Agitando el fantasma de una Argentina bélica, hace más que 25 años que el Reino Unido ha fortalecida permanentemente su base aéreo-naval en las Malvinas y manifiesta su control del Océano Atlántico desde Gibraltar en el hemisferio norte, pasando luego por las islas Ascensión, Tristán de Cunha y Santa Elena, para terminar en Malvinas y las Georgias del Sur.

Arrogándose de esa fuerza del poder, esta base fue puesta en funciones el mismísimo año en el que la Asamblea General aprobó la resolución 41/11 (1986) que declara solemnemente “Zona de Paz y Cooperación y Desmilitarización”, la zona comprendida entre el África y Sud América del Océano Atlántico.1 La presencia de esa base aéreo-naval en Mte Agradable viola no tan sólo la resolución antes mencionada, sino también, resolución 2708(XXV) y concordantes 2 que prohíbe la instalación de bases militares por parte de las potencias administradoras en territorios no autónomos, y solicita, por otra parte, que retiren inmediata e incondicionalmente sus bases e instalaciones militares de los territorios coloniales. En la actualidad existe dos bases militares en el área de disputa: una en las Malvinas y la otra en las Georgias y Sándwich del Sur. Ambas cumplen funciones distintas, pero complementarias. Pero, sin duda, la base militar británica en Malvinas es la más grande que existe en el Atlántico Sur.

Además, la presencia militar ofensiva en Malvinas es el reaseguro que permite la continuidad de la explotación unilateral de los recursos vivos y otros en la plataforma continental argentino. No es una mera coincidencia que la explotación de los recursos ictícolas comenzó en 1986/87.

El Gobierno argentino, reiteradamente, ha destacado que esa creciente militarización británica es contraria a la búsqueda de una solución pacífica a la disputa de soberanía, constituyendo una afrenta para la región toda y creando una tensión innecesaria en el Atlántico Sur.

1? RES 41/11, 27 octubre 1986- Art. 1.- Declara solemnemente el Océano Atlántico, en la región situada entre el África y Sud América, como “zona de paz y cooperación del Atlántico Sur”; Art. 2.- Apela a todos los Estados de la zona del Atlántico Sur a promover la cooperación regional “inter alía” para el desarrollo socio-económico, la protección del medio ambiente, la conservación de los recursos vivos, y la paz y seguridad en toda la región; Art 3.- Insta a todos los Estados de todos los demás regiones, en particular a aquellas potencias militares, a respetar escrupulosamente la región del Atlántico Sur, específicamente a través de la reducción y eventual eliminación de su presencia militar allí, y de desistirse de introducir a la región armas nucleares o otros armamentos de destrucción masiva, como así también, renunciarse a extender a la región las rivalidades y conflictos a que les son ajenas; Art. 4.- Convoca a todos los Estados de la región y de todo otro región de cooperar en la eliminación de toda fuente de tensión en la zona, a respetar la unidad nacional, soberanía, independencia política y la integridad territorial de cada Estado de la zona, abstenerse del uso de la amenaza o la fuerza, y de observar estrictamente el principio de que el territorio de un Estado no debe ser objeto de la ocupación militar como resultado del uso de la fuerza en violación a la Carta de las Naciones Unidas, como así mismo, respetar que el principio de la adquisición de territorios por la fuerza es inadmisible…

2 La resolución 2708 (XXV) – 1970 - y concordantes, (35/ 119; 36/ 68; 37/ 35; 39/ 91, etc.) establecen un principio que se mantiene: la prohibición de instalar bases militares en los territorios no autónomos. Dice su artículo 9º: “Pide a las potencias coloniales que retiren inmediata e incondicionalmente sus bases e instalaciones militares de los territorios coloniales y se abstengan de establecer otras”.

Desde el año 2012 la preocupación del Gobierno argentino al respecto se ha acrecentado en razón de las reiteradas declaraciones y decisiones adoptadas por el Gobierno británico de carácter netamente provocativo, cuyo corolario es la creación de una situación en el Atlántico Sur no deseada ni por la Argentina, ni por la región.

No pueden ser interpretadas de otra manera, entre otras, las declaraciones del Primer Ministro David Cameron del pasado 18 de enero de ese año, cuando, frente al Parlamento y refiriéndose a las fuerzas

militares de las islas Malvinas, señaló que había convocado al Consejo de Seguridad Nacional para discutir dicha cuestión. Ello estuvo acompañado por el alarde del entonces Ministro de Estado para las Fuerzas Armadas del Ministerio de Defensa, Nick Harvey, quien manifestó también ante el Parlamento, el pasado 16 de enero 2012, que la base militar de las Islas Malvinas cuenta con un vasto número de recursos militares, los que incluyen fuerzas aéreas, navales y de tierra con capacidad de ser reforzadas, si fuera necesario. En la misma línea, el día 15 de enero del mismo año, se manifestó el Canciller británico William Hague, quien agregó una mención a la reciente remodelación del aeropuerto militar de las Islas. Julien Brazier, miembro de la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes británica, calificó, aquella 1 de febrero 2012, al reciente despliegue militar británico como un mensaje para la Argentina “muy poderoso y oportuno”.

La Argentina cuenta con información que, en el marco del despliegue militar británico en las Islas Malvinas posterior a esa seguidilla de anuncios y declaraciones, alertó sobre el envío de un submarino nuclear con capacidad para transportar armamento nuclear al Atlántico Sur. La Argentina, así como otros países de la región a pedido nuestro País, requirió información con relación al transporte de armas nucleares en el Atlántico Sur al Reino Unido. Este país se negó a otorgar información alguna que permitiera corroborar o desmentir un hecho de tal gravedad que afecta a países con los cuales pretende mantener relaciones diplomáticas normales.

Tal conducta, que ya tiene antecedentes similares, ha contribuido a aumentar la preocupación del Gobierno argentino por esta escalada militar.

En 2003 el Gobierno británico, luego que la prensa denunciara los hechos, admitió el ingreso de navíos en forma secreta con armamento nuclear en el Atlántico Sur y que, además, ocurrieron incidentes con motivo de su manipulación. El Gobierno argentino denunció el incidente ante las Naciones Unidas.

La introducción de armas nucleares en el Atlántico Sur es una contradicción al Tratado de Tlatelolco del cual Gran Bretaña es parte, cuyo fin es la desnuclearización militar de América Latina, habiendo todos los países sudamericanos renunciado a las armas de destrucción masiva.

Eso hace de los archipiélagos en disputa una pieza fundamental del esquema estratégico británico de naturaleza y alcance globales, donde se concentra un enorme poderío militar y el único nuclear de la región, pudiendo concluirse que la infundada defensa por el Reino Unido de la autodeterminación de los 1.300 isleños nativos no es más que una excusa para el establecimiento de una poderosa base militar que sirva a sus intereses estratégicos en el Atlántico Sur con proyecciones a la Antártida, al Pacífico y al Índico.

Sin entrar a considerar las implicancias políticas de esta decisión, esta se ve agravada al verse acompañada por el envío al Atlántico Sur de un destructor misilístico de última generación, de la misma clase del que fue enviado por el Reino Unido al Golfo Pérsico, zona que por su alta volatilidad no resulta comparable a la del Atlántico Sur.

Lo que ha ocurriendo con la Guarnición Militar ofensiva británica en Malvinas durante los últimos 10 años marcan claramente una nueva etapa del incremento de la presencia militar británica en el área en disputa. En efecto, en el año 2004, el Gobierno británico jerarquizó la base militar de las Islas Malvinas, extendiendo su

ámbito operacional a espacios que exceden al área disputada. Más aún, en el año 2010, la República Argentina denunció ante la Organización Marítima Internacional los ejercicios misilísticos británicos en áreas marítimas aledañas a las Islas Malvinas, que ponían en riesgo la seguridad de la navegación en el Atlántico Sudoccidental. Estos ejercicios se venían realizándose con regularidad desde 1990 en adelante.

Simultáneamente la nueva Revisión de la Seguridad y Defensa Estratégica británica, presentada en octubre de 2010, muestra el verdadero objetivo estratégico de la base militar establecida en las Islas Malvinas: contar con un centro de apoyo para el despliegue militar británico a escala global. Huelga señalar que ese objetivo es ajeno a los intereses de la región.

La escalada militar británica preocupa no sólo a la Argentina sino también a los países del área y fuera de ella. La Cumbre Iberoamericana en diciembre de 2010 y en octubre de 2011, y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en octubre de 2011, se sumaron a la Argentina en el rechazo al despliegue militar británico en la zona.

Con respecto a la incesante fortificación de Malvinas y Georgias del Sur, se debe recordar de los términos de artículo 2, inciso 4, de la Carta de las Naciones Unidas al referirse a los Principios de procedimiento de los Miembros de la Organización y la abstención de recurrir a la

amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado. Por otra parte, gigantesca base militar ofensiva en Monte Agradable de las Islas Malvinas, contradice abiertamente la Resolución 41/11 de las Naciones Unidas que declara el Atlántico Sur una Zona de Paz y Cooperación. Vale recordar que la citada Resolución, aprobada por la Asamblea General el 27 de octubre de 1986, expresa puntualmente en su tercer párrafo: “exhorta a todos los Estados de todas las demás regiones, en especial a los Estados militarmente importantes, a que respeten escrupulosamente la región del Atlántico Sur como zona de paz y cooperación, en particular mediante la reducción y eventual eliminación de su presencia militar en dicha región, la no introducción de armas nucleares o de otras armas de destrucción masiva y la extensión a la región de rivalidades y conflictos que le sean ajenas”.

A partir de la puesta en funciones operativas de esa base militar en 1986, el Reino Unido inició una política vertiginosa de imponer - metódica y exponencialmente ampliados - nuevos límites de vastas áreas marítimas circundantes no tan solo a Malvinas, sino también, a Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Desde entonces, se ha ampliado hasta las 200 millas náuticas su auto proclamada Zona de Exclusión Económica de un millón seiscientos mil kilómetros cuadrados, para luego presentar la pretensión de ampliar hasta las 350 millas su jurisdicción sobre la Plataforma Continental desde Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur que comprenden 3 millones y medio de km2. Por otra parte, en este marco político de la nueva expansión colonial del Reino Unido en el Atlántico Sudoccidental y territorios ribereños, se ha hecho reserva sobre su pretendido sector antártico (British Antartic Territory) de entre 3 y 4 millones de kilómetros cuadrados. Todo ello ejecutado con la filosofía de las potencias del derecho de la fuerza, y no por la vía correcta de la fuerza del derecho.

En cuanto a la base militar Monte Agradable y sus instalaciones, dispone de dos pistas de aterrizaje, una de 2600 metros de longitud, un puerto de aguas profundas donde atracan submarinos atómicos y unidades navales portadores de sistemas balísticos de misiles de medio y largo alcance, así como silos para almacenar armas nucleares e instalaciones con capacidad para albergar varios miles de efectivos militares. Todo ello para defender una población de menos de tres mil civiles que no son objeto de ataque alguno desde el continente sudamericano.

Eurofighter Typhoon en vuelo con armamento. El nuevo misil Storm Shadow (Sombras de Tormenta)

Eurofighter en plataforma en Mte. Agradable.

Esta situación se enmarca en la reiterada negativa del Reino Unido a reanudar las negociaciones que ordenan las Naciones Unidas y en sus ilegales medidas unilaterales que involucran la exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables del área de la controversia. Ello en abierta violación de lo dispuesto por la resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones.

A la luz de lo anterior, la conducta del Reino Unido en relación a la disputa de soberanía resulta incompatible con sus obligaciones como miembro de las Naciones Unidas, en virtud de las disposiciones de la Carta, relativas al arreglo pacífico de las controversias internacionales. Ello resulta particularmente grave en su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad, órgano encargado de velar por la paz y seguridad internacionales.

Más grave aún es que, en momentos en que el mundo debate la necesidad de controlar y disminuir el riesgo nuclear, un miembro permanente del Consejo de Seguridad envíe el mensaje contrario.

La República Argentina reitera su disposición a reanudar las negociaciones, ya largamente postergadas, para alcanzar una solución pacífica de la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Aunque Londres y los habitantes británicos-isleños niegan rotundamente estar militarizando la zona de las Malvinas, es innegable que la Base Aérea de Monte Agradable es una base militar de la Fuerza Aérea real británica que integra a la Fuerza de Tareas Británicas de las Islas del Atlántico Sur, BFSAI en las siglas inglesas. Ampliando la breve descripción anterior, sus dos pistas transcontinentales de asfalto de 2590m y 1525m cada una constituyen el más reciente aeródromo de la Fuerza Real británica en el mundo. El próximo será en la isla Santa Elena, la colonia británica en el sector sudeste del Atlántico Sur, programado a entrar en servicio este año.

Localizado un poco más de 50 kilómetros al sudoeste de Puerto Argentino, en la Isla Soledad, Monte Agradable es la base de 4 aviones de combate tipo Eurofighter con misiles crucero capaces de alcanzar gran parte del Conosur, 2 helicópteros armados Westland Sea King, 2 helicópteros Sikorsky S-61 2 aviones cisternas Lockheed y un Hércules C-130. Sus instalaciones albergan también la base de inteligencia y vigilancia electrónica para el monitoreo naval

y aéreo. Aquí hay una guarnición permanente de más de 1500 efectivos y una colonia de 400 personal civil, casi todos ciudadanos extranjeros. Desde el aire se aprecian los enormes galpones, depósitos de armamento, hangares subterráneos, alambrados de púa, barreras antitanque y casamatas con ametralladoras, que se extienden por varias hectáreas. El dispositivo se complementa con cuatro zonas de dispersión para aeronaves,

que incluyen 50 hangares normales, 7 hangares reforzados y media docena de áreas de dispersión; estimándose que en dicha base pueden operar más de 80 aeronaves de combate conjuntamente con unos 20 transportes y cisternas. Dentro del perímetro de la base se encuentran todas las construcciones destinadas al mantenimiento de las aeronaves, arsenales, depósitos de combustible, más de un centenar de barracas destinadas a albergar a más de 2.000 personas que constituyen la dotación permanente de la base.

En la costa, unos pocos kilómetros al sur, hay un puerto naval de aguas profundas en el Fondeadero de la Yegua Desde aquí operan un destructor o una fragata, un submarino nuclear, un buque patrullero, un buque de apoyo, un rompehielos, y un buque de investigación científica. Ambas bases están protegidas por sistemas anti-aéreos misilísticos - Rapier FSC (Rapier 2000) con capacidad para 8 misiles Rapier, un radar de vigilancia Dagger y el radar de adquisición Blindfire - diseminados estratégicamente en trece polígonos de lanzamiento, por Soledad y la Gran Malvina. De igual modo hay parques

de antenas de comunicaciones de alta potencia en casi la totalidad de los cerros y montes de mayor altura sobre las dos islas principales.

La reciente visita del Ministro de Defensa inglés, Michael FALLON a Malvinas en le mes de febrero este año, tenía como justificación inspeccionar obras que se realizan como parte del paquete de 258 millones de dólares para modernizar la infraestructura defensiva de aire, mar y tierra de las islas. Esta modernización incluye remplazar el sistema misilístico Rapier por él de los denominados crucero de alcance media Storm Shadow (Tormenta de Sombras) cuyo alcance es de 350km desde la plataforma aviónica.

La Base tiene arsenales y depósitos de equipo para equipar a una fuerza de tamaño muy significativo que rondaría a los mil efectivos combatientes por día, a ser aerotransportados desde el Reino Unido o alguna otra base de la OTAN dentro de su propia jurisdiccional del hemisferio norte. Como todos ustedes saben, el objetivo principal de este Tratado multilateral fue él de la formación de una alianza militar intergubernamental constituido en un sistema de defensa colectiva en el cual los estados firmantes acuerdan defender a cualquier de los Estados miembros de agresiones por parte de factores externos.

Seguimos en contacto. Hasta Pronto.