL 1992), la teoría superestructural de Teun van Dijk (cf. 1978) Y la clasificación textual de Roben Longacre y Stephen Levinsohn (d. 1978).

    l.a. Las estructuras narrativas

    E. Werlich (d. 1975) sostiene que es esperable que)a coherencia y completitud de los textos estén decisivamente determínadas por la presencia o ausencia de lazos referenciales de los elementos textuales (es decir, conexiones dentro del texto).

    13 Ce. Gülich. E.: "Textsorten in del' Kommunikationspraxis". En Kallmeyer (19B6). La autora explica que la diferenciación de clases text\1ales es relevante para los participantes de la comunicación ya que el conocimiento de sus características es parte de su.saber cotidiano. Afirma que en la. interacción social hay una cantidad de géneros que fonnan ciertamcllte el budget comunicativo de una sociedad. Es así que las clases textuales o los conceptos de clases tex' tuales no están dados objetivamente. sino que se constituyen en la interacción comunicativa.

    24

    "

    La narración. Usos y teürlas

    DenornltHl hases textuales tI las Ul1.idttdes eSlrUtlllrales elegibles como inicio de texto que son parte de un texto potencial, que tienen la extensión de un grupo de palabras (especialmente en títulos manifestados concretamente) o de oraciones o unidades más amplias (parágrafos introductores, secciones, etc.) y que pueden ser desplegados en textos a través de secuencias sucesivas, En tanto esas bases textuales estructurales se forman en textos concretos con lexemas que tienen referencia, y que, por lo tanto, se refieren a determi

    t nados recortes del modelo de realidad común de ha11: 1

    blante y oyente, representan bases temáticas. Las bases

    I! temáticas (textuales) introducen, por su parte, los ini'i

    ciadores obligatorios para el desarrollo temático de1

    un texto en secuencias, las que caracterizarán al texto como uno de los cinco tipos textuales básicos: descríptívo, narrativo, expositivo, argumentativo, ínstrucdonaL Un inicio típico de texto narrativo es la fórmula "había

    J una vez una niña ... " o "érase una vez, en un reino lejano un pastorcito ... " 0, en la comunicación cotidiana, "una vez me pasó que ... "

    ~

    I La base textual temática típica narrativa es seleccio

    nada para expresiones textuales sobre ocurrencias y cambios en el tiempo. Según este autor, se trata de una estructura simple sujeto-predicado-adverbio. El verbo núcleo del predicado. en imperfecto o perfecto, señala cambio y los adverbios de lugar y tiempo funcíonan como complementos. El adverbio de tiempo, con referencia deíctica o no deíctica, establece un marco referencial temporal en el que el/los sujeto/s oracional/es aparece/n como cambiante/s o activo/s, gracias a la forma verbal. Justamente, a raíz de su efecto referencial, es

    25

    http:cotidiana.lJ

  • pecíficamente temporal, 'vVálich denomina a este tipo de oración "denotadora de cambios/acciones".

    Esta tipología, generada en el marco de la gramática textual -o de la incipiente lingüística del texto-, tiene el inconveniente de no trascender los límites oracionales. No obstante, aporta una dimensión cogni.tiva al análisis textual, ya que sostiene que Jos tipos textuales, en tanto normas ideales para la estructuración textual, sirven al hablante como matrices preexistentes para su producción lingÜística frente a su experiencia.

    Desde una perspectiva similar, Jean-Michel Adam (d. 1992) tralx~ia ¡os diferentes planos de organización textual y también define ellexto como una estructura compuesta de sewencías. ASÍ, la secuencia es uno de los planos de organización de la textualidad, sobre el que va a construir su tipología. La hipótesis de base de este autor es que existe un número reducido de tipos de reagrupamiento de proposiciones elementales a las que denomina secuendas l'rototipicas. ,

    La secuencia es una estructura, una red relacional jerárquica, una entidad relativamente autónoma, dotada de una organización interna que le es propia y en relación de dependencia/independencia con el conjunto más vasto del que forma parte. Ellexto, a su vez, es una estructura secuencial. La secuencia es la unidad constitutiva del texto, conformada, a su vez, por grupos de proposiciones (macroproposidones), integrados por un número indefinido de proposiciones. La proposición, por su parte, es una unidad ligada según el movimiento doble complementarío de la secuencialidad y la conexidad, que la hace, dado un conjunto de proposiciones, conformar un texto. La primera propiedad

    l\1ARiA EUGENIA CONTl1RSl FABlOLA FERRO

    26

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    La narración. Usos y teor[as

    textual Csecuencialidad) se refiere a la estructura jerárquica en la que se integran las proposiciones y la segunda (conexidad) al modo de sucesión líneal de esas proposiciones.

    Las secuencias elementales se reducen a algunos tipos básicos de ~.!!!f..u]ació.JUk.prQJ29,?,t

  • MARÍA EUGENIA CONTURSI - FABIOI.A FERRO

    Los elementos narrativos son: la sucesión de eventos, la unidad temática (por 10 menos un actor sujeto), los predicados que indiquen transformación, un proceso I ransformadonal de unidad de acción compuesto por una situación iniciaL una transformación (medio) y una situación final -que permite precisar la tempo 1 r

    !raHdad de la sucesión de eventos-, la causalidad na r: ¡

    rrativa (la tensión de la puesta en intriga, que domina (, l "" ,- 1: el proceso transformacional o acción), y la evaluación i: o moraleja. -- ,_.. -~ 1:

    La especificidad de la narración está dada pO~~!J2~~. ti. ~ " saje de la simple sucesión lineal y temporal a la lógica

    , singuliirda relato que, por su parle, se caracterrz;po~--·

    rJntroducir un rroblema por medio de la inserción de una

    " ~Hcacíón ~aresclución entre la situación inicial y

    la final (como parte de la transformación del proceso) ..

    Uno de los aportes de la propuesta de Adam no es su

    originalidad descriptiva, sino el hecho de caracterizar las secuencias como herramientas cognitivas y comunicativas. Tal es así que la narración se vincul~ con las actividades cognitívas de diferenciación y relación de percepciones y experiencias en el espacio y el tiempo y con su expresión.

    También desde una perspectiva textual. Teun van

  • MARÍA EUGENIA CONIUR:,I - FAHIOLA FERRO

    Por su parle, los Lextos narrativos son formas básicas globa1es la comunicación textual. Ejemplos de textos narrativos son las narraciones que 'se"producén

    " en la vida cotidiana, en la literatura, entre otros campos: chísles, mitos, cuentos populares, sagas, leyendas, cuentos, novelas, biografías, memorias, etc.

    La característica fundamental del texto narrativo es que éste se refiere, ante todo, a accíones de personas, de manera que las descripcion,~?.º~,círcunstancia, objetos u olros sucesos qlledar(~~bordin~d~$. Esta característica semántica se combina~r;:-Otiáde orden pragmático: en general, un hablante explicará unos sucesos u acciones que en cierLO modo resulten interesantes. Esto presupone que solamente se dará cuenta del suceso o de las acciones que, hasta cieno punto, se desvían de una norma, de expectativas o costumbres. No se narra una historia adecuada sobre el almuerzo, el peinado del cabello, etc., sin que ésta no esté unida a algún suceso especiaL Un texto narrativo debe poseer como referente un suceso o una acción que cumplan con el criterio de susci tar el ........"'...'"

    .-----··--'De este criterio interés se obtiene una primera categoría de la superestructura narrativa: ]a COmlJlicacíón. Esta complicación puede ser un suceso en el que no intervíenen personas, como un terremoto, pero debe involucrarlas, en tanto, como ya se explicó, sus acciones (incluidas sus reacciones) frente al suceso son el núcleo de toda narración. Esta acción podría os~entar el carácter de una dilución de la complicación. La categoría la narratología tradicional que caracteriza esa dilución es la de resolución, que puede ser tanto negatíva como positiva.

    30

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    La narración. Usos y teorías

    La complicación y la resolución constituyen, entonces, el centro del texto narrativo. 1. van Dijk denomina su.ceso al conjunto de esas dos categorías. Cada suceso tiene lugar en una situación determinada (en tiempo y circunstancia) a la que llama marco. Por su parte, el marco y el suceso conforman un episodio. Hay que tener en cuenla que dentro de un marco se pueden dar varios sucesos. Además, los sucesos pueden tener lugar en situaciones diferentes. Esto conformará una serie de episodios que se deHne como trama.

    Junto a estas categorías superestructurales (complicación, resolución, suceso, marco, episodio y trama), que, según este autor, constituyen la parte más importante de un t.exto narrativo, existen otras categorías que, si bien aparecen regularmente, son accesorias. En muchos textos, los narradores aportan su opinión, su valoración, es decir, una evaluación de la trama. Al conjunto conformado por trama y evaluación se lo denomina historia lti •

    Muchos textos poseen también conclusiones prácticas a las cuales se llama moraleja, como por ejemplo

    fábula, en la que al final aparece una lección.

    16 er. ínrra el cap[tulo 1lI. En ese apartado se estudia Jos problemas concernientes al discurso histórico. Si tenemos en cuenta la superestructura propuesta por Van Dijk, para que haya una historia. en tantD estructura verbal. no basta con una tr;lma (es condición necesaria pero no suficiente), sino que debe aparecer una evaluación por parte del narrador, quien, en el caso del discurso históríco, se fusiona con la figura del historiador.

    17 En el esquema, la tipografla negrita sirve para ........,LU... categorías necesarias (en el sentido de indispensables).

    ,.

    31

  • • r:. MARIA EUGENIA CONTUR51 - FABIOLA FERRO

    I l' narración. Usos y t.eorías

    I En sínlesis, la superestructura de un texto n~[rativo ii

    se puede esquematizar(7 delsigu"leñtemocl(): . Narración

    II I

    historia moraleja I

    I trama evaluación

    J

    episodio'!

    marco suceso

    I

    complicación resolución

    Con una concepción semántíco-generatívista I9 Ro~• bert Longacre y Stephen Levinsohn (eL 1978) proponeri

    una clasificación de textos a partir de dos parámetros

    primarios. concebidos en términos. de oposiciones bi

    mirias que se construyen por l~resencia (indicada por

    el signo +) o la ausencia (sefiálada ~ot1"un-:') de rasgos.

    _ ..,... .. _,.. ......."~._,.'__,~ ,._k~.~""'_

    18 Los episodios pueden ser más de uno. Cada episodio, por su parte, incluirá un suceso y un marcO.

    19 El generativismo, corriente fundada por Noam Chomsky

    (d. sU plimera producción, Estructuras sintácticas, escrito en 1957). distingue una estnlctura profunda y una estructura superficial en toda producción verbal. Según este autor, la estructura profunda co* rresponcle a universales sintácticos innatl)S, que se rastrean en todas las lenguas. La estmctura de superficie corresponde, en contra~artida, a la fonna idiosincráUca que cada lengua particular asigna a las estructuras subyacentes. El generativismo, como coniente, luego se expandió al campo de la semántica, manteniendo esta distinción entre profundidad y superficie, pero, naturalmente. ocupándose de los problemas concernientes al significado.

    32

    Los parámetros son +/-,_~~.q,q,4_

  • ---

    ~

    MARiA [UGEN1A CONTURSI - FABIOLA FERRO 1) 1.

    no realizada. El tipo narrativo ..puede dividirse de acuerdo con este p-arárrle't;¿;~'p-or eJemplo, la pr~f~,~.~aJ. que cumple con Jos dos parámetros básico~ de l~ narración, también contiene el rasgo "+ proyección", mientras que una, crón~~a se caracteriza por poseer "- proyección". rasgo merece una atención especial, ya que tiene la particularidad de desarticular la

    •concepción tradicional que hace equivaler "narración" 1 a "referencia a un pasado" (ya sea éste real o irreal). !;

    Pero, para explicar la narración, ¿alcanza con analizar ¡~

    estos procedimientos textuales? Desde un punto de vista j I

    comullicacional, la respuesta necesariamente, no, puesto que esta perspectiva no toma en consideración la relación entre narración context~_.~~p.!..

  • MARIA EUGENIA CONTURSI f'ABlOLA FERRO

    Eco dice que fábula y trama no son una cuestión de lenguaje, sino que son estructuras casi siempre traducibles a otro sistema semiótico, ya que se puede contar la misma fábula de, por ejemplo. la Odisea, organizada según la misma trama o no, a través de una paráfrasis lingüística, de una película o de una historieta.

    Además, mientras en un texto narrativo puede no haber una trama particular, no pueden faltar la fábula y el discurso. El autor da el ~jemplo de la fábu)a de Caperucita Roja, que nos ha negado a través de discursos diferentes: el de Grimm, el de Perrault, o el de nuestra madre.

    En cuanto a la construcción del discurso narrativo, Eco presta especial atención a las técnicas de ,lilaóón o moderación del ritmo, que concibe como estrategias del autor y que son las que deben permitir allecLOr paseos inJerendclles. Con esta metáfora da cuenta de las opera~ ciones de razonamiento que son necesarias para construír la intehgibiHdad del texto:

    "En la narrativa sucede que el texto presenta verdaderas señales de suspense, casi como si el discurso moderara el paso o ínc1uso frenara, y como si el autor sugiriera: "y ahora intenta seguir tú ...". Cuando hablaba de paseos inferenciales me refería, en los términos de nuestra metáfora forestal, a paseos imaginarios fuera del bosque Inarrativo) : el lector para poder prever e 1 desarrollo de la historia se remite a su expe-' riencia de la vida, o a su experiencia de otras historias." (Eco, 1996)

    36

    , La namlción. Usos y teorías Estas estrategias lienen que ver fundamentalmente

    con el man~jo de la temporalidad en la narración ya que se pueden distinguir tres tiempos diferentes: el tiempo de ( la fábula, el tiempo del discurso y el tiempo de la lectura. )

    El tiempo de la fábula forma parte del contenido de la historia. Si el texto díce "pasaron mil años", el tiempo de la fábula es de mil años. Pero en el nivel de la expresión lingüística, es decir, en el nivel del discurso narrativo, el tiempo para escribir (y para leer el enunciado) es brevísimo. He ahí como acelerando el tiempo del discurso se puede expresar un tiempo de la fábula ]arguísimo. Y viceversa.

    Los t.res tiempos (de la fábula, del discurso y de la lectura) pueden coincidir o no. Cuando coinciden, se puede dar el caso de que ]a finalidad sea "muy poco arUstica". No siempre la dilación tiene que ver con el goce estético en términos convencionales. Por ejemplo. el problema de cómo establecer científicamente si una película es pornográfica o no, que se plantea Eco, lo lleva a concluir que la dilación puede 'tener diferentes efectos.

    En síntesis, el tiempo del discurso es, por lo tanto, el efecto de una estrategia textual en interacción con la respuesta del lector, al que impone un tiempo de lectura.

    También existe una manera de detenerse en el texto, 1. de perder tiempo en él, para traducir el espacio. Este J;) 'v;:procedimiento corresponde a una figura retórica poco .;,conocida: la hipotiposis, que consiste en dilatar el tiempo '>del discurso y el de la lectura en relación al de la fábula ~

    ........

    para conseguir poner bajo nuestra mirada una configuración espacial como si la estuviésemos viendo.

    37

  • • MAl{iA EUGENIA URSI rATIlOLA FERRO r La narración. Usos y leorlus

    En relación con In polémica enLre rCí.llismo y anti realísmoH • Eco sostiene que todo texto narrativo presupone que el lector acepta, tácitamente, un pacto ficcíonal con el autor: la "suspensión de la incredulidad". Este pal:to implica que todo relato es ficcional, y ficción, en s_u sentido etimológico, significa "construcción", en este caso, lingüística, por lo que pertenece, inequívocamente,

    , al terreno discursivo. I i

    El lector liene que saber que lo que se le cuenta esI una historia imaginaria. construida, sin por ello pensar I que el autor está diciendo una mentira. Sencillamente, í.

    como dice John SearIe (d. 1975), el autor finge que ha hecho una afirmación verdadera.

    "Nosotros aceptamos el pacto ficdonal y fingimos que 10 que nos cuenta ha acaecido de verdad. Los mundos narrativos son parásitos del mundo reaL No hay una regla que prescriba el nú~ero de los elementos ficclonales aceptables, es más, existe una gran flexibilidad sobre este tema. Formas como el cuento de hadas nos predisponen para aceptar a cada paso correcciones de nuestro conocimiento del mundo reaL Pero todo aquello que el texto no nombra o describe expresamenle como diferente del mundo real, debe ser sobreentendido como correspondiente a las leyes y a la situación del mundo real." (Eco, 1996)

    El problema de1 estatuto de realidad de los textos narrativos impone al autor la necesidad de reconsiderar

    23 eL infra n.a.

    38

    la distinción, bastante usada por los teóricos del texto, \ entre narrativa natural y narrativa artificial (van DUk, 1974). Una narrativa se clasifica como natura) cuando se cuenta una secuencia de acontecimientos (reales o no, verdaderos o falsos), "es narrativa natural el relato que podría hacer sobre lo que me pasó ayer, una noticia de un periódico o toda la Historia del reino ele Nápoles de Benedetto Croce". Por su parte, la narrativa artifícia) estaría representada por la ficción narrativa, )a cual finge solamente, como se ha dicho, decir la verdad, o presume decir la verdad, en un ámbito de discurso ficcignlAl!;1....,.I__

    Pero no existe una marca inc~m:roverlible d~"fícciona- ? lidad, a menos que intervengan dememos del paratexto, ) como el subtítulo "novela" o "cuento", que nos predisponen a interpretar el texto asumiendo el pacto ficdona1.

    En el mismo orden de cosas, Eco plantea que la narración tiene funciones. En este sentido analoga, manteniendo la metáfora kinésica, el pasear por un mundo narrativo con el juego para un niño, ya que los niños juegan para familiarizarse con las leyes físicas y con las acciones que, en la edad adulta, deberán llevar a cabo seriamente. Entonces, leer relatos significa hacer un juego a partir del cual se aprende a dar sentido al mundo y a explicar nuestra posición en él, como diría Gramsci Cd. 1986).

    {I

    Esta función de ta narrativa, según Eco, es terapéutica, además de ser el motivo por e1 cual se cuentan historias desde los orígenes de la humanidad. Esto explicaría también la fundón de 105 mitos en tanto dan forma al desorden de la experiencia. En este orden de cosas, poco importa si una narración es artifidal o naturaL

    39

  • • MARIA FlJ(~ENII\ CONTlJRSI - fABIOI.A FERRO

    ll.a. Discu ¡-so/relato Según Émile Benveniste, existen dos planos de enun

    ciación14 diferentes: el del relato (o historia) y el discurso. El relato se caracteriza por ser un modo de enunciación que excluye LOda forma língüÍstica "auto: biogrMica", es decir )05 deíclicos como "yo", "tú", "aquf' , "ahora" \ los cuales forman parte del aparato formal de la enunciación. También el tiempo verbal presente estará excluido, salvo en el caso de que ese tiempo verbal usado con un valor atemporal (como el de las definicio

    ~ nes). En contrapartida, el_~!.?E~o es una~ia

  • MARiA EUGEN1A CONTlIRSI - FAI>IOLA fERRO

    Gérarcl Gen~ttc (d. 1(72), reLOmam.fp esa dis~ind{m

    de TUUOfOV, explica que el unálisis ¡jeJ discurso llnrralivo ímplica, constantemente, el estudio de las relaciones entre ese discurso y Jos acont~dmi~ntos que relata, y en-m' C~f 1l1i~mp d¡~~~u!'tiO y~I t.lct.n ~IU~ lo pr~Jdl:I'.;C, indc." pet1d lentemét1te d~ IL1 t111tufuleztl de eS~:1$ relaciones (es dt."(:',ir, dé.jando de h'ldo él problema de si se. las categoriza ",-:(.1n'ltJ n~l,lIc$. Ik(:i~~nn1l!", VQI¡(}~illillt\~. tille.), Asr, proll,"In~ definir historia como el significado o contenido narrativo; rdato como el significante, enunciado, discurso o texto narrativo; y; narración como el acto narraLÍvo productor, y, por extensión, el conjunto de la situación (real o ficcional) que relata.

    Desde este punto de vista, el discurso narrativo es el único de los lres niveles que es plausible directamente

    un a.nálisis lextual. Así, historia y narración son mediados por el relato, y, a -su vez, el discurso narrativo (relato) es tal en la medida en ]a que da cuenta de una historia (sin la cual no seria narrativo) y es referido por un productor (sin el cual no sería discurso).

    El relato es una secuencia temporal en dos sentidos: conviven el tiempo de la historia narrada y el tiempo especifico del relato. El relato (ya sea oral o escrito, literario o fílmico, etc.) sólo puede ser actualizado en el tiempo que dura ]a lectura (o la escucha, etc,)!7 Genette estudia tres tipos de rel,ª~iones entre el tiempo de la historia y el tiempo del relat~l~~de Oi:cIen;TiCkdUfaClOñ-y -la--ae-rrecueñcia~----- ----,---------.--- _-._-.-:--

    27 Aqui Aparece. para la escritura, la relación entre tiempo y espado. El relato esclito existe en una dimensión espacial (50 hojas, por ejemplo), yel atravesar eSe espacio o el reco~rlo supone el paso de \\0 tiempo (2 hOn:lS, pOT ejemplo).

    42

    La narración. Usos y teorfas

    La relación entre el~_~den te.!!lpor~.1_ de sucesión de los acontecimientos en la historia y el orden (seudo) temporal de su disposición en el relato aparece bajo diferentes formas de discordancia. Esas diferentes formas

    '---'-"'"" (llamad~á$ narrativas) aparecen porque es imposible la existencia de un tipo de grado cero como el de un estado de perfecta coincidencia temporal entre relato e historia. Las anacronias narrativas pueden ser divididas en dos grandes categorías: las prolepsis (anticipaciones) y las analepsis (retrospecciones). la prolepsis se refiere a toda estrategia narrativa que consista en evocar (incluso narrar) anticipadamente un acontecimiento ulterior al punto de la historia en el que se encuent,ra el relato y la analepsis denomina toda evocación de un acontecimiento anterior (también en referencia al punto de la historia en el que se encuentra el relato).

    La relación entre la duraóón variable de los acontecimientos en la historia y la (seudo)duración (es decir,

    ~,-,,-,---longitud del texto) del relato de los mismos será el re

    Süft:ádo de la diferencia entre la duración de la historia, m~dída en sem!ndost.;t1i!lUtoS, hora.?~~!_~~~~~fi~~,_'y·

    .. la longitud del texto, medida en líneas y en págipas. Esa diferencia recibe el nombre de ~-;;íocida!L,0.nlli.po...-' .>-tético grado cero de velocidad (llarnado~.!.~to isócro~ sería un relato sin aceleraciones ni disminUCIOnes de velocidad, en el que la relación de duración de la historia y longitud del relato permaneciera constante. Pero el relato isócrono no existe, salvo como experiencia de laboratorio, Las estrategias narrativas que afectan la relación de duración pueden ser agrupadas bajo cuatro grandes grupos: las elipsís, las pausas descriptivas, las escenas dialogadas y el relato sumario (o resumen).

    43

    http:�ocida!L,0.nlli.pohttp:reLOmam.fp

  • MARíA Ll)(.;ENIA CONTURSI - fARIOI.A FERRO

    El térmíno dípsis se usa para dar cuenta de los casos en los que ningún segmento de relato corresponde a una duración cualquiera de la historia, ya sea porque expli.cltamenle se da cuenta de la anulación (por ejemplo, "pasaron algunos añOS"), porque implícitamente se recuperan por alguna laguna cronológica (aparece un salto en la temporalidad, aunque no haya frase alguna que lo indique), o porque se alude a cierta duración en las retrospecciones, aunque no sea posible localizarla exactamente. Pausa de.scriptiva se refíere al caso en el que a un segmento cualquiera del relato no le corresponde ninguna duración en la historia. 1 El caso de la escenai'\ dialogada es particularmente interesante, porque se supone que, convencionalmente, están igualados el tiempo de la historia y el tiempo del relato. Sin embargo, es sólo un efecto de sentido, puesto que de ningún modo, la escritura del diálogo puede restituir, por ejemplo, las velocidades de emisión que se utilizaron en el diálogo ni la extensión de los silencios. Por últim'o, el relato sumario o resumen es una estrategia variable según la cual se acelera el tiempo del relato (en relación con el de la historia).

    La relación de frecuencia, o sea, la relación entre las posibilidades de repetición de la historia y las del relato, da

    28 Si bien el caso tipico es la inclusión de descripciones en la narración, cabe adaral' que no todas \ ..5 pausas son descriptivas (por ejemplo. In intercalación de comentarios externos a la historia, co~no las intervenciones del autor, son pausas pero no describen, sino que comentan) ni todas las descripciones son pausas (en la medída en la que aportan datos para \a comprensión del relato), eL, desde una perspectiva HICr

  • ¡ , .

    MAHí,\ EUGEN1,\ CONTURSl FABIOLA FERRO

    Una síntesis de l

  • MARIA EU(,J::NIA CONTUR51 - FABIOLA FERRO

    Lo que Alee McHoul'° ha denominado enfoque anse puede utilizar para contemplar tanto la etcomo el análisis de la conversación formal o la

    etnometodología. Se trata de un pumo de vista que abordn el uso del lenguaje corno un medio y un resultado importante en la consumación de la estructura social y de la acción socíaL

    Por el contrarío, el supuesto realista aparece claramente en la tradición del análisis funCÍonalista y en el marxista. La correspondencia entre narración y realidad funciona lanto en las narrativas de revelación (marxismo) como en las de encubrimiento (así denominadas por el marxismo). En ambos casos, el objeto encubierto o revelado es la estructura socio-económica determinante de las relaciones sociales. entre otras.

    En los trabajos influidos por el marxismo, el mundo, en la teoría, se corresponde con su descripción sólo a través de un discurso de encubrimiento. Los mecanismos de encubrimiento residen en un lenguaje secular y están orquestados por éste a través de los conceptos de conciencia mundana y la incapacidad de la razón práctica, tal como normalmente se constituye. para despejar la oclusión, la opacidad y la conciencia falsa.

    Por otro lado. se puede pretender lograr que la teoría se corresponda con el mundo empírico observable (con una visión particulannente restringida de éste), como en la metodología de Robert DahP 1, donde la teoría dc11cngurlje y ellenglU.-qe de la teoría se limitan a aquell.o

    30 Citado por Clegg, S.: "Narnuíva, poder y teoria socia1"'. En Murnhy (l993)

    31 Ibidem.

    48

    narración. Usos y teorías

    que se puede hacer corresponder por uno cerlificnción más o menos refinada del método em.pirista y los protocolos conductistas y positivístas.

    Como dijimos antes, el abordaje contrapuesto al fundamentado en térmil10s de encubrimiento o revelación es el que supone una relación antirealista entre el "lenguaje de las historias" y el mundo.

    Los análisis construidos sobre las líneas de un principio antirealista, de no-correspondencia o de no-reflejo, empiezan por una aproximación diferente de las historias de la vida cotidiana y de las historias de la teoría. Ambas deben ser interrogadas por la "impersonalidad" de sus discursos y su operación, por las especificidades o "particularidades locales" de su operación. Como dice Stewart CleggH , este lenguaje es un lenguaje de poder en el cual: según el antire:alismo, el lenguaje sibrnifica lo ! que significa en virtud de convenciones que conciernen a su uso. Nuestros enunciados adquieren sentido desde las condiciones bajo las cuales se los puede expresar con propiedad.

    lT.b. AutOl; narrador; narratarío, lector Existen dos aspectos que tradicionalmente se han

    considerado como específicos de la narración: la focalización y el narrador.

    Mieke Bal (1998) sostiene que cuando se presentan acontecjmientos, siempre se lo hace desde un ángulo, desde un punto de vista, independientemente de que se trate de un discurso literario o histólÍco. Aunque se intente eliminar todo comentario, toda evaluación, en tanto la

    32 eL "Narrativa, poder y teona social", En Mumby (1993).

    49

  • MARíA [UGE~IA CONn¡R~l - E~BIOLA FERRO

    percepción es un proceso psícológíco que depende gwndemente de posición del cuerpo perceptor, es imposible eliminar factores como el grado de familiaridad con el objeto percibido. el ángulo de caída de la luz, la distancia, la actitud psicológica hacia el objeto, etc. Así,_ el térrniT1~lízacitÍ!1.gesigna la relación entre la percepción y lo que se percibe}'. El sujeto de la focalización es denominado focalizador. Un aspecto importante de este último es que puede variar a lo 1argo de una narración, es decir, la focalización no tiene porqué recaer perma

    i 1'1

    nentemente en el mismo agente. Cuando el focalizador I es un personaje que participa de la fábula como actor, se

    dice que hay una .{

  • • MARIA EUGENIA CONTURSI - FABIOLA FERRO

    la acción. Así, en la medida en la que el narrador personaje no se dedica sólo a narrar, sino que también actúa, d~ja d~ ser un narrador testigo.

    Tiempo antes, Waher Benjamin se ocupó especialmente de la fígura del narrador en un artículo muy di-_ fundido sobre la obra de Nicolai Leslov 14. Dice este aULor que la experiencia del boca en boca es la fuente de la que han abrevado todos los narradores. DisÜngue dos grupos históricos de narradores, que constituyen un conjunto arcaico: el agricultor sedentario y el marino mercader. Ambos géneros de vida han producido, de algún modo, sus propias ramas de narradores, aunque se trata sólo de tipos básicos.

    La narración tiene siempre, explícita o implícitamente, una utilidad que puede ser una moral, una recomendación práctica, incluso puede consistir en un refrán o en una regla de vida. El narrador es el hombre que da un consejo a quien 10 oye, y ese consejo no es tanto respuesta a un interrogante, como una propuesta ligada a la secuencia de una historia que se narra~

    Si bien hoy en día el narrador ya no se identifica con el autor empírico V¡ de los textos narrativos, esta caracterización del mismo como consejero, que utilíza una narración para un propósito último, permite entender que el narrador, en tanto estrategia discursiva, es el ¡ } que asigna una coherencia global al discurso narrativo. JI Es decir, aunque haya digresiones, saltos temporales, etc.;'·

    34 CL "El narrador. Consideraciones sobre la obra de Nicolai Leskov". En Benjamin 099l).

    3S cf. infra la exposición de la disti.nción entre autor empírico y autor modelo propuesta por U. Eco (1981).

    52

    La narrac16n. Usos y teorias

    hay un acuerdo por el cual se supone que todos esos recursos están al servicio del "consejo" que guía esa práctica de naITar.

    Esta concepción nos lleva, por necesidad, a considerar la recepción de la narración como instancia importante. La eficacia de la narración no depende únkamente de la r

    i.

    construcción de la figura del narrador sino que supone l que el lector también cumple una función narrativa al / aceptar los pactos que el narrador le propone. '

    Umberto Eco distingue cuatro dimensiones para comprender la dimensión discursiva de la narración: el autor empírico, el autor modelo (o narrador), el lector empírico y el lector modelo (o narratario).

    El autor modelo, que no es el autor empírico, consiste en una estrategia textual capaz de establecer correlaciones semánticas. Establece con el lector un pacto por el cual, con el término juego, se denotan 105 juegos conocidos. Pero esta voz se abstiene de definir el término "juego". invitando al lector a definirlo por sí :-¡

    mismo, o a reconocer que no se puede defínir satisfactoriamente corno no sea en términos de "parecidos de familía".

    Por su parte, el lector modelo de una historia, según este semiólogo italiano, no es el lector empírico. El lecLor empírico coincide con los sujetos del mundo empírico, cuando leen un texto. Se trata de un lecto~ tipo que el texto no sólo prevé como colaborador, sin que incluso intenta crear. Además, como en el caso del narrador o autor modelo, el lector modelo constituye un conjunto de instnlccfOñes-iextuale.~;:···qüe 'se manlffes'

    -tmen la supertTcíe'-ch~tTexfo:-Préa~nte en forma de afirmaciones u otras señales.

    53

  • MARIA EUl;EN1A - ¡-;AnIOLA FERRO

    Así, la actividad del lector emplrico de un texto narrativ9~~1tm-:_n?re1ar:-reiilizailéfo-;a~o~amientos inferen

    a partir de los senderos que dibuja el narrador. La narración es, para este autor, como

    "Un bosque [quel es, para usar una metáfora de Borges [... ], un jardín cuyas sendas se bifurcan. lncluso cuando en un bosque no hay sendas abiertas, todos podemos trazar nuestro propio recorrido decid icndo ir a la izquierda o a la derecha de un cierto árbol y proceder de este modo, haciendo una elección ante cada árbol que encontremos. En un texto narrativo, el lector se ve obligado a efectuar una elección en todo momento. Es más, ~sta obligación de elegir se manifiesta en cualquier enunciado, cuando menos en cada ocurrencia de un verbo transitivo. Mientras el hablante va a terminar la [rase, nosotros, aunque sea inconscientemente, hacemos una apuesta, anticipamos su elección, o nos preguntamos angustiados qué elección hará { ... ]." (Eco, 1996)

    caso de las vanguardias literarias es especial ya ,.-~- ';------'

    que ellas han intentado, a menudo, no sólo poner en crisis las expectativas de los lectores, sino incluso crear un lector modelo que espera una totallíbertad de elección ínterpretativa del libro que está leyendo. Pero de esta bertad se goza precisamente porque -en virtud de una tradición milenaria, desde los mitos primitivos hasta la moderna novela policíaca- el lector está dispu~,.Sl.Q a...--""_.__..•.---,-~_...._~. "'-hacer SUs propias el ecciones en el "bosque narrativo", 'pTe5úrñfeñ:aoq~'~-~~as~~an más razonables que otras.

    54

    La narración. Usos y teorías

    No obstante, el hecho de "ser razonables" no equipara esas elecciones con el sentido común, ya que sería trivial suponer que debemos seguirlo para leer un libro de ficción. En efecto, el sentido común,6 se vería incomodado cada vez que los relatos no se ajustaran a la realidad como la conocemos.

    Hay, pues, reglas del juego, yel lector moddo es el ./

    que sabe atenerse a esas reglas. El lector empírico es " )'"

    quien puede resultar engañado, defraudado o perdido si no se adecua a esa imagen de narratario que construye el texto.

    De hecho, hay casos en los que autor modelo, autor empírico, y otras entidades discursivas se explicitan. se f,"1. ponen en escena en el texto narrativo, con el propósito f rJ de generar diversos efectos de sentido. Por ejemplo, cuan- '1 ()) do el narrador tiene en el texto el mismo nombre que el autor empírico en la tapa. En este caso se ponen en juego los conocimientos y expectativas del lector empírico:

    "Cuál es el fonnato de la Enciclopedia [de)as com

    petencias, creencias, conocimientos previos] que

    se le pide al lector sigue siendo asunto de conjetu

    ra. Descubrirlo significa descubrir la estrategia del

    autor modelo, la regla a través de la cual muchas

    "figuras" se pueden localizar en la alfombra narra

    tiva." (Eco, 1996)

    36 Como objeción a esta disquisición podemos decir que, en rea1idad. el pacto fiedanal que opera entre el n"rrador y el lector forma parte del semido común. Es más, el sentido común incluye tanto concepciones sohre la realidad como sobre qué es una fíccíón y qué se espera de ella.

  • ---

    i\V,RíA EUGENIA CONTURSI - FABtoLA FERRO

    Autor empírico, autor modelo, lector modelo y lector empírico, constituyen analíticas que permiten explicar, al menos en la relación entre los sujetos y 1as narraciones.

    ll.c. Narración, tiempo y sujeto Enmarcado en la perspectiva filosófica de la herme

    néutica, Paul Ricreur (cL 1996) sostiene que el discurso es tm(verrt.QL-ªIgo que sucede cuando alguien habla. Pero también e~~1jcací6n,"en tanto dice algo. Además, en la medida en que es una articulación de una secuencia nnita de frases, el discurso es susceptible de ser considerado como una obra. Es decir, el carácter articulado del discurso postula que no es un mero conjunto de frases aisladas.

    En la leorización de Riq:eur. la noción de discurso está emparentada con la de texto, ya que éste es definido como la fijación del discurso por medio de la escritura. Así, la escritura fija la intenció,n de decir algo inherente al discurso, fija la significación. La noción de texto, tal como la postula Ricceur, conlleva algunos corolarios importantes:

    • el texto se vuelve autónomo respecto del horizonte intencional finito de su autor, ~;decir, lo que el texto sígnifica no coincide más con lo que el autor ha querido decir; y,

    • ellexto tiene, a diferencia dd diálogo1.la posibilidad ,~~e des-cont~rse de sus condicionesps1cológlcas.

    y sociológicas de producción y.Je-contextualizarse de otro modo a través del aclo de la lectura. Además, "el texto no tiene un destinatario determinado sino todo aquel que sepa leer.

    56

    1.a narración. Usos y teorías

    La central de la obra de Ricceur parle de una nE;f.~~!..(t~9:.~~~I-ª1J?.hY.hJJrat que correlaciona la actividad de :r:!:?-..!!.-ªI..!;ma.his.toria con el carácter temporal de la c;~te~.~~.ªJ.lU!!l.~~De estos sup~estos-se'aesprencte que el tiempo se hace tiempo humano cuando se articula como narración y la narración sígnifica plenamente cuando es condición de la existencia temporal.

    Existe, según Rícceur, una correlación fuerte entre mímesís (entendida como actividad mimética, en el sentido aristotélico de imítación o representación de acciones) y trama o mithos (la disposición sistemática de los hechos narrados).:37

    Pero la mimesis, concepto eje de la tesis de Ricreur, no es sólo una acti~dad, sino que también es una media- )' dón (procesual) entre el tiempo y la narración y también entre la narración y la verdad. En tanto proceso, la mimesis contiene tres momentps: la prefiguración práctica

    ...~~~ (conocimiento previo), la configuración textual (el texto narratívo) y la refiguración receptiva (re-conocimiento, es decir, interpretación y apropiación por parte del lector ). \\

    La prefiguración práctica mimética atiende los rasgos de la acción práctica y se subdivide en tres dimensiones que operan en forma paradigmática:

    37 Aristóteles detennina que la fábula o trama es el elemento más importante de l.a tragedia, y está en una jerarquía superior a los caracteres (personajes °máscaras), la expresión, el pensamiento, el espectá

    y el canto, La trama es un hacer sobre el hacer, que es también un conocer, en el orden de la verosimilitud o la necesidad, en tanto univer-

    La trama no episódica o única describe hechos que no están uno a continuación del otro, sino que son lIno causa del otro. Y también una trama bien fOlmada produce peripecia (paso de la dicha al infortunio), agnición (paso de la ignorancia al conocimiento) y catharsis (emoción e instrucción -entendida como enseñanz.'1-). eL la Poética de Aristóteles.

    57

    http:nE;f.~~!..(t~9:.~~~I-�1J?.hYhttp:di�logo1.la

  • La narradón. Usos y teorfasM¡\R1A EtJ(~ENJA CONTURSl - FAB10LA FERRO

    ,

    ! : ,'1, ! lq , I

    ~~~

    • las estructuras inteligibles o redes conceptuales de la comprensión practica (fines,. tn~~, agentes, circunslandas, interacciones y result"Wos);

    • los recursos simbólicos, en tanto contexto de descripción de acciones paniculares. Se trata de r~gl~.~de_~_ dcscri rción e interpretación y también de normas pres

    --cripth~;sy' de valores;-y,• los caracteres temporales, que pertenecen al orden

    de la intratemporalidad del sujeto. Esdecir, la preñg'ümcfón prácti¿a mimética hace refe

    rencia al momento en el cual entran en juego los saberes ~ previos que permiten que el proceso mimético opere { en el plano cognilÍvo,

    Por su parte, la conjlgumción textual mimética supone el paso de ltn~.QLden pa~mátíco ~ uno si~~~gmátis:o yal momenlo de la ficción .. no como opuesta a la verdad, sino en tanto construcción de la trama (o mithos), Se trata también de una mediación, 'en este caso entre acontecimientos e historia (paso de la sucesión a la configuración); es integración de las estructuras inteligibles de la prefiguración práctica y de la configuración de caracteres temporales propios a la narración.

    Según Ricreur, con la configuración texlUal mimética (es decir, con la puesta en texto) se abre el espacio del "como si", en un proce~esquematizadón

    l'

    -------:---denominado esquematismo de la función narrativa, No se refiere a una mera reproducción imaginativa, sino a una imaginación productiva. El esquematismo es una capacidad sjntetizadora de la imaginación, que permite "unir" las acciones, circunstancias, agentes, etc., de la prefíguración práctica mimética con los conceptos de la trama (propia de la configuración textual mimética).

    58

    Además. el tiempo es el hilo lógico trascendental presente en toda esquemalización.

    Pero el esquemalismo de la función narrativa opera también en otros niveles, como en el de la comprensión de la subjetividad humana, que, a través de la trama, localiza una triple mediación: entre el hombre y el mundo (referencialidad), entre el hombre y el hombre (comunicabilidad) y entre el hombre y su sí mísmo (comprensión de sO.

    Por últímo, la refiguración receptiva mim. ética corres- ¡~ ponde a la intersección del mundo del texto con el del lector: c~~tuye el momento de l? le~tYIªy. 9~su aplicac~~n". En tanto la actividad lectora sUEone la fusión de "h~rizontes", es también el lTIqmento d-e·ti·'tians[o~'::--· dón der~ lectura retoma la compresión práctica co"ñHgurao:a-en el texto y la sobredetermina produciendo un "aumento de realidad",

    Así, el proceso mimético contiene múltiples mediaciones. La configuración narrativa es la mediación, en tanto temporalidad narrada, entre una prefiguración lígada a las acciones de la vida cotidiana y una refiguracíón que añade, a través de la lectura, nuevos significados e identificaciones existenciales.

    Según Ricreur, l~erd...a~_ en~~~~~Je_~.I!JÍ;l ficción a través de la actividad mimética, en tanto la fábula "da forma a c~-;;-~t~;-q~;-";;n inmanentesaI-ie-X="-"to per.o"10 trascienden, como nguiasae-ras"p~'~cticas

    .. d~1.--Esias~ravés de la 'iectura:soñJ~~~~_~'~ndi-das y transformadas en el texto mísmo y en el sí mis

    mo-deflecfor,quíeññO-süé1e ser"Iñmuñe-"~~~t~"j~ego (------...,. ....--"- ""'-.~'""'---." ...~-,~--..........--......

    de verdades que circula libre y reguladamente en la J trama.

    59

  • MARTA EUGENIA CONTURSl FABTOlA FERRO

    Sl bien la teoría hermenéutica ha permitido repensar la relación entre narración y mímesis, las críticas que ha recibido son numerosas. Desde el análisis del discurso se le ha o~jetado, en primer lugar, que el sujeto aparece descentrado, al punto tal que el texto parece "ha- cerse" a sí mismo. En segunda instancia, desde la mi.sma perspectiva, se ha sostenido que la hermenéutica no tiene en cuenta que los individuos se transforman en sujetos cuando son interpelados por los discursos, los que, a su vez, son determinados por formaciones ide01ógicas, las que remiten, en defíniLíva, a posiciones de clase .. ...... ,- " ... _....~-'..~~-,~-

    60

    SEGUNDA PARTE:

    Los usos DE LA NARRACIÓN

    IU. Un uso particular: el discurso histórico

    En este capítulo nos ocuparemos de un género narrativo particular, el discurso histórico. Éste se ha instituido como recurso para mantener la memoria de un pasado que se presenta como significativo para el pre· sente e incluso como su causa. Pero el interés que reviste el discurso histórico no sólo reside en su utilización como memoria artíficial, sino en que, al mismo tiempo, se convierte en una explicación convincente, justificadora, "tranquilizadora", portadora de inteligibilidad, "comprensiva" del presente.

    la idea que subyace a este capítulo es que la narración cobra formas y reviste procedimientos singulares en función del material que conforma la fábula. No es lo mismo narrar una experiencia personal que una anécdota que no nos tiene como protagonistas (no sólo en un sentído individual, sino también en términos colectivos, nacionales, étnicos, culturales), No es igual hacer un "racconto" de un acontecimiento cercano al tiempo ele la enunciación que reconstruir lo que ocurrió hace, por ejemplo, dos siglos,38

    38 En este sentido, tampoco es lo mismo relalar hechos ubicados en una fecha. por más antigua que sea, que dar cuenta de acontecimientos perdidos en el "origen de los tiempos".

    6]

  • M ,\RiA EU(;EN 1A C:ONTUR5 1 - FAIHO LA FI: RRO

    Como ya hemos sel''lalaclo, na rración y tiempo son dos calegOrLaS íntimamente relacionadas. La trama narrativa s~ construye en una linea temporal que puede contener salLos, vueltas atrás y anticipaciones. El hecho de que la L~bula de la narración histórica se base en la_ "reconstrucción" del tiempo pasado y, a la vez, se instituya en saber, ofrece innumerables problemas teóúcos. Para empezar, los entrañados por el concepto mismo de historia .

    ¿Cuáles son los significados del término "historia", en términos generales, en las culturas de Occidente? Poclemos, por lo menos, ciar cuenta de dos: a) los procesos históricos reales y b) la narración de esos procesos históricos. Es decir, retomando a Tzvetan Todorov,9, podemos decir que los significados con los que se usa el término historia abarcan tanto la historia (una cierta realidad) como el di.scurso (o relato) que se refiere a ella40 .

    Esta polisemia del término historia no es un problema que preocupa únicamente él la lingüística4 I , sino que refue·rza la ilusión que en nuestra cultura permite identificar historia con discurso histórico. No nos ocuparemos

    39 Todorov no se ocupa del problema del discurso histórico, sino del relato literario. Sin embargo, sus postulados también nos permiten explicar la diferencia entre historia y discurso histórico. eL Todaro\!. (1.966) .

    40 Este problc.ma no se encuentra necesaliamenle en todas las lenguas. Por ejemplo, en inglés se resuelve, en parte, con la dif

    4l Un estudio ubicéldo estrictamente en el campo de la lingülstica se ocupará de dar CllC!1l:l de los significados :lsociaclos en la lengua (estudios semánticos) o de los se ntidos con los que se lisa (estudios pragmáticos) el t~rll1ino ·'histo Iia'·.

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    La narración. Usos y teorIas

    centralmente aquí del problema epistemológico de la historia (es decir, de cómo es posible conocerla y de hasta qué punto se la conoce), sino de cómo los relatos que se ocupan de ella se construyen en nuestra cultura. Para ello, analizaremos, en plimer lugar, la características ele la escritura de la historia; en segundo lugar, cuáles son las estrategias explicativas del relato histórico; y, por último, cómo escritura y explicación generan un efecto de realidad.

    Desde el nacimiento de la historiograrta moderna, la historia se comunica básicamente a travéS de relatos escritos .12 Pero esa forma de comunicación y de conocimiento no es fortuita, sino que está basada en la idea de una ligazón profunda entre la historia (como rderente) y su relato escrito. Algunas de 13s consecuencias de esta concepción cultural son las siguientes:

    • tradicionalmente se ha sostenido que la diferencia entre historia y prehistoria se remite a la aparición de la escritura, lo cual alimenta que el vínculo entre historia y escritura de la historia se convierta finalmente en una identidad; y,

    • la escritura de la historia puede sólo asumir la forma del relato, es decir, una forma narrativa.

    Estas afirmaciones, que circulan como parte del saber cultural sobre la historia, acarrean, entre otros, algunos problemas:

    a) no se puede sostener q~e un suceso real y su relato (ya sea oral o escrito) son idénticos , porque eso equivaldría a afirmar que el lenguaje es transpa

    42 El problema de la historia oral es particular y en algunos puntos díferenle del de la historia escrita.

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    http:escritos.12http:problc.ma

  • \liARíA EUC;ENI/\ CONTURSl FA1310LA FERRO

    Como ya hemos señalado, narración y tiempo son dos categorías íntimamente relacionadas. La trama na. ¡ rrativa se construye en una linea temporal que puede contener saltos, vueltas atrás y anticipaciones. El hecho de que la fábula de la narración histórica se base en la_ "reconstrucción" del tiempo pasado y; a la vez, se instituya en saber, ofrece innumerables problemas teóricos. Para empezar, los entrañados por el concepto mismo de historia.

    ¿Cuáles son los signíficados del térmíno "historia", en térmínos generales. en las culturas de Occidente? Podemos, por lo menos, dar cuenta de dos: a) los procesos históricos reales y b) la narración de esos procesos históricos. Es decir, retomando a Tzvetan Todorovw , podemos decir que los significados con los que se usa el término historia abarcan tanto la historia (una cierta realidad) como el discurso (o relato) que se refiere a ella40 .

    Esta polisemia del término historia no es un prob1ema que preocupa únicamente a la 1ingüístka~l, sino que refuerza la ilusión que en nuestra cultura permite identificar historia con discurso histórico. No nos ocuparemos

    39 Todorov no se ocupa del problema del discurso histórico. sino del relato literarío. Sin embargo. sus postulados también nos permiten explicar la diferencia entre historia y discurso hisLórico. eL Todorov, (1966).

    40 Este problema no se encuentra necesaliamenle en todas las lenguas. Por eje.mplo, en inglés se resuelve. en parte, con la díftrenda entre los vocablos "11i5tOl)''' y "5lory",

    41 Un estudio ubicado estrictamente en el campo de la lingüfstica se ocupará de dar clIcnta de los significados asociados en la lengua (estudios semánticos) o de los senudos con los que se usa (estudios pragmáticos) el término "historia".

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    La narración. Usos y Icorlas

    centralmente aquí del problema epistemológico de la historia (es decir, de cómo es posible conocerla y de hasta qué punto se la conoce), sino de cómo los relatos que se ocupan de ella se construyen en nuestra cullura. Para ello, analizaremos, en Plimer lugar, la características de la escritura de la historia; en segundo lugar, cuáles son las estrategias explicativas del relato histórico; y. por último, cómo escritura y explicación generan un efecto de realidad.

    Desde el nacimiento de la historiografía moderna, la historia se comunica básicamente a través de relatos escrítos.~2 Pero esa forma de comunicación y de conocimiento no es fortuita, sino que está basada en la idea de una ligazón profunda entre la historia (como referente) y su relato escrito: Algunas de las consecuencias de esta concepción cultural son las siguientes:

    • tradicionalmente se ha sostenido que la diferencia entre historia y prehistoria se remite a )a aparición de la escritura, lo cual alimenta que el vínculo entre historia y escritura de la historia se convierta finalmente en una identidad; y;

    • la escritura de la historia puede sólo asumir la forma del relato, es decir, una forma narrativa.

    Estas afirmaciones, que circulan como parte del saber cultural sobre la historia, acarrean, enlre otros, algunos problemas:

    a) no se puede sostener que un suceso real y su relato (ya sea oral o escrito) son idénticos, porque eso equivaldría a afirmar que el lenguaje es transpa

    42 El problema de la historia oral es particular y en algunos puntos diferente del de la histolia escrita.

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  • • MARIA E~IG[N1A CONTIJRSl ~ FABlOl.A r-ERRO

    renle y que el discurso no es una construcción o una mediación 4 \; y,

    no todas culturas han adoptado la forma del relato para dar cuenta discllrsivamente de la historia, sino que, por ejemplo, en la Edad Media europea se utilizaba otra forma discursiva, la de los anales (largas listas de cronologías. que, consideradas desde 1a perspectiva de la historiografía moderna, resultan incoherentes). .

    En el siglo XX ha habido largas díscusiones sobre la epistemología de la historia, y. desde fines de la década de 1960, los estudios sobre el discurso histórico han ocupado buena parte de la producción de las ciencias sociales. Autores como Michel de Certeau, Hayden While, Michel Foucauit, Roland Barlhes y Roger Chartier, entre otros, se han dedicado largamente a discutir el estatuto del relato escrito 'de la historia. no como una práctica natural (es decir. obvia), sino desmontando los procedimientos de su construcción discursiva. Como dice Roger Chartier:

    "Cualquier escrito propiamente hístórico se construye, en efecto, a partir de fórmulas que pertenecen al relato o a la intriga. Existen diversas formas de transición que vuelven a enviar las estmcturas del conocimiento histórico al trabajo de configuración narrativa y que aparentan en uno y otro discurso la concepción de la causalidad,

    43 Hablamos de construcción o mediación en el sentido de que ni eJ lengmue ni el di!'curso reflejan lo real, sino que, por el contrario. lo representan de modos singulares.

    (lo;.

    La narración. Usos y teorías

    la caracterización de los sujetos de la acción, la constmcdón de la temporalidad. A partir de esto la historia es siempre relato, aún cuando pretende evacuar 10 narrativo y su modo de comprensión [. .. ]" (Chartier, 1992)

    La operación escrituraría Según Michel de Cerleau (eL 1993), la operación

    escriturada es la que permite pasar de la práctica de la investigación histórica a la escritura de la historia. ta operación se caracteriza por ser, en realidad. una inversión escrituraría, en tanto la escritura conduce de la práctica al texto, conllevando una serie de distorsiones respecto de los procedimientos del análisis:

    l. el comienzo del relato es, en realidad, el punto de llegada de la ínvestigación, puesto que la exposición sígue un orden cronológico (toma lo más antiguo como punto de partida) mientras que la investigación comienza "en la actualidad de un lugar social y de un aparato institucional o conceptual determinados";

    2. al volverse escritura, la historia se debe someter a la clau.su.ra del texto (como cualquier relato44), lo cual contrasta con el carácter interminable de la práctica de la investigación. Así, aunque el texto escrito presenta una arquitectura estable de elementos, de reglas y de conceptos históricos, la coherencia de ese sistema depende de una unidad asignada por el nombre propio del autor; y,

    44 En el caso del relato literario. 105 frecuentes "finales abiertos" funcionan también cOmO clausura del DIano discursivo.

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    http:clau.su.ra

  • MI\RIi\ EeC,ENIA CONTURSI - FABlOLA FERRO

    3, la represenUlCÍÓI1 escrilunlria es "plena", anula las lagunas que son el principio de la investigación. Llena la laguna que representa, y utiliza ese h.lgar para imponerle al destinatario una volunt.ad, un saber y una lección. "La narratlvic1ad, metMora de un per- formativo, encuentra apoyo precisamente en 10 que oculta. 'J

    ESlos lres rasgos ineludibles (es decir, ontológicamente necesarios) permitirían. según M. Certeau, medir la transformación que el discurso, en tanto me

    , impone

  • • MARIA EUGENIA CONTURSI - FABIOLA F[RRO

    La nanadón. Usos y teorías

    casos paniculares y, a la vez, desvinculándolos de las contradicciones que generan en el contexto del discurso resultante. También permite que aquellos hechos, prácticas, actitudes del pasado que escapan a los sistemas de comprensión del presente (y que, por ende, resultan . extraños) sean concebidos como carencias (faltas) de un período del pasado al cual se le ímpone una lógica externa a él, la del presente del historiador. Pero hacer compatibles los contraríos (ya sea en el pasado, o entre el pasado y el presente) tiene su costo, ya que el relato no puede explicar más que entimemáticamente47 • es decir, "simula" razonar, porque puede guardar el silogismo sólo en apariencia, únicamente en su rorma.

    La segunda operación postula el recurso de la instauración de un punto cero, origen del tiempo, indispensable para una orientación y para poder recortar los períodos. De este modo, la escritura dispersa, en su puesta en escena cronológica, la referencia-de Lodo el relato a un postulado axiomático: ese origen del tiempo.

    La puesta en escena escrituraria es asegurada por cierto número de cortes semánticos, que constituyen unidades y que. por amdogía con las ciencias naturales, pueden ser llamados categorfas históricas. Estas unidades, necesarias para la articulación del discurso histórico, son de diverso tipo: el período, el siglo, la mentalidad, la clase social, la familia, la dudad, la nación, la guerra, la herejía, la enfermedad, el libro. la Antigüedad, el Antiguo Régimen,

    47 En ténuínos de Aristóteles, un entimema es un razonarnienlO que tiene la rom1a de un silogismo pero que parte de premisas veros/miles. En oposición, un silogismo no sólo tiene tina determinada fonua, sino que, además. debe panir de premisas verdaderas. (CL Aristóteles, 1990).

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    etc. Estas construcciones entrañan con frecuencia combinaciones estereotipadas, se "apila" niveles, se "encaja" conceptos, cada código tiene su lógica. Generalmente, estas categorias históricas pueden ser consideradas como actantes, según el planteo de Greimas (cf. 1971), o como funciones, siguiendo a Propp (eL 1970).

    Por su parte, Roland Barthes~B se propone identificar los "universales del discurso" para poder establecer su tipología tradicional, lo que le permitiría responder al problema de la especificidad del discurso histórico. Desde una perspectiva semiológica, inicia el recorrido en la enunciación y continúa en el enunciado, para finalizar con la significación. En el nivel de la enunciación, yI en el plano discursivo, existen palabras que permiten¡ al historiador dar cuenta de su acto discursivo: los

    I deícticos, que aseguran el paso del enunciado a la enun¡ ciación, los deícticos de escucha, y los que organi! zan su propio discurso. Aquí hay una cierta similitud ¡ con el planteo de M. de Certeau, ya que estos organi

    zadores del discurso presentan un problema notable, que es justamente el de la cronología: el tiempo de la enunciación se roza con el tiempo de la materia enunciada (de los hechos, diría De Certeau). Los deícticos de organización tendrían un papel destructor del tiempo crónico de la historia (no de "inversión"). ya que 10 enfrentan con el tiempo del discurso; "descronologizan" el hilo histórico y restituyen el tiempo mítico de las viejas cosmogonías, por una analogía de la palabra del poeta o adivino con la del hístoriador. Aquí el historiador, como agente y gradas a la naturaleza predictiva

    48 Cf. "El discurso de la historia", En Banhes (1987b).

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  • MARIA EUGENIA CONTt:RSl - PAmOLA h::RRO

    In mlrración, tiene necesidad de agregar, al discurrir crónico los sucesos, referencias al tiempo específico de su palabra,

    La dattsura del texto En cuanto al problema de la clausura del relato his

    tórico, que M, de Certeau postula como una exigencia de la escritura, Hayden \Vhite4" expresa que la demanda de clausura en el relato histórico es moral, una exigencia de que las secuencias de acontecimientos reales sean valoradas con respecto a su signifícación como elementos de un drama moraL En este sentido, se puede soslener que el discurso histórico, en tnnto narracíón. siempre neva implícito un consejo, como postulaba Bcnjamin (eL 1991). Y que, en tanto "historia", necesila tanto de una trama como de una evaluación, moral en este caso. implícita o explícita, según propone V

  • MARrA EUGENIA CONTURSI - FABIOLA FERRO

    "exigencia" de coherencia, tal como hace la historia tradicional según Foucault (1988).

    Pareciera que ]0 que Foucaull da como característica de la historia tradicional, De Certeau ]0 adjudica a la operación de escritura: para el último la plenitud no sería un requisito de cicrta concepción de la historia o de cierta cultura (tal como sostiene Foucault), sino de la escritura misma.

    Por su parte, Barthes sostiene que en el discurso histórico, el proceso de significación intenta siempre "llenar" de sentido la historia, pues en nuestra cultura se da un gusto por el efecto de realidad, que se produce a partír de los detalles concretos. Estos detalles son la base pam una ilusión referencial, para ]a verosimilitud, Así, se podría pensar que el efecto de realidad está también ligado a un efecto de totalidad, que, a su vez, estaría producido por una operación metonímica: los detalles concretos y la coherencia conferida a es'a "totalidad" producirían un efecto de realidad. ~z

    lII.h. Exp!ícacíón e ínteligihílidad El problema no sólo es cómo se escribe la historia,

    sino qué uso social se hace de ella. Hay que considerar, junto con Foucault (1988, 1993), que la "horizontalidad" de Jo que este autor ha denominado la historia lradicional constmye lo inteligible como una serie basada en relaciones de causa y efecto. Pero, mientras para De Certeau la imposición de inteligibilidad es una de las l.anLas impo- . siciones que el discurso grava sobre la historia, según

    52 eL "El discurso de la historia". En Banhes (1987b). Para el pfecto de realidad. cL infra lI1.c.

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    La narración, Usos y teorfas

    Fouc::a~llt esa imposicí6n es parte de una ~le las prácticas investigativas. la de b hist01'Ü\ tradidonal o glob::tl.

    Foucault (1993) sostiene que entre las fechas se producen grandes vacíos: el historiador tradicional, que parte de un orden, hace hablar a esos vacios para que los acontecimientosn que aparecen sin explicación adquieran una horizontalidad, se concatenen en una lógica basada en la relación de causa y efecto. La continuidad horizontal es lo pensable. Para los historiadores lo pensable es aquello que aparece como motivado, lógico. En la serie supuestamente continua, un hecho nos conduce a otro, y, cuando aparece un vacío, el historiador tradicional "debe" llenarlo. Así se construye la historia global, recortada en períodos que mantienen, entre sí y dentro de sÍ, relaciones causales,

    Pero si bien es cierto que es impensable una historia sin cronología, sin la marca temporal, esto no tiene porqué implicar necesariamente causalidad. 'H Dicho de otro ;1

    modo: si bien todo discurso histórico necesita de un hilo ';'

    53 FOllcau1t define que el acontecimiento consiste en la relación, la coexistencia, la dispersión, la intersección, la acumulación, la selección de elementos materiales. Esa relación azarosa es explicada por la historia traclicional a través de su reducción a una racionalidad basada en la relación ele causa y efecto. As!, acontecimientos dispersos pasan a ronnar parte ele una serie. "Ll historia no considera un acontecimiento stn definir la serie de la que forma parte". (Cf. Foucault, 1980).

    54 Foucault sostiene que la historia tradicional es sólo uno de. los posibles modos histOliográficos. El autor postula que, en realidad, entre una episteme y otra (redes teóricas fonnadas sobre series y confoJnladas por los espacios de saber de un momento) siempre hay un momento vacío, que la historia tradicional rellena armando una cronología basada en una supuesta continuidad-causalidad. Otros modos historiográficos. por el contrario, se fundan en que la relación entre una epistcme y atTa es la de la discontinuidad, lo azaroso, el acontecimiento. (Cf. FOllcault, 1993).

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  • MARtA EUGfN1A CONnJRSl - FABlOLA [~ERRO

    temporal, no precisa de una explicación lógico-causal. Sin embargo, la concepción de la historia que ha resultado durante mucho tiempo hegemónica, se sustenta en esa explicación en términos de causa y efecto. Si la inteligibilidad de un discurso depende tanto de su conforma- ción textual como de lo que se espera de él, el discurso histórico del siglo XIX y de buena parte del siglo XX ha construido su inteligibilidad amparado en un "pacto" entre la instancia de producción y la de recepción, que se basa en la supuesta preexistencia permanente de relaciones lógico-causales en el acontecer de la historia.

    :¡ Desde otra perspectiva, \Vhite (l992b) mantiene la 11 •. 1 1, distinción entre las operaciones de investigación del 11' historiador y su operación narrativa, que involucra ,¡,l·,

    brindar un modelo verbal por el que se explica el pro!,1, ceso de desarrollo que lleva de una situación a otra

    -~.I ~ apelando a leyes generales de causalidad. Sin embargo, según este autor, las explicaciones históricas están obligadas a basarse en diferentes presuposiciones tnetahistó

    ;j, ricas acerca de la naturaleza del campo histórico. Estas

    'I,j, presuposiciones generan diferentes concepciones sobre '1,:' i-' los tipos de explicación que se puede utilizar en un aná",

    ~:'i lisis historiográfico, sin olvidar, como decíamos en el pá:(:' rrafo anterior, que los historiadores comparten con su

    audiencia ciertos preconcepLos acerca de cómo se podrían argumentar los diferentes procesos, en respuestai

    I l' a imperativos que eran generalmente extra-históricos, "¡', ideológicos, est.éticos o míticos. El estatuto del discu¡so i

    histólico como modelo inteligible no depende de la naturaleza de los data sino de la consistencia y coherencia

    j!: que se asignan desde la concepción del campo histórico ~ : que tiene cada historiador.[:,,'1 ~ i

    1!; 1: 1 74 1"tli I!I !i

    La narraclÓl1. Usos y teorías

    El mismo autor')"; enfoca el asunto de la inteligibilidad apelando a la esfera cultural, ya que la cochficacíón de los hechos en función de estructuras argumentales es una de las maneras que la cultura tiene de darle sentido a los hechos pasados, personales y públicos. El efecto de tales codificaciones es familiarizar lo no familiar, tarea propia de la historiogralla, ya que sus datos son siempre inmediatamente extraños, simplemente en virtud de su distancia temporal y de su origen en un tiempo de vida diferente a la nuestra.

    Por su parte, M. de Certeau (1993) expresa que en su "comprensión del otro", el discurso histórico se vuelve metalenguaje. Al citar, el discurso histórico transforma 10 citado en fuente de Habilidad y en léxico de un saber, pero también ubica al lector en la posición de lo que se cita, lo introduce en la relación entre un saber y un no saber. El discurso produce un contrato enunciativo entre el destinador y el destinatario por el cual funciona como discurso didáctico a la vez que borra las marcas del enunciador. Es decir que la inteligibihdad del discurso histórico depende de su carácter de lección, aunque un tanto particular, porque narra y no razona. Este último aspecto de la lección de la narración histórica no sólo atañe al problema de la inteligibilidad, sino que también está en relación con la construcción de autoridad: un relato no se discute puesto que narra y no razona; así, la autoridad emana del mismo discurso.

    55 eL 'The l-listOlical Te.xt as UteralY Artiract". En Whitc (1978).

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  • • MARiA EUGFN1A CONTURSI - FAl'llOLA FERRO

    El ~recto de realidad Hayden \Vhite~6 distingue entre un discurso histórico

    narra y otro que narraliviza. El primero adopta abiertamente una perspectiva que observa al mundo y lo registra. mientras que el segundo es un discurso que simula hacer hablar al mundo mismo como un relato. Justamente, este autor sosliene que son los mismos historiadores quíenes transf01man la nalTatividad en un va10r, porque consideran que. cuando está presente en un discurso, señala su objetividad, su seriedad y su realismo, es decir, su supuesta transparencia.

    Desde la postura de White, podemos sostener que el discurso histórico que nalTativiza produce una ilusión ele realidad, un efecto de verosimilitud. De este modo, el problema del discurso histórico no es si es verdadero (en el sentido de si se corresponde con los hechos de los que pretende dar cuenta). sino si es verosímil (es decir, creíble, aceptable).

    Pero no todas las culturas han construido los mismos parámetros para considerar lo verosímil. . Si la mención de la intervención divina ha resultado verosímil para algunas sociedades, no lo es para muchas de las culturas occidentales contemporáneas, que han sido marcadas por la racionalidad del iluminismo y la modernidad.

    Otra característica central del discurso histórico que también contribuye a esta ilusión referencial es que construye su propia autoridad~1, se autolegitima, por ~jemplo

    56 er. "El valor de la narrativa en la representación de la realidad". En White (1992a).

    57 También White desmroIló el problema de la construcción de la autoridad del historiador a través del concepto de ideología (conjUnto de prescripciones para Lomar una posición en el mundo de la

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    La narración. Usos y teorías

    a partir de la aparición de citas, ya que se plantea como historíográfico el discurso que "comprende" su otro. A través de las citas, las referencias, las notas y todo el aparato de remisiones y llamadas a discursos anteriores, el discurso histórico se erige en saber de lo otro. El lenguaje citado tiene el papel de acreditar el discurso: como referencial, introduce un efecto de realidad y, a través de su inclusión como cita, remite discretamente a un lugar de autoridad que está en otro lado, a la vez que legitima el discurso en el que aparece.

    Cabe adarar que los nombres propios tienen el valor de una cita, porque crean, junto a las descripciones y los deíclicos, una ilusión realista. En el discurso histórico, la multiplicación de los nombres propios y sus índices son elementos que funcionan ostensivamente, es decir, tienen el valor de aparecer como si "mostraran". "señalaran" aquello a lo que, de hecho, refieren. Otros índices son los mapas, gráficos y figuras, así como también los cuadros sinópticos y las conclusíones recapítuladoras. Según M. de Certeau, al serIe imposible por su constitución ampararse en la verdad, el discurso histórico recurre a la verosimilitud, efecto producido justamente por la aparición de citas, nombres propios, etc. Estas intercalaciones son la prueba de la comprensión de la historia.

    Sin embargo, la narración histórica "realista" es una práctica discursiva compleja. Según expresa Barthes511 , el discurso histórico supone una dob1e operación: en un primer momento (metafórico) el referente está separado

    praxis social y para actuar sobre él) porque sus prescripciones son argumentaciones que se sostienen por la "autoridad" de la dencia o del realismo. (CL "La poética de la historia").

    58 eL "El discurso de la historia". En Barthes (l987b).

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  • MARIA EUGENIA CONTUR$I - FABI01A Fr.RRO La narración. Usos y teorías

    elel discurso, se vuelve exterior a él, y, en un segundo momento, el significado mismo es confundido con el referente, y el discurso, encargado solamente de expresar lo real, ehmina el significado, creyendo posible, como todo discurso realista, un sistema semántico con sólo dos _ términos, el referente y el significante. Esto según Barthes, lo que genera el efecto de realidad: supuestamente no hay nada que se interponga entre los hechos históricos y la escritura de la historia. 'i9 Se podría pensar, siguiendo a Barthes, que las citas, como los nombres propios, etc., pueden funcionar como el detalle insigníficante: no aportan nada en sí mismos más que un efecto de rcalidad (Barthes, 1987b).

    lV. Hacía una reflexión sobre los usos de la narración

    Como ya expresamos en el capítulo anterior, nuestro interés es dar cuenta de algunos usos sociales de la narración y analízar la relación entre esos usos y las estructuras narrativas.

    Distintos trabajos proponen que la narración tiene usos, papeles o funciones en sus dimensiones sOdal,

    59 Paralebmente, M. de Certeau sostiene que, en tanto organizador del espacio textual/social y contractual, el discurso histórico "hace lo que dice", y es, en ese sentido, perfonnativo. No sigue lo real, sólo lo significa a través del "ha ocurrido'", Ese valor perf0l111ativo es tina de las condiciones que permite que la función de la historia sea prodUcir modelos para un presente. Así, explica De Cencau, al precisal" algunos aspectos de. la construcción historiográfica, aparecen tanto las relaciones de diferenciación y continuidad con respecto a la práctica de investigación como tambi�