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Georg Dreissig El fortalecimiento interior de los niños Los cuentos como estímulo del auto-descubrimiento 1, 2 y 3

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Georg Dreissig

El fortalecimiento interior de los niños

Los cuentos como estímulo del auto-descubrimiento

1, 2 y 3

Traducción: Ana María Rauh

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Introducción:

¿Quién es el niño que ha llegado junto a nosotros?

¿Cuáles son sus necesidades y que ayudas podemos brindarle para que pueda encontrarse consigo mismo, para que pueda recordar sus metas y llevarlas a la realización?

Lo expuesto a continuación, en primer lugar tendrá que alentarnos a tomar en serio nuestras propias preguntas y percepciones, que se presentan en el trato con niño y confiar en ellas. Si logramos desprendernos de algunos prejuicios acerca del ser del hombre y las metas de la educación, nuestra mirada se libera para poder tomar en cuenta aquello que el niño mismo nos quiere comunicar acerca de su ser.

Quien se encuentra con el niño en tal apertura interrogante notará muy pronto que el niño mismo trae consigo a la vida ese cúmulo de fuerzas que lo facultan a la configuración de su personalidad, de sus propósitos. Notará empero al mismo tiempo que el niño no tiene consciencia de esa riqueza que fácilmente puede ser tapada por impulsos ajenos al ser del niño. El hecho de que la educacion pueda ser fructífera depende de dos cosas: en primer lugar del hecho de en qué medida se logra revelar, descubrir par a la toma de posesión y el manejo del niño, el tesoro existente en el alma, vigorizando las fuerzas propias de modo tal que puedan resistir a las influencias externas;y en segundo término de la naturaleza de las “herramientas” que los niños poseen para el desarrollo de las fuerzas anímicas propias y que deben servir para la realización de sus proyectos.

Frente a este planteo queda en evidencia la importancia de las fiestas y de los cuentos para la vida del niño: son las llaves que abren la cámara de los tesoros de su alma y por otra parte son herramientas para configurar las facultades propias interiores, su biografía personal y el mundo.

Lo expuesto a continuación quiere brindar los incentivos para el empleo adecuado de estas claves y herramientas. Los diferentes capítulos poseen un contexto interior, se ha tratado empero de que cada capítulo conforme una unidad con respecto a la cuestión planteada.

George Dreissig

NUESTRO NIÑO (HIJO)- SER INVISIBLE

¿Cuánta instrucción (formación) soporta un niño?

¿De qué manera deben ser educados nuestros niños? El año pasado esta pregunta ha sido utilizada como título principal en los diarios. Motivo para ello han sido el debate referido a

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la educación realizada por la esposa del canciller, Schröder- Köpf en la revista “Bild” (imagen) en el verano 2001 y los resultados del Estudio-Pisa a fines del año 2001.

Con gran preocupación se observa el creciente desgano de los niños con respecto al aprendizaje que puede llegar a la negación total, la creciente agresividad ya en el jardín de infantes, la corrupción moral, para mencionar tan solo algunas de los problemas. Estos hechos han llegado a la conclusión de que la educacion infantil debe ser más severa y más eficiente. A las aulas debe retornar la cortesía y el cumplimiento del deber, la modestia y la laboriosidad ¡quien pudiera oponerse a esto!

Por más evidentes que son estos valores y por más claras las metas señaladas, en todo ese planteo casi no ha aparecido en los debates la pregunta decisiva, vale decir la pregunta: ¿Quién es en realidad ese niño al que se busca educar? Acorde a ello faltaron asimismo las flexiones acerca de que si esos valores y estas metas son propios de los niños, metas y valores que serán impuestos con mayor medida a través de la educación. En nuestra sociedad no puede empero, descontarse el conocimiento de este saber. Las dificultades en el sector educativo pueden tener su origen – por el contrario – justamente por el motivo de que ya se ha educado en exceso sin que las medidas y metas hayan tomado en cuenta el ser mismo del niño.

Existen conceptos muy definidos acerca de aquello que necesita “la sociedad”, lo que necesita “la economía” ¿Cómo se vinculan empero con ello las necesidades de los niños, sus preguntas, esperanzas, sus urgencias? No puede ser evitada la catástrofe cuando en la educacion se intenta transmitir valores que nada le significan al niño, porque en definitiva son ajenos a su ser. Quien toma en serios su misión educativa, no podrá colocar sus propias expectativas en el punto de partida de sus esfuerzos sino que tendrá que intentar descubrir en el ser del niño hacia dónde se orienta y qué ayudas necesita.

La “catástrofe educativa”, de la cual se está hablando en la actualidad no se ha producido por el hecho de que los niños son tan problemáticos. Se ha producido porque los adultos educadores en lugar de fomentar un desarrollo acorde al ser del niño, han querido programar a los niños para una vida dentro de una sociedad dominada por la economía y el pensar orientado hacia la ganancia de bienes y los niños se niegan a ese ser programado. Las propuestas y las prioridades de aquello que debe aportar la educación y lo que puede aportar, han sido descuidadas de manera negligente. Los niños se defienden contra ese hecho y lo hacen decididamente y con fuerza.

Esa fuerza que podemos observar en los niños puede brindarnos esperanza con respecto al futuro. Aquellos que han emprendido su camino de vida en los últimos años no son unos débiles. Pero aun están buscando el campo en el cual pueden implementar sus fuerzas, acorde con sus propias metas, en lugar de tener que descargarlas en destrucción y rechazo.

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La causa propiamente dicha de la actual situación penosa, no debemos buscarla empero en los educadores mismo que menudo realizan lo equivocado con los mejores propósitos. La causa más profunda es la caricatura convencional del ser humano, que es el fundamento de nuestra civilización y con ello también de la educación, que empero no es provechoso para la percepción del ser humano propiamente dicho con el cual estamos tratando y que por el contrario hasta paraliza esa percepción.

LAS RESPUESTAS REFABRICADAS, OBSTACULIZAN LA FORMULACION DE LA PREGUNTA

Extrañamente esa percepción sin prejuicios del niño no resulta ser fácil. Causa de ello son las declaraciones acerca del ser del hombre, aparentemente científicamente confirmadas, aceptadas por nuestra sociedad. Cobran un efecto paralizador sobre la mirada propia, abierta. Estas son algunas de las respuestas que cobran un efecto paralizador sobre nuestra percepción propia:

El hombre es un mamífero, un producto del medio ambiente y la herencia.

La creación ha surgido de una gran explosión “el estallido originario”.

La vejez, la enfermedad y la muerte son impedimentos que deben ser erradicados.

Estas afirmaciones han hallado aceptación general en la sociedad. En su aceptación automática sin cuestionamiento yace empero justamente la raíz profunda de los problemas con los cuales estamos confrontados en la educacion. Aquí yacen las causas de las dificultades con las cuales chocan los niños, al buscar su camino en la vida. Dado que la existencia de estas afirmaciones aparentemente aseguradas nos torna difícil formular las preguntas decisivas, propias y asumir las respectivas respuestas. Las preguntas fundamentales, decisivas para la consumación de todo camino de la vida son entre otras:

¿Quién soy?

¿Cuál es mi lugar en el mundo?

¿Cómo puedo manejarme con la enfermedad, la vejez y la muerte?

Públicamente será difícil formular estas preguntas. Dado que una ocupación con tales preguntas tendrán que valerse necesariamente de otra terminología que la aceptada científicamente, pro el hecho de que la ciencia no dispone de conceptos respectivos. Simplemente le faltan las palabras para poder hablar de “existencia supra sensorial”, “pre-natalidad”, “sentido de la vida” y “paso por la muerte”. Quien asi y todo quiere hablar de ello, se ve forzado a realizar un empréstito en el ámbito de la vida religiosa. Asi empero rápidamente se genera la impresión de que ya no se está argumentando científicamente,

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vale decir a partir de las observaciones propias y que en cambio concepciones religiosas e ideologías religiosas han ocupado el lugar de la percepción y de lo experimentable.

Es asi que en la actualidad nos hallamos abandonados en lo social y hasta nos encontramos acorralados en el tratamiento de aquellas preguntas con las cuales todo ser humano tiene que confrontar – una y otra vez para poder llevar adelante su vida.

Quien se pregunta: ¿Quién soy? En nada le ayuda que pueda responder correctamente según Darwin: soy un mamífero. En ninguna situación de la vida puede fundamentar sobre ello su comportamiento. La respuesta muestra ser hueca, inservible para la vida.

Quien se pregunta: ¿Quién es mi lugar en la vida? En nada le ayuda constatar que la creación parece haber sido una gran explosión – una casualidad. Esa afirmación le dificulta poder investigar con seriedad acerca del sentido de la vida.

Quien se ve confrontado con el dolor, la enfermedad y la muerte solo puede sentirse debilitado frente a la opinión divulgada de que estos hechos de la vida carecen de sentido y en realidad deberían ser eliminados, suprimidos. Aliento y fortaleza en el trato de aquello que con toda seguridad se aproxima a todo ser humano, lo tiene que hallar hoy en otro lugar y no en el campo elaborado por la ciencia corriente.

Para poder colocar una base positiva para nuestro esfuerzo educativo, es menester que nos desprendamos conscientemente de tales “respuestas”, que impiden la percepción y paralizan la voluntad propia. Únicamente asi podemos estar despiertos frente a la vida del niño y de la experiencia propia y podemos darnos cuenta hacia qué respuestas nos quiere conducir el niño mismo.

Al respecto quedará en evidencia que es mucho más fácil poder captar el ser del niño mediante la observación de lo que podríamos imaginas en consideración a los problemas actuales. Quien está dispuesto a ver lo que está a la vista, y aceptar como verdadero aquello que él mismo siente, se manifestará de múltiple manera.

En los siguientes capítulos nos encontraremos en principio con percepciones que se presentan espontáneamente en el trato con niños, que empero fácilmente son sub.-evaluados en su significado e importancia. Con ello queremos estimular la confianza en la percepción propia y el interrogar pleno de sentido con respecto al ser del niño. Obtenemos así un punto de partida pleno de sentido, referido al suministro de las ayudas educativas adecuadas.

EN EL COMIENZO DE LA VIDA SE SITÚA UNA PREGUNTA

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¿Recuerda usted la primera percepción de su niño recién nacido y los sentimientos que han despertado dentro de usted su llegada?

¡Cuán indefenso es ese ser pequeño recién nacido, cuando lo tenemos en nuestros brazos por primera vez!

Por fin ha llegado: totalmente desnudo, un poco húmedo todavía, cálido, rojo, o hasta un poco azoláceo, la delicada piel da la impresión de estar algo arrugada, como un poco grande para el cuerpo. Los ojitos todavía están firmemente cerrados, el pequeño cuerpito yace pesadamente en la mano que lo sostiene o junto a nuestro hombro. Con diminutos gritos nítidos da a entender su asombro, acerca de su propio nacimiento. Está asombrado con respecto al hecho de su aparición en la tierra, marca su sorpresa acerca de las condiciones diferentes de su nuevo medio ambiente y lamenta su incapacidad de incorporarse armoniosamente dentro de lo aun tan extraño. Y tenemos luego ¡la pequeña carita! Posee algo sorprendentemente individual. No es un niño cualquiera sino este niño absolutamente concreto para el cual tal vez ya han elegido su nombre. Por ser tan individual tan él mismo, inicialmente hasta nos parecerá un poco extraño -y en el fondo sentimos un poco de vergüenza por esa razón, de que a nuestro propio hijo lo vivenciamos como un pequeño extraño.

En los días siguientes empero se pierde esa extrañeza, el recién nacido se torna cada vez más familiar para nosotros. Al prestar atención a sus necesidades y cuidándolo atendiéndolo rápidamente se convierte en nuestro propio hijo. Apenas recordamos la extrañeza de los primero días.

Ahora empero deberíamos tratar de llevar una vez más esa vivencia. Puesto que relacionado con ello hubo una pregunta muy valiosa para el niño. Con mayor o menor consciencia hemos preguntado en aquello días: “¿Quién es que ha llegado junto a nosotros?” y cuanto más fuimos conociendo al niño en medida tanto mayor hemos olvidado esa pregunta.

Volvamos a recordar ahora esta pregunta. Es muy apropiada para la entrada a nuestro tema, dado que despierta nuestra consciencia con respecto de que en ocasión de este primer encuentro con nuestro niño a modo de su posibilidad oculta, algo que de modo peculiar y a estuvo en existencia que por otra parte aun debía generarse y ser llevado a la revelación.

Con toda naturalidad en la situación del nacimiento nuestra mirada se deprende de “nuestra carne y hueso propios” y se orienta hacia el ser supra sensorio del niño. Nos relacionamos con ese ser aun oculto a los sentidos mediante la pregunta: “¿Quién eres tú?”

Recordemos que esta pregunta la podemos formular solamente con respecto a una persona. Con respecto a todos los demás seres que nos rodean la pregunta referida a la meta de su evolución ya está contestada a través del tipo de su existencia: el ternerito con toda

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seguridad se convertirá en una vaca o en un toro el brote vegetal en una réplica de la planta materna. El niño se convertirá en un hombre – también en ello hay certeza, pero cuan indefinida es esa afirmación, cuantas incontables posibilidades de su realización existen. Algo empero es absolutamente seguro y cierto: cuanto más fuerte es la personalidad, en tanta menor medida la manera de realización de su humanidad dependerá de las condiciones bajo las cuales otrora ha nacido y con tanto mayor vigor decidirá por sí misma, quien y como quiere ser.

Al conservar frente al niño la pregunta de los primeros días, al mismo tiempo conservamos para nosotros la apertura de poder percibir al niño dentro de su propio ser, más allá de aquello que nuestros ojos ya vislumbran o a partir de su comportamiento infantil. De esta manera le creamos un especio libre dentro del cual puede desarrollar en su propio sentido. Paulatinamente la pregunta: ¿Quién eres tú? Se ampliará a: ¿Cuáles son tus propósitos y metas? Cuando el adulto formula esta pregunta se habrá dado un paso decisivo en la educacion del niño. Todo adulto que educa niños puede asumir esta misión conscientemente al realizar esta práctica. Aun aquel a quien le es familiar la procedencia del ser del hombre desde una existencia pre-natal, al omitir la práctica de esa postura interrogante entre en peligro de querer programar al propio hijo justamente a partir de sus propias concepciones espirituales e ideales que empero no necesariamente son aquellos de este niño en particular, con el cual está tratando.

La postura interrogante propuesta invita a una despierta percepción de aquello dentro de lo cual las metas del niño se expresan de modo cada vez más nítido dentro de su propio comportamiento. De esta manera el educador puede evadir el peligro de constituirse en el programador del niño, tomando desde un comienzo la postura de fomentar los propósitos personales del niño de una manera adecuada.

¿DE DÓNDE TIENE SU NOMBRE NUESTRO NIÑO?

Con la pregunta: ¿Quién ha llegado junto a nosotros? Nos orientamos – aunque de modo inconsciente – hacia el ser del niño en lo supra sensorio. Con ello se relaciona otra experiencia que muchos padres realizan en el entorno del nacimiento y que también merece ser admirada. Aun el niño no ha nacido, el cuerpo físico que se está formando se encuentra oculto a la mirada pero ya los padres se preguntan qué nombre llevará el niño. Raras veces la pregunta halla una respuesta satisfactoria al ser consultados libros tales como “1000 nombres para niñas y varones”, eligiéndose simplemente el más lindo de todos. Un extraño sentimiento singular le dice a los futuros padres que no se trata de hallar un nombre cualquiera sino que debe ser el nombre justo, certero.

Damos la siguiente experiencia para señalar incontables casos similares. Mirjam Heil comenta en su recientemente aparecido: “Caspar. La vida y la muerte de un niño”, “Para nuestro niño ya tengo muchos nombres, a veces también pensé en Caspar, no me animé empero a proponerlo seriamente. De pronto Mathías (el padre) se acerca titubeante

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diciendo: “¿qué te parece…? no te enojes, pero a mi gusta Caspar…” y con ello era claro: el niño era CASPAR.”

¿Qué están vivenciando allí los futuros padres?

Vivencian que el nombre del niño que está por llegar ya existe, que a ellos –como los padres - ya está rodeándolos suspendido en el aire sin que por ello necesariamente tome forma definitiva aun. A veces aparece en el sueño, o se revela repentinamente incuestionable sin lugar a dudas. A veces empero no puede ser hallado durante mucho tiempo y solamente el hecho de que todos los demás nombres no son los justos, está señalando la oculta existencia del hombre verdadero. No se trata de una denominación meramente planificada – sugerida de la necesidad de que al existir tantas personas tiene que haber un método para diferenciarlas de alguna manera.

El nombre del niño existe desde un comienzo, nace primero. No señala tan solo al niño que cobra vida dentro de un cuerpo terrenal, sino también su ser que luego vivirá en ese cuerpo, adoptando empero una cierta independencia frente al mismo. Al contemplar el final de la vida terrenal, podemos completar: el nombre no muere con el cuerpo. Sigue señalando el ser del hombre que ha finalizado su vida terrenal.

Al intentar descubrir su nombre nos relacionamos con el oculto ser supra sensorio del niño. La búsqueda del nombre certero para el niño nos permite sentir que el ser del niño que quiere nacer en nuestro medio, antes de su nacimiento ya se encuentra próximo a nosotros y en cierto modo ya podemos hablar con él. Su camino con nosotros ya ha comenzado antes de su nacimiento. Su procedencia real se radica en lo prenatal.

La pregunta: ¿Quién ha llegando junto a nosotros? Puede mantener despierta nuestra consciencia con respecto a ese hecho y con el tiempo podrá despertar en el niño mismo, la pregunta acerca de su real procedencia, su verdadero ser y su meta personal.

NUESTRA CORPOREIDAD – GARANTIA DE NUESTRA LIBERTAD

¿De qué manera es compatible esa búsqueda del ser del niño en lo supra sensorio con el hecho de que el hombre, visto anatómicamente, inequívocamente, es un mamífero? ¿Acaso al tomar tan en serio nuestra sensible percepción no entramos en una contradicción infranqueable con respecto a un hecho actualmente comprobado por la ciencia?

Esto de hecho no es el caso. No es tan solo nuestra sensación subjetiva, que el hombre es un ser que no solamente está determinado por su cuerpo sino que recibe su cuerpo para que lo emplee libremente. Es una realidad que se evidencia hasta en la anatomía del hombre. Hasta la configuración de nuestra corporeidad está señalando el hecho de que el hombre está creado a partir de lo supra sensorio, con orientación hacia la libre decisión.

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La afirmación de que el hombre es un mamífero superior, se basa meramente en la similitud de los miembros corporales. Los estudios de la anatomía han notado ese parecido, extrañamente empero han dejado de ver la importante diferencia existente entre el hombre y el animal, que consiste en el hecho de que el hombre posee una relación muy diferente a su cuerpo que el animal.

El animal no solo nace dentro de su cuerpo sino también dentro del modelo de su comportamiento. Con la configuración de su cuerpo está listo, terminado como animal, no tiene lugar un proceso evolutivo adicional que pudiese perfeccionarlo. Desde un comienzo el animal se comporta acorde a su especia, sin que tuviese que aprenderlo.

Cuan indefenso es en cambio el niño humano, no solamente en los primeros días de su vida sino en los primeros años.

El hecho de que ese estado de indefensión no es casual sino que por el contrario corresponde a la disposición humana, lo podemos entender de mejor manera observando que también el niño en un principio nace dentro de un “cuerpo de determinado comportamiento”. Después del nacimiento, se examina la existencia de determinados reflejos, como ser el reflejo del agarrarse y de la succión.

Llamativo es sobre todo el reflejo del caminar. El niño recién nacido sostenido en forma vertical con el apoyo de sus pies sobre una superficie plana (de la mesa) ya en la primera hora de su vida realiza movimientos coordinados de pasos. Corresponde empero a un saludable desarrollo que rápidamente se pierdan estos modos congénitos del comportamiento. Cuando al cabo de unos meses con nuestro dedo índice presionamos sobre la superficie interior de la mano del niño ya no hará el gesto del agarrarse con fuerza pudiendo asi ser elevado. Sin práctica pronto no podrá extraer la leche de la mamadera.

El lugar del comportamiento congénito es ocupado por algo muy diferente: la actividad adquirida mediante el aprendizaje. El niño ha recibido un cuerpo para su vida terrenal que le permite erguirse y caminar sobre la tierra, pero la disposición corporal no es suficiente

Las extremidades delanteras de mamíferos. En el centro: el hombre

a) chimpancé b) topo c) ardilla

d) ballena e) león f) caballo

g) murciélago h) pájaro

i) tiburón

(según Friedrich Waaser)

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como para poder ejercer esas facultades. El niño tiene que aprender a manejarse con su cuerpo observando a otras personas. Ningún niño aprende a pararse y a caminar sin que lo hubiera visto en otras personas. Lo que hacer con su cuerpo no está instintivamente predispuesto sino que es un asunto del aprendizaje.

El cuerpo del animal tiene correspondencia con el tipo predispuesto del animal el comportamiento correspondiente está íntimamente relacionado con esa figura corporal, está asegurado instintivamente. Con su cuerpo especializado está preparado de la mejor manera para su modo especial de vida. Por el hecho de haber nacido dentro de un cuerpo al que indefectiblemente le corresponde un determinado modo de comportamiento, el topo no necesita reflexionar, ni aprender acerca de aquello que debe hacer con sus palas excavadoras, simplemente las utiliza. Tampoco el delfín tiene que preguntarse acerca de cómo usar sus aletas. El desarrollo físico se corresponde de manera ideal con el modo de comportamiento del animal.

De modo correspondiente el cuerpo humano en su configuración viene al encuentro de la necesidad de tener que aprender. El hecho de que el hombre tiene que determinar libremente la relación hacia su cuerpo, está definido físicamente. La situación del hombre es diferente, no solamente por el hecho de que con su cuerpo no está relacionado un determinado modelo de comportamiento, físicamente por cierto ha quedado detenido en una etapa embrional. Su cuerpo no está desarrollado tan ampliamente como aquel de otras especies animales. Por tal razón debe y puede decidir él mismo, lo que por ejemplo quiere realizar con su mano: excavar, prepara el pan o rezar. Lo que tan claramente se evidencia en la mano, cobra validez para todo el cuerpo y con ello para la relación que el hombre tiene hacia su cuerpo. La relación del ser animal hacia su cuerpo está fijada desde su nacimiento. El hombre puede y debe apoderarse de su cuerpo en libertad, si no lo hiciere, no tendría capacidad de vida.

Podemos por lo tanto observar una diferencia decisiva entre el animal y el hombre: la configuración del cuerpo animal se corresponde de modo ideal con el comportamiento del animal, que también está prefijado ampliamente en lo instintivo. La configuración del cuerpo humano en cambio aparece como detenida en una etapa embrional, dando la impresión de que el configurador no tuviese decisión acerca de la meta. Le es entregado al hombre para que disponga del mismo en libre albedrío.

Es asi que el cuerpo humano porta en sí mismo la característica del dejar en liberta. En su figura está señalando – más allá de lo sensorio – hacia un ser libre, de autodeterminación, supra sensorio, mediante lo cual recién se convierte en una herramienta plena de sentido.

DESDE UN COMINEZO ES ÉL MISMO

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Hemos constatado que el niño –no de la misma manera como el animal – está comprometido en su comportamiento con respecto a su cuerpo. Esto no debe ser entendido empero de modo tal como si quisiéramos decir: el recién nacido es como una hoja en blanco, de la cual podrá surgir cualquier tipo de persona.

La impresión que despierta el niño que ha llegado junto a nosotros es aquella de un ser inconfundible, individual.

A pesar de su indefensión, desde un comienzo es él mismo. El modo de dormir, de beber, de gritar, de expresar jubilo – para la persona extraña podrá ser típicamente propio del lactante, para aquel quien conoce al niño íntimamente se trata de la expresión inconfundible del ser de este ser humano.

No existe duda alguna de que también nosotros paulatinamente hemos despertado a la consciencia de nosotros mismos, percibiéndonos entonces como alguien determinado y eso no solamente en el sentido físico. Por más que éramos aquel que estaba creciendo allí en el círculo familiar a su vez aun éramos otro: uno que solamente nosotros mismo conocíamos – o soñábamos – que queríamos ser. En todas las adversidades infantiles o fechorías hemos discernido siempre cuidadosamente entre aquel que había cometido esos errores y el otro aun no-conocido, del cual sentíamos con mayor o menor certeza que tales infortunios no le pasarían. Con la introducción “cuando yo sea grande”, ocasionalmente le hemos narrado las cosas más maravillosas.

¿De dónde sabemos con tanta precisión quien somos o quien queremos ser cuando esto no puede ser experimentado físicamente? Este asunto ciertamente no se sencillo,

- Si no somos aun aquel, quien somos no debemos determinarlo por factores externos – por ejemplo imitando a alguien.

- Si por otra parte no debemos convertirnos en cualquiera, al que inventamos sino exactamente aquel quien aun no somos, pero queremos ser.

Con respecto a nosotros mismos notamos nuevamente: aquel quien aun no somos existe ya en un plano no accesible sensorialmente y podemos sentir sus propósitos y sus metas de múltiple manera. En nuestro interior oculto al mundo nuestro ser-humano se expresa por ejemplo como un demandante: “¡Haz esto! ¡No hagas aquello!” Lo llamamos, nuestra conciencia.

Vive dentro de nosotros empero también como una imagen viva como una concepción, un ideal de aquello de cómo queremos ser. En la juventud tal vez nos hemos exaltado de tal manera por nuestros ideales que hasta hemos estado dispuestos a dejar de lado toda realidad exterior porque sentíamos: todo lo exterior tiene que supeditarse a los ideales, solo en ello halla la justificación de su existencia. Con tal fuerza hemos sentido por entonces la realidad de ese ideal que ocasionalmente hemos sentido desesperación frente al hecho de que no

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todas las personas de nuestro entorno podrían sentir lo mismo que nosotros, se hallaban en esa misma búsqueda y actuaban acorde a ello.

Compartimos el mundo exterior con todos y aunque el ideal no puede ser percibido sensorialmente para nuestra vivencia, lo objetivo de su existencia forma parte del mundo sensorio.

En conclusión conocemos también la experiencia de que hacemos algo porque – tal vez hasta en contra de todo sentido común- sentimos simplemente que debemos hacerlo. Aquel al que consultamos se expresa en nuestra alma, en nuestra voluntad, en nuestro pensar, en nuestro sentir y no de un modo vago, nebuloso, sino a menudo de manera vigorosa y de modo inequívoco.

Aquel que queremos ser de hecho ya existe – supra sensorialmente, pero para cada uno vivenciable en el propio interior - a modo de un ser del futuro, como uno que aun se encuentra en la búsqueda de aquello que será. Pero no solamente tiene que afirmarse frente a lo que sucede exteriormente, sino que debe ser fortalecido sobre todo también en las propias fuerzas interiores de manera tal que pueda despertarse hacia sí mismo y pueda ejercer el domino en su cuerpo.

Esto empero es la cuestión de las fuerzas plasmadoras propias del alma y su fortalecimiento ¿Qué sucede con esas fuerzas?

EL ALMA – LUCHA POR LA OBTENCIÓN DE LAS S FACULTADES PROPIAS

Para poder conocer con mayor profundidad el ser del hombre y poder caracterizarlo tenemos que elevar nuestra mirada por encima del cuerpo y tomar conocimiento del ser de su alma.

En el niño pequeño ese ser se haya aun muy apartado, su actividad se torna notoria recién durante la pubertad. Por el motivo empero de que la base para el trato con las propias fuerzas anímicas pueda ser logrado más adelante también en este contexto orientaremos nuestra mirada al ser anímico del hombre,

Tomemos en cuenta a que nos referimos al afirmar que cada ser humano es un ser anímico. Significa que cada uno se vivencia como persona individualmente, que posee su propia vida interior. Físicamente todos los hombres de la tierra poseen gran semejanza y con nuestro cuerpo todos somos habitantes de este único mundo. Anímicamente cada hombre es un mundo.

¡Y qué mundo! Qué creación peculiar es el alama que aunque sentimos como nuestro mundo privado propio al que solo nosotros tenemos acceso y que solo a nosotros incumbe

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que empero consiste de fuerzas que ni siquiera nosotros conocemos plenamente y que a veces se expresa con tal violencia en su contradicción abriendo abismos de manera tal que nos sobresaltamos, desconociéndonos a nosotros mismos.

A diferencia del cuerpo humano, maravillosamente estructurado, con respecto al ser del alma, estamos frente a una creación cuestionable, inquieta y hasta inconclusa. Con la pregunta acerca del alama humana entramos en un terreno en el cual una y otra vez tenemos que luchar por la conquista del nuestro propio ser humano para adueñarnos de las fuerzas que allí pueden ser conquistadas y poder actuar en el mundo como aquel que quisiéramos ser. Es esto lo que Goethe tuvo en mente cuando a Fausto hace decir a su fámulo Wagner:

“Dos almas, ay viven en mi pecho, una de la otra se quiere separa;una, con burdo deleite amorosocon sus órganos al mundo se aferrala otra, con fuerza de la tenebrosidad se apartay a los campos de encumbrados ancestros se eleva”

Estas palabras del poeta nos muestran el hecho de que con respecto al alama estamos frente a un ser en sí mismo contradictorio, que constantemente se transforma y se reconfigura. Posee tendencia hacia dos lados: hacia la tierra y hacia el cielo. Dentro de ese contradictorio anhelar del alma humana, se expresa su doble ligadura: no solamente al cuerpo, a la tierra está sujeta, sino también al cielo.

Prontamente podemos constatar lo contradictorio de las fuerzas del alma, sus expresiones de la antipatía o de la simpatía. Los pormenores concretos que acontecen empero en nuestra alma, escapan en gran medida a nuestro conocimiento. Al mirar hacia el mundo, al instante nos encontramos con un cumulo de impresiones. Esto, lo vemos aquí, aquello lo vemos allá. Lo que en el fondo de nuestra alma se oculta, no puede ser percibido fácilmente por nosotros. Mientras que las fuerzas del alma se mantienen en quietud, no nos damos cuenta de todo aquello que allí dormita.

Para convertirse en hombree, físicamente, basta con crecer tomar consciencia del cuerpo y aceptarlo, tal como es: con piel blanca o negra, con ojos azules o marrones, piernas largas o cortas. Podemos contemplar esa creación, con beneplácito o con asombro y podemos decir: ¡Asi que esto eres tú! Dejando de lado las paulatinas manifestaciones debidas a la vejez, ese cuerpo día tras día podrá ser reconocido como el mismo.

Para convertirnos en hombre, anímicamente no es suficiente aceptar al alma tal como es. Diariamente tenemos que re-conquistar nuestras facultades anímicas, dado que de otro modo entramos en un embotamiento, un empantanamiento. Para ello empero tenemos que conocer al alma, dominarla. La ejercitación en el trato con el alma propia , con sus fuerzas,

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es la parte decisiva de toda vida humana en su evolución, tarea que nos aguarda todos los días.

LA LIBERTAD DEL HOMBRE COBRA VIGENCIA

La tarea de configuración en ser humano en el campo anímico se presenta con todo rigor recién en la época presente. Lo que al alma le faltaba con respecto a forma propia, hasta ahora era suplantado por modos de comportamiento reglamentario, imprimiéndole desde afuera al alma una determinada forma confiable. No se estaba tomando en cuenta aun la componente anímica individual. Los hábitos, las costumbres, buenas y malas, heredadas de los padres, le daban al alma la impresión de seguridad y hasta de comodidad y de amparo.

En nuestra época, la fuerza de lo habitual que ha generado nuestro círculo cultural visiblemente está perdiendo su fuerza formativa. Los hombres ya no se atienen con la naturalidad de antaño a las formas de vida heredadas. Formas de comportamiento hasta ahora sobre entendidas son cuestionadas, ya sea intelectualmente o por situaciones del destino.

Un ejemplo especialmente esclarecedor: con respecto a nuestra corporeidad, tenemos que aceptar que hemos nacido como mujer o varón (aunque hoy en este campo también existen intervenciones); no permitimos empero que nuestras posibilidades de desarrollo se determinen por ese hecho. No somos como nuestro cuerpo indica, hombre o mujer sino individualidades humanas. En nuestro siglo, nos emancipamos de la contradicción masculino -femenino. Al respecto es indiferente si esto se está logrando ya plenamente. Lo interesante es no dejarnos determinar en nuestro propio ser-humano, por las predisposiciones naturales. Aquí podríamos citar incontables ejemplos con respecto a que algo ha salido de vigencia, que hasta ahora ha marcado las almas desde afuera: la pertenencia a un determinado ámbito trivial o lingüístico, a una capa social privilegiada o no-privilegiada de la población, etc.

Con la fuerza formativa que está desapareciendo en medida cada vez mayor se pierde a su vez el sostén que tenían las almas mediante las costumbres. Las almas se liberan pero al verse confrontado con la necesidad de hallar por sus propios medios aquello que reemplace lo anterior a su vez se vuelven inestables.

Esto lo estamos viendo por doquier a nuestro alrededor y también lo vivenciamos en nuestro propio alma, de modo dramático. Las experiencias de oscuridad, las vivencias de soledad, la confrontación con el caos propio, interior, van en aumento y prácticamente son inevitables.

El psicoanálisis ha orientado su mirada hacia aquello que sujeta al alma a partir del pasado, de lo heredado prefijado de un modo que domina la personalidad y lo que ha hecho con

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cierto éxito y lo sigue haciendo. Dado que aquello que nos sujeta, que nos ata, del que nos hemos dado cuenta, lo podemos dejar atrás. Este emprendimiento ya no es suficiente empero en la actualidad, a modo de terapia. Al lado de esa búsqueda – a menudo similar a la tarea del detective – de las ataduras del pasado tiene que situarse de manera cada vez más poderosa, la conciencia de que el alma experimenta su fortalecimiento verdadero recién al descubrir la fuerza germinativa que porta dentro de sí y comienza a vivir y a configurarse a partir de la misma.

Allí a la consciencia no llega un estado del pasado sino un estado del futuro a modo de posibilidad, como semilla, como germen. “Así podrías ser tú, según las inclinaciones de tu alma.”

Al lado de la superación del pasado a modo de ayuda para liberar al alma de lo extraño, tiene que situarse de modo cada vez más intenso el aliento hacia la figura propia del futuro. La atención no deberá ser guiada hacia lo ya realizado en el alma, sino hacia lo contenido a modo de germen en el alma.

EL MUNDO INTERIOR DEL NIÑO PEQUEÑO

En la auto determinación y la auto realización de aquello mediante lo cual queremos actuar como seres-humanos, yace nuestra disposición humana decisiva. De ninguna manera somos, según nuestro verdadero ser-humano aquello que somos al nacer a través de nuestro cuerpo, nostras aptitudes, nuestro medio circundante, nuestro estado social. Somos en cambio aquel que se vale de todo lo existente, probando nuestras fuerzas y transformándolo a nuestra medida – si logramos despertar en dirección a nuestros propósitos y metas y manejar a las fuerzas anímicas propias del modo que se adecua a nuestro ser. Esto es lo que debemos aprender. El aprendizaje de esta índole nos coloca frente a la tarea de investigar nuestro propio interior.

Es interesante observar que los niños pequeños cuando sienten el impulso de la evolución humana no realizan esa orientación hacia su interior, sino que buscan y encuentran los estímulos para su evolución en el mundo exterior.

Esto llama nuestra tención a un hecho acerca del cual tenemos que adquirir conocimiento al ser educadores. Para los niños en el primer septenio que buscan sus modelos sus ejemplos a imitar, en el mundo exterior, dispuestos a reconocer en cada ser algo apropiado para imitar, no existe aun el claro límite entre el mundo exterior y el mundo interior de una manera tal como es natural para los adultos. Esto no significa empero que no tengan todavía un “mundo interior”. Significa en cambio, hablando de modo extremos, que su mundo interior penetra dentro del mundo exterior. El mundo exterior es parte del mundo interior del niño pequeño. Lo que allí acontece tiene acceso inmediato al fondo de su alma-. A su vez la

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alegría y la pea de un niño en los primero siete años de vida, se reflejan nítidamente en su rostro, llegando asi al mundo exterior. La calma en su entorno tranquiliza el alma del niño pequeño.

En correspondencia a ello, los niños pequeños tampoco conocen el límite entre el mundo visible e invisible, el mundo material y espiritual. Todo lo material les habla de manera natural de lo espiritual allí contenido. Es importante de que el adulto tenga conocimiento de este hecho dado que él mismo se está moviendo dentro de ese mundo interior del niño aun completamente abierto hacia el exterior – si asi lo desea o no – y es percibido a modo de un ser divino.

En un principio, el niño está mirando hacia fuera para despertar hacia aquello que ha traído a modo de una decisión propia del convertirse en ser-humano, y poder desarrollar un comportamiento humano únicamente si puede aprenderlo a través de la imitación, observando a otra persona. De hecho el cuerpo humano por naturaleza está dispuesto de manera tal que pueda servir de herramienta para el actuar, el hablar y el pensar. Ningún niño aprende a actuar, hablar y pensar de hecho al no vivenciar a otra persona en una actividad tal, recibiendo asi el estimulo para la actividad de la propia herramienta de su cuerpo.

¿Por qué el niño pequeño habla con piedras y flores, con los animales y las estrellas? Por el hecho de que el hablar no le significa la transmisión de contenidos intelectuales solamente, sino expresión de seres vivientes, que llega a su encuentro desde todas las criaturas. Es asi que el niño antes de lo siete años está viendo ejemplos que quiere imitar: en el árbol y en el perro, tanto como en el hombre y su juego más bello es ser como ellos. “Ahora vamos a salir y lo que vemos, eso somos”, ese dicho de un niño de cinco años, caracteriza claramente el comportamiento.

Con ello, a su vez aparece un problema: el problema de qe de hecho no todo aquello que en la civilización aparece a modo de imagen, realmente estimula su evolución hacia el ser-humano. Las conquistas con las cuales nos rodeamos, a menudo tienen un sentido muy diferente que aquel de servir como ejemplo a los niños para su formación, asi y todo lo hacen. En sus primeros siete años el niño tratara de igual manera, imitar el tránsito de la calle como la vaca en el campo. Todas las maquinas empero que nosotros, los adultos nos alivian el trabajo diario, en el fondo le indican al niño que el hombre s superfluo, ya no es necesario, su capacidad no es requerida. Donde entra en actividad la maquina, la presencia del hombre es innecesaria. Donde la maquina se convierte en el ejemplo del niño pequeño – a la cual tratan de imitar con amor y fidelidad – una gran parte de posibles facultades tendrá que quedar sin desarrollo.

No quiero endemoniar las conquistas técnicas. En el hogar, en el interín le debemos ayudas indispensables. Con ello empero a su vez está relacionado un problema que tenemos que tomar en cuenta: que la técnica cobra influencia en la educación de los niños. Un problema

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que ha sido tomado en cuenta a su vez puede hallar solución. Podemos buscar conscientemente campos de acción para las fuerzas creativas infantiles – y de esta manera tal vez nosotros mismos podemos descubrir nuevamente, la alegría, la satisfacción que brinda el trabajo manual.

EL CAMBIO QUE SE PRODUCE CON LA MADUREZ ESCOLAR

Con la madurez escolar se va formando paulatinamente la piel protectora para el mundo interior del niño. Con ello el niño vivencia a menudo una separación muy dolorosa del mundo que hasta entonces le era familiar naturalmente, cuyos seres le habían hablado y que ahora repentinamente enmudecen para su percepción,

El trazado de límites entre el propio mundo interior y el mundo exterior común crea la condición previa para la madurez escolar. Las fuerzas anímicas liberadas de su atadura al mundo exterior, de esta manera se encuentran a disposición para la creación interior para el aprendizaje. La riqueza de las facultades propias puede ser descubierta y colocada a prueba.

Del mismo modo como el mundo interior encuentran limites frente al mundo exterior del niño, también el mundo divino en medida cada vez mayor halla limites en la vivencia del niño. De esta manera también la conducción religiosa encuentra una nueva cualidad en el segundo septenio de vida. Ahora los ejemplos a seguir se eligen con mucha mayor definición: ya no se imitan los seres de la naturaleza, sino a los seres humanos sin que su comportamiento puede ser evaluado conscientemente. En principio para el niño aun no existe el bien y el mal como parámetro interior propio. Paulatinamente empero las cualidades mas bien sensorias tan elocuentes para el niño pequeño van perdiendo su importancia y el niño se orienta hacia las fuerzas que actúan en el interior, en lo oculto del alma. El niño busca descubrir a partir de qué postura actúa el adulto, al cual ha elegido como ejemplo. Como se comporta es lo correcto y asi quiere llegar a ser el niño en su comportamiento. En sus juegos ya va practicando ese comportamiento, con gran perseverancia, cobrando valor para el momento más tarde en la vida, cuando tiene que hallar confianza en la capacidad propia, para poder por ejemplo cursar exitosamente una formación profesional determinada. Sin tener que ser enseñadas expresamente a esa edad en el alma del niño, a partir del ejemplo dado por el adulto, se despiertan facultades tales como el amor a la verdad, el sentimiento de la justicia, siendo llevadas a un inicial desarrollo.

Deberíamos estar dispuestos a preguntarnos ocasionalmente: ¿Qué están vivenciando hoy los niños en nosotros los adultos? ¿Estamos dispuestos a asumir el rol de ejemplo para ellos? ¿O aunque mayores de edad, aun no hemos realmente llegado a la adultez?

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Alrededor del decimo cuarto año de vida, el asunto se torna de interés palpitante. Ahora se decide: ¿se lograra el paso que aleja de los ejemplo externos hacia la vertiente interior propia de la auto-determinación? ¿Las fuerzas interiores del niño han madurado lo suficiente y la confianza en estas fuerzas es lo suficientemente vigorosa como para utilizarlas en la configuración de la personalidad propia?

Ahora aquello que han servido como ejemplo hasta ahora tienen que dar un paso hacia atrás y a veces hasta tienen que ser quebrados, un proceso que tanto para los niños como para los padres está relacionado con dolor. Pero solamente allí donde puede romperse lo pre existente, desde el propio interior se puede generar la propia personalidad, libremente. Es menester que se le brinde ese espacio libre, necesario.

DOS JÓVENES SE VIVENCIAN EN UN SUEÑO

Para cerrar esta parte de la reflexión, puedo servir un testimonio del “partiendo del propio interior”. Se encuentra en la autobiografía de Marcel Reich-Ranicki: “Pronto comenzó una amistad que sin excitarme y sin turbarme se convirtió en algo importante para mi… Angelika... tenía quince o dieciséis años, tenía interés por literatura y por teatro, había escrito algo que hasta habría sido publicado en la reviste “Jüdische Rund-schau”. De vez en cuando nos entrabamos en el parque Schöneberg de la ciudad, charlamos extensamente acerca de los dramas de Schiller y de Kleist, de los cuales Angelika estaba bien informada. Yo la introduje en la obra de Shakespeare, tarea que ha realizado con mucho agrado… lo que había producido nuestro encuentro no era únicamente el amor hacia la literatura, era asimismo la semejanza de nuestra situación. Al preguntarle de cómo imaginaba su futuro, no titubeó un solo instante con la respuesta: quería ingresar a una escuela de teatro para ser actriz, yo por mi parte pude contestarle con la misma firmeza al ser consultado acerca de mi futuro: estudiaría germanística y trabajar como crítico.

Ambos sabíamos que nuestros proyectos eran descabellados, que se trataba de sueños absurdos. Vivíamos en el “Tercer Reich”, en el cual los judíos no tenían acceso al estudio y no tenían salidas profesionales de ninguna clase. Esto no impedía que soñáramos: ella hablaba de los roles que interpretaría, yo de los poetas acerca de los cuales escribiría… muy pronto estalló la guerra y perdimos el contacto.”

Han aparecido ideales, vale decir imágenes interiores, evidenciando su independencia frente a la situación externa, aunque por el momento nada puedan promover. Siguen siendo un sueño, una fantasía y también aquello que hacían tenido ese sueño, no cambian. Pero han tocado una capa a partir de la cual será posible desprenderse de aquello que quiere marcar desde afuera, determinando entonces desde adentro el propio quehacer, la propia vida.

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En la vida de aquellas dos personas, la ilusión juvenil no se ha extinguido sin dejar rastro, sino que ha seguido actuando en lo recóndito de un modo decisivo.

Reich-Ranicki escribe al respecto:

“En diciembre de 1952, el Teatro Brecht “Ensamble-Berlín” tuvo una actuación en Varsovia, con tres piezas teatrales. Entre ellas se encontraba también la “Madre Courage”, con Helene Weigel y Angelika Hurwicz en los roles principales. Por tal motivo en la Embajada de la DDR tuvo lugar una recepción. Los invitados eran sobre todo los críticos. Se les brindaba la oportunidad de hablar con los actores principales. Me encontraba en una sala prácticamente vacía en la cual me interesaba especialmente la biblioteca. No pude ocuparme mucho tiempo con los tomos, asombrosamente limpios- por falta de uso – puesto que a la sala llego Angelika Hurwicz, acompañada por uno de los diplomáticos de la DDR. Pregunto: “¿me permites presentar?” ella y yo dijimos al unísono: “no hace falta”. Luego hemos hablado, un poco de inmediato en la embajada, mucho más en los días siguientes.

Paseamos como otrora en Berlín. No se había producido el distanciamiento que yo había temido. Me contó lo que había vivido, como había logrado escapar de la cámara de gas. Se había integrado a un grupo teatral ambulante y constantemente tuvo que aprender roles nuevos, pero al mismo tiempo tuvo que realizar todas las tareas pertinentes, de apuntadora, encargada de cortinas, cajera, etc.… Luego me tocó el turno de narrar mis vivencias. De pronto Angelika me miró algo confundida y dijo: perdón, olvide preguntarte lo que haces, ¿Qué profesión tienes? Conteste escuetamente: “y sí, soy crítico, escribo acerca de la literatura alemana.”

Calló y no supe cómo interpretar ese silencio. Recién al cabo de un rato comenzó a hablar lenta y pensativamente: “en el medio del Tercer Reich, nosotros dos, judíos adolescentes en una situación desesperante, sin salido, hemos hablado de un futuro, en el cual de ninguna manera podíamos tener fe. ¿De qué manera por entonces una judía podría ser actriz y un judío podría ser crítico? Pero nos hemos dado el lujo, de soñar de una vida con el teatro y la literatura. Eran por cierto nuestros sueños que por entonces nos habían unido. Y es casi increíble: nuestro sueños se han cumplido.”

El relato de Marcel Reich-Ranicki muestra de manera impresionante lo que dos personas le deben a los sueños de su juventud: en ellos han podido fundamentar la base de su futura evolución. Han vivificado y fortalecido las aptitudes latentes en su alma hasta que finalmente hallaron el valor y la posibilidad de construir sobre los mismos su vida futura. De esta manera según su descendencia no siguieron siendo hijos de sus padres y de su pueblo, sino descendientes de sus propios sueños de la juventud, vale decir de sus propios ideales.

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Han buscado un tesoro y lo han encontrado en su propio interior. Han confiado en él más allá de toda medida aparentemente creíble, edificando sobre el mismo su vida y configurando asi sus personalidades.

¡CUÉNTAME QUIÉN SOY!

LOS CUENTOS – DOSCIENTOS AÑOS Y NINGUN POQUITO VIEJOS

¿Cómo podemos educar sin imprimirle al niño algo ajeno?

Tenemos que despertar lo propio dentro de él y vigorizarlo. Para ello los cuentos recopilaos por Jacob y Wilhelm Grimm constituyen un medio extraordinariamente apropiado.

De hecho es notorio, que los Cuentos de los hermanos Grimm, impresos por vez primera en el año 1812, han logrado hallar durante casi doscientos años un amplio círculo de lectores, siendo en la actualidad la literatura alemana de mayor difusión. Siendo que no ha sido desde un comienzo que han contado con la aceptación de un amplio público lector, habiendo tenido que soportar un camino descredito y mala fama. Como “Cuentos del Hogar y de las Nodrizas”, inicialmente el publico había adoptado una postura de rechazo. Se buscaba clarificación y no mistificaciones.

Y hubo otros ataques más. Recién a fines del siglo 19 los cuentos de los hermanos Grimm experimentaron una mayor valorización. Se convirtieron en “Literatura infantil” – por opinarse que se había descubierto su recomendación para la educacion del niño alemán. Esos cuentos debían transmitirles a los niños las virtudes alemanas. Los cuentos han podido resistir también estos embates. En la década de los años 60, los cuentos en la línea de mira de la educacion antiautoritaria. Eran acusados de “preformar la consciencia infantil con ideologías de estructura fatal”. Se decía que imponían la tradición de clases sociales que había sido arrojado por la borda. De esta manera fueron difamados nuevamente. También el relato de las figuras malas y de los castigos drásticos eran considerados como impropio par los niños. En la década de los años 70, el pedagogo norteamericano Bruno Bettelheim pudo rehabilitar los cuentos mediante su informe defensivo “Los niños necesitan cuentos”.

Hoy los cuentos no solamente están aceptados como narraciones infantiles que ocupan un rol también en la terapia, sino también en la formación del manager.

Esa aceptación es notoria asimismo por el hecho de que en los cuentos se trata de relatos que de ninguna manera satisfacen los requerimientos que se imponen de parte de la opinión científica con respecto a la literatura infantil. Evidentemente el anhelo de los niños se orienta en una dirección muy diferente que aquella de los científicos.

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UNA MIRADA LATERAL REFERIDA A LA CIENCIA LITERARIA INFANTIL

Una ciencia de la literatura infantil existe recién desde mediados del siglo 20. Al investigar libros infantiles de épocas pasadas para obtener una imagen acerca de cómo transcurría la infancia en aquel entonces pronto se pudo notar que la literatura no es un espejo adecuado para tal finalidad no muestra la realidad sino un “mito infantil”. Al respecto se quería llevar a cabo un cambio. Hans-Heino Ewers en su artículo “La literatura infantil del presente, a modo de espejo del mundo de vida infantil cambiado” se presentan los “nuevos” aspectos de la literatura infantil. (La siguiente cita extensa nos clarifica que los cuentos parten de un principio completamente diferente de aquello que hoy se está fomentando científicamente)

En su artículo dice que la literatura infantil en la década del 60 se había encargado de transmitir conocimientos acerca de lo conflictos, las estructuras y los endurecimientos del sistema social actual. Se trata de capitalistas asalariados, de especuladores, dueños de inmuebles e inquilinos, del aparato estatal y de los ciudadanos, como las fuerzas antagónicas centrales de la sociedad.

Pero muy pronto la nueva literatura infantil se percata del hecho de que el deseo de esclarecimiento de los niños se refiere en primer término a problemas y estructuras de su propio mundo de vida.

Lo que ocupa a los niños son las tensiones en la familia propia, la agobiante situación escolar, las limitadas posibilidades de juego en el barrio, los conflictos en el grupo, las peleas entre varones y niñas, entre los niños alemanes y los forasteros. Con el desvió del estudio de la sociedad en su conjunto bajo un disfraz literario, y la orientación hacia la vida cotidiana de los niños con sus pequeñas preocupaciones, la “ nueva” literatura infantil de la década de los años 70 se ha convertido en un excelente órgano de la exploración de las situaciones reales de vida de los niños.

A fines de la década del 70 se descubre otro campo importante para la tematización dentro del libro infantil.

“Al lado del estudio social del mundo de la vida infantil, se ha situado el estudio de los sentimientos del niño, la psiquis infantil, al lado de la observadora social, la interpretadora de la vida anímica del niño.

Con el desvío de la mirada hacia el interior se ha querido ver un apartarse de la nueva literatura infantil, una ruptura con la reforma literaria infantil del final de la década del 60. A ello se contrapone que la literatura ha dejado de lado la empresa del estudio social del mundo de vida del niño, en constante transformación…

En lugar de un desvío, aquí por el contrario podríamos hablar recién de una obtención de forma plena de la literatura infantil. Recién con el agregado del realismo psicológico, con l

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adición del arte literario de la interpretación anímica, la nueva literatura infantil obtiene su singular significado como reflejo de la infancia actual…

Con la mirada puesta en el reciente desarrollo de la literatura infantil, en su conjunto podemos hablar de un aflojamiento de los rigurosos fundamentos de la literatura infantil de la década del 70 y comienzos de la década del 80, - un asunto reconocido como de doble filo. Recién nos hemos referido a una consecuencia más bien problemática d ese aflojamiento: es el retorno – no debidamente analizado- hacia los libros infantiles de un mundo sin problemas, de las décadas de los años 50 y 60, tal como lo hayamos (pero no exclusivamente) en la generación de los autores jóvenes… el aquí referido aflojamiento a su vez posee algo asi como una liberación: para los años de las décadas del 70 y el 80 en su comienzo, lo característico sin lugar a dudas y hasta podría hablarse de una presentación exclusiva, de literatura infantil seria, carga de problemas, mientras que las formas divertidas y cómicas han sido motivo de sospecha y fueron desplazadas…”

ESTILO DE CUENTO (DE HADAS) ¿QUÉ ES?

Por cierto que en los cuentos nos e trata de “una literatura infantil que quiere reflejar las transformaciones que acontecen en la infancia”, pero tampoco de un espejo de infancias de épocas pasadas, con sus problemas específicos. En lo temático por lo tanto los cuentos se diferencian fundamentalmente de aquello a lo cuales e refiere la literatura infantil de la actualidad ¿de qué nos hablan los cuentos entonces?

Las diferencias empero no son únicamente de la índole de su contenido. Los cuentos se valen asimismo de una manera de expresión completamente diferente a todos los relatos infantiles. Lo significativo es que el escucha apenas toma consciencia de lo tan especial de estilo del cuento a pesar de lo tan conocidos que son los cuentos.

A continuación nos referiremos a eso tan especial del estilo del cuento. Existe un cuento que comienza asi: “Había una vez un pequeña, dulce muchacha a la que todos querían al simplemente mirarla, la que más la amaba empero era su abuela, que no sabía qué cosas regalarle. Cierta vez le regalo un caperucita de terciopelo rojo y porque tan bien le quedaba y porque ya no quería usar otra cosa, todos la llamaron Caperucita roja…”

Otro cuento asi:

“Juan había servido durante siete años a su amo, entonces le dijo: Señor, mi tiempo se ha cumplido, ahora quisiera volver a casa, junto a mi madre, entregadme mi recompensa.. el amo respondió: …”

Y un tercer cuento:

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“Había una vez, el hijo de un rey que ya no se sentía a gusto en casa de su padre y porque no sentía miedo de nada pensó: iré a conocer el mundo, allí no sufriré de aburrimiento…”

Esto no posee nada sorprendente, en parte lo conocemos de la infancia y tan bien lo conocemos que ni nos damos cuenta de lo que los cuentos están haciendo con nosotros. Cuando empero lo comparamos con otros relatos infantiles y el modo en el que nos presentan las figuras principales, de inmediato notamos lo tan especial del cuento.

En “Pippi, media larga”, por ejemplo podemos leer: “…Entonces se abrió el portón del jardín de la mansión Kunterbunt y le dio paso a una niña péquela. Era la niña más sorprendente que Thomas y Annika habían visto jamás, se trataba de Pippi Langsbrumpf que salía para su paseo matinal. Su pelo tenía el mismo color de la zanahoria y estaba sujeto en dos trenzas que se apartaban de la cabeza, su nariz tenia la forma de una pequeña papa colmada de pecas. Debajo de la nariz se situaba una boca realmente ancha con grandes dientes blanco. Su vestido era muy extraño. Pippi misma lo había cosido. Tenía un maravilloso color amarillo, pero como la tela había sido poca era demasiado corto, de modo tal que se veía la bombacha de color azul con puntos blancos. En sus largas piernas flacas lucia medias, una con franjas circulares y otra de color negro. Además tenía zapatos negros, el doble de grande como sus pies. Su padre los había comprado en Sud América, para que tenga algo dentro de de lo cual podía ir creciendo paulatinamente y Pippi nunca quiso ponerse otros zapatos.”

Al prestar atención a la descripción que Astrid Lind Gren nos brinda acerca de Pippi Langstrumpf, la vemos con bastante nitidez frente a nosotros: cabellos color zanahoria sujeto en dos trenzas, péquela nariz tipo papa con pecas…

El estilo del cuento (de hadas) en cambio es que allí los personajes no se describen. Con respecto a Caperucita roja de todos modos nos enteramos que es una pequeña “muchacha dulce” y que la abuela le ha reglado una caperucita roja de terciopelo. De Juan, únicamente se nos revela su nombre, el cuento guarda silencio acerca de su edad, su amo y su trabajo realizado. Del hijo del rey, que no sentía temor, ni siquiera sabemos el nombre. Esa reserva es un método. En los cuentos faltan en amplia medida los puntos de referencia, que nos permiten imaginar las figuras,

Asi y todo, los cuentos no son percibidos por nosotros como pálidos y aburridos. La mayoría de los escuchas de cuentos ni si quiera se dan cuenta de la escasez de datos informativos.

¿De dónde procede empero la vida del cuento al privarse tan consecuentemente de toda posibilidad perceptiva? ¿De qué manera se efectivizan las “imágenes” del cuento?

LOS CUENTOS ABREN LA CÁMARA DE LOS TESOROS DEL ALMA

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Podríamos suponer que al estar escuchando interiormente estemos comenzando a pintar imágenes, agregando de esta manera aquello que los cuentos nos están ocultando. Pero la acción del escuchar no nos deja tiempo para esa tarea. Acontece algo muy diferente: nosotros mismos adoptamos los roles de las personas de las que se está hablando.

Cuando se me relata algo acerca de una persona que desconozco, indicaciones acerca de su presencia externa me ayudan a imaginarla. Cuando empero se está hablando de mi propia persona, me parecería muy extraño que además de mencionar mi nombre se me informase pormenores de mi presencia externa. En el caso de estar hablando de una persona conocida, basta con indicar su nombre.

En el caso de la narración de un cuento nos acontece lo mismo, como cuando escuchamos nuestro propio nombre. Nos identificamos con las personas nombradas, las conocemos desde adentro. Por el hecho de meternos en sus roles, no necesitamos informarnos con respecto a detalles exteriores. Escuchamos por ejemplo la palabra caperucita roja como nuestro propio nombre, justamente por el hecho de que el cuento no nos induce por una descripción exterior en convertirnos en espectadores, por el tiempo del estar escuchando el cuento, podemos ser la caperucita roja, pero también el lobo, la abuela y todos los demás.

Escuchándolos, los cuentos por lo tanto para nosotros no son en primer término una secuencia de imágenes interiores, naturalmente tampoco son una mera información acerca de un acontecimiento determinado, ni representaciones simbólicas cuyo contenido con respecto al sentido debe ser traducido primeramente con conceptos abstractos para poder entenderlos. Son algo muy diferente. Los cuentos son espacios de experiencia. Al evitar en todos los casos que el escucha adopte la postura de un espectador, posibilitan que se experimente a sí mismo de múltiple manera: como caperucita roja, como Juan en la fortuna y como el hijo del rey, que no sentía temor. Justamente por el hecho de que estos no se describen en su faz exterior, puede unificarse a los mismos.

Al permitir el escucha que esto suceda con él, experimenta que en su propia alma existe la posibilidad de ser caperucita roja, de ser el hijo del rey. Los cuentos no le aproximan algo nuevo, algo ajeno a su ser, sino que le permiten despertar frente a lo mas intimo de él mismo, aquello que en su alma está dispuesto a modo de posibilidad.

Es un hecho que debería llenarnos de asombro. Dado que ¿Cómo llegan esas “imágenes” con tanta certeza al alma del hombre, de moto tal que al estar narrando podemos confiar en su existencia? Muchas veces en mi vida he tenido la oportunidad de narrar cuentos, cuentos de los pueblos y cuentos propios, pero jamás niño alguno me ha preguntado: ¿Qué es el hijo de un rey?, o ¿Qué es un cazador? Y sin embardo hasta las personas que pueblan los conocidos cuentos de los hermanos Grimm – y se trata en mayor medida de los más diversos artesanos que ya no existen en el entorno de vida del niño que habita en la ciudad, y en medida menor de hijas del rey y príncipes. A pesar de ello estas figuras de ninguna

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manera le parecen ser desconocidas a los niños. Por el contrario le son sorprendentemente familiares a los niños.

Es asi que me ha acontecido que mis propios hijos cuando les mostré la fotografía del Príncipe Charles (de Inglaterra) y les dije: “Mirad, este es un hijo del rey en la actualidad” lo miraron con interés, para finalmente sacudir las cabezas contestando con sabiduría “no papa, este no es un hijo del rey.” Lo sabían mejor que yo – mejor que la realidad exterior.

¿De dónde los niños tienen esta certeza?

DE QUE ACONTECIMIENTOS HABLAN LOS CUENTOS

El hecho de que los niños experimentan una alegría especial frente a los cuentos se evidencia cuando al final del cuento piden: ¡Otra vez! Quieren escuchar nuevamente lo recién oído. Han recepcionado las informaciones que el cuento puede brindarles, pero para ellos nos e trata de esto. Están buscando algo muy diferente.

Con ello retornamos a la pregunta, de qué acontecimientos los cuentos hablan en realidad.

Esto lo pude comprender claramente en cierta oportunidad, cuando en un campamento de vacaciones infantil en Sudáfrica conté “El sastrecillo valiente.” Mientras estaba narrando de pronto noté que aquel del cual estaba hablando estaba allí, presente personalmente. Allí estaba frente a mí, con las piernas cruzadas, plenamente inmerso en el suceso, vivenciándolo intensivamente, escuchando con entrega. Hasta ese entonces lo había conocido como uno de los varones de nueve años, que participaban del campamento. En ese momento del estar escuchando al cuento, se encontraba identificado con el personaje del sastrecillo valiente.

Evidentemente empero era a su vez aquello de lo cual relataba el cuento: que no era cualquier sastrecillo, en cualquier parte del mundo que esto lo había vivenciado tal vez, hace unos cien años atrás, sino de aquello que este niño que escuchaba, estaba viviendo en ese momento mientras escuchaba con gran atención. El acontecimiento del cual relataba el cuento en el momento de la narración era la vivencia interior de aquel niño. Por el hecho de que quieren vivenciar un vez mas aquello de lo cual está hablando el cuento, los niños lo quieren escuchar una vez más – si fuese posible ya mismo. Quieren realizar una vez más las experiencias interiores que el cuento despierta dentro de ellos, la experiencia de sus propias facultades anímicas.

Por el hecho de que al escuchar cuentos no se trata de informaciones en el sentido ordinario, sino de aquello que al escuchar despierta en el alama propia y puede ser vivenciado no se debería tomar en cuenta el “ya lo conozco” de los niños mayores como rechazo serio. Se trata de una postura que los niños copian de los adultos que solo se

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interesan por información y no por vivencia. Según mi experiencia, los niños aceptan con agrado si a su observación la entendemos como expresión de su alegría frente al encuentro con algo muy bello, que ya se conoce,

Naturalmente también yo he experimentado la protesta antes del contar: “Ay, cuantos que poco interesante”, cuando empero hube empezado con el relato, la vivencia se produjo también para los niños que habían protestado. (Recién en los últimos años he tenido la experiencia de que un niño después de que hubiese comenzado con el relato se levanto y salió de la ronda. Ya no pudo comprender mis palabras y entonces, mis palabras no han podido despertar una vivencia interior en él. Esta dificultad en la actualidad va en aumento)

El niño que está escuchando comprende que él mismo se está hablando y en oportunidad del relato se convierte en Caperucita Roja, en la abuela, en el lobo. No los toma empero a modo de figuras, sino que se mete dentro de los mismos, llevando a cabo en su propia alma las experiencias referidas en el cuento, despertando para ello, las posibilidades humanas que duermen dentro de él. Lo que vivencia Caperucita Roja – su ligereza, su despreocupación en el encuentro con el lobo, su incapacidad para darse cuenta frente a qué fuerza se encuentra de modo tal que finalmente quedaría a su merced a no ser que el cazador interviniese – todo esto se conforma en la vivencia propia del niño que está escuchando. Al mismo tiempo se asegura de la fuerza anímica “Caperucita Roja” en la propia alma. A su vez lo que sufre la abuela, se convierte en su propia pena y también el comportamiento del lobo en el momento del estar escuchando, es su propio comportamiento - esto lo familiariza con el hecho de que en la propia alma también se radica lo referido al lobo.

El cuento le revela al escucha estas experiencias, al llamarlo con los nombres del cuento. Es la llave mágica que abre la cámara de los tesoros del alma para su vivencia, permitiéndoles experimentar lo más íntimo de él. Puesto que los escuchas no vivencian todos lo mismo, sino que la reina, la Caperucita Roja, el cazador o el lobo de los cuales el cuento está hablando cobran vida en cada uno en la medida en la cual dentro de él está dispuesto lo referido a cada uno de esos seres, en uno más, en el otro menos.

Siendo escuchas , el cuento nos familiariza con lo referido a los reyes en el fondo de nuestro ser, al igual como con lo indómito referido a los animales, lo referido a la bruja, el héroe y el tonto, todo aquello que traemos como fuerzas anímicas y puede estar a nuestra disposición para la realización de nuestros actos, si entendemos despertarlo en el momento justo y manejarlo, vale decir si lo desarrollamos en el momento justo, actuando de la manera de estas personalidades interiores, o bien dominar su entrada en acción.

Terminando el cuento, estas experiencias caen nuevamente en el dormitar, quien empro las ha vivenciado reiteradas veces – “y si no han muerto…” – en su evolución puede referirse ciertamente a las personalidades en su propia alma y puede con ello crear en su biografía. Esto en parte es utilizado también terapéuticamente en la actualidad en los casos en los

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cuales es menester un fortalecimiento de la propia personalidad. A continuación a partir de algunos ejemplos mostraremos con que exactitud los diferentes cuentos abordan experiencias anímicas concretas y como en oportunidad de un estilo similar colocan los punto esenciales temáticos de modo distinto.

En su conjunto los cuentos sondean las profundidades del alma humana, de modo tal que difícilmente puede ser encontrada una pregunta de vida, hacia la cual no brindaría un espacio de experiencia a su manera, respetando la libertad. El estudio del alma de los cuentos, que a veces parecen ser tan ingenuos, siempre es considerable y permite intuir la fuente de sabiduría de la cual proceden. En un ámbito muy diferente, la atención está orientada hacia una riqueza anímica, de la cual hablan los cuentos cuando hace algunos años se describió una enfermedad hasta ese entonces desconocida: la multifrenia. Los afectados simplemente son señalados con “Múltiples”. Detrás de ello se oculta la dispersión del alma en numerosas “personas” que ocultan de diferente manera, una de la otra. En el libro “Las 147diferentes personas que yo soy”, de Liz Bjinsdorp describe la experiencia con ese estado y su esfuerzo de cobrar el dominio en el alma propia. Del lado del acontecer patológico nuestra atención es llamada a la existencia de la cámara de los tesoros, solo que ahora se ha convertido en la guardia de los bandidos, del cual el amo no logra llamar sus siervos, sino que las personas salen sin ser llamadas, indomables, as u libre albedrío.

UN MNDO QUE ESTÁ ABIERTO TAMBIEN A NUESTRA VIVENCIA

El cuento no solamente despierta nuestras experiencias de diferentes posibilidades del ser humano, que en nuestra alma yacen a modo de ideas, o de conceptos más o menos pálidos, sino a modo de fuerzas de desarrollo a veces muy dinámicas, que aguardan ser llevadas a la acción, al mismo tiempo, abre nuestra vivencia con respecto al hecho de que además de estar situados en el mundo exterior, estamos inmersos además en un mundo de constitución muy diferente. Y nos hallamos allí, con una asombrosa naturalidad, a pesar de que a menudo apenas tenemos consciencia de ello, porque no tenemos motivo para prestar atención a su existencia. También este hecho que se retrotrae ampliamente a nuestra vivencia diurna-despierta, lo podemos descubrir a través del escuchar los cuentos. Para demostrar este hecho referido en los cursos he optado relatar el inicio de “Blanca Nieves”:

“Erase una vez en medio del invierno y los copos de la nieve caían del cielo como plumas, cuando una reina estaba sentada junto a una ventana que tenía un marco de negra madera de ébano, y cosía. Y mientras estaba cosiendo, elevando su mirada hacia la nieve se pinchó el dedo con la aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Y porque lo rojo en la blanca nieve se veía tan bello pensó entre sí: “si tuviese un hijo tan blanco como la nieve, tan rojo como la sangre, y tan negro como la madera en el marco…” Al poco tiempo tuvo una hijita que era tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tenía el cabello tan negro como

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la madera de ébano y por eso recibió el nombre de “Schneewittchen” (ch=j) – Blanca nieves. Y cuando la niña hubo nacido, murió la madre.”

Los escuchas consultados que sentían al escuchar a este cueto respondían: calma, amparo, intimidad, pureza, tal vez una leve tristeza, y similares. Esto en si no tiene nada sorprenderte.

Cuando leemos el texto empero, con despierta critica y nos preguntamos cómo entenderíamos su declaración, en los términos de la vida cotidiana, nos damos cuenta de que al estar escuchando hemos sentido de modo muy diferente los hechos que enumera el cuento que en el mundo en el cual nos movemos habitualmente. No se producen sensaciones de frío, de soledad y tal vez hasta el hastío, a pesar de que aquello que el cuento menciona daría motivo para ello. Allí está sentada una mujer “en el medio del invierno”, sola en medio de la nieve, se pincha el dedo, y corre la sangre. Finalmente se menciona que la reina había muerto en ocasión o a causa del nacimiento del niño.

Hasta como adultos prácticamente nos hallamos eximidos del peligro de entender superficialmente lo emitido. Permitimos en cambio como si se tratase de algo natural, que nos lleven a un mundo interior, un espacio del alma, en el cual la palabra nieve no nos está hablando de frio, sino de pureza, sangre, no de lesión sino de amorosa entrega, en el cual la muerte no posee nada horrible – y permitimos que esto suceda con nosotros hasta en la casa que hasta ese entonces ni siquiera hemos sabido que un mundo asi existe.

En aquel mundo en el cual el cuento nos sitúa, se modifica también la vivencia del tiempo. En el inicio de cada cuento, de modo misterioso vive la intuición de un dichoso final, con ello a su vez la certeza de que las experiencias que el héroe del cuento tiene que absolver, no están determinadas por su procedencia sino por la meta que alcanzará no tan solo en el pasado yacen las causas de aquello que acontece sino en medida mucho mayor en el futuro. El comienzo por marcado de penuria que pudiese estar, ya se encuentra transfigurado por el final feliz.

Un niño de siete años preguntó asombrado, en oportunidad de que se contaba “El burrito”, “¿Por qué no han arrojado al burrito al agua, ahogándolo tal como lo quería la reina?” a lo que el hermano de nueve años le contestó: “tonto, si ese será el rey”, al cabo de lo cual el asunto había quedado en claro – según la lógica del cuento.

Pensemos en “Hänsel y Gretel”, en “La Cenicienta” en “La Bella Durmiente”, en “Blancanieves” y todos los demás. Todos ellos nos invitan – cuando los escuchamos – no mirar tan solo aquello que ha sido, sino abrir nuestro oída hacia aquello que vendrá. Esa vivencia diferente de causa y efecto, se estimula aun más al prestar atención a como comienzan los cuentos y a como finalizan.

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Al comenzar nos dicen “había una vez” y nos dicen al final “y si no han muerto, viven todavía hoy”. (Los conocedores de cuentos naturalmente, que pocos cuentos comienza realmente con “había una vez” y en la colección de los hermanos Grimm un solo cuento finaliza con el conocido “y si no han muerto todavía viven hoy”, en el cuento más bien conocido “Fundevogel”. A si y todo vivenciamos que ese es el final “correcto” para un cuento y eso también es una realidad)

¿Qué hubo entonces? ¿Cómo sigue? Los cuentos nos incentivan a formular tales preguntas - y las dejan abiertas para nuestras propias respuestas. La respuesta, la tenemos que encontrar nosotros mismos. En el cuento toma continuidad entrando a nuestra propia vida. Nos vincula con un “había una vez” y con un futuro que puede vivenciar aquel quien no permite qe muera lo que el cuento ha llamado a la vida dentro de él.

Justamente los hechos que en la vida promueven nuestro temor, los hechos con los cuales nos resulta difícil manejarnos en el cuento adopta un rol natural, reiterativo a menudo decisivo: penuria, enfermedad y muerte, destino. En tanto que cran nuestro consentimiento para la postura positiva frente a eso hechos, sirven para liberar de temor al alma.

Puede sorprender que las experiencias que pueden ser realizadas en ocasión de escuchar los cuentos puedan tener su importancia también en la vida de todos los días. Quien a través del cuento ha conocido la pena, la enfermedad y la muerte, está preparado para manejarse con ellos también de otra manera en la vida. No constatará simplemente: “esto me ha pasado ahora nuevamente” sino tal vez preguntará: “¿hacia dónde quiere conducirme esta experiencia?”, de esta manera los conducen a una realidad de la vida a la que de otro modo tal vez no hallaríamos acceso.

Anne-Marie Tauscha, una profesora de psicología, quien intentaba ayudar a los afectados por el cáncer, para poder manejarse son su destino, ha vivenciado que diferencia existe por el hecho de poder formular las preguntar de esta manera, de que enfermedad y muerte cobren un sentido.

Al enterarse de que ella misma padecía de cáncer, fue presa de todos los temores, prejuicios, ira que están relacionados con este cuadro patológico. Luego una amiga la incentivó a no pensar en aquello, que generalmente se sabe acerca de la enfermedad “cáncer”, sino preguntar en cambio: “¿Qué quiere de mi esta enfermedad?” y he aquí no de manera inmediata, pero en el curso de algunas semanas, constató que recibió el estimulo de realizar experiencias, aprender cosas que sin el cáncer, su cáncer, jamás hubiese realizado, jamás hubiese aprendido. Y que en definitiva le dieron la certeza: “La puerta hacia la vida se abre hacia adentro”.

Esa puerta hacia la vida en el interior, la abren los cuentos.

(Sigue en el cuaderno 2)

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¿DE QUÉ PASADO HABLAN LOS CUENTOS?

En culturas, que aun no poseían la escritura, el narrador cumplía una función importante. Relatando, tenía que mantener despierto las memorias de los acontecimientos del pasado, y con ello la relación de la estirpe hacia los mismos. Al relatar las proezas de un héroe difunto, se produjo exactamente aquello que sucede también cuando escuchamos un cuento: los escuchas aunque no veían frente a ellos al héroe exteriormente, tanto más se identificaban con él escuchando, lo vivenciaban, tal como si estuviese vivo dentro de ellos mismo. En esas narraciones, siempre permanecían abiertas un poco los límites de nacimiento y de la muerte, y el individuo permanecía íntimamente conectado con el pasado de su estirpe y sus héroes… su vida seguía fluyendo dentro de él.

¿A qué pasado se vinculan los hermanos Grimm en sus cuentos? En ellos difícilmente podremos descubrir un pasado histórico –alemán concreto, tampoco ningún héroe alemán, de los cuales nos hablan las leyendas. Las imágenes de los cuentos nos conducen a un pasado de índole completamente diferente.

Lo que hacemos urgir de nuestras propias fuerzas anímicas, al otorgar vida interior a la abuela, a Caperucita Roja, al rey o la reina, nada tiene que ver con las personalidades que alguna vez se hubiesen encarnado en nuestro pueblo. Lo creamos de manera completamente nueva y original. Al mismo tiempo empero, aquello que estamos creando – por individual que fuese, por nuevo que fuese y nunca existente con anterioridad aun para nosotros – ya se encuentra denominad con la palabra del cuento, que ha incentivado actividad anímica.

Todas las concepciones acerca de la abuela que puede formarme ya están abarcadas con la palabra “abuela”, como asi también todas las concepciones acerca de la Caperucita Roja con la palabra “caperucita Roja”. Por un lado me siento en completa libertad de activar mis fuerzas plasmadoras y por otro lado me muevo con esta actividad dentro de un marco cuyas condiciones y limitaciones ya están fijadas mediante el concepto. Esto significa que la abuela y caperucita roja ya existen de una manera no – sensoria mediante mi configurar, empero las integro a mi experiencia y mi vivencia de una manera completamente propia a mi ser. Constituyo una posibilidad general en una fuerza propia. La dimensión de mayor profundidad a la cual apelamos la descubrimos al tomar en cuenta el concepto de “hombre”. Aunque está señalando algo determinado: a nosotros tal como somos hoy, pero a su vez también aquello que pueda ser de nosotros en un futuro. La palabra de nuestros ancestros nos despierta también frente a aquello que otrora seremos. Al conectarnos con la misma dentro de nosotros se mueve la voluntad de chocarnos al servicio de una futura evolución humana., nos acercamos a lo futuro del hombre, cuya realización nos ha sido concedida, nos conformamos en formadores de aquello que a modo de posibilidad, la palabra ya abarca en la actualidad.

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Al escuchar los cuentos me nutro como de profundidades de vertientes de las profundidades de la palabra y de aquella realidad que está contenida en la palabra supra sensorialmente, como posibilidad futura y que curiosamente hasta me es familiar. Llevo esa realidad en las profundidades de mi propia alma, a modo de un tesoro inconsciente. No se trata de algo extraño, algo ajeno que penetra desde afuera, sino que pertenece a lo mío, propio.

Al igual como los narradores en épocas antiguas, los cuentos guardan una memoria que de otro modo fácilmente podría perderse. Como hemos constatado empero al respeto nos e trata de memorias referidas a antiguas vivencias triviales y determinadas personalidades que alguna vez han vivido en la tierra. Los cuentos se vinculan a un pasado mucho más amplio: se vinculan a las experiencias pre-natales.

En aquel ámbito en el cual ellos mismo han elegido los talentos que quieran traer para su vida terrenal, los niños se han encontrado con las fuerzas, que las figuras de los cuentos les traen a la memoria, las han recepcionado como posibilidades de configuración, como fuerzas plasmadoras humanas y las llevan en sus propias almas a modo de tesoro de ese mundo pre-natal a su actual vida terrenal, concreta. Por tal razón los seres que el niño imagina al estar escuchando, son mucho más ideales que aquello que viene a su encuentro en el mundo exterior. Es asi que los cuentos en aquel que los está escuchando pueden vigorizar nuevamente las decisiones tomadas en el tiempo pre-natal - no en forma de pensamientos, pero en forma de confianza y valor frente a la vida que hemos decidido aceptar y para el cual no hemos estado preparando en aquella fuente de las fuerzas plasmadoras humanas.

El intuir de un pasado previo al nacientito a su vez nos hace intuir un futuro más allá de la muerte. Es asi que los cuentos pueden prestar hoy un invalorable servicio con respecto a la quita del miedo de las almas, dado que nada se percibe tan amenazante como el hecho de la propia mortandad y a su vez nada es tan mal entendido, interpretado en su realidad como la muerte.

ASPECTOS PARA EL RELATO DE LOS CUENTOS

Aquí quiero adicionar algunos aspectos con respeto a la narración de cuentos con referencia a los cuales ocasionalmente hubo consultas en los cursos, las cuales según mi experiencia de narrador, me parece importante dilucidar.

¿CUÁLE ES LA EDAD PAROPIADA PAR ALOS CUENTOS?

La edad de los cuentos comienza con el segundo septenio de vida, cuando los niños entran a la escuela, a partir de allí siempre estamos en la edad de los cuentos. Aunque en la vida existe una edad en la cual el interés por los cuento sesta en un segundo plano, porque tenemos que hallar nuestro lugar en el mundo – con el aumento de la edad y la creciente

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experiencia de que las preguntas esenciales no encuentran su respuesta en el mundo exterior, renace el cariño por los cuentos.

Lo que debe tomarse en cuenta en la edad primera para los cuentos. Los cuentos despiertan experiencias en el espacio interior del alma. Allí es su lugar apropiado, allí sus peligros pueden ser dominados y pueden ser alcanzados sus metas. Hemos visto que como adultos diferenciamos exactamente entre aquello que se nos cuenta del mundo exterior o el mundo interior y al escuchar el cuento llevamos a cabo la orientación hacia el interior. Esa facultad se desarrolla recién en el segundo septenio. Con anterioridad el mundo exterior y el interior se compenetran.

Un niño del Jardín de Infantes tendrá la tendencia de reconocer las figuras de los cuentos en el mundo exterior: por ejemplo al lobo en “Caperucita Roja” en el perro del vecino, o en la señora mayor que vive en la casa de enfrente, la bruja de “Hänsel y Gretel”. Mientras que el escucha de cuentos mayor de edad tiene la posibilidad de movilizar las fuerzas opositoras contra esa amenaza – por ejemplo al cazador – el niño pequeño es indefenso frente a la misma, al tener lugar tales encuentros en el mundo exterior. Entonces el cuento no puede desarrollar su efecto anulador de temores y en cambio puede despertar los mismos.

Para no dificultar prematuramente el correcto acceso a los cuentos, cobra sentido aguardar con su relato hasta la llegada de la madurez escolar. (Con algunos pocos cuentos “inofensivos” también en la edad del jardín de infantes ya puede despertarse la alegría preliminar al futuro relato de los cuentos)

¿ES PREFERIBLE CONTAR O LEER?

Hay diversos motivos valederos para el relato al pie de la letra de los cuentos. Se podrá observar que los niños mismos quieren escuchar determinadas formulaciones siempre de la misma manera y se lamentan amargamente cuando en el caso de una repetición, lo mismo es contado con otras palabras. Esto haría pensar que antes de contarlos debemos aprender de memoria a los cuentos. Pocas madres estarán en condiciones de realizar esa tarea.

Una segunda posibilidad es la lectura de los cuentos. Esto asegura la fidelidad de las formulaciones, tiene empero a su vez su contra-indicaciones. La dificultad principal consiste en el hecho de que los niños a menudo no entienden las palabras leídas. No les revelan su significado. Entonces el escucha cuentos se convierte en un asunto aburrido ¿Por qué sucede esto?

El mismo enigma se ha producido cuando en USA se intentó enseñar idiomas a los niños a través de la TV. También allí las expresiones del aparato no eran reconocidas como idioma. Científicos rusos encontraron el motivo al respecto: los niños reconocen una expresión a modo de lenguaje, únicamente en el caso de que pueden formular preguntas.

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Quien por lo tanto toma la decisión de leerles cuentos a los niños, tendrá que prestar atención de qe el libro no obstaculice el contacto directo hacia los niños, creando una situación en la cual las preguntas no molestan.

Entonces su lectura podrá llegar a los niños.

Es importante que el lector ya conozca al cuento, sabiendo asi lo que le puede proponer al niño que está escuchando. Únicamente aquello con lo cual el lector puede conectarse puede llegar al niño produciendo un efecto positivo en el mismo. Aquello qe en el lector aun promueve dudas queda cerrado también para el escucha,

Yo personalmente prefiero el relato a la lectura. La predilección de los niños a la formulación siempre uniforme trato de satisfacer, cuidando que determinadas expresiones sean siempre las mismas.

¿CUÁNTAS VECES PODEMOS REPETIR UN CUENTO?

Al escuchar el término “cuento” (de hadas) el adulto tal vez estará pensando en un grueso libro, el niño más bien está pensando en fascinantes aventuras. En oportunidad del escuchar un cuento no busca informaciones. Para ello seria suficiente contarlo una sola vez. Lo que busca es experiencia… quiere activar las fuerzas anímicas propias, aprender a manejarlas y desarrollar confianza en esas fuerzas propias. Esto se logra de mejor manera cuando el niño ya conoce los hechos del cuento, tal como también la representación de una obra teatral se logra de mejor manera cuando ya se dominan los roles. Es asi que el cuento vive de las repeticiones. Tanto más joven es el alumno que escucha, con tanta mayor paciencia deberíamos permanecer en un determinado cuento y volver al mismo, al cabo de cierto tiempo. Escuchar todas las noches lo mismo durante una semana – y poder transponerlo con vida interiormente – permite a los niños apropiarse de las fuerzas a las que apelamos en los cuentos, dominar miedos salir airoso de pruebas y poder desarrollar en medida cada vez mayor la confianza de alcanzar con toda felicidad la meta propia. Quien tiene paciencia puede contar lo mismo a lo largo de lapsos aun más extensos.

¿QUÉ SUCEDE CON LOS LIBROS DE ESTAMPAS?

El método de los cuentos justamente es que renuncian a todas las descripciones ilustrativas. Es asi que colocan al pintor que quiere crear imágenes apropiadas al respecto frente a una ardua labro. Yo personalmente opino que los cuentos no necesitan imágenes. Niños pequeños a veces necesitan libros ilustrados para llegar a la calma o simplemente a modo de fuente de alegría. A menudo podemos experimentar empero que frente a ilustraciones

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con respecto a los cuentos los niños se sientan confundidos, constatando – mientras sacuden la cabeza – “pero si Caperucita Roja es completamente diferente”

Naturalmente que es diferente: como el niño mismo interiormente ¿Cómo se podría pintar eso?

Un compromiso podría ser realizar pinturas de otros cuentos, o tal vez un cuento determinado solamente que empero entonces ya no viene al caso para la vivencia interior dado que las figuras que han sido ilustradas ya no son apropiadas al adquirir una concepción exterior.

Algo diferente acontece cuando los niños mismos realizan dibujos referidos a los cuentos o cuando en una pequeña representación muestran los personajes del cuento. También en esa actividad se nutren de la cámara del tesoro de su propia alma. Deberíamos prestar atención que al respecto lo importante no tanto es el resultado sino la experiencia.

DE LO QUE RELATAN LOS CUENTOS

OJEADA AL MUNDO DE LOS CUENTOS

Aquello que de modo general ha sido comentado en el capitulo anterior lo observaremos ahora de manera más concreta a partir de algunos cuentos. También en este caso la experiencia ha de ocupar un primer plano en los diferentes cuentos, dado que es el don especial de los cuentos que no contestan nuestras preguntas de manera intelectual, sino que abren espacios en los cuales realizamos nuestras propias experiencias y podemos hallar nuestras respuestas personales. Él desde donde viene el hombre y el adonde va, las alegrías y los peligros, relacionados con la vida terrenal, su relación hacia seres superiores que lo acompañan y finalmente también el trato con la muestre misma, todo esto nos aceran los cuentos. Lo que de este modo vivenciamos lo podemos trasladar a modo de experiencia al mundo cotidiano de nuestra vida para la clarificación de nuestra mirada y para la animación en el camino de nuestro destino.

Explicaciones que ocasionalmente se adicionan están destinadas a esclarecer la procedencia de sabiduría de estos cuentos y los contextos de los cuales participa el escucha a través de sus vivencias. No se ha pensado al escucha a través de sus vivencias. No se ha pensado en una “traducción” de las imágenes de los cuentos, en conceptos intelectuales.

Se presupone el conocimiento de los cuentos en cuestión. Por cierto que sería ventajoso que antes de iniciar la lectura de lo expuesto a continuación, volver a leer los cuentos referidos en la colección de los hermanos Grimm, para ir sondeando sus climas en el alma propio.

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El cuento de Hänsel y Gretel será analizado con mayor profundidad mientras que en otros cuentos se observará más bien la temática especial.

HÄNSEL Y GRETEL

LA PENURIA EN EL HOGAR PATERNO

Inicialmente el cuento renuncia al conocido “había una vez”.

Es asi que aquello de lo cual se habla no es un recuerdo de algo que hubo alguna vez. Con las palabras: “delante de un gran bosque” nos recibe el cuento y sin demora nos lleva al acontecimiento inmediato, la penuria existente y el intento de la solución. Ya podemos darnos cuenta que el “gran bosque” tendrá un rol especial.

Al comienzo del cuento vivenciamos la situación en el hogar paterno. Este término “en la casa del padre” luego se utiliza tres veces en el curso del cuento. Allí está delante “de la casa del padre” aquel mundo colmado de vida peculiar intricado, insondable, misterioso, que luego será escenario de la acción.

Desde allí proviene el sustento que obtiene el padre para su familia, la nutrición de sus hijos. El padre ya no puede proveer el “pan de cada día”. Los niños mismos tendrán que ver somos lo obtienen.

Esta situación la podemos resumir de manera tal que constatamos: el padre ya no está en condiciones de ocuparse del bienestar de sus hijos. Su trabajo en el bosque ya no alcanza para el sustento de la vida. En el curso del cuento queda en evidencia que ese no-logro del sustento de la vida, cobra validez sobre todo con respecto a los hijos, puesto que el padre sobrevive. (Mientras adelante, nos ocuparemos de la muerte de la madre, pero por cierto no ha fallecido por la causa del hombre). Para el padre solo por lo tanto el hombre no sería una amenaza. Los niños empero se encuentran en problemas.

Esa penuria que luego es relatada y rápidamente es relacionada con aquella otra personalidad, que al lado del padre y los hijos se encuentra en el hogar paterno y que allí en realidad tomas las decisiones y las lleva al complimiento, el cuento la suele señalar como “la mujer”. En honor a la justicia tenemos que constatar: la penuria que se sitúa al inicio de los acontecimientos, nada tiene que ver con su ser, está fundamentada en la pobreza del padre y en la “carestía” que se ha abatido sobre el país. Por lo tanto se ha producido una situación en la cual se tiene que realizar un esfuerzo mucho mayor con respecto a los niños. De hecho “la mujer” aprovecha esa indigencia para entrar en acción a su manera – con dureza de madrastra y con inteligencia a su vez.

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¿De qué manera “la mujer” ha llegado al hogar paterno? Queda abierto en el cuento, si se trata de la madre autentica – en el texto hallamos en dos oportunidades la definición “madre” – o de una segunda esposa del padre, una sola vez es señalada como “madrastra”. Tan solo su modo de actuar la hace aparecer como madrastra tal como el cuento lo define. Sea como fuese una cosa es segura: que la “mujer” puede vivir y actuar allí porque el padre mismo la ha traído a la casa. Él, quien aquí aparece débil e indeciso le ha dado espacio para que tome las decisiones con respeto a los niños.

LO QUE PUEDE REVERTIR LA ANGUSTIA

Ese imperar de la mujer en la casa del padre puede ser evaluado empero correctamente al tomarse en cuenta la meta. El cuento refiere que al final los niños traen perlas y piedras preciosas al hogar paterno. Es un largo camino a recorrer desde el momento en el cual inicialmente sufren hambre, pero la posibilidad ya está dada. Forma parte de la lógica del cuento que el futuro ya esté incluido para poder comprender realmente los acontecimientos. (Tal vez no se trate únicamente de la lógica del cuento, sino de la lógica más profunda de toda vida…)

Afuera delante de la puerta “de la casa del padre”, ya se encuentra en existencia el bosque con la casa de la bruja. Pero aun todo es posibilidad. Esa posibilidad se puede convertir en realidad justamente a causa de los impulsos que promueve la mujer, impulsos que el padre no está en condiciones de promover, a causa de su amor por los hijos. Con la mujer ciertamente ha llevado a la casa la ayuda para llegar a la decisión necesaria para los hijos. En ella el amor materno parece estar endurecido, y también lo es de hecho pero justamente es eso lo que cobra sentido en ese momento,

(la presencia de los “pájaros blancos” – a los que nos referimos más adelante - nos indica que los desarrollos en lo sucesivo no se hallan librados al azar, sino que se encentran orientados a una meta)

Al resumir lo hallado hasta ahora podemos decir: en la casa paterna impera dificultad para aquellos que aun tienen que creer que quieren evolucionar. Esa carencia existe porque el padre no puede aportar – a partir de su relación hacia ese mundo en el cual tendrá lugar la evolución de los hijos – los medios para su nutrición. Pero justamente su amor hacia los niños le impide separarse de ellos.

Aquello que puede revertir esa situación tiene que ser llevado a cabo por la mujer que ha recibido en su casa parta actuar en pro de los niños. Y a partir del siguiente relato del cuento podemos ver: a pesar de que la mujer actúa con malos propósitos finalmente se impone aquello que el padre aguarda para los hijos: que puedan vivir sin carencia. Por lo tanto la mujer es la actuante en la casa del padre, admitida por el padre y hasta llamada por

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el padre, el propósito empero que llega a la realización a través de su acción, es el propósito del padre.

Con ello el cuento de “Hänsel y Gretel” nos brinda una explicación con respecto a la pregunta a menudo candente: ¿de qué manera el mal llega al mundo? Aquí lo podemos vivenciar: llega a modo de ayuda de decisión del padre a su lugar para promover el avance, que él no puede promover directamente a partir de su propia fuerza de amor.

Justamente su amor requiere de una fuerza de oposición, para que los hijos puedan avanzar.

Podemos vivenciar como aquí en la imagen se puede experimentar algo por lo cual el intelecto al querer conceptuarlo, se confrontaría con una gran lucha.

LUNA Y SOL

El intento de deshacerse de los niños tiene que ser emprendido dos veces. En la primera oportunidad y gracias a los cantos rodados que les permiten encontrar el camino a la luz de la luna, encuentran el camino de retorno a la “casa del padre”. Recién cuando Hänsel intenta indicar el camino mediante los grumos del pan, el emprendimiento de la madre es exitoso y los niños tienen que quedar en el bosque.

Lo decimos con tanta naturalidad: hallaron el camino de retorno. ¿Eso esta expresado correctamente? ¿Es su camino tan solo por el hecho de que alguna vez lo han transitado? ¿Por el motivo que la luna lo ilumina bellamente?

Al formularnos estas preguntas nos llamará la atención de que este camino primero hacia el bosque y de retorno a la casa del padre, se encuentra aun sumido por completo en el ámbito nocturno-lunar. Durante la noche se recogen los cantos rodados, se parte antes de la salida del sol, el gatito –animal nocturno - da la salida de despedida, asi lo alegra Hänsel. Durante el día los niños están en el bosque y duermen, hasta entrada la oscuridad. Luego retornan guiados por los cantos rodados iluminados por la luz de la luna, hacia el lugar desde el cual han venido. Y allí al cabo de un tiempo comienza el mismo pesar de antaño.

También en el segundo caso las decisiones se toman durante la noche, antes del comienzo del día ya se inicia la partida. Ahora empero es la palomita que desde el techo envía el saludo y son los grumos del pan que tienen que señalar el camino. Y a la luz de la luna no pueden ser reconocidos ni vueltos a encontrar puesto que otros seres cobraron interés en los mismos – solamente los niños habían tenido interés en los cantos rodados. El camino señalado ahora cobra interés no solamente para los niños sino también para los pájaros. Esto tiene como consecuencia que las actividades se desplazan al ámbito diurno-solar. Ahora los niños duermen durante la noche y durante el día buscan su camino aun no señaliza. La meta la encuentran al medio día.

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Podemos decir en el primero de los casos están seguros, todo es asi como estaba pre-dispuesto, y lo que hacía sido sigue llevando de la misma manera. Pero mirándolo detenidamente no es otra cosa que un volver hacia atrás. La seguridad se crea por el hecho de que existe solamente una única posibilidad. La luz de la luna ilumina lo fijado, lo pasado, lo andado con anterioridad.

En el segundo caso está la ausencia de toda seguridad. El lugar de lo fijado es ocupado por innumerables posibilidades con respecto al camino a elegir. Con el renunciamiento al pasado empero se abre el futuro. Con el renunciamiento al pasado empero se abre interés en ese camino hacia el futuro, que por una parte hallan nutrición, que empero por otra parte están dispuestos como ayudantes y guas en momentos importantes – el pajarito blanco que conduce a la casa de la bruja y el patito blanco al final. No imponen su servicio pero están allí, dispuestos a brindarlo libremente.

Ese aspecto opuesto entre el ámbito lunar y el solar se expresa asimismo en los objetos que marcan el camino: en los cantos rodados y en el pan. En los unos, la luz aparece reflejada exteriormente, fría; ciertamente no sale de sí mismo. En el otro empero no es reflejada sino que ha sido integrada conformándose en fuerza evolutiva propia, el cereal ha crecido a la luz del sol y posee familiaridad solar, hasta en lo más intimo de su ser.

En el cuento los cantos rodados son un episodio, solo al final se los menciona una vez más, cuando Hänsel dice de las piedras preciosas: “son mejores aun que los cantos rodados”. El pan empero transpone a todo el cuento y a continuación nos ocuparemos del mismo.

En primer término empero podemos resumir aquello que hemos estado mirando al constatar: evidentemente el cuento nos habla de dos ámbitos del destino. Uno el ámbito lunar, está fijado por lo que ha sido siempre, lo que ha sucedido antes – aquí la colocación de los cantos rodados. Aquí impera lo invariable, lo acontecido alguna vez, sigue teniendo rigor, impone el camino. Esto por un lado significa seguridad, por el otro lado impide el progreso, el desarrollo.

El otro ámbito del destino, del cual habla el cuento, el ámbito solar, se caracteriza por el hecho de que aquí no cuenta lo antiguo lo dispuesto, lo ya andado, sino únicamente la meta que debe ser conquistada. Esto significa libertad, pero a su vez inseguridad, significa peligro – la bruja también podría vencer – pero también la posibilidad de una evolución. Y más allá de ello significa que el propio camino se torna interesante para otros, para los pájaros, de una manera algo diferente para la bruja, sobre todo también para el padre mismo.

El cuento nos hace sentir: la luna y el sol pueden conducir en el destino. Depende también del hombre a que conducción se confía. Quien sobre todas las cosas busca seguridad, preferirá permanecer en el ámbito lunar.

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Puede ser empero que en la vida circunstancias adversas – por ejemplo una puerta cerrada, que evita el poder escaparse – nos obliga a confrontarnos con el peligro, pero a su vez la libertad y el progreso.

EL MISTERIO DEL PAN

Orientémonos ahora hacia el pan. Hagamos inicialmente un inventario: desde un comienzo, se trata del pan diario. No existe la cantidad suficiente en la casa del padre ¿Quién reparte el pan? ¡La mujer! ¿Hacia dónde conduce el errado camino, marcado con el pan? Hacia la casita del pan, donde nuevamente los aguarda una mujer. Vale decir también aquí la mujer administradora del pan. Pero ¡qué diferencia con respecto a la casa paterna! Cuando allá apenas hubo suficiente pan para la supervivencia – “para cada uno, un pedacito” – aquí lo niños pueden vivir del pan mismo, al entrar en la casita del pan,

Las piedras primero los cantos rodados y luego las piedras preciosas, conducen siempre en dirección al padre, el pan siempre conduce hacia la mujer.

Lo esencial con respecto al pan es sobre todo el hecho de que nutre, esto significa empero que es recepcionado por seres y transformado. Por si mismo el pan no tiene sentido, hasta en épocas de holgura nos causa una sensación extraña, al encontrarnos con pan desperdiciado o cuando el pan se lo trata con ligereza. El pan guarda un misterio: el misterio evolutivo, aquello que puede ser. Porta vida, nuestra propia vida. (En el Padre nuestro, es el único pedido que pronunciamos: “nuestro pan de cada día”)

Asi y todo Angelus Silesius afirma en su conocido lema: “el pan de cada día nos nutre”. En su sentido también es correcta esa afirmación. Ya que no es lo material del pan que nos nutre sino la fuerza transformadora implementada por nosotros, lo que convierte materia familiar a la luminosidad solar, en humanidad terrenal. El proceso de la recepción del alimento no puede ser considerado únicamente referido al cuerpo físico, sino que ese proceso brinda vida a todo el ser humano. Sin el pan no solamente nuestro cuerpo estaría librado a la muerte, sino toda nuestra entidad.

+por lo tanto el pan que a su vez ha pasado por un proceso de transformación, guarda dentro de sí el misterio de la transformación. Al ser materia empero, a su vez es maternal. El MATTER del latin, es la madre en el idioma alemán (MUTTER) y lo material correspondientemente es lo maternal.

¿Cómo podemos entender esto? Podemos entenderlo dado que hemos dicho que el pan es una materia que no puede ser entendida a partir de sí misma, sino únicamente a partir de aquello que porta dentro de sí, como sentido, como finalidad. Podemos comprender asi todo lo material, que siempre porta dentro de sí un sentido y algo esencial, envolviéndolo y

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amparándolo maternalmente. La materia es material, en tanto está dispuesta a recepcionar lo espiritual, darle envoltura y finalmente liberarlo hacia sí mismo.

En la bruja esa maternidad llega a nosotros en una forma de exceso. Dado que aquí no está dada tan solo la disposición a la envoltura, sino mas allá, el deseo de cocinar a los niños y a comerlos.

Conocemos también esta cualidad de la materia y nos hallamos en constante lucha con la misma. El cuento empero nos permite saber que en el caso de este lado embrujado de la materia, se trata de la actividad de un ser. Ese ser puede percibir únicamente a la parte física de la realidad: no puede ver, pero puede oler. En Hänsel puede percibir únicamente lo óseo. Dicho con exageración: el pan ingerido como alimento no solamente se convierte en ser humano, sino que a su vez existe el peligro de que en ese proceso el hombre quede sujeto a la materia. Entonces se torna verdad el dicho: “El hombre es lo que come”. En el cuento por nosotros contemplado es justamente el trato con la preparación del pan que decide el destino de la bruja: el horno, dentro del cual se quema, ha sido preparado para el horneado del pan. Y puede figurársenos como sumamente sabio, que dentro del fuego, que de materia terrenal hace surgir el pan, se transforma también esa fuerza materna “vieja como la piedra”, que en el pan quiere promover la atadura a la materia terrenal.

Ella misma es horneada en el horno del pan. No muere de hambre, sino que es integrada al proceso del preparado del pan ¿Quién había encendido el fuego en el bosque? El padre: ahora los niños no duermen al lado del fuego, sino que Gretel junto al fuego despierta a nuevas facultades.

¿QUIENES SON LOS NIÑOS?

El cuento al igual como lo solemos hacer nosotros, llama a los niños con nombres familiares como para adecuar sus propios nombres a la forma infantil ¿Cuáles son los nombres verdaderos que llevan a estos dos niños? ¿Qué deben ser alguna vez? Johannes y Margarethe (j=i), cuan aplomado suena esto en lugar de Hänsel y Gretel. Irán amoldándose a estos nombres.

¿En que pensamos al escuchar el nombre Johannes (Juan)? Tal vez en los cuentos rusos, en los cuales el héroe muchas veces lleva este nombre, tal vez en el “Fiel Johannes” del cuento de los hermanos Grimm, del mismo nombre, o pensamos en el Juan del Evangelio, aquel que durante la cena se había apoyado en el pecho del Cristo y había preguntado: ¿Quién es Señor que te traiciona? Vale decir su discípulo predilecto. Finalmente todavía podemos pensar en Juan que escribió la profecía de la Apocalipsis – que ha sido el mismo discípulo predilecto a avanzada edad – el vidente quien nos ha hablado del Jerusalén celestial, cuyos fundamentos están estructurados sobre piedras preciosas.

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Margarethe (Margarita), en principio no despertará tantos recuerdos. En este caso el nombre miso nos brinda una revelación. En él está contenida la palabra griega MARGARON, que significa perla. Margarethe es la que se asemeja a la perla, lo que equivale a aquella que supo transformar el dolor sufrido de modo tal que pudo formarse algo precioso – tal como la ostra tiene que sufrir un dolor (por ejemplo a través de un grano de arena que ha penetrado) – para formar la perla. La imagen de la perla nos conduce nuevamente a la Apocalipsis y la imagen del Jerusalén celestial, dado que allí dice que las puertas de la ciudad están formadas de una perla.

Johannes y Margarethe –el Jerusalén Celestial – piedras preciosas y perlas, ambos se encuentran también en la casa de la bruja y es llevado por los niños a la casa del padre. Esa es la meta entonces de los dos hijos del padre.

¿Cómo se manifiestan ambos, que asi se denominan y que juntos parten de la casa del padre al bosque y se encuentran con la casa de la bruja? ¡Mirémoslos!

En primera instancia, Hänsel es el activo, cuando se trata de promover la permanencia en la casa del padre. Consuela a Gretel, junta los cantos rodados y naturalmente sabe lo que quiere hacer con ellos. Gretel lo sigue más o menos confiada. En ese momento solo se sabe de ella que está llorando o que deja de llorar. La conducción de Hänsel persiste hasta la llegada a la casa de la bruja. Allí empero encuentra un cambio bastante abrupto, cuando el muchacho “temprano por la mañana” se encuentra encerrado en la jaula.

Ahora es Gretel la que tiene que trabajar con gran esfuerzo, acarrear agua sobre todo, la llorona, y prepara la comida para Hänsel. Ella trabaja y él engorda. El hecho de que la bruja no se da cuenta no solamente se debe a la artimaña que emplea Hänsel, le extiende un huesito en lugar de su dedo propio. Se debe asimismo a la limitada capacidad perceptiva. Asi y todo hubiese terminado mal, a no ser que Gretel en el momento decisivo no hubiese dejado de llorar, haciéndose cargo de la decisión. Esto sucede cuando la acarreadora del agua aprende a manejar el fuego. Es allí que tiene el chispazo espiritual de cómo puede liberar a Hänsel.

Una pregunta de contestación tan fácil y tan difícil como aquella ¿Quiénes son Hänsel y Gretel? Seria: ¿Quién soy en realidad yo mismo?

En la vida terrenal el ser humano no es uno solo, sino varios. El verdadero ser – naturalmente – a modo de rayo aparece en momentos especiales, traspasando todo lo demás, pero tan solo por un instante sin poder ser retenido, pero sí siempre buscando. En la mayoría de las veces no actuamos a partir de las fuerzas de nuestra alma. Y al observar esto atentamente puedo darme cuenta de que los impulsos para ese accionar, muy amenudeo no ascienden originalmente desde el fondo de mi alma si no que son promovidos desde afuera, que se trata de respuestas a situaciones en las cuales me encuentro en la vida terrenal. Esto es necesario y aquello, hacia aquí tengo que ir con urgencia, allá tengo que

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resolver algo rápidamente. Y la pregunta es si al llevar al cabo esto, recuerdo que mi hermano celestial debe recibir su alimento. Dado que para poder orientarme hacia él tengo que hallar la calma en mi alma, encontrar tiempo. Lo acuoso caracteriza al alma de excelente manera. Es aquella sustancia pura, portadora de vida que llega del cielo pero al convertirse en agua, es dominada por las fuerzas de gravedad de la tierra. Por doquier se adapta a las formas de la tierra y hasta puede compenetrarlas.

Pero ya no puede elevarse al cielo, a no ser que el fuego (el calor) acuda en su ayuda. Por sí mismos es orientado terrenalmente a pesar de que procede de las nubes.

Cómo se exalta empero el alma, cuando a modo e un rayo es iluminada por una idea. Notamos entonces que su facultad de adaptación no está limitada a lo terrenal sino que cobra validez también frente a lo celestial, al ser desafiada.

Entonces dentro del alma se enciende algo que posee familiaridad con el verdadero ser del hombre, encuentra entonces nuevamente la relación y el contacto hacia el hermano celestial, al parecerse a él.

Esas relaciones entre alma humana y espíritu humano que en parte hace su entrada a la existencia terrenal, que al respecto empero tiene que sufrir limitaciones del desarrollo de su propio ser, esas condiciones que no son fáciles de definir a través del pensamiento, las vemos relatadas de modo explicativo en el cuento: en el muchacho, sentado en la jaula, y engorda, y en la niña, que llora agua y tiene que cargar agua, hasta que el fuego le enciende una nueva posibilidad. Entonces puede liberar al hermano – y redimir también la bruja de su endurecimiento.

LOS PAJAROS BLANCOS

En tres lugares del cuento se habla de pájaros blancos. A ello se agregan otros tres lugares, en los cuales se habla de pájaros. “Los muchos miles de pájaros, que andan volante en el bosque y la campiña” y que han comido los grumos. A Gretel le dice a la bruja, antes de meterse ella misma en el horno, “gansa tonta” y de Hänsel se dice que una vez liberado, salta de la jaula “como un pájaro”. Los pájaros por lo tanto son seres por sí mismos, pero de alguna manera guardan un parentesco con los niños.

Los pájaros comen los grumos del pan y con ello obtienen que los niños pierdan su camino antiguo y puedan buscar y andar su nuevo camino. El pajarito blanco que aparece al mediodía del tercer día ayuda a su vez que puedan encontrar la meta de su nuevo camino ¡quien no recordaría en ese lugar, la palomita en el techo de la casa del padre! La “gansa tonta”, luego descubre al “pato blanco” y llamarlo, que llevará a los niños a la casa del padre, cruzando al gran agua. Lo que inicialmente ha conducido exteriormente,

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paulatinamente se conforma en una cualidad de los niños mismos, mediante la cual encuentran su camino, o bien llaman a quien les ayuda. Alma y espíritu conquistan

La fuerza de impulso de poder elevarse por encima de lo terrenal. Lo que ha imperado sobre su vida como conducción espiritual-divina, ellos mismo lo pueden conquistar y dominar. Forma parte de ellos.

MISTERIOS DE LA VIDA TERRENAL

El cuento nos elata de niños- y al conformarlos en los personajes actuantes del cuento, como escuchas, nos identificamos con ellos – que deben ser alejados de la casa del padre porque allí ya no enfurtan lo imprescindible para vivir, el padre ya no puede ponerlo a disposición.

Al salir de la casa del padre, ellos (también podemos decir siempre: nosotros) son confiados al mundo de la madre, la materia, el lugar del camino fijado es ocupado por el cúmulo de las innumerables posibilidades en el mundo iluminado por el sol. Amenaza el peligro ya que la madre que nos debe recepcionar, muestra la cualidad de bruja de su ser cautiva la parte realmente conductora de nuestro ser, sujetando nuestra alma a lo irrevocable de la vida terrenal.

En la casa del pan del cuerpo terrenal, de modo oculto impera por doquier el misterio de la transformación – no solamente en forma de magia-bruja, sino también a modo de redención divina. Es asi que el alma aun con la atadura terrenal puede despertar a la toma de conocimiento de que a través de su libre acción, el lugar de lo que ata a la tierra, puede ser ocupado pro aquello que libera en dirección al cielo. Puede venir a la bruja y liberar a la parte del ser sujeto,

Entonces la casita del pan, de una presión se convierte en una cámara de tesoro para el celo, pueden ser hallados allí los tesoros de la materia transformada: perlas y piedras preciosas. Y en el final queda en evidencia, que nuestro camino al conducir del ambiro de la luna al ámbito del sol, no solo adquiere importancia para nosotros mismos, sino mas allá de ello también para el cielo, la casa paterna se colma de riqueza.

Y podemos notar: la actividad del hombre es requerida para dar fin a la penuria de los niños en el cielo con respecto a la nutrición. La actividad del hombre empero al mismo tiempo está acompañada, guiada y colmada por la esperanza y la asistencia del mundo divino.

El hecho de que el hombre participe en la evolución de la creación, Dios únicamente lo puede esperar, aguardar pero no lo puede hacer por él. Para ello tiene que despedirlo a la libertad, muestras que ÉL pasa a lo oculto. Para ello tiene que dejar también que actué el mal, que pone en duda a la meta. Solamente asi el hombre a partir de de si mimo se puede

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conformar en el coparticipe de la creación, cuya acción no solamente lo transforma a él mismo, sino que abre también al cielo nuevas posibilidades evolutivas.

NACIMIENTO Y MUERTE

Para finalizar, nos referiremos a un hecho especial. ¿En qué lugar el cuento de Hänsel y Gretel habla de nacimiento y de muerte?

Es tan natural para nosotros que la vida comienza con el nacimiento que no notamos que el cuento con su relato comienza con anterioridad a ello. El momento del nacimiento ha llegado cuando los niños llegan a la casita del pan, y las brujas los hacen entrar. Esto no revela su propia respuesta a la pregunta de la bruja que consulta quien está comiendo: “el viento, el viento, el niño celestial”. Existe empero otra indicación oculta. Si al cuento se lo narrara en hebreo, aquí en lugar de “casita de pan” tendríamos que decir Bethlehem (Belén) (¿Quién podría haber supuesto esto junto a la bruja? ¿Quién lo supone cuando la vida nos parece embrujada?)

El cuento habla de la transición por el umbral de la muerte, cuando los niños uno por uno son cruzados por el estanque. (Maravillosamente el cuento toma en cuenta que ese paso tiene que ser realizado por cada uno, por separado). Pero como el cuento ya ha comenzado mucho antes del nacimiento, no finaliza con la muerte, sino que sigue el camino de los niños en post mortem, de retorno a la casa del padre.

En el cuento estos dos acontecimientos son caracterizados de manera especial son las situaciones en las cuales los niños reciben ayuda en su camino. Un pajarito blanco, que canta maravillosamente, al medio día vuela delante de ellos, y los conduce del bosque sin caminos, hacia la casa de la bruja. Cuando al final del cuento buscan el camino de retorno a casa, que parece haber llegado a su fin junto “al gran agua”, el patito escucha su clamor y los cruza.

Nacimiento y muerte - umbrales en el camino de la vida. Podría constituir una liberación, poder mirar de esta manera también a la vida propia, estando seguros de ese tiempo antes de nuestro nacimiento y una meta después de la muerte, a la que en definitiva le dedicamos todo el esfuerzo durante el camino de nuestra vida. Justamente en este detalle el cuento puede ampliar nuestro sentir y lo puede abrir, para la realidad más profunda de nuestra existencia.

El cuento de Hänsel y Gretel nos habla de profundos misterios relacionados con nuestra encarnación, empleando palabras simples e imágenes expresivas, que nuestro ánimo ha integrado cuando el intelecto aun está buscando el significado de este o aquel pormenor.

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A él –el intelecto – le está dedicado la palabra final del cuento: “El cuento ha terminado, allá corre una laucha y quien la agarra puede confeccionarse de ella un gran gorro de pieles” (a mi me molestaba sobremanera cuando mi padre me decía esto)

Pequeño y modesto y casi incomprensible parece ser este cuento. Asi y todo nos puede brindar amparo y calidez mediante aquello que escribe en nuestro corazón.

“JUAN DE LA FORTUNA”

¿Por qué las almas de los niños emprenden el paso hacia la encarnación terrenal? ¿que nos impulsa a todos nosotros, al nacer como niños, alejarnos del padre celestial hacia la madre terrenal, alejándonos del amparo, encontrándonos con el peligro justamente en estas épocas amenazantes en multitudes cada vez mayores? Aquí ¿acaso no nos aguardan pérdidas, carencias, enajenamientos?

Que esto es asi, también nos lo relata el cuento, que aquí nos brinda su sabiduría. Nos dice: el camino sobre la tierra es un camino de tentaciones, de extravíos, de la pobreza y nos relata este hecho con sinceridad y crudeza. A su vez empero nos está señalando otra cosa, al misterio, que se oculta detrás de cada encarnación terrenal, sea como fuese su configuración. Nos muestra El camino hacia la tierra, no es tan solo un camino hacia la pobreza, es asi mismo un camino hacia la libertad y también un camino hacia la dicha, la fortuna.

Aquí tenemos que detenernos por un instante para meditar. ¿Qué significa la palabra “Glück”- felicidad, dicha, suerte, fortuna? ¿Cuál es su significado original?

Esta palabra procede del alto-alemán medio, donde “glücke” señalaba suerte, destino, asi como también los poderes que imperan detrás del destino. “yo tengo suerte” (Glück) significaría entonces “yo he experimentado mi suerte, he hallado mi destino”

Juan es un niño de “Glück”, de los poderes del destino, por tal razón se llama “Hans im Glück” (im= en)

Durante mucho tiempo vive al amparo de su amo. El cuento dice: durante siete años. Entonces siente el impulso del alejamiento. “señor, mi tiempo ha pasado, ahora quisiera retornar junto a mi madre, dadme mi recompensa.”

No se escucha respuesta, el amo sabe y respeta que Juan quiere regresa junto a la m adre. Le paga – con oro puro, una pieza del tamaño de la cabeza de Juan, ni más grande ni más pequeña. Y es lo que Juan ahora carga sobre su hombro al alejarse, siendo que la cabeza y la pieza de oro se disputan el lugar – y no solamente en lo exterior. A Juan le cuesta cargar sobre sus hombros la fortuna recibida del amo. Y más aun le cuesta cuando justamente en

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eso, avanza colocando una pierna delante de la otra, pasa por allí un jinete. ¡Tan ágil puede ser el avance! “uno puede estar sentado, no gasta al calzado y uno va hacia delante, sin saber cómo”. Eso es otra cosa que dar un paso con el peso del oro, tras otro. El jinete no esta tan apresurado como para no escuchar el monologo de Juan. Y he aquí que muestra ser un compinche complacedor: cambia el pesado trozo de oro por el caballo, carga que Juan entrega con “alivio al corazón”.

Es asi que Juan ha perdido el oro. En lugar de ello ahora está montado en un corcel y cree haber hecho un buen negocio. El camino a transitar se supone placentero. Hasta que se le figura que debería avanzar más de prisa, diciéndole entonces “hopp, hopp” al caballo, después de lo cual rápidamente se encuentra caído en la zanja.

La historia de la evolución humana comenzó también en el paraíso con el hecho de que el hombre tuvo deseos de algo frente a lo cual no poseía madurez, lo cual luego no pudo manejar. En aquel entonces se había apostado por vez primera a las fuerzas cognitivas – el cuento nos habla del jinete sobre el caballo – y se produce la caída, la que aun hoy lo repetimos, cada uno para sí, con mayor o menor violencia.

Y en cada oportunidad se pierde un poco del oro de la sabiduría recibido del padre. Pero no lo lamentamos cada pequeño avance cognitivo se nos figura como un paso importante hacia delante.

Juan no apuesta a la toma de conocimiento como su bien más preciado. Cambia al caballo por una vaca, la vaca por un cerdo. A la par en la cabeza de Juan – que ahora esta posada sin competición sobre sus hombros – aparecen apetitosas imágenes de manteca, queso y leche, carnes asadas y embutidos, que le hacen agua la boca. Lo que camina junto a el en la carretera, finalmente hará su entrada a él, y en los pensamientos ya ha sucedido.

Busca el deleite, pero se plantean los problemas: la vaca da patadas, el cerdo le es sonsacado a la fuerza de labia, le dicen que procede del robo. Juan tiene que estar contento de poder cambiarlo a tiempo por un ganso engordado. Quien está escuchando el cuento a esta altura no puede dejar de pensar que a nuestro personaje le está pasando justamente aquello de lo cual quiere resguardarse: que el ganso justamente ha sido robado.

Juan sin embargo sigue estando convencido de haber realizado el treque mejor. Ya no piensa solamente en la comida – el guiso y la grasa del ganso - si no mas allá de ello, piensa en el descanso: “…las hermosas plumas blancas, las hago poner en mi almohada y allí podre dormir, sin haber sido hamacado…” ¡Ay dormilón! ¿Acaso no te encentras en el reino de los sueños? El amo te ha dado oro y anhelabas tener un caballo. Del mismo llegaste a la vaca, al cerdo, al ganso. ¿Tu sueño tiene que ser más profundo todavía?

Es al afilador, al cual Juan le relata sus negocios del trueque tan favorables. ¿A quién le puede asombrar que también el afilador le proponga un trueque? “si ahora lográis escuchar

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el sonido del clinero en vuestro bolsillo, vuestra suerte será perfecta”, así le dice y le hace creer a Juan que justamente la profesión del afilador está basada en un fundamento del oro.

Cuanta similitud entre la primera imagen y la última. Juan tiene que cargar nuevamente un peso, la cabeza tiene nuevamente un competidor, aunque no puede medirse con el trazo de oro del amo. Pero tampoco Juan es el mismo que ha sido al comienzo. Está contento, “sigue la marcha con el corazón alegre, sus ojos brillan de la felicidad”. Opina que se halla metido en una piel afortunada, y hasta cree haber nacido un domingo, lo cual es símbolo de ventura y dicha, dado que todo lo que pide y desea se cumple.

Ay Juan ¿de dónde proceden estos tres deseos? ¿Acaso no simplemente te has caído en la trampa de aquello que te ofrecieron, preso de la tentación? El cuento no comparte esta opinión deplorable. Permite que la felicidad se exprese sin ironía alguna. Juan no solamente supone ser feliz, es feliz.

Hay un solo hecho que puede acrecentar aun más esa felicidad. Cuando llega al pozo y cuando por un mal movimiento, un descuido las piedras caen al agua y de esta manera queda redimido de su nueva carga, “da un brinco de la alegría, luego se arrodilla y le da las gracias a Dios con lagrimas en los ojos, que aun le ha concedido esta gracia”. Ahora opina que bajo el sol no existe una persona tan feliz como él. “Con el corazón liviano y libre de todo peso, salió corriendo, hasta llegar a casa junto a su madre”.

Naturalmente que un héroe de esta clase despierta nuestra risa, puesto que es preso del engaño. Y es lo justo, tenemos toda la razón de compartir ese estado de alegría con Juan, a la que no ha perdido a pesar de lo contratiempos vividos, sino por el contrario, ha aumentado cada vez mas. Solo que no deberíamos sentir con superioridad. A nosotros no nos ha ido mejor a nuestro amigo Juan. También nosotros en nuestro camino desde el cielo hacia la tierra hemos malogrado nuestro paquetito celestial, con el cual hemos partido ¿hacia dónde ha ido? ¿Qué sabemos aun de la sabiduría que el Señor ha colocado en el camino de nuestra vida? Su presencia se ha conformado en enigma para nosotros: nuestro intelecto, velozmente nos ha alejado, lejos de él, y hemos caído al zanjón. Nos hemos familiarizado cada vez más con las condiciones terrenales. Y hasta los tenemos que integrar a nosotros con el alimento. “El hombre no vive tan solo de pan” – ¡quien empero pudiese vivir sin el pan! Pero no nos causa malestar, manteca, queso, leche, carne y embutidos, hasta nos brindan cierta alegría y hasta placer. Y cuando en medida cada vez mayor, despertamos frente al mundo sensorio – y el ganso del ladrón es la imagen del cuento para nuestros sentidos- entonces a la vez quedamos dormidos – sin ser hamacados ¡entonces la patria celestial rápidamente es olvidada y la tierra solamente parece guardar toda la fortuna! Entonces la moneda sonante en el bolso, nos vale más que todo el oro de la sabiduría. También nosotros hemos tenido el impulso de alejarnos del padre celestial para ir al encuentro de la madre terrenal. No ha sido únicamente una caída sino también nuestro propio anhelo, nuestra esperanza y nuestro deseo que allí se manifestaba. Y hemos hecho lo

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justo al igual como lo hizo Juan. El camino del padre a la madre es nuestro camino y la pérdida del oro frente a los tentadores forma parte del mismo y no puede ser evitado. Tenemos que darnos cuenta empero de que no se trata únicamente de una pérdida.

Al final del cuento – cuando el pozo lo recibe para el nacimiento terrenal – Juan no está allí con las manos vacías, tal como podría parecer a primera vista. Ya no lleva el oro al lado de su cabeza, sobre el hombro, pero no ha desaparecido sin dejar rastros, se ha transformado, se ha tornado cada vez más terrenal: primero en un caballo, luego en una vaca, después en un cerdo y en un ganso, y finalmente en una en una piedra… ¿y después? Después se ha transformado una vez más: en la liviandad del corazón, nacida de la percepción de que lo que recepcionamos lo recibimos de la gracia de Dios, asi lo confiesa Juan, con lagrimas en los ojos. Y se ha transformado en libertad, que permite a Juan ser de allí en más, plenamente el mismo. Libre, sale de prisa, de retorno junto a su madre, el oro ya no junto a la cabeza, sino en su corazón.

Y algo más para constatar: ante Juan ha perdido todos sus bienes – aunque como he tratado de mostrar, no del todo desafortunadamente – todo el tiempo ha quedado fiel a su camino. Quiso ir junto a su madre y hacia allí llegará finalmente, ninguna tentación pudo desviarlo definitivamente de su camino.

Al entrar en el mundo materno, Juan entra a un mundo de nuevas posibilidades. Dado que el mundo materno es aquel que lo da a luz. Junto a la madre no ha llegado al final del camino, sino – con manos vacías – el comienzo del camino en el cual Juan (Hans) ahora puede ir creciendo para convertirse en Johannes. Su camino es el camino de la transformación, el camino de la tentación y del empobrecimiento, pero también el camino del encontrarse consigo mismo. Mucho se le puede perder al hombre, lo que queda es siempre el mismo. Eso empero es enormemente mucho. Es el misterio de la Madre Tierra, de haber sido elegida de ser el lugar donde nos aguarda lo mas propio, íntimamente nuestro, donde podemos conquistarlo. Aquí lo perdido nace nuevamente, aquí el obsequio divino se convierte en facultad libremente adquirida, virtud conquistada en libertad, ser humano ganado en libertad.

Intuimos lo que nos impulsa a querer nacer, hacia ese paso del salir del amparo junto al padre, internándonos al peligro – a pesar de perdida, carencia y enajenamiento. Perdida, carencia y enajenamiento, son pasos en el camino en el cual el oro del padre del cielo se transforma en ser humano, pasos en el camino hacia nosotros mismo, a través de nosotros mismo, pasos de la transformación.

No somos tan solo tontos Juanes, sino también aquello que alguna vez habremos llegado a la adultez de Johannes.

“Dios es gracia, merced, misericordia, clemencia”, esa es la traducción del nombre de Johannes. Dios es esa misericordia (Grande) ese es el misterio dorado en cada pérdida que

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vivenciamos, en cada empobrecimiento, que en medida mayor nos coloca sobre nosotros mismos - y el hombre venidero, inscripto dentro de nosotros, el hijo del hombre. El es la fortuna que queremos conquistar sobre la tierra, al cual nosotros mismos traemos a nuestra vida terrenal, del mundo del padre, como dádiva divina de gracia, al mundo de la madre para que pueda nacer allí.

“EL FIEL JOHANNES”

Ya al comienzo del cuento somos introducidos a una decisiva situación de transición: el viejo rey yace enfermo y morirá. Entonces llama a su siervo fiel Johannes y le pide que cuide a su hijo que aun es muy joven. Johannes lo promete, tras lo cual el rey muere en paz; en paz porque sabe que Johannes lo acompañará lealmente, esto equivale empero a que él mismo, el padre puede estar cerca al hijo, a través del siervo.

Después de haber pasado el tiempo del duelo, Johannes conduce al joven rey por el castillo y le nuestra toda la fortuna que ha heredado. Al rey empero nada le interesa tanto como justamente aquello que no debe pertenecerle. Existe una habitación que siempre permanece cerrada – y Johannes tiene buenas razones para ocultarla al joven. Pero el rey quiere ver justamente esa habitación, tal como si sintiese, como además de todo lo peligroso, que allí también estuviese aguardando su futuro.

Cuando Johannes finalmente abre la puerta, el joven rey se encuentra con el cuadro de la vivida imagen de la hija del rey del Techo de Oro, que es tan hermosa que el rey al verla cae desvanecido al piso, y una vez que ha recobrado sus sentidos no puede pensar en otra cosa fuera de cómo conquistarla como esposa.

En el sentido burgués, Johannes por cierto tendría todo el derecho de decir “¡yo te he advertido, ahora tendrás que ver cómo te arreglas!” pero no procede de esa manera. Tiene consciencia de que con la muerte del rey, el mundo paterno ha llegado a su ocaso y tiene que producirse al advenimiento del hijo. Y se pone al servicio de ese hecho,

Johannes brinda su consejo y además lo pone en práctica. Le dice al rey que él posee algo que ofrece un contacto con la hija del rey tan anhelada. Ama al oro sobre todas las cosas. Como herencia del padre, el rey posee cinco toneladas de oro, de las cuales a partir del consejo de Johannes hace forjar una tonelada en figuras y utensilios. Luego ambos se visten de mercaderes suben a un barco y emprenden el viaje hacia el reino del techo dorado.

Pero quien creyese que allí se logre comparar el amor de la bella, está equivocado. El amor no se compra ni el oro es un objeto comercial. En el comercio terrenal – más bien una relación ha encontrado su réplica, que en realidad es una naturaleza muy diferente.

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Es asi que en el cuento pronto queda en evidencia que los objetos de oro no abandonan la nave, aun cuando son ofrecidas a la hija del rey ¡Por el contrario! Por el amor al oro, la hija del rey acompaña al siervo al barco, que sigilosamente suelta amarras, mientras que la bella aun se encuentra ensimismada en la contemplación del oro plasmada en maravillosos objetos.

Una fortuna ha sido entregada y un ser se ha relacionado con ella, de modo tal que lo entregado se ha acrecentado – ese es el proceso que tienen lugar aquí y que solo puede ser señalado como una “ofrenda” (sacrificio). Quien conduce ese sacrificio es el fiel (leal) Johannes. Ha sucedido lo que el anciano rey ha había previsto antes de su muerte – dado que él mismo ha aceptado que el cuadro se encuentre en aquella cámara de su castillo, que heredaba a su hijo, allí no se ha producido un peligro.

Pero ahora si amenaza un peligro. Y allí se evidencia que también el padre sigue participando del bienestar del hijo. Es Johannes quien aporta su imperar a la vida del hijo.

Nuevamente se encuentra en la nave. La hija del rey acepto ser la prometida del joven rey, dado que no solamente le regala su oro, sino también su amor. Se acercan al reino del joven rey. Pero ¡cuán cambiado está! Antes de la partida hacia el Reino del Techo dorado, y según el consejo del fiel Johannes, había imperado la paz. Ahora de pronto amenazan peligros: tentación, destrucción y muerte.

Esto puede recordarnos un umbral en la vida, que tampoco nosotros podemos transponer en nuestro reino, sin caer en la tentación. Es el umbral de la infancia a la juventud, vale decir el tramo en la vida en el cual nuestro ser superior se une al ser terrenal. Contrarrestamos a ese peligro, al confirmar al joven, vale decir, al renovar la fuerza de bendición dispuesta en él a través del bautismo, vivificándola. Lo que en la tierra nos aguarda a modo de corporeidad, también como corporeidad de vida y anímica, está marcado por la caída del primero hombre, el pecado original y no está dispuesto de buenas a primeras de garantizar una evolución humana. Seducciones, tentaciones como asi también trabas e impedimentos asi como desvíos están allí insertos. De otro modo la evolución humana seria un proceso puramente natural. Pero no es asi, si seguimos únicamente al mandato de nuestra naturaleza nos convertimos en cualquier cosa menos en seres humanos.

Sobre el barco Johannes escucha la charla de tres cuervos. En los mismos podemos suponer mensajeros del viejo rey, dado que una y otra vez estos pájaros aparecen como mensajeros espirituales en los cuentos y en las leyendas.

Están señalando los peligros, que el rey tendrá que superar tan pronto llega la orilla, indicando asimismo, como lograrlo. Allí está en primer lugar el caballo, rojo como el zorro, que al ascender el rey desaparecerá con él por los aires. Está en segundo lugar la bata nupcial que posee la apariencia del oro y la plata, que empero en realidad es de brea y

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azufre y que quemará al rey. Y en tercer lugar – como podría ser de otra manera – está la amenaza de que en oportunidad de la danza nupcial, la novia cae desvanecida y muere.

Johannes ahora está prevenido entonces y puede intervenir en el momento justo, prestando ayuda. Con ello de hecho se expone el mismo al peligro. Dado que si se revela el motivo de su actuar, él mismo padecerá la muerte. Con respecto a los pormenores, es menester leer el cuento a modo de una imagen referida a la ayuda de vida, puede recordarnos al bautismo, tal como es llevado a cabo en la comunidad de Cristianos.

Lo extraño de hecho es que el hombre mientras piensa, siente y quiere, no es realmente ser humano, sino recién cuando esas cualidades del alma entran en la correcta relación reciproca, o mejor dicho: cuando el pensar se torna compasiva, amoroso, el sentir colmado de valor (valentía), la voluntad orientada hacia una meta, bajo el control, la conducción del pensar. Es por ello que el niño es bendecido con agua en la frente, el polo del pensar, por ello es bautizado en el mentón, el polo de la voluntad, con sal y es marcado en el pecho, el centro del sentir, con ceniza.

Johannes lleva a cabo aquello que puede ser realizado en bien del rey, sin hablar de ello. De tal manera la boda puede tener lugar. Pero el rey, que desconoce el motivo del actuar de su siervo y no puede comprenderlo, lo condena a la muerte un día después de la boda. ¡Consideremos esa situación! El ser del reino superior ha entrado al reino del rey y se ha unido a él, con la ayuda del siervo. Y ahora es condenado a muerte. Parado debajo de la horca, puede demostrar su inocencia, pero logrando con ello únicamente morir de otra forma, queda petrificado. Aparentemente la muerte es inalienable al cabo de la boda.

Aquel que hasta entonces se había ocupado de que las fuerzas y la sabiduría rodeasen al hijo, ahora se ha convertido en estatua, puede ser contemplado, pero ya no cumplen función alguna. Y también esto tiene su importante significado. Dado que de esta manera el rey ahora depende únicamente de sí mismo y justamente por esa razón, el valor de su siervo llega a su consciencia ¡y más aun! Su pena hace que adquiera la facultad de aguzar el oído y se entera de que manera puede contribuir a la revitalización de Johannes: sacrifica lo que más ama, sus dos hijos gemelos. Cuando eso acontece “Johannes recobra la vida y a su vez le devuelve la vida a los niños”

¿Qué historia se nos está contando? Aunque recibe el nombre de “El fiel Johannes”, este aparece solamente en un rol de servidumbre. El hijo del rey es el personaje principal, quien debido a su deseo, anhelo, su inexperiencia, y su desvalimiento, y luego por su juicio promueve, que el cuento acontece. Johannes empero entra en actividad únicamente para evitar la desgracia. Aparece como el preservador del reino paterno, que pleno de sabiduría, conduce a manos del hijo, hasta que él mismo tiene que entregar su vida. Asi y todo es plenamente su propia historia. En la servidumbre, cumple la misión de su destino.

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Al relatar de Johannes el cuento dice: todos los estáis llevando dentro de vosotros: aquel quien ha conservado aun algo de la sabiduría paterna, a partir de lo cual puede prestar ayuda a los demás, aquel cuya misión real es poder colocarse al servicio de otros, quien puede constituirse en guardián del ser superior del otro y corre en su ayuda cuando asi lo necesita, aquel que luego entrega la conducción a su debido tiempo para replegarse a la inactividad, hasta que su servicio nuevamente es menester bajo nuevas circunstancias.

Lo que con ello estamos contemplando en realidad caracteriza la misión del padrino que conocemos también a partir del bautismo. Cualquiera de nosotros puede recibir la solicitud de ejercer el padrinazgo, puesto que en cada ser humano vive todavía un conocimiento superior, que puede asistir al otro. Podemos brindar nuestro consejo aun cuando frente a lo nuestro nos sentimos desconcertados. Podemos ayudar aun cuando nosotros mismos estamos necesitando de ayuda. Podemos conducir aun cuando estamos necesitando conducción. Extrañamente nos situamos así, frente a nosotros mismos: grandes para los demás, pequeños frente a nosotros mismos.

Con ello estamos expresando el misterio de nuestro ser humano, no se limita únicamente a nosotros mismo, sino que se encuentra en relación con otros, con los demás. Portamos un Johannes dentro de nosotros quien quiere ayudar el hombre a dominar el destino y convertirse en portador del ser superior.

“LOS DOS HERMANOS”

Al comienzo existen dos posibilidades: rico y pobre son los dos hermanos que se presentan. El rico es un orfebre, el pobre obtiene su sustento como escobero. Ya a partir de este dato podemos deducir que el orfebre no puede tener hijos, ya que representa algo existente. Esto motiva riqueza, pero a su vez lo hace inteligente, astuto, - y malo.

Puede causar nuestro asombro que el orfebre en un cuento pueda ser malo, dado que el oro posee la relación hacia el sol. Aquí empero el oro es bautizado de modo egoísta, a manera de ostentación. Ya no se le permite fluir y asi pierde la relación con su origen celestial. El perseverar sobre lo antiguo crea fortuna, excluye empero a su vez la evolución. Puesto que la evolución requiere justamente que una y otra vez estemos dispuestos a dejar atrás todo lo adquirido, partir en nueva búsqueda, vale decir retornar una y otra vez a la pobreza.

El mundo, que es el escenario de la evolución humana y que encierra la riqueza de las posibilidades humanas, se le presenta en un principio como campo yermo e impenetrable, en el cual le brinda sustento al escobero.

Es asi que en los dos hermanos se evidencia la polaridad de las fuerzas progresivas y las de retardo, dentro de cuyo conflicto nacen los gemelos.

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Los hijos del pobre tienen empero aun acceso al mundo del orfebre, sin embargo allí se encuentran únicamente con desperdicios. Aunque la antigua sabiduría humana aun está viva en los niños, ya no posee fertilidad. La nueva sabiduría, el oro necesario en esta época, puede ser hallado en el mundo terrenal árido, allí está presente en forma de un huésped inesperado, sorprendente – el pájaro de oro.

El pobre encuentra justamente al pájaro de oro y finalmente lo apresa, el rico empero conoce su secreto. Pero no puede hallar el acceso. Solamente a los niños les es revelado el misterio de este pájaro dorado, en ocasión de un sueño, uya no a los adultos. Una vez que los niños se han convertido en jóvenes, la adquisición del oro durante el sueño ya no tiene importancia. En ellos evidentemente, en ellos se transforma – tal vez en valentía del corazón.

El orfebre no está tan equivocado, cuando advierte a su hermano diciendo: “Tus hijos están metidos con el mal”, dado que lo que en épocas anteriores era lo bueno y lo correcto – que a la sabiduría prácticamente se la hallaba al estar dormido - ya no es propio de la época y cuando se produce, allí esta actuando mas bien el adversario, y no el mundo divino del bien.

Asi como en el “Fausto”, el adversario tiene que caracterizarse a sí mismo como aquel poder “que siempre quiere el mal y siempre produce el bien”, el orfebre aquí se ocupa - con malas intenciones – de que los niños encuentren al camino certero. Son abandonado en el bosque, en el ámbito en el cual habitada el pájaro de oro, el ámbito que al pobre le habría aportado el precario alimento, que empero a su real riqueza recién le proporcionará a los hijos.

El cazador adopta a los gemelos. Poca importancia se le concede al hecho de que todas las mañanas se encuentra una moneda de oro debajo de la almohada de los niños. Aprenden el oficio del cazador, vale decir el arte de colocar la mira en una meta y actuar con puntería. A diferencia de la adquisición de las monedas de oro que acontece durante el estar dormido, la profesión del cazador es el asunto de la consciencia plenamente despierta. En ocasión del examen de tiro queda en evidencia que no se trata de un arte cualquiera, que han aprendido. Su capacidad se eleva al cielo. Hallan el acceso a hechos celestiales. Su tiro alcanza los pájaros blancos. Esa capacidad arremetedora-celestial, tiene que acreditarse luego en la tierra. Eso es lo peculiar, aquello que un y otra vez podrá irritar: el hecho de que nuestros talentos, nuestro ser humano, lo tenemos que conquistar y probar en el mundo. Recién aquello que somos en el mundo lo somos también en nuestro ser. Asi la nueva maestría de los gemelos se evidencia a modo de comienzo de un camino. Las tres dádivas del viejo cazador: escopeta, perro y cuchillo, sirven al desarrollo de la inteligencia, las posibilidades espirituales del hombre. Les ha sido confiada la seguridad del impacto certero de la toma del conocimiento, en la escopeta, la seguridad de hallar el camino correcto, con el perro con el cuchillo, la fuerza del yo, que actúa en el hierro de la sangre.

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El cuchillo nos descubre otro misterio nuevo del cuento, que en la sucesión de la historia llega a la realización. Posee dos filos. De la misma manera el yo del hombre posee una doble naturaleza, una emparentada con el cielo, y otra orientada hacia la tierra que se pertenecen mutuamente, pero que a su vez se manifiestan independientemente la una de la otra. En el momento en el cual el hombre terrenal muere, el cuchillo se cubre de herrumbre. Vemos como dato interesante que solamente uno de los hermanos, el mayor, hará uso de los obsequios del cazador, tanto de la escopeta, como también del cuchillo.

El perro desaparece por completo de un primer plano. Ya no se lo menciona en el curso del cuento ¿acaso su fuerza vive en la seguridad con la cual “el más joven” encuentra su camino? En otro lugar tendremos que recordar una vez más, su existencia.

En otro lugar, el cuento relata cómo los hermanos que ahora deben ser imaginados como jóvenes, adquieren los animales: liebre y zorro, lobo, oso y león. Aumenta la ferocidad de los seres con los cuales se relacionan, que a su vez empero dominan. Lo lógico sería para los cazadores matar a los animales. La autoridad real-humana empero puede ser adquirida únicamente, cuando las fuerzas animales en el ser propio se transforman, entonces se convierten en servidores del hombre.

De qué manera acontece esta transformación, queda de manifiesto cuando los cazadores padecen hambre y eligen al zorro como guía: él, es ladrón de gallinas. Pero no utilizan su astucia para llevar a cabo un robo, sino que siguen su paso a las aldeas y compran lo que necesitan.

De esta manera el hombre evoluciona paulatinamente. El yo terrenal se une al cuerpo. Para los hermanos del cuento, esto significa que tienen que separarse. Aquello que hemos señalado ya con respecto al cuchillo se convierte en realidad también para los gemelos: uno parte hacia el mundo – hacia el oeste – el otro permanece sujeto al origen, parte en dirección hacia la salida del sol, hacia oriente. Es el camino hacia occidente, al que ahora acompañamos, la salvación procederá del hermano del oriente, quien en el momento preciso mira al cuchillo.

El cuchillo es clavado en el árbol en el momento de la separación. En ese proceso evidencia como el yo terrenal mismo se conecta con el cuerpo terrenal, como se clava en la estructura de vida del cuerpo humano llegado a la adultez, experimentando asi su separación del yo-celestial, aquella parte superior de nuestro ser que nos cubre con su sombra a modo de genio. Para el hermano que parte hacia el oeste, el yo que está ligado a la tierra, esto tiene como consecuencia el encuentro con la muerte: llega a la ciudad cubierta con el velo del luto.

Pero antes de seguirlo en su camino, nos referiremos a un hecho mu y oculto: el cuento ahora habla del “más joven”, e insistirá en esta forma, que en realidad es errónea si miramos solamente a los dos hermanos. En el caso de los dos, uno es mayor y el otro

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menor, para que pueda existir “el más joven”, tendrían que existir por lo menos tres hermanos. En el momento en el cual se separan el yo-celestial y el yo terrenal, inadvertidamente, se acerca un tercero: el hermano humano. El cuento dice: está aquí, ha llegado, donde el peligro crece, sigilosamente participa del acontecimiento. Ahora uno de los gemelos encuentra el camino hacia el mundo de los hombres: la ciudad donde lo recibe el posadero, aquel individuo que tiene que ocuparse del bienestar físico del hombre. Las realidades terrenales entran en sus derechos. Esas realidades terrenales empero ya portan las señales de la muerte. La ciudad está cubierta un velo negro, puesto que se encuentra ensombrecida por una realidad más potente, amenazante: la montaña del dragón.

El dragón pone en duda la evolución humana, quiere endurecerla llevándola a la esfera de la muerte. Aparece en el lugar donde el misterio evolutivo se encentra amparado en la inocencia. Lucha contra los hombres exigiéndoles ya se renunciar por completo a su evolución-entregándole la virgen – o en cambio ser destruido por él.

Ahora la última doncella virgen ha sido demandada. Pero cobra validez una vez más, el hecho de que el poder del mal existe, para colocarse al servicio del bien: de esta manera en la montaña del dragón está edificada una pequeña capilla y allí reposa la espada que puede vencer al dragón. Quien empero puede vencer al dragón, obtiene la realeza del ser humano, se convierte en el amparo del misterio evolutivo del hombre, conquista la princesa virgen.

El cazador mide sus fuerzas, que han sido vigorizadas con la adición de las fuerzas procedentes de los tres cálices del altar, con las fuerzas del dragón. ¡Qué contrincantes tan extraños se enfrentan aquí! Aquí, siete cabezas, allá siete cabezas, aquí en desenfrenada ira, allá en valiente dominio de sí mismo. Y los animales domesticado aportan su ayuda para el triunfo del cazador, aquellos cinco que ha encontrado en el bosque, y por cierto también el perro del cual ya no se habla, al cual está señalando por cierto, el misterio de la composición. La séptima cabeza es la del cazador mismo.

El dragón mismo es caracterizado por el cuento como ser de cabeza, al decir que el cazador le corta seis cabezas, para luego cortarle la cola. La séptima cabeza, en el sentido propiamente dicho, - se remarca de esta manera – es el dragón en sí, a ella se le corta la cola.

Con ese triunfo, la princesa ha sido salvada, que de inmediato se liga al cazador, a través de su collar de corales. En el ámbito de la vida tiene lugar la unión – en las profundidades del mar viviente han crecido los corales. La unión es llevar a cabo dentro del corazón – el león reciba el candado de oro. El cazador mismo, recibe el pañuelo con su nombre, en fino tejido, dentro del cual se encuentra insertado su nombre.

Esa profunda unión no tiene la fuerza portante, el cazador aun no dispone del suficiente desvelo. Su lugar ocupado por el mariscal quien al no haber matado al dragón, solo puede reclamar exteriormente la posición del cazador.

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La realza, la cual ha sido reclamada, tiene que ser asumida. Pero el cazador estaría muerto, a no ser de que desde las profundidades se le abriría una vida nueva: los animales le brindan la fuerza vital que ahora está necesitando, y obtienen a su vez, que encuentre nuevamente la verdadera orientación de su camino.

Pasa un tiempo – el cuento habla de un año – antes de que el cazador logre tomar posesión del nuevo ámbito al cual él mismo ha accedido. Al retornar nuevamente a la ciudad, esta ostenta los signos de la resurrección. Su propia borda ha sido anunciada, sin que él hubiese tomado consciencia de ese hecho.

Luego el cuento relata muy detalladamente y con lujo de pormenores, de qué manera el hombre se vale de su realeza con la ayuda de las fuerzas animales que ha tomado a su servicio, para luego recibir a la princesa, vestido ya con atuendo principesco. Un ser humano que pretende obtener la realeza sin haber vencido al dragón, está destinado a la muerte: la estructura corporal es destrozada por las fuerzas animales. Esto le acontece al mariscal, que es descuartizado ¿acaso, con ello el cuento no ha llegado a su final? El cazador se ha convertido en rey y ha recibido a la princesa como esposa. Todo esté bien.

El cuento dice que no, un triunfo no es suficiente. Una vez que el mundo espiritual se ha revelado, también tiene que ser reconocido. El hombre tiene que aprender a manejarse dentro del mismo. Es asi que el rey sale de caza nuevamente, en esta oportunidad en pos de una maravillosa presa: la cervatilla blanca.

No tenemos que entrar en confusión con respecto a este animal. La cervatilla blanca de ninguna manera es una aliada de la bruja, enviada por esta para hacer perder su rumbo al cazador, de hecho es la presa que ahora tiene que perseguir. En la leyenda de San Humberto, el ciervo aparee como portador de la cruz: entre su cornamenta revela algo significativo acerca del ser del animal. No se trata meramente de una formación cutánea sino que está transpuesta de la corriente sanguínea y por lo tanto está integrada en el circuito circulatorio. En su contenido simbólico, la cornamenta constituye una fuerza vital acrecentada, elevada hacia un ser superior.

La meta del cazador es una vida colmada de la fuerza crística. Persigue a la cervatilla, vale decir al animal que puede producir al portador de esta vida superior. Conocemos empero al peligro al cual nos aproximamos en ocasión de esa caza: que n podemos diferenciar ya entre lo viejo y lo nuevo, que confiamos en lo antiguo en el momento en el cual son necesarias fuerzas completamente nuevas.

La bruja en el árbol simboliza antiguas fuerzas de hechizo. Siente encono frente a las fuerzas vitales transformadoras, que vienen a nuestro encuentro en los animales, resultan ser peligrosas para ella. Puede existir únicamente en los lugares en los cuales las mismas son aniquiladas. Donde empero actúa su fuerza, ninguna mirada esclarecedora puede iluminar al mundo, el ser humano en evolución cae en un sueño letal.

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De este sueño letal en medio de la vida el hermano celestial puede aportar la liberación – la otra parte de nuestra existencia. Cuida que no muera el lado de nuestro ser orientado hacia la tierra, que el cuchillo clavado en el árbol, no se cubra de herrumbre en su totalidad. También ese hermano persigue a la cervatilla celestial, pero sujeto al hermano tiene que abandonar la persecución en el lugar en el cual aquel cayó hechizado. Logra empero darse cuenta del ardid de la bruja, la obliga a descender del árbol y liberar a los seres del hechizo del sueño letal. Después le entrega el fuego. Una vez que la bruja ha sido vencida, el bosque se abre y los hermanos encuentran su camino.

Peor una vez más, se acerca el peligro – y amenazará una y otra vez porque la luchas con el dragón es un asunto que el hombre tiene que emprender una y otra vez: por los celos, el “más joven” mata a su hermano celestial, vale decir se libera de él y no quiere compartir con él, no quiere que participe de su destino, afortunadamente muy pronto toma consciencia de la injusticia cometida y aquello que antes le devolvió la vida, ahora cobra efecto también para el hermano: recibe nueva vida a partir de las fuerzas animales transformadoras.

Al final de la historia queda en evidencia la similitud alcanzada entre el yo terrenal y el yo celestial, cuando la princesa reconoce a su esposo únicamente a partir del candado de su león. Podíamos suponer que los hermanos – más bien en broma – pudiesen haber cambiado el candado de león. Entonces la princesa no hallaría diferencia alguna. Uno es igual al otro ahora. En el tierra habita la real replica del hermano celestial.

No tiene que preocuparnos entonces de que ahora el hermano celestial ahora de pronto ha desaparecido nuevamente, sigue viviendo en el joven rey.

El cuento nos coloca por lo tanto en la posición opuesta entre antigua inteligencia del mal y nueva fuerza evolutiva, que parte de la confianza en el árido mundo exterior, que de hecho abriga al misterio del oro. De allí en más empero no actúa ya a modo de posesión que aporta fortuna, riqueza, sino como talento, como capacidad del corazón, que promueve a que el ser en evolución implemente su valor humano en la lucha, mediante lo cual lo conquistará verdaderamente, llevándolo a la realeza. Quien dentro de sí mismo domina los poderes animales, podrá vencer al dragón. En ayuda a través del ser celestial que lo acompaña fraternalmente y al que se asemejará en medida cada vez mayor. Además allí donde se contempla esta duplicidad del ser humano, está presente siempre el misterio del tercero que se aproxima sigilosa y naturalmente al hombre, en los momentos en los cuales su camino terrenal está marcado por el peligro.

“EL JOVEN GIGANTE”

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Una de las experiencias más peculiares relacionadas con el ser humano, es aquella en la que frente a nosotros mismo tenemos la impresión: “En realidad, esto no soy yo. En el fondo soy alguien muy diferente”. Muchos poetas nos hablan de esta vivencia. Naturalmente sabemos que esta vivencia no debe ser interpretada como válida, que somos nosotros – también en los momentos en los cuales no queremos reconocerlo. Asi y todo, esa vivencia mencionada al comienzo, no puede ser anulada, a su vez también es real e indica una verdad.

Esa realidad, indica que no soy una personalidad uniforme, sino una compuesta: una existente y otro que intenta evolucionar. Podemos hablar del yo superior y del yo inferior, del yo celestial y del yo terrenal. Es misión de la vida terrenal brindar un acceso cada vez mayor al yo superior, hacer que el yo inferior se convierta en medida cada vez mayor en portante del yo superior. Sobre el ser humano naturalmente dado el yo quiere edificar su evolución personal y conscientemente emprendida, orientada hacia una meta determinada.

El cuento es conocedor de ese hecho, conoce tanto las fuerzas de accionar inconsciente que no pueden ser captadas por el intelecto del hombre asi como también las fuerzas intelectuales que se sitúan frente a esas fuerzas inconscientes. A la una la denomina gigantes, a la otra pulgarcito, o sastre. En esa comparación llama la atención que en esa transición de lo inconsciente a lo consciente no se trata simplemente de un desplazamiento del plano de la realidad, sino en un principio también de una pérdida de fuerza. Naturalmente el gigante es mucho más fuerte que el sastre o el pulgarcito. Este empero lo aventaja en la enorme auto-confianza a partir de lo cual luego puede llevar a cabo cosas que nos parecen de difícilmente realizables por él. La comicidad y el tono alegre, que él es propio a los cuentos del sastre por lo tanto están fundamentado en el asunto mismo, en el hecho de que alguien diminuto se mide con un fuerte. Lo mismo está haciendo el hombre de la actualidad en movilizar las fuerzas de su intelecto. El camino para las fuerzas divinas, en la actualidad en medida cada vez mayor, tiene que ser preparado a través de la libre voluntad del hombre, ya no pasa de un costado de la consciencia. Detrás de todas nutras luchas y nuestro fracasos, detrás de toda esa tragedia que puede presentar a veces nuestra vida, podemos intuir – así y todo – una leve sonrisa que el cuento también nos brinda, la sonrisa acerca del pequeño que se atreve a confrontarse con las fuerzas avasalladoras y logra salir airosamente.

En “El joven gigante” podemos observar la estrecha relación entre la fuerza de gigante y el accionar del pulgarcito.

Al igual que “Pulgarcito”, este cuento comienza diciendo: “Un campesino tenía un hijo que tenía el tamaño de un pulgar y no crecía, y al cabo de varios años siempre tenia el mismo tamaño”. Nos puede asombrar el hecho de que justamente los campesinos tengan un hijo tan pequeño, puesto que es justamente el campesino quien durante todo el año se encuentra en relación con especiales fuerzas de crecimiento, al sembrar las semillas. El crecimiento

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luego se produce por sí mismo. A través del trato con la tierra se genera la posibilidad de que a la tierra entre algo completamente nuevo: un personaje tan diminuto que no puede ser tomado en serio, ni siquiera por el propio campesino, porque “no puede servir para nada”, en el ámbito que le es familiar. Esta es su respuesta, cuando el pequeño hijo quiere acompañarlo al campo. El pequeño empero no sería la encarnación de la fuerza intelectual que como lo nuevo está apareciendo- si se conformaría con esa contestación, logra llegar al campo, aun en contra de la voluntad del campesino.

Allí en el campo acontece algo muy notorio, se acera un gigante, levanta al pequeño, lo mira y luego se aleja con él, sin pronunciar palabra alguna. Un detalle: el padre quiso asustar al niño con el “gran Butzemann”, pero finalmente el mismo se sobresalta de manera tal que del susto no puede pronunciar palabra alguna.

“El gigante empero llevo al niño a su casa y lo amamantó en su pecho y el pulgarcito creció y era grande como los gigantes. Tres veces el gigante llevó al bosque a su pupilo – cada dos años – para examinar su fuerza. Cuando el joven al cabo de seis años logra “arrancar al más grueso de los robles de la tierra” puede volver a su casa paterna.

Aquí el cuento mismo está señalando el parentesco entre el pulgarcito y el gigante. Se pertenecen como el día y la noche, se contradicen pero a su vez conformando una unidad. El pulgarcito tiene que adquirir la fuerza del gigante para poder evolucionar hacia aquello que puede ser.

“El joven gigante”, como de allí en más se llama el pulgarcito de antaño, vuelve a encontrar al padre cuando este nuevamente está arando el campo. Al padre le cuesta reconocer al hijo y no quiere que tome a su cargo el trabajo que él está realizando. El hijo empero se impone y realiza la tarea de una manera que no es aprobada por el padre. Puesto que “la presión de su mano era tan poderosa, que la cuchilla del arado se hundía profundamente en la tierra”. Aquí no se está realizando un respaje superficial, aquí se producen profundos cambios.

Este “pulgarcito” a su vez no quedó satisfecho con la conducción de los caballos sino que “él mismo tiró del arado”. Notamos que no se trata de un mero despertar de las fuerzas intelectuales, lo que aquí se nos refiere sino al mismo tiempo, una entrada en actividad a partir de esas fuerzas. Con ello empero de pronto hace su aparición activa, el yo del hombre, las fuerzas intelectuales, son fuerzas que se hallan al servicio de la acción del yo.

Con ello, todo no solamente es un poco diferente sino muy diferente. Todo lo que pueden ofrecerle de aquello que tienen no satisface su hambre hasta el gran tacho dispuesto para los cerdos, lo vacía sin quedar realmente satisfecho (aquí tal vez podamos recordar las vivencias de pulgarcito que es devorado por las bestias. Este aquí se alimenta del mismo tacho que sirve de comedero a los cerdos y parece no afectarlo). Asi el joven gigante se decide a recorrer el mundo y le pide al padre una vara de hierro como bastón de caminante. El padre no puede transportarla ni usando ocho caballos. Entonces el hijo tiene que partir

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sin el bastón y no puede asombrarnos que frente a esa situación, decide ser aprendiz de herrero. El cuento relata: “entonces partió y se hizo pasar por un aprendiz de herrero. Llegó a una aldea donde vivía un herrero que era avaro y todo lo quería para su propio beneficio”. Aquí se nos presenta a alguien que solamente se toma en cuenta a sí mismo y no aquello que lo rodea: un egoísta. Y justamente ese hombre se convierte en maestro del joven gigante.

Es sabido que estos dos – el egoísmo y el yo en crecimiento – se pertenecen, lo sabemos de nuestra propia experiencia. Sabemos empero asi mismo que al respecto se trata de dos cosas diferentes: que el yo de hecho es llevado al egoísmo, que empero no puede permanecer allí, sino solo puede desarrollar sus fuerzas en ese lugar.

El cuento asimismo se refiere a esa relación peculiar, contradictoria por el hecho de que dice que el joven gigante no quiere recompensa por su trabajo del avaro, sino que pide que “cuando los demás empleados reciban su paga, yo te propinaré dos golpes que deberás soportar”. El yo en crecimiento puede vigorizar sus fuerzas junto al egoísmo, cuando a su vez de esa manera llega a la posición de vencer al egoísmo, es esto lo que se oculta de tras de esta peculiar demanda de recompensa.

Esta relación laboral ya llega a la disolución al cabo de un día, por el hecho de que el joven gigante tiene demasiadas fuerzas según la opinión del herrero, es asi que el joven gigante se despide con un “pequeño golpe” Y se aleja – pero no sin antes haber llevado consigo la más gruesa de las varas de hierro, y p or lo cual había aceptado el trabajo en la herrería.

La siguiente relación laboral a la cual entra, tiene una duración mayor – todo un año – ahora ya no lo encontramos en la casa, en el taller, sino que trabaja afuera, con la madera en el bosque. Pero ¡de qué manera! En el funcionario público, cuyo peón principal será, se encuentra nuevamente con su avaro, el cual entra en el mismo trato como con anterioridad con el herrero, en esta oportunidad, a ser pagado al cabo de un año.

El cuento nos relata: “A la mañana siguiente los peones tenían que ir al bosque y los demás peones ya se habían levantado mientras que él aun estaba en la cama”. Los peones todavía dos horas en la cama, luego finalmente salió del lecho de plumas, fue a buscar dos fanegas completas de arvejas del depósito, las preparó como puré, que comió tranquilamente, después de lo cual enganchó los caballos al carro y se dirigió al bosque.

También esto se corresponde con el yo, que en su debate con el mundo físico se ocupa de que aquello que debe ser llevado a cabo pueda acontecer de la manera más agradable. En el fondo todos los inventos son ayudas, para que el hombre pueda “quedar acostado en las plumas” por el mayor tiempo. Condición fundamental para ello es que no se degenere en pereza pura, sino que de hecho quede al servicio del dominio de las necesidades laborales, la pereza sola no es señal para el desarrollo del yo.

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Esa prueba la puede brindar empero el joven gigante, quien en el bosque arranca dos árboles y hasta tira personalmente al carro cargado de esta manera y mediante una ardid llega a casa aun antes que los demás leñadores.

Durante un año, el gigante le presta su servicio al funcionario -aquel que debe cuidar que cumplan las leyes terrenales – el amo del mundo físico. Se ha colocado a su servicio – con la perspectiva de poder separarse de él, mediante tres golpes. Pero a pesar de toda la fuerza que le ha sido concedida en ese ámbito esta agazapado un peligro para el yo: o sea la muerte. Y lo que el cuento relata en los debates con esas fuerzas que amenazan al yo es extraordinariamente fascinante.

Para comenzar el funcionario ordena al peón a descender al fondo del pozo de agua, para limpiarlo. Estando ocupado con esa tarea, el funcionario ordena que desde arriba se arroje sobre él una piedra de molino, una muela – pero no mata al joven gigante. En las capas profundas del mundo material ocultas para la percepción común, imperan las fuerzas que portan nuestra existencia terrenal y la sostienen. El yo puede re-abrir esa esfera – purificar al pozo manantial – cuando no se aplasta bajo el peso de lo material. Dado que el otorgarle peso a lo material aniquila la posibilidad de poder avanzar más allá de la apariencia sensoria externa. Lo que al funcionario del cuento le parece poseer tanto peso, para el joven gigante es solamente algo que amenaza con quitarle la visión. (“las gallinas me están arrojando arena a los ojos, para que no puedan ver”) o bien un adorno que adquiere valor recién cuando se encuentra en relación con un ser, al que puede galardonar. La materia sola – y aunque fuese “la más grande de las piedras de molino” – nada significa. Este hecho el joven gigante lo aprende estando con el funcionario, esto el yo lo aprende en el debate con las fuerzas de la muerte a las que compenetra.

Entonces el funcionario adopta otro recurso: envía al peón al molino hechizado para que durante la noche muela cereal puesto que “ninguna persona ha salido por la mañana con vida de ese lugar”. Ahora por lo tanto el joven gigante tiene que entrar a ese ámbito de la noche, de lo inconsciente, frente al cual se encontraba siendo pulgarcito, allí las fuerzas diurnas y nocturnas miden sus fuerzas.

El molinero permanece dormido durante ese debate ya que el peón principal le ha ordenado: “Desapareced de acá y apoyados sobre la oreja”. Esto lo hacemos todos cuando por la noche entramos a ese molino, para que las fuerzas allí imperantes restablecer nuestro cuerpo.

De hecho pronto quedará en evidencia que aquí no solamente tiene lugar transformación de materia – del grano se prepara la harina – sino una maravillosa nutrición: “Cuando hubiese estado sentado allí por un rato” – en la habitación del molino – “de pronto se abrió la puerta, y entró una mesa muy grande y sobre la misma fue apareciendo vino, carne asada y muchas comidas apetitosas, y no hubo nadie que la trajese. A continuación fueron arrimándose las sillas, pero no llegaron personas hasta que de pronto vio dedos que

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manejaban los cuchillos y los tenedores, colocando alimentos sobre los platos, pero no pudo ver otra cosa. Como tenía hambre y estaba viendo los alimentos, tomó asiento junto a la mesa, participó de la comida con mucho gusto”.

Hasta aquí todo hacia estado llevadero. Finalizada la comida de pronto se apagaron las luces “y en esa oscuridad absoluta le aplicaron algo asi como una cachetada en la cara.”

Sagrado es para nosotros el ámbito del sueño, dado que durante ese tiempo nos encontramos elevados al mundo de las fuerzas plasmadoras creativas, vivenciamos el fortalecimiento de nuestro se superior, como asi también el de nuestra corporeidad que cuando nosotros mismo la abandonamos es mantenida y nutrida por seres superiores. A ello está señalando la comida que vivencia el joven gigante en ese misterioso molino.

Pero no solamente los elevados seres celestiales viven y actúan en el maravilloso edificio del cuerpo humano, allí anidan asimismo seres adversarios y la entrada del ser humano superior que allí se sumerge en su cuerpo, es a su vez también una tentación, una lucha contra los poderes del instinto que vienen a su encuentro con violencia desde el cuerpo – asi las cachetadas conforman una imagen certera. No quieren revelarse a la toma de conocimiento por parte del hombre, se ocultan en la oscuridad que pertenece a su ser. El yo del hombre en vías de fortalecimiento tiene que enfrentarse con estos poderes y vencerlos, para no sufrir finalmente a través de ellos la muerte terrenal, vale decir sucumbir bajo las leyes de la materia tal como son administradas por el funcionario público el joven gigante logra mantener la supremacía también en esta oportunidad.

Quien ha podido superar estos debates, quien no ha muerto en el pozo-manantial y en el molino, nada puede ordenarle ya el funcionario público. Ahora entonces el joven gigante procede al pago de haberes. Y allí se verifica algo peculiar: aquel quien parecía ser amo y señor en la tierra, de pronto muestra ser alguien que ha perdido el piso debajo de sus pies, se encuentra suspendido en el aire – a modo de una fuerza ilusoria. El dominio real lo posee el yo, que a partir de la fuerza que surge de la vara de hierro, continua su camino. De modo tal que este cuento del joven gigante no termina diciendo: “y si no ha muerto, sigue viviendo todavía hoy”, sino con una apertura mucho mayor: “el joven gigante empero tomó su vara de hierro y siguió andando.” ¿Esto acaso es un final? Parecería que no, pero lo que debe seguir ahora puede ser contado recién cuando la fuerza-pulgarcita del intelecto se ha fortalecido para apoderarse de las “fuerzas-gigantes” que a través de su consciencia de allí en más deben actuar en el mundo. El pulgarcito está predestinado a ser amo en la propia casa – el herrero - amo en el mundo y funcionario público. Su recompensa: convertirse en sí mismo, liberando a su vez el mundo terrenal de los demonios y de los poderes de la ilusión transformándolo.

“BLANCA NIEVES”

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Al comienzo del cuento podemos observar un rasgo apocalíptico. “Había una vez… una reina” – esto no solamente es referencia a un pasado el cuento relata como una niña se convierte en reina. Lo que inicialmente existía – en su ámbito especial – esto en un futuro será en la tierra. En este sentido el comienzo y el final del cuento se extienden la mano.

Es un rasgo característico del apocalipsis, que relata aquello que recién vendrá. Relata empero también que en el cielo hay seres que con su consciencia acompañan y predisponen aquello que en un futuro acontecerá con un ser. Mediante esta indicación hemos señalado el ámbito en el cual el acontecimiento del cuento tiene su origen. Mediante el lenguajes de las imágenes en “Blanca nieves”, somos remitidos con claridad aun mucho mayor a ese ámbito. Es pleno invierno, los copos de nieve caen del cielo como plumas. En esta imagen nos rodean frescura y claridad, fuerza cristalina.

Hacia allí orienta su mirada la reina, que no está sentada allí inactiva sino que cose, crea contactos, une aquello que hasta entonces no se hallaba unido. En eso tres gotas de sangre caen sobre la nieve ¿Cómo puede caer la sangre sobre la nieve? Esto es posible únicamente si la reina no está sentada adentro, sino afuera, en la nieve mirando hacia adentro, a través de la ventana negra. Algo realmente curioso. Parece vivir en ese mundo de claridad, de la fuerza de cristalización, allí se ocupa de crear comunicaciones, uniones, al caer su mirada a través de la ventana negra. Pero su postura no se limita únicamente a una mirada plena de añoranza, adiciona a la nieve algo de su propia interioridad – las tres gotas de sangre – y al hacerlo, despierta en ella, el pensamiento referido al niño.

También con respecto a la comprensión de esta imagen podemos mirar al apocalipsis. Allí en el cuarto capítulo se describe un mar cristalino, que podemos entender como fundamento divino de la sustancia creadora de la cual otrora podrá emerger el mundo. (La obra aun no ha comenzado). Ese mar cristalino vuelve a aparecer en el capítulo 15, ahora empero “mezclado con fuego”. Algo ha sido adicionado al fundamento, a las existencias de la creación divina, está dispuesto para otras obras: el fuego del amor que ha sido practicado pro seres humanos.

Aquí la reina adiciona algo propio a la existencia cristalina del mundo de los copos de la nueve, algo que está relacionado con su ser interior. Asi su deseo puede cumplirse. Al menos en parte. Puesto que aun tenemos que acotar: aunque la reina piensa “si tuviese un hijo…” pero – en principio – no lo tendrá, dado que “cuando el hijo hubo nacido, falleció la reina”.

Ya nos hemos referido al significado de lo blanco y de lo rojo. El mundo de la nieve es aquel del espíritu, el mundo de la sangre roja, el mundo interior de un ser viviente. Intuimos lo que indica el negro: la muerte que impera en el mundo hacia el cual está orientada la ventana (más adelante, el cuento nos dirá, que los enanos “no ha podido colocar al Blanca nieves en la negra tierra”) La niña ha recibido algo de los tres colores: lo espiritual, lo ani

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mico y lo físico, su nombre empero no recibe según participación en lo espiritual: “Schneewitchen” (ch=j) Shnee=nieve.

La belleza es un elemento importante de este cuento.

Es la causa de todos los enredos y sufrimientos, de todo el bien y todo el mal. Ya en el primer tramo del cuento se introduce – de paso – ese motivo. Leemos allí: “Y como se veía tan bello, lo rojo en la blanca nieve…” Una afirmación de esta índole no la podemos entender como superficial: la sangre en la nieve es bella – esto difícilmente puede cobrar validez en el sentido cotidiano. Aquí más bien se trata de la “definición”, acerca de qué significado puede tener el término en “Blanca nieves”. Lo bello es cuando lo interior se une con lo espiritual.

La segunda parte del cuento retoma la primera y expone de modo drástico, como de pronto todo parece estar trastornado. Ese cambio comienza “al cabo de un año” después del nacimiento de Blanca nieves, vale decir después de que la niña se yergue, integrándose al campo de la gravedad terrestre. Ahora inicia su camino terrestre.

En ese momento se sitúa al lado de cada habitante de la tierra aquello antiguo que “desde siempre” hubo, siendo hombre en la tierra, e intenta oprimir la particularidad del nuevo alma. En la imagen del cuento encontramos nuevamente una reina, no mira empero a través de una ventana, sino hacia un espejo. Le falta la mirada que transpone, que de hecho empero tampoco está buscando.

Las tres gotas de sangre que habían caído sobre la nieve, nos habían señalado la vida interior de la reina primera. En el caso de la segunda la reina, la vida interior no puede ejercer la entrega sino queda afectada a sí misma: la mujer es “orgullosa”, “presumida”, “intolerante”, emperrada en la belleza superficial de ella misma. Por el hecho de que la ventana se convierte en espejo, la madre terrenal no puede percibir aquella madre celestial arquetípica, razón por la cual tampoco puede comprender cual en realidad tendría que ser su misión: ser en el sentido de la primera reina, la madre de Blanca nieve.

En alguna profundidad de su alma empero también esta reina tuvo también una intuición de la verdad de ese otro mundo dado que es muy precavida en la formulación de su pregunta al espejo – que en el curso del cuento realiza siete veces. No busca enterarse acerca de quién en la más bella de por sí, sino “la más bella en toda la comarca”. Se limita prudentemente al ámbito de su vida.

En primera instancia que el espejo remarca la diferencia entre la belleza de la reina “aquí” y aquella de Blanca nieve, quien dice “es mil veces más bella” que la mujer. Se está hablando empero de una niña de siete años de edad, cuya belleza exteriormente por cierto nos e manifiesta – y solamente esto es lo que interesa a la reina – que sin embargo se está anunciando claramente. En el sentido del estudio antroposófico del hombre ahora se libera

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el cuerpo etérico, que hasta ahora estaba ocupado en la creación de la corporeidad de la niña, aquel cuerpo que guarda parentesco con las fuerzas etéricas, que por ejemplo se visualizan en el desarrollo de las flores y cuya característica de hecho es la creación de belleza. La niña “se abre en flor”.

Con ello a su vez comienza el primero proceso de muerte. Las fuerzas vitales que se orientan hacia el mundo terrenal, necesariamente tienen que morir. En el cuento con respecto a la reina nos es referido en cierto modo un proceso opuesto, cuando se dice que “se puso amarilla y verde de la envidia”. Para darle muerte a la niña, llama al cazador.

Al confiar los niños prematuramente al desarrollo de sus fuerzas intelectuales, al exigir antes de tiempo su capacidad de discernimiento, en definitiva hacemos algo similar como la reina.

En este lugar, tenemos que proceder a una amplificación de nuestro horizonte. Hasta aquí nos hemos ocupado e las diferentes personas del cuento, tal como en la vida diferenciamos diferentes personas. Esto empero se justifica solo parcialmente. Dado que de hecho la relación entre la reina y Blanca nieves no puede ser trasladada a una relación terrenal madre-hija. No podemos empero tampoco interpretar los diferentes caracteres del cuento como distintos impulsos anímicos de un solo ser humano. En cada uno de estos impulsos a su vez convive un ser que posee un interés orientado en determinada dirección. Aunque yo misma pueda ser reina y cazador, también poseo algo referido a Blanca nieves: dentro de lo referido a la reina, lo referido al cazador, por encima de mi ser anímico aun cobran validez otros interesados que suelen fortalecer una cualidad, mientras quisieran debilitar a otra.

Ahora por lo tanto Blanca nieves sufre por vez primera, la amenaza de muerte. El cazador debe perforar el corazón de la niña, el intelecto es llamado a dañar el centro de la fuerza vital, el centro de la parte “roja” en el ser humano. Su llanto protege a Blanca nieves de la muerte, su llanto, y – su belleza, y aquí se nombra nuevamente. Hasta estos dos, el llanto y la belleza, el intelecto no puede llegar – allí se refrena a sí mismo.

El cuento lo dice con claridad, que con ello no está superado el peligro de muerte; el cazador pensó: “las fieras salvajes prontamente te habrán devorado”. Los educadores conocen estas fuerzas de la muerte, que existen sin dañar al niño. En el principiante escolar, las fuerzas anímicas se encuentran como dormitando, pero se hacen notar con claridad cada vez mayor, se pierde la radiante armonía, la inocencia del niño pequeño. El niño aun no tiene que luchar con estos poderes, pero están allí.

Ahora damos un salto y corremos co la “pobre Blanca nieves”, hasta llegar a la casita de los enanos en la cual la niña recobra sus fuerzas. Una camita adecuada se encuentra allí, tendida con ropa blanca como la nieve tal como también es blanco el mantel sobre la mesa. Allí Blanca nieves se recomienda a Dios y cae dormida. (A Dios también señalarán los

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enanitos, tan pronto se encuentran con Blanca nieves. La reina en cambio es “exenta de Dios”). Aquí claramente aparece una y otra vez la septuplidad (que ocultamente aparece también en otras partes del cuento), esa cifra que indica procesos de tiempo – pensemos tan solo en los siete días de la semana, y en el ritmo de los siete años en la vida –pero recordemos asi mismo que el hombre en la cuatriplicidad de los miembros de su ser no ha llegado a completar su ser, sino lo logrará recién cuando reúna a los siete. Blanca nieves llega al lugar donde se encuentra esa septuplicidad y no es otro que el cuerpo humano. Por esa razón llegamos a la tierra, nos desarrollamos en procesos de tiempo para ir evolucionando de hombres terrenales a seres humanos celestiales.

¡qué casita extraña es nuestro cuerpo! Aunque vivimos dentro del mismo y aunque hasta podemos identificarnos con el mismo, no podemos conocerlo plenamente o edificarlo. Otras fuerzas de la sabiduría superior or son activas en la edificación y en el mantenimiento de nuestra corporeidad terrenal. Podemos cuidar a nuestro cuerpo, las transformaciones de la materia empero tenemos que dejar a cargo de aquello que poseen el talento de su realización.

Por la noche - nos relata el cuento, los enanos (¿duendes, gnomos?) vienen a la casita, se alegran a causa de la belleza de la habitante y conciertan con ella la distribución de las tareas – nuevamente dividida en siete partes.

Es asi que en el cuerpo terrenal existen seres activos que poseen un conocimiento del misterio del siete, de aquel misterio que se corresponde con el ideal de la belleza tal como el cuento lo ha introducido. La conexión de interioridad con lo espiritual es bella. Y se colocan al servicio de es ideal con sus fuerzas transformadoras de materia, con sus procesos catabólicos y anabólicos.

Existe además aquella que nada quiere saber del ideal de belleza del cuento. A pesar de que el espejo reiteradas veces le brinda información al respecto. Que también hace valer su influencia. Y después de que Blanca nieves ha llegado a la casita, esas influencias se tornan peligrosas, dado que en la casita la niña no solamente está rodeada por fuerzas de la muerte sino que puede morir realmente.

Blanca nieves muere tres veces, a causa de las tretas de “mala mujer”: en primer término, porque un cinturón colorido le quita el aire, luego por el peine envenenado en el cabello, y finalmente por la manzana envenenada. Como podemos ver el poder mortífero va siempre en aumento. Primero se dice que cayó y “parecía muerta”, se trata de una muerte aparente que fácilmente puede ser revertida. También en el segundo de los casos Blanca nieves está “como muerta”, también esto puede ser superado por los enanos. Recién cuando la niña ha mordido la manzana, “cayó a la tierra, muerta”.

En un comienzo las fuerzas de la muerte se apoderan del ámbito perceptivo, provocan la estrechez del sentimiento, la obstinación – esto acontece aun como por sí mismo, en el

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cuento, Blanca nieves no muestra interés alguno por cinturones que se le ofrecen, solamente es cordial y confiada frente a la mujer, creyendo lo que ella le dice.

En la segunda oportunidad cuando “la vieja” levanta la peineta envenenada, el cuento nos dice: “entonces a la niña le gustó tanto que se dejó seducir”. Ahora se ha tomado posesión de las fuerzas del intelecto. Pueden promover un orden tan maravilloso “que todo lo cortan por encima de un solo peine”. Pero también esta muerte puede ser superada por loe enanos, el sumergirnos durante la noche dentro del ámbito desde donde es conducido nuestro destino, puede transformar el parecer, el juicio equivocado. Es por ello que preferimos dejar pasar una noche antes de tomar una decisión (en el lenguaje del cuento se dice, tomar el peine, juzgar).

En su tercer ataque, la reina toma como aliado el poder de la muerte misma. Escuchamos su exclamación: “Blanca nieves tiene que morir, aunque cueste mi propia vida”. Ahora de hecho ha caído en el poder del adversario, que tiene aversión a toda vida terrenal. ¿Qué rechazo podemos sentir frente a una mujer vieja que no regala una manzana? En realidad ese gesto está expresando algo bueno, algo que puede elevarse por encima de la ley terrenal de dádiva y contra-dadiva. Nos hallamos frente a una ley celestial. La campesina hasta expresa la verdad, está señalando el peligro que está relacionado con la manzana: “¿le tienes miedo al veneno?” pero la verdad no puede tornarse efectiva, por movilizar fuerzas de la confianza – no apropiadas en este caso – y hasta promueve lo contrario. Y hasta un tercer hecho puede llamar nuestra atención: que la manzana ostenta justamente el ideal de la belleza, tal como ha sido “definido” al comenzar el cuento: “exteriormente parecía lindo, blanco, con cachetes rojos”, y sin embargo es “venenosa, venenosa”.

Quien de esta manera puede colocar las buenas fuerzas a su servicio del mal, ya tiene que ocupar un elevado cargo en el imperio de la maldad. Aquí nos encontramos con otro interesado frente a aquello que acontece en el alma humana: “Blanca nieves sintió ganas de comer la hermosa manzana”. Su metabolismo despierta, se le hace agua la boca (se mueven los animales salvajes) – y con ello el poder de la muerte puede atacar en aquellas profundidades del alma humana, que ya no pueden ser des-envenenadas por los enanos. Su poder no llega hasta las profundidades volitivas – los cursos del destino, las consecuencias de lo actos – tienen que supeditarse al amo de la muerte al que se ha consagrado la reina, es el amo terrenal, más poderoso que ellos.

El cuento nos está señalando que las fuerzas de la muerte afectan al hombre no tan solo al final de su vida sino que actúan ya durante la vida, que la muerte se produce ya durante la vida – y es compensada por seres que prestan su ayuda. La resurrección de la muerte propiamente dicha – también de la muerte durante la vida – puede llegar empero en definitiva de aquel forastero terrestre, quien ha decidido encarnase como hombre, expresado en el lenguaje del cuento: “que ha llegado a la casa de los enanos para pernoctar allí”. Reconoce la belleza de la “muerta” y pide que se la entreguen. Los enanos no acceden

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a esa solicitud. Entonces el hijo del rey revela su procedencia de otro país al decir: “entonces regaládmelo, puesto que no puedo vivir sin estar viendo a Blanca nieves”… nuevamente se está hablando del regalar, en esta oportunidad empero por parte de aquel que guarda correspondencia con ese comportamiento. Y a ello acceden los enanos – por compasión con el hijo del rey.

¿Qué hace entonces el hijo del rey? Procura una conmoción, un sacudimiento en el destino: los siervos tropiezan. La manzana envenenada sale de la garganta de Blanca nieves. “Abre tus ojos, levanta la tapa del ataúd, se incorporó y recobró la vida”

Y ahora siguen palabras que ya no tienen carácter de imagen, sino que expresan claramente aquello de lo que se trata. Exclamó: “Ay Dios, ¿dónde estoy?” el hijo del rey embargado de la alegría contestó: “Estás conmigo”. Se pregunta por Dios – y Dios contesta, y lleva aquello “que más ama en el mundo entero” consigo, al “castillo del padre”, donde tiene lugar la boda.

Esta fiesta a su vez se convierte en juicio para la reina, que ahora es llamada la “madrastra impía”. Aparece con “vestidos hermosos”, lo que revela que su belleza es únicamente superficial. Lo que la “mala mujer” ha guardado siempre para sí misma, la fogosidad interior, la parte rojo de su ser, ahora lo tiene que vivenciar como calor voraz. Lo que no pudo entregar, se ha acumulado y tiene que devorarla. Cuando al comienzo hubo aun la posibilidad de formular el libre deseo – a partir de la entrega de la propia parte roja, de la propia interioridad, hacia aquel mundo cristalino de lo venidero – hacia el final empero la “férrea” necesidad, con respecto a cómo debe ser andado el camino.

Es asi que el cuento de “Blanca nieves” nos señala las fuerzas de la muerte que cobran efecto en la ida aun antes de que se produzca la muerte y que pueden ser equiparadas por seres elementales serviciales y mediante la ayuda de Dios. Nos enteramos de seres que nos acompañan en nuestro camino terrenal, plenos de interés en el buen sentido y en el mal sentido.

Toda evolución empero está portada por el hecho de que nuestra meta en el espíritu ya ha sido prevista – “había una vez…” y se encuentra a nuestra disposición amparado en la consciencia de un ser protector de modo tal que nosotros mismos podamos ir creciendo, internándonos en ese pensamiento divino.

Sigue en el cuaderno 3.

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EL SENTIDO DE LAS IMÁGENES SE ENCUENTRA EN PELIGRO

ELEMENTOS EXTRAÑOS EN EL ALMA PROPIA

Hemos intentado presentar las posibilidades especiales del trabajo con las imágenes de los cuentos. A un intento de esta índole tiene que agregarse necesariamente una mirada crítica al trato actual con otras imágenes que cobran efecto sobre el alma. Una mirada asi nos permite darnos cuenta de que en la actualidad con respecto a aquello que pueden promover los cuentos – revelar la riqueza que cada ser humano trae consigo de lo prenatal como tesoro personal del ama – la situación es extraordinariamente adversa. Las cámaras del tesoro de nuestro alama se llenan con cosas que no so tesoros que empero están apropiadas de ocupar el lugar de los mismos e influenciarnos – más o menos masivamente – en nuestra evolución humana.

El ansia por las imágenes pertenece constitucionalmente al hombre. Necesitamos imágenes que nos estimulan para poder configurar nuestra personalidad y nuestra biografía de acuerdo a nuestras propias fuerzas plasmadoras interiores.

Ese ansia por imágenes es tomado en cuenta por los medios de las imágenes sin miramiento con respecto al valor y el sentido de las fuerzas plasmadoras anímicas. Y esto no es una bagatela. En oportunidad que la palabra del cuento escuchado estimula al alma a una actividad intensiva, la televisión puede invitar únicamente a la contemplación de imágenes exteriores ya terminadas – y esto cobra validez independientemente de la calidad de la película en cuestión. Las fuerzas animadas del buscador de imágenes, degradado a mero espectador, tienen que contenerse con lo preconcebido y permanecer en inactividad.

La condena del espectador a la pasividad con respecto al trato con las fuerzas anímicas propias, es tan solo uno de los problemas. El otro problema existente posee consecuencias aun más graves: el alma se le graban las imágenes recibidas y adoptan la misión de las fuerzas plasmadoras anímicas, de imprimir el comportamiento personal,

Ese recubrimiento de lo nuestro propio a través de imágenes anímicamente activas que no ascienden del alma propia, cobra un efecto especialmente marcado para que el que aun está ocupando en formarse una imagen de sí mismo: para el niño. La situación a la que entra el niño la podemos imaginar de la siguiente manera: donde en las profundidades de la propia

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alma busca vivificarse a sí mismo, antes de haber podido avanzar al fondo verdadero de su alma, se encuentra con un cúmulo de imágenes aparentemente vivientes, pero ya concluidas, que le sugieren ser los modelos buscados para su evolución. Dentro del propio alma, el niño se encuentra con lo que es ajeno a su ser, que empero no puede reconocer con tal… el tesoro personal del alama se cubre con un tapiz de tales imágenes ilusorias, debilitando el impulso del niño para avanzar hacia lo suyo propio, pro el hecho de que las imágenes ilusorias despiertan la sensación de que se trata de lo propio buscado. He tratado de describir lo que esto significa para los niños: pueden conocer sus propias fuerzas plasmadoras de manera solamente incompleta, razón por la cual su configuración será deficiente. Permanecen sin ser utilizadas, vigorosas fuerzas que quisieran ser implementadas, ¿Qué acontece empero con fuerzas que quieren ser llevadas a la actividad y que no pueden cumplir una misión? Cuanto más inconscientes permanecen en medida tanto mayor tenemos que contar con el hecho de que se descarguen sin control y sin meta. en ese dilema por cierto se halla la raíz con respecto a la creciente agresividad, que en la actualidad impera entre los niños y los jóvenes. El hecho de que los niños se ha n enajenado de sí mismos, se expresa en su comportamiento a menudo extraño. No pueden manifestarse como son en realidad porque no pueden hallarse a sí mismos en su propio interior y por lo tanto en principio no tienen otra salida, como ser aquel que como ejemplo ajeno deambula en sus almas.

La manipulación con material genético ha desencadenado un grito de rebelión a nivel mundial. El debilitamiento de las fuerzas plasmadoras interiores a traes de los medio es aceptado como propio de la época. No se toma en cuenta que aquí también se está manipulando con fuerzas de origen del hombre, con esas fuerzas que lo facultarán a que alguna vez dejará de ser hijo de sus padres o de su pueblo, sino descendiente de sí mismo.

Podríamos contrarrestar esto tal vez mediante el ocasional relato de cuentos. Queda en evidencia empero que paralelamente con el consumo de imágenes televisivas, la lengua misma experimenta un profundo empobrecimiento. En medida creciente y también en el trato con los niños nos sirve únicamente como portadora e informaciones exteriores. Hoy se logra en medida cada vez menor, utilizarla para expresar experiencias interiores y darles vida en el escucha. Es asi que la lengua en este plano es entendida en medida cada vez menor. Con ello empero tampoco pueden ser entendido en la multiplicidad de sus capas y ya no pueden ser sentidas las imágenes apropiadas a las necesidades de los jóvenes, razón por la cual se encuentran amenazadas de extinción.

Los niños no pueden saber que aquellas imágenes que avasallan a los niños son de índole y de propósitos muy diferentes. Se verían sobre-exigidos, si en el trato con imágenes deberían discernir entre aquello que le es beneficioso y aquello que en definitiva tiene que dañar sus fuerzas plasmadoras. Simplemente tienen que sufrirlo.

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Y asi lo hacen. Al cabo de una conferencia acerca de las imágenes de los cuentos se acerco un maestro y me confesó que había desistido de contarles cuentos a los niños. No podrían entenderlos ya. Su propósito ahora está por lo menor descubrirles el mundo en el cual viven. Me contó que lo estaba realizando de una manera absolutamente concreta: percepción de los demás niños, y su vestimenta dispar entre sí, de los diferentes árboles, del cielo, etc. asombrados y llenos de alegría, los niños indiferentes y apáticos podían notar entonces que el pullover de uno de sus compañeros era azul, mientras que el de otro compañero era rojo. A veces el maestro lleva a sus alumnos a un refugio montañés. Por la noche los niños contemplan las estrellas y admiran su esplendor, el cual hasta entonces le había sido desconocido. No se atreven a salir durante la noche. Sienten temor asi mismo cuando sale su maestro – por los vampiros que podrían atacarlo y devorarlo…

Lo que el maestro estaba contando es el resultado de un sentido de las imágenes, maltratado por la televisión. Los niños han perdido la realidad y no solamente la interior sino también la exterior. La percepción se empobrece, la lengua muere. En las almas se anidan innecesarios temores. Quien debilita el sentido de las imágenes, debilita al ser humano.

“LA PÉRDIDA DE LA CULTURA DEL HABLA”

En el fondo desde hace mucho tiempo se tiene conocimiento del problema, aunque se sigue minimizando su importancia. Y de hecho no a causa de motivos pedagógicos. Hace ya algunos años al respecto apareció un estudio movilizador. En su libro “La pérdida de la cultura del habla”, Barry Sanders, profesor de literatura de California, USA, describe como en el curso de la historia los hombres despiertan a la auto-consciencia: “La mayoría de las personas reconocerían que una vida sin el ser-propio es inimaginable. No obstante el ser propio aparece relativamente tarde en la historia del pensar occidental. Este libro sostiene la tesis de que la idea del ser humano critico, guiado por su interior que es fundamento sobre-entendido para nuestra conducción humana, se forma únicamente en el crisol de la lectura y la lectura. El hombre tal como lo conocemos hoy es un producto de la literalidad. En occidente, la escritura mediante letras comienza a divulgarse en algún momento del siglo quinto o sexto antes de Cristo ¿Qué acontece ahora a amas de dos mil años después con el ser-propio? Esto lo tenemos que preguntar frente al hecho de que el mundo de los libros para los jóvenes está perdiendo su atractivo en medida cada vez mayor. Dicho de otra manera:¿qué acontece con la criatura a la cual tanto nos hemos acostumbrado? Este es el consternado interrogante con el cual se ve confrontada la sociedad de la actualidad. Sanders agrega al respecto la constatación alarmante: “el propio ser, que en el sequito de la literalidad ha llegado a la arena de la historia, está a punto de dejar nuevamente esta arena. Ese actor llamado propio ser que ha entrado a la existencia a modo de una construcción social e intelectual sujeta a la cultura del libro, está en vías de la disolución y se encuentra a

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punto de abandonar el fundamento de lo humano. Con ello a su vez desaparecerá asi mismo, el hombre al que conocemos en la actualidad”

Sanders está señalando con ello una situación que en usa ya se ha hecho realidad. “este libro describe una mundo poblado de jóvenes cuyo camino ha pasado de un costado de la lectura y de la escritura y que por esa razón se han visto obligados a instalarse una existencia sin la colaboración de aquel consejero más intimo y familiar, el propio ser. No necesitamos una fantasía especialmente vivida, para pintar la imagen de un mundo tal… es un mundo en el cual os jóvenes prefieren pensar en represalias y en venganza en lugar de mediata acerca de si mismo. Es un mundo en el cual los hombres matan sin sentir remordimientos ni arrepentimientos”

El lector se entera de que en los jóvenes norteamericanos –después de accidentes en el transito – el asesinato es la segunda causa de muerte. La realidad de los jóvenes en las calles de las grandes ciudades norteamericanas hace solicitar a Sanders “poner fin a esa pesadilla. El primer paso para la solución del problema es la restitución del propio ser”.

Con la frase “los niños tienen que escuchar la palabra hablada, para poder aprender a hablar”, Sanders conduce al lector al campo problemático en el cual en la actualidad la vivencia del habla de los niños corre el peligro mayor: el trato con el televisor. Cita el informe de una científica en lenguas, según la cual un niño de padres sordo-mudos mediante mucha tele-visión debía aprender a hablar. “A los tres años, no pudo ni hablar, ni entender ingles”.

De ello la investigadora deduce: el televisor como único medio es inadecuado para el aprendizaje de la lengua, dado que aunque puede formular, preguntarse, no puede contestar las preguntas formuladas por el niño. Por lo tanto el niño puede desarrollar la facultad del habla únicamente cuando encuentra la palabra hablada en su entorno y cuando puede utilizar el habla para tomar contacto con su medio ambiente inmediato. Sanders comenta este hecho con las palabras: “Medido a partir de este parámetro la mayoría de los niños norteamericanos crece en un medio ambiente, en el cual el habla ha sido efectivamente extirpado”.

El problema de la televisión no consiste en el hecho de que no incentiva vivencia alguna, sino en el hecho de que conjuntamente con el estimulo a su vez provee la respectiva solución. “A diferencia de las novelas y los relatos, que confrontan al lector con circunstancias ambiguas y lo estimulan a meditar acerca de cuestiones de sentido y significado, los programas televisivos aísla y abrevian los contextos. Con respecto a cada pregunta que formula la televisión, rápidamente ofrece la respuesta: cada emisión un consuelo anímico, una enseñanza. Un niño que no posee la capacidad de imaginar historias propias, por el hecho de que su fantasía está pegoteada por el esquema de acción y la situación de comicidad de las series exitosas de la temporada, no puede edificar un mundo propio en su interior, a través del mudo soliloquio”.

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El elogio que el autor entona con respecto al aburrimiento en este contexto es notorio. Sanders llama la atención sobre el hecho de que únicamente allí donde el joven no está ocupado y distraído exteriormente se le ofrece la posibilidad de descubrir en calma su propio interior – una aventura de la cual en la actualidad son privados muchos jóvenes.

A quien la televisión h a privado tanto de la viviente experiencia del habla como de la posibilidad de disfrutar del aburrimiento le falta la distancia con respecto a las vivencias con las cuales es confrontado. No puede oponer nada propio, nada vivenciado dentro de él mismo, nada generado personalmente, al mundo exterior. Entonces no solamente tiene una vivencia - él en la vivencia con la cual se encuentra.

Lo que los niños y los jóvenes recepcionan en las emisiones televisivas, está destinado a una consciencia que dispone de capacidad de distanciarse. Para quien está imposibilitado de llevar a cabo esto, las imágenes televisivas no solamente se convierten en realidad sino que ocupan el lugar de la experiencia propia y le sugieren vivenciar la identidad propia a través de la imitación. En lo concreto esto significa: lo que estos niños y jóvenes recepcionan en las transmisiones, se convierte en peligroso sucedáneo de una ansiada experiencia personal, no realizable en el interior. Tienen la inclinación, de darle continuación en la calle lo vivenciado en la película…” Formas huecas, -fantasmas que en las calles llevan a cabo sus abusos horriblemente amenazantes –como lo denomina Sanders. “Indiferente de lo que hagan – aun cuando llevan a cabo las violencias y las atrocidades más terribles, son incapaces de sentir arrepentimiento, remordimiento o pesar por lo que han hecho, ni un sentimiento de culpa… De nada sirve llevar a la prisión a estos jóvenes…La solución tiene que ser hallada de otra manera. Puede estar dad únicamente en la voz humana – a pesar de la ausencia de sustancia, de la invisibilidad, la fugacidad…La añoranza de estos jóvenes es el sentimiento, y el estado del estar autorizado a través de la propia voz.”

Sanders finaliza su libro con un pedido: “Saquemos a los jóvenes del ámbito de la sombra lingüística en la cual se encuentran para conducirlos a la experiencia clave que no han tenido – la experiencia de la lengua hablada. El cambio de vías hacia una adultez con un desarrollo global puede producirse en ocasión del cambio altamente significativo desde el entorno familiar y la edad preescolar, hacia el medio de la escuela primaria… la enseñanza de la lectura y la escritura tiene que basarse sobre un plan de enseñanza que conecta al canto y la danza, el juego y la broma con la improvisación y la recitación. Los niños tienen que escuchar cuentos que el maestro mismo inventa o lee de un libro. También tienen que crear sus propios cuentos e historias y tienen que tratar de repetir con sus propias palabras los cuentos escuchados. Los maestros tienen que ocuparse de una enseñanza perfecta en el arte de la lengua hablada.”

CONSCIENCIA CON RESPECTO A LAS IMÁGENES

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En la actualidad no puede tratarse de reemplazar reglamentos caducos por nuevo reglamentos. No podemos confiar empero tampoco en que lo comúnmente usual sea lo correcto. Tal como lo hemos visto, nuestra libertad ha adquirido una envergadura tal que únicamente nosotros mismos podemos tomar la decisión de cómo queremos ser como seres humanos. Siendo adultos nos podemos apartar de aquello que no es adecuado en darnos apoyo en nuestras fuerzas humanas.

Si empero permitimos su accionar en nuestro entorno – y para ello pueden existir motivos – tenemos que tomar consciencia del efecto diferente que se está ejerciendo sobre los niños. No podemos empero liberarnos de la responsabilidad de tener que saber lo qe hacemos. Ese es el incomodo y arduo fenómeno acompañante de la libertad a la que hemos accedido. Esto empero a su vez aquello, que puede colmar con esperanza, a quien con preocupación mira al mundo en el cual están creciendo los niños.

El hombre depende del crearse una imagen de su ser como hombre. Es este hecho que fundamenta su ansia de imágenes que de otro modo seria inexplicable. Esa ansia por las imágenes es tomado en cuenta por los medios creadores de imágenes que empero no pueden brindar una satisfacción plena. Por esa razón la televisión nos sirve de pasatiempo, que nos deja sin embargo la conocida desilusión, nos deja insatisfechos, donde queríamos saciar el hambre. En tanto mayor medida es menester aviar las experiencias de las fuerzas positivas en el alma propia y despertar la fuerza configuradora a partir de esas fuerzas. Una de las claves con las cuales podemos confiar aun hoy, son los cuentos y los relatos y el narrador de la actualidad puede ser su misión en la entrega de tal clave a los hombres, con la que puedan acceder a la oculta cámara de sus tesoros. Las investigaciones de Sanders muestran que la postura del escuchar cuentos no es algo que tenemos que introducir para los niños a través de medios pedagógicos, aparece en el hombre necesariamente. Lo decisivo es aquello que se le entrega a esa abierta postura anímica y lo que se recepciona en la profundidad del alma – lo que consecuentemente allí se activa a modo de impulso, donde tienen que movilizarse las fuerzas que tendrán que decidir en libertad acerca de la vida propia y del propio ser. Esto debería ser de una cualidad que pueda fortalecer realmente el interior del hombre. Cuando las fuerzas evolutivas humanas del niño han sido incentivadas suficientemente, estos niños estarán preparados debidamente para poder enfrentarse con aquello que sobre ellos arremeterá siendo jóvenes. En ello podemos confiar.

Consecuentemente podemos amparar realmente el ámbito de la infancia – vale decirle de los primeros catorce años – a modo de un campo en el cual nosotros mismos decidimos l que debe grabarse en la memoria de los niños y no permitir que interfieran en ello los medios y la publicidad. Allí imperan criterios muy diferentes – de la economía del mercado y del crecimiento económico – que no poseen valor educativo alguno.

Una vez que los niños han podido pasar en un buen sentido por la experiencia del ser humano, que lo han podido sentir y fortalecerse a través del mismo – y todo esto lo

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posibilitan los cuentos y los buenos relatos - entonces podrán enfrentarse con el mundo. Aunque asimismo “perderán algunas plumas”, no podrán ser tocados en su verdadera esencia.

¿DE QUÉ MANERA PODEMOS HABLAR DE LA MUERTE CON LOS NIÑOS?

Los niños poseen un mayor conocimiento. Los cuentos tienen la posibilidad, no solamente de llevar a discusión temas que de otro modo en la vida permanecen en lo oculto, sino hacerlos accesibles asimismo a la vivencia interior. Un tema esencial de esta índole es aquel de la muerte y del morirse ¡Cuan liberador seria para nuestro sentimiento de vida, si podríamos manejarnos con este tema con la misma naturalidad de los cuentos! Nuestra civilización empero evita de amplia manera el tratamiento de las preguntas que con ello se relacionan. La muerte sigue siendo el enemigo, el morirse empero un proceso que preferentemente es llevado a lo oculto. Es asi que el hombre no encuentra la oportunidad de practicar aquello que cada uno de nosotros tendrá que superar en algún momento.

Al sobreponernos al miedo frente a la muerte, al adquirir el conocimiento necesario y en la actualidad accesible acerca de los trasfondos, al mismo tiempo podremos acceder a los fundamentos con la ayuda de las cuales podremos crear las imágenes que a nuestros hijos les harán vivenciable la muerte. De esta manera logramos que un incipiente posible temor frente a la muerte en los niños, de entrada se encuentre con contenidos vivenciales y conceptuales que quitan el miedo y por otra parte – y esa es una misión esencial – con el hecho de que la comunidad de los vivientes y los muertos puede ser fundamentada de un manera real. Dado que estar con ellos puede únicamente aquel que tenga conocimiento de su existencia.

Y no tenemos que creer que con ello se nos impone una tarea especialmente difícil. Por cierto la ocupación con la muerte requiere una determinada atención y disposición receptiva y un vivido modo de pensar. Los contenidos empero con los cuales podemos contactarnos a través de la antroposofía – pero también a través de otras fuentes – son tan interesantes que el esfuerzo de tener que recepcionarlos es compensado ampliamente a través de la fascinación por el contenido.

Asi y todo alguien pueda tener la sensación de querer evitar el tema de “morir y muerte” en el trato con los niños, pro la impresión de que se trata de algo completamente ajeno al niño. Esto se corresponde empero únicamente con la imagen exterior de la muerte sobre todo en el caso de que no integremos esa manifestación exterior de la muerte, visible, por las respectivas imágenes del alma, liberadoras. Al fin y al cabo empero no podremos evadir el cumplimento de esa misión. Dado que si nuestros niños deben ser instruidos acerca de la muerte o no, no queda librado a nuestro libre albedrio. A su manera el mundo exterior, las imágenes de la civilización y el comportamiento humano hablan de ello.

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Nosotros podemos decidir empero de qué manera el niño se entere acerca de la muerte, podemos colocar al lado de las inevitables impresiones procedentes del mundo circundante, las imágenes que abren una visión hacia los ámbitos que en lo sensorio no llegan a la manifestación, o llegan de un modo solo condicional. A continuación daremos una indicación acerca de cómo referirnos no solamente a la cuestión de la muerte en sí, sino al hecho de aportar de esa manera algo beneficioso para el ser-anímico,

En su libro “En ocasión de la muerte de un niño”, el pastor Arie Boogert nos relata lo siguiente con respecto a una niña de siete años: “La pequeña se había enterado en ocasión de una charla de los mayores de la muerte de n niño del vecindario, causada por un camión. Después de acostarse, durante largo tiempo estuvo despierta en su camita al cabo de lo cual llamó a su padre para aclararle de que no es nada grave morir siendo niño, dado que aun se sabe todo. Para los adultos es mucho más grave, puesto que se han olvidado todo y tienen que aprenderlo de nuevo.”

Aquello que la pequeña septiañera le dice a su padre nos puede brindar una base importante con respecto a nuestro tema. En el trato con los niños siendo adultos, a menudo tenemos la impresión de que el niño carece de conocimientos y que es nuestra misión instruirlo...al imaginarnos al niño a modo de una vasija vacía, nos halamos empero en un error, si creemos que dentro de ese recipiente tenemos que volcar nuestros conocimientos. Por cierto que el niño tiene que aprender el funcionamiento de las cosas terrenales. Tampoco domina la escritura y la lectura, posee empero un conocimiento fundado acerca de su propio ser y el ser del mundo.

Este conocimiento puede ser expresado a través de tres convicciones fundamentales:

La vida tiene un sentido,El hombre es bueno.Podemos confiar en el mundo y su ser.

Un niño naturalmente no lo expresaría de esta manera, pero asi lo siente y en un principio edifica su experiencia del mundo sobre estos hechos fundamentales.

Tal vez de inmediato notamos el problema que se produce de esa manera. Dado que ese conocimiento infantil, profundamente inconsciente, esas vivientes convicciones de los niños, no hallan necesariamente sus correspondencias en nuestro mundo, sino demasiado a menudo se tienen que confrontar con el contrario: que una vida se pierde sin sentido, que una persona de ninguna manera es buena en su comportamiento, que el mundo es vivenciado como muerto y hasta hostil a lo humano.

Ya sea que tenga razón el niño o el adulto, de todos modos el adulto puede imponer su conocimiento en medida mucho mayor que el niño puesto que el niño le brinda su confianza incondicional y acepta como verdad aquello que le enseña – aun en ocasión de

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que esa enseñanza posee pies de barro, dado que tal como lo formula la siete añera, los adultos lo han olvidado todo, tienen que volver a aprenderlo.

Frente a la pregunta con respecto a la muerte y como hablar con los niños en referencia a la misma, la atención y la disposición al aprendizaje son lo apropiado. Un bello testimonio de tal atención y disposición al aprendizaje es el siguiente relato de la asistente pastoral hospitalaria, Rosemarie Fuchs, cuya misión era la atención de niños afectados por cáncer.

APRENDER DEL NIÑO

Rosemarie Fuchs cuenta que cierta noche es llamada al estar durmiendo y correr en ayuda de Marcus, un niño de cinco años mortalmente enfermo, sumido en llanto. Se creía ayudarlo evitando estrictamente tocar tema de la muerte. Al llegar Rosemarie, el niño había sido “traumatizado” mediante una inyección de morfina. No le había provocado empero sueño sino por el contrario estaba plenamente despierto y quería tener una vivencia. Entonces Rosemarie le relata el cuento de “Blanca nieves” sin relacionar con ello un propósito especial. Recordando esa noche nos cuenta:

“La figura de Blanca nieves del cuento llego junto a nosotros y su recuerdo no nos abandonó hasta el ultimo día de vida de Marcus. La princesa del cuento muere y el niño en la cama protesta aterrado ante ese hecho: “¡No! ¡No debe estar muerta!” recién cuando Blanca nieves despierta, Marcus está contento.”

Lo que aquí no se formula mediante palabras finalmente halla su expresión mediante la ayuda de otro libro el “Struwelpeter” (un niño que no quería comer la sopa y que muere estando flaco como un alfiler). Después de que Marcus ha escuchado este cuento cuyas imágenes siempre observa con especial atención Rosemarie Fuchs comenta: “Me llama la atención que el niño mira con especial intensividad las imágenes de Gaspar. ¿Ha descubierto alguna semejanza – el delgado Marcus, el delgado Gaspar?.. Pesaba tal vez media onza y al quinto día murió.” El niño está preocupado no cabe duda alguna.

Entonces Rosemarie finalmente decide referirse al tema de la muerte hasta entonces cuidadosamente olvidado:

“Marcus, todas las personas tienen que morir alguna vez, sobre todo cuando llegan a la edad que tenían mis padres. Pero naturalmente estoy triste que ya no están conmigo. ¡Pero los niños no tienen que morir!”

Por cierto – también los niños tienen que morir. Es por ello que tienen que prestar mucha atención en la calle, para no ser embestidos por un vehículo.

Al cabo de una pausa pensativa, Marcus dice:

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“¿Por qué tienen que morir todos ellos – que es morir?”

Tengo la certeza de que tengo que contestar. Y de inmediato. Dado que no me queda un largo tiempo para realizar reflexiones con respecto al termino de “morir”. Junto a la angustia acuciante de este niño, tengo que arriesgarme a decir algo en esta situación que con respecto a su precisión teológica, no será sostenible frente a una posterior revisión. La impresión bajo la cual me encuentro ahora es mayor que la probidad de la afirmación. Solo puedo esperar que Marcus no perciba la sobre-exigencia en la cual me encuentro y confiar en que el amor que por él siento, me permita hallar las palabras que puedan ayudarle.

Marcus no ha sido educado religiosamente, nada sabe acerca de Dios. Me siento con él, junto a la ventana y miramos hacia fuera, donde están los arboles. Unos gorriones saltan en las ramas. Le cuento al niño que no han estado allí, todo de pronto sino que alguien ha hecho esos pájaros: tan alegres y atrevido como son y también todos los demás animales que Marcus conoce, los arboles y las flores que retornaran ahora en la primavera.

Todo esto alguien lo ha pensado y lo ha llevado a cabo para alegría nuestra. Tiene también un nombre, lo llamamos el querido Dios. Todo lo que en el mundo existe le pertenece, por eso también puede decir que todo esto vuelva junto a él cuando asi lo decide. También hizo a todos los hombres. Cuando Dios quiere que alguien ya no viva aquí con nosotros sino junto a él, lo llama y le dice: ¡regresa junto a mí! Esa persona entonces cierra sus ojos, ya no habla con nosotros ni nos escucha. Y entonces decimos: ha muerto. Lo colocamos en un ataúd – como Blanca nieves – y le damos sepultura. Ahora no vive ya con nosotros, vive con Dios.

“¿Dónde está dios?”

“está en todas partes pero ahora aun no lo podemos ver, lo vemos recién después de haber muerto.”

“pero ¿está aquí?”

“¡sí y te ama. Tú conoces la canción SABES, CUANTAS ESTRELLITAS HAY EN EL CIELO, muchas veces la hemos cantado ¿recuerdas como finaliza?”

Permaneció ensimismado por un rato, luego radiante, contestó: “…también te conoce a ti, y te ama!” - ¿Se puede hablar con Dios?

Me siento aliviada, gano terreno.

“si, eso se puede ¡Todos los días hablo con él y le pido que te cuide!”

El niño está muy interesado: “¿y lo hace?”

“¡si, eso con seguridad!”

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“¿pero tú también me estas cuidando?”

“¡naturalmente, tú lo sabes y no tienes que tener miedo!”

Se produce una pequeña pausa - luego Marcus gira hacia la pared y dice cordialmente: “te puedes ir ahora”

Me siento casi sobre saltada frente a esta evolución de los hechos. Habitualmente Marcus había tratado siempre de retenerme, pero ahora está de acuerdo con la separación temporaria. Durante todo ese tiempo debería haber estado angustiado frente a la idea de la muerte, seguramente había escuchado acerca de ello más de lo que sabíamos. Con sus cinco años, no podía coordinar su estado y lo expresaba a través de un temor pánico d separación – ¿o acaso el niño intuía aquello que sucedería, tenía un propio conocimiento interior?

Esa suposición parecía confirmarse en la siguiente vivencia con el niño a punto de morir: “la señora S y yo estamos sentados junto al lecho de los niños que morían, cuando dijo que había soñado. A menudo nos contaba sueños en los cuales siempre aparecían monstruos terribles, gigantes y fantasmas. Ahora empero su sueño había sido “lindo” – de Blanca nieves… Blanca nieves era muy buena y muy linda. Me voy con ella al bosque - muy lejos de aquí. “Ustedes no pueden acompañarme. Pero les enviaré una postal”

La madre y yo nos miramos consternadas: el niño nos está diciendo que está muriendo y está conforme con ello – Blanca nieves es buena y linda – ¡y nos consuela a los que quedamos!

Me doy cuenta ahora de que mi explicación con respecto al morirse ha sido demasiado complicada para él y por eso, él mismo se había creado una imagen en correspondencia a su edad que les es familiar, vales decir Blanca nieves – su ángel de la muerte.

Podemos desprender de este relato que el niño en definitiva hace mucho sabe, lo que el adulto quiere ocultar pro el desconocimiento de los adultos, y esto genera miedo. Este miedo puede ser vencido cuando el conocimiento del niño encuentra las imágenes que pueden servirse de envoltura y pueden convertirse en vivencia del niño: el ángel de la muerte en la figura de Blanca nieves. Allí ya no hace falta la instrucción en el sentido habitual, ahora el niño posee el conocimiento con certeza del alma y ya no necesita al adulto a modo de maestro. Por el contrario, puede bridarle enseñanza al adulto y “consolarlo” en el caso de que el adulto lo acepte.

El niño no consulta con respecto al contenido del conocimiento, al insistir con su “¿por qué?” sino que está buscando imagines, dentro de las cuales pueda cobrar vida su conocimiento inconsciente. “Ya lo sé- pero tú tienes qe darme las palabras pertinentes”, asi podríamos describir el proceso entre el niño y el adulto. El adulto, con gran cuidado tiene que abrirse paso hacia el alma del niño y tiene que aprender a describir aquello que allí y

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yace a modo de un tesoro del conocimiento, para poder brindarle entonces las imágenes y los conceptos certeros.

LO QUE LA MUERTE AMENAZA

Más bien se ha tratado de un hecho casual que el pequeño Marcus recibiera la imágenes de “Blanca nieves”, cuando la necesitaba. Hoy sobre todo a través de la antroposofía estamos en condiciones de entender diversas cosas también mediante nuestra mentalidad de adultos, de aquello que el niño trae consigo de lo prenatal, naturalmente a modo de su tesoro del conocimiento. De esta manera estamos en condiciones – pero al mismo tiempo tenesmos la responsabilidad – de aportar al conocimiento de los niños, las imágenes aquellas que necesitan para vivificar su tesoro del alma, aquello que pese a toda apariencia exterior le brinda la confirmación de que la vida realmente tiene un sentido, de que el hombre realmente es bueno, de que puede confiarse realmente a lo seres del mundo. Aquí entramos al terreno donde oculto a nuestra consciencia los niños a diario se encuentran amenazados de muerte. La amenaza propiamente dicha a través de las fuerzas mortíferas, que de hecho dañan al ser del niño, no se produce a través de la mortandad natural sino que actúa dentro del mundo en el cual están creciendo nuestros niños.

En nuestro mundo técnico, ¿Qué podría hablarle al niño del sentido de la vida? Por el contrario, parecería ser que la mayor conquista es que el hombre se ha convertido en un ser superfluo. Cada máquina ya sea la cafetera o la aspiradora, ha sido creada para reemplazar al hombre. Esto es muy oportuno para el adulto, a los niños empero cada máquina le quita la posibilidad de desarrollar una capacidad, dado que aquello que realiza la maquina, no puede ser imitado. Aunque lo intente fielmente, el niño no puede aproximarse con la vida. “La vida tiene un sentido” – esa seguridad sufre la muerte al aproximarse al mundo, tal como ha sido constituido por nosotros.

“En mundo es bueno”, tampoco puede ser vivenciado en cada esquina. El tumulto de las compras, el transito, poseen un lenguaje muy diferente: el lenguaje del egoísmo y del provecho, la ventaja propia y la falta de consideración sobre todo frente a los niños.

Y el hecho de que el mundo está poblado de seres ya no cobra validez en las calles de las ciudades. Es asi que también los seres naturales se convierten en máquinas, en formas sin vida.

Nuestro mundo está compenetrado por fuerzas de la muerte, los ideales mueren tan pronto transitamos pro las calles. Su lugar es ocupado por las realidades exteriores, edificadas sobre las fuerzas de la muerte, las cuales nos vemos entregados totalmente en definitiva (y a las cuales nos hemos entregado), y esto es lo que genera el miedo. En ocasión de que el conocimiento de los niños que han traído a la tierra de lo prenatal puede cobrar vida, podrá

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surgir de ello, seguridad anímica, que no tiene que temer la muerte natural. Al abandonar a los niños, irreflexivamente, a las impresiones del mundo exterior, estas instruirían a los niños a su manera, tapando, cubriendo el conocimiento prenatal. En un comienzo, el conocimiento celestial se podrá mantener por el hecho de que el ser infantil aun se encuentra rodeado por una piel protectora frente a las impresiones de lenguajes tan diferentes del mundo que lo rodea. Esa envoltura empero no es eterna. Y una vez despertada la duda frente a las propias convicciones interiores, rápidamente destruye esta defensa infantil. No se trata de una materialización del mundo espiritual, cuando a continuación hablamos de los cielos como de una casa con muchas habitaciones. El adulto vivencia lo espiritual y lo terrenal a modo de entes opuestos, al niño la forma terrenal le recuerda de manera inmediata a la realidad espiritual – le recuerda el sentido allí oculto, al ser de cuya creación proviene el valor, la inclinación hacia el niño que allí llega a la expresión.

Volvamos entonces hacia la pregunta inicial, acerca de cómo hablar a nuestros niños de debida manera de la muerte, brindándoles al mismo tiempo fuerza para la vida terrenal que han emprendido. La oportunidad más favorable la brinda sin lugar a dudas cuando los niños – hablando en imágenes – se han quitado su vestimenta terrenal, conjuntamente con el polvo terrenal y están dispuestos a dar el paso hacia el mundo del estar dormidos, estando dispuestos a la realización de la experiencia del paso del umbral ¿Qué vivenciará a continuación?

LA HISTORIA DE LA CASA CELESTIAL

Cuando los niños quedaron dormidos se toma de las manos y salen corriendo hacia el bosque. Corren hasta llegar a un claro en el bosque.

Allí en ese claro elevan su mirada hacia el cielo. Encima de ellos en la altura, resplandecen doradas las incontables estrellas. Una empero brilla más que las otras, hacia ella los niños elevan sus manos y exclaman: “CASA CELESTIAL, CASA CELESTIAL ¡ARROJANOS TU ESCALERA!”

Entonces desde la luminosa estrella desciende una escalera dorada hasta que toca el suelo frente a los pies de los niños.

Los niños emprenden el ascenso sobre la escalera dorada llegan alto y mas alto. Dichoso aquel niño que no tiene que llevar una carga sobre su espalda, debida a travesuras y palabras feas, esto dificulta el ascenso. De otro modo se abalanza velozmente.

Al aproximarse a la resplandeciente estrella, los niños se dan cuenta de que se trata de una casa dorada – la casa celestial. Hoy nuestros niños han ascendido fácil y rápidamente por la

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escalera celestial y corren hacia la puerta para anunciar su llegada. Tienen que pasar junto a la fuente de las lágrimas, que allí corre melancólicamente

Alguna vez cuando un niño se ha portado muy mal, no puede entrar a la casa celestial y tiene que permanecer por un rato junto a la fuente de las lágrimas. Entonces escucha el murmullo de las lágrimas, tristes, tan tristes, de modo tal que esa tristeza se apodera también del niño. Entonces el niño llora sus lágrimas que caen en la fuente y su agua se torna salada.

Nuestros niños golpean llamando en la puerta del cielo. Sus ángeles de la guarda abren y los conducen de la mano a la casa celestial. Allí primeramente llegan a una sala que en ambos lados tiene grandes ventanales.

Cada ángel lleva al niño a la ventana del lado derecho y con él, mira hacia fuera. Allí están viendo todo aquello que ese niño ha vivenciado y ha hecho durante el día que pasó, lo bueno y aquello que no esta tan bueno. Acerca de algunas cosas, el ángel se pone contento a veces su rostro se pone un poco serio, o un poco afligido, y puede suceder que oculte su rostro en sus alas. Mañana no volveré a hacerlo.

Después de que el niño con su ángel ha mirado el día que pasó, se deja guiar a la ventana del lado opuesto, izquierdo y también mira por esa ventana. Los niños lo realizan con especial gusto, dado que allí ven lo que les traerá el día venidero. No ven levantarse a ellos mismos para ir a al Jardín de Infantes o a la escuela. Es él quien se levanta, va a la escuela, juega con los otros niños y haciendo esto tiene un cumulo de buenas ocurrencias, con respeto a como ser amable y cordial. Esto lo observa nuestro niño con atención y espera poder recordarlo el día siguiente.

Después de haber mirado por los dos ventanales, el ángel lleva al niño a otra sala. Allí se encuentra una larga mesa con blanco mantel, con platos y copas dorados. Allí todos los niños toman asiento. Los ángeles les sirven alimento celestial y vino celestial, y cada niño puede comer y beber hasta saciarse.

Después de haber comido y bebido, los niños se internan a mayor profundidad de la casa celestial, (según la época o la festividad anual, aquí los acontecimientos se irán transformando. El camino que aquí contamos por lo tanto es tan solo uno de los posibles)

“Ven”, le dice el ángel de la guarda a nuestro niño, “el abuelo está aguardando contento a tu visita”.

Con alegría el niño sigue a su ángel. Las visitas al abuelo lo colman con especial alegría. Cuando aún vivía en la tierra, siempre tenía un regalo para los niños y también aquí en la casa celestial, tiene siempre una sorpresa para los niños.

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Con el ángel, el niño pasa junto a muchas puertas, hasta que muy a fondo donde la pequeña escalinata lleva al jardín del paraíso, hasta que el ángel finalmente abre una puerta para que el niño entre. Con la mirada recorre todas las figuras vestidas de blanco, todas ellas muy atareadas. ¿Por qué no lo habrá reconocido de inmediato? “¡Abuelo!” exclama el niño, y corre a su encuentro, “te veo tan joven que casi no te hubiese reconocido.”

El abuelo acaricia la cabeza del niño. “Por cierto que parezco ser más joven, rejuvenezco día tras día. Una vez que esté completamente joven, retornaré a la tierra, como niño pequeño. Pero para ello falta un rato.”

Antes de que el niño pueda sentir tristeza, deseando que el abuelo venga ya mismo a la tierra, el abuelo le dice en susurro: “Mira lo que tengo aquí para ti”.

Y entonces el niño ve en la mano del abuelo una bellísima flor –tiene un largo tallo y un copete floral de color violeta. Es transparente y de una delicada radiancia, por lo cual el niño casi o se atreve a tocar esa flor. “¿Qué es esto?” pregunta el niño asombrado. “Una corona imperial para vuestro jardín”, responde el abuelo. “La hice de luz celestial para vuestro jardín”. “¿La puedo llevar sin que se rompa?” pregunta el niño dudoso.

“No hace falta que la lleves en tus manos, entregaré la flor a un rayo solar, que la llevará a vuestro jardín, y en la primavera y en el verano la cuidarán los silfos, transformándola en una flor de la tierra”, responde el abuelo.

El niño se pone contento. Atentamente contempla aquello que con delicadas manos los vestidos de blanco van formando de colores lumínicos – un maravilloso jardín floral, bello como un sueño.

Finalmente tiene que apartarse, el ángel está indicando: es hora.

Al salir del lugar y al pasar por la pequeña escalinata el niño pregunta a su ángel: “¿Puedo echar una rápida mirada hacia donde se encuentran los niños celestiales en el jardincito paradisiaco?”

Pero el ángel sacude la cabeza: “Hoy no queda tiempo. Pero mañana cuando regreses, dedicaremos un momento a esa visita, y podrás jugar con los niños celestiales”.

Es asi que el niño sigue a su ángel hasta la puerta, lo saluda con la mano para correr luego con los hermanos hasta la escalera celestial dorada, para descender con livianos pasos, como si estuviese volando hacia la tierra.

Habiendo llegado allí, los niños atraviesan el bosque de prisa, el día se acerca, pronto llegará la madre para despertarlos.

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NO DRASTICAMENTE PERO CONCRETAMENTE

En el caso de esta historia de la casa del cielo no tenemos que cuidarnos de lo concreto, pero si de lo excesivamente drástico – y de aquello que está en contradicción de lo existente en la tierra. No sería correcto hacerle creer al niño que físicamente puede ascender al cielo. Prontamente nos aleccionará diciendo que en tal caso se caería hacia abajo.

Aquello que le estamos contando al niño naturalmente también debe hallar su lugar en la vida cotidiana - tales como las configuraciones festivas, la oración antes de las comidas, la asistencia al acto dominical. Todo ello nos brindará la posibilidad, de oponer a las imágenes exteriores que acosan al niño, amenazando su secreto conocimiento prenatal, aquello como vivencia que el niño necesita para su saludable evolución. Brindamos nuestro aporte para que en el niño no muera prematuramente aquello que para su vida terrenal debe ser fundamento y aliento para su ser humano, vale decir aquellas convicciones:

La vida tiene sentido,

El hombre es bueno,

Podemos confiar en los seres de la tierra.

Podemos conservar alguna transparencia asi, en el velo que desciende con espesura cada vez mayor, entre el mundo de su origen y el mundo terrenal. La postura frente a la muerte y la charla acerca de este hecho, pueden constituir sobre todo ayudas decisivas al respecto. Al hablar a nuestros niños de la vida de los fallecidos de modo tal que puedan compartirla a modo de vivencia y de verdad, los poderes de ilusión de la impresión que suministra nuestro mundo civilizado y tecnificado, no lograran con tanta facilidad el triunfo, sobre el conocimiento celestial de los niños. Podrá permanecer encendido algo de la luz celestial que a todo niño acompaña a su vida terrenal, implantando en su corazón la certeza: aunque la apariencia exterior muestra lo contrario, yo se que:

La vida tiene un sentido – el hombre es bueno – podemos confiar en los seres de la tierra.

EL NIÑO Y EL ANGEL

BREVE ACOTACION PREVIA CON RESPECTO AL TIEMPO

En los cuentos de los hermanos Grimm, los ángeles casi nunca aparecen como figuras independientes. Pero aquello que tradicionalmente entendemos como actividad de los ángeles, guarda un parentesco profundo con aquello que puede ser incentivado al escuchar cuentos: la conducción de la personalidad en sus caminos propios. Aun al hablar de que el niño trae consigo desde lo prenatal su propio ser y su meta, estamos tocando la esfera de los ángeles. Siendo asi en este contexto, dediquémosle nuestra especial atención:

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La pregunta referida a lo ángeles a muchos de los cuales le parecerá algo poco común por el hecho de que no pueden ser percibidos a simple vista. En la medida de mayor o menor consciencia empero, todos opinamos que en el mundo en el cual vivimos y en el cual tenemos nuestras impresiones sensorias, en definitiva todo lo existente es experimentable mediante las impresiones sensorias. La impresión sensoria es tomada como prueba de la realidad.

Esto empero no tiene validez con respecto a los ángeles. Tenemos que creer en su existencia, aun sin verlos con nuestros ojos ¿esto será demasiado pedir?

Existe un amplio ámbito de experiencia que naturalmente aceptamos como existente y frente al cual no se nos ocurriría querer experimentarlo sensoriamente. De ello podemos darnos cuenta rápidamente y tal vez de un modo muy sorprendente al preguntarnos qué ámbito es ese, en el cual podemos experimentar sensoriamente con los ojos y los oídos. Se trata del ámbito muy limitado del presente. Únicamente en el presente tenemos la posibilidad de las experiencias sensorias.

Al tomar consciencia de que en el curso del tiempo es excepcionalmente breve ese instante que señalamos como el presente – cuando tratamos de captarlo, ya pasó – entonces tal vez también podamos darnos cuenta tal vez de que es muy osado suponer que todo aquello que existe en el mundo con respecto al futuro, al presente y al pasado, pueda ser hallado sensoriamente experimentable, ene l presente. De hecho podríamos disculparnos diciendo: por más limitado que pudiese estar el presente, como seres humanos tenemos que conformarnos con el mismo, puesto que exclusivamente podemos vivir en él y reunir allí nuestras experiencias. Pero ¿esto es asi?

Con respecto a nuestros sentidos exteriores sin duda alguna que es asi. Solo puedo ver aquello que se encuentra frente a mis ojos, solo puedo escuchar lo que resuena en ese momento. En la medida que mi existencia es experiencia sensoria, alegría y pena unida a ella, en esa medida está sujeta al presente. Un sonido que pasó ya no lo puedo escuchar, se ha alejado,

Esta experiencia no solamente cobra validez con respecto a mis sentidos y las vivencias anímicas relacionadas con los mismos, sino que cobra validez también con respecto a mi voluntad. Ya no tengo acceso aquello que aconteció. Esto a menudo es agobiador, pro ejemplo cuando a través de la mirada retrospectiva me doy cuenta de que he obrado incorrectamente y quisiera enmendarlo. De hecho puedo hacer otra cosa, algo mejor, pero lo actuado queda allí, pero a su vez me doy cuenta de que lo pasado no ha desaparecido por completo de mi vida, sigue estando allí, lo recuerdo y hasta puedo retrotraer algunas vivencias a mi alma de una manera muy colorida de modo tal que junto a la misma puedo experimentar nuevamente alegría o dolor. Puedo constatar por lo tanto que el pasado me es accesible, que también vivo en él, no percibiendo sino recordando. En ese ámbito esencialmente me muevo a través de mi pensar, el pensar que capta legitimidades y

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reconoce relaciones. Ese pensar no puede radicarse en el presente por el hecho de que la capacidad de discernimiento no funciona en ocasión de la impresión inmediata y no se produce la distancia requerida para la formación del juicio.

Quiero dar un ejemplo: a pesar de vivenciar intensivamente al presente y hasta percibirlo sensoriamente, difícilmente podemos decir cuáles son los acontecimiento más importantes de nuestro presente, por el hecho de que las percepciones no se miden por importantes o no-importantes, sino por intensivas o menos intensivas. Intensivo puede ser empero a su vez un dolor de muela que me impide seguir con el pensamiento, exitosamente una conferencia. Recién cuando las vivencias han pasado, cuando se han replegado las experiencias sensorias puede comenzar el inicio de la comprensión. Su espacio de vida es el pasado. Nos damos cuenta de que este término “pasado”, en realidad cobra validez únicamente para el hombre perceptivo y no para el hombre pensante, este tiene su presente justamente en ese ámbito no sensorio, no-emocional.

Al lado del ámbito experimental del presente, por lo tanto se nos abre otro ámbito, en el cual estamos familiarizados igualmente con gran naturalidad, aunque con menor atadura emocional: el asi llamado pasado, dentro del cual se mueve nuestro pensar crítico.

Un segundo ámbito no-sensorio es aquel del futuro. Frente al pasado y al presente, se nos figura como especialmente misterioso, dado que aunque lo pasado ahora se encuentra alejado de nuestra vivencia, alguna vez lo hemos experimentado y nuestra recuerdos llevan las huellas de aquello que hemos visto con nuestros ojos, escuchado con nuestros oídos. Y a veces hasta tenemos la sensación de que determinadas fragancias del pasado estuviesen llegando a nuestra nariz.

El futuro empero nunca ha pasado aun por el ojal de la experiencia sensoria, jamás ha colmado nuestra vivencia anímica (salvo un miedo muy presente, frente a un futuro no tangible, en vísperas por ejemplo de un examen). Asi y todo, una parte nuestra vive en el futuro y no existiría si el futuro le estuviese vedado. No se trata empero de nuestro pensar referido al juzgar - de ser asi todos nosotros seriamos profetas con capacidad de predecir al futuro – sino que se trata de nuestra voluntad.

Imaginemos que el futuro estuviese de hecho completamente vedado a nuestra vivencia, que la vivencia nuestra el tiempo finalice en el presente: entonces nuestra voluntad quedaría paralizada. Nada podríamos hacer ya, dado que todo lo que hacemos se proyecta hacia el futuro. Cada actividad que realizamos posee su punto de partida no en el presente, ni tampoco en el pasado, sino en el futuro, ya que hago algo para alcanzar una meta determinada, aunque sea que coloco un clavo en la pared.

Por doquier que quiero cambiar algo donde interviene mi voluntad, estoy viviendo en el futuro. Al respecto, a menudo estoy imaginando que aspecto tendrá aquello que habré podido lograr. El asunto mismo empero que estoy por lograr, aun se encuentra en lo no-

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sensorio y aun es no seguro si lograré mi propósito de llevarlo del ámbito de lo no sensorio del futuro al presente que puede ser experimentado sensoriamente. Mi voluntad puede realizar un esfuerzo, pero puede fracasar. Aquello que había esperado no se realiza en el ámbito sensorio del presente.

Detengámonos un instante más en esta experiencia volitiva. ¿Qué sucede cuando un impulso no puede llegar a la realización? Tenemos asentada en nuestra alma otra opinión asombrosamente insistente que nos indica que todo lo existente debe poder experimentarse mediante los sentidos. Es la opinión de que deben ser diferenciadas dos corrientes: una que fluye del pasado al futuro, ocasionando que una determinada causa en el pasado promueva que algo suceda algo en el futuro, y la otra corriente que fluye del futuro hacia el pasado y que promueve que algo que recientemente se situaba en el futuro, de pronto ha pasado.

¿Son empero acaso estos los únicos movimientos que acontecen en el curso del tiempo? ¿Hacia dónde se retrotrae un impulso volitivo que no pudo ser realizado? Tenemos un ejemplo: alguien quiere interpretar el concierto de violín de Beethoven. Toma el violín, hace el intento y realiza sus experiencias: no lo logra ¿Qué acontece a continuación? ¿Con ello el impulso se ha convertido en pasado? La experiencia del intento fracasado pro cierto lo es. El impulso empero – en un caso favorable – no se convierte en pasado, sino se repliega hacia el futuro, eventualmente hacia un futuro muy lejano, cuando el virtuoso que allí hizo su ensayo en el violín, recién había cumplido cinco años. Allí empero sigue la práctica de años que una y otra vez será impulsada a partir de aquello que quisiéramos lograr en el futuro – hasta que finalmente ha llegado el momento de realizar esa ejecución.

Lo que ahora entre a la experiencia sensoria tiene que medirse con aquello que se ha querido realizar y se podrá observar nuevamente, que tampoco ahora el impulso volitivo desaparece en el pasado, sino que retorna hacia el futuro. Allí la voluntad puede captarlo nuevamente para hacerle una justicia aun mayor, cuando el virtuoso se aventura nuevamente para integrar ahora sensoriamente al mundo de la experiencia del presente, aquello que ha tomado en posesión con su voluntad en el ámbito del futuro.

LO QUE SABEMOS ACERCA DE LOS ANGELES

Mediante estas reflexiones acerca de la vivencia del tiempo hemos obtenido un trasfondo frente al cual podemos acercarnos con facilidad mayor al tema de los ángeles.

Ahora en el fondo ya no puede asombrarnos tanto cuando se nos habla de seres que no pueden ser captado por la experiencia sensoria, puesto que eso tan solo significa que no viven de manera tal en el presente como nosotros lo hacemos – de ninguna manera de un modo abarcativo – con una parte de nuestra vida anímica.

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Rápidamente podremos darnos cuenta de donde residen los ángeles.

¿Quiénes son los ángeles, y qué misión se les adjudica?

La concepción más difundida es aquella del ángel de la guarda, vale decir de un ser adjudicado como acompañante a una persona sola y la cuida en el sentido de que en los momento de en los cuales su propia consciencia no es suficiente para reconocer un posible peligro, el ángel toma la conducción amprando del peligro a su protegido. Por lo tanto los hombres en su vida perciben un accionar que procede de una conciencia superior que la humana.

Con un término diferente aquí podríamos hablar del accionar del destino, de acontecimiento que han llegado a nosotros in que los hayamos buscado, de los cuales empero posteriormente tenemos que decir que formaron parte de nosotros, que era bueno y justo que los hayamos experimentado, que nos hemos encontrado con tal o cual persona o que hemos tenido que aceptar un fracaso en el curso común de la vida, que nos ha conducido a una nueva determinación con respecto a las metas de nuestra vida. Hablamos de casualidad cuando queremos remarcar que algo ha acontecido sin nuestra participación consciente, hablamos de destino cuando sentido que en aquello que nos toco vivir, se vislumbra un propósito, que hacia nosotros llega algo proveniente del futuro.

En este echar de ver coincidencias del destino, nos estamos aproximando al accionar del ángel. Viene a nuestro encuentro como un ser que vive de otro modo como el hombre en las relaciones del tiempo, que constantemente tiene en su consciencia la relación de algo que estamos haciendo y puede contactarlo con aquello que a modo de meta de vida se encuentra ligado a nuestra vida al mirar al ángel a modo de ángel de la guarda del hombre llega frente a nuestra contemplación, esa consciencia mas abarcativa, asi como la actividad procedente de esa consciencia de llevar todo ello a la armonía, acompañar al hombre de un camino pero también mantenerlo en su camino, cuando se desvía.

Aquello que nosotros mismos percibimos como meta para nuestra vida, por lo cual a veces podemos formularnos una pregunta, de cuya existencia estamos empero convencido en una determinada capa de nuestro ser, esto toma consistencia y ser propio en el ángel.

El ángel nos muestra nuestros ideales, nuestras metas en lo espiritual. Encontramos en él aquello que en el fondo buscamos aquí en la tierra, que empero circunstancialmente olvidamos o no podemos realizar porque nuestra voluntad se ha debilitado. Nada bueno existe, que auténticamente consideramos como bueno subjetivamente, que no aceptaríamos como cualidad de nuestro ángel. Su imagen se edifica de aquello que consideramos como positivo, pleno de sentido y justo.

DE QUE MANERA SE REPRESENTAN LOS ANGELES

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Ahora podemos entender plenamente la exposición de los cuadros de ángeles de los antiguos maestros, para hallar en ellos lo conocido para nosotros. Lo exterior que en un principio podría haber sido considerado como un estorbo para el acercamiento al ser del ángel, ahora puede expresar justamente al ser que ya nos es conocido.

Cuando los artísticos de las épocas anteriores han reproducido a los ángeles con grandes alas, han querido significar con ello que se trata de seres de un ámbito diferente al ámbito terrenal, pudiendo también salir del mismo. Hay otra cosa empero relacionada con la imagen de las alas: presado en los Salmos, al decir: “Albérgame bajo la sombra de tus alas”. No solamente la posibilidad de elevar vuelo halla su réplica en las alas de los ángeles, sino también la protección que otorgan las alas abiertas y que era experimentado por los hombres en presencia de su ángel.

Otra característica esencial de los ángeles en los cuadros de los antiguos artistas, son sus instrumentos. No solamente ejecutan el arpa, sino un cumulo de diversos instrumentos, desde los instrumentos de viento a través de los instrumentos de cuerda, hasta el órgano y el bombo.

No es lo importante que todos ejecuten los mismos instrumentos - y hasta a una sola voz - sino que su ejecución diversa, guarde armonía. Allí tenemos expresado en la imagen lo que teníamos en el accionar del destino de cada persona: los ángeles, como aquellos que cuidan la armonía, pero ahora no con respecto a una sola persona - para ello bastaría afinar debidamente al instrumento propio y la ejecución sin errores de la propia voz – sino que todos los destinos individuales concuerdan en una gran sinfonía – en las relaciones temporarias de una época de vida de la humanidad.

Al interesarnos por los ángeles, no es apropiado buscarlos en el ámbito sensorio, por el hecho de que no viven en el presente, y que ninguna voluntad humana puede sujetarlos a lo terrenal, sacándolos de lo futuro. Al tratar se de experiencias del presente – y esto a su vez significa sensorias – los ángeles se retrotraen a nuestro alcance.

Al orientarnos empero a su ámbito propio, se tornan alcanzables: el ámbito de aquello que será. Allí prontamente hallaremos sus rostros.

Podríamos diferenciar los tres tiempos de nuestra vivencia del tiempo de manera tal que digamos:

El presente es el tiempo humano, lo que tiene que acontecer a través de nosotros, solamente puede suceder en el presente.

El futuro es el tiempo de lo ángeles, vivenciamos su ser en el idealismo, en nuestros impulsos.

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El pasado es el tiempo terrenal, las huellas de nuestro actuar se imprimen a la tierra y pueden de esta manera convertirse en experiencia.

¿DE QUÉ MANERA PODEMOS EXPERIMENTAR AL ANGEL?

¿Ese alado, bajo cuyo amparo nos hallamos, ese ejecutor musical en nuestra vida, de hecho puede ser experimentado? ¿Cómo podemos aprender a percibir los imperceptibles? ¿Qué punto de partida puede ser hallado al respecto?

Ese punto de partida es evidente: contemplamos el campo en el cual el ángel actúa a modo de protector, conductor, músico - el campo del destino propio personal. Debemos hacerlo empero sin la expectativa de que las huellas del obrar angelical se nos manifiesten de inmediato, de modo inequívoco. Por el contrario tenemos que analizar a los hechos que recordamos a través de la mirada retrospectiva, que se hicieron realidad en el sentido de que si se han producido asi, sobre entendidamente y no de otra manera.

Rudolf Steiner aconseja fortalecer la consciencia con respeto al obrar de los ángeles mediante el hecho, preguntándonos en oportunidad de la mirada retrospectiva hacia el día que ha pasado: ¿Qué es lo que no se produjo hoy? Dicho de otra manera: ¿Qué ha sido impedido, evitado, hoy? Agrega la indicación de que no pasa día alguno en el cual no se produce un pequeño milagro. Tal vez recordamos al respeto el medio de transporte que hemos perdido por la mañana que luego tuvo un accidente, una experiencia vivida no pocas veces. Nos referimos empero también a las experiencias menos espectaculares que son tan cotidianas que casi no las registramos.

Acerca de tales experiencias, en la actualidad ya existe un cumulo de informes. Acabamos de pasar por un verdadero boom de ángeles en el sector de los libros, que empero se debe al hacho de que en la actualidad numerosas personas pueden informar acerca de encuentros con ángeles. Al lado de algunas extravagancias, existe también mucha literatura buena al respecto. De interés al respecto es por ejemplo un fenómeno procedente de USA. En el año 1990, allí se ha editado un libro con el título “Un libro de Ángeles”. La autora Sophy Burnham, hace una acotación: “Si usted ha tenido un encuentro místico que quiera compartir, escriba a…”. Ya un año más tarde, a partir de las muchas centenares de cartas pudo compendiar un segundo libro, al que le ha dado el titulo “Cartas de Ángeles”. Esto muestra que en la actualidad innumerables personas vivencian la intervención protectora del ángel en sus vidas. Quien lee los relatos, sobre todo las cartas a Sophy Burnham, en idioma alemán han aparecido bajo el titulo “La proximidad de tus Ángeles” – y se asombra frente a la descripción de los ángeles, tendrá que tomar en cuenta cuán difícil debe ser mantener en la consciencia el encuentro con un ser supra sensorio y luego también transmitirlo mediante palabras.

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Para los niños, recomendamos al respecto los breves relatos de Jakov Streit en su libro: “Guardianes invisibles”. Streit ha compilado allí “Relatos de extrañas vivencias del destino”, que permiten intuir la ayuda del ángel de la guarda. Entre los mismos se encuentra por ejemplo la experiencia de Bruno, que tiene 10 años, quien en una gran ciudad vive solo con su madre, que tiene que ganar el sustento para ambos. Cierto día retorna a casa enferma. El médico que sido llamado quiere internarla en el hospital. La mujer no lo acepta, dado que entonces quedaría solo su hijo. Es asi que el médico envía al niño a la farmacia para la compra de los medicamentos necesarios.

El farmacéutico ha ido al teatro con su esposa y el ayudante está leyendo un libro interesante y se siente molesto cuando tiene que atender el llamado en la puerta. Rápidamente envasa los medicamentos (en vasados por él) y se los entrega al niño. Al colocar los frascos en su lugar, se da cuenta de que se ha equivocado: lo que ha envasado para el niño como medicamento en realidad es veneno. El ayudante sale a la calle corriendo con la esperanza de poder alcanzar al niño. Pero a pesar de la nieve que cubre la calle, no puede descubrir las huellas de sus pies. Está desesperado, ya no puede leer. De pronto un nuevo llamado en la puerta y allí está el niño, el cual le había dado el líquido equivocado, muy atribulado: en el apuro había tropezado y al caer se había roto el frasco. Podemos imaginar la dicha del empleado, quien gustosamente entrega como regalo el medicamento solicitado.

Igualmente asombrado es el relato del maestro quien con los alumnos de su grado realiza una caminata en una región montañosa y quien le había dado la orden al os niños de obedecer de inmediato a cualquier recomendación suya. De pronto exclama: “¡Alto! tengo que atarme el cordón del zapato”. Todos los niños se detienen. En ese mismo instante se produce el derrumbe de una roca sobre el camino delante de ellos. Los niños se asombran de cómo el maestro pudo saberlo. Este empero nada sabía, ni siquiera porque había dado la orden, puesto que ambos cordones de sus zapatos se encontraban atados…

ORIENTARNOS HACIA EL ANGEL

Cuando como sacerdote una y otra vez tenemos que echar la mirada retrospectiva a una vida, para que en ocasión de un funeral, pueda brindarse un vista general acerca del camino de la vida del difunto, entonces a partir de la distancia que allí se tiene en realidad en todos los casos se pude reconocer una figura que se desprende del cumulo de los acontecimientos individuales y las estaciones y nos habla del hecho de que esta vida ha estado bajo una conducción orientada hacia una meta.

De esta misma manera al anochecer podemos volver nuestra mirada hacia el día que pasó, desarrollando a la par en nuestro alma el sentimiento de la gratitud por aquello con lo que nos hemos encontrado, lo bueno y penoso, aquello que hemos logrado y lo otro que tal vez

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nos mostró nuestra imperfección. Dado que la sensación de la gratitud abre nuestros ojos con respecto a lo que ha emanado de nuestras propias fuerzas, sino del imperar al ángel en nuestro propio destino.

Al respecto podemos orientar nuestra atención especial a dos experiencias muy diferentes entre sí: hacia aquello que hemos recibido a modo de una gracia, y hacia aquello que hemos sufrido como algo penoso. De modo diferente cada una de estas experiencias nos hablan del obrar a partir de una consciencia distinta a la nuestra. En la gracia se revela aquel que nos obsequia en lo penoso, difícil, aquel que nos guía y pone a prueba nuestra fuerza.

Justamente con respecto al hecho de aceptar también lo difícil, lo penoso, como algo que se ha recibido del ángel, existen relatos impresionantes. Estremecedor empero es como Víctor E. Frankl, el psiquiatra norteamericano, quien como judío ha padecido en el campo de concentración configurado artísticamente la experiencia de su destino: en una breve obra teatral que denomina “Sincronizacion en Birkenwald”, expone que dentro del informe del hombre de la SS actúa el ángel, que empero el sufrimiento, los tormentos, que vive el protegido a través de él, el ángel, tienen que despertar y fortalecer justamente la propia fuerza del bien. Nadie quien no haya pasado por tal abismo del dolor podría hablar de esa manera. La pieza mencionada se encuentra ene libro titulado “Asi y todo, decir sí a la vida”, que contiene testimonios sorprendentes y maravillosos de humanidad, entre las condiciones imperantes en los campos de concentración. En ocasión de la mirada retrospectiva, la gratitud puede abrir el sentido con respecto a la ayuda del ángel. Por la mañana con la mirada puesta en el nuevo día, y aquello que nos ha de traer, es por el sentimiento que nos prestará el servicio de unirnos al ser del ángel, el sentimiento de la confianza: sea lo que fuese que me acontece, está vivo en la consciencia de mi ángel, desde él llega a mí y es escalón en un camino que yo mismo otrora he aceptado emprender. Ese sentimiento permite que emprenda con valentía mayor, las exigencias del día.

El poder percibir al ángel requiere empero siempre de la calma, la calma interior, el apartarse de todas las obligaciones, todas reflexiones, todas las preocupaciones, requiere del sentimiento de colocar el ser propio en las manos de su ser superior. Quien quiere encontrarse con momentos de calma, de serenidad, por la mañana en la mirada orientada hacia el nuevo día, por la noche dentro de la mirada retrospectiva a lo experimentado. No se trata de implementar largos tiempos, sino de sumergirnos por un momento realmente en la calma. Al respecto puede constituir una ayuda el no imponer meramente el silencio al vaivén del alma, dado que en tal caso nuestra alma casi siempre resulta de las imágenes que corren por el alma, fugazmente, cargados de recuerdos - la imagen de un recuerdo proveniente de la naturaleza, relacionado con la experiencia de una profunda calma, ya sea el recuerdo referido a la serena majestad de una cumbre montañosa, o al sereno espejo de un lago. Al desligarse allí el alma del estar sujeto a las vivencias del día que la atan a lo exterior, puede comenzar a obrar aquello que desde el mundo de lo supra sensorio toca el alma.

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Pero también toda contemplación del arte posee algo de esta cualidad de poder conducir desde el ámbito de lo actualmente sensorialmente vivenciable hacia otro ámbito, supra sensorio, del cual proceden sentido y figura. Dado que el arte es observación sensoria que está dispuesta a conducirnos más allá de nosotros mismos, hacia la fuente desde la cual ha fluido la voluntad artística, a la cual quiso dar expresión en lo sensorio.

Aquello que como experiencia del ángel, conscientemente podemos buscar en nuestros recuerdos, en nuestros impulsos volitivos, llega a su culminación en el sueño. Y el encuentro con nuestro ángel hasta es el motivo decisivo, por el cual una y otra vez buscamos el sueño. En una conferencia, Rudolf Steiner resume esa vivencia de querer encontrarse con el ángel durante el sueño con las siguientes palabras:

“Me quedo dormido. Hasta despertarme, mi alma estará en el mundo espiritual. Allí se encontrará con el poder conductor de mi vida terrenal que está presente en el mundo espiritual que rodea en leve vuelo mi cabeza, allí se encontrará con el genio. Y al despertar habré tenido el encuentro con mi genio. Las alas de mi genio habrán golpeado mi alma.” (Berlín, el 20.2.1917)

EL ADULTO Y EL ÁNGEL DEL NIÑO

La ocupación con el ángel es importante para el educador quiera o no lo quiera, el niño lo personifica como su propio ángel: de él quiere enterarse qué camino debe toma y como debe comportarse. Es tarea del educador guiar esa conducción no a partir una arbitrariedad propia, pero tampoco a partir de una ley evolutiva aparentemente general que es idéntica para todos los niños, sino a partir del ser de aquel niño con el cual tiene el trato concreto a partir de sus talentos y sus metas. Deberá promover esa conducción a partir de la consciencia del ángel, puesto que en esa consciencia viven las metas del futuro del niño, en él se palpa el ser del niño.

La verdadera pedagogía, es pedagogía del ángel, en el sentido de que aquello que es necesario para el niño, el educador trata de intuir al vivenciar al niño no tan solo durante el día, sino al retrotraer su ser en la reflexión, colocándolo frente a su alma. Una y otra vez se confirma la experiencia de que un importante efecto parte del hecho de que personas se han preocupado de la contemplación del verdadero ser del niño. En el caso de dificultades, a menudo presta una ayuda mayor hablar acerca del niño, en lugar de tomar medidas draconianas. Es como si la consciencia de los adultos estuviese construyendo un puente entre el ángel y su protegido de modo tal que los impulsos verdaderos puedan abrirse paso nuevamente.

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Por el hecho de que adopta la misión de un ángel para el niño, es bueno que aquel que educa a niños, se situé en una correcta situación hacia el ángel de los niños, cuanto más correcta, tanto mejor.

EL NIÑO Y SU ANGEL

Pero también los niños tendrán que encontrarse con su ángel y no solamente durante la noche, sino también durante el día, en el tato con otras personas. Su ser y su obrar debería llegar a la expresión , dándoles con ello la posibilidad de poder denominar y poder recordar una experiencia que en la infancia puede presentarse con intensividad especial. Puesto que como adultos todos lo hemos experimentado: cuan importantes se han vuelto los recuerdos de la infancia para más tarde en nuestra vida.

¿Dónde vivencian los niños al ángel durante el día? ¿Cómo pueden cultivar la relación con él? Esta pregunta no quisiera que se entienda supra sensoriamente, sino de hecho como un encuentro con el ángel en las circunstancias terrenales cotidianas. ¿Dónde se produce en la vida del niño la proximidad del ángel?

Al respecto por cierto es esencial tomar encuentra lo siguiente: no es casual que el ángel es un ser invisible, un ser por lo tanto que posee la característica de no meterse en la percepción, sino que prefiere que su protegido obre con libertad. Por cierto que no sería en el sentido del ángel, si en cada oportunidad se le diría: ¿Y ahora que estará pensando tu ángel de ti? Dejando de lado el hecho de que no se trata de un tío-sobre todo, sino de un protector cariñoso. En tal sentido son buscados los momentos de una proximidad especial del ángel, aquellos en los cuales el niño entra a una relación real con su ángel. Esto puede llegar a la expresión por la mañana al iniciar el día, confiado del acompañamiento por su ángel. Especialmente propicio es el tiempo antes de ir a la cama. En el umbral hacia el sueño, el alma del niño está abierta y escucha cuando se le habla de su ángel de la guarda y en la edad en la cual con la llegada de la oscuridad nocturna se acerca un cierto temor, la certeza de la cercanía del ángel de la guarda posee una sensación alentadora, consoladora.

Existe la antigua oración de los catorce ángeles que rodean al niño que va a dormir y en los niños más pequeños he vivenciado la alegría que me llenaba de asombro - una y otra vez – cuando escuchaba la oración y no una sola vez, sino varias, una a continuación de la otra.

(¡Esa era también la oración de mi infancia! (A.M)

Todos los momentos durante le día que en su curso permiten el acontecimiento de una cierta calma y reflexión en definitiva son experiencias que conducen hacia la proximidad con el ángel: toda oración frente al alimento, pero también la respiración entre el afuera y el adentro. Con respecto a nosotros mismos, ya hemos tomado consciencia de que la experiencia del ángel presupone un alma serena. Para el niño que recién al sumergirse en el

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ser de su ángel, llega aquello que para nosotros en la edad del adulto se correspondería a la auto reflexión, estos momentos cobran una importancia especial.

Por lo general empero la época actual no permite que el alma llega a la calma, tampoco el alma del niño. La pausa entre el estar tensado no es necesaria para la salud física, para el adecuado estar despierto, sino para que en el alma pueda activarse otra cosa, que la reacción frente a las impresiones recibidas de la vida que transcurre afuera.

Los niños necesitan los momentos de la calma, promovidos consecuentemente a modo de un ritmo respiratorio en los cuales pueden emerger del ahogarse dentro del mundo sensorio y sumergirse en la proximidad de su ángel para adquirir salud y fuerza, también cuando no están cansados y no quieren dormir al mediodía.

He vivenciado cuan gustosamente los niños escuchan los “Cuentos del cielo”, también los niños algo mayores, los alumnos de la escuela primaria. Lo que entre nosotros los adultos podemos realizar tan solo con cierto cuidado – concebir imágenes de los ángeles y su obrar - puede ser elevado a la vivencia grafica de los niños. En la enseñanza religiosa de los alumnos del primer y segundo grado estos relatos juegan un rol importante. (Un posible modelo básico para un relato de esta índole se encuentra en el capítulo “Hablar con los niños acerca de la muerte”)

CULTIVAR LA CONCIENCIA DEL ÁNGEL

Para finalizar quiero presentar una imagen que puede pintar en nuestras almas la relación del niño hacia su ángel. Tenemos al niño que llega a la tierra desde el cielo - que para nosotros tiene algo del futuro – llegando a través del puente para convertirse en hombre terrenal. Detrás del niño se encuentra el ángel con sus grandes alas, del que procede, delante de él se encuentran los padres, hacia los cuales se va. Sobre el rostro de los padres empero para el niño se refleja el resplandor del ángel, su ángel. Lo que de él parte, trata de reencontrarlo en los padres.

Entonces la niñez la podemos pintar asi: el puente, sobre el cual avanza el ser del niño caminando entre el ángel y nosotros, a los cuales se confía. Nosotros empero somos los que estamos mirando en dirección al ángel al recibir al niño y los que podemos mantener su radiancia par al vida del niño, en la manera en la cual nos esforzamos en tomar en cuenta el ser de ese ángel y también al mantener despierta la consciencia del niño con respecto a su ángel luminoso acompañante y que una vez llegado a la tierra pueda orientarse hacia él de modo cada vez más consiente, reencontrando en su ser grávido de futuro, los buenos impulsos para la propia vida y obra.

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CÍRCULO ANUAL – RONDA DE LAS FIESTAS ANUALES

FIESTAS –UN ASUNTO HUMANO, ESPECIAL

El realizar fiestas, guarda familiaridad con el escuchar cuentos, ya que no estimula a la creación a partir de las fuerzas que llevamos en nuestra propia alma, configurando no tan solo a nosotros mismos, sino al mundo que nos rodea.

El curso anual dentro del cual se encuentran insertadas las fiestas es un hecho natural, cósmicamente condicionado. Al invierno le sigue la primavera, el verano, el otoño, y luego llega nuevamente el invierno. Dentro del circuito, la tierra expresa su relación hacia el cosmos, sobre todo hacia el sol.

El círculo festivo-anual, no es un hecho cósmico ni tampoco de la naturaleza, sino una obra humana específica. La pascua no llega por el hecho de la llegada de la primavera, sino la Pascua acontece porque los hombres imprimen esa fiesta a la naturaleza primaveral. Al preguntarnos por lo tanto por el trasfondo, el “sentido” de la configuración festiva, en el fondo estamos preguntándonos pro el ser humano y nos preguntamos qué lo mueve a intervenir en el curso anual, natural, realizando fiestas.

A pesar de que las fiestas no son un asunto de la naturaleza, cobran su efecto sobre la misma, poseen un carácter familiar a la misma. En nuestras latitudes esto puede ser percibido a menudo por el hecho de que el día festivo se nos figura como atmosféricamente tangible, hay algo en el aire que concuerda con esa fiesta. En otros ámbitos de la tierra se lo buscaría en vano, no está presente por el hecho de que los hombres allí aun no se lo han impreso al aura de la tierra.

Puede realizar una percepción especialmente impresionante de esa relación, estando estacionado como sacerdote en Johannesburgo, teniendo que atender desde allí una pequeña comunidad en el por entonces Sud-África, que se reunía en una granja, en las afueras de Windhoek, para el acto de consagración del hombre. En estos lugares existen muchos animales silvestres, que pocas veces se ven. Únicamente cuando con mi vehículo pasaba por allí el domingo por la mañana estaban allí, los cudúes a la vera del camino, tranquilamente. Había descubierto al domingo como día en el cual no tenían que temer a los cazadores. A su manera habían obtenido participación en el domingo de los hombres.

EL PORQUÉ LOS NIÑOS AMAN LAS FIESTAS

Los niños pequeños aman las fiestas. Cuando decimos: “Pronto llega Pascua”, o “Pronto llega Pentecostés” y ya se manifiesta la alegría. Resplandece de los pequeños ojos, se muestra como un sonrojo sobre las cálidas mejillas y hace que los niños den un brinco o muestren su emoción.

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¿Porqué los niños aman a las fiestas de esa manera? ¿Por qué buscan el milagro en lo cotidiano? Por el hecho de que el milagro se encuentra dentro de ellos mismos, por ser ellos mismos un milagro y porque sienten: este milagro dentro de ellos es tan diferente que todo lo puede transformar, eso puede ser despertado y fortalecido en ellos, a través de las fiestas.

Al contemplar la relación de la ronda de las fiestas hacia el círculo anual, podemos notar allí algo que posee una asombrosa familiaridad con el ser humano. El curso anual es lo físicamente establecido, aquello en lo cual puede ser emprendida la configuración y lo propuesto puede ser emprendido y finalizado con sentido. Por lo tanto la realización de las fiestas no solamente parece ser un asunto típicamente humano, sino un asunto que en el hombre puede fomentar de manera especial lo humano, llamándolo al ejercicio de la actividad.

Tomemos como ejemplo a la primavera ¿Qué es lo dado? Lo dado es que el frío invernal cede ante la fuerza del sol. La influencia del sol aumenta perceptiblemente – su luz, su calor. Los días se alargan (la oscuridad nocturna se retrotrae en medida cada vez mayor a la percepción de los niños), ya no se usan los gruesos abrigos al querer ir hacia afuera. El mundo se torna más confortable, se brinda a nosotros con mayor cordialidad, nos invita a salir y deleitarnos junto a sus dadivas primaverales. Ahora desde temprana hora por la mañana resuena el canto de los pájaros, anunciándonos la llegada de la primavera. Los pimpollos cada vez mas henchidos en árboles y arbustos, por fin han estallado, convirtiéndose en flor, inaugurando la época más bella del año, un hechizo que transforma la parca naturaleza invernal.

Eso es lo que está dado en la naturaleza cuando llega la primavera ¿Qué hacemos nosotros los hombres a partir de lo dado naturalmente por la época, al festejar la Pascua? Ya la alegría que sentimos frente al despertar de la naturaleza hacia una nueva vida no pertenece más a los fenómenos naturales, sino que es algo que adicionamos a partir de nosotros mismos - por cierto que no tenemos que esforzarnos para ello. Saludamos con alegría al despertar de la vida. Podríamos decir tambíen: la vida despierta, en nuestra alma se transforma en alegría. Afuera, la vida en el interior, la alegría: se trata de fenómenos que se corresponden. De hecho nada nos obliga a sentir alegría por la llegada de la primavera.

Cobra validez empero el hecho de que quien no logra sentir alegría por la nueva vida de la naturaleza, queda excluido de esa nueva vida, no encuentra acceso a la misma (ese hecho luego también es el motivo de que justamente en la primavera hay personas que entran en un estado de depresión y tienen tendencia al suicidio). Por lo tanto la participación del hombre n la incipiente vida de la naturaleza tiene que ser transmitida por una cierta afinación del alma ¿Qué vivenciamos frente a la naturaleza que nos colma con tanta alegría? Tomemos en cuenta que no solamente vivenciamos aquello que la naturaleza nos nuestra en la primavera. La naturaleza primaveral se nos conforma en imágenes de algo que pertenece a nuestra propia alma y que despierta pro los procesos primaverales. Dentro de

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nosotros mismos sentimos que también como seres humanos podemos hallar nueva vida y desarrollo y aun de otra manera que aquella que en la primavera también se estimulan nuestras fuerzas vitales.

Para que el acontecer primaveral se convierta en una fiesta es menester aun algo más. Es necesario el darnos cuenta de que las imágenes exteriores están señalándonos algo que existe en nuestro propio ser humano, puesto que lo humano no es algo concluido, sino que tiene que complementarse por sí mismo. De tal manera tampoco la relación de la primavera hacia el hombre no es algo definitivo, terminando sino tiene que ser determinada una y otra vez de nuevo por el hombre. El hecho de que esto ha sucedido a través de los siglos y hasta a través de los milenios no debe inducirnos a pensar que la fiesta pascual se ha determinado únicamente a partir de la tradición. Ya en las épocas pre-cristianas los hombres han experimentado lo vivificante de esa época y han percibido que en ella la diosa de la vida abre sus fuentes. Ese contenido de las fiestas se ha modificado desde hace mucho tiempo. En las épocas cristianas, la naturaleza primaveral se ha constituido en la réplica de la fuerza del Cristo, vencedora de la muerte.

Con ello hemos obtenido un acceso a la configuración festiva, que nada tiene que ver con la tradición, sino que emana enteramente del interior del hombre como libre y creativo del ser humano de la actualidad, ese impulso luego puede rendirse cuenta acercad e aquello de lo que él puede conectarse con los hábitos tradicionales y sus disposiciones. El contenido festivo no es determinado por lo exteriormente existente, sino que es captado y colmado con sentido por el ser humano que porta un determinado contenido en su alma. Esto posee una consecuencia que a veces nos ocasiona problemas: inevitablemente a partir de tal crear que se origina a partir de un impulso dentro de nuestra alma, en dirección a la naturaleza se unan y se mezclan los visible y lo no visible. Pensemos en los huevos de pascua, que traen los huevos para los niños, que empero permanece invisible y que en todas las configuraciones visibles siempre posee algo de caricatura. No deberíamos intentar hacer desaparecer esa discrepancia tratando de llevar todo a la visibilidad expresa. En lo no-visible, supra sensorio, vivencia de que sobre la tierra existe algo más que aquello que aparece frente a los sentidos.

En este contexto en el caso de los niños mayores, los cuentos ocupan un rol mediador que no solamente debería relatar lo histórico que fundamenta a la fiesta, sino que a los niños que están escuchando les abrirán espacios de vivencia en los cuales las fuerzas anímicas especialmente ligadas a esta fiesta puedan ser abordados y despiertos y luego vivenciados.

Notamos entonces: mediante las fiestas, al hombre se le brinda ocasión del trabajo creativo en sí mismo. Impulsos que de otro modo quedarían dormidos, despiertan para su realización.

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Dios quien ha estado reposando puede ser experimentado nuevamente como creador – en las fiestas que el hombre configura dentro de la naturaleza y el curso del tiempo a partir de los impulsos que a modo de fuerza evolutiva porta dentro de su ser.

Lo que hemos dicho acerca de la configuración de las fiestas, lo podemos definir a través de los siguientes puntos:

1. En lo que nos entrega, la naturaleza nos brinda imágenes que despiertan algo que está latente en nuestra alma.

2. A partir de la relación de aquello que vive en la naturaleza hacia aquello que despierta en nuestra alma creamos una fiesta a modo de acto del hombre en el mundo sensorio. Ese conocimiento lo tenemos que adquirir.

3. Dentro de tal creación adquirimos la facultad específicamente humana de imprimir nuestro interior al mundo exterior, creando cultura.

4. Los elementos sensorios y supra sensorios se compenetran y no deberíamos tratar de evitarlo pro todos los medios. Recién a través de lo supra sensorio la fiesta adquiere su sentido (adquiriendo asi, rasgos “humanos”). Al respecto los cuentos pueden servir de mediadores.

CADA DIA UNA FIESTA

Al hablar de fiestas por cierto que pensamos en las fiestas grandes como la Pascua o Navidad. La postura que hemos caracterizado aquí puede ser practicada empero en cada día del año. Cada situación a la que somos conducidos nos impone en definitiva la pregunta: ¿quieres hacerte cargo de la misma, humanamente? ¿Qué quieres hacer de la misma? Cada día una y otra vez nos propone la creación festiva de un momento durante el mismo ¿acaso no tendría el deseo de realizar una pequeña fiesta ahora mismo?

¿Cuáles son las condiciones externas al respecto? Tal vez se esté aproximando la noche. Afuera impera la oscuridad, solo se está escuchando el susurro del viento nocturno. O durante una pausa al cabo del almuerzo usted tiene en sus manos este libro. Por un momento el día se detiene, inspira, para invitarlo - ¿para qué? –para ponerse a su disposición ¿Qué oportunidad? ¿Qué está aguardando su entorno ahora de usted? ¿Qué sentido desearía obtener ahora de usted? ¿Acaso está aguardando su gratitud por haberse entregado a usted con todas sus posibilidades? O ¿despertar su valor para entrar al espacio que se encuentra frente a usted para darle configuración?

El entorno quisiera convertirse en mundo humano, quisiera participar de la vida suya, compartirla recibir configuración del mismo ¿Por qué no crear entonces una pequeña fiesta de la gratitud antes de que finalice el día, antes de que termine el momento de reposo del medio día? Las estrellas del cielo nocturno están dispuestas para servir de labreras para muchos momentos de iluminación - consciente o inconsciente – del día que pasó – o realice una pequeña fiesta del alentamiento, fortaleciendo en su interior el asombro acerca

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del hecho de que frente a usted se abre ese mundo maravilloso para la realización de nuestros actos, nuestras metas, dispuesto a recibirlo a usted y convertirse en su mundo. Cada cáliz floral se ofrece a usted como imagen de esa apertura receptiva del mundo y como imagen de que este mundo quiere ser vivificado fecundado por su entrada.

Cada día nos ofrece motivo de la realización festiva en lo pequeño – y con ello la adquisición de la capacidad de darle un trato humano a nuestro medio circundante. No son necesarios los grandes preparativos, sino la presencia anímica para el acontecimiento festivo del momento. Y he aquí: el mundo que nos rodea se transforma, participa del suceso festivo y se alegra de tener en su medio a aquel que lo eleva de su existencia natural, permitiéndole hablar a nosotros como imagen de lo divino dentro de lo terrenal y participar de nuestro acto festivo.

En el futuro tendrá una importancia cada vez mayor, darnos cuenta de las posibilidades que permitan sobre todo a nuestros niños una ocupación a partir de las fuerzas que yacen en ellos, esas fuerzas humanas especiales, fomentando esa ocupación. La realización de los actos festivos ofrece una y otra vez una ocasión bienvenida y saludable.

Hemos tratado de demostrar que la realización de los actos festivos y la evolución humana están íntimamente relacionados, conforman el mismo proceso – una vez visto más bien desde lo interior, otra vez desde lo exterior. Donde se llevan a cabo fiestas, se estimulan las fuerzas del crecimiento humano. Donde esto sucede, el hombre en el sentido más pleno de las fuerzas en él vertidas, es ser humano.

19.3.2007