yo he nacido en dos extremos, que son amar y aborrecer; no ... · de 1580 y fue bautizado en la...
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Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, nació en Madrid el 14 de septiembre
de 1580 y fue bautizado en la parroquia de San Ginés 12 días después: sus primeros años
transcurrieron en la Villa y Corte.
Estudió en el colegio imperial de los jesuitas y en las universidades de Alcalá de Henares y
Valladolid. Parece que fue en esta última ciudad, capital de la corte entre 1601 y 1606,
donde aparecen sus primeros poemas bajo el seudónimo de Miguel de Musa, parodiando
los de Luis de Góngora, quien no tardó en contestarle. Quevedo y Góngora se
intercambiaron hirientes versos y envenenados comentarios que aludían velada o
abiertamente a sus propias vidas. De estas pullas y chanzas nació una declarada
enemistad de duradera existencia. Según parece, esta rivalidad no se limitó sólo al papel.
"Yo he nacido en dos extremos, que son amar y aborrecer; no he tenido medio jamás”,
estas palabras autobiográficas de Lope son también aplicables a Don Francisco, al menos
en cuanto a su relación con otros grandes hombres de su época; es conocida su distancia
con Juan Ruiz de Alarcón, Juan Pérez de Montalbán o el Conde de Villamediana, así como
su sintonía con Lope de Vega, Cervantes y Antonio Hurtado de Mendoza.
Su vida discurrió cerca de la Corte en una intensa actividad política desde los mismos
centros del poder; tal “status” le trajo honores y amarguras: la Cruz de Santiago o el
señorío de Torre de Juan Abad; y dos destierros, uno en los dominios de su señorío y otro
en San Marcos de León. Fallece Quevedo el 8 de septiembre de 1645, en Villanueva de
Infantes, en cuya iglesia parroquial de San Andrés Apóstol, cripta de Santo Tomás de
Villanueva, se encuentran sus restos.
Quevedo tocó todos los géneros y temas en sus modalidades de verso y prosa. Esta
multiplicidad de registros propició la genialidad de sus escritos con que el idioma se vio
dotado de solidez y grandeza.
Como es habitual en otros autores también, la música y sus géneros, en especial la danza
y los bailes, irrumpen en su obra. Cita, así, en numerosas ocasiones, bailes como la
Zarabanda, Pironda, la Chacona, Corrija, Vaquería y Carretería (Entremés de La
Ropavejera), o la Jácara.
No es, pues, casual que el Grupo Coral Accento, interesado desde sus orígenes en la
relación de música y poesía, recuerde a Francisco de Quevedo y su entorno, como ya lo
hiciera con Lope de Vega.
EEll pprrooggrraammaa.. PPrriimmeerraa ppaarrttee
11.. FFuueeggoo ddee DDiiooss AAnnóónniimmoo.. CCaanncciioonneerroo mmuussiiccaall ddee TTuurríínn 22.. NNoo mmee ttiirreess fflleecchhaass MMaatteeoo RRoommeerroo ((MMaaeessttrroo CCaappiittáánn)) 33.. ¿¿AA qquuiiéénn ccoonnttaarréé mmiiss qquueejjaass?? MMaatteeoo RRoommeerroo ((MMaaeessttrroo CCaappiittáánn)) 44.. EEssccuurreeççee llaass mmoonnttaaññaass MMaannuueell MMaacchhaaddoo 55.. SSaallttee yy bbaaiillee AAnnóónniimmoo.. CCaanncciioonneerroo mmuussiiccaall ddee TTuurríínn 66.. DDee ttuu vviissttaa cceelloossoo CCaanncciioonneerroo ddee llaa SSaabblloonnaarraa 77.. EEnn eessttaa llaarrggaa aauusseenncciiaa AAnnóónniimmoo.. CCaanncciioonneerroo mmuussiiccaall ddee TTuurríínn 88.. PPoorr llaa ppuueennttee,, JJuuaannaa AAttrriibbuuiiddoo aa FFrraanncciissccoo GGuueerrrreerroo 99.. LLaa mmoorreennaa qquuee yyoo aaddoorroo GGaabbrriieell DDííaazz BBeessssoonn.. CCaanncciioonneerroo ddee llaa SSaabblloonnaarraa
SSeegguunnddaa ppaarrttee
11.. SSii ttuuss oojjooss ddiivviinnooss JJuuaann BBllaass ddee CCaassttrroo.. CCaanncciioonneerroo ddee llaa SSaabblloonnaarraa 22.. OOjjooss ccllaarrooss,, sseerreennooss AAttrriibbuuiiddoo aa FFrraanncciissccoo GGuueerrrreerroo 33.. CCuurraa qquuee eenn llaa vveecciinnddaadd MMaatteeoo RRoommeerroo ((MMaaeessttrroo CCaappiittáánn)) 44.. ¡¡AAyy,, mmaallooggrraaddooss ppeennssaammiieennttooss mmííooss!! AAnnóónniimmoo.. CCaanncciioonneerroo mmuussiiccaall ddee TTuurríínn 55.. LLaa CChhaaccoonnaa JJuuaann AArraaññééss 66.. ¡¡AAyy,, aammaarrggaass ssoolleeddaaddeess!! AAnnóónniimmoo.. CCaanncciioonneerroo mmuussiiccaall ddee TTuurríínn 77.. EEnnttrree ddooss mmaannssooss aarrrrooyyooss MMaatteeoo RRoommeerroo ((MMaaeessttrroo CCaappiittáánn)) 88.. ¡¡AAll eennrreeddaaddoorr!! AAnnóónniimmoo.. CCaanncciioonneerroo mmuussiiccaall ddee TTuurríínn
Amigos y enemigos (por orden de aparición)
Luis Góngora y Argote (1561 – 1627)
Nace el 15 de junio de 1561 en Córdoba. Estudió en Salamanca. Tras recibir órdenes
menores en 1585, fue nombrado racionero de la Catedral de Córdoba de cuyo cabildo
recibió el encargo de viajar por toda España. Ya desde joven, sus escritos atrajeron la
atención de músicos y recopiladores.
De 1613 es su trabajo inacabado Soledades, cuya publicación fomentó el gusto de los
culteranos y el rechazo de los conceptistas.
Como ya se ha dicho, su enemistad con Quevedo era manifiesta, y si éste habla de la
nariz de Gongorilla, no rehúye Don Luis cuadrar la métrica de algún verso con la cojera
del Señor de Torre de Juan Abad. También hubo desavenencias con Lope.
Amigo de diversiones y ocios poco edificantes, sufrió críticas y amonestaciones, lo que no
impidió que, por su prestigio, llegase a ser nombrado Capellán Real en 1617.
Fallece en su ciudad natal el 23 de mayo de 1627. En este programa recordamos algunas
de sus letras.
Félix Lope de Vega y Carpio (1562-1635)
Nace en Madrid el 25 de noviembre de 1562, estudió con el escritor y músico Vicente
Espinel hombre profundamente respetado por Cervantes y el propio Lope, y,
paradójicamente, amigo de Góngora. Sigue sus estudios en el llamado más tarde Colegio
Imperial de los jesuitas, centro de estudios, posteriormente, del propio Quevedo.
La admiración entre Lope y Quevedo consta, así como su rivalidad con Góngora; aunque
con Cervantes mantenía una confesada antipatía, éste lo consideraba “monstruo de la
naturaleza” por la magnitud y calidad de su obra.
Fallece en su ciudad natal el 27 de agosto de 1635.
Autor muy prolífico, se le atribuyen millares de sonetos y más de 1700 comedias, así
como epopeyas y novelas. En su dilatada obra recibe frecuente atención la música y la
danza, y diversos autores musicaron sus textos.
Su vida, en ocasiones licenciosa, y algún exceso por escrito, le acarrearon condenas y
destierros. Dejó constancia de sus amores en mentidos nombres que aludían a mujeres
reales ( Filis, Belisa… por Elena, Isabel, Marta…)
Su muerte en agosto de 1635 trajo consigo publicaciones elogiosas dentro y fuera de
España.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
Pedro Calderón de la Barca nace en Madrid el 17 de enero de 1600. Estudió en el Colegio
Imperial de los Jesuitas y luego en Alcalá de Henares, como anteriormente hicieran Lope
y Quevedo.
Durante un tiempo, ejerció la milicia con intervención en diversas contiendas; asimismo,
un cierto carácter pendenciero le granjeó enemistades y contratiempos. De 1625 datan
sus primeras obras para la Corte.
En 1635, año de la muerte de Lope, el Rey le nombra director del Coliseo del Buen Retiro
y pasa a dirigir los espectáculos de palacio; por esas fechas tienen lugar
representaciones musicales, entre las que destacan las compuestas por Juan Hidalgo.
Tras algunos contratiempos (el cierre de los corrales de comedia por la muerte de la
reina Isabel de Borbón y el príncipe Baltasar Carlos), y nombrado secretario de Duque de
Alba (1649), ingresa en la orden Terciaria (1650) y se ordena sacerdote (1651). Es
nombrado Capellán de honor del Rey Felipe IV (1663) y Capellán Mayor de Carlos II
(1666), sin dejar su producción dramática.
Fallece en Madrid el 25 de mayo de 1681.
LLLLLLLLoooooooossssssss mmmmmmmmúúúúúúúússssssssiiiiiiiiccccccccoooooooossssssss
(por orden de aparición)(por orden de aparición)(por orden de aparición)(por orden de aparición)
Francisco Guerrero (1528 – 1599)
Francisco Guerrero, nace en1528 en Sevilla. Muy joven, ingresa en el coro de la Catedral, donde inicia su formación. Fue maestro de capilla de la Catedral de Jaén (con sólo 18 años) y de la de Málaga. De las experiencias en Tierra Santa, nació su libro “El viage a Hierusalem”, en el que también consta su apresamiento por piratas a su regreso. Es contratado por el Coro de la Catedral de Sevilla, ciudad donde fallece víctima de la peste en 1599.
Compuso abundante obra sacra y profana, como atestigua su libro “Canciones y villanescas espirituales”, publicado en Venecia en 1589, así como otras obras que recoge algún Cancionero.
Su nombre, junto con el de Tomás Luis de Victoria y Cristóbal de Morales, forma la triada de los más grandes polifonistas del Renacimiento español.
Juan Blas de Castro (1561 – 1631)
Nace en Barrachina alrededor de 1561. En 1592 entra al servicio del Duque de
Alba en Alba de Tormes junto con Lope, con quien mantuvo una estrecha
amistad toda su vida. Desde 1597 fue músico de cámara de Felipe III.
Fue muy elogiado por Tirso de Molina y Hurtado de Mendoza, y especialmente por su
amigo Lope, que le cita en numerosas ocasiones con palabras laudatorias, en tanto que
Juan Blas musicó muchos de sus textos. De esta colaboración y amistad quedan
abundantes testimonios, como los versos dedicados al músico en La Bella Malmaridada:
“cantan y dan dulce guerra, / llevando el cielo en compás, /a los tonos de Juan Blas, /
que es un ángel en la tierra”/. Tirso manifestaba que “baste, para saber que fueron
excelentes, el dar por autores de los tonos a Juan Blas”.
Se sabe que, a su muerte, 771 tonos fueron llevados al Alcazar Real por orden de Felipe
IV, donde desaparecieron en un incendio.
El Cancionero de la Sablonara contiene 18 obras suyas.
Fallece en Madrid en 1631.
Maestro Capitán (1575 – 1647)
Nace en Lieja en 1575 y muere en Madrid en 1647. Desde 1594, cantor; y desde 1596,
director de la Capilla Real. Maestro de música de Felipe II y Felipe IV, así como de
Gaspar Sanz.
Cantor, profesor de viola de gamba, guitarrista y compositor, fue considerado el mejor
músico entre sus contemporáneos. Su aportación al estilo de los “tonos humanos”
españoles es altamente considerada. La nueva forma de policoralidad tiene reflejo en su
Dixit Dominus.
Como director de la Capilla Real, fue el maestro de muchos músicos que la integraban.
Murió en Madrid en 1647.
Gabriel Díaz Bessón (1590 – 1638)
Nace alrededor de 1590 en Alcalá de Henares. En 1616 es nombrado maestro de capilla
de la Colegiata de Lerma; en 1621 lo encontramos en el cabildo de Córdoba, con la
recomendación de Luis de Góngora; en 1623 es maestro de la capilla del real Convento
de la Encarnación de Madrid; en 1624 vuelve a Córdoba, y en 1637, al Convento de la
Encarnación, donde acabó su vida profesional, desempeñando simultáneamente el puesto
de cantor en la capilla musical de Felipe IV.
Fue también amigo de Lope, quien lo cita en la dedicatoria de la obra “Carlos V de
Francia”. La mayor parte de su extensa obra se perdió en el terremoto de Lisboa (536
villancicos, 114 motetes y otro centenar de obras). Las conservadas son especialmente
conocidas a través de Cancioneros.
Fallece en Madrid en 1638.
Manuel Machado (c1590 – 1646)
El portugués Manuel Machado estudió en la catedral de Lisboa. Se traslada a
España donde en 1610 es nombrado músico de la Capilla Real; allí desarrolló su arte
durante muchos años. Felipe IV lo nombró músico de su palacio en 1639; y, en 1642, le
otorgó reconocimiento por sus años de servicio.
Juan Arañés (¿? – 1649)
Muy poco se conoce de este autor. Se estima que nació en Alcalá de Henares. Entre 1614
y 1620 es maestro de capilla de la Catedral de Lérida. Se traslada a Roma al servicio del
Duque de Pastrana. En 1624 se publica allí su “Libro Segundo de tonos y villancicos a
una, dos, tres y quatro voces. Con la Zifra de la guitarra Espannola a la usanza romana"
que dedica al Duque; libro en que figuran doce canciones para voz y guitarra. También
se conocen otras 6 canciones incluidas en el cancionero de la Casanatense.
Torna a España y es nombrado maestro de canto de La Seo de Urgell, donde fallece en
1649.
Los textos (por orden alfabético)
¿A quién contaré mis quejas? Mateo Romero (Maestro Capitán)
Esta obra parece inspirada en una canción tradicional anterior que figura en el tratado de
Francisco de Salinas (1513 – 1590) «De música libri septem» con el nombre de «Las
quexas», y que se inicia con el verso «¿A quien contaré mis quexas, mi lindo amor?».
El texto del programa pertenece a «La Arcadia» (1598) de Lope de Vega (1562 - 1635).
En la composición de Maestro Capitán sólo figuran tres estrofas, y se parte de las primeras
cuatro notas de la obra descrita por Salinas.
¿ A quién contaré mis quejas, cuando de oirlas te guardes pues que ya tengo cobardes
piedras, paredes y rejas? Y ¿adónde iré si me dejas
siendo el alma que me anima?
Vuelve, vuelve señora y estima, el mal con que me atormentas que es lástima que no sientas lo que a las piedras lastima.
Si el largo tiempo no fuerza
mis agravios y tus daños, en la mitad de mis años
habré de morir por fuerza; que si la vida se esfuerza con una flaca esperanza,
vana fue la confianza de pensar que una mujer
en dejando de querer deje de tomar venganza.
Porque de varios caminos has hecho prueba en mi fe;
que quien sin pasión las ve,
dice que son desatinos. Vuelve tus ojos divinos a mis lágrimas humanos
que vengarse es de tiranos; baste que para mi mengua
remita el tiempo a mi lengua los agravios de tu mano.
Yo me acuerdo hermosa Isbella
y estas selvas son testigos, que juramos ser amigos
junto aquesta fuente bella; y que mirándote en ella,
por más señas, te di aviso del loco amor de Narciso;
mas ¿Qué mayor que querer persuadir una mujer
que aborrece los que quiso?
De este mi penar se arguye, Según la tengo por fuerte,
que aun hasta la propia muerte de los desdichados huye;
el alma me restituye, si la estimas en tan poco; pero en vano te provoco,
que, puesto que me la des, no querrá vivir después
en aposento de loco.
¡Al enredador! Anónimo. Cancionero musical de Turín
Graciosa letra que habla de las vecinas levantadas en armas para vengar el amor burlado
y desengañado. Podríamos imaginar al enredador como un personaje de carne y hueso,
desvergonzado y mujeriego, que dijera “Ya no tengo que perder – que soy poeta en efeto
– y por decir un conceto – deshonraré una mujer” (Es tu firmeza tan poca de Quevedo),
pero más atinado sería considerar que nuestro personaje es el mismo amor, ingrato y
doloroso, del que sólo nos queda decir “¡Qué cuidados a millares!, - ¡que encuentros de
pareceres!, - ¡que limitados placeres! - ¡y que colmados pesares! (En lo penoso de estar
enamorado de Quevedo).
Estribillo: Al enredador, al enredador veçinas, al enredador
al enredador, al enredador
El hijo de la vagaça, de venus el bastardillo, al que usa de cuadrillo, y con él las almas pasa
al que ni fuera ni en casa dexa de darnos dolor.
Estribillo
Tendido en la manta yaçe, Asido tengo al cruel;
Venid y hagamos con él Lo que con nosotros haçe, Para hazer burlas naçe, Mofemos al burlador.
Estribillo
Echémosle un laço fuerte, Porque escaparse no pueda, Que también él nos enreda Con lazo que da la muerte,
Y si lagrimillas vierte, Sepa que es rigor.
Estribillo
No hemos de dexar el juego Porque grite y forme quexa,
, pues tampoco amor nos dexa Por lástima ni por ruego, Vuele por el ayre el ciego
Como buela su favor.
Estribillo
¡Ay, amargas soledades! Anónimo. Cancionero musical de Turín
Este texto de Lope de Vega empieza recordando a Filis (su amante Elena Osorio) como
punto de partida a un breve y melancólico apunte autobiográfico. Se trata de una
composición a dos voces, de sencilla pero fuerte expresividad, que el Grupo Coral
Accento distribuye entre voces femeninas y masculinas alternativamente.
¡Ay, amargas soledades de mi bellísima Filis,
destierro bien empleado del agravio que la hice! Envejézcanse mis años
en estos montes que vistes, que quien sufre como piedra
es bien que en piedras habite.
¡Ay, horas tristes, cuán diferente estoy
del que me vistes!
¡Con cuánta razón os lloro, pensamientos juveniles
que al principio de mis años cerca del fin me trujistes!
Retrato de mala mano, mudable tiempo, me hiciste;
sin nombre no me conocen aunque despacio me miren.
¡Ay, horas tristes, cuán diferente estoy
del que me vistes!
Letra ha sido sospechosa, que clara y oscura sirve, que por no borrarla toda,
encima se sobrescribe. Pienso a veces que soy otro hasta que el dolor me dice
que quien le sufre tan grande ser otro fuera imposible.
¡Ay, horas tristes,
cuán diferentes estoy del que me vistes!
¡Ay, malogrados pensamientos míos! Anónimo. Cancionero musical de Turín
El texto de esta obra está constituido por unas octavas atribuidas a Pedro de Padilla
(1540 – 1599), una reflexión sobre los proyectos y amores de la juventud.
¡Ay, malogrados pensamientos míos, en juveniles años acabados,
desordenados, torpes desvaríos, en rigurosa estrella comenzados!
¿Quién sufrirá tan ásperos desvíos, ni la violencia de mis tristes hados,
ni quién tendrá esperanza ya en los bienes, si el mal se esfuerza y crecen los desdenes?
¡Oh, cuántos daños nacen de una ausencia,
cuántos temores y desconfianzas! Y aún es sufrible esta áspera dolencia, si no fuesen tan ciertas las mudanzas.
Que armarse un tierno pecho de paciencia ¿de qué puede servir sin esperanzas, y dar el alma en prendas y en rehenes,
si el mal se esfuerza y crecen los desdenes?
Confiésote, divina, amada prenda, por quien en vida estoy deshecho en llanto
que no puedo pensar en que te ofenda ni la falta del bien sintiera tanto; pero tan a mi costa vi la enmienda
y de mis miembros casi ya el quebranto que tú harás cómo mi muerte ordenes,
si el mal se esfuerza y crecen los desdenes.
Ya el entrañable y riguroso cielo, de mi mal no cansado en tantos años,
ha cerrado las puertas al consuelo y abierto un ancho piélago a los daños;
y en apariencias de un piadoso celo me da unos disfrazados desengaños,
en que dará mi vida mil vaivenes, si el mal se esfuerza y crecen los desdenes
Cura que en la vecindad Mateo Romero (Maestro Capitán)
Este texto de Góngora aparece también intitulado en algún papel como «Villancico a Lope
de Vega», y, sabiéndose la antipatía mutua, parece más que posible.
Estribillo: Cura que en la vecindad vive con desenvoltura, ¿para qué le llaman cura, si es la misma enfermedad?
El Cura que seglar fue,
y tan seglar se quedó, y aunque órdenes recibió hoy tan sin orden se ve, pues de sus vecinas sé
que perdió la continencia, no le llamen Reverencia, que se hace Paternidad.
Estribillo
Si una y otra es su comadre de cuantas vecinas vemos,
de hoy más su nombre mudemos de Cura en el de Compadre:
y si le llamare Padre
algún rapaz tiernamente, la voz de aquel inocente
misterio encierra y verdad.
Estribillo Cura que a su barrio entero
trata de escandalizallo, ya no es cura, sino gallo de todo aquel gallinero;
que enfermó por su dinero a las más que toca el preste
ya no es cura, sino peste por tan mala cualidad.
Estribillo
De tu vista celoso Cancionero de la Sablonara
En el manuscrito Jardí de Ramelleres recopilado por Gavino Branca y editado en
1635, se encuentran 440 poesías, de las que 240 son seguidillas, y entre ellas, la graciosa
y picaresca en eco «De tu vista celoso». Ésta consta de 45 estrofas, pero aquí sólo se
reproducen las cantadas en el programa; no obstante, el texto completo puede ser
consultado en la página web de la Asociación.
La denominación de “Seguidillas en eco” viene de que la primera palabra del cuarto verso
de cada estrofa, es fonéticamente próxima a las dos últimas silabas del tercer verso; así,
repitiendo una parte de la palabra que se acaba de pronunciar, unido al recurso musical de
reiterar las repeticiones con rapidez en su ejecución, da la sensación del efecto acústico en
eco.
De tu vista celoso paso mi vida,
que me dan mil enojos ojos que a tantos miran.
Para que no nos falte
plata y vestidos, las mujeres hagamos
gamos nuestros maridos.
Acostándose un cura, muerto de frío,
dijo entrando en la cama: Ama, vente conmigo.
Mi marido y el tuyo
se van al Soto, y con nuestros conciertos
ciertos serán los toros.
En esta larga ausencia Anónimo. Cancionero musical de Turín
Tema del amor ausente, jugando con el sol (el amor) la noche (la ausencia) y el alba (la
esperanza y alegría del bien que se vislumbra), es tema y juegos utilizados por Quevedo,
por ejemplo, en su poema «Amante ausente que escoge por maestro la piedra Imán», o
«A los ojos de Lisi, volviendo de larga ausencia». Este título figura también en el
Cancionero Musical de Lope de Vega (Vol. II).
En esta larga ausencia, donde mi desengaño y tu memoria
acaban mi paciencia, comienza mi dolor la triste historia,
discurso de una vida., bien empleada, pero mal perdida.
Aquí, donde se viste
de dos albas el sol en noche oscura, eternamente triste,
ausente de tu luz serena y pura, vive mi alma asida
al cuerpo triste de quien eres vida.
Aquí, para cuidado tan desigual, la muerte me reserva
que falte a mi ganado del Tormes agua y de su prado hierba,
que ausente el dueño mío ni hierba lleva el prado ni agua el río.
¿Cuándo, señora mía,
vera mi alma ausente y lastimada de tu sereno día
el alba destos montes coronada? Mas ¿quién habrá que aguarde
un bien que huye y se alcanza tarde?
Entre dos mansos arroyos Mateo Romero (Maestro Capitán)
Esta canción, como tal, figura en «La prudente venganza» de Lope, una de las cuatro
«Novelas a Marcia Leonarda». En esta novela, como en otras obras, Lope cita a su amigo
Juan Blas de Castro, músico incluido en este programa, e incluso lo utiliza como personaje
de «La Arcadia» y «Los Pastores de Belén».
El texto de la obra musicada tiene más estrofas que el de la novela; en esta última no se
incluye desde el verso «Al castigo de sus burlas…» hasta el final.
Entre dos mansos arroyos, que de blanca nieve el sol, a ruego de un verde valle, en agua los transformó;
mal pagado y bien perdido propia de amor condición,
que obliga con los agravios, y con los favores no,
estaba Silvio mirando del agua el curso veloz,
corrido de que riendo se burle de su dolor.
Y como por las pizarras iba dilatando el son,
a los risueños cristales dijo con llorosa voz:
Como no saben de celos ni de pasiones de amor,
ríense los arroyuelos de ver cómo lloro yo.
Si amar las piedras se causa de sequedad y calor,
bien hace en reírse el agua, pues por fría nunca amó. Lo mismo sucede a Filis,
que para el mismo rigor es de más helada nieve que los arroyuelos son.
Ellos en la sierra nacen, y ella entre peñas nació,
que sólo para reírse ablanda su condición.
Al castigo de sus burlas tan necia venganza doy,
que estos dos arroyos miran en mis ojos otros dos.
Lágrimas que dan venganza notables flaquezas son; mas deben de ser de ira
que no es posible de amor. No me pesa a mí de amar
sujeto de tal valor, que apenas puede a su altura
llegar la imaginación. Pésame de que ella sepa que la quiero tanto yo,
porque siempre vive libre quien tiene satisfacción. Por eso digo a las aguas que risueñas corren hoy,
trasladando de su risa las perlas y la ocasión:
Como no saben de celos ni de pasiones de amor,
ríense los arroyuelos de ver cómo lloro y
Al castigo de sus burlas tan necia venganza doy,
que estos dos arroyos miran en mis ojos otros dos.
Lágrimas que dan venganza notables flaquezas son; mas deben de ser de ira
que no es posible de amor. No me pesa a mí de amar
sujeto de tal valor, que apenas puede a su altura
llegar la imaginación.
Pésame de que ella sepa que la quiero tanto yo,
porque siempre vive libre quien tiene satisfacción. Por eso digo a las aguas que risueñas corren hoy,
trasladando de su risa las perlas y la ocasión:
Como no saben de celos ni de pasiones de amor,
ríense los arroyuelos de ver cómo lloro yo.
Escureçe las montañas Manuel Machado
Escureçe las montañas de Guadarrama el otubre y confusamente al cielo quiere igualar con sus cumbres.
Y esta mudanza, Filis, en el tiempo previene las que amor haçe en mi pecho,
pues naçe alegre la esperanza mía en la ocasión que todo se marchita.
Fuego de Dios Anónimo. Cancionero musical de Turín
Este romance es otro ejemplo de la recopilación de letras anteriores, que inspiraron a
Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681) la redacción de su comedia «¡Fuego de Dios en
el querer bien!»
Es un dúo homofónico, que añade, sin que figure en el texto, la palabra amén, de
indudable reposo para el discurso musical.
¡Fuego de Dios en el bien querer! ¡Fuego de Dios en el querer bien!
Yo ví una mozuela de buen parecer, liberal de manos y corta de pies.
Preguntome un día porque la miré
¿qué es su pensamiento de vuestra merced?
Dígela, mi alma, yo la quiero bien
respondióme luego, yo a él también.
¡Fuego de Dios en el bien querer! ¡Fuego de Dios en el querer bien!
Yo soy mas tierno que hecho de alcacer,
dí luego en amalla a los portugués.
Sustentaba el alma en el amor fiel, pobre de dinero
y rico de fé. No nos concertamos
en todo aquel mes,
que un amante pobre camina sin piés.
Díjome un testigo
de mi padecer, perderéis el seso
amante novel. Conquistáis empresa
De hermosa muger A puro suspiros, Moneda sin ley,
Sin ver que por ellos No habrá mercader
Que un palmo fiado de cintas os dé.
Por buenos doblones,
Si queremos bien, Las señoras damas Nos harán merced.
¡Fuego de Dios en el bien querer! ¡Fuego de Dios en el querer bien!
Tiempo de Leandro ¡qué buen tiempo fue! Dios perdone a Ero, Matóse por el.
Ya pasó Amadís Lleno de oropel,
Y Reinaldos diestro De espada y broquel. Por selvas y montes
Sin jamás caer Andaban las damas
En un palafren Habia doncellas
De cuarenta y seis Y agora de trece Piden de comer Hay agora tias,
Dios las haga bien, que luego las muestran
a hilar y teger, y salen tan diestras
En tiempo de un mes,
Que sacan el alma Al mas bachiller
¡Fuego de Dios en el bien querer! ¡Fuego de Dios en el querer bien!
Si teneis acaso Las armas del Rey,
Entrareis rompiendo, Y querrán os bien.
No hay vara de alcalde Ni de otro juez
Que tanto respeten Como a Plus de Argel
Anden segovianos Que yo vi ante ayer Matar una garza Con dos veces diez
¡Fuego de Dios en el bien querer! ¡Fuego de Dios en el querer bien!
La Chacona Juan Arañés
También conocida como «Un sarao de la Chacona», se trata de una danza española, en
boga en el siglo XVII, de carácter desenfadado, y “diabólica”, según algunos moralistas,
lo que motivó su prohibición en 1615 por el Consejo de Castilla.
Tuvo tal predicamento, que pasó nuestras fronteras, y, más tarde, autores como Bach,
Pachelbel o Muffat componen obras con este nombre.
El término chacona es ampliamente utilizado por nuestros escritores: Lope, Cervantes,
Góngora y, ¿cómo no?, Quevedo, que la considera música “mulata y atrevida”; tanto la
considera, que, en «Los valientes y tomajonas», dibuja el árbol genealógico de las
“danzas nuevas”, con ella en lugar preferente.
Un sarao de la chacona se hizo el mes de las rosas,
huvo millares de cosas y la fama lo pregona.
A la vida vidita bona vida, vamonos a Chacona!
Porque se casó Almadán, se hizo un bravo sarao,
dançaron hijas de Anao con los nietos de Milán.
Un suegro de Don Beltrán y una cuñada de Orfeo començaron un guineo y acabólo un’amaçona y la fama lo pregona.
A la vida vidita bona
vida, vamonos a Chacona!
La morena que yo adoro Cancionero de la Sablonara
Dos son las letrillas de Quevedo con este título y tema, que, si bien presentan claras
variaciones, mantienen casi intacto el estribillo y el tema en ambas versiones. De
trasfondo burlesco y satírico, el protagonista nos canta cómo los remedios para los males
intestinales de su ingrata amada le van a dejar con la bolsa vacía.
La Morena que yo adoro Y más que a mi vida quiero,
En mayo toma el acero Y en todos los meses oro.
La morenica del cielo de condición tan ingrata, que opilaciones de plata
la tiene puesta en desvelos, ya que la hermosura adoro,
procuro ser perulero. En mayo toma el acero
Y en todos los meses oro.
El acero que sabemos Toma por su inclinación Estremos son de afición
De hazer muy finos estremos No guarda el amor decoro
Porque el ángel por quien muero En mayo toma el acero
Y en todos los meses oro.
NNoo mmee ttiirreess fflleecchhaass MMaatteeoo RRoommeerroo ((MMaaeessttrroo CCaappiittáánn))
Este texto anónimo, junto con el de «No me tires flechas» del riojano Francisco López de
Zárate (1580-1658) y con el «Ya no más, rapacillo ciego» de un autor del que sólo se
conoce su nombre, Juan Luis, se consideran imitaciones del romance «Ya no más,
ceguezuelo hermano», también conocido como «A la fuente va del olmo» de Luis de
Góngora.
No me tires flechas Rapaz Cupido
Que es tirallas al aire Contra un rendido
Si las ocasiones perdidas Juzga por executadas,
Las flechas desperdiciadas No es posible hagan heridas;
Ni las almas tan rendidas Son capaces de mis daños Pues ni modos, ¡ay!, ni
engaños Que de ti no haya sufrido.
Que es tirarlas al aire Contra un rendido.
Si las flechas no te han quedado
Ni en mí lugar para más Suspende el fin con que vas,
Pues lo tienes alcançado. Rendido de mi cuidado
Tus golpes sentir no puedo Ni dar mas lugar al miedo
Por tenerle tan perdido. Que es tirarlas al aire
Contra un rendido.
Ojos claros, serenos Atribuido a Francisco Guerrero
El conocidísimo poema de Gutierre de Cetina es musicado probablemente por Francisco
Guerrero
Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados? Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira, no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos.
Por la puente, Juana. Atribuido a Francisco Guerrero
Es cosa conocida la habitual utilización de refranes y expresiones, como el de “Por la
puente se va a casa, que no por el agua”, y Juana como personaje popular de nombre
común; de este refrán tomó Lope el título de su comedia «Por la puente Juana, que no por
el agua», en cuyo Tercer Acto unos músicos cantan la cancioncilla de igual título; en ella
se reflexiona sobre el paso de la vida y la inutilidad de las pasiones juveniles. De la
honestidad de ésta y de otras comedias, y del buen hacer de su amigo Lope, informa
Quevedo por escrito, otorgándoles administrativa autorización.
Por la puente, Juana, que no por el agua.
Agora que el tiempo
con las manos francas de jazmín y rosa compone tu cara
y da a tus cabellos el oro de Arabia,
a tus dientes perlas y a tus labios grana, tu provecho busca,
mira que te engañan de mancebos locos
las promesas falsas.
No aguardes que el mismo,
con la mano helada, marchite las rosas,
vuelva el oro en plata. Vas por agua agora desnuda y descalza
sin ver que los tiempos pasan como el agua.
Tiene el interés
una puente larga que llega a las Indias
sin llevar armada: paso de discretas
y puente que pasan los cuerpos vestidos,
enjutas las almas.
.
Salte y baile Anónimo. Cancionero musical de Turín
En este caso, es el refrán “por dinero baila el perro, y por pan si se lo dan” el que justifica
el comentario que se hace a la señora Juana, «Por dinero baila el perro, Juana». La
relevancia del dinero en todas las facetas de la vida, y muy especialmente en la amorosa,
es tema muy tratado en nuestro Siglo de Oro; baste recordar la composición «Poderoso
caballero es Don Dinero» de Quevedo.
Por dinero bayla el perro, Juana,
Juana, por dinero bayla. Salte y bayle por dinero Que yo por mi contento
Baylar quiero.
En mil zarças dejando tu lana Cual simple ovejuela
Mi voluntad no me dexa seguir D’interés la paga
Alláname buena quexa, Mala paga no me allana.
Si tus ojos divinos. Juan Blas de Castro
El poema es de Don Francisco de Borja y Aragón (1577-1658), Príncipe de Esquilache,
autor apreciado por Cervantes («Viaje del Parnaso»), amigo de Lope, a quien elogió en su
«Laurel», y elogiado por éste en «La Dragontea». Lope, además, lo alaba en su trabajo de
censor.
Si tus ojos divinos los verdes campos miran,
donde sueltos respiran arroyos cristalinos,
que en la prisión encierra de altivas peñas la importuna sierra.
¿Qué hará, Belilla hermosa,
el agua de este río que de un valle sombrío
en los brazos reposa, y de ellos a buscarte,
confusa al Tajo por tu ausencia parte?
No te hallará en los prados, que matizar solías en los alegres días
de flores coronados, que a su fresca ribera
dieron tus pies segunda primavera.
Abrasados de celos llorando están agora tu soledad, señora, las aves y los cielos,
y la florida vega que entre olmos altos Manzanares riega
El Coro
El Grupo Coral Accento
Sus actuaciones han tenido lugar en medios diversos (Televisión, Radio, Palacio de Congresos y Exposiciones de
Madrid, Sala de Colón del Ayuntamiento de Madrid, Teatros e Iglesias), y en escenarios tanto de España como
del extranjero.
El Grupo Coral Accento tuvo el honor de ser elegido para intervenir en el acto del depósito de las cenizas del
poeta José Hierro en el Pabellón de Hombres Ilustres del cementerio de Ciriego en Santander, así como para los
actos que, en homenaje al mismo, se celebraron en los Centros de Poesía que llevan su nombre en San Sebastián
de los Reyes y Getafe. En esta última ciudad, ha sido Grupo invitado para el Día Mundial de la Poesía en el
Encuentro de Música Antigua y Sacra que se celebra allí anualmente.
Ha colaborado en manifestaciones de carácter cultural y didáctico de variada índole : Ilustraciones corales en
conferencias sobre historia y géneros musicales junto a la pianista Dª Marisa Montiel, Conciertos monográficos
en distintos Centros culturales de Madrid y provincia… Asimismo, y esto es importante, organiza con el
Instituto Beatriz Galindo un Proyecto que pretende abarcar mucha de la música vocal española e
hispanoamericana; para ello, desfilarán por el escenario de dicho centro un gran número de coros no
profesionales y agrupaciones instrumentales. Todo, en colaboración con las Administraciones públicas estatales
y autonómicas.
El Director: Aldo Cano
Inició sus estudios musicales en el Colegio S. José de Murcia, asistió a cursos internacionales de Gregoriano y
Música Antigua en el monasterio de Montserrat, a la par que recibía clases de Solfeo, Piano y Armonía en el
Conservatorio de la ciudad, en cuya universidad se licenció en Filosofía y Letras. Durante sus estudios,
intervino en la creación musical de varios montajes escénicos del Teatro Universitario, del que formó parte; ese
trabajo quedó reflejado en la publicación «Ocho años de Teatro Universitario». Asimismo, compartió dirección
en la Coral de la misma Universidad.
Recibió clases del pianista Stanley Parker, discípulo de Witold Malcuzinski. Integró el grupo “La Ortiga” con
los poetas José Hierro, Manuel Romero, Alfonso Silván, F. Portes, Carmina Casala, y con los músicos Javier
Alejano, Jesús Sáiz y Alfredo Gª Martín-Córdova; ha estudiado y practicado música de cámara con ellos y otros
amigos.
Como profesor de la anterior Enseñanza Media, llevó a cabo experiencias musicales de naturaleza didáctica,
citadas en otras tantas publicaciones del Ministerio de Educación. Con ese mismo afán, produjo un trabajo de
divulgación sobre el “leit-motiv” wagneriano, destinado a la comprensión del proceso creador de la Tetralogía
El anillo del Nibelungo.
Ha participado y participa también en diversos coros de Madrid.
Los integrantes
SOPRANOS
Trinidad Bernabeu Morón Mª Victoria Cañavate Sánchez
Paula Cordero M Rosa Galdeano Bellido Nieves González González
Salomé Latonda Crespo Leticia Medina Riesgo Irene Medina Ruperez
Belén Quereda Bernabeu Paloma del Rio
Mara Rodríguez Fonteboa Mariza Sousa
Mercedes Uribarri Díaz
CONTRALTOS
Cani Alemán Pilar Bastero Gil
Beatriz Berki Cuevas Josefina Carrascón Garrido
Dolores Español Aventín Almudena García-Orea Álvarez
Ana Garrido Bretón M. Carmen González Andrés
Esperanza Guaita Pardo Marisa Martínez de la Vega Marina Moreno Mendieta
Paloma Moreno Solanas Pilar Moya Esteve
Aurora Pernaute Álvarez Nuria Sánchez Beleña
Maria Antonia Vazquez Guijarro
TENORES
Javier Aguilar Lozano Jesús Jande Fernández
Ramón Morales Valverde Ignacio Muñoz Chapulí Jorge Quereda Bernabeu
Jorge Quereda Laviña
BAJOS
Juan Antonio Díaz Saá Luis Hernández Ignacio de Luna
Francisco Muñoz Sudupe Santiago Romero Vives