PENSAMIENTOS… 30LA BIBLIA, LIBRO DE ORO

INTRODUCCIÓNSi valoramos un libro por sus efectos benéficos, no hay otro como la Biblia, pues es portador de un mensaje y unas promesas divinas que pueden hacer la felicidad verdadera de todos los hombres. También desde el punto de vista cultural y literario, y por su influencia social, moral y espiritual, podemos considerarlo como una obra única en el mundo. Con razón podemos decir que es un “libro de oro”. Me animo a escribir estas páginas sobre la Biblia sin ninguna presunción, porque no soy un especialista en materia; no pretendo dar una lección magistral, ni aportar algo nuevo sobre la Biblia, porque hay una producción y especializada sobre el tema, para aquellos que quieren profundizar y saber más de la Biblia. Simplemente quiero reflexionar sobre la Palabra de Dios para mostrar su importancia y su riqueza doctrinal y espiritual para nuestra vida. Todos podemos y debemos leer la Sagrada Escritura, estudiarla y meditarla asiduamente, porque ahí están los cimientos de nuestra vida cristiana. Debemos leerla junto con la Iglesia y los teólogos, e invocar al Espíritu Santo, para una interpretación y un conocimiento verídico y provechoso. Ya sea los sacerdotes como los fieles, debemos tener siempre a mano las Sagradas Escrituras, para alimentar nuestra oración y nuestra fe y “dar razón de nuestra esperanza” (1Pe 3, 15). “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo” dijo San Jerónimo. La Biblia nos da a conocer a Dios y a su Hijo, y nos señala el camino de la perfección y la salvación: “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Tú enviaste” (Jn 17,3). En las páginas de este librito afrontaremos sólo algunos temas bíblicos y en clave existencial, es decir tratando de comprender el significado y el valor de la Palabra de Dios a partir de las necesidades de nuestra interioridad. La Biblia ha sido escrita, inspirada por Dios como autor principal, para nuestra salvación, para conducirnos por los caminos del bien y la verdad y alcanzar la vida eterna. Eso es lo que buscaremos principalmente, tratando de abrir la mente, el oído y el corazón al Dios de la verdad y del amor, que “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4). Mons. Roberto Bordi ofm

INDICE Números Introducción………………………………………………………….. -Notas preliminares…………………………………………………… 1-14La Biblia, revelación de Dios………………………………………. 15-23La Biblia, una gran Historia de amor……………………………… 24-32La Biblia, fuente de espiritualidad………………………………… 33-47La Biblia, código moral……………………………………………… 48-61

La Biblia, tesoro de sabiduría……………………………………… 62-73La Biblia, mina de oro de la teología……………………………… 74-82La Biblia, el Libro de las promesas……………………………….. 83-95La Biblia, manual de oración………………………………………. 96-107La Biblia, historia de salvación……………………………………. 108-119Conclusión……………………………………………………………. -

NOCIONES PRELIMINARES

1. La Biblia es la Palabra de Dios, Revelación de Dios, Sagrada Escritura, Historia de la Salvación, Libro de la Alianza, la Carta de Dios a los hombres, fundamento de la fe y la doctrina cristiana.

2. El objeto formal de la Biblia, o sea el propósito de Dios al inspirar la Biblia, es la verdad religiosa, el mensaje de salvación, porque “Dios quiere que todos los hombres se salven” (1Tim 2,4). Entonces no corresponde a los escritores sagrados, ni pretenden asegurarnos otros tipos de verdades y enseñanzas.

3. La Biblia fue escrita por muchos autores, algunos conocidos, otros desconocidos, a lo largo de catorce siglos (desde 1300 a.C. al 100 d.C.) en tres idiomas (hebreo, arameo, griego) con muchos estilos o géneros literarios (histórico, didáctico, profético, poético, midráshico, épico, apocalíptico…) según la cultura de los autores y la capacidad de comprensión del pueblo.

4. Hay algunos críticos que afirman que la Biblia es un plagio de otros libros sagrados, por lo tanto no es original ni confiable. Es posible que en la Sagrada Escritura haya conceptos, relatos y acontecimientos que los autores bíblicos extrajeron de la literatura de los países del oriente. No olvidemos que los hebreos tuvieron origen en Harán, estuvieron a contacto con los pueblos de Palestina, pararon durante cuatrocientos años en Egipto, fueron desterrados a Babilonia, fueron dominados por el imperio asirio, griego y romano… Es normal entonces que los escritores sagrados tuvieran conocimiento de la cultura y las religiones de esos pueblos, y que fueran influenciados por ellos. Es sabido que los relatos de la creación del mundo, de la creación del hombre, los sucesos del diluvio y el arca de Noé, la idea del paraíso y el infierno, la existencia de ángeles y demonios, ciertos preceptos divino, las sentencias de los sabios etc. se encuentran en las escrituras zoroatristas, la Epopeya de Gilgamesh, el Libro de los Muertos egipcio, la instrucción de Amenemope egipcia, los textos del Mitraísmo, los cultos mistéricos etc…. La diferencia entre la Biblia y todas esas fuentes, está en la teología, en la doctrina, que es propia y original. Los escritores sagrados, se sirvieron de ese material literario, para comunicar el mensaje y la doctrina inspirados por Dios.

5. El autor principal de la Biblia es Dios, que inspiró a los autores humanos (2Tim 3,16; 2Pd 1,21). Los profetas afirman haber sido movidos por el Espíritu de Dios (Ez. 11,5; Miq. 3,8). Jesús considera como Palabra de Dios los libros del A.T. citándolos varias veces y rezando con los salmos. Los Apóstoles registran la doctrina de Jesús en el N.T. como enseñanza divina, pues Jesús es el Hijo de Dios (Jn 6,68; Jn 1,1-9; Mt 7,29). Por lo tanto toda la Biblia, A.T. y N.T. es Palabra de Dios.

6. Consecuencia de la inspiración divina es la veracidad o inerrancia de la Biblia. La inerrancia atañe al mensaje doctrinal, no a los demás temas o ciencias, porque el objeto propio de la Biblia es la verdad religiosa, moral y espiritual, y no la verdad científica, filosófica, geográfica etc. Eso no excluye que en la Biblia haya verdaderas auténticas referentes a las ciencias humanas y a las noticias históricas y geográficas.

7. Para garantizar la interpretación auténtica de la Palabra de Dios – hermenéutica – Jesús encomendó a su Iglesia (Pedro y los Apóstoles y sus legítimos sucesores el papa y los obispos) la misión de enseñar (Mt 28,20) con su autoridad (Lc 10,16) y con la asistencia del Espíritu Santo que los guiará hacia la verdad plena (Jn 16,13). Apartarse de la Iglesia es quedarse en la incertidumbre con respecto a la auténtica interpretación de la Palabra de Dios.

8. Para la interpretación verídica de los textos bíblicos – exégesis – la Iglesia se sirve de las ciencias auxiliares (historia, geografía, idiomas y culturas orientales, etiología, lingüística, géneros literarios…), También tiene en cuenta la analogía de la fe y el sentir de toda la Iglesia. Trata de determinar el sentido literal, el sentido espiritual, la intención del autor sagrado (lo que quiso decir), los textos paralelos, el sentido provisorio y pedagógico del A.T., la función preparatoria del A.T. con respecto al N.T.

9. Corresponde también a la Iglesia de Cristo discernir cual es la Palabra de Dios y fijar el canon, es decir la lista de los libros inspirados. La Iglesia reconoció como inspirados 73 libros: 46 del A.T. y 27 del N.T., en base al canon alejandrino (para el A.T.) utilizado por Jesús y los Apóstoles, y en base al contenido doctrinal e histórico, coherente con los hechos y la predicación del Señor (N.T).

10.La Iglesia se pregunta también por la autenticidad del texto bíblico, es decir si lo que nosotros hoy leemos en la Biblia, es lo mismo que escribieron los autores sagrados en los textos originales. Aunque estos últimos desaparecieron, tenemos un gran número de copias y documentos muy cercanos, y algunos contemporáneos a los textos originales: papiros, pergaminos, citas bíblicas de otros autores, manuscritos, centenares de códigos, traducciones, leccionarios… A pesar de las variantes literarias, los contenidos nos han llegado sustancialmente idénticos. Y con respecto al A.T. tenemos los descubrimientos de Qumram que nos ofrecen los textos de casi toda la Biblia desde el siglo III a.C. que nos confirman la identidad del texto original con los textos posteriores. Ningún libro de la antigüedad tiene tanta documentación y tan cercana a los textos originales como la Biblia.

11.En la Biblia se relata la Historia de la Salvación, que abarca todos los tiempos, desde los orígenes hasta Cristo (Antiguo Testamento), y desde Cristo hasta el fin de los tiempos (Nuevo Testtamento).

12.El ANTIGUO TESTAMENTO nos relata la creación del mundo y del hombre – el pecado y la promesa de salvación – la lucha fratricida de Caín y Abel – Noé, el diluvio y la primera alianza – la torre de Babel y la dispersión de los pueblos – Abrahán, Isaac, Jacob y los patriarcas del pueblo elegido – la historia de José y la esclavitud en Egipto – Moisés, la liberación y la alianza en el Sinaí – la conquista de la tierra prometida - . Dios eligió a grandes caudillos como los jueces (Josué, Gedeón, Sansón, Samuel…) y los reyes Saúl, David, Salomón…) para cuidar y

defender al pueblo de Israel. – Envió a los profetas para profundizar el conocimiento de Dios y su plan de salvación, elevar el nivel moral y espiritual del pueblo, alejarlo de las idolatrías y afianzarlo en la Alianza. Escogió a la tribu de Leví y a los sacerdotes para animar el culto y la oración a Dios, con salmos, ritos y fiestas. En A.T. se hace resaltar como la fidelidad o infidelidad a la Alianza marcaron toda la historia del pueblo de Israel, causando períodos de gloria y bienestar, o de aflicción y derrotas. – La espera del Mesías (Gn 3,15; Is 9,1-6) Rey (Sal 89,30-38), Profeta, Hijo del Hombre (Dan 7,13-14) Siervo de Yahveh (Is 52,13 y sgs.) sostiene la esperanza del pueblo durante los siglos del cautiverio bajo los egipcios, asirios, griegos y romanos, y los prepara a acoger el Salvador.

13.El NUEVO TESTAMENTO continúa la Historia de la Salvación. – Señala la “plenitud de los tiempos” (Gal 4,4) en que llega el Mesías. – Relata los acontecimientos de la infancia del Redentor; su vida oculta en Nazaret – su presentación pública en el Jordán como enviado de Dios – su retiro en el desierto – su predicación del Reino de Dios – la elección de los discípulos y apóstoles – la elección de Pedro como piedra fundamental de su Iglesia – los discursos, parábolas y milagros del Señor – su paulatina manifestación como Mesías, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, Siervo de Yahveh, Señor y Salvador – el éxito y la aceptación popular – el conflicto con las autoridades y grupos políticos y religiosos – su ingreso triunfal en Jerusalén – la Cena Pascual y la institución de la Eucaristía y de la Nueva Alianza con su sangre – su pasión, muerte y resurrección – las apariciones a los discípulos, el mandato universal de predicar el Evangelio y bautizar a todos los pueblos – la promesa y envío del Espíritu Santo. Los Hechos de los Apóstoles y los demás libros cuentan los progresos de la primitiva Iglesia entre los judíos y los paganos – los primeros mártires – la extraordinaria elección y actuación de San Pablo – la fundación y vida de las primeras comunidades cristianas – el acompañamiento del Señor y la eficacia animadora del Espíritu Santo.

14.Debemos leer la Biblia para conocer la Historia de la Salvación y el amor de Dios (Hch 7; 1Jn 4,9-19) – para fundamentar nuestra fe (2Tim 3,15-17) – para conocer y escuchar a Dios que nos habla y nos llama a compartir la vida divina y a la santidad – para hallar las verdades eternas y absolutas en donde fundar nuestra vida “sobre roca” (Mt 7,24) – para encontrar paz y consuelo en nuestras aflicciones – para buscar fortaleza y paz en nuestras luchas – para orar y encontrar el camino del Cielo (Jn 14,6).

LA BIBLIA, REVELACIÓN DE DIOS

15.Muchos se preguntan por qué Dios no se hace visible, no habla, no contesta… Y llegan a pensar que no existe, o que no se interesa por nuestra vida y nuestros problemas. La Biblia nos hace entender que Dios, si bien no utiliza nuestro lenguaje, porque es Espíritu, sin embargo se comunica y nos hace conocer su presencia, su voluntad, su amor y su respuesta. Nosotros también muchas veces nos comunicamos si articular palabra: con la simple mirada, con nuestro semblante triste o alegre, con actitudes y acciones, con nuestra presencia y también con nuestra ausencia. Dios se nos manifiesta de muchas maneras: a través de la mente, la conciencia, la naturaleza, y en modo especial en la Sagrada Escritura, en la Historia Sagrada; incluso hizo resonar su voz como la nuestra por medio de los profetas y luego por medio de su propio Hijo

Jesucristo. Es cuestión de saber escuchar o percibir los mensajes que continuamente nos vienen de Dios.

16.La Biblia nos dice que Dios no solo habla, sino que escucha, nos mira, sabe todo de nuestra vida, nos sigue paso a paso e interviene para guiarnos, iluminarnos, corregirnos. En el Salmo 94,9-10 leemos : “Dios que ha creado el oído, ¿acaso no va a escuchar? El que formó al ojo ¿acaso no va a ver?” El que educa a los pueblos ¿no va a corregir? El que enseña al hombre ¿no va a saber?”. El Salmo 138,1-3 dice: “Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso ...” Por eso Jesús animaba a sus discípulos a confiar en Dios y en su persona: “No tengan miedo; confíen en Dios y confíen también en mi” (Jn 14,1). Eso vale también para nosotros. Dios es eterno y su conducta no varía: siempre está presente ante nosotros con su amor vigilante y su voluntad de bien para con todos, porque es Padre, es Amor, es Perfecto.

17.Dios no está ausente y lejano; no es mudo ni sordo. Se interesa vivamente de su familia humana. La Historia Sagrada está llena de intervenciones de Dios en bien de su pueblo, para animarlo, protegerlo, llamarlo a la conversión y a la santidad. Habla con Adán y Eva, les reprocha su pecado, les promete un Salvador. Habla con Noé para salvarlo a él y su familia del diluvio. Llama a Abrahán para hacerlo padre del pueblo elegido. Se manifiesta a Jacob y le muestra las puertas del cielo. Conduce a José por caminos de gloria y de misterio. Se aparece a Moisés en la zarza ardiendo y le confía la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto; luego le entrega las tablas de la Alianza en la montaña del Sinaí. Guía a todo el pueblo de Israel con una columna de nube y de fuego, hasta la tierra prometida. A los jueces y reyes les otorga su poder para que puedan cuidar a su pueblo. Mediante los profetas, está siempre dialogando, reclamando, exhortando, corrigiendo al pueblo para mejorar su nivel moral y doctrinal y mantenerlo fiel a la Alianza.

18.Según nos enseña la Biblia, Dios se involucra totalmente en la vida y la historia del pueblo de Israel: habita en medio de ellos, primero en la Tienda Sagrada luego en el templo de Jerusalén. Sale al frente de las batallas para defenderlos de los enemigos, o maneja las fuerzas de la naturaleza para salvar a su pueblo. Los conduce por el desierto y les provee agua y comida. Les entrega una tierra donde mana “leche y miel”. Los escritores sagrados describen la presencia y la actuación de Dios con tintes humanos de amor, pasión, alegría y cólera, como en una pareja de esposos. Es un Dios celoso que le duele la infidelidad de Israel: le reclama, le castiga y lo recupera a su amor. Las manifestaciones más impactantes de Dios son las teofanías, donde se aparece con poder y gloria, entre fuego y relámpagos, deslumbrando y atemorizando al pueblo, pero al mismo tiempo haciéndole vislumbrar su infinito esplendor y trascendencia.

19. En el N.T. Jesús, esclarece plenamente a los discípulos y a las multitudes que lo seguían, la identidad, el poder, el amor y la grandeza de Dios, porque él es “ la impronta de su Ser” (Hbr 1,3), el Verbo eterno de Dios (Jn 1,1). Las teofanías (manifestaciones divinas) en el Bautismo del Jordán y en el monte Tabor, en la Resurrección y en Pentecostés, revelan el gran misterio de la Trinidad. Las múltiples afirmaciones sobre la actuación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en la economía de la salvación, nos desvela la profundidad de un Dios que es Unión de Amor Infinito y que se desborda en la creación. A los Apóstoles los enviará a bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, ofreciendo a todo el mundo la posibilidad de participar

de la vida divina. ¿Acaso no es eso lo que busca todo hombre desde el fondo de su alma: ser divinizado, gozar del Bien Infinito?

20.Lo que Cristo habla, enseña, anuncia, pide y promete, es Palabra de Dios, porque El es el Verbo = Palabra de Dios (Jn 1,1). San Agustín dice que cuando oramos, nosotros hablamos con Dios; cuando leemos la Palabra de Dios, Él habla con nosotros. Cada vez que leemos el Evangelio, Cristo Jesús nos habla de parte de Dios. Con Cristo, Dios nos ha dicho todo lo que es y lo que quiere de nosotros. Jesús es la revelación total de Dios. Entonces no podemos hablar del “silencio de Dios”. Eso no significa que hayamos comprendido todo el misterio de Dios. Dios se ha manifestado, ha hablado, se ha presentado; y justamente porque se ha revelado como el Infinito, el Eterno, el Absoluto, no podremos nunca abarcar la totalidad de su ser, de su pensar, de su querer. Solo podremos avanzar en el conocimiento de Dios hasta los límites de nuestra capacidad humana, que es de por sí misma limitada. Una cosa es conocer a Dios en su existencia, otra cosa en su esencia. Cristo nos hizo conocer a Dios como Trinidad, como Amor, como Padre; ya en el A.T. Dios se manifiesta como Señor de la creación y de la historia. Según los manuales de teología mística, en la tercera etapa del camino de perfección, en la “via unitiva”, Dios se va comunicando a las almas perfectas con mayor luz y amor, hasta fundirlas con su ser. Es lo que se le llama “visión beatífica”, cumbre de la experiencia religiosa cristiana.

21.Jesús dijo: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar ” (Mt 11,27); “Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6). Se trata de un conocimiento y un amor como experiencia mística, diferente del conocimiento racional y natural. Así como es diferente la percepción del amor de la percepción del intelecto: con el amor se siente, se experimenta, se da cuenta; con la mente se conoce por ideas y razonamientos. Cristo nos introduce en la comunión del Padre por medio de su Espíritu y nos hace experimentar su amor. “Si alguien me ama… el Padre lo amará; y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23). Entonces podemos llegar a sentir a Dios, aunque no lo comprendamos totalmente: es como sumergirse en un océano cuyas aguas nos envuelven y nos rebasan inmensamente. Por eso en los Hechos de los Apóstoles se dice que “en El vivimos, nos movemos y existimos” (17,28). Ahí tenemos la máxima revelación y manifestación de Dios a nuestras almas y nuestros corazones. La meta de la historia de salvación es precisamente la unión gozosa con Dios, a quien “veremos cara a cara”: “ Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día lo veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí” (1Cor 13,12).

22.Filósofos y científicos han querido encontrar a Dios con los instrumentos de la razón y de la ciencia. Otros han pretendido verlo y tocarlo como Tomás. El primer astronauta ruso dijo haber dado vuelta por el cielo, pero no lo vio a Dios. Aunque a Dios no se lo puede ver ni tocar, ni medir, porque es Espíritu (Jn 4,24), ni aprisionar en los límites de una idea humana, porque es Infinito, sin embargo se lo puede descubrir. Einstein dijo que “el hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”. Norman V.Peale afirmó: “Visualiza a Dios, el Creador, volviendo a crear, constantemente, a cada uno de los elementos de tu ser”. La Biblia da por descontada la existencia de Dios; no ve necesario demostrarla, sino que la proclama, y considera necios a los que lo niegan (Sal 53,1). Desde las primeras páginas afirma que la creación es obra de Dios. “Los cielos cuentan la gloria de Dios”, dice el salmo 19.

23.A la Historia Sagrada se le dice justamente “sagrada”, porque desde el principio interviene Dios haciendo “historia” junto con los hombres. Dios creó al hombre, dio origen al pueblo de Israel, hizo alianza con él, prefigurando la “alianza nueva y eterna” que sellará con la sangre de su Hijo Jesucristo con el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. A través del Espíritu de Pentecostés Dios sigue actuando y haciendo historia de salvación, hasta el fin de los tiempos, porque como “Padre nuestro”, “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad ” (1Tim 2,4). Podemos concluir diciendo que no es Dios quien se alejó del hombre perdiéndose en el silencio y la oscuridad; sino los hombres quienes se alejaron de Dios. El está siempre presente; lo podemos percibir con la fe, la razón y el corazón, a través de su Palabra, de sus obras y de nuestra propia interioridad.

LA BIBLIA, UNA GRAN HISTORIA DE AMOR

24.Quizás nos hemos preguntado mil veces: “¿Será que Dios nos ama de verdad?” Podríamos decir con el salmista: “¿Qué es el hombre, Señor, para que te acuerdes de él?” (Sal 8,5). Tal vez no acabamos de convencernos, porque no nos consideramos dignos, pues somos poca cosa, frágiles, pecadores, imperfectos, desconfiados, rebeldes, fríos, indiferentes; y porque no sabemos amar y no comprendemos como Dios puede amarnos… O porque consideramos a Dios como el Ser Supremo, lejano, indiferente y extraño a nuestra vida. No sabemos imaginarnos a un Dios que ama como un padre, como una madre, como un amigo. Pero cuando leemos la Biblia, la Historia Sagrada, nos damos cuenta de que Dios sí nos ama, a pesar de todo. Amar quiere decir hacer el bien, tener cariño, tener compasión, perdonar, alegrarse por la felicidad del otro, y mil detalles más. El P.Donoso Brant afirma: “La Biblia es la historia de las continuadas intervenciones de Dios en la historia del hombre para sacar al hombre de un estado de sufrimiento y de dolor, de persecución y de esclavitud, de enfermedad y de muerte, hacia un estado de bienestar y de alegría, de paz y de libertad, de salud y de vida”

25.Sabemos que la Biblia está inspirada por Dios, por eso es Palabra de Dios. Entonces veamos algunos textos donde podemos ver como Dios declara su amor por el hombre, por el pueblo de Israel. Por boca del profeta Oseas, Dios dice: <<Cuando el pueblo de Israel era niño, yo lo amaba… pero cuanto más lo llamaba, más se apartaba de mí… Con lazos de ternura, con cuerdas de amor los atraje hacia mí; los acerqué a mis mejillas como si fueran niños de pecho; me incliné hacia ellos para darles de comer, pero ellos no quisieron volverse a mí… ¿Cómo podré dejarte Efraím? ¿Cómo podré abandonarte Israel?... mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti>> (Os 11,1-8). El profeta utiliza otra imagen entrañable para expresar el amor de Dios, la imagen del matrimonio: << He Aquí que yo la persuadiré, la llevaré al desierto y hablaré a su corazón… Allí me responderá como en los días de su juventud, y como en el día en que subió de la tierra de Egipto. Sucederá en aquel día, dice Yahvé, que me llamarás: 'Esposo mío'; y nunca más me Llamarás: 'Señor mío.'… Te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y derecho, en lealtad y compasión. Yo te desposaré conmigo en fidelidad >> (Os 2,16-22)

26.El profeta Jeremías nos habla de cómo Jahvé, a pesar de la infidelidad del pueblo, después de castigarlo, vuelve a buscarlo con misericordia, porque no puede dejar de amarlo: “¿Qué busca Israel, mi amada, en mi templo, después de haber hecho tantas cosas malas?” (Jr 11,15). “He

abandonado mi casa, he desamparado mi heredad, he entregado lo que amaba mi alma en manos de los enemigos” (Jr 12,7). “Yo te amo con amor eterno, por eso sigo tratándote con bondad” (Jr 31,3). El profeta Isaías también habla del amor herido de Yahvé, que no puede dejar a su pueblo: “La esposa de la juventud, ¿podrá ser repudiada?, dice tu Dios. Por una hora, por un momento te abandoné, pero en mi gran amor vuelvo a llamarte. Desencadenando mi ira, oculté de ti mi rostro; un momento me alejé de ti; pero en mi eterna misericordia me apiadé de ti, dice Yahvé, tu redentor”… mi alianza de paz será inquebrantable, dice Yahvé, que te ama» (Is 54, 4-10). En el libro del Deuteronomio encontramos una expresión que explica la actitud de Dios: “Jahvé los ama y guarda el juramento que hizo a sus padres…Dios es fiel y guarda el pacto y la misericordia para con los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (cfr Dt 7,7-9).

27.El profeta Malaquías se dirige al pueblo de Israel diciendo: “Yo soy Malaquías. Dios me dio la orden de comunicarles a ustedes este mensaje: Israelitas, Dios los ama” (Mlq 1,1). En el Salmo 136 se invita al pueblo a dar gracias a Dios “porque su amor es eterno”; una expresión que se repite más de veinte veces, intercalando la descripción de las maravillas y los beneficios de Dios a favor de su pueblo. El Salmo 107 comienza diciendo “Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno” (Sal 7,1). Luego de enumerar las obras del Señor para bien de los hombres, termina diciendo: “El que es inteligente, debe tener esto en cuenta y comprender el amor del Señor” (Sal 7,43). En el salmo 36 (35) leemos: “Señor, tu fiel amor llega hasta el cielo, tu fidelidad hasta las nubes… No hay nada más precioso que tu fiel amor. Los seres humanos buscan protección bajo tus alas. Se alegran con todo lo bueno que hay en tu casa…” (Sal 36, 5-8)

28.La Biblia está llena de referencias sobre el amor de Dios para con su pueblo y para cada ser humano. Voy a transcribir una “carta de Dios” - de un autor anónimo - para sus hijos, cuyo texto está armado con frases o referencias bíblicas, que expresan fielmente el amor de Dios para los hombres. <<Amado hijo/a, - Puede ser que tú no me conozcas, pero Yo sé todo acerca de ti (Sal.139:1) - Yo sé cuándo te sientas y cuándo te levantas (Sal 139:2) - Todos tus caminos me son conocidos (Sal 139:3) - Conozco cuántos cabellos hay en tu cabeza (Mat 10:30) - Pues fuiste hecho/a a mi imagen (Gén 1:27) - Te conocí desde antes que fueses concebido/a (Jer 1:4-5) - Te escogí cuando planifiqué la creación (Ef 1:11) - Tú no fuiste un error; todos tus días están escritos en mi Libro (Sal.139:15) - Fuiste hecho/a maravillosamente (Sal 139:1) - Yo te formé en el vientre de tu madre (Sal 139:13) - Te saqué de las entrañas de tu madre el día en que naciste (Sal 71:6) - He sido mal presentado por los que no me conocen (Juan 8:41-44) - Yo no estoy lejos ni enojado; soy la completa expresión del amor, manifestado en mi Hijo, Jesús (1Juan 4:9) - Es mi deseo amarte, simplemente, porque fuiste creado para ser mi hijo/a y Yo ser tu Padre (1Juan 3:1) - Yo te ofrezco más de lo que tus padres te han dado o te darían jamás ( Mt.7:11) - Porque Yo soy el Padre perfecto (Mat 5:48) -Toda buena dádiva que recibes procede de Mí (Sgo. 1:17) -Yo soy tu Proveedor y suplo todas tus necesidades (Mat 6:31-33) - Mi plan para tu futuro está lleno de esperanza (Jer 29:11) - Porque te amo con amor eterno (Jer 31:3) - Mis pensamientos hacia ti son incontables, como la arena del mar (Sal.139:17) - Yo estoy en medio de ti y te salvaré; me gozaré sobre ti con alegría. (Sof.3:17) - Nunca dejaré de hacerte bien (Jer 32:40) - Si oyes mi palabra y la guardas, serás mi especial tesoro (Éx 19:5) - Deseo plantarte con todo mi corazón y con toda mi alma (Jer 32:41) - Deseo mostrarte cosas grandes y maravillosas (Jer 33:3) - Si me buscas con todo el corazón, me encontrarás (Deut 4:29) -

Deléitate en mí y Yo te concederé los deseos de tu corazón (Sal 37:4) - Porque Yo soy el que pongo en ti el querer como el hacer (Filip 2:13) - Soy poderoso para hacer en ti mucho más de lo que tú te imaginas (Ef. 3:20) - Yo soy tu gran Consolador (2Tes 2:16-17) -Soy el Padre que te consuela en todas tus tribulaciones (Salmos 46:1) - Yo estoy cerca de ti cuando tu corazón está quebrantado (Sal 34:18) - Como el pastor carga su oveja, Yo te he llevado cerca de mi corazón (Is.40:11) - Un día quitaré toda lágrima de tus ojos y todo el dolor que has sufrido en la tierra (Apoc. 21:4) - Yo te amo tanto, que envié a mi Hijo, Jesús, para que tengas vida eterna (Jn.3:16) - Porque en Jesús es revelado mi amor por ti ... (Rom 5:8) - Él es la representación exacta de mi ser (Juan 14:7-9) - Él vino a demostrarte que Yo estoy por ti, no contra ti (Rom 8:31) - Y para decirte que no me acordaré más de tus pecados (Hebreos 10:17) - Jesús murió para que tú te reconciliaras conmigo (Rom 5:1) -Su muerte fue la máxima expresión de mi amor por ti (1 Juan 4:10) - Yo lo di todo por ganar tu amor (Rom 8:32) - Ven a casa y celebraré la fiesta más grande que el cielo haya visto jamás (Lucas 15:7) - Yo siempre he sido y siempre seré Padre (Mateo 6:9) - Mi pregunta para ti es ... ¿Quieres ser mi hijo/a? ... (Juan 1:12-13) - Estoy con los brazos abiertos esperando por ti (Lucas 15:20) - Solo tienes que recibir a mi Hijo, Jesús, en tu corazón (Juan 1:12) - Con todo mi amor, tu Padre Celestial>>.

29.Todo esto suena a gloria. Nunca podríamos imaginar unas declaraciones tan alentadoras, que levantan nuestra autoestima y nos colocan en el corazón de Dios y bajo su amparo. Escuchemos una vez más la palabra de Dios: “Nada podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Rom 8,39). “Si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?” (Rom 8,31). Entonces podemos decir confiados, con el salmo 23: “El Señor en mi Pastor; nada me falta; en verdes praderas me hace descansar… aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú Señor estás conmigo… Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré”.

30.En toda la Biblia resuena la voz de Dios quejándose de su pueblo, por sus infidelidades, por sus desvaríos y traiciones. Sin embargo no abandona al pueblo pecador, sino que lo persigue incesantemente con su amor, a veces castigándolo para que recapacite; a veces recordándole sus beneficios; otras veces anunciándole promesas de grandes bendiciones. También Jesús comienza su misión invitando a la conversión y anunciando el Reino de Dios (Mc 1,15). Luego promete vida eterna (Jn 11,25) y gozo perfecto (Jn 15,11) en la casa del Padre (Jn 14,2). Asegura que Dios Padre ama a todo aquel que cumple su voluntad, y a aquel que ama a su Hijo: “Quien me ama, el Padre lo amará; y vendremos a él y haremos morada en él ” (Jn 14,23). San Pablo nos dice que el amor de Dios ya ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (cfr Rom 5,5). San Juan nos asegura que “Dios nos amó primero” (1Jn 4,19), aún cuando éramos pecadores. En Rom 5,8 leemos: “Dios demuestra su amor por nosotros, en que siendo aun pecadores, murió por nosotros”.

31.Frente a tanta demostración de amor de parte de Dios, ¿por qué hay tanta indiferencia y frialdad, e incluso rechazo y negación de Dios de parte de los hombres? Simplemente porque no hemos tomado consciencia de este amor infinito y gratuito. No hemos conocido a Dios como Padre y como Bien infinito. No hemos tomado visión de todos los bienes y favores que Dios nos brinda día a día; y sobre todo no percibimos el infinito gozo que significa participar de la vida divina, y el infinito sufrimiento que significa perderlo a Dios por toda la eternidad. Los santos, los místicos, que han conocido a Dios, se volvieron locos de amor y de gozo, por una doble razón: por ser

amados por Dios de manera total, incondicional, absoluta; y por amar a Dios con una dicha inmensa, habiéndolo descubierto como el Sumo Bien, la Belleza infinita, el Amor indescriptible y la Perfección absoluta. Karl Rhaner dijo que si el cristiano no llega a ser místico, no será nada. Un cristiano que no conoce a Dios como los místicos, no podrá amarlo “con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”; solo lo respetará, o le tendrá miedo, o se olvidará de él; y seguirá su triste vida, porque no tiene amor.

32.En respuesta al amor de Dios, nos basta hacer nuestra, la plegaria de algunos salmos: “Yo te amo Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador (Sal 17,2-3). “Den gracias al Seño per su amor… por lo que hace a favor de los hombres” (107,8). “Quiero verte en tu santuario y contemplar tu ´poder y tu gloria, pues tu amor vale más que la vida… toda mi vida te bendeciré” (Sal 6,3). “¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho?... En gratitud ofreceré sacrificios e invocaré, Señor, tu nombre” (Sal 116,12). “Te daré gracias Señor de todo corazón… me arrodillaré en dirección a tu santo templo, para darte gracias por tu amor y tu verdad” (138,1-2). “Alabaré al Señor con toda mi alma. Alabaré al Señor mientras yo viva” (Sal 146,1-2). “Canten al Señor; bendigan su nombre; anuncien día tras día su salvación” (Sal 96,2). San Pablo exhorta a los efesios: “Cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias siempre y por todo al Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef 5,19-20).

LA BIBLIA, FUENTE DE ESPIRITUALIDAD

33.Si nos preguntamos qué es la espiritualidad, podríamos contestar con la definición que nos da Hans Urs von Balthazar: “La espiritualidad es la actitud básica, práctica o existencial, propia del hombre, y que es consecuencia y expresión de una visión religiosa - o, de un modo más general, ética - de la existencia”. Esto quiere decir que es constitutiva de la naturaleza humana; es parte esencial de su ser, de su integridad, como la afectividad, la inteligencia, la consciencia. Y se expresa en la tendencia religiosa, es decir, en la necesidad y la vivencia de los valores espirituales y trascendentes. Por eso la antropología cultural ha detectado en todos los tiempos y en todos los pueblos una demanda de espiritualidad, que ha florecido en la religiosidad. También en nuestros tiempos se da una multiplicidad de espiritualidades; y donde se reprime la espiritualidad se convierte en superstición o en absolutización de las realidades humanas o cósmicas.

34.V.Frankl, desde la psicología, habla de un inconsciente espiritual, y afirma: “Por encima de todo lo instintivo inconsciente, hemos podido comprobar algo así como un inconsciente espiritual de una espiritualidad inconsciente y hasta de una fe inconsciente”. Y Zubiri desde la filosofía sostiene que “Dios no es algo de que el hombre puede o no ocuparse como de tantas otras cosas en la vida, sino que “velis nolis” (quieres o no quieres) es algo a que estamos físicamente lanzados, no por ocurrencia sino constitutivamente». Hay neurólogos que hablan del “cerebro místico”, es decir de un sector del cerebro humano que responde a la actividad mística o espiritual del hombre. De esta manera quien no vive la espiritualidad, no podrá realizar en plenitud su persona ni alcanzar la felicidad.

35.Según la Biblia la espiritualidad es la vivencia de una relación entre el espíritu humano y el Espíritu Divino, en quien el hombre halla la plenitud de su ser. Ya sea en el Antiguo Testamento

como en el Nuevo Testamento, la espiritualidad implica una conducta de perfección como condición para hacer posible la relación con Dios. La fuente principal de la doctrina espiritual en el A.T. se halla en los libros Sapienciales: Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, Sabiduría, a los que se añaden el Cantar de los cantares y cierto número de salmos. En el N.T. la encontramos resumida y codificada en el discurso de la montaña, especialmente en las Bienaventuranzas; pero los cuatro Evangelios y todos los demás libros contienen orientaciones doctrinales y preceptos que constituyen el fundamento de la espiritualidad cristiana.

36.En toda la Biblia aflora la visión trascendente de la vida y de la historia. Dios es el protagonista principal. Todos los acontecimientos suceden bajo el control y el gobierno de Dios, que es el Creador y Señor del universo. El hombre bíblico y todo el pueblo de Israel está pendiente de Dios, de su poder, de su ley, de su voluntad. La Alianza marca el paso de la historia de Israel: la fidelidad a Dios será fuente de bendiciones; la infidelidad será causa de desgracias. Así también para la vida personal. Por eso se repite incesantemente el llamado a la observancia de la ley de Dios, al culto, a las virtudes, a la confianza en Yahvé y en su protección. Toda la historia de Israel está estructurada alrededor de la promesa de una tierra prometida, luego del Reino de Dios, hasta los tiempos de Jesús; una promesa condicionada a la respuesta de fe del pueblo.

37.La espiritualidad del israelita piadoso es “caminar a la presencia del Señor” (Sal 114) en la fidelidad a la “Ley y los Profetas”. Podríamos resumir la actitud perfecta del israelita con las palabras del salmo: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su alabanza permanece para siempre” (Sal 111,10). Por “temor del Señor” se entiende el respeto-amor, por su grandeza, por ser el Altísimo, el “tres veces Santo”. Un respeto tan grande hacia Dios, que evita hasta nombrarlo. Jesús en cambio invitará a amar a Dios con todo el corazón y a llamarlo Padre, “Abba” (papacito).

38.Los libros de la Biblia se agrupan en “históricos, proféticos y didácticos”. Los 21 libros históricos del A.T. recuerdan las grandes intervenciones de Dios a favor del pueblo, y refuerzan su fe y la confianza en su poder y en su bondad. Los 18 libros proféticos llaman continuamente al pueblo a la fidelidad a la alianza y prometen el favor de Dios o su castigo. Los 7 libros didácticos o sapienciales hacen referencia constante a la grandeza y la sabiduría de Dios y dictan los preceptos y enseñanzas para llevar una conducta digna y recta. En estos últimos libros se va abriendo la fe en la resurrección, como cumplimiento de las promesas de Dios, que primeramente se creían ubicadas en la vida presente, luego se llega a vislumbrar su realización en la vida eterna. Jesús ratificará plenamente esta esperanza, ubicando la salvación en la posesión de los “bienes de arriba” (Col 3,1). Desde entonces en la espiritualidad bíblica se introduce la perspectiva escatológica, es decir la orientación hacia la vida plena y definitiva del más allá.

39. La espiritualidad cristiana echa sus raíces en el A.T., en cuanto que hereda del judaísmo la Revelación del Dios verdadero, los mandamientos, las promesas del Salvador y toda una sabiduría ascético-mística que tendrá su desarrollo pleno en el N.T. La característica propia de la espiritualidad cristiana es el cristocentrismo, el estar centrado en Cristo. “Por Cristo, con Cristo y en Cristo”, rezamos en la Eucaristía. San Pablo dice: “Revístanse del Señor Jesucristo” (Rom 13,14; Gal 3,27). Así lo hizo él; más bien se identificó con Cristo: “Ya no vivo yo, sino es Cristo

quien vive en mí” (Gal 2,20). “Vivir en Cristo” (1Cor 1,9; Un 4,9; Rom 6,8; 2Tim 2,11); “estar en Cristo” (2Cor 5,17), unidos e identificados con él: esta es la esencia de la espiritualidad cristiana.

40.Cristo es el centro, el eje y fundamento de la espiritualidad cristiana. Así escribe acertadamente J..Leoz: <<En el centro de la rueda, Tú Señor, eres el eje. - En el centro de la historia, Tú Señor, eres la página central. - En el centro de la humanidad, Tú Señor, eres el corazón. - En el centro de la Iglesia, Tú Señor, eres su cabeza. - En el centro de la vida cristiana, Tú Señor, eres su motor. - En el centro de la caridad, Tú Señor, eres su empuje. - En el centro del amor, Tú Señor, eres la razón para regalarlo. - En el centro de la alegría, Tú Señor, eres la fuente que la ofrece. - En el centro de la fortaleza, Tú Señor, eres el secreto que la produce. - En el centro de la fe, Tú Señor, eres su razón. - En el centro de la Eucaristía, Tu Señor, eres quien la hace real. - En el centro de la oración, Tú Señor, eres quien la hace verdadera. - En el centro de la verdad Tú Señor, eres quien la hace buena. - En el centro de la humildad, Tú Señor, eres quien no la hace falsa>>.

41.Nuestra unión vital con Cristo se produce a nivel ontológico-espiritual, a través del Bautismo y la Eucaristía; a nivel psicológico-afectivo, a través del amor y la mística; a nivel ético-moral a través de la ascética y la gracia. El estilo de vida, la conducta, el sentir del cristiano, se empalma con la vida, la conducta y el sentir de Cristo. Jesús nos invita a “permanecer unidos en su amor” (Jn 15,4.9) para que tengamos vida: “Como el Padre que vive me envió, y Yo vivo por El, así, quien se alimenta de mí, vivirá por mí” (Jn. 6, 55-58). La primera nota de la espiritualidad cristiana entonces es vivir con Cristo y como Cristo. No es algo sobreañadido a nuestra naturaleza, sino una vivencia interior de fe, sentimiento y acción, que nos identifica con Cristo, nos transforma y nos hace “cristianos”. El ser en Cristo hace que actuemos como él, con los mismos sentimientos y motivaciones. ¡Cómo cambiaría nuestra conducta y nuestra vivencia si lográramos actuar como “cristianos”!.

42.Al proclamar las Bienaventuranzas, Jesús muestra su perfil y su retrato y nos exhorta a imitarlo, para que seamos como él: pobres de espíritu, mansos, limpios de corazón, misericordiosos, pacíficos, hambrientos de perfección, fuertes en las adversidades, mártires por del Reino de Dios. El Padre quiere que “seamos como su Hijo” (Rom 8,29). “La espiritualidad cristiana no tiene como punto de partida nuestras actitudes y nuestros comportamientos, sino el ser en Cristo. Las actitudes y los comportamientos serán consecuencia de lo que somos” (S.Gamarra). El “ser en Cristo” hará que vivamos nuestra relación con Dios y con el prójimo, con “ los mismos sentimientos de Cristo” (Flp 2,5), en plena adhesión a la voluntad del Padre y con total entrega para el bien de los hombres; con un amor grande, el más grande, hasta dar la vida por los demás (cfr Jn 15,13).

43.Otra nota fundamental de la espiritualidad cristiana es el “ser en la Iglesia”. El hombre renace como hijo de Dios en la Iglesia, por el Bautismo; se vuelve miembro del Cuerpo Místico de Cristo; recibe la vida divina en la Eucaristía y en los sacramentos administrados en la Iglesia; participa de la misión de la Iglesia, que es la de continuar la obra salvadora de Cristo, siendo luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la masa. “La relación del cristiano con la Iglesia es mucho más que la que puede suponerle una colaboración generosa con ella; se trata de la relación con la Iglesia, que es constitutiva del ser cristiano y, consecuentemente, de su espiritualidad. La espiritualidad cristiana se entiende y se vive en la Iglesia” (S.Gamarra).

44.Así como en la familia humana, también en la Iglesia es donde el cristiano vive y crece espiritualmente. Su vínculo en Cristo con los demás bautizados, en el “amor que es el vínculo perfecto” (Col 3,14) le permite integrarse en una “comunión de los santos” que lo enriquece y lo hace partícipe de una vida y un gozo más grande. El hombre tiene el corazón para amar a los demás; las manos y los brazos para abrazar a los demás; la mente, la boca y el oído para comunicarse con los demás… Todo es relación; y la relación hace la unión recíproca para bien de todos. Unidos todos a Cristo, entramos con El en la comunión eterna e infinita con la Trinidad, lugar de vida plena y felicidad total. La espiritualidad cristiana apunta a este vértice de comunión desde la Iglesia por medio del Espíritu de Cristo.

45. El amor al prójimo, junto al amor de Dios, se convierte en un componente esencial en la espiritualidad cristiana. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” se decía ya en el A.T. Jesús ratifica y radicaliza este precepto cuando dice: “ama también a tus enemigos” (Lc 6,27); y más todavía: “ámense como yo los he amado”. El Señor nos amó “hasta el extremo” (Jn 13,1) de dar la vida por nosotros (Jn 15,13); “también nosotros debemos dar la vida por los demás”, dice San Juan (cfr 1Jn 13,16). El Apóstol nos recuerda: “nosotros tenemos este mandamiento de él (de Cristo): el que ama a Dios, ame también a su hermano” (1Jn 4,21). San Pedro nos exhorta: “Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1Pdr 4,8). La espiritualidad cristiana consiste esencialmente en ser en Cristo, vivir como Cristo; si queremos identificarnos con Cristo debemos amarnos los unos a los otros, “sobrellevar los unos las cargas de los otros, para cumplir la ley de Cristo” (Gal 6,2), “para que todos conozcan que son mis discípulos” (cfr Jn 13,35).

46.La vida cristiana está animada por el Espíritu Santo, el cual nos une y nos configura a Cristo con su sello y marca (cfr Ef 1,13; Apc 13,16) con son sus dones y carismas (cfr 1Cor 12,7). Todo el ser y la actividad del cristiano lleva la impronta del Espíritu: <<Todas las dimensiones de la vida cristiana están acompañadas y dirigidas por el Espíritu. El Espíritu está presente en el crecimiento de la vida cristiana porque está en su origen (Jn 3,5); porque guía al cristiano (Rom 8,14; Gál 5,18); porque da el conocimiento profundo de Jesucristo (lCor 2,6-16; Jn 14,26; 16,12-15); porque nos da el amor de Dios (Rom 5,5); porque nos garantiza la libertad (Rom 8,2); porque su presencia es actuante en la vida del cristiano y la conocemos por sus frutos (Gál 5,22-25), y porque nos acompaña al final de nuestros días (Rom 8,11). La vida cristiana se vive en el Espíritu>> (S.Gamarra).

47.Espiritualidad quiere decir precisamente vivir según el Espíritu. Muy diferente es la conducta y el sentir de aquellos que viven según el “mundo, la carne y el demonio”. La Biblia está llena de referencias que fundamentan nuestra vida en Cristo por obra del Espíritu. El hombre no nace cristiano; debe hacerse cristiano; y es el Espíritu Santo que lo une a Cristo y lo transforma en el Bautismo y la Confirmación: “Quien no vuelve a nacer por el agua y el Espiritu Santo, no entrará en el Reino de los Cielos” dijo Jesús a Nicodemo (Jn 3,5). El mismo Espíritu con sus siete dones obrará también en el bautizado un nuevo nacimiento moral, para que pueda participar de la vida divina en el seno de la Trinidad. Según San Pablo “frutos del Espíritu son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gal 5,22-23).

LA BIBLIA: CÓDIGO MORAL

48.La moral siempre está relacionada con la religión, por la sencilla razón de que dicta las normas de conducta para agradar a Dios y al prójimo. No puede haber religión, o unión con Dios, si no le agradamos con nuestra conducta. En el Antiguo Testamento se insiste mucho sobre la “conversión a Yahvé”. La relación del pueblo de Israel con Dios, conlleva una conducta de fidelidad y rectitud. Conversión muchas veces significa el “regreso” a Dios, desde la idolatría, la rebeldía, la desobediencia, la maldad; y se expresa también externamente a través de ritos penitenciales como el ayuno, el vestirse de saco, cubrirse de ceniza, oraciones y gritos de plañideras, acompañado todo ello del reconocimiento de los pecados (cfr. 1 Re 21; Jdt 4, 7 ss; Is 58, 5; Neh 9,1). Para que la penitencia no fuera pura exterioridad, los profetas insisten sobre la conversión interior: “Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Yahvé vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira…” (Joel 2,13). “El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor» (Is 58, 5-8).

49.La Alianza del Sinaí fue sellada con diez compromisos o clausula, que al mismo tiempo son preceptos morales, los Diez Mandamientos. En ellos se establece la conducta religiosa y ética del pueblo, con respecto a Dios y al prójimo. Jesús ratificará los Mandamientos y los llevará a la perfección con el discurso de la montaña, especialmente con las Bienaventuranzas. Por boca del profeta Ezequiel, Dios dice al pueblo: “Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. `Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (Ez 36,26-28).

50.Podríamos resumir la moral del A.T. y su motivación y finalidad, con las palabras del Deuteronomio: <<Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal; pues te ordeno hoy amar al Señor tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus juicios, para que vivas y te multipliques, a fin de que el Señor tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla. Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y los sirves, yo os declaro hoy que ciertamente pereceréis… Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y allegándote a El; porque eso es tu vida y la largura de tus días, para que habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob>> (Dtr 30,15-20). Como se ve, en el A.T. prevalece una moral de fidelidad y confianza en Dios para conseguir bienes temporales: una larga vida de paz y prosperidad y la tierra prometida. En el N.T. se apuntará a los bienes superiores y la vida eterna.

51.Jesús enseñará una moral que debe priorizar el amor a Dios y al prójimo. En efecto afirma que “de estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” (Mt 22,40). Polemiza con los fariseos, sacerdotes y escribas por su legalismo y ritualismo, acusándolos de hipocresía: “Ay de ustedes… porque pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, y dejan lo más importante

de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe ... porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23.23).

52.El Señor llama a la conversión del corazón y estigmatiza toda una serie de pecados que salen de adentro del hombre, más que del incumplimiento de ciertos ritos exteriores, como lavarse las manos o abstenerse de ciertos alimentos… “ Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,  los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.  Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mc 7,21-23). También en las cartas de los apóstoles y en el Apocalipsis encontramos una lista de pecados, vicios y perversiones que ofenden a Dios y degradan al hombre (cfr Romanos 1.26-32, 1a Corintios 6.9-11, Gálatas 5.19-21, Efesios 4.17-5.21, Colosenses 3.5-11, 2a Timoteo 3.1-7, Tito 3.3, Santiago 3.13-4.10, 1a Pedro 4.1-4, Apocalipsis 21.8 y 22.15, y muchos otros versículos que discuten pecados en particular).

53.La moral del N.T. es mucho más exigente que la del A.T. porque apunta a la perfección: “Sean perfectos como su Padre Celestial es perfecto” (Mt 5,48); y no está finalizada a conseguir favores y bendiciones de parte de Dios, sino principalmente a complacerle y entrar en comunión con El: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5,8). El Señor quiere que “le sirvamos en santidad y justicia en su presencia todos nuestros días” (Lc 1,74-75). Una santidad que pide un cumplimiento perfecto aun de las pequeñas cosas: “Quien enseña y observe los preceptos más pequeños, será considerado grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,19).

54.Parecía que el Señor estaba en contra de las leyes y preceptos, pero no era así. El mismo dijo: “Yo no he venido a abolir la Ley y los Profetas, sino a darle cumplimiento ” (Mt 5,17). Jesús enseñó a cumplir la voluntad de Dios hasta la última letra: "El cielo y la tierra pasarán antes de que pase una letra o un solo acento de la ley" (5,18). Lo que hizo fue barrer con tantos preceptos humanos (el código penal judío tenía 613 leyes) que anulaban o invalidaban la palabra de Dios (cfr Mc 7,8; Mt 15,1-9). Jesús no era laxista, al contrario era muy exigente: “Si vuestra justicia (santidad) no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos ” (Mt 5,20); “Si no hacen penitencia, perecerán todos” (Lc 13,5). Hacer penitencia, según el Evangelio, es arrepentirse, o dar signo de arrepentimiento, por haber ofendido y disgustado a Dios y al prójimo, y volver (convertirse) al amor de Dios y del prójimo. El amor es los fundamental, pues “cubre la multitud de los pecados” (1Pdr 4,8), pues “a quien demuestra mucho amor, se le perdona mucho” (Lc 7,47).

55.Un autor anónimo, haciendo notar como Jesús lleva a mayor perfección los diez Mandamientos, escribe: <<No sólo no tendrás otros dioses (Dt 5,7), sino que buscarás por encima de todo el reino de Dios y su justicia (Mt 6,33). No sólo no jurarás en falso (Dt 5,11), sino que no jurarás en modo alguno: vuestro hablar sea si si, no no (Mt 5,33-34). No sólo guardarás el sábado (Dt 5,12-15), sino que te alimentarás con el pan de vida eterna (Jn 6,35-51;ver Mc 2,27). No sólo honrarás a tu padre y a tu madre (Dt 5,16), sino que aquellos que escuchan la palabra de Dios serán tu familia (Mc 3,31-35). No sólo no matarás (Dt 5,17), sino que amarás a tu enemigo (Mt 5,43-46). No sólo no cometerás adulterio (Dt 5,18), sino que tendrás fidelidad en el deseo y de

corazón (Mt 5,27-30). No sólo no robarás (Dt 5,19) ni codiciarás los bienes ajenos (5,21), sino que compartirás tus bienes (Lc 19,8-10). No sólo no darás falso testimonio contra tu prójimo (Dt 5,20), sino que lo disculparás y lo perdonarás (Mt 18,21-22)>>.

56.El Señor todo lo fundamentaba en el amor, en la caridad, la benevolencia, la misericordia. Partiendo del hecho de que Dios nos ama, nos brinda todo lo que tenemos, nos perdona y nos soporta; también nosotros debemos hacer lo mismo. En el A.T. se toleraba el divorcio “por la dureza del corazón humano” (Mt 19,8); pero Jesús dijo: “De ahora en adelante no será así… Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6). Se permitía la justicia estricta: “ojo por ojo, diente por diente” (Mt 5,38); pero Jesús dijo “A quien te pega en la mejilla, preséntale la otra” (Lc 6,29). Se consideraba normal amar como a sí mismo a los del pueblo de Israel, y odiar a los enemigos; pero Jesús dice: “Ama también a tus enemigos” (Mt 5,44), y lo explica con la parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37). Insiste mucho sobre la generosidad, la gratuidad, la misericordia: “Dad y se os dará…” (Lc 6,38); “perdonad y se os perdonará” (Mt 6,14); “sed misericordiosos, y obtendréis misericordia” (Mt 5,7).

57.El Señor ataca en la raíz al egoísmo, la avaricia, la soberbia, el afán de dominación, la sensualidad… “Ay de los ricos – decía – es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos” (Mc 10,25), cuando todos pensaban que la riqueza era un signo de la bendición de Dios. “Quien quiera ser el más grande, que se haga el último y servidor de todos” (Mc 10,43-44); “Lávense los pies los unos a los otros” (Jn 13,14). “Si una mano… un ojo… te es ocasión de pecado, cortala… sácatelo…” (Mc 9,43 sgs). Y con respecto a la relación con Dios, hay que darle absolutamente el primer lugar, hasta perder la vida, si es necesario: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia…” (Mt 6,33); “Quien pierde la vida por mi y por el Evangelio, la encontrará” (Mt 16,25). Con respecto al amor hacia el prójimo nos asegura que seremos juzgados sobre la ayuda concreta que le habremos dispensado (cfr Mt 25,34-46); y que debemos reconciliarnos con el hermano antes de presentarnos en el templo para hacer nuestra ofrenda a Dios (cfr Mt 5,23-24). En la proclamación de la verdad el Señor nos dice que no debemos tener miedo al martirio, porque pueden matar el cuerpo, pero no el alma (cfr Mt 10,28). El Evangelio es realmente sublime y sorprendente: es una verdadera revolución moral y espiritual; es un llamado a una conversión radical. Solo podía venir de Dios: Cristo es Dios.

58.Los apóstoles aprendieron perfectamente el mensaje de Jesús y lo anunciaron con valor por todas partes. El Señor los envió a predicar su Evangelio y a bautizar para el perdón de los pecados, la conversión y la reconciliación. San Pablo dice que por el bautismo «estamos todos ligados a Jesús» (Rom 6,3) y por ello «muertos al pecado» (Rom 6, 2). «Cuando fuisteis bautizados en el nombre de Cristo, os introdujisteis, al mismo tiempo, en su propia piel» (Gal 3, 27). «Ahora estáis limpios de vuestras impurezas, os habéis convertido en el pueblo sagrado de Dios» (1 Cor 6,11). «Por el bautismo habéis sido enterrados con Cristo, y también habéis conseguido en El la nueva vida» (Col 2,12; cfr. Rom 6,1-11). «Os habéis liberado del pecado» (Rom 6, 22). “Habéis despertado a la vida con Cristo» (Col 3,1).

59.Pero a esta constatación sigue la exhortación: «Sabéis, por tanto, que no pueden seguir viviendo como anteriormente. Despréndanse del hombre antiguo, que se engaña a sí mismo con deseos

egoístas. Estos no le producen, realmente, más que la muerte» (Ef 4, 22 s). “No se conformen con la mentalidad de este mundo, sino transfórmense renovando su mente para poder discernir la voluntad de Dios» (Rom 12, 1-3). «Diríjanse hacia arriba, donde está Cristo. Destruyan, por tanto, lo que aún quede en ustedes del hombre antiguo» (Col 3,1-5). Los bautizados somos «el pueblo de Dios» (2 Cor 6, 16; cfr. 1 Cor 6,11); por ello, deseamos ante todo limpiarnos de todo lo que pueda manchar nuestro cuerpo o nuestra alma (2 Cor 7,1). Aunque el cristiano, por medio del bautismo, "sea liberado de la esclavitud del pecado» (Rom 6,18), sin embargo y precisamente por ello, debe estar en constante conversión: «Trabajen con temor y temblor en su salvación» (Filp 2,12). Los bautizados están «bajo la ley del Espíritu» (Rom 8, 2, entre otros). De la misma forma debe entenderse que «Dios nos ha regalado una nueva vida por medio de su Espíritu. Ahora este Espíritu debe definir su vida» (Gal 5, 23).

60.Según San Pablo, la motivación ética del obrar cristiano es claramente cristológica: Cristo es el modelo de conducta y al mismo tiempo la razón de nuestro comportamiento. A El tenemos que imitar (1Cor 11,1); El es el camino, la verdad y la vida (cfr Jn 14,6); debemos tener sus mismos sentimientos (cfr Flp 2,5). Y por otra parte debemos alcanzar la pureza de alma (Mt 5,8) para ser dignos de la unión y comunión con el Señor. Dice el apóstol que «Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios» (1 Cor 6, 9 s). Más allá de las razones sociales (Rom 13,1-6), eclesiológicas (Rom 12,3-5), escatológicas (1Tes 5,9), o de la autoridad de la Sagrada Escritura (1Cor 3.19-23), o de la sanción de premio y castigo (2Cor 9,6-9), o del mismo beneplácito de Dios (1Tes 4,7)… la conducta del cristiano debe ser motivada sobre todo para alcanzar la unión con Cristo, para “vivir en Cristo” (Flp 1,21).

61. Además de los Evangelios y de las cartas paulinas, encontramos muchas enseñanzas morales y espirituales en los demás libros del N.T. Pero todas se basan en la doctrina de Cristo y nos llaman a vivir como “hijos de Dios” (1Jn 3,9-10), “hijos de la luz” (Tes 5,5), “perseverando hasta el fin” (Mt 10,22). Todos los preceptos y enseñanzas se relacionan con el mandamiento del amor (cfr Mt 22,35-38) y al principio fundamental de la moral: “aléjate del mal y haz el bien” (1Pdr 3,11). Resumiendo, la Biblia, es un manual de ética y moral, que ha ido evolucionando desde el A.T. hasta la perfección del N.T. Las normas de conducta son dictada por el mismo Dios, a quien debemos hacer caso, no solo porque todo lo que viene de Dios es perfecto y nos conviene, sino sobre todo para complacer a Dios y gozar de su amor.

LA BIBLIA, TESORO DE SABIDURÍA

62.La sabiduría es una cualidad que abarca muchas habilidades y virtudes. Se la puede definir a nivel intelectual como un conocimiento y entendimiento amplio y profundo de la realidad y de las ciencias; como sano juicio y discernimiento acertado de lo bueno, lo verdadero, lo justo. A nivel moral como comportamiento correcto, coherente y honesto en vista de la tranquilidad de la consciencia y de una sanción favorable. A nivel psicológico como equilibrio, sensatez, prudencia, moderación, control de sí mismo, que procura los mayores beneficios y le aleja los peores males. Galileo Galilei afirma que “la mayor sabiduría es conocerse a sí mismo”. Immanuel Kant dice que “la ciencia es conocimiento organizado; la sabiduría es vida organizada”. Albert Einstein

afirma que “la sabiduría no es fruto de la educación, sino de toda una vida por adquirirla”. Y Dan Brown escribe: “La riqueza es algo común y corriente; la sabiduría en cambio es rara”. Seneca afirma: «La sabiduría es el colmo de la perfección del alma humana; la filosofía es el amor y la investigación de la sabiduría». Aristóteles dice: «El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice». Nos bastan estas sentencias para introducirnos en los tesoros de la sabiduría divina contenidos en la Biblia.

63.En primer lugar ¿qué dice la Biblia sobre la sabiduría? En Proverbios 1,7 encontramos: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor”; es decir el respeto a Dios y el cumplimiento de su voluntad, pues Dios es el Ser Supremo, la máxima Autoridad (Prov 1-9), la Sabiduría perfectaj. En Prov 8,12 leemos: “Yo, la sabiduría, convivo con la cordura; en mi se hallan el conocimiento y el consejo”. Según el Salmo 1, sabio es quien medita continuamente sobre la ley del Señor y anda por el camino de la “justicia” (= perfección). Por otra parte no son sabios, sino insensatos aquellos que desprecian la enseñanza (Prov 1,22) y la instrucción (Prov 12,1), dan rienda suelta a su ira (Prov 29,11), y provocan contiendas inútiles (Prov 20,3). Insensato es también el que confía sólo en sus propias ideas (Prov 12,15; 28,26) desechando la sabiduría divina.

64.Según el libro del Eclesiástico, la sabiduría humana es reflejo de la sabiduría divina, pues Dios la “derramó sobre todas sus obras, y sobre toda carne, según su liberalidad” (Eclo 1, 9-10). A los sabios se los escuchaba en las reuniones de los ancianos (Sir 6,34), en las discusiones en ocasión de banquetes, o en las puertas de la ciudad (Prov 1,20; Si 38,24-39,11). Parece que los sabios tenían escuelas, pues en la literatura sapiencial se habla de maestros y discípulos. A partir del tiempo de los reyes, los sabios constituyen una clase particular junto a los sacerdotes y profetas. Más tarde la clase de los sabios confluyó en la clase de los escribas. En los círculos de los “sabios” surgieron los proverbios y sentencias, que luego estuvieron a la base de los libros sapienciales (Proverbios, Eclesiastés, Job, Sirácide, Sabiduría). En el período del post-exilio toma el lugar de la predicación profética y se convierte en el centro del pensamiento histórico-salvífico de Israel.

65.Jesús considera sabios a aquellos que escuchan su palabra y la ponen en práctica (Mt 7,24); sabio es el hombre que hace sus cálculos antes de meterse en algún negocio (Lc 14,28 y sgs); el que sabe administrar el capital que se le ha confiado (Mt 25,21. En cambio llama insensatos a aquellos que confían solo en sus riquezas (parábola del rico insensato: Lc 12,13-2), y a los que no están preparados para entrar en la fiesta eterna (parábola de las 10 doncellas: Mt 25,1-13). Para San Pablo, Cristo mismo es la Sabiduría: “Para los elegidos, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios” (1Cor 1,24; cfr 1Cor 2,6). Esta afirmación del Apóstol hace eco de las palabras del libro de los Proverbios, que personifica la Sabiduría divina, diciendo que está cerca de Dios “desde el principio” (Prov 8,23), y que es su delicia en el momento de la creación del mundo y del hombre, durante la cual se deleita ante él (cfr Prov 8, 22-31); el libro de la Sabiduría afirma que se sienta en el trono junto a Dios y participa de la naturaleza divina (Sab 7,22-8,1). Ya el profeta Isaías había anunciado que el espíritu del Señor se posaría sobre el Rey-Mesías como “Espíritu de sabiduría y de inteligencia” (Is 11, 2). Por eso Jesús fue considerado un sabio (Mt 13,54), aún más que Salomón, el más sabio entre los hombres (Mt 12,42). En la teología trinitaria se habla de Dios Padre como Creador; del Hijo

como Sabiduría eterna, Logos, Verbo, Palabra, fuente de la Revelación; del Espíritu Santo como Amor, fuente operante de la Santificación.

66.El Apóstol Santiago escribe: “La sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina” (Stgo 3,17); y exhorta a pedírsela a Dios: “Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y EL se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche ” (Stgo 1,5). Según el mismo Apóstol, la sabiduría se demuestra en la buena conducta (cfr Stgo 3,13). La sabiduría del mundo, referente a la vida humana, su conducta y su destino, muchas veces es contraria a la sabiduría divina (cfr Is 55,8; cfr 1Cor 3,18), por eso Jesús exclamó: “Te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los sencillos” (Mt 11,25; Lc 10,21). Los filósofos, científicos, letrados, políticos, estadistas… que menosprecian o ignoran la religión cristiana, se afanan por armar una ética laica, la cual no puede tener fundamento alguno, ni una meta de valor universal, porque sin Dios como referente absoluto, autoridad suprema y bien infinito, no puede haber ni consenso universal, ni sentido, ni sanción adecuada.

67.En la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, encontramos expresiones y enseñanzas, que por su profundidad y su procedencia de Dios, aportan una luz certera a nuestra existencia y nos guían hacia una conducta de perfección. La sabiduría divina no es falible como la sabiduría humana. En primer lugar la apertura hacia la trascendencia de toda la Historia Sagrada, y la referencia constante a Dios en toda la problemática humana y social, ética y existencial, histórica y cósmica, constituye una enseñanza básica para orientar e interpretar nuestra vida y y nuestro destino. Al leer los libros sapienciales, o los salmos, los Evangelios y todo el N.T. podemos hallar una gran riqueza de indicaciones prácticas, psicológicas, morales y espirituales para nuestro bien individual y social. Veamos a continuación algunas de estas divinas enseñanzas, a título de ejemplo, para que podamos luego personalmente bucear en la Biblia y buscar lo que nos hace falta para nuestra existencia humana y cristiana.

68.En el libro de los Proverbios leemos: - "Seis cosas, mejor dicho siete, detesta el Señor: los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que trama iniquidades, los pies que corren presurosos al mal, el testigo falso que difunde calumnias y quien fomenta discordias entre hermanos" (Prov 6,16 sgs) - "Quien me desprecia, se daña a sí mismo, y el que me odia halla su propia muerte" (Prov 8,36) - “Escucha hijo, la corrección de tu padre, no desdeñes las enseñanzas de tu madre” (Prov 1,8). Entre las sentencias de Salomón podemos leer las siguientes: “"El odio enciende las contiendas; más la caridad encubre las faltas" (Prov 10,11-12) - "En el mucho hablar no falta el pecado; sé, por tanto, prudente y refrena la lengua" (Prov 10,19) - "Quien no corrige por debilidad, causa daño al amigo; el que reprenda por franqueza, sana y da la paz" (cfr Prov 10,17) - "La sabiduría edifica la casa, la necedad la destruye" (Prov 14,1) - "El pobre es siempre mal visto, aún por sus parientes; más el rico tiene muchos amigos" (Prov 19,14) - "El que confía en su riqueza perecerá, más los justos reverdecerán como ramos frondosos" (Prov 11,25.38) - "Una respuesta cortés calma la ira; una palabra punzante enciende la cólera" (Prov 15,1) - "El que hace caridad al pobre, presta a Dios y a su tiempo, El le recompensará por su buena obra" (Prov 19,17) - "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si lo ves sediento, dale de beber; conseguirás que se arrepienta y se torne tu amigo" (Prov 25,21) - "El que oculta sus pecados no prosperará; el que los confiesa y se

enmienda alcanzará misericordia" (Prov 28,13) - "La mujer fuerte vale mucho más que las perlas" (Prov 31,10).

69.Veamos algunas enseñanzas de Jesús. Bastaría leer el discurso de la montaña en los capítulos 5-6-7 de San Mateo, donde están incluidas las “Bienaventuranzas (Mt 5,3-12; Lc 6,20-23) para tener una idea de la impresionante sabiduría del Señor; una sabiduría para la vida, no para la literatura. Pero veamos algunas frases más conocidas: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4; Lc 4,4) - “El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3,35) - “Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5,8) - “Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal se vuelve sosa… ya no servirá para nada” (Mt 5,13; Lc 14,34) – “Vuestro hablar sea si,si; no,no: Lo demás es del maligno” (Mt 5,37) - “Se les dijo: ojo por ojo, diente por diente… yo les digo, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda” (Mt 5,38-39; Lc 6,29) – “Han oído que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen” (Mt 5,43-44; Lc 6,27-28) – “Hagan a los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes” (Lc 6,31) – “Allí donde está tu tesoro, ahí estará también tu corazón” (Mt 6,21; Lc 12,34) - “¿Por qué te fijas en la pajita en el ojo de tu hermano, y no te fija en la viga que tienes en el tuyo?” (Mt 7,3; Lc 6,41) – “¡Ay de ustedes los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia” (Lc11.39) - “La medida con que ustedes midan a los demás, también se usará para ustedes” (Lc 6,38; Mc 4,2) – “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá” (Lc 11,9) - “Los envío como ovejas en medio de lobos; sean prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10,16; Lc 10,3) – “No tengan miedo a los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma ” (Mt 10,28; Lc 12,4-5).

70.Sigamos con los Evangelios sinópticos. Cada sentencia o enseñanza de Jesús merecería un comentario, pero nos llevaría mucho espacio. De todas maneras cada uno puede detenerse un momento y meditar sobre las palabras del Señor. “Cualquiera que dé aunque sea un vaso de agua fresca a uno de estos por ser mi discípulo, tendrá su recompensa” (Mt 10,42) – “El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt 12,30; Lc 11,23) – “El árbol se reconoce por sus frutos” (Mt 12,33; Lc 6,43-44) – “Si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en la fosa” (Mt 15,14; Lc 6,39) – “Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame” (Mt 16,24; Lc 9,23; Mc 8,34) – “¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?” (Mt 16,26; Lc 9,25; Mc 8,36) – “El que ha puesto mano al arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios” (Lc 9,62) - “Si una mano o un pie te hace caer en pecado… córtalos; es mejor ir al cielo con una sola mano o un solo pie, que ir al infierno con los dos” (Mt 18,8; Mc 9,43).

71. “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico en el Reino de los Cielos” (Mt 19,24; Lc 18,24-25; Mc 10,25) – “El que entre Ustedes quiera ser grande, que se haga el último y servidor de todos” (Mt 20,20; Lc 22,26; Mc 10,43) – “Muchos son los llamados, pocos los elegidos” (Mt 22,14) – “Quien se ensalza será humillado, quien se humilla será ensalzado” (Mt 23,12; Lc 18,14) – “Ustedes, guías ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello” (Mt 23,24) – “Quien persevere hasta el fin, se salvará” (Mt 24,13) – “No se puede servir a dos señores… No se puede servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13) – “El primer mandamiento es: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con

todas tus fuerzas. El segundo es: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,36-40; Mc 12,30-31)“ – “Estén vigilantes, porque no saben ni el día ni la hora en que va a venir su Señor” (Mt 24,42; Mc 14,38) – “Al que tiene se le dará más y tendrá de sobra; al que no tiene, se le quitará aún lo poco que tiene” (Mt 25,29; Lc 19,26) – “Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho” (Lc 12,48) – “Los malos irán al castigo eterno, los buenos a la vida eterna” (Mt 25,46) – “Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” (Lc 15,7; Mt 18,10-14) - “Quien a espada hiere, a espada muere” (Mt 26,52). “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” (Lc 21,33; Mc 13,31).

72.En el Evangelio de San Juan, escrito más tarde, encontramos afirmaciones con un contenido y un estilo más elevado, que complementa teológicamente a los Sinópticos. El Señor habla de luz, vida, espíritu, libertad, amor, gozo… – “La luz vino al mundo, pero los hombres prefirieron las tinieblas, porque sus obras eran malas” (Jn 3,19) – “El que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed” (Jn4,13) – “¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorían unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?” (Jn 5,44) – “El Espíritu es el que da vida; la carne de nada sirve” (Jn 6,63) – “El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra” (Jn 8,7) – “La verdad los hará libres” (Jn 8,32) – “El que tiene apego a su vida, la perderá; el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna” (Jn 12,25) – “Si yo que soy el Señor y Maestro les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros” (Jn 13,14) – “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6) – “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15,13) – “Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes” (Jn 15,20) – “Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en gozo” (Jn 16,20).

73.Los demás escritos del Nuevo Testamento reflejan la doctrina de los Evangelios. Aunque merecerían una atenta lectura, sin embargo seguimos adelante, para no alargar demasiado este capítulo. De todas maneras volveremos sobre ellos. Por el momento nos bastarán unas pocas citas de San Pablo y una de San Juan: - “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos” (Gal 6,9) – “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gal 6,7) – “Hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” (Flp 4,8) – “Dios es amor. El que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1Jn 4,16).

LA BIBLIA, MINA DE ORO DE LA TEOLOGIA

74.El Concilio Vaticano II° dice que “la Sagrada Escritura debe ser el alma de la teología” (DV 24). Para los protestantes y evangélicos la Biblia es la única fuente de la teología, de la verdad y la autoridad; por eso se atienen a la fórmula: “sola Scriptura”. Los católicos, junto a la Biblia, consideramos la “Tradición” y el “Magisterio” de la Iglesia como fundamento de la verdad doctrinal. La palabra “tradición” viene del latín “tradere” que significa “transmitir”; en este sentido reconocemos a la Iglesia jerárquica – apóstoles y sucesores – como legítima intérprete de la Revelación. Por mandato de Cristo, la Palabra escrita del A.T. y la Buena Noticia anunciada por el Señor (todavía no escrita), debía ser proclamada y enseñada: “Vayan por todo el mundo y hagan de todos los pueblos mis discípulos… enséñenles a obedecer todo cuanto yo les he

mandado a ustedes” (Mt 28,2). Y así lo hicieron: “Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas” (Mc 16,20). Primero predicaron (Tradición, trasmisión oral del mensaje), luego lo escribieron (Escritura). En este caso el testimonio de los evangelios primero se toma como histórico (como cualquier otro documento) y luego como inspirado, y pasó a hacer parte de la Biblia junto con todos los demás escritos neo-testamentarios.

75.Para asegurar una fiel interpretación de la Palabra de Dios, Jesús prometió a los apóstoles enviarles el Espíritu que “los introducirá en la verdad plena” (Jn 16,13). Anteriormente les había dicho: “Quien los escucha , a mi me escucha; quien los rechaza, a mi me rechaza” (Lc 10,16). Queda claro entonces que no basta la “sola Scriptura” para conocer la verdad. Lo demuestra además, el hecho de que, por prescindir de la enseñanza de la Iglesia, los evangélicos y protestantes se han multiplicado y dividido en miles de sectas, cada una con su doctrina, justamente como consecuencia de la “interpretación privada” de la Biblia. Y eso que San Pedro afirma que “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2Pdr 1,20). Es la “Tradición” y el Magisterio de la Iglesia, con la autoridad que le confió Cristo, que nos asegura la verdad, autenticidad, exégesis, canon e inspiración de la Sagrada Escritura; y no lo contrario.

76.Leyendo la Biblia con la Iglesia, los teólogos y todo cristiano, tienen la seguridad de llegar a la verdad de Dios, gracias a la asistencia del Espíritu Santo. Pero además del “criterio eclesiológico” (leer con la Iglesia), el teólogo sabe que debe tener en cuenta también el “criterio cristológico”, es decir que toda la historia de Salvación se centra en Cristo, y que toda la Revelación y la Historia del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, confluyen en Cristo Salvador, por lo tanto hay que leer toda la Biblia a luz de Cristo y de su obra de salvación. De ahí que la Biblia adquiere unidad, a pesar de la multiplicidad de libros, escritores y mensajes. Otro criterio importante es tener en cuenta que la Revelación es progresiva, pedagógica: Dios fue conduciendo al pueblo elegido por los caminos de la verdad y de la moral, paulatinamente, según su capacidad de recepción (como se hace con los niños), hasta la plenitud y perfección de la Revelación hecha por Cristo. No hay que extrañarse entonces si en el A.T. se encuentran preceptos, afirmaciones y hechos imperfectos desde el punto de vista moral y doctrinal. Por eso Jesús cambiará y corregirá ciertos preceptos, convicciones y costumbres diciendo: “No he venido a abolir la Ley y los profetas; no he venido a derogarla, sino a perfeccionarla ” (Mt 5,17). En efecto ya no permitirá el divorcio, el concubinato, la venganza “ojo por ojo, diente por diente”, el odio a los enemigos, la guerra de exterminio; enseña que las riquezas no son siempre signos de la bendición de Dios, y que las enfermedades y desgracias no son siempre castigos de Dios, etc… y todo lo resumirá en el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, y en “buscar primero el Reino de Dios y su justicia”. Naturalmente hay que tener en cuenta el objeto formal o específico de la verdad revelada, y también los “criterios exegéticos” de que hablamos arriba respectivamente en los números 2 y 7 de las Nociones Preliminares.

77.En base a todo lo dicho, podemos resumir la doctrina del A.T. en estos puntos fundamentales: - unicidad de Dios (monoteísmo) (x 20,3) Creador del universo y de la familia humana (Gen 1 y 2) – El mal y la muerte entra en el mundo por el pecado (Gen 3) – Dios inicia y lleva adelante la Historia de la Salvación (Is 43,11) – La experiencia religiosa de los patriarcas, la liberación de Egipto y la Alianza del Sinaí (Ex 24,3-8) hacen conocer a Israel el Dios que salva (Is 43), el Dios único (Dt 6,4) que “es el que es” (Ex 3,14). Los profetas profundizan el misterio de Dios: Isaías

pone en evidencia su grandeza y trascendencia. Oseas su amor tierno y celoso. Amós su justicia. Ezequiel recuerda las exigencias de su santidad. Jeremías enseña una religión más interior. El Déutero-Isaías orienta hacia una religión más universalista. – Los libros Sapienciales amplían y profundizan el conocimiento de Dios y del hombre. – Dios eleva el nivel moral del pueblo con el decálogo (Ex 24,12; 20,2-17), las meditaciones de grandes hombres religiosos (Moisés, el Cohelet, Salomón, los profetas, Job, Tobías) sacándolo de la idolatría, el politeísmo, la sodomía, la venganza desproporcionada, las injusticias y depravaciones. – Hombres de oración como David, enseñan a orar a Dios con salmos, himnos y cánticos. – La Alianza con sus compromisos (Mandamientos) guían al pueblo en su conducta personal y social (Dt 5,6-21). Las promesas de un futuro mejor, en parte cumplido y en parte a cumplir, orientan el Pueblo elegido hacia la Nueva Alianza, donde se cumplirán definitivamente, pero en sentido trascendente.

78.La doctrina del N.T . enseña que Dios es Espíritu (Jn 4,24) – que Dios es Amor (1Jn 4,8) – que es Padre providente y bondadoso (Lc 11.1-13; Mt 6,25,33; Rom 8,14-17) y nos pide que lo amemos sobre todas las cosas (Mc 12,28-30). - Jesús nos revela que Dios es Familia Trinitaria: una sola Divinidad compartida por tres Personas iguales y distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt 28,19) – Los Apóstoles dan testimonio de Jesús como Mesías (Mc 26,63-64; Jn 1,41-45), Salvador (Lc 2,11; Hech 4,12), Hijo de Dios (Jn 13,16; Lc 1,31-32), el Señor (Fil. 2,11), Imagen del Padre e impronta de su Ser (Hbr 1,3; Jn 5,19-23), el Cordero de Dios (Jn 1,29), Sumo Sacerdote (Hbr 5,5-10), luz del mundo (Jn 8,12), camino verdad y vida (Jn 14,6) pan de vida eterna (Jn 6,35), el Buen Pastor (Jn 10,11) y gran Amigo (Jn 15,13-15). Solamente en su nombre podemos hallar la justificación y la salvación (2Tim 2,15). Sólo El tiene palabras de vida eterna ((Jn 6,68). El nos hace hijos (Gal 3,26-27) y herederos de Dios ( (Rom 8,17), ciudadanos del Cielo (Ef 2,19). El es la resurrección y la vida (Jn 11,25-26). – El Espíritu Santo es aquel que anima en nosotros el amor de Dios, repartiendo dones y carismas para la edificación del “Cuerpo místico de Cristo” que es la Iglesia (1Cor 12,3-11; Rom 12,5). – En los Sacramentos se nos da la vida de Dios, “vida en abundancia”, vida eterna (Jn 4,10-14; 1Jn 1,2), que debemos buscar primero que todo lo demás (Lc 12,31). – Con su ejemplo y su doctrina Jesús nos enseña que el amor a Dios y al prójimo “resume toda la Ley y los Profetas” (Mt 22,37-40). – En el discurso de la montaña nos deja el código moral para una conducta perfecta (Mt 5-7). – En el discurso eclesiológico nos convoca como familia de Dios (Mt 18). – En el discurso eucarístico nos da su testamento de amor ((Jn 6). – En el discurso misionero nos envía a evangelizar y a ser sus testigos (Mt 10; Hch 1,8). – La predicación del Reino de Dios (parábolas del Reino) es la misión que el Padre le confió y que a su vez confía a los Apóstoles y a la Iglesia (Jn 20,21; Mt 16,18-19; Jn 21,15-17). - Hacer la Nueva Alianza, definitiva y eterna, con su sangre (Lc 22,20; 1Cor 11,25) para la reconciliación de los hombres con Dios, es el fin de toda la obra salvadora de Cristo y su Iglesia, que deberá alcanzar a todos los hombres en todos los tiempos (Rom 5,10-11; Mc 16,15-16).

79.Desde los datos bíblicos se construye la teología sistemática en sus distintas ramas, elaborando de manera ordenada y temática la doctrina de la Palabra de Dios (Teología bíblica), la doctrina sobre Dios (Dios Uno y Trino), la doctrina del Hombre (Antropología teológica), la doctrina sobre Cristo (Cristología), la doctrina del Espíritu Santo (Pneumatología), la doctrina de la Redención (teología de los Sacramentos, Liturgia), la doctrina sobre la Iglesia (Eclesiología), la doctrina moral-espiritual (teología moral) y la doctrina del futuro (Escatología). Muchos tratados incluyen la Apologética (fundamentos de la fe) y la Mariología (sobre la Virgen María).

80. La teología reflexiona todos estos temas con la fe y la razón, con método inductivo y deductivo, derivando las verdades doctrinales de la Sagrada Escritura, de la Tradición y las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Tiene presente también los “signos de los tiempos”, es decir las circunstancias históricas, sociológicas y psicológicas en que se encuentran los destinatarios del mensaje bíblico; por eso se utiliza también el método histórico y existencial, en referencia a los requerimientos del espíritu, del corazón y de la situación de vida interior. De esa manera en algunas épocas la teología toma una dirección cristológica (cristocentrismo); en otra, sociológica (teología de la liberación, teología política); en otra, eclesiológica (teología de la comunión), en otra, bíblica (teología bíblica), en otra, apologética (fe y razón), en otra, psicológica (teología de la esperanza), etc, según las necesidades y “signos de los tiempos”. Todas estas expresiones de reflexión teológica vuelven a buscar en la Sagrada Escritura su fundamento doctrinal.

81.En la Biblia no se encuentra una teología sistemática, ordenada por temas y capítulos elaborados teóricamente. Es sabido que los contenidos de la Revelación, hay que buscarlos en las palabras y en los hechos, revestidos con el lenguaje cultural de varias épocas históricas y de diferentes géneros literarios. A pesar de la diversidad de libros y autores, y la multiplicidad de mensajes, enseñanzas y acontecimientos, distribuidos a lo largo de más de mil años, en la Biblia aparece un diseño unitario que atraviesa toda la Historia Sagrada y culmina en la obra de salvación realizada por Cristo. De manera que el Antiguo Testamento, con su historia y doctrinas, se lo comprende solo desde el Nuevo Testamento; y éste desde el Antiguo Testamento. Igual que un libro, no se entiende en su totalidad leyendo solo los últimos capítulos, o solo los primeros capítulos. Las profecías y las promesas del A.T. por ejemplo, solo se comprenden a la luz del N.T,, pues se cumplen en Cristo; si no se acepta a Cristo, quedan sin cumplir. Los judíos todavía están esperando al Mesías, o ya no lo esperan…

82.En teología se habla de progreso dogmático, es decir de la posibilidad de un avance y profundización en el conocimiento de las cosas de Dios, porque la realidad divina sobrepasa infinitamente la capacidad intelectual humana, y ésta no puede agotar la riqueza del misterio divino con una sola mirada especulativa. Sin embargo podemos avanzar en el mundo de la Trascendencia, sin negar lo ya conquistado, pues hay parámetros y reglas de la verdad que no se pueden contradecir. Por ejemplo siempre será posible bucear en el misterio de la Trinidad, o de la Eucaristía, o de la vida eterna del paraíso y del infierno, e incluso en el mundo interior del hombre, etc. Los teólogos tienen en la Sagrada Escritura un campo de investigación infinito e indefinido.

LA BIBLIA, EL LIBRO DE LAS PROMESAS

83.En la Biblia hay miles de promesas, que manifiestan el amor y el cuidado de Dios para con sus fieles, para su pueblo y para la humanidad en general. No hay un libro de la Sagrada Escritura donde falte alguna promesa de Dios. Ya en el Génesis, Dios promete a Adán y Eva enviar un Salvador que pisaría la cabeza de la serpiente infernal (Gn 3,15). Promesa que atraviesa todo el Antiguo Testamento y comenzará a cumplirse con la elección de Abrahán, para hacerlo padre del pueblo de Israel, quien deberá preparar la venida del Salvador. Toda la Historia Sagrada es la realización de la promesa de salvación, a través de intervenciones puntuales, de alianzas y

cuidados a favor de hombres elegidos y del pueblo de Israel. En Cristo, el Mesías, anunciado durante siglos, se cumplirán todas las promesas de salvación, rebasando toda expectativa.

84.Las promesas del Antiguo Testamento eran preparación y figura de los bienes absolutos y eternos que Cristo traerá a toda la humanidad. Dios nunca le falló al pueblo de Israel: siempre cumplió con sus promesas. El pueblo sí le falló a Dios muchas veces, quebrando la Alianza, adorando otros dioses, desobedeciendo sus Mandamientos, desconfiando de su poder y de su amor… Dios les prometió libertad y una tierra donde manaría leche y miel; les prometió protección, bienestar y un futuro venturoso. Los sacó de Egipto, los acompañó en el desierto, les entregó la tierra prometida, los defendió de los enemigos por medio de hombres elegidos, “jueces” y “reyes”. Les envió profetas que le manifestaban su voluntad y reprochaban al pueblo su infidelidad. Las desgracias y derrotas, destierro y dominación extranjera, según los profetas, eran castigos de Dios para que recapacitaran y volvieran a cumplir con la Alianza; pero al mismo tiempo los profetas anunciaban la misericordia de Dios y la venida del Mesías, para establecer el Reino de Dios, un reino de paz, libertad y prosperidad.

85. Cuando llegó el Mesías, Jesús de Nazaret, encontró al pueblo de Israel sometido a potencias extranjeras, sufriendo hambruna, despojo, empobrecimiento, opresión y represión, suspirando y luchando por mejores condiciones de vida y por la libertad. En el período herodiano-romano, en Palestina ocurrieron varios episodios de explosión popular, socio-económico y socio-religiosos, que derivaron en movimientos rebeldes como el bandolerismo, el mesianismo, el profetismo, causando represiones y masacres de parte de las tropas de Herodes y de Roma. El desastre total sobrevino con las tres guerras judaicas contra el imperio romano del 66-73, 115-117 y 132-135 después de Cristo, que ocasionó la destrucción de Jerusalén, del templo, la pérdida definitiva de la independencia y la dispersión o diáspora de los judíos. Recién en 1948, después de 1800 años, Israel se constituyó de nuevo como Estado independiente.

86. El clima socio-religioso al tiempo de Jesús era densamente apocalíptico y mesiánico. El pueblo oprimido esperaba un libertador, descendiente de David. También los apóstoles creían que Jesús iba a liberar a Israel del poder de Roma y de los Asmoneos. Jesús se declaró Mesías, pero evitando toda connotación política, porque su misión y su proyecto era instaurar el Reino de Dios, que “no es de este mundo” (Jn 18,36), sino religioso-espiritual-moral. Los Zelotes, Fariseos, Herodianos y Esenios se sumaron a los movimientos populares causando una tensión latente, que ponía en peligro la paz social. En este contexto Jesús anunció la Buena Noticia del Reino de los Cielos, enderezando los anhelos del pueblo hacia “ los bienes de arriba” (Col 3,1-2) y obrando la liberación no del imperio romano, sino del imperio de Satanás (1Jn 3,8), y no solo para Israel sino para toda la humanidad (Mt 28.19).

87. El Reino de Dios que esperaban los judíos era la restauración del reino davídico, con libertad, poder, prosperidad para todos, la victoria sobre los enemigos y una paz perpetua. Los profetas y los sabios del A.T. empezaron a darse cuenta de que sus esperanzas no se cumplían plenamente, pues veían que los justos perecían, los malos prosperaban y los enemigos triunfaban. Primeramente lo atribuyeron a la infidelidad del pueblo ( 2Crón 7:14), luego profundizando la reflexión sobre la historia y la conducta de los hombres, fueron comprendiendo que las promesas de Dios apuntaban más arriba, hacia los bienes espirituales y eternos. Surgió entonces la esperanza de una retribución y una justicia que se haría realidad en el más allá.

Jesús arranca desde estas perspectivas y expectativas para anunciar la Buena Noticia de la salvación eterna, de la liberación moral, espiritual y social. Veamos en detalle algunas promesas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

88. Son muy recurrentes las promesas de salvación y de prosperidad. Después de la promesa a Adán y Eva (Gn 3,15) y el pacto con Noé y su familia (Gen 9,9-17), Dios establece una alianza con Abrahán en vista del comienzo de la Historia de Salvación. Dios se dirige al primer patriarca del pueblo de Israel diciéndole: “haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Gen 12,2-3); “Yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres” (Gn 18,25). Al pueblo en Egipto le dirá: “Ustedes serán mi pueblo, y Yo seré su Dios”; y sabrán que yo soy Jahvé su Dios, que los sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto” (Ex 6,7; Ex 19,5). “Si cumplen mis decretos y guardan mis mandamientos, y los ponen por obra,  yo les daré lluvia a su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Su trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comerán su pan hasta saciarse, y habitarán seguros en su tierra. Y yo daré paz en la tierra… y la espada no pasará por su país…. Y pondré mi morada en medio de ustedes” (Lv 26,3-12).

89. En el libro del Deuteronomio leemos: “Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Yahvé tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.(Dt 8,5-10). En Isaías 41,10 leemos: “No tengas miedo, pues yo estoy contigo… te sostengo con mi mano victoriosa”. En el Salmo 91,10: “No te sobrevendrá ningún mal, ni la enfermedad llegará a tu casa…”

90.A pesar de tantas promesas de parte de Dios, el pueblo de Israel muchas veces sufrió reveces, carestías, invasión de los enemigos, destierro, que interpretaron como castigos de Dios. Entonces desde el sufrimiento y la desgracia suplicaban a Yahvé por la libertad, la paz y la prosperidad. Los profetas anunciaron así la venida del Mesías: un Rey descendiente de David que restauraría un Reino eterno (Dn 7,14; Lc 1,33); un Siervo de Yahvéh que cargaría con los pecados del pueblo (Is 53); un Hijo del Hombre que vendría del cielo con poderes divinos (Dn 7,11-14); un Gran Profeta que les revelaría toda la verdad de Dios (Dt 18,18; Jn 4,25-26); “su nombre será Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Is 9,6). Con estas promesas el pueblo de Israel fue viviendo con esperanza durante varios siglos, proyectados hacia el futuro.

91.Jesús promete salvación a los que creen y se bautizan (Mc 16,16); a los que comen su carne y beben su sangre (Jn 6,54); promete el perdón a los que se arrepienten y se convierten (Jn 20,23); promete el Reino de los Cielos a los pobres de espíritu, los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón y los que luchan y sufren persecución por la justicia y el Evangelio (Mt 5,3-12). Promete la vida eterna a los que hacen obras de caridad (Mt 25,34-46), a los que cumplen los mandamientos (Mt 19,17), a los que ponen a fruto los talentos recibidos de Dios (Mt 25,14-30), a los que “pierden su vida” por el Reino de Dios (Mt 10,39; Mt 5,11-12). A los discípulos y apóstoles les promete hacerlos sentar sobre doce tronos junto a él (Lc 22,30) y

prepararles una mansión en la casa del Padre (Jn 14,2-3). También promete estar en medios de aquellos que se reúnen en su nombre para orar (Mt 18,20), y concederles todo lo que le piden con fe (Jn 14,13). Promete habitar dentro de nosotros junto al Padre (Jn 14,23). Prometió y envió el Espíritu Santo para iluminar y fortalecer a los que creen en él (Jn 15,26). Y por fin prometió acompañar a sus discípulos hasta el fin del mundo (Mt 28,20); y que “los justos brillarán como el sol en el Reino de los Cielos” (Mt 13,43).

92.En el A.T. los israelitas esperaban la venida del Mesías. Los cristianos esperamos la segunda venida del Señor, como él prometió (Mt 25,31). Las primeras generaciones de cristianos creían que el retorno de Cristo sería inminente, y que vendría para el juicio universal. Pero San Pedro advirtió que “para Dios un día es como mil años, y mil años como un día” (2Pdr 3,8), y que no debían alarmarse, pero sí estar preparados. El mismo Jesús exhortó a estar prevenidos, porque nadie sabe cuando el Señor vendrá a buscarnos (Mt 24,36.42). Será “en la hora menos pensada” (Mt 24,44). Y mientras tanto, según San Pablo, cada uno debe cumplir con su tarea, trabajar y esforzarse por alcanzar la santidad; porque algunos con el pretexto de la inminente venida del Señor, no trabajaban y se metían en todo; “Quien no quiere trabajar, qué no coma” (2Tes 3.10); y “El que siembra poco, cosechará poco; el que siembra generosamente, cosechara generosamente” (2Cor 9,6) les dice el apóstol.

93.Además de los Evangelios, también los otros escritos del N.T. reportan muchas promesas, siempre en orden a la vida espiritual y a la salvación eterna: "Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna" (1Jn 2,25). San Pablo afirma: “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Rom 10:13). "Mi Dios, suplirá todo lo que les falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" ( 2Cor 4:19). En los Hechos de los Apóstoles leemos: “Recibirán poder, cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los confines de la tierra de la tierra” (Hch 1,8). En el Apocalipsis leemos: “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apc 2,11). “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono ” (Apc 3,21). "Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apc 21,4). “El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas” (Tes 5,24).

94.Las promesas de la Biblia responden a las esperanzas más profunda del corazón humano: vida, plenitud, salvación, felicidad. La Historia Sagrada nos enseña, a través de la vivencia del pueblo de Israel y luego a través de la Iglesia, que la vida humana, tiene su último destino y su cumplimiento perfecto, ahí donde tuvo origen, es decir en Dios. Los Hebreos esperaban de Dios la abundancia de bienes terrenales, a cambio de su fidelidad religiosa y moral. La riqueza era un signo de la bendición de Dios para con sus fieles servidores (por eso los Apóstoles se extrañaron cuando Jesús dijo que a los ricos les será muy difícil salvarse). Cristo promete una riqueza superior, mucho más grande, en la comunión con Dios, que satisface plenamente el corazón humano: “Quien tome del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed” (Jn 4,14).

95.La promesa más grande que podemos hallar en la Biblia es la plenitud de vida y felicidad en la participación de la vida divina, superando el vacío, la soledad y la muerte. “Si fuera verdad – dijo alguien – sería maravilloso”, pues desaparecería el miedo y la tristeza, podríamos vivir desde ya con mucha paz, esperanza y alegría. Pero ¿cómo no va a ser verdad? Acaso Jesús no vino al

mundo precisamente para realizar esta obra maravillosa, que llamamos “salvación”? El Señor nos lo asegura, como al buen ladrón: “Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23,43); “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mi, aunque haya muerto vivirá” (Jn 11,25); “Los buenos resucitarán pala vida eterna” ((Mt 25,46)… Por eso San Pablo dice: “Para mí, vivir es Cristo, y la muerte es una ganancia” (Flp 1,21); y también: “Buscad los bienes de arriba” (Col 3,1). San Pedro afirma: “Les será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (1Pdr 1,11).

LA BIBLIA, MANUAL DE ORACIÓN

96.En la Biblia hay varios pasajes que hablan de la oración, donde nos dice qué es orar, como orar, por qué orar, cuando orar. Podríamos afirmar que toda la Sagrada Escritura es una oración, si entendemos por orar, elevar nuestra mente y nuestro corazón hacia Dios. A todo ser humano la oración le sale espontánea, si deja que su espíritu exprese sus deseos de infinito, plenitud y perfección; pues Dios es precisamente todo esto, y nadie más. En efecto una de las definiciones más acertada de la oración es “encuentro” o “diálogo con Dios”. En la Biblia, desde la primera página, se establece el diálogo entre Dios que busca al hombre, y el hombre que busca a Dios.

97.Todos los grandes protagonistas de la Historia Sagrada han sido hombres de oración. Solo para recordar a los más significativos, señalamos para el A.T. a Abrahám, Moisés, David, Salomón, los profetas, Job; y para el N.T. al mismo Jesús, la Virgen, Juan Bautista, los Apóstoles, San Pablo… Los que oran se dirigen a Dios movidos por distintos motivos: por la necesidad, por el amor, la gratitud, la admiración…; para pedir perdón, ayuda, alivio, protección, victoria sobre el mal, los enemigos y las enfermedades…; para salir de la estrechez y los límites de lo material y lo temporal; para hallar una plenitud que no se encuentra en los bienes de la vida presente… En la Biblia – especialmente en los salmos - encontramos todas estas formas de oración: alabanza, adoración, propiciación, acción de gracias, petición; oración individual y oración de todo el pueblo; oración cultual, litúrgica y oración libre; oración en la desgracia y la angustia, y oración en la alegría y la paz.

98.El orante bíblico está seguro de que Dios lo escucha y atiende con bondad a sus plegarias. “Clama a mí y yo te responderé” (Jr 33,3). El salmista dice: “Yahvé oirá cuando yo a Él clamaré” (Sal 4,3); "Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne" Sal 65,2); y también: “Dios que ha creado el oído ¿acaso no va a escuchar?” (Sal 94,9). Por boca del profeta Isaías, Dios promete: "Antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído" (Is 65,24). Jesús nos asegura: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá” (Mt 7,7). Y nos invita a pedir en su nombre: "Hasta ahora nada han pedido en Mi nombre; pidan y recibirán... En verdad, en verdad les digo: si piden algo al Padre, se lo dará en mi nombre” (Jn 16,24). San Juan dice: “Ésta es la confianza que tenemos en EL, que si pedimos cosa conforme a su voluntad, El nos oye” (1Jn 5,14).

99.En la Biblia se nos dice que debemos rezar con fe, creyendo y confiando en Dios. Nos bastan algunas citas del N.T. “Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán” (Mc 11,24). “En verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: ``Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mt 17,20; Lc 17,6). “Si

puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mc 9,23). “Pida con fe, no dudando nada” (Stgo 1,6). “El justo vivirá por la fe” (Rm 1,17). "Sin fe es imposible agradar a Dios " (Heb 11:6). “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb.4:16). “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mt.7,11). “Echen toda su ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de ustedes” (1P.5:7; cfr Sal 55,22). “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con El todas las cosas?” (Rom.8,32). Nuestra fe se fundamenta en la bondad, la paternidad y el poder de Dios, y la intercesión de su Hijo Jesucristo: “Crean en Dios; crean también en mí” (Jn 14,1; cfr 11,26).

100. Otras condiciones importantes para ser escuchados por Dios, es orar con el corazón limpio, hacer la voluntad de Dios, estar unidos a Cristo, no cometer maldades y tener caridad para con el prójimo. “Cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de El, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de El (1Jn 3:20-22). “Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieren, y les será hecho” (Jn. 15,7). “La oración del justo es poderosa y eficaz” (Stgo 5,16). “Cuando estén orando, perdonen, si tienen algo contra alguno, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas” (Mr.11,22-25). En el Padre nuestro Jesús nos hace pedir: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6,12). Antes de ir a orar, debemos reconciliarnos con nuestros hermanos: "Si, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda" (Mateo 5,23-24).

101. Muchas veces hacemos oración, pero no conseguimos nada. El Apóstol Santiago explica por qué: “Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Piden y no reciben nada, porque piden con malos propósitos, para gastarlo en sus deleites” (Stgo 4,2-3). Es evidente que si solo nos dirigimos a Dios para pedirle bienes materiales (salud, dinero, poder, éxito, placer…), sin preocuparnos de nuestro bien espiritual, del bien del prójimo y de la gloria de Dios, seguramente no tendremos respuesta. Peor si pedimos venganza, castigos y maldiciones contra los demás, porque contradice a lo que el Señor nos exige como primer mandamiento: amor, caridad, compasión, misericordia. Otros piden con impaciencia, pretendiendo de Dios que los escuche de inmediato, mientras llevan una conducta indebida: viven en concubinato, se dan al vicio y a la lujuria, no cumplen con el día festivo, actúan con egoísmo y orgullo, hacen daño al prójimo, odian, calumnian, envidian etc. ¿Cómo quieren que el Señor los escuche? En el salmo 49 Dios dice: “¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?” (Sal 50,16-17).

102. La Biblia nos enseña que debemos orar siempre y en todo lugar, con humildad, con perseverancia: “Oren sin cesar” (1Tes 5,17). "Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu" (Ef 6,18). “Oren en todo lugar” (1Tim 2,8). Jesús en una de sus parábolas (la de la viuda y el juez injusto) enseña sobre la necesidad de “orar siempre sin desmayar” (Lc 18,1). San Pablo exhorta a los Romanos: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración” (Rom 12,12). Oración permanente no significa estar todo el día de

rodilla, sino estar unidos a Dios, con el corazón y con la voluntad, anhelando su presencia y su amparo, gozando de su benevolencia y amor; significa mantener consciente el deseo de infinito y absoluto, que nos mantiene en contacto con Dios. Jesús mismo nos dice: “Cuando oren, no multipliquen las palabras, como hacen los paganos… porque su Padre sabe de qué cosas necesitan, antes que ustedes se las pidan" (Mt 6.7-8).

103. Jesús pide una oración sincera, auténtica, no como la de los fariseos, a quienes llama hipócritas, porque “les gusta ponerse en pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para ser vistos por los hombres” (Mt 6,5). “El Señor está cerca de quienes lo invocan,de quienes lo invocan en verdad “(Sal 145,18). Siempre hay gente que se hacen los santos, pero el orgullo los traicionan, porque reaccionan con violencia cuando se les niega aprecio. Los verdaderos santos son humildes y sinceros. La oración es sincera cuando nace de situaciones reales o angustiosas y también de momentos de verdadero gozo: nadie hace teatro cuando sufre o cuando experimenta una grande alegría; le sale espontánea la súplica, la gratitud y la alabanza hacia Dios. El Apóstol Santiago dice: “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor” (cfr Sal 18,6).

104. Muchas veces no sabemos como orar, nos sentimos fríos, débiles en la fe, pobres de sentimientos, incluso aburridos… San Pablo nos exhorta a invocar al Espíritu Santo, a “orar en el Espíritu” (Ef 6,18), para que nos anime desde adentro: "El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como nos conviene, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros con gemidos indecibles" (Rom 8,26-27). Y debemos pedirle al mismo Espíritu Santo que active en nosotros sus siete dones, recibidos en el Bautismo y la Confirmación, para que ilumine nuestra mente y nuestra consciencia (con los dones de la sabiduría, entendimiento, ciencia y consejo), y mueva nuestro corazón y nuestra voluntad (con los dones de la piedad, fortaleza y temor de Dios). Jesús dijo a la Samaritana que “de ahora en adelante a Dios hay que adorarlo en Espíritu y en verdad” (Jn 4,23).

105. Ya sea el pueblo de la Antigua Alianza como el pueblo de la Nueva Alianza, dan preferencia a la oración cultual, litúrgica, comunitaria. Jesús dijo: “Si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo para pedir algo en oración, mi Padre que está en los cielos se lo concederá; porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,19-20). El pueblo de Israel tenía todo un calendario de fiestas y un ritual pormenorizado de ceremonias y celebraciones. Jesús remplazará los antiguos sacrificios con el único sacrificio del Calvario, anticipado en la Ultima Cena. El será el sacerdote y la víctima del nuevo acto de culto. En la Eucaristía se juntan el sacrificio de acción de gracias, de expiación y de comunión. En el sacrificio de acción de gracias los israelitas ofrecían las primicias de sus cosechas y de su ganado, como pueblo de agricultores y de pastores; en el sacrificio de expiación sacrificaban un novillo para la purificación del sumo sacerdote, del pueblo, del templo y del altar; luego ofrecían un chivo como víctima de expiación; y otro chivo “cargado con los pecados del pueblo” (chivo expiatorio) empujándolo hacia el desierto (Cfr Lv 16). En el sacrificio de comunión, comían la carne cocida con fuego divino, para tomar contacto (comunión) con Dios. Cristo, como nuevo Sumo Sacerdote, se ofrecerá él mismo (su cuerpo y su sangre) al Padre, como ofrenda de acción de gracias y de expiación; y se dará a los hombres en comunión como “pan de vida eterna”, para hacerlos partícipes de la vida divina.

106. En la “oración sacerdotal” (Juan 17) Jesús habla de una doble consagración. Él a «quien el Padre consagró y envió al mundo» (Jn 10,36), se consagra a sí mismo y ruega que, por su consagración, los discípulos sean consagrados (Jn 17,17-19). La palabra «santificar, consagrar», significa traspasar algo - persona o cosa - a la propiedad de Dios, y especialmente su destinación para el culto, para el sacrificio (cf. Ex 13,2; Dt 15,19); y destinar a un hombre a Dios y al culto divino (sacerdocio - cf Ex 28,41). Cristo es “el Santo de Dios” (Jn 6,69), consagrado y enviado por el Padre para reconciliar el mundo con Dios. Al decir “me consagro a mi mismo” (Jn 17,19), Jesús acepta su misión sacerdotal y de víctima expiatoria (cfr. la carta a los Hebreos) ofreciéndose para el sacrificio. El es el Siervo de Yahvé, que carga con la iniquidad de todos (Is 53,6), que se ofrece a sí mismo como expiación (Is 53,10), que lleva el pecado de muchos (Is 53,12). Como buen Pastor, Jesús ofrece cinco veces la vida por sus ovejas (Jn 10, 11.15.17.18) El Señor pide al Padre que consagre también a sus apóstoles (Jn 17,17) para asociarlos a su misión y su sacerdocio. De esa manera el Señor quiere perpetuar, a través de “sus consagrados”, el sacrificio (Eucaristía) a través de los tiempos, “para la vida del mundo” (Jn 6,51). Nos encontramos frente al propósito supremo de toda la Historia de la Salvación: el acto de culto de valor infinito, porque divino, para la gloria de Dios y la “santificación”, “consagración”, y salvación de los hombres (cfr 1Pdr 2,9; 2Pdr 1,4).

107. En la biblia hay muchas oraciones admirables, como la súplica de Abrahám (Gn 18,22-32), el cántico de Moisés (Ex 15), la oración de bendición de David (1Cr 29,10-20), la alabanza a Dios de Tobías (Tb 13), los salmos, el canto de alabanza de Isaías (Is. 25), la oración de Jeremías (18,19-23; 20,7-18), el cántico de la Virgen (magníficat: Lc 1,46-55), el cántico de Zacarías (benedictus: Lc 1,67-79), la acción de gracias del sacerdote Simeón (Lc 2,28-32), el Padre Nuestro (Mt 6,9-13), la oración y alabanza a Dios de Pablo (Ef 3,14-21) etc. Pero ninguna oración, ninguna liturgia puede superar en grandeza, eficacia y belleza, la oración de Cristo, es decir su “sacrificio de acción de gracias, de expiación y de comunión”, que celebró en el Cenáculo, en el Calvario y se perpetúa en todos los altares de la Iglesia. Y eso por la simple razón de que Cristo es el Sacerdote y Ofrenda divina, que ora con un corazón divino, cargado de amor, belleza y perfección infinitos. Y nosotros podemos hacer nuestra la oración de Cristo, para nuestra salvación.

LA BIBLIA, HISTORIA DE LA SALVACIÓN

108. Si preguntamos a la gente si está totalmente satisfecha con su vida, si es feliz del todo, seguramente recibiremos una respuesta negativa. Todo el mundo sueña con una vida mejor, física, psíquica, moral y espiritualmente. El hombre es un ser malogrado y frustrado, porque el mal se ha introducido en su cuerpo, en su alma y en su vida, en la familia y en la sociedad… La Biblia explica el origen del mal con la historia del pecado original (Gen 3). “La muerte entró por el pecado… y se extendió a todos los hombres”, dice San Pablo (Rom 5,12); “Fruto del pecado es la muerte”, repite el apóstol (Rom 6,23; cfr Gal 6,8). ¿Será posible revertir esta situación de límite, pecado, sufrimiento y muerte? Dios nos ha creado para ser felices; lo sentimos en nuestra naturaleza como el deseo más grande y el fin principal de nuestra vida. Ni Dios ni nosotros hemos renunciado a este sueño. En seguida que Adán y Eva pecaron y perdieron la felicidad,

Dios les prometió enviarles un Salvador. Por su parte todo hombre busca afanosamente alcanzar esos bienes que lo hagan feliz.

109. La Biblia nos dice que Dios, para restaurar y recuperar al hombre caído y sufrido, armó la “Historia de la Salvación”, que culminará en Cristo. Desde Abrahán hasta Jesús de Nazaret pasaron muchos siglos y mucha historia. Algunos podrían preguntar por qué Dios no salvó inmediatamente a la humanidad, impidiendo que siguieran el camino del mal e involucrando a toda la descendencia. Podemos afirmar que Dios intervino en seguida, pero los hombres siguieron pecando; y Dios no podía impedirlo; o mejor, hubiera podido, pero solo quitándole la libertad. Pero eso significaría quitarle también la posibilidad de amar. Y Dios quiere amor, no esclavitud. Los hombres usaron, y usan mal su libertad, alejándose de Dios y procurándose toda clase de males.

110. La Historia de la Salvación, según los relatos bíblicos, no comienza con Abrahán, sino con los primeros hombres. Dios les hizo ver su pecado y sus consecuencias; más bien les había advertido con anticipación que si no le obedecían, incurrirían en la muerte. Pero ellos no le hicieron caso; le creyeron al demonio, que les insinuó que serían como Dios si comían de esa fruta prohibida. A pesar de que Dios seguía hablando en la consciencia de los hombres para encaminarlos hacia el bien, éstos no hicieron caso. Lamec, descendiente de Caín, dijo: “He matado a un hombre por herirme, a un muchacho por golpearme; si a Caín lo vengarán siete veces, a mi tendrán que vengarme setenta y siete veces” (Gn 4,23). El pecado fue endureciendo el corazón y oscureciendo la consciencia. Los hombres se pervirtieron tanto que Dios decidió empezar de nuevo con Noé y su familia, quienes se habían mantenido buenos. Pero luego los descendientes de Noé se multiplicaron y volvieron a cometer maldades. El relato de la torre de Babel explica la soberbia y la rebeldía de los hombres contra Dios: quisieron alcanzarlo en el cielo, pero Dios los dispersó confundiendo sus idiomas. El mal había hecho metástasis en toda la humanidad, arraigándose siempre más, entonces Dios decidió iniciar con Abrahán una obra de rescate y salvación, que alcanzará su cumbre en Cristo.

111. La salvación es un proceso, un camino, que requiere iluminación de la mente, fortaleza para vencer el mal y optar por el bien, y perseverancia en la conversión. Lo primero que hizo Dios fue apartar a Abrahán de su ambiente idolátrico y pervertido; le pidió fe y confianza; le prometió una tierra fértil y una descendencia numerosa. Lo atrajo con los bienes que podían motivarlo a aceptar su invitación. Puso a prueba su fe, y luego cumplió con las promesas. De la descendencia de Abrahán saldrá el pueblo elegido, que será portador de la promesa de un Salvador para toda la humanidad. El pueblo de Israel (del segundo nombre de Jacob), anduvo recorriendo los caminos del bien y del mal durante muchos siglos. Dios lo acompañaba y trataba de formarlo y santificarlo, haciendo alianzas, manifestándole su poder y su presencia, defendiéndole de los enemigos, indicándoles normas de conducta (los diez mandamientos), elevando paulatinamente su nivel moral y espiritual por medio de la predicación de los profetas.

112. El pueblo de Israel no siempre respondió al plan de Dios y a su voluntad. La Historia de Salvación no es una ideología ni una novela con personajes ideales y etéreos, sino una historia de hombres reales en relación con Dios. Y como sucede siempre en las relaciones personales, hubo momentos y períodos felices de buena convivencia, en que el pueblo reconocía, obedecía y aclamaba a Dios; y momentos y períodos en que fue infiel a Dios y su Alianza y se apartó de

su Ley. Es una larga historia, atormentada, de idas y vueltas, de favores y castigos, de prosperidad y desgracia, de libertad y esclavitud, de amor y rechazo…Por medio de los profetas, Dios intentó de mil maneras guardar en el bien a este “pueblo de dura cerviz” (Ex 32,9). Al final solo un “resto de Israel” (Rom 9,27; 11,5), fiel a Dios, recibió, “en la plenitud de los tiempos” (Gal 4,4; cfr Mc 1,15), al Mesías, Jesucristo el Salvador. La historia de Israel se repite en cada hombre: Dios trata de conducirnos por los caminos del bien y la salvación, pero no siempre le hacemos caso, y nos perdemos en otros caminos que puntualmente nos llevan a la frustración y el vacío, y muchas veces al mal , la angustia y la muerte

113. San Pablo en 1Cor. 15,20-28 y en Ef. 1,4-12, con una vigorosa descripción, habla del plan de salvación, en que todos los hombres son conducidos al Padre por medio de Cristo. A los discípulos de Emaús, Jesús mismo les recuerda todo lo que las Escrituras hablaban de Él, como Mesías que debía venir al mundo, padecer y morir para entrar en su gloria (Lc 24,25-27). En los Hechos de los Apóstoles leemos: “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos” (Hch 4,12). El ángel Gabriel le dice a la Virgen que el niño que nacerá de ella, deberá llamarse Jesús, que significa Salvador. Los ángeles en Belén anuncian a los pastores la gran noticia del nacimiento del Salvador (Lc 2,11). Todo el Nuevo Testamento habla de Cristo como Mesías, Hijo de Dios, Redentor y Salvador del mundo.

114. ¿Cómo nos salva, y de qué nos salva Cristo? Para San Marcos, Jesús es el portador de la salvación, porque en la resurrección manifiesta su divinidad. Para San Mateo, Cristo es aquel que nos remite los pecados y da comienzo a la nueva ética del Reino de Dios. Para San Lucas, el Señor es el consolador y el salvador de todos los oprimidos y de todos los pobres, que por pura misericordia perdona también al ladrón crucificado a su lado. Para San Juan Jesús es el verdadero y fiel revelador que trae la salvación haciendo posible el verdadero conocimiento de Dios, que “nadie ha visto jamás” (Jn 1,18), porque El es “una sola cosa con el Padre” (Jn 10,38); solamente en el Espíritu y en la verdad es posible una verdadera experiencia de Dios (Jn 4); por eso Jesús se revela como “luz”, “vida” y “buen Pastor”. Para San Pablo la salvación viene de Dios por la “justificación” obrada por Cristo (cfr Rom 5,1-11), que nos merece la resurrección (Rom 4,16 sgs), que espera gimiendo con toda la creación (Rom 8).

115. Traducido en términos modernos, salvación quiere decir la liberación del mal y la posibilidad de ser felices. Son dos realidades – el sufrimiento y la felicidad – que nos acompañan siempre en el camino de la vida. ¿Cómo se hace realidad en nosotros la salvación de Cristo, según los datos bíblicos? En la vida presente podemos ya gozar de la salvación, aunque sea de manera limitada, a través de la Palabra, los Sacramentos y la oración. La Palabra de Dios ilumina nuestra mente y nuestra consciencia para el camino de la verdad y del bien; los Sacramentos nos comunican la gracia de Dios y nos hace partícipes de la vida divina. La oración, especialmente la contemplación, mantiene viva en nosotros la presencia y el amor de Dios. La verdad, la vida y el amor se nos concederá con plenitud en la eternidad, porque ya no contemplaremos a Dios en la fe, la esperanza y el deseo, sino en la visión directa, “cara a cara” (1Cor 13,12) en todo su esplendor y para siempre. Eso será la felicidad total, es decir la salvación.

116. La salvación de Cristo comienza a ser efectiva en la vida terrenal, porque al practicar su Evangelio de amor y virtud, nos vamos perfeccionando y mejorando nuestras relaciones con

Dios y con los demás; eso nos hace sentir bien. Al ser perdonados de nuestros pecados y al sentirnos amados por Dios, y al amar y agradar a Dios, experimentamos paz y alegría. Los místicos llegan a vivir el cielo ya en la tierra, porque sienten a Dios como plenitud de su alma. Viviendo en santidad y luchando por el Reino de Dios y por la salvación de los demás, sabemos que nos espera una “gran recompensa en el Reino de los Cielos”(Mt 5,12); eso aumenta nuestra alegría. Sabiendo que si somos “servidores buenos y fieles” (Mt 25,23), seremos invitados a “entrar en el gozo del Señor” (Mt 25,23), y eso nos da esperanza y gozo. Si atendemos con caridad a los pobres, enfermos, presos, encarcelados y todos los necesitados y sufridos, el Señor lo tendrá hecho a sí mismo, y nos invitará a pasar como “buenos” y “benditos” a la vida eterna (Mt 25,46); otro motivo más que acrecienta nuestra felicidad terrenal.

117. La salvación de Cristo se va haciendo realidad por medio de la Iglesia, animada por el Espíritu Santo. Los Hechos de los Apóstoles nos relatan los acontecimientos de Pentecostés en Jerusalén, donde empezó la conversión de miles de hombres venidos de todas partes para constituir el nuevo pueblo de Dios, el pueblo de la Nueva Alianza, santificado y amado por Dios. Jesús explicó con sus parábolas, que el Reino de Dios es como un grano de mostaza que se convierte en arbusto, se hará grande y cobijará a las aves del cielo. La misión de la Iglesia es llevar la salvación de Cristo a todos los pueblos, por mandato del mismo Señor. Pero el “mundo” se resiste, se niega a aceptar la salvación, porque creen que pueden encontrar la felicidad en la tierra y en los bienes temporales. Pero es sabido que nadie vive plenamente feliz, ni muere feliz, porque sin Dios le falta al corazón humano ese infinito y ese absoluto que hace la plenitud de su gozo.

118. Para el hombre de ciertas sociedades secularizadas, que han perdido el sentido de la trascendencia y el contacto con Dios, hablar de salvación, vida eterna, paraíso e infierno, suena a fantasía, ilusión e ignorancia. Creen que la única dimensión de la realidad es la material, física, biológica; que Dios y el más allá son pura mitología. Pero si se les pregunta por el origen y la organización del universo; por la tendencia de la mente hacia lo absoluto, los deseos de infinito del corazón, y la necesidad de perfección moral de la consciencia, como también una explicación para los fenómenos paranormales y místicos…; y por último si le les pregunta acerca de Cristo, de sus milagros, su Evangelio, su muerte y resurrección…. entonces responden que solo creen en lo que tocan, ven y miden con los instrumentos de la ciencia. Pues entonces no tendrían que creer en la vida, en el amor, en la materia, en la gravitación universal, en el “diseño inteligente” del cosmos, y en tantas cosas que están a la vista, pero que la ciencia no explica. Jesús estigmatiza a aquellos que se creen sabios e inteligentes, pero que no son capaces de entender las cosas de Dios (cfr Lc 10,21; Mt 16,3).

119. ¿Por qué la Iglesia considera a Cristo como el único Salvador, y nadie más? Porque así lo afirman las Escrituras (Hech 4,12; 1Cor 8,6). San Pablo escribe a Timoteo diciendo: “Hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús. El se entregó a la muerte en rescate por la salvación de todos” (1Tim 2,5-7). El mismo Jesús dijo: “Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6); “Sin mi no podéis hacer nada” (Jn 15,5). Eso se entiende si comprendemos que para reconciliar a los hombres con Dios, se necesita una reparación adecuada de las ofensas y pecados contra Dios. Y eso solo puede hacerlo Jesucristo, porque también El es Dios, pues en El “reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Col 2,9); es el “Hijo único que está en el seno del Padre” (Jn 1,18); es el “Hijo de su amor, en quien

tenemos la redención. Pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col 1,13-14.19-20). Sólo Cristo puede ofrecer al Padre un amor infinito que le hace olvidar las ofensas de los hombres. Cristo es el Sumo y eterno Sacerdote-Víctima (cfr Hbr 9,11-28) que está delante del Padre intercediendo por nosotros. En atención al “Hijo de su amor”, que demostró un amor total, sin límites, ofreciendo su vida, el Padre se aplaca totalmente y nos perdona generosamente. +Fr. Roberto Bordi ofm

CONCLUSIÓNAl terminar este librito, queda todavía mucho por decir, reflexionar, meditar, porque la Biblia es inagotable en su contenido y en su profundidad. Cada pueblo y cada hombre, en las etapas de su vida y su historia, puede hallar en las Sagradas Escrituras las luces para hacer un camino de salvación. La Palabra de Dios se dirige a la mente, al corazón y a la consciencia. Hemos visto como Dios se manifiesta y revela su rostro, su voluntad, su amor, para que el hombre encuentre en El la vida plena. La Biblia relata la Historia de Salvación, que nace del corazón de Dios, quien elige y acompaña al pueblo de Israel y luego a la Iglesia, para que sean lugar de encuentro con toda la humanidad. Un encuentro que apunta a la comunión con la SSma. Trinidad, que es el “fundamento, meta y fiesta” para todo ser humano (cfr. Pensamientos 21). Hemos subrayado la centralidad de Cristo en esta gran “historia de amor” que es la Biblia. Gracias a él recibimos todos los bienes, ya sea de la tierra como del cielo, porque El es el único Mediador y Salvador; así lo señalan los Evangelios y todos los libros del N.T. Todas las promesas de la Antigua Alianza se cumplen en Cristo, y todas las promesas de la Nueva Alianza se van cumpliendo también “por Cristo, con Cristo y en Cristo”. El Nuevo Testamento nos lo presentan como el portador de la Palabra, de la Gracia y de la Vida divina. El es el mediador del amor infinito del Padre que se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo; nos brinda todos los recursos morales y espirituales para alcanzar a Dios y descansar en su gozo eterno. Se hace posible así el cumplimiento del atormentado destino del hombre, que Dios tenía previsto desde su creación, pero que el mismo hombre malogró con su pecado. Podemos afirmar entonces que la Biblia no es otra cosa que la historia de Cristo que viene a rescatar al hombre para conducirlo a su destino de felicidad. El A.T. como preparación a la venida de Cristo; el N.T. como presencia de Cristo Salvador hasta el fin de los tiempos. +Fr. Roberto Bordi ofm