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HISTORIA DE ESPAÑA BLOQUE DE CONTENIDO 6: La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874) BLOQUE DE CONTENIDO 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874). A partir de 1833 se inicia un proceso de cambio revolucionario que, con el telón de fondo de la primera Guerra Carlista, culminará la implantación definitiva del Estado Liberal. A lo largo de todo el reinado de Isabel II, moderados, progresistas, unionistas y demócratas se enfrentaron para tratar de imponer su propio modelo de Estado pero, apoyados por la reina, fueron los moderados los que tuvieron un mayor protagonismo. El resto de los grupos, apartados del poder, acabarían impulsando una revolución que expulsaría a la reina y abriría un periodo complejo conocido como "sexenio revolucionario o democrático" (1868-74). La primera guerra carlista (1833-1840) El periodo de regencias (1833-1843) Los primeros partidos políticos La década moderada (1844-54) El bienio progresista (1854-56) La alternancia de moderados y unionistas (1856-868) La desamortización de Mendizábal y la de Madoz El sexenio democrático El fin de la sociedad estamental La primera Guerra Carlista (1833-1840) En 1833 los grupos favorables al absolutismo se negaron a reconocer a Isabel*, la hija de Fernando VII, como legítima sucesora de la Corona española y se sublevaron contra el gobierno de María Cristina de Borbón, que ejercía la regencia a causa de la minoría de edad de su hija. Los sublevados proclamaron rey al infante don Carlos María Isidro, hermano del difunto Fernando VII, confiando en él la defensa de la sociedad tradicional. Daba así comienzo una sangrienta guerra civil que se libraría esencialmente en el País Vasco, aunque los enfrentamientos se extendieron también a zonas de Cataluña, Aragón y Valencia. * La cuestión sucesoria 1

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HISTORIA DE ESPAÑA BLOQUE DE CONTENIDO 6: La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

BLOQUE DE CONTENIDO 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874).

A partir de 1833 se inicia un proceso de cambio revolucionario que, con el telón de fondo de la primera Guerra Carlista, culminará la implantación definitiva del Estado Liberal. A lo largo de todo el reinado de Isabel II, moderados, progresistas, unionistas y demócratas se enfrentaron para tratar de imponer su propio modelo de Estado pero, apoyados por la reina, fueron los moderados los que tuvieron un mayor protagonismo. El resto de los grupos, apartados del poder, acabarían impulsando una revolución que expulsaría a la reina y abriría un periodo complejo conocido como "sexenio revolucionario o democrático" (1868-74).

La primera guerra carlista (1833-1840) El periodo de regencias (1833-1843) Los primeros partidos políticos La década moderada (1844-54) El bienio progresista (1854-56)

La alternancia de moderados y unionistas (1856-868)

La desamortización de Mendizábal y la de Madoz El sexenio democrático El fin de la sociedad estamental

La primera Guerra Carlista (1833-1840)

En 1833 los grupos favorables al absolutismo se negaron a reconocer a Isabel*, la hija de Fernando VII, como legítima sucesora de la Corona española y se sublevaron contra el gobierno de María Cristina de Borbón, que ejercía la regencia a causa de la minoría de edad de su hija. Los sublevados proclamaron rey al infante don Carlos María Isidro, hermano del difunto Fernando VII, confiando en él la defensa de la sociedad tradicional. Daba así comienzo una sangrienta guerra civil que se libraría esencialmente en el País Vasco, aunque los enfrentamientos se extendieron también a zonas de Cataluña, Aragón y Valencia.

* La cuestión sucesoria

Fernando VII no había tenido descendencia en sus tres primeros matrimonios. Pero en 1829 contrajo matrimonio con su sobrina María Cristina, que a los pocos meses quedó embarazada, lo que planteó abiertamente el problema sucesorio.

Fernando VII quiso garantizar la descendencia de su futuro hijo o hija. En marzo de 1830 publicó la “Pragmática Sanción” que eliminaba la “Ley Sálica” –establecida con los primeros borbones- y restablecía la línea sucesoria de la Partidas (Alfonso X el Sabio, siglo XIII) favorable a la sucesión femenina. Se trataba en realidad de poner vigor una decisión que habían aprobado las Cortes en 1789, lo que, si bien era jurídicamente correcto, no dejaba de ser una medida polémica, teniendo en cuenta los años transcurridos. Los carlistas protestaron airadamente, y don Carlos consideró que la medida era ilegal y atentaba contra sus derechos al trono.

El conflicto quedó abierto cuando en octubre nació la princesa Isabel. Frente a los carlistas se formó un sector de absolutistas moderados, con apoyos liberales, partidario de introducir ciertas reformas políticas y económicas, que se apoyó en la reina, en quien veían la única posibilidad de cambio, y que pasaron a defender los derechos de la princesa.

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En septiembre se desencadenaron los llamados “Sucesos de la Granja” cuando, diversas intrigas palaciegas, ante el lecho del rey agonizante, consiguieron que Fernando firmara la supresión de la Pragmática. Pero, sorprendentemente, el rey se restableció y volvió a ponerla en vigor. Inmediatamente sustituyó a los principales ministros carlistas y puso a Cea Bermúdez, absolutista moderado, al frente del Gobierno, al tiempo que la reina María Cristina era autorizada a presidir el Consejo. Carlos abandonó la Corte y se trasladó a Portugal, antes de que su hermano le comunicara oficialmente el destierro. El 29 de septiembre moría Fernando VII y se iniciaba la regencia de María Cristina.

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HISTORIA DE ESPAÑA BLOQUE DE CONTENIDO 6: La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

EL CARLISMO

Ideario del Carlismo

El 1 de octubre de 1833, dos días después de la muerte de Fernando VII, don Carlos exigió desde Portugal sus derechos dinásticos (“Manifiesto de Abrantes”) y fue proclamado rey en diversas ciudades de España mientras surgían partidas carlistas por todo el país.

El carlismo no fue simplemente un movimiento de reivindicación dinástica. Tuvo desde el principio un fuerte contenido ideológico y de clase. En el bando carlista estaban los absolutistas más intransigentes y consideraban la Iglesia la institución vertebradora del orden social. Se oponían ferozmente a la centralización política (por lo que defendían el mantenimiento de los antiguos fueros) y al liberalismo.

Desde el punto de vista de su composición social, en el carlismo militaba una parte de la nobleza y miembros ultraconservadores de la administración y del ejército. A ellos se unió la mayor parte del clero bajo, especialmente el regular, que veía en Don Carlos una garantía para evitar la pérdida de la influencia de la Iglesia. También le apoyó una parte del campesinado, reacio a cualquier sistema fiscal reformado y bajo la influencia ideológica de los curas rurales, e importantes sectores del artesanado, que temían que los cambios terminaran por hundir sus talleres frente a la gran industria.

En cuanto a su extensión territorial, los carlistas cobraron fuerza en el País Vasco, Navarra y parte de Cataluña, así como Aragón y Valencia. Apenas tuvo apoyos, por el contrario, en las ciudades y en el sur. Una de las razones de este arraigo territorial fue la defensa de los fueros, rápidamente esgrimida por don Carlos desde su primera proclama. Se trataba de privilegios que la población vasca y navarra habían mantenido desde la Edad Media, y que habían sido conservados por los Borbones tras la Guerra de Sucesión, en 1713, en recompensa por el apoyo recibido en esas regiones. Consistían básicamente en la exención fiscal y de servicio militar, así como en un derecho civil con algunas diferencias respecto al resto de Castilla1.

Así, bajo el lema “Dios, Patria y Rey” se agruparon los defensores de la legitimidad de la monarquía absoluta, de la preeminencia de la Iglesia católica y de la conservación de un sistema foral particularista. Representaban a una sociedad arcaica y conservadora, para la que las doctrinas liberales eran expresión de la perversa sociedad urbana, la imagen de un mundo diferente y contrario a sus costumbres y creencias2.

Las guerras carlistas

El movimiento carlista desencadenó tres conflictos armados –los dos primeros durante el reinado de Isabel II-, que representaron un grave problema para la estabilidad política de España durante gran parte del siglo XIX.

La primera guerra carlista transcurrió entre 1833 y 1839. En ella el “bando cristino o isabelino”, en torno a la regente María Cristina y de su hija Isabel, tuvo el respaldo el respaldo inicial de la alta nobleza y de los funcionarios, así como un sector de la jerarquía eclesiástica. Pero ante la necesidad de ampliar esta base social para hacer 1 Asociados al Antiguo Régimen, y por tanto, defendibles fácilmente desde la óptica ultraconservadora, se convirtieron en un banderín de

enganche para vascos y navarros, pero también para aragoneses y catalanes, por cuanto muchos esperaban recuperar sus propias leyes y sus privilegios, perdidos por los Decretos de Nueva Planta entre 1708 y 1715. Además, por lo mismo que los apoyaban los partidos del absolutismo, los liberales los denunciaban y prometían acabar con ellos, lo que reforzaba aún más el apoyo al carlismo del norte. Incluso en el exilio, la defensa de los fueros continuó siendo la principal reivindicación de los carlistas.

2 Ver texto nº1: “Proclama carlista de Benet y Plandolit y de Tarragona” (1834) y texto nº 2: “Proclama de Maroto en Estella”

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frente al carlismo, la regente se vio obligada a buscar la adhesión de los liberales y acceder a sus demandas que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen3.

La guerra tomó fuerza en la zona norte, donde los carlistas tenían una mayor influencia y Don Carlos se instaló en Navarra, organizó un pequeño Estado con sus gobierno, administración, universidad, fábrica de municiones, moneda, etc, y formó un ejército al mando de Zumalacárregui. Un segundo foco carlista se creó en Cataluña, donde las partidas hostigaban a las poblaciones liberales y se extendían por las zonas montañosas y también por el Bajo Aragón y el Maestrazgo, donde las tropas estaban bajo el mando del General Cabrera.

El bando “cristino” contó desde el principio con el reconocimiento y, desde abril de 1834, el apoyo diplomático y militar de Portugal, Inglaterra y Francia (Cuádruple Alianza). Los carlistas no llegaron a conseguir un acontecimiento expreso, aunque si contaron con las simpatías de los imperios austríacos, prusiano, ruso y el Papado.

Los primeros levantamientos en apoyo de Carlos María Isidro, proclamado rey por sus seguidores con el nombre de Carlos V, ocurrieron a los pocos días de morir Fernando VII. Tras unos inicios favorables a los carlistas, que derrotaron a las tropas del gobierno repetidas veces, gracias a su movilidad y conocimiento del terreno. Pero ya en 1835 fracasaron en el sitio de Bilbao, donde murió el general Zumalacárregui, su mejor estratega. Durante los años siguientes los carlistas intentaron romper su aislamiento mediante varias expediciones hacia el sur, pero no encontraron respaldo entre la población. En el verano de 1837 estuvieron a punto de tomar Madrid pero también fracasaron4.

Desde entonces pasaron a la defensiva, y el agotamiento llevó al general Maroto a iniciar negociaciones de paz con el general Espartero, que terminaron en agosto de 1839 con el abrazo de Vergara5. Sin embargo, un núcleo carlista, dirigido por el General Cabrera, resistió hasta la toma de Morella, su plaza fuerte, por las tropas de Espartero, en mayo de 1840.

De las tres guerras carlistas, esta fue más violenta y dramática con decenas de miles de muertos (se estima unos 200.000), tanto militares como civiles; además de una extensa destrucción que dejó, sobre todo en el norte, un profundo hundimiento económico y un importante arraigo ideológico que propició la permanencia del carlismo.

La segunda y tercera guerras carlistas (1846-1849 y 1872-1876)

El acuerdo de Vergara no terminó con el carlismo. Don Carlos se exilió, y a su muerte transmitió sus derechos a su hijo, Carlos VI, iniciándose así una dinastía paralela que mantuvo viva la reivindicación carlista. Junto a ellos se exiliaron otros líderes carlistas.

En 1846 se intentó pactar la boda del nuevo pretendiente con Isabel II. Pero el fracaso en la negociación y el posterior anuncio y el posterior anuncio de la boda real llevó a los carlistas a iniciar la segunda guerra carlista, llamada también la “guerra dels matiners”, y que transcurrió entre 1846 y 1849. Se inició con la incursión de varias partidas en el

3 También tuvo el apoyo de la mayor parte de los generales y del ejército, funcionarios y altas jerárquicas de la Iglesia, conscientes de la inevitabilidad de los cambios. Se sumaron también la burguesía de negocios, los intelectuales y profesionales y una parte del campesinado, el del sur peninsular, no tan influido por los curas rurales como el norte.4 Texto nº 3: “La preponderancia militar” (1846)5 El acuerdo de Vergara significó la renuncia de Navarra a su condición de reino, a cambio de una promesa de autonomía que se concretó a en una ley de 1841. En ella se reconoce a la Diputación Foral la administración de los impuestos y una serie de competencias administrativas.Texto nº 4: “El convenio de Vergara” (1839)

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Pirineo catalán, que consiguieron mantener en jaque al ejército gubernamental, pese a contar con una superioridad militar muy clara. Pero los carlistas fracasaron en su intento de extender la sublevación más allá de Cataluña, por lo que finalmente fueron vencidos.

Durante varias décadas el carlismo permaneció inactivo, sin que perdiera su base social en las tierras del norte. En 1872, tras la caída de Isabel II y la venida a España de un rey extranjero, Amadeo de Saboya, el nuevo pretendiente Carlos VII, volvió a levantar a sus partidarios, iniciándose la tercera guerra carlista. Esta vez los carlistas consiguieron arraigar en el País Vasco y Navarra, estableciendo su capital en Estella, pero sin conseguir tampoco conquistar ninguna de sus capitales. No obstante, tras la proclamación en 1873 de la I República, muchos monárquicos pasaron a apoyar al carlismo, lo que permitió extenderse por buena parte de la meseta norte. Sólo a partir de 1874, y sobre todo a partir de la Restauración de la monarquía, en la persona de Alfonso XII, las tropas gubernamentales pasaron a la ofensiva y consiguieron derrotar definitivamente a los carlistas. Meses después, el gobierno abolía los fueros de Navarra y las provincias vascas.

En el siglo XX, el carlismo aún tendría cierto protagonismo, desde posiciones de ultraderecha, en la sublevación militar de 1936, que dio comienzo a la guerra civil.

Esquema de Daniel Gómez Valle5

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Consecuencias de las guerras carlistas

Este conflicto, casi permanente durante la primera mitad del reinado de Isabel II, tuvo importantes repercusiones, además de los elevados costes humanos.

a. La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo. El agrupamiento de los absolutistas en torno a Carlos V convirtió a los liberales en el más seguro y consistente apoyo del trono de Isabel II.

b. El protagonismo político de los militares. Ante la amenaza carlista, los militares se convirtieron en una pieza clave para la defensa del régimen liberal. Los generales o “espadones”, conscientes de su protagonismo, se acomodaron al frente de los partidos y se erigieron en árbitros de la vida política. El recurso abusivo a la práctica del pronunciamiento se convirtió en la fórmula habitual de instaurar cambios de gobierno o de reorientar la vida política de todo el reinado6.

c. Los enormes gastos de la guerra. Situaron a la nueva monarquía liberal ante serios apuros fiscales, que en gran medida condicionaron la orientación dada a ciertas reformas, como por ejemplo la desamortización de Mendizábal.

REINADO DE ISABEL II. LAS REGENCIAS (1833-1843)

Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) asistiremos al desmantelamiento del Antiguo Régimen y a la progresiva implantación en España del Estado liberal burgués, junto con una serie de transformaciones socioeconómicas que anuncian la entrada de España en el mundo contemporáneo. Básicamente podemos diferenciar dos grandes etapas durante este reinado, separadas por la minoría/mayoría de edad de la reina:

Minoríade la reina

Etapa de las

regencias

La regencia de María Cristina (1833-1840)La regencia de Espartero (1840-1843)

Reinado personal

IsabelII

Reinado efectivo

La década moderada (1844-1854)El bienio progresista (1854-1856)La alternancia de moderados y unionistas (1856-1868)

MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II: LAS REGENCIAS (1833-1843)

LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1833-1840)

El primer gobierno de la Regencia estuvo presidido por Cea Bermúdez, absolutista moderado, partidario de hacer reformas administrativas, no políticas (en la línea del despotismo ilustrado). La más importante que se llevó a cabo fue la división provincial de Javier de Burgos, ministro de Fomento.

Pero el estallido de la guerra carlista y la necesidad de ampliar los apoyos sociales de Isabel II, hacen que María Cristina nombre a Martínez de la Rosa, viejo doceañista recién llegado del exilio, nuevo jefe de gobierno. Entre sus medidas destacan una amplia amnistía para los liberales y la disolución de la jurisdicción gremial7, que favoreció la libertad de fabricación y comercio. Pero la más importante de todas fue la 6 Ver texto nº 3: “La preponderancia militar” (1846)7 Ver texto nº 2: “Real decreto regulando los gremios y la libertad de fabricación (1834)”

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aprobación del Estatuto Real, en 18348, una especie de Carta Otorgada que concedía ciertos derechos y libertades políticas pero sin reconocer el principio de soberanía nacional. Fue un intento de conciliar a los sectores más reformistas del absolutismo y a los más moderados del liberalismo. En él se establecían unas Cortes Bicamerales que poseían funciones muy limitadas y carecían de iniciativa legislativa. Los liberales moderados entendían que era un camino hacia una transición reformista que permitiese el acuerdo con los sectores absolutistas.

Las reformas de Martínez de la Rosa fueron insuficientes y el descontento de los liberales evidente. A esto hay que añadir el avance carlista y el estallido, en numerosas ciudades, de violentas revueltas populares motivadas por el hambre y las epidemias. Esta situación obligó a María Cristina (a fin de conseguir el apoyo popular y recursos financieros para ganar la guerra carlista) a llamar a los progresistas para formar un nuevo gobierno en septiembre de 1835 encabezado por un liberal progresista: Mendizábal.

Juan Álvarez Mendizábal, inició importantes reformas. La guerra no era favorable a los isabelinos y Mendizábal se planteó como objetivo prioritario derrotar el carlismo para lo que convocó una quinta de 100.000 hombres y buscó la ayuda de Reino Unido, Portugal y Francia. Su segundo objetivo fue lograr la transformación del Estado en uno Liberal para lo que convocó elecciones con el fin de reformar el Estatuto Real. Además emprendió la necesaria reforma agraria con la aprobación de los decretos desamortizadores de tierras eclesiásticas y de supresión de las congregaciones religiosas. El proyecto reformista de Mendizábal ahondó la división entre moderados y progresistas y consolidó a partir de ese momento las grandes tendencias liberales que consolidarían la vida política española en los siguientes decenios.

Sin embargo, la reina Regente, presionada por la nobleza y el clero que pensaban que las reformas habían ido demasiado lejos, destituyó a Mendizábal y nombra al moderado Istúriz.

Pero en el verano de 1836, estallaron de nuevo revueltas populares con la consiguiente formación de juntas se extendieron por toda la península y un grupo de sargentos se sublevaron en la Granja, donde veraneaba la reina, forzándola a restablecer la Constitución de Cádiz y a nombrar un nuevo gobierno progresista, presidido por José María Calatrava, con Mendizábal, como ministro de Hacienda.

Los progresistas pronto se dieron cuenta de que la constitución de 1812 era inaceptable para los moderados e iniciaron la elaboración en Cortes de una nueva Constitución, la Constitución de 18379, que se presenta como una revisión de la de Cádiz, de clara inspiración progresista, aunque mucho más corta y con concesiones a los moderados con el fin de conseguir un marco jurídico aceptable para todos los liberales, amenazados por el peligro carlista. Esta constitución contiene las tesis del partido progresista muy matizadas, supone un compromiso entre los dos partidos liberales, unidos frente al enemigo común: el carlismo.

La constitución de 1837 reconocía el principio de soberanía nacional, una amplia declaración de derechos de los ciudadanos (libertad de prensa, de asociación, etc.) la división de poderes y la confesionalidad católica del Estado, y se comprometía a la financiación de la Iglesia católica. La introducción de una segunda cámara de designación real (el Senado), la soberanía compartida y la concesión de amplios

8 Ver texto nº 3: “Las Cortes en el Estatuto Real de 1834”9 Ver texto nº 4: “La constitución de 1837”

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poderes a la Corona eran algunos de los elementos más conservadores. Además se crea la Milicia Nacional y se otorga Autonomía a los ayuntamientos.

Otras leyes culminaron el tratado jurídico constitucional como las Ley de Imprenta (1837), que incrementó el control sobre los periódicos, y la Ley Electoral (1837) estableció el voto directo y permitió ampliar el sufragio al 2,4%.

El nuevo sistema liberal significó también el impulso de una Reforma Agraria que desmantelaría la propiedad señorial e introduciría nuevas relaciones de trabajo y de mercado y estableciendo los nuevos principios de la propiedad privada y de libre disponibilidad de la tierra. Tuvo tres componentes esenciales: abolición de los señoríos, desvinculación de mayorazgos y desamortización de bienes del clero regular (1936) y secular (1937). (Ver bloque 8).

Desde finales de 1837 hasta 1840, los moderados, con el apoyo de la Regente, estuvieron en el poder y presentaron un proyecto de Ley de ayuntamientos que suprimía el derecho de los ciudadanos a elegir a sus alcaldes, que pasaban a ser de nombramiento gubernativo. Frente a este proyecto de ley, en 1840, estallaron motines y levantamientos populares en las principales ciudades. Mª Cristina llamó al general progresista Espartero para sofocarlos, pero éste se negó a emplear el ejército contra los ayuntamientos progresistas. Mª Cristina se vio obligada a renunciar a la regencia y las Cortes eligieron como nuevo regente al general Espartero.

LA REGENCIA DEL GENERAL ESPARTERO (1840-1843)

Baldomero Espartero era un general muy popular, casi un mito, por haber conseguido finalizar la guerra carlista en 1839, con el Convenio de Vergara. Contó con el apoyo de los liberales progresistas, pero su forma autoritaria de gobernar le hizo perder todo el apoyo de todos con rapidez.

- Durante su regencia se aceleró la desamortización de los bienes eclesiásticos y se suprimió el diezmo, lo que provocó la enemistad con la Iglesia y con el Papado.

- También recortó los fueros vasco-navarros, lo que supuso la oposición de estos nuevos territorios.

- Además, hay un proyecto de acuerdo de librecambio con Gran Bretaña que los catalanes consideran lesivo para los intereses de su industria textil10.

Los desórdenes y las protestas se generalizan y Espartero no duda en bombardear Barcelona en 1842. Estos sucesos provocan la pérdida del apoyo de los progresistas y el triunfo del levantamiento del general moderado Narváez, que derrota a las tropas gubernamentales en Torrejón de Ardoz (Madrid). Espartero se exilia a Londres, no regresando a España hasta 1849.

Aunque legalmente se vivía en un régimen constitucional con frecuencia se imponía el estado de excepción, en el que la autoridad militar tenía amplios poderes (dictadura militar encubierta). Estas circunstancias explican la gran influencia de los militares, de tal manera que los hombres fuertes de la política española hasta el último tercio del S. XIX fueron generales o “espadones”: Narváez, Espartero, Serrano, Prim... También los dirigentes de los partidos políticos fueron casi siempre los altos mandos del ejército (“los espadones”).

10 Un arancel librecambista que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses (1842). La industria textil catalana se vio gravemente amenazada.

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LOS PRIMEROS PARTIDOS POLÍTICOS

La instauración del liberalismo trajo consigo la formación de órganos representativos (Cortes, diputaciones, ayuntamiento…), cuyos miembros eran electivos. Los partidos políticos fueron los instrumentos para proveer de representantes a esas instituciones y organizar las diferentes opciones políticas.

Estos primeros partidos políticos tenían poco arraigo social. Hay que tener en cuenta que el derecho a voto estaba muy restringido y que no había tradición parlamentaria, o cual alejaba a la mayoría de la población de la política de los partidos. Estos no eran más que una agrupación de personalidades alrededor de algún notable –civil o militar-, y no contaban con programas políticos elaborados. Se trataba de corrientes de opinión vinculadas por relaciones personales o por intereses económicos, que se unían para participar en las elecciones, se dotaban de periódicos como medios de expresión y aspiraban a controlar parcelas de poder.

Durante el reinado de Isabel II se fueron configurando las grandes familias políticas y los partidos que dominaron la vida política española del siglo XIX. Las grandes opciones del liberalismo fueron la moderada y la progresista, que se alternaron en el poder durante décadas. En medio de ambas opciones surgió la Unión Liberal, un partido con intenciones centristas.

También se configuraron opciones más radicales, que recogían las aspiraciones populares, como el Partido Demócrata (1849), que defendía el sufragio universal masculino y aceptaba la monarquía como institución simbólica, sin intervención política, y el Partido Republicano, que propugnaba la abolición de la monarquía.

Diferencias entre moderados y progresistas durante a inicios del reinado de Isabel II

MODERADOS PROGRESISTAS“Personas de orden” SE DEFINEN “Defensores de la libertad”

Compartida SOBERANÍA NacionalConservaba amplios poderes: derecho de veto, nombramiento de ministros y poder para disolver las cortes.

PODERES DEL MONARCA

Limitación de las atribuciones de la Corona

Censitario muy restringido SUFRAGIO Censitario con ampliación del cuerpo electoral

Limitación de los derechos individuales sobre todo los de carácter colectivo en

aras del orden

DERECHOS Ampliación de los derechos individuales y colectivos

Confesionalidad RELACIÓN IGLESIA-ESTADO

Aconfesionalidad (tolerancia religiosa)

Designación de los ayuntamientos por el gobierno central

CENTRALISMO Descentralización estatal: mayor autonomía municipal

Rechazaban la Milicia Nacional MILICIA NACIONAL Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, como garante de libertades

PLANTEAMIENTO ECONÓMICO

Liberalismo económico y reducción de la protección arancelaria

Terratenientes, comerciantes, altos mandos militares e intelectuales

conservadores

BASE SOCIAL Burguesía, oficialidad media del ejército y clases populares urbanas

Narváez y Bravo Murillo LÍDERES(Espadones)

Mendizábal, Espartero y Prim

1937-401943-541963-68

PERIODOS DE GOBIERNO

1940-431954-58

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HISTORIA DE ESPAÑA BLOQUE DE CONTENIDO 6: La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

12.3: ISABEL II. EL REINADO EFECTIVO (1843-1868)

Reinado efectivo de

Isabel II

La década moderada (1844-1854)El bienio progresista (1854-1856)La alternancia de moderados y unionistas (1856-1868)

Este periodo se inicia con el adelantamiento de la mayoría de edad de Isabel que, con trece años, el 10 de noviembre de 1843, es proclamada reina y jura la Constitución. A diferencia de lo ocurrido en la época de las Regencias, los moderados gobernarán durante casi todo su reinado, excepto el corto periodo del Bienio Progresista, 1854-1856.

LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

Entre 1844 y 1854 el Partido Moderado se instaló en el poder, sostenido por el general Narváez que presidió varios gobiernos, siempre con el apoyo de la reina, de la élite social y de los altos oficiales del ejército. Su objetivo era clausurar la etapa revolucionaria e implantar un nuevo régimen basado en la autoridad, el orden y la represión11.

Se deroga la Constitución de 1837 y se redacta otra nueva Constitución en 184512, de marcado carácter moderado. Esta Constitución difería de la de 1837 en varios aspectos esenciales:

Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. Lo que supone que la potestad de hacer las leyes residía en las Cortes junto con el Rey, y por tanto el robustecimiento de la autoridad del monarca.

Confesionalidad del Estado Español: “la religión de la nación española es la Religión Católica”.

Los derechos individuales quedaron muy recortados, especialmente la libertad de expresión.

Supresión de la Milicia Nacional.

La Ley electoral de 1846 establecía un sufragio muy restringido, el 0,8% de la población. Además, el fraude y el falseamiento electoral se generalizaron junto con la corrupción.

Además durante este periodo se inician una serie de reformas referentes al orden público, a la administración del Estado, a la hacienda y a la instrucción pública y otras; además de un acercamiento a la Iglesia Católica:

Creación de la Guardia Civil en 1844 (duque de Ahumada) como principal fuerza policial armada.

11 Se trataba de crear un sistema liberal moderado que garantizase el dominio de lo que los demócratas llamaban la oligarquía: la gran burguesía terrateniente y financiera y algunos sectores de profesionales liberales del ejército.12 Ver texto nº 5: “Constitución de 1845”

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Servicio Militar obligatorio a través de un sistema de quintas por sorteo que era redimible, es decir, a cambio de un pago en dinero, un joven podía comprar un sustituto y liberarse del servicio militar.

Centralización de la Administración: se creó el cargo de Gobernador Civil. Los alcaldes de las ciudades eran nombrados por el gobierno y el resto por los gobernadores civiles. Bravo Murillo introdujo la figura del “funcionario de carrera”.

Reforma del sistema fiscal: en 1845 elaborada por Alejandro Mon (ministro de Hacienda) que pretendía un nuevo sistema fiscal más racional, moderno y eficaz, para sustituir a la obsoleta y enrevesada fiscalidad del Antiguo Régimen13.

Adopción de un único sistema de pesos y medidas: como una de las reformas conducentes a crear un Estado centralizado: Sistema Métrico Decimal.

Además de legisló un nuevo sistema educativo nacional y uniforme para toda la ciudadanía (Plan Pidal de 1845 y ley de Claudio Moyano de 1857). Se establecieron tres niveles y los centros de enseñanza se establecieron en oficiales o públicos y, privados.

Nuevo Código Penal (1848) y se inicia la elaboración de un nuevo Código Civil (1850) que no sería aprobado hasta finales de siglo.

Concordato con la Santa Sede en 1851, a fin de conciliar al Estado liberal con la Iglesia Católica, distanciándose de la desamortización. El Estado se compromete al sostenimiento del culto al clero y le permite el control de la enseñanza. Lo que llevó a la jerarquía eclesiástica a aceptar un liberalismo moderado, a respaldar a la reina Isabel y a distanciarse del carlismo.

El autoritarismo cada vez mayor de los moderados y los escándalos de corrupción relacionados con miembros del gobierno y de la familia real, propiciaron un creciente descontento que culminó con un nuevo pronunciamiento, esta vez, de carácter progresista, que dará inicio al llamado Bienio Progresista.

EL BIENIO PROGRESISTA (1854-56)

Se inicia con el pronunciamiento militar del general centrista O´Donnell en Vicálvaro (“la Vicalvarada”), y la publicación días más tarde, el 6 de Julio de 1854, del llamado Manifiesto de Manzanares14, que le valió para conseguir un amplio respaldo popular y que animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y con él se inicia un gobierno progresista presidido por Espartero.

La emergente alianza entre progresistas tibios y moderados avanzados condujo a la formación de la Unión Liberal, reflejo del acuerdo entre O´donnell y Espartero. Las nuevas cortes redactaron una constitución, en 1856, de carácter progresista, conocida como la “non nata” pues no llegó a promulgarse.

Durante este corto periodo de tiempo destacan una serie de reformas que dieron lugar a una etapa de desarrollo y expansión económica hasta 1866, cuando se inició una grave crisis económica:

La ley de desamortización general de Madoz, de 1855, que afectó a todos los bienes de manos muertas, es decir, tanto a los eclesiásticos como a las tierras

13 Se establecieron impuestos directos sobre las propiedades urbanas y rurales y sobre la actividad industrial y comercial e impuestos indirectos sobre la transmisión de bienes (herencia, venta), tasas aduaneras, y sobre consumo (“los consumos”) de algunos alimentos y del carbón. Este último impuesto (los consumos) fue muy impopular, pues incidía con mayor fuerza sobre las clases más desfavorecidas.

14 Ver texto nº 6: “Manifiesto de Manzanares” (1854)11

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municipales, divididas a su vez en tierras de propios –que incluían las tierras cultivadas en lotes por los vecinos, y los bienes comunes o de aprovechamiento común –como las dehesas para ganado y las zonas forestales-. La venta de estas tierras perjudicó a los campesinos que utilizaban estos bienes para completar sus escasas rentas.

La Ley de ferrocarriles de 185515, que perseguía la modernización del país, con la instalación de un amplio tendido ferroviario, ofreciendo incentivos y subvenciones a las compañías interesadas, aunque fueran extranjeras.

Para facilitar la financiación y las inversiones, se reordenó el sistema bancario a partir de la Ley de las Sociedades Anónimas. El Banco de San Fernando pasó a denominarse Banco de España.

Otras iniciativas como: la puesta en marcha del telégrafo, la ampliación de la red de carreteras y el desarrollo de la minería.

Durante el Bienio Progresista aparecieron los primeros intentos de asociacionismo obrero que plantearon sus reivindicaciones en medio de un clima muy conflictivo, al coincidir con una epidemia de cólera y el alza de los precios a consecuencia de las malas cosechas. En el verano de 1855 se produjo la primera huelga general en Barcelona y, en 1856, los motines populares se multiplicaron y se acompañaron de incendios de cosechas, fincas y fábricas. El gobierno no fue capaz de mantener el orden público y O´donnell llevó a cabo importantes medidas represivas sirviéndose del ejército que obligaron a Espartero a dimitir.

LA ALTERNANCIA DE MODERADOS Y UNIONISTAS (1856-1868)

Este periodo se inicia con la vuelta al poder del moderado Narváez (1856-1858)16 en 1858 es sustituido por O´Donnell y los unionistas. Durante su gobierno (“gobierno largo”), entre 1858-1863, asistimos a un periodo de convivencia pacífica y de prosperidad económica en el interior, y a una política de prestigio en el exterior.

En política interior se impulsó el desarrollo de los ferrocarriles y de las obras públicas destinadas a la construcción de carreteras, ampliación del telégrafo y el correo y la mejora de la marina mercante y de guerra.

En política exterior asistiremos a la guerra contra Marruecos por sus ataques a Ceuta. Además se intentó recuperar Santo Domingo, se intervino en México y se mantuvieron pequeñas operaciones contra Perú, Ecuador y Chile. También se intervino en la Cochinchina en defensa de nuestros misioneros. Esta amplia actividad bélica no se tradujo en resultados prácticos para el país.

En 1863 vuelven Narváez y los moderados hasta 1868, fecha en la que asistiremos a la caída del régimen moderado y de la monarquía. A partir de ese momento el país entra en una crisis generalizada:

Crisis económica: hundimiento de los valores ferroviarios y después de toda la Bolsa. Los ferrocarriles se habían trazado con criterios especulativos, de ganancias rápidas, y no de acuerdo con las necesidades reales del mercado nacional. Además la industria textil catalana entra en crisis al escasear la materia

15 Ver texto nº 7: “Ley general de ferrocarriles de 1855” 16 Para paliar el analfabetismo en España, uno de los más elevados de Europa, en este periodo se aprueba la Ley de Instrucción Pública del ministro Moyano (1857), la primera gran Ley de Educación en España, que dividía la enseñanza en tres grados: primaria, secundaria y universitaria. Establecía una gratuidad relativa en la educación primaria y planes de estudio fijados por el Estado.

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prima del algodón a raíz de la Guerra de Secesión americana. Y por último, hay que añadir en 1867-68 crisis de subsistencia, hambre y subida de precios.

Crisis social: aumento del paro y revueltas en las ciudades17 y en el campo son duramente sofocadas.

Crisis política: el autoritarismo cada vez mayor del gobierno, junto a prácticas electorales fraudulentas, hacen que el gobierno moderado y la Corona, que siempre lo había apoyado, vayan ganando impopularidad y vayan perdiendo apoyos.

Se suceden las conspiraciones, como el intento de levantamiento protagonizado por el general Juan Prim, líder de los progresistas, en Villarejo de Salvanés; o la protesta estudiantil de la noche de San Daniel, que se saldó con 9 muertos; o la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil, que terminó con 66 sargentos fusilados y varios centenares de heridos y prisioneros.

Esta situación culmina cuando el partido progresista y el partido demócrata (que había surgido tras la escisión del ala izquierda de los progresistas que reclamaba el sufragio universal) firman en Bélgica el Pacto de Ostende18, en 1866, en el que se acuerda el derrocamiento de Isabel II y el régimen moderado. Luego se sumarán al Pacto los unionistas liderados ahora por Serrano, tras la muerte de O´Donnell.

La revolución de septiembre de 1868, llamada la Gloriosa y la septembrina, se inició en Cádiz con el pronunciamiento del almirante Topete que junto con Prim19 y Serrano lanzaron el manifiesto “Viva España con honra”. En Alcolea (Córdoba) las tropas isabelinas fueron derrotadas y muchos de sus soldados se unieron a los revolucionarios. Isabel II, que se encontraba de veraneo en San Sebastián, se vio obligada a marchar a Francia el 30 de septiembre de 1868, sin renunciar a la Corona.

17 Ver texto nº 8: Documentos periodísticos sobre la crisis final del reinado isabelino18 Ver texto nº 9: “Manifiesto sobre el Pacto de Ostende en 1867”19 Ver texto nº 10: “Proclama dada por el general Prim después de revistar las tropas de Cádiz” (19 de septiembre de 1868)

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DESAMORTIZACIONES DEL SIGLO XIXMendizábal PROTAGONIS

TASMadoz

1836-37 CRONOLOGÍA 1855

Principalmente eclesiástica

(clero regular y secular)CARÁCTER Principalmente civil

(bienes de propios y comunes de los municipios)

- Recaudar dinero para hacer frente a los gastos del Estado (las guerras carlistas).

- Transformar el régimen jurídico de la propiedad agraria, ayudando al triunfo de la revolución burguesa, y

- Crear una clase de pequeños y medianos propietarios favorables al liberalismo.

OBJETIVOS - Financiar la expansión de la industria y, sobre todo, del ferrocarril.

CONSECUENCIAS

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- Modificó el sistema de propiedad de la tierra, liberalizando su compraventa.- Introdujo cambios en el sistema de cultivo y aumentó la producción aunque no la productividad.- Saneó la Hacienda pública pero no palió los problemas de la deuda pública.- No se consiguió crear una clase de pequeños propietarios adictos al liberalismo sino que se creó un

proletariado agrícola (más de 2 millones de campesinos sin tierra y sin el acceso a las tierras comunales).

- Favoreció la aparición de una burguesía que emulaba a la vieja aristocracia.- No modificó la estructura de la propiedad ya que mantuvo el tradicional modelo de latifundismo en el centro y sur

de la península y el minifundismo en el norte.- Alentó el expolio del patrimonio artístico y cultural, pues los conventos e iglesias desamortizados.

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SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874). INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA.

Se denomina Sexenio democrático a la etapa comprendida entre 1868 y 1874 porque constituyó el primer intento de establecer en España una democracia en los términos en los que era entendida en el siglo XIX, es decir, basada en el sufragio universal masculino.

El origen del Sexenio es la Revolución de septiembre de 1868 20 , conocida como “la Gloriosa”, que se inició con el pronunciamiento militar del almirante Topete apoyado por los generales Prim y Serrano, líderes respectivos de los progresistas y unionistas, y que terminó con el exilio de Isabel II a Francia (manifiesto de “Viva España con Honra”). El sexenio acabará como empezó: con un pronunciamiento en diciembre de 1874, esta vez de la mano del general Martínez Campos, y la proclamación de Alfonso XII de Borbón como rey de España.

ETAPAS:

Gobierno provisional presidido por Serrano (octubre 1868-junio 1869) La Regencia de Serrano (junio 1869-diciembre 1870). La monarquía democrática de Amadeo I de Saboya (enero 1871-febrero 1873) Primera República (febrero 1873-diciembre 1874) La dictadura de Serrano (enero 1874-diciembre 1874)

GOBIERNO PROVISIONAL

El pronunciamiento de Topete, además de contar con el apoyo de unionistas, progresistas y demócratas, contó con el apoyo popular, y en las principales ciudades surgieron juntas revolucionarias y grupos de voluntarios armados. Tras el triunfo de los revolucionarios y el exilio de la reina (“Batalla de Alcolea”, 28 septiembre 1868), los militares procedieron a detener la revolución y a disolver las juntas a partir de un gobierno provisional que estabilizó la situación y dio prioridad al restablecimiento del orden.

En octubre de 1868 se forma un gobierno provisional exclusivamente formado por progresistas y unionistas (no incluyó demócratas ni republicanos), presidido por el general Serrano, con Prim como ministro de guerra. Promulgaron decretos democratizadores (libertad de imprenta, derecho de asociación…) y aceptó alguna demanda popular como la supresión de los consumos. Sin embargo, el objetivo fundamental de este gobierno era la elaboración de una nueva Constitución, para lo que se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, las primeras que se celebraron en España a través del sufragio universal directo masculino. Las elecciones dieron la

20 Ver textos nº 1: “Manifiesto de la Revolución de 1868” y nº 2: “Proclama dada por Prim después de revistar las tropas de Cádiz el 19 de septiembre de 1868”

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victoria a unionistas, progresistas y demócratas moderados, pero también aparecieron dos minorías importantes: los carlistas y republicanos.

CONSTITUCIÓN DE 186921

Es la más democrática y progresista de las Constituciones del siglo XIX, aunque presenta ciertas concesiones a la tradición. Características:

- Soberanía nacional- Monarquía parlamentaria22

- División de poderes: o El ejecutivo en manos del gobierno, el rey reina pero no gobierna.o El legislativo residía en unas Cortes Bicamerales (Congreso y Senado)o El judicial correspondía a los tribunales de justicia

- Sufragio universal masculino para varones mayores de 25 años.- Amplia declaración de derechos y libertades, entre los que se recoge por primera

vez el derecho de reunión y asociación y la inviolabilidad del domicilio y la correspondencia.

- Autonomía de ayuntamientos y diputaciones.- Proclamaba la reforma del sistema de gobierno de las provincias de ultramar

(Cuba y Puerto Rico) para poder incorporarlas a la Constitución, mientras las Filipinas tendrían una ley especial.

- Libertad de cultos religiosos.

Entre las concesiones a la tradición está la de la composición del Senado. Para ser senador había que tener más de 40 años y haber desempeñado puestos de relevancia o ser título universitario, con lo cual se mantenía la concepción del Senado como cámara de próceres o notables, aunque en un sentido menos restringido que en 1845. Otra concesión a la tradición es la aceptación de la monarquía como forma de gobierno, hecho que alejó definitivamente a los republicanos.

LA REGENCIA DE SERRANO

Tras aprobarse la constitución, en la que se establecía la monarquía como forma de gobierno, el general Serrano fue nombrado Regente, y Prim jefe de gobierno; esta era una medida transitoria hasta que se encontrara un nuevo monarca que ocupara el trono español.

El nuevo gobierno tuvo que afrontar una serie de graves problemas:

- un intento de insurrección carlista que reclamaba sus “legítimos” derechos a la corona.23

- Oposición de los moderados, que defendían el retorno de la monarquía borbónica y que se fueron agrupando y reorganizando bajo el liderazgo de Cánovas del Castillo.

- el inicio de la guerra de la independencia en Cuba.24

- insurrecciones populares y campesinas por la carestía de la vida y el rechazo al sistema de reclutamientos por quintas.

- huelgas industriales y nacimiento del movimiento obrero.

21 Ver texto nº 4: “Constitución de 1869”22 Esta, la de la definición de la forma de estado, es la cuestión que generó más debates. Se acabó imponiendo la monarquía por 214 votos frente a 71.23 Ver texto nº 5: “Pretensiones de Carlos de Borbón (Carlos VII) al trono de España”24 Ver texto nº 6: “Manifiesto por la independencia de Cuba” (1868)

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- insurrecciones republicanas frente al restablecimiento de la monarquía, que se extienden por toda la fachada mediterránea y que fueron duramente reprimidas por el ejército.

- Además, problemas en la Hacienda por la elevadísima deuda pública (ahora se establece la peseta como única moneda nacional e instrumento indispensable para la creación de un mercado interior unificado).

A todos estos problemas se suma la necesidad de buscar un nuevo rey: desechada la opción de los Borbones, el objetivo de la Regencia fue encontrar una nueva dinastía. El nuevo rey debería demostrar profundas convicciones constitucionales y contar con el consenso de los estados europeos. Finalmente prevaleció la candidatura del príncipe italiano Amadeo de Saboya (hijo del rey Víctor Manuel II de Italia) que sería proclamado rey de España por las Cortes en noviembre de 1870. Tres días antes de su llegada a España, su gran valedor, Prim, moría asesinado.

LA MONARQUÍA DEMOCRÁTICA DE AMADEO DE SABOYA

El reinado de Amadeo de Saboya duró dos años, desde la jura de la Constitución en enero de 1871, hasta febrero de 1873, fecha de su abdicación. Su reinado se caracterizó por la falta de apoyos y por la inestabilidad política. Además de la oposición de carlistas, alfonsinos, republicanos, Iglesia católica (contraria a la libertad de cultos y a la separación entre Iglesia y Estado) e, incluso, la opinión pública, asistimos a un resquebrajamiento de la alianza formada por unionistas, progresistas y demócratas monárquicos que habían llevado al trono al nuevo monarca. Esta desunión supuso una gran inestabilidad política: en apenas dos años de reinado se convocaron en tres ocasiones elecciones generales a Cortes y se sucedieron seis gobiernos diferentes.

Además de la falta de apoyos políticos, Amadeo tiene que hacer frente a la tercera guerra carlista (1872-76) y a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) en Cuba. Todo eso en un ambiente de agitación social ligada al desarrollo del movimiento obrero favorecido por el derecho de libertad de asociación. Finalmente, Amadeo I, falto de respaldo y en un ambiente de gran crispación, decidió abdicar en febrero de 1873 y abandonó España25.

LA PRIMERA REPÚBLICA

Sin otra alternativa aparente y en reunión conjunta del Senado y Congreso (Asamblea Nacional) se proclamó la República en unas Cortes en las que no había mayoría republicana. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país. La alta burguesía y los terratenientes, los altos mandos del ejército, la jerarquía eclesiástica eran contrarios al nuevo régimen.

Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras las clases trabajadores optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero anarquista.  La debilidad del régimen republicano provocó una enorme inestabilidad política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el breve lapso de un año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.

En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una serie de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio régimen republicano. Estas fueron las principales medidas adoptadas:

25 Ver texto nº 7: “Abdicación de Amadeo de Saboya I”18

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Supresión impuesto de consumos. La abolición de este impuesto indirecto, reclamada por las clases más populares, agravó el déficit de Hacienda.

Eliminación de las quintas. De nuevo una medida popular propició el debilitamiento del estado republicano frente a la insurrección carlista.

Reducción edad de voto a los 21 años Separación de la  Iglesia y el Estado. Este dejó de subvencionar a la Iglesia. Reglamentación del trabajo infantil. Prohibición de emplear a niños de menos de

diez años en fábricas y minas. Abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico. Proyecto constitucional para instaurar una República federal.

Este programa reformista se intentó llevar a cabo en un contexto totalmente adverso. Los gobiernos republicanos tuvieron que hacer frente a un triple desafío bélico:

La nueva guerra civil carlista.

Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, encabezó una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra. Aprovechando el caos general, los carlistas llegaron a establecer un gobierno en Estella, Navarra. 

Las sublevaciones cantonales.

Los republicanos federales más extremistas se lanzaron a proclamar cantones,  pequeños estados regionales cuasi independientes en Valencia, Murcia y Andalucía, sublevándose contra el gobierno republicano de Madrid. El ejército consiguió reprimir la insurrección. La resistencia del cantón de Cartagena le convirtió en el símbolo de este movimiento en el que las ideas republicano-federales y anarquistas se entremezclaron.

La guerra de Cuba

En 1868 se inició en isla caribeña una insurrección anticolonial que derivó en lo que los cubanos denominan la “Guerra Larga”. Tuvieron que pasar diez años hasta que las autoridades españolas consiguieron pacificar la isla con la firma de la Paz de Zanjón en 1878.

El fin de la República

Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones en la figura del  hijo de Isabel II, Alfonso. Pronto empezaron las conspiraciones para un pronunciamiento militar.

Finalmente, el 3 de enero de 1874, el general Manuel Pavía, capitán general del Madrid, entró con sus tropas en el Congreso, lo disolvió y entregó el poder al general Serrano, que se proclamó presidente vitalicio de la República y que gobernó dictatorialmente durante doce meses, hasta que el 19 de diciembre de 1874 asistimos a un nuevo golpe de Estado del general Martínez Campos en Sagunto, que supuso la restauración de la dinastía Borbónica en España.

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EL FIN DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL

Con la configuración del Estado liberal en el siglo XIX, las nuevas leyes impusieron la igualdad jurídica a todos los ciudadanos. Se ponía fin a los privilegios otorgados por el nacimiento, los títulos o la pertenencia al clero.

El nuevo sistema liberal, el conjunto de la población constituía una sola categoría jurídica, la de ciudadanos, y todos los grupos sociales pagaban impuestos, eran juzgados por las mismas leyes y tribunales, y gozaban, teóricamente de iguales derechos políticos. No obstante, el liberalismo censitario limitaba el derecho al sufragio y a la participación política. A partir de entonces, las diferencias sociales se establecieron en función de la riqueza y no de la situación legal.

La situación de la nobleza y el clero

La supresión de las leyes especiales que beneficiaban a la nobleza comportó la pérdida de gran parte de sus privilegios. Así, se anularon sus derechos a no pagar impuestos, a extraer tributos de sus tierras y a ejercer como jueces en las tierras de señorío.

A partir de entonces, la pequeña nobleza, los hidalgos (numerosos en la zona central al norte del Duero), sufrió un proceso de deterioro económico y social al no poder mantener su principal privilegio, la exención de impuestos. Acabarían asimilándose al grupo de la clase media de propietarios agrarios.

Sin embargo, la alta y media nobleza mantuvieron, a lo largo del siglo XIX, su importancia social, económica e incluso política, por encima de lo habitual en otros países europeos. Conservaron enormes patrimonios agrarios e inmobiliarios, que les daban poder económico en un país donde la burguesía era muy débil y el proceso de industrialización, muy escaso.

Se habían cambiado las leyes pero se mantuvo el poder de quienes aceptaron integrarse en el nuevo sistema y formar parte de la nueva clase dominante: la gran burguesía.

Con la Iglesia se produjo una situación similar. Las leyes desamortizadora, la supresión de conventos, la eliminación del diezmo…, disminuyeron su poder económico y empobrecieron al bajo clero. Sin embargo, sus fuertes vinculaciones con la Corona y las clases altas permitieron a la Iglesia recuperar su influencia social, dominar la enseñanza y participar en política. Asimismo, mantuvo su poder social e ideológico y las fiestas religiosas, procesiones, bodas o bautizos seguían siendo una parte importante de la vida social.

La sociedad de clases

En la sociedad liberal, los estamentos fueron sustituidos por una nueva organización de los grupos sociales, propia del sistema económico liberal-capitalista: las clases sociales. De este modo, en la España del siglo XIX se constituyeron dos grandes grupos sociales:

Las clases dirigentes, formadas por la antigua aristocracia, las altas jerarquías del clero, del ejército y de la administración, y por la alta burguesía, poseedoras de riqueza urbana, industrial o agraria, proveniente de sus propiedades, rentas o capitales.

Las clases populares, integradas por aquellos que tan solo poseían lo que obtenían con su trabajo manual (obreros, artesanos, campesinos y jornaleros).

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Entre estos dos grupos se desarrolló una clase media, muy escasa en el siglo XIX, sin tanta riqueza como la clase dirigente, pero que vivía en condiciones mucho mejores que las clases populares.

Las clases sociales son grupos abiertos, la los que se pertenece no por nacimiento sino en función de las diferencias económicas que el propio sistema capitalista establece: la cantidad de riqueza que uno puede obtener.

Estándares de aprendizaje específicos de este bloque de contenido

- Identifica el ámbito geográfico del carlismo y explica el ideario y sus apoyos sociales.- Especifica las causas y consecuencias de las dos primeras guerras carlistas.- Representa una línea del tiempo desde 1833 hasta 1874, situando en ella los principales acontecimientos históricos. – Describe las características de los partidos políticos que surgieron durante el reinado de Isabel II. – Resume las etapas de la evolución política del reinado de Isabel II desde su minoría de edad, y explica el papel de los militares. – Compara las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, y especifica los objetivos de una y otra. – Especifica las características de la nueva sociedad de clases y la compara con la sociedad estamental del Antiguo Régimen. – Compara el Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845. – Describe las características esenciales de la Constitución democrática de 1869. – Identifica los grandes conflictos del Sexenio y explica sus consecuencias políticas.

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