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Freud: Una interpretación a la cultura (Paul Ricoeur) Carlos Pinto Narváez Libro II: Analítica Primera parte: energética y hermenéutica (epistemología del psicoanálisis) La energética pasa por una hermenéutica y la hermenéutica descubre una energética. Este punto es aquel en que la posición del deseo se revela en y por un proceso de simbolización. Es en el trabajo de interpretación del sueño donde se ha fraguado el método freudiano. Puede ser que en la posición misma del deseo resida a la vez la posibilidad de pasar de la fuerza al lenguaje, pero también la imposibilidad de reasumir o integrar totalmente la fuerza en el lenguaje. Capítulo I: una energética sin hermenéutica El proyecto de 1895 representa lo que podríamos denominar la fase no hermenéutica del sistema. En efecto, la concepción que domina en ella del “aparato psíquico” no parece en modo alguno recíproca de un trabajo de desciframiento; aunque luego veremos cómo la interpretación de los síntomas de la neurosis no está ausente de esta conceptualización. Ésta se basa en un principio (el principio de constancia) tomado de la física y tiende a un tratamiento cuantitativo de la energía. El desarrollo del freudismo puede considerarse como la progresiva reducción de la noción de “aparato psíquico” (en el sentido de una máquina que no tardará en funcionar por sí misma)

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Page 1: Web viewConforme a esta concepción podría descubrirse el sueño como el sustituto de la escena infantil, modificada por transferencia a elementos recientes

Freud: Una interpretación a la cultura (Paul Ricoeur)Carlos Pinto Narváez

Libro II: Analítica

Primera parte: energética y hermenéutica (epistemología del psicoanálisis)

La energética pasa por una hermenéutica y la hermenéutica descubre una energética. Este punto es aquel en que la posición del deseo se revela en y por un proceso de simbolización. Es en el trabajo de interpretación del sueño donde se ha fraguado el método freudiano. Puede ser que en la posición misma del deseo resida a la vez la posibilidad de pasar de la fuerza al lenguaje, pero también la imposibilidad de reasumir o integrar totalmente la fuerza en el lenguaje.

Capítulo I: una energética sin hermenéutica

El proyecto de 1895 representa lo que podríamos denominar la fase no hermenéutica del sistema. En efecto, la concepción que domina en ella del “aparato psíquico” no parece en modo alguno recíproca de un trabajo de desciframiento; aunque luego veremos cómo la interpretación de los síntomas de la neurosis no está ausente de esta conceptualización. Ésta se basa en un principio (el principio de constancia) tomado de la física y tiende a un tratamiento cuantitativo de la energía. El desarrollo del freudismo puede considerarse como la progresiva reducción de la noción de “aparato psíquico” (en el sentido de una máquina que no tardará en funcionar por sí misma) a una tópica en que el espacio no es un lugar físico, sino un escenario en el que entran en debate papeles y máscaras; este espacio se convertirá en lugar del ciframiento y del desciframiento.

1. El principio de constancia y el aparato cuantitativo

En este Proyecto hemos intentado encajar la psicología en el cuadro de la ciencias naturales; es decir, representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales especificables, y esto a fin de hacerlos evidentes e incuestionables.

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2. Hacia la tópica

Lo que desconecta la explicación de cualquier trabajo de desciframiento es la pretensión de hacer corresponder una psicología cuantitativa del deseo con un sistema mecánico de neuronas. Pero según Ricoeur, el proyecto es ya una tópica, enlazada subterráneamente con el trabajo de desciframiento de los síntomas. Hay ya hermenéutica en ese texto. El afecto continuará siendo visto como una cantidad, desplazable o ligada, junto a la representación.

Capítulo II: Energética y hermenéutica en la Interpretación de los sueños

Dos cambios con respecto al Proyecto:

a) El aparato psíquico de La interpretación de los sueños funciona sin referencia anatómica, es un aparato psíquico. Hay un “pensamiento” del sueño; lo que el sueño realiza, o mejor, aquello de que es cumplimiento es un deseo. Por eso se habla de ideas investidas y no de neuronas investidas. b) El esquema del aparato psíquico oscila entre una representación real y una representación figurada. Los dos cambios expresan una más radical transformación, que afecta a las dos relaciones entre la explicación tópico-económica, por un lado, y la interpretación, por el otro. Su destino expreso es el de traducir gráficamente lo que sucede en el “trabajo del sueño” sólo accesible para y por el trabajo de la interpretación. La explicación se subordina, pues, explícitamente a la interpretación; que no por azar se llama el libro Traumdeut ung, Interpretación de los sueños.

1. El trabajo del sueño y el trabajo de la exégesis

La tesis de que el sueño tiene un sentido es, por lo pronto, una tesis polémica que Freud defiende en dos frentes: a) se opone a toda concepción de que el sueño es un juego fortuito de representaciones, un desecho de la vida mental: habar de sentido del sueño es declarar que se trata de una operación inteligible. b) por otra parte, la tesis se opone a toda explicación prematuramente orgánica del sueño: significa que podemos sustituir siempre el relato del sueño por otro relato, con semántica y sintaxis.

El primer cometido no puede ir muy lejos sin recurrir a conceptos económicos. Dar con los “pensamientos” del sueño supone hacer cierto viaje regresivo que, más allá de las impresiones y excitaciones físicas actuales, descubre lo inconsciente, esto es, los deseos más antiguos. Lo que emerge a la superficie es nuestra infancia con sus impulsos olvidados, reprimidos, rechazados y, con nuestra infancia, emerge también la de la humanidad, resumida de algún modo en el individuo.

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La segunda tarea requiera componer entre sí dos universos del discurso: el discurso del sentido y el de la fuerza.la realización o cumplimiento pertenece al discurso de sentido y la represión pertenece al discurso de la fuerza.

Conforme a esta concepción podría descubrirse el sueño como el sustituto de la escena infantil, modificada por transferencia a elementos recientes. Al interpretar la escena como un recuerdo real, Freud se condena sin duda a confundir la fantasía como la huella mnémica de una percepción real.

2. La “psicología” del capítulo VII

La tesis subyacente a esta discusión es la de que ningún deseo, ni siquiera el deseo de dormir, resulta eficaz si no se agrega a los deseos “indestructibles” y “por así decir inmortales” de nuestro inconsciente, deseos cuyo carácter infantil atestiguan as neurosis. Quizá podemos decir ya que la tópica es la metáfora de la indestructible como tal: “nada termina, nada pasa, nada se olvida en el inconsciente”. El inconsciente está fuera del tiempo. El lugar psíquico es como el lugar del aparato donde se forma la imagen.

La reaparición de la percepción es el cumplimiento del deseo y la completa investición de la percepción por el estímulo de la necesidad es el camino más corto hacia la realización del deseo. Tal actividad psíquica primera tiende a una identidad de percepción, es decir, tiende a repetir la percepción vinculada a la satisfacción de la necesidad. Tal es el camino más corto para la satisfacción.

“La tendencia del pensamiento tiene que ser la de liberarse cada vez más de la exclusiva regulación por el principio del displacer y, gracias al trabajo del pensamiento, la de reducir el desarrollo de los afectos al mínimo grado que pudiera utilizarse como señal”.

“La condición precia de la represión es la presencia de una multitud de recuerdos infantiles sustraídos desde el principio al preconsciente. La espacialidad tópica expresa, en última instancia, la impotencia misma del hombre para pasar de la esclavitud a la libertad y a la dicha, o, en lenguaje menos spinozista y más freudiano, la impotencia humana para pasar de la regulación por el placer-displacer al principio de realidad”.

Que la interpretación sea un trabajo constituye la clave de una dificultad. Ésta concierne al uso que hace Freud de la noción de símbolo y de interpretación simbólica. Si el símbolo es el sentido del sentido, toda la hermenéutica freudiana debiera ser una hermenéutica del símbolo como lenguaje del deseo. Ahora bien, Freud da al símbolo una acepción mucho más restringida. El símbolo se convierte en equivalente de la memoria respecto a la escena traumatizante cuyo recuerdo fue abolido.

“No hay necesidad de postular, en el trabajo del sueño, una especial actividad simbolizante del alma; el sueño se sirve de simbolizaciones que ya están preformadas y listas en el pensamiento inconsciente”.

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Esa frase nos da la clave del resto: la figuración constituye un problema y Freud intenta resolverlo construyendo toda una metapsicología de la regresión. Nada extraño que esta simbólica general no sea exclusiva del sueño sino que se la encuentre en cualesquiera representaciones inconscientes de los pueblos: en las leyendas, los mitos y los cuentos…

“Cada vez que los neuróticos se encubren bajo sus símbolos, vuelven a seguir los caminos que fueron antaño los de la humanidad entera en las viejas épocas de la cultura; de ello dan testimonio todavía, aunque ligeramente tematizados, nuestro lenguaje común, nuestras supersticiones y costumbres”.

De ahí que la interpretación analítica deba aquí desembocar en una interpretación genética.

Capítulo III: Pulsión y representación en los escritos de Metapsicología

Por un lado estos escritos tematizan en forma coherente el punto de vista tópico-económico en la llamada primera tópica: Inconsciente-preconsciente-consciente; por otro, muestran cómo el inconsciente puede reintegrarse a la circunscripción del sentido mediante una nueva articulación de pulsión representación: una pulsión no puede presentarse en el inconsciente sino por medio de la representación.

En la presentación representativa se superponen y coinciden la interpretación del sentido por el sentido y la explicación por energías localizadas en sistemas. Vamos a recorrer dos rutas: la primera nos hará llegar desde la pretendida evidencia de la conciencia hasta el origen del sentido en la posición del deseo; pero debemos recorrer en seguida la ruta inversa: la pulsión es como la cosa kantiana (lo trascendental=X); como ocurre con ella, jamás la alcanzamos sino en lo que la indica y representa.

1. la conquista del punto de vista tópico-económico y del concepto de pulsión

Llegar al punto de vista tópico equivale a pasar del inconsciente adjetivo al inconsciente sustantivo, de la cualidad inconsciente al sistema inconsciente. Se trata de una reducción, de una epoché invertida ya que lo mejor conocido al principio (lo consciente) queda en suspenso y viene a ser lo menos conocido.

Se elabora una noción de “pensamientos” excluidos de la conciencia por fuerzas que cierran el paso; este esquema energético es el que justifica la inversión: lo primero es la modalidad inconsciente (Freud habla en delante de “actos psíquicos inconscientes”). La barrera de la resistencia exige imaginarse el devenir-consciente como un salto, como una transgresión. El inconsciente se define como “latencia” por relación a una “presencia” consciente; esa “pertenencia a un sistema” permite presentar al inconsciente por sí mismo.

Lo inconsciente es el modo de ser de lo que, habiendo sido reprimido, no quedó suprimido ni aniquilado. Una barrera decide la exclusión de…. O el acceso a… la conciencia: esa barrera es la que constituye la tópica.

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“A falta de un término mejor y menos equívoco, llamamos l inconsciente al sistema que se nos muestra caracterizado por el hecho de ser inconscientes los diversos procesos que lo constituyen”.

La idea subyacente a esta discusión es que la conciencia, lejos de ser la primera certidumbre, es una percepción que exige una crítica semejante a la aplicada por Kant a la percepción exterior. Llamando percepción a la conciencia, Freud la hace problemática a la vez que prepara su futuro tratamiento como fenómeno “superficial”. Mientras que la epoché husserliana era una reducción a la conciencia; la epoché freudiana se presenta como la reducciónde la conciencia; epoché invertida. Ahora bien, la inversión sólo se acaba cuando ponemos la pulsión como concepto fundamental del que lo demás se comprende como destino. La epoché invertida implica, por una parte, que dejemos de guiarnos por el “objeto” como lo enfrentado a la conciencia y lo sustituyamos por los “fines” de la pulsión; por otra parte exige que dejemos de tomar por polo el “sujeto” en el sentido de aquel a quien o para quien aparecen los “objetos”. “El fin de una pulsión consiste siempre en la satisfacción que sólo puede lograrse suprimiendo el estado de excitación en la fuente pulsional”; en adelante el objeto se define en función del fin y no del sentido recíproco. La pulsión sólo nos puede ser conocida en sus fines: sólo éstos competen a la psicología.

Hablar de objeto narcisista no es más que aplicar la definición del objeto como medio del fin pulsional. El objeto no es lo que está inmediatamente en frente de un yo dotado de conciencia inmediata; sólo es una variable de una función económica.

La introducción del narcisismo será la prueba suprema para una filosofía de la reflexión: deberá renunciarse al sujeto tal como se percibe inmediatamente un Cogito abortado se puso en el lugar de la verdad primera: pienso, existo. Llegando al punto extremo en la reducción de toda fenomenología se llega también al punto extremo en la crisis del Cogito. Cf, cap II de la Dialéctica Freud introduce la importante idea de que la formación de ideales procede por desplazamiento del narcisismo. La sublimación consiste en que la pulsión se dirige a un fin alejado de la satisfacción sexual; el acento se pone aquí en la desviación que aleja del fin sexual.

“La sublimación es la salida que permite satisfacer las exigencias del yo sin ocasionar represión”.

El super yó es la instancia observadora y crítica constituye el fundamento de la conciencia moral.

El ego del psicoanálisis no es lo que aparece primeramente como sujeto en una descripción de la conciencia; la noción de pulsión del yo, simétrica a la de pulsión de objeto hace que la pulsión en sí sea una estructura previa a la relación fenoménica sujeto-objeto. La tópica es ese lugar no anatómico, sino psíquico, que debe introducirse en la teoría psicoanalítica como la condición de posibilidad para todos los destinos de pulsiones. Al cabo de esta epoché invertida de la conciencia resulta ser lo menos conocido; se convierte en problema y ya no en evidencia. Es el problema del devenir-consciente.

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2. Presentación y representación

“El psicoanálisis nos ha enseñado que lo esencial del proceso represivo consiste no en suprimir y destruir la representación que presenta la pulsión sino en impedirle hacerse consciente” En Freud consiste en situar en el inconsciente mismo el punto de coincidencia entre el sentido y la fuerza.

La pulsión misma presente, expresa el cuerpo en el alma en el plano psíquico. Puede que se trate del postulado más fundamental del psicoanálisis, aquel que lo califica como psico-análisis.

Todos los destinos de pulsión son destinos de presentaciones psíquicas de pulsión. Lo esencial para nosotros es que la pulsión sólo nos sea cognoscible en su presentación psíquica. Esto determina su índole psicológica. La escisión entre la pulsión y la conciencia es efecto de la represión. Ésta nos impide captar directamente la expresión psíquica primaria de la pulsión. La represión propiamente dicha ya es una represión secundaria respecto a una represión originaria,

“la cual consiste en que a la presentación psíquica de la pulsión se le ha impedido llegar a lo consciente”.

Represión primaria significa que estamos siempre en lo mediato, en lo ya-expresado, en lo ya-dicho. Lo económico y lo hermenéutico vienen a coincidir en esta idea de expresión psíquica, de presentación psíquica.

“una pulsión no puede ser objeto del consciente, pero sí la representación que la presenta; y únicamente puede representarse en el inconsciente mediante su representación”.

Dos conclusiones de este apartado: a) desde el punto de vista económico, el lenguaje de la fuerza jamás podrá reducirse al lenguaje del sentido. El deseo es siempre algo previo al lenguaje y a la cultura; b) imposible realizar esta económica pura al margen de lo representable y lo decible. La relación entre los sistemas sólo puede descifrarse en la arquitectura significante de los derivados. El inconsciente debe ser descifrado, diagnosticado en lo que llamamos síntoma conciencial. Más aún, son los derivados del inconsciente los que permiten no sólo llegar al inconsciente sino también influir sobre él, y esto es lo propio de la cura psicoanalítica.

Textos:

"En este Proyecto hemos intentado encajar la psicología en el cuadro de las ciencias naturales; es decir, representar los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales especificables, y esto a fin de hacerlos evidentes e incuestionables. Este proyecto entraña dos ideas cardinales: 1° lo que distingue la actividad del reposo es de orden cuantitativo. La cantidad (Q) se baila sometida a las leyes generales del movimiento. 2 Las partículas materiales de que se trata son las neuronas"

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"En consecuencia, el sistema neuronal se ve obligado a renunciar a su tendencia primitiva hacia la inercia (es decir, a un descenso de nivel hasta cero). Debe aprender a tolerar cierta cantidad acumulada (Qn), suficiente para satisfacer las exigencias de una acción específica. En la forma de hacerlo se traduce, sin embargo, la persistencia de la misma tendencia, modificada en el sentido de mantener, por lo menos, la cantidad (Qn) en el menor nivel posible y de defenderse contra todo aumento de la misma, esto es, de mantener constante ese nivel. Todas las funciones del sistema neuronal deben someterse al concepto de la función primaria o al de la función secundaria, impuesta por las exigencias de la vida”

"Sabemos que existe en el psiquismo cierta tendencia a evitar el displacer, y nos vemos tentados a confundirla con la tendencia primaria a la inercia. En tal caso el displacer coincidiría con un ascenso de nivel cuantitativo (Qn) o con un aumento de tensión; percibiríamos una sensación cuando la cantidad (Qn) aumentara en Y. El placer nacería de una sensación de descarga"

"Nada termina, nada pasa, nada se olvida en el inconsciente. Se piensa ya en las fórmulas de la Metapsicología: el inconsciente está fuera del tiempo. La tópica es el lugar que representa ese "fuera del tiempo".