enrique y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s...

41
ENRIQUE T i v ' t ' t t i Poesías

Upload: others

Post on 27-Apr-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

ENRIQUE

T i v ' t ' t t i

P o e s í a s

Page 2: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Citiríqiie Pumitefr QU

PáitM'iOh

de fit§ TcVrt» Edición tlmiipiiiíifln

Pmbíah

Page 3: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Las aves canoras: como el genio y el verdadero artista, se aproximan a Dios en sus alas, y se asemejan a Este, como aquéllos en sus creaciones, al ser artífices de las mil sinfonías del trino.

© ENRIQUE PUENTES GIL, 1969

INSCRIPCION N' 36984

Page 4: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

PROLOGO a la 2* edición

"Pájaros de mi Tierra" es la noble creación de un criollista de cepa, a quién, aún en esta era espacial, "como la coyunda al buey", algo le ata al campo, con poderoso vínculo, hondamente estremecido por la presencia de ios alados habitantes de los bosques, los lagos y los esteros musicales.

Quien tenga bien puestos los pies y los sentidos en esta tierra, podrá saborear con deleite, de la vigorosa temática que estructura la poesía de Enrique Puentes Gil.

Pero, escuchemos al autor, con sus propias palabras, confesarnos su amor por los pájaros de Chile:

SI n' hubiera nació hombre, me gustaría ser árbol, pe' peüarsela a los vientos y tutearme con los pájaros...

(Cosas e' leso, de su Libro "E l Cantar de los Estaros")

Y aun mucho antes, en su primera Obra, "Guaso de Cepa", nos dice su anhelo en la hora postrera:

Quiero irme una noche bien clarlta al tranco e' mi bayo, al puro tranco, ojalá griten los treiles en la vega y un chincol me despida desde un álamo.

( "Con el pié en el es t r ibo" )

La forma expresiva de Puentes, ha ganado en eficacia y comunicación. Por ello es que su decorosa determinación creadora ha de alcanzar merecida

resonancia, muy en especial, entre aquellos que constituyen el grueso público,

Page 5: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

El cóndor aparece en nuestro escudo, el gorrión tras un mesón de agio-

tista; el " jo te" , el "canario", el " t ra ro " en cualquier esquina.

Mi amigo Patricio, el "pato" cuando está curahüilla habla como " l o ro "

y le da por decir que es chico y feo como "cuco", pero "águila" para los

negocios.

El desplatado, discretamente le confidencia al amigo: tengo sed, pero

"ando pato", el interpelado responde presto, solemnizando su determinación

solidaria con la frase: " f i rme la pata' el loro" y presurosos apuran sus pasos

al boliche más cercano.

En el penal "enjauladas", muchas "aves de vuelo" van a parar al hos-

pital o al cementerio por culpa del maldito "pájaro verde".

Se tiene mirada de águila, oído de zorzal o vista de huayravo, en alusión

a la agudeza visual o a la eficacia auditiva de aquellas aves.

El "pájaro de cuentas" se hizo "humo" o se volvió "perdiz", y el que

espera imposibles lo obtendrá cuando haya "pajaritos nuevos",

Muchos desde "pichón", por honrados, andamos como "pájaros sin ban-

dadas" y "a palos con el águila".

El galán poco exigente le dispara desde "chercán a jote", como el cin-

cuentón adinerado sólo acepta desde "Faisán p' arriba".

El hombre hábil o "vivaceta" mata dos pájaros de un t i ro y nunca

gasta pólvora en "gallinazos".

Aunque en la vastedad de nuestra fraseología popular, lo dicho sea sólo

"un alpiste para un canario" hemos creído de utilidad el mencionarlo, para

lograr una mejor comprensión de la asombrosa heterogeneidad del mundo

alado, armónica conjunción de bellas formas, melodías y color, precioso patri-

monio nuestro para cuya posesión, por fortuna no tercia al dinero, sino l,a

gratuita disposición de nuestros sentidos para deleitarnos con su existencia y

velar celosamente por ella.

Por últ imo, al señalar que esta segunda edición de "Pájaros de mi

Tierra" ha sido engalanada con dos valiosos aciertos del pintor nacional

H. Robles Acuña, más una serie de dibujos de aves ejecutados con depurada

técnica por la artista Srta. Irmi Maack, y la eficiente colaboración de "Carso"

(Carlos Sotomayor), no vacilamos en admitir que el prodigioso esfuerzo perso-

na! del autor bien puede ya considerarse como una importante fuente de infor-

mación pedagógica de valor didáctico indiscutible.

LUIS OÑATE FUENTEALBA

Page 6: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

La Ptefitrruea O CAMINANTE

Escancia su copa el cielo y cáliz, se hace la f lor ; tú, etéreo cantor cristalizas tus anhelos, al subir en raudo vuelo en las alas de tu estro allá, donde bello espectro luce, el iris fugaz, y ya en el azul, tu faz ríe, libre de cabestros.

En la bóveda celeste ensayas sonoras rondas, simpatiquísima alondra de nuestros cielos campestres; dejas tus notas agrestes, lloviendo sobre el paisaje, y si el f lor ido ramaje desprecias, para cantar, es en tu afán de otorgar alturas a tu mensaje.

Es tu "ch i r r ín" , de cristal, por tan alegre y tan límpido, lluvia que lava en mi espíritu la miseria terrenal. Por una fuerza vital que estruja tu corazón, asciendes, con la pasión de formar tu nido suave... por amor, cantan las aves, y es bella la creación.

Page 7: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

£öh p&q/uemtob

El (Picafilo'i El Cl/mcáíi El tfiete Colo%e& El Cackudito

EM Picaflor Vas irradiando bajo el sol, fulgores

de agua irisada, o regia pedrería, y tu canto es ponencia de alegría, grito de guerra o madrigal de amores.

Al libar en el cáliz de las flores, como dios griego, néctar y ambrosía, te imagino aéreo junco de armonía con su soberbia estela de colores.

Eres astro del vuelo y la pirueta, y a veces, queda tu figura inquieta cual milagro, en el aire suspendida.

Como se corre en el cielo una estrella, desapareces y eres una bella síntesis de la gloria, en esa huida.

— 8 —

Page 8: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

El Ch&reán

Para tu cuerpo pequeño, basta de mi rancho, un quicio, donde oirás de mis labios un sincero bienvenido, pero para tu alma enorme, ante tu rico registro, buri l con el que tú grabas en armonía, los trinos, los gnomos en cavernas, lapidando los berilos y adamantes, son enanos, es más grande tu prodigio. ¡Cómo adornas mi jardín, cómo alegras mis sentidos!, al verte entre los pimpollos persiguiendo algún mosquito, yo, que casi nada tengo, escuchándote, soy rico, y mi rancho es un palacio toda vez que a él, has venido. El rosal de los botones blancos, rojos y amarillos, la planta que yo más quiero, con cariño te la brindo, y entre rosas y perfumes tendrás escabel o nido, según sea tu deseo, virtuoso de los trinos.

Page 9: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

El tflviv Ccdo'teh

Siete colores te llaman, siete colores posees, los conté cuando te v i con deslumbre de oropeles, mientras repartía el viento, al totoral, cascabeles, allí en las aguas que cantan con mil reclamos vehementes, de las aves que se ocultan dentro del pajonal verde. Que baje allí a tu habitat el que quiera conocerte, donde el carrizal entona sus estribillos silvestres y deja escuchar sus trinos el pájaro de los bueyes, donde zambulle la tagua, y donde el agua se duerme, cuando su dosel de gasas pone la noche doliente sobre los ojos del lago, cubriéndolos dulcemente. Yo siempre iré a la laguna con la esperanza de verte, jugando entre las totoras, como una joya viviente; dinámico pajarito, que con tu atuendo de reyes, eres de la fauna alada el más bello de los seres.

— 10 —

Page 10: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

El Ca&hudito Te canto cachudito, porque entregas

tu cascabel sonoro de alegría, sembrador celestial de poesía, en el campo y las quintas solariegas.

Mundano querubín, con alas bregas, en mil trochas etéreas, son tu vía; con tu levita gris, la noche fría apechugas, y a la epopeya llegas.

Volando, como a saltos, en el prado, diminuto unicornio, te he observado con cariño y un dejo de ternura, y al verte tan chiquito e indefenso, he sentido en mi pecho, anhelo inmenso que los cielos te colmen de ventura.

—11 —

Page 11: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

81 Ckamkito Oropéndola chilena,

ostentas el amaril lo,

en tu pecho, de las flores

perfumadas del espino,

tu cabecita y tus alas

tienen color de jacintos,

y luces sobre la espalda

una esclavina ladri l lo,

si hubo un becerro de oro,

tal vez, no tuvo tus bri l los.

Te he escuchado en noches claras,

desde tu jaula, chanchito,

como entonando entre dientes

un tema, que escribió el gri l lo,

somnámbulo, aquellas noches,

ibas por bellos caminos,

como vaga el pensamiento,

ese eterno peregrino.

Con tu alma candorosa

y con tu traje de l ir ios,

dejastes esos plenilunios

en el aire suspendido,

como queda en los cencerros

columpiándose el rocío,

tu soñar, hecho canción,

de telegráfico r i tmo.

81 jilqm'ia Eres un cabeza loca,

un viejo verde, de barba, que pasas el día entero cantando, como cigarra.

Cantor sin inspiración, dejas de pronto la rama y la hilación de tu verso, por seguir tras la bandada.

Temo, cabecita loca, que en una de tus andadas, vas a quedar prisionero para siempre, en una trampa.

Del trasmallo al fricasé, es muy breve la distancia, y aún, con barrotes de oro, dura prisión, es la jaula.

¿Que hay una ley que prohibe al cazador, usar mallas?; ¡cuánto sádico, que goza en hacer cosas vedadas!

Mucha malicia y prudencia mal cantor, de negra barba, para que no tronche el diablo, lo que Dios puso en tus alas.

— 12 —

Page 12: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Ckii/ieol Tienes el aire y el candor de un niño,

un pañuelo, color ladrillo, al cuello, y vas buscando, del primer destello, al sonreír de véspero en un guiño, siempre cantando, con muy poco aliño: ¿Han visto a mi tío "Aust in"?, como si aquello: más que la luz, el sol, cuanto hay de bello, significara para tu cariño.

Te he escuchado en mi patio, an las diamelas, entonando tus dulces cantinelas, como un chico confiado y distraído.

Cuando el día se va, y albas estelas forma la vía láctea, te desvelas, y tu canto, se torna dolorido.

— 13 —

Page 13: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

MJU

Vowguzu

Ei Chueao

Suelo templar mi instrumento y cantar mis humoradas, yo soy como la torcaza, la que confía a los vientos; cuatro palitos, o un templo igual sirven al amor como altar, si a la pasión llega, y quiere la ventura, habrá un panal de dulzura en unos labios en flor.

Torcacita arrulladora te conocí en la frontera, donde el ulmo en primavera melifica en sus corolas. Morenas alas sonoras por los años silenciadas ya no existe la bandada, que al volar obscurecía con tus montañas sombrías; por el hombre, fue diezmada.

Somormujando en la historia desde el arca de Noé, tierna paloma, el ser fiel es tu prosapia y tu gloria. Mi décima, laudatoria se vuelve hacia tí, torcaz y al corazón virginal de aquellas bellas madonas, con castidad de palomas, que saben como tú, amar.

Torcaza, paloma amiga sin tomarte como adarga, enrostro a quien halla amarga tu carne, tras de engullirla. Tengo una flor preferida que en mi corazón cultivo, para entregarla al amigo que me supo comprender, o aquella bella mujer que en su alma me hizo nido.

De entre el áspero helecho, que en el profundo tajo de la quebrada, bebe en manantial intacto, cual relincho de un potro se alza tu voz, chucao, hasta donde el copihue, vino color ocaso, de su vegetal cáliz vierte, en los avellanos. Cuando casaste al indio, un rito, fue tu salmo, sacerdote del monte con hábitos mulatos. Sueles junto a la piedra, que el liquen ha enchapado, o bajo el f ino toldo de los hualles plateados, hacer tus vaticinios, vivo y alado oráculo. Dime chucao amigo, poeta de lo arcano, ¿de qué jugo bebiste para lograr tu canto, alguna f lor del monte te dio el secreto, acaso, o su luz la luciérnaga?, ¡cuéntamelo, hermano!... Sangra un copihue rojo en mi pecho cansado, porque mi voz es débil, y mis versos son pálidos: en esta tierra hermosa donde hay descastados que desprecian lo nuestro, sin siquiera escucharnos. Para que todos me oigan quiero cantar tan alto, como tú, en la montaña buen amigo chucao.

— 14 —

Page 14: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Jßa Xnta o Hued * Hued

Cuando el sol al horizonte cae, y en roja hoguera, arde; pálida, huye la tarde y en puntillas entra al monte. Entonces, allá en el bosque, una voz, de la quebrada a la montaña callada sube: "tú-tú-tú-tú-tú"... invadiendo, cual la luz al despuntar la alborada.

Primo hermano del chucao, como él, escurridizo, color mulato rojizo, apuntando al cielo el rabo. Quizás si tu monte amado se duerme en paz, como un santo, arrullado por tu canto, y es un templo tu quebrada, donde con cristalizada voz, va el agua murmurando.

Page 15: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Un picaflor volando picó en tu boca, creyendo que tus labio« eran de rosa...

Como aquintralados al trinar de arpas y vihuelas, integrándose y dando altura y color a la letra de nuestra música popular, anduvieron y andan los pájaros de Chile.

De nuestros bailes autóctonos tampoco han permanecido ajenos, junto a su bella y dinámica majestad la Cueca: "el Pequén", "el Jote", "el Aguilucho", animaron las fias-tas de nuestros abuelos; muertos por al olvido, sólo aquélla perdura inmortal.

— 16 —

Page 16: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

De la cordillera vengo

a caballo en un pequén...

t$l Pequén

De la culinaria autóctona, frugal y sabroso plato son, los "chuchos" o "concones", el "chercancito" y el "pavo" , los "pa jar i tos" de masa, de las tri l las del pasado tan nuestros, como un "pequén" picante, chorreando caldo, como los gusté, goloso, cuando mil ico en Santiago. Charlando de sus homónimos, el tema da para largo; conozco al "pequén" que luce airoso pañuelo en alto, al que en gran fiesta campera entre chamantos y tragos, en un caserón dormido entre tinajas de barro unos boldos y una vara, donde topeaban los huasos, le entregó el Folklore de Chile, con el especial recado de ir por esta linda tierra nuestra tradición sembrando: sobre una "cogote 'e yegua" se f i rmó el solemne pacto con un t into de Cauquenes y sendas plumas de ganzo. Otros pretenden hacerlo con bombo, quena y charango, y el quirquincho, aunque esté muerto soy gaucho, está chamuyando. Y ya de andar por las ramas basta, y tras este prefacio, voy por mi amigo pequén a la cueva, que es su rancho donde lo encuentro comiendo

de camarón, carapachos, como pájaro hogareño o celoso, junto al rancho se pasa y a los viandantes mira con ojos tamaños estallando en gritos de ira cuando alguien le es antipático, otras veces se pasea muy orondo por el campo, y hace flexiones de piernas en un quite imaginario, como un viejo pugilista cucú, de tanto chopazo, otras, como un volantín, queda en el aire colgado y tras baile tan etéreo se mete al buche un batracio, (Generalmente el bailar tiene móviles prosaicos).

Resulta multifacético: bailarín, minero, huaso, hombre de goma del circo, que tiene cuello de elástico, cuando gira su cabeza trescientos sesenta grados. Es como una fuente hermosa y eterna, su alma de pájaro, sacrificada su vida, al brindarse en holocausto en una rica cazuela, se vierte en manantial lácteo en los pechos de una madre, con lo que logra el milagro; sobreviviendo en su obra como el artista o el santo.

Page 17: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Gl Tiuque Tienes canto plañidero,

espíritu reposado, te he visto a veces, parado sobre un buey de lomo overo, cuando araba el chacarero, con su yunta fuerte y mansa, acariciando esperanzas debajo un cielo celeste, y era esa acuarela agreste para Dios, muda alabanza.

Tu alma se ve extravertida en pilchas, color barbecho, y cobijas en tu pecho hermosa filosofía, ésta es el llevar tu vida sin hacerte de enemigos, el labrador es testigo de tu amistad con el surco, y hasta el cazador adusto te respeta como amigo.

Alguien, sin duda, ha expresado que careces de donaire, cuando remontas el aire, y tu grito es destemplado, mas pregunto, si han pensado, amigo humilde y sencillo, de qué valen falsos brillos ante tu vida tranquila, oyendo, ángelus de esquilas y serenatas de grillos.

Humoí

Fanales transparentes que cobijan un alma, prima o bordón dormido, de guitarra hechizada. Hay un bello resumen de gemas irisadas, el sonar cantarino, en las piedras, del agua, la suavidad del liquen y la f lor perfumada, en tu albúmina viva, maravillosa cápsula. ¿Quién lapidó estas joyas?, misteriosas moradas de donde saldrán trinos a bordar la alborada. Cofrecillos arcanos de paredes calcáreas, la primavera trae las llaves de sus chapas.

—18 —

Page 18: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Ilidob Nido, gota de dulzura,

nidos, final y comienzo, voluta de humo sagrado suspendida bajo el cielo. (Los sentimientos más puros que se aniden, en mi pecho). Al ir rielando la luna, suele enviarles un beso, ella, que es la confidente del amor, bajo los cielos, tal vez por verlos humildes, y de par en par abiertos, con su pupila bril lante se pone a velar sus sueños. Los vi; en los acantilados, donde el mar toca sus cuernos, en la alta piedra que pulen las duras limas del viento, en el copo de los pinos, de algún ranchito en su alero, junto a una mata de pasto, tendidos, allí en el suelo. (La lechuza y el avión, buscan aromas de incienso). No quiero hablar de sus formas, tema bello, pero extenso, ni del sabor de la sopa de los nidos de vencejo. Cuando con su poncho blanco se fue lejos el invierno, y llegó la golondrina a un festival de gorjeos, en los árboles, los nidos cual símbolo de lo eterno, florecen bajo los pétalos de la rosa de los vientos. (Como no hay f lor sin aroma, el canto es perfume de ellos), y las tencas y zorzales, la vega y el bosque enteros este florecer festejan, con su lírico concierto.

— 19--

Page 19: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Ijos eíertios amigos «le EL PIDEN EL T REI LE EL GUAIRAO

m Entre sauces y culenes,

donde se ríe la tagua, enhebrando un hilo de agua hay un coro de pidenes. Fresca sombra de maitenes, perfume de yerba buena, se oye en la tarde serena un vibrante ¡viva el rey!, que lanza un cantor de ley de la campiña chilena.

Ahí va, oril lando el potrero, ocultándose a la vista, como el más huraño artista, el cantor del fresco estero. En claras noches de enero lo he visto coger estrellas, besarlas, jugar con ellas, allí, en aguas encantadas y dejarlas olvidadas como un amor, por querellas.

Cuando el campo está dormido, arrullándolo el batracio, y faroles de topacio los astros, han encendido, mis penas eché al olvido escuchándote cantar: junto con tu pregonar llora el agua cristalina, y el eco, es ágil ondina que te quisiera imitar.

Piden

Page 20: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

la agüita, f j del estwo••« LA CHURRETA LA GARZA EL TR1LE

Page 21: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Ei IVelle Sabe el trebolar en f lor,

de tu actitud vigilante, como el astro rutilante que te brinda su fulgor, en la vega, que es tu amor, cumples la misión más bella, al hacer tu nido en ella, aferrándote a su suelo, sin sentir aquel anhelo como el árbol, por la estrella.

Tu presencia da esplendor y animación al potrero, que en las arpas del estero está trinando mejor desde que vio tu color en sus aguas reflejado, cuando a su oril la has llegado, jugando con la bandada, madrugando en la alborada al sol, que no ha despuntado.

Conoces la limpiaplata, el junquil lo, el chepical, el chilco, el verde sauzal, que en el agua se retrata. Te enrostra su suerte ingrata, alguna mujer vencida: dice que arruinó su vida quien se valió del secreto de un cacho de treile viejo, magia de amor, conocida.

Alguna noche, entre sueños, suelo escuchar tus lamentos, los van arreando los vientos, como en un tropel de ensueños, sin querer, me voy con ellos en plácido divagar, cual zorro, grita al pasar un guairao, que no veo, mi pensamiento, el arreo lleva, en su peregrinar.

— 22 —

Page 22: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz
Page 23: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

J E I í m U V i i m O

o I I f f # 1 1 / r a r o

Noche; al trasluz del sauzal sé conversar con la estrella que desde su alta huella me invita a meditar. En mi rancho, en mi alma, paz, acusioso el pensamiento en el azul f irmamento busca como el sabio, luz, y el verso como un laúd vibra, en plegaria o lamento.

Triza mi hondo ensoñar bajo el abismo encantado el ladrido de un guairao que al estero va a pescar, raudo le veo pasar, f irme, seguro en su vuelo; su silueta allá en el cielo se esfuma, pero a mi oído aún llega su ladrido en áspero ritornelo.

Nuestro pueblo te ha tildado de brujo, ¡¡supercherías!!, pero en las noches dolidas al escucharte, guairao, alguien te ha imaginado más que zorro un hechicero, pasando a ser un venero de lo arcano y la leyenda, sin que nadie ponga riendas a quien te llama agorero.

La Cfiurreía Mientras devana el estero

madejas de agua en el cerro con fidelidad de perro correteas a su lado; ruedan, de manos de un hado esotéricos cencerros.

Abandonó su querencia, de limpia-plata, y de quilas, por seguir tras sus esquilas, el agua, y ya pisa alfombras de berros, como su sombra, junto a ella, te perfilas.

Tu color barro mojado y tus cejas atrevidas pueden servir de medidas para individualizarte, mientras vas, de una a otra parte, arcilla llena de vida.

En el suelo, junto al agua, haces tu nido de amores, a los sapos trovadores oyes, con tu compañera... huye la noche ligera tras los primeros albores.

Page 24: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz
Page 25: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

La Gat*sa Era el gran potrero una sinfonía

verde: de esmeraldas y de malaquita, a las aves daban, los álamos cita, para transportarse con su melodía.

La achira escarlata en llamas ardía, entre fresco trébol, cu lenes y pita, y en el devenir de esa paz bendita contemplé las garzas de muda armonía.

Magro anacoreta, alba porcelana, alma transparente, como una mañana, novia inmaculada, azucena en f lor : tú eres, del campo, mi garza galana, blasón de pureza, junto a la fontana, el pajonal verde, o estero cantor.

El Xrlle* Puso esplendor en tus alas,

alguna musa graciosa, al enchapar brillos de oro sobre tus plumas umbrosas: con esmalte, al sol robado, o a los juncos, o a las rosas, glorificó aquella bella tu fina capa de sombras. Avida, tras el mosquito, o libélula, tu boca, vuelas próximo a tu nido, quintral suave, en las totoras. Allí contemplé gozoso, tu plumaje de oro y sombras, quedando impresa por siempre tu visión, en mi memoria.

( * ) Según varios historiadores, el nombre de Chile, viene de la voz anomatopéyica del Tr l le (ch l l l l . . . ) . En la toponimia de nuestro suelo, tampoco es ajena la Influencia de nuestras aves, en lengua aborigen.

— 26 —

Page 26: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz
Page 27: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Bandurrias sobre el Lago Su val

(Valdivia, Fabrwo d« 1969).

Un fresco toldo celeste el cielo, alba porcelana las corolas del nenúfar sobre el calco de las aguas. Por ingrávidos caminos llegó al lago un coro de hadas pulsando una melodía en xilófonos de plata; sobrevolaron sus notas para llover como lágrimas sobre el lago, que vibró, como herida vibra el alma, y pasaron las bandurrias con sus alas desplegadas, musicando aquel rincón con sus tímpanos de plata, llenando de poesía esa laguna encantada. Caminando sobre el lago, con sus barbas milenarias, vi a Moisés cogiendo flores para llevarse una haldada y dar un jardín al cielo con un trozo de mi patria y la voz de las bandurrias prendida al nenúfar malva. Encendiéronse candelas en la nave azul y alta: yo quedé solo en el lago soñando, allá en la distancia razgaban trozos de cielo color lila y escarlata las bandurrias, con sus vocas como cuchillas metálicas.

— 28 —

Page 28: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz
Page 29: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

81 Huleo o S)'mcáiíi

Como una f lor sin aroma, un cantor sin instrumento, como en el mástil, sin viento se marchita el pabellón, le falta canto al diucón que le dé brios y alientos.

Por eso de mala gana, con los ojos colorados como si hubiera llorado, vuela en silencio, despacio, como urgando en el espacio el canto que le han negado.

Ya, apostado en alto copo, luce un aire circunspecto y un traje gris muy correcto, perdiendo toda etiqueta cuando como una hoja seca cae sobre algún insecto.

Suele, tras débil reclamo, cual apagada gotera, llevar a su compañera desde el campo a algún jardín, por sacudir el esplín que agobia su vida entera.

Pobre hurco melancólico, poetizar te privó El que la vida creó, y entre otras cosas bellas, como la f lor, o la estrella, mudo, al mundo te arrojó.

81 ihm - fbm Quieto, en el copo de un árbol,

luces cual negra cerámica, para hacerte mariposa cuando despliegas tus alas. Es contraste sugerente tu color de noche y albas, cuando en el pajonal verde como una f lor , te desplazas. Se confundió, cual Babel, aquella paleta mágica, que tras el logro feliz, y exclusivo de tu capa, al desmandar sus esmaltes pintó de gris a tu amada, tal vez por eso vas solo sobre la vega esmeralda, pues, resulta su vestir una ofensa a tu elegancia. Con una esposa más fea que una maldición gitana, mantienes mutismo eterno, ni por arrear penas, cantas. Cuando hondazo, disparado de algún árbol o una estaca te lanzas sobre un insecto zumban, cual run-run, tus alas, por eso te bautizaron RUN-RUN, bella f lor alada. Tu nombre, reminiscencias gratas, trae de mi infancia del corretear por el campo, del run-run con que jugaba; y de un vuelo el pensamiento, desdibujando distancias, me llevó a esos años idos, cuando mi alma fue tan diáfana como el blanco inmaculado de la punta de tus alas.

— 30 —

Page 30: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Qoloticfojiifiab

Golondrinita que vienes a verme, todos los años y a anidar bajo aquel yugo, broquel, de mi viejo rancho, tú, que oíste carillones y vetustos campanarios y en instrumentos de viento la palabra de los árboles, de la duna, imperceptible rumor, cual eco lejano, las risas de las princesas en sus palacios dorados, y las rondas de los niños jugando en los aledaños, tú, ave del alma blanca, que Al amigo de Lázaro le quitaste las espinas de su corona de escarnio, cántame, así a la sordina bajo el broquel de mi rancho, mientras del sol la caricia nos envuelve, con su halo. Así, en las noches de invierno tu estampa de finos trazos me traerá a la memoria la alegría del verano, música de carillones y vetustos campanarios y las risas de los niños y el gorjeo de los pájaros. Golondrinita que luces un corpiño almidonado y caperuza azul mir lo, te espero en mi viejo rancho, no te pido que me traigas, del sol tórrido, algún rayo, ni lleves a alguna amiga lejana, ningún recado: sólo tu voz delicada voy a quedar esperando, ven, a quitarme la espina que hece mis versos amargos.

m f io-f ío Un pregonar plañidero

y eterno, es tu fío-fío, y te tiene a la miseria tan deplorable capricho. Es un caso patológico tu obseción, amigo Fío porque en tu afán de fiar hasta tu canto has perdido, y aunque es triste tu experiencia sigues con tu fanatismo, por eso, ya apenas tienes un pobre yoqui amarillo, y el traje que siempre vistes es de un verde desteñido de la mañana a la noche vas por el bosque sombrío gritando a los cuatro vientos tu fío-fío enfermizo. Olvidaste que el f iar, aunque es muy nuestro y muy típico hace a los acreedores morir clavados, cual Cristo.

— 31 —

Page 31: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

£1 Chucho

EU Jote A la altura de las nubes

circunvala tu silueta, con dominio te deslizas bajo un cielo de turquesas. Sigues la huella de luces, de la luna o las estrellas, y cual ser extraterreno nuestras miserias oteas. Veo una contradicción entre la mortaja negra que te viste por entero con el alma que tú encierras. Quien como tú, a nadie hieres, lo digo sin reticencia, podrías vestir un poncho blanco, como una azucena. Todos por vivir, matamos, de alguna u otra manera, y a tí porque eres humilde, como a Cristo, te desprecian, o a aquel lobo, de Francisco que tornaron a la selva... Maravillosas tus alas y tus cielos de turquesas.

Son tus ojos lunas llenas que la noche van rondando, luciérnagas encendidas, mientras se escuchan los sapos o el ladrido de los perros, centinelas de los campos.

Eres un brujo o chonchón, un enano noctámbulo, chucho cabezón, bandido que matas en despoblado, tienen entonces tus ojos, bajo la luz de los astros, el mismo bri l lo asesino del puñal de algún malvado, con el ruido de un suspiro huye un alma en pos de amparo, y el manto azul de la noche lo conviertes en sudario.

Cuando los ranchos t ir i tan bajo los vientos del austro y agoniza algún chonchón junto al brasero apagado, sus moradores, por nada, quisieran oír tu canto, que es un augurio de muert« tu satánico esquinazo; es el decir de la gente, pues yo, no te estoy juzgando, puede ser cruel equívoco el que te hayan prontuariado: ¡cuántos vamos por el mundo, siendo mal interpretados!

— 32 —

Page 32: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Giln al ¡ialerto cttuio't

Inspirado cantor del valle y la montaña, la f lor te dio su néctar, para embriagarte el alma. Venero de tu estro la inagotable gama que muere en el ocaso y comienza en el alba. El pincel de mi humilde verso, a pintar no alcanza el bri l lo de la estrella, en una pobre página. Mas tú; que desde el cielo, ves aguas esmeraldas, conversas con el aire, el rocío y la planta, que trepas por un rayo de sol, a la enramada o como hoja seca, de tu nido, te lanzas,, tú, que tienes cual ángel, privilegio de alas y que bebes arpegios en una fuente mágica, que en tu pupila guardas los reflejos de nácar, del lucero que sube en el cénit, al alba, rubíes y amatistas, cuando allá en lontananza se hunde el sol, en el mar, entre vividas ascuas, posees el prodigio de la llama sagrada, y eres dueño del verso, cantor de la montaña.

33-

Page 33: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

PájMoí) maiimöj Pájaros marinos, os quiero cantar

un himno, que tenga, cual la perla fina, horizonte bello, expresión prístina, y el plankton, y el yodo, y la sal de el mar.

No hay pinacoteca que pueda ostentar aquéllas marinas, que vio tu retina: la aurora boreal, la fuente opalina, y el austral caleuche, fantasma de el mar.

En estalactitas, has visto del cielo caer a las aguas, en un loco anhelo por lucir más bella, la luna hecha trizas: como novia amada, la has izado en vuelo, y al correr tus alas, su albísimo velo, hechizó la noche con nivea sonrisa.

Gaviotas Aguas color del cielo,

arenas blancas y tu risa, gaviota, son nuestras playas. La ola que revienta, la roca baña con burbujeante espuma, liviana y blanda. Te encumbras en el aire, con una taca, para soltarla luego y degustarla. Mi gaviotita overa contigo araba, tú seguías el surco cual sombra alada.

Aunque en el mar hoy vivas, de campechana, conservas el reirte a carcajadas. Con alfombras de luche y de otras algas se tapiza la roca, por serte blanda, y en los potreros verdes tu faz perlada, lleva del mar, al campo, una añoranza. Gaviotita que pescas peces de plata, mi juventud recuerdo al ver tus alas.

— 34 —

Page 34: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

Pá¡fM*tj& die Ivb bitvtjvh

(TORDO ARGENTINO)

Eres un "gaucho matrero" (1 )

un baqueano de las "huellas", (2 )

que atravesastes los Andes

y te gustó esta querencia,

como cualquier "pata é perro"

duermes bajo las estrellas

y nunca hiciste tu nido,

ni lo harás, puesto que piensas;

los hijos se crían solos

y crecen cual mala yerba:

ni tu compañera sabe

de obligaciones maternas. *

Por nacer arreando " t ropa" (3 )

la vacada es tu vehemencia

y pasas el día entero

junti to a la de la hacienda,

que te mira como amigo

y acepta tu convivencia.

( 1 ) El que no tiene residencia.

( 2 ) Caminos, senderos.

( 3 ) Arreo, piño de animales.

( * ) Este pájaro, es prácticamente el Onico que posee hábitos parasitarios (pone en nidos ajenos), como entre las aves nuestras, el pato rinconera.

Distinguida y exclusiva

es tu eterna vestimenta

azul, que tiene más bri l lo

que una finísima seda:

tu esposa viste de gris,

tanto bri l lo la acompleja,

o el presupuesto completo

gastas, por lucir tu percha.

Te entonas para cantar,

con áspera carraspera,

como algunos guitarreros

que padecen sed eterna,

y después en las totoras,

los álamos de la vega,

cantarás, y hasta parado

sobre un toro "cordi l lera".

¡Cómo no vas a cantar!

si eres hombre sin problemas,

fresco como los pingüinos,

padre de negra conciencia;

— 35 —

Page 35: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

£oé gMnchb cciiiio'io!) V

EL ZORZAL LA TENCA

EL TOUUO LA DIWJCA

LA LLOICA EL Y A L

El Zorzal Llevándose de cabestro

a la tarde, se fue el día, la brisa arreaba luceros, camino "las tres Marías". Se ha puesto un rebozo negro el monte, cual dama antigua, y en las puertas de los ranchos el fuego amarra gavillas. En los charcos de la vega se van abriendo pupilas, que transfigura la tarde con su milagrosa alquimia. Y como silfos que fueran por la pradera dormida, está un zorzal, desgranando de su flauta, melodías. Bardo, rapsoda campero, un ángel te dio su risa, tu canto tiene el encanto de la mujer más bonita. Tu estro, a los mismos astros, en tus silbidos te empina, y te tuteas con Dios, mientras el cielo te mira.

El Tordo Barnizó de oro las hojas

de los álamos, otoño, que cual láminas doradas fueron cayendo al arroyo, sus flautas de mil carrizos, hasta el venidero agosto en sus silvestres estuches guardó, el pájaro canoro. El sol, aquella mañana el campo tornaba hermoso, allá en el copo del álamo, dorado por el Otoño, en pentagramas celestes leía música, el tordo. Amigo de poncho negro, conservas como rescoldo, de la música campera, en tu pecho, el repertorio, repertorio inagotable, es el tuyo, gran goloso, que entre silbidos y trinos degustas sabrosos pomos y en sus propias barbas robas a la espiga, su tesoro, cuando todos han callado, a tí, te sobran "cogollos". Si algún perjuicio causaste en mi huerto, ego, te absolvo, por el agrado de oírte, melodioso amigo tordo.

— 34 —

Page 36: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

La IÄoten Es un brochazo escarlata

en el paisaje campero, rojo copihue señero, el que su pecho retrata, cual bujía se dilata, y ya es rubí, que fascina, bajo el sol que la ilumina con un amoroso rayo, que le envía de soslayo a su figura prístina.

Allá en la extensa pradera la escuché cantar, volando, cuando iba como jugando con su alegre compañera. Mas, dice la patria entera que ella, oculta su dolor, como el que inspira al cantor, y a cuchillo fue la herida que hirió su yo, alma sufrida, que no se agosta, cual f lor.

Grande es su amor a este suelo, como huaso campechano, busca en él, sabroso grano y le canta con desvelo. Si a veces levanta al cielo su vuelo o su clarinada, es por mostrar a su amada su plumaje de arrebol, o encontrar un sí bemol, a su lírica pallada.

Lloicas volando en los prados, mariposas de alegría, son todo un himno a la vida sus pechos pintarrajeados. Clarines endieciochados entonando alegres dianas, que decoran las mañanas con luces iridiscentes, como unos labios ardientes, que de morderlos, dan ganas.

Lii Venen Buscas siempre la alta rama

para tu tema elevado, rapsoda, que has conquistado los laureles de la fama, en tu pecho arde la llama de la excelsa inspiración, y al poner el corazón y el alma en tu melodía, contagias con tu alegría, sin tener tal pretensión.

Es hermoso tu ideal, alcanzar la perfección, con un grave "cot rot rón" inicias tu madrigal, y después el manantial que hay en tu pecho albergado brota, y cantas transportado, con exquisita dulzura, la más bella partitura, cual virtuoso consagrado.

Es tan sobrio tu ropaje, color de poncho merino, como complejo tu tr ino y f lor ido tu lenguaje. Si alguien te infiere el ultraje de ponerte en cautiverio, serás como el cementerio de tu propia alma, dolida, y a tu voz, como a tu vida, las envolverá el misterio.

— 37 —

Page 37: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

XIti Hinca En sus sábanas de gasa

está la aurora dormida, las altas constelaciones van perdiendo su alegría.

El horizonte, allá lejos, como mujer presumida, de carmín se tiñe el rostro y se aplica ojeras lilas.

Entre crepúsculo y alba de su nido se desliza, "sin f in, sin f in, sin prin-ci-pio", la madrugadora diuca.

Con su capote gris perla, y en el cuello, alba chalina, ella cuida su garganta en las madrugadas frías.

Y quien crea, que no hay hadas que hechizan con melodías: que escuche, cantando al alba, las diucas en la campiña.

El l/nl Ovill i i i-to de hilo, cantas,

en los campos de mi tierra, o en la jaula que te encierra sin acallar tu garganta. Hay una devoción santa, en aquel modesto hogar, que te brinda tu yantar, tierna lechuga y alpiste, por el agrado de oírte en tu flauta, armonizar.

Como auténtico poeta vas engarzando armonías, rastreador de melodías, que perdió una musa inquieta. Y en ese amor por tu meta (de la que estás casi al f i lo) sobre un árbol te perfilo, trinando tu pico de oro, ese musical tesoro: tu eterno ovill i i i-to de hilo.

H O M B R E - P A J A R O

Sin pretender vincular los pájaros con nuestra etnografía, he querido Incluir en este l ibro un dibujo, logrado por mi amigo "Carso" de una estatuilla en madera, de un hombre-pájaro, ("Tagata-manu", en dia-lecto polinésico, lengua actual de Pascua).

Tiene la misma y tradicional forma de aquéllas talladas en piedra, encontradas en algunas cavernas subterráneas de "Rapa-Nu¡".

En tiempos remotos el "Tagata-manu" era el más aito dignatario de la Isla, para llegar a serio había que tener en la mano un .huevo puesto por el pájaro de la suerte ( "Manu-Tara" ) , como estas golondrinas de mar sólo ponfan en la isla de ' Motu-Nui" , sus huevos debían ser ganados a nado en una verdadera odisea entre los competido-ras con los tiburones que pululan en esas latitudes.

El jefe del clan que recibía de manos de uno de sus hombres el huevo pr imero, era elegido "Tagata-manu", este reinado que duraba un año se iniciaba según el r i tual con sacrificios humanos.

(I lustración al f rente)

— 38

Page 38: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

M X » K V

Portada: Diuca - Tri le (hembra) - Zorzal Tape 2: Pájaros de los Bueyes.

Pie-Prólogo 3 La Pich irruca 7 El Picaflor 8 El Chercán 9 El Siete Colores 10

El Cachudíto 11 El Chanchito — El Jilguero 12 El Chincol 13 La Torcaza — El Chucao 14 La Tuta — Ilustración El Chucao 15 Ilustración La Cueca 16 El Pequén 17 El Tiuque — Huevos de Pajarrillos .... 18 Nidos 19 El Pidén 20 Ilustración El Pidén 21 El Treile 22 Ilustración El Treile 23 El Guairao — La Churreta 24 ilustración La Churreta 25 La Garza — El Tri le 26 Ilustración Le Garza 27 Bandurrias 28 Ilustración La Bandurria 29 El Hurco o Diucón — El Run - Run 30 Golondrinas — El Fío-Fío 31 El Jote — El Chucho 32 Oda al Pájaro Cantor 33 Pájaros Marinos — Gaviotas 34 Pájaro de los Bueyes 35 El Zorzal — El Tordo .. 36 La Lloica — La Tenca 37 La Diuca — El Yal —• Hombre - Pájaro .. 38 ilustración Hombre - Pájaro 39

Tapa 3: El Caleuche. Tapa 4: Cisnes de Cuello Negro.

— 39 —

Page 39: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

1? EDICION 1965

3.000 EJEMPLARES

ESTA 2> EDICION DE 6.000 EJEMPLARES SE TERMINO DE IMPRIMIR EN LOS

TALLERES DE LA ESCUELA TIPO-GRAFICA SALESIANA DE CON-

CEPCION (CHILE), EN EL MES DE NO-

VIEMBRE D E 1969.

Page 40: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

... No hay pinacoteca que pueda ostentar aquellas marinas, que vio tu retina: la aurora boreal, la fuente opalina, y el austral caleuche, fantasma de el mar.

"EL CALEUCHE", OLEO DE H. ROBLES ACUÑA

Page 41: ENRIQUE y dond eel agu sae duerme, cuando su dose dl e gasas pone la noch doliente e sobre lo ojos s de lagol , cubriéndolos dulcemente. Yo siempr ire aé la laguna con la esperanz

FOTO GENTILEZA JOSE FIGUEROA

.a les i a nos CONCEPCION