xosé azar eros y espiritu poemas - xoseazar.files.wordpress.com · políticas editoriales, y...
TRANSCRIPT
4
Prólogo
Hay quienes se adaptan a las exigencias del mercado o a las
políticas editoriales, y quienes no.
Los que se amoldan suelen ser bien conocidos; al fin y al
cabo, eso es uno de los provechos de su amoldamiento. Una
vez que han acertdo a producir la mercancía adecuada, la
todopoderosa industria publicitaria, las megalibrerías y
otras organizaciones comerciales, o los discretos
encargados de dispensar cuotas de fondos públicos entre
inconcionales y compañeros e viaje, se encargarán de
promocionar y ofertar el producto que, a poco que los
interesados sepan jugar sus cartas, puede acabar engrosando
la lista de best-sellers.
Los otros son los ‘inadaptados’, hombres y mujeres con un
noventa y nueve por ciento de posibilidades de permanecer
para siempre anónimos, desconocidos, silenciados, perdidos
en ese limbo en que han pasado la existenica tratando de
aumentar, siquiera sea en una partícula, el vasto
continente de la experiencia humana cristalizada en arte.
De éstos, unos designan y acepan otra forma de vivir
diciendo no a ésta; otros, arqueólogos del futuro, dedican
el total de sus breves existencias a la recuperación de la
utopía –descartada ya la ideológica, cristiana o marxista,
por ilusoria- real, terrenal, vital, el rousseaniano
‘estado natural del hombre’, macerado por siglos de
raciocinio mutilador. Y cantan la sensualidad, la belleza y
la alegría paganas y la ebriead dionisíaca, rescatadas por
el ladrón de Sils-María.
Estos utópicos que, pacientes e indoblegables, persiguen
durante toda su existencia la humanizada divinidad de la
orgía, en erótica y mística comunión con lo que es, porque
fue, y por eso será; sabedores de que la inmersión en la
humanidad total hace realidad el onfalo que ellos persiguen
con indoblegable paciencia, con la obstinada reiteración de
quienes saben que lo que de verdad es arte y vida no puede
ser de otra manera. Pan no ha muerto, vienen a decirnos;
vive. Está asilado en el corazón y las vísceras de todos y
ada uno de nosotros. Momificado por la pus de ‘lo que
vende’. Y esperando salir. ¡Echémonos, pues, a la calle!
¡Vayamos a buscarnos!
Que es lo que Xosé Azar viene a exigirnos y a ofrecernos en
toda su obra y también en Eros y espíritu. Absténganse de
escuchrle sacristanes de todas las iglesias y mandarines de
todas las cátedras y tribunas de opinión gacetillera y
consejos de redacción de revistas ‘culturales’. Óiganle,
porque en ello puede irles la verad o el engaño de sus
5
vidas, los puros de oído y de intenciones, los
verdaderamente libres, porque a ningún Dios ofrendan ni
sacrifican. Búsquémosles en este libro, que ahonda, ya lo
veréis, nuestra vida.
Eugenio Viejo
Ginebra,23 de julio de 1993.
7
I
Blasfemaban mientras con sierras y hachas
intentaban que el árbol no se les cayese encima,
sudorosos trabajaban.
Muy cerca, desnudo en la hierba al sol
estaba yo tenido,
la brisa me acariciaba
y el calor aumentaba mi ardor.
Ellos se acercaron a cortar mi árbol,
cuando me vieron blasfemaron de nuevo
haciendo ademán de arrojarme piedras;
yo les sonreía. El más joven
dejó su ropa al borde y me abrazó,
con mis blancas canas lo acogí
como el mismo bosque.
Las mulas nerviosas
quebrando y destrozando plantas, con los hombres
chillánoles arrastraron el tronco monte abajo.
Sus gritos se perdían
confundidos con nuestras risas.
8
II
De las luces de allá abajo vendréis
armados de palos y piedras,
estoy temiendo veros.
Porque me he ido de la ciudad
al huerto oscuro de los olivos
os tengo miedo; a vosotros que sois
mi culpa por buscar en lo insondable.
Vendréis con vuestras luces y me llevaréis,
vosotros, que sois mis remordimientos,
y me mataréis.
9
III
Bien apresada por los senos,
ninfa,
no te ibas, no,
no te ibas. ¡Suéltame!
No te ibas, gacela.
Cogida desde atrás,
lindos pechos pequeños
que yo aprisionaba, uno en cada mano
y ella intentando soltarse
y yo tirando hacia mí
hasta que su cuello caía en mi hombro.
Cuello atrás, boca entreabierta
en la que yo bebía
hirsuto de barbas yo,
delicada paloma ella,
cuello rendido de bacante abierta.
10
IV
Y todo el viento se ha quedado en este árbol
y no se ha ido
y todos los demás están ya sosegados
después de la tormenta,
pero el árbol este sigue agitándose solo
en la noche
gritando,
clamando,
porque para él la tempestad no ha cesado
y gime
y se arrastra
y la inclemencia no lo deja.
Ay, que no puede más,
que se muere de dolor
y de dicha
11
V
Cabras sinfónicas
lamiendo soles
se extienden por los helechos.
“¿Adónde vais?
¡Me cago en Dios!
¡me cago en Dios!
¡¡Chivaaa!”
Sus gritos resuenan por los barrancos:
“¡Me cago en la puta madre que te parió!”
¡Meeeeee…!
Y él es sólo uno en dos patas
y ellas tienen muchas esquilas y muchas bocas.
“¡Me cago en Dios!”
Además lleva un madero para calentarse esta noche.
“¡Chivaaa
-me cago en Dios-
chivaa!”
12
VI
Que los muertos entierren a sus muertos:
tú y yo, amada, vámonos al campo;
tú, con tus amarillos y tus verdes,
yo, a componer poemas a las rocas y a los pájaros.
Que entierren a sus muertos con la tele,
con sus chismorreos y sus aprehensiones,
haciéndose criados de sus perros;
que sigan enterrando y enterrándose.
Que están muertos, amada,
que están muertos y andan, son cadáveres;
que se entierren, si quieren, a sí mismos.
Amada, vámonos al campo,
coge el lienzo, te llevo el caballete,
que ya nos han enterrado bastante.
13
VII
Mediodía incendiado en luz solar,
en un trigal que clama amarilleando
Van Gogh se muere, va sin luz quedando
entre cuervos en todo su graznar.
Lentamente se empiezan a apagar
los cipreses que estaban llameando;
la tierra, en risotadas reventando
y el cielo ebrio, dejan de bailar.
Vuelven las casas a la Arquitectura;
a lugar de trabajo, los sembrados;
los bacantes, a esclavos en su encierro.
Y la noche, perdida en la negrura
con los astros que cantan extasiados,
vuelve a manos del Amo, como un perro.
14
VIII
Mamá la santita,
cara redondita
y tetas al aire,
como dos manzanas
que se descolgaran,
como dos palomas
que bajo volaran.
Mamá y sus dos tetas
en la tarde plácida,
que caen dulcemente
en mansa cascada.
Ante ti me postro
como ante una estatua
pagana, inocente,
sin cielo ni alma.
Mamá y sus dos tetas
en la tarde clara.
15
IX
Lo rodean con sus promesas de eternidad
pero él muere indiferente
como buen animal,
despreciando paraísos de ultratumba.
‘Creo, no creo. Creo’
y ríe cansado los apresuramientos sacerdoles
para aprovechar el último minuto.
Igual que gira el sol,
igual que caen las hojas, así.
y tu alma volará, al fin, a la nada
y formarás parte de la tierra y de la vida.
¡A qué desmelenarse! Muere sencillo,
dejas pocas cosas: un madre loca, la mujer y la hija, algún
amigo.
16
X
En mi cubil, pero más profunda,
vive una fiera desconocida a la que oigo
gruñir y por las noches sale.
Mi cueva hecha de grandes piedras puestas al azar
mira a la ingente montaña inmóvil en la luz
que los arroyos bajan sonando
y los cabreros recorren con sus ganados cueva,
subiendo al azul.
Cuando vien lanoche y entro en la cueva
entonces sale mi desconocido compañero
a merodear en mi tiniebla.
Desnudo vivo al sol lejos de los caminos
mirando a la montaña,
el pueblo a mi espalda,
mas la fiera conmigo.
17
XI
Amada,
cuando me voy de ti
tus palomas se vuelan,
tus arroyos no corren
y tus ramas, tronchdas.
Amada,
si me alejo de ti
tus manos desfallecen,
tus cabellos se mustian,
se desflora tu cara.
Amada,
cuando no estoy contigo
tu vida se empobrece,
tu risa palidece
y tu carne se apaga.
Amada,
eres tan sólo alma.
18
XIL
Hay que dejar el mundo sin mancharlo,
por eso, mientras te estás muriendo,
la limpiadora arregla
y charla.
Tú agonizas,
una máscara la cara,
la boca desdentada abierta,
en los ojos cerrados el dolor de allí adentro.
Y te vas deshaciendo;
sólo queda la máscara que crece,
y la mujer que, mientras friega, canta.
13-8-91
19
XIII
Cuando te levantas del coito
recogiendo toda tu carne,
esta parte se te ha quedado fría, la calientas
frotándola
y te pones la ropa.
Enriquecida,
sosegada.
Te ciñes las gomas,
te arreglas el pelo.
Taconeas,
sin mirarme.
20
XIV
En el azul
planean golondrinas,
altas aves pían,
revuelan gorriones
y del pinar vienen aleteando las palomas.
¡No soy cazador, quedáos!
Pero lo eres,
quedáos, no os vayáis,
pero lo eres, lo eres,
Cazador que acaricia, que os ama, que no mata,
¡quedáos, palomas, conmigo!
De lo contrario, me pondré a pensar, me pondré a morir.
Cazador y todo, quedáos.
21
XV
Quien ha visto la noche cara a cara
es capaz de bailar a la luz del día,
quien ha tiritado bajo las estrellas
se desnuda confiado a pleno sol,
para quien todo fue negrura
el leve verde es una canción,
para quien sólo oía el negro horror del viento
un trino es éxtasis de quietud,
para el que todo era un desierto de tiniebla,
la dulzura del sol es beatitud.
Ver el viento en la rama, aspirar la fragancia,
coger el agua clara, la luciente montaña
son la resurreción.
Quien nunca ha sido noche desconoce
la belleza del día,
el que jamás ha muerto
no resucita, mora
en mundo sublunar.
22
XVI
Mi amado es un caballo que conoce
el sabor de la rosa, el frescor del prado.
Bebe el murmullo del arroyo, tienta la dulce tierra
con su belfo sensible.
Trota, crines al viento, relinchando
vibrante resonando por la paz de la montaña;
orejas atentas a la más leve brisa,
abiertas narices aspiradoras de fragancias,
piel vibrante, cola al viento
y grandes ojos a los lados para verlo todo.
Paciendo en las altas praderas
donde nacen las fuentes,
caballo, divino eres, Dios;
gustando la belleza con tu boca;
revolcándote patas arriba
en la noche estrellada.
Con un inmenso falo caballar,
alimentándote del paisaje,
sin pensamiento alguno,
ocupado siempre en gozar,
caballo mío, te adoro.
23
XVI
Y tú inmóvil, amor, y yo recorro
ciudades y desiertos, subo montes
y tú te echas al sol y yo
cabeza abajo hago agujeros,
río, corro, salgo y tú, amada,
tan dulcemente senos remansados.
Y yo, furia salvaje, gritos, saltos
y tú, pechos caídos dulcemente.
Y yo peleo con un elefante
y tú sonríes, y yo, muerto de sed, entro
en una cabina y llamo a Nueva York, Calcuta
y tú, dulzura, toda hecha sonrisa.
Y mañana y pasado y cerca y pronto
será siempre así
y es locura mi ser y tú,
diosa del placer, sigues tranquila.
24
XVII
Mirando atrás tu cuerpo corre al mío,
observando el mundo extiendes a mí tus brazos;
contemplas lo que has dejado,
pero tu cuerpo desnudo
se vuelve a mí;
la atención en el mundo,
pero me abrazas;
mirando a otro lado
tus pechos están conmigo.
Yo haré dulcemente,
delicadamente,
con ternura de madre,
con paciencia del que vela,
compañera, que toda tú
en mí descanses.
25
XVIII
Y caía, caía
y cayendo a lo bajo
al abismo ascendía
y ahondando volaba
Y emergiendo me hundía.
Y moría, moría
y muriendo nacía
y vivía.
26
XIX
La peña quiere ser árbol
y tener pájaros,
suspirar, al viento
entregada.
Lentamente comienza
un camino largo:
primero será tierra,
despues sera rama,
más tarde será río
y al fin será aura.
Pasarán muchos siglos
pero el tiempo no es nada.
La peña es ahora nube voladora
llena de sol por dentro
y canta.
27
XX
Pedro en la oscuridad,
recogido del viento nocturno,
buscó un sueño y con él arropado,
volviendo la espalda al espanto,
con sus compañeros
dormía,
mientras Jesús gritaba
a brazo partido con sus fantasmas.
Perder es ganar, me abandono a vosotras,
aves nocturnas. Miedos,
devoradme.
28
XXI
Llego a la alta pradera
y los caballos se me quedan mirando:
¿quién eres tú, quién eres tú?
¿quién soy?
Se quedan mirando mis intenciones
y yo,¡que no tengo intenciones!
Si ven cualquier intento se lanzan
a correr,
¡pero como no hay ninguno!
pacen;
otros, a revolcarse,
y yo también.
Como mi bocadillo de chorizo,
resoplan, yo también.
Al fin somos todos caballos
de alta pradera de montaña.
29
XXII
Te vestías, te pusiste
unas bragas amarillas, sostén azul,
una camisa adorable de puntillas,
medias rosa cubrieron tus muslos
y el vestido cayó largo como una noche sobre tu luz.
Tu boca grande la pintabas, los ojos,
y cuando ya, hecha una dama
ibas a salir a la calle a las miradas,
te abracé y el negror
de tu vestido voló por los aires
y tu boca nos manchaba
y saltó el sostén
y las bragas y las medias
y después ya sólo éramos
cuerpos por el suelo abrazados,
rugiente carne que muerde
y llora y gime y ríe,
carne de alarido,
de gozo,
de amor.
30
XXIII
Olivos en el cielo,
lluvia de estrellas,
el viento mueve alguna rama.
Noche sin pensamiento
como los pacientes burros que
silenciosos se lamen tan tranquilos,
tan quietos, tan sin esperanza,
siendo también ellos noche, de aliento
cálido, con las orejas caídas,
las buenas bestias apacibles,
naturaleza dulce, nocturna,
acallada.
Que pueda con vosotros
ser blanda negrura
en la brisa de árboles extendidos,
buena bestia de estrellas coronada.
31
XXIV
El viento me llama que salga,
no voy; echado al sol en este valle
no salgo al viento.
Pero él ha entrado
y me ha llevado a la tormenta
y no recuerdo ya mi valle soleado,
pues me ha dado otro sol,
más hondo, más grande.
‘Oigo el viento llamándome,
no voy’, decía antes;
ahora estoy bramando.
32
XXV
Mis ciegos pies palpando blandamente
en caricia de niño a la madre desnuda.
A veces, tierno vientre de hierba,
a veces, duros senos de piedra.
tanteando el suelo avanzo, mi cuerpo
dado a la brisa iluminada,
a los trinos, al fragor del viento.
Amada tierra que nunca dejaré,
adónde podría ir,
me devuelves los sentidos perdidos.
De tierra soy y aquí me quedaré por siempre,
formando parte del viento, de la peña,
del río,
la conciencia al fin olvidada.
33
XXVI
Hay que apartarse para dejar sitio:
que pasen los soldados en los tanques,
que pasen los cañones,
los camiones cisterna.
Nosotros, a esperar aquí de pie:
pasa ahora un batallón de coroneles,
servicios religiosos,
Autoridades locales, provinciales,
hay que apartarse más que tengan sitio,
autonómicas, estatales.
Pasa ahora un batallón motorizado
y ahora el Presidente
bajo palio, rodeado de arzobispos.
Ahora pasa Dios, échate atrás,
échate más atras, aunque caigamos
en un hoyo, que pasen redentores,
hay que aplaudirles, besarlos, adorarlos,
son nuestros salvadores
en este mundo y también en el otro.
34
XXVII
Los dos saciábamos la sed antigua
temblorosos,
anhelantes.
El amor nos vencía
y los dos caíamos
perdidos uno en otro
haciéndo de la lucha música y poema
que lentamente se va encrespando,
subiendo,
acrecentándose más,
sed ya incontenible,
naufragio al que nos abandonábamos
dulcemente, al vaivén
de esta tormenta,
ola
playa
ola
playa, a la que
desmantelados, estamos
llegando.
35
XXVIII
Vida,
tengo ya casi 60 años, estoy solo, desnudo
en el campo, frente a unas lujosas residencias,
Diosa, te doy gracias porque es verano
y porque estoy leyendo a mi amado Horacio.
Éllos están ahora
discutiendo sobre la propidad de una toma de T.V.,
jóvenes muy tomados por la tele,
por su bella casa,
por su hermosa señora,
por sus lindos hijos.
Antes de mi oración de la tarde,
gracias, Niña mía, por no ser uno de ellos.
36
XXIX
Revolcándote
como yegua furiosa
agitando crines y senos,
de amor agonizando
toda abierta
te me entregabas.
De nuestras bocas
bebíamos
manantiales.
Con brazos y piernas me abrazabas,
tu pelo por el suelo,
el cielo azul oscuro,
la pradera inclinandose,
los viejos robles cantaban.
37
XXX
En rama, sin adentro
y la rama también se ramifica.
El adentro es el sol que me baña
y el viento que me mueve.
Negra oquedad oscura
abierta más y más
a la luz que me penetra,
flor que exhala su aroma
en el abrir, constante
salir fuera
al fragor del viento,
canto que es plenitud.
Negra oquedad
ramificándose hasta perder
el alma, el cuerpo y ser toda ella la vida.
38
XXXI
Moriré en la montaña
comido por las águilas.
Cuando ya no me mueva
me irán cercando alas,
esos pájaros tímidos
que siempre se me escapan
andarán por mis manos.
Moriré en la montaña
rodeado de alas,
el cielo azul de techo,
abierta la mirada.
Cuando mi carne esté
comida por las águilas,
mi esqueleto de piedra
será de roca blanca.
Mi carne, por los cielos;
mi hueso, hecho montaña.
40
XXXII
Poema
Silencio que el poema,
como un niño pequeño,
está naciendo ahora.
No hay que tocarlo, sólo
dejar que crezca limpio como un río;
no soy yo quien lo hace
sino él, que me lanza boca arriba,
me hace gritar, llorar, caer al suelo,
levantarme, correr,
saltar, estarme quieto.
Poema, eres mi droga,
me liberas del alma,
me coges por el cuello,
me abofeteas en las dos mejillas,
poema incontenible,
y los caminos pensamientos bailan.
Ay, cántanos, poema,
háblanos con ritmo radiante
todo gozosa luz, sólo
mañana iluminada,
canción y vuelan pájaros y vientos,
canción de amor dulcísima,
canción hecha de abrazos y de besos,
un canto solidario
que nos llene de paz,
un canto sin palabras.
Se juntarán el mundo con la vida
y ella perderá su rigor mortis
y tontamente se pondrá a llorar,
reír, andar a gatas.
Ven con nosotros y verás el mundo
cómo deja de ser duro maestro.
Es el poema un bobo, nada dice
que sea interesante, tonterías,
poema bagatela, este poema
que grita desacompasadamente.
Se desnuda, nos enseña
las vergüenzas procaz, saca la lengua.
Se arrastra por los suelos, se levanta
y comienza a bailar, piernas al aire.
Atad bien el poema, que se escapa
escalera que baja,
escalera que sube.
Es la mar.
El poema es el arco iris.
Agarradlo, que huye; sujetadlo
que se pone a correr por esos montes.
41
Acércate, poema,
mira cómo suben al cielo
árboles, montañas, pensamientos,
y los arroyos corren;
nosotros nos quedamos
tú y yo aquí cantando.
Cállate ahora,
escucha este silencio,
que pierdo la conciencia, me libero
de jefes, de maestros y enemigos.
Poema, eres un vino
que me embriaga, tan dulce;
a tus espaldas
vamos montados
tú y yo y el que nos lee,
eres un toro bravo.
Poema, yo me acabo, sólo tú eres,
me obligas a vagar por esos montes
con el viento y el ave.
Poema, avanza,
poema, corre.
poema, lléname de ritmo
con tus vueltas y vueltas.
Que tú no eres camino,
que tú no llevas a ninguna parte,
que tú de nada vales.
Poema, salta,
poema, grita con todas tus bocas,
poema, ríe
por tus mil soles que giran y giran,
que eres el tambor
de este pobre chamán enloquecido
que se pone a bailar,
salta como un torrente por los montes
-da saltos gigantescos-
y brincando desnudos por la hierba
a danzar con él vienen
el pequeño y humilde san Francisco
y el amado dios Pan.
Ahonda, poema,
vente hacia abajo
hasta llegar al corazón;
ahonda todavía más,
no te lances sino húndete,
éntrame más y más
y llévame contigo,
poema, llévame,
que no quiero mostrarme, que quiero
42
perderme
hasta llegar al hondón
del gozo,
anonadarme, hacerme
brizna de vida.
Depués de haberme removido bien,
cuando ya no hay fantasmas,
poema, te calmas
y al final, dulcemente agotado
de este acto de amor, dios mío poema,
lentamente sosiegas,
blandamente te quedas dormido,
suavemente respiras,
niño divino.
A ningún dios rezo,
sólo me entrego a ti como se entrega
el amante a la amada.
Ninguna muerte temo
sino cuando te llamo,
poema, y tú no vienes.
43
XXXIII
Pan
En lo alto de las rocas,
desnudo al sol,
soy el dios de la felicidad.
Nadie hay mas alto.
Mi hermoso falo, dulcemente caído
entre los redondos testículos
y el vello dorado,
es la fuente de la dicha.
Cuando el sol declina
y los pastores regresan a sus casas
con los ganados sonando las esquilas,
yo en lo alto soy su paz.
Un niño sube con el primer cuenco de leche.
Cuando se pone el sol,
por un caminillo que bordea entre precipicios,
mi plácido cuerpo dándose por última vez,
me retiro por el ocaso,
el sexo fulgiendo.
El domingo por la mañana
bajo del alto monte,
las partes pudendas titileantes,
a celebrar con ellos la fiesta
de cantos y baile,
los harapos fuera de la luz de sus cuerpos.
Durante la semana tienen que estar vestidos,
trabajar, criar hijos y cabras
y esperar en el crudo invierno
la llegada del verano,
la orgía de vino y amor.
Me aman, pues los he librado
del antiguo dios del temor,
del negro sacerdote intermediario.
44
XXXIV
Oda al cielo
Plena luz sin sombras,
cielo azul.
Ese ese pequeño disco allá a lo lejos
es la fuente de todo este torrente,
pero él mismo no es esta luz;
la luz es nuestro cielo, es luz terrena,
es mi madre, la tierra iluminada.
Sin él no habría vida, pero él solo
no sería capaz de producirla,
no es él sólo la causa.
Hace que los ríos corran,
pero no es él los ríos,
que los vientos vuelen,
pero él no es los vientos,
que la luz nos anegue
pro sería gélida negrura
sin la tierra fértil,
manantial de la vida,
copa de vino y miel que nos embriaga.
No somos del cosmos
ni vivimos escondidos;
pisamos la tierra y nuestros brazos
se levantan en un cielo
claro que nos inunda.
Entre él y ella, nuestra casa,
ni oscura caverna
ni en el espacio muerto:
sobre la tierra azul.
Hijos de sol y tierra,
el cielo purísimo, tranquilo, limpio
de angeles es nuestra patria.
Sobre una tierra fecunda
en incesante, cálido amor,
corriendo por nuestras venas luz del sol
vivimos.
Dios no está ya en el cielo,
de él lo hemos echado. Refugiado
ahora en la conciencia,
de ella saldrá algún día. Entonces
ese instante que somos
lleno estará de luz.
45
XXXV
Posesión
Emergió como macho cabrío,
monstruo brillante
brotado de las rocas,
sin sonrisa, negra barba,
gigantesco, en una peña.
Las cabras eran rocas
majestuosas, lentas.
Asombrando el paisaje,
un águila en el cielo.
Me condujo a los más altos picachos.
Yo, sumiso, le seguía.
“Ven por aquí, mira”,
y se veían los publos del mundo
más allá de las montañas.
“Ahora, por aquí“
y, entre enormes escombros pétreos
entrejuntados sobre abismos,
llegamos a una altura, la más alta.
Allí el viento gritaba.
Cuando bajábamos temblaba,
había estado con él
en lo alto ante la nada.
“Ven ahora por aquí”
y mi cuerpo convulso
se olvidaba del rígido esqueleto,
se ajustaba blandmente a las piedras.
Una roca emergió entre peñascos,
el viento, hostil, silbaba.
Paisaje invernal en agosto;
alrededor, sólo roca amontonada.
En un resquicio,
una flor roja,
la única.
Estábamos solos,
ni un pájaro,
sólo el viento.
Se la ofrecí.
En el ara más alta de la más alta montaña
mientras el cielo formaba alrededor
una diadema de blancas nubes
me poseyó; tembloroso me entregué.
Las montañas se movían
46
como si una tempestad las agitase.
¡Piedras que os mofáis de toda cordura,
con sombrero, ingentes al azar…!
No tenía entradas, mas él me las halló.
Conoce todas las trochas,
acaricia enigmas
que vuelan tras las pe ñas.
La montaña se asoma tras él.
Yo, que tiritaba,
a su lado me caliento.
Pero un día bajé limpiamente las pétreas gradas.
Bosque de piedra, rocas más altas que nubes,
peñas de musgo colgante, lóbregas cabras
paciendo entre abismos,
ahí os quedáis.
Amado macho cabrío,
ojo sin párpado,
sin sol, adiós.
47
XXXVI
Las tetas
En esta ciudad tan dura;
de pensimento duro, asfalto duro,
de prisa, de cansanio,
que cada día hay que ganarlo con cuánto esfuerzo,
lo unico dulce son las tetas
que en la hostil carrera para que no te atropellen
saltan blandamente,
rebosan los sostenes cantando.
La boca es una raya de asco, mas las tetas
lindas son y suaves todavía,
todavía es redonda su dulzura,
todavia,
qué consuelo saberlo.
Las tetas, que quisieran saltar
serían pájaros pisados,
tenedlas en las blusas rosas,
en los nikis verdes
donde a veces asoman.
Sólo ellas, sólo ellas, sólo ellas
caminan confiadas y no escrutan.
Vuestras tetas dan vida a las ciudades,
A veces un botón las desabrocha;
que se caigan, eso no, pero teníais
que dejarlas al aire, que respiren,
que abran su pico y trinen
al sol como los pájaros.
Nos obligarían
a cambiar nuestro gesto y nuestro paso,
resucitaría la vida
también en en la mirada y en los dedos.
Y los que van arrastrados
de un largo y solo pensmiento muerto
lo dejarían y mirarían y sonreirían
y los coches irían más despacio
y en los parques las tetas tratarían
De volar a los arboles cantando
con las aves
y las fuentes,
y la dulce carne
vencería por fin al alma dura.
48
XXXVII
Morir para vivir
Rodeada de árboles,
la peña pesada, cerrada, inmóvil,
impasible,
ni un murmullo,
ni un lamento.
El viento pasa silenciosmente
y va a las ramas de los árboles;
la piedra está quieta, callada,
nada se mueve en ella,
pensamiento cerrdo, pétreo, muerto.
La peña quiere estar siempre junto al árbol,
se los ve siempre juntos
y cuando han cortado un árbol, es muy triste
verla más alta
solitaria junto al muñón.
Lo veia subir, le preguntaba
y él le contaba
y ella sentía.
Vedla ahora quieta
esperar otro siglo
a que otro árbol suba y se mueva
y sentir la savia junto a ella,
que su parte pegada
se haga tierna como carne rosa.
Verlo hacerse grande
y bramar fieramente en la tormenta.
A la enorme peña en medio del bosque
que ha visto tanto nacimirento
y tanta muerte
los árboles le lanzzan semillas infructuosamente
para que deje de ser eterna y nazca y muera,
mientras el musgo quiere hacerla campo.
Ella arroja grandes piedras por hojas.
Pétrea entre el verdor,
raíz de montaña,
eterna como Dios,
se ira desmoronando lentamente.
También a ella le llega la muerte
y con ella la vida,
el dolor de morir y el placer de nacer,
el dolor de nacer y el placer de morir
como nosotros, árboles y hombres
que más vivimos cuanto más morimos.
Ya la piedra hecha árbol canta al cielo
penetrada de viento,
49
ya la roca creció, se hizo tronco y raíces
y, hecha ramas al fin, puede bailar
en el aire y la lluvia
levantando los brazos,
y se hace rumorosa por las tardes
y se hace dolorosa por las noches
y en las tormentas grita
y es calma al alba
Y esta entregada ya
y sus hojas vuelan como alas.
50
XXXVIII
Oda al Azar
Dios azar,
que has levantado esas montañas gigantes,
estos pedruscos en posiciones inverosímiles,
admiro tu obra sin sentido.
Amontonas aquí unas peñas gigantescas,
allí las lanzas montaña abajo,
y la vida va detrás sembrando retamas,
trayendo mariposas y pájaros.
Dios sublime, que haces las cosas sin objeto, por el placer
de jugar,
te admiro, pero también te temo porque tu poder es inmenso,
dios que ríes a carcajadas cuando levantas un volcán que
sepulta pueblos entre ayes,
que te divertes en las tempestades
en que naufragan los pescadores,
dios del rayo, que mata sin
ninguna razón,
cuando notamos tu prsencia nos
ponemos a temblar,
lloramos,
huimos
(ya no rezamos)
y los más serenos comienzan a manejar aparatos
para medirte,
para controlarte,
para conseguir que ya no destruyas más y, si es posible,
trabajes para nosotros.
Dios de los grandes escombros,
las ciudades y la técnica son inventos del hombre
para protegerse de ti;
dios desproprocionado,
arbitrario,
insensato,
que donde había una ciudad levantas una montaña,
dios niño que juegas a desbaratar castillos de naipe con
tus manos en los terremotos,
dios imprevisible, que igual matas a culpables que a
inocentes,
nosotros mos hemos cansado ya de rezarte en vano,
ahora te estudiamos, te prevemos te controlamos y eso es
más eficaz,
Si en el hondón que tú has hecho sin querer nace una
51
pradera ponemos a pacer nuestro ganado
y si de un cataclismo nace una cascada, le colocamos un
motor,
vamos tras de ti aprovechándonos de lo que a ti te sobra,
intentamos sacar partido de tus juegos.
Eres un viejo loco,
nosotros abriendo caminos y tú, deshaciéndonoslos,
nosotros siempre alisando;
tú, levantándolo todo,
poniéndolo imposible.
¿Es que está ciego?
¿Es que no te das cuenta de las horas de trabajo que nos
cuestas?
¿Es que no podrías haber hecho tu volcán un poco más a la
izquierda, donde no vive la gente?
No te importamos nada,
vives ajeno a nosotros
sólo ocupàdo en tus juegos,
dios de las catástrofes.
Al hombre más malvado, al tirano más cruel, se le puede
hablar y se le puede llegar al corazón,
a ti es imposble
¡si al menos fueras malo tendríamos a veces tu compasión!
Pero tú no sabes de amor, pues vives solo,
dios que no sabe amar,
la vida te nació como al que le salen piojos,
tú la ignoras o la destruyes,
viejo azar,
dios nuestro.
52
XXXIX
Baloncesto
El cielo es una canasta azul,
el sol, una pelota redonda,
luminosa, grande,
que lanzamos y encestamos.
Tiras la pelota, toca
el aro y entra,
echas hacia atrás todo el cuerpo,
lanzas la pelota o tú mismo
te lanzas y subes tú y haces canasta.
Por la canasta pasan, bailan
libros, pupitres, carteras
y hasta el nuevo director
vuela y pasa. Largas sumas,
muchas oraciones
ya analizadas, dictados
corregidos,
todos corren, saltan, mas algunos fallan y
vuelven tristes a clase
y hasta un encerado se estrecha,
salta y entra y después
el administrador tiene que llamar
por teléfono para que le traigan otro.
La mitad superior
con los brazos
y todo el cuerpo,
una y otra vez lanzando a la cansta,
brazos, pelota, cabeza
al aire claro azul.
La cabeza hace canasta,
la cabeza en el azul;
de nuevo en las manos, es lanzada,
una y otra vez lanzada,
ha dejado de pensar,
es sólo lanzamiento unido al cuerpo y
arrastrando la parte inferior,
se hace ancha, aérea
alegría, sol.
Y los arboles lanzan sus ramas
y los esposos sus esposas
y los alumnos su profesores,
todos jugados al balonceto
53
y la luz envolviéndonos.
Los brazos navegan por el cielo
las piernas, alzadas por los aires,
nada de pensamiento,
todo juego, todo luz, todo pelota
que esta siempre volando.
El colegio, oscuros corredores;
aquí, sólo canasta y cielo azul.
Lanzas el balón y tras él va tu cintura
y en lo alto sigues jugando,
sigues lanzando y te lanzan
jugando con los pájaros
y la carita por los aires tras el balón
y el balón que no quiere
y tú con las alas pías y lanzas
pájaros, cuchillos
y tambien esta pequeña cosa llamada espanto,
hasta que, ya cansados,
aterrizamos todos.
54
XL
Teófilo
A un rincón nos vamos
a llorar nuestros males
y somos malos
y chillamos.
Nos quedamos diciendo
que te habías equivocado,
que nosotros éramos los sensatos,
pero yo ademas te lloro
porque eras mi amigo,
porque un día te amé,
porque eras bello e imprudente
como un dios.
Ahora estamos en la tarea
de hacerte bueno como nosotros,
tan cautos y mansos.
Eras cálido,
tu voz la estoy oyendo,
eras el movimiento.
Cuando nos enteramos mos pusimos a gritar como cornejas,
disminuidos y tristes nos fuimos a la cama,
con un cacho de vida arrancado.
Ahora somos un poco más serviles, un poco más pequeños,
un poco más de muerte, un poco más de llanto,
un poco menos libres, con más miedo
sin ti, que eras
fresco aire violento.
55
XLI
Vuelo
¿Vienes? Me dices y yo,
que estoy aquí tirada,
ahí echada,
alli sentada
me levanto
y volamos
perdido el peso,
agujereada,
entrandome el aire y la luz,
haciéndome ligera,
soltando el huevo plomizo del alma
que me encadenaba al mundo,
que me mantenía cruelmente
fijada y aplastada.
Volamos en tus ramas,
entus dulces alas,
hacemos el amor,
tambien yo ardorosa,
carne que se hace ave
ligera en el aire.
Mariposas y pájaros
nos rodean
y el mundo oscuro mira
como siempre, tan idiota
sin comprender nada.
Ni siquiera asoma una mano
para acariciarnos,
ni siquiera se alegra
ni se pregunta si estará en lo cierto,
si vale la pena
esa muerte continuada.
Mira estúpidamente
nuestra carne florecida
que canta.
Yo, que esaba parada,
me estoy descalzando,
me estoy quitando peso.
Con el pelo cayendo,
los pechos son mis alas,
volamos.
56
XLII
Alma
Le entró un rayo por dentro y lo hizo blanco
transparente,
cristalino quedó sonando música,
sus piñas, campaniles.
El abismo de abajo sigue en la tarea
pesada, lenta, sucia
de subir la savia.
Era un inmenso árbol y es ahora
cristal de roca,
nada se mueve,
no tiene hojas ya,
estatua de quietud,
transfigurado.
Ahora ya no es viento, ahora es música
que después del temblor queda sonando.
No es movimiento ya, sólo luz,
quietud parada
que le sale de dentro,
luz de rayo es su savia deslumbrante
intemporal como la muerte.
¡Es tan hermoso!
Cuando el viento le toca suena a hueco.
57
XLIII
Autómatas
Otro borbotón más de trabajadores
con prisa, apretujados, sin mirada,
Sólo prisa, prisa, prisa,
ni una sonrisa, alguna palabra,
con sus carteras, con sus espaldas,
con sus periódicos que les hablan de muertes lejanas,
con sus odiados pensmientos
caminan como epectros
y la música no es más que
belleza regalada que nadie coge,
música que resuena por estos túneles
no vale una moneda.
Miembros agarrotdos,
crujen las escaleras, rugen los
trenes intentando acompañar al
violin que canta.
Uno pasa corriendo, ha oído un
ruido de tren que parte y quiere
cogerlo. Los otros
lo siguen desviviéndose
locos. Sólo la música
no tiene prisa, bailarina,
a veces profunda
calma belleza
por las escaleras mecánicas.
Ellos se van y la música
cada vez más lejana, les acompaña
en un adiós triste.
Luego tendrán sonidos
de máquina, las obligaciones, los temores,
las órdenmes del jefe.
Aquel violín ha quedado allá
en el hondón de aquella sima.
Llora lejano ahora en el recuerdo,
en la imaginación dolorosa
de lo irremediablemente perdido,
como un recuerdo de lo que ya no somos.
58
XLIV
Buitre
Cuando me acuesto
desnudo en una peña al sol
apareces en lo alto
dando vueltas a mi alrdedor
gritando, lamentándote.
Buitre, lo siento,
ven otro día, y mientras tanto
me adormezco al sol y al cielo,
el cuerpo entregado,
el sexo en flor.
Vuelas muy alto,
pero tus ojos buscan la carroña;
todo ojos,
condenado a verlo todo desde arriba;
garras y pico,
ni caricia ni beso.
Buitre, tengo misericordia de ti.
59
XLV
Judas
‘¿Soy yo, Maestro?’,
preguntamos aterrados.
‘¿Yo?’
Lo habías decidido.
‘¿Y yo?’
que el taciturno Judas,
’¿Yo?, Maestro’
No el bello Juan ni el franco Pedro
ni la sencillez de los demás,
‘Señor, ¿quién es?’
¡Y mi corazón que empezaba a abrirse
como un niño hacia ti!
¿Quién puede resistirse al amor?
En misa negra
-¡tan dulce con los otros!-
me entregaste a la desesperación,
a la noche
en que me hallo.
‘Más te valiera no haber nacido’,
has dicho
y es verdad.
He comprendido, necesitabas
atemorizar a tus ovejas,
¡la eterna desconfianza en el hombre!
Uno tenia que perderse
para que los demás guardasen celosamene tu doctrina.
No era suficiente la amenaza
de infiernos y cataclismos
¡querías asegurarte bien!
Yo, tu pieza,
muero
no en hermosa compasión,
pero sabiendo
que el que quiere salvar
esclavo es y te esclaviza;
la planta de la libertad en otro suelo crece.
60
XLVI
Vida y muerte
A la enorme mariposa
negras hormigas la arrastran,
clavan sus fauces en la blanda carne,
tiran esforzadamente
-cuando ella no opone resistencia
el transporte es rápido-
atravesando obstáculos imposibles.
Por caminos verticales, cabeza abajo
las hormiguitas siguen arrastrándola,
a veces atascadas, otras en volandas,
parece que la van a poner a volar de nuevo,
un afán irresistible las impulsa,
dando infinitos rodeos corren con ella;
una lleva una ala arrancada,
corre triunfante con su inmenso botín.
Vulves a tu agujero de oruga,
ahora a decrecer
doblando dolorosamente el cuerpo
en espasmos de lancinante amor,
en limpio sufrimiento sin reproches.
Lo mismo que la vida ha sido entrega
al placer, es a la muerte ahora.
La suben a lo alto, se hunden
con ella y siguen, turnándose.
Finalmente, la entrada oscura.
Otras estan volando por el cielo,
Gozo y dolor e inocencia siempre,
sin redentores ni culpables.
Un subir y volar, y un bajar y acabar
al que dispuestos estamos.
61
XLVII
Bailón
Baila, imbécil, con los montes,
baila, mamón, con los pedruscos.
Canta, estás solo,
canta, tonto
¿no ves que eres un imbécil?
Canta,
que estás perdido y cantas,
¿quieres hacer el favor de cantar?
Salta con ese monte alto
que está bailando con
ese otro bajito.
Grita con toda tu alma:
¡Vida, te amo!,
así: ¡¡¡Diosa, te amo!!!
Qué bien se está perdido entre montañas
con unos pájaros pequeños que se te acercan curiosos.
Un cacho grande de planeta se extiende a la redonda a
tus pies,
al norte, pueblos: allí, allí,
al este, igualmente.
Estás solo en esta montaña,
sin casa, qué bien. Baila, imbécil,
baila como ese monte pedroso y ese otro más chato,
baila, que al fin te has perdido
y grita: ¡¡Vida, te amo!!
Hay un mar de flor amarilla
y rebaños por ahí se les oye
pero tu has perdido muchos caminos, muchas sendas, muchas
trochas,
acabas de perder la última que te dio un cabrero,
baila, que estás sin camino
salpicado de montes por todas partes y tú en la punta de
uno,
berrea con todos tus pulmones.
Bailotea como un oso,
danza, P epe,con el viento que gira a tu alrededor,
con el sin sentido de tanto monte revuelto,
sin orden,
sin jefe,
sin orgnización, todo eso ha volado.
Baila, Pepón, a la pata coja,
brinca, que no te ve nadie
62
y el azul arriba, Pepiño, qué azul tan tranquilo.
Besa una piedra minúscula
y sigue bailando,
hasta que aparezca otra trocha, baila,
que después tendrás que caminar mucho y llegar a casa y
recibir la bronca correspondiente.
63
XLVIII
In memoriam
Vida, ponte la ropa
de luto, que cubran
negros crespones tu carne dorada
al sol de bacanales y mayas.
Hoy, diosa, es un día
para llorar,
una anciana enferma y loca,
la mujer que me tuvo en su vientre,
que me dio al mundo, pero
me mantenía a ella abrazado,
que me fue dejando más y más en él. Al fin parecía que ya
sólo mundo era, recorría ciudades, trabajos
imposibles...
Diosa, hoy mi madre ha muerto.
Mi alma es oquedad
en la que fieros ladridos resuenan
y el triste canto de órganos no apagan.
Mi madre ha muerto, mi madre,
lo más mío
ha muerto. Ahora el
altavoz de un vendedor,
ls discusión de esos droadictos,
el estruendo de una moto
son tu canto fúnebre.
El juego en el recreo de los niños,
mi poesía, mi filosofía,
todo, fúnebres cantos.
Te has muerto,
mas para mí no mueres,
te llevo siempre
adonde voy;
como tú a mí,
yo te he engendrdo.
Esa loca que ha muerto será siempre
mi niña clara.
64
XLIX
Francisco
Loado seas pájaro Francisco
que fuiste donde las aves cantaban
y con ellas volabas, volabas,
con ellas trrui, chva. Amén.
Francisco llamó un día
que viniesen a verle a la Sarnosa:
las carreteras subieron en coche,
como cabras saltaban las veredas
altas, corriendo entre abismos.
Frncisco les habló,
les dijo: Escuchadme.
Los pájaros volaban,
san Francisco dio palmas,
corrieron como niños a sus pies.
Francisco les hablaba.
Escondida avanzaba una culebra,
tú, maldita,
la culebra se fue, baja la frente.
vosotros sois los buenos,
la culebra volvió: tú no, culebra,
el hermano gorrión, la hermana hormiga,
la culabra lloraba: ven culebra,
la hermana golondrina, hermana hoja seca,
pequeñas mariposas todas alas,
hermano trozo seco de madera,
todos a san Frncisco se allegaban.
Ta ta ta ta tui, ta ta ta ta tui
trrruit,
viuuuuuh,
hui, hui, hui,
chit, chit,
rrrraj, rrrrraj.
vui, vui. Callad, hermanos pájaros.
Hermanito Francisco, no te entendemos;
si no hablas nuestra lengua,
trrruit,trrruit, adiós.
65
Hermano Francisco, no vengas a vendernos.
Hermanito Francisco, no necesitamos tu regla.
Ovejuela Franciso, adiós.
Cha chva chva
nostros somos ya libres,
tu regla y tu Jesús para vosotros.
Hermano Francisco tu tu rrruit.
No ha muerto ningún pájaro en la cruz
por sus hermanos pájaros.
Hermanito Francisco no aprendemos
nosotros de ti nada,
el evangelio es para lo hombres,
que nacieron esclavos, que nosotros
somos trozos de limpia libertad.
Y Francisco aprendió, el poverello,
de los pájaros
Y dejó su evangelio
y cantaba con ellos trruit
chva chva chva
y volaba con ellos viuuuuuuh.
Hermanito Francisco, pajarillo,
rayo de sol Francisco, no eres nada.
Hermanito Francisco, dijo el agua,
¿quieres manar conmigo que soy casta?
Y Francisco se sienta a la orilla,
se desliza con ella hacia abajo.
Piedrecita Francisco, dijo el monte,
vientecillo Franciso, dijo el aire,
fuentecica Francisco, dijo el río,
brizna de hierba, vuelta del camino, mmmmeh de cabritilla,
lagartija Francisco.
Loado seas, manantial Francisco
que te das y te pierdes
por campos y ciudade y en la mar
te derramas.
Loada seas luz de sol Francisco
que acaricias los cuerpos,
eres mano dulcísima.
Loada seas luminaria Francisco
en la tiniebla.
Loada seas roca firme Francisco,
según la hora del día tomas formas:
un papa, una muchacha.
66
Loado seas camino Francisco
al azar, no importa adónde vaya.
Loada seas hierbecita Francisco, que la pisas.
Loado seas olor fragante,
aura de montaña. Amén, amén.
2
No es lo adecuado que un poeta hable de su poesía, pero el
mío es un caso especial, porque que me van a operar de
cáncer y estoy a marchas forzadas intentando subir al blog
los libros de poemas que tenía medio olvidados; resultan
once, sólo publicados los dos primeros. Ya cuando Pepa
Nieto me ofreció la oportunidad de hacer una lectura en su
Tertulia me obligó a ir a ver. Hice un libro con todo lo
que tenía de tema erótico personal, faltaba el resto.
Intento corregir sobre sobre la marcha y suprimir lo
obsoleto, por razones o ideológicas o estéticas. En cuanto
a lo primero, recuerdo que una vez mi padre hablando de mi
tio Constante dijo que cuando se emborrachaba se metía con
la gente, y entonces: ‘ándanlle na cara’. Yo no quiero que
me anden en la cara, pero necesito decir mis ideas. Me he
impuesto la siguiente norma: hablar de las de los demás
sólo para exponer las mías, no por el gusto- o la necesidad
o el rencor- de insultar. El peligro está en que
generalmente el insulto luce más estétiamene que la
exposicon contenida. Yo he retirdo por esta razón poemas
que me parecían estéticamente buenos. Mi única diferencia
con la religión cristiana es que yo quisiera que en lugar
de un dios tuviese como centro una diosa. Por lo demás
siempre he amado y admirado y sigo haciéndolo, la figura de
Jesucristo, y la prueba es la primera sinfonía de este
libro. E hice míos desde siempre a muchos santos,
especialmente a Juan de la Cruz y a Francisco de Asis. A la
Virgen María le he rezado interminablemente, considerándola
imagen de la vida, mi diosa, en su versión mística. Ahora
que ha habido ese atentado en París y todos nuestros
líderes políticos se han juntado allí para defender la
libertd de expreslón, yo también la reivindico para mí;
pero soy mas exigente: valerme de las ideas de los demás
sólo para expresar las mías, sólo como antítesis, nunca por
ellas mismas.
En el plano estético tengo que hablar del error ‘himalayo’
como decía Gandhi, de este libro; es que no se vale apenas
de las formas imaginarias. Juega el juego de la claridad de
las básicas, y eso se paga con la moneda de la
superficialidad, por eso a veces hay que gritar y hacerse
desaforado; sucede también en las obras eróticas de arte
total, todavía no había elaborado mi Poetica formal, sólo
entonces me di cuenta de este error.
3
No tengo aún a mi lector o lectora, tanto en la filosofía
como de la poesía, pero ha de llegar, como le llegó conmigo
a Rosalía Castro. Me amará, como yo amo a mi poeta, y es un
amor de compresion profunda. Yo espero tenerlo también
algún dia.
5
Primer movimiento
I
De vosotras,
las hembras
abnegadas.
De vosotras –los ángeles son tíos-,
que Dios creó a desgana,
las olvidadas.
Que ponéis la caricia,
no el puño en la cara.
De vosotras,
por vuestros dulces senos
oceánicos,
odiadas.
Las escondidas,
las silenciadas.
De vosotras es el reino de los cielos.
6
II
Bienaventurados los pobres de espíritu,
que cuando nos acusan no sabemos defendernos,
siempre quedamos mal,
apáticos,
sumisos,
que andamos solos haciendo poemas.
Ayúadanos, Jesús de los acomplejados,
de los devorados por al culpa,
que nos riamos del mundo opresor,
que tu reino nos crezca, que por fuera no se vea
pero por dentro
florezca
en nosotros
dulcemnte
el espiritu.
7
III
¿Por qué siempre Él en lo más alto,
y nosotras arrastrando nuestros senos,
nuestras sonrisas
nuestros maridos?
¿Por qué nunca Ella?
Una diosa tranquila
sin amnenaza,
sin esbirros,
sin oropel,
a nuestra altura.
Al menos tú, Jesús,
que nos acoges
manso como una hembra.
8
IV
Religión aburrida
de un Padre dictador;
pero tú la pones patas arriba,
Cristo libertario.
Eres un Dios chiflado,
‘al que me de un bofetón le doy un beso’,
por los suelos la Moral,
Cristo payaso.
El reino de los cielos es ser imbécil,
que se burlen de uno, lo pinchen,
el más grande, el idiota.
Eres el sinsentido,
haces loca esta reliión retrógrada
meliflua,
hipócrita,
de almas rendidas.
Cristo de la carcajada,
de ¡ay, qué bueno!,
del te cagas,
en este mundo de cartón piedra.
Contigo, que desprecias
la autoridad,
la estrechez,
el buen sentido.
Tocaré las campanas,
bailaré en el altar mayor,
arrancaré la máscara a los serios;
que Dios se ha vuelto loco, ahora es
Cristo payaso.
Ya no hay en en el cielo
nadie, también los ángeles
andan por ahí diciendo tonterías
El sagrdo respeto,
el aterrado fervor, la culpa el juicio
final es ahora risa.
Ya no gastamos las rodillas
9
en los suelos de las iglsias,
no nos damos golpes de pecho.
Vámonos contigo
de juerga por ahí,
cantando beodos,
Cristo libertario.
10
V
Monjas,
el pelo al rape, pechos aplastados,
les ponéis uniforme penitenciario,
os asustan y con qué furia,
hombres del dogma,
de la seca obediencia,
del temor al eros,
las reprimís.
En procesión atemorizada,
graves,
culpables;
eran manso fluir, dulzura
tendida con manos y senos, carne
madre que abraza.
Son lo más hondo mío,
la fuente donde bebo mi doctrina
del amor. No me las convirtáis en hombres,
dejadlas libres.
De ellas aprendí la mansedumbre,
la sonrisa. Varones de garra,
de àspera piel, de nuez,
piernas peludas bajo la sotana,
valen más que vosotros, dejadlas
libremente manar su dulzura,
que el amor nace en ellas –osotros malamente lo tenéis que
aprender.
No me las hombreéis;
mansas, dejadlas.
Son por naturaleza acogedoras, tranquilas,
son mis maestras; como yo
imitadlas
11
VI
Redimiré este mundo a risotadas,
que la guasa es el arma de los bobos,
no sé de leyes
ni de informática ni cálculo,
pero tengo la risa a flor de labio.
Teméis ya en la cuna
¿dejaras de temblar? Ponte a reír
y el mundo dejará de ser temible,
¡nos tiene tan petrificados
de deber y reloj;
no es para tanto, hombre!
Desde que salimos del agujerito,
diente con diente.
Pongamos en ridículo este mundo
mentiroso, fantohe,
este mundo, que es de ellos;
no seamos nosotros sus guardianes.
Le meteremos dentro
una bomba de arte,
de eros,
de espíritu,
¡estallará!
12
VII
Bienaventuradas las mujeres,
está oscucro, pero ha de ir aclarando,
amenaza tormenta, pero vendrá el sol,
no huyáis, palomas,
quedaos,
el sol le entrará a esta niebla obstinada,
volverá la alegría.
Vosotras, la dulzura:
ellos nada me han dado.
Otra paloma que se va; no os machéis,
ved que por allí luce ya el sol,
pronto estará también en esta altura.
Dios Padre dio un golpe de Estado
y se apoderó de mi iglesia;
que se vaya.
Nosotros y nosotras
la fundaremos de nuevo. Cristo,
el hombre femenino
-no el Dios que castiga-
el andrógino
reinando.
13
VIII
“La verdadera vida”, comentaba Van Gogh mirando a los
endomingados ciudadanos de Arlés en el parque, con sus
mujeres de lacitos y sus niños;
no tenia más que su maldito arte, que lo lanzaba día tras
día al trance por los compos.
Nosotros reímos y lloramos,
pero no abrazamos,
la soledad es nuestro cáncer.
Viento alrededor y solos,
locos, imbéciles, estrafalarios
solos,
desarraigados,
insolidarios, solos.
Nuestro vivir es incendio –también el amigo Nietzsche-
en el que ardemos.
Finalmente explotamos.
Después vendrán los de la verdadera vida
a recoger las ascuas para calentarse,
ponerlas en un museo
y venerarlas.
14
IX
Haced conmigo lo que queráis,
me dejo, hembra
enamorada.
No imorto yo;
vosotros. Yo no
soy nada.
A todos me doy
sin tasa.
Unos y otras, venid
al amor, puta
enamorada.
15
Segundo movimiento
X
‘Cabrón’, y yo crezco. ‘Cabrón,cabrón’
y yo crezco y yo crezco. ‘Cabrón, cabrón,
cabrón’, y yo crezco y yo crezco
y yo crezco, me hacéis dios.
Cabrón, cabrón...
dios, dios...
Porque no os
odio, de nuevo,
dios.
ni una brizna de rabia,
miras mi sonrisa,
Ni una brizna de ira;
tan sólo (canta)
amor;
tan sólo dios.
Gracias,
gracias,
gracias.
16
XI
Con la muerte detrás,
la muerte que apuñala por la espalda,
la muerte se hace frente, se hace lado.
la muerte en su chavola cavilando,
la triste muerte a rastras,
la muerte levantó su testa infame
la muerte con harapos,
la famélica muerte agazapada.
le gritamos muy fuerte, apenas oye,
le cantamos, se va; en seguida vuelve,
si bailamos, se aleja.
La muerte que me roe los talones,
la muerte con aullidos lastimeros
en su desconocido idioma clama, clama.
La muerte en su chavola con sus hijos
con su risa maligna,
con su mueca, su ira,
la muerte vela siempre a mis espaldas.
No me importas tú, muerte, cuando quieras
apuñala, yo estoy vuelto a la vida;
ni una mirada mía tendrás,
que yo ni te suplico ni te miro.
Herirás y te irás,
mis manos hacia ella y mi sonrisa;
nada tendrás de mí, ni una palabra,
que sólo vida soy, no quiero verte.
Sin sobresalto estoy
dispuesto a tu venida.
Ni odio ni temor, desconocida,
mi espalda se te entrega como un pecho,
mi espalda sin mirada te contempla,
pero mis ojos miran a la vida.
17
XII
“Tunc ergo appehndit ilatus Iesum, el flagelavit. Et
milites plectantes coronam de spinis imposuerunt capiti
eius et venebant ad eum et dicebant: Ave, rex Iudaeorum, et
dabant ei alapas”(Juan, 19, 1-4)
Qué bien lo pasábamos el brigada Barcia, el sargento Matos,
tan bestia, los cabos primeros Fuasto y yo y toda la tropa.
Jesús lloraba, y nosotros, carcajadas con la bota, que no
paraba.
Estaba de semana; después de la lista me escapé del
cuartel. Con un sargento de milicias de borrachera faltona,
nos fuimos al Pombal. Allí él se metió en líos, yo
intercedí y se armó, rompimos cosas. La dueña se apoderó de
mi carnet, que si no pagaba el estropicio daría parte al
coronel.
Al día siguiente, en la procesión del Ecce Homo, desfilando
con un ojo hinchado y gafas oscuras, sin carnet,
cabreadísimo,
izquierda, derecha,
detrás de mi, el pelotón.
el matón del bar y las putas repintadas, observando en los
soportales de la Rúa Nueva,
izquierda, derecha,
el fusil a la funerala,
la marcha fúnebre de la Quinta de Mahler,
izquierda, derecha.
Delante, con la cara deformada por los golpes, Jesús
sonreía feamente a los santiagueses.
18
XIII
Mi voz era delgada
con palabras que hablaban
de paz, contra la guerra;
el rechinar de hierros la ahogaban.
El canto era de amor
y entregaba mi cuerpo;
estridor implacable,
motores que no escuchan las palabras.
Me desnudé, mi ropa
era la alfombra para las cadenas,
las lágrimas fluían
del canto suplicante.
El tiempo se hizo eterno
cantando, llorando.
Lentamente el rugido
del carro disminuía
y la canción se oía
y mi cantar reinaba
y el tanque se paraba
y una voz muy despacio con la mía
salía de allí dentro
y después otra voz la acompañaba.
La máquina, vencida, yace ahora
oxidada en el parque.
19
XIV
Tan desaforados a mi alrededor como montañas
insultandome al oído,
yo amándoos.
Tan enloquecidos, y esa bella mujer con su peinado
enseñando los dientes.
Tan ropajes;
yo, blanda carne madre.
Ponéis la sierra mecánica al tronco,
caerá en un enorme
batir de alas;
y cuando estéis sin mí
¡desmoronáis la vida!
No tendréis más que mundo.
Cómo mordéis,
arrancando,
llegaréis a la vena;
dudaréis un instante,
hendiréis,
os bañaré en mi sangre.
¿Por qué este odio?;dejad
la dentadura, dadme
la boca a besar,
sanaréis.
Veis mis labios
arrstrándose,
no ahorráis los golpes,
a cada bota un beso.
Seguid besándome
a patadas.
No otra cosa que amor
encontraréis en mí,
herís y yo os amo
porque todavía sois niños pequeños
y esa amujer es una niña
y ese sacerdote feroz.
Me enrosco en vuestro odio,
lo caliento,
20
seguid hiriéndome,
carcajada es mi llanto;
metedme dentro
cerillas, amapolas,
piedrecitas.
Abridme la boca. Dentro
hay un diente que ríe.
Coged mi mano iquierda agujereada,
metedle un clavo.
Barrenad mi pecho,
meted allí una flor.
Coronadme de espinas hacia abajo, hacia arriba,
mi sonrisa no cesará.
Más fuertes que yo sois,
feroces.
cómo mordéis,
más y más dientes
se me clavan, todo el resentimiento
lo estáis en mí gastando.
Me odiáis para que os ame,
el odio sube y sube,
yo bailo en medio
desnudo; las montañas
del odio me rodean. Sus picachos
pretenden aplastarme. Inmóviles
rostros sois. Yo
bailo. Grandiosos.
Yo bailo, lloro, bailo.
Pegado a vuestras caras,
bailo, pétreas,
bailo
y una mueca de risa
consigo en ellas y mi diente
asoma a veces.
Rodeadme bien,
desnudo,
rodeadme levantados,
uniformes, minifaldas
marcando las señales
en mi carne. Meted la nuez,
el pico de la nariz,
21
el pecho de esa.
Disminuiréis bajando
hasta quedar
arrodillados.
El odio gigantesco
cesará; y yo
sonriente,
sobre vuestras cabezas todas mis manos.
22
XV
Pregutabas con la mirada despavorida:
¿cómo me encuentras hoy?
Isolino te acaricaba:
déjate, muere;
y la niña:
mamá, muere.
Todos decían muere:
las enfermeras, el cáncer,
muere, Cristina, acepta;
sólo ella no quería. Y cuando le
hablabas de que su hija tenía novio,
de su próximo trabajo en el teatro,
lloraba, porque ya no estaría.
Si te entregas
suavemente,
como corre el arroyo entre las piedras;
pero canes por todos lados me tienen
cogida, me despedazan.
Además no voy a veros.
Se sabía sola, ellos del lado de allá,
la muerta en vida.
Te acogeré, muerte,
jauría
abrazada
chillando.
Toda la noche acariciandote; la cara,
suaviza ese rictus,
el cuerpo agarrotado,
los cuatro garfios, déjate ir;
yo quedo firme aquí, pero tú
muere.
Las enfermeras cantaron celebrando su 53 cumplaños:
Cristina,
te resistes,
el río te llevará,
muere.
Yo mascullé algo sobre el sufrimiento,
que hay que tener paciencia.
23
Quemaremos tu cuerpo. En una urna
volando a la Argentina.
Alli con los amigos
cantaremos, lloraremos.
Al aire tus cenizas.
No te agarrotes, relaja,
suaviza,
no solloces así,
Cristi, muere.
Una mujer tan clara,
abandónate, tan artista,
valerosa, tan,
muere
30-4-94
24
XVI
Agachado herido andas
nocturno andas a gatas por la calle,
los labios rojos de tu herida cosida sangran
y vas aba, aba, aba
con el bastón atravesado en lo alto;
la negra mano derecha levantada
hace un giro de baile –la izquierda ocupada no puede-
un coche en tu oído derecho, pasa al izquierdo
y a tres metros uno grita: dale
Y al otro lado un silencio extenso
Y encima, los que miran desde los pisos
Y un regate pelota regate gol en tu cara
y te yergues doloroso tus dedos ole
y la boca cosida de tus carnes grita y mana
y un golpe se te aplasta en la cabeza como un huevo
y alguien ¡grita! Intermitentemente
y a tus pies otro se lamenta,
sollozo que te levanta del suelo,
otro pelotazo
y levantado más sobre tu palo, en el aire,
equilibrios, mirad, en la noche,
cerrad los ojos, mirad qué hago en la noche,
en la noche sobre mi palo, ¡ay! Cómo lloro,
cómo río, cómo me muero en lagrimas;
lloradme monumento, el aire pasa,
monumento,
piedra,
alabadme,
adoradme.
25
XVII
Aquí en la cruz
el viento trae la bruma,
sin Dios arriba.
¿Cuándo se irá esta nube?
Arbolilo perdido
amedrentdo.
¡Que esta niebla
-lo único que tengo-
se convierta en un río
y podamos beber de él todos!
“Ese pobre se creía el Hijo
de Dios; míralo moribundo”.
“¡Hará de mi el Unigénito!”
Soy el más abandonado,
el farsente,
el imbécil.
Mis apóstoles escondidos
vendrán a la pitanza.
Echadlos, mujeres,
que la Iglesia sea vuestra.
Esta niebla que no se va,
este viento, este frío,
esta tristeza.
Soledad, hombre,
hombre, hombre al fin
sin oropeles, nada
hay más que la vida.
Esta niebla me empapa,
se hace cada vez más espesa,
es noche ya.
26
Tercer movimiento.
XVIII
Todos me agarran piernas,
brazos y manos, quieren
que regrese con ellos; si me hiciéseis
niño chiquito en el jardín de infancia,
o árbol o una golondrina
tal vez me quedaría,
tal vez diría que no, tal vez,
tal vez bañadme, olas de la vida, que el espíiritu es
música y mis brazos
suben solos al aire.
Mi cuerpo era edificio, ahora se expande,
mi agarrotado cuello se libera,
regresen mis solapas a su casa,
mi cautela también; el bloc de notas
vuelva al mundo lo suyo,
y hecho ventana abierta,
hecho animal al sol, hecho elefante,
hecho zarzal con moras, hecho olivo
que hace bosque con otros,
mezcla el aire y el sol,
junta sus frutos,
hecho rama en al viento,
hecho agua fresca.
Yo era plaza con guardia, vuelvo a ola,
mi cuerpo era oficina con su jefe,
mi cuerpo era una silla,
cuerpo supermercado,
iglesia con el cura perorando,
mi cuerpo casillero,
mi cuerpo echó a vivir del todo,
cuerpo computadora,
mi cuerpo echó a volar todas sus fichas.
Nada me preguntéis, que nada sé,
que soy ordenador ya sin memoria,
trasto inservible.
¡Tanto tiempo gastado en instruirme
27
para venir a esto! Es cierto, pero
en vuestro plan, si es bueno
estaban ya previstas
pérdidas por error y por catástrofe:
una incidencia más poned ahora:
perdido en el espíritu,
robot, voy a ser hombre;
monstruo, voy a ser niño y niña.
28
XIX
Libertad con las piernas y los brazos,
libertad con el cuello,
libertad de la risa,
los riñones, que estábais oprimidos,
glándula salival, que ya no cantas
y libertad neurovegetativa.
Todas las libertades, 25,
qué sé yo cuántas hay, todas las quiero
y correr por las plazas
y en los toros soltar una paloma,
libertad de casarme, divorciarme,
libertad de nacer 32 veces,
libertad de rascarme la cabeza,
libertad de llorar toda la noche.
Todas me aúpan
las libertades chicas y las grandes,
todas las quiero juntas:
la libertad de mira y de pisada,
la libertad de andar sin pantalones,
de comer a las ochode la tarde,
de tumbarme en la calle horas y horas,
de mezlar lo doliente con lo claro,
libertad de ser libre y maniatarme,
amordazarme, pisarme la cabeza,
libertad de correr, saltar, bailar,
¡de dejar de temblar, ¡¡¡pordios!!! un poco!
29
XX
Huyen todos los cuervos
y las cornejas y los buitres.
El que andaba en tiniebla
arde ahora sollozando
y el muerto resucita, el cojo danza,
el mudo canta canciones de amor
y si nos preguntas la causa
te diremos que no nos importa,
que se acabaron las causas,
aquí reina el amor,
nos levanta,
nos endiosa,
puede más que nosotros,
nos asalta con su piqueta, nos rompe,
nos desbarata
por dentro y por fuera,
nos coge en vuelo;
el mundo, olvidado.
30
XXI
Aquí te estiras, te extiendes,
aquí te ahuecas y eres ocho
y eres veinticinco,
quedaos con esta pierna,
este brazo lo dejo ahí, con la cabeza
jugamos todos.
Es un baño de sol negro sin ladridos,
sacas tus trapitos: la enagua, el calcetín
y los lavas en esta fuente.
Flooo, un surtidor,
cantos, gritos, lamentos a chorros,
a manadas de lobos, a jauría,
a borbotones, a palabras oscuras,
a risotadas blancas,
a cachos grandes sanguinolentos,
a bocanadas de espiritu.
Ay, por fin, lo que esperábamos siempre,
lo que nunca nos imaginábamos, de senillo,
lo que se zafa si lo buscas,
lo que se regala al estúpido,
Lo que nos trae este payaso de Jesús,
el reino de la vida. Tontamente
nos amamos sin darnos cuenta,
nos amartelamos,
nos perdemos de nosotros mismos,
explotmos de amor.
31
XXII
Y le sale ámbar oloroso por las narices
y brisa por los pelos,
amaneceres por los ojos,
mariposas le vuelan desde el sexo
y a tres manos, palomas
y la frente, tarde tranquila.
Se va haciendo guapo,
su ojos pierden muerte,
sus manos pierden uña y acarician,
su boca pierde diente. Muchos de nosotros lo veremos,
cómo se va aniñando,
sanfranciscando,
ghandiando,
cómo se va vangohando,
charlotando.
Muchos lo están viendo y otros
lo notarán en seguida,
cuandno ellos mismos se vayan
nietzschando,
jesucristando.
32
XXIII
A ellos me abandono,
me echo sobre sus cantos,
cae hacia atrás la cara
Y llega a su regazo,
la acogen y la besan con su cántico,
La acarician y ella continúa
con ellos su canción.
Las manos se han perdido, son palomas
que vuelan blancas,
revuelan y cantan,
los brazos, todo el cuerpo.
Ellos regresan siempre,
yo busco más allá:
cantan el mismo canto,
el mío es siempre nuevo;
ellos acaban, vuelven,
y yo, enajenado,
atravieso las zonas más ignotas;
ellos vuelven y vuelven,
ellos claman, se calman,
ellos son agua mansa,
yo soy la tempestad;
ellos son dulce son,
estridor dolorido es mi canión.
Mi cuerpo está en sus cantos,
mi cuerpo se ha hecho espiritu,
mi cuerpo desfallece de dulzura.
Ay si ellos se apagan, yo me acabo,
sois vosotros la vida,
vosotras sois la madre que me nutre
con la leche dulcísima del canto,
vosotros y vostras sois mi Dios.
Mi cuerpo volvería a ser un alma
eterna, muerta, inmóvil
sin vosotros, os amo
dulces madres, hermanos.
33
Segunda sinfonía:
Pan
“¡Oh Pan, protector de Arcadia,
guardián de augustos santuarios..!
¡Oh bienaventurado, al que llaman los
olímpicos perro multiforme de la gran
diosa!”
Píndaro(*)
(*)Frag. 95. Y en Arist.Ret. 1401a15
34
Preludio
XXIV
Haznos corporales como las mujeres,
que somos hijos del dios Padre:
cólera, resentimiento.
¡Ieh, Pan!
Ellas se quitan las camisas
y sus senos saltan como las cabras,
su cuerpo es dulzura.
¡Ieh, Pan!
Que seamos también nosotros carnales,
que nuestros cuerpos ondulen como los árboles,
se deslicen como los ríos.
¡Ieh, Pan!
Que no seamos más seco pensamiento.
¡Abrázanos, Pan,
que la pasión nos enloquezca!
35
Primer movimiento.
XXV
Si quieres que los árboles te miren
y te hablen las peñas y los vientos
tienes que ir a ellos
dulcemente desnudo.
Se te darán los montes,
los arroyos te contarán su canto,
la cigarra murmurará en tu oído.
Libertado del mundo,
como las buenas bestias,
que van comiendo belleza,
florecitas, poleo, fresca hierba,
son tan verdes las praderas,
sorbiendo el arroyo sonoroso,
que se deja beber
hacia dentro de sus cuerpos cantando.
Una calavera de caballo
con la boca abierta sobre el prado;
ellos pacen tranquilos.
No hay otra vida que la de nuestra verde tierra,
el Cielo de aquel Dios es un destierro
negro, donde tan sólo
algún cadáver de astronauta gira;
tu Dios desencarnado nada siente,
no es más que pensamientos
de destrucción; el Cielo
es una cárcel, nada esperes;
la dicha está en la tierra dulce y clara.
Decían que el dios Pan había muerto;
es la vida que fluye de un trino
o de una ovación.
Vuestros anuncios, vuestras noticias,
vuestros lamentos, vuestras máquinas,
vosotros, hormiguitas pensativas
por la noche yo os borro los caminos
mas al alba los rehacéis constantes.
Los pájaros vendrán siempre a mi mano a cantar.
Tantos dioses han muerto, yo no muero:
en la cumbre de un monte al mediodía
36
cuando el viento se duerme entre las ramas
y el sendero se acaba, te desnudas:
pronto oyes mi risa.
El sol te inunda
y renace la vida
y el mundo no existe
y el tiempo, acabado,
y el leve movimiento de una rama
y algúntrino se oye
y el mar en ese árbol rumoroso
y el camino allá abajo esta durmiendo
y la paz todo lo llena,
estalla el sol en risotadas,
la tierra está borracha, tanta luz.
El aire se abre y muestra las fragancias,
hora en que no se puede pensar,
unos duermen, los más, otros desasosiegan.
En esta hora sagrada
nada sirve para nada,
no sabes dónde estás,
el eros me deshace,
no quiero pensar,
me pongo a desvariar: es él quien reina.
Pregresivamente van desapareciendo
las piernas y me encuentro reptando
y me encuentro culebra y me encuentro
olfateando
y me encuentro volando,
desaparezco maravilloso,
campo yo mismo.
Me hago ligero,
como loco bailo, grito, canto
el cuello desmayado,
brazos amorosos buscando
en medio de la alta luz,
que la sombra obstinada es luz ahora
sin muerte al fin.
37
XXVI
Vendréis con una cadena,
aquí frente al Sol haciéndole carantoñas estoy,
llegaréis y me rodearéis,
yo seguiré llamándole cabrón, enseñándole el culo desnudo
que te jodan, hijo de puta,
que me tienes enamordo,
loco perdido,
que no puedo dejar de bailar desnudo delante de ti,
amor prohibido;
eres un tío, pero me pones cachondo,
es imposible que me vista,
mírame, el falo no se me ha bajado en todo el día;
ven, Sol, que te lo meta en medio,
que te abrace,
que me haga luz contigo,
al carajo el mundo.
Entonces vosotros me atraparéis,
yo os besaré en la boca mientras;
os limpiaréis,
me pondréis una argolla en la nariz y, tirando,
a la plaza; mirad el loco desnudo
marica,
el loco este puerco
que quiere joder al Sol y a todos nosotros.
Me tiraréis tomates, peras:
yo me encerraré en mí mismo.
Ya nada más de mí obtendréis.
38
XXVII
Ven, amado pan, barrigudo
cincuentón con pelambre y cana barba,
déjame abrazar tu cuerpo desnudo,
déjame besar tu boca encendida,
que tienes doble sexo,
que eres peludo como un macho cabrío.
Ven, dulce Pan,
y déjame meterme entre tus piernas,
que pueda beber risa de tu boca,
ayúdame a que enteramente carnal sea,
la cabeza pensante en tu barriga.
Mi cuerpo sojuzgado, maniatado,
ebrio, se pondrá a cantar,
loco, a gritar,
a reír,
a llorar.
39
XXVIII
En la Sarnosa me lo encontré
un mediodía quieto, azul intenso.
Mirando un águila que volaba
pequeña en el cielo,
en lo alto del monte lo vi.
Sabía que estaba, porque
el cielo era demasiado azul,
se oían jadeos de alas, las alimañas
extenuadas, venían a beber
a la fuente: una zorra con sus crías,
un viejo jabalí.
Pan se estaba riendo de una hormiga
que no podía meter al agujero
su comida; desnudo
al sol, en lo alto de un peñasco
no excesivo, el viento le rizaba la pelambre,
me dijo: ven, y rió.
Una manada de caballos cercanos relinchaba,
los árboles cantaban por sus ramas,
el viento nos gritaba entre las peñas,
las palomas que venían a beber se quedaben,
era el amor que resucita la vida.
En la ciudad comenzaba
la jornada de tarde,
de nuevo abrir las fábrias, andamios.
A esa absurda hora, Pan y yo
corríamos desnudos,
yo tras él, el tras de mí;
él me atrapaba, me besaba; yo
me apoderaba de él,
nos revolcábamos
él se desasía,
yo lo abrazaba.
Después
nos entregamos,
cuerpos abandonados uno en otro.
40
Segundo movimiento
XXIX
Desde que Pan está por estos montes
los caminos, camisas de serpiente,
yacen secos pudriendo, dando flores.
Las vacas caminaban por ellos,
los perros,
las zorras, cuando bajaban al publo.
Ahora andamos todos perdidos.
41
XXX
Todas, también aquella antigua con musgo
sepultada en las agujas secas de pino
se levantan,
se hacen tetas lesbianas,
lenguas de fuego.
Han dejado la redondez; ahora
serpean inquietas,
ágiles,
levantadas,
cantarinas;
son falos, pero
con mucha más dulzura,
más boca para besar,
más ansia,
ardorosas,
pura llama.
42
XXXII
Paganízate, España
de la Reconquista,
del Camino de Santiago,
de la Inquisición,
hazte pagana.
Que estamos empachados
de tanto bautismo católico,
de tanto casamiento católico,
de tanto cementerio católico.
Vuelve otra vez a Roma y a Grecia,
hazte pagana.
No creo en ningún Dios,
te lo pido a ti misma, España.
En un antro nací
sufriente, mordiéndome los puños,
¡paganízate –te lo suplico- y paganízanos,
que estoy lleno de remordimientos, de terror, de infierno!
España, ¡vuelve a ser pagana!
¿Por qué has convertido en Virgenes católicas a tus diosas
arcaicas del Pilar, de Monserrat, del Rocío?,
Antes, el 15 de Agosto era la fiesta de Diana.
Devuélvenoslas.
El papa te lo dijo cuando vino: te estás haciendo pagana,
pero con más alegría más a la luz del sol, como es tu
estilo, España
¡España, España,cómo te amo entregada
en bacanales y mayas!
Diosa mia, Epaña,
vuelve a ser pagana.
43
XXXII
Pan intentaba andar entre las hojas,
las ramas lo cogían y apretaban,
el sol con sus mil bocas lo besaba,
el aire dulcemente lo envolvía.
La naturaleza encendida
se enardecía toda contemplándolo:
¡Chulo, chulo, chulo!
gritaba la montaña, el campo, el río.
Enhiesto su gran falo, Pan le entró
a la amante por su hondos valles,
el telúrico coito comenzaba.
Yegua en el suelo despatarrada,
la tierra erguía ramas y chillaba,
por el cielo el arco iris subía.
44
XXXIII
Reinad, tetas
esa ofensa
al Estado, a los jueces,
al Ordenamiento Constitucional.
Mujer, haz
de carne el mundo,
no las escondas, sé
aquí en medio hembra,
que la gente se remanse
de sus intenciones,
ponlas aquí,
en uno de esos informes,
en este proyecto
de ley, cayendo
así de suaves,
redondeando; no te las guardes,
que las necesitamos
en el Parlamento,
en todas las asambleas,
lo único real entre tanta palabra.
Tetas que se mueven rítmicas,
asustadoras de los pusilánimes,
se aacabó el razonar,
que rompen la norma,
tetas para que el mundo
se dulcifique, menos imbécil,
más redondamente suave,
tetas todas, venid a redimirnos.
Aliviadoras de tanto trabajo, de tanta opresión,
con cara sonriente,
de ojos atrevidos,
con su ternura atrayendo,
en barco, en moto,
cantando,
venid.
Morenas,
con mentón,
esquivas,
ubérrimas,
delgadas,
orgullosas,
frutales,
45
sorprendidas,
atrevidas,
opulentas,
atemorizadas,
santas,
temblonas,
pequeñas,
dramáticas,
descaradas,
obscenas,
hostiles,
remanso,
desaforadas,
implacables,
prados azules,
nido de pajaros,
mar en calma,
tetas a saltos,
a puñetazos,
bailarinas,
aves negras,
imperativas,
apasionadas
a todas las deseo llorando.
Tetas salvadoras,
estáis delicadamente caídas,
sois tan buenas,
no nos abandonéis nunca,
creced, manad
en mansa carne,
en dulzura terrena,
acudid,
venid en nuestra ayuda,
que nos hemos hecho esqueletos,
cojos, sin sonrisa,
histéricos, réprobos,
abstrusos.
Tetas acariciantes,
invadid el mundo,
dulcificad las costumbres,
adormeced las uñas.
Tetas, que nadie
esté en carencia,
que el cuerpo se hace alma
46
siniestra, cuchillo
afilado, viperino,
sin vosotras.
Que sois, mansas tetas,
un bofetón al mundo
de papel, de mentira.
Embotais los deignios,
las intenciones dejan de pensar,
de tramar, de argüir
y ríen; si pueden tocan.
¿No véis que en vuestra presencia
el mundo se hace blandamente carnal?
Evangelizadlo
con vuestra dulzura,
con vuestra inocencia.
Saltad de los sostenes, predicad,
convertidnos, tetas,
a la vida.
Que deje de ser hombre
este mundo afilado,
belicoso, cabrón
y al fin se haga hembra.
Venid todas al mundo como en la antigua Creta,
suavemente obscenas,
triufantes.
Ni un consejo de administración, ni una comisión
sin su ternura, ninguna reunión. Que recobre
el mundo la redondez. Y en las fiestas
se desaten sin límite.
Tetas paseando, hablando de negocios, curando a los
enfermos, consolando a los tristes, ¿por qué escondidas, si
sois nuestra riqueza?
Volved todas al mundo,
tetas.
47
XXXIV
La tierra ardiendo en luz, espacio negro,
nubes tímidas se asoman y se ríen.
Alta cima de dicha,
aquí no hay soledad,
conmigo Pan y el sol,
nuestros cuerpos dorados;
los ojos, cielo azul en el negror.
Comiendo oscuras moras de una zarza
en el borde imposible de una peña,
con las caras manchadas
a lo alto levantadas, nos reíamos.
Ni un resquicio para el resentimiento,
todo era risa, todo era azar,
todo era moras, todo era luz.
Las águilas nos miraban en sus nidos.
En la inmensa negrura resonaba
nuestra gran carcajada,
que era abismo
y era dulzura.
49
“Ante las puertas del orco canté a la alegría
y a las sombras enseñé la embriaguez,
pues, favorecido entre tantos, contemplé
en toda su divinidd a mi diosa”.
Hölderlin, Himno a la libertad
50
Primer movimiento.
XXXV
El grito de la bañista,
el pájaro,
el claxon.
La rama en el aire,
el niño en su bici.
E verdor dorado,
la mañana que nace, el andar trabajoso de ese viejo.
¿Y que me dices de este escarabajo pelotero
llevando entre las patas delanteras
y la boca su poquito de excremento
con gran trabajo,
para hacerse su gran bola?
Mi vecino de barba con su hijo
-un niño pálido y callado-
en su avioneta.
Mary la pintora,
despachando en el bar de su hermana.
Don José el maestro,
en pelota por la montaña.
Mi hija, que se pasa las noches de juerga
y duerme entera la mañana.
¿Qué me dices?
Vida.
51
XXXVI
Al espino albar
la vida le entra
y se abre
y lo abierto se abre dos veces
y aún eso otras tres
y cuatro y cinco
hasta perderse en el azul
que lo penetra bien hasta lo hondo.
Alguna rama solitaria no puede contenerse y canta
-aprendió de los pájaros-
ayudada del viento.
Después todo él es clamor,
luz,
trino verde,
baile de amor.
Cada rama a su manera
se entrega y recibe,
del árbol se alimenta;
sin él se moriría,
sería cemento armado,
catedral,
electromagnetismo, sin él sería
pobre anciana con un palo,
lagartija pisada.
Sin él,
cárcel,
manicomio.
En su árbol es la diosa misma.
52
XXXVII
¡La vida en un museo!¡Está en su sitio!
Este mundo es ahora cementerio;
sí, verdaderamente.
¿Cemeterio de vivos, Rosalía?
¿Cementerio de muertos!
Sólo han dejado cruces y cipreses;
la vida, en un museo.
¡Tu regazo era tan hondo, madre!
Y la gente pasando con sus muertos
te miraban, su piedra
que llevaban metida en la barriga,
a la espalda, en la cabeza,
su piedra se ablandaba,
se hacía un poco tierra,
brotaba alguna cosa, una sonrisa,
¿hay un lugar mejor para la vida
que este cementerio en que yacemos
A un museo. Curiosos
mirando y entendidos;
y nosotros, los muertos,
solos con nuestra muerte.
Trajeron camiones
y grúas y bulldozers, la sacaron
a rastras. No quería
dejar aquí a sus hijos. La sacaron.
Los muertos no sabíamos que ahora estamos
definitivmente
ya para siempre muertos.
53
XXXVIII
Son retratos,
sombras
con los rostros cerrados,
con las manos cerradas,
personajes
que parlan, parlan, parlan.
¡Tan seguros de sí mismos ellos
con sus asuntos,
cogidos de la mano de la muerte,
su computadodra de bolsillo,
su impermeable a pleno sol,
caretas sonrientes,
cerrados con botones
para no dejar que esta paz,
esta dulzura,
para no dejar que este grito alarido
descomponga,
pervierta, haga trizas
su muerte!
54
XXXIX
Te he buscado en la soledd y en el bullicio,
en las bibliotecas.
en las catedrales
y tú no estabas.
He mirado bien en los libros sagrados,
en las peregrinaciones
y alli tampoco estabas
Ya no sabía en donde buscar,
miré en lo alto de las montañas,
en el monoteísmo y en el ateísmo,
en el eros y en el espíritu,
en la India y en Grecia,
en santos y filósofos,
en el día y en la noche,
siempre buscando
por los caminos y campo a través,
en la clausura de los monasterios,
en las casas de putas,
buscándote,
buscándote,
y tú no aparecías,
te llamaba gritando,
te rezaba
de rodillas, me arrastraa.
Yo sabía que eres
el volar del vuelo,
el sonreír de la sonrisa,
que sin ti no hay alegría,
pero mo te encontraba.
55
XL
Diosa,
agua en el ardor
que me entra, me entra y me refresca
y me navega
hecho mar de mí mismo,
hecho pez de lo profundo
en sinfonía de giros,
los ojos bien cerrados, hondo, hondo,
en negro gemir,
honda paz.
Cachalote que nada,
cachalote que canta,
cachalote.
No volverá jamás ese sol que me quemaba
y me secaba.
56
XLI
El viejo monte
antes lleno de caminos,
la vegetación los ha deshecho
y andan ahora por los aires
rotos, miserables
cantando tontamente,
caminos que se han perdido,
que ya no sirven para nada,
bailando con el viento.
No me importa,
no me imprta en absoluto
que el bofetón o el beso me vengan por la derecha
o por la izquierda,
voy abierto,
inerme,
arrojadas todas las armas
todas las, todos los.
Sólo puedo encontrarme,
vida, contigo.
57
XLII
Me vuelas, no solamene por delante,
tambien por debajo y por detrás,
no hay más que tú; el mundo,
arrastrándose por el suelo
miserablemente, sin ninguna
posibilidad de intervenir,
desechado en la papelera, mundo sido,
rastrero, triste,
quieto mund,
mun,
mu,
m.
Y la vida frutal, madura, en baile.
58
XLIII
Cuánto me ha costado encontrarte en esta sierra,
desembarazarme de los brazos familiares,
el terror de milenios, qué gran batalla,
que me llamen loco.
¿como puedes hablarle a la vida, que eres tú mismo?
El escándalo: ¿cómo te atreves a hablar así de nuestro
Dios?
Me encuentro solo,
unos me persiguen, otros se sonríen, otros me desprecian.
Pero ahora, Diosa, estamos
en esta altura
tú y yo,
un chivito con su cabra loca por las peñas
riendo.
59
XLIV
Nosotros
en la época glaciar,
indefensos,
luchado con grandes animales.
Poco a poco aprendimos a hacer instrumentos,
a cultivar,
tener casa.
Rezábmos. Las pestes
nos diezmaban; hacíamos
procesiones, pero fue nuestra ciencia
quien las venció; no bajó Dios una mano
desde el cielo diciendo: tomad este medicamento.
La libertad y la democracia son sólo nuestras;
el deísmo fue siemre su mayor enemigo.
Si a los recién nacidos los dejásemos como los recibimos
serían solitarios y mudos como los animales.
Nosotros les enseñamos a reír, a amar,
a jugar,
les damos la dicha nosotros,no la traían.
La vida –celebrar, entender,ayudarnos, pintar- somos
nosotros,
la tenemos con nosotros,
el cielo es aquí,
en nuestro mundo, nosotros.
No hay otro dios, no hay otro Cielo, no hay otra vida:
nosotros.
Y cuando nos vamos del mundo
y nos vamos de ti, diosa amada,
otros ocupan nuestro lugar
y la hoguera aumenta,
creces, Madre,
te haces cada día más hermosa,
justa, libre.
Venerando al antiguo dios nos habíamos olvidado de ti
¿Dónde te levantaremos la primera estatua,
pondremos tu nombre a una plaza,
a una niña?
Es placentero,
¿cuándo?
60
XLV
Todas nuestras ratas con el rabo húmedo,
ratas sin libertad,
atemorizadas,
que no saben vivir solas
nacionalizadas,
colectivas,
igualitarias,
amorosas,
que estaban a millones escondidas en las alcantarillas y
los sumideros
se han escapado,
y aquí las tenemos a todas delante
iguales en el trato,
en elgusto,
en la tele,
en el arte.
Avanzan a besos castos,
a sonrisas tristes,
roedoras de lo grande,
de lo diferente,
de lo nuevo.
Son las viejas ratas de siempre,
eternas ratas mentirosas
que de vez en cuando salen de las cloacas e invaden el
mundo,
roen la vida,
lo dejan todo legalizado,
socializado,
ratas burocráticas.
No vale cerrar fronteras, puertas, ventanas,
pasan bajo tierra,
vuelan por el aire,
su celo las hace intrépidas,
morir a miles no les importa,
mártir, resucitaré en el Cielo.
Venís
arrastrándoos, volando
entre el sol y nosotros
parecéis cielo.
Muy despacio avanzáis
suaves, os metéis
en nuestras calles, en nuestros amigos,
blancas, sí,
61
pero ratas
que nos tapan el sol,
que nos quitan la vida.
Nosotros os acariciamos,
parecéis inofensivas;
nos contagiáis vuestro olor
de ratas de alcantarilla,
estais enfermas, ratas
blancas.
Vais cubriendo el mundo, arrasando
lo que se eleva, todo
ha de estar muerto
como vosotras, ratas
iguales todas,
pequeñas,
con vuestros dientecitos y vuestros grititos,
mansas,
trabajando para costruir el Paraíso,
obedientes,
mirando con ojillos amorosos,
así tenemos que ser, pensar así,
lo demás nos está prohibido,
pequeñas ratitas,
buenas las unas con las otras,
trabajadoras,
dóciles
ratas blancas.
Aquí os espero
en esta cumbre,
la he estado escalando toda mi vida
con miedo muchas veces
buscando. Ellas vienen
con la Santa Verdad, que las inflama,
estarán pronto aquí
seguras,
eficientes,
bonachonas.
No son capaces de vivir en soledad,
necesitan esar juntas,
se quieren mucho. Todo
rezuma en ellas amor. Pequeñuelas,
pero amorosas. Me cortaránla barba,
romperán mi pantalón de flores
y a arrastrarme con ellas,
a encariñarnos, somos buenas,
a lamernos, a estar juntas,
a llamarnos por teléfono
-a pensar, a crear,
62
a estar en soledad angustiado o en éxtais,
a eso no- a ser rata.
Subís diciendo cómo hay que rebajar,
vuestros técnicos hacen informes,
todo lo quieren bien aplanado:
aquella cumbre al sol, este profundo abismo.
¿Y cuando todo esté bien plano qué, ratas,
cuando todo esté bien muerto?
Son infinitas, igual
de blancas, sonrientes,
el reino d los Cielos,
la Sociedad Sin Clases.
¡Si viniera un viento poderoso
que os aventase, que os arrojase
montaña abajo,
podre de bichos blancos,
peste bubónica!
Mas nadie puede nada;
pronto estaremos todos castrados,
ordenados, responsables, sumisos.
Los montes se abajan
se redondean,
se junn unos con otros;
antes levantados, solitarios,
son ahora rebaño,
dulzura de rata.
Qué buenas somos todas,
qué disciplinadas;
ningún picacho enhiesto,
amorosas ratas.
Ahora estamos ya todos domesticados,
sí, ratas,
ahora ya pensamos lo mismo,
Creemos en el mismo dios,
guardamos los mismos Mandamientos;
ahora ponemos la otra mejilla
¿y que conseguimos con ello?
Ahra somos todos iguales,
ya no hay montañas desafiantes,
pululan ratas,
su griterío de vocecitas.
Nada se les resiste,
empezaré a achicarme,
también yo blanca, dulzona
lamedora, rata.
63
Esta cima plácida con la paz de lo alto
se llenará de vuestra algarabía.
Van despacio –dos pasos adelante, uno atrás-
subiendo, las águilas que vuelan
pronto se arrastrarán,
clavarán en mí sus dientecitos.
Venís por mí, aquí arriba os espero,
esponjosas, acercaos,
inerme.
Venís para llevarme,
ya sólo quedo yo,
blancas ratas.
Por todos lados me rodeáis. O espero
desnudo
cantando.
¡Con qué furia
destruíais los templos paganos,
la belleza! Odiáis,
pequeñas como sois, lo grande,
vuestro celo sagrado.
Aquí, ratas buenas,
mordedme aquí, santas.
Os estoy esperando
sobre esta peña, mirando
vuestro paso menudo;
con el corazón preparado a vuestros dientes
estoy, ratas.
Traéis vuestro Libro,
¡Ja, ja, ja,
a cuánta buena gente habéis engañado!
Yo os conozco bien,
ahorraos la prédica.
Ya esa cumbre de enfrente ha sido allanada,
este abismo también,
ahora me toca a mí.
Aquí me tenéis,
hermanas, camaradas,
hagamos de la vida Cielo plano.
64
Tercer movimiento.
XLVI
El incendio me viene,
mi corazón lo espera palpitante.
Ven, te temo,
pero ven.
Mi cuerpo es una víscera que tiembla,
que arderá cuando llegues.
Confiado,
recogido,
carne y espíritu,
sangre y canción.
Ven amor, a mis músculos,
bestezuela que quiere
bailar, llenarse de mí,
que me llama,
me llama,
ven, me llama,
voy.
65
XLVII
Aquí están tus pechos,
aquí el sexo.
Diosa,
al fin bebo de tu agua
en tu verdor.
Aquí en esta altura
donde el mundo no llega,
aquí, tú y yo,
sí, amor, juntos
los dos por estas locas piedras
que se lanzan al abismo
clamando nuestros nombres:
el hijo con su Madre
al fin yaciendo juntos
en este cielo.
Y yo bebo de tu agua,
mi boca en la fuente
bebiendo de ti,
saciándome
y tú lanzando al cielo
gritos y ayes
como estas piedras
gigantes; yo saciándome,
tú llorando.
Bebiendo de ti,
bebiendo.
estoy bebiendo
y mi ansia no se apaga,
aumenta,
mi ansia
aumenta,
con el beber aumenta,
no puedo más,
aumenta, aumenta,
diosa,
mi ansia es inmensa,
no se apaga,
aumenta más,
vida mía.
Al fin te tengo toda,
hembra en mis brazos,
bebiendo en tu boca,
paciendo por tus senos,
desesperadamente
metido en tu agua,
chapoteando dentro,
amada, me muero.
Después nos levantamos
66
Y bailamos desnudos
y corremos,
gritamos,
el mundo no ha podido con nosotros,
libres somos
ya para siempre.
67
XLVIII
En esta fuente bebo,
es mi fuente
Y bebo
agua que me dulcifica
Me calma.
En esta fuente me harto de la dulce agua,
que me embriaga .
El cielo ahora,
que el raído cuervo vociferente ocultaba,
luce de nuevo azul,
de nuevo es nuestro cielo.
En esta fuente mía,
en este verdor,
entre estas peñas que locamente bailan.
he encontrado la paz.
68
XLIX
Cuánto tiempo,
cuánto esfuerzo
para encontrarte,
fuente de la vida.
Sediento y fantasmal,
vestido de seminarista.
Recto y áspero,
muerto.
Un pedazo de palo
seco.
Estúpido, con libros
hasta por los suelos.
Examinado por toda clase de tribunales,
domesticado por todos los látigos.
Y la fuente aquí
en secreto
manando.
69
L
Aquí desnudos
yacemos
en la paz de tu agua.
El aire, el sol,
el manantial,
tú y yo desnudos abrazados
en lo mas alto.
Fuente del cielo eres,
Madre.
Bebo de tu agua
Con mis dos manos,
con la boca,
me embriago.
El mundo, al fin,
olvidado.
70
LI
¡Danza!
¡Danza para que el mundo se deshaga!
¡Que se rompa en cachos el sentido!
¡Que nada sirva para nada!
Monstruos somos a tu alrdedor
deformes,
a tu alrededor, piedras
somos inmóviles.
Haz que nos levantemos
y bailemos contigo tu danza,
que estamos por el suelo
grandes y monstruos
vociferando pensamientos,
que tu voz delicada nos reviva
y nos levante y nos haga contigo
una gran llama.
¡Diosa, clamando, diosa,
Vida!
¡Danza!
5
I
Niña mística,
aquí me tienes, los cuerpos
a mi alrededor placenteros; yo, desolado,
el cuello salido de madre,
espantapájaros.
Niña de la delicia,
estoy aquí luchando
una mitad contra la otra
en pelea incesante.
Niña total,
reúne mis dos mitades,
abrázame.
Tú sola, tú sola;
mi grito inacabable,
pero contigo al lado.
Me ven solitario;
no, yo voy contigo
a veces soñoliento,
otras insomne, sin odiar,
nadie en mi pensamiento,
ninguno, mi dueño.
No me imprtan vuestras advertencias,
me véis por un desierto con mi bloc,
sediento; me da igual.
Yo, el único árbol.
Solo de mundo,
todo me lo han arrancado,
ni una brizna en mis afanes.
Por este secarral,
contigo;
con nadie más,
contigo.
el cielo limpio azul,
vamos juntos tú y yo
enamorados.
6
II
Pensaba que, tan enorme, no podrías caber en mí,
tan largo, días y noches, tan viejo, tan pesado,
años y años metido en una cueva bebiendo y jugando a las
cartas con arrogantes.
Yo aún no había nacido, y de pronto, apareces monstruoso
diciendo que yo
bailarías
y a lo mejor te redondeabas.
Soy una niña, pero
la dulzura no tiene tamaño
ni tu desamparo.
7
III
Y si llamo a la puerta, rostros impasibles
de lapislázuli, sentados;
yo, alucinado/alucinada.
Dónde está vuestra mitad, gritadores,
risas de piedra en ellas
y ellos voces estententóreas en gargantas huecas.
Cierro la puerta y tengo
algarrobos en bancales y la dulce mar azul.
Amada, lejos
de vosotros y vosotras, que sois lo quieto
-vozarrones y risitas-,
lo muerto.
Contigo marcho,
mi otra mitad danzando.
Niña, contigo que no quieres mi hombre duro:
‘y a mí no me gusta’.
Mi voz, gruesa también,
mi puñetazo
-por eso me desprecio-,
mi grito tonante, imbécil.
Niña mía, me haré
amiga tuya, trinaré.
Soy hosco y hueco, pero mírame dentro,
manan allí ternuras.
Niña pequeña, mira esta oquedad,
¿no ves mar azul en calma?
Niña, yo amo tu dulzura,
por fuera soy un oso también,
abrázalo, es de peluche.
Aunque grite, no le hagas caso,
es de juguete, o arrójalo al suelo
y que ahí se quede; pero también lo puedes coger y
apretarlo contra ti.
Niña alma mía,
si no lo pones contra tu cara,
ahí se quedará,
nada podrá sin ti.
8
IV
Sólo tú conmigo;
el amor que se vaya,
doloroso, desencajado.
Que se vaya;
por una dulzura, cuánto sufrimiento.
“Yo te quiero”,
ja, ja, ja, qué descaro.
Que se vaya, que se vaya, que se vaya;
sólo tú a mi lado.
Niña, el eros fuera;
contigo, los dos juntos.
Por una alegría,
dos furias acusándose.
Copmpañera, sólo contigo
los dos caminando.
9
V
Niña frágil,
oquedad inmensa,
alta pradera
donde todos pacemos hierba fresca.
Ribera
con praderas y ríos,
con ganado brincando,
con casas y niños y niñas
y un viejo que fuma a la puerta.
Oquedad enorme
por donde el viento brama rompiendo árboles,
las zorras hacen presa en liebres y conejos,
las águilas aletean violentas persiguiendo a las palomas.
Oaquedad hembra,
que no llenan los rios, los vientos, el sol,
oquedad que nos acoge,
sin ti resbalamos,
caemos del planeta,
nos quedamos fuera llorando.
A donde todo va a parar:
las puertas,
el luto del pueblo,
las procesiones.
Oquedad al viento,
Paco y yo creyendo que la vida es lucha, arte, fútbol,
Doro haciendo sus exposiones en los bares,
Manolo, cogido por el esoterismo, ¿véis?
Oquedad al sol
con sus peligros y sus fieras,
oquedad.
También nosotros tenemos la nuestra; pero la de ellas,
con besos y sonrisas,
ayudarlas, su voz delicada,
flor y ríen como los niños,
oquedad.
Hay allí montañas,
cuidado con los cuarteles,
autopistas.
Para llegar hay que subir primero,
después te abandonas rodando.
11
VI
Niña, ven conmigo,
que la culpa me tiene cogido;
tira de mí,
no puedo con ella.
Que me arrastro,
me lleva a ser carnaza a su guarida.
Que soy una mitad que anhela completarse.
Que estoy llorando, ven
con tu ternura clara.
12
VII
Cansados de la ciudad
-nos conduce el amor-
llegamos al campo.
Yo te voy hablando de esto y aquello
y tú asientes y te agachas a acariciar a un bebé
y yo sigo hablándote y un conejo salta a tu regazo
y tú, mosquita muerta,
los pajaros vienen a tus manos,
los besas, les dices: volad.
Una ardilla se te sube a los hombros,
¡linda, linda!, la acaricio yo y escapa.
Ahora te estoy diciendo que he apostado fuerte,
que soy áspero y feo,
los pájaros revuelan, que tú me haces sufrir,
llorar, intento tocarlos.
¡estás de mí tan lejos! escapan,
tosco, estúpido, sabelotodo,
huyen.
Tú, a manos llenas: volad vuelan
y vuelven. Pones a la ardilla en un árbol
y vuelve,
es la naturaleza que adora la vida,
y a tu alrededor palomas
y árboles que extiende las ramas
Y yo hablando, hablando
y las nubes bailan.
13
VIII
Niña, ¿dónde estás?
Esta mitad, con una oreja y un brazo
a la pata coja
antes se creía el alma,
el hombre mismo.
Este cacho de cara,
medio pelo, un ojo.
Amada, no soy más que un pedazo
sin pasado, doctrinas
-todo eso está ya bien muerto-
sin detrás ni delante.
Manolo, Doro, mirándose,
Paco, Ángel,
todos mis amigos
que sólo sois costado,
venid a completaros. Que
todos somos lado, venid sonrientes.
No hay que adorar a nadie;
dictador, eres babor
y madre. Y tú, niñita,
¿qué serías sin ese otro lado?
Todos mitad,
nada de ‘el hombre’,
está manco, le falta medio cuello.
Diógenes en loncha,
¿lo buscas? Dadle un espejo;
persigues lo que te falta, la dulzura,
demandas lo que ya eres.
¡Un hombre!, tienes
hombre de sobra;
vente con nosotros.
Hosco Zaratustra, gritas
desde tu flanco, ven
a completarte; con vuestra media boca
insultáis desesperados.
Unamuno en un pie y la
mano intentando,
¡si supieses de esta niña
aquí en Gredos conmigo!
Todos, solitario perfil
para la foto.
14
IX
Yo te estoy suplicando
y tú te ríes a carcajadas
y tu risa aleja de mí las tinieblas.
Niña, sigue riéndote de mí,
que este loco triste se alimenta de tu alegría.
Ríete, cascada
cristalina, ríe
y que retumbe en mí tu risa.
Hago piruetas,
pongo un pie sobre mi cabeza,
ríe, ríe más,
tal vez yo pueda conseguir una mueca que se parezca a
una sonrisa.
A tu compás
me pongo a saltar como un títere.
Te lo pido arrodillado,
ríe, ríe, ríe.
15
X
Se acabó la sustancia,
le has dado una patada, niña futbolista,
ahora rueda entre las peñas montaña abajo.
Choca, se abre en cachos,
ruedan muchos,
chocan de nuevo y otra vez se abren.
Harina con gusanos
es lo que queda de aquel basamee que parecía tan
importante.
Ahora la vida somos tú y yo,
potencia y dulzura,
loco y niña.
16
XI
Mírame,
arreglándote el pelo,
descalzándote,
riéndote.
Acógeme,
que yo todo me emtrego,
no otra cosa he estado buscando durante siglos, cabalgando
medio caballo, media cara.
Recíbeme,
para que estos amarillos esplendan,
para que los trinos de los pájaros se hagan melodía.
Sonríeme
y bailarán
con nosotros árboles y peñas,
el mundo dejará de pesar, volaremos.
Ven,
que ya no me pertenezco,
que soy tuyo.
17
XII
¡Eeh, eeh, eeh!,
retumba mi voz por los barrancos y por las alturas.
Árboles que habéis subido con nosotros, tejados, caminos,
escuchad al loco.
Aquí arriba
lo que antes fue picacho
son ahora grandes piedras desparramadas
a su capricho: ésta montada encima,
ésa otra abrazando a ésas,
aquélla erguida en soledad,
qué maravilla el día que se rebelaron.
Bajo las blancas nubes que vuelan libres,
(no están aquí los demonios atormentadores del Pórtico
que asustaban a Rosalía)
es la risa, no el miedo nuestro Dios.
En la cumbre está ahora el loco
bailando entre esta insensatez;
el desatino en lo más alto.
¡Eeh, eeh, eeh!,
mi voz rueda acabando con todo lo muerto.
¡El loco de Santiago escapado del manicomio,
(sigo soñando que todavía me arrastro por sus lóbregas
calles)
el filósofo, el poeta de Conxo!
Esta niña que viene conmigo me dulcificará.
18
XIII
Que disminuya este tormento,
esta muerte,
que amaine,
que se calme.
Clavellinas de la sierra te adornan,
he subido a cogerlas de una peña,
amarillas, azules.
Niña,
vida remansada,
hazme como tú, manso,
como tú, claro.
Que soy un zapato viejo,
pobre don Quijote
atrabiliario, mira qué voz me sale,
carátula, máscara.
Canto
y de mi garganta seca
mira como grazno.
Árbol seco de ramas espantadas.
Hazme manadero de agua fresca,
niña como tú,
dame tu alegría,
que por mí corra un poco de tu agua.
19
XIV
Loco: ¡A la rueda de la fortuna,
a la rueda del canto chico,
a la rueda del amor...!
(Se sueltan y se dejan caer, descansan en tierra
un rato y vuelven al corro)
Niña: ¡A la rueda de la locura...!
(Están, con el loco y la niña, la puta y el
cliente)
¡A la rueda del amor...!
(Caen, uno a este lado, otro más allá. Se
revuelcan por la hierba. De este modo,
la vergüenza y el miedo, por los suelos,
dejan el centro libre y lo ocupa el amor.
Vuelven)
Puta: ¡Que empiece la alegría,
que se me está haciendo más grande,
que me está llanando toda...!
(Se sueltan. Esta vez el cliente, que es un
muchacho de quince años, deja ya la prisa y
ríe. Ahora es el primero en llegar al corro)
Cliente: A la rueda de la carne,
a la rueda del amor,
¡ya no me importa nada más que ntregarme...!
(El impulso esta vez es mayor. Pero la niña
no cae; baila dando vueltas)
Niña: Ya se me ha ido todo lo que estorbaba,
ahora soy nosotros,
¡nosotros, nosotros, nosotros...!
(El loco da volteretas, la puta dice ‘tengo
que irme con este cliente, se pinta los
labios)
Cliente: Te amo. Esta tarde nuestro amor va a ser más
fácil y más grande.
(Se van cogidos de la mano. El loco y la niña,
despatarrados en la hierba, abandonados
dulcemente al rodar de la tierra por el espacio,
cantan con los demás planetas y el sol).
20
XV
¡No amo!
(Corro. La niña volando, su cabeza en la mía)
¡No amo!
¡Loco, cálmate!
Que ellos no se quieran,
que se ocupen sólo en amar a su Dios, temerosos de que
los mande a su Infierno, se comprende. Pero yo no creo
más que en la vida, en nostros, y si no amo...
¡Farante, poeta,
místico puro cuento,
sólo sabes poner palabritas lindas,
relaciones estéticas,
como ahora: restancia!
Estás castrado para el amor,
te has dado cuenta hoy, cuando el que odiabas se ha ido.
Ha dejado el hueco en la cama,
ya no puedes mirarlo con odio. Es joven,
desprecia tu rencor de viejo.
(Y la niña sigue por el aire, las manos en mi pelo:)
¡No amo!
¡Hijito, cálmate!
Ésta es mi loura. ¿Qué
importan
libros,
saberes,
zarandajas?
No amo,
¡tan sabio!
No amo,
¡tan buena persona!
No amo,
¡tan trabajador!
Sólo a mí mismo.
Inventando astutamente fiestas
eróticas y místicas
desde mi cubil.
Cantor de mentiras,
avaro de mí mismo,
sin amor.
El odiado hacía su equipaje:
me acusas,
me censuras
-airado-
soy joven; me voy.
Ahora su lecho está vacío,
21
mi odio está vacío,
mi casa esta vacía.
mi ira está vacía.
Esa un muchacho
como todos, despilfarraba
su cuerpo, su risa, sus palabras.
No era trabajador,
como yo, responsable,
sensato,
prudente,
viejo.
Mentiroso, soy un monoteísta,
hipócrita más. Mi cielo, salvarme,
medrar,
ser más que todos,
eso es lo que quiero,
y me esfuerzo por ello,
es cierto.
Todo esto lo voy gritando barranco abajo
desesperado,
y la niña, mariposa
a mi alrededor
llorando:
“Ya verás como consigues amar,
yo te ayudaré.
Te haré niña como yo,
no corras más,
estoy rendida”.
Que el amor no es de ellos, que tienen ya a su Dios;
es nuestro;
reverenciarlo, temerlo.
Si yo no tengo amor, ellos lo tienen a Él,
no tengo anda.
Sí, esos, los amigos de Jefe,
que buscan un buen puesto allá arriba.
Y así, vociferando,
vamos barranco abajo.
La niña abrazada a mi cuello
volando.
22
XVI
Niña: (Al pie del altar)
Que no son normas muertas
de un libro o una estatua;
que es la vida una niña,
venid a acrecentarla.
Loco: (Desde el púlpito)
El amor, la mitad, sí;
la femenina, la cálida,
la sumisa, la tranquila,
la buena,
la callada, la dulce
mitad; la otra,
la libertad.
(Suben todas las caras a pegarse a la suya. Un
viejo luchador sonríe. Una mujer tira por la
ventana sus muletas)
Abajo la tiranía, aunque sea divina,
que somos ya mayores, democracia.
(Un pájaro tropieza en las imágenes; al fin
encuentra una ventana abierta)
Romper la pétrea quietud,
crecer para abajo y a lo ancho,
esponjarse, llenarlo todo,
levantarse desnudo,
llamar canalla al canalla,
libertad sexual, política,
estética.
Todos: Amén.
Loco: Y ahora bajad todas las estatuas
y que suba esta niña.
Niña: Que yo crezca y,
conmigo alrededor,
la alegría;
muerto el espanto de la condenación.
Todos: Amén.
Loco: Y también el amor, pero la libertad,
vino que nos emborracha,
¡que nos vamos a morir,
que no todo es obligación,
no todo mansedumbre!
Todos: ¡Amén, amén!
Loco: Tan hermoso como abrazar a la Mary
es perseguir en la sierra a un jabalí con
los perros,
¿verdad que sí, Lea?
Todos: Amén, amén.
Loco: Ay, qué bien, nos queremos,
nos cogemos de la mano y ya está;
23
¡no sólo eso. Están también mis
derechos,
que no sólo de amor vive el hombre
ni la mujer.
(Los ángeles bajan pausadamente
enfila de dos,
las manos en el pecho,
rodean a la niña, en el altar sentada
sonriendo, tan dulce,
humilde,
hermanita,
amada)
Todos: Vida,
nuestra diosa,
nuestra potencia, nuestra dulzura
acógenos
que morimos sin ti.
Niña divina,
caduca y siempre nueva,
a ti confiadamente nos entregamos,
porque eres nuestra madre.
24
XVII
-Te amo, loco solitario,
que llevas en la cabeza tu idea
y le vas dando dando forma montaña arriba.
Cuando la tienes, te sientas
olvidado de todo.
Sopla el viento,
nubes blancas se deshacen en el azul;
despacio, la vas escribiendo.
Te amo, loco mío,
siempre con la vida,
día tras día,
año tras año.
La sueñas por la nohe,
por la mañana subes con ella
preguntándole constantemente:
‘creía que sólo tú vivías, pero veo en mí la muerte;
diosa, ¿está contigo? ¿es tu hermana?
¿estás tú sola, con el amor tu padre?
Y así, siempre subiendo.
No vives más que para ella,
angustiado, tenaz:
‘Miguel, ató una cuerda a su cuello y a un cartel de
publiciad en la M-30. Y se lanzó al vacío.
Madre, andamos con la muerte;
me habías dicho que sólo tú vivías.
¿No me contestas?
Lloras sentado en una piedra,
se oye sólo a un cabrero insultando a su ganado y tus
sollozos.
Después regresas despacio;
pero a la mañana siguiente estás de nuevo subiendo.
No amas nada en el mundo más que tu idea,
Estás loco, claro;
‘está loco,
No hace otra cosa que subir por la montaña y apuntar en su
cuaderno’.
Cantan los pájaros sobre tu cabeza jugando al corro,
Pensamiento incansable con fondo de trinos:
‘¿La muerte es más grande que tú?
¿Me has engañado?
Sentado, no importa el tiempo,
pensando, escribiendo:
‘¿O sólo es tu ausencia...?
Como una piedra más de la montaña,
intemporal como ellas.
El viento, los pájaros,
los barrancos, los picachos a tu alredeor, los pueblos por
25
ahí abajo;
tú, desesperadamente con ella.
Nadie sabe tus pensamientos,
escribes libros que no quieren publicarte
y, el que consigues, no lo leen.
Pero ‘tenemos eu aceptar nuestro destino’
Y sigues solo, siempre con ella.
‘Cuando yo muera, todo esto fructificará’
Nadie conoce tus pensamientos.
Se me llenan los ojos de lágrimas al contemplarte,
tu labor es ingente como la montaña,
pero eres perseverante
y la vida es tu amor,
tu idea loca.
Detrás de ti, la garganta con el río;
en lo alto, una nube que se dehace,
sol y viento de la montaña;
tú, con tu amada.
Una golondrina pasa aleteando sin temor, te ha confundido
con una peña,
sentado escribiendo:
‘la muerte nada puede,
es vida todo...’
Piedras locas alrededor;
Tú: ‘Sin embargo...’
Es tarde, pasa el viento, anochece;
bajas con tu idea, retocándola, acariciándola.
Loquito mío,
te amo.
27
XVIII
Si en estas fuentes no hay agua,
subiremos a las más altas.
Están en la cima,
son fuentes libertarias.
Reinará en nostros la locura,
la delicia,
la gracia.
Deja esas fuentes secas;
vámonos a las más altas.
28
XIX
Vamos, niña subiendo,
tú con el pelo coronado de flores,
yo, tocando la flauta.
Para desencantarte,
que se vayan los duendes que han entretejido
tus sueños,
para desentramparnos.
Tú ríes y cantas,
yo, tururí tururí,
subiendo a la pradera más alta
te voy comunicando mi locura.
Que las nubes blancas de la cima nos están esperando.
29
XX
Herida abierta soy llamándote,
ven a calmarla.
El frescor de tu aire,
la sombra de tus ramas.
Blando corre el arroyo,
mi herida clama
abierta y cantan los pájaros.
Ven, amor, que mi herida
te llama.
30
XXI
Soy una niña, no sé qué decirte,
ven,
te sonreiré, te besaré.
No soy más que una niña,
pero tú estás tan solo;
anda loquito, ven.
No te pongas a llorar de esa manera, que soy tu amiga. ¿Por
qué te marchas? Que no lo hago de pena, que yo también te
quiero, ¡estamos los dos tan solos! Ahora sonríes, loco, tu
sonrisa. Ahora soy yo quien llora.
31
XXII
Niña
pura, sin eros.
Anhelo remansado,
nada que combatir,
nada que esperar.
La cabeza en tu regazo
y tú me cantas.
Compañera,
serás hembra y parirás,
yo me moriré;
pero ahora estamos juntos
en esta paz
amándonos.
32
XXIII
Yo subo la montaña,
tú eres la canción.
Yo soy las peñas locas;
tú, el verdor.
Te busco al otro lado
y no te hallo.
Tú eres la ternura;
yo, la desesperación.
33
XXIV
Todos mis brazos hacia ti,
mi palabra,
mi boca.
Qué tristeza cuando estaba sólo en mí misma
y no te buscaba.
Eres mi aliento,
mis uñas,
mi esperanza.
Aunque no vinieras nunca, amor,
quiero ser esta ansia.
34
XXV
Que venga tu locura
a mi amor.
Ven de tu soledad alta,
trae tu buscar atormentado.
Amorosa te espera
la frescura de mi hierba,
el cantar de mi agua.
Después, yo viviré contigo en la montaña.
35
XXVI
Viento, agítame,
aunque las hojas se me caigan y los frutos
y proteste y me levante;
me cansa tanta dulzura.
Toda mi ternura
es para ti, caballo,
desbarátala.
Toro, dame un revolcón,
destroza mi vestido lindo,
para eso me lo puse.
Me duele,
amor,
mi cárcel.
36
XXVII
Más que el amor te busco,
ando sin mi mitad,
media cara.
Más que el amor te necesito,
sin ti no vivo,
sin tu sonrisa,
sin tu mirada.
Más que el amor te amo,
eres yo mismo,
la mitad que me falta.
Más que el amor amada.
37
XXVIII
Contigo mi locura
se desembravecía,
se le embotaban las garras,
se adormecía.
La desmesura de un loco
es imposible junto a una niña.
La acaricabas,
le sonreías.
Pobre locura mía.
38
XXIX
La piedra fue tomando forma de ave
-ya estaba encaramada-
y se echó a volar.
Miradla
con su vuelo pesado
redeada de azul,
aletea,
gira,
se levanta.
Es una gran paloma
redondeada,
el viento la acaricia
y el sol.
Sus hermanas le dicen que baje;
con su boca de piedra
canta.
39
XXX
Amado, yo encima
loca bailando.
Encima riendo,
saltando por las peñas,
gritando: al fin la amante, yo;
tú, dulzura,
el amado.
40
XXXI
Honda iba el agua,
pero tus raíces sabían encontrarla,
y en lo alto
tus ramas se agitaban.
Honda iba horadando,
tus hojas la cantaban.
Revolviéndose, bramando;
la hacias danza.
Honda agua, niña, bailas.
41
XXXII
Llegaste, al fin, a mi cuenco,
yo te esperaba.
Escalador, lo alcanzaste,
yo te deseaba.
Venías ardoroso,
yo te sosegaba.
Entrabas delicioso,
yo te regalaba.
42
XXXIII
Asoma la sierra pñor la derecha como una vaca,
yo te pongo, niña, en mi hombro izquierdo,
te levantas.
Espatarrada te mira
volandera.
Después me das la mano,
por el azul andamos.
43
XXXIV
La luz aumentaba la herida,
era la única puerta,
y cuando entró del todo
el ay se hizo canción.
Junto a los álamos
mansa manaba el agua.
44
XXXV
Tú vas entrando en mí,
ahondando,
ahondando.
y yo me voy levantando.
Emprendemos el vuelo
por el azul
enamorados.
45
XXXVI
Todos los caminos, los sombríos, los anchos,
beodos de dicha
a nuestros pies tocando.
Han renacido, son nuestros musicantes:
las autopistas,
las sendas de cabras;
el acompañamiento
de esta llamarada.
46
XXXVII
Entre las peñas,
cielo azul
y tu risa.
Esta borrado el mundo,
tu voz dulcifica mi ansia.
Nuestra locura.
Y te cubres de fruto temprano.
3
“Favete linguis: Carmina non prius
audita Musarum sacerdos virginibus
puerisque canto”
Horacio, Carminarum, III, I 2-4
(Guardad silencio: sacerdote de las musas,
canto para doncellas y muchachos
versos nunca oídos)
5
Preludio:
“La maya o canto de mayo está relacionado con la mujer y la
poesía. Es arte total erótico-lírico, que nosotros
recreamos a partir de la tradición de los pueblos
indoeuropeos, que se celebraba el 1º de mayo. Lo que ha
sido esta fiesta entre nosotros lo conserva el idioma en la
polisemia de la palabra ‘mayo’. Significa en primer lugar
el árbol que se planta en medio del pueblo. Veámoslo en una
descripción hecha en Inglaterra por un puritano –preciosa a
pesar suyo- del siglo XVI, cuando todavía esta tradición se
mantenía viva:
“En mayo, Pentecostés o fechas parecidas, todos los
jóvenes y muchachas,viejos y casados,corretean por la
noche en los bosques,umbrías,lomas y montañas,donde
pasan toda la velada en alegres pasatiempos: y por la
mañana,cuando vuelven,traen consigo abedules y ramas
de árboles para adornar sus reuniones... Pero el
objeto más prestigioso que traen es su árbol mayo para
llevar a casa con gran reverencia, como veréis... con
un acompañamiento de doscientos o trescientos hombres,
mujeres y niños que van tras él con gran devoción...
Después bailan a su alrededor... He oído noticias
dignas de crédito –y en viva voce- dadas por hombres
de reputación y gran seriedad,según las cules,de
cuarenta,sesenta o un centenar de doncellas que va al
bosque esa noche, escasamente la tercera parte de
ellas vuelven inmaculadas a sus casas”(Frazer 157)
Mayos o mayas son también las canciones de mayo, que en la
antigüedad tenían una preminencia ahora enteramente
olvidada. Eran cantos y danzas de mujeres que, como era de
esperar fueron anatemizadas cuando llegó el cristianismo.
“Canciones de muchacha y baladas representan en la
imaginación y en el lenguaje de los clérigos una sola cosa.
Los concilios en sus edictos y la Iglesia en sus
capitulares no se cansan de prohibir y censurar los cantica
puellarum, cantica amatoria, turpia, obscena, luxuriosa,
diabolica...”(Vossler 167). Ésta es la causa de que apenas
se conserven: “No conocemos, por ejemplo, ninguna canción
6
de mayo y, sin embargo, sabemos que era un género que cada
año reverdecía con la primavera en alegres fiestas de
antiquísima tradicción, derivadas de las fiestas florales
paganas”(Menéndez Pidal, La primitiva poesia, 186) Dámaso
Alonso y José M. Blecua se hacen eco también de esta
ausencia: “La misma antigüedad y la misma tradicción
universal (que los cantos de duelo) acusan las fiestas
primaverales, las marzas y las mayas, de tan prolongada
vida en la cultura europea. Tampoco se han podido encontrar
cancioncillas anteriores al siglo XVI, pero su existencia
es segura. Recuérdese lo que se afirma en una estrofa del
Libro de Alexandre:
“Tiempo dulz e sabroso por bastir(hacer) casamientos,
Ca lo tempran las flores e los sabrosos vientos,
Cantan las doncelletas sos mayos e convientos
(juntamientos),
Facen unas a otras buenos pronunciamientos”(p.XLVIII).
Las cantigas de amigo galaicas y, entre ellas sobre todo
las bailadas, tienen indudablemente este origen.
El arte total erótico pretende la belleza y la vivencia de
totalidad, si no las consigue no alcanzará su fin. El amor
en el arte ha estado siempre escondido, porque el eros ha
sido siempre lo prohibido; lo cual exige una represión cada
vez mayor, pues “toda inflacción de la conciencia está
siempre amenazada del contragolpe del inconsciente”(Jung
77). Nosotros pretendemos un arte para la vida, que no
oculte y sublime, sino que libere, que nos acrezca vital y
estéticamente, que su gozo sea tanto estético como erótico.
Se trata de vivificarnos, y ello implica una regresión a la
niñez, la etapa de la existencia más vital. Vamos a ella
con la inocencia de entonces; con la mente tan aquietada
como a la mística: sucederá lo que la diosa erótica quiera,
a ella nos abandonamos”(Azar, Poética III.Drama).
7
Personas dramáticas:
un coro de cuatro mayas;
un coro de cuatro mayos;
(un coro de cuatro viejos), y
el rey y la reina de mayo.
11
P r i m e r a c t o :
(Los chicos y chicas de los dos coros, desnudos y adornados
con flores, en el trayecto hacia el bosque sagrado)
13
I
(Coro de mayas)
Maya 1ª: Vámonos, amigas,
al amor.
Que el verano le entre
a nuestra carne frutal.
Maya 2ª: Vámonos, chicos,
llenemos el campo de caricias.
Maya 2ª: Estamos ya cansados de palabras y de pantalla,
¡gritos,
lamentos,
ayes!
Maya 4ª: Vámonos, mayas y mayos,
que vuelva la vida, después de tan largo
invierno,
Todas: ¡A la explosión del amor!
14
II
Maya 1ª: Amor, cubre mi cuerpo,
llénalo de caricias,
que mi carne florezca.
Haz de mi arena tierra;
jardín, de este desierto.
Toda mi carne, amor,
te está aguardando.
¡Resucita mi muerte!
15
III
(Coro mixto)
Maya 1ª: La belleza eres tú, amor.
Mayo 1º: La belleza eres tú, amor:
este cuerpo madera es de tu lumbre.
Maya 2ª: La belleza eres tú, que eres la luz
de nuestra triste carne.
Mayo 2º: Nosotros somos sólo el alimento.
Maya 3ª: Para que prenda el incendio.
Mayo 3º: Bellos pechos de mármol que la pasión
no mueve,
agitaos,
retorceos,
gritad en ola enorme
alzándoos,
hundiéndoos.
Maya 4ª: Después, el sosiego,
arribo a dulce paz.
Mayo 4º: Si los cuerpos no se dan al amor,
¿para qué valen?
16
IV
(Coro de viejos)
Viejo 1º: Mandíbula batiente
bate bate bate
mandíbula,
bate
pío, pío
bate.
Viejo 2º: Bate
Mandíbula craneana
bate bate
bate.
Viejo 3º: Bate
Cráneo.
Viejo 4º: Cra cre cro.
17
V
Maya 1ª: Calavera, mira:
con los brazos, las piernas, la cintura,
¡bailo!
¡Cómo me levanta
la fiereza del eros,
calavera sin mirada!
A mi carne toda,
a mis pies descalzos,
a mis dulces senos
cuerpos ardientes llegarán.
Calavera quieta
ni beso ni cuerpo,
estoy desnuda
¡y bailo!
18
VI
(Coro femenino)
Maya 1ª: Hay todavía alguna nube en el cielo,
en la tierra están aún las señales de las aguas
invernales
sobre las que ponemos bailando nuestros pies
descalzos.
El verano está ya cerca,
¡giremos!
Maya 2ª: Que somos jóvenes,
ved como se cuentan sus amores los pájaros;
lo más bello está todavía por vivir,
¡amigas, giremos!
Maya 3ª: Algún viento invernal hay todavía,
no le hagamos caso,
no miremos atrás,
¡giremos alrededor!
Maya 4ª: Con nuestros cuerpos primaverales,
las manos cogidas,
giremos, vueltas, vueltas,
entregadas
al amor.
21
VII
(Coro mixto)
Mayo 1º: Debajo de este árbol vivimos,
se abrazan nuestros cuerpos,
nos amamos.
Maya 1ª: Árbol que nos proteges del mundo,
nos defiendes de nosotros mismos,
nos amparas.
Mayo 2º: Árbol erótico,
bailarín,
faloflorecido.
Maya 2ª: El mundo te odia
e intenta hundirte.
Mayo 3º: Pero no puede nada contra ti,
a sus embatas, bailas.
Maya 3ª: Se arrastra,
intenta socabarte,
faloflorecido.
Mayo 4º: El mundo por los suelos;
tú eres nuestra carne joven,
nuestros pechos y falos que bailan.
Maya 4ª: Yo, virgen,
a ti me entrego.
22
VIII
(Coro mixto)
Mayo 1º: Acarícianos, árbol de la vida,
levántanos,
gira a nuestro compás,
grita,
salta.
Maya 1ª: Nuestro placer te levanta,
te hace llenar el cielo,
te ancha.
Mayo 2º: Te entregas a un viento
de jadeos,
suspiros,
quejas;
te cimbreas
lúbricamente,
árbol de la vida.
Maya 2ª: Nuestros cuerpos
gritan por tus ramas,
el vendaval nos coge,
a él nos confiamos.
Mayo 3º: Penetras y te abres, te solazas,
gimes, árbol de la vida.
Maya 3ª: Al viento nuestras ansias.
Mayo 4º: Sollozas.
Maya 4ª: Cantas.
23
IX
(Coro masculino)
Mayo 1º: ¡Cómo corren los pechos,
saltan,
bailan!
Mayo 2º: Se queda prendida la mirada,
nos embriagan
vuestros muslos blancos,
vuestro pelo suelto,
vuestras risas,
vuestras burlas,
vuestros cantos.
Mayo 3º: ¡Estamos locos,
borrachos de vosotras,
enamorados!
Mayo 4º:¡La mirada no puede dejar de contemplaros!
Mayo 1º: Las manos buscan
vuestros frutos,
el amor nos enloquece.
Mayo 2º: Menos la tristeza de la violencia
todo está permitido aquí esta mañana.
Mayo 3º: Amansemos al amo antiguo,
dulcifiquémoslo;
niñas, enseñadnos vuestra ternura.
Mayo 4º: Cuerpos jóvenes invernales,
¡al amor!
24
X
(Coro femenino)
Maya 1ª: Venid despacio;
nosotras no queremos esa fiereza,
nos espanta.
Maya 2: Venid,
que nuestra pechos os harán mansos.
Maya 3ª: Venid, atormentados,
a nuestros brazos.
Maya 4ª: Venid, que nuestros cuerpos
os están deseando.
25
XI
Maya 1ª: A vosotros, siniestros violadores,
deformes, cobardes
que violáis la dulzura
de la carne, que os servís
de la fuerza monstruosa,
que no os enternecen los lamentos
ni la mirada espantada,
que aterráis el tierno amor;
gente del designio,
agazapados,
que convertís el dulce penar
en aterrorizado grito;
sembradores del espanto
en la carna amorosa,
que no dudáis en hollar glándulas crispadas,
violadores de la dulzura
yo os odio, malditos.
La vida tendría que inventar para vosotros un
infierno,
alimañas sin cuerpo, sólo una obsesión
atroz allá dentro,
sin caricia, garras.
Los gritos no os conmueven,
tal vez os enardezcan; tarados,
hombres del fiero cuerno.
No eres más que idea pétrea ¿cómo osas
hallar la blanda ternura?;
áspero grito es el fruto de tu hazaña.
Cobarde trasgresor,
no en la entrepierna tienes
blando falo en flor;
un puñal asesino
permanente en la frente;
tu idea herramienta acaba en pico.
26
El amor, violadores, es dulzura
que acoge,
confianza, inocencia.
Violador,
¿no te conmueve
el alarido desgarrador de tu víctima?
Tu fiero armadijo, ¿no se atemoriza y hunde?
¿Tan clavado llevas en la frente
el infame deseo
solitario,
inmóvil?
Eres idea fija, insomne
alma horrible.
Si fueras de carne, al contacto
con la otra, también la tuya
temblaría, lloraría, que la carne
tiernamente contagia.
Violador, eres alma
ciega, muerta;
la carne trémula no puede
dulcificarla, de piedra.
Después de tu hazaña,
violador, ¿qué dejas?
¿Acaso tu risa?
La desesperación.
Violador, de este paraíso
de la carne, por siempre serás
maldito.
27
XII
Mayo 2º: Ese abrirse a la entrega,
esos brazos que acogen,
-¡cómo me duele el hombre,
cómo me duele el mundo!-
esa gracia, sonrisa.
Áspero pensamiento,
seguridad imbécil,
no quiero ser más hombre,
este cuerpo anguloso.
No somos más más que mundo;
quiero ser envolvente,
esa piel delicada,
esas tetas que bailan,
todo el cuerpo sonrisa,
mujer.
El que todo lo sabe,
el que todo lo puede,
el que impone la norma,
dios ceñudo en el cielo,
macho horrendo con pelos,
no quiero,
no quiero.
Dulzura tierna,
diosa dulce,
cuerpo frutal,
río suave,
prado verde
-no me aplastes los senos
con tu cuerpo de hombre-
flor, ola,
ritmo suave,
mujer.
28
XIII
(Coro femenino; a la rueda)
Todas; Río de la vida,
¡al mar del amor!
Todo el mundo se iba,
se iba,
se iba
río abajo
brincando,
gritando,
llorando,
cantando;
se iba,
se iba,
en el río
al amor.
Se iban las penas,
todos los recuerdos,
alguno
quería
quedarse;
no puedes,
el agua
te lleva
del río
al amor.
Ya sin mundo estamos
¡en el amor!
29
XIV
(Coro mixto)
Maya 1ª: Bailamos
la rueda de las tetas.
Mayo 1º: Las tetas guiando, saltando
y los falos acompañándolas.
Maya 2ª: Bailamos
la rueda de los falos levantados
buscando las tetas.
Mayo 2º: Ellos corriendo tras ellas,
que las alcanzan,
las están consiguiendo.
Maya 3ª: Ellos atacando,
ellas entregándose,
todos riendo.
Mayo 3º: Ellas atacando,
ellos, vencidos.
Maya 4ª: Ls tetas
con los falos, al fin,
revolcándonos, riendo.
Mayo 4º: Al sol
reinando
los cuerpos.
35
xv
(Rey y reina de mayo)
Él: Estamos en la fuente
con las nubes y los pájaros
y las peñas que saltan
y la brisa;
el mundo olvidado.
Ella: Amor, bebiendo
junto al azul, tu agua.
Él: Las piedras se alzan,
como locas bailan.
Ella: Nosotros nos amamos
y cuanto más bebemos más se levantan.
Él: Nuestra agua
vuelve locas a las piedras,
se encaraman, se inclinan,
no les asusta el abismo,
vociferan.
carcajadas.
Ella: Tú y yo juntos bebiendo
el agua de la vida;
ellas, hasta las nubes, de altas.
Él: Juntémonos, que todos estos cuerpos
enloquezcan.
Ella: Dame, amor, de tu agua.
36
XVI
(Coro mixto)
Mayos: Baja el agua saltando
por la ladera.
Mayas: ¡Ay.ay!
Mayos: El río entra en la vega
y la llena de amores.
Mayas: ¡Ay. Ay!
Mayos: El agua canta y ríe,
la ribera suspira
Mayas: ¡Ay, ay!
Mayos: El río se ha perdido,
la tierra es amapola.
Mayas: ¡Ay. Ay!
37
XVII
(Rey y reina de mayo)
Ella: Ahora mi cuerpo
bebe de tu agua
y mi sed se calma.
Él: Ahora mi cuerpo
bebe de la tuya
y mi sed se sacia.
Ella: Tu agua que grita.
Él: Tu agua que canta.
Ella: Mi sed se mitiga.
Él: Yo sigo sediento
bebiendo tu agua.
Ella: La tuya me llena,
por dentro me baña.
Él: ¡Qué agua tan fresca!
Ella: ¡Qué agua tan clara!
Él: ¡Qué agua tan dulce!
Ella: ¡Qué agua tan mansa!
Él: Amor de mi vida,
qué dulce es tu agua.
Ella: Tu agua y la mía
ya son sólo un agua.
Él: Que ríe.
Ella: Que llora.
Él: Que gime.
Ella: Que calla.
Él: A tu agua se mezclan
cantos de cigarra
con trinos y brisas.
Ella: La tuya me embriaga.
Él: Cae por un barranco.
Ella: Déjala que caiga
Él: Vuela por los aires
el manar de tu agua.
Ella: Es fuerte torrente.
Él: Dulce lluvia mansa.
Ella: ¡Ay,cómo me llena!
Él: Ya mi sed se apaga.
Ella: Yo sigo sedienta,
¡Más agua...1
¡Más agua...!
¡Más agua...!
41
XVII
Mayo 1º: El cielo besa tus pechos,
dulce tierra.
El arroyo nacido en la montaña
viene a fecundar la vega.
Te entra dulcemente
Y tú floreces.
42
XVIII
Maya 1ª: Riégame,
que eres la lluvia, y yo soy
la tierra.
Qe corra en mí tu agua,
que mi carne la espera.
Cauce soy para ti,
te aguardo abierta.
Que mi ardor se calme,
tierra sedienta
44
XX
Maya 2ª: En el amor,
la llaga,
claror en el hondor.
En el penar, cantando
mi herida iluminada.
45
XXI
Mayo 3º: Deja que el silencio
nos acalle.
Aquí no llega el mundo.
Amada,
¿oyes mi ansia?
En ti yo sólo escucho
el amor que gime,
la carne soñando.
46
XXII
Maya 3ª: Amado, yo encima
loca bailando.
Encima riendo,
saltando por las peñas,
gritando: al fin la amante yo;
tú, dulzura,
el amado.
47
XXIII
Mayo 4º: Toda curvas y curvas,
en esta mar plana.
Tus redondeces
moviéndose y saltando,
y tu boca de labios
y tus pechos agitados
y tu cara en la mía
y las olas no se levantan
y nosotros, redondos
y la playa sigue estando llana,
y nosotros en grito
y la playa sin nada,
y nuestros alaridos, nuestras risas,
tu cadera es una ola ancha
y tus senos en ella
juegan y nadan,
y la boca y los dos pies,
las tetas y las nalgas
y la playa sin olas
y nosotros, el mar,
en esta playa llana.
48
XXIV
Maya 4ª: Ola de la carne,
cógeme, elévame, ahóndame,
que es el amor fuerte como la muerte.
Inúndame, ábreme, rómpeme,
delicia de la carne,
que es el amor grande como la muerte.
Deshaz todos mis entramados,
ensancha todas mis fronteras,
que es el amor ancho como la muerte.
Acrecienta mi vivir,
que es delicioso el amor, como la muerte.
51
XXV
(Coro mixto)
ORACIÓN
Mayo 1º: Estamos tú y yo, diosa
del amor, en esta mar
de cuerpos chapoteando
y tú eres lo abierto, eres abismo,
yo en él navegando.
Maya 1ª: Nada más que tu cuerpo;
de él nace esta mar.
Mayo 2º: Aquella dulzura es esta infinitud;
aquel arrullo, este embate.
Maya 2ª: Sin tu cuerpo se marcharían las olas;
desierto el mundo inmóvil.
Mayo 3º: Madre, me has dado
horizonte sin límites,
mar azul que me levanta.
Maya 3ª: Llanto que tú calmabas,
besos que tú me dabas,
son ahora esta mar.
Mayo 4º: Viene desde el horizonte
clara luz,
y yo niño por tu cuerpo retozando.
Maya 4ª: Tu cuerpo es la mar,
las olas levantándonos.
Mayo 1º: “Madre cruel de los dulces amores”,
madre mar.
52
Maya 1ª: Si tú te marchases
este oceano de amor
´ se perdería.
Mayo 2º: En ti aprendí estas olas locas,
en tu cuerpo todas estaban.
Maya 2ª: Madre de las olas,
santa,
tus senos, tus besos,
tu ternuara, tu canto.
Mayo 3º: Madre,
con olas y con barcas.
Maya 3ª: Sin fronteras los cuerpos,
abrirse para darse.
Mayo 4º: Diosa, tú la mar;
yo, este náufrago.
Maya 4ª: Eres estos cuerpos
que yo abrazo y me abrazan.
53
XXVI
Maya 1ª: Venid, olas
anchas, placenteras;
no os temo,
aquí me tenéis
desnuda,
más ancha que vosotras,
más honda,
más clara.
Venid, torturadas,
feroces,
inclementes,
cansadas,
venid a mi amor.
Venid atormentadas,
inconsolables,
inclementes, desesperadas,
que vivo con vuestra ansia.
54
XXVII
Mayo 1º: Tú eres la mar,
su placidez de ola,
su abandono.
La mar,
y yo te estoy buscando.
La mar azul.
La infinita
mar ancha.
55
XXVIII
Maya 2ª: Entras en la batalla,
las olas te acarician,
después van levantándose,
te suben por los pechos,
te besan en la boca,
te acosan, te derriban,
quieres huir, no puedes
y pides piedad
gimiendo, no la alcanzas.
Perdida entre las olas,
ríes, sollozas,
cantas.
56
XXIX
Mayo 2º: Mar amarga,
lanzas a mí tus olas
juguetonas, violentas,
placenteras, luminosas,
anchas, blancas.
Del origen provienen,
llévame a él,
amada.
57
XXX
Maya 3ª: Sales,
grandes los pechos
sofocados. El mar
que ha estado luchando con tu cuerpo,
violento,
oscuro,
gritador,
calma también sus olas
agotado.
Sales con algas en el pelo,
casi en sollozo
tras la dura batalla.
En la playa te extiendes
y el mar, de nuevo, llamándote.
58
XXXI
Mayo 3º: No hay más allá de tu cuerpo,
del mecer de las olas;
de tus curvas redondas.
No hay más allá de tus senos,
de tus caderas, de tu boca.
Eres la mar por la que navego,
en la que me pierdo;
ya no sueño infinito,
contigo no hay mas allá.
59
XXXII
Maya 4ª: Nuestro sol es el amor;
qué pálido ése otro.
Juntados nuestros cuerpos, florecemos.
Rodando,
cantando.
Hermanados, la boca en éste,
el falo en esa compañera,
en cada mano un seno izquierdo.
¡Qué risa las empalizadas!
Somos, diosa del amor,
tu cuerpo santo.
60
XXXIII
Mayo 4ª: Toda es olas la mar,
toda mecimiento.
Toda es abrazo,
toda canción, olvido.
¡Es tan dulce su arrullo!
¡Es tan honda su muerte!
63
Acto único.
XXXIV
Maya 1ª: Después de lavarnos bien
los pies, el sexo,
de quitarnos todas tus porquerías, amor:
los abrazaos anónimos,
todos los besos, las caricias,
toda la obscenidad,
las perversiones más osadas,
volvemos a casa,
a nuestro amor de siempre,
sosegados, hermanadas, cantando.
5
Preludio: Arte total
Un drama puede ser total si es actual —está naciendo ahora
en actores y público-, y es esencial -si su trasfondo es el
(des)entrañamiento originario. Como actual puedo
participar en él, y como esencial me involucra desde lo
más hondo. Como se está creando, al menos en parte, está
abierto al coro que somos los asistentes y por lo tanto,
puedo intervenir en él; esto sucede, por ejemplo, en la
misa, que tiene pautas en las que entra el pueblo. Pero
ese rito no es esencial, porque no habla del espíritu
originario sino de uno impositivo. Es esencial Edipo rey,
pues me atañe en mi raíz la ficción que se desarrolla en
mi presencia, pero no es actual, porque yo no puedo
intervenir y plenificarme en esa actuación.
En cuanto al extrañamiento en la sociedad moderna que
otros han denunciado, nosotros lo sentimos ahora de una
manera mucho más acuciante, y necesitamos buscar ayuda en
el arte, en este momento de la historia en que las
ideologías prometedoras de paraísos han fracasado.
Vivimos en un mundo virtual, nos estamos convirtiendo en
fantasmales; lo único que tenemos es pantalla y libido.
Inevitablemente la civilización se hará todavía más
representativa y tendrá que compensarse con con un arte,
un eros y un espíritu reales y totales. En otro tiempo
el gran arte produjo obras incomparables en belleza y
verdad, pero hoy nuestra necesidacd de integración es
mayor. Para ello el medio es la poesía lírica, que no es
un mero producto de la imaginación, que expresa lo que
realmente estoy sintiendo; sólo falta que llegue a lo más
hondo.
No nos conformamos con esta miseria del arte aparente,
queremos luchar contra su escisión. La liberación tiene
que venir de la sensación y del espíritu, contra la
representación y la conciencia; que al menos algún día en
el arte podamos ser totales dando cumplimiento real a
promeses manipuladoras fracasadas.
La comunión, herencia materna, por su naturaleza no es
permanente. Sólo podemos regresar y permanecer en ese
paraíso durante un tiempo; después tenemos que volver a la
conciencia y a la praxis; pero ese poco tiempo es
catártico, nos limpia de la muerte que inevitablemente
vamos almacenando en el transcurrir de la praxis, y es
vivificativo. Este afán de regreso es nuestro anhelo
consustancial, y las ideologías, que lo saben y nos
prometen un paraíso para siempre, nos engañan y nosotros -
nuestro anhelo nos pierde- nos dejamos engañar. En primer
lugar ellas no son más que grandes edificaciones
representativas, no nos dan de lo que prometen ni una
6
migaja, nos dicen que nos lo darán. ‘Vida total para
siempre’, afirman, pero dejan su realización para una
futura, que nunca llega:
“En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus
clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación
en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la
condición del libre desenvolvimiento de todos”(Marx y
Engels, Manifiesto)
(Sólo con mi libertad y potencia –dación- podrá
conseguirse la de todos –recepción-; no habrá separación
entre mi expresión y libertad, y la comunicación y el
amor. ‘Yo’ seré lo mismo que ‘nosotros’: se nos ofrece la
vida total a todos y para siempre).
“Habitará el lobo con el cordero... No habrá más daño ni
destrucción en todo mi monte santo, porque estará llena la
tierra del conocimiento de Yahvé, como llenan las aguas el
mar”(Isaías 11 6-9).
(Como se considera que Dios es la vida total ya hecha y
acabada, no cabe más que estar junto a Él, y la muerte
desaparecerá).
Pero eso es imposible, porque la comunión es la culminación
de un movimiento, que no puede durar; después comienza otro
y tarda en llegar de nuevo a su auge. Así es en las cuatro
dimensiones vitales.
Recuerdo en la adolescencia: salir del cine y hacerme
cargo de nuevo de la realidad me era tan doloroso que
prefería no ir; el arte imaginario es siempre frustración,
necesitamos uno en el que se pueda entrar, participar y
comulgar; que sea tan real como la praxis y alcance la
absolutez del eros y el espiritu, que se salga de él
renovado, pues ése otro alucinatorio nos mantiene en la
escisión y la aumenta.
7
“Ven aquí, diosa erótica...y en
estas copas de oro
vierte,graciosamente,
adicionándolo
a nuestro festival, el néctar”.
Safo,fr.2
9
Personas:
Un coro femenino de cuatro coreutas,
otro masculino igual y
una actriz,cantante,etc., que haga de
diosa.
11
PRIMER MOVIMIENTO:
Introito catártico.
(En diferentes plazas de la ciudad.
Por ella circulan también los cortejos artísticos
compuestos de hombres y mujeres desnudos y adornados con
flores, que representan a barrios o colectividades
adheridos a la bacanal, establecida el 15 de agosto y a
celebrar en un bosque o parque, al que se dirigen.)
15
Escena primera
I
Bac. 1º: Hoy
el amor se cuela
por todos los resquicios. Imposible
tapar los agujeros. Otros se abren
y entra y llega y toda sombra
huye y las miradas
se hacen deliciosas
y las caricias
eróticas, las palabras y las risas.
Hoy no hay más que un cielo terrenal;
amor lleno de de risas,
de pellizcos, piropos,
de sostenes soltándose.
Eros rosado,
naranja,
de mediodía,
que se sonroja de tan desvergonzado,
que embriaga como vino espeso,
que te abraza y te besa,
te chorrea por la cara, por los brazos,
eros a manos llenas
que sube montaña arriba
y las cabras lo bailan y el cabrero
y los viejos cuervos.
Ninguna nube asomará hoy.
En este amor corremos, nos tuteamos,
comemos y reímos,
dormimos. Las muchachas
no pueden resistirlo
ni aquellos robles,
el arroyo llora de tan cargado
y las vecinas comentan este amor
y el drogadicto del parque,
los contertulios del bar, fumando
a la puerta y
¿cómo no decirlo? Este poeta
deja el poema,
16
no puede más,
ha estado aguantándose mucho, se desnuda,
baja las escalers corriendo
y se abraza a un desconocido que corre también
desnudo.
Imposible pensar,
imposible callar,
imposible no cantar y reír,
no estallar en carcajadas y cantos,
imposible estar serio, decente,
sumiso, escuchar las órdenes,
no olvidar los encargos,
la comida en el fuego,
imposible no juntarse con los demás y commérselos
a besos.
Este eros hoy endulza de tal modo
que redime todas las penas
y los carceleros no tienen más remedio que abrir
las cárceles
y los manicomios
y los cuarteles
y los hospitles
Y los asilos de ancianos
y todos, a desnudarse, a piropearse,
a besarse.
Es imposible no ser bueno con este amor
tan delicioso,
tan cochino él,
tan travieso,
tan por los colchones y en el parque,
tan por las calles y las plazas,
tan muchacha irresistible, eros en lluvia,
hace reír
y bailar
y decir palabrotas sin sentido.
Se mete en todas partes,
entra en las iglesias,
ninguna oscuridad queda, ningun rincón.
Baja por las calzadas
y los conductores no pueden circular de tan
amorosos;
paran, se desnudan,
comentan que este divino eros nos invade,
que antes estaba reprimido, pero que hoy,
17
Y los guardias ya pueden bajar la guardia
y los tenderos dejar que los clientes cojan
y el mendigo Manolito silba
y yo mismo, desnudito me pongo a rascarme
y llega la música
y a bailar todos.
18
II
Bac. 1ª:Antes eras triste, pesada,
pero ahora te has hecho leve;
desde que no tienes pecado
no te arrastras,
enteramente angelical.
Aquella carne de antes
que no se atrevía a levantar la mirada
no eres tú ahora
enarbolada
en torres y tejados.
¡Cuando nos dimos cuenta
de que no había Cielo ni Infierno,
que eran mentira todas esas amenazas,
que no te tenemos más que a ti,
que estábamos perdiendo lo mejor que tenemos,
que eres lo más bueno, de lo más sencillo,
que eres el amor!
Estabas asustada,
carne tan deseada:
abriremos para ti horizontes todavía insospechados,
adaptaremos a ti el mundo
en el que ahora tan sólo andan las conciencias.
Exigiremos que se te incluya en la Constitución,
te levantaremos estatuas,
asistirás a los actos oficiales,
presidirás la justicia,
pondremos fuera de la ley a las almas.
Haremos bacanales en verano, y en primavera, las poéticas
mayas.
Será carnal la novia,
el guardia,
el profesor de química,
la psicoanalista.
Tendremos para ti que pulir las esquinas,
hacerlo todo acariciante,
blando,
suave.
Reinarás, al fin, en España.
19
III
Bac. 2º: Tan seguro que estaba
de que mi mujer, los niños,
el coche, la calle,
mis propias manos. Hoy,
que todo está patas arriba.
que los dogmas están anticuados
que la gente ha salido toda en pelota de sus
casas,
mi pensar ya no sabe en qué ocuparse,
no sirve para representar tanto desorden.
Mejor es que yo también,
como el estanquero y las chicas de enfrente,
en vez de cabrearme, como suelo:
‘esto es imposble, a dónde vamos a parar’,
también yo me desnude
con el alcalde,
el director de la caja de ahorros,
Manolito el loco.
En vez de poner el grito en el cielo,
o dar puñetazos en la mesa,
sonreír y,
yo también,
olvidada la represión antigua,
entregarme a esta borrachera
infame,
ingente,
que nos ha vuelto locos.
Por la calle pasan cortejos obscenos,
todos andan mezclados con todas,
es imposible andar vestido, la gente seria salta
por lasazoteas
a la oficina,
al mercado:
a los vestidos, los desnudan y abrazan.
Tanta fiesta no estaba prevista por la autoridad
por las compañías aseguradoras,
por las encuestas de la Sociología.
Pero no me enfado. A veces la vida hace locuras;
lo que tengo que hacer yo es desnudarme. Sí y
bailar con quien sea,
el portero del colegio,
un librero,
una puta,
con quien sea, entregarme
20
a la vida, que hoy ha roto
todas las compuertas.
Y no creer en nada, no estar seguro de
de nada; desnudarme y
abrazar.
21
IV
Bac 2ª: Venid, que el amor me arrastra,
padres,
esposo,
hijos.
Venid, normas,
jueces,
arzobispos,
tirad de mí, que me lleva el amor,
que me encandila con sus olas.
Tirad de mi otra mano,
coroneles,
ideas políticas.
abuelita,
que el eros quiere mezclame con todos y con todas
en un horror de dicha.
Ya me he desnudado,
me lleva; si no acudís
¿qué será de mí?
Me encontraré perdida
en ese mar de gozo,
de horror,
de olvido,
de temible placer.
Venid, remordimientos,
culpa, temores.
Acudid celos, deber conyugal,
que me pierdo. ¿Cómo
voy a poder resistir? ¡Ayudadme!
Que me lleva
¡A la bacanal del amor!
23
Escena segunda.
V
(Coro mixto)
Bac. 1º: Hoy la carne florece
Bac. 1ª: Hoy la carne canta y baila.
Bac. 2º: Y es el desiporre, porque
no tiene límites,
cuando se le desengancha la cincha.
Bac. 2ª: El corsé,
el cinturón de castidad.
Bac. 3º: Se vuelve loca,
ya no hay manera de contenerla
hasta que no haga todo lo que quiera.
Bac. 3ª: Todas las mayores guarradas,
obscenidades.
Bac. 4º: Todas las porquerías que ha estado
deseando cuando estaba encarcelada.
Bac. 4ª: Hasta que no las haga todas,
esta carne pacífica,
que no quiere violencia,
que ama la caricia, la fiesta,
la carcajada.
Bac. 1º: Esta carne buena,
hasta que haga todo lo que desea,
y se sacie; entonces
ella sola se calma.
Bac. 1ª: No hará falta someterla de nuevo,
atarla,
insultarla,
llamarla pecadora; no,
ella sola se calma.
Bac. 2º: Se sosiega.
Bac. 2ª: Ahora hay que dejarla
que haga todas sus cosas,
porque no es mala,
no hace daño a nadie,
no es violenta.
24
Bac. 3º: Es carne mansa,
placer es lo único que quiere,
disfrutar toda ella,
sin herir a nadie, gozar.
Bac. 3ª: Toda ella; que no quede
ni una brizna triste.
Bac. 4º: Solitaria.
Bac. 4ª: Herida.
Bac. 1º: Maltratada.
Bac. 1ª: Que la carne es dulzura
apasionada.
25
VI
Bac. 3º: Después sonará la trompeta que da a cada uno su
lugar,
su uniforme, su dureza;
hoy la carne sometida no recuerda injurias,
sólo quiere placer,
gozar, deleitarse, abrirse como un río,
la triste carne pálida,
muda, con pelos,
que anhela amor.
La pobre carne estorbo, que escondemos
detrás de una puerta, en una maleta debajo de la
cama
y que, ahorcada en una percha, solloza.
Carne vergonzosa que disimula, tras una sonrisa
de sumisión, que está muriendo y dices
cuanto antes mejor, cuanto antes
tenga 50, 80; a ver si entonces
me deja ya tranquilo.
Esta carne, que se ha cansado de sufrir,
hoy se ha levantado,
ha salido del rincón, del orden,
de la vergüenza,
de las buenas costumbres
y aquí la tenemos poderosa
sin ningún dios prohibidor.
Hoy la carne llena las calles
y las plazas gritando.
26
VII
Bac. 3ª: El alma con reloj en la muñeca,
corbata,
calculadora,
que está en todo,
que nada se le escapa,
que vigila,
cuenta mis faltas
escrupulosa,
triste,
solitaria,
¡que se vaya!
Hoy dulcemente abrazada,
reina la carne
y se esponja,
pierde la coraza,
al azul del cielo
por las plazas,
al azar del amor,
carne que nada pide,
con pájaros,
abandonada,
a la deriva,
subida al cielo del gozo.
Esta carne que hoy se hace dulces piruetas,
melocotón en almíbar,
cucurucho de fresa.
Que se pone cintas rojas,
salta a la comba,
suspira,
que no estaba acostumbrada
y se sorprende de que el placer la tenga en sus
manos.
Esta carne amorosa,
tan queriéndose juntar,
carne con flores, trenzas, mirada,
que se pone cóncava para lo convexo,
se balancea,
siempre redondeándose redondeada,
que sobrevuelan mariposas,
acariciante y acariciada,
nos la tenían prohibida;
le gusta mucho a ella
juntarse una con otra sin barreras,
restregarse,
nos la tenían prohibida
y el balanceo del amor.
Ahora, miradla,
como los niños y niñas en el recreo,
tan contenta, carnalmente
28
VIII
Bac. 4º: El cielo hoy se ha hecho carne
plácida, sinuosa, acariciante,
ahora desde arriba
no caen amenazas, infiernos, sino
besos pcht, pcht,
que se juntan con los trinos
y una mano o un seno te acaricia
cuando pasas, sobre todo
si vas pensativo, entonces
te desnuda, te abraza
fuerte, fuerte
como cuando bebé,
como cuando te acostaste con aquella primera
puta
que te mimaba con su cuerpo.
Hoy no hay nada que temer desde el cielo
dulcemente carnal.
29
IX
Bac. 4ª: No le asusta el abismo
a esta carne apasionada
que todo lo llena de ternura,
porque sabe muy bien que nadie puede
resistírsele,
ni los ángeles ni los jueces;
de tan mansa, y es
más poderosa que las ametralladoras,
por eso la tenían sojuzgada.
Pero hoy ha roto las cadenas
y mírala, qué inmensa-
mente grande y qué
suavemente vence toda resistencia,
todo lo hostil rebasa
y hace que todo a su son baile,
que todo: esperanza, terror,
todo: sacerdotes, políticos,
sea hoy dulce amor.
33
X
(Coro femenino)
Bac. 1ª: ¡Condecoraciones, aplausos a este Falo!
Bac. 2ª: ¡Falo general de brigada!
Bac. 3ª: ¡Falo arzobispal!
Bac. 4ª: Falo, mira,
nosotras y nosotros ya estamos desnudos,
te hemos abierto todas las puertas.
Bac. 1ª: Falo, hoy es tu día,
Hoy reinas en España,
Falo rey, Falo I.
Bac. 2ª: San Falo,
nos humillamos, besamos tus pies,
te adoramos, te glorificamos.
Bac. 3ª: Falo, mira mi cuerpo tembloroso,
mi humilde cuerpo esperando,
tómalo, tuyo es.
Bac. 4ª: Venid a recibir al Falo que llega,
los sacerdotes y las monjas,
los cardenales, el cabildo en pleno,
que el Falo entra en la catedral bajo palio,
que se va a sentar en el altar mayor,
que todos nosotras y nosotros lo vamos a adorar
y le pediremos mercedes.
Bac. 1ª: Reciben eal Falo el Rey, el Presidente del
gobierno
y sus ministros,
el Alcalde le hace entrega de las llaves de la
ciudad.
Bac. 2ª: “Falo, venga aquí, Excelencia”
el Falo ni caso, ríe, ni caso,
él sabe a qué viene,
a infestarnos a todos de amor.
Bac. 3ª: ¡Falo, esta vaginita linda!
Bac. 4ª: ¡Falo, mi culo!
34
Bac. 1ª: ¡Falo, que te toque al menos!
Bac. 2ª: ¡Falo, te amo!
Bac. 3ª: El Falo reparte bendiciones.
Los presentes se avergüenzan de sus falitos
chicos.
Reparte besos (lo hace)
Bac. 4ª: ¡El Falo bueno, el Falo santo!
Y su cortejo, orgulloso de ir con él,
un Falo tan hermoso,
tan inmenso,
tan encendido,
tan alegre, tan sonriente.
Bac. 1ª: Y las secretarias se arrodillan
y los jefes de negociado y los tristes poetas.
Bac. 2ª: El capitán de la compañía de honores baja la
cabeza y el sable cuando pasa.
Bac- 3ª: Pero él se la levanta,
besa a los soldado en la boca, los enciende;
porque este Falo va incendiándolo todo a su paso
Bac. 4ª: Y una monja ruborosa se desnuda,
y se despepitan todos,
y piden, Falo, tócame al menos,
todos ardorosos.
Bac. 1ª: El Presidente, loco de amor, se desnuda, lo
mismo que sus ministros.
Bac. 2ª: Y todos, a desvestirse en seguida para, al menos
sentir su roce.
Bac. 3ª: Una vieja reza: si consigo tocarlo reverdeceré
¡Hacía tantos años que no venías!
Bac. 4ª: ¡Tanto te deseábamos!
Bac. 1ª: ¡Hoy es un día grande!
Bac. 2ª: ¡Te tenemos con nosotros!
Bac. 3ª: “Excelentísimo Falo, nosotros estamos aquí...”
Bac. 4ª: Todos: “¡Viva el Falo! (Aplausos)
¡¡Fa-lo, Fa-lo, Fa-lo!!”
35
XI
(Coro femenino)
Bac. 1ª: Falo, mantente enhiesto
-me abrazo a él, así le es más fácil-
falo, nuestro destino,
falo, resiste;
pero se tambalea,
irremisiblemente, los dos abrazados
por los suelos. De nuevo levantarlo,
este falo me mata.
Sin embargo veo otros
azules, amarillos, verdes
con un trozo de vela o de bandera,
deliciosas ellas recibiéndolos.
Bac. 2ª: Esforzadamente
-soy niña frágil-
en cansada pelea
levantándolo.
Con él navegaré
por cielos y por mares;
desnuda, besadora, marinera.
Bac 3ª: Nunca más abatido, siempre sobre las olas,
Ala luminosa,
niña cantora
en fiero combate.
Nunca más caído; siempre
triunfal,
enhiesta flor
en el mar del amor.
Bac. 4ª: Me transportas,
mi opacidad la irisas,
levantas mi fatiga,
alado gigante,
ansia de penetrar,
sobrio en tu luz.
A tu sombra soy, falo,
luminosa dulzura.
A veces tersamente
vela al viento,
me dejo conducir,
araña de su ala,
buscando.
Bac. 1ª: En ti subida, falo,
encaramada,
oteando el azul,
falo, mi falo, a ti
36
entregada.
Bac. 2ª: Falo, tu poderío
sin mí nada sería.
Bac. 3ª: Yo te voy conduciendo,
a veces suspirando,
a veces lanzando mis clarines,
juguete de las olas,
en amorosa tormenta.
Bac. 4ª: Atrás quedaron playa, mundo, recuerdos.
por la alta mar navegamos.
37
XII
Bac. 1ª: Nací para morir,
para gritar, para deshacerme
en el amor. Para florecer sólo un día,
para bailar desnuda. Para
resucitar a los probos,
a los serios, a las delicadas.
ufriré y gozaré; vosotros
muy circunspectos; yo no tengo
nada que salvaguardar, no tengo mañana. Mi
voz es ronca del vicio. Mi boca,
miradla, qué deliciosa,
no sabe hacer otra cosa que besar,
que reír, que lamentarse, que
suplicar, y tras ella toda la
universalidad de mi carnal amor.
Una desgraciada, una perdida,
una furcia, gloria para los probos,
para las dulces, venid,
qué tedioso el mundo sin mí. A mis brazos,
a mis senos, a mi boca,
a mi vientre. Sacudid vuesro hastío,
grosera pero irresistible. No sabéis nada, pobres
maniquíes: al gozo con vuestra
amada puta, venid,
a la alegría de la resurrección; estáis
muertos; veréis. Todo lo vuestro lo vais a dar
sin reservaros nada, así
es como yo vivo.
39
Escena segunda.
XIII
Bac. 1º: Te me vienes encima,
con qué dulzura,
mis brazos no me llegan,
la boca, el sexo.
Te me vienes,
te me abalanzas,
me abro y abro
para tenerte toda en mi abrazo.
te besobeso bien,
te lamo,
te canto,
carne, mi diosa,
mi santa,
carnemadremía.
Te me abalanzas,
dulzura mansa,
navego en ti
y me hundo y me elevo y alzo una bandera;
carne en olas,
que se me abalanza,
que se me viene toda
inmensamente dulce,
yo no puedo
con tanta.
Te me vienes y yo
recibo todo el peso;
te me abalanzas, trinas,
no amenazas,
carne hermosa que viene
¡tan placentera!
a ser abrazada.
Te me abalanzas toda, no puedo
con tanta dulce
carne apasionada.
Por todas partes vienes
con tu dulzura suave,
con tu cadencia,
con todas tus caricias, vienes.
¡Tanta y vienes!
Me envuelves,
te me echas encima;
nada escapa, todo
me lo conviertes en dulzura
apasionada.
40
XIV
Bac. 1º: Vienen
rodando.
Vuelven
y vienen
y otra vez
y otra
en constante venir,
aumentan viniendo,
más altas cada vez,
agitadas, desatadas;
alguno huye,
otros se apartan;
otros se acercan resueltos
y en el venir
se pierden.
Bac. 2º: No hay que tenerlas miedo,
que el embate acaba siempre en dulzura,
en caricia,
es un ataque suave,
redondo,
ni gritan ni arañan,
es un combate delicado
que te abraza,
te hace suyo,
se acabó el cavilar
y te pierdes.
Bac. 3º: A sacudidas altas,
A golpes fuertes de mar,
risas redondas.
Es una batalla de ternura,
en ella, una vez dentro,
entras de costado, de cabeza
a besar plas.
Son tetas que se han liberado,
Que ahora andan tan frescas:
míralas, no tienen ningún miedo,
han pasado a la agresión.
Y el horizonte oscila,
lo mismo si te vuelves;
es tetas bailando
y el cielo también
en movimiento alto;
nada quieto: redondo todo, oscilando.
41
Bac. 4º: Mira éste, trepa;
pero cuatro avanzan,
se mueven como sólo ellas saben
y en esa cadencia
lo hacen entrar.
Allí han queado aquellos aislados,
piden socorro. Uno intenta
sacar la cabeza,
los otros bucean.
Los cuerpos unos hacia arriba,
otros de lado con los picos
y te cogen el culo y zas, al suelo.
así que bueno, tetas para arriba
corriendo unas, lanzando amenazas;
tetas enhiestas estandartes,
accionando violentas,
otras, a pasos largos
y ya las tienes en la cara;
estas sonríen después de la contienda.
Tetas que son hoy el único horizonte,
no hay otro límite,
ninguna otra meta.
Aquí aparece un pie, tiras,
rebosan por encima y caen suaves;
Nada hay mas tierno,
todas en esta fiesta,
en esta mar: nadamos, buceamos.
Bac. 1º: Siempre venís, hermanas,
igual de redondas,
igual de tranquilas;
en cambio el falo es solo,
aristo, áspero; ellas son dos, no espían,
plácidamente estan en compañía,
son las que cantan;
ellas para ser paz son dos.
Tetas por el cuello, la barbilla,
pasan besando,
para besar pasan,
las tetas besan pasan,
resbalanbesando pasan,
sebesanpasan
y los pezones se quedan prendidos
¡zas! Se sueltan y corren,
adiós, qué prisa tenéis,
como corceles al galope,
plop, plop, plop.
Bac. 2º: Llegan rodando, llegan, llegan, llegan;
empujan suaves, aterciopeladas,
acarician osadas
42
redondas con un pico.
Vienen siempre entregándose
invitadoras,
susurrantes,
llegan siempre así de abiertas,
de nada escondido,
están en esta fecha sin secretos, podéis llegar
y coger,
somos fruto maduro,
tomad, besad.
Siempre así de tranquilas,
dando siempre la paz,
estas tetas que hoy
han tomado el mundo,
otro ya no hay.
43
XV
Bac. 2º: No me miréis así,
estoy enamorada.
Ved mis ojos, mis senos:
enamorada;
mi risa, mi vientre,
y os contagiaréis:
enamorada.
Levantáis los brazos,
ponéis el grito en el cielo,
esta mujer procaz:
enamorada.
Toda la risa en mi cara,
el andar, las manos,
el cuerpo entero;
venid todos conmigo,
que el amor me transformó,
enamorada.
45
Llegados los coros y los cortejos al bosque sagrado o
parque, se celebra el concurso de cortejos, a la manera de
la Grecia clásica. Despues tendría lugar el aliterario
I N T E R L U D I O:
C O M I D A C A M P E S T R E.
49
Escena primera.
XVI
(Coro mixto)
El personaje femenino que encarna a la diosa puede llegar,
desnuda, en globo o helicoptero o bajar de una grúa o por
algun otro medio espectacular.)
Bac. 1º: Diosa, en tu seno vivimos siempre,
pero hoy nos conviertes
en llamarada.
Bac. 2ª: Nos metes en tus olas
niñas; después nos arrojas
a tu alta mar.
Bac. 2º: Aquí, a tu capricho,
madre, el mundo
ha quedado lejos,
a tu placer nos mueves,
nos llevas y nos traes.
Bac. 2ª: En tu loco baile,
a tu merced quedamos,
nadie nos ayuda.
Bac- 3º: Y tú te vuelves loca
y te revuelcas, ríes
y somos nosotros los que nos juntamos.
Bac. 3ª: Diosa, nos tienes en tu poder,
como si a ti te fuera mucho en ello,
como si tu gozases mediante nosotros.
Bac. 4º: Y, unos con otros,
a consumar el dulce sacrificio.
Bac. 4ª: A comulgar contigo,
al dulce deshacernos
del amor.
50
XVII
Bac. 1ª: Somos las mujeres de la vida,
tus sacerdotisas, diosa,
que hoy celebramos la santa misa del amor.
haznos puras,
inocentes,
placenteras,
y también a nuestros amadores.
51
XVIII
Bac. 2ª: Diosa, haz mi cuerpo infinito
este cuerpo que teme,
este cuerpo que espera,
este cuerpo que tiembla.
Que el amor me desborde,
que no cabe en mi carne,
que se rompen los límites,
que no mande hoy el mundo.
Hazme nada con todos,
hazme todos yo misma,
mi cuerpo desvalido,
diosa, házmelo infinito.
52
XIX
Bac. 3ª: Cógeme desde abajo,
por las piernas y sube acariciando,
sí, y besando, sube
enroscada a mí
como una serpiente,
sí, abrázame bien
y muéveme, agítame,
zarandéame, así, dulcemente,
apriétame contra tu boca,
méteme dentro toda tu pasión,
que beba el fuego de tu beso,
embriágame como tú, Madre;
que todo tu ardor
me enloquezca también a mí
y en medio de la bacanal,
las locuras más locas,
más prohibidas.
que el fuego del amor me purifique del
mundo,
y riendo,
niña,
sea tuya.
53
XX
Bac. 4ª: Húndeme en tu abismo
y que después resucite florecida,
que mi carne renazca.
Haz de mi cuerpo ola,
haz de mi carne canto,
enloquece mis pechos,
enloquece mi boca,
enloquece mi sexo.
Para el amor nací,
haz de este cuerpo quieto
carnal locura,
sacia mi ansia, aumenta mi ardor,
que toda yo sea lamento;
vida, que toda yo sea dulce carne,
que coman de mi boca, de mi cuello, de mis
nalgas...
Mira, desnuda estoy,
mis pechos sedientos
para el amor los tengo.
Muero de soledad,
enloquéceme, diosa,
que muero sin amor.
55
Escena segunda.
XXI
Diosa: Cuando llega vuestra diosa
comenzáis una loca danza.
corréis emocionados,
ruborosas, abiertas como flores,
mirándome extasiados,
porque me amáis
más que al antiguo dios, que os tenia sometidos.
Pues había que inclinarse reverentemente cuando
él pasaba,
nadie se atrevía a mirarlo;
yo, en cambio, os digo:
‘¡Vámonos todos a la orgía carnal!’.
Por eso, cuando ando con vosotros y vosotras
os alborotáis;
nada de besar mis pies, bailáis
unos con otras desnudos y aun los más tímidos
se atreven; nada de
‘diosa, que alta eres y nosotros
qué miserables’; ahora
todo es alegría, sonrisas,
nadie es más que nadie. ¿No véis lo
desnudita que estoy yo?
Él no se desvestía; se plantaba
una corona sobre la testa,
con su ropaje talar. Las cosas
han mejorado, ahora sois un rebañito y venís
al campo a retozar;
yo, vuestra pastora.
Y los pájaros, con qué alegría lanzan
al aire sus mejores trinos;
las yeguas se revuelcan por la hierba. Se
esfuerzan
los cuervos graznadores en dulcificar
su áspera voz. Los ciervos se acercan sin miedo.
Todos me aman, y vosotros:
‘miralá con sus pechitos, nuestra diosa’.
Intentais abrazarme, besarme,
acostaros conmigo; me desea
también ese monte levantado
y este arroyo no se aparta de mis pies como un
perrillo,
la maleza se me enreda besucona por las piernas
y la brisa no quiere irse de mi pelo;
56
se ahueca el césped invitándome.
Hasta los mundanos caminos se me acercan,
me acarician un pie, la cara.
Y el vaivén de esos cerros
¿a qué creéis que me está invitando,
y esos árboles agitados?
Se me hacercan alimañas que salen de sus
guaridas,
lobos, zorros, jabalíes, machos y hembras
retozando; al contrario del dios anterior
que todo lo humillaba, yo
lo levanto todo,
mirad las nubes blancas,
¡qué cabriolas en el azul!
La naturaleza ebria,
se besa y se abraza.
¿No véis cómo suben unas sobre otras las peñas,
cómo bailan los árboles?
Todo a mi alrededor es danza. Nada de
acatamietno:
alegría desbordada,
borrachera erótica,
desnudez: vosotros y vosotras acariciándoos;
se cimbrean estos pinos rumorosos,
acariciantes:
amor, me piropean
las urracas con sus graznidos,
los caracoles llevando su casita: amor,
las ardillas saltando: amor,
las cigarras en la rama: amor, amor.
Es que el eros nos envuelve, es
la bebida que nos embriaga,
no sabemos qué hacemos,
ebrios en esta paz de agosto,
cuando el mundo está lejos
y la carne triunfa.
Y ahora que, en medio de vosotros,
yo me pongo a bailar,
mi sonrisa de miel,
las curvas de mis brazos,
mi ondular de sierpe pecadora,
las palomas de mis senos,
mi vientre, promesa de dulzura,
enloquecéis de pasión.
(Baila)
57
XXII
(Coro femenino)
Bac. 1ª: Diosa, alrededor;
tú en medio, nosotras
rodeándote.
Bac. 2ª: Alrededor, diosa;
no estás en un altar.
Bac. 3ª: Nosotras,
alrededor llamándote.
Bac. 4ª: ¡Pichona!
¡Dulzura!
¡Salada!
Bac. 1ª: ¡Brota en nosotras!
¡Nace!
Bac. 2ª: Redondeándote, hermosa,
cachonda,
hermana.
Bac. 3ª: Haznos femeninas,
amorosas,
delicadas.
Bac. 4ª: Violentas,
enajanadas.
58
XXIII
(Coro mixto)
Bac. 1º: Tan tierna,
tan dulce,
venid, nos llamas.
y te mueves, bailad,
en curvas dulces que embriagan:
venid, venid,
al amor.
Bac. 1ª: Y nosotros en la orilla viéndote,
tú tiernamente,
la amante dulce,
nos arrastras.
Bac. 2º: En ti vamos entrando.
mira estas niñas, rodeadas de ti
cantan, te acogen
humildes y tú las rebasas,
las agitas, diosa, ríen
sus cuerpos que ayer maduraron.
Y esa anciana, se revuelca,
la haces suplicar que cese,
que no puede más, tu violencia.
Bac. 2ª: Madre, todos en tu danza,
jóvenes y viejos. De todos
sacudes la tristeza.
nos haces revivir.
Bac. 3º: A aquella hembra
cómo la haces arder, ni una
brizna dejas de su carne, toda
ella fuego, toda ella amor.
Bac. 3ª: Cuando tú llegas, se acabó la penuria;
reina la abundancia del amor.
Bac. 4º: Somos, diosa, tus hijos,
niños en tus olas,
nos haces pequeños, nos limpias
de todo pecado, de toda dureza.
Bac. 4ª: Nos hacemos blandos, redondos,
suaves, tiernos, Madre,
dulcemente acariciadores,
delicados, llenos de dulzura
que muy suavmente se va
haciendo volcán.
61
Escena primera
XXIV
Bac. 1º: Aquí arriba nuestros cuerpos,
como los dioses y las diosas.
La nubes llegan blancas a esta playa,
nos bañan,
el azul nos sonríe;
el mundo negro, abajo.
Sin pasado,
sin futuro,
bellos y claros.
62
XXV
Bac. 1ª: Cóncava piedra al cielo
soy, amor.
Cóncava carne
abierta.
Cóncava piedra al aire
rodeada de abismo,
a ti entregada.
Mi redondez abierta
cólmala, amor,
cierra esta herida.
Cóncava soy,
desprotegida.
Junto al abismo puesta,
con todo que ganar,
sin nada que perder,
abierta, amor,
a tu venida.
El mundo cuesta abajo
-cóncava, alada-
no nos importa
nada.
63
XXVI
Bac. 2º: Esa carne de allí
cómo se solaza en el amor.
Mira quélla más alta,
con qué dulzura se redondea,
mana de ella dulce armonía.
Podéis decir lo que queráis con altavoces,
podéis utilizar a las personas uniformadas que
tenéis:
nosotros, aquí arriba
gozosamente vivimos
en el amor más puro.
Venid. Os acariciaremos,
os desnudaremos,
llegaréis con nosotros a la dicha.
64
XXVII
Bac. 2ª: Soy tímida
y estoy desnuda, pero te aguardo, amor,
confiada. Llegas y me abro
más y más a la gloria
de tu llegada. Virgen
era; ahora soy una puta desenfrenada.
Puedes entrar y entrar, no calmarás mi ansia;
no puedo más pero tú no ceses,
cuanto más vengas más soy,
que no cese tu llegada.
65
XXVIII
(Coro masculino)
Bac: 1ª La carne revolcáandose una con otra,
los cuervos le gritaban;
se han ido al fin, llevándose las almas.
Ahora la carne es cauce
que mana y canta.
El sol le entra por dentro,
dulcemente la embriaga.
¡Te pones a llorar y a reír,
a vivir, amada carne clara!
Bac. 2ª: Ya nada te detiene,
nada te traba,
contigo mismo luchas
en dulce batalla;
la carne vive hoy toda,
es carne enamorada.
Bac. 3ª: Carne que tiene dentro el sol,
que dice obscenidades,
que está borracha.
Bac. 4ª: Que no tiene más remedio que despatarrarse toda,
que es una carne desenfrenada.
66
XXIX
(Coro femenino lesbiano)
Bac. 1ª: Retozamos por las praderas
de la cumbre, ligeras,
en el azul todavía más amorosas,
cándidas, placenteras.
Bac. 2ª Somos libres, no llevamos esquilas
podemos escondernos, abrazarnos,
no tenemos pastor.
Bac. 3ª: Pacemos por la altura,
saltamos, nos encaramamos,
saludamos a alguna nube que pasa.
Bac. 4ª: Unas se tienden al sol,
otras corren y saltan;
otras acariciándose,
dulcificándose,
abandonándose
sin el temor ancestral.
Bac. 1ª: Tetas en la paz
sin dueño.
Bac. 2ª: Aquella solitaria se sonríe,
éstas se cuentan sus pesares.
Bac. 3ª: Ésa hace sonar su caramillo.
Bac. 4ª: Están sólo ellas y los pájaros,
algunas bailan.
67
XXX
(Coro masculino gay)
Bac. 1º: Quiero, muchacho, abrazar
tu cuerpo, poseer
tu juventud, hacerme
contigo joven. No la hembra
de senos cálidos;
tu desdén, tu osadía.
Bac. 2º: No la femenina dulzura
de labios y caricias;
cuerpo de pedernal, luchando
uno con otro. Dos voces graves
en hermandad. Mirándonos
osadamente,
en único yo.
Bac. 3º: No la caricia de blandos
senos; músculo
contra músculo en igualdad.
No la mansedumbre;
acre certamen.
Quiero, hombre, amándote
acrecerme contigo.
Amor abierto al mundo,
sobria virilidad.
Bac. 4º: Aborrezco la dulzura
empalagosa, enterrarme
en honda carne, vertiendo
en mar sin fondo; falo
con falo, lucha
y amor, eros
limpio, solar.
68
XXXI
(Coro mixto)
Bac. 1ª: Ancha por el campo.
Bac. 1ª: Sin nadie aque la oprima,
ancha es hoy la carne.
Bac. 2ª: Qué ancha,sí, brinca
salta,
ríe
esta carne que ha roto los límites.
Bac. 2º: Se junta con quien quiere,
se separa,
no se esconde,
qué ancha.
Bac. 3ª: Ancha es hoy la carne,
hermosa,
inocente,
alegre,
santa.
Bac. 3º: Libre es hoy el amor,
no hay vida más ancha.
Bac. 4ª: Toda la carne, una.
Bac. 4º: ¡Y tan clara!
69
XXXII
Bac. 3º: Las hojas se mecen al sol y al viento
como mi cuerpo y el tuyo.
Las mariposas chupan el néctar,
el águila se lanza sobre el pájaro,
que chilla como tú, amor.
La montaña subiendo
casi es azul en lo más alto;
mi cuerpo sólo sabe de ti.
70
XXXIII
Bac. 3ª: Bien apretadas las cinturas,
el cuello al cielo
y el pelo arrastrando,
subiendo interminable
a más y más altura.
No puedo más,
me arrastras,
entras y entras y yo
subo hasta la cima, me mantengo
en lo alto, más y más
en la senda que me consume.
Y los demas jodiendo alrededor
y nosotros dos en esta loca danza.
71
Escena segunda
XXXIV
Bac. 1º: En este paraíso,
al que siempre se vuelve.
Como si el mundo nunca hubiese existido,
como si el mundo aún no hubiera sido creado,
como si Dios nos hubiese olvidado,
como si vivir no hubiese sido nunca
otra cosa que este gozo de la carne.
Sin horizonte, cielo azul
y en medio, esta carne loca
despatarrada por el campo,
carne para gozar y reír,
dulzura,
toda ella tacto;
las barrigas, los culos, las caras,
toda ella cálida;
toda ella boca que besa y es besada,
toda ella caricia acariciada,
dulce batalla.
72
XXXV
Bac. 1ª: Rodamos, cuerpos exhausos,
piernas por el aire, cabello,
en un ardor que no cesa.
Y de nuevo montas encima
y me obligas a cabalgar
y de nuevo mis ayes y tus jadeos.
Tu mueres, pobre amor,
sin poder dejar la presa
y yo otra vez los sollozos
y su música te enardece
y el azul nos embriaga
en esta tarde plácida.
73
XXXVI
Bac. 2ª: Rompes, amor, mis ramas
y no me importa.
Sigue, violento,
bosque y tormenta
en un solo bramar.
Sigue en mí, no ceses
en tu empuje. Curarán mis heridas cuando te
vayas,
no quiero otra vida que morir
de ti destrozada.
Melenas por el azul, mis ramas se alejaban.
Algunas eran verdes, pero no importa.
Con qué estruendo se rompieron, con qué espanto
se apartaron; pero tú sigue,
amor, destruyendo esta estatua.
74
XXXVII
(Coro masculino)
Bac. 1º: Bailas con tus hermosas tetas,
Moviéndolas arriba, a los lados,
con ritmo, ole, ole; nosotros
a tu alrdedor,
ole,
nos masturbamos.
Bac. 2º: Tus tetas que caen, se levantan,
caen, se levantan, caen,
ole, ole.
Nosotros a tu alrededor,
ole,
nos retorcemos.
Bac. 3º: Tus tetas al cielo
tapan el sol,
ole, ole.
Nosotros por los suelos,
ole,
nos revolcamos.
Bac. 4º: Giras, tetas llenando
el azul, tetas
inmensas girando,
ole, ole.
Nosotros, ole,
chorro triunfal al aire,
te coronamos.
75
XXXVIII
Bac. 3ª: Tu empujas inclemente
y a mis ayes respondes con otra acometida,
cuanto más ¡ay! más ardor.
Y a nuestra espalda, la sinfonía del oleaje
en el que mis gritos son trinos,
tus palabrotas, cantos de amor.
Me revuelvo impotente
en un batir oscuro,
obsceno,
cruel,
como una fiera;
como una dolorosa,
fea,
sollozo,
hasta que una ola más fuerte nos arroja exhaustos
a la playa.
76
XXXIX
Bac. 4ª: Seguid entrando en mí,
destrozando, huracán,
todas mis ramas.
Que no quede del largo anhelo,
de la tristeza tanta,
de la nube opresora
nada.
Seguid,
que aún puedo,
el cabello en el suelo,
toda yo traspasada.
Todavía mi sed
no está apagada.
Ronca la voz de tanto
lamentarme; más
amor todavía
para esta entraña.
77
XL
(Coro mixto)
Bac. 1ª: Hombres y mujeres cogidos de la mano,
la diosa erótica en medio,
bailamos.
Bac. 1º: Más grandes que el mundo, más alegres, más
ebrios,
Bac. 2ª: Cogidos de la mano, las tetas quieren volar y los
falos persiguiéndolas,
bailamos.
Bac. 2º: Giramos alrededor de nuestra diosa detrás de
las tetas,
la tierra se tambalea.
Bac. 3ª: Corred falos, que vamos por vosotros
Bailando.
Bac. 3º: Arriba nubes blancas deshaciéndose y abajo el
mundo parado; nosotros, mujeres y hombres
desnudos
con nuestra loca diosa
bailamos.
Bac. 4ª: Giran con nosotros árboles, caras, caballos,
señoras y tinglados. La naturaleza se ha
contagiado, todo baila, se mueve, se inclina.
Bac. 4º: Bailamos,
Gritando ¡Vida! ¡Diosa!¡Te adoramos!
Bac. 1ª: Bailamos
Brazos y cara a ti.
Bac. 1º: A veces en lo hondo.
Bac. 2ª: A veces en lo alto.
Bac. 2ª: El deseo en la cara
Bac. 3º: El cuerpo tambaleando.
Bac. 3ª: El cuello a tu mirada.
Bac. 4ª: El pelo por el suelo.
Bac. 4º: El sexo, lo más alto.
80
XLI
Bac. 1ª: Es todavía buena moza,
El amor la coge bien,
la levanta
y ella lo cabalga,
pechos y cabello,
gritando.
La agarra, agitandola en el aire,
ella en clamores,
él, sin compasión;
cogida por el pelo,
la lanza,
los pechos son campanas,
el cuello al cielo,
los lamentos que su boca exhala.
El dios se dulcifica,
esta hembra le puede al mar inmenso.
morena,
cuerpo a la tempestad,
llorando, a veces riendo,
cantando,
carnes agitadas clamando
Mujer de hondo cuerpo,
de honda entrega,
de honda ansia
y el amor resbalando
acariciándola.
Oscuro mar, ella te puede,
tu furor se amansa,
es inútil que muestres tu potencia,
ella es la
ganadora.
Horrendo amor,
qué pena me das,
Ella te tiene en su poder,
vociferas, pero ella te gana.
81
XLII
Bac. 1º: Detrás,
el abismo, sí, a nuestra espalda;
no nos importa,
estamos abrazados
amándonos,
gozando. El abismo
sí, está detrás, oigo su viento,
pero no te tememos, tan grande
y no eres para nosotros nada.
Tan enorme
tan eterno;
no nos das miedo.
Nosotros nos amamos
abrazados
junto a tu soledad,
gastando dulcemente nuestra carne
en el amor, sin dejar
nada para mañana.
Cuando llegues, abismo,
no vas a encontrar nada.
82
XLIII
(Coro mixto)
Bac. 1º: Estás loca, diosa,
estás borracha.
Bac. 1ª: El sexo, al cielo,
más alto que esas montañas.
Bac. 2º: Se te fue el pensamiento,
no piensas nada.
Bac. 2ª: ¿Qué va a ser de ti?
¡No sabes ni cómo te llamas!
Bac. 3º: Te ha metido en cintura
El amor, y bailas.
Bac. 3ª: No sabes más que reír,
decir ay, ay,
¿has perdido el habla?
Bac. 4º: Qué bien lo pasas
fuera del mundo,
al sol desnuda,
ebria de amor,
borracha.
Bac. 4ª: El sexo abierto,
de falos y tetas rodeada,
bailas, bailas.
83
XLIV
Bac. 2º: Batalla del amor,
éntranos dentro,
incendio, éntranos,
devóranos.
Pasto de tu llama,
amor, pasto somos
de tu llama,
de tu fuego, de tu llama;
pasto somos, amor,
amor,
amor,
pasto somos,
pasto de tu llama.
Edificio que cae,
bosque incendiado,
mundo fuera de juego.
Amor, pasto de tu llama
incontenible
que ya nadie apaga.
Pasto, amor,
amor,
amor,
de tu llama
que nos incendia,
que nos levanta,
que nos arrasa, amor,
de tu dulce llama,
en la que anidan pájaros,
por la que corren brisas,
amor, de tu llama
tan fieramente delicada.
84
XLV
Bac. 3º: Los ojos cerrados,
el amor derramado por las tetas.
Palabrotas y besos
y risas resonando por los cerros.
Pelo suelto,
cabalgando ellas en ellos.
Cráneo, cráneo,
¿Qué puedes pensar
sobre el vientre de una tía,
en los labios de un tío,
cráneo tan duro,
canto rodado?
85
XLVI
Bac. 2ª: Cálida tormenta, cuerpos en incendio.
No se quiebran,
cimbrean en vaivén
trenzando y destrenzando los muslos
con qué fuego;
provocan y no se resisten,
aumentan más la llama. Y las tiernas
y los recentales aprenden en seguida
de esas hembras sólidas
como yeguas, bajo machos poderosos, bien
asentados.
Empiezan lentamente, saben
que el secreto está ahí.
Cuando los impacientes, extenuados,
acaban, ellos están en los comienzos.
Sus oleadas cadavez más potentes
vienen, se marchan lentas;
vienen, se van;
vienen de nuevo,
otra vez vienen,
vienen,
vienen.
Ahora sí que ya no se puede,
exangües y felices
nos perdemos,
morimos,
sollozamos.
86
XLVII
Bac. 4º: Esta muchacha desmelenada retorciéndose,
aullando,
heroína,
víctima del amor
ingente
que puede más que ella,
árbol miserable
que la tormenta arrasa.
Este señor tan serio
en guerra feroz con esta niña,
ese muchacho que desfallece después de tantos
combates
Junto al abismo, carne que rompe todas las
trabas,
hasta quedar exangüe.
Esta mujer que se yergue;
su víctima, todavía en el suelo
retorciéndose.
Esa anciana con ese joven
¡qué bien cabalga!
El eros nos arrastra,
nos levanta,
nos socaba.
Estos maricones,
aquí no hay trabas.
Esa mujer con el falo dentro
incorporándose,
cómo clama.
Aquél, falo en ristre buscando,
al fin enuentra a una hembra
y ambos se clavan.
Ese anciano ríe a carcajadas
viendo su falo erguido después de tantos
años.
Y mamones chupando golosos
chorreándoles la cara,
y lesbianas con las tetas juntas
y no hay nadie aquí que condene,
que la carne es inocente,
necesita saciarse; después
queda sosegada.
Carne de tantos siglos,
vieja carne angustiada,
hoy toda ella
se devora,
e sacia.
Amor nos ha juntado
en esta gran llama.
87
XLVIII
(Coro mixto)
Bac. 1ª: Ahora este viento nos coge bien
por la cintura, nos mueve,
nos envuelve.
Bac. 1º: Antes se oía lejos; ahora
en nosotros brama
este viento que nos enloquece,
que ya no sabes quién eres ni dónde estás,
te entregas a su fuego, una sed
y buscas otro cuerpo para apagarla;
no eres más que
esta ansia,
no importa el sexo.
Bac. 2ª: Arremolinados todos juntos,
tambaleando ebrios
sin saber a quien estás abrazando.
Bac. 2º: Has venido a poseernos, a hacer
de nuestra carne nido
de tu cálido furor,
vendaval que nos embates.
Bac. 3ª: Huracán del amor, ya tuyos
somos; estamos en ti
perdidos,
desorientados, ciegos,
a tu furia abandonados.
Bac. 3º: Corren raudas las nubes,
los árboles se retuercen,
ruedan cuerpos abrazados,
estridor de sexos que se abren,
manantiales las bocas:
beber de este vino.
Bac. 4ª: Lo cuerpos ebrios de amor,
los sexos encontrados,
saciarse al fin
ceñidas las trotadoras cinturas
bebiendo unos de otros,
borrachos,
risas, obscenidades;
fruta en sazón somos
durante tanto tiempo madurada.
Hoy al fin la explosión.
Bac. 4ª: El sol a carcajadas
88
de luz deslumbradora,
las nubes blancas en el azul,
los cuerpos en esta tormenta
braman en ansias
de incontenible amor.
Bac. 1ª: Nos cimbreamos en este fuego.
Bac. 1º: Unos más lentamente,
otros más agitados.
Bac. 2ª: Unos ríen gozosos.
Bac. 2º: Otros, trágicos.
Bac. 3ª: Y todos moviendonos al viento
del amor.
Bac. 4ª: Dulcemente
a él entregados.
Bac. 4º: Árboles en dulce tormenta, enloquecidos
los troncos, las ramas
en luz iluminadas.
91
Acto único.
XLIX
(Coro masculino)
Bac. 1º: Han dejado los niños
y se han ido a la ventura
del amor.
Bac. 2º: A nada que perder,
a ganarlo todo,
a hacer pedazos el mundo.
Bac. 3º: Vuelven más valientes,
dulcificadas,
dichosas,
hermosas.
Bac. 4º: Todo lo suyo
está aquí esperándolas.
92
L
(Coro mixto)
Bac. 1º: Los árboles, los pájaros,
los cuerpos ardorosos,
los cristales del agua.
Bac. 1ª: En el agua,
los cuerpos bajo las ramas.
Bac. 2º: Ardor de los cuerpos
en el frescor del agua.
Bac. 2ª: Los cuerpos la iluminan,
enienden el agua.
Bac. 3º: En los cuerpos el agua,
qué bien se baña.
Bac. 3ª: Antes estaba sola,
llamaba y llamaba
a los cuerpos que ahora se bañan.
Bac. 4º: Abrazando, besando
el agua los calma.
Bac. 4ª: ¡Agua para estos cuerpos
que antes fueron llama!
93
LI
(Coro femenino)
Bac. 1ª: Anochece. Los bacantes
recogen su ropa,
recogen el alma,
recogen su mundo
y regresan.
Bac. 2ª: Agarran sus cosas,
cuentan sus monedas
y regresan.
Bac. 3ª: Buscan el camino
sus hijos, el jefe,
y regresan.
Bac. 4ª: Encuentran la llave,
la cartera, la esposa
y regresan.
Todas: La vida vuelve al silencio.
5
Preludio
Eduardo Tobar
Compostela.
Querido amigo; cuando éramos voluntarios los dos en la mili
me pagaste con una botella de vino, igual que hacían otros
compañeros, un poema a tu novia, que no era muy bueno;
ahora yo te mando este libro, dedicado a mi mujer.
Cuando nos licenciaron me vine a Madrid con Manolo
Carracedo; aquí pasé año y medio, pero no encontraba lo que
andaba buscando. Después de unas Navidades pasadas ahí,
volvía en el tren. Iban en mi departamenteo unos muchachos
mineros, que hablaban de sus experiencias, me animé y les
dije que me iba con ellos. No tenía dinero para el viaje y
me lo dejaron; se lo pagué con mi primer jornal. Bajamos en
Ponferrada, y en otro tren, nos fuimos a Villablino;
nevaba. Allí, en autobús, a Villaseca; encontré posada en
casa de la Teresona, donde paraban otros mineros. Siempre
estaba nevando, y el agujero negro, del que salía el
escombro, que lo invadía todo; entrábamos dentro con la
lámpara, hacíamos una jornada seguida de siete horas, con
la bota siempre a mano. Me sorprendía la manera desaforada
de blasfemar de los mineros. Pasé dos meses allí; había ido
por romanticismo, pero aquello era demasiado oscuro,
demasiado negro, más que nuestra Compostela, desde la que,
en la adolescencia, soñaba con el mar Mediterráneo. Pedí la
cuenta, y de vuelta a Madrid, bajé en El Escorial y me fui
a Las Zorreras, donde Manolo y yo habíamos construido una
chabola en una parcela que él habia comprado. Recordaba
nuestras experiencias y nuestros sueños, contemplé el busto
en granito que él me había hecho, nos costó mucho trabajo
traer la piedra. El pozo, que yo había intentado con un
pico, no conseguí profundizar más que un metro, se iba
estrechando cada vez más, finalmente no me cabía el mango,
tenía que trabajar sólo con el hierro; desistí. Me paseaba
6
por aquel paiaje seco, oloroso a romero y tomillo, de
encinares, tan diferente del nuestro. Contemplé el lugar
donde una vez cacé con un palo dos conejos: tenía hambre,
Manolo había ido a Madrid a llevar un busto en mármol que
le habían encargado, pasaban los días y no venía. Vi que
corrían a esconderse en el agujero de una tapia dos
conejos: con un palo, lo hincaba, ellos chillaban; los maté
cuando salieron. Arrancada la piel y atravesados por un
hierro, los puse al fuego; estaba comiendo cuando él llegó,
traía el pan y el vino que faltaban. Cerca de aquí me paró
una vez pareja de la Guardia Civil por lo desarrapado que
andaba. Iba con Doro, que pasaba entonces unos días con
nosotros, a Villalba a poner un telegrama a mi madre por su
santo, el 13 de agosto. ¿No le da vergüenza, un muchacho
joven, andar así, me decían; yo me sentía libre.
Cerré como pude la chavola –para entrar había tenido que
forzar el candado- y me vine a Madrid. Paseaba por las
calles contemplando el ir y venir de las gentes, por la
noche dormía debajo del Viaducto, donde conocí a algunos
mendigos, con los que a veces pedía. Vi que la mendicidad y
dormir en la clle no son cosas tan espantosas, es
relajante. Perteneces a otro mundo, miras a la gente desde
abajo, siempre afanada, la desprecias.
Como mi intención era irme a Valencia, pedi trabajo en la
sidrería Mingo, en el Paseo de la Florida. Había trabajado
antes allí, lo dejé para irme a Arganda con Manolo y Juan
Ángel, intentábamos hacer una comunidad artesana y
artística. Yo hacía la comida, me desnudaba y posaba de
modelo y era también el teórico; después se unieron
Caulonga y Pepe Rodríguez. Pero mis comidas no debían de
ser muy buenas, además se habían formado dos grupos;
entonces fue cuando Manolo y yo nos marchamos a las
Zorreras.
Mingo era buena persona, me dio trabajo y, cuando supo que
dormía debajo del Viaducto, me dejó el desván de la
sidrería. Me gustaba una chica que trabajaba conmigo, una
vez la acompañé a su casa y le pedí que fuese mi novia,
pero la pretendía el barbero de enfrente, un hombre maduro
y lo eligó a él; supongo que se habrán casado. Si me
hubiese aceptado, hubiesen acabado entonces mis aventuras.
Me despedí, y me fui a la estación de Atocha; en la cuesta
de Moyano compré las obras de Óscar Wilde. Había decidido,
un día que fuimos Manolo y yo a ver el Tenorio, que lo mío
era el teatro. Entonces trabajaba en la sidrería por las
mañanas y las tardes me las pasaba en una biblioteca
pública de la calle Mayor, leyendo a autores modernos, pues
los clásicos ya me los habia hecho conocer en Compostela
Julita, mi profesora. Leía a Ibsen, Bernad Shaw,
Pirandello, O’Neill; a Wilde no lo conocía, así que me pasé
7
toda la noche en el tren leyéndolo. Por la mañana, muerto
de sueño, llegué a Valencia, el día de san José. Apenas
llevaba dinero, recorri la ciudad y el puerto, busqué un
puente y, después de contemplar las fallas entre aquella
multitud alegre, me fui a dormir debajo. Tenía una
gabardina que me tapaba la cabeza y el pecho, de las
piernas me olvidaba, se me insensibilizaban; por la mañana
tenía que dedicarme a hacerlas entrar en calor caminando.
A qué seguir contándote. Valencia me decepcionó, el mar
está lejos, parece una ciudad del interior. Pretendía
trabajar de pescador y no había posibilidad; tuve que
meterme de peón en una papelera de la Malvarrosa; como al
mediodía no tenía qué comer un compñero repartió conmigo
durante la primera semana lo que su mujer le preparaba.
Después me fui a trabajar a un pantano en Calles. Manejaba
bien la pala, había aprendido en la mina, pero aquí nos
caía constantemente el agua encima. Conocí a un paisano
medio loco, con el que regresé a Valencia. Tratabajé
entonces en una empresa que perforaba el terreno para meter
pilares de hormigón, vivíamos los dos en Burjasot. Nuestros
amigos eran andaluces que estaban allí trabajando. Uno que
vivia cerca con su familia se marchaba a Alemania y dio una
fiesta de despedida, yo me emborraché tanto que iba
haciendo eses de una acera a la otra, pero sin meterme con
nadie. La Guardia Civil me detuvo, pasé la noche y todo el
dia siguiente en un calabozo y me hicieron una ficha con
las huellas, supongo que andará por algún sitio. Es éste mi
peor recuerdo de quella tierra; el más bonito, una tarde,
yo era un obrero trabajador emigrado que vivía con otros,
no tenía acceso a la amistad y las costumbres de allí; sólo
se nos concedía trabajo y albergue. La tarde del lunes de
Pascua vi como los chicos y chicas venían cantando después
de haber pasado el día en el campo, los veía desde un bar.
Aquella alegría de ellos y ellas relacionada con la
naturaleza me fascinaba, empezó allí mi idea de la maya
como fiesta erótica de la juventud.
Quería irme ya de todo aquello, y para eso contaba con el
Ejército. Como sabes, me habia licenciado de alférez y
podía reincorporarme; sabía que Carballal estaba destinado
en Jaca. Cuando salieron vacantes solicité en primer lugar
Menorca y me la concedieron. Pero me encontraba con el
problema de que tenía que presentarme de uniforme y no
tenía dinero. Llamé por teléfono a mi padre, me dijo que él
no podía ayudarme. Me vine a Madrid y conseguí que un amigo
de lo dejase. Encargué el uniforme y regresé a Valencia,
pues tenía el pasaporte desde allí; además quería ir en
tren por la costa hasta Barcelona. Me paseaba por las
calles de uniforme todo estirado, los soldados me saludaban
y los guardias, era formidable.
Llegúe a Mahón una mañana de junio llena de sol, de paz.
8
Bajé del barco sin equipaje, había abandonado todas mis
cosas, no quería saber nada del pasado; el hecho de
hallarme en una isla me ayudaba a alejarlo todavía más. La
gente hablaba apaciblemente con un acento exótico. Me
parecía que entraba en una etapa nueva, que la negrura
había quedado definitivmente cancelada; ahora podría
dedicarme entermante a esribir. Tenía 24 años.
Volví al Ejército de manera muy distinta de cuando tú y yo
estábamos en la mili, con Budiño, Mañá, Corral y otros. La
necesidad me traía de nuevo, no la aficción; pero la
libertad del arte y la disciplina militar me parecían
opuestas. Le entregaba mi esfuerzo pero no mi adhesión;
además había adquirido en el contacto con mis compañeros
proletarios ideas marxistas y aquel ejército defendía la
dictadura. La milicia en sí es una noble profesión, valora
y desarrolla la masculinidad: el valor, la entrega, el
sacrificio; tan hermoso es un oficial adiestrando a sus
tropas –no, como se suele, reprimiéndolas- como un poeta
componiendo, pero yo entonces no lo comprendía; lo entendí
una tarde, asomado a la ventana de mi habitación que daba a
la hermosa y soleada Explanada. Pensaba que, aunque la
crítica marxista del Ejército en la sociedad capitalista
fuese correcta, haciéndola me convertía, al contrario de
mis compañeros, en un ser agazapado. Fue la segunda vez que
me vino a la cabeza la idea de que verdad y felicidad son
tan importantes la una como la otra, y que la primera sin
la segunda no me interesaba. Lo otra fue en Compostela,
cuando discutía con un seminarista, que Julita me habia
dado por compañero para que me convirtiese. Yo sabía que él
estaba equivocado, pero tenía vida espiritual; en cambio
yo, que tenía la verdad, carecía de ella. Estas cosas me
iban preparando para el posterior pensamiento vital, que
intenta hacer compatibles el gozo de la vida y la ideología
de izquierdas.
Buscaba aquella paz y erotismo que entrevía de adolescente
en Compostela. Me encontraba feliz en aquella pequeña
ciudad, tranquila y blanca, con el mar azul alrededor;
recorría la isla, me bañaba en sus calas. Me iba de juerga,
había allí un fabuloso cabaret. Pretendia una niña de 17
años, Tere, endulzaba con ella mi vieja tristeza, y con su
amiga Paquita, tengo muchas fotos juntos, son el
recordatorio de aquel paraíso. Pero no era fácil cambiar
una mente reprimida como la mía. El cristianismo se ha
preocupado sólo de meternos conciencia, al contrario del
paganismo, que busca el placer y la belleza. Yo venía de
aquella ciudad, destino utópico de peregrinos, de duro
adoctrinamiento. Para llegar a la liberación tenía que
apaciguar la mirada enajenada en la que estaba encerrado.
Veía la placidez del mar que me recordaba la Grecia
9
clásica, pero yo seguía en mi muerte. Me ayudó a verlo un
muchacho, estudiante en Barcelona, que dio una conferencia
sobre el Camus vital y leyó fragmentos de El extranjero: me
impresionaba cómo se describía allí la embriaguez del sol,
que hacía estúpido todo pensamiento; yo lo entreví en la
mina, cuando salía y la nieve me deslumbraba, pero era sólo
un instante sin el gozo y la sensualidad mediterránea. Mi
equivocción fue no haberme entregado a la lectura de
Sófocles, Horacio, Aristófanes, Safo, para reconfortarme
con la belleza clásica, en lugar de enajenarme todavía más
con el existencialismo. No supe aprovechar aquel regalo, no
estaba preparado; por el contrario deseaba volver a Madrid,
a la vida intelctual de la capital. Como además el Ejército
me desazonaba, decidí no continuar, y no solicité una
segunda prórroga de tres años; mis compañeros me decían que
era una locura. Menos mal que antes de que acabase mi
contrato salieron vacantes para aquí, y me vine a un
cuartel cerca de Atocha. Encontré por alli un estudio, en
un viejo caserón.
Entonces empecé a escribir teatro. Quería hacer otra cosa y
me salían obras torturadas: una serie de piezas cortas
influidas por Valle, Sartre y Bécquet y dos tragedias, una
política: España negra, y otra religiosa; El carro de la
locura, además de una farsa pretendidamente erótica,
Putísima, pero triste, que he tenido que ir arreglando
después. Me encontraba en un callejón sin salida, pues lo
que hacía no me satisfacía y no sabia cambiarlo. Dejé el
Ejército, me hice maestro, nos casamos Carmen y yo,
encontré trabajo y me matriculé en la facultad de
filosofía, para ver si mi camino se aclaraba. Estábamos mi
mujer y yo en un grupo de teatro, que tenía por
inspiradores a Marx y Freud, y aquello no marchaba, terminó
deshaciéndose. Yo pensé que tenía que volver a la poesía,
cordiné allí un seminario sobre el simbolismo, que me ayudó
a ver la forma poética moderna. Nació Diana, Carmen
pintaba. Pasábamos el verano en la sierra de Gredos, y en
la soledad de aquellas montañas mis ideas primero
filosóficas y déspues poéticas se fueron concretando.
Inicié mi obra filosófica más importante: Vida
masculino/fememenina, comenzada como tesis doctoral, y
también la Poética, que tiene tres tomos que tratan uno del
fondo y otro de la forma de la poesía y el tercero del
drama. Después empezamos a repartir las vacaciones de dos
meses, uno en la sierra y el otro en el mediterráneo: así
recomenzo mi poesía, primero erótica, después existencial y
finalmente mística. He publido Eros y espíritu y Tres
sinfonías. Tengo además Cuatro dramas eróticos y un planto,
para teatro circular. Y, amigo Eduardo, aquí tienes ésta
otra obra.
Nació sin pretenderlo; yo quería poetar sobre la comunión
10
erótica –el eros en grupo- para concluir la maya
Resurrección de la carne y la bacanal La fiesta del amor.
Por el verano me hallo en un estado especial, dedicado
enteramente a la creación, como las mujeres cuando están de
parto; paso las mañanas escribiendo en la playa o en la
montaña y las tardes las dedico a prepararme para el día
siguiente. Escribo mucho, sin apenas darme cuenta de lo que
hago, de vuelta en Madrid, en la quietud del invierno,
reviso y selecciono. Para que veas la evolción de mi
pensamiento y de mi sentimiento poéticos puede ser útil
comparar con los poemas de este libro con el que tú me
encargaste, que decía aproximadamete asi:
Lázaro se levantó, pero yo
no puedo resucitar de mi querer. No es que no quiera,
quiero caminar por los caminos anchos
y mi amor es triste, anhelo
romper los horizontes de montañas y de cielo
y traspasar mi vida y la tuya, y llegar
libre de trabas y de pesos, en un vuelo
a la morada en que los hombres buenos,
que no tienen religión,
que no sienten compasión por los desheredados
marchan llenos de fe orgullo y sonrientes
hacia un mundo que ellos se forjaron.
Pero tú me quieres
y quieres que, en dulce quietud, que me hiere por su
misma dulzura,que me duele al mismo tiempo que me
produce placer
esté siempre contigo y en ti
y que no piense
y no sueñe
en fantasmas que en tu lasiud de amante no comprendes
Prueba una vez más por si consigues
que este amor, que hoy es triste, sea radiante,
frenético, como ese amor del hombre a la mujer
que no aspira más que a él y sus goces,
pues entonces,
si mi alma, liberada de esa ansia que la oprime,
ya no sueña,
me refugiaré en ti y, ciego,
no tendré otro objeto más que tú”.
No conservo otra cosa de la época compostelana, pues rompí
todos mis escritos cuando me fui. En el poema se habla del
‘anhelo’ y se podría titular así, y este sentimiento está
en la raíz de casi todos los poemas de este libro:
“Si llegara a mí la brisa de tu mar
11
no andaría por estos caminos
buscando lo que nunca encuentro;
sé que no está, pero lo busco...”( )
“Mujer, nuestro anhelo”(
Sería interesante compararlos y ver así mi evolución. El
anhelo en Vida es un término esencial que nace del
desentrañamiento en la infancia; o sea, que entre aquél y
éste se halla Freud, aunque el concepto sea ajeno a él.
Parece que entonces yo lo concebía paterno y ahora materno,
pero habría que hacer un análisis para comprobarlo.
Tu poema lo escribi en aquella taberna oscura junto al
cuartel, de vez en cuando me ayudaba con un trago. Es
idealista, irreal, más bien un programa que reflejo de una
vivencia. Los que vas a leer a continuación expresan los
gozos y sufrimintos de un amor real y están escritos al
sol, por la playa.
Recibe, viejo amigo, con este libro, el cariño de
Pepe.
14
I
Toda sonrisa
y las olas bramando.
Redonda;
ellas, desangeladas.
Te agachas,
placentero tu cuerpo
a coger una concha nacarada.
15
II
Ven y bogaremos
rodando por tus olas,
en tu dulzura calma,
en tu calido ser.
Yo pongo lo insondable, tú
el sueve oleaje;
yo, este alarido; tú
las curvas que se extienden,
se enredan y se desenredan
intemporales.
16
III
Hablas de otras cosas,
pero tus pechos desdicen tu cara.
Pareces tranquila
pero te soliviantan.
Nombras sólo de pasada el amor,
pero ellos lo están gritando.
Redondean mi boca
y mi ansia.
Atrevidos, preparados
para la batalla.
Tus senos areolados
saltando por las olas iriscentes,
blasfemando, riendo,
tú llamándolos pero ellos
escapando.
17
IV
Tú sales a encontrarme
con los brazos,
los senos,
la vulva abierta.
Toda bocas de labios te me juntas,
succionas,
frotas,
buscas.
Ondulante tu cuerpo.
Deliciosa,
en mi fuego
ardiendo.
18
V
Qué aburrido ser hombre, intercambiando
decisiones, proyectos, opiniones
políticas. Qué hierba
seca. Tasco el freno.
Pero cuando ella pasa
tan levantada,
tan sonrisa, tan diosa
yo relincho,
piafo,
salto sobre la barrera
alado con las piernas por el aire
y, caballo yo mismo todavía,
me levanto en mi hombruna
soledad. Después
decaigo.
19
VI
A tu son, amor, mi cuerpo
vive. A veces arrecias
y me revuelvo anhelosa.
Iría por el mundo entero
por las calles, par las plazas. Haríamos el amor en las
aceras, en los parques,
qué importa el mundo. En los consultorios,
en la facultad de Ciencias Económicas.
En lo alto y en lo bajo
contigo, amándonos,
gritando de placer en el juzgado,
que ya no puedo más, cesa, me matas,
ay, ay, no me atormentes así, amor,
en el Cogreso de los Diputados;
después, revolcándonos, gritando
en la catedral. El coro cantando
alrededor mirándonos, y nosotros después
saludamos al pueblo,
sonrientes,
sosegados.
20
VII
Tus senos son la dulzura,
el mundo anguloso
sobre ellos se curva
y se acalla
(las olas extendidas de la ancha mar
incesantes).
Tus enos todo lo redondean
(las olas ingentes,
las olas encrespadas;
las olas que me llaman,
las olas quenuca callan).
Tus senos, dos palomas
(las olas inclemnetes,
las olas insultantes)
blancas, mansas.
21
VIII
La vulva en un jardín;
sí, acostada,
dormida,
flor.
La vulva al sol delicioso
en un jardín
y las aves llegando
alrededor.
En un jardín,
la vulva, cantando
con los pájaros,
dulzura mansa al sol,
y las tetas.
22
IX
Y la vida se hace valle
para acogerme,
la naturaleza me abraza,
llega el momento de cantar y bailar.
Los demas cavilando
pero yo, bailón,
sí, bailón,
bai-
lan-
do
en el verdor, aupándome más alto por los gritos
verdes y rojos
de los bañistas. Las cigarras
ton, ton, ton. Risas
en los chapuzones. Sol. Y el árbol
tranquilo. Nadando al crawl
a lo largo. Mujeres-senos.
¡Fernadooo!
Entre pájaros y peñas naturaleza, voz femenina:
¡Mira lo que hago.
¡Fernandooo!
23
X
Mujer, la cintura, los senos.
Cuando te vas vistiendo,
el mundo otra vez.
Después, los hombros, y todavía
los muslos, aunque la falda;
el pelo, el gesto.
Mujer, hablar contigo, el bolso en bandolera,
hacer que sonrías;
también, si puede ser, que llores.
Mujer tan placentera.
Desnuda y abrazada
eres toda la vida.
24
XI
Toda carnal sin nada de uña,
nada enhiesto, limpia
cadencia,
entrable por mil sitios
y con mil bocas, besadoras
que nada dejan sin ti.
Con todo nuestro amor
resbalándonos,
deslizándonos,
nada de enfrentamiento,
curvas y más curvas
galaicas, armoniosas,
sonrientes,
deliciosas.
Fuera lo quieto seco pensamiento,
lo que mira y observa, lo grisáceo,
lo estirado y hostil, nosotros
en remanso que se pierde
en verdor de ondas nuevas.
El falo es viento que te entra y te enciende,
temblorosa te excita,
te hace sonar por fuera
y por dentro, silencioso yo y tú
musical.
25
XII
Pobres los secos hombres,
qué pena me dáis,
mascullando,
y qué ternura.
Andáis hacia adelante
por los hombros, con gorra,
zapatos;
Pobres, os amo,
siempre alardeando.
Ellas se echan dulcemente
desnudas
enseñando los senos,
Su sonrisa, nosotros
ahí nos tenéis,
secamente bregando.
Hombres del mundo, qué
sequedad la nuestra:
escupir por el colmillo,
berrear; en ellas
está el oasis de la ternura,
carne blanca temblando.
Pobres y secos hombres,
a veces calvos,
vozarrón,
abrevad;
toscos y sosos,
acariciamos
su cintura y sus nalgas.
Y gestos, palabrotas,
desprecio; si nos besan
con sus manos suaves
sonreímos al fin.
Pobre diablo, ¿por dónde vas?
NO sabe.
¿Cómo podríamos vivir sin su pasión?
Maquinaria,
sin su dolor,
sin su cariño.
¿No véis que somos aparatos que sólo saben perorar?
Ellas nos bailan; jamás
seremos autómatas del todo.
Nos calientan el alma,
26
pegan su cara a la nuestra cuando niños,
llenan todo de risa,
de encanto.
El mundo será nuestro, mas la vida
-la voy haciendo mia,
su cuerpo suspirando,
su boca placentera-
de ellas es, de ellas.
27
XIII
Vienes, tus pechos
agitados, vienes,
tus pechos,
vienes, vienes
agitados gritando,
tus pechos hermosos
insultando, pechos
gritos vienes,
atormentados;
llegas, ola
de pechos furiosos
despreciando, golpeando,
ásperos,
saltando,
pechos, pechos,
abofeteando,
enfadados,
te odio, pechos
que dan portazo,
airados,
palabrotas y pechos
zahiriendo
a zancadas, pechos
como una furia
gloriosamente
vienes.
28
XIV
El hombre peroraba
delante de la hembra
plácida, risa,
de hermosos pechos.
Ahora de la mano, míralos,
redonda; él, como siempre,
mascullando.
Lo acaricia, su calva,
rodea su gaznate,
besa sus dientes,
junto a los senos su pecho escuálido;
es en vano, palabras.
Dulce mar armoniosa,
caderas que son olas;
es el hombre,
no sabe más que hablar,
es la palabra.
Mar de senos profundos,
de susurros,
de murmullos de risa,
de vaivén, de caricia
plácida, azul,
acariciante;
la Pa-la-bra.
29
XV
Yo, por el pedregal;
detrás, los coches.
tu junto a la mar, cayendo
tu cabello, los pechos.
Arrastrándome yo, en la boca un poema;
tú, sauce
remansadamente.
A mis espaldas sin cesar coches y fábricas;
a los mortales, tú
dulce carne
manando.
Yo, con mi mendrugo,
tú, la luz.
30
XVI
Mujer,
tus senos en las peñas.
Mujer, la ciudad, sus rascacielos.
Mujer y Dios, qué espanto.
Mujer cogiendo conchas; su brazo, espatarrada,
amoroso entrando en la mar.
Mujer en la ventana cantando.
Mujer acariciando; furiosa,
las uñas pintadas clavándomelas.
Mujer, siempre incompletos,
nuestra paz juntos.
También tú desasosiegas;
sólo los dos, descanso.
Buscando yo tu amor; tú,
la belleza.
Mujer, nuestro anhelo,
ese sosiego tuyo que mitiga mi ansia.
Mujer, mar tranquilo,
movimientos callados;
mujer sollozando.
Mujer tendida al sol
mujer y esta tortura;
mujer con sus brazos rodeándome,
los pechos dulces contra mí apretados.
Mujer, nuestra mitad
amarga y plácida.
31
XVII
El hombre, este leñador que cuando yo empiezo a subir, baja
con una buena carga de leña. Se para. Charlamos. Paso el
pulgar por el filo de su hacha.
Por el azul, una bandada de pájaros.
El hmbre, este solitario;
su mujer y sus hijas duermen en la misma habitación,
mientras él corta en el bosque.
El hombre, una nota musical profunda.
El hombre, otra todavía más.
El hombre, ahora un acorde.
El hombre que es uno mismo, emprendiendo la jornada de
buscar el poema por las anfractuosidades de la sierra,
que después, como buenos chicos, entregamos: cargas de
leña, versos.
Este animal que da.
32
XVIII
Aunque yo me vista, tú sigue desnuda.
Iremos al cine, al mercado.
Llevaré yo los bolsillos, las carteras;
tú, desnuda.
Y que la gente nos abra paso
y nos lancen serpentinas.
Yo, sacando la entrada en la taquilla;
tú, desnuda.
Desnuda siempre,amor, en el metro,
que todo el mundo sea faliz contemplándote,
deseándote, tocándote.
Qué suspro el de ése,
y asoman falos por las aberturas.
Desnuda erotiando el mundo,
encendiendo la mirada,
tus senos, tu vientre, tus muslos.
Es pecado vestir a una mujer:
a los piropos, a las caricias.
Nosotros, copmo sea, pero ellas
en todo su esplendor.
Desnuda, amor mío,
regalando amor;
yo, exultante.
33
XIX
Vamos, mujer,
con la vista hacia abajo
contemplando el hondón.
Te contemplas en él,
no puedes apartar la mirada.
Vamos, amada,
el abismo te llama,
en él te has quedado prendida.
Temerosa me abrazas.
Vamos, amor.
Anda.
34
XX
Te cubro con mis olas,
peña dura.
Cuando me voy,
conchas y algas.
Vente conmigo;
también tú, mar.
Perderías los límites
dolorosos.
Ábreme tu belleza
cerrada.
Que yo te haré infinita
dulzura.
36
XXI
Si tú fueras la mar cesaría mi búsqueda,
sosegaría en tus brazos,
y las olas suaves a nuestros pies.
Si tú fueras, no habría en mí esta ansia,
no andaría vagabundo por las calles,
no dormiría a la intemperie,
no asomariá la triteza en tu sonrisa,
no dormiríamos de espaldas,
no me abrazaria a ti desesperado.
Correríamos cogidos por las calles,
entrarsamos laliendo,
tendríamos,
no habría cosa,
por todas partes la ondulación suave,
todas las puertas darían a ella,
no habría un muro en mi frente,
carga en mi espalda.
Si tú fueras la mar, nuestras bocas,
nuestras cinturas,
nuestras miradas,
no se desmoronaría la esperanza,
no supondríamos infructuosamente,
no tendríamos constantemente que callar,
no habria detrás una sonrisa.
Si tú fueras ella no hariamos
razonamientos, suposiciones,
no andaríamos tropezando en los muros,
rompiéndonos las ropas en las zarzas;
rodariamosdesnudoos por tus curvas,
y cuando nos marchamos, abrazados,
y cuando nos peleamos, carcajadas,
y cuando tú no estás, yo tampoco.
Si fueras la mar no andaría por los vertederos
con los pies torcidos, la cabeza,
espinos, pedruscos,
sequedad, el sudor por la cara,
ni una rama, ninguna brisa,
la lengua seca, la angustia en la pisada,
precipicios me llaman
recuerdos que tiran de mí,
puñales clavados;
a trompicones,
37
sin mirada.
Si llegara a mí la brisa de tu mar
no andaria por estos caminos
buscando lo que nunca encuentro;
sé que no está, pero lo busco,
me moriré, pero lo busco.
Si tú fueras la mar, amor,
seria la paz.
39
XXIII
-Sólo una mitad; la otra a la intemperie.
-La otra es la que abre la puerta y se marcha a las tres de
la mañana y juega con todas las máquinas tragaperras que
encuentra, besándolas; ellas también lo abrazan,
enfrascados ambos, y cuando se cansa, llora.
-Yo te estoy esperando, llamo a la policía, pasan las horas
interminables, rezo.
-La otra, por ahí.
-Yo estoy esperando que se canse y venga.
-La tuya.
-La amorosa.
-La que ya no puede más.
-Y cuando llega nos entregamos.
-La otra, la del antifaz.
-La hosca.
-Tiene en el bolsillo un cuchillo.
-La que sufre.
-La desangelada,
la vagabunda, tirada en una esquina, se droga.
-Esa mitad tuya triste.
-La solitaria.
-Pide limosna.
-Perro apaleado.
-Me da miedo
-Cuando se cansa llega la otra.
-Entonces es el amor.
40
XXIV
Y a nuestros cuerpos, que se aman,
que lo saben todo el uno del otro,
que se entrelazan y se desenlazan,
que se besan y se devoran:
un bucaró, con una flor.
41
XXV
Estoy nadando en ti,
braceando, esforzándome.
Estoy nadando en ti,
no puedo;
tu mar se me espesa,
me agoto.
estoy nadando en ti
penosamente,
los brazos me duelen.
Estoy bregando en tu agua,
sobre tu cuerpo, dolorosamente.
Braceando desesperado
en mar de plomo,
lentas pesadas olas.
Estoy nadando en ti
sin esperanza.
42
XXVI
-Yo soy un monstruo quieto.
-Pero yo te hago cantar,
te hago reír,
te hago bailar.
Monstruo mío,
te hago caminar con la gente,
ir a las tiendas,
decir los buenos días,
sonreír a los niños.
Como el viento te envuelvo,
te beso,
exhalas,
gritas, te enfadas.
Sin mí nada puedes, ya lo sé,
eres un monstruo;
pero yo sin ti
sólo sería brisa inconstante.
43
XXVII
Sin ti no hay mar,
sin tu sonrisa, tus quejas,
sin tu silencio, tu ansia,
sin tu mirada,
sin tu paciencia,
sin tus puñales.
Sin ti no hay mar
con las olas que llegan y me llaman,
sin tu cuerpo de sierpe;
sin tu gesto áspero.
Tu cintura, mi brazo la rodea
y caminamos juntos, a veces discutiendo.
Sin ti se cierra la mar,
se acaba el infinito,
se clausura lo abierto,
se termina la vida.
Con tu infierno y tu cielo,
sólo contigo hay mar.
44
XXVIII
El horizonte,
las olas lejanas;
rodando sobre ti, pero me alza
el aforismo con sus muecas
y cuando alcanzo tu boca,
y despue´s, cuando ya estás en el jadeo,
el trasgo acecha, se rasca, sonríe,
se aleja y quieres más y yo,
un caminante con su carga
que se aleja pobre.
-¡Amor!
-Se aleja vagabundo, sonriendo triste.
-¡Amor mío!
-Se va de ti, cierro la puerta de la calle.
-¡Te amo, te amo!
-Tiro la llave.
-¡Abrázame más fuerte!
-Se aleja con las manos en lso bolsillos.
-¡Apriétame, bésame!
-Se va, sí. Se aleja.
-Húndete en mí, ahóndame
¡más,
más,
amor!
-Yo estoy miserable.
Vericuetos, laberintos,
tornillo de los dedos,
insuflamos, je, je.
Y así, de esta manera,
¡qué le vamos a hacer!
-¡Te amo!
¡Te amo!
45
XXIX
Ábrete, que la vea,
no te interpongas; tu cuerpo
me la trae y me la lleva.
Ábrete de par en par,
no seas ya más tú. La quiero a ella;
apártate, amor, que me la tapas.
Abierta, diáfana;
no te pongas en medio,
apártate, pero si
te vas, ella también se marcha.
¡Si fueras tú ella!
46
XXX
Ven, que con mi cuerpo
deshago tu aspereza,
emboto tus cuchillos,
aunque vengas furioso,
aunque vengas terrible.
Ven amor, que mi carne te dulcifica,
que mi carne es remanso.
Duro de soledad y de silencio
ven, que mis brazos son suaves,
blando mi seno.
Ven desaforado, gritador,
espantable, amenazante
que tu furia en mi carne se hará ternura,
tu odio, amor;
tu desesperación, delicia.
47
XXXI
Así eras
abierta a la mar,
en ella nos encontramos,
nada tú; toda
amplia
mar,
no había en ti otra cosa:
patente, clara, niña.
Cuando te conocí eras la mar,
nada había más ancho.
Una pierna, y otra a cientos de kilómetros,
un ojo aquíi y otro en la acera de enfrente.
Una mano me acariciaba, en la otra la flor,
eras la inmensidad, el mundo entraba todo en ti.
Desde una vertiente rodando yo alcanzaba la otra,
eras el camino que se para y se abre
y se redondea, el vaivén, la carambola,
la ola que nuevamente crece y te recoge en su seno,
lo envolvente, lo circunvalante,
llenabas el mundo, no había fuera,
tenías una risa atravesante
y entradas por todas partes hondas, altas,
el mundo contigo habia perdido la linea recta,
el sagrado deber, la obstinación,
el plano inclinado, la cucaña;
nada podía verte que no se redondease.
48
XXXII
-La otra amitad al aire
despavorida
gritando.
-Yo abrazo la que me entra.
-La otra corriendo loca
desangelada.
-La que me ama.
-La otra, desesperada,
puños y grito.
-La que me llama,
la que me colma,
la que me entra.
-La otra en alarido.
-La que es mi ñiñito y yo su nena.
-La que charla por los codos,
coge un cigarro,
fuma, lo tira,
abre un cajón, saca papel, no sabe.
-Ésta yo la acaricio,
y vivimos.
49
XXXIII
Erótica, los senos
agitados por los gemidos. Ahora
tu laxitud, tu dulzura antigua
se desmoronan en llanto. Ya no
te entrgaas al gozo, dolorosa
de lágrimas clavadas. A qué
estado has llegado; ya
no te vuelves al amante,
abrazarlo también con las piernas,
darle tu boca,
que entre su virilidad
toda
en ti profundamente; ahora
manas, Eva,
fuente,
aire de gemidos
y yo te contemplo
como una Madonna,
beso tus pies,
el pelo por la cara,
suplicante,
ramera
ahora también,
siempre deshaciéndote; yo
quieto siempre.
Te derramas en llanto,
se deshace tu cuerpo,
se deshace tu alma; yo
inerme siempre. Llegas
abriéndote a la tormenta,
el viento odioso poseyéndtoe;
yo inerte siempre.
Ven a mí,
arráncame,
abrázame,
gime, haz
una danza
con este muerto.
50
XXXIV
Te cuento mis tristezas,
mis deseos:
caminar contigo
lejos
y tú te ríes;
alcanzar,
pero tú
no me haces caso, ríes;
yo te llamo a la lejanía
y tu risa aumenta
Y al fin me callo
y tu risa crece
y me contagia
y los dos nos reímos.
Después tu risa se junta con mi llanto
y tú sigues
y sólo hay la risa tuya,
Y tu risa triunfa,
sólo tu risa y mi dolor por ti y por mí,
mi peñasco negro
y tu agua clara.
51
XXXV
Mi amada, como la mar,
tan ancha.
tan abierta,
tan desprotegida,
tan inmisericorde.
No sabe de ternezas,
enhiesta,
levantada,
desolada,
amarga.
Sin esas curvas suaves,
sin dulzura,
sin ternura,
a veces hiere con su cuerpo,
a veces tiene alma, pero es
ancha y amarga,
diáfana,
clara.
52
XXXVI
Detrás de ti,
la infinitud de la mar.
Tus pechos adornados,
tu boca pintada;
si fueras tú la mar
y las olas alcanzando mi arena...
Suaviza las uñas,
que sonrían tus dientes.
Ánchate, hazte
infinita, azul.
No me claves puñales
y después me sonrías,
me coronas de espinas,
giras por mí con garfios.
No me siembres hortigas,
no me hinques las uñas,
no me hurgues por dentro,
no me escupas insultos;
soy atroz, ya lo sé, pero tú
no me lances arena,
no me hieras y hurgues,
sé mi mar.
53
XXXVII
Camino por la arena
y tu puñal me sale por delante,
en los oídos os ecos de los gritos,
las carcajadas,
los silbidos.
Me desahogo caminando, y eldesierto no llega nunca,
cuanto más ando menos lo alcanzo;
en la espalda tengo tu mirada
de desprecio,
tu risa
y no puedo hacer nada,
muero caminando, pero la paz nunca llega.
Tengo en la memoria lo que piensas de mí
y lo miro todo con tu mirada
y no puedo librarme de ti
y no me vale de nada enterrarme, deshacerme, llorar.
Tu mirada sigue siendo la mía y eso es el puñal que me
sangra.
Me encuentro estúpido,
todo lo que estoy haciendo no vale para nada,
payaso, bobo,
fantasma de la ópera.
Si pudiese reírme de ti y de mí, mandar a la mierda
almundo,
¡ay, ay!,
ladrar,
risotadas,
nada vale
y ése es el puñal que me desangra.
56
XXXVIII
Un ave sobre tu cuerpo,
sobre tu cuerpo, un ave,
ojos desencajados,
sobre tu cuerpo blando,
en tu carne mi pico.
Sobre tu cuerpo un ave
encerrda, insaciable.
Un ave con su presa,
un obrero atroz.
Un ave lejana, desesperada,
tu dulzura en mi pico y en mis garras.
Con mis alas ensombrezco
tu cuerpo, que se extiende amoroso
pidiendo el mío; pero yo,
triste, siniestro, nocturna
ave.
57
XXXIX
Es una peña negra,
sólo consigues taparla un instante.
A veces parece que ya no está,
que todo es mar, pero cuando cesa tu avance,
te recoges para descansar,
tomar aliento,
a preparar un nuevo asalto,
emerge solitaria,
áspera, alma,
horrenda,
y es inútil tu empeño,
puede más que tu inmensidad.
58
XL
Sus pechos arrastrando,
él la ayuda con uno
al hombro, se le cae,
con las manos. Ella intenta recoger el otro.
Sus pechos que se extienden
largos como culebras,
que hay que estar siempre en lucha con ellos,
porque se extienden y ocupan todo el espacio.
No nos dejan movernos,
respirar
sacar una mano.
Tiene en ellos él su pasión,
le dan mucho trabajo; levantarse es comenzar la lucha,
blandos, elásticos,
lascivos.
Un hombre con dos pechos y una mujer.
Son toda su tarea,
su ansia.
59
XLI
Mirad a eate pobre,
es un alma en pena, los hombres sólo pueden aumentar su mal,
pero las mujeres, si le pasasen las tetas por la cara,
si lo besaran, si lo abrazasen como ellas saben,
si le dijesen esas palabras mágicas,
si lo meciesen en su cuerpo
tal vez se le fuesen cayendo las escamas,
tal vez volviese a tener cuerpo
y dejase en el desierto olvidada su alma.
60
XLII
Tu camino es la mar,
Odiseo, en su velero roto.
Creías que te alejabas, y te acercabas,
soledad y mar,
afanado siempre en el regreso,
tu llegada es partida.
Penélope se ha acostado en secreto con todos sus,
pretendientes,
te ha olvidado. Navegas,
es vieja,charla por los codos,¿valía la pena tanto
esfuerzo?
De nuevo te harás a la mar,
tu mujer sólo sabe de calceta,
no te entiende;
volverás a Calypso, la diosa.
Itaca es para ti demasiado pequeña;
cuando venías te ibas.
Ulises por la mar
regresando a su casa,
huyendo de su hogar.
61
XLIII
Tus olas desmoronaban mi base,
que deshiciera aquella inmovilidad,
tal vez consiguiesen de mí una sonrisa;
muñeco levantado,
me acariciaban,
me besaban,
que me entregase a ellas,
que me alzase y me hundiese,
perdido al fin.
Ahora tal vez puedan
vomitarme irreconocible,
cacho de palo pudriendo su nostalgia al sol.
62
XLIV
Aplausos, mirad,
ahora esta pirueta
en soledad (vosotros abrazáos)
¿Veis? Sobre este pie,
así vivo,
a saltos. Ahora
puedo orear mi osamenta
y en la mano un adiós. No
os alejéis. Con vosotros
aquí, contemplándome.
Ahora me arrastro lentamente
hasta la quietud. En pie,
en carera pedestre,
en escalador,
casi en vuelo como una cigüeña,
cantando. A vuestros pies
tranquilos (dulzura del amor)
gritando, soñando.
Vuelvo atrás la cabeza
y me hallo en esa nostalgia
(vosotros os besáis)
embarrancado.
63
XLV
Preso recorro mundos y ciudades,
una mitad con pico,
a saltos,
media voz.
Sálvame,
tira de mi única mano,
sácame de mí,
dame la mitad de la boca,
la parte que sonríe.
Parado sobre un pie,
metido para adentro,
llega con la pasión,
con tu dulzor.
Acércate,
calma esta sed,
soy alarido
insomne,
enhiesto,
seco.
Llégate a mí
con tu ternura,
ven a la paz de tu cuerpo.
64
XLVI
-Aquí está tu mujer en mis brazos.
-Ven a recuperarme, ven a defenderme.
-Mira, la desnudo.
-Me abrazaré a él si no vienes.
-Cobarde, mira cómo jode.
-Soy el desposeído.
-Qué buena está,qué amor.
-Yo, si queréis, os bailo.
-Odiseo, ven a buscarme, peléate con él, arráncame de sus
brazos, sé un hombre. Te quiero a ti, aunque él sea un
caballero elegante, tan mirado; sabe tratar a las damas, no
como tú, pobre diablo huído. Pero yo te elegí y estoy
encariñada a ti: me iría contigo. Mira, con una mano lo
acaricio y con la otra te llamo. Ven, tira de mí y llévame.
Iremos, yo qué sé, a correr por las calles. Ël me ofrece
una mansión, pero tú eres mi amor. Ven, querido, que ya me
ha desnudado y comienza a impacientarse. Es de genio feroz,
no como tú, que eres un pobre diablo. ¿Vienes? ¿Vas a dejar
ue me posea? ¿Le tienes miedo? Yo te ayudaré, entre los dos
le podremos. Ven, dulce amante, que te prefiero a ti,
aunque seas tan poca cosa, nada más que un vagabundo, un
mendigo. Andaremos los dos por las calles, ven.
-Yo, si queréis, os bailo.
-¿No me amas?
-Sí,te quería.
-Ahora soy de él, ¿te es igual?
-Soy un poeta solitario.
-Te morirás de frío,
te morirás de pena,
te morirás de miedo;
te morirás de asco;
todavía me puedes recuperar.
¿no te atreves a mirarme a los ojos ante él?
-Me perderé en la soledad.
-Espera, voy contigo, mi Odiseo, me he escapado. Vamos.
¿Qué haces? ¿Estás llorando? Mira, todo este público son
parejas y se ríen de ti, pobre diablo; te dejas desposeer
de tu amor, lo regalas, te quedas sin nada.
-Déjame que huya.
-Ven.
-He de subir tres montañas.
-No las necesitas si estás conmigo.
-Llorar, despreciar, y después lamentarme. Entonces te
llamaré. Correré montaña abajo; estarás en otros brazos. Me
sonreirás, y yo tal vez os baile.
65
XLVII
Entra en mi cueva,
ven a mi antro;
sabandijas, serpientes,
entra.
Deja los caminos,
todos vienen a mí;
por mucho que recorras entrarás.
Las nubes se deshacen en el cielo;
tú, aquí conmigo,
dentro
66
XLVIII
Poblaré vuestros sueños fugaz alejándome.
Eso soy yo; vosotros
os podéis abrazar y mirar cómo me pierdo,
soy el que nunca se queda.
Vosotros tenéis los cuerpos de vuestras mujeres,
yo soy una sombra.
Amáos, odiáos; yo
me devoro a mí mismo. Ésta
se está poniendo bien el pelo
con la orquilla en la boca;yo,
un huacamayo con garras y pico.
Camina ésa con redondeamiento
suave de caderas; yo
me oio a mí mismo. Vosotros
puede ser aque algún día; yo,
esa sombra que se aleja también en vuestros sueños.
A aquélla le tiemblan enfadada las carnes todas; yo
el recuerdo de una lejanía.
67
XLIX
Sin ti no hay mar
pero contigo me ahogaba;
dejé la costa, me vine tierra adentro.
Aquí me tenéis cantando en las tabernas:
‘Sin ti no hay alegría,
pero nos odiábmos’.
Gritando con estos borrachos,
todos conocemos la canción:
‘Sin ti no hay más que muerte,
pero contigo es el infierno’.
Bebemos, reímos, vociferamos
hasta llegar al estribillo:
‘Sin ti todo es inútil,
pero contigo, imposible’.
Después salimos tambaleando
trabajosamente, farfullamos:
’Contigo no era la paz,
pero sin ti es el desierto’.
68
L
Constantemente sueño con tu cuerpo,
siguiendo su rastro,
montado encima,
oteando,
cabalgándote con el pensamiento.
Sacame de la guarida
con un alfiler, con una pajita
mea en mi agujero,
que estoy en lo hondo escondido
con ojos asustados,
el cerebro atrapado.
Paséate por delante desnuda,
llámame, cántame, baila.
Sácame de mi antro,
tira de mí hacia fuera,
la miseria a la luz.
Aráncame de mi noche de siglos;
que sólo tu cuerpo puede,
sólo tu paz.
3
I
Dejar aquí la ropa y este poema
y entrar en ti.
Dejar aquí los cuerpos que persigo
escurridizos,
dolorosos,
en ansia que nunca se acaba.
Que se abrazan y se odian,
que ríen, se pellizcan,
se alejan, se estrechan.
Cuerpos, cuerpos, cuerpos
separados o juntos; y perderme
al fin, en la mar.
4
II
Qué dulce era el bregar con las olas;
ahora tienes para ti todo el tiempo,
desde una hasta la otra noche
para hacer presa y morder bien,
dovorarte,
devolverte y volverte a tragar.
Terminaron las peleas,
sinfonía de la amarga mar;
ahora estás en tu desierto.
5
III
Te deshaces contra la costa,
incansable,
no te importan las heridas,
vuelves una y otra vez.
¿Para qué gastar tu blandura contra esa roca escarpada?
¿Para qué derrochar en ese peñasco el amor?
¿Por qué no te diriges a una playa
que recoja dulcemente tus olas?
¿Por qué te empeñas de ese modo en morir?
Te estrellas y te rompes contra rocas miserables,
pasas la vida acariciando lo insensible,
¿por qué empeñarse en mantener este odio y no hacer otro
amor?
6
IV
¡Pobres, buscamos
en ellas aquella dicha primera
y nos abrazamos y nos penetramos.
Pero las olas encrespadas gritan
que nunca, que nunca,
que jamás,
que nunca.
7
V
Todos los dinosaurios
se acercan arrastrándose,
los vemos en todas las orillas,
vienen de todos los lugares,
salieron a contemplar,
a saciarse, y algunos revientan.
Llegan los hambrientos de eternidad,
los ciegos de mundo,
los cojos, los mudos.
A unos los llevanen camilla,
otros se acercan arrastrándose
bobos de lejanía,
tontos de intemporalidad,
memos de paraíso.
Llegan con todos sus ancestros,
a los más necesitados les hacemos la cama
en la orilla, como a Rosalía antes de morir,
y les mentimos abriéndoles ventanas
que no dan a ninguna mar.
8
VI
Todavía no sé hacer un poema sin mujer
recibiendo en su cuerpo la silenciosa caricia.
Todavía soy un pobre diablo que necesita a su mamá.
Entonces me revuelvo contra mí mismo,
me araño,
me insulto,
es inútil, el poema
sólo me nace cuando aparece la hembra.
Ahora estoy en un pedregal
contra el que las olas baten;
no se sabe en donde hay más soledad.
Sin playa para decrecer suavemente
y sin nadie que las reciba, estas pobres olas
se animan lejos, pero se resisten a llegar.
Anochece, y ninguna nostalgia,
sólo la desazón de no poder
nunca alcanzar.
9
VII
Hecho infinita mar: un pez;
y tú con el trinchante, ni aún aquí me puedo librar.
Me secas y me pones pañales
y de nuevo la vieja historia
del marido y la mamá.
10
VIII
Sólo hay esta tarde,
nada más que este sol dorado,
lejos baten las olas;
nosotros en la paz de los cuerpos.
Ellas sí, pero la luz aún nos acaricia;
vienen a estrellarse como es su oficio;
nosotros no tenemos más que querernos
hasta que la noche venga;
entonces, siniestras, ya no nos dejarán.
Aún podemos amarnos,
todavía el sol dorado nos acaricia,
las olas aún suenan lejanas,
no se atreven con nuestro amor;
cuando el sol se ponga se levantarán,
la noche es su batir.
Es la única tarde,
senos vibrantes, serenos, al sol,
las bocas en las bocas,
las manos acariciantes
y las olas bramando.
11
IX
No hacéis más que venir
a encandilarnos
y no queréis marchros.
Tan lejanas y tan insistentes,
os atraen nuestros cuerpos,
el ardor de nuestros besos,
la infinitud os espanta.
Rodeáis una cadera,
acariciáis los senos desnudos
odiosas de lejanía,
redondearos de amor.
12
X
Con mis olas
nunca podré atraparte,
jamás te tendré mía, por inmenso que sea
nunca tendré tu abrazo.
Tu cuerpo desnudo y no puedo,
mi infinitud no abraza.
Soy confuso y amorfo; necesitas
un varón claro enfrente, que se entregue, y no
este escapismo. Te deseo
imposible, te deseo inasible,
jamas podré tenerte;
la infinitud me pierde.
Yo soy lo informe; sólo puedo
chocar contra las peñas
y allí deshacerme.
No puedo asirte, sólo derribarte,
después pasar llorando,
sólo mar infinito que se pierde.
13
XI
Piensa, monstruo asomado a la lajanía,
qué soñarás.
qué recordarás.
de qué te dolerás,
con la mirada clavada en el horizonte,
sin hacer caso de las olas.
¿Qué hay para ti a lo lejos, troglodita
o a qué mundo de horrores das la espalda?
¿Qué es lo que estás empeñado en olvidar?
La vida te ha hecho monstruoso,
las olas chocan y te salpican,
pero tú, bicho antediluviano,
¿en qué pasado de dulzuras te pierdes?
¿A qué nostalgia quisieras arribar?
14
XII
Que se levante la mar
lenta, como ella sabe,
que se yerga hacia arriba,
que se alce y grite
que ya está bien de ser horizontal,
que se levante y hable,
que se ponga de pie,
que haga callar a los bocazas,
con su ritmo eterno,
con su pausado son,
con su canción de hembra,
su lenta dulzura,
su mansa fiereza;
que se levante y diga a los imbéciles
que nos dejen escuchar
su dulzura inmortal,
su pausado rumor,
su hondo manar.
15
XIII
Tú desnuda
y todas las rocas vertiendo
el agua del oleaje.
Como una madonna
y el agua salpicando, gritando.
Tú mansa quietud,
el alarido de ellas, y su desesperación.
Tú sonríes plácida
y las olas huyen de ti gritando,
lloran, se lamentan, estan solas, chillan, saltan.
Los senos deliciosos,
la dulzura del cuerpo;
ellas desesperadas,
furiosas contra las rocas, restallan.
Las redondeces plácidas,
tus círculos concéntricos, tus hobros, tus caderas;
ellas no tienen otra alternativa que subir desesperadas
por la montaña.
Tus lunas y soles;
ellas no son más que ansia.
El universo tú; ellas blasfeman
sin otra alternativa que sollozar,
sin otra compasión, sin otra libertad, sin otra muerte,
sin ninguna esperanza.
16
XIV
Mirabas al infinito,
ahora el oleaje bate contra tu cráneo, pega con fuerza
contra la osamenta,
se mete por los ojos que contemplaban.
Ahora tienes el infinito bien adentro,
ahora eres material de derribo entre pedregales;
osamenta calcárea;
el oleaje no entiende de nostalgias,
ahora, un pobre monstruo atrapado,
se aacabó la nostalgia,
la lejanía y tus cuencas,
el paraíso y tu osamenta
entre aguas negras inmisericordes.
Soñabas: la testuz,
ahora sí –dejad ya de batir, malditas-
la aternidad.
17
XV
Siempre se los ve en pareja,
pasan a mi lado discutiendo o abrazados,
jóvenes o viejos; yo
siempre solo. Mar,
¿quieres ser mi amada?
Ahora que el sol se pone,
que la soldead,
que la tristeza, ¿quieres
mar? Tú con todas tus olas,
con tu horizonte,
con tu abismo
y yo con mi soledad?
Cuando el sol se pone, cuando sólo hay nostalgia, cuando
la tarde acaba
y tú te haces siniestra,
y tus olas lloran,
¿quieres, mar?
18
XVI
Conmigo tienes compañía
y mi cuerpo y mi boca.
¿Por qué estás siempre con la mar?
Yo te espero impaciente,
pero tú te estás horas y horas sentado a su orilla
y te llamo al móvil y lo tienes apagado
y el azul de tus ojos se junta con el suyo
y un día te irás con ella
y yo te llamo insistente
y a veces suena pero tú no lo oyes.
Estas enquerindado con esa ella,
con esa perra mar,
estás enamorado,
te tiene sorbido el seso.
Te pasas horas y horas a su orilla
y le hablas y le rezas y qué se yo,
te desnudas, estás loco por esa
maldita mar.
19
XVII
Las olas y tus senos
más y más alejándose,
más y más regresando.
Ellas intentan la lejanía,
pero retornan. Quieren
llevarte navegando con ellas,
ser tus hermanas. Revolar
juntas, abrazadas,
volver una y otra vez,
olas y senos juntos,
ya para siempre
infinitud carnal.
20
XVIII
En tus brazos, madre,
y ya te veía lejana;
me apretaba contra tus pechos
y estabas ya en el horizonte.
En tu cuerpo nadaba contra las olas,
abrazado braceaba,
madre siempre lejana.
21
XIX
Siempre tienes que derribarlo todo
con tus olas mansas;
el calor de la hembra,
los labios,
los senos,
todo lo desbaratas
y queda sólo tu bramar,
convertido yo tambien en ola interminable.
22
XX
Sin amor,
en esta aspereza;
aquí los cuerpos desnudos no sobreviven,
sin embargo, hay dos allí. Tengo que
ir mas lejos. Bate, mar,
yo solo contigo. Gaviotas
vuelan mar adentro
buscando. Se cansan
sin nadie. Ayer iba una lenta por el pedregal
acercándose a una bañista para ser acariciada.
Chillan. La soledad.
Días y noches buscándote
para qué ¿y si te olvidara?
y me metiera en la noche bestial
de los que van a las tiendas,
se empotran en la tele?
Ando detrás de ti,
con tu hostilidad, con tu lejanía,
las olas baten indiferentes,
el horizonte inalcanzable,
yo no te importo nada.
23
XXI
En la noche
batido por aguas negras.
Me envolvéis,
me cegáis,
me arrojáis
y cuando os vais, horrísono
rodar de piedras.
Sé que me llevaréis
a batir yo también,
a aumentar la negrura,
ahoroa llega otra horrísona,
os mecéis,
soy ya casi vuestro.
24
XXII
Un pájaro, sí,
con pico, sobre una peña
y las olas batiendo.
Ella pone la toalla sobre cantos rodados,
redondeces sobre redondeces; yo
en una roca mirándola.
Ella apacigua la sinuosidad; yo
no le quito ojo,
el pico hacia las olas, dispuesto a un nuevo vuelo.
Con el otro al mar,
solitario, cabrón,
un pájaro,
las plumas chorreando.
25
XXIII
Junto a la mar la casa abandonada;
Las ventaqnas cerradas,
las olas en sus muros
incesantes llamándola.
26
XXIV
Sopla el viento
de la eterna
inmisericorde
nada,
la vida es un instante
de este viento infinito.
Arena sin fin,
silbido tenebroso
y yo aterido escuchando.
Etermente viento,
eternamente miedo
eternamente ansia
eternamente nada.
Es nuestro origen,
sólo en medio esta angustia,
y nuestro final.
27
XXV
Esta mar
que en lugar de arrojar fuera los cadáveres se los queda,
que no tiene más que una ola brutal
siempre la misma,
la abrazas y te duele;
esta mar que parece dios, que es amenaza,
dureza, violencia,
es mi mar.
28
XXVI
A tu orilla mi muerte
toca la flauta,
ahora lleva una máscara de Pierrot,
ha dejado de ser ansia.
A tu orilla, mar,
mi muerte se pone una máscara,
se viste de poeta,
canta.
A tu orilla, mar infinita,
a tu orilla, mar amarga,
mi muerte baila.
29
XXVII
Solo pero contigo,
las olas corren infantiles,
el sol se pone.
Tu inmensidad y mi ansia.
Las parejas están muy bien, pero yo
te necesito inabarcable,
ningún amor podría.
Tanto embate,
tanto lamento
tanto arrancamiento
como mi ansia.
30
XXVIII
En mis brazos,
en mi manso fluir,
en mi eterno cantar,
en mi mecer sin fin,
en mi eterna caricia,
en mi paz sin orillas.
Deja tu áspera roca,
ven a mi seno,
vuelve al origen,
entra en mi abismo,
calma tu ansia,
ven a la muerte.
31
XXIX
Es piedra dura, pero tú no ceses,
éntrame adentro,
penetra, socaba,
abre galerías,
que todo sea oquedad.
Asustado dentro estoy,
llévate el alma,
échala, que se vaya
con los otros fantasmas.
Horada, socaba,
no ceses, infinita
nostalgia.
32
XXX
Tus ladridos por la inmensidad de la mar
la hacen sinfonía,
las olas los arruyan,
su violencia se ancha.
Tus ladridos son la gloria de la mar,
sigue furioso; ladras
y la mar se calma.
Desde tu perrera,
mar lejana.
33
XXXI
Es un bofetón esta mar
que no se acaba nunca,
siempre en movimiento.
En todo momento una ola está batiendo sobre un promontorio.
Siempre rumorosa,
el viento la acaricia, y ella
como un gato, runrunea.
Es una delicia, es una impotenncia,
es una pasada,
es un alarido
esta ansia.
34
XXXII
Te oigo por las noches,
me despierta tu arrancar
interminable.
Mar profunda
llegas del infinito, nunca
me dejarás.
Me entras sin piedad.
Te agrandas por las noches,
retumbas.
Así lentamente
me vas desmoronando.
Me llevarás contigo,
también yo en constante batir.
Sin compasión,
horrenda mar.
35
XXXIII
Me llamas, me insultas
día y noche; lo sé,
mi detino eres tú.
Me agarro, te olvido;
mi destino es la soledad.
me encandilas: que alcanzaré lo imposible,
que el mundo y sus mezquindades, que
nosotros, los elegidos; lo sée muy bien
mi detino es la mar amarga.
Las fuerzas son muy deiguales,
me aferro inúltimente, pronto
navegaré en tu soledad.
Que tu mecer es susave,
que no hay frontras para el amor,
que soy un cobarde,
que sólo una vida grande merece vivirse,
que es posible librarse de la memoria; no habrá retorno,
me perderé en ti,
una gota en tu inmensdidad.
36
XXXIV
Camino trabajosamente,
el viento pretende derribarme
y la arena me ciega,
pero yo, proa a barlovento,
siempre hacia el origen
para aferrarlo,
para agarrarme a él,
para no dejarlo;
siempre por este infinito desierto.
37
XXXV
Te lanzas, gritas, te maltratas,
estás loca furiosa.
Venid a ver el espectáculo, aquí hay unas escaleras y
una barandilla, no tengáis miedo,
mirad cómo se retuerce la fiera,
cómo se llena de espumarajos,
se destroza,
habría que encadenarla, pero nadie puede,
es una ofensa contra el orden,
contra los sagrados deberes,
le ha dado un ataque,
mira cómo se revuelca,
brindamos conchampán por tu locura,
contemplad a mi diosa enloquecida;
merodeas, saltas, quieres salir de tu prisión,
intentas romper las cadenas,
madre terrible también tú,
¡loca!
38
XXXVI
Qué tristeza amarse junto a la mar,
si pudiésemos alcanzar su lentitud,
su cadencia.
¡Meter y sacar!, qué
pequeñez, tu boca en la mía,
tu cuerpo apretado conta el mío,
tu desfallecimiento; qué
pobreza.
Son intemporal; que
sólo eso sea nuestro amor.
39
XXXVII
¿Adónde irás? Escapas
de la mar infinita,
de su dulzura, de su nostalgia.
Con un zapato roto, a trompicones,
corres de espaldas, mirándola. No puedes
apartar la mirada. Huyes
es demasiado ancha, demasiado
inmensa, demasiado clara.
Seri terrible para ti. Habría
que dejar a su orilla los harapos,
que llorar por la tarde,
que morir sin espeanza,
que callar, que dejar
la estupidez del mundo, que
romper a reír, que perderte en la infancia.
¿A dónde irás? Escapas.
40
XXXVIII
Mi vieja osamenta arrastrando,
mi testuz de asno al duro cielo,
La miseria, los piojos,
las maldiciones
todas sobre mi testa enorme;
a mi espalda la placidez de la mar.
Mi rebuzno eterno,
mi oquedad,
en los ojos todas las moscas,
arrastrándome,
aparejado, montado,
trabajado, desmantelado,
subiendo esforazadamente; a mi espalda
la ancha mar.
41
XXXIX
¡Que e acabe ya
este alarido
insomne,
eterno,
desesperado!
Que termine esta muerte,
o que se acabe la mar.
42
XL
Eres mi obra,
tan grande,
tan profunda,
tan clara.
Yo te hago amorosa,
te hago madre,
te doy el sosiego;
yo, que me arrastro, te doy la altura,
te doy el amor yo, que estoy solo.
Sin mí que no soy nada, sin esta muerte con la que me
arrastro,
dulzuras de la mar,
sin este morir mío que te da la paz,
sin mi alarido que te remansa,
sin mi odio que te da el hermoso azul,
sin mi dentadura, que te solaza,
sin mi muerte,
sin mi ira,
sin mí, maldita mar,
no serías nada.
43
XLI
Mi grito y tu locura,
mi ansia como la mar.
No hay más que mi alarido
y tu inmensidad,
los dos estamos solos,
los dos igual de enormes,
los dos igual de abiertos,
los dos igual de locos.
Juntémonos, amor,
que tú seas el ansia
y yo la inmensidad.
44
XLII
Antes huía a mi escondrijo;
ahora me gusta la soledad
de las olas en la noche
y yo con ellas.
Batiendo sin fin,
batiendo sin tiempo,
sin objeto,
lentas,
intemporales,
y yo con ellas.
45
XLIII
La mar subiendo; mírala blanca,
el cielo abajo anubarrado,
hosco, y ella sobre él desplegando sus olas,
acariciándolo.
Tan grande que era; ahora
es ella la que está encima,
se derrama toda,
corren las olas por la lejanía.
el cielo es ahora mundo
-siempre lo fue-,
ella por arriba baila sus olas,
corren las grandes y las pequeñas,
cantan la eterna canción,
todas libres, ya no se destrozan contra el mundo.
Ahora es la diosa la mar.
Tiene esa suavidad de la hembra,
ya no el rayo y la amenaza,
con ese vaivén cadencioso.
En lo alto toda la mar, todas las olas,
y el cielo suplicando.
46
XLIV
Vienen
cuesta abajo desnudos riendo
a veces se paran para besarse,
y yo en lucha constante con las olas,
en combate feroz con esta belleza que jamás acaba.
Exhaustos ellos se levantan;
seguiré yo en el combate
que me lleva a ti inmensa,
que me envuelve en ti,
que no me permite ningún pensamiento,
en gloriosa pelea inacabable,
en desesperación,
en este abismo,
en este amor.
47
XLV
Está muy bien, la llevas de lamano
desnuda; pero yo tengo la mar,
bate a mi lado,
susurra,
grita,
amenaza,
llora
a veces desde el abismo,
otras entrelazada;
violenta,
sin tiempo,
insondable,
enamorada.
48
XLVI
Sin tierra a la vista,
todo mar. Ninguna ola
me arrastrará a ninguan playa. En ti
despierto y en ti me duermo,
sin memoria,
sin nostalgia,
en tu eterno mecer
al azar de los vientos.
49
XLVII
Pasad a través de mí olas y pájaros,
que soy una cueva que da a la mar.
De par en par abierto para que entres
las olas se llevaron mi muerte.
Has deshecho todos mis vericuetos,
te has llevado todas las defensas,
ya nada puede detenerte,
ahora tan sólo hay mar.
Las olas me pasean,
agua clara que viene,
que nada trae, que nada se lleva.
También yo mar infinita
en la nada de tu paz.
50
XLVIII
De dónde venís, oleadas
unas sobre otrads, de dónde
venís, tantas,
incesantes,
yo no puedo con tanta,
tanta mar.
Incesantes venís,
mansamente abismales,
gloriosas, pero tantas,
sin medida,
sin compasión.
Cantando venís
abismales,
altas,
llenándonosde luz,
no dejando ni un resquicio para el temor,
para el recuerdo,
todo lo llenáis,
luminosas,
sinfónicas,
en la tarde que acaba.
1
Teatro circular
Arte total místico
Xosé Azar
PASIÓN Y MUERTE DE J.M.CONTRERAS
(misterio)
Sierra de Gredos, verano de 1.988
5
Acto primero.
I
Coreuta 1:En mamá fumando
´ alli dentro.
En el útero inyectándome.
En tu seno con una navaja.
6
II
Coreuta 2:¡Tu cuerpo grande,
tu cuerpo es el mundo!
¡Tu cuerpo amado,
en él ando, en él duermo!
¡No hay mundo, es tu cuerpo!
¡En él vivo,en él muero!
7
III
Coreuta 3:Me abro camino
por tus espinas y tus zarzas,
entre tus alimañas,
tus breñas y tus aguas.
Entro en ti
sangrando,arañado,
mordido,
a tu fuente más oculta
que sólo yo conozco
y allí, madre,
en lo más escondido
busco el sosiego.
Mas los pájaros, asustados, callan.
Las serpientes huyen a escondrse.
Las palomas vuelan aleteando.
Y tú también me dejas;
estoy solo
en este mundo muerto.
8
IV
Coreuta 4:Niños viejos
tan llenos de dolores,
tan decrépitos,
tan ancianos;
niños que nunca
fuimos. Niños
enfermos crónicos,
nacidos muertos.
Niños (tos), ninguna
niñez ha habido nunca
en mí. Ninguna inocencia.
Ninguna sonrisa.
Ninguna piedad.
9
V
Coreuta 5:Acaricio tu vientre,
madre, en donde estuve,
y lo beso con mi podrida boca,
descanso en él mi frente.
¿Por qué me diste al mundo?
Quiero volver a ti,
recobrar tu carne,
volver a tu seno,
volver a la paz.
10
VI
Coreuta 6:La cara consumida
y los dientes se te caen
y el estómago cerrado,
la cabeza partida,
las ideas para un lado y para el otro,
asesinas y tranquilas,
sigilosas y dulces,
jugando,
cazándose
mezcladas.
Ya no sabes pensar,
ya no sabes hablar.
Mejor es que me quede
echado en el suelo
bien drogado
día tras día.
11
Acto segundo
VII
Coeruta 1:¡Que mi noche
se abra
en el alba
de tu carne,
madre!
¿Qué se acabe
la soledad
de mi cuerpo,
mi cárcel!
¡Que me pierda en ti
como en la mar!
12
VIII
Coreuta 2:Me desnudo,
abrázame.
Tengo todo el cuerpo mordido,
madre, buscándote.
Antes de que los policías y los jueces
me cojan, abrázame.
Estoy desnudo
tiritando en la noche.
Que ya no piense más,
que ya no sufra más,
que ya no clame más.
Que desaparezca el mundo,
que me hunda en tu carne.
Ciérrate sobre mí
y que vuelva a ser tu cuerpo,
tu carne con pájaros.
13
IX
Coreuta 3:Cabrones, todos.
Hijos de puta.
Nos han puesto droga
en el biberón.
¡Lo único que tienen!
¿Podrían darnos algo mejor, no?
Nos han metido droga,
los muy cabrones.
14
X
Coreuta 4:¡Déjame bañarme
en la arena de tu cuerpo,
madre!
¡Déjame arrastrarme
por lo hondo de tu cauce!
Revolcarme en tu carne!
¡Olvidarme!
15
XI
Coreuta 5:Estos cabrones,
estos cabrones.
¡Estos hijos de puta
Estos cabrones hijos de puta.
¡Estos cabrones, cabrones!
¡Hijos de pua!
¡¡Cabrones!!
¡¡¡Cabrones, cabrones, cabrones!!!
16
XII
Coreuta 6:Tus senos
policías los cruzan,
callejones con drogadictos
y cuchillos.
Tus senos
que como brazos me cogían de niño,
se han vuelto contra mí.
Tus senos
en los que de niño me nutría,
en los que de niño me montaba,
por los que de niño saltaba y me escondía.
Ahora braman
con sus uñas y puños en mi cara,
gritando que nunca más,
llamándome asesino.
18
XIII
Agonista: (mirando el mural)
Pasó el tiempo del arte por el arte.
Ahora es por la libertad,
por la paz,
por la vida.
(Atroz herida del coro)
19
XIV
Agonista: Se juntn en redondel
con el toro dentro
a las cinco de la mañana,
a vocearle,
a alzar los puños,
a blasfemar,
cuando el sol aún no ha salido.
Se levantan de noche,
despiertan al toro y lo sacan a empujones.
Lo llevan por las calles, que no se ve
y el pobre toro sl en el pecho,
y ahora se desangra
y el estertor
y ellos no saben qué hacer,
chillando unos,
otros aplaudiendo,
otros silbando la faena,
y el clarín se ha vuelto loco
y cambia el tercio
y ya no hay más tercios que cambiar,
pues el pobre bicho está ya acabado.
Sólo falta que las mulillas me lleven
y todos se marchen.
(Continúa la agresión al toro)
20
XV
Agonsita: Y sigo lamentándome, llorando.
Intento hablar y me sale un largo gemido.
Vosotros me golpeáis,
me insultáis,
meáis sobre mí,
me enseñáis el culo
y las mujeres se levantan la falda
y os montáis encima
y una hembra se me desnuda delante
y yo soy un pobre diablo
que solloza,
que no comprende que pueda dar lugar a tanta
furia,
a tanta ira,
a tanto rencor acumulado.
Soy vuestrta fiesta
y estoy en vuestras manos,
sufriendo esta agresión despiadada.
Si al menos tuviese a alguien con quien
consolarme,
decirle: hermano, aguanta un poco;
pero estoy solo.
Vosotros os desahogáis,
no os odio; es cuestión de azar.
Me ha tocado ser el chivo expiatorio de vuestra
fiesta.
Uno tiene que sufrir para que otros se diviertan,
uno tiene que morir para que otros vivan,
uno tiene que llorar para que otros rían,
uno tiene que ser injuriado para que otros
canten
y me ha tocado a mí.
¿Por qué yo?
¿Por qué esta conciencia mía sufriente?
Y los insultos siguen
y los golpes
21
y las risotadas
y el pasarse la botella y la droga.
¿Por qué yo?,
podría preguntarte a ti, aqu me pegas,
te cedería mi lugar;
pero al víctima soy yo,
el hazmerreír,
el escarnecido,
sin ningún merecimiento por mi parte,
porque pasaba por aquí esta noche
paa contemplar ese mural.
Mañana seré un muerto más en la páina de sucesos
de los periódicos.
Y todos los insultos a la gente que odiáis,
a la sociedad entera,
loque no podéis a ellos,
a mí me lo hacéis
y yo lo recibo,
y ya no me caben tantos escupitajos
ni tantos golpes.
Estoy aquí con todo vuestro odio;
a mí me matáis
para quedar un poco menos muertos.
Estáis ya roncos,
pero la orgía sigue,
y vuestra víctima continúa gimiendo,
yo sabía de otra mfiesta:
La del arte.
Pero la vuetra es con una víctima
que acoja toda vuestra culpa;
estáis manchados y queréis limpiaros,
sois pecadores y necesitáis un redentor.
Clavadme cuchillos,
arrancadme la ropa,
dejadme vuestra inmundicia;
que pago por vosotros.
Conmigo morirá vuestro pecado,
en esta misa cruenta,
cuando la noche me vaya viniendo
y me vaya muriendo.
(Lo desnudan. Se reparten sus cosas, se ponen sus ropas)
22
XVI
Agonista: Ärbol despavorido
desnudo al feroz viento.
Alrededor, noche y abismo
y tú no puedes con tanto viento.
A veces gritas y cantas
y ríes y sollozas,
porque no pudes con tanto
y nadie más puede cogerlo
y nadie más puede cantar
y estás solo para tanto viento
y para tanta noche
y para tanto abismo.
A veces eres hondo grito horrible,
a veces eres canto,
a veces eres llama.
Árbol sin alma dentro,
árbol en silencioso sufrimiento,
árbol que hondo clamas,
eres triste lamento solitario,
eres todo con todos enlazado,
eres ramo de pájaros,
eres llanto que canta
en regalo a la noche y a la nada.
(Aumenta la agresión)
23
XVII
Agonsita: (En exaltación máxima, lo mismo que el coro)
Ladridos en el sueño,
un eco de ladrido resonando.
Ladridos de terror,
afónicos ladridos,
ladridso graznidos.
Los canes negros
me tienen atrapado;
pero levantado,
pero incorporado,
pero las manos como palmas por los aires,
pero la cabeza atrás caída,
las fieres tiran,
pero la voz exhalada,
pero el canto que gotea,
pero el habla que no dice,
pero los ojos cerrados.
Los dogos negros ya muerden y agarran,
ya hincan
y yo ahora me entrego,
soy canto que se canta él mismo,
mar tranquilo
que deja a los perros en la orilla lejos,
ladrando cada vez más lejos
y yo ondulo en la paz.
Un talón bien cogido por los dientes
y el resto al aire
y el resto en vuelo
y el resto en canto.
Ladrido en vuelo raso,
ladrido en baile,
un ladrido clavado en la garganta.
Todavía los aviones cruzan el azul y dejan una
estela blanca que se deshace en lenta paz
que mi llanto aniquila.
Ladridos voltereta,
24
ladridos por el aire, por los cielos
ladrando en los tejados, las iglesias.
Yo mismo, un ladrido que no cesa,
que no acaba,
que no acaba,
que se agota,
que se acaba al fin.
Ladridos casi canto,
ladridos carcajadas,
un baile de ladridos,
ladrido el mundo entro,
explosión de ladridos,
ladridos de madrugada,
Ladridos y doy mi carne,
ladridos y doy mi cuerpo.
A vuestra locura de odio respondo
con mi loco amor.
(El coro alarida frenético)
26
XVIII
Agonista: La sangre llora en la noche
ensangrentada,
la sangre vuela en el cielo,
sangre que se alza.
Sangre que corre y corre,
sangre que salta,
sangre que era nuestra vida,
la sangre cálida.
Sangre ligera, tierna,
sangre callada,
va volando por el aire,
sangre que canta.
Por el aire, por el cielo
la sangre mana,
cuerpo caído en tierra,
que se desangra.
Larga noche tenebrosa,
la noche sangra,
llora que te llora y ríe
y dulce llama:
“Venid a beber mi sangre,
vino del alba,
que es mi sangre embriagadora,
y os arrebata”.
(El coro ríe borracho)
28
Acto primero
XIX
Agonsita: Después de toda esta noche
ya no podria vivir,
que ya la muerte es mi vida.
Si me dieran a elegir
ya no quisiera vivir,
que ya la muerte es mi vida.
Compañera,
que estabas dentro de mí
pero yo no lo sabía,
mas esta noche te vi
y ya la noche es mi vida.
Porque es ya dulce morir
enesta dura agonía.
Es tan hondo mi sentir
que ya no quiero vivir,
que ya la muerte es mi vida.
(El coro comienza a lamentarse)
29
XX
Agonista: Algo dentro de mí vas socabando;
sigue, buen leñador,
no resisto a tu hacha.
Ya los pájaros huyen y los frutos se caen,
ruedan tristemente por el suelo.
Sigue, sigue cortando.
Cada vez es más lento
el ritmo de tus golpes.
¿Estás cansado,leñador? Ya falta
poco para que el árbol
se desplome.
Después descansaremos.
Era un árbl hermoso allá en lo alto.
Sigue, sigue cortando,
sombrío leñador.
(El coro llora)
30
XXI
Agonista:¡Sacad a las ventanas
las luces, espantad a la muerte,
la muerte agonizante,
la muerte para siempre!
Te debates, debates,
breve charco de luz
que vacila, se apaga, se te apaga
y tragas, tragas, tragas muerte.
(Silencio del coro)
31
XXIII
Agonista: Eres plano y te extiendes
en el aire negro,
así, de esta manera.
Ya pueden las máquinas cortar,
sesgar, rasgar:
sólo esquirlas de aire, soplos;
quisieran cogerte, pero
tú ya no estás, está tu hueco.
Dentro... No hay dentro, sólo borde.
Antes hubo; ahora, nada dentro;
ahora, nada en nada.
Ya las máquinas pueden cortar, sesgar;
no cortan nada,
no rasgan nada, no siegan nada,
eres tan sólo superficie,
lisa pared sin techo
-lámper no- y suelo.
Dentro, lo que quieras:
una marcha, un reloj, un calcetín;
lo que quieras: una esposa, un papel;
dentro, lo que quieras,
un suspiro, una idiotez;
no importa el dentro,
tan sólo pared, blancas manos,
suelo, anchos pies
-lámpara no- a oscuras.
La cuota del dentro,
dentro, septiembre,
octubre.. Importa
la negrura, el alma,
una bombilla apagada.
Dentro, los bolsillos; allí metes
las manos. Dentro, pasión eras.
ahora, sólo borde, sólo canto,
un don tancredo negro,
soledad grande,
negra pared que se pierde en lo oscuro
sin un grito.
(Un coreuta se arrodilla)
32
XXIII
Agonista: Entro en la tiniebla trémulo,
como una víctima.
Así no te quiero,
me dice la noche,
ven confiado,
ven a perderte.
(Un segundo coreuta se arrodilla)
33
XXIV
Agonsita: Acógeme,
a ti me entrego:
noche amarga,
noche amada,
noche de quietud.
(Todo el coro arrodillado alrededor del agonista)
34
CUARTO MOVIMIENTO:
El coro y el agonista, sin máscaras, comulgan
místicamente.
Se le añaden los asistentes que lo deseen.
35
Acto único.
XXV
Coreuta 1: Que llega, que llega el alba
después de noche tan larga,
¡Ay, la esperada!
Que el negror se ha hecho alba,
¡ay, la anhelada!
Venid todos a bailarla,
¡ay, alborada!
36
XVI
Coreuta 2:Era una noche muy negra,
estaba lejos el alba,
¡alborada!
Muriendo estabas la noche,
con el alba no soñabas,
¡alborada!
Pero más alba tenías
cuanto más en noche estabas,
¡alborada!
37
XXVII
Coreuta 3:Apaga tus luces,
que esto es una danza.
Que el alba te entra,
el alba te gana;
no te queda nada.
Tus luces apaga;
ya no te hacen falta.
39
XXIX
Coreuta 5:Bajando las gradas
entran en la cancha
¡alborada!
Unos lanzan gritos,
otros baten palamas,
unos con cantares,
otros con pancartas,
¡alborada!
Las manos al cielo,
riendo las caras,
los unos llorando
y los otros bailan,
¡alborada!
40
XXX
Coreuta 6: Quiero coger esta alba,
¡es tan ancha!
Quería llevármela,
pero me rebasa.
¡Todo es alborada!
41
XXXI
Coreuta 7: Que el alba es hoy alborada,
¡hay que vivirla!
¡hay que cantarla!
¡hay que reírla!
¡hay que llorarla!
¡Alborada!
(Comunión mística de los participantes con los asistentes
que quieran. Al comienzo en silencio, pero pronto empezarán
a surgir espontáneamente gritos, rezos, cantos, etc.)
1
Teatro circular
Arte total mística
Xosé Azar
Mujeres en la noche
(ditirambo)
Sierra de Gredos, 1985
3
“Id bacantes; id, bacantes, que... a
Dioniso, acompañáis desde los montes
de Frigia hasta las anchas calles de
Grecia, al Alborotador”.
Eurípides, Las bacantes
9
I
Bac. 1ª: Los que en seguida buscan lámpáras
y junto a ellas duermen y sueñan,
y a sus amigos les dicen que un cielo les espera,
un cielo les espera, un cielo les
espera, un cielo.
Bac. 2ª: Los que engañan la noche con ficciones
y sin haber nacido morirán.
Bac. 3ª: Nosotras,
perdidas en la tiniebla,
dejamos que la noche nos entre.
Bac. 4ª: La que matáis con vuestras lindas luces.
13
Acto primero.
II
(Baile)
Bac. 1ª: En la orilla quedáis, deseos,
deberes, culpa.
Bac. 2ª: Duérmete, Padre, en mis brazos,
duerme, hijo mío,
duérmete.
Bac. 3ª: A tu puerta estoy,
temblorosa.
Bac. 4ª: Aquí me tienes, Madre,
desnuda.
14
III
Bac. 1ª: Venid, novillas,
llegad a la dicha del espíritu,
adonde no hay caminos,
en donde el mundo acaba.
Venid, yeguas salvajes
a lo más escondido.
El viento esparcirá nuestros cabellos.
Los torrentes que bajan espumantes
se harán a nuestros pies manso río,
en él nos bañaremos.
Allí, escondidas lejos
del mundo, lobas,
pariremos al nuevo dios.
15
IV
Bac. 2ª: Que se marchen los recuerdos, que se calmen
los deseos, que se vayan mis amores.
Que se vayan cayendo por el suelo,
que se vayan olvidando,
que se vayan muriendo.
Que se acaben
todos y quede
conmigo sólo la noche.
16
V
Bac. 3ª: A mis espaldas el orden
y tu mirada.
Tiras de mí, Padre,
me arrastras llevándome.
Al fin consigo soltarme
y quedo sola, espantada
de mi audacia, el corazón encogido
deseando llamarte,
regresar al mundo,
tu reino.
17
VI
Bac. 4ª: Negra noche amenazadora,
de oscura tiniebla
insondable.
Mis oídos te escrutan en vano,
no dices tu secreto, Madre.
De lo hondo me llamas.
‘Ya voy’, llorando,
a ti me entrego.
19
Acto segundo.
VII
(Baile)
Bac. 1ª: ¡Bajad zorras, bajad lobas,
aquí nadie os dañará!
Bac. 2ª: ¡Palomas que anidáis en lugares escarpados,
llegad!
Bac. 3ª: ¡Aquí no mandan las leyes de los hombres!
Bac. 4ª: ¡Reina en nosotras la vida!
20
VIII
Bac. 1ª: En esta soledad, ¡qué acogedoras
las pequeñas luces mundanas!
El cielo está negro,
sopla triste el viento.
Alguien atraviesa por su
camino, lleva su linterna,
tanteando no salirse.
A veces tropieza, cae; se levanta
y sigue sin mirar a los lados;
tiene horror a perderse.
Yo,
abandonada a la noche.
21
IX
Bac. 2ª: Al mundo, que era fiesta y alegría,
la oscuridad lo socaba.
Antes yo era suya,
impotente ahora me entrego
a la noche, que me envuelve lentamente,
no me defiendo.
Que ya no tengo Amo,
tan sólo noche tengo.
22
X
Bac. 3ª: Nos entras mansamente,
el terror poco a poco se va ablandando.
Tan sólo vida somos,
ningún dios nos observa;
abiertas a la noche,
su igual.
Ni un deseo se acerca, ni un recuerdo;
todo, negra quietud.
23
XI
Bac. 4ª: Aquí, nuestros cuerpos temerosos;
allá abajo, la dulzura de los sueños.
En fieras convertidas,
no sabemos de casa ni de hijos.
Nocturnas aves somos,
gritos salvajes que a nosotras mismas
llenan de espanto.
Pero, más que aquella antigua muerte,
es dulce esta tiniebla.
25
Acto tercero
XII
(Baile)
Bac. 1ª: ¡Canciones desgarradas
de las fauces abiertas negras salen!
Bac. 2ª: ¡Alarido acariciado por la noche!
Bac. 3ª: ¡Canción que brota honda,
coge mi cuerpo en brazos, lo levanta!
Bac. 4ª: ¡Gritos con ojos, pero sin mirada,
gritos con un oído y media boca!
Bac. 1ª: ¡Gritos haciendo corro, dando vueltas,
levantados los brazos!
Bac. 2ª: ¡Canción que tiene nidos,
dentro del puño guarda una dulzura!
Bac. 3ª: ¡Unos se alzan y otros y otros gritos
anchos como los montes!
Bac. 4ª: ¡Las estrellas caídas por el suelo
y los árboles gritando por las calles!
Las casas huyen despavoridas.
Bac. 1ª: ¡Alarido con brazos extendidos,
ola que vuelve y vuelve!
Bac. 2ª: ¡Grito que empieza antes de acabarse,
todas sus ramas rojas las extiende
y a su sombra es la paz.
Bac. 3ª: ¡Gritos que no sabían y ahora bailan!
Bac. 4ª: ¡Alaridos siniestros
con un quiebro al final lleno de pájaros!
Bac. 1ª: ¡Otros se juntan y en lo alto claman!
Bac. 2ª: ¡Grito que se divide en dos alaridando!
26
Bac. 3ª: ¡Grito de rama seca que se quiebra!
Bac. 4ª: ¡Alarido de dentro,
que sale, sale, sale, sale, sale, sale!
27
XIII
Bac. 1ª: Ululamos como nocturnas aves,
nuestras almas en pena
gritando sus terrores.
Es un grito a la noche sin respuesta,
un coro de lamentos,
salir del alma negra
que muere asi de triste,
esa desangelada
nocturna ave.
28
XIV
Bac. 2ª: Vuelan aves feroces,
creían en mi muerte y esperaban,
ríen y ladran en la negrura.
Y las montañas siguen derramando
torrentes que se hunden
y mi cuerpo doblado se levanta
y el canto sale ronco
y las palomas blancas de mis pechos
van dolorosamente tropezando
hasta que al fin, en vuelo.
Cuanto el río más corre yo más muero,
la noche es agua bronca
que de lo oscuro mana,
con estruendo se mete
por los hondos barrancos.
No sabe el árbol que se mueve al viento,
el arroyo no sabe que está cantando,
no tenemos los ojos de ningún dios mirándonos,
nadie sabe que estamos en la noche,
pues dios no existe aún,
y nosotras lo estamos engendrando.
29
XV
Bac. 3ª: Aves nocturnas de pesado volar,
de largos lamentos,
de cortos aullidos.
El agua negra me entra
por la boca y el sexo,
me inunda como a un prado, y yo florezco.
Perdida en la tiniebla estoy sin alma,
los ríos de la noche me acunan con sus aguas.
30
XVI
Bac. 4ª: Ya los cuerpos librados de su Dueño
como yeguas se alzan
en grito incontenible
que hacen suyo y repiten
las zorras y las lobas.
Venid todas con nosotras,
ayudadnos a parir,
con las fauces chillando, ayudadnos,
en espasmo incontenible,
a parir al nuevo dios.
31
Acto cuarto
XVII
(Baile)
Bac. 1ª: ¡Amor, amor, amor, me estás llamando!
Bac. 2ª: ¡Amor, amor, amor,
calmas la sed que me abrasa!
Bac. 3ª: ¡Amor, amor, amor te has hecho árbol
lleno de fruto!
Bac. 4ª: ¡Amor, amor, amor, amor, amor!
32
XVIII
Bac. 1ª: En la más honda noche
¿gritan yeguas o madres?
¿A nuestro alrededor aúlla el viento
o es nuestro dios?
¿Es un cuerpo de virgen, o una peña
ese bulto que gime?
¿Aquél, un árbol que el viento retuerce
o una comulgante?
Tuyas somos ya, Madre.
33
XIX
Bac. 2ª: Que yo no canto al sol; canto a la noche
y mis gritos acrecientan la tiniebla,
mi voz es la negrura que me llena,
mi llanto, soledad sin esperanza;
mi cuerpo, que se entrega,
renuncia inacabable,
vida toda, sin el peso
del alma.
34
XX
Bac 3ª: Ya, nuestros cuerpos, libres.
Al aire brazos, senos y cabello.
Como lleguas alzadas, relinchando,
gritando incontenibles
gritos de libertad
que hacen suyos y repiten otras hembras,
las zorras y las lobas.
En noche tenebrosa
revolcándonos,
la una está acostada como muerta,
canta otra dulcemente,
otra se levanta, se sacude
las penas, los recuerdos.
El canto a todas une.
Con los senos al aire de la noche,
los cabellos al viento, con el sexo
abierto,
las fauces levantadas
relinchando a la noche, a las estrellas,
como yeguas potentes,
cuando ya no hay hora ni tiempo, a trasmano
de todos los lugares,
pariendo estamos
un nuevo dios.
35
XXI
Bac. 4ª: Ahora ya no hay mundo en que arroparse;
el cielo negro es un graznar de cuervos
y las bocas exhalan
y el cabello volando con las ramas
y el cuerpo se desprende de su alma
y la cara pasando a ser de otra,
mi risa es ahora tuya
y este tobillo blanco, de mi compañera.
La luna ya no ladra
y los cuerpos se dan en mansa noche,
y palomas dormidas son los senos,
hecha animal nocturno
en la noche te espulgas y cantas.
37
Acto quinto.
XXII
(Baile)
Bac. 1ª: Es un río profundo de agua clara
que te coge y te lleva,
te levanta y en lo alto cantas.
Bac. 2ª: Es noche negra en la que sonríes,
no tienes que pensar, ella te lleva.
Bac. 3ª: Es un morir suave
que va viniendo lento
hecho todo de paz mansa y callada.
Bac. 4ª: Es canción en la noche
y dulzura su carne, como el alba.
38
XXIII
Bac. 1ª: Me abro
a la tiniebla, que se halla en mí,
no me resisto,
en ella he de amanecer;
ya no temo a los perros.
Como antes al sol, confiada,
perdida en su dulzura,
me abandono ahora
a la noche ciega, sin saber dóde estoy,
por dónde se sale o a dónde se llega,
el miedo apaciguado.
Y dejo de soñar y a abrir me pongo
el alma, todo el cuerpo,
y me hago negrura en flor.
39
XXIV
Bac. 2ª: Se te llena la copa de estrellas
árbol en la noche
cuando te abres en flor en la negrura.
Sosegado te entregas y floreces
en la noche serena.
Dejaste de pensar y a abrir te pones
para que ella te entre y te acalle,
y la noche te llega
apacible.
40
XXV
Bac. 3ª: Parece que no hay nada y hay vergeles,
praderas donde pacen caballos,
manantiales, suave viento,
esquilas, brisas.
Parece que no hay nada y hay abismos;
no temáis, vamos juntas
por las verdes praderas de la noche.
Parece que no hay más que ásperas montañas,
pero detrás hay valles
y lleguas solazándose
y un robledal al viento
con árboles de lento
movimiento y un lamento
que dulcemente pasa
de andante a allegro.
41
XXVI
Bac. 4ª: Cuando el árbol es ya noche
en la negrura, el viento
lo coge unido a los demás
las ramas confundidas.
Y es bosque en la tiniebla con todas
las ramas levantadas,
sin conciencia, ya
todo amor.
Los pájaros, que estaban en él dormidos, cantan
y él, extendido, clama
sin saberse, al fin,
perdido en la noche.
42
SEGUNDO MOVIMIENTO
V I V I F I C A C I Ó N I N E F A B L E
(Se unen las asistentes para iniciar la fiesta mística
total)
5
I
El azul nos ha entrado por debajo
y aquí arriba estamos
sin mundo,
sin pasado.
Aquí desnudos,
en el cielo carnal.
Y nuestra amada tierra besándose con él
y nosotros y nosotras en amor contemplándolos.
6
II
Hacia este cielo quieto levantaste piedras y gritos
encaramada en lo alto para besarlo,
el azul y el verdor mezclados.
No había más que muerte antes,
ahora lo gozas
en amor inacabable.
Nada os separa,
desnudos,
tiernos,
bacanales.
Decían que era opresor
y es tu hijo y amante;
que él nos hizo
y tu eres su madre.
Nada hay más que vosotros dos
y oímos vuestras risas por estas montañas.
El cielo te da el son,
con las curvas de tus montes y de tus valles, madre,
bailas y bailas,
7
III
Apartáos un poco,
haced bien el corro,
ése que se eche atrás.
Queréis ver cómo el dios enamora a la diosa,
y ella suavemente
se va redondeando.
Mirad ahora sus curvas,
cómo lo envuelve,
es feo como un lagarto,
áspero; pero ella
lo hermosea
acariciándolo.
Ahora lo besa –echáos atrás-,
lo abraza deliciosa.
Ríe, los senos,
la cabeza atrás, atrayéndolo.
Ya se revuelcan –que esa chica no sea tan curiosa-,
ahora necesitan más espacio;
van a aplastar a alguien,
echaos atrás.
qué poderoso, veis, ella lo besa,
él la acaricia,la lame,
tan enorme,
es el amo;
miradlo aquí al pobre,
entregando las entrañas,
todos sus tesoros se los está regalando,
porque no sirve para otra cosa,
para eso nació,
para que ella, placentera, se engrandezca
con todas las glorias de él
y se ponga más bella. Vedla,
le dice palabras amorosas,
no puede más,
lo ama,
lo ama,
la pobre diosa se está derritiendo de amor;
él jadea
y ella, maravillosa,
canta.
8
IV
A veces no sabe a qué atenerse. ‘¿Quieres
que me acueste en este césped?’ ‘¿En
furia o ardiendo, sin furor?’ Intenta
acoplarse siempre, a veces se equivoca, pero
al fin alcanza el ansia del dios. Si no sabía
que era odio y se había abierto, recibe
la ira implacable cuando ya es tarde.
Pero generalmente sabe adaptarse
¡tantos milenios juntos! La iniciativa parte
siempre de él, pero no el gozo; no es que
él sea malo; es libre y está solo,
a veces le domina el odio; ella
es la que sabe llevarlo siempre al amor.
El pobre monstruo a veces
se oscurece y ella se encierra y espera.
Un viento siniestro anuncia su furia,
nuestra madre al comienzo se protege,
pero pronto se abre a recibir toda aquella
furia y la convierte en dicha. Cuanto
más horrible él, ella más deliciosa,
más delicada,
mimosa;
tanta furia, ,
tanta ira, destrozo; ella todavía
no sonríe, está muy afanada
procurando que ni la más pequeña brizna
de esta furia se pierda.
Todas sus criaturas se esconden, pero
la diosa consigue que todo este empuje le entre
y lo recibe gloriosa. Los gritos de placer
de ella; las amenazas de él.
Sabe que son mentira,
que el pobre sólo puede asustar a las incautos, que el
dios lo que desea es joderla,
que lo otro es alharaca, teatro,
que en el fondo hay un falo que quiere entrarle,
que la batalla es de amor.
Él, mucha furia, pero el gozo es de ella,
se enardece a sí mismo con su grandeza,
que es para la diosa. Retumba
su voz de trueno, nosotros nos escondemos
9
pero ella se dispone a disfrutarla.
Nada hay más hermoso que esta furia amorosa,
lo criminal encendiendo el amor;
que este estruendo que es música,
que este horror delicioso,
que esta caricia de la víctima
a vueltas con su agresor,
que este morir y este nacer.
Son para ella miel sus rayos,
música su retubar.
Mamá hace su ira paz,
su crimen, caricia,
su violencia, ternura
-es ella la vencedora-,
su libertad, amor.
10
V
Soledad del espacio negro,
del vacío infinito
por donde algún cadáver de astronauta gira. Vienes de tanta
tristeza,
dios infinito,
fósil eterno,
soledad de los que están muertos.
Vienes de tan lejos,
fantasma, espantapájaros
a mi cuerpo desnudo,
a mi risa, a mi llanto,
en mis caricias,
a mi dulzura.
A ver si fluyes,
a ver si ríes, a ver si vives;
no tienes nada dentro, el viento te entra y te sale,
estás hueco, seco; pero yo he de hacer
contigo la vida.
11
VI
Mamá se acuesta desnuda
con las tetas bien altas. Sabe
que aunque él esté ahora amontonando nubes,
atormentando la mar,
reventando con su rayo alguna encina
pronto ha de venir a su lado
junto a sus senos dulces,
tan redondamente caídos,
tan cálidos,
y entonces él poco a poco,
se irá convirtiendo
en niño plácido.
12
VII
Él, de mineral que era, se hace vergel;
era química y ahora es una rama al sol,
y nuestra madre es una maravilla:
hizo de un muerto un dios y lo goza y se esponja
y crecemos.
Cuando él amenaza, ella no puede hacer otra cosa que
adaptarse a sus embates;
a su fiero amor opone ella la dulzura,
su más y más hacersr suya
para convertir la violencia en caricia,
recibiéndolo suavemente,
gozándolo,
sufriéndolo,
gozándolo.
Nuestra madre dulcifica al oso,
y cuando él es benigno
ella está hermosa,
esplende,
hembra agosteña,
honda, cálida,
amante,
plácida.
13
VIII
Te entra y te agitas toda por dentro
pero que él no se ablande,
que siga áspero; te revuelves
toda, te haces cantarina,
te solivianta;
pétreo, que no se funda;
no sabes de dureza, respondes
a su áspero grito con tu armonía,
no tienes uñas, dientes,
puede clavar el falo,
que dulcemente te abres, no te espantas.
Puedes meter el puño, la bota, ella es dulce
y se circunda y lo convierte en falo y lo goza,
que tu tensión no cese que para ella es
sonrisa. Puedes meter un brazo armado, ella
lo dulcificará. Con todo sabe
hacer su dulzura, no le importa
quien entre, a todo se hace delicia.
Qué impoorta que seas áspero, bruto,
estúpido. Ella
sin defensas, a todo
se hace amor.
14
IX
Lo llamas a él y yo me encuentro
a tu lado, pero tú levantas
la mirada, gritas al cielo
y yo desgarrándome a tus pies. Intento
penetrarte. Te protejes. Es él a quien buscas,
al altísimo, al luminoso,
en cambio yo a patadas. “¿Por qué
él y no yo, que subo por las peñas,
que llego hasta tu boca anhelante? No te oye,
ama su libertad, no le interesa tu cueva,
y yo me muero por ella. Haría mi vida
dentro, el hogar.
¿Por qué me echas y clamas
al dios que te desprecia?
Lo imposible ansías,
yo me enredo a tus pies y tú clamas a lo alto,
terreno yo y tú al infinito; mándalo
a la mierda, pero no te basta mi cuerpo,
maldita, mi carne te busca, cálida. Quieres
lejos la muerte. El falo,
que te entre entre las piernas, el gusto
de la carne entrelazándose, por qué me
echas, la placentera unión; pero
sólo la muerte existe en lo lejano. Atraparé
el sol para, con él en la boca, introducirme;
pero a ti te gustan las genuflexiones. Madre,
tengo que entrarte a escondidas, hacer
mi nido en ti; desprecio la soledad con las otras.
15
X
¡Cómo te florezco!
Me salen colores rojos, amarillos,
me engrandeces.
Te dejo que hagas en mí,
que seas poderoso a mi costa,
placentero,
delicioso
y comes goloso la belleza que en mí vas creando.
Te alimentas de ti mismo,
es un amor que crece delicioso,
un fructificar;
placer que crea belleza,
caricia que hermosea
y tú me devoras goloso
y cuanto más me pastas más flor me nace.
Sin mundo, cielo y tierra,
y cuanto más me paces me nace más flor.
16
XI
El cielo negro lanzaba sus cuervos
cayendo sobre el pintor que estaba como siempre intentando
reconciliarlos,
día tras día queriendo que se amen,
que estamos sin cielo,
que se desnuden.
Te doy a mi madre para que la jodas,
es mía, te la cedo, maldito dios,
sin mamá eres tenebroso,
¡es mía, regálate con ella!, pero él no me escuchaba,
seguía lanzando sus negruras,
no le importaba más que desahogar su cólera,
no echaba más que lo que tenía,
separado de nuestra madre no es más que muerte
y yo no he tenido más remedio que matarme.
Una y otra vez, el cielo se me hizo enemigo
y la tierra de nuevo se dispone a soportar su furor,
y la vida rota fuera igual que dentro,
‘la tristesse ne finirá pas’.
17
XII
Tan áspero rugiendo
¿Quién será capaz de recibirte,
bestial, feo,
atroz, el falo despellejado,
la cara una máscara,
pareces un fantasma. Nadie querrá
contigo yacer. ¿Quién permitirá
que eso horrible le entre?
¿Qué mujer será
tan desgraciada que quiera?
Esta niña tierna te tiene en su seno.
Con tus gritazos, con tus blasfemias,
con tus risotadas,
con tu falo bestial,
con tus rugidos
a esta tierna niña la enamoras.
18
XIII
El cielo limpia la tierra de oscuridad
y ella se ilumina por dentro;
recoge todo lo oscuro
y queda clara, pues él le entra por debajo,
la levanta, se le mete por todos los intersticios
iluminándola. Ahora esplende,
la luz se le derrama
chorreando por los pechos, le baja por su vientre
y también nosotros recibimos algo.
Madre, ahora que él te llena de esplendores
nosotros a tus pies te adoramos.
Tan deliciosamente, no deja ninguna entrada:
por la boca, entre los pechos, o en el culo. Todas
sirven para el placer,
diosa placentera, te alabamos,
madre deliciosa,
mueres de amor.
19
XIV
Yo quiero derrotar este cuerpo tan bello,
que se deshaga como mi avidez;
y él placentero me aguarda,
sonríe a las olas de mi mar,
pero no puedo vencerlo, emerje
siempre de mis olas sonriente.
Yo me deshago contra él; pero mi embate
no lo destruye, siempre nuevo.
Me aniquilo contra su redondez,
mi amor y esta belleza,
mi muerte y tu paz.
Mi embate se agota y tú emerges renovada,
mi desesperación, pero tu dulzura.
mi cadáver junto a tu playa.
Mi hambre no podrá jamas devorarte,
mi muerte junto a tu paz.
20
XV
Montaña penetrando
en el azul.
¡Ella, tan dura,
inhóspita!
El cielo se apretuja para gozarla,
la hembra arriba.
Surte el azucar de las nubes blancas.
21
XVI
Estamos muertos, cielo,
con tus lluvias y soles
reverdécenos; ya sé que es imposible, pero
haz el milagro. Nos
secaste cuando estabas habitado por el rigor,
somos tus muertos.
Ahora que eres el amante de nuestra madre,
ahora que eres limpiamente azul,
ahora que no te habitan fantasmas.
22
XVII
La luz del cielo nos entra,
nos florece,
fluye en ríos de luz;
estaba sola mineral,
ahora corre por nuestras riberas,
nos hace hembras en flor.
Nuestro padre nos ama,
anda detrás de nosotras,
abraza nuestros cuerpos,
los ilumina, los hace hermosos;
sin ti era la confusión,
lo oscuro, la triste tierra.
Éntranos, padre
ponnos cachondas
emborráchanos con tu luz,
enloquécemos con tu amor.
23
XVIII
Quiero llegar arriba,
alcanzar aquellas albas
tetas, besadas por el cielo,
ponerme entre ellos dos,
defenderlas
con un palo; fuera,
maldito, que estos pechos son míos
y la boca que está allá abajo
y el sexo al otro lado, de donde manan los ríos de la
pradera.
Vete de aquí, dios,
al espacio negro
que yo me abrazo a ella
y la beso y la quiero
y me restriego desnudito
y me amamanta, y ya no vuelvas,
que estas tetas serenas
llenan mi vida.
24
XIX
En esa hondonada estás
con una moza, en esa hondonda clara,
solloza pero no te suelta,
no creas que te vas a ir,
queremos alcanzar una pasión que nunca,
un morir que sea vida desenfrenada,
un llorar que es reír,
no creas que te vas a ir
hasta que no nos la satisfagas.
25
XX
Dímelo muchacha,
cómo llevas la vida con él,
cómo floreces,
cómo te arrastras y todos tus frutos.
Cómo respondes dulcemente a su violencia,
a veces ríes y parece que lloras,
eres frágil, puede hacerte
sollozar cuando arrecia, pero después floreces.
Dímelo, mocita, cómo consigues
no romperte sintiendo tanto amor.
Por todas partes él, y tú tan frágil,
dime cómo eres capaz de florecer.
Te adornas para él, para que vuelva
y otra vez la batalla, y tú de nuevo en el sollozo y
la risa;
háblame de tu vida con él.
Tanto amor, tanta ansia, tanta entrega
y tú la delicada. Cómo te adornas
con flores amarillas para que vuelva,
no sabes vivir sin él.
A veces las ramas se te quiebran, pero
-tanto lo amas-
floreces a deshora para que vuelva.
26
XXI
No vive más que para ti. A nosotros nos
arroja fuera y sigue empotrada, pienso si
un día la despreciaras, te volvieras de espaldas... Ahora
anda siempre cogida de tu brazo. No puedes
salir a ningún sitio sin que vaya contigo y cuando
tardas tiembla.
Siempre pegada a ti, siempre zalamera,
siempre como una sierpe enroscada,
es una verdadera puta; no quiere
más que joder, no se preocupa de
sus criaturas. Este verano
está salida, es insaciable, siempre
con esa puerca dulzura y tú, naturalmente,
que no eres mas que soledad mineral,
que sin ella nada vales, que te morías de asco en tu altura
solitaria,
que no eras más que conciencia atormentada y atormetadora,
ahora, claro, te sientes el rey.
27
XXII
Bajas montaña abajo
derrochándote sin medida
como un torrente;
nos anegas,
estamos ciegos,
nos emborrachas con tu vino,
nos enloqueces,
vivimos muertos de amor.
28
XXIII
Que aguante tu inclemencia,
que tus embates no me rompan,
que reciba tu empuje,
que no me oponga,
que te deje que entres,
que tu ola terrible no me desbarate.
Padre, acepto tu soberbio poder,
te recibo, dios,
me lleno de ti,
te dejo entrar todo en mí,
no me opongo a tu siniestro
golpe, ni a tu duro bramar.
Te hago música con mi cuerpo,
a tu furia opongo mi dulzura,
a tu siniestro aullido, mi sonrisa.
Me doblego peligrosamente,
¿me quebrará tu furia?
¿No podré abrazar tanto infierno?
¿Me romperé y tú serás aullido solitario?
Si me derribas me arrastraré buscándote
de nuevo, sin tu muerte no tengo vida;
regresaré a la batalla, hasta convertirte
en amor.
29
XXIV
Los cuerpos se hacen caras, se hacen culo
y alzan el vuelo
como pichones, pcht, pcht.
El padre que antes nos anatemizaba,
pcht, pcht
mamá nos levanta hacia él,
pcht, pcht,
y ellos dos se sonríen
y la muerte no existe,
y es agosto, paz
solar.
30
XXV
Ella sabe llevarte;
y cuando te enfureces crece con tu embate
plegándose a tu empuje
alrededor,
haciéndose caricia
y cuando ya te ha conseguido, canta.
Nuestra madre ha aprendido durante milenios a
hacerse hembra cariñosa,
hace de tu embate regalo; pero cuando viene
esa cólera infernal nada puede hacer sino recogerse
silenciosa y esperar,
nunca el enfrentamiento; siempre
la violencia es tuya, suyo el amor;
pero la vida sois los dos.
De ti proviene la dureza, los destrozos, el horror;
ella rehace paciente lo que tú destruyes.
Desprotegida de toda defensa, haces de ella lo que te da
la gana;
pero ella te ama,
sólo espera que se te pase el enfado para
abrazarte y gozar juntos
como ahora, en esta bacanal.
31
XXVI
Tú eres el único macho y nosotros tus hembras,
acarícianos,
ponnos cachondos,
haznos femeninos como una mujer.
Éntranos suavemente,
bésanos, dios,
danos tu amor.
Pásanos el falo por los ojos, la boca,
rodéanos con ardor.
Somos tus potros, móntanos,
clava bien las espuelas,
relínchanos,
córrenos monte arriba.
Nos volveremos a morderte
y tú, más hondo todavía
y nosotros te sentimos encima retorciéndonos;
sé fiero, padre,
no tengas compasión.
33
XXVIII
Mira a mamá con el seno abierto al cielo,
lo llama que venga a yacer con ella.
Yo a su lado tomo nota de sus lamentos,
de sus blanduras, de sus tormentos;
el dios acabará viniendo,
siempre se hace esperar, llega
con ruidos, con soles, con tormentas;
empieza amontonando nubes,
mamá grita: ‘cabrón, ¿por qué no vienes ya,
qué esperas?’
Yo junto a las tetas.
Ella tiene la cabeza en una ladera
y las piernas en la otra.
Tomo nota de sus quejas,
soy el celestino. Lloraré
cuando papá venga, escaparé,
perderé este cuaderno,
lo insultaré, pero él es ingente,
ni se entera de mi presencia,
se lanza poderoso sobre mamá
y ellos dos haciendo las cochinadas
y yo, huyendo por los caminos,
y mamá, como una coneja, chillando.
34
XXIX
Míranos, dios,
que somos espantapájaros con un cartelón,
que estamos muertos de miedo,
muñecos mecánicos.
Zarandéanos con tu viento,
derríbanos arrástranos,
estámpanos contra una peña.
Movilízanos, dios erótico,
échanos fuera,
que somos alimañas pensativas.
Padre, espántanos, que sólo sabemos de mundo,
tenemos carreras y almas
y un cerebro muy bien amueblado,
explótanos como una piña en agosto.
padre, con tu esplendido dar,
desbarátanos, desguázanos,
arráncanos del mundo,
somos tan listos, cuánta aplicación, ordenadores muy
eficaces,
que nos morimos de hastío,
que no somos más que alma.
Y tú, Madre, danos un poco de tu paz.
35
XXX
Ella se pone en medio con su cuerpo desnudo
y lo que no era más que negrura se
ilumina, corre, ríe,
se dulcifica, baila alrededor.
Ya no puede seguir perdido. El pobre
dios era un fastasma, un Frankenstein;
ahora también tiene cuerpo y ella
lo abraza deliciosa
llenándolo de amor.
36
XXXI
El ansia de penetrar no tiene
fin, por la más pequeña hendidura
meten sus raices estos árboles, rompen
violentamente,
entran bien adentro
y después se ensanchan buscando
silenciosas las fuentes,
chupando los jugos
lascivamente;
a nosotros sólo se nos deja meter
un pequeño falo
y tenemos que sacarlo mustio en seguida,
¡y las ramas además no cesan de abrirse a la gloria del
sol!
37
XXXII
Nuestra madre mueve sus anchas caderas para encandilar al
dios
que la sigue montaña abajo.
Está loca por él,
es verano y está sedienta de su azul
necesita calmarse con su dulzura.
La tierra no puede huir del cielo
y por muchas calaveradas que él le haga
ella lo abraza, lo sigue, le suplica,
cuando vuelve al redil no le guarda rencor
y se acuestan y ella fructifica gozosa.
Los dos se hunden y él la penetra
y los árboles se inclinan adorando a su padre
y ellos dos ruedan hasta el valle y se miran en el río,
tierra y cielo discurriendo juntos a la mar.
38
XXXIII
-Ponte encima,
haz tú de cielo y todas tus bacantes.
Yo seré vuestro regazo,
cansa mucho ser dios.
-Es un cielo.
-¡A dónde vamos a parar comparado con aquel otro!
-Es acariciante.
-Cachondo.
-Enamorado de mamá.
-Hace florecer.
-Y cuando se enfada riega los campos.
39
XXXIV
El cielo se le echa encima y ella
lo recibe amorosa. Le entra
bien y nacen los arroyos, que
bajan montaña abajo. Pero ella
necesita todavía más de su ardor.
Se pone encima; hace de macho ella
y el pobre cielo pálido, desmoronado,
desvaído, dulzón.
Hecha una niña está ahora nuestra madre
arriba bailaora, gitana,
la boca pintarrajeada, las ubres
el vientre.
Nuestra madre es dulzura
apasionada, que puede
más que él, lo derriba
por la montaña.
Ella reina ahora en lo alto.
El pobre cielo, por los barrancos;
la vida ha ganado la batalla.
40
XXXV
No sigas, diosa bailando,
que el cielo celoso
mira cómo se pone de levantado
y se te está acercando.
Pero continúas y tus pechos
con su movimiento suave, tus caderas.
Ruge; no puede más,
se acerca como un toro,
cesa, diosa, que son espantosos sus gritos,
que todo lo derriba, árboles, cercados,
que viene a poseerte.
Mi diosa tan delicada,
un cielo asi te destrozará.
Diosa desvergonzada,
lo bien que te meneas buscándolo. Te entró metiendo los
riñones como un toro ante el picador,
y cuanto más te entraba, más te ondulabas,
está todo su emouje dentro de ti.
A sus rugidos responden tus llantos,
diosa lúbrica, cómo
te odio.
41
XXXVI
Desnuda y enamorada,
éntrame, cielo, con el falo del sol,
haz tu nido dentro,
acaricia a tu hembra,
emborráchala de amor.
Cierro los ojos, bien adentro,
vivifica mi cueva,
echa fuera las sombras,
lléname de luz.
Dentro, dentro; yo
tengo un adentro
que te llama,
un misterio,
una cueva profunda.
Pobre cielo, siempre fuera, ven,
descansa en mí.
Como un loco siempre dando vueltas,
sosiega en mis brazos,
méteteme bien dentro. Ay,
poséeme, éntrame,
bien adentro, amor.
42
XXXVII
La diosa con las tetas
blancas saltando
como cabras locas,
baila, baila, baila.
Y su brriga,que es la de nuestra madre
y los muslos por donde hemos salido al mundo,
y el sexo abierto,
baila, baila, baila.
Madre, tus tetas;
tus tetas, diosa.
Entre ellas meto la cabeza,
bailas, bailas, bailas.
Me pongo delante,
agitando cojones y falo
llevo el compás:
¡baila, baila, baila!
43
XXXVIII
Contigo, padre,
en un amor inacabable,
en el sosiego de agosto.
No quiero amantes caducos;
contigo igual que mamá.
Y las águilas circunvalando,
y tu caricia que no acaba jamás.
44
XXXIX
El mundo llegaba hasta el cielo,
todo lo oprimía,
los árboles no podían hacer la fotosíntesis,
por todas partes el rigor moral,
caminábamos penosamente,
hasta los lobos al respirar aullaban mundo.
Nuestros cuerpos desnudos lo han echado,
nuestros ayes placenteros,
los besos, las risas, el vino.
Se ha ido montaña abajo
a su sitio en lo hondo; allí nos aguarda.
Ahora el cielo está al fin verdaderamente azul,
acariciante,
el dogma por los suelos
y tú jodes limpiamente con nuestra madre
arriba y a vuestro son
nosotros también.
45
XL
Sin vosotros somos aquelarre,
santa compaña,
procesión de difuntos,
pitos y flautas,
baile de máscaras.
Sin vosotros nos ofuscamos,
nos calculamos
nos vendemos y asomamos un ojo.
Sin vosotros nos volveríamos como hemos venido,
con el peso del mundo,
con la conciencia a rastras,
con el pecado,
con el espanto.
Divinos cielo y tierra,
no hay otra dicha,
entre vosotros nada se interpone;
sois nuestra paz.
46
XLI
Yaces exhausta,
todavía te queda una flor,
él se ha ido y no sabes cuando ha de volver.
Ahora sólo queda lamentarse,
vestirse, arreglarse,
poner condiciones
fingir, no cesar un momento de,
disimular:
que el mundo es bueno, que los poderes públicos, que la
democracia;
y esperar la próxima batalla.
3
Preludio
“Lo mismo que en el entrañamiento primordial o en el
coito, la vida no es ni el infante ni la madre, ni los
amantes cada uno por separado, sino la música que entre
los dos son capaces de originar, y que poco a poco se va
haciendo menos absorbente por más libre, como sucede
cuando en el entrañamiento erótico se es capaz de alcanzar
la unión.
«El dao del mundo,
semeja al que tensa
un arco, abaja lo
que está arriba
y levanta lo que esta abajo» (§77A).
Cuanto mayor es el vacío entre el cielo y la tierra, más
actividad será necesaria para que la integración sea
posible, más actividad habrá que desplegar todavía si hay
que salvar o romper alguna barrera de alienación o
enajenación; es menester abajar y levantar. En el I Chin
se muestra esto en el exagrama T’ai: «Cielo y tierra se
unen; la imagen de la Paz». Heráclito habla también de la
lira y el arco, como imágenes de fysis; le da, como hemos
visto, más el carácter de paridad que el de solo
integración: en el arco tenso, lo de atrás es ‘lo mismo’
que lo de delante, en la lira la tensión de la cuerda es
‘lo mismo’ que la nota dada; el fol de la gaita es sólo
imagen de integración y unión. En la imagen de Heráclito
lo importante es la flecha, su ida hacia atrás es su ida
hacia delante; en la imagen de Lao lo importante es el
arco. Podemos ver ya otra diferencia clara entre ellos:
Lao opta por la analexia y Heráclito por la dialexia.’Dao’
es comienzo, como fysis, no dios, que es fin, orden,
teleología. El pensamiento de Lao y el de Heráclito hacen
intútil el deísmo; Europa esta orgullosa de haber
alcanzado en la Ilustración el ateísmo, pero estos dos
grandes pensadores manteniendo la religión, consiguieron
desactivar al dios. Entre nosotros el deísmo volvió, la
inercia enterró el pensamiento ilustrado. Se habla de
progreso y es verdad, pero los hombres de otros siglos
eran más valientes pensando que nosotros, y es que
nuestro deísmo, más opresivo que el suyo nos ha
deteriorado. El momento de los presocráticos y del
taoísmo filosófico es único: habían dejado el dios y
trasladan la divinidad a fysis y dao, con lo cual
mantienen la religión y se liberan de la deidad; en cambio
nosotros, abandonamos la religión deísta y la sustituimos
4
por la Razón, a la que no se puede orar, que es todo lo
contrario del espíritu. Heráclito y Lao hicieron divina la
movilidad natural y humana de la que formaban parte, y al
contrario del hombre de la Ilustración, conservaron y
engrandecieron la religión, pues le quitaron el misarable
sometimiento. Sólo en fysis y dao se salva la inocencia
del devenir que pedía Nietztsche, el anuncio de la muerte
de dios más de 2.500 años antes en el mundo jónico y en
la antigua China. Fysis y dao son el esfuerzo de la
humanidad en ambas culturas por liberarnos de la
inmovilidad del deismo. Se trata del esfuerzo de unos
hombres gigantescos que supieron llevar su pensamiento a
la vida, vitalizándonos sin renunciar al espíritu.
Heráclito y Lao son nuestros patriarcas y nuestros
profetas, nos han ayudado a pasar del uno al dos, que es
salir de la inmovilidad a la movilidad, de la tiranía a
la democracia. Nosotros intentamos ahora que aquel
trabajo ingente de ellos, ayudados de otros muchos de los
que se nutrieron, no haya sido en vano. Estamos
actualmente en una posición similar, hoy podemos volver a
concebir la vida universal desde la humanidad, como
entonces con fysis y dao; ambos interpretaban la
humanidad cosmológicamente y al cosmos humanamente. Ni
fysis ni dao implican panteísmo, pues son una visión del
cosmos y de la naturaleza que se hace desde la humanidad,
en lo que hay de común, engrandeciéndola, pues así la
vida se universaliza, en visión subjetiva o poética y
mágica. Cuando decimos que muere el día o que nace una
planta, estamos dando a la naturaleza cualidades humanas;
no hablamos de nosotros sino de ella, pero desde nuestra
condición humana; lo mismo si hacemos lo contrario.
‘Fysis’ procede de la magia, la primera vez que se empleó
este termino (Odisea 10 302) está referido a los poderes
de una planta; también dao, el texto mas antiguo en el
que aparece, en un himno antiguo en honor de Heu-tsi, el
Príncipe de las cosechas, «el poeta proclama que este
héroe ‘poseía la virtud (dao) de ayudar a la Naturaleza’;
de conseguir hacer crecer todo lo que plantaba” (Granet
Pens 209), de colaborar con el cielo y la tierra. Pero el
pensamiento en tiempos de Heráclito en Grecia se había
liberado de la magia, no así en la China de Lao, el
taoísmo es una mezcla de animismo y filosofía, que nos-
otros consideramos como agencia, en cierto modo
antestancia, pero también extensión de la vida a ella; la
visión mágica es un aspecto de esta humanización.
Consideramos pues a dao en toda la grandeza con que fue
inventada, pero vista desde la inmanencia, la aceptamos
tal como es, tan sólo le practicamos la reducción
fenomenológica que la convierte en inmanente. Pues, como
hemos visto en fysis, la naturaleza es vida aunque sea
5
sólo en el nivel elemental; por lo tanto, no sólo es
antestancia sino que es vida ella misma. Una rama de
almendro florecida es integración vital como un beso del
amante a la amada, sólo que al nivel más bajo. La magia
vista desde la inmanencia es poesía, pero además la
naturaleza es vida, por lo tanto la integración del cielo
y la tierra puede servirnos muy bien para antestar la
nuestra”(Azar,Vida masculino/femenina, 746).
6
I
A veces alarido, cuando el viento
me desgaja una rama
y se quiebra contra una piedra
y se despedaza.
Por lo demás sigo pudriendo
silencioso,
casi contento,
mientras el verdor todo lo invade.
Mi única compañía es la sierra lejana,
como yo sin esperanza.
7
II
Este pobre quiere imitar
a los que aún están vivos
y extiende las ramas
en las que la luz no palpita;
pero él es incansable
siempre así años y años,
negándosde a pudrir
y no ser nada.
8
III
¡Dao! Retumba mi voz por los barrancos,
el cielo enamorado de la tierra,
se besan en la cumbre;
yo a ti no te alcanzo nunca.
9
IV
Mi existencia es sombría, pero azul,
con cuervos gritando, y con palomas
que se asustan cuando llego.
Pero los troncos elevan sus penachos verdes
bien agarrados en la tierra;
y aunque los cuervos graznan
hay un arpegio de pinos que llega hasta la cima,
aunque haya hondonadas sombrías
en donde los fantasmas atenazan.
10
V
Dao en los troncos desafiantes,
en las copas llenas de sol,
en el águila en lo alto,
y el camino se levanta también para alcanzarlo.
11
VI
Y las ardillas que se columpian en la rama más alta
y el trino musical
y el arroyo que llora
y yo poetando,
cielo y tierra abrazados,
dao.
12
VII
Cualquier miserable brizna
de hierba tiene para sí todo el cielo;
yo, en esta cárcel
presa del remordimiento
con la muerte siempre a cuestas.
13
VIII
En movimiento de ola, emerges, diosa
desnuda, en este derrumbe,
en este nacer y morir,
en este devorar y ser devorado.
Hay ajetreo por todas partes, todo
tiene que pudrir y despuntar
y volver a morir, y yo
te digo adiós cuando me voy
y tú desnuda al sol estás tranquila.
Todos anhelando; tú placidamente echada.
Trina un pajaro, pronto será cadáver
pero tú sonríes siempre, diosa mía.
Mueve el viento una rama, pudrirá,
después renacerá acariciante,
y tú sonríes al cielo, tu querido.
Todos tus hijos mueren y nacen,
tanto ajetreo y la causa es vuestro amor.
El arroyo murmura, va a convertirse en habar.
De vuestro coito eterno nacemos
todos y morimos.
14
IX
Ellos,
con todas la ramas extendidas
se dividen y se subdividen
afanosamente
cogiendo más y más,
saciándose de azul,
emborrachándose;
nosotros cavilando.
15
X
Como un lobo sobre los cuartos traseros
las fauces hacia ti
aullaba llamándote.
He andado siempre en odio,
al fin levanto la testuz.
Me clavabas la espuela,
yo me retorcía,
ahora puedo mirarte.
Tanto estúpido sufrimiento
y estás muy oupado con mamá;
yo nunca te importé nada.
19
XIV
Qué lenta es esta muerte,
el esqueleto levantado como un fantasma.
Tantos siglos,
con este gesto loco,
trágico.
20
XV
Árbol seco,
tus hojas son el azul.
Árbol sin nada dentro,
nada que defender,
nada que resistir,
mi casa.
21
XVI
¿No la sueltas,
te la llevas contigo a la ultratumba?
Abre por favor el abrazo.
A la nada sin nada,
en el abismo
abierto.
22
XVII
Esta piedra cayó sobre esta otra hace un millón de años
y ahí se está quieta;
a su alrededor nacen y reverdecen los helechos
y los árboles crecen y extienden sus ramas.
Diosa, que muera
aniquilado hasta el tuétano,
que nada muerto quede de mí.
23
XVIII
Olvidado de todo,
sin pasado ni losa,
con los árboles,
con las aguas, con las nubes.
Niña, contigo, que siempre
estás naciendo.
24
XIX
Hay que dejar que el tiempo
vaya haciendo su obra lentmente,
la prisa es en el mundo,
aquí reina el silencio.
25
XX
El azul me arrancó todo el verdor,
mírame, las ramas inmóviles,
sin pájaros,
luminoso
esqueleto
blanco.
26
XXI
Me arrodillaba
ante las tetas santas de mamá
aureoladas de luz;
después yo era un loco con una niña;
ahora sólo tú eres, dao.
27
XXII
Me acompañas con tu batir
había perdido tu compás´.
Ahora vuelvo a ser tuyo
en la paz de la tarde.
Lento el horizonte está llegando
y se remansa conmigo por la playa.
28
XXIII
Este temblor que llega
intemporal,
en manar incesante,
esta brisa,
esta paz.
De dónde venga qué importa;
si se va lloraré, pero ahora
está,
estás,
y yo en tu cadencia,
con tu gracia,
con tu dulzura.
Se oye el volar de un pájaro,
amor mío, estás.
30
XXV
Madrecita clara,
¿podras tú con mi esqueleto?
Puesta sobre el abismo
¿no oyes el espanto?
¿Podras tú transformar a este hijo tuyo montruoso
que sólo tiene para morir tu rastro?
31
XXVI
Eres mi luz,
si me aparto de ti
vuelvo al grito
sin fin
mientras no emerge tu sonrisa clara.
32
XXVII
Por aquí bajaba con estruendo,
por allí se remansaba.
Ahora pasa sólo el viento,
llamándola.
33
XXVIII
Están aún sus curvas,
existe todavia el cauce.
Las piedras redondas la están llamando,
que venga el agua.
37
1. Amorosa.
En tu fragor, mi grito
canta.
Me llegan tus olas
siempre llamándome.
Me entras y te calmas,
¿vienes por la caricia,
mar lejana?
Yo te quiero femenina,
azul, placentera,
mediterránea.
Mi piedra, diosa,
quiere ser tu mar.
Ahora sólo eres tú,
mar lejana.
Mi grito,
vida,
y tu cadencia.
38
¡Tantas bonanzas acariciando,
tantas tormentas arrebatando,
soy ya, más que piedra, mar.
Se acabó la finitud;
la caricia es ahora de la mar
amarga.
Siempre estarás conmigo,
nunca me dejarás,
mar que nunca se acaba.
Eres toda ritmo;
yo, todo ansia.
¡Tan ancha!
¡Tan honda¡
Tan mansa!
Tu inmensidad en mi cueva,
madre,
¿cabrá?
Has hecho en mí un camino
y lo recorres día y noche,
llamándome;
has llegado a lo hondo,
ahora sólo te falta arrancarme.
Tu inmensidad
con sus olas se canta.
Mi grito se ha callado,
¡sólo tu, mar!
Que cante mi piedra.
que calle la mar.
¿Por qué vienes y vienes?
¿quieres hacerte piedra
conmigo, mar?
Entraste para quedarte,
mar lejana.
39
2. Locura
En el columpio de la mar,
mi ansia.
Nada te importo yo;
mi noche, la bailas.
Mar,
eternidad columpiandose.
¡Qué risa, mar!
¡Qué loca estás!
Lentamente
me llegas cimbreando,
tentadora, mala.
¡Descaradas,
en la cara!
¡Tú y yo
locamente,
mar!
¡Mi loca diosa mar!
¡En tu locura, mar!
¡En tu loco batir,
sin cielo ni mundo,
en tu ancha paz!
¡Loca y ancha
y clara!
¡Locura infinita
de la mar!
¡Loca
madre sin entrañas!
¡Tu locura y mi ansia!
Mi muerte
¡cómo la desbaratas!
Mi locura es la mar.
¡Qué locura,
40
qué paz!
¡Locura intemporal!
Ya no te importo, diosa,
qué paz.
Vida infinita, loca
mar.
No sabemos para qué,
no nos importa nada.
Y tú eres mi roca
y yo soy tu mar.
¡Morir en tu locura,
mar!
41
3. Cielo
Mar y cielo,
los dos haceis mi vida,
los dos, mi dios.
En tus brazos lo traes,
me lo das mansamente,
niño de luz.
Ahora el cielo me llega con la mar,
ya no hay tiranía,
dios sois los dos.
A mi roca llegais,
oleadas de luz.
Ella huyendo con sus olas,
él persiguiéndola con su luz.
¡Llévate mar el cielo,
que se vaya a ese dios!
Él es la luz,
pero yo adoro tu pasión.
Mi grito sigue insomne,
arrulla vuestro amor.
¡Tengo celos del cielo,
mar!
¡Deja ese cielo quieto,
ven a nuestra batalla!
Cansada de mi noche,
te vuelcas hacia él
iluminada.
Ahora es él quien llega,
el cielo en olas,
bates en mí su luz.
¡Yo en la noche;
tú, enamorada!
¡Mi grito ancestral
en esta mar clara!
El cielo con el falo del sol
y tú te revuelcas, perra,
42
me avasalláis los dos.
Llegas con el peso de su luz,
¿dónde está ahora tu ansia?
El cielo se remansa en la playa
¡mi odio y vuestro amor!
Ya no buscas mi roca dura;
en las playas te remansas.
Gloriosa mar,
infinitud adornada.
El falo dentro,
en materno coito, santa.
La luz te pesa,
de olas exhaustas.
El cielo está mudo,
pero la mar canta.
No eres mía; eres
de él, pero
ven a mi orilla a consolarme
¡Perra amansada!
Caderas anchas
y el falo dentro
y sonrisa plácida.
¡Loba,
ahora no le ladras!
El horizonte es suyo;
mío el batir insomne,
atormentado.
Ven a mis brazos, mar;
deja ese eterno dios.
Olas al sol,
mi amada con él;
yo, la áspera roca.
Llena de cielo
vienes incesante,
¿a qué, amor?
43
Todo lo desbarata
con esa desidia
de ola plana de luz.
Te persigue hasta tu cueva,
en mi oscuridad te posee,
te revuelcas,
te hace suya;
yo, escondido clamo.
Bates inmisericorde
en olas de luz.
Mar y cielo,
en amor incesante,
en eterno combate,
sois mi dios.
Ancha mar con el falo del dios
espatarrada.
El cielo nada puede;
la batalla es entre tú y yo,
mar apasionada.
Por un boquete me entras
obscena con su luz.
Enamorada,
toda cielo por dentro,
lo extiendes por la playa.
Tu lamento es por su ausencia,
me amas por compasión,
puta enamorada.
Infinito es tu amante,
clara mar,
pero es mayor mi ansia.
Iluminada,
pero mi noche te aguarda.
Ël no calma tu amor;
eres mía, mar amarga.
Ël inmóvil arriba;
somos nosotros la batalla.
¡Perdidos en confusión,
45
4. Anhelo.
Ancha eres mar
como mi ansia.
Sigue
modelándote en mi roca,
redondeándote.
desmoronándome,
no importa el tiempo,
algún día seré yo también mar.
¡Tanta caricia
contra esta piedra áspera!;
Madre, no podrás
desbaratarla.
Abierto estoy, mar,
en espera desesperada.
¡Ancha la mar
y mi piedra cerrada!
¿Por qué te levantas
amenazadora
si ya no soy más que playa?
Ondas de la honda mar
callada.
¡Que tu pasión me pueda,
que se rompa la máscara!
Ánchame, mar,
ahonda mi ansia.
Éntrame violenta,
dulcifícame, amánsame.
Tus olas pasan lejanas
a morir dulcemente en la playa
y mi ansia, sin nada.
Olas lejanas
llevadme a la alta mar,
que se acabe esta ansia.
Las oquedades
que tú has ido labrando
están ahora clamando por ti .
46
En inútil batir
en esta eternidad
callada.
Nunca seré tuyo,
mi grito se pierde en tu lejanía.
La vida, mar
me la vas llevando;
ya sólo queda el esqueleto descarnado.
¿Jadeas, mar,
o cantas?
Mi soledad
en tu anchor imposible,
en tu hondor insondable.
Bates y te vas,
y yo siempre roca
y tú siempre mar.
Arranca, tira del muerto,
que me pierda en ti,
que no sepa de mi,
que tus olas me lleven a la inmensidad.
Tus efluvios sí, y tu sonrisa;
pero a ti misma nunca te tengo.
Llegad,
mi vacía oquedad
os llama.
Eterna mar,
y yo a tus orillas muriendo.
¡Socaba, arranca,
éntrame allá dentro,
llévate la alimaña!
¡Mar, infinita
ansia!
Mi osamenta sin alma
batida por la mar
¿Me llamas a la dicha
o a la soledad?
A veces eres niña,
47
a veces eres hembra en celo;
yo, un grito de piedra.
Tu infinitud me acaba,
se me hace grito,
nudo en la garganta.
Mar lejana,
dulzura de mi ansia
Angustia callada,
mar en calma.
Olas en la soledad,
¿para qué tanto batir
si no hay nada?
48
5. Noche
El alba de mi noche,
tráemela, amada.
¡Que se muere sin tu llegada!
¡Callada mar,
dulzura cálida!
Amada,
noche de mi alba.
Entras blandamente,
mar amarga.
Entras en mi noche
para quedarte.
Vienes calladamente
y cantas.
¡Mar,
caricia que no acaba!
Yo te doy tu noche,
dame tu mi alba.
¡Tan clara en mi noche,
mar amarga!
Batir en la noche
muy lejos del alba.
Llegas
y mi noche es alborada.
La vida es en la noche;
fuera que luzca el sol.
Nacemos en la noche,
vivimos en el odio,
morimos en la mar.
Mi refugio,
la mar ancha.
¡Mi mar lejana!
Mi noche
es la mar ancha.
49
Desmantelas mi noche
con tu sonrisa clara.
Amada,
ya mi ansia es tu alba
Alba,
noche apasionada.
Pasión de la noche,
dulzura del alba
Alba,
sueño de mi ansia.
Batías en mi noche,
ciego charco de luz.
¡Tu claror en mi noche,
mar amarga!
50
6. Muerte
No hay muerte
sin mar.
Venís a mi muerte,
venís a cantar.
¡Ánchame la muerte,
mar!
Ondas de mi muerte,
ondas de la mar.
Muriendo soñando
en la mar.
Mi muerte
a tu compás
Adormeces mi muerte,
madre mar.
¡Morir contigo, mar!
Todo está muerto;
sólo tú, mar
Mi vida es la muerte
contigo, mar.
Mi muerte tan ancha
como tú, mar.
En tu dulzura,
amarga mar.
La cárcel de mi muerte
es ahora la ancha mar.
¡Nuestro odio, eterna
mar!
¡Perderme en la vida,
morir en la mar!
¿Morir para vivir?
¡Vivir para morir!
¡Morir contigo,
mar!
51
¡Morir a la muerte en la mar!
¡Morir
en tu inmensidad!
Mi muerte
y tu cantar.
Sin muerte no hay mar.
Niñas a la rueda
cantándole a mi muerte.
¡Mar sin esperanza!
Mi muerte
¡cómo la amas!
¡Ancho morir
de la mar!
¡Olas, llegad,
que me mata mi muerte!
Infinito
amor de la mar.
Morir
en la dulzura de la mar.
¿Qué importa la vida?
¡importa la mar!
No quiero vivir,
te quiero a ti, mar.
No hay más que mi muerte
y la mar.
52
7. Infinitud
En tu vaivén mi grito
es tu cantar.
Infinita,
infantil,
enamorada
Sí, más;
sí, más;
sí, mar.
En la noche
manando incontenible,
arrebatada.
Ya sólo queda la carcasa,
por donde las olas entran,
chocan, juegan,
cantan.
Mi vida esta ya
en la honda mar.
Llegas y llegas,
ahora en ti la ansia.
¡Honda mar, de infinita
dulzura!
Ya se borran los limites:
todo es mar.
En tu honda paz,
ancha mar,
santa.
Tu amor,
lo hace mi ansia.
Un día no habrá piedra
y será todo mar.
¡Con qué dulzura
me atacas!
A tu compás,