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LIDAR Y TOPONIMIA: DOS MÉTODOS COMPLEMENTARIOS PARA LA INTERPRETACIÓN DEL MEDIO URBANO EN TRAMAS MEDIEVALES J.C. Membrado-Tena 1 y J. Tort-Donada 2 RESUMEN En esta comunicación se detectan y analizan los desniveles topográficos de los cascos intramuros tardomedievales de València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza a través de los datos que proporciona la aplicación Lidar. Además, se lleva a cabo un análisis interpretativo de la toponimia actual e histórica de dichas ciudades de origen romano y desarrollo medieval, y fundadas sobre una pequeña prominencia en una zona llana. Los cascos antiguos aquí estudiados, aun siendo muy diferentes en configuración, se caracterizan por el escaso desnivel topográfico de su terreno; no obstante, algunos de sus topónimos urbanos (de origen, generalmente, tardomedieval) denotan un relieve accidentado que parece desmentir dicha impresión de planitud. Gracias a la tecnología Lidar podemos comprobar si tales topónimos se corresponden con superficies originariamente irregulares. Las diferencias de relieve, aunque escasas, propiciaron una ocupación ‘selectiva’ del suelo que acabó induciendo procesos de segregación urbana. Palabras clave: València; Barcelona; Sevilla; Zaragoza; Lidar; toponimia ABSTRACT In this paper, topographic differences of the late medieval cities of València, Barcelona, Sevilla and Zaragoza are detected and analyzed through the data provided by the Lidar application. In addition, an interpretative analysis of the current and historical toponymy of these cities is carried out; all four cities are of Roman origin and had a relevant medieval development; besides, all four cities were founded on a small prominence in a flat area. The four old cities studied here, although very different in configuration, are characterized by the scarce topographical unevenness of their land; nevertheless, some of its urban place-names (of origin, generally, late medieval) denote a rugged relief that seems to deny this impression of flatness. Thanks to the Lidar technology we can verify if such place names correspond to original irregular surfaces. The differences of relief, although scarce, led to a 'selective' 1 Departament de Geografia, Universitat de València. [email protected] 2 Departament de Geografia, Universitat de Barcelona. [email protected] 1

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LIDAR Y TOPONIMIA: DOS MÉTODOS COMPLEMENTARIOS PARA LA INTERPRETACIÓN DEL MEDIO URBANO EN TRAMAS MEDIEVALES

J.C. Membrado-Tena1 y J. Tort-Donada2

RESUMEN

En esta comunicación se detectan y analizan los desniveles topográficos de los cascos intramuros tardomedievales de València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza a través de los datos que proporciona la aplicación Lidar. Además, se lleva a cabo un análisis interpretativo de la toponimia actual e histórica de dichas ciudades de origen romano y desarrollo medieval, y fundadas sobre una pequeña prominencia en una zona llana. Los cascos antiguos aquí estudiados, aun siendo muy diferentes en configuración, se caracterizan por el escaso desnivel topográfico de su terreno; no obstante, algunos de sus topónimos urbanos (de origen, generalmente, tardomedieval) denotan un relieve accidentado que parece desmentir dicha impresión de planitud. Gracias a la tecnología Lidar podemos comprobar si tales topónimos se corresponden con superficies originariamente irregulares. Las diferencias de relieve, aunque escasas, propiciaron una ocupación ‘selectiva’ del suelo que acabó induciendo procesos de segregación urbana.

Palabras clave: València; Barcelona; Sevilla; Zaragoza; Lidar; toponimia

ABSTRACT

In this paper, topographic differences of the late medieval cities of València, Barcelona, Sevilla and Zaragoza are detected and analyzed through the data provided by the Lidar application. In addition, an interpretative analysis of the current and historical toponymy of these cities is carried out; all four cities are of Roman origin and had a relevant medieval development; besides, all four cities were founded on a small prominence in a flat area. The four old cities studied here, although very different in configuration, are characterized by the scarce topographical unevenness of their land; nevertheless, some of its urban place-names (of origin, generally, late medieval) denote a rugged relief that seems to deny this impression of flatness. Thanks to the Lidar technology we can verify if such place names correspond to original irregular surfaces. The differences of relief, although scarce, led to a 'selective' occupation of the soil that ended up inducing processes of urban segregation.

Keywords: València; Barcelona; Sevilla; Zaragoza; Lidar; toponymy

1. INTRODUCCIÓN

El emplazamiento inicial de un núcleo de población condiciona su posterior configuración urbana. València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza, entre otras ciudades de origen romano y desarrollo medieval, fueron fundadas sobre una pequeña prominencia en una zona llana, y su crecimiento posterior se desarrolló (al menos en parte) sobre las zonas inundables, alrededor del montículo fundacional, que los romanos habían evitado a propósito. Esta ocupación ‘selectiva’ del suelo acabó induciendo procesos de segregación urbana: las zonas más altas –a salvo de las inundaciones– tendieron a ser ocupadas por las clases altas, mientras los sectores circundantes, más bajos, lo fueron en gran medida por población de menor rango social y por diferentes formas de actividad económica, a menudo insalubres.

1 Departament de Geografia, Universitat de València. [email protected] Departament de Geografia, Universitat de Barcelona. [email protected]

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Los cascos antiguos de València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza, aun siendo muy diferentes en configuración, se caracterizan por el escaso desnivel topográfico de su terreno; no obstante, algunos de sus topónimos urbanos (de origen, generalmente, tardomedieval) denotan un relieve accidentado que parece desmentir dicha impresión de planitud. Gracias a la tecnología Lidar podemos comprobar si tales topónimos se corresponden con superficies originariamente irregulares.

En esta comunicación se detectan y analizan los desniveles topográficos de los cascos intramuros tardomedievales de València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza a través de los datos que proporciona la aplicación Lidar. Además, se lleva a cabo un análisis interpretativo de la toponimia actual e histórica de dichas ciudades; concretamente, de los orotopónimos (o nombres aplicados a los accidentes del relieve) de las zonas que se corresponden, en cada caso estudiado, con los cascos urbanos primitivos. En la práctica, para el análisis del desnivel urbano de las ciudades medievales de origen romano aquí estudiadas proponemos un doble método analítico: de tipo cualitativo (centrado en la valoración de los topónimos) y de tipo cuantitativo (fundado en el uso de la aplicación Lidar).

Aunque una visión panorámica de la evolución de la geografía puede llevarnos a pensar que las metodologías cualitativas han sido y continúan siendo, en este campo del conocimiento, hegemónicas, es un hecho incuestionable que en las últimas décadas las técnicas cuantitativas, de diverso orden, han ido ganando un protagonismo creciente (Moreno-Jiménez, 2004 y 2013). Sin embargo, los avances en el progreso tecnológico no suponen renunciar al método inductivo. La naturaleza complementaria de ambos métodos proporciona un conjunto de evidencias más completo que permite una mejor comprensión de cualquier fenómeno (Lieber, 2016). En esta comunicación usamos, por un lado, el enfoque metodológico cualitativo de las ciencias humanas, en especial de la geografía urbana y de la historia, mientras que por otro nos apoyamos en los métodos cuantitativos propios del positivismo geográfico.

A través del método inductivo –pasando de lo particular a lo general– hemos indagado, hallado y analizado los topónimos actuales e históricos relacionados con el relieve urbano de los cascos urbanos medievales de diversas ciudades españolas. A veces este tipo de toponimia no es ni evidente (porque ha desaparecido del callejero oficial actual) ni transparente (porque el topónimo es ininteligible sin ayuda de la lingüística), y se hace necesario recurrir a fuentes bibliográficas antiguas para detectar y desentrañar su significado original (que, en numerosas ocasiones, tiene un contenido predominantemente relacionado con la orografía).

Este doble enfoque metodológico permite considerar con cierto detalle la influencia del relieve –por irrelevante que sea su apariencia– en la configuración del núcleo histórico de dichas ciudades. La mayor o menor altitud se convierte así en una “clave interpretativa” que permite inferir (hasta cierto punto) en qué lugares se va a emplazar la élite dirigente (con su arquitectura simbólica) y en qué otros se van a ubicar las actividades mercantiles y menestrales (y el resto de actividades no elitistas). Los casos aquí analizados y comparados presentan unos patrones de emplazamiento similares y extrapolables a un gran número de ciudades de nuestro continente fundadas sobre un llano aluvial y con unos antecedentes de origen romano.

2. METODOLOGÍA

Por lo que respecta a la información Lidar de las ciudades de València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza, datan de 2009, 2008, 2014 y 2010, respectivamente. Las capas correspondientes al área medieval de estas ciudades han sido descargadas, en formato LAZ (LASzip), desde la página web del CNIG (http://centrodedescargas.cnig.es/CentroDescargas/buscadorCatalogo.do?codFamilia=LIDAR).

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Tras descargar las hojas requeridas en formato LAZ, hay que comenzar a depurar la información.

En primer lugar, se deben convertir los ficheros LAZ al formato LAS (Log ASCII Standard) Una vez descomprimidos los ficheros, los abrimos en el programa ArcGIS, y los convertimos en LAS dataset.

Una vez creados, con el botón derecho sobre dicho archivo seleccionamos propiedades (properties) y se abre un cuadro de diálogo (LAS Dataset Properties). Vamos a la pestaña LAS Files de dicho cuadro de diálogo, y al abrirla, dentro de esta se nos muestra la pestaña Add Files. Añadimos uno a uno todos los ficheros LAS que vamos a trabajar y que previamente hemos descomprimido. A cada archivo le damos las coordenadas correspondientes a través de la pestaña XY Coordinate System de cuadro de diálogo LAS Dataset Properties.

Luego abrimos la aplicación ArcMap y desde ArcCatalog transferimos a la tabla de contenido (Table of Contents) los ficheros LAS que vamos a tratar. Una vez en la Table of Contents le damos con el botón derecho al fichero y abrimos sus propiedades (properties). Se nos abre el cuadro de diálogo Layer Properties. En Classification Codes clicamos sobre la clase 2, correspondiente a la altura del suelo (ground). De esta manera obviamos vegetación, edificaciones y cualquier elemento que distorsione la elevación natural del terreno. Este paso es fundamental para obtener un Modelo Digital de Elevaciones (MDE) apropiado y significativo para nuestro objeto de estudio.

El paso siguiente es abrir la herramienta de ArcToolBox LAS Dataset to Raster; en Input LAS dataset introducimos el fichero LAS que queremos convertir a raster, y en Output Raster escribimos el nombre y la ruta donde obtendremos dicho raster. Antes de proceder a esta conversión, con el fin de obtener mejor resolución, en Sample Value, sustituimos el 10 por 1 (para obtener un metro de tamaño de la célula, equivalente a un metro de resolución vertical). Procedemos a la conversión, y en la pantalla Data View de ArcMap se nos muestra el MDE resultante representado en escala de grises.

Pasamos, por último, a otorgar una simbología específica a este MDE. Para ello seleccionamos el modo Classified, en lugar de Stretched (que aparece por defecto). En la rampa de colores le damos una gama adecuada, con tonos verdes en las zonas bajas y rojizos o marrones en las zonas altas. Luego procedemos a la clasificación manual de dos metros en dos metros, e incluso, si resulta significativo dada la planitud del terreno, de metro en metro. De esta manera obtenemos un MDE de la ciudad que nos interesa; un MDE a partir del cual podremos detectar desniveles significativos que, a menudo, se corresponden con orotopónimos explícitos o implícitos.

Para poder trabajar con precisión es necesario que al MDE resultante, con su gama de colores adecuada, le superpongamos el callejero o trama urbana actual, para lo cual previamente habremos descargado otra capa complementaria desde la página web del CNIG: nos referimos al mapa vectorial (MTN25). Este callejero ha sido previamente analizado y se han hallado algunos orotopónimos más o menos explícitos, cuya ubicación será contrastada con el MDE de fondo, para ver si dicha toponimia de relieve se corresponde o no con irregularidades del terreno.

3. RESULTADOS

A continuación, mostramos el relieve de los solares medievales de Zaragoza, Sevilla, Barcelona y València para comprobar si se observan patrones similares entre estas ciudades. De entrada, podemos afirmar que las cuatro ciudades fueron fundadas (o refundadas) por los romanos, para quienes la búsqueda de lugares situados en zonas elevadas, o incluso escarpadas, no era una preocupación primordial −en la medida en que la superioridad militar de Roma ya era en sí misma manifiesta cuando fundaba una ciudad en los territorios que conquistaba (García-

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Delgado, 2000). Los romanos preferían, en definitiva, establecerse en áreas de topografía plana o solo ligeramente ondulada, lo que permitía la urbanización con trazado hipodámico, que habían heredaron de los griegos y que aplicaron en sus colonias hispánicas, como las aquí citadas. Otro patrón común entre las cuatro ciudades es, por consiguiente, que se encuentran sobre un llano. El MDE Lidar y la orotoponimia nos ha permitido detectar que los solares fundacionales de BARCINO, HISPALIS, CAESARAUGUSTA y VALENTIA se asientan en general sobre terrenos ligeramente elevados respecto al propio llano circundante.

Vamos a comprobar a continuación las características de cada emplazamiento, analizadas tanto a partir del método inductivo toponímico, como del deductivo a partir del Modelo Digital de Evelaciones Lidar.

3.1. València

Desde el punto de vista orográfico, la Ciutat Vella (casco antiguo formado por las ciudades romana, islámica y cristiana medieval de València) se caracteriza por su aparente relieve plano, y sin embargo no son pocos los topónimos que directa o indirectamente aluden a depresiones o a elevaciones. Esto es bastante habitual en toponimia y responde al principio de marginalidad según el cual los topónimos tienden a reflejar los rasgos marginales o excepcionales del medio antes que sus rasgos más habituales (Tort, 2003). Hoy en día, cuando gracias a las obras de ingeniería hidráulica la Ciutat Vella de València se halla –en teoría– a salvo de las inundaciones, podría parecer excesivo bautizar con un orotopónimo un pequeño desnivel de su solar. Sin embargo, para los creadores de dichos topónimos, tales designaciones estaban plenamente justificadas: ubicar un edificio sobre una pequeña elevación –aunque solo se alzara 2 o 3 metros respecto a su entorno– podía bastar para que en caso de inundación este no fuera anegado (Membrado, 2012).

La fundación de València –como la mayoría de las fundaciones de época romana– se produjo en un contexto de paz, y por ello la hallamos emplazada en una llanura aluvial. Algunas de las calles de la Ciutat Vella deben su trazado y su topónimo a formas fluviales fosilizadas (Carmona, 2002). VALENTIA se sitúa, en efecto, sobre un espacio llano en una isla fluvial formada por un brazo principal del río Turia, al norte, y por vaguadas y paleocauces secundarios. Los romanos que fundaron dicha ciudad en el siglo II antes de nuestra era no decidieron al azar dicho emplazamiento: escogieron una terraza fluvial más elevada que el terreno circundante, a salvo de las violentas riadas que periódicamente azotaban la llanura aluvial del Turia, y muy cercana a este mismo río, para aprovechar las ventajas de disponer de un puerto fluvial (Carmona, 2002; Membrado, 2017).

Dentro de la Ciutat Vella de València lo primero que llama la atención son las numerosas davallades (‘bajadas’) que desde la ciudad romana e islámica descienden hacia los paleocanales del Turia (fig. 1). Además, existe una pujada o ‘subida’. Un topónimo orográfico explícito es el Tossal (‘el cerro’). A lo largo del eje (calles Cavallers y Quart) que discurre desde el foro romano hasta las Torres de Quart, la plaza del Tossal funcionaba como una especie de dique que interrumpía y separaba la vaguada o talweg de Roteros de la del Mercat. El arrabal de Roteros se vio tradicionalmente perjudicado por el dique del Tossal. Se trata de una zona de relieve deprimido castigada por los desbordamientos del río y poco propicia por lo tanto para el asentamiento humano. En época medieval se encontraba en aquel barrio la Blanqueria (‘curtiduría’), una actividad menestral que generaba olores y residuos. Cerca del arrabal de Roteros, en dirección a la morería medieval, encontramos las calles de Dalt y de Baix; esta última, en correspondencia con la idea que indica su nombre, ha sido tradicionalmente una de las más afectadas por las riadas del Turia.

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Las calles de Dalt y de Baix se encuentran en la plaza de Sant Jaume, y en esta empieza la calle de Cavallers (‘caballeros’). El nombre de esta última esconde un sentido orotoponímico: al ser la calle en cuestión la más alta de su entorno, se mantenía a salvo de las recurrentes inundaciones, por lo que fue el lugar de residencia escogido por los aristócratas cristianos que se instalaron en València a partir del siglo XIII. Por lo que respecta a la vaguada del Mercat, hoy la ocupa la Plaça del Mercat, antiguo Pla (‘llano’) de la Boatella (‘lugar para que paste el ganado’). Esta era una zona susceptible de inundación que se aprovechó en tiempos cristianos medievales y modernos para instalar el mercado principal de la ciudad al aire libre.

Figura 1. Ciutat Vella de València. Fuente: Ribera et al. (2002) y elaboración propia

Por otro lado, no lejos del Mercat se encuentra la Plaça Redona (plaza redonda), planificada y ejecutada durante la primera mitad del s. XIX, pero que históricamente se llamó del Clot (‘del hoyo’), al estar ligeramente más deprimida que su entorno; era uno de los lugares más

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insalubres de la ciudad, pues allí se encontraban la pescadería y el matadero del mercado (Mira, 1992), cuyos operarios aprovechaban su relieve deprimido y cóncavo para acumular en el centro los residuos de sangre y vísceras de los animales sacrificados.

El paleocauce de les Barques, entre los barrios de Sant Francesc y la Xerea, desembocaba en la rambla de Predicadors. El hidrotopónimo rambla, que se conserva en otras ciudades mediterráneas como Barcelona, Alacant y Palma, describe el alto riesgo de inundación al que estaban expuestas las viviendas cercanas a esta área.

3.2. Barcelona

Figura 2. Ciutat Vella de Barcelona. Fuente: Colombo (2009) y elaboración propia

El barrio gótico de Barcelona –la BARCINO romana– se fundó sobre una pequeña elevación (MONS TABER) del llano o Pla de Barcelona (fig. 2). Este llano se halla en el punto estratégico de la costa catalana donde la cordillera litoral se ve interrumpida por dos pasos naturales: el del río Llobregat, al sur, y el del Besós, al norte. El Pla de Barcelona se formó por los sedimentos arrastrados por estos dos ríos y por los de las rieras que bajan desde la Serra de Collserola, que lo flanquea al noroeste. Es muy favorable para el asentamiento humano: posee el agua de ambos ríos, terrenos llanos y aptos para la agricultura, y bosque en las laderas montañosas; su defensa es relativamente fácil, puesto que solo hay que proteger los dos pasos mencionados, que a la vez son los que sirven de vía de comunicación natural con el interior. Cuenta además con una pequeña elevación que domina todo el llano (MONS TABER), a salvo de las riadas y junto al mar, lo que facilita la existencia de un puerto y, consecuentemente, de intercambios comerciales entre los pueblos de ultramar y el traspaís barcelonés. Conviene subrayar, en este punto, que el MONS TABER −y, por tanto, la BARCINO romana− se hallaba originariamente adyacente al mar; pero a causa del proceso progresivo de sedimentación experimentado en el

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litoral barcelonés en los siglos posteriores a la fundación de la ciudad la línea de costa fue alejándose progresivamente del asentamiento urbano (Riba y Colombo, 2009).

La muralla romana augustal de BARCINO (s. I aC), reforzada durante los siglos III y IV, fue construida en las suaves vertientes del TABER, que se extendían hasta la vaguada de la riera del Pi y calle d’en Rauric, por el suroeste, y hasta la de riera de Sant Joan (actual Via Laietana), por el noreste (Colombo, 2009). El MONS TABER –cuyo centro es la actual plaça de Sant Jaume– se emplaza a una altitud de 13-15 metros, frente a los 8-9 metros de la Rambla, al suroeste, y de la Via Laietana, al noreste. Esta ligera elevación respecto a su entorno, que la protegía de las inundaciones y permitía controlar mejor el territorio del llano barcelonés, fue considerada por los romanos el lugar idóneo para la fundación de BARCINO. En época medieval continuó siendo el centro político y religioso de la ciudad y del país, ya que allí se instalaron las principales sedes del poder tanto secular como eclesiástico –además del Palau Comtal, más tarde Palau Reial, lo hicieron el Palau de la Generalitat, la Casa de la Ciutat (ayuntamiento) y la Seu (catedral); los tres últimos siguen cumpliendo aún hoy la función que les dio nombre (fig. 2).

La configuración urbana de Barcelona estuvo determinada durante siglos por las irregularidades topográficas: la zona convexa de la Ciutat Vella (MONS TABER) fue ocupada por los edificios vinculados a la nobleza y el alto clero y la zona cóncava por casas y talleres de comerciantes y artesanos. Por el contrario, el mercado principal se encontraba en una zona deprimida, en las proximidades de la Rambla (Pla de la Boqueria), junto al cauce de la Rambla, que también es el límite de la muralla del siglo XIII. Asimismo, las fiestas, torneos y otros espectáculos lúdicos se celebraban también en lugares deprimidos como el Born. Las áreas donde primaban las actividades comerciales y menestrales –muchas de ellas poco salubres– se encontraban principalmente en zonas bajas o en ligera pendiente: los barrios de la Ribera y Santa Caterina.

3.3. Sevilla

La ciudad de Sevilla se fundó en un área pantanosa sobre un pequeño altozano creado por un depósito aluvial entre un brazo secundario del Guadalquivir (hoy desaparecido), al oeste, y el arroyo Tagarete (también desaparecido), al este (fig. 3). No era posible asentarse en aquel momento histórico (s. XI-VII a.C.) en las zonas bajas palustres a causa de su insalubridad y peligro continuo de inundación por crecidas del Guadalquivir (Campos, 1993: 246). No obstante, la proximidad a este río influyó en la localización de Ispal (la futura HISPALIS romana), ya que a través de esta vía fluvial los pueblos tartesios podían desarrollar un comercio activo con navegantes que remontaban el río desde el Oceano Atlántico en busca de las riquezas mineras de la región.

La ciudad de Sevilla entró dentro de la órbita romana hacia el 206 a. C., momento en el que los romanos expulsaron a los cartagineses, en el contexto de la Segunda Guerra Púnica. El recinto romano republicano de HISPALIS aprovecha el pequeño cerro donde ya se habían asentado previamente Ispal, que presenta una altura entre 8 y 9 metros mayor respecto a la de su entorno (Borja y Barral, 2003) (fig. 3). Este altozano, que protegía HISPALIS de las crecidas del río BETIS (actual Guadalquivir), se alzaba entre las cotas 14 y 17, y su punto más alto era el entorno de la calle del Aire. Esta calle, que podemos considerar como un orotopónimo implícito, se encuentra a una altitud de 17 metros, y a su notable estrechez y sombra se une el hecho de ser la “cima” de Sevilla, por donde puede circular el aire, y refrescar a las personas caminantes.

El recinto republicano sobre el cerro de HISPALIS ocupaba unas 9 Ha, y se encontraba rodeado al este y al sur por el arroyo Tagarete. Dicho arroyo todavía en parte se corresponde con la actual calle del Arroyo y termina en el llamado Prado de San Sebastián. Tanto arroyo como prado sugieren, un relieve deprimido −aunque sea de un modo indirecto: es decir, señalando unos

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lugares que, por su menor altitud respecto a su inmediato entorno, favorecían la circulación o la eventual acumulación de agua. Al oeste del cerro hispalense discurría un brazo secundario del Guadalquivir (al este del brazo principal actual), coincidente aproximadamente con la actual Alameda de Hércules (al oeste del barrio y calle de la Feria); este brazo pasaba por la Puerta del Arenal y se unía al río a través de la antigua zona portuaria del Arenal. El topónimo arenal también indica una depresión del terreno, mientras que feria denota implícitamente también otro orotopónimo cóncavo y, por tanto, susceptible de inundación, ya que los mercados eran considerados como lugares populares e insalubres y se aprovechaban las zonas deprimidas y malsanas para su instalación al aire libre.

En el espacio fundacional elevado encontramos hoy dos orotopónimos llamativos: las cuestas del Rosario y la del Bacalao (esta última oficialmente Calle de Argote de Molina). Estas dos cuestas descienden desde el recinto republicano hispalense hasta el ayuntamiento y la catedral, respectivamente (fig. 3).

Figura 3. Recinto romano republicano de Sevilla. Fuente: Campos (1993) y elaboración

propia

Cabe remarcar que los espacios más altos de Sevilla estuvieron ocupados en época medieval por edificios insignes: la Giralda se encuentra en la zona más alta del complejo catedralicio hispalense; el actual ayuntamiento se halla en una zona deprimida, pero el medieval se encontraba en la plaza de la Virgen de los Reyes, en una zona elevada dentro del recinto tardomedieval. También en zona alta se encuentran notables iglesias y palacios del clero y de la nobleza. Asimismo, en la calle Mármoles, en la zona más alta de la ciudad, este topónimo responde al hallazgo de unas columnas, que aún hoy se conservan, de lo que fue un antiguo

templo romano. Además, la calle de los Abades (recinto republicano) se llama sí porque en ella y otras cercanas tuvieron sus viviendas en el pasado gran parte de los canónigos y clérigos de la cercana catedral hispalense; en esta calle se hallan también varios palacios notables. Esta característica de ubicar los edificios más insignes en las zonas altas, a salvo de las inundaciones, se repite en otras ciudades medievales.

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3.4. Zaragoza

CAESARAUGUSTA, la Zaragoza romana, fue fundada sobre una terraza fluvial en la margen derecha del Ebro. Al oeste del recinto romano hay un pronunciado escalón entre la ciudad romana y la actual avenida de César Augusto (murallas romanas). Al este hay una pendiente notable hasta alcanzar el río Huerva (fig. 4). Según Peña y Longares (2013), el relieve sobre el que se asentó CAESARAUGUSTA es de difícil reconstrucción actualmente debido a los cambios que se han producido secularmente sobre sus irregularidades topográficas originales. Debió haber ya en época romana elevaciones del terreno mediante muros y rellenos para la creación de espacios llanos más extensos, como en el sector del foro romano (actual plaza de la Seo), o para el saneamiento de espacios excesivamente bajos, evitando la humedad o inundación. A los cambios artificiales (nivelaciones del terreno, superposición de edificios), cabe añadir los cambios naturales (inundaciones y aluviones) que se han producido aquí a lo largo de dos milenios. Aun así, todavía hoy la tecnología Lidar nos permite detectar, a partir de las imágenes, el pequeño altozano sobre el que se fundó CAESARAUGUSTA; un asentamiento localizado junto al Ebro pero provisto de cierta protección (por el aprovechamiento a su favor del pequeño desnivel) frente a sus recurrentes avenidas.

La orotoponimia actual del callejero dentro del recinto romano zaragozano no revela explícitamente ninguna topografía en pendiente. Sin embargo, a partir de diversos estudios sobre el callejero de dicho recinto (Giménez, 1984), se observa como secularmente existió en este un buen número de bajadas y subidas (llamadas estas últimas puyadas, en aragonés), especialmente entre el surco de la actual avenida de César Augusto y sus calles adyacentes al casco histórico (fig. 4).

Figura 4. Recinto romano de Zaragoza. Fuente: Yeste (1993), Mostalac y Biel (2008) y elaboración propia

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Como en el caso de Barcelona, València y Sevilla, el mercado histórico (hoy mercado central) de Zaragoza, se halla en una zona deprimida: en el surco de César Augusto. El mercado se asocia históricamente a actividades poco salubres y se buscan sitios cóncavos (susceptibles de inundación) para su instalación al aire libre, en zonas poco aptas, por tanto, para la edificación. A diferencia de otras ciudades, en Zaragoza no se buscan las zonas más altas para instalar los edificios más insignes. Es cierto que el teatro romano y las termas públicas de CAESARAUGUSTA sí que se emplazan en una zona más altas, pero el foro romano se halla bajando hacia el Ebro (actual plaza de la Seo), no lejos del puerto fluvial. Ello se debía a que, durante la época romana, el comercio en la ciudad vivía un momento de gran esplendor gracias a su ubicación a la orilla del río Ebro. En época medieval y moderna es en esta zona baja junto al río donde se siguen construyendo los edificios más insignes: la mezquita mayor, la catedral, el ayuntamiento medieval, la Lonja (s.XVI) y la basílica del Pilar.

4. DISCUSIÓN Y CONSIDERACIONES FINALES

En este artículo usamos dos métodos de investigación distintos y complementarios entre sí que permiten un análisis más profundo de la topografía urbana de una ciudad. Un primer método, de carácter cualitativo, consiste en el análisis orotoponímico del callejero, que estimula nuestra curiosidad y nos lleva a plantearnos una serie de interrogantes para ampliar nuestra investigación. Un segundo método, de carácter cuantitativo, consiste en obtener un conjunto de evidencias numéricas que ratifiquen la semántica orotoponímica que, en un primer momento, despertó nuestro interés investigador. Dicho conjunto de evidencias numéricas se obtiene a través de un Modelo Digital de Elevaciones calculado mediante tecnología Lidar, de alta resolución. Por lo tanto, el uso simultáneo de dos métodos de investigación aparentemente antagónicos –que se enmarcan dentro de dos tradiciones de la geografía a priori contrapuestas, como son el historicismo y el positivismo– nos ha servido para acercarnos a una comprensión más profunda de los fenómenos estudiados y, en última instancia, para infundir más confianza en la creación de conocimiento.

En este artículo examinamos, mediante la innovadora aproximación multimétodo que acabamos de describir, la irregular topografía urbana de València, Barcelona, Sevilla y Zaragoza. Los resultados obtenidos han sido muy significativos: por un lado, el emplazamiento original sobre un llano caracteriza los cuatro casos de asentamiento urbano estudiados. Por otro, hay que decir que en ninguno de los cuatro casos se ocupó este llano de un modo indiscriminado o aleatorio, sino buscando sus sectores más elevados respecto al entorno inmediato; y con una finalidad no tanto defensiva (porque no hablamos, de hecho, de un sustrato montañoso o escarpado) sino relacionada con la protección frente a inundaciones. Asimismo, en todos los casos existe o existía una cierta riqueza toponímica que subraya (aunque sea de un modo indirecto o meramente indiciario) la existencia del mencionado desnivel topográfico.

Para la mayoría de residentes y visitantes actuales dicho desnivel del terreno pasa casi inadvertido a causa de la relevancia, la compactación o la homogeneidad de lo que podríamos llamar la “ciudad construida”; pero, sobre la base del análisis llevado a cabo, llegamos a la conclusión que esta mínima diferencia de nivel resultó determinante a efectos de la configuración urbana y segregación social de cada una de estas ciudades. En época medieval los estamentos poderosos de la nobleza y el clero se reservaron para sí, para construir sus casonas y palacios, las zonas a salvo de las inundaciones, mientras que las zonas bajas –inundables e insalubres– fueron ocupadas por las clases populares (comerciantes, artesanos, operarios). Este paradigma de separación urbana en función del desnivel del relieve es un hecho que se repite en otros cascos antiguos de grandes ciudades españolas y europeas de topografía llana.

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Nuevas investigaciones de tipo multidisciplinar sobre el desnivel del terreno en otras ciudades aparentemente llanas podrían arrojar más luz sobre la segregación social y espacial de las mismas. Por el momento creemos poder afirmar, a partir de los resultados de nuestra investigación, que tanto el estudio de la orotoponimia urbana como el uso de las avanzadas técnicas de teledetección (Lidar), entendidas como dos perspectivas de análisis diferentes pero complementarias, facilitan la obtención de unos resultados que no dudamos en calificar de significativos.

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