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1 Xosé Azar Eros y espiritu Poemas

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1

Xosé Azar

Eros y espiritu

Poemas

2

Portada:Éxtasis

Escuura del poeta.

2º edición.

3

A Carmen, mi mujer.

4

Prólogo

Hay quienes se adaptan a las exigencias del mercado o a las

políticas editoriales, y quienes no.

Los que se amoldan suelen ser bien conocidos; al fin y al

cabo, eso es uno de los provechos de su amoldamiento. Una

vez que han acertdo a producir la mercancía adecuada, la

todopoderosa industria publicitaria, las megalibrerías y

otras organizaciones comerciales, o los discretos

encargados de dispensar cuotas de fondos públicos entre

inconcionales y compañeros e viaje, se encargarán de

promocionar y ofertar el producto que, a poco que los

interesados sepan jugar sus cartas, puede acabar engrosando

la lista de best-sellers.

Los otros son los ‘inadaptados’, hombres y mujeres con un

noventa y nueve por ciento de posibilidades de permanecer

para siempre anónimos, desconocidos, silenciados, perdidos

en ese limbo en que han pasado la existenica tratando de

aumentar, siquiera sea en una partícula, el vasto

continente de la experiencia humana cristalizada en arte.

De éstos, unos designan y acepan otra forma de vivir

diciendo no a ésta; otros, arqueólogos del futuro, dedican

el total de sus breves existencias a la recuperación de la

utopía –descartada ya la ideológica, cristiana o marxista,

por ilusoria- real, terrenal, vital, el rousseaniano

‘estado natural del hombre’, macerado por siglos de

raciocinio mutilador. Y cantan la sensualidad, la belleza y

la alegría paganas y la ebriead dionisíaca, rescatadas por

el ladrón de Sils-María.

Estos utópicos que, pacientes e indoblegables, persiguen

durante toda su existencia la humanizada divinidad de la

orgía, en erótica y mística comunión con lo que es, porque

fue, y por eso será; sabedores de que la inmersión en la

humanidad total hace realidad el onfalo que ellos persiguen

con indoblegable paciencia, con la obstinada reiteración de

quienes saben que lo que de verdad es arte y vida no puede

ser de otra manera. Pan no ha muerto, vienen a decirnos;

vive. Está asilado en el corazón y las vísceras de todos y

ada uno de nosotros. Momificado por la pus de ‘lo que

vende’. Y esperando salir. ¡Echémonos, pues, a la calle!

¡Vayamos a buscarnos!

Que es lo que Xosé Azar viene a exigirnos y a ofrecernos en

toda su obra y también en Eros y espíritu. Absténganse de

escuchrle sacristanes de todas las iglesias y mandarines de

todas las cátedras y tribunas de opinión gacetillera y

consejos de redacción de revistas ‘culturales’. Óiganle,

porque en ello puede irles la verad o el engaño de sus

5

vidas, los puros de oído y de intenciones, los

verdaderamente libres, porque a ningún Dios ofrendan ni

sacrifican. Búsquémosles en este libro, que ahonda, ya lo

veréis, nuestra vida.

Eugenio Viejo

Ginebra,23 de julio de 1993.

6

ARTE MENOR

7

I

Blasfemaban mientras con sierras y hachas

intentaban que el árbol no se les cayese encima,

sudorosos trabajaban.

Muy cerca, desnudo en la hierba al sol

estaba yo tenido,

la brisa me acariciaba

y el calor aumentaba mi ardor.

Ellos se acercaron a cortar mi árbol,

cuando me vieron blasfemaron de nuevo

haciendo ademán de arrojarme piedras;

yo les sonreía. El más joven

dejó su ropa al borde y me abrazó,

con mis blancas canas lo acogí

como el mismo bosque.

Las mulas nerviosas

quebrando y destrozando plantas, con los hombres

chillánoles arrastraron el tronco monte abajo.

Sus gritos se perdían

confundidos con nuestras risas.

8

II

De las luces de allá abajo vendréis

armados de palos y piedras,

estoy temiendo veros.

Porque me he ido de la ciudad

al huerto oscuro de los olivos

os tengo miedo; a vosotros que sois

mi culpa por buscar en lo insondable.

Vendréis con vuestras luces y me llevaréis,

vosotros, que sois mis remordimientos,

y me mataréis.

9

III

Bien apresada por los senos,

ninfa,

no te ibas, no,

no te ibas. ¡Suéltame!

No te ibas, gacela.

Cogida desde atrás,

lindos pechos pequeños

que yo aprisionaba, uno en cada mano

y ella intentando soltarse

y yo tirando hacia mí

hasta que su cuello caía en mi hombro.

Cuello atrás, boca entreabierta

en la que yo bebía

hirsuto de barbas yo,

delicada paloma ella,

cuello rendido de bacante abierta.

10

IV

Y todo el viento se ha quedado en este árbol

y no se ha ido

y todos los demás están ya sosegados

después de la tormenta,

pero el árbol este sigue agitándose solo

en la noche

gritando,

clamando,

porque para él la tempestad no ha cesado

y gime

y se arrastra

y la inclemencia no lo deja.

Ay, que no puede más,

que se muere de dolor

y de dicha

11

V

Cabras sinfónicas

lamiendo soles

se extienden por los helechos.

“¿Adónde vais?

¡Me cago en Dios!

¡me cago en Dios!

¡¡Chivaaa!”

Sus gritos resuenan por los barrancos:

“¡Me cago en la puta madre que te parió!”

¡Meeeeee…!

Y él es sólo uno en dos patas

y ellas tienen muchas esquilas y muchas bocas.

“¡Me cago en Dios!”

Además lleva un madero para calentarse esta noche.

“¡Chivaaa

-me cago en Dios-

chivaa!”

12

VI

Que los muertos entierren a sus muertos:

tú y yo, amada, vámonos al campo;

tú, con tus amarillos y tus verdes,

yo, a componer poemas a las rocas y a los pájaros.

Que entierren a sus muertos con la tele,

con sus chismorreos y sus aprehensiones,

haciéndose criados de sus perros;

que sigan enterrando y enterrándose.

Que están muertos, amada,

que están muertos y andan, son cadáveres;

que se entierren, si quieren, a sí mismos.

Amada, vámonos al campo,

coge el lienzo, te llevo el caballete,

que ya nos han enterrado bastante.

13

VII

Mediodía incendiado en luz solar,

en un trigal que clama amarilleando

Van Gogh se muere, va sin luz quedando

entre cuervos en todo su graznar.

Lentamente se empiezan a apagar

los cipreses que estaban llameando;

la tierra, en risotadas reventando

y el cielo ebrio, dejan de bailar.

Vuelven las casas a la Arquitectura;

a lugar de trabajo, los sembrados;

los bacantes, a esclavos en su encierro.

Y la noche, perdida en la negrura

con los astros que cantan extasiados,

vuelve a manos del Amo, como un perro.

14

VIII

Mamá la santita,

cara redondita

y tetas al aire,

como dos manzanas

que se descolgaran,

como dos palomas

que bajo volaran.

Mamá y sus dos tetas

en la tarde plácida,

que caen dulcemente

en mansa cascada.

Ante ti me postro

como ante una estatua

pagana, inocente,

sin cielo ni alma.

Mamá y sus dos tetas

en la tarde clara.

15

IX

Lo rodean con sus promesas de eternidad

pero él muere indiferente

como buen animal,

despreciando paraísos de ultratumba.

‘Creo, no creo. Creo’

y ríe cansado los apresuramientos sacerdoles

para aprovechar el último minuto.

Igual que gira el sol,

igual que caen las hojas, así.

y tu alma volará, al fin, a la nada

y formarás parte de la tierra y de la vida.

¡A qué desmelenarse! Muere sencillo,

dejas pocas cosas: un madre loca, la mujer y la hija, algún

amigo.

16

X

En mi cubil, pero más profunda,

vive una fiera desconocida a la que oigo

gruñir y por las noches sale.

Mi cueva hecha de grandes piedras puestas al azar

mira a la ingente montaña inmóvil en la luz

que los arroyos bajan sonando

y los cabreros recorren con sus ganados cueva,

subiendo al azul.

Cuando vien lanoche y entro en la cueva

entonces sale mi desconocido compañero

a merodear en mi tiniebla.

Desnudo vivo al sol lejos de los caminos

mirando a la montaña,

el pueblo a mi espalda,

mas la fiera conmigo.

17

XI

Amada,

cuando me voy de ti

tus palomas se vuelan,

tus arroyos no corren

y tus ramas, tronchdas.

Amada,

si me alejo de ti

tus manos desfallecen,

tus cabellos se mustian,

se desflora tu cara.

Amada,

cuando no estoy contigo

tu vida se empobrece,

tu risa palidece

y tu carne se apaga.

Amada,

eres tan sólo alma.

18

XIL

Hay que dejar el mundo sin mancharlo,

por eso, mientras te estás muriendo,

la limpiadora arregla

y charla.

Tú agonizas,

una máscara la cara,

la boca desdentada abierta,

en los ojos cerrados el dolor de allí adentro.

Y te vas deshaciendo;

sólo queda la máscara que crece,

y la mujer que, mientras friega, canta.

13-8-91

19

XIII

Cuando te levantas del coito

recogiendo toda tu carne,

esta parte se te ha quedado fría, la calientas

frotándola

y te pones la ropa.

Enriquecida,

sosegada.

Te ciñes las gomas,

te arreglas el pelo.

Taconeas,

sin mirarme.

20

XIV

En el azul

planean golondrinas,

altas aves pían,

revuelan gorriones

y del pinar vienen aleteando las palomas.

¡No soy cazador, quedáos!

Pero lo eres,

quedáos, no os vayáis,

pero lo eres, lo eres,

Cazador que acaricia, que os ama, que no mata,

¡quedáos, palomas, conmigo!

De lo contrario, me pondré a pensar, me pondré a morir.

Cazador y todo, quedáos.

21

XV

Quien ha visto la noche cara a cara

es capaz de bailar a la luz del día,

quien ha tiritado bajo las estrellas

se desnuda confiado a pleno sol,

para quien todo fue negrura

el leve verde es una canción,

para quien sólo oía el negro horror del viento

un trino es éxtasis de quietud,

para el que todo era un desierto de tiniebla,

la dulzura del sol es beatitud.

Ver el viento en la rama, aspirar la fragancia,

coger el agua clara, la luciente montaña

son la resurreción.

Quien nunca ha sido noche desconoce

la belleza del día,

el que jamás ha muerto

no resucita, mora

en mundo sublunar.

22

XVI

Mi amado es un caballo que conoce

el sabor de la rosa, el frescor del prado.

Bebe el murmullo del arroyo, tienta la dulce tierra

con su belfo sensible.

Trota, crines al viento, relinchando

vibrante resonando por la paz de la montaña;

orejas atentas a la más leve brisa,

abiertas narices aspiradoras de fragancias,

piel vibrante, cola al viento

y grandes ojos a los lados para verlo todo.

Paciendo en las altas praderas

donde nacen las fuentes,

caballo, divino eres, Dios;

gustando la belleza con tu boca;

revolcándote patas arriba

en la noche estrellada.

Con un inmenso falo caballar,

alimentándote del paisaje,

sin pensamiento alguno,

ocupado siempre en gozar,

caballo mío, te adoro.

23

XVI

Y tú inmóvil, amor, y yo recorro

ciudades y desiertos, subo montes

y tú te echas al sol y yo

cabeza abajo hago agujeros,

río, corro, salgo y tú, amada,

tan dulcemente senos remansados.

Y yo, furia salvaje, gritos, saltos

y tú, pechos caídos dulcemente.

Y yo peleo con un elefante

y tú sonríes, y yo, muerto de sed, entro

en una cabina y llamo a Nueva York, Calcuta

y tú, dulzura, toda hecha sonrisa.

Y mañana y pasado y cerca y pronto

será siempre así

y es locura mi ser y tú,

diosa del placer, sigues tranquila.

24

XVII

Mirando atrás tu cuerpo corre al mío,

observando el mundo extiendes a mí tus brazos;

contemplas lo que has dejado,

pero tu cuerpo desnudo

se vuelve a mí;

la atención en el mundo,

pero me abrazas;

mirando a otro lado

tus pechos están conmigo.

Yo haré dulcemente,

delicadamente,

con ternura de madre,

con paciencia del que vela,

compañera, que toda tú

en mí descanses.

25

XVIII

Y caía, caía

y cayendo a lo bajo

al abismo ascendía

y ahondando volaba

Y emergiendo me hundía.

Y moría, moría

y muriendo nacía

y vivía.

26

XIX

La peña quiere ser árbol

y tener pájaros,

suspirar, al viento

entregada.

Lentamente comienza

un camino largo:

primero será tierra,

despues sera rama,

más tarde será río

y al fin será aura.

Pasarán muchos siglos

pero el tiempo no es nada.

La peña es ahora nube voladora

llena de sol por dentro

y canta.

27

XX

Pedro en la oscuridad,

recogido del viento nocturno,

buscó un sueño y con él arropado,

volviendo la espalda al espanto,

con sus compañeros

dormía,

mientras Jesús gritaba

a brazo partido con sus fantasmas.

Perder es ganar, me abandono a vosotras,

aves nocturnas. Miedos,

devoradme.

28

XXI

Llego a la alta pradera

y los caballos se me quedan mirando:

¿quién eres tú, quién eres tú?

¿quién soy?

Se quedan mirando mis intenciones

y yo,¡que no tengo intenciones!

Si ven cualquier intento se lanzan

a correr,

¡pero como no hay ninguno!

pacen;

otros, a revolcarse,

y yo también.

Como mi bocadillo de chorizo,

resoplan, yo también.

Al fin somos todos caballos

de alta pradera de montaña.

29

XXII

Te vestías, te pusiste

unas bragas amarillas, sostén azul,

una camisa adorable de puntillas,

medias rosa cubrieron tus muslos

y el vestido cayó largo como una noche sobre tu luz.

Tu boca grande la pintabas, los ojos,

y cuando ya, hecha una dama

ibas a salir a la calle a las miradas,

te abracé y el negror

de tu vestido voló por los aires

y tu boca nos manchaba

y saltó el sostén

y las bragas y las medias

y después ya sólo éramos

cuerpos por el suelo abrazados,

rugiente carne que muerde

y llora y gime y ríe,

carne de alarido,

de gozo,

de amor.

30

XXIII

Olivos en el cielo,

lluvia de estrellas,

el viento mueve alguna rama.

Noche sin pensamiento

como los pacientes burros que

silenciosos se lamen tan tranquilos,

tan quietos, tan sin esperanza,

siendo también ellos noche, de aliento

cálido, con las orejas caídas,

las buenas bestias apacibles,

naturaleza dulce, nocturna,

acallada.

Que pueda con vosotros

ser blanda negrura

en la brisa de árboles extendidos,

buena bestia de estrellas coronada.

31

XXIV

El viento me llama que salga,

no voy; echado al sol en este valle

no salgo al viento.

Pero él ha entrado

y me ha llevado a la tormenta

y no recuerdo ya mi valle soleado,

pues me ha dado otro sol,

más hondo, más grande.

‘Oigo el viento llamándome,

no voy’, decía antes;

ahora estoy bramando.

32

XXV

Mis ciegos pies palpando blandamente

en caricia de niño a la madre desnuda.

A veces, tierno vientre de hierba,

a veces, duros senos de piedra.

tanteando el suelo avanzo, mi cuerpo

dado a la brisa iluminada,

a los trinos, al fragor del viento.

Amada tierra que nunca dejaré,

adónde podría ir,

me devuelves los sentidos perdidos.

De tierra soy y aquí me quedaré por siempre,

formando parte del viento, de la peña,

del río,

la conciencia al fin olvidada.

33

XXVI

Hay que apartarse para dejar sitio:

que pasen los soldados en los tanques,

que pasen los cañones,

los camiones cisterna.

Nosotros, a esperar aquí de pie:

pasa ahora un batallón de coroneles,

servicios religiosos,

Autoridades locales, provinciales,

hay que apartarse más que tengan sitio,

autonómicas, estatales.

Pasa ahora un batallón motorizado

y ahora el Presidente

bajo palio, rodeado de arzobispos.

Ahora pasa Dios, échate atrás,

échate más atras, aunque caigamos

en un hoyo, que pasen redentores,

hay que aplaudirles, besarlos, adorarlos,

son nuestros salvadores

en este mundo y también en el otro.

34

XXVII

Los dos saciábamos la sed antigua

temblorosos,

anhelantes.

El amor nos vencía

y los dos caíamos

perdidos uno en otro

haciéndo de la lucha música y poema

que lentamente se va encrespando,

subiendo,

acrecentándose más,

sed ya incontenible,

naufragio al que nos abandonábamos

dulcemente, al vaivén

de esta tormenta,

ola

playa

ola

playa, a la que

desmantelados, estamos

llegando.

35

XXVIII

Vida,

tengo ya casi 60 años, estoy solo, desnudo

en el campo, frente a unas lujosas residencias,

Diosa, te doy gracias porque es verano

y porque estoy leyendo a mi amado Horacio.

Éllos están ahora

discutiendo sobre la propidad de una toma de T.V.,

jóvenes muy tomados por la tele,

por su bella casa,

por su hermosa señora,

por sus lindos hijos.

Antes de mi oración de la tarde,

gracias, Niña mía, por no ser uno de ellos.

36

XXIX

Revolcándote

como yegua furiosa

agitando crines y senos,

de amor agonizando

toda abierta

te me entregabas.

De nuestras bocas

bebíamos

manantiales.

Con brazos y piernas me abrazabas,

tu pelo por el suelo,

el cielo azul oscuro,

la pradera inclinandose,

los viejos robles cantaban.

37

XXX

En rama, sin adentro

y la rama también se ramifica.

El adentro es el sol que me baña

y el viento que me mueve.

Negra oquedad oscura

abierta más y más

a la luz que me penetra,

flor que exhala su aroma

en el abrir, constante

salir fuera

al fragor del viento,

canto que es plenitud.

Negra oquedad

ramificándose hasta perder

el alma, el cuerpo y ser toda ella la vida.

38

XXXI

Moriré en la montaña

comido por las águilas.

Cuando ya no me mueva

me irán cercando alas,

esos pájaros tímidos

que siempre se me escapan

andarán por mis manos.

Moriré en la montaña

rodeado de alas,

el cielo azul de techo,

abierta la mirada.

Cuando mi carne esté

comida por las águilas,

mi esqueleto de piedra

será de roca blanca.

Mi carne, por los cielos;

mi hueso, hecho montaña.

39

II

A R T E M A Y O R

40

XXXII

Poema

Silencio que el poema,

como un niño pequeño,

está naciendo ahora.

No hay que tocarlo, sólo

dejar que crezca limpio como un río;

no soy yo quien lo hace

sino él, que me lanza boca arriba,

me hace gritar, llorar, caer al suelo,

levantarme, correr,

saltar, estarme quieto.

Poema, eres mi droga,

me liberas del alma,

me coges por el cuello,

me abofeteas en las dos mejillas,

poema incontenible,

y los caminos pensamientos bailan.

Ay, cántanos, poema,

háblanos con ritmo radiante

todo gozosa luz, sólo

mañana iluminada,

canción y vuelan pájaros y vientos,

canción de amor dulcísima,

canción hecha de abrazos y de besos,

un canto solidario

que nos llene de paz,

un canto sin palabras.

Se juntarán el mundo con la vida

y ella perderá su rigor mortis

y tontamente se pondrá a llorar,

reír, andar a gatas.

Ven con nosotros y verás el mundo

cómo deja de ser duro maestro.

Es el poema un bobo, nada dice

que sea interesante, tonterías,

poema bagatela, este poema

que grita desacompasadamente.

Se desnuda, nos enseña

las vergüenzas procaz, saca la lengua.

Se arrastra por los suelos, se levanta

y comienza a bailar, piernas al aire.

Atad bien el poema, que se escapa

escalera que baja,

escalera que sube.

Es la mar.

El poema es el arco iris.

Agarradlo, que huye; sujetadlo

que se pone a correr por esos montes.

41

Acércate, poema,

mira cómo suben al cielo

árboles, montañas, pensamientos,

y los arroyos corren;

nosotros nos quedamos

tú y yo aquí cantando.

Cállate ahora,

escucha este silencio,

que pierdo la conciencia, me libero

de jefes, de maestros y enemigos.

Poema, eres un vino

que me embriaga, tan dulce;

a tus espaldas

vamos montados

tú y yo y el que nos lee,

eres un toro bravo.

Poema, yo me acabo, sólo tú eres,

me obligas a vagar por esos montes

con el viento y el ave.

Poema, avanza,

poema, corre.

poema, lléname de ritmo

con tus vueltas y vueltas.

Que tú no eres camino,

que tú no llevas a ninguna parte,

que tú de nada vales.

Poema, salta,

poema, grita con todas tus bocas,

poema, ríe

por tus mil soles que giran y giran,

que eres el tambor

de este pobre chamán enloquecido

que se pone a bailar,

salta como un torrente por los montes

-da saltos gigantescos-

y brincando desnudos por la hierba

a danzar con él vienen

el pequeño y humilde san Francisco

y el amado dios Pan.

Ahonda, poema,

vente hacia abajo

hasta llegar al corazón;

ahonda todavía más,

no te lances sino húndete,

éntrame más y más

y llévame contigo,

poema, llévame,

que no quiero mostrarme, que quiero

42

perderme

hasta llegar al hondón

del gozo,

anonadarme, hacerme

brizna de vida.

Depués de haberme removido bien,

cuando ya no hay fantasmas,

poema, te calmas

y al final, dulcemente agotado

de este acto de amor, dios mío poema,

lentamente sosiegas,

blandamente te quedas dormido,

suavemente respiras,

niño divino.

A ningún dios rezo,

sólo me entrego a ti como se entrega

el amante a la amada.

Ninguna muerte temo

sino cuando te llamo,

poema, y tú no vienes.

43

XXXIII

Pan

En lo alto de las rocas,

desnudo al sol,

soy el dios de la felicidad.

Nadie hay mas alto.

Mi hermoso falo, dulcemente caído

entre los redondos testículos

y el vello dorado,

es la fuente de la dicha.

Cuando el sol declina

y los pastores regresan a sus casas

con los ganados sonando las esquilas,

yo en lo alto soy su paz.

Un niño sube con el primer cuenco de leche.

Cuando se pone el sol,

por un caminillo que bordea entre precipicios,

mi plácido cuerpo dándose por última vez,

me retiro por el ocaso,

el sexo fulgiendo.

El domingo por la mañana

bajo del alto monte,

las partes pudendas titileantes,

a celebrar con ellos la fiesta

de cantos y baile,

los harapos fuera de la luz de sus cuerpos.

Durante la semana tienen que estar vestidos,

trabajar, criar hijos y cabras

y esperar en el crudo invierno

la llegada del verano,

la orgía de vino y amor.

Me aman, pues los he librado

del antiguo dios del temor,

del negro sacerdote intermediario.

44

XXXIV

Oda al cielo

Plena luz sin sombras,

cielo azul.

Ese ese pequeño disco allá a lo lejos

es la fuente de todo este torrente,

pero él mismo no es esta luz;

la luz es nuestro cielo, es luz terrena,

es mi madre, la tierra iluminada.

Sin él no habría vida, pero él solo

no sería capaz de producirla,

no es él sólo la causa.

Hace que los ríos corran,

pero no es él los ríos,

que los vientos vuelen,

pero él no es los vientos,

que la luz nos anegue

pro sería gélida negrura

sin la tierra fértil,

manantial de la vida,

copa de vino y miel que nos embriaga.

No somos del cosmos

ni vivimos escondidos;

pisamos la tierra y nuestros brazos

se levantan en un cielo

claro que nos inunda.

Entre él y ella, nuestra casa,

ni oscura caverna

ni en el espacio muerto:

sobre la tierra azul.

Hijos de sol y tierra,

el cielo purísimo, tranquilo, limpio

de angeles es nuestra patria.

Sobre una tierra fecunda

en incesante, cálido amor,

corriendo por nuestras venas luz del sol

vivimos.

Dios no está ya en el cielo,

de él lo hemos echado. Refugiado

ahora en la conciencia,

de ella saldrá algún día. Entonces

ese instante que somos

lleno estará de luz.

45

XXXV

Posesión

Emergió como macho cabrío,

monstruo brillante

brotado de las rocas,

sin sonrisa, negra barba,

gigantesco, en una peña.

Las cabras eran rocas

majestuosas, lentas.

Asombrando el paisaje,

un águila en el cielo.

Me condujo a los más altos picachos.

Yo, sumiso, le seguía.

“Ven por aquí, mira”,

y se veían los publos del mundo

más allá de las montañas.

“Ahora, por aquí“

y, entre enormes escombros pétreos

entrejuntados sobre abismos,

llegamos a una altura, la más alta.

Allí el viento gritaba.

Cuando bajábamos temblaba,

había estado con él

en lo alto ante la nada.

“Ven ahora por aquí”

y mi cuerpo convulso

se olvidaba del rígido esqueleto,

se ajustaba blandmente a las piedras.

Una roca emergió entre peñascos,

el viento, hostil, silbaba.

Paisaje invernal en agosto;

alrededor, sólo roca amontonada.

En un resquicio,

una flor roja,

la única.

Estábamos solos,

ni un pájaro,

sólo el viento.

Se la ofrecí.

En el ara más alta de la más alta montaña

mientras el cielo formaba alrededor

una diadema de blancas nubes

me poseyó; tembloroso me entregué.

Las montañas se movían

46

como si una tempestad las agitase.

¡Piedras que os mofáis de toda cordura,

con sombrero, ingentes al azar…!

No tenía entradas, mas él me las halló.

Conoce todas las trochas,

acaricia enigmas

que vuelan tras las pe ñas.

La montaña se asoma tras él.

Yo, que tiritaba,

a su lado me caliento.

Pero un día bajé limpiamente las pétreas gradas.

Bosque de piedra, rocas más altas que nubes,

peñas de musgo colgante, lóbregas cabras

paciendo entre abismos,

ahí os quedáis.

Amado macho cabrío,

ojo sin párpado,

sin sol, adiós.

47

XXXVI

Las tetas

En esta ciudad tan dura;

de pensimento duro, asfalto duro,

de prisa, de cansanio,

que cada día hay que ganarlo con cuánto esfuerzo,

lo unico dulce son las tetas

que en la hostil carrera para que no te atropellen

saltan blandamente,

rebosan los sostenes cantando.

La boca es una raya de asco, mas las tetas

lindas son y suaves todavía,

todavía es redonda su dulzura,

todavia,

qué consuelo saberlo.

Las tetas, que quisieran saltar

serían pájaros pisados,

tenedlas en las blusas rosas,

en los nikis verdes

donde a veces asoman.

Sólo ellas, sólo ellas, sólo ellas

caminan confiadas y no escrutan.

Vuestras tetas dan vida a las ciudades,

A veces un botón las desabrocha;

que se caigan, eso no, pero teníais

que dejarlas al aire, que respiren,

que abran su pico y trinen

al sol como los pájaros.

Nos obligarían

a cambiar nuestro gesto y nuestro paso,

resucitaría la vida

también en en la mirada y en los dedos.

Y los que van arrastrados

de un largo y solo pensmiento muerto

lo dejarían y mirarían y sonreirían

y los coches irían más despacio

y en los parques las tetas tratarían

De volar a los arboles cantando

con las aves

y las fuentes,

y la dulce carne

vencería por fin al alma dura.

48

XXXVII

Morir para vivir

Rodeada de árboles,

la peña pesada, cerrada, inmóvil,

impasible,

ni un murmullo,

ni un lamento.

El viento pasa silenciosmente

y va a las ramas de los árboles;

la piedra está quieta, callada,

nada se mueve en ella,

pensamiento cerrdo, pétreo, muerto.

La peña quiere estar siempre junto al árbol,

se los ve siempre juntos

y cuando han cortado un árbol, es muy triste

verla más alta

solitaria junto al muñón.

Lo veia subir, le preguntaba

y él le contaba

y ella sentía.

Vedla ahora quieta

esperar otro siglo

a que otro árbol suba y se mueva

y sentir la savia junto a ella,

que su parte pegada

se haga tierna como carne rosa.

Verlo hacerse grande

y bramar fieramente en la tormenta.

A la enorme peña en medio del bosque

que ha visto tanto nacimirento

y tanta muerte

los árboles le lanzzan semillas infructuosamente

para que deje de ser eterna y nazca y muera,

mientras el musgo quiere hacerla campo.

Ella arroja grandes piedras por hojas.

Pétrea entre el verdor,

raíz de montaña,

eterna como Dios,

se ira desmoronando lentamente.

También a ella le llega la muerte

y con ella la vida,

el dolor de morir y el placer de nacer,

el dolor de nacer y el placer de morir

como nosotros, árboles y hombres

que más vivimos cuanto más morimos.

Ya la piedra hecha árbol canta al cielo

penetrada de viento,

49

ya la roca creció, se hizo tronco y raíces

y, hecha ramas al fin, puede bailar

en el aire y la lluvia

levantando los brazos,

y se hace rumorosa por las tardes

y se hace dolorosa por las noches

y en las tormentas grita

y es calma al alba

Y esta entregada ya

y sus hojas vuelan como alas.

50

XXXVIII

Oda al Azar

Dios azar,

que has levantado esas montañas gigantes,

estos pedruscos en posiciones inverosímiles,

admiro tu obra sin sentido.

Amontonas aquí unas peñas gigantescas,

allí las lanzas montaña abajo,

y la vida va detrás sembrando retamas,

trayendo mariposas y pájaros.

Dios sublime, que haces las cosas sin objeto, por el placer

de jugar,

te admiro, pero también te temo porque tu poder es inmenso,

dios que ríes a carcajadas cuando levantas un volcán que

sepulta pueblos entre ayes,

que te divertes en las tempestades

en que naufragan los pescadores,

dios del rayo, que mata sin

ninguna razón,

cuando notamos tu prsencia nos

ponemos a temblar,

lloramos,

huimos

(ya no rezamos)

y los más serenos comienzan a manejar aparatos

para medirte,

para controlarte,

para conseguir que ya no destruyas más y, si es posible,

trabajes para nosotros.

Dios de los grandes escombros,

las ciudades y la técnica son inventos del hombre

para protegerse de ti;

dios desproprocionado,

arbitrario,

insensato,

que donde había una ciudad levantas una montaña,

dios niño que juegas a desbaratar castillos de naipe con

tus manos en los terremotos,

dios imprevisible, que igual matas a culpables que a

inocentes,

nosotros mos hemos cansado ya de rezarte en vano,

ahora te estudiamos, te prevemos te controlamos y eso es

más eficaz,

Si en el hondón que tú has hecho sin querer nace una

51

pradera ponemos a pacer nuestro ganado

y si de un cataclismo nace una cascada, le colocamos un

motor,

vamos tras de ti aprovechándonos de lo que a ti te sobra,

intentamos sacar partido de tus juegos.

Eres un viejo loco,

nosotros abriendo caminos y tú, deshaciéndonoslos,

nosotros siempre alisando;

tú, levantándolo todo,

poniéndolo imposible.

¿Es que está ciego?

¿Es que no te das cuenta de las horas de trabajo que nos

cuestas?

¿Es que no podrías haber hecho tu volcán un poco más a la

izquierda, donde no vive la gente?

No te importamos nada,

vives ajeno a nosotros

sólo ocupàdo en tus juegos,

dios de las catástrofes.

Al hombre más malvado, al tirano más cruel, se le puede

hablar y se le puede llegar al corazón,

a ti es imposble

¡si al menos fueras malo tendríamos a veces tu compasión!

Pero tú no sabes de amor, pues vives solo,

dios que no sabe amar,

la vida te nació como al que le salen piojos,

tú la ignoras o la destruyes,

viejo azar,

dios nuestro.

52

XXXIX

Baloncesto

El cielo es una canasta azul,

el sol, una pelota redonda,

luminosa, grande,

que lanzamos y encestamos.

Tiras la pelota, toca

el aro y entra,

echas hacia atrás todo el cuerpo,

lanzas la pelota o tú mismo

te lanzas y subes tú y haces canasta.

Por la canasta pasan, bailan

libros, pupitres, carteras

y hasta el nuevo director

vuela y pasa. Largas sumas,

muchas oraciones

ya analizadas, dictados

corregidos,

todos corren, saltan, mas algunos fallan y

vuelven tristes a clase

y hasta un encerado se estrecha,

salta y entra y después

el administrador tiene que llamar

por teléfono para que le traigan otro.

La mitad superior

con los brazos

y todo el cuerpo,

una y otra vez lanzando a la cansta,

brazos, pelota, cabeza

al aire claro azul.

La cabeza hace canasta,

la cabeza en el azul;

de nuevo en las manos, es lanzada,

una y otra vez lanzada,

ha dejado de pensar,

es sólo lanzamiento unido al cuerpo y

arrastrando la parte inferior,

se hace ancha, aérea

alegría, sol.

Y los arboles lanzan sus ramas

y los esposos sus esposas

y los alumnos su profesores,

todos jugados al balonceto

53

y la luz envolviéndonos.

Los brazos navegan por el cielo

las piernas, alzadas por los aires,

nada de pensamiento,

todo juego, todo luz, todo pelota

que esta siempre volando.

El colegio, oscuros corredores;

aquí, sólo canasta y cielo azul.

Lanzas el balón y tras él va tu cintura

y en lo alto sigues jugando,

sigues lanzando y te lanzan

jugando con los pájaros

y la carita por los aires tras el balón

y el balón que no quiere

y tú con las alas pías y lanzas

pájaros, cuchillos

y tambien esta pequeña cosa llamada espanto,

hasta que, ya cansados,

aterrizamos todos.

54

XL

Teófilo

A un rincón nos vamos

a llorar nuestros males

y somos malos

y chillamos.

Nos quedamos diciendo

que te habías equivocado,

que nosotros éramos los sensatos,

pero yo ademas te lloro

porque eras mi amigo,

porque un día te amé,

porque eras bello e imprudente

como un dios.

Ahora estamos en la tarea

de hacerte bueno como nosotros,

tan cautos y mansos.

Eras cálido,

tu voz la estoy oyendo,

eras el movimiento.

Cuando nos enteramos mos pusimos a gritar como cornejas,

disminuidos y tristes nos fuimos a la cama,

con un cacho de vida arrancado.

Ahora somos un poco más serviles, un poco más pequeños,

un poco más de muerte, un poco más de llanto,

un poco menos libres, con más miedo

sin ti, que eras

fresco aire violento.

55

XLI

Vuelo

¿Vienes? Me dices y yo,

que estoy aquí tirada,

ahí echada,

alli sentada

me levanto

y volamos

perdido el peso,

agujereada,

entrandome el aire y la luz,

haciéndome ligera,

soltando el huevo plomizo del alma

que me encadenaba al mundo,

que me mantenía cruelmente

fijada y aplastada.

Volamos en tus ramas,

entus dulces alas,

hacemos el amor,

tambien yo ardorosa,

carne que se hace ave

ligera en el aire.

Mariposas y pájaros

nos rodean

y el mundo oscuro mira

como siempre, tan idiota

sin comprender nada.

Ni siquiera asoma una mano

para acariciarnos,

ni siquiera se alegra

ni se pregunta si estará en lo cierto,

si vale la pena

esa muerte continuada.

Mira estúpidamente

nuestra carne florecida

que canta.

Yo, que esaba parada,

me estoy descalzando,

me estoy quitando peso.

Con el pelo cayendo,

los pechos son mis alas,

volamos.

56

XLII

Alma

Le entró un rayo por dentro y lo hizo blanco

transparente,

cristalino quedó sonando música,

sus piñas, campaniles.

El abismo de abajo sigue en la tarea

pesada, lenta, sucia

de subir la savia.

Era un inmenso árbol y es ahora

cristal de roca,

nada se mueve,

no tiene hojas ya,

estatua de quietud,

transfigurado.

Ahora ya no es viento, ahora es música

que después del temblor queda sonando.

No es movimiento ya, sólo luz,

quietud parada

que le sale de dentro,

luz de rayo es su savia deslumbrante

intemporal como la muerte.

¡Es tan hermoso!

Cuando el viento le toca suena a hueco.

57

XLIII

Autómatas

Otro borbotón más de trabajadores

con prisa, apretujados, sin mirada,

Sólo prisa, prisa, prisa,

ni una sonrisa, alguna palabra,

con sus carteras, con sus espaldas,

con sus periódicos que les hablan de muertes lejanas,

con sus odiados pensmientos

caminan como epectros

y la música no es más que

belleza regalada que nadie coge,

música que resuena por estos túneles

no vale una moneda.

Miembros agarrotdos,

crujen las escaleras, rugen los

trenes intentando acompañar al

violin que canta.

Uno pasa corriendo, ha oído un

ruido de tren que parte y quiere

cogerlo. Los otros

lo siguen desviviéndose

locos. Sólo la música

no tiene prisa, bailarina,

a veces profunda

calma belleza

por las escaleras mecánicas.

Ellos se van y la música

cada vez más lejana, les acompaña

en un adiós triste.

Luego tendrán sonidos

de máquina, las obligaciones, los temores,

las órdenmes del jefe.

Aquel violín ha quedado allá

en el hondón de aquella sima.

Llora lejano ahora en el recuerdo,

en la imaginación dolorosa

de lo irremediablemente perdido,

como un recuerdo de lo que ya no somos.

58

XLIV

Buitre

Cuando me acuesto

desnudo en una peña al sol

apareces en lo alto

dando vueltas a mi alrdedor

gritando, lamentándote.

Buitre, lo siento,

ven otro día, y mientras tanto

me adormezco al sol y al cielo,

el cuerpo entregado,

el sexo en flor.

Vuelas muy alto,

pero tus ojos buscan la carroña;

todo ojos,

condenado a verlo todo desde arriba;

garras y pico,

ni caricia ni beso.

Buitre, tengo misericordia de ti.

59

XLV

Judas

‘¿Soy yo, Maestro?’,

preguntamos aterrados.

‘¿Yo?’

Lo habías decidido.

‘¿Y yo?’

que el taciturno Judas,

’¿Yo?, Maestro’

No el bello Juan ni el franco Pedro

ni la sencillez de los demás,

‘Señor, ¿quién es?’

¡Y mi corazón que empezaba a abrirse

como un niño hacia ti!

¿Quién puede resistirse al amor?

En misa negra

-¡tan dulce con los otros!-

me entregaste a la desesperación,

a la noche

en que me hallo.

‘Más te valiera no haber nacido’,

has dicho

y es verdad.

He comprendido, necesitabas

atemorizar a tus ovejas,

¡la eterna desconfianza en el hombre!

Uno tenia que perderse

para que los demás guardasen celosamene tu doctrina.

No era suficiente la amenaza

de infiernos y cataclismos

¡querías asegurarte bien!

Yo, tu pieza,

muero

no en hermosa compasión,

pero sabiendo

que el que quiere salvar

esclavo es y te esclaviza;

la planta de la libertad en otro suelo crece.

60

XLVI

Vida y muerte

A la enorme mariposa

negras hormigas la arrastran,

clavan sus fauces en la blanda carne,

tiran esforzadamente

-cuando ella no opone resistencia

el transporte es rápido-

atravesando obstáculos imposibles.

Por caminos verticales, cabeza abajo

las hormiguitas siguen arrastrándola,

a veces atascadas, otras en volandas,

parece que la van a poner a volar de nuevo,

un afán irresistible las impulsa,

dando infinitos rodeos corren con ella;

una lleva una ala arrancada,

corre triunfante con su inmenso botín.

Vulves a tu agujero de oruga,

ahora a decrecer

doblando dolorosamente el cuerpo

en espasmos de lancinante amor,

en limpio sufrimiento sin reproches.

Lo mismo que la vida ha sido entrega

al placer, es a la muerte ahora.

La suben a lo alto, se hunden

con ella y siguen, turnándose.

Finalmente, la entrada oscura.

Otras estan volando por el cielo,

Gozo y dolor e inocencia siempre,

sin redentores ni culpables.

Un subir y volar, y un bajar y acabar

al que dispuestos estamos.

61

XLVII

Bailón

Baila, imbécil, con los montes,

baila, mamón, con los pedruscos.

Canta, estás solo,

canta, tonto

¿no ves que eres un imbécil?

Canta,

que estás perdido y cantas,

¿quieres hacer el favor de cantar?

Salta con ese monte alto

que está bailando con

ese otro bajito.

Grita con toda tu alma:

¡Vida, te amo!,

así: ¡¡¡Diosa, te amo!!!

Qué bien se está perdido entre montañas

con unos pájaros pequeños que se te acercan curiosos.

Un cacho grande de planeta se extiende a la redonda a

tus pies,

al norte, pueblos: allí, allí,

al este, igualmente.

Estás solo en esta montaña,

sin casa, qué bien. Baila, imbécil,

baila como ese monte pedroso y ese otro más chato,

baila, que al fin te has perdido

y grita: ¡¡Vida, te amo!!

Hay un mar de flor amarilla

y rebaños por ahí se les oye

pero tu has perdido muchos caminos, muchas sendas, muchas

trochas,

acabas de perder la última que te dio un cabrero,

baila, que estás sin camino

salpicado de montes por todas partes y tú en la punta de

uno,

berrea con todos tus pulmones.

Bailotea como un oso,

danza, P epe,con el viento que gira a tu alrededor,

con el sin sentido de tanto monte revuelto,

sin orden,

sin jefe,

sin orgnización, todo eso ha volado.

Baila, Pepón, a la pata coja,

brinca, que no te ve nadie

62

y el azul arriba, Pepiño, qué azul tan tranquilo.

Besa una piedra minúscula

y sigue bailando,

hasta que aparezca otra trocha, baila,

que después tendrás que caminar mucho y llegar a casa y

recibir la bronca correspondiente.

63

XLVIII

In memoriam

Vida, ponte la ropa

de luto, que cubran

negros crespones tu carne dorada

al sol de bacanales y mayas.

Hoy, diosa, es un día

para llorar,

una anciana enferma y loca,

la mujer que me tuvo en su vientre,

que me dio al mundo, pero

me mantenía a ella abrazado,

que me fue dejando más y más en él. Al fin parecía que ya

sólo mundo era, recorría ciudades, trabajos

imposibles...

Diosa, hoy mi madre ha muerto.

Mi alma es oquedad

en la que fieros ladridos resuenan

y el triste canto de órganos no apagan.

Mi madre ha muerto, mi madre,

lo más mío

ha muerto. Ahora el

altavoz de un vendedor,

ls discusión de esos droadictos,

el estruendo de una moto

son tu canto fúnebre.

El juego en el recreo de los niños,

mi poesía, mi filosofía,

todo, fúnebres cantos.

Te has muerto,

mas para mí no mueres,

te llevo siempre

adonde voy;

como tú a mí,

yo te he engendrdo.

Esa loca que ha muerto será siempre

mi niña clara.

64

XLIX

Francisco

Loado seas pájaro Francisco

que fuiste donde las aves cantaban

y con ellas volabas, volabas,

con ellas trrui, chva. Amén.

Francisco llamó un día

que viniesen a verle a la Sarnosa:

las carreteras subieron en coche,

como cabras saltaban las veredas

altas, corriendo entre abismos.

Frncisco les habló,

les dijo: Escuchadme.

Los pájaros volaban,

san Francisco dio palmas,

corrieron como niños a sus pies.

Francisco les hablaba.

Escondida avanzaba una culebra,

tú, maldita,

la culebra se fue, baja la frente.

vosotros sois los buenos,

la culebra volvió: tú no, culebra,

el hermano gorrión, la hermana hormiga,

la culabra lloraba: ven culebra,

la hermana golondrina, hermana hoja seca,

pequeñas mariposas todas alas,

hermano trozo seco de madera,

todos a san Frncisco se allegaban.

Ta ta ta ta tui, ta ta ta ta tui

trrruit,

viuuuuuh,

hui, hui, hui,

chit, chit,

rrrraj, rrrrraj.

vui, vui. Callad, hermanos pájaros.

Hermanito Francisco, no te entendemos;

si no hablas nuestra lengua,

trrruit,trrruit, adiós.

65

Hermano Francisco, no vengas a vendernos.

Hermanito Francisco, no necesitamos tu regla.

Ovejuela Franciso, adiós.

Cha chva chva

nostros somos ya libres,

tu regla y tu Jesús para vosotros.

Hermano Francisco tu tu rrruit.

No ha muerto ningún pájaro en la cruz

por sus hermanos pájaros.

Hermanito Francisco no aprendemos

nosotros de ti nada,

el evangelio es para lo hombres,

que nacieron esclavos, que nosotros

somos trozos de limpia libertad.

Y Francisco aprendió, el poverello,

de los pájaros

Y dejó su evangelio

y cantaba con ellos trruit

chva chva chva

y volaba con ellos viuuuuuuh.

Hermanito Francisco, pajarillo,

rayo de sol Francisco, no eres nada.

Hermanito Francisco, dijo el agua,

¿quieres manar conmigo que soy casta?

Y Francisco se sienta a la orilla,

se desliza con ella hacia abajo.

Piedrecita Francisco, dijo el monte,

vientecillo Franciso, dijo el aire,

fuentecica Francisco, dijo el río,

brizna de hierba, vuelta del camino, mmmmeh de cabritilla,

lagartija Francisco.

Loado seas, manantial Francisco

que te das y te pierdes

por campos y ciudade y en la mar

te derramas.

Loada seas luz de sol Francisco

que acaricias los cuerpos,

eres mano dulcísima.

Loada seas luminaria Francisco

en la tiniebla.

Loada seas roca firme Francisco,

según la hora del día tomas formas:

un papa, una muchacha.

66

Loado seas camino Francisco

al azar, no importa adónde vaya.

Loada seas hierbecita Francisco, que la pisas.

Loado seas olor fragante,

aura de montaña. Amén, amén.

1

Xosé Azar

Tres sinfonías

2

No es lo adecuado que un poeta hable de su poesía, pero el

mío es un caso especial, porque que me van a operar de

cáncer y estoy a marchas forzadas intentando subir al blog

los libros de poemas que tenía medio olvidados; resultan

once, sólo publicados los dos primeros. Ya cuando Pepa

Nieto me ofreció la oportunidad de hacer una lectura en su

Tertulia me obligó a ir a ver. Hice un libro con todo lo

que tenía de tema erótico personal, faltaba el resto.

Intento corregir sobre sobre la marcha y suprimir lo

obsoleto, por razones o ideológicas o estéticas. En cuanto

a lo primero, recuerdo que una vez mi padre hablando de mi

tio Constante dijo que cuando se emborrachaba se metía con

la gente, y entonces: ‘ándanlle na cara’. Yo no quiero que

me anden en la cara, pero necesito decir mis ideas. Me he

impuesto la siguiente norma: hablar de las de los demás

sólo para exponer las mías, no por el gusto- o la necesidad

o el rencor- de insultar. El peligro está en que

generalmente el insulto luce más estétiamene que la

exposicon contenida. Yo he retirdo por esta razón poemas

que me parecían estéticamente buenos. Mi única diferencia

con la religión cristiana es que yo quisiera que en lugar

de un dios tuviese como centro una diosa. Por lo demás

siempre he amado y admirado y sigo haciéndolo, la figura de

Jesucristo, y la prueba es la primera sinfonía de este

libro. E hice míos desde siempre a muchos santos,

especialmente a Juan de la Cruz y a Francisco de Asis. A la

Virgen María le he rezado interminablemente, considerándola

imagen de la vida, mi diosa, en su versión mística. Ahora

que ha habido ese atentado en París y todos nuestros

líderes políticos se han juntado allí para defender la

libertd de expreslón, yo también la reivindico para mí;

pero soy mas exigente: valerme de las ideas de los demás

sólo para expresar las mías, sólo como antítesis, nunca por

ellas mismas.

En el plano estético tengo que hablar del error ‘himalayo’

como decía Gandhi, de este libro; es que no se vale apenas

de las formas imaginarias. Juega el juego de la claridad de

las básicas, y eso se paga con la moneda de la

superficialidad, por eso a veces hay que gritar y hacerse

desaforado; sucede también en las obras eróticas de arte

total, todavía no había elaborado mi Poetica formal, sólo

entonces me di cuenta de este error.

3

No tengo aún a mi lector o lectora, tanto en la filosofía

como de la poesía, pero ha de llegar, como le llegó conmigo

a Rosalía Castro. Me amará, como yo amo a mi poeta, y es un

amor de compresion profunda. Yo espero tenerlo también

algún dia.

4

Primera sinfonía:

Cristo libertario.

5

Primer movimiento

I

De vosotras,

las hembras

abnegadas.

De vosotras –los ángeles son tíos-,

que Dios creó a desgana,

las olvidadas.

Que ponéis la caricia,

no el puño en la cara.

De vosotras,

por vuestros dulces senos

oceánicos,

odiadas.

Las escondidas,

las silenciadas.

De vosotras es el reino de los cielos.

6

II

Bienaventurados los pobres de espíritu,

que cuando nos acusan no sabemos defendernos,

siempre quedamos mal,

apáticos,

sumisos,

que andamos solos haciendo poemas.

Ayúadanos, Jesús de los acomplejados,

de los devorados por al culpa,

que nos riamos del mundo opresor,

que tu reino nos crezca, que por fuera no se vea

pero por dentro

florezca

en nosotros

dulcemnte

el espiritu.

7

III

¿Por qué siempre Él en lo más alto,

y nosotras arrastrando nuestros senos,

nuestras sonrisas

nuestros maridos?

¿Por qué nunca Ella?

Una diosa tranquila

sin amnenaza,

sin esbirros,

sin oropel,

a nuestra altura.

Al menos tú, Jesús,

que nos acoges

manso como una hembra.

8

IV

Religión aburrida

de un Padre dictador;

pero tú la pones patas arriba,

Cristo libertario.

Eres un Dios chiflado,

‘al que me de un bofetón le doy un beso’,

por los suelos la Moral,

Cristo payaso.

El reino de los cielos es ser imbécil,

que se burlen de uno, lo pinchen,

el más grande, el idiota.

Eres el sinsentido,

haces loca esta reliión retrógrada

meliflua,

hipócrita,

de almas rendidas.

Cristo de la carcajada,

de ¡ay, qué bueno!,

del te cagas,

en este mundo de cartón piedra.

Contigo, que desprecias

la autoridad,

la estrechez,

el buen sentido.

Tocaré las campanas,

bailaré en el altar mayor,

arrancaré la máscara a los serios;

que Dios se ha vuelto loco, ahora es

Cristo payaso.

Ya no hay en en el cielo

nadie, también los ángeles

andan por ahí diciendo tonterías

El sagrdo respeto,

el aterrado fervor, la culpa el juicio

final es ahora risa.

Ya no gastamos las rodillas

9

en los suelos de las iglsias,

no nos damos golpes de pecho.

Vámonos contigo

de juerga por ahí,

cantando beodos,

Cristo libertario.

10

V

Monjas,

el pelo al rape, pechos aplastados,

les ponéis uniforme penitenciario,

os asustan y con qué furia,

hombres del dogma,

de la seca obediencia,

del temor al eros,

las reprimís.

En procesión atemorizada,

graves,

culpables;

eran manso fluir, dulzura

tendida con manos y senos, carne

madre que abraza.

Son lo más hondo mío,

la fuente donde bebo mi doctrina

del amor. No me las convirtáis en hombres,

dejadlas libres.

De ellas aprendí la mansedumbre,

la sonrisa. Varones de garra,

de àspera piel, de nuez,

piernas peludas bajo la sotana,

valen más que vosotros, dejadlas

libremente manar su dulzura,

que el amor nace en ellas –osotros malamente lo tenéis que

aprender.

No me las hombreéis;

mansas, dejadlas.

Son por naturaleza acogedoras, tranquilas,

son mis maestras; como yo

imitadlas

11

VI

Redimiré este mundo a risotadas,

que la guasa es el arma de los bobos,

no sé de leyes

ni de informática ni cálculo,

pero tengo la risa a flor de labio.

Teméis ya en la cuna

¿dejaras de temblar? Ponte a reír

y el mundo dejará de ser temible,

¡nos tiene tan petrificados

de deber y reloj;

no es para tanto, hombre!

Desde que salimos del agujerito,

diente con diente.

Pongamos en ridículo este mundo

mentiroso, fantohe,

este mundo, que es de ellos;

no seamos nosotros sus guardianes.

Le meteremos dentro

una bomba de arte,

de eros,

de espíritu,

¡estallará!

12

VII

Bienaventuradas las mujeres,

está oscucro, pero ha de ir aclarando,

amenaza tormenta, pero vendrá el sol,

no huyáis, palomas,

quedaos,

el sol le entrará a esta niebla obstinada,

volverá la alegría.

Vosotras, la dulzura:

ellos nada me han dado.

Otra paloma que se va; no os machéis,

ved que por allí luce ya el sol,

pronto estará también en esta altura.

Dios Padre dio un golpe de Estado

y se apoderó de mi iglesia;

que se vaya.

Nosotros y nosotras

la fundaremos de nuevo. Cristo,

el hombre femenino

-no el Dios que castiga-

el andrógino

reinando.

13

VIII

“La verdadera vida”, comentaba Van Gogh mirando a los

endomingados ciudadanos de Arlés en el parque, con sus

mujeres de lacitos y sus niños;

no tenia más que su maldito arte, que lo lanzaba día tras

día al trance por los compos.

Nosotros reímos y lloramos,

pero no abrazamos,

la soledad es nuestro cáncer.

Viento alrededor y solos,

locos, imbéciles, estrafalarios

solos,

desarraigados,

insolidarios, solos.

Nuestro vivir es incendio –también el amigo Nietzsche-

en el que ardemos.

Finalmente explotamos.

Después vendrán los de la verdadera vida

a recoger las ascuas para calentarse,

ponerlas en un museo

y venerarlas.

14

IX

Haced conmigo lo que queráis,

me dejo, hembra

enamorada.

No imorto yo;

vosotros. Yo no

soy nada.

A todos me doy

sin tasa.

Unos y otras, venid

al amor, puta

enamorada.

15

Segundo movimiento

X

‘Cabrón’, y yo crezco. ‘Cabrón,cabrón’

y yo crezco y yo crezco. ‘Cabrón, cabrón,

cabrón’, y yo crezco y yo crezco

y yo crezco, me hacéis dios.

Cabrón, cabrón...

dios, dios...

Porque no os

odio, de nuevo,

dios.

ni una brizna de rabia,

miras mi sonrisa,

Ni una brizna de ira;

tan sólo (canta)

amor;

tan sólo dios.

Gracias,

gracias,

gracias.

16

XI

Con la muerte detrás,

la muerte que apuñala por la espalda,

la muerte se hace frente, se hace lado.

la muerte en su chavola cavilando,

la triste muerte a rastras,

la muerte levantó su testa infame

la muerte con harapos,

la famélica muerte agazapada.

le gritamos muy fuerte, apenas oye,

le cantamos, se va; en seguida vuelve,

si bailamos, se aleja.

La muerte que me roe los talones,

la muerte con aullidos lastimeros

en su desconocido idioma clama, clama.

La muerte en su chavola con sus hijos

con su risa maligna,

con su mueca, su ira,

la muerte vela siempre a mis espaldas.

No me importas tú, muerte, cuando quieras

apuñala, yo estoy vuelto a la vida;

ni una mirada mía tendrás,

que yo ni te suplico ni te miro.

Herirás y te irás,

mis manos hacia ella y mi sonrisa;

nada tendrás de mí, ni una palabra,

que sólo vida soy, no quiero verte.

Sin sobresalto estoy

dispuesto a tu venida.

Ni odio ni temor, desconocida,

mi espalda se te entrega como un pecho,

mi espalda sin mirada te contempla,

pero mis ojos miran a la vida.

17

XII

“Tunc ergo appehndit ilatus Iesum, el flagelavit. Et

milites plectantes coronam de spinis imposuerunt capiti

eius et venebant ad eum et dicebant: Ave, rex Iudaeorum, et

dabant ei alapas”(Juan, 19, 1-4)

Qué bien lo pasábamos el brigada Barcia, el sargento Matos,

tan bestia, los cabos primeros Fuasto y yo y toda la tropa.

Jesús lloraba, y nosotros, carcajadas con la bota, que no

paraba.

Estaba de semana; después de la lista me escapé del

cuartel. Con un sargento de milicias de borrachera faltona,

nos fuimos al Pombal. Allí él se metió en líos, yo

intercedí y se armó, rompimos cosas. La dueña se apoderó de

mi carnet, que si no pagaba el estropicio daría parte al

coronel.

Al día siguiente, en la procesión del Ecce Homo, desfilando

con un ojo hinchado y gafas oscuras, sin carnet,

cabreadísimo,

izquierda, derecha,

detrás de mi, el pelotón.

el matón del bar y las putas repintadas, observando en los

soportales de la Rúa Nueva,

izquierda, derecha,

el fusil a la funerala,

la marcha fúnebre de la Quinta de Mahler,

izquierda, derecha.

Delante, con la cara deformada por los golpes, Jesús

sonreía feamente a los santiagueses.

18

XIII

Mi voz era delgada

con palabras que hablaban

de paz, contra la guerra;

el rechinar de hierros la ahogaban.

El canto era de amor

y entregaba mi cuerpo;

estridor implacable,

motores que no escuchan las palabras.

Me desnudé, mi ropa

era la alfombra para las cadenas,

las lágrimas fluían

del canto suplicante.

El tiempo se hizo eterno

cantando, llorando.

Lentamente el rugido

del carro disminuía

y la canción se oía

y mi cantar reinaba

y el tanque se paraba

y una voz muy despacio con la mía

salía de allí dentro

y después otra voz la acompañaba.

La máquina, vencida, yace ahora

oxidada en el parque.

19

XIV

Tan desaforados a mi alrededor como montañas

insultandome al oído,

yo amándoos.

Tan enloquecidos, y esa bella mujer con su peinado

enseñando los dientes.

Tan ropajes;

yo, blanda carne madre.

Ponéis la sierra mecánica al tronco,

caerá en un enorme

batir de alas;

y cuando estéis sin mí

¡desmoronáis la vida!

No tendréis más que mundo.

Cómo mordéis,

arrancando,

llegaréis a la vena;

dudaréis un instante,

hendiréis,

os bañaré en mi sangre.

¿Por qué este odio?;dejad

la dentadura, dadme

la boca a besar,

sanaréis.

Veis mis labios

arrstrándose,

no ahorráis los golpes,

a cada bota un beso.

Seguid besándome

a patadas.

No otra cosa que amor

encontraréis en mí,

herís y yo os amo

porque todavía sois niños pequeños

y esa amujer es una niña

y ese sacerdote feroz.

Me enrosco en vuestro odio,

lo caliento,

20

seguid hiriéndome,

carcajada es mi llanto;

metedme dentro

cerillas, amapolas,

piedrecitas.

Abridme la boca. Dentro

hay un diente que ríe.

Coged mi mano iquierda agujereada,

metedle un clavo.

Barrenad mi pecho,

meted allí una flor.

Coronadme de espinas hacia abajo, hacia arriba,

mi sonrisa no cesará.

Más fuertes que yo sois,

feroces.

cómo mordéis,

más y más dientes

se me clavan, todo el resentimiento

lo estáis en mí gastando.

Me odiáis para que os ame,

el odio sube y sube,

yo bailo en medio

desnudo; las montañas

del odio me rodean. Sus picachos

pretenden aplastarme. Inmóviles

rostros sois. Yo

bailo. Grandiosos.

Yo bailo, lloro, bailo.

Pegado a vuestras caras,

bailo, pétreas,

bailo

y una mueca de risa

consigo en ellas y mi diente

asoma a veces.

Rodeadme bien,

desnudo,

rodeadme levantados,

uniformes, minifaldas

marcando las señales

en mi carne. Meted la nuez,

el pico de la nariz,

21

el pecho de esa.

Disminuiréis bajando

hasta quedar

arrodillados.

El odio gigantesco

cesará; y yo

sonriente,

sobre vuestras cabezas todas mis manos.

22

XV

Pregutabas con la mirada despavorida:

¿cómo me encuentras hoy?

Isolino te acaricaba:

déjate, muere;

y la niña:

mamá, muere.

Todos decían muere:

las enfermeras, el cáncer,

muere, Cristina, acepta;

sólo ella no quería. Y cuando le

hablabas de que su hija tenía novio,

de su próximo trabajo en el teatro,

lloraba, porque ya no estaría.

Si te entregas

suavemente,

como corre el arroyo entre las piedras;

pero canes por todos lados me tienen

cogida, me despedazan.

Además no voy a veros.

Se sabía sola, ellos del lado de allá,

la muerta en vida.

Te acogeré, muerte,

jauría

abrazada

chillando.

Toda la noche acariciandote; la cara,

suaviza ese rictus,

el cuerpo agarrotado,

los cuatro garfios, déjate ir;

yo quedo firme aquí, pero tú

muere.

Las enfermeras cantaron celebrando su 53 cumplaños:

Cristina,

te resistes,

el río te llevará,

muere.

Yo mascullé algo sobre el sufrimiento,

que hay que tener paciencia.

23

Quemaremos tu cuerpo. En una urna

volando a la Argentina.

Alli con los amigos

cantaremos, lloraremos.

Al aire tus cenizas.

No te agarrotes, relaja,

suaviza,

no solloces así,

Cristi, muere.

Una mujer tan clara,

abandónate, tan artista,

valerosa, tan,

muere

30-4-94

24

XVI

Agachado herido andas

nocturno andas a gatas por la calle,

los labios rojos de tu herida cosida sangran

y vas aba, aba, aba

con el bastón atravesado en lo alto;

la negra mano derecha levantada

hace un giro de baile –la izquierda ocupada no puede-

un coche en tu oído derecho, pasa al izquierdo

y a tres metros uno grita: dale

Y al otro lado un silencio extenso

Y encima, los que miran desde los pisos

Y un regate pelota regate gol en tu cara

y te yergues doloroso tus dedos ole

y la boca cosida de tus carnes grita y mana

y un golpe se te aplasta en la cabeza como un huevo

y alguien ¡grita! Intermitentemente

y a tus pies otro se lamenta,

sollozo que te levanta del suelo,

otro pelotazo

y levantado más sobre tu palo, en el aire,

equilibrios, mirad, en la noche,

cerrad los ojos, mirad qué hago en la noche,

en la noche sobre mi palo, ¡ay! Cómo lloro,

cómo río, cómo me muero en lagrimas;

lloradme monumento, el aire pasa,

monumento,

piedra,

alabadme,

adoradme.

25

XVII

Aquí en la cruz

el viento trae la bruma,

sin Dios arriba.

¿Cuándo se irá esta nube?

Arbolilo perdido

amedrentdo.

¡Que esta niebla

-lo único que tengo-

se convierta en un río

y podamos beber de él todos!

“Ese pobre se creía el Hijo

de Dios; míralo moribundo”.

“¡Hará de mi el Unigénito!”

Soy el más abandonado,

el farsente,

el imbécil.

Mis apóstoles escondidos

vendrán a la pitanza.

Echadlos, mujeres,

que la Iglesia sea vuestra.

Esta niebla que no se va,

este viento, este frío,

esta tristeza.

Soledad, hombre,

hombre, hombre al fin

sin oropeles, nada

hay más que la vida.

Esta niebla me empapa,

se hace cada vez más espesa,

es noche ya.

26

Tercer movimiento.

XVIII

Todos me agarran piernas,

brazos y manos, quieren

que regrese con ellos; si me hiciéseis

niño chiquito en el jardín de infancia,

o árbol o una golondrina

tal vez me quedaría,

tal vez diría que no, tal vez,

tal vez bañadme, olas de la vida, que el espíiritu es

música y mis brazos

suben solos al aire.

Mi cuerpo era edificio, ahora se expande,

mi agarrotado cuello se libera,

regresen mis solapas a su casa,

mi cautela también; el bloc de notas

vuelva al mundo lo suyo,

y hecho ventana abierta,

hecho animal al sol, hecho elefante,

hecho zarzal con moras, hecho olivo

que hace bosque con otros,

mezcla el aire y el sol,

junta sus frutos,

hecho rama en al viento,

hecho agua fresca.

Yo era plaza con guardia, vuelvo a ola,

mi cuerpo era oficina con su jefe,

mi cuerpo era una silla,

cuerpo supermercado,

iglesia con el cura perorando,

mi cuerpo casillero,

mi cuerpo echó a vivir del todo,

cuerpo computadora,

mi cuerpo echó a volar todas sus fichas.

Nada me preguntéis, que nada sé,

que soy ordenador ya sin memoria,

trasto inservible.

¡Tanto tiempo gastado en instruirme

27

para venir a esto! Es cierto, pero

en vuestro plan, si es bueno

estaban ya previstas

pérdidas por error y por catástrofe:

una incidencia más poned ahora:

perdido en el espíritu,

robot, voy a ser hombre;

monstruo, voy a ser niño y niña.

28

XIX

Libertad con las piernas y los brazos,

libertad con el cuello,

libertad de la risa,

los riñones, que estábais oprimidos,

glándula salival, que ya no cantas

y libertad neurovegetativa.

Todas las libertades, 25,

qué sé yo cuántas hay, todas las quiero

y correr por las plazas

y en los toros soltar una paloma,

libertad de casarme, divorciarme,

libertad de nacer 32 veces,

libertad de rascarme la cabeza,

libertad de llorar toda la noche.

Todas me aúpan

las libertades chicas y las grandes,

todas las quiero juntas:

la libertad de mira y de pisada,

la libertad de andar sin pantalones,

de comer a las ochode la tarde,

de tumbarme en la calle horas y horas,

de mezlar lo doliente con lo claro,

libertad de ser libre y maniatarme,

amordazarme, pisarme la cabeza,

libertad de correr, saltar, bailar,

¡de dejar de temblar, ¡¡¡pordios!!! un poco!

29

XX

Huyen todos los cuervos

y las cornejas y los buitres.

El que andaba en tiniebla

arde ahora sollozando

y el muerto resucita, el cojo danza,

el mudo canta canciones de amor

y si nos preguntas la causa

te diremos que no nos importa,

que se acabaron las causas,

aquí reina el amor,

nos levanta,

nos endiosa,

puede más que nosotros,

nos asalta con su piqueta, nos rompe,

nos desbarata

por dentro y por fuera,

nos coge en vuelo;

el mundo, olvidado.

30

XXI

Aquí te estiras, te extiendes,

aquí te ahuecas y eres ocho

y eres veinticinco,

quedaos con esta pierna,

este brazo lo dejo ahí, con la cabeza

jugamos todos.

Es un baño de sol negro sin ladridos,

sacas tus trapitos: la enagua, el calcetín

y los lavas en esta fuente.

Flooo, un surtidor,

cantos, gritos, lamentos a chorros,

a manadas de lobos, a jauría,

a borbotones, a palabras oscuras,

a risotadas blancas,

a cachos grandes sanguinolentos,

a bocanadas de espiritu.

Ay, por fin, lo que esperábamos siempre,

lo que nunca nos imaginábamos, de senillo,

lo que se zafa si lo buscas,

lo que se regala al estúpido,

Lo que nos trae este payaso de Jesús,

el reino de la vida. Tontamente

nos amamos sin darnos cuenta,

nos amartelamos,

nos perdemos de nosotros mismos,

explotmos de amor.

31

XXII

Y le sale ámbar oloroso por las narices

y brisa por los pelos,

amaneceres por los ojos,

mariposas le vuelan desde el sexo

y a tres manos, palomas

y la frente, tarde tranquila.

Se va haciendo guapo,

su ojos pierden muerte,

sus manos pierden uña y acarician,

su boca pierde diente. Muchos de nosotros lo veremos,

cómo se va aniñando,

sanfranciscando,

ghandiando,

cómo se va vangohando,

charlotando.

Muchos lo están viendo y otros

lo notarán en seguida,

cuandno ellos mismos se vayan

nietzschando,

jesucristando.

32

XXIII

A ellos me abandono,

me echo sobre sus cantos,

cae hacia atrás la cara

Y llega a su regazo,

la acogen y la besan con su cántico,

La acarician y ella continúa

con ellos su canción.

Las manos se han perdido, son palomas

que vuelan blancas,

revuelan y cantan,

los brazos, todo el cuerpo.

Ellos regresan siempre,

yo busco más allá:

cantan el mismo canto,

el mío es siempre nuevo;

ellos acaban, vuelven,

y yo, enajenado,

atravieso las zonas más ignotas;

ellos vuelven y vuelven,

ellos claman, se calman,

ellos son agua mansa,

yo soy la tempestad;

ellos son dulce son,

estridor dolorido es mi canión.

Mi cuerpo está en sus cantos,

mi cuerpo se ha hecho espiritu,

mi cuerpo desfallece de dulzura.

Ay si ellos se apagan, yo me acabo,

sois vosotros la vida,

vosotras sois la madre que me nutre

con la leche dulcísima del canto,

vosotros y vostras sois mi Dios.

Mi cuerpo volvería a ser un alma

eterna, muerta, inmóvil

sin vosotros, os amo

dulces madres, hermanos.

33

Segunda sinfonía:

Pan

“¡Oh Pan, protector de Arcadia,

guardián de augustos santuarios..!

¡Oh bienaventurado, al que llaman los

olímpicos perro multiforme de la gran

diosa!”

Píndaro(*)

(*)Frag. 95. Y en Arist.Ret. 1401a15

34

Preludio

XXIV

Haznos corporales como las mujeres,

que somos hijos del dios Padre:

cólera, resentimiento.

¡Ieh, Pan!

Ellas se quitan las camisas

y sus senos saltan como las cabras,

su cuerpo es dulzura.

¡Ieh, Pan!

Que seamos también nosotros carnales,

que nuestros cuerpos ondulen como los árboles,

se deslicen como los ríos.

¡Ieh, Pan!

Que no seamos más seco pensamiento.

¡Abrázanos, Pan,

que la pasión nos enloquezca!

35

Primer movimiento.

XXV

Si quieres que los árboles te miren

y te hablen las peñas y los vientos

tienes que ir a ellos

dulcemente desnudo.

Se te darán los montes,

los arroyos te contarán su canto,

la cigarra murmurará en tu oído.

Libertado del mundo,

como las buenas bestias,

que van comiendo belleza,

florecitas, poleo, fresca hierba,

son tan verdes las praderas,

sorbiendo el arroyo sonoroso,

que se deja beber

hacia dentro de sus cuerpos cantando.

Una calavera de caballo

con la boca abierta sobre el prado;

ellos pacen tranquilos.

No hay otra vida que la de nuestra verde tierra,

el Cielo de aquel Dios es un destierro

negro, donde tan sólo

algún cadáver de astronauta gira;

tu Dios desencarnado nada siente,

no es más que pensamientos

de destrucción; el Cielo

es una cárcel, nada esperes;

la dicha está en la tierra dulce y clara.

Decían que el dios Pan había muerto;

es la vida que fluye de un trino

o de una ovación.

Vuestros anuncios, vuestras noticias,

vuestros lamentos, vuestras máquinas,

vosotros, hormiguitas pensativas

por la noche yo os borro los caminos

mas al alba los rehacéis constantes.

Los pájaros vendrán siempre a mi mano a cantar.

Tantos dioses han muerto, yo no muero:

en la cumbre de un monte al mediodía

36

cuando el viento se duerme entre las ramas

y el sendero se acaba, te desnudas:

pronto oyes mi risa.

El sol te inunda

y renace la vida

y el mundo no existe

y el tiempo, acabado,

y el leve movimiento de una rama

y algúntrino se oye

y el mar en ese árbol rumoroso

y el camino allá abajo esta durmiendo

y la paz todo lo llena,

estalla el sol en risotadas,

la tierra está borracha, tanta luz.

El aire se abre y muestra las fragancias,

hora en que no se puede pensar,

unos duermen, los más, otros desasosiegan.

En esta hora sagrada

nada sirve para nada,

no sabes dónde estás,

el eros me deshace,

no quiero pensar,

me pongo a desvariar: es él quien reina.

Pregresivamente van desapareciendo

las piernas y me encuentro reptando

y me encuentro culebra y me encuentro

olfateando

y me encuentro volando,

desaparezco maravilloso,

campo yo mismo.

Me hago ligero,

como loco bailo, grito, canto

el cuello desmayado,

brazos amorosos buscando

en medio de la alta luz,

que la sombra obstinada es luz ahora

sin muerte al fin.

37

XXVI

Vendréis con una cadena,

aquí frente al Sol haciéndole carantoñas estoy,

llegaréis y me rodearéis,

yo seguiré llamándole cabrón, enseñándole el culo desnudo

que te jodan, hijo de puta,

que me tienes enamordo,

loco perdido,

que no puedo dejar de bailar desnudo delante de ti,

amor prohibido;

eres un tío, pero me pones cachondo,

es imposible que me vista,

mírame, el falo no se me ha bajado en todo el día;

ven, Sol, que te lo meta en medio,

que te abrace,

que me haga luz contigo,

al carajo el mundo.

Entonces vosotros me atraparéis,

yo os besaré en la boca mientras;

os limpiaréis,

me pondréis una argolla en la nariz y, tirando,

a la plaza; mirad el loco desnudo

marica,

el loco este puerco

que quiere joder al Sol y a todos nosotros.

Me tiraréis tomates, peras:

yo me encerraré en mí mismo.

Ya nada más de mí obtendréis.

38

XXVII

Ven, amado pan, barrigudo

cincuentón con pelambre y cana barba,

déjame abrazar tu cuerpo desnudo,

déjame besar tu boca encendida,

que tienes doble sexo,

que eres peludo como un macho cabrío.

Ven, dulce Pan,

y déjame meterme entre tus piernas,

que pueda beber risa de tu boca,

ayúdame a que enteramente carnal sea,

la cabeza pensante en tu barriga.

Mi cuerpo sojuzgado, maniatado,

ebrio, se pondrá a cantar,

loco, a gritar,

a reír,

a llorar.

39

XXVIII

En la Sarnosa me lo encontré

un mediodía quieto, azul intenso.

Mirando un águila que volaba

pequeña en el cielo,

en lo alto del monte lo vi.

Sabía que estaba, porque

el cielo era demasiado azul,

se oían jadeos de alas, las alimañas

extenuadas, venían a beber

a la fuente: una zorra con sus crías,

un viejo jabalí.

Pan se estaba riendo de una hormiga

que no podía meter al agujero

su comida; desnudo

al sol, en lo alto de un peñasco

no excesivo, el viento le rizaba la pelambre,

me dijo: ven, y rió.

Una manada de caballos cercanos relinchaba,

los árboles cantaban por sus ramas,

el viento nos gritaba entre las peñas,

las palomas que venían a beber se quedaben,

era el amor que resucita la vida.

En la ciudad comenzaba

la jornada de tarde,

de nuevo abrir las fábrias, andamios.

A esa absurda hora, Pan y yo

corríamos desnudos,

yo tras él, el tras de mí;

él me atrapaba, me besaba; yo

me apoderaba de él,

nos revolcábamos

él se desasía,

yo lo abrazaba.

Después

nos entregamos,

cuerpos abandonados uno en otro.

40

Segundo movimiento

XXIX

Desde que Pan está por estos montes

los caminos, camisas de serpiente,

yacen secos pudriendo, dando flores.

Las vacas caminaban por ellos,

los perros,

las zorras, cuando bajaban al publo.

Ahora andamos todos perdidos.

41

XXX

Todas, también aquella antigua con musgo

sepultada en las agujas secas de pino

se levantan,

se hacen tetas lesbianas,

lenguas de fuego.

Han dejado la redondez; ahora

serpean inquietas,

ágiles,

levantadas,

cantarinas;

son falos, pero

con mucha más dulzura,

más boca para besar,

más ansia,

ardorosas,

pura llama.

42

XXXII

Paganízate, España

de la Reconquista,

del Camino de Santiago,

de la Inquisición,

hazte pagana.

Que estamos empachados

de tanto bautismo católico,

de tanto casamiento católico,

de tanto cementerio católico.

Vuelve otra vez a Roma y a Grecia,

hazte pagana.

No creo en ningún Dios,

te lo pido a ti misma, España.

En un antro nací

sufriente, mordiéndome los puños,

¡paganízate –te lo suplico- y paganízanos,

que estoy lleno de remordimientos, de terror, de infierno!

España, ¡vuelve a ser pagana!

¿Por qué has convertido en Virgenes católicas a tus diosas

arcaicas del Pilar, de Monserrat, del Rocío?,

Antes, el 15 de Agosto era la fiesta de Diana.

Devuélvenoslas.

El papa te lo dijo cuando vino: te estás haciendo pagana,

pero con más alegría más a la luz del sol, como es tu

estilo, España

¡España, España,cómo te amo entregada

en bacanales y mayas!

Diosa mia, Epaña,

vuelve a ser pagana.

43

XXXII

Pan intentaba andar entre las hojas,

las ramas lo cogían y apretaban,

el sol con sus mil bocas lo besaba,

el aire dulcemente lo envolvía.

La naturaleza encendida

se enardecía toda contemplándolo:

¡Chulo, chulo, chulo!

gritaba la montaña, el campo, el río.

Enhiesto su gran falo, Pan le entró

a la amante por su hondos valles,

el telúrico coito comenzaba.

Yegua en el suelo despatarrada,

la tierra erguía ramas y chillaba,

por el cielo el arco iris subía.

44

XXXIII

Reinad, tetas

esa ofensa

al Estado, a los jueces,

al Ordenamiento Constitucional.

Mujer, haz

de carne el mundo,

no las escondas, sé

aquí en medio hembra,

que la gente se remanse

de sus intenciones,

ponlas aquí,

en uno de esos informes,

en este proyecto

de ley, cayendo

así de suaves,

redondeando; no te las guardes,

que las necesitamos

en el Parlamento,

en todas las asambleas,

lo único real entre tanta palabra.

Tetas que se mueven rítmicas,

asustadoras de los pusilánimes,

se aacabó el razonar,

que rompen la norma,

tetas para que el mundo

se dulcifique, menos imbécil,

más redondamente suave,

tetas todas, venid a redimirnos.

Aliviadoras de tanto trabajo, de tanta opresión,

con cara sonriente,

de ojos atrevidos,

con su ternura atrayendo,

en barco, en moto,

cantando,

venid.

Morenas,

con mentón,

esquivas,

ubérrimas,

delgadas,

orgullosas,

frutales,

45

sorprendidas,

atrevidas,

opulentas,

atemorizadas,

santas,

temblonas,

pequeñas,

dramáticas,

descaradas,

obscenas,

hostiles,

remanso,

desaforadas,

implacables,

prados azules,

nido de pajaros,

mar en calma,

tetas a saltos,

a puñetazos,

bailarinas,

aves negras,

imperativas,

apasionadas

a todas las deseo llorando.

Tetas salvadoras,

estáis delicadamente caídas,

sois tan buenas,

no nos abandonéis nunca,

creced, manad

en mansa carne,

en dulzura terrena,

acudid,

venid en nuestra ayuda,

que nos hemos hecho esqueletos,

cojos, sin sonrisa,

histéricos, réprobos,

abstrusos.

Tetas acariciantes,

invadid el mundo,

dulcificad las costumbres,

adormeced las uñas.

Tetas, que nadie

esté en carencia,

que el cuerpo se hace alma

46

siniestra, cuchillo

afilado, viperino,

sin vosotras.

Que sois, mansas tetas,

un bofetón al mundo

de papel, de mentira.

Embotais los deignios,

las intenciones dejan de pensar,

de tramar, de argüir

y ríen; si pueden tocan.

¿No véis que en vuestra presencia

el mundo se hace blandamente carnal?

Evangelizadlo

con vuestra dulzura,

con vuestra inocencia.

Saltad de los sostenes, predicad,

convertidnos, tetas,

a la vida.

Que deje de ser hombre

este mundo afilado,

belicoso, cabrón

y al fin se haga hembra.

Venid todas al mundo como en la antigua Creta,

suavemente obscenas,

triufantes.

Ni un consejo de administración, ni una comisión

sin su ternura, ninguna reunión. Que recobre

el mundo la redondez. Y en las fiestas

se desaten sin límite.

Tetas paseando, hablando de negocios, curando a los

enfermos, consolando a los tristes, ¿por qué escondidas, si

sois nuestra riqueza?

Volved todas al mundo,

tetas.

47

XXXIV

La tierra ardiendo en luz, espacio negro,

nubes tímidas se asoman y se ríen.

Alta cima de dicha,

aquí no hay soledad,

conmigo Pan y el sol,

nuestros cuerpos dorados;

los ojos, cielo azul en el negror.

Comiendo oscuras moras de una zarza

en el borde imposible de una peña,

con las caras manchadas

a lo alto levantadas, nos reíamos.

Ni un resquicio para el resentimiento,

todo era risa, todo era azar,

todo era moras, todo era luz.

Las águilas nos miraban en sus nidos.

En la inmensa negrura resonaba

nuestra gran carcajada,

que era abismo

y era dulzura.

48

Tercera sinfonía:

DIOSA

49

“Ante las puertas del orco canté a la alegría

y a las sombras enseñé la embriaguez,

pues, favorecido entre tantos, contemplé

en toda su divinidd a mi diosa”.

Hölderlin, Himno a la libertad

50

Primer movimiento.

XXXV

El grito de la bañista,

el pájaro,

el claxon.

La rama en el aire,

el niño en su bici.

E verdor dorado,

la mañana que nace, el andar trabajoso de ese viejo.

¿Y que me dices de este escarabajo pelotero

llevando entre las patas delanteras

y la boca su poquito de excremento

con gran trabajo,

para hacerse su gran bola?

Mi vecino de barba con su hijo

-un niño pálido y callado-

en su avioneta.

Mary la pintora,

despachando en el bar de su hermana.

Don José el maestro,

en pelota por la montaña.

Mi hija, que se pasa las noches de juerga

y duerme entera la mañana.

¿Qué me dices?

Vida.

51

XXXVI

Al espino albar

la vida le entra

y se abre

y lo abierto se abre dos veces

y aún eso otras tres

y cuatro y cinco

hasta perderse en el azul

que lo penetra bien hasta lo hondo.

Alguna rama solitaria no puede contenerse y canta

-aprendió de los pájaros-

ayudada del viento.

Después todo él es clamor,

luz,

trino verde,

baile de amor.

Cada rama a su manera

se entrega y recibe,

del árbol se alimenta;

sin él se moriría,

sería cemento armado,

catedral,

electromagnetismo, sin él sería

pobre anciana con un palo,

lagartija pisada.

Sin él,

cárcel,

manicomio.

En su árbol es la diosa misma.

52

XXXVII

¡La vida en un museo!¡Está en su sitio!

Este mundo es ahora cementerio;

sí, verdaderamente.

¿Cemeterio de vivos, Rosalía?

¿Cementerio de muertos!

Sólo han dejado cruces y cipreses;

la vida, en un museo.

¡Tu regazo era tan hondo, madre!

Y la gente pasando con sus muertos

te miraban, su piedra

que llevaban metida en la barriga,

a la espalda, en la cabeza,

su piedra se ablandaba,

se hacía un poco tierra,

brotaba alguna cosa, una sonrisa,

¿hay un lugar mejor para la vida

que este cementerio en que yacemos

A un museo. Curiosos

mirando y entendidos;

y nosotros, los muertos,

solos con nuestra muerte.

Trajeron camiones

y grúas y bulldozers, la sacaron

a rastras. No quería

dejar aquí a sus hijos. La sacaron.

Los muertos no sabíamos que ahora estamos

definitivmente

ya para siempre muertos.

53

XXXVIII

Son retratos,

sombras

con los rostros cerrados,

con las manos cerradas,

personajes

que parlan, parlan, parlan.

¡Tan seguros de sí mismos ellos

con sus asuntos,

cogidos de la mano de la muerte,

su computadodra de bolsillo,

su impermeable a pleno sol,

caretas sonrientes,

cerrados con botones

para no dejar que esta paz,

esta dulzura,

para no dejar que este grito alarido

descomponga,

pervierta, haga trizas

su muerte!

54

XXXIX

Te he buscado en la soledd y en el bullicio,

en las bibliotecas.

en las catedrales

y tú no estabas.

He mirado bien en los libros sagrados,

en las peregrinaciones

y alli tampoco estabas

Ya no sabía en donde buscar,

miré en lo alto de las montañas,

en el monoteísmo y en el ateísmo,

en el eros y en el espíritu,

en la India y en Grecia,

en santos y filósofos,

en el día y en la noche,

siempre buscando

por los caminos y campo a través,

en la clausura de los monasterios,

en las casas de putas,

buscándote,

buscándote,

y tú no aparecías,

te llamaba gritando,

te rezaba

de rodillas, me arrastraa.

Yo sabía que eres

el volar del vuelo,

el sonreír de la sonrisa,

que sin ti no hay alegría,

pero mo te encontraba.

55

XL

Diosa,

agua en el ardor

que me entra, me entra y me refresca

y me navega

hecho mar de mí mismo,

hecho pez de lo profundo

en sinfonía de giros,

los ojos bien cerrados, hondo, hondo,

en negro gemir,

honda paz.

Cachalote que nada,

cachalote que canta,

cachalote.

No volverá jamás ese sol que me quemaba

y me secaba.

56

XLI

El viejo monte

antes lleno de caminos,

la vegetación los ha deshecho

y andan ahora por los aires

rotos, miserables

cantando tontamente,

caminos que se han perdido,

que ya no sirven para nada,

bailando con el viento.

No me importa,

no me imprta en absoluto

que el bofetón o el beso me vengan por la derecha

o por la izquierda,

voy abierto,

inerme,

arrojadas todas las armas

todas las, todos los.

Sólo puedo encontrarme,

vida, contigo.

57

XLII

Me vuelas, no solamene por delante,

tambien por debajo y por detrás,

no hay más que tú; el mundo,

arrastrándose por el suelo

miserablemente, sin ninguna

posibilidad de intervenir,

desechado en la papelera, mundo sido,

rastrero, triste,

quieto mund,

mun,

mu,

m.

Y la vida frutal, madura, en baile.

58

XLIII

Cuánto me ha costado encontrarte en esta sierra,

desembarazarme de los brazos familiares,

el terror de milenios, qué gran batalla,

que me llamen loco.

¿como puedes hablarle a la vida, que eres tú mismo?

El escándalo: ¿cómo te atreves a hablar así de nuestro

Dios?

Me encuentro solo,

unos me persiguen, otros se sonríen, otros me desprecian.

Pero ahora, Diosa, estamos

en esta altura

tú y yo,

un chivito con su cabra loca por las peñas

riendo.

59

XLIV

Nosotros

en la época glaciar,

indefensos,

luchado con grandes animales.

Poco a poco aprendimos a hacer instrumentos,

a cultivar,

tener casa.

Rezábmos. Las pestes

nos diezmaban; hacíamos

procesiones, pero fue nuestra ciencia

quien las venció; no bajó Dios una mano

desde el cielo diciendo: tomad este medicamento.

La libertad y la democracia son sólo nuestras;

el deísmo fue siemre su mayor enemigo.

Si a los recién nacidos los dejásemos como los recibimos

serían solitarios y mudos como los animales.

Nosotros les enseñamos a reír, a amar,

a jugar,

les damos la dicha nosotros,no la traían.

La vida –celebrar, entender,ayudarnos, pintar- somos

nosotros,

la tenemos con nosotros,

el cielo es aquí,

en nuestro mundo, nosotros.

No hay otro dios, no hay otro Cielo, no hay otra vida:

nosotros.

Y cuando nos vamos del mundo

y nos vamos de ti, diosa amada,

otros ocupan nuestro lugar

y la hoguera aumenta,

creces, Madre,

te haces cada día más hermosa,

justa, libre.

Venerando al antiguo dios nos habíamos olvidado de ti

¿Dónde te levantaremos la primera estatua,

pondremos tu nombre a una plaza,

a una niña?

Es placentero,

¿cuándo?

60

XLV

Todas nuestras ratas con el rabo húmedo,

ratas sin libertad,

atemorizadas,

que no saben vivir solas

nacionalizadas,

colectivas,

igualitarias,

amorosas,

que estaban a millones escondidas en las alcantarillas y

los sumideros

se han escapado,

y aquí las tenemos a todas delante

iguales en el trato,

en elgusto,

en la tele,

en el arte.

Avanzan a besos castos,

a sonrisas tristes,

roedoras de lo grande,

de lo diferente,

de lo nuevo.

Son las viejas ratas de siempre,

eternas ratas mentirosas

que de vez en cuando salen de las cloacas e invaden el

mundo,

roen la vida,

lo dejan todo legalizado,

socializado,

ratas burocráticas.

No vale cerrar fronteras, puertas, ventanas,

pasan bajo tierra,

vuelan por el aire,

su celo las hace intrépidas,

morir a miles no les importa,

mártir, resucitaré en el Cielo.

Venís

arrastrándoos, volando

entre el sol y nosotros

parecéis cielo.

Muy despacio avanzáis

suaves, os metéis

en nuestras calles, en nuestros amigos,

blancas, sí,

61

pero ratas

que nos tapan el sol,

que nos quitan la vida.

Nosotros os acariciamos,

parecéis inofensivas;

nos contagiáis vuestro olor

de ratas de alcantarilla,

estais enfermas, ratas

blancas.

Vais cubriendo el mundo, arrasando

lo que se eleva, todo

ha de estar muerto

como vosotras, ratas

iguales todas,

pequeñas,

con vuestros dientecitos y vuestros grititos,

mansas,

trabajando para costruir el Paraíso,

obedientes,

mirando con ojillos amorosos,

así tenemos que ser, pensar así,

lo demás nos está prohibido,

pequeñas ratitas,

buenas las unas con las otras,

trabajadoras,

dóciles

ratas blancas.

Aquí os espero

en esta cumbre,

la he estado escalando toda mi vida

con miedo muchas veces

buscando. Ellas vienen

con la Santa Verdad, que las inflama,

estarán pronto aquí

seguras,

eficientes,

bonachonas.

No son capaces de vivir en soledad,

necesitan esar juntas,

se quieren mucho. Todo

rezuma en ellas amor. Pequeñuelas,

pero amorosas. Me cortaránla barba,

romperán mi pantalón de flores

y a arrastrarme con ellas,

a encariñarnos, somos buenas,

a lamernos, a estar juntas,

a llamarnos por teléfono

-a pensar, a crear,

62

a estar en soledad angustiado o en éxtais,

a eso no- a ser rata.

Subís diciendo cómo hay que rebajar,

vuestros técnicos hacen informes,

todo lo quieren bien aplanado:

aquella cumbre al sol, este profundo abismo.

¿Y cuando todo esté bien plano qué, ratas,

cuando todo esté bien muerto?

Son infinitas, igual

de blancas, sonrientes,

el reino d los Cielos,

la Sociedad Sin Clases.

¡Si viniera un viento poderoso

que os aventase, que os arrojase

montaña abajo,

podre de bichos blancos,

peste bubónica!

Mas nadie puede nada;

pronto estaremos todos castrados,

ordenados, responsables, sumisos.

Los montes se abajan

se redondean,

se junn unos con otros;

antes levantados, solitarios,

son ahora rebaño,

dulzura de rata.

Qué buenas somos todas,

qué disciplinadas;

ningún picacho enhiesto,

amorosas ratas.

Ahora estamos ya todos domesticados,

sí, ratas,

ahora ya pensamos lo mismo,

Creemos en el mismo dios,

guardamos los mismos Mandamientos;

ahora ponemos la otra mejilla

¿y que conseguimos con ello?

Ahra somos todos iguales,

ya no hay montañas desafiantes,

pululan ratas,

su griterío de vocecitas.

Nada se les resiste,

empezaré a achicarme,

también yo blanca, dulzona

lamedora, rata.

63

Esta cima plácida con la paz de lo alto

se llenará de vuestra algarabía.

Van despacio –dos pasos adelante, uno atrás-

subiendo, las águilas que vuelan

pronto se arrastrarán,

clavarán en mí sus dientecitos.

Venís por mí, aquí arriba os espero,

esponjosas, acercaos,

inerme.

Venís para llevarme,

ya sólo quedo yo,

blancas ratas.

Por todos lados me rodeáis. O espero

desnudo

cantando.

¡Con qué furia

destruíais los templos paganos,

la belleza! Odiáis,

pequeñas como sois, lo grande,

vuestro celo sagrado.

Aquí, ratas buenas,

mordedme aquí, santas.

Os estoy esperando

sobre esta peña, mirando

vuestro paso menudo;

con el corazón preparado a vuestros dientes

estoy, ratas.

Traéis vuestro Libro,

¡Ja, ja, ja,

a cuánta buena gente habéis engañado!

Yo os conozco bien,

ahorraos la prédica.

Ya esa cumbre de enfrente ha sido allanada,

este abismo también,

ahora me toca a mí.

Aquí me tenéis,

hermanas, camaradas,

hagamos de la vida Cielo plano.

64

Tercer movimiento.

XLVI

El incendio me viene,

mi corazón lo espera palpitante.

Ven, te temo,

pero ven.

Mi cuerpo es una víscera que tiembla,

que arderá cuando llegues.

Confiado,

recogido,

carne y espíritu,

sangre y canción.

Ven amor, a mis músculos,

bestezuela que quiere

bailar, llenarse de mí,

que me llama,

me llama,

ven, me llama,

voy.

65

XLVII

Aquí están tus pechos,

aquí el sexo.

Diosa,

al fin bebo de tu agua

en tu verdor.

Aquí en esta altura

donde el mundo no llega,

aquí, tú y yo,

sí, amor, juntos

los dos por estas locas piedras

que se lanzan al abismo

clamando nuestros nombres:

el hijo con su Madre

al fin yaciendo juntos

en este cielo.

Y yo bebo de tu agua,

mi boca en la fuente

bebiendo de ti,

saciándome

y tú lanzando al cielo

gritos y ayes

como estas piedras

gigantes; yo saciándome,

tú llorando.

Bebiendo de ti,

bebiendo.

estoy bebiendo

y mi ansia no se apaga,

aumenta,

mi ansia

aumenta,

con el beber aumenta,

no puedo más,

aumenta, aumenta,

diosa,

mi ansia es inmensa,

no se apaga,

aumenta más,

vida mía.

Al fin te tengo toda,

hembra en mis brazos,

bebiendo en tu boca,

paciendo por tus senos,

desesperadamente

metido en tu agua,

chapoteando dentro,

amada, me muero.

Después nos levantamos

66

Y bailamos desnudos

y corremos,

gritamos,

el mundo no ha podido con nosotros,

libres somos

ya para siempre.

67

XLVIII

En esta fuente bebo,

es mi fuente

Y bebo

agua que me dulcifica

Me calma.

En esta fuente me harto de la dulce agua,

que me embriaga .

El cielo ahora,

que el raído cuervo vociferente ocultaba,

luce de nuevo azul,

de nuevo es nuestro cielo.

En esta fuente mía,

en este verdor,

entre estas peñas que locamente bailan.

he encontrado la paz.

68

XLIX

Cuánto tiempo,

cuánto esfuerzo

para encontrarte,

fuente de la vida.

Sediento y fantasmal,

vestido de seminarista.

Recto y áspero,

muerto.

Un pedazo de palo

seco.

Estúpido, con libros

hasta por los suelos.

Examinado por toda clase de tribunales,

domesticado por todos los látigos.

Y la fuente aquí

en secreto

manando.

69

L

Aquí desnudos

yacemos

en la paz de tu agua.

El aire, el sol,

el manantial,

tú y yo desnudos abrazados

en lo mas alto.

Fuente del cielo eres,

Madre.

Bebo de tu agua

Con mis dos manos,

con la boca,

me embriago.

El mundo, al fin,

olvidado.

70

LI

¡Danza!

¡Danza para que el mundo se deshaga!

¡Que se rompa en cachos el sentido!

¡Que nada sirva para nada!

Monstruos somos a tu alrdedor

deformes,

a tu alrededor, piedras

somos inmóviles.

Haz que nos levantemos

y bailemos contigo tu danza,

que estamos por el suelo

grandes y monstruos

vociferando pensamientos,

que tu voz delicada nos reviva

y nos levante y nos haga contigo

una gran llama.

¡Diosa, clamando, diosa,

Vida!

¡Danza!

1

Xosé Azar

El loco y la niña

(sinfonía poética)

2

Portada:

Picasso, Minotauro.

3

PRIMER MOVIMIENTO

4

5

I

Niña mística,

aquí me tienes, los cuerpos

a mi alrededor placenteros; yo, desolado,

el cuello salido de madre,

espantapájaros.

Niña de la delicia,

estoy aquí luchando

una mitad contra la otra

en pelea incesante.

Niña total,

reúne mis dos mitades,

abrázame.

Tú sola, tú sola;

mi grito inacabable,

pero contigo al lado.

Me ven solitario;

no, yo voy contigo

a veces soñoliento,

otras insomne, sin odiar,

nadie en mi pensamiento,

ninguno, mi dueño.

No me imprtan vuestras advertencias,

me véis por un desierto con mi bloc,

sediento; me da igual.

Yo, el único árbol.

Solo de mundo,

todo me lo han arrancado,

ni una brizna en mis afanes.

Por este secarral,

contigo;

con nadie más,

contigo.

el cielo limpio azul,

vamos juntos tú y yo

enamorados.

6

II

Pensaba que, tan enorme, no podrías caber en mí,

tan largo, días y noches, tan viejo, tan pesado,

años y años metido en una cueva bebiendo y jugando a las

cartas con arrogantes.

Yo aún no había nacido, y de pronto, apareces monstruoso

diciendo que yo

bailarías

y a lo mejor te redondeabas.

Soy una niña, pero

la dulzura no tiene tamaño

ni tu desamparo.

7

III

Y si llamo a la puerta, rostros impasibles

de lapislázuli, sentados;

yo, alucinado/alucinada.

Dónde está vuestra mitad, gritadores,

risas de piedra en ellas

y ellos voces estententóreas en gargantas huecas.

Cierro la puerta y tengo

algarrobos en bancales y la dulce mar azul.

Amada, lejos

de vosotros y vosotras, que sois lo quieto

-vozarrones y risitas-,

lo muerto.

Contigo marcho,

mi otra mitad danzando.

Niña, contigo que no quieres mi hombre duro:

‘y a mí no me gusta’.

Mi voz, gruesa también,

mi puñetazo

-por eso me desprecio-,

mi grito tonante, imbécil.

Niña mía, me haré

amiga tuya, trinaré.

Soy hosco y hueco, pero mírame dentro,

manan allí ternuras.

Niña pequeña, mira esta oquedad,

¿no ves mar azul en calma?

Niña, yo amo tu dulzura,

por fuera soy un oso también,

abrázalo, es de peluche.

Aunque grite, no le hagas caso,

es de juguete, o arrójalo al suelo

y que ahí se quede; pero también lo puedes coger y

apretarlo contra ti.

Niña alma mía,

si no lo pones contra tu cara,

ahí se quedará,

nada podrá sin ti.

8

IV

Sólo tú conmigo;

el amor que se vaya,

doloroso, desencajado.

Que se vaya;

por una dulzura, cuánto sufrimiento.

“Yo te quiero”,

ja, ja, ja, qué descaro.

Que se vaya, que se vaya, que se vaya;

sólo tú a mi lado.

Niña, el eros fuera;

contigo, los dos juntos.

Por una alegría,

dos furias acusándose.

Copmpañera, sólo contigo

los dos caminando.

9

V

Niña frágil,

oquedad inmensa,

alta pradera

donde todos pacemos hierba fresca.

Ribera

con praderas y ríos,

con ganado brincando,

con casas y niños y niñas

y un viejo que fuma a la puerta.

Oquedad enorme

por donde el viento brama rompiendo árboles,

las zorras hacen presa en liebres y conejos,

las águilas aletean violentas persiguiendo a las palomas.

Oaquedad hembra,

que no llenan los rios, los vientos, el sol,

oquedad que nos acoge,

sin ti resbalamos,

caemos del planeta,

nos quedamos fuera llorando.

A donde todo va a parar:

las puertas,

el luto del pueblo,

las procesiones.

Oquedad al viento,

Paco y yo creyendo que la vida es lucha, arte, fútbol,

Doro haciendo sus exposiones en los bares,

Manolo, cogido por el esoterismo, ¿véis?

Oquedad al sol

con sus peligros y sus fieras,

oquedad.

También nosotros tenemos la nuestra; pero la de ellas,

con besos y sonrisas,

ayudarlas, su voz delicada,

flor y ríen como los niños,

oquedad.

Hay allí montañas,

cuidado con los cuarteles,

autopistas.

Para llegar hay que subir primero,

después te abandonas rodando.

10

Cuando estás dentro

las montañas son brazos,

voceas.

Bajan los arroyos,

te rascas,

chapoteas.

11

VI

Niña, ven conmigo,

que la culpa me tiene cogido;

tira de mí,

no puedo con ella.

Que me arrastro,

me lleva a ser carnaza a su guarida.

Que soy una mitad que anhela completarse.

Que estoy llorando, ven

con tu ternura clara.

12

VII

Cansados de la ciudad

-nos conduce el amor-

llegamos al campo.

Yo te voy hablando de esto y aquello

y tú asientes y te agachas a acariciar a un bebé

y yo sigo hablándote y un conejo salta a tu regazo

y tú, mosquita muerta,

los pajaros vienen a tus manos,

los besas, les dices: volad.

Una ardilla se te sube a los hombros,

¡linda, linda!, la acaricio yo y escapa.

Ahora te estoy diciendo que he apostado fuerte,

que soy áspero y feo,

los pájaros revuelan, que tú me haces sufrir,

llorar, intento tocarlos.

¡estás de mí tan lejos! escapan,

tosco, estúpido, sabelotodo,

huyen.

Tú, a manos llenas: volad vuelan

y vuelven. Pones a la ardilla en un árbol

y vuelve,

es la naturaleza que adora la vida,

y a tu alrededor palomas

y árboles que extiende las ramas

Y yo hablando, hablando

y las nubes bailan.

13

VIII

Niña, ¿dónde estás?

Esta mitad, con una oreja y un brazo

a la pata coja

antes se creía el alma,

el hombre mismo.

Este cacho de cara,

medio pelo, un ojo.

Amada, no soy más que un pedazo

sin pasado, doctrinas

-todo eso está ya bien muerto-

sin detrás ni delante.

Manolo, Doro, mirándose,

Paco, Ángel,

todos mis amigos

que sólo sois costado,

venid a completaros. Que

todos somos lado, venid sonrientes.

No hay que adorar a nadie;

dictador, eres babor

y madre. Y tú, niñita,

¿qué serías sin ese otro lado?

Todos mitad,

nada de ‘el hombre’,

está manco, le falta medio cuello.

Diógenes en loncha,

¿lo buscas? Dadle un espejo;

persigues lo que te falta, la dulzura,

demandas lo que ya eres.

¡Un hombre!, tienes

hombre de sobra;

vente con nosotros.

Hosco Zaratustra, gritas

desde tu flanco, ven

a completarte; con vuestra media boca

insultáis desesperados.

Unamuno en un pie y la

mano intentando,

¡si supieses de esta niña

aquí en Gredos conmigo!

Todos, solitario perfil

para la foto.

14

IX

Yo te estoy suplicando

y tú te ríes a carcajadas

y tu risa aleja de mí las tinieblas.

Niña, sigue riéndote de mí,

que este loco triste se alimenta de tu alegría.

Ríete, cascada

cristalina, ríe

y que retumbe en mí tu risa.

Hago piruetas,

pongo un pie sobre mi cabeza,

ríe, ríe más,

tal vez yo pueda conseguir una mueca que se parezca a

una sonrisa.

A tu compás

me pongo a saltar como un títere.

Te lo pido arrodillado,

ríe, ríe, ríe.

15

X

Se acabó la sustancia,

le has dado una patada, niña futbolista,

ahora rueda entre las peñas montaña abajo.

Choca, se abre en cachos,

ruedan muchos,

chocan de nuevo y otra vez se abren.

Harina con gusanos

es lo que queda de aquel basamee que parecía tan

importante.

Ahora la vida somos tú y yo,

potencia y dulzura,

loco y niña.

16

XI

Mírame,

arreglándote el pelo,

descalzándote,

riéndote.

Acógeme,

que yo todo me emtrego,

no otra cosa he estado buscando durante siglos, cabalgando

medio caballo, media cara.

Recíbeme,

para que estos amarillos esplendan,

para que los trinos de los pájaros se hagan melodía.

Sonríeme

y bailarán

con nosotros árboles y peñas,

el mundo dejará de pesar, volaremos.

Ven,

que ya no me pertenezco,

que soy tuyo.

17

XII

¡Eeh, eeh, eeh!,

retumba mi voz por los barrancos y por las alturas.

Árboles que habéis subido con nosotros, tejados, caminos,

escuchad al loco.

Aquí arriba

lo que antes fue picacho

son ahora grandes piedras desparramadas

a su capricho: ésta montada encima,

ésa otra abrazando a ésas,

aquélla erguida en soledad,

qué maravilla el día que se rebelaron.

Bajo las blancas nubes que vuelan libres,

(no están aquí los demonios atormentadores del Pórtico

que asustaban a Rosalía)

es la risa, no el miedo nuestro Dios.

En la cumbre está ahora el loco

bailando entre esta insensatez;

el desatino en lo más alto.

¡Eeh, eeh, eeh!,

mi voz rueda acabando con todo lo muerto.

¡El loco de Santiago escapado del manicomio,

(sigo soñando que todavía me arrastro por sus lóbregas

calles)

el filósofo, el poeta de Conxo!

Esta niña que viene conmigo me dulcificará.

18

XIII

Que disminuya este tormento,

esta muerte,

que amaine,

que se calme.

Clavellinas de la sierra te adornan,

he subido a cogerlas de una peña,

amarillas, azules.

Niña,

vida remansada,

hazme como tú, manso,

como tú, claro.

Que soy un zapato viejo,

pobre don Quijote

atrabiliario, mira qué voz me sale,

carátula, máscara.

Canto

y de mi garganta seca

mira como grazno.

Árbol seco de ramas espantadas.

Hazme manadero de agua fresca,

niña como tú,

dame tu alegría,

que por mí corra un poco de tu agua.

19

XIV

Loco: ¡A la rueda de la fortuna,

a la rueda del canto chico,

a la rueda del amor...!

(Se sueltan y se dejan caer, descansan en tierra

un rato y vuelven al corro)

Niña: ¡A la rueda de la locura...!

(Están, con el loco y la niña, la puta y el

cliente)

¡A la rueda del amor...!

(Caen, uno a este lado, otro más allá. Se

revuelcan por la hierba. De este modo,

la vergüenza y el miedo, por los suelos,

dejan el centro libre y lo ocupa el amor.

Vuelven)

Puta: ¡Que empiece la alegría,

que se me está haciendo más grande,

que me está llanando toda...!

(Se sueltan. Esta vez el cliente, que es un

muchacho de quince años, deja ya la prisa y

ríe. Ahora es el primero en llegar al corro)

Cliente: A la rueda de la carne,

a la rueda del amor,

¡ya no me importa nada más que ntregarme...!

(El impulso esta vez es mayor. Pero la niña

no cae; baila dando vueltas)

Niña: Ya se me ha ido todo lo que estorbaba,

ahora soy nosotros,

¡nosotros, nosotros, nosotros...!

(El loco da volteretas, la puta dice ‘tengo

que irme con este cliente, se pinta los

labios)

Cliente: Te amo. Esta tarde nuestro amor va a ser más

fácil y más grande.

(Se van cogidos de la mano. El loco y la niña,

despatarrados en la hierba, abandonados

dulcemente al rodar de la tierra por el espacio,

cantan con los demás planetas y el sol).

20

XV

¡No amo!

(Corro. La niña volando, su cabeza en la mía)

¡No amo!

¡Loco, cálmate!

Que ellos no se quieran,

que se ocupen sólo en amar a su Dios, temerosos de que

los mande a su Infierno, se comprende. Pero yo no creo

más que en la vida, en nostros, y si no amo...

¡Farante, poeta,

místico puro cuento,

sólo sabes poner palabritas lindas,

relaciones estéticas,

como ahora: restancia!

Estás castrado para el amor,

te has dado cuenta hoy, cuando el que odiabas se ha ido.

Ha dejado el hueco en la cama,

ya no puedes mirarlo con odio. Es joven,

desprecia tu rencor de viejo.

(Y la niña sigue por el aire, las manos en mi pelo:)

¡No amo!

¡Hijito, cálmate!

Ésta es mi loura. ¿Qué

importan

libros,

saberes,

zarandajas?

No amo,

¡tan sabio!

No amo,

¡tan buena persona!

No amo,

¡tan trabajador!

Sólo a mí mismo.

Inventando astutamente fiestas

eróticas y místicas

desde mi cubil.

Cantor de mentiras,

avaro de mí mismo,

sin amor.

El odiado hacía su equipaje:

me acusas,

me censuras

-airado-

soy joven; me voy.

Ahora su lecho está vacío,

21

mi odio está vacío,

mi casa esta vacía.

mi ira está vacía.

Esa un muchacho

como todos, despilfarraba

su cuerpo, su risa, sus palabras.

No era trabajador,

como yo, responsable,

sensato,

prudente,

viejo.

Mentiroso, soy un monoteísta,

hipócrita más. Mi cielo, salvarme,

medrar,

ser más que todos,

eso es lo que quiero,

y me esfuerzo por ello,

es cierto.

Todo esto lo voy gritando barranco abajo

desesperado,

y la niña, mariposa

a mi alrededor

llorando:

“Ya verás como consigues amar,

yo te ayudaré.

Te haré niña como yo,

no corras más,

estoy rendida”.

Que el amor no es de ellos, que tienen ya a su Dios;

es nuestro;

reverenciarlo, temerlo.

Si yo no tengo amor, ellos lo tienen a Él,

no tengo anda.

Sí, esos, los amigos de Jefe,

que buscan un buen puesto allá arriba.

Y así, vociferando,

vamos barranco abajo.

La niña abrazada a mi cuello

volando.

22

XVI

Niña: (Al pie del altar)

Que no son normas muertas

de un libro o una estatua;

que es la vida una niña,

venid a acrecentarla.

Loco: (Desde el púlpito)

El amor, la mitad, sí;

la femenina, la cálida,

la sumisa, la tranquila,

la buena,

la callada, la dulce

mitad; la otra,

la libertad.

(Suben todas las caras a pegarse a la suya. Un

viejo luchador sonríe. Una mujer tira por la

ventana sus muletas)

Abajo la tiranía, aunque sea divina,

que somos ya mayores, democracia.

(Un pájaro tropieza en las imágenes; al fin

encuentra una ventana abierta)

Romper la pétrea quietud,

crecer para abajo y a lo ancho,

esponjarse, llenarlo todo,

levantarse desnudo,

llamar canalla al canalla,

libertad sexual, política,

estética.

Todos: Amén.

Loco: Y ahora bajad todas las estatuas

y que suba esta niña.

Niña: Que yo crezca y,

conmigo alrededor,

la alegría;

muerto el espanto de la condenación.

Todos: Amén.

Loco: Y también el amor, pero la libertad,

vino que nos emborracha,

¡que nos vamos a morir,

que no todo es obligación,

no todo mansedumbre!

Todos: ¡Amén, amén!

Loco: Tan hermoso como abrazar a la Mary

es perseguir en la sierra a un jabalí con

los perros,

¿verdad que sí, Lea?

Todos: Amén, amén.

Loco: Ay, qué bien, nos queremos,

nos cogemos de la mano y ya está;

23

¡no sólo eso. Están también mis

derechos,

que no sólo de amor vive el hombre

ni la mujer.

(Los ángeles bajan pausadamente

enfila de dos,

las manos en el pecho,

rodean a la niña, en el altar sentada

sonriendo, tan dulce,

humilde,

hermanita,

amada)

Todos: Vida,

nuestra diosa,

nuestra potencia, nuestra dulzura

acógenos

que morimos sin ti.

Niña divina,

caduca y siempre nueva,

a ti confiadamente nos entregamos,

porque eres nuestra madre.

24

XVII

-Te amo, loco solitario,

que llevas en la cabeza tu idea

y le vas dando dando forma montaña arriba.

Cuando la tienes, te sientas

olvidado de todo.

Sopla el viento,

nubes blancas se deshacen en el azul;

despacio, la vas escribiendo.

Te amo, loco mío,

siempre con la vida,

día tras día,

año tras año.

La sueñas por la nohe,

por la mañana subes con ella

preguntándole constantemente:

‘creía que sólo tú vivías, pero veo en mí la muerte;

diosa, ¿está contigo? ¿es tu hermana?

¿estás tú sola, con el amor tu padre?

Y así, siempre subiendo.

No vives más que para ella,

angustiado, tenaz:

‘Miguel, ató una cuerda a su cuello y a un cartel de

publiciad en la M-30. Y se lanzó al vacío.

Madre, andamos con la muerte;

me habías dicho que sólo tú vivías.

¿No me contestas?

Lloras sentado en una piedra,

se oye sólo a un cabrero insultando a su ganado y tus

sollozos.

Después regresas despacio;

pero a la mañana siguiente estás de nuevo subiendo.

No amas nada en el mundo más que tu idea,

Estás loco, claro;

‘está loco,

No hace otra cosa que subir por la montaña y apuntar en su

cuaderno’.

Cantan los pájaros sobre tu cabeza jugando al corro,

Pensamiento incansable con fondo de trinos:

‘¿La muerte es más grande que tú?

¿Me has engañado?

Sentado, no importa el tiempo,

pensando, escribiendo:

‘¿O sólo es tu ausencia...?

Como una piedra más de la montaña,

intemporal como ellas.

El viento, los pájaros,

los barrancos, los picachos a tu alredeor, los pueblos por

25

ahí abajo;

tú, desesperadamente con ella.

Nadie sabe tus pensamientos,

escribes libros que no quieren publicarte

y, el que consigues, no lo leen.

Pero ‘tenemos eu aceptar nuestro destino’

Y sigues solo, siempre con ella.

‘Cuando yo muera, todo esto fructificará’

Nadie conoce tus pensamientos.

Se me llenan los ojos de lágrimas al contemplarte,

tu labor es ingente como la montaña,

pero eres perseverante

y la vida es tu amor,

tu idea loca.

Detrás de ti, la garganta con el río;

en lo alto, una nube que se dehace,

sol y viento de la montaña;

tú, con tu amada.

Una golondrina pasa aleteando sin temor, te ha confundido

con una peña,

sentado escribiendo:

‘la muerte nada puede,

es vida todo...’

Piedras locas alrededor;

Tú: ‘Sin embargo...’

Es tarde, pasa el viento, anochece;

bajas con tu idea, retocándola, acariciándola.

Loquito mío,

te amo.

26

SEGUNDO MOVIMIENTO

27

XVIII

Si en estas fuentes no hay agua,

subiremos a las más altas.

Están en la cima,

son fuentes libertarias.

Reinará en nostros la locura,

la delicia,

la gracia.

Deja esas fuentes secas;

vámonos a las más altas.

28

XIX

Vamos, niña subiendo,

tú con el pelo coronado de flores,

yo, tocando la flauta.

Para desencantarte,

que se vayan los duendes que han entretejido

tus sueños,

para desentramparnos.

Tú ríes y cantas,

yo, tururí tururí,

subiendo a la pradera más alta

te voy comunicando mi locura.

Que las nubes blancas de la cima nos están esperando.

29

XX

Herida abierta soy llamándote,

ven a calmarla.

El frescor de tu aire,

la sombra de tus ramas.

Blando corre el arroyo,

mi herida clama

abierta y cantan los pájaros.

Ven, amor, que mi herida

te llama.

30

XXI

Soy una niña, no sé qué decirte,

ven,

te sonreiré, te besaré.

No soy más que una niña,

pero tú estás tan solo;

anda loquito, ven.

No te pongas a llorar de esa manera, que soy tu amiga. ¿Por

qué te marchas? Que no lo hago de pena, que yo también te

quiero, ¡estamos los dos tan solos! Ahora sonríes, loco, tu

sonrisa. Ahora soy yo quien llora.

31

XXII

Niña

pura, sin eros.

Anhelo remansado,

nada que combatir,

nada que esperar.

La cabeza en tu regazo

y tú me cantas.

Compañera,

serás hembra y parirás,

yo me moriré;

pero ahora estamos juntos

en esta paz

amándonos.

32

XXIII

Yo subo la montaña,

tú eres la canción.

Yo soy las peñas locas;

tú, el verdor.

Te busco al otro lado

y no te hallo.

Tú eres la ternura;

yo, la desesperación.

33

XXIV

Todos mis brazos hacia ti,

mi palabra,

mi boca.

Qué tristeza cuando estaba sólo en mí misma

y no te buscaba.

Eres mi aliento,

mis uñas,

mi esperanza.

Aunque no vinieras nunca, amor,

quiero ser esta ansia.

34

XXV

Que venga tu locura

a mi amor.

Ven de tu soledad alta,

trae tu buscar atormentado.

Amorosa te espera

la frescura de mi hierba,

el cantar de mi agua.

Después, yo viviré contigo en la montaña.

35

XXVI

Viento, agítame,

aunque las hojas se me caigan y los frutos

y proteste y me levante;

me cansa tanta dulzura.

Toda mi ternura

es para ti, caballo,

desbarátala.

Toro, dame un revolcón,

destroza mi vestido lindo,

para eso me lo puse.

Me duele,

amor,

mi cárcel.

36

XXVII

Más que el amor te busco,

ando sin mi mitad,

media cara.

Más que el amor te necesito,

sin ti no vivo,

sin tu sonrisa,

sin tu mirada.

Más que el amor te amo,

eres yo mismo,

la mitad que me falta.

Más que el amor amada.

37

XXVIII

Contigo mi locura

se desembravecía,

se le embotaban las garras,

se adormecía.

La desmesura de un loco

es imposible junto a una niña.

La acaricabas,

le sonreías.

Pobre locura mía.

38

XXIX

La piedra fue tomando forma de ave

-ya estaba encaramada-

y se echó a volar.

Miradla

con su vuelo pesado

redeada de azul,

aletea,

gira,

se levanta.

Es una gran paloma

redondeada,

el viento la acaricia

y el sol.

Sus hermanas le dicen que baje;

con su boca de piedra

canta.

39

XXX

Amado, yo encima

loca bailando.

Encima riendo,

saltando por las peñas,

gritando: al fin la amante, yo;

tú, dulzura,

el amado.

40

XXXI

Honda iba el agua,

pero tus raíces sabían encontrarla,

y en lo alto

tus ramas se agitaban.

Honda iba horadando,

tus hojas la cantaban.

Revolviéndose, bramando;

la hacias danza.

Honda agua, niña, bailas.

41

XXXII

Llegaste, al fin, a mi cuenco,

yo te esperaba.

Escalador, lo alcanzaste,

yo te deseaba.

Venías ardoroso,

yo te sosegaba.

Entrabas delicioso,

yo te regalaba.

42

XXXIII

Asoma la sierra pñor la derecha como una vaca,

yo te pongo, niña, en mi hombro izquierdo,

te levantas.

Espatarrada te mira

volandera.

Después me das la mano,

por el azul andamos.

43

XXXIV

La luz aumentaba la herida,

era la única puerta,

y cuando entró del todo

el ay se hizo canción.

Junto a los álamos

mansa manaba el agua.

44

XXXV

Tú vas entrando en mí,

ahondando,

ahondando.

y yo me voy levantando.

Emprendemos el vuelo

por el azul

enamorados.

45

XXXVI

Todos los caminos, los sombríos, los anchos,

beodos de dicha

a nuestros pies tocando.

Han renacido, son nuestros musicantes:

las autopistas,

las sendas de cabras;

el acompañamiento

de esta llamarada.

46

XXXVII

Entre las peñas,

cielo azul

y tu risa.

Esta borrado el mundo,

tu voz dulcifica mi ansia.

Nuestra locura.

Y te cubres de fruto temprano.

47

1

Xosé Azar

La resurrección de la carne

(Fiesta erótica de la juventud

para celebrar el 1 de Mayo)

2

Portada: El Bosco, El jardín de las delicias.

Museo del Prado.

3

“Favete linguis: Carmina non prius

audita Musarum sacerdos virginibus

puerisque canto”

Horacio, Carminarum, III, I 2-4

(Guardad silencio: sacerdote de las musas,

canto para doncellas y muchachos

versos nunca oídos)

4

5

Preludio:

“La maya o canto de mayo está relacionado con la mujer y la

poesía. Es arte total erótico-lírico, que nosotros

recreamos a partir de la tradición de los pueblos

indoeuropeos, que se celebraba el 1º de mayo. Lo que ha

sido esta fiesta entre nosotros lo conserva el idioma en la

polisemia de la palabra ‘mayo’. Significa en primer lugar

el árbol que se planta en medio del pueblo. Veámoslo en una

descripción hecha en Inglaterra por un puritano –preciosa a

pesar suyo- del siglo XVI, cuando todavía esta tradición se

mantenía viva:

“En mayo, Pentecostés o fechas parecidas, todos los

jóvenes y muchachas,viejos y casados,corretean por la

noche en los bosques,umbrías,lomas y montañas,donde

pasan toda la velada en alegres pasatiempos: y por la

mañana,cuando vuelven,traen consigo abedules y ramas

de árboles para adornar sus reuniones... Pero el

objeto más prestigioso que traen es su árbol mayo para

llevar a casa con gran reverencia, como veréis... con

un acompañamiento de doscientos o trescientos hombres,

mujeres y niños que van tras él con gran devoción...

Después bailan a su alrededor... He oído noticias

dignas de crédito –y en viva voce- dadas por hombres

de reputación y gran seriedad,según las cules,de

cuarenta,sesenta o un centenar de doncellas que va al

bosque esa noche, escasamente la tercera parte de

ellas vuelven inmaculadas a sus casas”(Frazer 157)

Mayos o mayas son también las canciones de mayo, que en la

antigüedad tenían una preminencia ahora enteramente

olvidada. Eran cantos y danzas de mujeres que, como era de

esperar fueron anatemizadas cuando llegó el cristianismo.

“Canciones de muchacha y baladas representan en la

imaginación y en el lenguaje de los clérigos una sola cosa.

Los concilios en sus edictos y la Iglesia en sus

capitulares no se cansan de prohibir y censurar los cantica

puellarum, cantica amatoria, turpia, obscena, luxuriosa,

diabolica...”(Vossler 167). Ésta es la causa de que apenas

se conserven: “No conocemos, por ejemplo, ninguna canción

6

de mayo y, sin embargo, sabemos que era un género que cada

año reverdecía con la primavera en alegres fiestas de

antiquísima tradicción, derivadas de las fiestas florales

paganas”(Menéndez Pidal, La primitiva poesia, 186) Dámaso

Alonso y José M. Blecua se hacen eco también de esta

ausencia: “La misma antigüedad y la misma tradicción

universal (que los cantos de duelo) acusan las fiestas

primaverales, las marzas y las mayas, de tan prolongada

vida en la cultura europea. Tampoco se han podido encontrar

cancioncillas anteriores al siglo XVI, pero su existencia

es segura. Recuérdese lo que se afirma en una estrofa del

Libro de Alexandre:

“Tiempo dulz e sabroso por bastir(hacer) casamientos,

Ca lo tempran las flores e los sabrosos vientos,

Cantan las doncelletas sos mayos e convientos

(juntamientos),

Facen unas a otras buenos pronunciamientos”(p.XLVIII).

Las cantigas de amigo galaicas y, entre ellas sobre todo

las bailadas, tienen indudablemente este origen.

El arte total erótico pretende la belleza y la vivencia de

totalidad, si no las consigue no alcanzará su fin. El amor

en el arte ha estado siempre escondido, porque el eros ha

sido siempre lo prohibido; lo cual exige una represión cada

vez mayor, pues “toda inflacción de la conciencia está

siempre amenazada del contragolpe del inconsciente”(Jung

77). Nosotros pretendemos un arte para la vida, que no

oculte y sublime, sino que libere, que nos acrezca vital y

estéticamente, que su gozo sea tanto estético como erótico.

Se trata de vivificarnos, y ello implica una regresión a la

niñez, la etapa de la existencia más vital. Vamos a ella

con la inocencia de entonces; con la mente tan aquietada

como a la mística: sucederá lo que la diosa erótica quiera,

a ella nos abandonamos”(Azar, Poética III.Drama).

7

Personas dramáticas:

un coro de cuatro mayas;

un coro de cuatro mayos;

(un coro de cuatro viejos), y

el rey y la reina de mayo.

8

9

P R I M E R M O V I M I E N T O

10

11

P r i m e r a c t o :

(Los chicos y chicas de los dos coros, desnudos y adornados

con flores, en el trayecto hacia el bosque sagrado)

12

13

I

(Coro de mayas)

Maya 1ª: Vámonos, amigas,

al amor.

Que el verano le entre

a nuestra carne frutal.

Maya 2ª: Vámonos, chicos,

llenemos el campo de caricias.

Maya 2ª: Estamos ya cansados de palabras y de pantalla,

¡gritos,

lamentos,

ayes!

Maya 4ª: Vámonos, mayas y mayos,

que vuelva la vida, después de tan largo

invierno,

Todas: ¡A la explosión del amor!

14

II

Maya 1ª: Amor, cubre mi cuerpo,

llénalo de caricias,

que mi carne florezca.

Haz de mi arena tierra;

jardín, de este desierto.

Toda mi carne, amor,

te está aguardando.

¡Resucita mi muerte!

15

III

(Coro mixto)

Maya 1ª: La belleza eres tú, amor.

Mayo 1º: La belleza eres tú, amor:

este cuerpo madera es de tu lumbre.

Maya 2ª: La belleza eres tú, que eres la luz

de nuestra triste carne.

Mayo 2º: Nosotros somos sólo el alimento.

Maya 3ª: Para que prenda el incendio.

Mayo 3º: Bellos pechos de mármol que la pasión

no mueve,

agitaos,

retorceos,

gritad en ola enorme

alzándoos,

hundiéndoos.

Maya 4ª: Después, el sosiego,

arribo a dulce paz.

Mayo 4º: Si los cuerpos no se dan al amor,

¿para qué valen?

16

IV

(Coro de viejos)

Viejo 1º: Mandíbula batiente

bate bate bate

mandíbula,

bate

pío, pío

bate.

Viejo 2º: Bate

Mandíbula craneana

bate bate

bate.

Viejo 3º: Bate

Cráneo.

Viejo 4º: Cra cre cro.

17

V

Maya 1ª: Calavera, mira:

con los brazos, las piernas, la cintura,

¡bailo!

¡Cómo me levanta

la fiereza del eros,

calavera sin mirada!

A mi carne toda,

a mis pies descalzos,

a mis dulces senos

cuerpos ardientes llegarán.

Calavera quieta

ni beso ni cuerpo,

estoy desnuda

¡y bailo!

18

VI

(Coro femenino)

Maya 1ª: Hay todavía alguna nube en el cielo,

en la tierra están aún las señales de las aguas

invernales

sobre las que ponemos bailando nuestros pies

descalzos.

El verano está ya cerca,

¡giremos!

Maya 2ª: Que somos jóvenes,

ved como se cuentan sus amores los pájaros;

lo más bello está todavía por vivir,

¡amigas, giremos!

Maya 3ª: Algún viento invernal hay todavía,

no le hagamos caso,

no miremos atrás,

¡giremos alrededor!

Maya 4ª: Con nuestros cuerpos primaverales,

las manos cogidas,

giremos, vueltas, vueltas,

entregadas

al amor.

19

S e g u n d o a c t o :

(Los dos coros junto al Árbol de Mayo)

20

21

VII

(Coro mixto)

Mayo 1º: Debajo de este árbol vivimos,

se abrazan nuestros cuerpos,

nos amamos.

Maya 1ª: Árbol que nos proteges del mundo,

nos defiendes de nosotros mismos,

nos amparas.

Mayo 2º: Árbol erótico,

bailarín,

faloflorecido.

Maya 2ª: El mundo te odia

e intenta hundirte.

Mayo 3º: Pero no puede nada contra ti,

a sus embatas, bailas.

Maya 3ª: Se arrastra,

intenta socabarte,

faloflorecido.

Mayo 4º: El mundo por los suelos;

tú eres nuestra carne joven,

nuestros pechos y falos que bailan.

Maya 4ª: Yo, virgen,

a ti me entrego.

22

VIII

(Coro mixto)

Mayo 1º: Acarícianos, árbol de la vida,

levántanos,

gira a nuestro compás,

grita,

salta.

Maya 1ª: Nuestro placer te levanta,

te hace llenar el cielo,

te ancha.

Mayo 2º: Te entregas a un viento

de jadeos,

suspiros,

quejas;

te cimbreas

lúbricamente,

árbol de la vida.

Maya 2ª: Nuestros cuerpos

gritan por tus ramas,

el vendaval nos coge,

a él nos confiamos.

Mayo 3º: Penetras y te abres, te solazas,

gimes, árbol de la vida.

Maya 3ª: Al viento nuestras ansias.

Mayo 4º: Sollozas.

Maya 4ª: Cantas.

23

IX

(Coro masculino)

Mayo 1º: ¡Cómo corren los pechos,

saltan,

bailan!

Mayo 2º: Se queda prendida la mirada,

nos embriagan

vuestros muslos blancos,

vuestro pelo suelto,

vuestras risas,

vuestras burlas,

vuestros cantos.

Mayo 3º: ¡Estamos locos,

borrachos de vosotras,

enamorados!

Mayo 4º:¡La mirada no puede dejar de contemplaros!

Mayo 1º: Las manos buscan

vuestros frutos,

el amor nos enloquece.

Mayo 2º: Menos la tristeza de la violencia

todo está permitido aquí esta mañana.

Mayo 3º: Amansemos al amo antiguo,

dulcifiquémoslo;

niñas, enseñadnos vuestra ternura.

Mayo 4º: Cuerpos jóvenes invernales,

¡al amor!

24

X

(Coro femenino)

Maya 1ª: Venid despacio;

nosotras no queremos esa fiereza,

nos espanta.

Maya 2: Venid,

que nuestra pechos os harán mansos.

Maya 3ª: Venid, atormentados,

a nuestros brazos.

Maya 4ª: Venid, que nuestros cuerpos

os están deseando.

25

XI

Maya 1ª: A vosotros, siniestros violadores,

deformes, cobardes

que violáis la dulzura

de la carne, que os servís

de la fuerza monstruosa,

que no os enternecen los lamentos

ni la mirada espantada,

que aterráis el tierno amor;

gente del designio,

agazapados,

que convertís el dulce penar

en aterrorizado grito;

sembradores del espanto

en la carna amorosa,

que no dudáis en hollar glándulas crispadas,

violadores de la dulzura

yo os odio, malditos.

La vida tendría que inventar para vosotros un

infierno,

alimañas sin cuerpo, sólo una obsesión

atroz allá dentro,

sin caricia, garras.

Los gritos no os conmueven,

tal vez os enardezcan; tarados,

hombres del fiero cuerno.

No eres más que idea pétrea ¿cómo osas

hallar la blanda ternura?;

áspero grito es el fruto de tu hazaña.

Cobarde trasgresor,

no en la entrepierna tienes

blando falo en flor;

un puñal asesino

permanente en la frente;

tu idea herramienta acaba en pico.

26

El amor, violadores, es dulzura

que acoge,

confianza, inocencia.

Violador,

¿no te conmueve

el alarido desgarrador de tu víctima?

Tu fiero armadijo, ¿no se atemoriza y hunde?

¿Tan clavado llevas en la frente

el infame deseo

solitario,

inmóvil?

Eres idea fija, insomne

alma horrible.

Si fueras de carne, al contacto

con la otra, también la tuya

temblaría, lloraría, que la carne

tiernamente contagia.

Violador, eres alma

ciega, muerta;

la carne trémula no puede

dulcificarla, de piedra.

Después de tu hazaña,

violador, ¿qué dejas?

¿Acaso tu risa?

La desesperación.

Violador, de este paraíso

de la carne, por siempre serás

maldito.

27

XII

Mayo 2º: Ese abrirse a la entrega,

esos brazos que acogen,

-¡cómo me duele el hombre,

cómo me duele el mundo!-

esa gracia, sonrisa.

Áspero pensamiento,

seguridad imbécil,

no quiero ser más hombre,

este cuerpo anguloso.

No somos más más que mundo;

quiero ser envolvente,

esa piel delicada,

esas tetas que bailan,

todo el cuerpo sonrisa,

mujer.

El que todo lo sabe,

el que todo lo puede,

el que impone la norma,

dios ceñudo en el cielo,

macho horrendo con pelos,

no quiero,

no quiero.

Dulzura tierna,

diosa dulce,

cuerpo frutal,

río suave,

prado verde

-no me aplastes los senos

con tu cuerpo de hombre-

flor, ola,

ritmo suave,

mujer.

28

XIII

(Coro femenino; a la rueda)

Todas; Río de la vida,

¡al mar del amor!

Todo el mundo se iba,

se iba,

se iba

río abajo

brincando,

gritando,

llorando,

cantando;

se iba,

se iba,

en el río

al amor.

Se iban las penas,

todos los recuerdos,

alguno

quería

quedarse;

no puedes,

el agua

te lleva

del río

al amor.

Ya sin mundo estamos

¡en el amor!

29

XIV

(Coro mixto)

Maya 1ª: Bailamos

la rueda de las tetas.

Mayo 1º: Las tetas guiando, saltando

y los falos acompañándolas.

Maya 2ª: Bailamos

la rueda de los falos levantados

buscando las tetas.

Mayo 2º: Ellos corriendo tras ellas,

que las alcanzan,

las están consiguiendo.

Maya 3ª: Ellos atacando,

ellas entregándose,

todos riendo.

Mayo 3º: Ellas atacando,

ellos, vencidos.

Maya 4ª: Ls tetas

con los falos, al fin,

revolcándonos, riendo.

Mayo 4º: Al sol

reinando

los cuerpos.

30

31

¨

S E G U N D O M O V I M I E N T O

32

33

Primer acto:

I N T R O I T O

34

35

xv

(Rey y reina de mayo)

Él: Estamos en la fuente

con las nubes y los pájaros

y las peñas que saltan

y la brisa;

el mundo olvidado.

Ella: Amor, bebiendo

junto al azul, tu agua.

Él: Las piedras se alzan,

como locas bailan.

Ella: Nosotros nos amamos

y cuanto más bebemos más se levantan.

Él: Nuestra agua

vuelve locas a las piedras,

se encaraman, se inclinan,

no les asusta el abismo,

vociferan.

carcajadas.

Ella: Tú y yo juntos bebiendo

el agua de la vida;

ellas, hasta las nubes, de altas.

Él: Juntémonos, que todos estos cuerpos

enloquezcan.

Ella: Dame, amor, de tu agua.

36

XVI

(Coro mixto)

Mayos: Baja el agua saltando

por la ladera.

Mayas: ¡Ay.ay!

Mayos: El río entra en la vega

y la llena de amores.

Mayas: ¡Ay. Ay!

Mayos: El agua canta y ríe,

la ribera suspira

Mayas: ¡Ay, ay!

Mayos: El río se ha perdido,

la tierra es amapola.

Mayas: ¡Ay. Ay!

37

XVII

(Rey y reina de mayo)

Ella: Ahora mi cuerpo

bebe de tu agua

y mi sed se calma.

Él: Ahora mi cuerpo

bebe de la tuya

y mi sed se sacia.

Ella: Tu agua que grita.

Él: Tu agua que canta.

Ella: Mi sed se mitiga.

Él: Yo sigo sediento

bebiendo tu agua.

Ella: La tuya me llena,

por dentro me baña.

Él: ¡Qué agua tan fresca!

Ella: ¡Qué agua tan clara!

Él: ¡Qué agua tan dulce!

Ella: ¡Qué agua tan mansa!

Él: Amor de mi vida,

qué dulce es tu agua.

Ella: Tu agua y la mía

ya son sólo un agua.

Él: Que ríe.

Ella: Que llora.

Él: Que gime.

Ella: Que calla.

Él: A tu agua se mezclan

cantos de cigarra

con trinos y brisas.

Ella: La tuya me embriaga.

Él: Cae por un barranco.

Ella: Déjala que caiga

Él: Vuela por los aires

el manar de tu agua.

Ella: Es fuerte torrente.

Él: Dulce lluvia mansa.

Ella: ¡Ay,cómo me llena!

Él: Ya mi sed se apaga.

Ella: Yo sigo sedienta,

¡Más agua...1

¡Más agua...!

¡Más agua...!

38

39

S e g u n d o a c t o:

U N I Ó N

40

41

XVII

Mayo 1º: El cielo besa tus pechos,

dulce tierra.

El arroyo nacido en la montaña

viene a fecundar la vega.

Te entra dulcemente

Y tú floreces.

42

XVIII

Maya 1ª: Riégame,

que eres la lluvia, y yo soy

la tierra.

Qe corra en mí tu agua,

que mi carne la espera.

Cauce soy para ti,

te aguardo abierta.

Que mi ardor se calme,

tierra sedienta

43

XIX

Mayo 2º: Te abres y yo te entro,

y sollozan tus ramas,

pero tu raíz canta.

44

XX

Maya 2ª: En el amor,

la llaga,

claror en el hondor.

En el penar, cantando

mi herida iluminada.

45

XXI

Mayo 3º: Deja que el silencio

nos acalle.

Aquí no llega el mundo.

Amada,

¿oyes mi ansia?

En ti yo sólo escucho

el amor que gime,

la carne soñando.

46

XXII

Maya 3ª: Amado, yo encima

loca bailando.

Encima riendo,

saltando por las peñas,

gritando: al fin la amante yo;

tú, dulzura,

el amado.

47

XXIII

Mayo 4º: Toda curvas y curvas,

en esta mar plana.

Tus redondeces

moviéndose y saltando,

y tu boca de labios

y tus pechos agitados

y tu cara en la mía

y las olas no se levantan

y nosotros, redondos

y la playa sigue estando llana,

y nosotros en grito

y la playa sin nada,

y nuestros alaridos, nuestras risas,

tu cadera es una ola ancha

y tus senos en ella

juegan y nadan,

y la boca y los dos pies,

las tetas y las nalgas

y la playa sin olas

y nosotros, el mar,

en esta playa llana.

48

XXIV

Maya 4ª: Ola de la carne,

cógeme, elévame, ahóndame,

que es el amor fuerte como la muerte.

Inúndame, ábreme, rómpeme,

delicia de la carne,

que es el amor grande como la muerte.

Deshaz todos mis entramados,

ensancha todas mis fronteras,

que es el amor ancho como la muerte.

Acrecienta mi vivir,

que es delicioso el amor, como la muerte.

49

T e r c e r a c t o :

C O M U N I ÓN

50

51

XXV

(Coro mixto)

ORACIÓN

Mayo 1º: Estamos tú y yo, diosa

del amor, en esta mar

de cuerpos chapoteando

y tú eres lo abierto, eres abismo,

yo en él navegando.

Maya 1ª: Nada más que tu cuerpo;

de él nace esta mar.

Mayo 2º: Aquella dulzura es esta infinitud;

aquel arrullo, este embate.

Maya 2ª: Sin tu cuerpo se marcharían las olas;

desierto el mundo inmóvil.

Mayo 3º: Madre, me has dado

horizonte sin límites,

mar azul que me levanta.

Maya 3ª: Llanto que tú calmabas,

besos que tú me dabas,

son ahora esta mar.

Mayo 4º: Viene desde el horizonte

clara luz,

y yo niño por tu cuerpo retozando.

Maya 4ª: Tu cuerpo es la mar,

las olas levantándonos.

Mayo 1º: “Madre cruel de los dulces amores”,

madre mar.

52

Maya 1ª: Si tú te marchases

este oceano de amor

´ se perdería.

Mayo 2º: En ti aprendí estas olas locas,

en tu cuerpo todas estaban.

Maya 2ª: Madre de las olas,

santa,

tus senos, tus besos,

tu ternuara, tu canto.

Mayo 3º: Madre,

con olas y con barcas.

Maya 3ª: Sin fronteras los cuerpos,

abrirse para darse.

Mayo 4º: Diosa, tú la mar;

yo, este náufrago.

Maya 4ª: Eres estos cuerpos

que yo abrazo y me abrazan.

53

XXVI

Maya 1ª: Venid, olas

anchas, placenteras;

no os temo,

aquí me tenéis

desnuda,

más ancha que vosotras,

más honda,

más clara.

Venid, torturadas,

feroces,

inclementes,

cansadas,

venid a mi amor.

Venid atormentadas,

inconsolables,

inclementes, desesperadas,

que vivo con vuestra ansia.

54

XXVII

Mayo 1º: Tú eres la mar,

su placidez de ola,

su abandono.

La mar,

y yo te estoy buscando.

La mar azul.

La infinita

mar ancha.

55

XXVIII

Maya 2ª: Entras en la batalla,

las olas te acarician,

después van levantándose,

te suben por los pechos,

te besan en la boca,

te acosan, te derriban,

quieres huir, no puedes

y pides piedad

gimiendo, no la alcanzas.

Perdida entre las olas,

ríes, sollozas,

cantas.

56

XXIX

Mayo 2º: Mar amarga,

lanzas a mí tus olas

juguetonas, violentas,

placenteras, luminosas,

anchas, blancas.

Del origen provienen,

llévame a él,

amada.

57

XXX

Maya 3ª: Sales,

grandes los pechos

sofocados. El mar

que ha estado luchando con tu cuerpo,

violento,

oscuro,

gritador,

calma también sus olas

agotado.

Sales con algas en el pelo,

casi en sollozo

tras la dura batalla.

En la playa te extiendes

y el mar, de nuevo, llamándote.

58

XXXI

Mayo 3º: No hay más allá de tu cuerpo,

del mecer de las olas;

de tus curvas redondas.

No hay más allá de tus senos,

de tus caderas, de tu boca.

Eres la mar por la que navego,

en la que me pierdo;

ya no sueño infinito,

contigo no hay mas allá.

59

XXXII

Maya 4ª: Nuestro sol es el amor;

qué pálido ése otro.

Juntados nuestros cuerpos, florecemos.

Rodando,

cantando.

Hermanados, la boca en éste,

el falo en esa compañera,

en cada mano un seno izquierdo.

¡Qué risa las empalizadas!

Somos, diosa del amor,

tu cuerpo santo.

60

XXXIII

Mayo 4ª: Toda es olas la mar,

toda mecimiento.

Toda es abrazo,

toda canción, olvido.

¡Es tan dulce su arrullo!

¡Es tan honda su muerte!

61

T E R C E R M O V I M I E N T O

62

63

Acto único.

XXXIV

Maya 1ª: Después de lavarnos bien

los pies, el sexo,

de quitarnos todas tus porquerías, amor:

los abrazaos anónimos,

todos los besos, las caricias,

toda la obscenidad,

las perversiones más osadas,

volvemos a casa,

a nuestro amor de siempre,

sosegados, hermanadas, cantando.

64

1

Arte total erótica

Xosé Azar

La fiesta del amor

(bacanal)

2

3

Portada: Ticiano, Bacanal.

Museo del Prado.

4

5

Preludio: Arte total

Un drama puede ser total si es actual —está naciendo ahora

en actores y público-, y es esencial -si su trasfondo es el

(des)entrañamiento originario. Como actual puedo

participar en él, y como esencial me involucra desde lo

más hondo. Como se está creando, al menos en parte, está

abierto al coro que somos los asistentes y por lo tanto,

puedo intervenir en él; esto sucede, por ejemplo, en la

misa, que tiene pautas en las que entra el pueblo. Pero

ese rito no es esencial, porque no habla del espíritu

originario sino de uno impositivo. Es esencial Edipo rey,

pues me atañe en mi raíz la ficción que se desarrolla en

mi presencia, pero no es actual, porque yo no puedo

intervenir y plenificarme en esa actuación.

En cuanto al extrañamiento en la sociedad moderna que

otros han denunciado, nosotros lo sentimos ahora de una

manera mucho más acuciante, y necesitamos buscar ayuda en

el arte, en este momento de la historia en que las

ideologías prometedoras de paraísos han fracasado.

Vivimos en un mundo virtual, nos estamos convirtiendo en

fantasmales; lo único que tenemos es pantalla y libido.

Inevitablemente la civilización se hará todavía más

representativa y tendrá que compensarse con con un arte,

un eros y un espíritu reales y totales. En otro tiempo

el gran arte produjo obras incomparables en belleza y

verdad, pero hoy nuestra necesidacd de integración es

mayor. Para ello el medio es la poesía lírica, que no es

un mero producto de la imaginación, que expresa lo que

realmente estoy sintiendo; sólo falta que llegue a lo más

hondo.

No nos conformamos con esta miseria del arte aparente,

queremos luchar contra su escisión. La liberación tiene

que venir de la sensación y del espíritu, contra la

representación y la conciencia; que al menos algún día en

el arte podamos ser totales dando cumplimiento real a

promeses manipuladoras fracasadas.

La comunión, herencia materna, por su naturaleza no es

permanente. Sólo podemos regresar y permanecer en ese

paraíso durante un tiempo; después tenemos que volver a la

conciencia y a la praxis; pero ese poco tiempo es

catártico, nos limpia de la muerte que inevitablemente

vamos almacenando en el transcurrir de la praxis, y es

vivificativo. Este afán de regreso es nuestro anhelo

consustancial, y las ideologías, que lo saben y nos

prometen un paraíso para siempre, nos engañan y nosotros -

nuestro anhelo nos pierde- nos dejamos engañar. En primer

lugar ellas no son más que grandes edificaciones

representativas, no nos dan de lo que prometen ni una

6

migaja, nos dicen que nos lo darán. ‘Vida total para

siempre’, afirman, pero dejan su realización para una

futura, que nunca llega:

“En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus

clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación

en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la

condición del libre desenvolvimiento de todos”(Marx y

Engels, Manifiesto)

(Sólo con mi libertad y potencia –dación- podrá

conseguirse la de todos –recepción-; no habrá separación

entre mi expresión y libertad, y la comunicación y el

amor. ‘Yo’ seré lo mismo que ‘nosotros’: se nos ofrece la

vida total a todos y para siempre).

“Habitará el lobo con el cordero... No habrá más daño ni

destrucción en todo mi monte santo, porque estará llena la

tierra del conocimiento de Yahvé, como llenan las aguas el

mar”(Isaías 11 6-9).

(Como se considera que Dios es la vida total ya hecha y

acabada, no cabe más que estar junto a Él, y la muerte

desaparecerá).

Pero eso es imposible, porque la comunión es la culminación

de un movimiento, que no puede durar; después comienza otro

y tarda en llegar de nuevo a su auge. Así es en las cuatro

dimensiones vitales.

Recuerdo en la adolescencia: salir del cine y hacerme

cargo de nuevo de la realidad me era tan doloroso que

prefería no ir; el arte imaginario es siempre frustración,

necesitamos uno en el que se pueda entrar, participar y

comulgar; que sea tan real como la praxis y alcance la

absolutez del eros y el espiritu, que se salga de él

renovado, pues ése otro alucinatorio nos mantiene en la

escisión y la aumenta.

7

“Ven aquí, diosa erótica...y en

estas copas de oro

vierte,graciosamente,

adicionándolo

a nuestro festival, el néctar”.

Safo,fr.2

8

9

Personas:

Un coro femenino de cuatro coreutas,

otro masculino igual y

una actriz,cantante,etc., que haga de

diosa.

10

11

PRIMER MOVIMIENTO:

Introito catártico.

(En diferentes plazas de la ciudad.

Por ella circulan también los cortejos artísticos

compuestos de hombres y mujeres desnudos y adornados con

flores, que representan a barrios o colectividades

adheridos a la bacanal, establecida el 15 de agosto y a

celebrar en un bosque o parque, al que se dirigen.)

12

13

P R I M E R A C T O

14

15

Escena primera

I

Bac. 1º: Hoy

el amor se cuela

por todos los resquicios. Imposible

tapar los agujeros. Otros se abren

y entra y llega y toda sombra

huye y las miradas

se hacen deliciosas

y las caricias

eróticas, las palabras y las risas.

Hoy no hay más que un cielo terrenal;

amor lleno de de risas,

de pellizcos, piropos,

de sostenes soltándose.

Eros rosado,

naranja,

de mediodía,

que se sonroja de tan desvergonzado,

que embriaga como vino espeso,

que te abraza y te besa,

te chorrea por la cara, por los brazos,

eros a manos llenas

que sube montaña arriba

y las cabras lo bailan y el cabrero

y los viejos cuervos.

Ninguna nube asomará hoy.

En este amor corremos, nos tuteamos,

comemos y reímos,

dormimos. Las muchachas

no pueden resistirlo

ni aquellos robles,

el arroyo llora de tan cargado

y las vecinas comentan este amor

y el drogadicto del parque,

los contertulios del bar, fumando

a la puerta y

¿cómo no decirlo? Este poeta

deja el poema,

16

no puede más,

ha estado aguantándose mucho, se desnuda,

baja las escalers corriendo

y se abraza a un desconocido que corre también

desnudo.

Imposible pensar,

imposible callar,

imposible no cantar y reír,

no estallar en carcajadas y cantos,

imposible estar serio, decente,

sumiso, escuchar las órdenes,

no olvidar los encargos,

la comida en el fuego,

imposible no juntarse con los demás y commérselos

a besos.

Este eros hoy endulza de tal modo

que redime todas las penas

y los carceleros no tienen más remedio que abrir

las cárceles

y los manicomios

y los cuarteles

y los hospitles

Y los asilos de ancianos

y todos, a desnudarse, a piropearse,

a besarse.

Es imposible no ser bueno con este amor

tan delicioso,

tan cochino él,

tan travieso,

tan por los colchones y en el parque,

tan por las calles y las plazas,

tan muchacha irresistible, eros en lluvia,

hace reír

y bailar

y decir palabrotas sin sentido.

Se mete en todas partes,

entra en las iglesias,

ninguna oscuridad queda, ningun rincón.

Baja por las calzadas

y los conductores no pueden circular de tan

amorosos;

paran, se desnudan,

comentan que este divino eros nos invade,

que antes estaba reprimido, pero que hoy,

17

Y los guardias ya pueden bajar la guardia

y los tenderos dejar que los clientes cojan

y el mendigo Manolito silba

y yo mismo, desnudito me pongo a rascarme

y llega la música

y a bailar todos.

18

II

Bac. 1ª:Antes eras triste, pesada,

pero ahora te has hecho leve;

desde que no tienes pecado

no te arrastras,

enteramente angelical.

Aquella carne de antes

que no se atrevía a levantar la mirada

no eres tú ahora

enarbolada

en torres y tejados.

¡Cuando nos dimos cuenta

de que no había Cielo ni Infierno,

que eran mentira todas esas amenazas,

que no te tenemos más que a ti,

que estábamos perdiendo lo mejor que tenemos,

que eres lo más bueno, de lo más sencillo,

que eres el amor!

Estabas asustada,

carne tan deseada:

abriremos para ti horizontes todavía insospechados,

adaptaremos a ti el mundo

en el que ahora tan sólo andan las conciencias.

Exigiremos que se te incluya en la Constitución,

te levantaremos estatuas,

asistirás a los actos oficiales,

presidirás la justicia,

pondremos fuera de la ley a las almas.

Haremos bacanales en verano, y en primavera, las poéticas

mayas.

Será carnal la novia,

el guardia,

el profesor de química,

la psicoanalista.

Tendremos para ti que pulir las esquinas,

hacerlo todo acariciante,

blando,

suave.

Reinarás, al fin, en España.

19

III

Bac. 2º: Tan seguro que estaba

de que mi mujer, los niños,

el coche, la calle,

mis propias manos. Hoy,

que todo está patas arriba.

que los dogmas están anticuados

que la gente ha salido toda en pelota de sus

casas,

mi pensar ya no sabe en qué ocuparse,

no sirve para representar tanto desorden.

Mejor es que yo también,

como el estanquero y las chicas de enfrente,

en vez de cabrearme, como suelo:

‘esto es imposble, a dónde vamos a parar’,

también yo me desnude

con el alcalde,

el director de la caja de ahorros,

Manolito el loco.

En vez de poner el grito en el cielo,

o dar puñetazos en la mesa,

sonreír y,

yo también,

olvidada la represión antigua,

entregarme a esta borrachera

infame,

ingente,

que nos ha vuelto locos.

Por la calle pasan cortejos obscenos,

todos andan mezclados con todas,

es imposible andar vestido, la gente seria salta

por lasazoteas

a la oficina,

al mercado:

a los vestidos, los desnudan y abrazan.

Tanta fiesta no estaba prevista por la autoridad

por las compañías aseguradoras,

por las encuestas de la Sociología.

Pero no me enfado. A veces la vida hace locuras;

lo que tengo que hacer yo es desnudarme. Sí y

bailar con quien sea,

el portero del colegio,

un librero,

una puta,

con quien sea, entregarme

20

a la vida, que hoy ha roto

todas las compuertas.

Y no creer en nada, no estar seguro de

de nada; desnudarme y

abrazar.

21

IV

Bac 2ª: Venid, que el amor me arrastra,

padres,

esposo,

hijos.

Venid, normas,

jueces,

arzobispos,

tirad de mí, que me lleva el amor,

que me encandila con sus olas.

Tirad de mi otra mano,

coroneles,

ideas políticas.

abuelita,

que el eros quiere mezclame con todos y con todas

en un horror de dicha.

Ya me he desnudado,

me lleva; si no acudís

¿qué será de mí?

Me encontraré perdida

en ese mar de gozo,

de horror,

de olvido,

de temible placer.

Venid, remordimientos,

culpa, temores.

Acudid celos, deber conyugal,

que me pierdo. ¿Cómo

voy a poder resistir? ¡Ayudadme!

Que me lleva

¡A la bacanal del amor!

22

23

Escena segunda.

V

(Coro mixto)

Bac. 1º: Hoy la carne florece

Bac. 1ª: Hoy la carne canta y baila.

Bac. 2º: Y es el desiporre, porque

no tiene límites,

cuando se le desengancha la cincha.

Bac. 2ª: El corsé,

el cinturón de castidad.

Bac. 3º: Se vuelve loca,

ya no hay manera de contenerla

hasta que no haga todo lo que quiera.

Bac. 3ª: Todas las mayores guarradas,

obscenidades.

Bac. 4º: Todas las porquerías que ha estado

deseando cuando estaba encarcelada.

Bac. 4ª: Hasta que no las haga todas,

esta carne pacífica,

que no quiere violencia,

que ama la caricia, la fiesta,

la carcajada.

Bac. 1º: Esta carne buena,

hasta que haga todo lo que desea,

y se sacie; entonces

ella sola se calma.

Bac. 1ª: No hará falta someterla de nuevo,

atarla,

insultarla,

llamarla pecadora; no,

ella sola se calma.

Bac. 2º: Se sosiega.

Bac. 2ª: Ahora hay que dejarla

que haga todas sus cosas,

porque no es mala,

no hace daño a nadie,

no es violenta.

24

Bac. 3º: Es carne mansa,

placer es lo único que quiere,

disfrutar toda ella,

sin herir a nadie, gozar.

Bac. 3ª: Toda ella; que no quede

ni una brizna triste.

Bac. 4º: Solitaria.

Bac. 4ª: Herida.

Bac. 1º: Maltratada.

Bac. 1ª: Que la carne es dulzura

apasionada.

25

VI

Bac. 3º: Después sonará la trompeta que da a cada uno su

lugar,

su uniforme, su dureza;

hoy la carne sometida no recuerda injurias,

sólo quiere placer,

gozar, deleitarse, abrirse como un río,

la triste carne pálida,

muda, con pelos,

que anhela amor.

La pobre carne estorbo, que escondemos

detrás de una puerta, en una maleta debajo de la

cama

y que, ahorcada en una percha, solloza.

Carne vergonzosa que disimula, tras una sonrisa

de sumisión, que está muriendo y dices

cuanto antes mejor, cuanto antes

tenga 50, 80; a ver si entonces

me deja ya tranquilo.

Esta carne, que se ha cansado de sufrir,

hoy se ha levantado,

ha salido del rincón, del orden,

de la vergüenza,

de las buenas costumbres

y aquí la tenemos poderosa

sin ningún dios prohibidor.

Hoy la carne llena las calles

y las plazas gritando.

26

VII

Bac. 3ª: El alma con reloj en la muñeca,

corbata,

calculadora,

que está en todo,

que nada se le escapa,

que vigila,

cuenta mis faltas

escrupulosa,

triste,

solitaria,

¡que se vaya!

Hoy dulcemente abrazada,

reina la carne

y se esponja,

pierde la coraza,

al azul del cielo

por las plazas,

al azar del amor,

carne que nada pide,

con pájaros,

abandonada,

a la deriva,

subida al cielo del gozo.

Esta carne que hoy se hace dulces piruetas,

melocotón en almíbar,

cucurucho de fresa.

Que se pone cintas rojas,

salta a la comba,

suspira,

que no estaba acostumbrada

y se sorprende de que el placer la tenga en sus

manos.

Esta carne amorosa,

tan queriéndose juntar,

carne con flores, trenzas, mirada,

que se pone cóncava para lo convexo,

se balancea,

siempre redondeándose redondeada,

que sobrevuelan mariposas,

acariciante y acariciada,

nos la tenían prohibida;

le gusta mucho a ella

juntarse una con otra sin barreras,

restregarse,

nos la tenían prohibida

y el balanceo del amor.

Ahora, miradla,

como los niños y niñas en el recreo,

tan contenta, carnalmente

27

inocente. ¡Cómo disfruta

y también por dentro!

Nos la tenían prohibida

¡qué feliz al fin!

28

VIII

Bac. 4º: El cielo hoy se ha hecho carne

plácida, sinuosa, acariciante,

ahora desde arriba

no caen amenazas, infiernos, sino

besos pcht, pcht,

que se juntan con los trinos

y una mano o un seno te acaricia

cuando pasas, sobre todo

si vas pensativo, entonces

te desnuda, te abraza

fuerte, fuerte

como cuando bebé,

como cuando te acostaste con aquella primera

puta

que te mimaba con su cuerpo.

Hoy no hay nada que temer desde el cielo

dulcemente carnal.

29

IX

Bac. 4ª: No le asusta el abismo

a esta carne apasionada

que todo lo llena de ternura,

porque sabe muy bien que nadie puede

resistírsele,

ni los ángeles ni los jueces;

de tan mansa, y es

más poderosa que las ametralladoras,

por eso la tenían sojuzgada.

Pero hoy ha roto las cadenas

y mírala, qué inmensa-

mente grande y qué

suavemente vence toda resistencia,

todo lo hostil rebasa

y hace que todo a su son baile,

que todo: esperanza, terror,

todo: sacerdotes, políticos,

sea hoy dulce amor.

30

31

SEGUNDO ACTO

Escena primera

32

33

X

(Coro femenino)

Bac. 1ª: ¡Condecoraciones, aplausos a este Falo!

Bac. 2ª: ¡Falo general de brigada!

Bac. 3ª: ¡Falo arzobispal!

Bac. 4ª: Falo, mira,

nosotras y nosotros ya estamos desnudos,

te hemos abierto todas las puertas.

Bac. 1ª: Falo, hoy es tu día,

Hoy reinas en España,

Falo rey, Falo I.

Bac. 2ª: San Falo,

nos humillamos, besamos tus pies,

te adoramos, te glorificamos.

Bac. 3ª: Falo, mira mi cuerpo tembloroso,

mi humilde cuerpo esperando,

tómalo, tuyo es.

Bac. 4ª: Venid a recibir al Falo que llega,

los sacerdotes y las monjas,

los cardenales, el cabildo en pleno,

que el Falo entra en la catedral bajo palio,

que se va a sentar en el altar mayor,

que todos nosotras y nosotros lo vamos a adorar

y le pediremos mercedes.

Bac. 1ª: Reciben eal Falo el Rey, el Presidente del

gobierno

y sus ministros,

el Alcalde le hace entrega de las llaves de la

ciudad.

Bac. 2ª: “Falo, venga aquí, Excelencia”

el Falo ni caso, ríe, ni caso,

él sabe a qué viene,

a infestarnos a todos de amor.

Bac. 3ª: ¡Falo, esta vaginita linda!

Bac. 4ª: ¡Falo, mi culo!

34

Bac. 1ª: ¡Falo, que te toque al menos!

Bac. 2ª: ¡Falo, te amo!

Bac. 3ª: El Falo reparte bendiciones.

Los presentes se avergüenzan de sus falitos

chicos.

Reparte besos (lo hace)

Bac. 4ª: ¡El Falo bueno, el Falo santo!

Y su cortejo, orgulloso de ir con él,

un Falo tan hermoso,

tan inmenso,

tan encendido,

tan alegre, tan sonriente.

Bac. 1ª: Y las secretarias se arrodillan

y los jefes de negociado y los tristes poetas.

Bac. 2ª: El capitán de la compañía de honores baja la

cabeza y el sable cuando pasa.

Bac- 3ª: Pero él se la levanta,

besa a los soldado en la boca, los enciende;

porque este Falo va incendiándolo todo a su paso

Bac. 4ª: Y una monja ruborosa se desnuda,

y se despepitan todos,

y piden, Falo, tócame al menos,

todos ardorosos.

Bac. 1ª: El Presidente, loco de amor, se desnuda, lo

mismo que sus ministros.

Bac. 2ª: Y todos, a desvestirse en seguida para, al menos

sentir su roce.

Bac. 3ª: Una vieja reza: si consigo tocarlo reverdeceré

¡Hacía tantos años que no venías!

Bac. 4ª: ¡Tanto te deseábamos!

Bac. 1ª: ¡Hoy es un día grande!

Bac. 2ª: ¡Te tenemos con nosotros!

Bac. 3ª: “Excelentísimo Falo, nosotros estamos aquí...”

Bac. 4ª: Todos: “¡Viva el Falo! (Aplausos)

¡¡Fa-lo, Fa-lo, Fa-lo!!”

35

XI

(Coro femenino)

Bac. 1ª: Falo, mantente enhiesto

-me abrazo a él, así le es más fácil-

falo, nuestro destino,

falo, resiste;

pero se tambalea,

irremisiblemente, los dos abrazados

por los suelos. De nuevo levantarlo,

este falo me mata.

Sin embargo veo otros

azules, amarillos, verdes

con un trozo de vela o de bandera,

deliciosas ellas recibiéndolos.

Bac. 2ª: Esforzadamente

-soy niña frágil-

en cansada pelea

levantándolo.

Con él navegaré

por cielos y por mares;

desnuda, besadora, marinera.

Bac 3ª: Nunca más abatido, siempre sobre las olas,

Ala luminosa,

niña cantora

en fiero combate.

Nunca más caído; siempre

triunfal,

enhiesta flor

en el mar del amor.

Bac. 4ª: Me transportas,

mi opacidad la irisas,

levantas mi fatiga,

alado gigante,

ansia de penetrar,

sobrio en tu luz.

A tu sombra soy, falo,

luminosa dulzura.

A veces tersamente

vela al viento,

me dejo conducir,

araña de su ala,

buscando.

Bac. 1ª: En ti subida, falo,

encaramada,

oteando el azul,

falo, mi falo, a ti

36

entregada.

Bac. 2ª: Falo, tu poderío

sin mí nada sería.

Bac. 3ª: Yo te voy conduciendo,

a veces suspirando,

a veces lanzando mis clarines,

juguete de las olas,

en amorosa tormenta.

Bac. 4ª: Atrás quedaron playa, mundo, recuerdos.

por la alta mar navegamos.

37

XII

Bac. 1ª: Nací para morir,

para gritar, para deshacerme

en el amor. Para florecer sólo un día,

para bailar desnuda. Para

resucitar a los probos,

a los serios, a las delicadas.

ufriré y gozaré; vosotros

muy circunspectos; yo no tengo

nada que salvaguardar, no tengo mañana. Mi

voz es ronca del vicio. Mi boca,

miradla, qué deliciosa,

no sabe hacer otra cosa que besar,

que reír, que lamentarse, que

suplicar, y tras ella toda la

universalidad de mi carnal amor.

Una desgraciada, una perdida,

una furcia, gloria para los probos,

para las dulces, venid,

qué tedioso el mundo sin mí. A mis brazos,

a mis senos, a mi boca,

a mi vientre. Sacudid vuesro hastío,

grosera pero irresistible. No sabéis nada, pobres

maniquíes: al gozo con vuestra

amada puta, venid,

a la alegría de la resurrección; estáis

muertos; veréis. Todo lo vuestro lo vais a dar

sin reservaros nada, así

es como yo vivo.

38

39

Escena segunda.

XIII

Bac. 1º: Te me vienes encima,

con qué dulzura,

mis brazos no me llegan,

la boca, el sexo.

Te me vienes,

te me abalanzas,

me abro y abro

para tenerte toda en mi abrazo.

te besobeso bien,

te lamo,

te canto,

carne, mi diosa,

mi santa,

carnemadremía.

Te me abalanzas,

dulzura mansa,

navego en ti

y me hundo y me elevo y alzo una bandera;

carne en olas,

que se me abalanza,

que se me viene toda

inmensamente dulce,

yo no puedo

con tanta.

Te me vienes y yo

recibo todo el peso;

te me abalanzas, trinas,

no amenazas,

carne hermosa que viene

¡tan placentera!

a ser abrazada.

Te me abalanzas toda, no puedo

con tanta dulce

carne apasionada.

Por todas partes vienes

con tu dulzura suave,

con tu cadencia,

con todas tus caricias, vienes.

¡Tanta y vienes!

Me envuelves,

te me echas encima;

nada escapa, todo

me lo conviertes en dulzura

apasionada.

40

XIV

Bac. 1º: Vienen

rodando.

Vuelven

y vienen

y otra vez

y otra

en constante venir,

aumentan viniendo,

más altas cada vez,

agitadas, desatadas;

alguno huye,

otros se apartan;

otros se acercan resueltos

y en el venir

se pierden.

Bac. 2º: No hay que tenerlas miedo,

que el embate acaba siempre en dulzura,

en caricia,

es un ataque suave,

redondo,

ni gritan ni arañan,

es un combate delicado

que te abraza,

te hace suyo,

se acabó el cavilar

y te pierdes.

Bac. 3º: A sacudidas altas,

A golpes fuertes de mar,

risas redondas.

Es una batalla de ternura,

en ella, una vez dentro,

entras de costado, de cabeza

a besar plas.

Son tetas que se han liberado,

Que ahora andan tan frescas:

míralas, no tienen ningún miedo,

han pasado a la agresión.

Y el horizonte oscila,

lo mismo si te vuelves;

es tetas bailando

y el cielo también

en movimiento alto;

nada quieto: redondo todo, oscilando.

41

Bac. 4º: Mira éste, trepa;

pero cuatro avanzan,

se mueven como sólo ellas saben

y en esa cadencia

lo hacen entrar.

Allí han queado aquellos aislados,

piden socorro. Uno intenta

sacar la cabeza,

los otros bucean.

Los cuerpos unos hacia arriba,

otros de lado con los picos

y te cogen el culo y zas, al suelo.

así que bueno, tetas para arriba

corriendo unas, lanzando amenazas;

tetas enhiestas estandartes,

accionando violentas,

otras, a pasos largos

y ya las tienes en la cara;

estas sonríen después de la contienda.

Tetas que son hoy el único horizonte,

no hay otro límite,

ninguna otra meta.

Aquí aparece un pie, tiras,

rebosan por encima y caen suaves;

Nada hay mas tierno,

todas en esta fiesta,

en esta mar: nadamos, buceamos.

Bac. 1º: Siempre venís, hermanas,

igual de redondas,

igual de tranquilas;

en cambio el falo es solo,

aristo, áspero; ellas son dos, no espían,

plácidamente estan en compañía,

son las que cantan;

ellas para ser paz son dos.

Tetas por el cuello, la barbilla,

pasan besando,

para besar pasan,

las tetas besan pasan,

resbalanbesando pasan,

sebesanpasan

y los pezones se quedan prendidos

¡zas! Se sueltan y corren,

adiós, qué prisa tenéis,

como corceles al galope,

plop, plop, plop.

Bac. 2º: Llegan rodando, llegan, llegan, llegan;

empujan suaves, aterciopeladas,

acarician osadas

42

redondas con un pico.

Vienen siempre entregándose

invitadoras,

susurrantes,

llegan siempre así de abiertas,

de nada escondido,

están en esta fecha sin secretos, podéis llegar

y coger,

somos fruto maduro,

tomad, besad.

Siempre así de tranquilas,

dando siempre la paz,

estas tetas que hoy

han tomado el mundo,

otro ya no hay.

43

XV

Bac. 2º: No me miréis así,

estoy enamorada.

Ved mis ojos, mis senos:

enamorada;

mi risa, mi vientre,

y os contagiaréis:

enamorada.

Levantáis los brazos,

ponéis el grito en el cielo,

esta mujer procaz:

enamorada.

Toda la risa en mi cara,

el andar, las manos,

el cuerpo entero;

venid todos conmigo,

que el amor me transformó,

enamorada.

44

45

Llegados los coros y los cortejos al bosque sagrado o

parque, se celebra el concurso de cortejos, a la manera de

la Grecia clásica. Despues tendría lugar el aliterario

I N T E R L U D I O:

C O M I D A C A M P E S T R E.

46

47

SEGUNDO MOVIMIENTO

PRIMER ACTO

48

49

Escena primera.

XVI

(Coro mixto)

El personaje femenino que encarna a la diosa puede llegar,

desnuda, en globo o helicoptero o bajar de una grúa o por

algun otro medio espectacular.)

Bac. 1º: Diosa, en tu seno vivimos siempre,

pero hoy nos conviertes

en llamarada.

Bac. 2ª: Nos metes en tus olas

niñas; después nos arrojas

a tu alta mar.

Bac. 2º: Aquí, a tu capricho,

madre, el mundo

ha quedado lejos,

a tu placer nos mueves,

nos llevas y nos traes.

Bac. 2ª: En tu loco baile,

a tu merced quedamos,

nadie nos ayuda.

Bac- 3º: Y tú te vuelves loca

y te revuelcas, ríes

y somos nosotros los que nos juntamos.

Bac. 3ª: Diosa, nos tienes en tu poder,

como si a ti te fuera mucho en ello,

como si tu gozases mediante nosotros.

Bac. 4º: Y, unos con otros,

a consumar el dulce sacrificio.

Bac. 4ª: A comulgar contigo,

al dulce deshacernos

del amor.

50

XVII

Bac. 1ª: Somos las mujeres de la vida,

tus sacerdotisas, diosa,

que hoy celebramos la santa misa del amor.

haznos puras,

inocentes,

placenteras,

y también a nuestros amadores.

51

XVIII

Bac. 2ª: Diosa, haz mi cuerpo infinito

este cuerpo que teme,

este cuerpo que espera,

este cuerpo que tiembla.

Que el amor me desborde,

que no cabe en mi carne,

que se rompen los límites,

que no mande hoy el mundo.

Hazme nada con todos,

hazme todos yo misma,

mi cuerpo desvalido,

diosa, házmelo infinito.

52

XIX

Bac. 3ª: Cógeme desde abajo,

por las piernas y sube acariciando,

sí, y besando, sube

enroscada a mí

como una serpiente,

sí, abrázame bien

y muéveme, agítame,

zarandéame, así, dulcemente,

apriétame contra tu boca,

méteme dentro toda tu pasión,

que beba el fuego de tu beso,

embriágame como tú, Madre;

que todo tu ardor

me enloquezca también a mí

y en medio de la bacanal,

las locuras más locas,

más prohibidas.

que el fuego del amor me purifique del

mundo,

y riendo,

niña,

sea tuya.

53

XX

Bac. 4ª: Húndeme en tu abismo

y que después resucite florecida,

que mi carne renazca.

Haz de mi cuerpo ola,

haz de mi carne canto,

enloquece mis pechos,

enloquece mi boca,

enloquece mi sexo.

Para el amor nací,

haz de este cuerpo quieto

carnal locura,

sacia mi ansia, aumenta mi ardor,

que toda yo sea lamento;

vida, que toda yo sea dulce carne,

que coman de mi boca, de mi cuello, de mis

nalgas...

Mira, desnuda estoy,

mis pechos sedientos

para el amor los tengo.

Muero de soledad,

enloquéceme, diosa,

que muero sin amor.

54

55

Escena segunda.

XXI

Diosa: Cuando llega vuestra diosa

comenzáis una loca danza.

corréis emocionados,

ruborosas, abiertas como flores,

mirándome extasiados,

porque me amáis

más que al antiguo dios, que os tenia sometidos.

Pues había que inclinarse reverentemente cuando

él pasaba,

nadie se atrevía a mirarlo;

yo, en cambio, os digo:

‘¡Vámonos todos a la orgía carnal!’.

Por eso, cuando ando con vosotros y vosotras

os alborotáis;

nada de besar mis pies, bailáis

unos con otras desnudos y aun los más tímidos

se atreven; nada de

‘diosa, que alta eres y nosotros

qué miserables’; ahora

todo es alegría, sonrisas,

nadie es más que nadie. ¿No véis lo

desnudita que estoy yo?

Él no se desvestía; se plantaba

una corona sobre la testa,

con su ropaje talar. Las cosas

han mejorado, ahora sois un rebañito y venís

al campo a retozar;

yo, vuestra pastora.

Y los pájaros, con qué alegría lanzan

al aire sus mejores trinos;

las yeguas se revuelcan por la hierba. Se

esfuerzan

los cuervos graznadores en dulcificar

su áspera voz. Los ciervos se acercan sin miedo.

Todos me aman, y vosotros:

‘miralá con sus pechitos, nuestra diosa’.

Intentais abrazarme, besarme,

acostaros conmigo; me desea

también ese monte levantado

y este arroyo no se aparta de mis pies como un

perrillo,

la maleza se me enreda besucona por las piernas

y la brisa no quiere irse de mi pelo;

56

se ahueca el césped invitándome.

Hasta los mundanos caminos se me acercan,

me acarician un pie, la cara.

Y el vaivén de esos cerros

¿a qué creéis que me está invitando,

y esos árboles agitados?

Se me hacercan alimañas que salen de sus

guaridas,

lobos, zorros, jabalíes, machos y hembras

retozando; al contrario del dios anterior

que todo lo humillaba, yo

lo levanto todo,

mirad las nubes blancas,

¡qué cabriolas en el azul!

La naturaleza ebria,

se besa y se abraza.

¿No véis cómo suben unas sobre otras las peñas,

cómo bailan los árboles?

Todo a mi alrededor es danza. Nada de

acatamietno:

alegría desbordada,

borrachera erótica,

desnudez: vosotros y vosotras acariciándoos;

se cimbrean estos pinos rumorosos,

acariciantes:

amor, me piropean

las urracas con sus graznidos,

los caracoles llevando su casita: amor,

las ardillas saltando: amor,

las cigarras en la rama: amor, amor.

Es que el eros nos envuelve, es

la bebida que nos embriaga,

no sabemos qué hacemos,

ebrios en esta paz de agosto,

cuando el mundo está lejos

y la carne triunfa.

Y ahora que, en medio de vosotros,

yo me pongo a bailar,

mi sonrisa de miel,

las curvas de mis brazos,

mi ondular de sierpe pecadora,

las palomas de mis senos,

mi vientre, promesa de dulzura,

enloquecéis de pasión.

(Baila)

57

XXII

(Coro femenino)

Bac. 1ª: Diosa, alrededor;

tú en medio, nosotras

rodeándote.

Bac. 2ª: Alrededor, diosa;

no estás en un altar.

Bac. 3ª: Nosotras,

alrededor llamándote.

Bac. 4ª: ¡Pichona!

¡Dulzura!

¡Salada!

Bac. 1ª: ¡Brota en nosotras!

¡Nace!

Bac. 2ª: Redondeándote, hermosa,

cachonda,

hermana.

Bac. 3ª: Haznos femeninas,

amorosas,

delicadas.

Bac. 4ª: Violentas,

enajanadas.

58

XXIII

(Coro mixto)

Bac. 1º: Tan tierna,

tan dulce,

venid, nos llamas.

y te mueves, bailad,

en curvas dulces que embriagan:

venid, venid,

al amor.

Bac. 1ª: Y nosotros en la orilla viéndote,

tú tiernamente,

la amante dulce,

nos arrastras.

Bac. 2º: En ti vamos entrando.

mira estas niñas, rodeadas de ti

cantan, te acogen

humildes y tú las rebasas,

las agitas, diosa, ríen

sus cuerpos que ayer maduraron.

Y esa anciana, se revuelca,

la haces suplicar que cese,

que no puede más, tu violencia.

Bac. 2ª: Madre, todos en tu danza,

jóvenes y viejos. De todos

sacudes la tristeza.

nos haces revivir.

Bac. 3º: A aquella hembra

cómo la haces arder, ni una

brizna dejas de su carne, toda

ella fuego, toda ella amor.

Bac. 3ª: Cuando tú llegas, se acabó la penuria;

reina la abundancia del amor.

Bac. 4º: Somos, diosa, tus hijos,

niños en tus olas,

nos haces pequeños, nos limpias

de todo pecado, de toda dureza.

Bac. 4ª: Nos hacemos blandos, redondos,

suaves, tiernos, Madre,

dulcemente acariciadores,

delicados, llenos de dulzura

que muy suavmente se va

haciendo volcán.

59

SEGUNDO ACTO

60

61

Escena primera

XXIV

Bac. 1º: Aquí arriba nuestros cuerpos,

como los dioses y las diosas.

La nubes llegan blancas a esta playa,

nos bañan,

el azul nos sonríe;

el mundo negro, abajo.

Sin pasado,

sin futuro,

bellos y claros.

62

XXV

Bac. 1ª: Cóncava piedra al cielo

soy, amor.

Cóncava carne

abierta.

Cóncava piedra al aire

rodeada de abismo,

a ti entregada.

Mi redondez abierta

cólmala, amor,

cierra esta herida.

Cóncava soy,

desprotegida.

Junto al abismo puesta,

con todo que ganar,

sin nada que perder,

abierta, amor,

a tu venida.

El mundo cuesta abajo

-cóncava, alada-

no nos importa

nada.

63

XXVI

Bac. 2º: Esa carne de allí

cómo se solaza en el amor.

Mira quélla más alta,

con qué dulzura se redondea,

mana de ella dulce armonía.

Podéis decir lo que queráis con altavoces,

podéis utilizar a las personas uniformadas que

tenéis:

nosotros, aquí arriba

gozosamente vivimos

en el amor más puro.

Venid. Os acariciaremos,

os desnudaremos,

llegaréis con nosotros a la dicha.

64

XXVII

Bac. 2ª: Soy tímida

y estoy desnuda, pero te aguardo, amor,

confiada. Llegas y me abro

más y más a la gloria

de tu llegada. Virgen

era; ahora soy una puta desenfrenada.

Puedes entrar y entrar, no calmarás mi ansia;

no puedo más pero tú no ceses,

cuanto más vengas más soy,

que no cese tu llegada.

65

XXVIII

(Coro masculino)

Bac: 1ª La carne revolcáandose una con otra,

los cuervos le gritaban;

se han ido al fin, llevándose las almas.

Ahora la carne es cauce

que mana y canta.

El sol le entra por dentro,

dulcemente la embriaga.

¡Te pones a llorar y a reír,

a vivir, amada carne clara!

Bac. 2ª: Ya nada te detiene,

nada te traba,

contigo mismo luchas

en dulce batalla;

la carne vive hoy toda,

es carne enamorada.

Bac. 3ª: Carne que tiene dentro el sol,

que dice obscenidades,

que está borracha.

Bac. 4ª: Que no tiene más remedio que despatarrarse toda,

que es una carne desenfrenada.

66

XXIX

(Coro femenino lesbiano)

Bac. 1ª: Retozamos por las praderas

de la cumbre, ligeras,

en el azul todavía más amorosas,

cándidas, placenteras.

Bac. 2ª Somos libres, no llevamos esquilas

podemos escondernos, abrazarnos,

no tenemos pastor.

Bac. 3ª: Pacemos por la altura,

saltamos, nos encaramamos,

saludamos a alguna nube que pasa.

Bac. 4ª: Unas se tienden al sol,

otras corren y saltan;

otras acariciándose,

dulcificándose,

abandonándose

sin el temor ancestral.

Bac. 1ª: Tetas en la paz

sin dueño.

Bac. 2ª: Aquella solitaria se sonríe,

éstas se cuentan sus pesares.

Bac. 3ª: Ésa hace sonar su caramillo.

Bac. 4ª: Están sólo ellas y los pájaros,

algunas bailan.

67

XXX

(Coro masculino gay)

Bac. 1º: Quiero, muchacho, abrazar

tu cuerpo, poseer

tu juventud, hacerme

contigo joven. No la hembra

de senos cálidos;

tu desdén, tu osadía.

Bac. 2º: No la femenina dulzura

de labios y caricias;

cuerpo de pedernal, luchando

uno con otro. Dos voces graves

en hermandad. Mirándonos

osadamente,

en único yo.

Bac. 3º: No la caricia de blandos

senos; músculo

contra músculo en igualdad.

No la mansedumbre;

acre certamen.

Quiero, hombre, amándote

acrecerme contigo.

Amor abierto al mundo,

sobria virilidad.

Bac. 4º: Aborrezco la dulzura

empalagosa, enterrarme

en honda carne, vertiendo

en mar sin fondo; falo

con falo, lucha

y amor, eros

limpio, solar.

68

XXXI

(Coro mixto)

Bac. 1ª: Ancha por el campo.

Bac. 1ª: Sin nadie aque la oprima,

ancha es hoy la carne.

Bac. 2ª: Qué ancha,sí, brinca

salta,

ríe

esta carne que ha roto los límites.

Bac. 2º: Se junta con quien quiere,

se separa,

no se esconde,

qué ancha.

Bac. 3ª: Ancha es hoy la carne,

hermosa,

inocente,

alegre,

santa.

Bac. 3º: Libre es hoy el amor,

no hay vida más ancha.

Bac. 4ª: Toda la carne, una.

Bac. 4º: ¡Y tan clara!

69

XXXII

Bac. 3º: Las hojas se mecen al sol y al viento

como mi cuerpo y el tuyo.

Las mariposas chupan el néctar,

el águila se lanza sobre el pájaro,

que chilla como tú, amor.

La montaña subiendo

casi es azul en lo más alto;

mi cuerpo sólo sabe de ti.

70

XXXIII

Bac. 3ª: Bien apretadas las cinturas,

el cuello al cielo

y el pelo arrastrando,

subiendo interminable

a más y más altura.

No puedo más,

me arrastras,

entras y entras y yo

subo hasta la cima, me mantengo

en lo alto, más y más

en la senda que me consume.

Y los demas jodiendo alrededor

y nosotros dos en esta loca danza.

71

Escena segunda

XXXIV

Bac. 1º: En este paraíso,

al que siempre se vuelve.

Como si el mundo nunca hubiese existido,

como si el mundo aún no hubiera sido creado,

como si Dios nos hubiese olvidado,

como si vivir no hubiese sido nunca

otra cosa que este gozo de la carne.

Sin horizonte, cielo azul

y en medio, esta carne loca

despatarrada por el campo,

carne para gozar y reír,

dulzura,

toda ella tacto;

las barrigas, los culos, las caras,

toda ella cálida;

toda ella boca que besa y es besada,

toda ella caricia acariciada,

dulce batalla.

72

XXXV

Bac. 1ª: Rodamos, cuerpos exhausos,

piernas por el aire, cabello,

en un ardor que no cesa.

Y de nuevo montas encima

y me obligas a cabalgar

y de nuevo mis ayes y tus jadeos.

Tu mueres, pobre amor,

sin poder dejar la presa

y yo otra vez los sollozos

y su música te enardece

y el azul nos embriaga

en esta tarde plácida.

73

XXXVI

Bac. 2ª: Rompes, amor, mis ramas

y no me importa.

Sigue, violento,

bosque y tormenta

en un solo bramar.

Sigue en mí, no ceses

en tu empuje. Curarán mis heridas cuando te

vayas,

no quiero otra vida que morir

de ti destrozada.

Melenas por el azul, mis ramas se alejaban.

Algunas eran verdes, pero no importa.

Con qué estruendo se rompieron, con qué espanto

se apartaron; pero tú sigue,

amor, destruyendo esta estatua.

74

XXXVII

(Coro masculino)

Bac. 1º: Bailas con tus hermosas tetas,

Moviéndolas arriba, a los lados,

con ritmo, ole, ole; nosotros

a tu alrdedor,

ole,

nos masturbamos.

Bac. 2º: Tus tetas que caen, se levantan,

caen, se levantan, caen,

ole, ole.

Nosotros a tu alrededor,

ole,

nos retorcemos.

Bac. 3º: Tus tetas al cielo

tapan el sol,

ole, ole.

Nosotros por los suelos,

ole,

nos revolcamos.

Bac. 4º: Giras, tetas llenando

el azul, tetas

inmensas girando,

ole, ole.

Nosotros, ole,

chorro triunfal al aire,

te coronamos.

75

XXXVIII

Bac. 3ª: Tu empujas inclemente

y a mis ayes respondes con otra acometida,

cuanto más ¡ay! más ardor.

Y a nuestra espalda, la sinfonía del oleaje

en el que mis gritos son trinos,

tus palabrotas, cantos de amor.

Me revuelvo impotente

en un batir oscuro,

obsceno,

cruel,

como una fiera;

como una dolorosa,

fea,

sollozo,

hasta que una ola más fuerte nos arroja exhaustos

a la playa.

76

XXXIX

Bac. 4ª: Seguid entrando en mí,

destrozando, huracán,

todas mis ramas.

Que no quede del largo anhelo,

de la tristeza tanta,

de la nube opresora

nada.

Seguid,

que aún puedo,

el cabello en el suelo,

toda yo traspasada.

Todavía mi sed

no está apagada.

Ronca la voz de tanto

lamentarme; más

amor todavía

para esta entraña.

77

XL

(Coro mixto)

Bac. 1ª: Hombres y mujeres cogidos de la mano,

la diosa erótica en medio,

bailamos.

Bac. 1º: Más grandes que el mundo, más alegres, más

ebrios,

Bac. 2ª: Cogidos de la mano, las tetas quieren volar y los

falos persiguiéndolas,

bailamos.

Bac. 2º: Giramos alrededor de nuestra diosa detrás de

las tetas,

la tierra se tambalea.

Bac. 3ª: Corred falos, que vamos por vosotros

Bailando.

Bac. 3º: Arriba nubes blancas deshaciéndose y abajo el

mundo parado; nosotros, mujeres y hombres

desnudos

con nuestra loca diosa

bailamos.

Bac. 4ª: Giran con nosotros árboles, caras, caballos,

señoras y tinglados. La naturaleza se ha

contagiado, todo baila, se mueve, se inclina.

Bac. 4º: Bailamos,

Gritando ¡Vida! ¡Diosa!¡Te adoramos!

Bac. 1ª: Bailamos

Brazos y cara a ti.

Bac. 1º: A veces en lo hondo.

Bac. 2ª: A veces en lo alto.

Bac. 2ª: El deseo en la cara

Bac. 3º: El cuerpo tambaleando.

Bac. 3ª: El cuello a tu mirada.

Bac. 4ª: El pelo por el suelo.

Bac. 4º: El sexo, lo más alto.

78

79

Escena tercera

80

XLI

Bac. 1ª: Es todavía buena moza,

El amor la coge bien,

la levanta

y ella lo cabalga,

pechos y cabello,

gritando.

La agarra, agitandola en el aire,

ella en clamores,

él, sin compasión;

cogida por el pelo,

la lanza,

los pechos son campanas,

el cuello al cielo,

los lamentos que su boca exhala.

El dios se dulcifica,

esta hembra le puede al mar inmenso.

morena,

cuerpo a la tempestad,

llorando, a veces riendo,

cantando,

carnes agitadas clamando

Mujer de hondo cuerpo,

de honda entrega,

de honda ansia

y el amor resbalando

acariciándola.

Oscuro mar, ella te puede,

tu furor se amansa,

es inútil que muestres tu potencia,

ella es la

ganadora.

Horrendo amor,

qué pena me das,

Ella te tiene en su poder,

vociferas, pero ella te gana.

81

XLII

Bac. 1º: Detrás,

el abismo, sí, a nuestra espalda;

no nos importa,

estamos abrazados

amándonos,

gozando. El abismo

sí, está detrás, oigo su viento,

pero no te tememos, tan grande

y no eres para nosotros nada.

Tan enorme

tan eterno;

no nos das miedo.

Nosotros nos amamos

abrazados

junto a tu soledad,

gastando dulcemente nuestra carne

en el amor, sin dejar

nada para mañana.

Cuando llegues, abismo,

no vas a encontrar nada.

82

XLIII

(Coro mixto)

Bac. 1º: Estás loca, diosa,

estás borracha.

Bac. 1ª: El sexo, al cielo,

más alto que esas montañas.

Bac. 2º: Se te fue el pensamiento,

no piensas nada.

Bac. 2ª: ¿Qué va a ser de ti?

¡No sabes ni cómo te llamas!

Bac. 3º: Te ha metido en cintura

El amor, y bailas.

Bac. 3ª: No sabes más que reír,

decir ay, ay,

¿has perdido el habla?

Bac. 4º: Qué bien lo pasas

fuera del mundo,

al sol desnuda,

ebria de amor,

borracha.

Bac. 4ª: El sexo abierto,

de falos y tetas rodeada,

bailas, bailas.

83

XLIV

Bac. 2º: Batalla del amor,

éntranos dentro,

incendio, éntranos,

devóranos.

Pasto de tu llama,

amor, pasto somos

de tu llama,

de tu fuego, de tu llama;

pasto somos, amor,

amor,

amor,

pasto somos,

pasto de tu llama.

Edificio que cae,

bosque incendiado,

mundo fuera de juego.

Amor, pasto de tu llama

incontenible

que ya nadie apaga.

Pasto, amor,

amor,

amor,

de tu llama

que nos incendia,

que nos levanta,

que nos arrasa, amor,

de tu dulce llama,

en la que anidan pájaros,

por la que corren brisas,

amor, de tu llama

tan fieramente delicada.

84

XLV

Bac. 3º: Los ojos cerrados,

el amor derramado por las tetas.

Palabrotas y besos

y risas resonando por los cerros.

Pelo suelto,

cabalgando ellas en ellos.

Cráneo, cráneo,

¿Qué puedes pensar

sobre el vientre de una tía,

en los labios de un tío,

cráneo tan duro,

canto rodado?

85

XLVI

Bac. 2ª: Cálida tormenta, cuerpos en incendio.

No se quiebran,

cimbrean en vaivén

trenzando y destrenzando los muslos

con qué fuego;

provocan y no se resisten,

aumentan más la llama. Y las tiernas

y los recentales aprenden en seguida

de esas hembras sólidas

como yeguas, bajo machos poderosos, bien

asentados.

Empiezan lentamente, saben

que el secreto está ahí.

Cuando los impacientes, extenuados,

acaban, ellos están en los comienzos.

Sus oleadas cadavez más potentes

vienen, se marchan lentas;

vienen, se van;

vienen de nuevo,

otra vez vienen,

vienen,

vienen.

Ahora sí que ya no se puede,

exangües y felices

nos perdemos,

morimos,

sollozamos.

86

XLVII

Bac. 4º: Esta muchacha desmelenada retorciéndose,

aullando,

heroína,

víctima del amor

ingente

que puede más que ella,

árbol miserable

que la tormenta arrasa.

Este señor tan serio

en guerra feroz con esta niña,

ese muchacho que desfallece después de tantos

combates

Junto al abismo, carne que rompe todas las

trabas,

hasta quedar exangüe.

Esta mujer que se yergue;

su víctima, todavía en el suelo

retorciéndose.

Esa anciana con ese joven

¡qué bien cabalga!

El eros nos arrastra,

nos levanta,

nos socaba.

Estos maricones,

aquí no hay trabas.

Esa mujer con el falo dentro

incorporándose,

cómo clama.

Aquél, falo en ristre buscando,

al fin enuentra a una hembra

y ambos se clavan.

Ese anciano ríe a carcajadas

viendo su falo erguido después de tantos

años.

Y mamones chupando golosos

chorreándoles la cara,

y lesbianas con las tetas juntas

y no hay nadie aquí que condene,

que la carne es inocente,

necesita saciarse; después

queda sosegada.

Carne de tantos siglos,

vieja carne angustiada,

hoy toda ella

se devora,

e sacia.

Amor nos ha juntado

en esta gran llama.

87

XLVIII

(Coro mixto)

Bac. 1ª: Ahora este viento nos coge bien

por la cintura, nos mueve,

nos envuelve.

Bac. 1º: Antes se oía lejos; ahora

en nosotros brama

este viento que nos enloquece,

que ya no sabes quién eres ni dónde estás,

te entregas a su fuego, una sed

y buscas otro cuerpo para apagarla;

no eres más que

esta ansia,

no importa el sexo.

Bac. 2ª: Arremolinados todos juntos,

tambaleando ebrios

sin saber a quien estás abrazando.

Bac. 2º: Has venido a poseernos, a hacer

de nuestra carne nido

de tu cálido furor,

vendaval que nos embates.

Bac. 3ª: Huracán del amor, ya tuyos

somos; estamos en ti

perdidos,

desorientados, ciegos,

a tu furia abandonados.

Bac. 3º: Corren raudas las nubes,

los árboles se retuercen,

ruedan cuerpos abrazados,

estridor de sexos que se abren,

manantiales las bocas:

beber de este vino.

Bac. 4ª: Lo cuerpos ebrios de amor,

los sexos encontrados,

saciarse al fin

ceñidas las trotadoras cinturas

bebiendo unos de otros,

borrachos,

risas, obscenidades;

fruta en sazón somos

durante tanto tiempo madurada.

Hoy al fin la explosión.

Bac. 4ª: El sol a carcajadas

88

de luz deslumbradora,

las nubes blancas en el azul,

los cuerpos en esta tormenta

braman en ansias

de incontenible amor.

Bac. 1ª: Nos cimbreamos en este fuego.

Bac. 1º: Unos más lentamente,

otros más agitados.

Bac. 2ª: Unos ríen gozosos.

Bac. 2º: Otros, trágicos.

Bac. 3ª: Y todos moviendonos al viento

del amor.

Bac. 4ª: Dulcemente

a él entregados.

Bac. 4º: Árboles en dulce tormenta, enloquecidos

los troncos, las ramas

en luz iluminadas.

89

TERCER MOVIMIENTO

90

91

Acto único.

XLIX

(Coro masculino)

Bac. 1º: Han dejado los niños

y se han ido a la ventura

del amor.

Bac. 2º: A nada que perder,

a ganarlo todo,

a hacer pedazos el mundo.

Bac. 3º: Vuelven más valientes,

dulcificadas,

dichosas,

hermosas.

Bac. 4º: Todo lo suyo

está aquí esperándolas.

92

L

(Coro mixto)

Bac. 1º: Los árboles, los pájaros,

los cuerpos ardorosos,

los cristales del agua.

Bac. 1ª: En el agua,

los cuerpos bajo las ramas.

Bac. 2º: Ardor de los cuerpos

en el frescor del agua.

Bac. 2ª: Los cuerpos la iluminan,

enienden el agua.

Bac. 3º: En los cuerpos el agua,

qué bien se baña.

Bac. 3ª: Antes estaba sola,

llamaba y llamaba

a los cuerpos que ahora se bañan.

Bac. 4º: Abrazando, besando

el agua los calma.

Bac. 4ª: ¡Agua para estos cuerpos

que antes fueron llama!

93

LI

(Coro femenino)

Bac. 1ª: Anochece. Los bacantes

recogen su ropa,

recogen el alma,

recogen su mundo

y regresan.

Bac. 2ª: Agarran sus cosas,

cuentan sus monedas

y regresan.

Bac. 3ª: Buscan el camino

sus hijos, el jefe,

y regresan.

Bac. 4ª: Encuentran la llave,

la cartera, la esposa

y regresan.

Todas: La vida vuelve al silencio.

94

1

Xosé Azar

A N H E L O

Sinfonía erótica en tres movimientos

2

3

A Carmen.

4

5

Preludio

Eduardo Tobar

Compostela.

Querido amigo; cuando éramos voluntarios los dos en la mili

me pagaste con una botella de vino, igual que hacían otros

compañeros, un poema a tu novia, que no era muy bueno;

ahora yo te mando este libro, dedicado a mi mujer.

Cuando nos licenciaron me vine a Madrid con Manolo

Carracedo; aquí pasé año y medio, pero no encontraba lo que

andaba buscando. Después de unas Navidades pasadas ahí,

volvía en el tren. Iban en mi departamenteo unos muchachos

mineros, que hablaban de sus experiencias, me animé y les

dije que me iba con ellos. No tenía dinero para el viaje y

me lo dejaron; se lo pagué con mi primer jornal. Bajamos en

Ponferrada, y en otro tren, nos fuimos a Villablino;

nevaba. Allí, en autobús, a Villaseca; encontré posada en

casa de la Teresona, donde paraban otros mineros. Siempre

estaba nevando, y el agujero negro, del que salía el

escombro, que lo invadía todo; entrábamos dentro con la

lámpara, hacíamos una jornada seguida de siete horas, con

la bota siempre a mano. Me sorprendía la manera desaforada

de blasfemar de los mineros. Pasé dos meses allí; había ido

por romanticismo, pero aquello era demasiado oscuro,

demasiado negro, más que nuestra Compostela, desde la que,

en la adolescencia, soñaba con el mar Mediterráneo. Pedí la

cuenta, y de vuelta a Madrid, bajé en El Escorial y me fui

a Las Zorreras, donde Manolo y yo habíamos construido una

chabola en una parcela que él habia comprado. Recordaba

nuestras experiencias y nuestros sueños, contemplé el busto

en granito que él me había hecho, nos costó mucho trabajo

traer la piedra. El pozo, que yo había intentado con un

pico, no conseguí profundizar más que un metro, se iba

estrechando cada vez más, finalmente no me cabía el mango,

tenía que trabajar sólo con el hierro; desistí. Me paseaba

6

por aquel paiaje seco, oloroso a romero y tomillo, de

encinares, tan diferente del nuestro. Contemplé el lugar

donde una vez cacé con un palo dos conejos: tenía hambre,

Manolo había ido a Madrid a llevar un busto en mármol que

le habían encargado, pasaban los días y no venía. Vi que

corrían a esconderse en el agujero de una tapia dos

conejos: con un palo, lo hincaba, ellos chillaban; los maté

cuando salieron. Arrancada la piel y atravesados por un

hierro, los puse al fuego; estaba comiendo cuando él llegó,

traía el pan y el vino que faltaban. Cerca de aquí me paró

una vez pareja de la Guardia Civil por lo desarrapado que

andaba. Iba con Doro, que pasaba entonces unos días con

nosotros, a Villalba a poner un telegrama a mi madre por su

santo, el 13 de agosto. ¿No le da vergüenza, un muchacho

joven, andar así, me decían; yo me sentía libre.

Cerré como pude la chavola –para entrar había tenido que

forzar el candado- y me vine a Madrid. Paseaba por las

calles contemplando el ir y venir de las gentes, por la

noche dormía debajo del Viaducto, donde conocí a algunos

mendigos, con los que a veces pedía. Vi que la mendicidad y

dormir en la clle no son cosas tan espantosas, es

relajante. Perteneces a otro mundo, miras a la gente desde

abajo, siempre afanada, la desprecias.

Como mi intención era irme a Valencia, pedi trabajo en la

sidrería Mingo, en el Paseo de la Florida. Había trabajado

antes allí, lo dejé para irme a Arganda con Manolo y Juan

Ángel, intentábamos hacer una comunidad artesana y

artística. Yo hacía la comida, me desnudaba y posaba de

modelo y era también el teórico; después se unieron

Caulonga y Pepe Rodríguez. Pero mis comidas no debían de

ser muy buenas, además se habían formado dos grupos;

entonces fue cuando Manolo y yo nos marchamos a las

Zorreras.

Mingo era buena persona, me dio trabajo y, cuando supo que

dormía debajo del Viaducto, me dejó el desván de la

sidrería. Me gustaba una chica que trabajaba conmigo, una

vez la acompañé a su casa y le pedí que fuese mi novia,

pero la pretendía el barbero de enfrente, un hombre maduro

y lo eligó a él; supongo que se habrán casado. Si me

hubiese aceptado, hubiesen acabado entonces mis aventuras.

Me despedí, y me fui a la estación de Atocha; en la cuesta

de Moyano compré las obras de Óscar Wilde. Había decidido,

un día que fuimos Manolo y yo a ver el Tenorio, que lo mío

era el teatro. Entonces trabajaba en la sidrería por las

mañanas y las tardes me las pasaba en una biblioteca

pública de la calle Mayor, leyendo a autores modernos, pues

los clásicos ya me los habia hecho conocer en Compostela

Julita, mi profesora. Leía a Ibsen, Bernad Shaw,

Pirandello, O’Neill; a Wilde no lo conocía, así que me pasé

7

toda la noche en el tren leyéndolo. Por la mañana, muerto

de sueño, llegué a Valencia, el día de san José. Apenas

llevaba dinero, recorri la ciudad y el puerto, busqué un

puente y, después de contemplar las fallas entre aquella

multitud alegre, me fui a dormir debajo. Tenía una

gabardina que me tapaba la cabeza y el pecho, de las

piernas me olvidaba, se me insensibilizaban; por la mañana

tenía que dedicarme a hacerlas entrar en calor caminando.

A qué seguir contándote. Valencia me decepcionó, el mar

está lejos, parece una ciudad del interior. Pretendía

trabajar de pescador y no había posibilidad; tuve que

meterme de peón en una papelera de la Malvarrosa; como al

mediodía no tenía qué comer un compñero repartió conmigo

durante la primera semana lo que su mujer le preparaba.

Después me fui a trabajar a un pantano en Calles. Manejaba

bien la pala, había aprendido en la mina, pero aquí nos

caía constantemente el agua encima. Conocí a un paisano

medio loco, con el que regresé a Valencia. Tratabajé

entonces en una empresa que perforaba el terreno para meter

pilares de hormigón, vivíamos los dos en Burjasot. Nuestros

amigos eran andaluces que estaban allí trabajando. Uno que

vivia cerca con su familia se marchaba a Alemania y dio una

fiesta de despedida, yo me emborraché tanto que iba

haciendo eses de una acera a la otra, pero sin meterme con

nadie. La Guardia Civil me detuvo, pasé la noche y todo el

dia siguiente en un calabozo y me hicieron una ficha con

las huellas, supongo que andará por algún sitio. Es éste mi

peor recuerdo de quella tierra; el más bonito, una tarde,

yo era un obrero trabajador emigrado que vivía con otros,

no tenía acceso a la amistad y las costumbres de allí; sólo

se nos concedía trabajo y albergue. La tarde del lunes de

Pascua vi como los chicos y chicas venían cantando después

de haber pasado el día en el campo, los veía desde un bar.

Aquella alegría de ellos y ellas relacionada con la

naturaleza me fascinaba, empezó allí mi idea de la maya

como fiesta erótica de la juventud.

Quería irme ya de todo aquello, y para eso contaba con el

Ejército. Como sabes, me habia licenciado de alférez y

podía reincorporarme; sabía que Carballal estaba destinado

en Jaca. Cuando salieron vacantes solicité en primer lugar

Menorca y me la concedieron. Pero me encontraba con el

problema de que tenía que presentarme de uniforme y no

tenía dinero. Llamé por teléfono a mi padre, me dijo que él

no podía ayudarme. Me vine a Madrid y conseguí que un amigo

de lo dejase. Encargué el uniforme y regresé a Valencia,

pues tenía el pasaporte desde allí; además quería ir en

tren por la costa hasta Barcelona. Me paseaba por las

calles de uniforme todo estirado, los soldados me saludaban

y los guardias, era formidable.

Llegúe a Mahón una mañana de junio llena de sol, de paz.

8

Bajé del barco sin equipaje, había abandonado todas mis

cosas, no quería saber nada del pasado; el hecho de

hallarme en una isla me ayudaba a alejarlo todavía más. La

gente hablaba apaciblemente con un acento exótico. Me

parecía que entraba en una etapa nueva, que la negrura

había quedado definitivmente cancelada; ahora podría

dedicarme entermante a esribir. Tenía 24 años.

Volví al Ejército de manera muy distinta de cuando tú y yo

estábamos en la mili, con Budiño, Mañá, Corral y otros. La

necesidad me traía de nuevo, no la aficción; pero la

libertad del arte y la disciplina militar me parecían

opuestas. Le entregaba mi esfuerzo pero no mi adhesión;

además había adquirido en el contacto con mis compañeros

proletarios ideas marxistas y aquel ejército defendía la

dictadura. La milicia en sí es una noble profesión, valora

y desarrolla la masculinidad: el valor, la entrega, el

sacrificio; tan hermoso es un oficial adiestrando a sus

tropas –no, como se suele, reprimiéndolas- como un poeta

componiendo, pero yo entonces no lo comprendía; lo entendí

una tarde, asomado a la ventana de mi habitación que daba a

la hermosa y soleada Explanada. Pensaba que, aunque la

crítica marxista del Ejército en la sociedad capitalista

fuese correcta, haciéndola me convertía, al contrario de

mis compañeros, en un ser agazapado. Fue la segunda vez que

me vino a la cabeza la idea de que verdad y felicidad son

tan importantes la una como la otra, y que la primera sin

la segunda no me interesaba. Lo otra fue en Compostela,

cuando discutía con un seminarista, que Julita me habia

dado por compañero para que me convirtiese. Yo sabía que él

estaba equivocado, pero tenía vida espiritual; en cambio

yo, que tenía la verdad, carecía de ella. Estas cosas me

iban preparando para el posterior pensamiento vital, que

intenta hacer compatibles el gozo de la vida y la ideología

de izquierdas.

Buscaba aquella paz y erotismo que entrevía de adolescente

en Compostela. Me encontraba feliz en aquella pequeña

ciudad, tranquila y blanca, con el mar azul alrededor;

recorría la isla, me bañaba en sus calas. Me iba de juerga,

había allí un fabuloso cabaret. Pretendia una niña de 17

años, Tere, endulzaba con ella mi vieja tristeza, y con su

amiga Paquita, tengo muchas fotos juntos, son el

recordatorio de aquel paraíso. Pero no era fácil cambiar

una mente reprimida como la mía. El cristianismo se ha

preocupado sólo de meternos conciencia, al contrario del

paganismo, que busca el placer y la belleza. Yo venía de

aquella ciudad, destino utópico de peregrinos, de duro

adoctrinamiento. Para llegar a la liberación tenía que

apaciguar la mirada enajenada en la que estaba encerrado.

Veía la placidez del mar que me recordaba la Grecia

9

clásica, pero yo seguía en mi muerte. Me ayudó a verlo un

muchacho, estudiante en Barcelona, que dio una conferencia

sobre el Camus vital y leyó fragmentos de El extranjero: me

impresionaba cómo se describía allí la embriaguez del sol,

que hacía estúpido todo pensamiento; yo lo entreví en la

mina, cuando salía y la nieve me deslumbraba, pero era sólo

un instante sin el gozo y la sensualidad mediterránea. Mi

equivocción fue no haberme entregado a la lectura de

Sófocles, Horacio, Aristófanes, Safo, para reconfortarme

con la belleza clásica, en lugar de enajenarme todavía más

con el existencialismo. No supe aprovechar aquel regalo, no

estaba preparado; por el contrario deseaba volver a Madrid,

a la vida intelctual de la capital. Como además el Ejército

me desazonaba, decidí no continuar, y no solicité una

segunda prórroga de tres años; mis compañeros me decían que

era una locura. Menos mal que antes de que acabase mi

contrato salieron vacantes para aquí, y me vine a un

cuartel cerca de Atocha. Encontré por alli un estudio, en

un viejo caserón.

Entonces empecé a escribir teatro. Quería hacer otra cosa y

me salían obras torturadas: una serie de piezas cortas

influidas por Valle, Sartre y Bécquet y dos tragedias, una

política: España negra, y otra religiosa; El carro de la

locura, además de una farsa pretendidamente erótica,

Putísima, pero triste, que he tenido que ir arreglando

después. Me encontraba en un callejón sin salida, pues lo

que hacía no me satisfacía y no sabia cambiarlo. Dejé el

Ejército, me hice maestro, nos casamos Carmen y yo,

encontré trabajo y me matriculé en la facultad de

filosofía, para ver si mi camino se aclaraba. Estábamos mi

mujer y yo en un grupo de teatro, que tenía por

inspiradores a Marx y Freud, y aquello no marchaba, terminó

deshaciéndose. Yo pensé que tenía que volver a la poesía,

cordiné allí un seminario sobre el simbolismo, que me ayudó

a ver la forma poética moderna. Nació Diana, Carmen

pintaba. Pasábamos el verano en la sierra de Gredos, y en

la soledad de aquellas montañas mis ideas primero

filosóficas y déspues poéticas se fueron concretando.

Inicié mi obra filosófica más importante: Vida

masculino/fememenina, comenzada como tesis doctoral, y

también la Poética, que tiene tres tomos que tratan uno del

fondo y otro de la forma de la poesía y el tercero del

drama. Después empezamos a repartir las vacaciones de dos

meses, uno en la sierra y el otro en el mediterráneo: así

recomenzo mi poesía, primero erótica, después existencial y

finalmente mística. He publido Eros y espíritu y Tres

sinfonías. Tengo además Cuatro dramas eróticos y un planto,

para teatro circular. Y, amigo Eduardo, aquí tienes ésta

otra obra.

Nació sin pretenderlo; yo quería poetar sobre la comunión

10

erótica –el eros en grupo- para concluir la maya

Resurrección de la carne y la bacanal La fiesta del amor.

Por el verano me hallo en un estado especial, dedicado

enteramente a la creación, como las mujeres cuando están de

parto; paso las mañanas escribiendo en la playa o en la

montaña y las tardes las dedico a prepararme para el día

siguiente. Escribo mucho, sin apenas darme cuenta de lo que

hago, de vuelta en Madrid, en la quietud del invierno,

reviso y selecciono. Para que veas la evolción de mi

pensamiento y de mi sentimiento poéticos puede ser útil

comparar con los poemas de este libro con el que tú me

encargaste, que decía aproximadamete asi:

Lázaro se levantó, pero yo

no puedo resucitar de mi querer. No es que no quiera,

quiero caminar por los caminos anchos

y mi amor es triste, anhelo

romper los horizontes de montañas y de cielo

y traspasar mi vida y la tuya, y llegar

libre de trabas y de pesos, en un vuelo

a la morada en que los hombres buenos,

que no tienen religión,

que no sienten compasión por los desheredados

marchan llenos de fe orgullo y sonrientes

hacia un mundo que ellos se forjaron.

Pero tú me quieres

y quieres que, en dulce quietud, que me hiere por su

misma dulzura,que me duele al mismo tiempo que me

produce placer

esté siempre contigo y en ti

y que no piense

y no sueñe

en fantasmas que en tu lasiud de amante no comprendes

Prueba una vez más por si consigues

que este amor, que hoy es triste, sea radiante,

frenético, como ese amor del hombre a la mujer

que no aspira más que a él y sus goces,

pues entonces,

si mi alma, liberada de esa ansia que la oprime,

ya no sueña,

me refugiaré en ti y, ciego,

no tendré otro objeto más que tú”.

No conservo otra cosa de la época compostelana, pues rompí

todos mis escritos cuando me fui. En el poema se habla del

‘anhelo’ y se podría titular así, y este sentimiento está

en la raíz de casi todos los poemas de este libro:

“Si llegara a mí la brisa de tu mar

11

no andaría por estos caminos

buscando lo que nunca encuentro;

sé que no está, pero lo busco...”( )

“Mujer, nuestro anhelo”(

Sería interesante compararlos y ver así mi evolución. El

anhelo en Vida es un término esencial que nace del

desentrañamiento en la infancia; o sea, que entre aquél y

éste se halla Freud, aunque el concepto sea ajeno a él.

Parece que entonces yo lo concebía paterno y ahora materno,

pero habría que hacer un análisis para comprobarlo.

Tu poema lo escribi en aquella taberna oscura junto al

cuartel, de vez en cuando me ayudaba con un trago. Es

idealista, irreal, más bien un programa que reflejo de una

vivencia. Los que vas a leer a continuación expresan los

gozos y sufrimintos de un amor real y están escritos al

sol, por la playa.

Recibe, viejo amigo, con este libro, el cariño de

Pepe.

12

13

U N O

14

I

Toda sonrisa

y las olas bramando.

Redonda;

ellas, desangeladas.

Te agachas,

placentero tu cuerpo

a coger una concha nacarada.

15

II

Ven y bogaremos

rodando por tus olas,

en tu dulzura calma,

en tu calido ser.

Yo pongo lo insondable, tú

el sueve oleaje;

yo, este alarido; tú

las curvas que se extienden,

se enredan y se desenredan

intemporales.

16

III

Hablas de otras cosas,

pero tus pechos desdicen tu cara.

Pareces tranquila

pero te soliviantan.

Nombras sólo de pasada el amor,

pero ellos lo están gritando.

Redondean mi boca

y mi ansia.

Atrevidos, preparados

para la batalla.

Tus senos areolados

saltando por las olas iriscentes,

blasfemando, riendo,

tú llamándolos pero ellos

escapando.

17

IV

Tú sales a encontrarme

con los brazos,

los senos,

la vulva abierta.

Toda bocas de labios te me juntas,

succionas,

frotas,

buscas.

Ondulante tu cuerpo.

Deliciosa,

en mi fuego

ardiendo.

18

V

Qué aburrido ser hombre, intercambiando

decisiones, proyectos, opiniones

políticas. Qué hierba

seca. Tasco el freno.

Pero cuando ella pasa

tan levantada,

tan sonrisa, tan diosa

yo relincho,

piafo,

salto sobre la barrera

alado con las piernas por el aire

y, caballo yo mismo todavía,

me levanto en mi hombruna

soledad. Después

decaigo.

19

VI

A tu son, amor, mi cuerpo

vive. A veces arrecias

y me revuelvo anhelosa.

Iría por el mundo entero

por las calles, par las plazas. Haríamos el amor en las

aceras, en los parques,

qué importa el mundo. En los consultorios,

en la facultad de Ciencias Económicas.

En lo alto y en lo bajo

contigo, amándonos,

gritando de placer en el juzgado,

que ya no puedo más, cesa, me matas,

ay, ay, no me atormentes así, amor,

en el Cogreso de los Diputados;

después, revolcándonos, gritando

en la catedral. El coro cantando

alrededor mirándonos, y nosotros después

saludamos al pueblo,

sonrientes,

sosegados.

20

VII

Tus senos son la dulzura,

el mundo anguloso

sobre ellos se curva

y se acalla

(las olas extendidas de la ancha mar

incesantes).

Tus enos todo lo redondean

(las olas ingentes,

las olas encrespadas;

las olas que me llaman,

las olas quenuca callan).

Tus senos, dos palomas

(las olas inclemnetes,

las olas insultantes)

blancas, mansas.

21

VIII

La vulva en un jardín;

sí, acostada,

dormida,

flor.

La vulva al sol delicioso

en un jardín

y las aves llegando

alrededor.

En un jardín,

la vulva, cantando

con los pájaros,

dulzura mansa al sol,

y las tetas.

22

IX

Y la vida se hace valle

para acogerme,

la naturaleza me abraza,

llega el momento de cantar y bailar.

Los demas cavilando

pero yo, bailón,

sí, bailón,

bai-

lan-

do

en el verdor, aupándome más alto por los gritos

verdes y rojos

de los bañistas. Las cigarras

ton, ton, ton. Risas

en los chapuzones. Sol. Y el árbol

tranquilo. Nadando al crawl

a lo largo. Mujeres-senos.

¡Fernadooo!

Entre pájaros y peñas naturaleza, voz femenina:

¡Mira lo que hago.

¡Fernandooo!

23

X

Mujer, la cintura, los senos.

Cuando te vas vistiendo,

el mundo otra vez.

Después, los hombros, y todavía

los muslos, aunque la falda;

el pelo, el gesto.

Mujer, hablar contigo, el bolso en bandolera,

hacer que sonrías;

también, si puede ser, que llores.

Mujer tan placentera.

Desnuda y abrazada

eres toda la vida.

24

XI

Toda carnal sin nada de uña,

nada enhiesto, limpia

cadencia,

entrable por mil sitios

y con mil bocas, besadoras

que nada dejan sin ti.

Con todo nuestro amor

resbalándonos,

deslizándonos,

nada de enfrentamiento,

curvas y más curvas

galaicas, armoniosas,

sonrientes,

deliciosas.

Fuera lo quieto seco pensamiento,

lo que mira y observa, lo grisáceo,

lo estirado y hostil, nosotros

en remanso que se pierde

en verdor de ondas nuevas.

El falo es viento que te entra y te enciende,

temblorosa te excita,

te hace sonar por fuera

y por dentro, silencioso yo y tú

musical.

25

XII

Pobres los secos hombres,

qué pena me dáis,

mascullando,

y qué ternura.

Andáis hacia adelante

por los hombros, con gorra,

zapatos;

Pobres, os amo,

siempre alardeando.

Ellas se echan dulcemente

desnudas

enseñando los senos,

Su sonrisa, nosotros

ahí nos tenéis,

secamente bregando.

Hombres del mundo, qué

sequedad la nuestra:

escupir por el colmillo,

berrear; en ellas

está el oasis de la ternura,

carne blanca temblando.

Pobres y secos hombres,

a veces calvos,

vozarrón,

abrevad;

toscos y sosos,

acariciamos

su cintura y sus nalgas.

Y gestos, palabrotas,

desprecio; si nos besan

con sus manos suaves

sonreímos al fin.

Pobre diablo, ¿por dónde vas?

NO sabe.

¿Cómo podríamos vivir sin su pasión?

Maquinaria,

sin su dolor,

sin su cariño.

¿No véis que somos aparatos que sólo saben perorar?

Ellas nos bailan; jamás

seremos autómatas del todo.

Nos calientan el alma,

26

pegan su cara a la nuestra cuando niños,

llenan todo de risa,

de encanto.

El mundo será nuestro, mas la vida

-la voy haciendo mia,

su cuerpo suspirando,

su boca placentera-

de ellas es, de ellas.

27

XIII

Vienes, tus pechos

agitados, vienes,

tus pechos,

vienes, vienes

agitados gritando,

tus pechos hermosos

insultando, pechos

gritos vienes,

atormentados;

llegas, ola

de pechos furiosos

despreciando, golpeando,

ásperos,

saltando,

pechos, pechos,

abofeteando,

enfadados,

te odio, pechos

que dan portazo,

airados,

palabrotas y pechos

zahiriendo

a zancadas, pechos

como una furia

gloriosamente

vienes.

28

XIV

El hombre peroraba

delante de la hembra

plácida, risa,

de hermosos pechos.

Ahora de la mano, míralos,

redonda; él, como siempre,

mascullando.

Lo acaricia, su calva,

rodea su gaznate,

besa sus dientes,

junto a los senos su pecho escuálido;

es en vano, palabras.

Dulce mar armoniosa,

caderas que son olas;

es el hombre,

no sabe más que hablar,

es la palabra.

Mar de senos profundos,

de susurros,

de murmullos de risa,

de vaivén, de caricia

plácida, azul,

acariciante;

la Pa-la-bra.

29

XV

Yo, por el pedregal;

detrás, los coches.

tu junto a la mar, cayendo

tu cabello, los pechos.

Arrastrándome yo, en la boca un poema;

tú, sauce

remansadamente.

A mis espaldas sin cesar coches y fábricas;

a los mortales, tú

dulce carne

manando.

Yo, con mi mendrugo,

tú, la luz.

30

XVI

Mujer,

tus senos en las peñas.

Mujer, la ciudad, sus rascacielos.

Mujer y Dios, qué espanto.

Mujer cogiendo conchas; su brazo, espatarrada,

amoroso entrando en la mar.

Mujer en la ventana cantando.

Mujer acariciando; furiosa,

las uñas pintadas clavándomelas.

Mujer, siempre incompletos,

nuestra paz juntos.

También tú desasosiegas;

sólo los dos, descanso.

Buscando yo tu amor; tú,

la belleza.

Mujer, nuestro anhelo,

ese sosiego tuyo que mitiga mi ansia.

Mujer, mar tranquilo,

movimientos callados;

mujer sollozando.

Mujer tendida al sol

mujer y esta tortura;

mujer con sus brazos rodeándome,

los pechos dulces contra mí apretados.

Mujer, nuestra mitad

amarga y plácida.

31

XVII

El hombre, este leñador que cuando yo empiezo a subir, baja

con una buena carga de leña. Se para. Charlamos. Paso el

pulgar por el filo de su hacha.

Por el azul, una bandada de pájaros.

El hmbre, este solitario;

su mujer y sus hijas duermen en la misma habitación,

mientras él corta en el bosque.

El hombre, una nota musical profunda.

El hombre, otra todavía más.

El hombre, ahora un acorde.

El hombre que es uno mismo, emprendiendo la jornada de

buscar el poema por las anfractuosidades de la sierra,

que después, como buenos chicos, entregamos: cargas de

leña, versos.

Este animal que da.

32

XVIII

Aunque yo me vista, tú sigue desnuda.

Iremos al cine, al mercado.

Llevaré yo los bolsillos, las carteras;

tú, desnuda.

Y que la gente nos abra paso

y nos lancen serpentinas.

Yo, sacando la entrada en la taquilla;

tú, desnuda.

Desnuda siempre,amor, en el metro,

que todo el mundo sea faliz contemplándote,

deseándote, tocándote.

Qué suspro el de ése,

y asoman falos por las aberturas.

Desnuda erotiando el mundo,

encendiendo la mirada,

tus senos, tu vientre, tus muslos.

Es pecado vestir a una mujer:

a los piropos, a las caricias.

Nosotros, copmo sea, pero ellas

en todo su esplendor.

Desnuda, amor mío,

regalando amor;

yo, exultante.

33

XIX

Vamos, mujer,

con la vista hacia abajo

contemplando el hondón.

Te contemplas en él,

no puedes apartar la mirada.

Vamos, amada,

el abismo te llama,

en él te has quedado prendida.

Temerosa me abrazas.

Vamos, amor.

Anda.

34

XX

Te cubro con mis olas,

peña dura.

Cuando me voy,

conchas y algas.

Vente conmigo;

también tú, mar.

Perderías los límites

dolorosos.

Ábreme tu belleza

cerrada.

Que yo te haré infinita

dulzura.

35

D O S

36

XXI

Si tú fueras la mar cesaría mi búsqueda,

sosegaría en tus brazos,

y las olas suaves a nuestros pies.

Si tú fueras, no habría en mí esta ansia,

no andaría vagabundo por las calles,

no dormiría a la intemperie,

no asomariá la triteza en tu sonrisa,

no dormiríamos de espaldas,

no me abrazaria a ti desesperado.

Correríamos cogidos por las calles,

entrarsamos laliendo,

tendríamos,

no habría cosa,

por todas partes la ondulación suave,

todas las puertas darían a ella,

no habría un muro en mi frente,

carga en mi espalda.

Si tú fueras la mar, nuestras bocas,

nuestras cinturas,

nuestras miradas,

no se desmoronaría la esperanza,

no supondríamos infructuosamente,

no tendríamos constantemente que callar,

no habria detrás una sonrisa.

Si tú fueras ella no hariamos

razonamientos, suposiciones,

no andaríamos tropezando en los muros,

rompiéndonos las ropas en las zarzas;

rodariamosdesnudoos por tus curvas,

y cuando nos marchamos, abrazados,

y cuando nos peleamos, carcajadas,

y cuando tú no estás, yo tampoco.

Si fueras la mar no andaría por los vertederos

con los pies torcidos, la cabeza,

espinos, pedruscos,

sequedad, el sudor por la cara,

ni una rama, ninguna brisa,

la lengua seca, la angustia en la pisada,

precipicios me llaman

recuerdos que tiran de mí,

puñales clavados;

a trompicones,

37

sin mirada.

Si llegara a mí la brisa de tu mar

no andaria por estos caminos

buscando lo que nunca encuentro;

sé que no está, pero lo busco,

me moriré, pero lo busco.

Si tú fueras la mar, amor,

seria la paz.

38

XXII

Tú, frutal, y yo

muriendo

perdido

en mi noche,

y no en tu cuerpo.

39

XXIII

-Sólo una mitad; la otra a la intemperie.

-La otra es la que abre la puerta y se marcha a las tres de

la mañana y juega con todas las máquinas tragaperras que

encuentra, besándolas; ellas también lo abrazan,

enfrascados ambos, y cuando se cansa, llora.

-Yo te estoy esperando, llamo a la policía, pasan las horas

interminables, rezo.

-La otra, por ahí.

-Yo estoy esperando que se canse y venga.

-La tuya.

-La amorosa.

-La que ya no puede más.

-Y cuando llega nos entregamos.

-La otra, la del antifaz.

-La hosca.

-Tiene en el bolsillo un cuchillo.

-La que sufre.

-La desangelada,

la vagabunda, tirada en una esquina, se droga.

-Esa mitad tuya triste.

-La solitaria.

-Pide limosna.

-Perro apaleado.

-Me da miedo

-Cuando se cansa llega la otra.

-Entonces es el amor.

40

XXIV

Y a nuestros cuerpos, que se aman,

que lo saben todo el uno del otro,

que se entrelazan y se desenlazan,

que se besan y se devoran:

un bucaró, con una flor.

41

XXV

Estoy nadando en ti,

braceando, esforzándome.

Estoy nadando en ti,

no puedo;

tu mar se me espesa,

me agoto.

estoy nadando en ti

penosamente,

los brazos me duelen.

Estoy bregando en tu agua,

sobre tu cuerpo, dolorosamente.

Braceando desesperado

en mar de plomo,

lentas pesadas olas.

Estoy nadando en ti

sin esperanza.

42

XXVI

-Yo soy un monstruo quieto.

-Pero yo te hago cantar,

te hago reír,

te hago bailar.

Monstruo mío,

te hago caminar con la gente,

ir a las tiendas,

decir los buenos días,

sonreír a los niños.

Como el viento te envuelvo,

te beso,

exhalas,

gritas, te enfadas.

Sin mí nada puedes, ya lo sé,

eres un monstruo;

pero yo sin ti

sólo sería brisa inconstante.

43

XXVII

Sin ti no hay mar,

sin tu sonrisa, tus quejas,

sin tu silencio, tu ansia,

sin tu mirada,

sin tu paciencia,

sin tus puñales.

Sin ti no hay mar

con las olas que llegan y me llaman,

sin tu cuerpo de sierpe;

sin tu gesto áspero.

Tu cintura, mi brazo la rodea

y caminamos juntos, a veces discutiendo.

Sin ti se cierra la mar,

se acaba el infinito,

se clausura lo abierto,

se termina la vida.

Con tu infierno y tu cielo,

sólo contigo hay mar.

44

XXVIII

El horizonte,

las olas lejanas;

rodando sobre ti, pero me alza

el aforismo con sus muecas

y cuando alcanzo tu boca,

y despue´s, cuando ya estás en el jadeo,

el trasgo acecha, se rasca, sonríe,

se aleja y quieres más y yo,

un caminante con su carga

que se aleja pobre.

-¡Amor!

-Se aleja vagabundo, sonriendo triste.

-¡Amor mío!

-Se va de ti, cierro la puerta de la calle.

-¡Te amo, te amo!

-Tiro la llave.

-¡Abrázame más fuerte!

-Se aleja con las manos en lso bolsillos.

-¡Apriétame, bésame!

-Se va, sí. Se aleja.

-Húndete en mí, ahóndame

¡más,

más,

amor!

-Yo estoy miserable.

Vericuetos, laberintos,

tornillo de los dedos,

insuflamos, je, je.

Y así, de esta manera,

¡qué le vamos a hacer!

-¡Te amo!

¡Te amo!

45

XXIX

Ábrete, que la vea,

no te interpongas; tu cuerpo

me la trae y me la lleva.

Ábrete de par en par,

no seas ya más tú. La quiero a ella;

apártate, amor, que me la tapas.

Abierta, diáfana;

no te pongas en medio,

apártate, pero si

te vas, ella también se marcha.

¡Si fueras tú ella!

46

XXX

Ven, que con mi cuerpo

deshago tu aspereza,

emboto tus cuchillos,

aunque vengas furioso,

aunque vengas terrible.

Ven amor, que mi carne te dulcifica,

que mi carne es remanso.

Duro de soledad y de silencio

ven, que mis brazos son suaves,

blando mi seno.

Ven desaforado, gritador,

espantable, amenazante

que tu furia en mi carne se hará ternura,

tu odio, amor;

tu desesperación, delicia.

47

XXXI

Así eras

abierta a la mar,

en ella nos encontramos,

nada tú; toda

amplia

mar,

no había en ti otra cosa:

patente, clara, niña.

Cuando te conocí eras la mar,

nada había más ancho.

Una pierna, y otra a cientos de kilómetros,

un ojo aquíi y otro en la acera de enfrente.

Una mano me acariciaba, en la otra la flor,

eras la inmensidad, el mundo entraba todo en ti.

Desde una vertiente rodando yo alcanzaba la otra,

eras el camino que se para y se abre

y se redondea, el vaivén, la carambola,

la ola que nuevamente crece y te recoge en su seno,

lo envolvente, lo circunvalante,

llenabas el mundo, no había fuera,

tenías una risa atravesante

y entradas por todas partes hondas, altas,

el mundo contigo habia perdido la linea recta,

el sagrado deber, la obstinación,

el plano inclinado, la cucaña;

nada podía verte que no se redondease.

48

XXXII

-La otra amitad al aire

despavorida

gritando.

-Yo abrazo la que me entra.

-La otra corriendo loca

desangelada.

-La que me ama.

-La otra, desesperada,

puños y grito.

-La que me llama,

la que me colma,

la que me entra.

-La otra en alarido.

-La que es mi ñiñito y yo su nena.

-La que charla por los codos,

coge un cigarro,

fuma, lo tira,

abre un cajón, saca papel, no sabe.

-Ésta yo la acaricio,

y vivimos.

49

XXXIII

Erótica, los senos

agitados por los gemidos. Ahora

tu laxitud, tu dulzura antigua

se desmoronan en llanto. Ya no

te entrgaas al gozo, dolorosa

de lágrimas clavadas. A qué

estado has llegado; ya

no te vuelves al amante,

abrazarlo también con las piernas,

darle tu boca,

que entre su virilidad

toda

en ti profundamente; ahora

manas, Eva,

fuente,

aire de gemidos

y yo te contemplo

como una Madonna,

beso tus pies,

el pelo por la cara,

suplicante,

ramera

ahora también,

siempre deshaciéndote; yo

quieto siempre.

Te derramas en llanto,

se deshace tu cuerpo,

se deshace tu alma; yo

inerme siempre. Llegas

abriéndote a la tormenta,

el viento odioso poseyéndtoe;

yo inerte siempre.

Ven a mí,

arráncame,

abrázame,

gime, haz

una danza

con este muerto.

50

XXXIV

Te cuento mis tristezas,

mis deseos:

caminar contigo

lejos

y tú te ríes;

alcanzar,

pero tú

no me haces caso, ríes;

yo te llamo a la lejanía

y tu risa aumenta

Y al fin me callo

y tu risa crece

y me contagia

y los dos nos reímos.

Después tu risa se junta con mi llanto

y tú sigues

y sólo hay la risa tuya,

Y tu risa triunfa,

sólo tu risa y mi dolor por ti y por mí,

mi peñasco negro

y tu agua clara.

51

XXXV

Mi amada, como la mar,

tan ancha.

tan abierta,

tan desprotegida,

tan inmisericorde.

No sabe de ternezas,

enhiesta,

levantada,

desolada,

amarga.

Sin esas curvas suaves,

sin dulzura,

sin ternura,

a veces hiere con su cuerpo,

a veces tiene alma, pero es

ancha y amarga,

diáfana,

clara.

52

XXXVI

Detrás de ti,

la infinitud de la mar.

Tus pechos adornados,

tu boca pintada;

si fueras tú la mar

y las olas alcanzando mi arena...

Suaviza las uñas,

que sonrían tus dientes.

Ánchate, hazte

infinita, azul.

No me claves puñales

y después me sonrías,

me coronas de espinas,

giras por mí con garfios.

No me siembres hortigas,

no me hinques las uñas,

no me hurgues por dentro,

no me escupas insultos;

soy atroz, ya lo sé, pero tú

no me lances arena,

no me hieras y hurgues,

sé mi mar.

53

XXXVII

Camino por la arena

y tu puñal me sale por delante,

en los oídos os ecos de los gritos,

las carcajadas,

los silbidos.

Me desahogo caminando, y eldesierto no llega nunca,

cuanto más ando menos lo alcanzo;

en la espalda tengo tu mirada

de desprecio,

tu risa

y no puedo hacer nada,

muero caminando, pero la paz nunca llega.

Tengo en la memoria lo que piensas de mí

y lo miro todo con tu mirada

y no puedo librarme de ti

y no me vale de nada enterrarme, deshacerme, llorar.

Tu mirada sigue siendo la mía y eso es el puñal que me

sangra.

Me encuentro estúpido,

todo lo que estoy haciendo no vale para nada,

payaso, bobo,

fantasma de la ópera.

Si pudiese reírme de ti y de mí, mandar a la mierda

almundo,

¡ay, ay!,

ladrar,

risotadas,

nada vale

y ése es el puñal que me desangra.

54

55

T R E S

56

XXXVIII

Un ave sobre tu cuerpo,

sobre tu cuerpo, un ave,

ojos desencajados,

sobre tu cuerpo blando,

en tu carne mi pico.

Sobre tu cuerpo un ave

encerrda, insaciable.

Un ave con su presa,

un obrero atroz.

Un ave lejana, desesperada,

tu dulzura en mi pico y en mis garras.

Con mis alas ensombrezco

tu cuerpo, que se extiende amoroso

pidiendo el mío; pero yo,

triste, siniestro, nocturna

ave.

57

XXXIX

Es una peña negra,

sólo consigues taparla un instante.

A veces parece que ya no está,

que todo es mar, pero cuando cesa tu avance,

te recoges para descansar,

tomar aliento,

a preparar un nuevo asalto,

emerge solitaria,

áspera, alma,

horrenda,

y es inútil tu empeño,

puede más que tu inmensidad.

58

XL

Sus pechos arrastrando,

él la ayuda con uno

al hombro, se le cae,

con las manos. Ella intenta recoger el otro.

Sus pechos que se extienden

largos como culebras,

que hay que estar siempre en lucha con ellos,

porque se extienden y ocupan todo el espacio.

No nos dejan movernos,

respirar

sacar una mano.

Tiene en ellos él su pasión,

le dan mucho trabajo; levantarse es comenzar la lucha,

blandos, elásticos,

lascivos.

Un hombre con dos pechos y una mujer.

Son toda su tarea,

su ansia.

59

XLI

Mirad a eate pobre,

es un alma en pena, los hombres sólo pueden aumentar su mal,

pero las mujeres, si le pasasen las tetas por la cara,

si lo besaran, si lo abrazasen como ellas saben,

si le dijesen esas palabras mágicas,

si lo meciesen en su cuerpo

tal vez se le fuesen cayendo las escamas,

tal vez volviese a tener cuerpo

y dejase en el desierto olvidada su alma.

60

XLII

Tu camino es la mar,

Odiseo, en su velero roto.

Creías que te alejabas, y te acercabas,

soledad y mar,

afanado siempre en el regreso,

tu llegada es partida.

Penélope se ha acostado en secreto con todos sus,

pretendientes,

te ha olvidado. Navegas,

es vieja,charla por los codos,¿valía la pena tanto

esfuerzo?

De nuevo te harás a la mar,

tu mujer sólo sabe de calceta,

no te entiende;

volverás a Calypso, la diosa.

Itaca es para ti demasiado pequeña;

cuando venías te ibas.

Ulises por la mar

regresando a su casa,

huyendo de su hogar.

61

XLIII

Tus olas desmoronaban mi base,

que deshiciera aquella inmovilidad,

tal vez consiguiesen de mí una sonrisa;

muñeco levantado,

me acariciaban,

me besaban,

que me entregase a ellas,

que me alzase y me hundiese,

perdido al fin.

Ahora tal vez puedan

vomitarme irreconocible,

cacho de palo pudriendo su nostalgia al sol.

62

XLIV

Aplausos, mirad,

ahora esta pirueta

en soledad (vosotros abrazáos)

¿Veis? Sobre este pie,

así vivo,

a saltos. Ahora

puedo orear mi osamenta

y en la mano un adiós. No

os alejéis. Con vosotros

aquí, contemplándome.

Ahora me arrastro lentamente

hasta la quietud. En pie,

en carera pedestre,

en escalador,

casi en vuelo como una cigüeña,

cantando. A vuestros pies

tranquilos (dulzura del amor)

gritando, soñando.

Vuelvo atrás la cabeza

y me hallo en esa nostalgia

(vosotros os besáis)

embarrancado.

63

XLV

Preso recorro mundos y ciudades,

una mitad con pico,

a saltos,

media voz.

Sálvame,

tira de mi única mano,

sácame de mí,

dame la mitad de la boca,

la parte que sonríe.

Parado sobre un pie,

metido para adentro,

llega con la pasión,

con tu dulzor.

Acércate,

calma esta sed,

soy alarido

insomne,

enhiesto,

seco.

Llégate a mí

con tu ternura,

ven a la paz de tu cuerpo.

64

XLVI

-Aquí está tu mujer en mis brazos.

-Ven a recuperarme, ven a defenderme.

-Mira, la desnudo.

-Me abrazaré a él si no vienes.

-Cobarde, mira cómo jode.

-Soy el desposeído.

-Qué buena está,qué amor.

-Yo, si queréis, os bailo.

-Odiseo, ven a buscarme, peléate con él, arráncame de sus

brazos, sé un hombre. Te quiero a ti, aunque él sea un

caballero elegante, tan mirado; sabe tratar a las damas, no

como tú, pobre diablo huído. Pero yo te elegí y estoy

encariñada a ti: me iría contigo. Mira, con una mano lo

acaricio y con la otra te llamo. Ven, tira de mí y llévame.

Iremos, yo qué sé, a correr por las calles. Ël me ofrece

una mansión, pero tú eres mi amor. Ven, querido, que ya me

ha desnudado y comienza a impacientarse. Es de genio feroz,

no como tú, que eres un pobre diablo. ¿Vienes? ¿Vas a dejar

ue me posea? ¿Le tienes miedo? Yo te ayudaré, entre los dos

le podremos. Ven, dulce amante, que te prefiero a ti,

aunque seas tan poca cosa, nada más que un vagabundo, un

mendigo. Andaremos los dos por las calles, ven.

-Yo, si queréis, os bailo.

-¿No me amas?

-Sí,te quería.

-Ahora soy de él, ¿te es igual?

-Soy un poeta solitario.

-Te morirás de frío,

te morirás de pena,

te morirás de miedo;

te morirás de asco;

todavía me puedes recuperar.

¿no te atreves a mirarme a los ojos ante él?

-Me perderé en la soledad.

-Espera, voy contigo, mi Odiseo, me he escapado. Vamos.

¿Qué haces? ¿Estás llorando? Mira, todo este público son

parejas y se ríen de ti, pobre diablo; te dejas desposeer

de tu amor, lo regalas, te quedas sin nada.

-Déjame que huya.

-Ven.

-He de subir tres montañas.

-No las necesitas si estás conmigo.

-Llorar, despreciar, y después lamentarme. Entonces te

llamaré. Correré montaña abajo; estarás en otros brazos. Me

sonreirás, y yo tal vez os baile.

65

XLVII

Entra en mi cueva,

ven a mi antro;

sabandijas, serpientes,

entra.

Deja los caminos,

todos vienen a mí;

por mucho que recorras entrarás.

Las nubes se deshacen en el cielo;

tú, aquí conmigo,

dentro

66

XLVIII

Poblaré vuestros sueños fugaz alejándome.

Eso soy yo; vosotros

os podéis abrazar y mirar cómo me pierdo,

soy el que nunca se queda.

Vosotros tenéis los cuerpos de vuestras mujeres,

yo soy una sombra.

Amáos, odiáos; yo

me devoro a mí mismo. Ésta

se está poniendo bien el pelo

con la orquilla en la boca;yo,

un huacamayo con garras y pico.

Camina ésa con redondeamiento

suave de caderas; yo

me oio a mí mismo. Vosotros

puede ser aque algún día; yo,

esa sombra que se aleja también en vuestros sueños.

A aquélla le tiemblan enfadada las carnes todas; yo

el recuerdo de una lejanía.

67

XLIX

Sin ti no hay mar

pero contigo me ahogaba;

dejé la costa, me vine tierra adentro.

Aquí me tenéis cantando en las tabernas:

‘Sin ti no hay alegría,

pero nos odiábmos’.

Gritando con estos borrachos,

todos conocemos la canción:

‘Sin ti no hay más que muerte,

pero contigo es el infierno’.

Bebemos, reímos, vociferamos

hasta llegar al estribillo:

‘Sin ti todo es inútil,

pero contigo, imposible’.

Después salimos tambaleando

trabajosamente, farfullamos:

’Contigo no era la paz,

pero sin ti es el desierto’.

68

L

Constantemente sueño con tu cuerpo,

siguiendo su rastro,

montado encima,

oteando,

cabalgándote con el pensamiento.

Sacame de la guarida

con un alfiler, con una pajita

mea en mi agujero,

que estoy en lo hondo escondido

con ojos asustados,

el cerebro atrapado.

Paséate por delante desnuda,

llámame, cántame, baila.

Sácame de mi antro,

tira de mí hacia fuera,

la miseria a la luz.

Aráncame de mi noche de siglos;

que sólo tu cuerpo puede,

sólo tu paz.

69

1

Xosé Azar

La mar

(Sinfonía poética)

2

Portada: Grito,

escultura del poeta.

3

I

Dejar aquí la ropa y este poema

y entrar en ti.

Dejar aquí los cuerpos que persigo

escurridizos,

dolorosos,

en ansia que nunca se acaba.

Que se abrazan y se odian,

que ríen, se pellizcan,

se alejan, se estrechan.

Cuerpos, cuerpos, cuerpos

separados o juntos; y perderme

al fin, en la mar.

4

II

Qué dulce era el bregar con las olas;

ahora tienes para ti todo el tiempo,

desde una hasta la otra noche

para hacer presa y morder bien,

dovorarte,

devolverte y volverte a tragar.

Terminaron las peleas,

sinfonía de la amarga mar;

ahora estás en tu desierto.

5

III

Te deshaces contra la costa,

incansable,

no te importan las heridas,

vuelves una y otra vez.

¿Para qué gastar tu blandura contra esa roca escarpada?

¿Para qué derrochar en ese peñasco el amor?

¿Por qué no te diriges a una playa

que recoja dulcemente tus olas?

¿Por qué te empeñas de ese modo en morir?

Te estrellas y te rompes contra rocas miserables,

pasas la vida acariciando lo insensible,

¿por qué empeñarse en mantener este odio y no hacer otro

amor?

6

IV

¡Pobres, buscamos

en ellas aquella dicha primera

y nos abrazamos y nos penetramos.

Pero las olas encrespadas gritan

que nunca, que nunca,

que jamás,

que nunca.

7

V

Todos los dinosaurios

se acercan arrastrándose,

los vemos en todas las orillas,

vienen de todos los lugares,

salieron a contemplar,

a saciarse, y algunos revientan.

Llegan los hambrientos de eternidad,

los ciegos de mundo,

los cojos, los mudos.

A unos los llevanen camilla,

otros se acercan arrastrándose

bobos de lejanía,

tontos de intemporalidad,

memos de paraíso.

Llegan con todos sus ancestros,

a los más necesitados les hacemos la cama

en la orilla, como a Rosalía antes de morir,

y les mentimos abriéndoles ventanas

que no dan a ninguna mar.

8

VI

Todavía no sé hacer un poema sin mujer

recibiendo en su cuerpo la silenciosa caricia.

Todavía soy un pobre diablo que necesita a su mamá.

Entonces me revuelvo contra mí mismo,

me araño,

me insulto,

es inútil, el poema

sólo me nace cuando aparece la hembra.

Ahora estoy en un pedregal

contra el que las olas baten;

no se sabe en donde hay más soledad.

Sin playa para decrecer suavemente

y sin nadie que las reciba, estas pobres olas

se animan lejos, pero se resisten a llegar.

Anochece, y ninguna nostalgia,

sólo la desazón de no poder

nunca alcanzar.

9

VII

Hecho infinita mar: un pez;

y tú con el trinchante, ni aún aquí me puedo librar.

Me secas y me pones pañales

y de nuevo la vieja historia

del marido y la mamá.

10

VIII

Sólo hay esta tarde,

nada más que este sol dorado,

lejos baten las olas;

nosotros en la paz de los cuerpos.

Ellas sí, pero la luz aún nos acaricia;

vienen a estrellarse como es su oficio;

nosotros no tenemos más que querernos

hasta que la noche venga;

entonces, siniestras, ya no nos dejarán.

Aún podemos amarnos,

todavía el sol dorado nos acaricia,

las olas aún suenan lejanas,

no se atreven con nuestro amor;

cuando el sol se ponga se levantarán,

la noche es su batir.

Es la única tarde,

senos vibrantes, serenos, al sol,

las bocas en las bocas,

las manos acariciantes

y las olas bramando.

11

IX

No hacéis más que venir

a encandilarnos

y no queréis marchros.

Tan lejanas y tan insistentes,

os atraen nuestros cuerpos,

el ardor de nuestros besos,

la infinitud os espanta.

Rodeáis una cadera,

acariciáis los senos desnudos

odiosas de lejanía,

redondearos de amor.

12

X

Con mis olas

nunca podré atraparte,

jamás te tendré mía, por inmenso que sea

nunca tendré tu abrazo.

Tu cuerpo desnudo y no puedo,

mi infinitud no abraza.

Soy confuso y amorfo; necesitas

un varón claro enfrente, que se entregue, y no

este escapismo. Te deseo

imposible, te deseo inasible,

jamas podré tenerte;

la infinitud me pierde.

Yo soy lo informe; sólo puedo

chocar contra las peñas

y allí deshacerme.

No puedo asirte, sólo derribarte,

después pasar llorando,

sólo mar infinito que se pierde.

13

XI

Piensa, monstruo asomado a la lajanía,

qué soñarás.

qué recordarás.

de qué te dolerás,

con la mirada clavada en el horizonte,

sin hacer caso de las olas.

¿Qué hay para ti a lo lejos, troglodita

o a qué mundo de horrores das la espalda?

¿Qué es lo que estás empeñado en olvidar?

La vida te ha hecho monstruoso,

las olas chocan y te salpican,

pero tú, bicho antediluviano,

¿en qué pasado de dulzuras te pierdes?

¿A qué nostalgia quisieras arribar?

14

XII

Que se levante la mar

lenta, como ella sabe,

que se yerga hacia arriba,

que se alce y grite

que ya está bien de ser horizontal,

que se levante y hable,

que se ponga de pie,

que haga callar a los bocazas,

con su ritmo eterno,

con su pausado son,

con su canción de hembra,

su lenta dulzura,

su mansa fiereza;

que se levante y diga a los imbéciles

que nos dejen escuchar

su dulzura inmortal,

su pausado rumor,

su hondo manar.

15

XIII

Tú desnuda

y todas las rocas vertiendo

el agua del oleaje.

Como una madonna

y el agua salpicando, gritando.

Tú mansa quietud,

el alarido de ellas, y su desesperación.

Tú sonríes plácida

y las olas huyen de ti gritando,

lloran, se lamentan, estan solas, chillan, saltan.

Los senos deliciosos,

la dulzura del cuerpo;

ellas desesperadas,

furiosas contra las rocas, restallan.

Las redondeces plácidas,

tus círculos concéntricos, tus hobros, tus caderas;

ellas no tienen otra alternativa que subir desesperadas

por la montaña.

Tus lunas y soles;

ellas no son más que ansia.

El universo tú; ellas blasfeman

sin otra alternativa que sollozar,

sin otra compasión, sin otra libertad, sin otra muerte,

sin ninguna esperanza.

16

XIV

Mirabas al infinito,

ahora el oleaje bate contra tu cráneo, pega con fuerza

contra la osamenta,

se mete por los ojos que contemplaban.

Ahora tienes el infinito bien adentro,

ahora eres material de derribo entre pedregales;

osamenta calcárea;

el oleaje no entiende de nostalgias,

ahora, un pobre monstruo atrapado,

se aacabó la nostalgia,

la lejanía y tus cuencas,

el paraíso y tu osamenta

entre aguas negras inmisericordes.

Soñabas: la testuz,

ahora sí –dejad ya de batir, malditas-

la aternidad.

17

XV

Siempre se los ve en pareja,

pasan a mi lado discutiendo o abrazados,

jóvenes o viejos; yo

siempre solo. Mar,

¿quieres ser mi amada?

Ahora que el sol se pone,

que la soldead,

que la tristeza, ¿quieres

mar? Tú con todas tus olas,

con tu horizonte,

con tu abismo

y yo con mi soledad?

Cuando el sol se pone, cuando sólo hay nostalgia, cuando

la tarde acaba

y tú te haces siniestra,

y tus olas lloran,

¿quieres, mar?

18

XVI

Conmigo tienes compañía

y mi cuerpo y mi boca.

¿Por qué estás siempre con la mar?

Yo te espero impaciente,

pero tú te estás horas y horas sentado a su orilla

y te llamo al móvil y lo tienes apagado

y el azul de tus ojos se junta con el suyo

y un día te irás con ella

y yo te llamo insistente

y a veces suena pero tú no lo oyes.

Estas enquerindado con esa ella,

con esa perra mar,

estás enamorado,

te tiene sorbido el seso.

Te pasas horas y horas a su orilla

y le hablas y le rezas y qué se yo,

te desnudas, estás loco por esa

maldita mar.

19

XVII

Las olas y tus senos

más y más alejándose,

más y más regresando.

Ellas intentan la lejanía,

pero retornan. Quieren

llevarte navegando con ellas,

ser tus hermanas. Revolar

juntas, abrazadas,

volver una y otra vez,

olas y senos juntos,

ya para siempre

infinitud carnal.

20

XVIII

En tus brazos, madre,

y ya te veía lejana;

me apretaba contra tus pechos

y estabas ya en el horizonte.

En tu cuerpo nadaba contra las olas,

abrazado braceaba,

madre siempre lejana.

21

XIX

Siempre tienes que derribarlo todo

con tus olas mansas;

el calor de la hembra,

los labios,

los senos,

todo lo desbaratas

y queda sólo tu bramar,

convertido yo tambien en ola interminable.

22

XX

Sin amor,

en esta aspereza;

aquí los cuerpos desnudos no sobreviven,

sin embargo, hay dos allí. Tengo que

ir mas lejos. Bate, mar,

yo solo contigo. Gaviotas

vuelan mar adentro

buscando. Se cansan

sin nadie. Ayer iba una lenta por el pedregal

acercándose a una bañista para ser acariciada.

Chillan. La soledad.

Días y noches buscándote

para qué ¿y si te olvidara?

y me metiera en la noche bestial

de los que van a las tiendas,

se empotran en la tele?

Ando detrás de ti,

con tu hostilidad, con tu lejanía,

las olas baten indiferentes,

el horizonte inalcanzable,

yo no te importo nada.

23

XXI

En la noche

batido por aguas negras.

Me envolvéis,

me cegáis,

me arrojáis

y cuando os vais, horrísono

rodar de piedras.

Sé que me llevaréis

a batir yo también,

a aumentar la negrura,

ahoroa llega otra horrísona,

os mecéis,

soy ya casi vuestro.

24

XXII

Un pájaro, sí,

con pico, sobre una peña

y las olas batiendo.

Ella pone la toalla sobre cantos rodados,

redondeces sobre redondeces; yo

en una roca mirándola.

Ella apacigua la sinuosidad; yo

no le quito ojo,

el pico hacia las olas, dispuesto a un nuevo vuelo.

Con el otro al mar,

solitario, cabrón,

un pájaro,

las plumas chorreando.

25

XXIII

Junto a la mar la casa abandonada;

Las ventaqnas cerradas,

las olas en sus muros

incesantes llamándola.

26

XXIV

Sopla el viento

de la eterna

inmisericorde

nada,

la vida es un instante

de este viento infinito.

Arena sin fin,

silbido tenebroso

y yo aterido escuchando.

Etermente viento,

eternamente miedo

eternamente ansia

eternamente nada.

Es nuestro origen,

sólo en medio esta angustia,

y nuestro final.

27

XXV

Esta mar

que en lugar de arrojar fuera los cadáveres se los queda,

que no tiene más que una ola brutal

siempre la misma,

la abrazas y te duele;

esta mar que parece dios, que es amenaza,

dureza, violencia,

es mi mar.

28

XXVI

A tu orilla mi muerte

toca la flauta,

ahora lleva una máscara de Pierrot,

ha dejado de ser ansia.

A tu orilla, mar,

mi muerte se pone una máscara,

se viste de poeta,

canta.

A tu orilla, mar infinita,

a tu orilla, mar amarga,

mi muerte baila.

29

XXVII

Solo pero contigo,

las olas corren infantiles,

el sol se pone.

Tu inmensidad y mi ansia.

Las parejas están muy bien, pero yo

te necesito inabarcable,

ningún amor podría.

Tanto embate,

tanto lamento

tanto arrancamiento

como mi ansia.

30

XXVIII

En mis brazos,

en mi manso fluir,

en mi eterno cantar,

en mi mecer sin fin,

en mi eterna caricia,

en mi paz sin orillas.

Deja tu áspera roca,

ven a mi seno,

vuelve al origen,

entra en mi abismo,

calma tu ansia,

ven a la muerte.

31

XXIX

Es piedra dura, pero tú no ceses,

éntrame adentro,

penetra, socaba,

abre galerías,

que todo sea oquedad.

Asustado dentro estoy,

llévate el alma,

échala, que se vaya

con los otros fantasmas.

Horada, socaba,

no ceses, infinita

nostalgia.

32

XXX

Tus ladridos por la inmensidad de la mar

la hacen sinfonía,

las olas los arruyan,

su violencia se ancha.

Tus ladridos son la gloria de la mar,

sigue furioso; ladras

y la mar se calma.

Desde tu perrera,

mar lejana.

33

XXXI

Es un bofetón esta mar

que no se acaba nunca,

siempre en movimiento.

En todo momento una ola está batiendo sobre un promontorio.

Siempre rumorosa,

el viento la acaricia, y ella

como un gato, runrunea.

Es una delicia, es una impotenncia,

es una pasada,

es un alarido

esta ansia.

34

XXXII

Te oigo por las noches,

me despierta tu arrancar

interminable.

Mar profunda

llegas del infinito, nunca

me dejarás.

Me entras sin piedad.

Te agrandas por las noches,

retumbas.

Así lentamente

me vas desmoronando.

Me llevarás contigo,

también yo en constante batir.

Sin compasión,

horrenda mar.

35

XXXIII

Me llamas, me insultas

día y noche; lo sé,

mi detino eres tú.

Me agarro, te olvido;

mi destino es la soledad.

me encandilas: que alcanzaré lo imposible,

que el mundo y sus mezquindades, que

nosotros, los elegidos; lo sée muy bien

mi detino es la mar amarga.

Las fuerzas son muy deiguales,

me aferro inúltimente, pronto

navegaré en tu soledad.

Que tu mecer es susave,

que no hay frontras para el amor,

que soy un cobarde,

que sólo una vida grande merece vivirse,

que es posible librarse de la memoria; no habrá retorno,

me perderé en ti,

una gota en tu inmensdidad.

36

XXXIV

Camino trabajosamente,

el viento pretende derribarme

y la arena me ciega,

pero yo, proa a barlovento,

siempre hacia el origen

para aferrarlo,

para agarrarme a él,

para no dejarlo;

siempre por este infinito desierto.

37

XXXV

Te lanzas, gritas, te maltratas,

estás loca furiosa.

Venid a ver el espectáculo, aquí hay unas escaleras y

una barandilla, no tengáis miedo,

mirad cómo se retuerce la fiera,

cómo se llena de espumarajos,

se destroza,

habría que encadenarla, pero nadie puede,

es una ofensa contra el orden,

contra los sagrados deberes,

le ha dado un ataque,

mira cómo se revuelca,

brindamos conchampán por tu locura,

contemplad a mi diosa enloquecida;

merodeas, saltas, quieres salir de tu prisión,

intentas romper las cadenas,

madre terrible también tú,

¡loca!

38

XXXVI

Qué tristeza amarse junto a la mar,

si pudiésemos alcanzar su lentitud,

su cadencia.

¡Meter y sacar!, qué

pequeñez, tu boca en la mía,

tu cuerpo apretado conta el mío,

tu desfallecimiento; qué

pobreza.

Son intemporal; que

sólo eso sea nuestro amor.

39

XXXVII

¿Adónde irás? Escapas

de la mar infinita,

de su dulzura, de su nostalgia.

Con un zapato roto, a trompicones,

corres de espaldas, mirándola. No puedes

apartar la mirada. Huyes

es demasiado ancha, demasiado

inmensa, demasiado clara.

Seri terrible para ti. Habría

que dejar a su orilla los harapos,

que llorar por la tarde,

que morir sin espeanza,

que callar, que dejar

la estupidez del mundo, que

romper a reír, que perderte en la infancia.

¿A dónde irás? Escapas.

40

XXXVIII

Mi vieja osamenta arrastrando,

mi testuz de asno al duro cielo,

La miseria, los piojos,

las maldiciones

todas sobre mi testa enorme;

a mi espalda la placidez de la mar.

Mi rebuzno eterno,

mi oquedad,

en los ojos todas las moscas,

arrastrándome,

aparejado, montado,

trabajado, desmantelado,

subiendo esforazadamente; a mi espalda

la ancha mar.

41

XXXIX

¡Que e acabe ya

este alarido

insomne,

eterno,

desesperado!

Que termine esta muerte,

o que se acabe la mar.

42

XL

Eres mi obra,

tan grande,

tan profunda,

tan clara.

Yo te hago amorosa,

te hago madre,

te doy el sosiego;

yo, que me arrastro, te doy la altura,

te doy el amor yo, que estoy solo.

Sin mí que no soy nada, sin esta muerte con la que me

arrastro,

dulzuras de la mar,

sin este morir mío que te da la paz,

sin mi alarido que te remansa,

sin mi odio que te da el hermoso azul,

sin mi dentadura, que te solaza,

sin mi muerte,

sin mi ira,

sin mí, maldita mar,

no serías nada.

43

XLI

Mi grito y tu locura,

mi ansia como la mar.

No hay más que mi alarido

y tu inmensidad,

los dos estamos solos,

los dos igual de enormes,

los dos igual de abiertos,

los dos igual de locos.

Juntémonos, amor,

que tú seas el ansia

y yo la inmensidad.

44

XLII

Antes huía a mi escondrijo;

ahora me gusta la soledad

de las olas en la noche

y yo con ellas.

Batiendo sin fin,

batiendo sin tiempo,

sin objeto,

lentas,

intemporales,

y yo con ellas.

45

XLIII

La mar subiendo; mírala blanca,

el cielo abajo anubarrado,

hosco, y ella sobre él desplegando sus olas,

acariciándolo.

Tan grande que era; ahora

es ella la que está encima,

se derrama toda,

corren las olas por la lejanía.

el cielo es ahora mundo

-siempre lo fue-,

ella por arriba baila sus olas,

corren las grandes y las pequeñas,

cantan la eterna canción,

todas libres, ya no se destrozan contra el mundo.

Ahora es la diosa la mar.

Tiene esa suavidad de la hembra,

ya no el rayo y la amenaza,

con ese vaivén cadencioso.

En lo alto toda la mar, todas las olas,

y el cielo suplicando.

46

XLIV

Vienen

cuesta abajo desnudos riendo

a veces se paran para besarse,

y yo en lucha constante con las olas,

en combate feroz con esta belleza que jamás acaba.

Exhaustos ellos se levantan;

seguiré yo en el combate

que me lleva a ti inmensa,

que me envuelve en ti,

que no me permite ningún pensamiento,

en gloriosa pelea inacabable,

en desesperación,

en este abismo,

en este amor.

47

XLV

Está muy bien, la llevas de lamano

desnuda; pero yo tengo la mar,

bate a mi lado,

susurra,

grita,

amenaza,

llora

a veces desde el abismo,

otras entrelazada;

violenta,

sin tiempo,

insondable,

enamorada.

48

XLVI

Sin tierra a la vista,

todo mar. Ninguna ola

me arrastrará a ninguan playa. En ti

despierto y en ti me duermo,

sin memoria,

sin nostalgia,

en tu eterno mecer

al azar de los vientos.

49

XLVII

Pasad a través de mí olas y pájaros,

que soy una cueva que da a la mar.

De par en par abierto para que entres

las olas se llevaron mi muerte.

Has deshecho todos mis vericuetos,

te has llevado todas las defensas,

ya nada puede detenerte,

ahora tan sólo hay mar.

Las olas me pasean,

agua clara que viene,

que nada trae, que nada se lleva.

También yo mar infinita

en la nada de tu paz.

50

XLVIII

De dónde venís, oleadas

unas sobre otrads, de dónde

venís, tantas,

incesantes,

yo no puedo con tanta,

tanta mar.

Incesantes venís,

mansamente abismales,

gloriosas, pero tantas,

sin medida,

sin compasión.

Cantando venís

abismales,

altas,

llenándonosde luz,

no dejando ni un resquicio para el temor,

para el recuerdo,

todo lo llenáis,

luminosas,

sinfónicas,

en la tarde que acaba.

1

Teatro circular

Arte total místico

Xosé Azar

PASIÓN Y MUERTE DE J.M.CONTRERAS

(misterio)

Sierra de Gredos, verano de 1.988

2

3

Personas:

Agonista:J.M.Contreras;

Coro: seis drogadictos.

4

Primer movimiento:

C O R A L

5

Acto primero.

I

Coreuta 1:En mamá fumando

´ alli dentro.

En el útero inyectándome.

En tu seno con una navaja.

6

II

Coreuta 2:¡Tu cuerpo grande,

tu cuerpo es el mundo!

¡Tu cuerpo amado,

en él ando, en él duermo!

¡No hay mundo, es tu cuerpo!

¡En él vivo,en él muero!

7

III

Coreuta 3:Me abro camino

por tus espinas y tus zarzas,

entre tus alimañas,

tus breñas y tus aguas.

Entro en ti

sangrando,arañado,

mordido,

a tu fuente más oculta

que sólo yo conozco

y allí, madre,

en lo más escondido

busco el sosiego.

Mas los pájaros, asustados, callan.

Las serpientes huyen a escondrse.

Las palomas vuelan aleteando.

Y tú también me dejas;

estoy solo

en este mundo muerto.

8

IV

Coreuta 4:Niños viejos

tan llenos de dolores,

tan decrépitos,

tan ancianos;

niños que nunca

fuimos. Niños

enfermos crónicos,

nacidos muertos.

Niños (tos), ninguna

niñez ha habido nunca

en mí. Ninguna inocencia.

Ninguna sonrisa.

Ninguna piedad.

9

V

Coreuta 5:Acaricio tu vientre,

madre, en donde estuve,

y lo beso con mi podrida boca,

descanso en él mi frente.

¿Por qué me diste al mundo?

Quiero volver a ti,

recobrar tu carne,

volver a tu seno,

volver a la paz.

10

VI

Coreuta 6:La cara consumida

y los dientes se te caen

y el estómago cerrado,

la cabeza partida,

las ideas para un lado y para el otro,

asesinas y tranquilas,

sigilosas y dulces,

jugando,

cazándose

mezcladas.

Ya no sabes pensar,

ya no sabes hablar.

Mejor es que me quede

echado en el suelo

bien drogado

día tras día.

11

Acto segundo

VII

Coeruta 1:¡Que mi noche

se abra

en el alba

de tu carne,

madre!

¿Qué se acabe

la soledad

de mi cuerpo,

mi cárcel!

¡Que me pierda en ti

como en la mar!

12

VIII

Coreuta 2:Me desnudo,

abrázame.

Tengo todo el cuerpo mordido,

madre, buscándote.

Antes de que los policías y los jueces

me cojan, abrázame.

Estoy desnudo

tiritando en la noche.

Que ya no piense más,

que ya no sufra más,

que ya no clame más.

Que desaparezca el mundo,

que me hunda en tu carne.

Ciérrate sobre mí

y que vuelva a ser tu cuerpo,

tu carne con pájaros.

13

IX

Coreuta 3:Cabrones, todos.

Hijos de puta.

Nos han puesto droga

en el biberón.

¡Lo único que tienen!

¿Podrían darnos algo mejor, no?

Nos han metido droga,

los muy cabrones.

14

X

Coreuta 4:¡Déjame bañarme

en la arena de tu cuerpo,

madre!

¡Déjame arrastrarme

por lo hondo de tu cauce!

Revolcarme en tu carne!

¡Olvidarme!

15

XI

Coreuta 5:Estos cabrones,

estos cabrones.

¡Estos hijos de puta

Estos cabrones hijos de puta.

¡Estos cabrones, cabrones!

¡Hijos de pua!

¡¡Cabrones!!

¡¡¡Cabrones, cabrones, cabrones!!!

16

XII

Coreuta 6:Tus senos

policías los cruzan,

callejones con drogadictos

y cuchillos.

Tus senos

que como brazos me cogían de niño,

se han vuelto contra mí.

Tus senos

en los que de niño me nutría,

en los que de niño me montaba,

por los que de niño saltaba y me escondía.

Ahora braman

con sus uñas y puños en mi cara,

gritando que nunca más,

llamándome asesino.

17

SEGUNDO MOVIMIENTO:

Agonista –actor, cantante y bailarín- y coro.

18

XIII

Agonista: (mirando el mural)

Pasó el tiempo del arte por el arte.

Ahora es por la libertad,

por la paz,

por la vida.

(Atroz herida del coro)

19

XIV

Agonista: Se juntn en redondel

con el toro dentro

a las cinco de la mañana,

a vocearle,

a alzar los puños,

a blasfemar,

cuando el sol aún no ha salido.

Se levantan de noche,

despiertan al toro y lo sacan a empujones.

Lo llevan por las calles, que no se ve

y el pobre toro sl en el pecho,

y ahora se desangra

y el estertor

y ellos no saben qué hacer,

chillando unos,

otros aplaudiendo,

otros silbando la faena,

y el clarín se ha vuelto loco

y cambia el tercio

y ya no hay más tercios que cambiar,

pues el pobre bicho está ya acabado.

Sólo falta que las mulillas me lleven

y todos se marchen.

(Continúa la agresión al toro)

20

XV

Agonsita: Y sigo lamentándome, llorando.

Intento hablar y me sale un largo gemido.

Vosotros me golpeáis,

me insultáis,

meáis sobre mí,

me enseñáis el culo

y las mujeres se levantan la falda

y os montáis encima

y una hembra se me desnuda delante

y yo soy un pobre diablo

que solloza,

que no comprende que pueda dar lugar a tanta

furia,

a tanta ira,

a tanto rencor acumulado.

Soy vuestrta fiesta

y estoy en vuestras manos,

sufriendo esta agresión despiadada.

Si al menos tuviese a alguien con quien

consolarme,

decirle: hermano, aguanta un poco;

pero estoy solo.

Vosotros os desahogáis,

no os odio; es cuestión de azar.

Me ha tocado ser el chivo expiatorio de vuestra

fiesta.

Uno tiene que sufrir para que otros se diviertan,

uno tiene que morir para que otros vivan,

uno tiene que llorar para que otros rían,

uno tiene que ser injuriado para que otros

canten

y me ha tocado a mí.

¿Por qué yo?

¿Por qué esta conciencia mía sufriente?

Y los insultos siguen

y los golpes

21

y las risotadas

y el pasarse la botella y la droga.

¿Por qué yo?,

podría preguntarte a ti, aqu me pegas,

te cedería mi lugar;

pero al víctima soy yo,

el hazmerreír,

el escarnecido,

sin ningún merecimiento por mi parte,

porque pasaba por aquí esta noche

paa contemplar ese mural.

Mañana seré un muerto más en la páina de sucesos

de los periódicos.

Y todos los insultos a la gente que odiáis,

a la sociedad entera,

loque no podéis a ellos,

a mí me lo hacéis

y yo lo recibo,

y ya no me caben tantos escupitajos

ni tantos golpes.

Estoy aquí con todo vuestro odio;

a mí me matáis

para quedar un poco menos muertos.

Estáis ya roncos,

pero la orgía sigue,

y vuestra víctima continúa gimiendo,

yo sabía de otra mfiesta:

La del arte.

Pero la vuetra es con una víctima

que acoja toda vuestra culpa;

estáis manchados y queréis limpiaros,

sois pecadores y necesitáis un redentor.

Clavadme cuchillos,

arrancadme la ropa,

dejadme vuestra inmundicia;

que pago por vosotros.

Conmigo morirá vuestro pecado,

en esta misa cruenta,

cuando la noche me vaya viniendo

y me vaya muriendo.

(Lo desnudan. Se reparten sus cosas, se ponen sus ropas)

22

XVI

Agonista: Ärbol despavorido

desnudo al feroz viento.

Alrededor, noche y abismo

y tú no puedes con tanto viento.

A veces gritas y cantas

y ríes y sollozas,

porque no pudes con tanto

y nadie más puede cogerlo

y nadie más puede cantar

y estás solo para tanto viento

y para tanta noche

y para tanto abismo.

A veces eres hondo grito horrible,

a veces eres canto,

a veces eres llama.

Árbol sin alma dentro,

árbol en silencioso sufrimiento,

árbol que hondo clamas,

eres triste lamento solitario,

eres todo con todos enlazado,

eres ramo de pájaros,

eres llanto que canta

en regalo a la noche y a la nada.

(Aumenta la agresión)

23

XVII

Agonsita: (En exaltación máxima, lo mismo que el coro)

Ladridos en el sueño,

un eco de ladrido resonando.

Ladridos de terror,

afónicos ladridos,

ladridso graznidos.

Los canes negros

me tienen atrapado;

pero levantado,

pero incorporado,

pero las manos como palmas por los aires,

pero la cabeza atrás caída,

las fieres tiran,

pero la voz exhalada,

pero el canto que gotea,

pero el habla que no dice,

pero los ojos cerrados.

Los dogos negros ya muerden y agarran,

ya hincan

y yo ahora me entrego,

soy canto que se canta él mismo,

mar tranquilo

que deja a los perros en la orilla lejos,

ladrando cada vez más lejos

y yo ondulo en la paz.

Un talón bien cogido por los dientes

y el resto al aire

y el resto en vuelo

y el resto en canto.

Ladrido en vuelo raso,

ladrido en baile,

un ladrido clavado en la garganta.

Todavía los aviones cruzan el azul y dejan una

estela blanca que se deshace en lenta paz

que mi llanto aniquila.

Ladridos voltereta,

24

ladridos por el aire, por los cielos

ladrando en los tejados, las iglesias.

Yo mismo, un ladrido que no cesa,

que no acaba,

que no acaba,

que se agota,

que se acaba al fin.

Ladridos casi canto,

ladridos carcajadas,

un baile de ladridos,

ladrido el mundo entro,

explosión de ladridos,

ladridos de madrugada,

Ladridos y doy mi carne,

ladridos y doy mi cuerpo.

A vuestra locura de odio respondo

con mi loco amor.

(El coro alarida frenético)

25

26

XVIII

Agonista: La sangre llora en la noche

ensangrentada,

la sangre vuela en el cielo,

sangre que se alza.

Sangre que corre y corre,

sangre que salta,

sangre que era nuestra vida,

la sangre cálida.

Sangre ligera, tierna,

sangre callada,

va volando por el aire,

sangre que canta.

Por el aire, por el cielo

la sangre mana,

cuerpo caído en tierra,

que se desangra.

Larga noche tenebrosa,

la noche sangra,

llora que te llora y ríe

y dulce llama:

“Venid a beber mi sangre,

vino del alba,

que es mi sangre embriagadora,

y os arrebata”.

(El coro ríe borracho)

27

TERCER MOVIMIENTO:

Cesa la agresión del coro.

28

Acto primero

XIX

Agonsita: Después de toda esta noche

ya no podria vivir,

que ya la muerte es mi vida.

Si me dieran a elegir

ya no quisiera vivir,

que ya la muerte es mi vida.

Compañera,

que estabas dentro de mí

pero yo no lo sabía,

mas esta noche te vi

y ya la noche es mi vida.

Porque es ya dulce morir

enesta dura agonía.

Es tan hondo mi sentir

que ya no quiero vivir,

que ya la muerte es mi vida.

(El coro comienza a lamentarse)

29

XX

Agonista: Algo dentro de mí vas socabando;

sigue, buen leñador,

no resisto a tu hacha.

Ya los pájaros huyen y los frutos se caen,

ruedan tristemente por el suelo.

Sigue, sigue cortando.

Cada vez es más lento

el ritmo de tus golpes.

¿Estás cansado,leñador? Ya falta

poco para que el árbol

se desplome.

Después descansaremos.

Era un árbl hermoso allá en lo alto.

Sigue, sigue cortando,

sombrío leñador.

(El coro llora)

30

XXI

Agonista:¡Sacad a las ventanas

las luces, espantad a la muerte,

la muerte agonizante,

la muerte para siempre!

Te debates, debates,

breve charco de luz

que vacila, se apaga, se te apaga

y tragas, tragas, tragas muerte.

(Silencio del coro)

31

XXIII

Agonista: Eres plano y te extiendes

en el aire negro,

así, de esta manera.

Ya pueden las máquinas cortar,

sesgar, rasgar:

sólo esquirlas de aire, soplos;

quisieran cogerte, pero

tú ya no estás, está tu hueco.

Dentro... No hay dentro, sólo borde.

Antes hubo; ahora, nada dentro;

ahora, nada en nada.

Ya las máquinas pueden cortar, sesgar;

no cortan nada,

no rasgan nada, no siegan nada,

eres tan sólo superficie,

lisa pared sin techo

-lámper no- y suelo.

Dentro, lo que quieras:

una marcha, un reloj, un calcetín;

lo que quieras: una esposa, un papel;

dentro, lo que quieras,

un suspiro, una idiotez;

no importa el dentro,

tan sólo pared, blancas manos,

suelo, anchos pies

-lámpara no- a oscuras.

La cuota del dentro,

dentro, septiembre,

octubre.. Importa

la negrura, el alma,

una bombilla apagada.

Dentro, los bolsillos; allí metes

las manos. Dentro, pasión eras.

ahora, sólo borde, sólo canto,

un don tancredo negro,

soledad grande,

negra pared que se pierde en lo oscuro

sin un grito.

(Un coreuta se arrodilla)

32

XXIII

Agonista: Entro en la tiniebla trémulo,

como una víctima.

Así no te quiero,

me dice la noche,

ven confiado,

ven a perderte.

(Un segundo coreuta se arrodilla)

33

XXIV

Agonsita: Acógeme,

a ti me entrego:

noche amarga,

noche amada,

noche de quietud.

(Todo el coro arrodillado alrededor del agonista)

34

CUARTO MOVIMIENTO:

El coro y el agonista, sin máscaras, comulgan

místicamente.

Se le añaden los asistentes que lo deseen.

35

Acto único.

XXV

Coreuta 1: Que llega, que llega el alba

después de noche tan larga,

¡Ay, la esperada!

Que el negror se ha hecho alba,

¡ay, la anhelada!

Venid todos a bailarla,

¡ay, alborada!

36

XVI

Coreuta 2:Era una noche muy negra,

estaba lejos el alba,

¡alborada!

Muriendo estabas la noche,

con el alba no soñabas,

¡alborada!

Pero más alba tenías

cuanto más en noche estabas,

¡alborada!

37

XXVII

Coreuta 3:Apaga tus luces,

que esto es una danza.

Que el alba te entra,

el alba te gana;

no te queda nada.

Tus luces apaga;

ya no te hacen falta.

38

XXVIII

Coreuta 4: Al alba me abrazaba,

al alba me cogía,

al alba me entregaba,

¡Alborada!

39

XXIX

Coreuta 5:Bajando las gradas

entran en la cancha

¡alborada!

Unos lanzan gritos,

otros baten palamas,

unos con cantares,

otros con pancartas,

¡alborada!

Las manos al cielo,

riendo las caras,

los unos llorando

y los otros bailan,

¡alborada!

40

XXX

Coreuta 6: Quiero coger esta alba,

¡es tan ancha!

Quería llevármela,

pero me rebasa.

¡Todo es alborada!

41

XXXI

Coreuta 7: Que el alba es hoy alborada,

¡hay que vivirla!

¡hay que cantarla!

¡hay que reírla!

¡hay que llorarla!

¡Alborada!

(Comunión mística de los participantes con los asistentes

que quieran. Al comienzo en silencio, pero pronto empezarán

a surgir espontáneamente gritos, rezos, cantos, etc.)

1

Teatro circular

Arte total mística

Xosé Azar

Mujeres en la noche

(ditirambo)

Sierra de Gredos, 1985

2

Portada: La diosa,

escultura del poeta

3

“Id bacantes; id, bacantes, que... a

Dioniso, acompañáis desde los montes

de Frigia hasta las anchas calles de

Grecia, al Alborotador”.

Eurípides, Las bacantes

4

5

Personas:

Coro de cuatro mujeres y

las asistentes que quieran comulgar con

ellas.

6

7

P R E L U D I O

8

9

I

Bac. 1ª: Los que en seguida buscan lámpáras

y junto a ellas duermen y sueñan,

y a sus amigos les dicen que un cielo les espera,

un cielo les espera, un cielo les

espera, un cielo.

Bac. 2ª: Los que engañan la noche con ficciones

y sin haber nacido morirán.

Bac. 3ª: Nosotras,

perdidas en la tiniebla,

dejamos que la noche nos entre.

Bac. 4ª: La que matáis con vuestras lindas luces.

10

11

PRIMER MOVIMIENTO

12

13

Acto primero.

II

(Baile)

Bac. 1ª: En la orilla quedáis, deseos,

deberes, culpa.

Bac. 2ª: Duérmete, Padre, en mis brazos,

duerme, hijo mío,

duérmete.

Bac. 3ª: A tu puerta estoy,

temblorosa.

Bac. 4ª: Aquí me tienes, Madre,

desnuda.

14

III

Bac. 1ª: Venid, novillas,

llegad a la dicha del espíritu,

adonde no hay caminos,

en donde el mundo acaba.

Venid, yeguas salvajes

a lo más escondido.

El viento esparcirá nuestros cabellos.

Los torrentes que bajan espumantes

se harán a nuestros pies manso río,

en él nos bañaremos.

Allí, escondidas lejos

del mundo, lobas,

pariremos al nuevo dios.

15

IV

Bac. 2ª: Que se marchen los recuerdos, que se calmen

los deseos, que se vayan mis amores.

Que se vayan cayendo por el suelo,

que se vayan olvidando,

que se vayan muriendo.

Que se acaben

todos y quede

conmigo sólo la noche.

16

V

Bac. 3ª: A mis espaldas el orden

y tu mirada.

Tiras de mí, Padre,

me arrastras llevándome.

Al fin consigo soltarme

y quedo sola, espantada

de mi audacia, el corazón encogido

deseando llamarte,

regresar al mundo,

tu reino.

17

VI

Bac. 4ª: Negra noche amenazadora,

de oscura tiniebla

insondable.

Mis oídos te escrutan en vano,

no dices tu secreto, Madre.

De lo hondo me llamas.

‘Ya voy’, llorando,

a ti me entrego.

18

19

Acto segundo.

VII

(Baile)

Bac. 1ª: ¡Bajad zorras, bajad lobas,

aquí nadie os dañará!

Bac. 2ª: ¡Palomas que anidáis en lugares escarpados,

llegad!

Bac. 3ª: ¡Aquí no mandan las leyes de los hombres!

Bac. 4ª: ¡Reina en nosotras la vida!

20

VIII

Bac. 1ª: En esta soledad, ¡qué acogedoras

las pequeñas luces mundanas!

El cielo está negro,

sopla triste el viento.

Alguien atraviesa por su

camino, lleva su linterna,

tanteando no salirse.

A veces tropieza, cae; se levanta

y sigue sin mirar a los lados;

tiene horror a perderse.

Yo,

abandonada a la noche.

21

IX

Bac. 2ª: Al mundo, que era fiesta y alegría,

la oscuridad lo socaba.

Antes yo era suya,

impotente ahora me entrego

a la noche, que me envuelve lentamente,

no me defiendo.

Que ya no tengo Amo,

tan sólo noche tengo.

22

X

Bac. 3ª: Nos entras mansamente,

el terror poco a poco se va ablandando.

Tan sólo vida somos,

ningún dios nos observa;

abiertas a la noche,

su igual.

Ni un deseo se acerca, ni un recuerdo;

todo, negra quietud.

23

XI

Bac. 4ª: Aquí, nuestros cuerpos temerosos;

allá abajo, la dulzura de los sueños.

En fieras convertidas,

no sabemos de casa ni de hijos.

Nocturnas aves somos,

gritos salvajes que a nosotras mismas

llenan de espanto.

Pero, más que aquella antigua muerte,

es dulce esta tiniebla.

24

25

Acto tercero

XII

(Baile)

Bac. 1ª: ¡Canciones desgarradas

de las fauces abiertas negras salen!

Bac. 2ª: ¡Alarido acariciado por la noche!

Bac. 3ª: ¡Canción que brota honda,

coge mi cuerpo en brazos, lo levanta!

Bac. 4ª: ¡Gritos con ojos, pero sin mirada,

gritos con un oído y media boca!

Bac. 1ª: ¡Gritos haciendo corro, dando vueltas,

levantados los brazos!

Bac. 2ª: ¡Canción que tiene nidos,

dentro del puño guarda una dulzura!

Bac. 3ª: ¡Unos se alzan y otros y otros gritos

anchos como los montes!

Bac. 4ª: ¡Las estrellas caídas por el suelo

y los árboles gritando por las calles!

Las casas huyen despavoridas.

Bac. 1ª: ¡Alarido con brazos extendidos,

ola que vuelve y vuelve!

Bac. 2ª: ¡Grito que empieza antes de acabarse,

todas sus ramas rojas las extiende

y a su sombra es la paz.

Bac. 3ª: ¡Gritos que no sabían y ahora bailan!

Bac. 4ª: ¡Alaridos siniestros

con un quiebro al final lleno de pájaros!

Bac. 1ª: ¡Otros se juntan y en lo alto claman!

Bac. 2ª: ¡Grito que se divide en dos alaridando!

26

Bac. 3ª: ¡Grito de rama seca que se quiebra!

Bac. 4ª: ¡Alarido de dentro,

que sale, sale, sale, sale, sale, sale!

27

XIII

Bac. 1ª: Ululamos como nocturnas aves,

nuestras almas en pena

gritando sus terrores.

Es un grito a la noche sin respuesta,

un coro de lamentos,

salir del alma negra

que muere asi de triste,

esa desangelada

nocturna ave.

28

XIV

Bac. 2ª: Vuelan aves feroces,

creían en mi muerte y esperaban,

ríen y ladran en la negrura.

Y las montañas siguen derramando

torrentes que se hunden

y mi cuerpo doblado se levanta

y el canto sale ronco

y las palomas blancas de mis pechos

van dolorosamente tropezando

hasta que al fin, en vuelo.

Cuanto el río más corre yo más muero,

la noche es agua bronca

que de lo oscuro mana,

con estruendo se mete

por los hondos barrancos.

No sabe el árbol que se mueve al viento,

el arroyo no sabe que está cantando,

no tenemos los ojos de ningún dios mirándonos,

nadie sabe que estamos en la noche,

pues dios no existe aún,

y nosotras lo estamos engendrando.

29

XV

Bac. 3ª: Aves nocturnas de pesado volar,

de largos lamentos,

de cortos aullidos.

El agua negra me entra

por la boca y el sexo,

me inunda como a un prado, y yo florezco.

Perdida en la tiniebla estoy sin alma,

los ríos de la noche me acunan con sus aguas.

30

XVI

Bac. 4ª: Ya los cuerpos librados de su Dueño

como yeguas se alzan

en grito incontenible

que hacen suyo y repiten

las zorras y las lobas.

Venid todas con nosotras,

ayudadnos a parir,

con las fauces chillando, ayudadnos,

en espasmo incontenible,

a parir al nuevo dios.

31

Acto cuarto

XVII

(Baile)

Bac. 1ª: ¡Amor, amor, amor, me estás llamando!

Bac. 2ª: ¡Amor, amor, amor,

calmas la sed que me abrasa!

Bac. 3ª: ¡Amor, amor, amor te has hecho árbol

lleno de fruto!

Bac. 4ª: ¡Amor, amor, amor, amor, amor!

32

XVIII

Bac. 1ª: En la más honda noche

¿gritan yeguas o madres?

¿A nuestro alrededor aúlla el viento

o es nuestro dios?

¿Es un cuerpo de virgen, o una peña

ese bulto que gime?

¿Aquél, un árbol que el viento retuerce

o una comulgante?

Tuyas somos ya, Madre.

33

XIX

Bac. 2ª: Que yo no canto al sol; canto a la noche

y mis gritos acrecientan la tiniebla,

mi voz es la negrura que me llena,

mi llanto, soledad sin esperanza;

mi cuerpo, que se entrega,

renuncia inacabable,

vida toda, sin el peso

del alma.

34

XX

Bac 3ª: Ya, nuestros cuerpos, libres.

Al aire brazos, senos y cabello.

Como lleguas alzadas, relinchando,

gritando incontenibles

gritos de libertad

que hacen suyos y repiten otras hembras,

las zorras y las lobas.

En noche tenebrosa

revolcándonos,

la una está acostada como muerta,

canta otra dulcemente,

otra se levanta, se sacude

las penas, los recuerdos.

El canto a todas une.

Con los senos al aire de la noche,

los cabellos al viento, con el sexo

abierto,

las fauces levantadas

relinchando a la noche, a las estrellas,

como yeguas potentes,

cuando ya no hay hora ni tiempo, a trasmano

de todos los lugares,

pariendo estamos

un nuevo dios.

35

XXI

Bac. 4ª: Ahora ya no hay mundo en que arroparse;

el cielo negro es un graznar de cuervos

y las bocas exhalan

y el cabello volando con las ramas

y el cuerpo se desprende de su alma

y la cara pasando a ser de otra,

mi risa es ahora tuya

y este tobillo blanco, de mi compañera.

La luna ya no ladra

y los cuerpos se dan en mansa noche,

y palomas dormidas son los senos,

hecha animal nocturno

en la noche te espulgas y cantas.

36

37

Acto quinto.

XXII

(Baile)

Bac. 1ª: Es un río profundo de agua clara

que te coge y te lleva,

te levanta y en lo alto cantas.

Bac. 2ª: Es noche negra en la que sonríes,

no tienes que pensar, ella te lleva.

Bac. 3ª: Es un morir suave

que va viniendo lento

hecho todo de paz mansa y callada.

Bac. 4ª: Es canción en la noche

y dulzura su carne, como el alba.

38

XXIII

Bac. 1ª: Me abro

a la tiniebla, que se halla en mí,

no me resisto,

en ella he de amanecer;

ya no temo a los perros.

Como antes al sol, confiada,

perdida en su dulzura,

me abandono ahora

a la noche ciega, sin saber dóde estoy,

por dónde se sale o a dónde se llega,

el miedo apaciguado.

Y dejo de soñar y a abrir me pongo

el alma, todo el cuerpo,

y me hago negrura en flor.

39

XXIV

Bac. 2ª: Se te llena la copa de estrellas

árbol en la noche

cuando te abres en flor en la negrura.

Sosegado te entregas y floreces

en la noche serena.

Dejaste de pensar y a abrir te pones

para que ella te entre y te acalle,

y la noche te llega

apacible.

40

XXV

Bac. 3ª: Parece que no hay nada y hay vergeles,

praderas donde pacen caballos,

manantiales, suave viento,

esquilas, brisas.

Parece que no hay nada y hay abismos;

no temáis, vamos juntas

por las verdes praderas de la noche.

Parece que no hay más que ásperas montañas,

pero detrás hay valles

y lleguas solazándose

y un robledal al viento

con árboles de lento

movimiento y un lamento

que dulcemente pasa

de andante a allegro.

41

XXVI

Bac. 4ª: Cuando el árbol es ya noche

en la negrura, el viento

lo coge unido a los demás

las ramas confundidas.

Y es bosque en la tiniebla con todas

las ramas levantadas,

sin conciencia, ya

todo amor.

Los pájaros, que estaban en él dormidos, cantan

y él, extendido, clama

sin saberse, al fin,

perdido en la noche.

42

SEGUNDO MOVIMIENTO

V I V I F I C A C I Ó N I N E F A B L E

(Se unen las asistentes para iniciar la fiesta mística

total)

43

1

Xosé Azar

Bacanal del cielo y la tierra

(sinfonía poética)

2

Portada:

escultura del poeta.

3

“Cuando el cielo y la tierra se unen,

tórnanse en dulce rocío”

(Lao Tse, 32)

4

5

I

El azul nos ha entrado por debajo

y aquí arriba estamos

sin mundo,

sin pasado.

Aquí desnudos,

en el cielo carnal.

Y nuestra amada tierra besándose con él

y nosotros y nosotras en amor contemplándolos.

6

II

Hacia este cielo quieto levantaste piedras y gritos

encaramada en lo alto para besarlo,

el azul y el verdor mezclados.

No había más que muerte antes,

ahora lo gozas

en amor inacabable.

Nada os separa,

desnudos,

tiernos,

bacanales.

Decían que era opresor

y es tu hijo y amante;

que él nos hizo

y tu eres su madre.

Nada hay más que vosotros dos

y oímos vuestras risas por estas montañas.

El cielo te da el son,

con las curvas de tus montes y de tus valles, madre,

bailas y bailas,

7

III

Apartáos un poco,

haced bien el corro,

ése que se eche atrás.

Queréis ver cómo el dios enamora a la diosa,

y ella suavemente

se va redondeando.

Mirad ahora sus curvas,

cómo lo envuelve,

es feo como un lagarto,

áspero; pero ella

lo hermosea

acariciándolo.

Ahora lo besa –echáos atrás-,

lo abraza deliciosa.

Ríe, los senos,

la cabeza atrás, atrayéndolo.

Ya se revuelcan –que esa chica no sea tan curiosa-,

ahora necesitan más espacio;

van a aplastar a alguien,

echaos atrás.

qué poderoso, veis, ella lo besa,

él la acaricia,la lame,

tan enorme,

es el amo;

miradlo aquí al pobre,

entregando las entrañas,

todos sus tesoros se los está regalando,

porque no sirve para otra cosa,

para eso nació,

para que ella, placentera, se engrandezca

con todas las glorias de él

y se ponga más bella. Vedla,

le dice palabras amorosas,

no puede más,

lo ama,

lo ama,

la pobre diosa se está derritiendo de amor;

él jadea

y ella, maravillosa,

canta.

8

IV

A veces no sabe a qué atenerse. ‘¿Quieres

que me acueste en este césped?’ ‘¿En

furia o ardiendo, sin furor?’ Intenta

acoplarse siempre, a veces se equivoca, pero

al fin alcanza el ansia del dios. Si no sabía

que era odio y se había abierto, recibe

la ira implacable cuando ya es tarde.

Pero generalmente sabe adaptarse

¡tantos milenios juntos! La iniciativa parte

siempre de él, pero no el gozo; no es que

él sea malo; es libre y está solo,

a veces le domina el odio; ella

es la que sabe llevarlo siempre al amor.

El pobre monstruo a veces

se oscurece y ella se encierra y espera.

Un viento siniestro anuncia su furia,

nuestra madre al comienzo se protege,

pero pronto se abre a recibir toda aquella

furia y la convierte en dicha. Cuanto

más horrible él, ella más deliciosa,

más delicada,

mimosa;

tanta furia, ,

tanta ira, destrozo; ella todavía

no sonríe, está muy afanada

procurando que ni la más pequeña brizna

de esta furia se pierda.

Todas sus criaturas se esconden, pero

la diosa consigue que todo este empuje le entre

y lo recibe gloriosa. Los gritos de placer

de ella; las amenazas de él.

Sabe que son mentira,

que el pobre sólo puede asustar a las incautos, que el

dios lo que desea es joderla,

que lo otro es alharaca, teatro,

que en el fondo hay un falo que quiere entrarle,

que la batalla es de amor.

Él, mucha furia, pero el gozo es de ella,

se enardece a sí mismo con su grandeza,

que es para la diosa. Retumba

su voz de trueno, nosotros nos escondemos

9

pero ella se dispone a disfrutarla.

Nada hay más hermoso que esta furia amorosa,

lo criminal encendiendo el amor;

que este estruendo que es música,

que este horror delicioso,

que esta caricia de la víctima

a vueltas con su agresor,

que este morir y este nacer.

Son para ella miel sus rayos,

música su retubar.

Mamá hace su ira paz,

su crimen, caricia,

su violencia, ternura

-es ella la vencedora-,

su libertad, amor.

10

V

Soledad del espacio negro,

del vacío infinito

por donde algún cadáver de astronauta gira. Vienes de tanta

tristeza,

dios infinito,

fósil eterno,

soledad de los que están muertos.

Vienes de tan lejos,

fantasma, espantapájaros

a mi cuerpo desnudo,

a mi risa, a mi llanto,

en mis caricias,

a mi dulzura.

A ver si fluyes,

a ver si ríes, a ver si vives;

no tienes nada dentro, el viento te entra y te sale,

estás hueco, seco; pero yo he de hacer

contigo la vida.

11

VI

Mamá se acuesta desnuda

con las tetas bien altas. Sabe

que aunque él esté ahora amontonando nubes,

atormentando la mar,

reventando con su rayo alguna encina

pronto ha de venir a su lado

junto a sus senos dulces,

tan redondamente caídos,

tan cálidos,

y entonces él poco a poco,

se irá convirtiendo

en niño plácido.

12

VII

Él, de mineral que era, se hace vergel;

era química y ahora es una rama al sol,

y nuestra madre es una maravilla:

hizo de un muerto un dios y lo goza y se esponja

y crecemos.

Cuando él amenaza, ella no puede hacer otra cosa que

adaptarse a sus embates;

a su fiero amor opone ella la dulzura,

su más y más hacersr suya

para convertir la violencia en caricia,

recibiéndolo suavemente,

gozándolo,

sufriéndolo,

gozándolo.

Nuestra madre dulcifica al oso,

y cuando él es benigno

ella está hermosa,

esplende,

hembra agosteña,

honda, cálida,

amante,

plácida.

13

VIII

Te entra y te agitas toda por dentro

pero que él no se ablande,

que siga áspero; te revuelves

toda, te haces cantarina,

te solivianta;

pétreo, que no se funda;

no sabes de dureza, respondes

a su áspero grito con tu armonía,

no tienes uñas, dientes,

puede clavar el falo,

que dulcemente te abres, no te espantas.

Puedes meter el puño, la bota, ella es dulce

y se circunda y lo convierte en falo y lo goza,

que tu tensión no cese que para ella es

sonrisa. Puedes meter un brazo armado, ella

lo dulcificará. Con todo sabe

hacer su dulzura, no le importa

quien entre, a todo se hace delicia.

Qué impoorta que seas áspero, bruto,

estúpido. Ella

sin defensas, a todo

se hace amor.

14

IX

Lo llamas a él y yo me encuentro

a tu lado, pero tú levantas

la mirada, gritas al cielo

y yo desgarrándome a tus pies. Intento

penetrarte. Te protejes. Es él a quien buscas,

al altísimo, al luminoso,

en cambio yo a patadas. “¿Por qué

él y no yo, que subo por las peñas,

que llego hasta tu boca anhelante? No te oye,

ama su libertad, no le interesa tu cueva,

y yo me muero por ella. Haría mi vida

dentro, el hogar.

¿Por qué me echas y clamas

al dios que te desprecia?

Lo imposible ansías,

yo me enredo a tus pies y tú clamas a lo alto,

terreno yo y tú al infinito; mándalo

a la mierda, pero no te basta mi cuerpo,

maldita, mi carne te busca, cálida. Quieres

lejos la muerte. El falo,

que te entre entre las piernas, el gusto

de la carne entrelazándose, por qué me

echas, la placentera unión; pero

sólo la muerte existe en lo lejano. Atraparé

el sol para, con él en la boca, introducirme;

pero a ti te gustan las genuflexiones. Madre,

tengo que entrarte a escondidas, hacer

mi nido en ti; desprecio la soledad con las otras.

15

X

¡Cómo te florezco!

Me salen colores rojos, amarillos,

me engrandeces.

Te dejo que hagas en mí,

que seas poderoso a mi costa,

placentero,

delicioso

y comes goloso la belleza que en mí vas creando.

Te alimentas de ti mismo,

es un amor que crece delicioso,

un fructificar;

placer que crea belleza,

caricia que hermosea

y tú me devoras goloso

y cuanto más me pastas más flor me nace.

Sin mundo, cielo y tierra,

y cuanto más me paces me nace más flor.

16

XI

El cielo negro lanzaba sus cuervos

cayendo sobre el pintor que estaba como siempre intentando

reconciliarlos,

día tras día queriendo que se amen,

que estamos sin cielo,

que se desnuden.

Te doy a mi madre para que la jodas,

es mía, te la cedo, maldito dios,

sin mamá eres tenebroso,

¡es mía, regálate con ella!, pero él no me escuchaba,

seguía lanzando sus negruras,

no le importaba más que desahogar su cólera,

no echaba más que lo que tenía,

separado de nuestra madre no es más que muerte

y yo no he tenido más remedio que matarme.

Una y otra vez, el cielo se me hizo enemigo

y la tierra de nuevo se dispone a soportar su furor,

y la vida rota fuera igual que dentro,

‘la tristesse ne finirá pas’.

17

XII

Tan áspero rugiendo

¿Quién será capaz de recibirte,

bestial, feo,

atroz, el falo despellejado,

la cara una máscara,

pareces un fantasma. Nadie querrá

contigo yacer. ¿Quién permitirá

que eso horrible le entre?

¿Qué mujer será

tan desgraciada que quiera?

Esta niña tierna te tiene en su seno.

Con tus gritazos, con tus blasfemias,

con tus risotadas,

con tu falo bestial,

con tus rugidos

a esta tierna niña la enamoras.

18

XIII

El cielo limpia la tierra de oscuridad

y ella se ilumina por dentro;

recoge todo lo oscuro

y queda clara, pues él le entra por debajo,

la levanta, se le mete por todos los intersticios

iluminándola. Ahora esplende,

la luz se le derrama

chorreando por los pechos, le baja por su vientre

y también nosotros recibimos algo.

Madre, ahora que él te llena de esplendores

nosotros a tus pies te adoramos.

Tan deliciosamente, no deja ninguna entrada:

por la boca, entre los pechos, o en el culo. Todas

sirven para el placer,

diosa placentera, te alabamos,

madre deliciosa,

mueres de amor.

19

XIV

Yo quiero derrotar este cuerpo tan bello,

que se deshaga como mi avidez;

y él placentero me aguarda,

sonríe a las olas de mi mar,

pero no puedo vencerlo, emerje

siempre de mis olas sonriente.

Yo me deshago contra él; pero mi embate

no lo destruye, siempre nuevo.

Me aniquilo contra su redondez,

mi amor y esta belleza,

mi muerte y tu paz.

Mi embate se agota y tú emerges renovada,

mi desesperación, pero tu dulzura.

mi cadáver junto a tu playa.

Mi hambre no podrá jamas devorarte,

mi muerte junto a tu paz.

20

XV

Montaña penetrando

en el azul.

¡Ella, tan dura,

inhóspita!

El cielo se apretuja para gozarla,

la hembra arriba.

Surte el azucar de las nubes blancas.

21

XVI

Estamos muertos, cielo,

con tus lluvias y soles

reverdécenos; ya sé que es imposible, pero

haz el milagro. Nos

secaste cuando estabas habitado por el rigor,

somos tus muertos.

Ahora que eres el amante de nuestra madre,

ahora que eres limpiamente azul,

ahora que no te habitan fantasmas.

22

XVII

La luz del cielo nos entra,

nos florece,

fluye en ríos de luz;

estaba sola mineral,

ahora corre por nuestras riberas,

nos hace hembras en flor.

Nuestro padre nos ama,

anda detrás de nosotras,

abraza nuestros cuerpos,

los ilumina, los hace hermosos;

sin ti era la confusión,

lo oscuro, la triste tierra.

Éntranos, padre

ponnos cachondas

emborráchanos con tu luz,

enloquécemos con tu amor.

23

XVIII

Quiero llegar arriba,

alcanzar aquellas albas

tetas, besadas por el cielo,

ponerme entre ellos dos,

defenderlas

con un palo; fuera,

maldito, que estos pechos son míos

y la boca que está allá abajo

y el sexo al otro lado, de donde manan los ríos de la

pradera.

Vete de aquí, dios,

al espacio negro

que yo me abrazo a ella

y la beso y la quiero

y me restriego desnudito

y me amamanta, y ya no vuelvas,

que estas tetas serenas

llenan mi vida.

24

XIX

En esa hondonada estás

con una moza, en esa hondonda clara,

solloza pero no te suelta,

no creas que te vas a ir,

queremos alcanzar una pasión que nunca,

un morir que sea vida desenfrenada,

un llorar que es reír,

no creas que te vas a ir

hasta que no nos la satisfagas.

25

XX

Dímelo muchacha,

cómo llevas la vida con él,

cómo floreces,

cómo te arrastras y todos tus frutos.

Cómo respondes dulcemente a su violencia,

a veces ríes y parece que lloras,

eres frágil, puede hacerte

sollozar cuando arrecia, pero después floreces.

Dímelo, mocita, cómo consigues

no romperte sintiendo tanto amor.

Por todas partes él, y tú tan frágil,

dime cómo eres capaz de florecer.

Te adornas para él, para que vuelva

y otra vez la batalla, y tú de nuevo en el sollozo y

la risa;

háblame de tu vida con él.

Tanto amor, tanta ansia, tanta entrega

y tú la delicada. Cómo te adornas

con flores amarillas para que vuelva,

no sabes vivir sin él.

A veces las ramas se te quiebran, pero

-tanto lo amas-

floreces a deshora para que vuelva.

26

XXI

No vive más que para ti. A nosotros nos

arroja fuera y sigue empotrada, pienso si

un día la despreciaras, te volvieras de espaldas... Ahora

anda siempre cogida de tu brazo. No puedes

salir a ningún sitio sin que vaya contigo y cuando

tardas tiembla.

Siempre pegada a ti, siempre zalamera,

siempre como una sierpe enroscada,

es una verdadera puta; no quiere

más que joder, no se preocupa de

sus criaturas. Este verano

está salida, es insaciable, siempre

con esa puerca dulzura y tú, naturalmente,

que no eres mas que soledad mineral,

que sin ella nada vales, que te morías de asco en tu altura

solitaria,

que no eras más que conciencia atormentada y atormetadora,

ahora, claro, te sientes el rey.

27

XXII

Bajas montaña abajo

derrochándote sin medida

como un torrente;

nos anegas,

estamos ciegos,

nos emborrachas con tu vino,

nos enloqueces,

vivimos muertos de amor.

28

XXIII

Que aguante tu inclemencia,

que tus embates no me rompan,

que reciba tu empuje,

que no me oponga,

que te deje que entres,

que tu ola terrible no me desbarate.

Padre, acepto tu soberbio poder,

te recibo, dios,

me lleno de ti,

te dejo entrar todo en mí,

no me opongo a tu siniestro

golpe, ni a tu duro bramar.

Te hago música con mi cuerpo,

a tu furia opongo mi dulzura,

a tu siniestro aullido, mi sonrisa.

Me doblego peligrosamente,

¿me quebrará tu furia?

¿No podré abrazar tanto infierno?

¿Me romperé y tú serás aullido solitario?

Si me derribas me arrastraré buscándote

de nuevo, sin tu muerte no tengo vida;

regresaré a la batalla, hasta convertirte

en amor.

29

XXIV

Los cuerpos se hacen caras, se hacen culo

y alzan el vuelo

como pichones, pcht, pcht.

El padre que antes nos anatemizaba,

pcht, pcht

mamá nos levanta hacia él,

pcht, pcht,

y ellos dos se sonríen

y la muerte no existe,

y es agosto, paz

solar.

30

XXV

Ella sabe llevarte;

y cuando te enfureces crece con tu embate

plegándose a tu empuje

alrededor,

haciéndose caricia

y cuando ya te ha conseguido, canta.

Nuestra madre ha aprendido durante milenios a

hacerse hembra cariñosa,

hace de tu embate regalo; pero cuando viene

esa cólera infernal nada puede hacer sino recogerse

silenciosa y esperar,

nunca el enfrentamiento; siempre

la violencia es tuya, suyo el amor;

pero la vida sois los dos.

De ti proviene la dureza, los destrozos, el horror;

ella rehace paciente lo que tú destruyes.

Desprotegida de toda defensa, haces de ella lo que te da

la gana;

pero ella te ama,

sólo espera que se te pase el enfado para

abrazarte y gozar juntos

como ahora, en esta bacanal.

31

XXVI

Tú eres el único macho y nosotros tus hembras,

acarícianos,

ponnos cachondos,

haznos femeninos como una mujer.

Éntranos suavemente,

bésanos, dios,

danos tu amor.

Pásanos el falo por los ojos, la boca,

rodéanos con ardor.

Somos tus potros, móntanos,

clava bien las espuelas,

relínchanos,

córrenos monte arriba.

Nos volveremos a morderte

y tú, más hondo todavía

y nosotros te sentimos encima retorciéndonos;

sé fiero, padre,

no tengas compasión.

32

XXVII

¡Todas mis ramas, brazos

para tu baile

y también las raices,

amado!

33

XXVIII

Mira a mamá con el seno abierto al cielo,

lo llama que venga a yacer con ella.

Yo a su lado tomo nota de sus lamentos,

de sus blanduras, de sus tormentos;

el dios acabará viniendo,

siempre se hace esperar, llega

con ruidos, con soles, con tormentas;

empieza amontonando nubes,

mamá grita: ‘cabrón, ¿por qué no vienes ya,

qué esperas?’

Yo junto a las tetas.

Ella tiene la cabeza en una ladera

y las piernas en la otra.

Tomo nota de sus quejas,

soy el celestino. Lloraré

cuando papá venga, escaparé,

perderé este cuaderno,

lo insultaré, pero él es ingente,

ni se entera de mi presencia,

se lanza poderoso sobre mamá

y ellos dos haciendo las cochinadas

y yo, huyendo por los caminos,

y mamá, como una coneja, chillando.

34

XXIX

Míranos, dios,

que somos espantapájaros con un cartelón,

que estamos muertos de miedo,

muñecos mecánicos.

Zarandéanos con tu viento,

derríbanos arrástranos,

estámpanos contra una peña.

Movilízanos, dios erótico,

échanos fuera,

que somos alimañas pensativas.

Padre, espántanos, que sólo sabemos de mundo,

tenemos carreras y almas

y un cerebro muy bien amueblado,

explótanos como una piña en agosto.

padre, con tu esplendido dar,

desbarátanos, desguázanos,

arráncanos del mundo,

somos tan listos, cuánta aplicación, ordenadores muy

eficaces,

que nos morimos de hastío,

que no somos más que alma.

Y tú, Madre, danos un poco de tu paz.

35

XXX

Ella se pone en medio con su cuerpo desnudo

y lo que no era más que negrura se

ilumina, corre, ríe,

se dulcifica, baila alrededor.

Ya no puede seguir perdido. El pobre

dios era un fastasma, un Frankenstein;

ahora también tiene cuerpo y ella

lo abraza deliciosa

llenándolo de amor.

36

XXXI

El ansia de penetrar no tiene

fin, por la más pequeña hendidura

meten sus raices estos árboles, rompen

violentamente,

entran bien adentro

y después se ensanchan buscando

silenciosas las fuentes,

chupando los jugos

lascivamente;

a nosotros sólo se nos deja meter

un pequeño falo

y tenemos que sacarlo mustio en seguida,

¡y las ramas además no cesan de abrirse a la gloria del

sol!

37

XXXII

Nuestra madre mueve sus anchas caderas para encandilar al

dios

que la sigue montaña abajo.

Está loca por él,

es verano y está sedienta de su azul

necesita calmarse con su dulzura.

La tierra no puede huir del cielo

y por muchas calaveradas que él le haga

ella lo abraza, lo sigue, le suplica,

cuando vuelve al redil no le guarda rencor

y se acuestan y ella fructifica gozosa.

Los dos se hunden y él la penetra

y los árboles se inclinan adorando a su padre

y ellos dos ruedan hasta el valle y se miran en el río,

tierra y cielo discurriendo juntos a la mar.

38

XXXIII

-Ponte encima,

haz tú de cielo y todas tus bacantes.

Yo seré vuestro regazo,

cansa mucho ser dios.

-Es un cielo.

-¡A dónde vamos a parar comparado con aquel otro!

-Es acariciante.

-Cachondo.

-Enamorado de mamá.

-Hace florecer.

-Y cuando se enfada riega los campos.

39

XXXIV

El cielo se le echa encima y ella

lo recibe amorosa. Le entra

bien y nacen los arroyos, que

bajan montaña abajo. Pero ella

necesita todavía más de su ardor.

Se pone encima; hace de macho ella

y el pobre cielo pálido, desmoronado,

desvaído, dulzón.

Hecha una niña está ahora nuestra madre

arriba bailaora, gitana,

la boca pintarrajeada, las ubres

el vientre.

Nuestra madre es dulzura

apasionada, que puede

más que él, lo derriba

por la montaña.

Ella reina ahora en lo alto.

El pobre cielo, por los barrancos;

la vida ha ganado la batalla.

40

XXXV

No sigas, diosa bailando,

que el cielo celoso

mira cómo se pone de levantado

y se te está acercando.

Pero continúas y tus pechos

con su movimiento suave, tus caderas.

Ruge; no puede más,

se acerca como un toro,

cesa, diosa, que son espantosos sus gritos,

que todo lo derriba, árboles, cercados,

que viene a poseerte.

Mi diosa tan delicada,

un cielo asi te destrozará.

Diosa desvergonzada,

lo bien que te meneas buscándolo. Te entró metiendo los

riñones como un toro ante el picador,

y cuanto más te entraba, más te ondulabas,

está todo su emouje dentro de ti.

A sus rugidos responden tus llantos,

diosa lúbrica, cómo

te odio.

41

XXXVI

Desnuda y enamorada,

éntrame, cielo, con el falo del sol,

haz tu nido dentro,

acaricia a tu hembra,

emborráchala de amor.

Cierro los ojos, bien adentro,

vivifica mi cueva,

echa fuera las sombras,

lléname de luz.

Dentro, dentro; yo

tengo un adentro

que te llama,

un misterio,

una cueva profunda.

Pobre cielo, siempre fuera, ven,

descansa en mí.

Como un loco siempre dando vueltas,

sosiega en mis brazos,

méteteme bien dentro. Ay,

poséeme, éntrame,

bien adentro, amor.

42

XXXVII

La diosa con las tetas

blancas saltando

como cabras locas,

baila, baila, baila.

Y su brriga,que es la de nuestra madre

y los muslos por donde hemos salido al mundo,

y el sexo abierto,

baila, baila, baila.

Madre, tus tetas;

tus tetas, diosa.

Entre ellas meto la cabeza,

bailas, bailas, bailas.

Me pongo delante,

agitando cojones y falo

llevo el compás:

¡baila, baila, baila!

43

XXXVIII

Contigo, padre,

en un amor inacabable,

en el sosiego de agosto.

No quiero amantes caducos;

contigo igual que mamá.

Y las águilas circunvalando,

y tu caricia que no acaba jamás.

44

XXXIX

El mundo llegaba hasta el cielo,

todo lo oprimía,

los árboles no podían hacer la fotosíntesis,

por todas partes el rigor moral,

caminábamos penosamente,

hasta los lobos al respirar aullaban mundo.

Nuestros cuerpos desnudos lo han echado,

nuestros ayes placenteros,

los besos, las risas, el vino.

Se ha ido montaña abajo

a su sitio en lo hondo; allí nos aguarda.

Ahora el cielo está al fin verdaderamente azul,

acariciante,

el dogma por los suelos

y tú jodes limpiamente con nuestra madre

arriba y a vuestro son

nosotros también.

45

XL

Sin vosotros somos aquelarre,

santa compaña,

procesión de difuntos,

pitos y flautas,

baile de máscaras.

Sin vosotros nos ofuscamos,

nos calculamos

nos vendemos y asomamos un ojo.

Sin vosotros nos volveríamos como hemos venido,

con el peso del mundo,

con la conciencia a rastras,

con el pecado,

con el espanto.

Divinos cielo y tierra,

no hay otra dicha,

entre vosotros nada se interpone;

sois nuestra paz.

46

XLI

Yaces exhausta,

todavía te queda una flor,

él se ha ido y no sabes cuando ha de volver.

Ahora sólo queda lamentarse,

vestirse, arreglarse,

poner condiciones

fingir, no cesar un momento de,

disimular:

que el mundo es bueno, que los poderes públicos, que la

democracia;

y esperar la próxima batalla.

1

Xosé Azar

Dos poemas místicos

I

Morir para vivir

2

Ilustación: Silencio.

Escultura del poeta

3

Preludio

“Lo mismo que en el entrañamiento primordial o en el

coito, la vida no es ni el infante ni la madre, ni los

amantes cada uno por separado, sino la música que entre

los dos son capaces de originar, y que poco a poco se va

haciendo menos absorbente por más libre, como sucede

cuando en el entrañamiento erótico se es capaz de alcanzar

la unión.

«El dao del mundo,

semeja al que tensa

un arco, abaja lo

que está arriba

y levanta lo que esta abajo» (§77A).

Cuanto mayor es el vacío entre el cielo y la tierra, más

actividad será necesaria para que la integración sea

posible, más actividad habrá que desplegar todavía si hay

que salvar o romper alguna barrera de alienación o

enajenación; es menester abajar y levantar. En el I Chin

se muestra esto en el exagrama T’ai: «Cielo y tierra se

unen; la imagen de la Paz». Heráclito habla también de la

lira y el arco, como imágenes de fysis; le da, como hemos

visto, más el carácter de paridad que el de solo

integración: en el arco tenso, lo de atrás es ‘lo mismo’

que lo de delante, en la lira la tensión de la cuerda es

‘lo mismo’ que la nota dada; el fol de la gaita es sólo

imagen de integración y unión. En la imagen de Heráclito

lo importante es la flecha, su ida hacia atrás es su ida

hacia delante; en la imagen de Lao lo importante es el

arco. Podemos ver ya otra diferencia clara entre ellos:

Lao opta por la analexia y Heráclito por la dialexia.’Dao’

es comienzo, como fysis, no dios, que es fin, orden,

teleología. El pensamiento de Lao y el de Heráclito hacen

intútil el deísmo; Europa esta orgullosa de haber

alcanzado en la Ilustración el ateísmo, pero estos dos

grandes pensadores manteniendo la religión, consiguieron

desactivar al dios. Entre nosotros el deísmo volvió, la

inercia enterró el pensamiento ilustrado. Se habla de

progreso y es verdad, pero los hombres de otros siglos

eran más valientes pensando que nosotros, y es que

nuestro deísmo, más opresivo que el suyo nos ha

deteriorado. El momento de los presocráticos y del

taoísmo filosófico es único: habían dejado el dios y

trasladan la divinidad a fysis y dao, con lo cual

mantienen la religión y se liberan de la deidad; en cambio

nosotros, abandonamos la religión deísta y la sustituimos

4

por la Razón, a la que no se puede orar, que es todo lo

contrario del espíritu. Heráclito y Lao hicieron divina la

movilidad natural y humana de la que formaban parte, y al

contrario del hombre de la Ilustración, conservaron y

engrandecieron la religión, pues le quitaron el misarable

sometimiento. Sólo en fysis y dao se salva la inocencia

del devenir que pedía Nietztsche, el anuncio de la muerte

de dios más de 2.500 años antes en el mundo jónico y en

la antigua China. Fysis y dao son el esfuerzo de la

humanidad en ambas culturas por liberarnos de la

inmovilidad del deismo. Se trata del esfuerzo de unos

hombres gigantescos que supieron llevar su pensamiento a

la vida, vitalizándonos sin renunciar al espíritu.

Heráclito y Lao son nuestros patriarcas y nuestros

profetas, nos han ayudado a pasar del uno al dos, que es

salir de la inmovilidad a la movilidad, de la tiranía a

la democracia. Nosotros intentamos ahora que aquel

trabajo ingente de ellos, ayudados de otros muchos de los

que se nutrieron, no haya sido en vano. Estamos

actualmente en una posición similar, hoy podemos volver a

concebir la vida universal desde la humanidad, como

entonces con fysis y dao; ambos interpretaban la

humanidad cosmológicamente y al cosmos humanamente. Ni

fysis ni dao implican panteísmo, pues son una visión del

cosmos y de la naturaleza que se hace desde la humanidad,

en lo que hay de común, engrandeciéndola, pues así la

vida se universaliza, en visión subjetiva o poética y

mágica. Cuando decimos que muere el día o que nace una

planta, estamos dando a la naturaleza cualidades humanas;

no hablamos de nosotros sino de ella, pero desde nuestra

condición humana; lo mismo si hacemos lo contrario.

‘Fysis’ procede de la magia, la primera vez que se empleó

este termino (Odisea 10 302) está referido a los poderes

de una planta; también dao, el texto mas antiguo en el

que aparece, en un himno antiguo en honor de Heu-tsi, el

Príncipe de las cosechas, «el poeta proclama que este

héroe ‘poseía la virtud (dao) de ayudar a la Naturaleza’;

de conseguir hacer crecer todo lo que plantaba” (Granet

Pens 209), de colaborar con el cielo y la tierra. Pero el

pensamiento en tiempos de Heráclito en Grecia se había

liberado de la magia, no así en la China de Lao, el

taoísmo es una mezcla de animismo y filosofía, que nos-

otros consideramos como agencia, en cierto modo

antestancia, pero también extensión de la vida a ella; la

visión mágica es un aspecto de esta humanización.

Consideramos pues a dao en toda la grandeza con que fue

inventada, pero vista desde la inmanencia, la aceptamos

tal como es, tan sólo le practicamos la reducción

fenomenológica que la convierte en inmanente. Pues, como

hemos visto en fysis, la naturaleza es vida aunque sea

5

sólo en el nivel elemental; por lo tanto, no sólo es

antestancia sino que es vida ella misma. Una rama de

almendro florecida es integración vital como un beso del

amante a la amada, sólo que al nivel más bajo. La magia

vista desde la inmanencia es poesía, pero además la

naturaleza es vida, por lo tanto la integración del cielo

y la tierra puede servirnos muy bien para antestar la

nuestra”(Azar,Vida masculino/femenina, 746).

6

I

A veces alarido, cuando el viento

me desgaja una rama

y se quiebra contra una piedra

y se despedaza.

Por lo demás sigo pudriendo

silencioso,

casi contento,

mientras el verdor todo lo invade.

Mi única compañía es la sierra lejana,

como yo sin esperanza.

7

II

Este pobre quiere imitar

a los que aún están vivos

y extiende las ramas

en las que la luz no palpita;

pero él es incansable

siempre así años y años,

negándosde a pudrir

y no ser nada.

8

III

¡Dao! Retumba mi voz por los barrancos,

el cielo enamorado de la tierra,

se besan en la cumbre;

yo a ti no te alcanzo nunca.

9

IV

Mi existencia es sombría, pero azul,

con cuervos gritando, y con palomas

que se asustan cuando llego.

Pero los troncos elevan sus penachos verdes

bien agarrados en la tierra;

y aunque los cuervos graznan

hay un arpegio de pinos que llega hasta la cima,

aunque haya hondonadas sombrías

en donde los fantasmas atenazan.

10

V

Dao en los troncos desafiantes,

en las copas llenas de sol,

en el águila en lo alto,

y el camino se levanta también para alcanzarlo.

11

VI

Y las ardillas que se columpian en la rama más alta

y el trino musical

y el arroyo que llora

y yo poetando,

cielo y tierra abrazados,

dao.

12

VII

Cualquier miserable brizna

de hierba tiene para sí todo el cielo;

yo, en esta cárcel

presa del remordimiento

con la muerte siempre a cuestas.

13

VIII

En movimiento de ola, emerges, diosa

desnuda, en este derrumbe,

en este nacer y morir,

en este devorar y ser devorado.

Hay ajetreo por todas partes, todo

tiene que pudrir y despuntar

y volver a morir, y yo

te digo adiós cuando me voy

y tú desnuda al sol estás tranquila.

Todos anhelando; tú placidamente echada.

Trina un pajaro, pronto será cadáver

pero tú sonríes siempre, diosa mía.

Mueve el viento una rama, pudrirá,

después renacerá acariciante,

y tú sonríes al cielo, tu querido.

Todos tus hijos mueren y nacen,

tanto ajetreo y la causa es vuestro amor.

El arroyo murmura, va a convertirse en habar.

De vuestro coito eterno nacemos

todos y morimos.

14

IX

Ellos,

con todas la ramas extendidas

se dividen y se subdividen

afanosamente

cogiendo más y más,

saciándose de azul,

emborrachándose;

nosotros cavilando.

15

X

Como un lobo sobre los cuartos traseros

las fauces hacia ti

aullaba llamándote.

He andado siempre en odio,

al fin levanto la testuz.

Me clavabas la espuela,

yo me retorcía,

ahora puedo mirarte.

Tanto estúpido sufrimiento

y estás muy oupado con mamá;

yo nunca te importé nada.

16

XI

Un asesino atado a su víctima,

eso soy yo, dao, sin ti.

17

XII

La montaña

transfigurada en el azul;

yo, una lagartija que se arrastra en pos de ti.

18

XIII

¿A qué graznar por los barrancos

si estás allá arriba,

en amor

inacabable?

19

XIV

Qué lenta es esta muerte,

el esqueleto levantado como un fantasma.

Tantos siglos,

con este gesto loco,

trágico.

20

XV

Árbol seco,

tus hojas son el azul.

Árbol sin nada dentro,

nada que defender,

nada que resistir,

mi casa.

21

XVI

¿No la sueltas,

te la llevas contigo a la ultratumba?

Abre por favor el abrazo.

A la nada sin nada,

en el abismo

abierto.

22

XVII

Esta piedra cayó sobre esta otra hace un millón de años

y ahí se está quieta;

a su alrededor nacen y reverdecen los helechos

y los árboles crecen y extienden sus ramas.

Diosa, que muera

aniquilado hasta el tuétano,

que nada muerto quede de mí.

23

XVIII

Olvidado de todo,

sin pasado ni losa,

con los árboles,

con las aguas, con las nubes.

Niña, contigo, que siempre

estás naciendo.

24

XIX

Hay que dejar que el tiempo

vaya haciendo su obra lentmente,

la prisa es en el mundo,

aquí reina el silencio.

25

XX

El azul me arrancó todo el verdor,

mírame, las ramas inmóviles,

sin pájaros,

luminoso

esqueleto

blanco.

26

XXI

Me arrodillaba

ante las tetas santas de mamá

aureoladas de luz;

después yo era un loco con una niña;

ahora sólo tú eres, dao.

27

XXII

Me acompañas con tu batir

había perdido tu compás´.

Ahora vuelvo a ser tuyo

en la paz de la tarde.

Lento el horizonte está llegando

y se remansa conmigo por la playa.

28

XXIII

Este temblor que llega

intemporal,

en manar incesante,

esta brisa,

esta paz.

De dónde venga qué importa;

si se va lloraré, pero ahora

está,

estás,

y yo en tu cadencia,

con tu gracia,

con tu dulzura.

Se oye el volar de un pájaro,

amor mío, estás.

29

XXIV

En el azul

la llaga.

Clamor en el claror.

Herida iluminada.

30

XXV

Madrecita clara,

¿podras tú con mi esqueleto?

Puesta sobre el abismo

¿no oyes el espanto?

¿Podras tú transformar a este hijo tuyo montruoso

que sólo tiene para morir tu rastro?

31

XXVI

Eres mi luz,

si me aparto de ti

vuelvo al grito

sin fin

mientras no emerge tu sonrisa clara.

32

XXVII

Por aquí bajaba con estruendo,

por allí se remansaba.

Ahora pasa sólo el viento,

llamándola.

33

XXVIII

Están aún sus curvas,

existe todavia el cauce.

Las piedras redondas la están llamando,

que venga el agua.

34

XXIX

Tu raíz está en mí,

pero la tengo arrancada.

Mi raíz está en ti,

niña lejana.

35

II

M a r

Mar mediterránea, verano de 2007

36

Ilustración: Mar.

Escultura del poeta

37

1. Amorosa.

En tu fragor, mi grito

canta.

Me llegan tus olas

siempre llamándome.

Me entras y te calmas,

¿vienes por la caricia,

mar lejana?

Yo te quiero femenina,

azul, placentera,

mediterránea.

Mi piedra, diosa,

quiere ser tu mar.

Ahora sólo eres tú,

mar lejana.

Mi grito,

vida,

y tu cadencia.

38

¡Tantas bonanzas acariciando,

tantas tormentas arrebatando,

soy ya, más que piedra, mar.

Se acabó la finitud;

la caricia es ahora de la mar

amarga.

Siempre estarás conmigo,

nunca me dejarás,

mar que nunca se acaba.

Eres toda ritmo;

yo, todo ansia.

¡Tan ancha!

¡Tan honda¡

Tan mansa!

Tu inmensidad en mi cueva,

madre,

¿cabrá?

Has hecho en mí un camino

y lo recorres día y noche,

llamándome;

has llegado a lo hondo,

ahora sólo te falta arrancarme.

Tu inmensidad

con sus olas se canta.

Mi grito se ha callado,

¡sólo tu, mar!

Que cante mi piedra.

que calle la mar.

¿Por qué vienes y vienes?

¿quieres hacerte piedra

conmigo, mar?

Entraste para quedarte,

mar lejana.

39

2. Locura

En el columpio de la mar,

mi ansia.

Nada te importo yo;

mi noche, la bailas.

Mar,

eternidad columpiandose.

¡Qué risa, mar!

¡Qué loca estás!

Lentamente

me llegas cimbreando,

tentadora, mala.

¡Descaradas,

en la cara!

¡Tú y yo

locamente,

mar!

¡Mi loca diosa mar!

¡En tu locura, mar!

¡En tu loco batir,

sin cielo ni mundo,

en tu ancha paz!

¡Loca y ancha

y clara!

¡Locura infinita

de la mar!

¡Loca

madre sin entrañas!

¡Tu locura y mi ansia!

Mi muerte

¡cómo la desbaratas!

Mi locura es la mar.

¡Qué locura,

40

qué paz!

¡Locura intemporal!

Ya no te importo, diosa,

qué paz.

Vida infinita, loca

mar.

No sabemos para qué,

no nos importa nada.

Y tú eres mi roca

y yo soy tu mar.

¡Morir en tu locura,

mar!

41

3. Cielo

Mar y cielo,

los dos haceis mi vida,

los dos, mi dios.

En tus brazos lo traes,

me lo das mansamente,

niño de luz.

Ahora el cielo me llega con la mar,

ya no hay tiranía,

dios sois los dos.

A mi roca llegais,

oleadas de luz.

Ella huyendo con sus olas,

él persiguiéndola con su luz.

¡Llévate mar el cielo,

que se vaya a ese dios!

Él es la luz,

pero yo adoro tu pasión.

Mi grito sigue insomne,

arrulla vuestro amor.

¡Tengo celos del cielo,

mar!

¡Deja ese cielo quieto,

ven a nuestra batalla!

Cansada de mi noche,

te vuelcas hacia él

iluminada.

Ahora es él quien llega,

el cielo en olas,

bates en mí su luz.

¡Yo en la noche;

tú, enamorada!

¡Mi grito ancestral

en esta mar clara!

El cielo con el falo del sol

y tú te revuelcas, perra,

42

me avasalláis los dos.

Llegas con el peso de su luz,

¿dónde está ahora tu ansia?

El cielo se remansa en la playa

¡mi odio y vuestro amor!

Ya no buscas mi roca dura;

en las playas te remansas.

Gloriosa mar,

infinitud adornada.

El falo dentro,

en materno coito, santa.

La luz te pesa,

de olas exhaustas.

El cielo está mudo,

pero la mar canta.

No eres mía; eres

de él, pero

ven a mi orilla a consolarme

¡Perra amansada!

Caderas anchas

y el falo dentro

y sonrisa plácida.

¡Loba,

ahora no le ladras!

El horizonte es suyo;

mío el batir insomne,

atormentado.

Ven a mis brazos, mar;

deja ese eterno dios.

Olas al sol,

mi amada con él;

yo, la áspera roca.

Llena de cielo

vienes incesante,

¿a qué, amor?

43

Todo lo desbarata

con esa desidia

de ola plana de luz.

Te persigue hasta tu cueva,

en mi oscuridad te posee,

te revuelcas,

te hace suya;

yo, escondido clamo.

Bates inmisericorde

en olas de luz.

Mar y cielo,

en amor incesante,

en eterno combate,

sois mi dios.

Ancha mar con el falo del dios

espatarrada.

El cielo nada puede;

la batalla es entre tú y yo,

mar apasionada.

Por un boquete me entras

obscena con su luz.

Enamorada,

toda cielo por dentro,

lo extiendes por la playa.

Tu lamento es por su ausencia,

me amas por compasión,

puta enamorada.

Infinito es tu amante,

clara mar,

pero es mayor mi ansia.

Iluminada,

pero mi noche te aguarda.

Ël no calma tu amor;

eres mía, mar amarga.

Ël inmóvil arriba;

somos nosotros la batalla.

¡Perdidos en confusión,

44

tú arriba, con tus olas claras!

¡Ancha mar

blanca!

45

4. Anhelo.

Ancha eres mar

como mi ansia.

Sigue

modelándote en mi roca,

redondeándote.

desmoronándome,

no importa el tiempo,

algún día seré yo también mar.

¡Tanta caricia

contra esta piedra áspera!;

Madre, no podrás

desbaratarla.

Abierto estoy, mar,

en espera desesperada.

¡Ancha la mar

y mi piedra cerrada!

¿Por qué te levantas

amenazadora

si ya no soy más que playa?

Ondas de la honda mar

callada.

¡Que tu pasión me pueda,

que se rompa la máscara!

Ánchame, mar,

ahonda mi ansia.

Éntrame violenta,

dulcifícame, amánsame.

Tus olas pasan lejanas

a morir dulcemente en la playa

y mi ansia, sin nada.

Olas lejanas

llevadme a la alta mar,

que se acabe esta ansia.

Las oquedades

que tú has ido labrando

están ahora clamando por ti .

46

En inútil batir

en esta eternidad

callada.

Nunca seré tuyo,

mi grito se pierde en tu lejanía.

La vida, mar

me la vas llevando;

ya sólo queda el esqueleto descarnado.

¿Jadeas, mar,

o cantas?

Mi soledad

en tu anchor imposible,

en tu hondor insondable.

Bates y te vas,

y yo siempre roca

y tú siempre mar.

Arranca, tira del muerto,

que me pierda en ti,

que no sepa de mi,

que tus olas me lleven a la inmensidad.

Tus efluvios sí, y tu sonrisa;

pero a ti misma nunca te tengo.

Llegad,

mi vacía oquedad

os llama.

Eterna mar,

y yo a tus orillas muriendo.

¡Socaba, arranca,

éntrame allá dentro,

llévate la alimaña!

¡Mar, infinita

ansia!

Mi osamenta sin alma

batida por la mar

¿Me llamas a la dicha

o a la soledad?

A veces eres niña,

47

a veces eres hembra en celo;

yo, un grito de piedra.

Tu infinitud me acaba,

se me hace grito,

nudo en la garganta.

Mar lejana,

dulzura de mi ansia

Angustia callada,

mar en calma.

Olas en la soledad,

¿para qué tanto batir

si no hay nada?

48

5. Noche

El alba de mi noche,

tráemela, amada.

¡Que se muere sin tu llegada!

¡Callada mar,

dulzura cálida!

Amada,

noche de mi alba.

Entras blandamente,

mar amarga.

Entras en mi noche

para quedarte.

Vienes calladamente

y cantas.

¡Mar,

caricia que no acaba!

Yo te doy tu noche,

dame tu mi alba.

¡Tan clara en mi noche,

mar amarga!

Batir en la noche

muy lejos del alba.

Llegas

y mi noche es alborada.

La vida es en la noche;

fuera que luzca el sol.

Nacemos en la noche,

vivimos en el odio,

morimos en la mar.

Mi refugio,

la mar ancha.

¡Mi mar lejana!

Mi noche

es la mar ancha.

49

Desmantelas mi noche

con tu sonrisa clara.

Amada,

ya mi ansia es tu alba

Alba,

noche apasionada.

Pasión de la noche,

dulzura del alba

Alba,

sueño de mi ansia.

Batías en mi noche,

ciego charco de luz.

¡Tu claror en mi noche,

mar amarga!

50

6. Muerte

No hay muerte

sin mar.

Venís a mi muerte,

venís a cantar.

¡Ánchame la muerte,

mar!

Ondas de mi muerte,

ondas de la mar.

Muriendo soñando

en la mar.

Mi muerte

a tu compás

Adormeces mi muerte,

madre mar.

¡Morir contigo, mar!

Todo está muerto;

sólo tú, mar

Mi vida es la muerte

contigo, mar.

Mi muerte tan ancha

como tú, mar.

En tu dulzura,

amarga mar.

La cárcel de mi muerte

es ahora la ancha mar.

¡Nuestro odio, eterna

mar!

¡Perderme en la vida,

morir en la mar!

¿Morir para vivir?

¡Vivir para morir!

¡Morir contigo,

mar!

51

¡Morir a la muerte en la mar!

¡Morir

en tu inmensidad!

Mi muerte

y tu cantar.

Sin muerte no hay mar.

Niñas a la rueda

cantándole a mi muerte.

¡Mar sin esperanza!

Mi muerte

¡cómo la amas!

¡Ancho morir

de la mar!

¡Olas, llegad,

que me mata mi muerte!

Infinito

amor de la mar.

Morir

en la dulzura de la mar.

¿Qué importa la vida?

¡importa la mar!

No quiero vivir,

te quiero a ti, mar.

No hay más que mi muerte

y la mar.

52

7. Infinitud

En tu vaivén mi grito

es tu cantar.

Infinita,

infantil,

enamorada

Sí, más;

sí, más;

sí, mar.

En la noche

manando incontenible,

arrebatada.

Ya sólo queda la carcasa,

por donde las olas entran,

chocan, juegan,

cantan.

Mi vida esta ya

en la honda mar.

Llegas y llegas,

ahora en ti la ansia.

¡Honda mar, de infinita

dulzura!

Ya se borran los limites:

todo es mar.

En tu honda paz,

ancha mar,

santa.

Tu amor,

lo hace mi ansia.

Un día no habrá piedra

y será todo mar.

¡Con qué dulzura

me atacas!

A tu compás,

53

sin mundo,

sin muerte,

en tu ansia.

¡Tú eres el antro

y yo la inmensidad!

¡Infinitud acariciante,

infinitud acariciada!

¡Infinitud apasionada!

¡No hay más que mar!