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Mesa 16: Representaciones e Imaginarios Sociales: teorías, metodología e investigación El poder y los conflictos en la teoría de las representaciones sociales José Antonio Castorina. UBA. UNIPE. Conicet Alicia Viviana Barreiro UBA.FLACSO. Conicet El problema En la historia de la teoría de las RS han sido relativamente escasos los estudios que vinculan a las representaciones sociales con la ideología y el poder (Howarth, 2006). Mientras la mayoría se concentró en identificar su contenido y estructura, no fueron analizados ni su origen ni su dinamismo en los conflictos sociales. Si entendemos a estos últimos como la confrontación de los grupos desde los diferentes intereses y respecto de las relaciones del poder, su resultado es el triunfo relativo de ciertos grupos, con sus creencias, en la construcción social de la realidad. De este modo, puede decirse que la constitución de las representaciones sociales expresan, en buena medida, los conflictos sociales y contribuyen a las

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Mesa 16: Representaciones e Imaginarios Sociales: teorías, metodología e

investigación

El poder y los conflictos en la teoría de las representaciones sociales

José Antonio Castorina.

UBA. UNIPE. Conicet

Alicia Viviana Barreiro

UBA.FLACSO. Conicet

El problema

En la historia de la teoría de las RS han sido relativamente escasos los estudios

que vinculan a las representaciones sociales con la ideología y el poder (Howarth, 2006).

Mientras la mayoría se concentró en identificar su contenido y estructura, no fueron

analizados ni su origen ni su dinamismo en los conflictos sociales. Si entendemos a estos

últimos como la confrontación de los grupos desde los diferentes intereses y respecto de

las relaciones del poder, su resultado es el triunfo relativo de ciertos grupos, con sus

creencias, en la construcción social de la realidad. De este modo, puede decirse que la

constitución de las representaciones sociales expresan, en buena medida, los conflictos

sociales y contribuyen a las relaciones específicas del poder social (Jovcheovitch, 2010)

con las RS. Por lo demás, la interrelación entre la cooperación y los intereses en disputa

de los actores sociales diferencia claramente a las RS de las representaciones colectivas

de Durkheim, centradas en una interpretación homogénea y relativamente estática. Esta

interrelación solo recientemente se ha incluido en la investigación y se presenta

promisoria para vincular con mayor originalidad a la teoría de las representaciones

sociales con las ciencias sociales y la filosofía.

En este trabajo nos proponemos examinar, en primer lugar, el concepto mismo de

representación social (en adelante RS), caracterizando su origen social y subrayando su

vinculación con los conflictos sociales; luego, introducimos la categoría de construcción

de la nada para explicar que la construcción de las RS involucra una negación de lo

inaceptable para el grupo social, su lado oscuro, no presente en su estructura positiva;

más tarde, mostraremos ejemplos de investigaciones empíricas sobre la RS de justicia

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retributiva y de la campaña del desierto; luego, expondremos las tres diferentes

modalidades que adopta la construcción de la nada , asociadas con los correspondientes

modos en que el poder social restringe la construcción de las RS; a continuación, se

retomará la relación entre RS y la ideología, considerada ésta última en su versión crítica,

postulando el uso de esas formas simbólicas para la legitimación del orden social;

finalmente, se interpela a la posición de los investigadores respecto de los conflictos

sociales.

Las RS y los conflictos sociales

En primer lugar, evocamos algunas notas del concepto de RS que son pertinentes para

el propósito de este trabajo: se trata de una representación de alguna cosa (el objeto O)

para alguien (el sujeto S). De este modo, la RS está en el lugar del O, esto es lo restituye

simbólicamente, y a la vez lleva las marcas de la actividad del S social (Jodelet, 1989).

Se la puede considerar como la reconstrucción de un objeto social, presentando rasgos

de creatividad ya que involucra una interpretación de las situaciones tanto como una

expresión del sujeto. Toda realidad social aparece reconstruida desde el sistema de

valores grupales, de modo tal que los individuos consideran como “la realidad misma” lo

que depende de esa construcción. Desde el punto de vista epistemológico, las RS no son

un reflejo de la realidad, sino su estructuración significante, que depende de la situación o

del contexto social Jovchelovitch (2010) Finalmente, cabe señalar que no solo se

construye el O, también se construye el S de las RS, se da lugar a la identidad social,

dinámica, del S.

Es importante subrayar que una RS es “una forma de saber práctico que vincula el

sujeto con el objeto" (Jodelet 1989, p. 43) porque emergen de las experiencias de

interacción y de intercambio comunicativo en las instituciones o porque al asumir nuevas

actividades por parte de los agentes se lleva a cabo su formación; finalmente, porque son

utilizadas para actuar sobre otros miembros de la sociedad. A la vez que una grilla de

lectura del mundo, las RS son una guía para la acción en la vida social.

Para la TRS, el sujeto es un grupo social inmerso en un contexto histórico, ideológico

y cultural, aunque los individuos se apropian de los conocimientos elaborados

colectivamente. Así, el lado cognitivo de las RS es peculiar: incluye la pertenencia del

sujeto a un grupo y su participación en la cultura. De esta manera, las creencias

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colectivas son co-construídas por los individuos en su habla y en su acción cotidiana.

Las RS son implícitas para los individuos, ya que éstos no tienen conciencia de su

existencia como representación, su vivencia de los fenómenos sociales implica la

ignorancia de su carácter social. Además, detienen al sujeto en las formas de

pensamiento existente, al imponer una manera concreta de concebir el mundo (Marková,

2300) ya que los individuos desconocen su origen y su función social.

Las RS se producen en las prácticas sociales y son el resultado de la experiencia

grupal o de la comunicación social, otorgando sentido a situaciones sociales tales como

la transmisión de una teoría científica, o de un fenómeno extraño (como los disturbios en

una comunidad (Howarth, 2014) o la recepción de externados de un hospital psiquiátrico

en una comunidad campesina, (Jodelet, 1991)) que producen un "vacío" de sentido

social. Los grupos sociales intentan dar significado a la fisura cultural (Moscovici, 2001),

por una producción que familiariza lo no familiar, mediante la objetivación y el anclaje,

articulados dialécticamente: el primero permite que los fenómenos sociales inesperados,

se inscriban en el conjunto de creencias y valores sociales preexistentes, otorgándoles

algún significado; el segundo consiste en una selección de aspectos de tales fenómenos,

conformando un núcleo figurativo, que concretiza conceptos abstractos, y son típicos del

sentido común.

Por lo tanto, según este enfoque, los grupos sociales organizan su medio

construyendo significados, y las RS pueden ser descritas como estructuras genéticas,

porque resultan de un proceso de desarrollo (Duven & Lloyd, 1990). La teoría de las RS

es constructivista, porque se basa en la interacción entre el sujeto social y el objeto

representacional, siendo ambos co-construidos en un proceso de desarrollo. Dicha teoría

niega la posibilidad de que las creencias sociales involucren una aparición directa de la

realidad, ya que en la construcción de las RS como “las realidades” para cada grupo, está

involucrada una mediación simbólica. Y tales RS dan lugar a las diferentes identidades

sociales de los individuos. De este modo, para éstos las RS constituyen el “único mundo”

posible, y su fuerza epistémica emerge de la fuerte creencia de los individuos en ellas y

de su eficacia en la comunicación en el grupo (Marková, 2003). Para esta perspectiva

constructivista no se niega la existencia real de los objetos sociales que llevan a la

elaboración de las RS, pero hay siempre una distancia entre la simbolización y el objeto

real al que se refieren. De acuerdo a Moscovici (2001) tales representaciones tienen una

naturaleza convencional y prescriptiva: los significados construidos guían la interpretación

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de los mensajes durante la comunicación e imponen lo que llega a ser realidad del objeto

que representan.

Su principal función es establecer un código para el intercambio social en la interacción

dialógica entre los miembros de una comunidad. La concepción epistemológica que

preside el estudio de las RS es un Marco Epistémico relacional (Castorina, 2014), en el

sentido de que solo son pensables en la intersección entre lo psicológico y lo social. Más

precisamente, las sitúa en un triángulo conformado por un objeto (que es representado)

and un sujeto (ego) en una dialógica relación con otro sujeto (alter) (Marková, 2003).

Además, refieren a un conocimiento práctico que vincula a los individuals con sus objetos

en un triple sentido (Jodelet, 1989). Por una parte, emergen de una interacción dialógica

enmarcada por instituciones específicas. Por otro lado, las RS son construidas en las

prácticas sociales de la vida cotidiana, cuándo nuevos significados se requieren para

enfrentar las demandas contextuales inesperadas. Finalmente, son utilizadas por los

individuos para reactuar con respecto de otros miembros de la sociedad o para ajustar su

conducta a las expectativas sociales o los requerimientos situacionales. Así, los

significados emergen en las interacciones de los grupos y no son determinados ni por

inferencias lógicas ni por percepciones claras y distintas del mundo social (Jodelet, 1989).

En otras palabras, las RS no refieren a los objetos reales, sino más bien a construcciones

socialmente compartidas, por lo que varias “realidades” pueden coexistir (Marková, 2012).

En consecuencia, un objeto específico puede adquirir diferentes significados en función

de la totalidad interactiva de la situación social.

Las RS, como se dijo, exhiben un carácter intrínsecamente cultural e histórico, de ahí

que no son las mismas para todos ni para siempre y su transformación es disparada por

el extrañamiento provocado por las novedades sociales, y en muchos casos por la

conflictividad de los grupos sociales. Claramente, las RS se imponen a los actores

sociales, pero no de modo homogéneo, sino que ellos pueden generar visiones

alternativas. En este sentido, las RS podrían ser usadas para sostener y defender una

construcción particular de la realidad social o para resistir contra las RS hegemónicas

que algunos grupos tratan de imponer a los otros. En el mundo globalizado coexisten

múltiples versiones de la realidad y los sistemas de conocimientos son menos

homogéneos y estables. Como resultado de ello, hay más posibilidades para la crítica,

argumentación y discusión, por lo que diferentes RS pueden competir por llegar a ser “la

realidad”, defendiéndose a sí misma de otras posibles interpretaciones y limitando el

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rango de los significados aceptables. El proceso dinámico de relaciones conflictivas entre

las RS llevó a Moscovici (1998) a distinguir entre RS hegemónicas, de las polémicas y las

emancipadoras, para poder contar con el disenso dentro del consenso social. Las RS

hegemónicas son aquellas que se imponen a los individuos, son ampliamente aceptadas

y expresan a un grupo dominante en las relaciones sociales; las polémicas expresan

diferentes posiciones sociales, generalmente conflictivas respecto de las hegemónicas,

sobre el mismo objeto representacional; por su parte, las RS emancipatorias son un punto

de vista divergente respecto de la RS hegemónica, pero no tienen el poder social ni

reciben la aceptación para llegar a ser polémicas y desafiar a las RS hegemónicas.

En términos generales, se produce un diálogo entre los grupos con diferentes

intereses, hay debates entre sus creencias, y en ocasiones resistencia a la imposición de

las RS hegemónicas (Howarth, 2006; 2004). Hay una dialéctica entre consenso y disputa,

imposición y resistencia, en el corazón de toda práctica significativa, en la que se

reintroduce la intervención del poder (Barreiro & Castorina, 2016; Howarth, 2006) Desde

este punto de vista, las RS son inseparables del conflicto social, como lo sostuvo

Moscovici, ya que se constituyen en los procesos de comunicación, en las

conversaciones, lo que implica la lucha de ideas: ”…en el proceso de formación de las

RS hay siempre conflicto y cooperación” (Moscovici, en diálogo con Marková, 1998, p.

377). El conflicto se puede interpretar como la confrontación desde los diferentes

intereses y en las relaciones de poder, en relación a ciertos contextos socio- culturales, y

su resultado es el triunfo relativo de ciertos grupos en la batalla por los significados y por

la construcción social de la realidad. La versión de esos grupos es la que se legitima

como lo aceptado por “realidad”. Por otra parte, dicha interrelación entre la cooperación y

los intereses de los actores sociales diferencia a las RS de las representaciones

colectivas de Durkheim, y solo recientemente ha sido seriamente enfocada en la

investigación.

Surgen, entonces, algunos interrogantes para responder: ¿Quiénes vencen y

quienes pierden en la lucha de ideas?; ¿hay solo RS en sentido positivo o su construcción

involucra negaciones o represiones de lo inaceptable?; ¿cuál es el significado ideológico

de la construcción de las RS? ; ¿Cómo se ubica el investigador ante las transformaciones

sociales, las ignora o participa de ellas? A propósito de estas preguntas y de las ideas

sobre la lucha cultural, es adecuado afirmar que una RS “no es una cosa quieta”

(Moscovici, 2000/2004, p. 373; Howarth, 2006, p. 79), que se impone sin alternativas a

los actores sociales y se acepta homogéneamente.

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Las RS y el proceso de construcción de la nada

En el proceso de génesis de las RS, particularmente en la selección propia de la

objetivación antes comentada, aspectos del objeto serán representados y otros no serán

representados, y de esa manera se produce una tensión basada en las relaciones de

poder dentro y entre los grupos. Ya Moscovici (1961) lo puso de relieve a propósito de la

RS del psicoanálisis en Francia, luego de la segunda guerra mundial: algunos aspectos

de los conceptos de la teoría fueron preservados en la constitución de la RS, pero otros

fueron oscurecidos –aquellos que podían ser conflictivos con las tesis teológicas de la

Iglesia Católica- tales como la transferencia y el concepto de libido. Por ello, Duveen

(1998) afirmo: “A representation, then, is not only a way of understanding something, it is

also always a way of not understanding something” (p. 461). En este sentido, el no

comprender algo quiere decir comprender lo que está aquí y lo que no está. Esta tesis

propicia o requiere de su ulterior exploración, lo que no podemos hacer en este espacio,

mediante la reflexión filosófica y metateórica, apelando a Hegel, Marx y Freud, incluso a la

psicología cultural y la teoría piagetiana. Para la elucidación de la nada en la teoría de las

RS, es importante insistir en que lo que no está, la nada, no es simplemente “nada”, sino

la presencia de la ausencia (Bang y Winther-Lindqvist, 2016) y que hacer presente a lo

rechazado involucra una construcción o un proceso que denominamos –libremente-

“construcción de la nada”. Una construcción asociada a la intervención del poder.

Una gran parte de la investigación sobre la formación de RS no propuso explicaciones

para la intervención del poder en dicha constitución, aunque la teoría contenía

instrumentos conceptuales y metodológicos para cuestionar el orden social vigente. Entre

las escasas indagaciones que se ocuparon de la distribución del poder (Howarth, 2006;

Jovchelovich, 2010) se puede mencionar el estudio clásico de Jodelet (1990) referido a la

locura en comunidades campesina, ya mencionado: la creencia en la enfermedad se

centra en un déficit biológico, lo que impide al enfermo ocupar una posición igualitaria

respecto a los otros miembros de la comunidad, colocándolo en una posición inferior. De

este modo se excluye al enfermo mental, a la vez que se salvaguarda la integridad del

grupo “sano” dominante, el que no comparte el déficit. También, y de otro modo,

Jovchelovitch (2010) considera que en las relaciones entre los grupos sociales se

producen asimetrías que conducen a relaciones de dominación entre los integrantes del

diálogo y que algunas representaciones no son reconocidas. En este sentido, el no

diálogo supone el no reconocimiento y la deslegitimación de las creencias de otro grupo.

Así, las relaciones de poder no solo involucran dominación y subordinación, sino también

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ausencia de reconocimiento. De modo semejante, Howarth (2014) puso de relieve, al

estudiar las creencias de diversos grupos sociales acerca de los disturbios en Brixton

(Londres) en 1995, que concebirlos como la obra de “mentes criminales” -por parte de

policías o comerciantes- dio lugar al desconocimiento y desconsideración de creencias

alternativas. En este caso, de los grupos de pobladores negros o de algunos abogados,

según la cual los disturbios eran la respuesta de grupos de negros, largamente

discriminados, a la represión policial.

En nuestra opinión (Barreiro y Castorina, 2016) los significados prevalecientes en

esta lucha de RS equivalen a una representación positiva, una estructura simbólica que

ocupa el lugar de un objeto real en la vida cotidiana de los individuos. Sin embargo, al

afirmar una creencia hay otra representación posible que llega a ser negada y

permanece como el lado oscuro de aquella representación, o dicho de otra manera, como

parte no presente de la estructura simbólica positiva. Para nosotros, se trata de una

represión o exclusión de ciertos significados del campo representacional ocurre porque

desafían la visión dominante del mundo social, impuesta por un grupo social. Es decir,

llegan a constituir una amenaza para ese grupo social. Mientras en la teoría de las RS la

ausencia de rasgos en la RS sobre un objeto en un grupo era explicada por la no

saliencia del objeto o por su irrelevancia en la vida cotidiana (Wagner & Hayes, 2005)

Nos permitimos, entonces, presentar brevemente dos estudios que ejemplifican la

relación dialéctica entre la red de significados de las RS y la “presencia de la ausencia” de

significados, que es constitutiva de la elaboración de las RS.

La nada en la justicia retributiva

Por un lado, la noción de justicia en la filosofía o en las ciencias sociales tiene un

carácter polisémico, no unívoco, de manera que diferentes interpretaciones coexisten y

corresponden a diferentes concepciones, vinculadas al socialismo, el feminismo o el

liberalismo, entre otras. En todos los casos se recurre a la justicia para legitimar los

intereses de ciertos grupos y disputar con los de otros, cuestionando las relaciones de

poder. Pero, por fuera del pluralismo teórico, en la vida cotidiana la gente usa significados

específicos para regular sus intercambios y comunicación, lo que se relaciona con los

compromisos individuales y la pertenencia a un grupo social (Moscovici, 1961). Así, la

justicia llega a ser un objeto de negociación simbólica que resulta importante en la

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comunicación e interacción cotidianas de los actores sociales, se convierte en objeto de

RS (Moscovici, 2001; Wagner & Hayes, 2005).

En los estudios de Barreiro (2013) y Barreiro et al., (2014), se trata la RS de

justicia en la ciudad de Buenos Aires, la que muestra una clara significación retributiva en

los niños, adolescentes y adultos, tanto como en el diario Clarín. Se muestra que durante

el proceso de apropiación de la RS de justicia (ontogénesis) predomina su significado

retributivo (a diferencia del significado distributivo, vinculado a la distribución de los

bienes), a partir de los 10 años, y en cualquier edad (Barreiro, 2013). Más aún, la RS

retributiva se integra, en un proceso cognitivo durante la ontogénesis, con la RS

utilitarista (con mayor frecuencia a partir de los 13 años), de modo que la justicia se

concibe como el mayor bienestar para el mayor número de gente, y se lo logra por medio

del castigo. Por su parte, el estudio del diario Clarín (Barreiro et. al, 2014) revela la

hegemonía de la retribución respecto de los otros significados de la justicia, en los

términos explícitos del poder judicial, que regula la retribución ejecutando las leyes. Es

interesante señalar que los estudiantes universitarios identificaron la justicia con las leyes,

la delincuencia o la impunidad.

¿Qué se puede concluir de estos estudios? Básicamente, que la justicia retributiva

es hegemónica en CABA, es una RS coercitiva y estable que se manifiesta en una

variedad de prácticas simbólicas. Principalmente, se observa una relación constitutiva

entre la RS que aparece en el periódico y la RS de sus lectores, ya que la “realidad” del

objeto de la RS es construida por el diario e influye sobre los lectores, adoptando una

forma de mensaje que promueve tal mirada de la justicia. De su lado, los individuos en

sus interacciones simbólicas con dicho objeto, vuelven más saliente a este significado que

los otros (distributivo o utilitarista).

Sin duda, la indagación, tanto en el periódico como en los lectores, no muestra que

la justicia se vincule con la asignación distributiva de los beneficios y las cargas de la

actividad económica. Este significado está por completo ausente en las respuestas de los

sujetos, y tiene que ver con un contexto social y político donde las demandas de castigo

por diversos actos contra las personas y las propiedades, han aumentado. Lo que se ha

denominado el “incremento de la inseguridad”. Según la tesis que estamos sosteniendo,

aquella ausencia es una parte sustantiva del proceso de construcción de los significados

sociales. Es decir, la ausencia de otros significados de la justicia es “la presencia de la

ausencia” en tanto se vuelve invisible como resultado de un proceso constructivo que

rechaza lo que no se puede simbolizar, porque sería amenazante para el grupo social.

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La nada en la conquista del desierto

Por otra parte, hay estudios en psicología cultural que muestran la construcción

social de la nada, por medio de la omisión de algunos rasgos de un evento histórico en el

proceso de su representación. De Alba, Dargentas and Balez (2014) estudiaron a jóvenes

de Brest cuya representación socio-espacial de esta ciudad francesa, bombardeada por

los aliados durante la segunda guerra, involucra que su memoria -de como era antes de

ese episodio- está por completo ausente. Los sectores más antiguos de dicha ciudad y

sus monumentos que le están dedicados, permanecen rechazados o no reconocidos, en

los dibujos de los jóvenes. No se trata simplemente de un olvido del pasado y de los

monumentos, sino que revela un conflicto entre la memoria histórica simbolizada en los

monumentos y la reconstrucción de un espacio urbano. En este sentido, los espacios

urbanos –tales como los monumentos- son lugares de memoria colectiva (Halbwachs,

1925/1992) y es la relación del pasado con el presente y orienta el recuerdo de la gente.

En este contexto social los diferentes grupos sociales disputan sus versiones del pasado:

el recuerdo de la ciudad destruida es demasiado pesada para los habitantes que

abandonaron la ciudad y retornaron a una ciudad en ruinas. En la perspectiva que

adoptamos, la invisibilización de los monumentos y de la vieja ciudad es un intento

colectivo para olvidar el pasado. La conmemoración de las acciones heroicas de los

aliados recupera su significación, y sería prácticamente inaceptable asumir el recuerdo de

la destrucción producida por quienes son honrados en los propios monumentos.

En base a la investigación empírica en el terreno, Sarti & Barreiro (2014) se

ocupan de la reconstrucción activa de los significados históricos de la “conquista del

desierto”, lo que implica un recuerdo elemental y una importante ausencia por parte de la

gente de un lugar donde ocurrieron los hechos. Como es sabido, se trató de la campaña

militar llevada a cabo por el gobierno argentino contra la población indígena durante el

signo XIX. En ese momento de la organización nacional y la expansión territorial, se

produjeron muertes, torturas e incluso la esclavitud de los pueblos originales. En su

conjunto, este relevante episodio en la formación del Estado nacional, en buena medida

permanece ausente en las narrativas de la población referidas a su pasado (Sarti &

Barreiro, 2014), tanto como en los libros de textos escolares (Novaro, 2003).

Paradójicamente, hay una enorme variedad de monumentos que celebran la gesta de los

militares que participaron en la campaña. Incluso, muchos nombres de calles y hasta el

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billete de 100 pesos es una celebración del episodio. Y es significativo que más allá de las

conmemoraciones referidas, tal campaña está ausente en las narrativas sobre el pasado

histórico.

Sobre la base de datos empíricos (Barreiro y Castorina, 2016; Barreiro, Castorina y

Van Halpen, 2017), se hipotetiza que al generarse una RS en una construcción social de

significados, algunos de sus rasgos son eliminados, no llegando a estar presentes para

los individuos. Como se ha dicho, estos rasgos ignorados del objeto representado tienen

un rol constitutivo en la génesis de las RS, la hacen posible. De una parte, muchos

pobladores entrevistados ignoran los agentes de la masacre en la conquista del desierto,

y por otra, los que pueden narrar algo de lo ocurrido, no pueden afirmar que la conquista

fue llevada a cabo por el ejército argentino, atribuyéndoselo a los españoles (Sarti &

Barreiro, 2014). Tal reemplazo es una estrategia no intencional –una especie de

inconsciente social- para eludir la responsabilidad moral del gobierno argentino y su

población que ha ocupado esos lugares. A ello puede añadirse que diversas

investigaciones (Gordillo, & Hirsch, 2010, Valko, 2012) han puesto de manifiesto una

invisibilización de los grupos originarios, o de sus descendientes, que hoy viven en

nuestro país (el 30 % de los que viven actualmente están en la Pcia. de Buenos Aires)

Además, se justifica pensar que la creencia en que masacre de los pueblos originarios fue

hecha por los españoles lleva a evitar el conflicto con los grupos (desde dentro y desde

afuera de los pueblos originarios) que buscan una reparación histórica. Nítidamente, tal

ausencia no tiene que ver con la irrelevancia del objeto para el grupo social, sino con su

fuerte presencia emocional, decisiva, para la vida del grupo.

Conceptualizando la nada

Hasta aquí hemos expuesto diferentes estudios sobre la construcción de la nada y

su tratamiento en la teoría de las RS, ahora se trata de generalizar lo que se ha mostrado

para alcanzar algunos rasgos propiamente ontológicos, presentes en las aproximaciones.

Tomando en cuenta la teoría de las RS y los casos empíricos expuestos sobre la

construcción de la nada, se hace patente la necesidad de caracterizar las partes ausentes

de los objetos simbólicos o la totalidad ausente en la activa construcción social de las RS.

En otras palabras, queremos mostrar que tales ausencias adoptan diferentes

modalidades, las que a su vez indican tres modos en que el poder social restringe la

construcción de las RS (Barreiro y Castorina, 2016).

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La primera corresponde a la investigación sobre la preeminencia de la justicia

retributiva (Barreiro, 2013) durante el proceso de elaboración de la RS para la mayoría de

los habitantes de CABA. Al afirmar el carácter retributivo como único significado posible,

se supone el rechazo o represión del significado distributivo, ya que de afirmarse se

desafiaría al orden social. Aquel significado es funcional al orden de dominación de ciertos

grupos sociales y llega a ser, entonces, una representación hegemónica (Moscovici,

1988).

Según la segunda modalidad, cuándo el objeto no es polisémico sino complejo

como una teoría científica o un proceso histórico, en la construcción de la RS alguna de

sus partes no se hace evidente. Es lo ocurrido con la apropiación del psicoanálisis por la

iglesia católica, mencionado más arriba, donde se reprimió la libido, o cuándo en la RS de

la conquista del desierto se reprimió el rol del Estado Argentino en la RS correspondiente.

El objeto continua presente a los individuos como RS, pero hay partes constitutivas que

son reprimidas u oscurecidas, al ser amenazadas las dominaciones de un grupo social o

una institución que las elabora.

Según una tercera, la totalidad del objeto simbólico se rechaza, llegando a ser una

construcción de la nada, en sentido estricto. Sería el caso del olvido de los lugares

histórico en Brest (De Alba, Dargentas, & Balez, 2014) o el volver invisibles a los pueblos

originales por muchos pobladores (Valko, 2012). Aquí el proceso constructivo de carácter

colectivo coloca a lo negado en el lugar del objeto, negando su existencia, porque sería

inaceptable para el grupo social. Sin duda, la negación es una construcción activa de la

nada y de ese modo se asume una posición ontológica que diferencia nítidamente las

cosas que no existen de las significaciones que subsisten aunque no existan en sentido

físico (Valsiner, 2014), lo que es fundamental para la teoría de las RS. A este respecto,

cabe distinguir esta tesis de la tradicional en esta teoría, para la cuál la no construcción

de significados sociales tiene que ver con que el objeto a representar no tiene importancia

para el grupo social (Wagner, Valencia & Elejabarrieta, 1996). En cambio, los casos

estudiados en este trabajo, los objetos llegan a ser ausentes ya que son muy relevantes y

se vuelven intolerables como significado para un grupo específico. Únicamente éste

puede enfrentarse con lo intolerable, como se diría en un espíritu no tan distante del

freudiano, “negándolos”.

Respecto de las relaciones de poder, en el caso de la presencia de RS

hegemónicas, se pueden formular RS polémicas que expresan los significados opuestos

que se han negado, sobre el mismo objeto durante los diálogos entre los grupos con

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diferentes intereses, luchando por el reconocimiento (Jovchelovitch, 2010). Quizás la

misma dinámica valdría para el caso en que algunas de las partes de la totalidad del

objeto son representadas, Incluso, cuándo la totalidad del objeto se ha negado, y su

estatus simbólico es reconocido, se puede dar lugar a RS emancipadas, diferentes de las

hegemónicas. El proceso de construcción de las RS va desde rechazar algunas partes del

objeto simbólico, hasta oscurecer su existencia, siendo estructurado por los grupos según

las diferentes características del objeto de la RS y según desafían o no la organización

social.

Más aún, se puede pensar que al introducir la nada se subrayan los rasgos del

objeto representado en las RS, el que se ha subestimado en las discusiones de los

psicólogos sociales, preocupados en las interacciones dialógicas sujeto-otro-objeto, para

cuestionar la psicología social cognitivista. Como resultado de las indagaciones descritas

aquí, nos permitimos postular que la nada se construye porque hay rasgos del objeto

simbólico que perturban al grupo social, el que las rechaza. Respecto de esto último,

este mecanismo se parece al postulado por Piaget (1975) aunque desde un punto de

vista puramente epistémico: cuándo una situación que enfrentan los sistemas de acción

del sujeto de conocimiento es perturbadora y no es asimilables a ellos, se pone en juego

un proceso para compensar la perturbación. En primera instancia, una compensación que

la rechaza, poniéndola fuera del alcance de la consciencia del sujeto. En el caso de la

construcción de RS, lo no integrable al sistema social de valores y significados es

reprimido, y se transforma en una nada, la presencia de la ausencia. Se trata de una

actividad -no consciente ni voluntaria- de construcción de lo que cuenta o no como

realidad para el grupo.

Por último, dicho el proceso de construcción se puede convertir en un instrumento

conceptual para la teoría de las RS, básicamente porque descansa o se respalda en un

Marco Epistémico Relacional y Dialéctico (Overton, 2006; Valsiner, 2012) que posibilita y

restringe los problemas que se pueden plantear en este campo, y el modo en que se los

investiga. Dicha perspectiva filosófica, que subyace y condiciona fuertemente a la

investigación de las RS, permite postular una simultaneidad entre la exposición y la

ocultación, una unidad de los contrarios, en términos de significados opuestos respecto

del mismo objeto. Esta coexistencia es interrelacional y dinámica entre los opuestos de la

construcción simbólica de las RS, no tiene nada que ver con la contradicción lógica o con

la eliminación de alguno de los términos contrarios. Lo fundamental es que el enfoque

dialéctico, ya mencionado a propósito de la unidad de lo cooperativo y lo conflictivo en la

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caracterización de las RS, vuelve a ser relevante para la construcción de la nada.

Claramente, no se reduce a la simple aceptación de los términos que se oponen, sino que

pone en primer plano a un proceso que los transforma, lo que Hegel se denominaba

“síntesis” (Valsiner, 2012). Dicha transformación se hace inteligible en las tensiones entre

lo presente y lo oculto, lo afirmado y lo negado, alimentando o promoviendo la

construcción del entramado de significados que constituye las RS.

Ideología y RS

Los análisis anteriores han asociado de modo más o menos explícito a la teoría

de las RS con la ideología (en adelante ID) ya que al estudiar la creación de las primeras

a partir de los conflictos sociales, surgió la cuestión de su significado social más amplio.

Queremos matizar y precisar esa relación en base a los argumentos desplegados a

propósito de las relaciones de las RS con el poder, especificados en la construcción de la

nada. Para ello, reconocemos la vastedad y diversidad de definiciones del concepto, así

como su carácter polémico, en la historia del pensamiento (Thompson, 1990; Castorina y

Barreiro, 2007). Particularmente, y entre otras, mencionamos la ID como una utopía

positiva, un proyecto compartido que cuestiona el orden vigente, y apunta a la

elaboración de otra sociedad (Adorno y Horkheimer, 1969). Nosotros vamos a adoptar,

para el análisis de las RS, la versión negativa y crítica: una ID es una concepción del

mundo que sustenta y oculta el orden social dominante (Thompson, 1990) Esta

concepción del mundo tiende a reproducir las relaciones de poder existentes, en otras

palabras, éstas se mantienen o continúan gracias al uso y abuso creativo de las formas

simbólicas, en particulares condiciones históricas, que las mistifican y naturalizan, o

llevan a desestimar las versiones alternativas, e incluso delimitan el acceso al poder. Y

sin duda, las RS son un tipo de formas simbólicas (Howarth, 2014) Insistimos, la

significación ideológica de una RS reside en una visión del mundo social que legitima el

orden social, lo que se traduce en el uso de una RS particular (por ejemplo, la justicia

retributiva o la creencia en que los disturbios en un barrio son provocados por mentes

criminales) para sustentar relaciones de poder y a la vez suprimir o volver irrelevantes a

otras RS (como la justicia distributiva afirmada por algunos grupos sociales, o la creencia

de grupos de negros en que los disturbios fueron provocados por la violencia policial)

Desde el punto de vista de su origen social, las RS y la ID se asemejan por ser

producciones colectivas. Sin embargo, se distinguen por la amplitud de dicha producción.

Mientras que las ID constituyen cosmovisiones sustentadores del orden social, asumidas

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por los individuos, las RS siempre refieren a objetos específicos (como la conquista del

desierto o un disturbio social, o el castigo de los delitos). Más aún, las RS requieren de un

trabajo creativo en la comunicación intersubjetiva, ante la irrupción de un evento social

inédito, hay una elaboración propia y no solo una simple reiteración de la cosmovisión

existente, aunque esta sea su horizonte. Una RS se elabora constructivamente en función

del fenómeno novedoso, y su carácter específico ha sido la característica más subrayada

por los psicólogos sociales, para diferenciarla de la generalidad de la ID.

De este modo puede comprenderse que las ID constituyen el trasfondo de las RS, y por

eso mismo, las RS tienen la función peculiar de posibilitar que dicha concepción se

vincule con una diversidad de situaciones cotidianas. En este sentido, la producción de

creencias para enfrentar nuevas situaciones sociales o fisuras en la cultura reclama una

reacomodación del sentido del mundo social. Al referirnos a las relaciones con el poder y

la legitimación del orden social, mostramos que éstas son constitutivas del concepto de

RS, El “uso y abuso de las formas simbólicas” no es posterior a la creación de las RS,

sino que en un cierto sentido la conforman. Sin embargo, no ha sido frecuente que los

psicólogos, aun afirmando un trasfondo ideológico de las RS, o su recorte sobre un

horizonte de ID, hayan examinado detenidamente cómo se pone a jugar la dominación en

su conformación. Hasta Jodelet (1990) cuándo estudió la creencia en la locura en los

campesinos, analizó la constitución y los rasgos de la RS, para luego considerar como la

enfermedad es inscrita por los pobladores en un discurso ideológico que permite excluir a

los “locos”. En otros términos, una cosa es indagar la especificidad de la RS en su

mecanismo de formación y otra buscar su significado ideológico. Incluso, cuando

Moscovici (1988) hace mención de ciertas RS hegemónicas, relativamente uniformes y

coercitivas que prevalecen en las prácticas sociales, no examina detenidamente el

significado social más amplio de dicha coerción. Al tratar tales RS, que se imponen por

sobre un pluralidad de representaciones posibles para un fenómeno, hay escasas

referencias a sus relaciones con la legitimación del orden establecido.

En nuestra perspectiva, la ID interviene en la constitución de buena parte de las

RS, cuya elaboración en la comunicación de los grupos es indisociable de la legitimación

de las relaciones de poder, aunque alternativamente se puede abrir un cuestionamiento

del mundo establecido. En el caso del estudio de las RS de la conquista del desierto, es

importante enfatizar que las narrativas del pasado incluyen una dimensión de

construcción de la nada, que lleva a justificar los objetivos del grupo dominante, a los

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que les da una continuidad histórica. Las RS hegemónicas –o una buena parte de ellas-

imponen una visión del mundo del grupo dominante, y tal visión es ideológica en la

medida en que tiende a legitimar tal relación de dominación (Howath, 2014)

Analogamente, mientras el periódico difunde una RS retributiva de la justicia,

reprime otros modos de comprender el objeto social que podrían amenazar el status quo

(Augoustinos, 1999), como la justicia distributiva. Por lo tanto, es socialmente necesario

negar tal significado y elaborar una RS que es utilizada sostenidamente para legitimar el

castigo de las acciones que violan el orden social. La muy escasa aparición del significado

distributivo de la justicia resulta de una activa construcción de la nada, la que adquiere

una significación ideológica justamente porque de ese modo se sostiene el mundo tal

como es. Y si el recuerdo de los acontecimientos del genocidio de los pueblos originarios

podría dañar la organización social, la RS los reprime, sin evitar que de esa manera se la

sostenga.

Las RS son una producción social que involucra el diálogo entre los grupos con

diferentes intereses, incluso debates entre sus creencias, y en ocasiones resistencia a la

imposición de las RS hegemónicas, como se ha verificado empíricamente (Howarth,

2006) La dialéctica entre imposición y resistencia, cooperación y conflicto está en el

corazón de toda práctica social significativa (Howarth, 2006), poniéndose en primer plano

a las relaciones de poder, ahora pensando en el potencial para la resistencia, que

emerge de la diversidad de representaciones sobre un fenómenos que los grupos

construyen como respuesta a la hegemonía (Glaveneau, 2009) Los grupos dominantes

legitiman el orden social, pero éste también puede ser cuestionado por grupos

dominados, en una lucha por el reconocimiento de su propia identidad, como lo pensaba

Hegel.

Un comentario final: el compromiso de los Investigadores

Hemos intentado relacionar de modo sistemático a la teoría de las RS con los conflictos

sociales, y con las disputas de significado –entre RS hegemónicas y las polémicas- dando

un lugar central en el dinamismo de las RS a dichos conflictos y a las relaciones de poder

entre los grupos sociales. En este sentido, las indagaciones empíricas sobre la

construcción de la nada, como constitutiva de la elaboración social de las RS y ciertas

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conceptualizaciones, justifican la tesis de que dicho proceso puede ser un instrumento

que clarifique la intervención de las relaciones de poder en la génesis de las RS.

Finalmente, para elucidar los problemas planteados y las tesis defendidas, hemos

retomado la versión crítica del concepto de ID, en términos de legitimación del orden

social y la hemos vinculado con la construcción de las RS.

Como resultado de lo expuesto anteriormente, cabe una reflexión sobre el compromiso

social de los investigadores en RS. Bajo el supuesto de que una investigación psicosocial

no es desinteresada, sobre todo porque al ahondar la disputa y los conflictos que están

en el origen de las representaciones, se expresan valores morales y políticos del

investigador (Castorina, 2016). Se plantea una disyuntiva acerca de los valores morales

y políticos, que encarnan los marcos epistémicos o los supuestos filosóficos y presiden las

indagaciones: ¿se trata de soportar o cuestionar el orden social? ¿de consolidar a dicho

orden o transformarlo? . El objetivo de las investigaciones es contribuir a cambiar las

condiciones sociales, más bien que limitarse a describirlas (Raudsepp, 2005) Tal como lo

manifestó en su momento Moscovici (2001), la psicología social es una ciencia moral

humanitaria, en condiciones de dar respuesta a problemas vinculados al empoderamiento

de los sectores dominados para lograr su liberación. Esta posición ha sido revigorizada

por la línea de investigación- acción que moviliza a las representaciones sociales de los

grupos estigmatizados, para comprometerlos a la reflexión crítica y la búsqueda de su

emancipación. No se trata meramente de estudiar la reproducción de la realidad social,

sino cómo puede ser transformada, hay que tematizar la resistencia colectiva y el cambio

social, tanto como la opresión y la reproducción social (Elcheroth; Doise, & Reicher, 2011)

Los estudios de RS puede involucrar una toma de posición contemplativa, dominante en

las investigaciones, y que no cuestiona el orden social existente (Howarth, 2006). O por

el contrario, se propone ir más allá de la descripción de las RS que se identifican en los

grupos sociales, interviniendo para lograr su transformación. Y esto, habida cuenta de los

instrumentos disponibles para intervenir en los procesos de legitimación o de resistencia,

de consenso o de disputa de los significados sociales. Se promueve una conciencia

crítica para la teoría de las RS, con el compromiso del psicólogo en la desalienación de

grupos y personas, en la transformación del saber cotidiano de sí hacia un saber

emancipador de sus condiciones de existencia (Martín-Baro, 1996) Se puede intervenir

junto a los actores sociales, si la teoría y la práctica de los investigadores involucran a

las condiciones socio históricas y la conflictividad social. Ya sea en el estudio de las

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instituciones y los problemas de la salud pública, la memoria histórica o los disturbios

comunitarios, aquella conflictividad social coloca a los investigadores ante la opción de

aceptar las creencias o las prácticas sociales tal como son o de participar en su

transformación a través de su propia intervención.

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