mileuristas

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Mileuristas CHEMA MENCHÉN Ahora resulta que soy mileurista. Veamos, tengo treinta años, una carrera universitaria y cobro en torno a mil euros mensuales. No sé bien cuál es la razón de que nos inventemos con tanta frecuencia términos indefinibles que no definen nada, conceptos de los que nadie se acordará dentro de un par de años o que serán sustituidos por otros más modernos. Supongo que se trata de un nuevo bien de consumo que todavía no ha sido analizado en la sección de Tendencias. Tengo que decir que, aunque entro en el baremo, no me identifico con este nuevo término. Los mileuristas se quejan y se quejan de que no llegan a final de mes, de que no pueden afrontar gastos como adquirir una casa (de acuerdo), tomar clases de baile y natación al mismo tiempo o el poder comprarse el periódico todos los días. Me pregunto si estos jóvenes renuncian a su vez al paquete de tabaco diario, las copas de los fines de semana, la ración semanal de playstation o a las rebajas de Agosto. Dicen que tenemos estudios, que estamos preparados para afrontar retos profesionales y que no encontramos nuestra oportunidad, teniendo que conformarnos en un trabajo de segunda con los susodichos 1000 euros mensuales. Pero, echando un vistazo a lo sueldos fijados en los convenios, uno descubre que un titulado superior sin experiencia debe cobrar alrededor de 21.000 euros brutos anuales, y un diplomado o ingeniero técnico unos 19.000, es decir, poco más de 1000 euros netos mensuales en ambos casos. ¿Cobramos entonces poco? Puede ser, pero no deja de ser chocante que a un mileurista apenas le llegue para vivir cuando a la generación de nuestros padres, con un solo sueldo, les llegaba para comprar una casa y sacar una familia adelante. Claro que entonces nuestros padres no pensaban en irse a Alemania de vacaciones para comprobar lo mal que lo pasábamos en España sino en zurcir los calcetines para poder seguir usándolos. El mileurista de hoy será el dosmileurista del mañana, es decir, gente urbana que, sencillamente, no podrá consumir tanto como le gustaría. Porque cuando el mileurista se case y entre los sueldos de ambos cónyuges puedan comprarse por fin un piso, entonces querrá comprarse una moto, un chalet en las afueras, irse de vacaciones a Australia o tener un hijo. La sensación de insatisfacción siempre la tendrá presente. Tan sólo comparto una queja, la de los horarios abusivos de las empresas que no nos dejan tiempo para ver a amigos, a la familia, para poder ser personas fuera del trabajo. Bajo mi punto de vista, ésa es la verdadera pobreza que asola a nuestra generación. Ser mileurista no es estar en la treintena y cobrar 1000 euros, ser mileurista es una actitud de rechazo de la vida adulta y sus problemas, quejarnos de todo lo que no podemos hacer sin ser conscientes de que la queja no nos va a ayudar en absoluto. Crecimos con muchos sueños de bienestar ya que tuvimos una niñez desahogada y feliz, con muchísimas posibilidades de ocio, y ahora nos encontramos con que todo eso ocio, ese consumo de diversión, se nos queda fuera de la nómina que es la única cosa real que poseemos, y que apenas podremos hacer realidad un trocito de uno de esos sueños de futuro que abrazábamos durante la infancia. Gran parte de la culpa la tiene la enorme presión consumista que sufrimos, pero debemos hacer valer nuestro criterio y darnos cuenta de que, aunque tengamos que esperar más años para salir de casa de nuestros padres, en realidad no nos falta de nada y somos verdaderamente afortunados. Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2005/10/25/enespecial4/1130225862.html

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Mileuristas

CHEMA MENCHÉN

Ahora resulta que soy mileurista. Veamos, tengo treinta años, una carrera universitaria y cobro en torno a mil euros mensuales. No sé bien cuál es la razón de que nos inventemos con tanta frecuencia términos indefinibles que no definen nada, conceptos de los que nadie se acordará dentro de un par de años o que serán sustituidos por otros más modernos. Supongo que se trata de un nuevo bien de consumo que todavía no ha sido analizado en la sección de Tendencias.

Tengo que decir que, aunque entro en el baremo, no me identifico con este nuevo término. Los mileuristas se quejan y se quejan de que no llegan a final de mes, de que no pueden afrontar gastos como adquirir una casa (de acuerdo), tomar clases de baile y natación al mismo tiempo o el poder comprarse el periódico todos los días. Me pregunto si estos jóvenes renuncian a su vez al paquete de tabaco diario, las copas de los fines de semana, la ración semanal de playstation o a las rebajas de Agosto.

Dicen que tenemos estudios, que estamos preparados para afrontar retos profesionales y que no encontramos nuestra oportunidad, teniendo que conformarnos en un trabajo de segunda con los susodichos 1000 euros mensuales. Pero, echando un vistazo a lo sueldos fijados en los convenios, uno descubre que un titulado superior sin experiencia debe cobrar alrededor de 21.000 euros brutos anuales, y un diplomado o ingeniero técnico unos 19.000, es decir, poco más de 1000 euros netos mensuales en ambos casos. ¿Cobramos entonces poco? Puede ser, pero no deja de ser chocante que a un mileurista apenas le llegue para vivir cuando a la generación de nuestros padres, con un solo sueldo, les llegaba para comprar una casa y sacar una familia adelante. Claro que entonces nuestros padres no pensaban en irse a Alemania de vacaciones para comprobar lo mal que lo pasábamos en España sino en zurcir los calcetines para poder seguir usándolos.

El mileurista de hoy será el dosmileurista del mañana, es decir, gente urbana que, sencillamente, no podrá consumir tanto como le gustaría. Porque cuando el mileurista se case y entre los sueldos de ambos cónyuges puedan comprarse por fin un piso, entonces querrá comprarse una moto, un chalet en las afueras, irse de vacaciones a Australia o tener un hijo. La sensación de insatisfacción siempre la tendrá presente. Tan sólo comparto una queja, la de los horarios abusivos de las empresas que no nos dejan tiempo para ver a amigos, a la familia, para poder ser personas fuera del trabajo. Bajo mi punto de vista, ésa es la verdadera pobreza que asola a nuestra generación.

Ser mileurista no es estar en la treintena y cobrar 1000 euros, ser mileurista es una actitud de rechazo de la vida adulta y sus problemas, quejarnos de todo lo que no podemos hacer sin ser conscientes de que la queja no nos va a ayudar en absoluto. Crecimos con muchos sueños de bienestar ya que tuvimos una niñez desahogada y feliz, con muchísimas posibilidades de ocio, y ahora nos encontramos con que todo eso ocio, ese consumo de diversión, se nos queda fuera de la nómina que es la única cosa real que poseemos, y que apenas podremos hacer realidad un trocito de uno de esos sueños de futuro que abrazábamos durante la infancia. Gran parte de la culpa la tiene la enorme presión consumista que sufrimos, pero debemos hacer valer nuestro criterio y darnos cuenta de que, aunque tengamos que esperar más años para salir de casa de nuestros padres, en realidad no nos falta de nada y somos verdaderamente afortunados. Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2005/10/25/enespecial4/1130225862.html