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COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANOVOLUMEN VHistoriaSanto Domingo, Repblica Dominicana2009COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANOVOLUMEN VHistoriaAMRICO LUGO|ANTOLOGAEMILIANO TEJERA|ANTOLOGABERNARDO PICHARDO|RESUMEN DE HISTORIA PATRIACARLOS LARRAZBAL BLANCO|LOS NEGROS Y LA ESCLAVITUD EN SANTO DOMINGOMANUEL ARTURO PEA BATLLE|OBRAS ESCOGIDAS. CUATRO ENSAYOS HISTRICOS - TOMO PRIMEROPEDRO TRONCOSO SNCHEZ| ESTUDIOS DE HISTORIA POLTICA DOMINICANAMANUEL ARTURO PEA BATLLE| LA REBELIN DEL BAHORUCOANTONIO HOEPELMAN Y JUAN A. SENIOR| DOCUMENTOS HISTRICOSINTRODUCCIN: Frank Moya PonsCONSEJO DIRECTIVO Mariano Mella, Presidente Dennis R. Sim Torres, Vicepresidente Antonio Morel, Tesorero Juan de la Rosa, Vicetesorero Miguel de Camps Jimnez, Secretario Scrates Olivo lvarez, Vicesecretario VOCALES Eugenio Prez Monts Julio Ortega Tous Eleanor Grimaldi Sili Raymundo Gonzlez Jos Alfredo Rizek Narciso Romn, Comisario de Cuentas ASESORES Emilio Cordero Michel Mu-Kien Sang Ben Edwin EspinalJos Alcntara Almanzar Andrs L. Mateo Manuel Mora SerranoEduardo Fernndez Pichardo Virtudes Uribe Amadeo JulinGuillermo Pia Contreras Mara Filomena GonzlezToms Fernndez W. Marino Inchustegui EX-PRESIDENTESEnrique Apolinar Henrquez +Gustavo Tavares Espaillat Frank Moya Pons Juan Toms Tavares K.Bernardo Vega Jos Chez Checo Juan Daniel BalccerSOCIEDAD DOMINICANA DE BIBLIFILOSBANCO DE RESERVASDE LA REPBLICA DOMINICANADaniel ToribioAdministrador GeneralMiembro ex ofcioCONSEJO DE DIRECTORESLic. Vicente Bengoa AlbizuSecretario de Estado de HaciendaPresidente ex ofcioLic. Mcalo E. BermdezMiembroVicepresidenteDra. Andrena Amaro ReyesSecretaria GeneralVOCALESSr. Luis Manuel Bonetti MesaLic. Domingo Dauhajre SelmanLic. Luis A. Encarnacin PimentelIng. Manuel Enrique Tavares MirabalLic. Luis Meja OviedoLic. Mariano MellaSUPLENTES DE VOCALESLic. Danilo DazLic. Hctor Herrera CabralIng. Ramn de la Rocha PimentelDr. Julio E. Bez BezLic. Estela Fernndez de AbreuLic. Ada N. Wiscovitch C.8COMIT DE EVALUACIN Y SELECCINOrin MejaDirector General de Comunicaciones y Mercadeo, CoordinadorLuis O. Brea FrancoGerente de Cultura, MiembroJuan Salvador Tavrez DelgadoGerente de Relaciones Pblicas, MiembroEmilio Cordero MichelSociedad Dominicana de BibliflosAsesorRaymundo GonzlezSociedad Dominicana de BibliflosAsesorMara Filomena GonzlezSociedad Dominicana de BibliflosAsesoraLos editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autoresen las ediciones que han servido de base para la realizacin de este volumen COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANOVOLUMEN VHistoriaAMRICO LUGO|ANTOLOGAEMILIANO TEJERA|ANTOLOGABERNARDO PICHARDO|RESUMEN DE HISTORIA PATRIACARLOS LARRAZBAL BLANCO|LOS NEGROS Y LA ESCLAVITUD EN SANTO DOMINGOMANUEL ARTURO PEA BATLLE|OBRAS ESCOGIDAS. CUATRO ENSAYOS HISTRICOS - TOMO PRIMEROPEDRO TRONCOSO SNCHEZ| ESTUDIOS DE HISTORIA POLTICA DOMINICANAMANUEL ARTURO PEA BATLLE| LA REBELIN DEL BAHORUCOANTONIO HOEPELMAN Y JUAN A. SENIOR| DOCUMENTOS HISTRICOSISBN: Coleccin completa: 978-9945-8613-96ISBN: Volumen V: 978-9945-457-16-2CoordinadoresLuis O. Brea Franco, por Banreservas; y Mariano Mella, por la Sociedad Dominicana de BibliflosIlustracin de la portada: Rafael Hutchinson|Diseo y arte fnal: Ninn Len de Saleme Revisin de textos: Juan Freddy Armando y Jos Chez Checo|Impresin: Amigo del HogarSanto Domingo, Repblica Dominicana. Noviembre, 2009Esta publicacin, sin valor comercial, es un producto cultural de la conjuncin de esfuerzos del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana y la Sociedad Dominicana de Bibliflos, Inc.9CONTENIDOPresentacinOrigen de la Coleccin Pensamiento Dominicano y criterios de reedicin ..................................11DANIEL TORIBIOAdministrador General del Banco de Reservas de la Repblica DominicanaExordio .........................................................................................................................................15Reedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano: una realidad MARIANO MELLAPresidente de la Sociedad Dominicana de BibliflosIntroduccinHistoriadores y patriotas..............................................................................................................17FRANK MOYA PONSAMRICO LUGOANTOLOGAIntroduccin..............................................................................................................................29VETILIO ALFAU DURNEMILIANO TEJERAANTOLOGA(Prlogo) Emiliano Tejera..............................................................................................................111 MANUEL ARTURO PEA BATLLEBERNARDO PICHARDORESUMEN DE HISTORIA PATRIABernardo Pichardo. Noticias biogrfcas.............................................................................................203 EMILIO RODRGUEZ DEMORIZICARLOS LARRAZBAL BLANCOLOS NEGROS Y LA ESCLAVITUD EN SANTO DOMINGONotacin preliminar......................................................................................................................421MANUEL ARTURO PEA BATLLEOBRAS ESCOGIDAS. CUATRO ENSAYOS HISTRICOS TOMO PRIMEROUnas palabras.............................................................................................................................517PEDRO TRONCOSO SNCHEZESTUDIOS DE HISTORIA POLTICA DOMINICANAIntencin....................................................................................................................................609MANUEL ARTURO PEA BATLLELA REBELIN DEL BAHORUCO ....................................................................................687ANTONIO HOEPELMAN Y JUAN A. SENIORDOCUMENTOS HISTRICOSIntroduccin...............................................................................................................................797Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la Coleccin Pensamiento Dominicano ..........96911PRESENTACINOrigen de la Coleccin Pensamiento Dominicano y criterios de reedicinEsconsumacomplacenciaque,enmicalidaddeAdministradorGeneraldelBancode Reservas de la Repblica Dominicana, presento al pas la reedicin completa de la Colec-cin PensamientoDominicano realizadacon la colaboracin de laSociedadDominicana de Bibliflos, que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autora de reconocidos intelectuales y clsicos de nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980.Esta compilacin constituye un memorable legado editorial nacido del tesn y la entrega de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusin y voluntad de Quijote se dedica plenamente a la promocin de la lectura entre los jvenes y a la difusin del libro dominicano, tanto en el pas como en el exterior, durante ms de setenta aos. Don Julio, originario de San Pedro de Macors, en su dilatada y fecunda existencia ejerce como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana de su generacin.El conjunto de la Coleccin versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde la poesa y el teatro, la historia, el derecho, la sociologa y los estudios polticos, hasta incluir el cuento, la novela, la crtica de arte, biografas y evocaciones.DonJulioPostigoesdesignadoen1937gerentedelaLibreraDominicana,unade-pendencia de la Iglesia Evanglica Dominicana, y es a partir de ese ao que comienza la prehistoria de la Coleccin. Como medida de promocin cultural para atraer nuevos pblicos al local de la Librera y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los estudiantes puedan documentarse.Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librera Dominicana publica su primer ttulo, cuando an no haba surgido la idea de hacer una coleccin que reuniera las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX.El libro publicado en esa ocasin fue Antologa Potica Dominicana, cuya seleccin y pr-logo estuvo a cargo del eminente crtico literario don Pedro Ren Contn Aybar. Esa obra viene posteriormente recogida con el nmero 43 de la Coleccin e incluye algunas variantes con respecto al original y un nuevo ttulo: Poesa Dominicana.En 1946 la Librera da inicio a la publicacin de una coleccin que denomina Estudios, con el fn de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para comple-mentar sus programas acadmicos.Es en el ao 1949 cuando se publica el primer tomo de la Coleccin Pensamiento Domini-cano, una antologa de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones Dominicanas,conprlogodeRamnEmilio Jimnez.Mientrasqueelltimovolumen,el nmero 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autora del Lic. Emilio Rodrguez Demorizi, publicado en 1980. 12Unareimpresindetanimportanteobrapioneradelabibliografadominicanadel siglo XX, como la Coleccin Pensamiento Dominicano, presenta graves problemas para edi-tarseacordeconparmetrosvigentesennuestrosdas,debidoaqueoriginariamenteno fue diseada para desplegarse como un conjunto armnico, planifcado y visualizado en todos sus detalles.Estahazaa,ensusinicios,selogragraciasalavoluntadincansableyalherosmo cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada da, para constituir el fondo necesario que permita imprimir el siguiente volumen y as sucesivamente asesorndose puntualmente con los ms destacados intelectuales del pas, que sugeran medidas e innovaciones ade-cuadas para la edicin y ttulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologas, para ser presentadas con un breve prlogo o un estudio crtico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto, del autor considerado. Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a la unidad y coherencia de la compilacin, y explicar el porqu del formato condensado en que se presenta esta nueva versin. A continuacin presentamos, por mor de concisin, una serie de apartados de los criterios acordados:d Al considerar la cantidad de obras que componen la Coleccin, los editores, atendien-do a razones vinculadas con la utilizacin adecuada de los recursos tcnicos y fnancieros disponibles,hemosacordadoagruparlasenunnmeroreducidodevolmenes,que podran ser 7 u 8. La defnicin de la cantidad depender de la extensin de los textos disponibles cuando se digitalicen todas las obras.d Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos gneros, pero sto slo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edicin comprender los siguientes temas: poesa y teatro, cuento, biografa y evocaciones, novela, crtica de arte, derecho, sociologa, historia, y estudios polticos.d Cada uno de los grandes temas estar precedido de una introduccin, elaborada por un especialista destacado de la actualidad, que ser de ayuda al lector contemporneo, para comprender las razones de por qu una determinada obra o autor lleg a conside-rarse relevante para ser incluida en la Coleccin Pensamiento Dominicano, y lo auxiliar para situar en el contexto de nuestra poca, tanto la obra como al autor seleccionado. Al fnal de cada tomo se recogen en una fcha tcnica los datos personales y profesionales de los especialistas que colaboran en el volumen, as como una semblanza de don Julio Postigo y la lista de los libros que componen la Coleccin en su totalidad.d De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos mo-difcaban el texto mismo o el prlogo, y en otros casos ms extremos se poda agregar otrovolumenalanteriormentepublicado.Comonoeraposiblerealizarunestudio flolgicoparadeterminareltextocorrectocrticamenteestablecido,sehatomado como ejemplar original la edicin cuya portada aparece en facsmil en la pgina pre-liminar de cada obra. COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA13d Se decidi, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los au-tores o curadores de las ediciones que han servido de base para la realizacin de esta publicacin.d Las portadas de los volmenes se han diseado para esta ocasin, ya que los plan-teamientos grfcos de los libros originales variaban de una publicacin a otra, as como la tonalidad de los colores que identifcaban los temas incluidos. d Finalmente se decidi que, adems de incluir una biografa de don Julio Postigo y una relacin de los contenidos de los diversos volmenes de la edicin completa, agregar, en el ltimo tomo, un ndice onomstico de los nombres de las personas citadas, y otro ndice, tambin onomstico, de los personajes de fccin citados en la Coleccin.En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro tiempo, en especial los ms jvenes, puedan disfrutar y aprender de una coleccin biblio-grfca que representa una seleccin de las mejores obras de un perodo ureo de nuestra cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de ser dominicanos.Daniel Toribio Administrador GeneralPRESENTACIN|DANIEL TORIBIO, ADMINISTRADOR GENERAL DE BANRESERVAS15EXORDIOReedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano: una realidadComopresidentedelaSociedadDominicanadeBibliflos,sientounagranemocinal poner a disposicin de nuestros socios y pblico en general la reedicin completa de la Co-leccin Pensamiento Dominicano, cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que componen la Coleccin original fueron editados entre 1949 y 1980.Salom Urea, Scrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodrguez Demorizi, son algunos autores de una constelacin de lo ms excelso de la intelectualidad dominicana del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los cincuenta y cuatro tomos de la Coleccin Pensamiento Dominicano. A la produccin intelectual de todos ellos debemos principalmente que dicha Coleccin se haya podido conformar por iniciativa y dedicacin de ese gran hombre que se llam don Julio Postigo. Qu mejor que las palabras del propio seor Postigo para saber cmo surge la idea o la inspiracin de hacer la Coleccin. En 1972, en el tomo n. 50, titulado Autobiografa, de Heriberto Pieter, en el prlogo, Julio Postigo escribi lo siguiente: () Reconociendo nuestra poca idoneidad en estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no slo nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue l quien nos inspir parainiciarestapublicacin();yluegoaade:()nuestramsfervienteoracina Dios es que esta Coleccin contine publicndose y que sea exponente, dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros ms altos valores. En estos extractos podemos percibir la gran humildaddelapersonaquehastaesemomentollevaba32aoseditandolomejordela literatura dominicana.La reedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado de la Sociedad Dominicana de Bibliflos, institucin dedicada al rescate de obras clsicas domi-nicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la Repblica Dominicana, el ms importante del sistema fnanciero dominicano, en el ejercicio de una funcin de inversin social de extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedicin sea una realidad.Agradecemos al seor Jos Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con nuestro proyecto y dar su permiso para la reedicin de la Coleccin Pensamiento Dominicano. Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorizacin para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volmenes los 54 tomos de la Coleccin original.Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta Coleccin se d a conocer, en nuestro territorio y en el extranjero, como exponente de nuestros ms altos valores.Mariano MellaPresidenteSociedad Dominicana de Bibliflos17INTRODUCCINHistoriadores y patriotasFRANK MOYA PONSMecomplacemuchohabersidoescogidoporlaSociedadDominicanadeBibliflosy el Banco de Reservas de la Repblica Dominicana para escribir esta breve introduccin a estevolumenquerecogevariasobrasdehistoriapublicadasinicialmenteenlaColeccin Pensamiento Dominicano que diriga el inolvidable Julio Postigo desde la irrepetible Librera Dominicana.Para formar este libro los editores general de esta nueva coleccin han escogido varias obras que marcaron hitos intelectuales en la poca en que fueron publicados. Sus autores, bien conocidos entonces, no han sido olvidados todava, sino todo lo contrario pues fueron escritores y pensadores seminales que dedicaron gran parte de sus vidas a refexionar sobre el acontecer nacional y dejaron numerosos escritos que han contribuido a la construccin de la conciencia nacional dominicana.Los que conocimos a Julio Postigo lo recordamos como una persona de hablar suave que derramaba naturalmente una humildad cristiana, siempre dispuesto a servir y afanosamente dedicado a administrar aquella inolvidable gran librera, la mejor del pas, especializada en literatura evanglica pero que contena, al mismo tiempo, un extenso inventario de obras seculares procedentes de los mejores catlogos editoriales de Espaa e Iberoamrica.Jovencito yo, apenas comenzando mis estudios universitarios, empec a frecuentar la LibreraDominicanaysiempremeimpresionabaquedesdequeyoasomabaalapuerta Don Julio se levantaba solcito de su escritorio o se desplazaba de cualquier punto en que se encontrara para venir a mi encuentro. Ese gesto siempre me pareci desmedido pero me complaca mucho. Yo no era ms que un adolescente, y Don Julio me haca sentir que alguien importante, como l, apreciaba mi inters por los libros.A pesar de mi escaso presupuesto, le compr muchas obras a la Librera Dominicana en el curso de los aos pues Don Julio siempre insista en que yo aprovechara las oportunidades y no las dejara para un futuro en que ya no apareceran. Una de sus mayores insistencias fue tratar de que yo adquiriera, a crdito, la gran Enciclopedia Espasa-Calpe. Corra entonces el ao 1968 y yo me encontraba de vacaciones en el pas pues entonces estudiaba en Was-hington, D.C., con una beca Fulbright. Ya Don Julio haba dejado la Librera Dominicana y haba fundado la Librera Hispaniola, en la calle Jos Reyes, en un pequeo local cedido por la Logia Cuna de Amrica. Me dijo que esa gran enciclopedia de casi cien tomos estaba esperndome y que l ne-cesitaba hacer espacio en sus estanteras. Me pidi que me la llevara al fado por un precio de 622 pesos. Le dije que no los tena, y comenzamos una pequea amistosa discusin, l diciendo que la llevara y yo resbalando con el argumento de que no tena el dinero y que, adems, estaba viviendo fuera de pas y no tendra dnde colocarla. En realidad, yo le tena miedo al endeudamiento pues en aquellos aos mi dinero era escaso y yo deba pensar en mis gastos de sustentacin mientras duraran mis estudios en el extranjero. No compr la enciclopedia y Don Julio qued frustradsimo. Yo tambin, pero 18sal de all con una sensacin de alivio porque no me haba endeudado por esa enorme suma.Pasadoslosaoslamentmuchonohabertenidolavalentadehaberleaceptado aquel fado a Don Julio Postigo, y l ocasionalmente me lo echaba en cara pues mantuvimos siempre una gran amistad hasta sus ltimos das en este lado del mundo.Don Julio continu publicando su serie de autores dominicanos desde su exilio empresa-rial en la Librera Hispaniola pues consigui que los socios de la antigua Librera Dominicana le reconocieran la propiedad de la marca Coleccin Pensamiento Dominicano. Public en aquellos aos varios ttulos bajo el sello editorial de Julio Postigo e hijos, editores. De ellos, cuatro estn contenidos en este volumen que hoy presentamos. Son stos los Estudios de Historia Poltica Dominicana de Pedro Troncoso Snchez; unas Obras Escogidas y La Rebelin del Bahoruco de Manuel Arturo Pea Batlle; y una reedicin de los famosos Docu-mentos Histricos que se referen a la Intervencin Armada de los Estados Unidos de Norte-Amrica y la Implantacin de un Gobierno Militar Americano en la Repblica Dominicana, recopilados por Antonio Hoepelman y Julio A. Senior. Este ltimo ttulo sali bajo el sello de una Editora Educativa Dominicana. Los dems libros que han sido incluidos en este volumen fueron publicados mientras Postigo era gerente general de la Librera Dominicana. El ms antiguo de esta nueva com-pilacin que hoy nos ocupa lo prepar Vetilio Alfau Durn con varios ensayos y estudios de Amrico Lugo, y lo titul, apropiadamente, Amrico Lugo: Antologa. Le sigue otra obra similarpreparadayprologadaporManuelArturoPeaBatlle,tituladaEmilianoTejera: Antologa. Adems de sas, este nuevo volumen recoge el conocidsimo Resumen de Historia Patria, de Bernardo Pichardo, en uso obligatorio en las escuelas dominicanas durante ms de tres dcadas, y un pequeo libro que adquiri gran popularidad por la novedad de su tema en aquel entonces, Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo, de Carlos Larrazbal Blanco. Acerca de estos libros vamos a hablar a continuacin.Comencemos con la obra de Hoepelman y Senior. Este libro fue publicado en 1922 con la intencin de mostrar otra cara de la intervencin militar norteamericana, distinta a aquella que presentaban los estadounidenses. Para entonces ya haban salido a la luz pblica nume-rosos artculos en revistas noticiosas y acadmicas que presentaban una versin civilizadora, modernizadora y constructiva de la intervencin militar norteamericana. Para balancear esa perspectiva Hoepelman y Senior utilizaron una fuente norteamericana de impecables cre-denciales: el informe que rindi al Congreso de los Estados Unidos una comisin senatorial que visit el pas en diciembre de 1921 para indagar acerca de los hechos del gobierno y determinar si era atendible la demanda nacionalista dominicana de poner fn a la ocupacin militar. El ttulo en ingls de ese informe, traducido y comentado por Hoepelman y Senior es: Inquiry into the Occcupation and Administration of Haiti and Santo Domingo. Hearings Before A Select Committee on Haiti and Santo Domingo, 67th Congress (Washington, D. C.: Government Printing Offce, 1922).Eneseinformeaparecenlasdeclaracionesdenumerosostestigosdominicanosas como de algunos informantes norteamericanos, y el retrato que surge de la lectura de esas declaraciones y de los documentos que les acompaan es muy distinto al que presentaban algunos publicistas que defendan la obra modernizadora del gobierno militar que estaba a cargo del Departamento de Marina de los Estados Unidos.Aun cuando todos los textos de esta obra son igualmente necesarios para entender el proceso histrico que ella retrata, hay varios que han quedado en la memoria nacional como COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA19ejemplos de la clarsima inteligencia y valenta de los lderes cvicos del pas en aquellos mo-mentos decisivos en que la Repblica se debata entre seguir ocupada por tropas extranjeras, como ocurri en Hait, o lograr una desocupacin negociada, como ocurri fnalmente con la instalacin de un gobierno provisional, la celebracin posterior de elecciones libres, y la instalacin de un gobierno constitucional de corte liberal.Sinrestarmritoalosdemsdocumentos,deseollamarlaatencindeloslectores hacia la famosa Carta del Monseor Nouel al Ministro Americano Russell, fechada el 29 de diciembre de 1920, y el Informe del Licenciado Francisco J. Peynado a los Honorables Miembros de la Comisin Especial del Senado de los EE.UU. para Investigar los Asuntos de Hait y Santo Domingo. Ambos documentos resumen, mejor que cualesquiera otros, la visin dominicana acerca de los resultados de la primera ocupacin militar norteamericana. Sin ser exhaustivas, porque no podan serlo, estas piezas argumentan con gran realismo las poderosas razones que tenan los dominicanos para exigir la pronta retirada de las tropas norteamericanas de este pas.Como los dominicanos de hoy, comienzos del siglo XXI, particularmente los jvenes, conocen muy poco acerca de los comienzos del siglo anterior, este libro editado originalmente por Hoepelman y Senior es una fuente indispensable para conocer la estatura histrica de los hombres ms infuyentes de aquella poca, cuyos nombres llenan la lista de informantes de la referida comisin senatorial, y cuyos testimonios no tienen desperdicio alguno.Es de aplaudir que esta obra sea recogida hoy conjuntamente con otra casi contempo-rnea que estudia la accin poltica de algunos de estos protagonistas durante los primeros treslustrosdelsigloXX.MereferoalResumendeHistoriaPatria,deBernardoPichardo, publicada por primera vez en Barcelona en 1930, escrita por un destacado publicista que particip activamente en las luchas cvicas y polticas de aquella poca.El Resumen de Pichardo fue obra de texto obligatorio para el estudio de la historia domini-cana durante ms de treinta aos, y sirvi para informar a dos generaciones de dominicanos acerca de la historia poltica nacional anterior a la Era de Trujillo. Menospreciada hoy por algunos debido a su precaria estructura formal, pues est compuesta de fchas muchas veces inconexas que rompen la continuidad de la narracin y de los acontecimientos, esta obra era detestada por los escolares que se vean obligados a memorizar sus datos. No obstante, este libro es una rica mina de datos cronolgicos y polticos que se va haciendo ms interesante a medida que su narracin se acerca y se adentra en el siglo XX.Bernardo Pichardo fue testigo de muchos de los acontecimientos que narra y lleg a ser Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Juan Isidro Jimenes, derrocado por Desi-derio Arias en 1916. Creo que los dominicanos que desechan hoy esta obra estn perdiendo la oportunidad de contar con una visin inmediata y objetiva, aunque a veces interesada, de la poltica dominicana en las primeras dos dcadas del siglo XX.Pienso que la obra de Pichardo, leda conjuntamente con la de Hoepelman y Senior, permite a las personas interesadas captar mejor cmo fue aquella poca conocida como de Concho Primo. Aquel fue un tiempo en que las pasiones polticas y contradicciones delospartidosllevaronalcolapsodelasoberanaen1916.ElResumendePichardoha sido sobrepasado desde hace ms de treinta aos por varias obras generales de historia dominicana escritas por autores ms modernos, pero es todava til para entender aquel difcil perodo de inestabilidad poltica, revoluciones e ingerencia extranjera en la Rep-blica Dominicana.INTRODUCCIN|HISTORIADORES Y PATRIOTAS|Frank Moya Pons20Recuerdo que los muchachos rechazbamos este libro en la escuela secundaria porque los profesores nos hacan aprender las fchas de memoria sin conexin unas con las otras, y sin explicarnos la dinmica de los acontecimientos. El libro serva a los profesores de enton-ces como gua de un anecdotario nacional que a veces llegaba a los lmites de lo fantstico. Los estudiantes se quejaban mucho entonces de que no entendan la escritura de Bernardo Pichardo,perounanuevalecturadelaobra,particularmentedelperodoposteriorala Guerra de la Restauracin, nos dice que Pichardo realiz un esfuerzo loable por presentar la historia poltica intentando una objetividad difcil de alcanzar en medio de tantas pasiones partidarias.Muerto Trujillo, Julio Postigo quiso publicar una cuarta edicin del Resumen de Pichardo y pidi a Emilio Rodrguez Demorizi una actualizacin de esta obra cuya narrativa terminaba en 1916. Rodrguez Demorizi acometi la tarea y compuso una Sntesis Cronolgica que fue incorporada a modo de Apndice, manteniendo la misma estructura del texto dividido en fchas encabezadas por un ttulo. Hoy esta forma de escribir historia est completamente desfasada y obras como stas corren entonces el destino de ser ms tiles como anecdota-rios y fcheros que como narraciones estructuradas conforme a la propia dinmica de los acontecimientos. RecuerdoquealgunoscrticoslesealaronaRodrguezDemorizihaberutilizado este Apndice para desvincularse del trujillismo que este prominente historiador abraz durante gran parte de su vida. Comoquiera que fuera, la obra de Pichardo qued actua-lizada y sirvi brevemente en las escuelas hasta que apareci la Historia de Santo Domingo de Jacinto Gimbernard, en 1966, la cual goz de varias ediciones y sirvi de puente en la enseanza de la historia nacional por ms de diez aos, siendo a su vez sucedida por obras ms modernas.La apertura democrtica que tuvo lugar en el pas despus de la Era de Trujillo estimul un inters ms amplio por la historia dominicana. A fnales de la Dictadura circul breve-mente una obra de historia dominicana que pudo haber sustituido la de Pichardo de no ser porquesuautor,RamnMarrero Aristy,importantecolaboradordelrgimendeTrujillo, fue asesinado por el Dictador casi al mismo tiempo en que terminaba de imprimirse su obra en tres volmenes titulada Repblica Dominicana: Historia del Pueblo Cristiano Ms Antiguo de Amrica (1957-58). La muerte de Marrero Aristy hizo que el rgimen detuviera la circulacin de esta obra y casi toda la edicin qued guardada por aos en los almacenes del Archivo General de la Nacin. Su tercer tomo comprenda la Era de Trujillo y contena una interpretacin trujillista de la historia dominicana que, segn me cont Csar Herrera, no fue escrita por Marrero Aristy, sino por el mismo Herrera ya que Marrero tena entonces muchas ocupaciones como Secretario de Estado de Trabajo. Narro esta versin para dar a conocer que entre 1961 y 1967 la historiografa dominica-na o, dicho de otra manera, los textos generales de historia dominicana en uso eran los de Bernardo Pichardo y Marrero Aristy pues aunque la obra de Marrero permaneca guardada en el Archivo General de la Nacin, los directores de esta institucin y algunos empleados regalaban libremente esta obra a todo el que la requera. La obra de Gimbernard, que sus-tituy la de Pichardo, se nutri de ambas y signifc un paso de avance en la historiografa escolardominicanaauncuandoesteautornoerahistoriadorprofesionalsinomsicoe instrumentista clsico.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA21Lahistoriografatrujillistaenfatizmuchounainterpretacindelaformacinsocio-culturaldelpueblodominicanobasadaenlanocintradicional,construidaporlalite intelectualcapitalea,dequelosdominicanoseranunacolectividadfundamentalmente blanca, catlica e hispana.Lasracesdeestaconcepcinsonbastanteantiguasyhansidoestudiadasamplia-mente por muchos intelectuales dominicanos que han sealado sus orgenes coloniales y la reafrmacin de una identidad socio-racial distinta al pueblo vecino de la Repblica de Hait. Las invasioneshaitianas (1801-1805), la dominacin haitiana(1822-1844),la guerra dominico-haitiana (1844-1859), la ocupacin haitiana de tierras fronterizas (1865-1937), as comolacontinuadisputadiplomticaporladefnicindelafronteradominico-haitiana (1874-1936), sirvieron de estmulo a la reafrmacin de esa identidad socio-racial construida por los intelectuales dominicanos.Dos eventos vinieron a conmover este bloque de creencias sustentado en la blancura, hispanidad y catolicidad dominicanas. Uno de ellos fue la publicacin del libro Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo, de Carlos Larrazbal Blanco, dentro de la Coleccin Pensamiento Dominicano, en 1967, y el otro fue la celebracin de un Primer Coloquio sobre la Infuencia de frica en las Antillas y en el Caribe, en la Universidad Autnoma de Santo Domingo, en 1973. En esos aos aparecieron las obras Los Negros, los Mulatos y la Nacin Dominicana (1969), de Franklin Franco, y Vod y Magia en Santo Domingo (1975), y La Esclavitud del Negro en Santo Domingo, 1492-1844 (1980), de Carlos Esteban Deive. Apartirdeentoncessurgiunanuevatradicinantropolgicaehistoriogrfcade cuestionamiento a los supuestos raciales de la historiografa trujillista. Esta tradicin se ha enriquecido con numerosas obras en los ltimos cuarenta aos, pero es de justicia sealar quecomenzconlaaparicindelaobradeLarrazbalBlancoqueeditabaJulioPostigo desde la Librera Dominicana. La obra de Larrazbal Blanco se incorpora, muy tardamente, a un movimiento historiogr-fco, de larga data en Amrica Latina, que intentaba buscar las races africanas en sociedades tropicales inicialmente colonizadas por Espaa y Portugal como Venezuela, Brasil, Hondu-ras, Cuba, Santo Domingo y Panam, en adicin a las zonas costeras de Mxico, Ecuador y Colombia que tambin contienen grupos signifcativos de poblacin de origen africano. MevienenalamentelasobrasdelFernandoOrtiz,Miguel AcostaSaignesyGilber-to Freyre, entre otras,quesirvierondeestmulo a LarrazbalBlancoparaproponer a los dominicanos que, aparte de la mirada tradicional, tambin haba otra forma de percibir la sociedad dominicana: explorando la trata de esclavos y la introduccin de miles de personas procedentes de distintas tribus, castas, naciones y culturas africanas, y buscando en la cultura dominicana aquellos rasgos de origen africano enterrados en el folklore y las costumbres.La primera parte del libro de Larrazbal Blanco recuerda bastante a la clsica obra de Jos Antonio Saco, Historia de la Esclavitud de la Raza Africana en el Nuevo Mundo publicada casi un siglo antes (1875) y poco conocida en el pas entonces, pero su aparicin caus una gran sorpresa en el medio intelectual dominicano y abri una compuerta que ha creado un torrente de revisiones de las tesis tradicionales sobre la identidad dominicana.Muchas de esas tesis fueron recogidas en estas obras que hoy comentamos. Dos de sus autores ms destacados son Amrico Lugo y Manuel Arturo Pea Batlle. En ambos los domi-nicanos de todas las tendencias reconocen dos vigorosos pensadores que dejaron implantadas ideas sociolgicas e historiogrfcas que todava hoy perduran y se discuten apasionadamente INTRODUCCIN|HISTORIADORES Y PATRIOTAS|Frank Moya Pons22porque dieron lugar a una tradicin de pensamiento que algunos intelectuales llaman el gran pesimismo dominicano, pero que examinadas ms profundamente revelan hondas preocupaciones patriticas por el destino del pueblo dominicano.Amrico Lugo fue, ante todo, un patriota ejemplar, como lo retrata con elocuente precisin Vetilio Alfau Durn, el concienzudo compilador de sus escritos en la Antologa publicada por Postigo. Lugo fue tambin historiador y literato, aun cuando se ganaba la vida como abogado. Como historiador dej dos obras de mucha importancia, agotadas hoy, pero que infuyeron notablemente en su discpulo Manuel Arturo Pea Batlle, de quien hablaremos ms adelante. Esas obras son su breve estudio titulado Baltasar Lpez de Castro y la Despobla-cin del Norte de la Espaola (1947), y la Historia de Santo Domingo, 1556-1608: La Edad Media de la Isla Espaola (1952), que incorpora el anterior estudio.Lugo tambin escribi otros trabajos histricos como fueron sus estudios de rectifcacin de la historia eclesistica, y dej una inmensa coleccin documental recogida en archivos espaoles y franceses pertinentes a los siglos XVI, XVII y XVIII, en la cual se destaca la co-rrespondencia entre los gobernadores de las colonias francesa y espaola de la isla de Santo Domingo en el siglo XVIII. Esta Coleccin Lugo fue publicada in extenso en el Boletn del Archivo General de la Nacin en el curso de varios aos.La obra patritica de Lugo aparece consignada en varias publicaciones peridicas, entre ellas el peridico Patria, desde el cual combati arduamente la primera ocupacin militar norteamericana y demostr su activismo poltico a favor de la desocupacin pura y simple del territorio por las tropas estadounidenses. LaAntologadeVetilioAlfauDurnesunaexcelentemuestradedosaspectosdela multifactica personalidad de Amrico Lugo: el historiador y el activista patritico. Tambin retrata esta compilacin al fno escritor que sus contemporneos reconocan como consumado estilista y crtico literario. Del jurista, Alfu Durn recoge una de las obras ms citadas y discutidas de Lugo: El Estado Dominicano ante el Derecho Pblico, su tesis para graduarse de doctor en Derecho. A pesar de su brevedad, esta es una de las refexiones ms dolorosas y demoledoras realizadas por pensador alguno acerca del pueblo dominicano. Valindose de argumentos postulados por otro pensador igualmente infuyente, Jos Ramn Lpez, en su obra La Alimentacin y las Razas (1899), Lugo realiza un diagnstico pesimista acerca de la capacidad del pueblo dominicano para constituirse en nacin, pero no lo hace con la intencin de quedarse en el retrato, sino de llamar la atencin de los lderes de su tiempo hacia la necesidad de despertar del letargo, invitndolos a constituirse en un partido que luchara por el desarrollo del pas infundindole a ste nueva sangre mediante la inmigracin. Las ideas de Lpez y Lugo fueron asimiladas por el pensador poltico ms orgnico que dio la Repblica Dominicana en el siglo XX: Manuel Arturo Pea Batlle. Abogado de pro-fesin y poltico por obligacin, puede decirse que todo lo que escribi Pea Batlle estuvo dirigido a defender las esencias de la dominicanidad (hispanidad, catolicismo, blancura), amenazadas, crea l, por la vecindad y la penetracin haitianas, por un lado, y por el racio-nalismo y el positivismo hostosiano, por el otro.Pea Batlle fue a la historia a buscar elementos con los cuales defnir los orgenes de la nacionalidad e identidad dominicanas, as como los peligros que las asechaban, entre ellos el nacimiento del Estado haitiano y la presencia haitiana en el territorio dominicano. Todas sus obras estuvieron dirigidas en esa direccin, desde sus tempranos y magnfcos estudios sobre COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA23LasDevastacionesde1605y1606:ContribucinalEstudiodelaRealidadDominicana(1938),La Isla de la Tortuga (1951), y El Tratado de Basilea y la Desnacionalizacin del Santo Domingo Espaol (1952), hasta resumir sus ideas en los slidos prlogos a la obra de Emilio Rodrguez Demorizi, Antecedentes de la Anexin a Espaa (1955), a la historia de Antonio Valle Llano, La Compaa de Jess en Santo Domingo durante el Perodo Hispnico (1950), y a la Antologa de Emiliano Tejera (1951) que prepar el mismo Pea Batlle para la Coleccin Pensamiento Dominicano.En esos escritos estn las piedras angulares del pensamiento nacionalista dominicano que domin todo el siglo XX. Este fue un nacionalismo conservador, dolorido por la conciencia que tenan sus sustentadores de que el pas no haba avanzado al ritmo de otras naciones, comoporejemploCuba.Losidelogosdeestenacionalismobuscaronenlahistorialas causasdelatrasonacionalqueellospercibieroncomofracasodelanacindominicana. Como pruebas de ese fracaso sealaban las constantes asonadas militares y el permanente gavillerismo rural, as como la incapacidad de las lites urbanas de mantener en orden las fnanzas pblicas. La ms grande y dolorosa evidencia del fracaso de la nacin fue para ellos el derrumbe de la soberana en 1916. Terminada la ocupacin militar norteamericana, estos idelogos, patriotas sin lugar a dudas, muchos de ellos procedentes de los sectores medios, anhelaban un rgimen de orden que diera continuidad a la estabilidad y modernizacin experimentadas durante el gobierno militar, y por ello muchos se alinearon desde temprano con el Jefe del Ejrcito, Rafael Trujillo, pues este soldado prometa la construccin de una patria nueva que surgiera de las cenizas del cicln de San Zenn que devast la ciudad capital el 3 de septiembre de 1930. Pea Batlle no estuvo entre ellos. Para entonces su perfl profesional estaba claramente deli-neado como un abogado nacionalista que haba combatido la ocupacin militar y que trabajaba para resolver otro de los ms amenazantes problemas para la nacin dominicana: la indefnicin de la frontera con Hait. Pea Batlle dirigi los trabajos que culminaron con el Tratado de Lmites con Hait en 1929, pero no era un joven trujillista como otros de su generacin.CircunstanciasmuybienestudiadasenlasobrasdeJuanDanielBalccer, AndrsL. Mateo,DaniloClimeyManuelNez,entreotros,acercadePeaBatlle,dancuentade la transicin polticadeesteautorhaciael trujillismo,as comodesus esfuerzos por dar sustancia ideolgica a un rgimen que en 1937 intent poner fn, de manera cruenta, a un problema territorial y poltico que arrastraba la nacin dominicana desde antes de 1844: la ocupacin de tierras nacionales por inmigrantes haitianos ilegales. A partir de su famoso discurso de Elas Pia, en 1942, Pea Batlle emerge en la escena intelectual y poltica dominicana como el idelogo de una generacin de intelectuales que buscaba entender y explicar la construccin de una nueva patria dominicana por un dictador sangriento de origen haitiano que, al tiempo que abrazaba los postulados del nacionalismo hispanista, catlico y racista, tambin se propona industrializar y modernizar el pas. Dos de los escritos donde ms claramente se ve el hispanismo de Pea Batlle es en su ensayo de juventud El Descubrimiento de Amrica y sus Vinculaciones con la Poltica Internacio-nal de la poca (1931), y en su controversial obra La Rebelin del Bahoruco (1948), reproducida por Julio Postigo en 1970 en la Coleccin Pensamiento Dominicano. Este libro le vali no pocos disgustos a Pea Batlle con Fray Cipriano de Utrera, pues le discuti con gran vehemencia al fraile franciscano sus tesis sobre el cacique Enriquillo y sus ideas y datos sobre la temprana historia colonial dominicana. Si se ve en detalle, este fue un debate entre espaoles hispa-nistas, ms que entre historiadores dominicanos. Le tom a Utrera muchos aos contestar INTRODUCCIN|HISTORIADORES Y PATRIOTAS|Frank Moya Pons24adecuadamente a su interlocutor, muriendo antes de lograrlo, siendo as que su obra Pol-mica de Enriquillo vio la luz en 1973 como edicin pstuma ejecutada por Emilio Rodrguez Demorizi en un intento de revindicar a Utrera ante las acusaciones de Pea Batlle. Como puede verse, aquellos fueron tiempos de mucho fermento intelectual, contraria-mente a lo que piensan algunos intelectuales que creen hoy que la Era de Trujillo fue un periodo de total oscurantismo. Es cierto, como ha demostrado muy bien Andrs L. Mateo, en su obra Mito y Cultura en la Era de Trujillo (1993), que la mayora de los escritores de en-tonces no tenan el vuelo intelectual de Pea Batlle y sus escritos no eran ms que una jerga repetitiva de ditirambos dedicados al Dictador, pero no es menos cierto que en las obras de otros varios escritores importantes como Joaqun Balaguer, La Realidad Dominicana (1947), Emilio Rodrguez Demorizi, Invasiones Haitianas 1801, 1805, 1822 (1955), Csar Herrera, De Harmont a Trujillo (1953) y Las Finanzas de la Repblica Dominicana (1955), y Ramn Marrero Aristy, Repblica Dominicana: Historia del Pueblo Cristiano Ms Antiguo de Amrica (1957-58), las ideas de Pea Batlle son el soporte ideolgico e historiogrfco de sus argumentaciones, como lo fueron de otros escritores trujillistas. Con estos antecedentes intelectuales no es de sorprender que Pea Batlle fuera el encar-gado de preparar, en 1951, la Antologa de Emiliano Tejera que recoge este volumen. Tejera fue, en su poca, un modelo de rectitud y patriotismo. Actu en la poltica despus de la dictadura de Ulises Heureaux, y luch, como otros de su generacin, por salvar al pas de la ruina en que lo sumi la pesada deuda externa dejada por Lils. Fue durante varios de esos aos Secretario de Estado de Relaciones Exteriores en el gobierno de Ramn Cceres y recibi uno de los mayores impactos de su vida cuando su hijo, el General Luis Tejera, jefe militar de Santo Domingo, asesin al Presidente Cceres el 19 de noviembre de 1911.Abogado de profesin e historiador de vocacin, Emiliano Tejera fue altamente respetado y hasta venerado en vida. Fue testigo del descubrimiento de los restos de Cristbal Coln en la Catedral de Santo Domingo en 1877. Para defender la autenticidad de ese descubrimiento escribi una obra que todava constituye un monumento a la verdad y al mtodo histrico. Guard una amplia coleccin de documentos coloniales que sirvieron mucho a Jos Gabriel Garca, el Padre de la Historia Dominicana. Su hermano Apolinar Tejera tambin practic la crtica histrica, realizando numerosas rectifcaciones a muchas tradiciones histricas y despejando leyendas que anteriormente se aceptaban como verdades.EnadicinasuclsicolibroLosRestosdeColnenSantoDomingo(1878),completado luegoen1926y1928,EmilianoTejeradejtambinunaobramuytiltituladaPalabras Indgenas de Santo Domingo (1935) que fue luego ampliada por su hijo Emilio Tejera en un monumental trabajo titulado Indigenismos, rescatado del olvido y publicado por primera vez por la Sociedad Dominicana de Bibliflos en 1977. La Antologa de Emiliano Tejera que hoy recoge esta compilacin de obras histricas de la Coleccin Pensamiento Dominicano contiene varios escritos que Pea Batlle consider de importancia para la posteridad. Uno de ellos es un argumento a favor de la autentici-dad del hallazgo de los restos de Coln en 1877. Otro es un ensayo biogrfco acerca del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, para solicitar y justifcar ante el Congreso Nacional la ereccin de una estatua del Fundador de la Repblica. Otros dos documentos son frag-mentos de sus memorias como Ministro de Relaciones Exteriores durante los aos 1907 y 1908, piezas stas que demuestran la calidad de estadista de Emiliano Tejera. Dos piezas ms cortas acerca de la educacin religiosa y la crianza libre en Santo Domingo completan COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA25esta Antologa. La ltima retrata a Tejera como un agudo observador sociolgico y es una lstima que no cultivara ms esa forma de mirar la realidad porque es probable que hubiera dejado algunos trabajos a la altura de los que nos leg Pedro Francisco Bon, el Padre de la Sociologa Dominicana.Concluimos esta presentacin con el libro de Pedro Troncoso Snchez, el amable his-toriadoryflsofoquededic variosaos de suvida a biografar yrescatarla fgura del FundadordelaRepblica,JuanPabloDuarte,quiendejunabiografahagiogrfcade Ramn Cceres, y quien tambin combati pblicamente la tesis de quienes sostienen que los restos de Cristbal Coln no estn en Santo Domingo.Conoc muy bien a Don Pedro Troncoso Snchez. Fue mi profesor de Introduccin a la Filosofa y de Teora del Conocimiento en la universidad en los aos 1962 y 1963, y desde entonces nos uni una gran amistad. Juntos estuvimos en la fundacin y direccin de la So-ciedad Dominicana de Bibliflos inspirada y motorizada por el flntropo Gustavo Tavares Espaillat, y juntos tambin compartimos tareas en la Academia Dominicana de la Historia, de la cual l llego a ser tesorero y yo secretario. Hablbamosconmuchafrecuencia,yrecuerdoquealleimpresionabamuchoque yo me dedicara ms a la historia socioeconmica que a la historia poltica o a la biografa, campos que l cultivaba con dedicacin como se observa en sus obras. Por lo que recuerdo desusctedras,DonPedroTroncosoSnchezeraunflsofomoralista,creyenteenuna escuela que tuvo muchos cultivadores en una poca: la axiologa de Max Scheller. Esta le vena muy bien a su formacin y creencias religiosas pues era un catlico practicante, muy dedicado a su familia. Julio Postigo le public en 1973 un libro que hoy es reeditado en este volumen: Estu-dios de Historia Poltica Dominicana. Estos son realmente varias conferencias que Don Pedro pronunci en su madurez, producto de sus refexiones acerca de la vida dominicana en el sigloXIX,aunquelaprimera,UnaSinopsisdelaHistoriaDominicana,esunesfuerzo por recoger en una sola mirada la evolucin poltica del pas desde Cristbal Coln hasta la guerra civil de 1965.DonPedroTroncosoSnchezeraunabogadoconservador,peroeraunhistoriador liberal y sus escritos lo refejan, segn se ve en su ensayo titulado Santana en la Balanza. Su dedicacin a la defensa de Duarte se convirti en un activismo misionero. Una de sus grandes preocupaciones fue reivindicar la fgura de Duarte como un hombre activo, com-bativo y viril muy distinto al ser angelical y pusilnime que proyectaban algunos escritores contemporneos de Troncoso Snchez, como Joaqun Balaguer. Por eso Don Pedro escribi Faceta Dinmica de Duarte.Troncoso Snchez tambin quiso rectifcar la ptica provinciana de algunos historiadores y muchos intelectuales dominicanos que tienen la tendencia a pensar que la historia nacional ha ocurrido independientemente de la evolucin general de la humanidad como si la isla fuese un territorio aislado. Por ello Don Pedro escribi los ensayos Las Guerras Europeas de Santo Domingo y La Restauracin y sus Enlaces con la Historia de Occidente.Su ltimo ensayo, Posiciones de Principio en la Historia Poltica Dominicana, fue un esfuerzo para mostrar que a pesar del cinismo y del pesimismo intelectual, y a pesar de la larga dominacin de las dictaduras y los regmenes corruptos, siempre ha habido sectores nacionalesquehanenfrentadoelautoritarismoylacorrupcindesdelafundacindela sociedad secreta La Trinitaria hasta nuestros das.INTRODUCCIN|HISTORIADORES Y PATRIOTAS|Frank Moya PonsAMRICO LUGOANTOLOGASeleccin, introduccin y notas deVETILIO ALFAU DURNNO. 229INTRODUCCINLa personalidad de don Amrico Lugo es muy bien conocida en su patria y fuera de ella; de modo, pues, que estas lneas liminares son menos necesarias de lo que parecen. Quien en medio de aquel largo ciclo de cuarteladas, alzamientos y contralzamientos que llev al pas por la ms tortuosa calle de amarguras hacia el calvario de la Ocupacin extranjera, tuvo, como Eugenio Deschamps, la visin radiante de una patria libre, prspera, ntegra y respetada; quien dice a sus conciudadanos que gobernar es amar y desde la alta tribuna de la Cuarta Conferencia Panamericana grita, con uncin evanglica, que el ideal es ms necesario que el pan; quien comparece ante una Alta Comisin Militar impelido slo por la fuerza y silencia como Jess en el Pretorio, cuando los jueces le ordenan defenderse, sealando as el camino de la dignidad y del honor que debe trillar siempre el verdadero patriotismo; quien ha consagrado su vida a la patria, al amor hermoso, a lo bueno, a lo bello, a lo noble y a todo cuanto dignifca y engrandece, no necesita de palabras para que su nombre y su obra irradien perpetuamente con relieve inconfundible.De su actitud frente a la Alta Comisin Militar, habla con precisin un periodista dis-tinguido: H. Blanco Fombona, en la pgina publicada en la revista Letras, de esta ciudad, en su edicin nm. 170, correspondiente al 12 de septiembre de 1920. La escogemos de entre los muchos trabajos que se escribieron entonces, porque su autor fue de los que sufrieron prisin y ruina por la misma causa. La Alta Comisin Militar, ante la dominicana entereza del Doctor Lugo, se desconcert, aplaz la causa y el fallo no fue pronunciado.He aqu la palabra del ya fenecido periodista cuya memoria nos merece respeto: Lugo ante la Comisin MilitarAmricoLugoesunhombremaduro.ElrespetoqueseleprofesaenlaRepblica noes,pues,nadaapriori;esalgoaposteriori,granjeado,condifcultad,aunquesin proponrselo, por su vida vivida altamente, pulcramente, fructuosamente. El talento y el donaire para expresarse por escrito, son dones que, al nacer, le otorgaron las hadas. Pero el uso que ha hecho de estas cualidades no comunes obra es de su conciencia. Centro de un hogar todo honorabilidad; doctorado en leyes, autor de estudios literarios y cientfcos de gran inters; cuando la patria ha necesitado el consejo de sus hijos ms eminentes, la voz de Amrico Lugo se ha dejado or, no como la de un profesional de la poltica, que busca medro para bastardos intereses, sino como la de un probo pensador, que ama por sobre todas las cosas, a su patria, que tiene, a toda hora, presentes, para defenderlos con la fogosidad de un buen tropical, los intereses permanentes de la nacionalidad dominicana. Cuando la patria no reclama el concurso de sus capacidades, l se aleja a su gabinete de trabajo, y reconstruye benedictinamente, el pasado de esta isla que es tambin el pasado de Amrica o cincela una pgina de amena literatura o busca soluciones legales a los inte-reses en conficto que se le han encomendado. Fuera de su hogar y de su ofcina es difcil hallarlo en parte alguna.AcordsedellaRepblicacuandoquisomandaraunhombrebienpreparadoala Cuarta Conferencia Panamericana reunida en Buenos Aires, en donde con honradez y sin-ceridad, que algunos creyeron poco diplomticas, denunci ante el mundo al imperialismo norteamericano.30Hombre de carcter, no rehye responsabilidades, llama a las cosas por su nombre, da la cara al conficto.Iniciada hace poco en el pas una campaa doctrinaria que contaba para ser respetada, solamente con su propia respetabilidad, ya que segn la ley de censura que se ha impuesto a la prensa dominicana no se tolera sino una propaganda complaciente, es decir de complici-dad; Amrico Lugo sali a la palestra armado de todas las armas: de un conocimiento cabal del caso dominicano y de una copiosa doctrina jurdica, a llamar las cosas por su nombre dentro de un plan cientfco de propaganda doctrinaria nacionalista. Esa campaa lo condujo a donde se encuentra hoy: ante una Comisin Militar. Al convocar estas Comisiones se les indica el mximum de pena que pueden aplicar. La Comisin que conoce de la causa que se sigue contra Amrico Lugo, puede llegar segn expresa la convocatoria, hasta a la pena de muerte. Los artculos doctrinarios de Lugo fueron reproducidos por toda la prensa del pas a ttulo de aprobacin y contribuyeron grandemente a triplicar la venta del diario Las Noticias en donde aparecan. Se le redujo a prisin y se le permiti la libertad mediante una fanza de $3,000.Juzgados el exdiputado Castillo y el poeta Sanabia, y condenados por supuestos deli-tos de prensa a un ao de presidio y mil quinientos pesos de multa; juzgado Fabio Fiallo y condenado a un ao de presidio y dos mil quinientos pesos de multa; juzgado el diarista Flores Cabrera, y pendiente la causa de sentencia, toca a don Amrico su turno. Comparece en juicio pblico ante la Comisin Militar. (Los anteriores juicios haban sido secretos).Elpasesperabaansiosoalgoimportanteenladefensadedon Amrico. Yelpasse sinti alborozado, dignifcado cuando el supuesto reo dijo:Seores:Noestoylistoparaserjuzgado.Alescribirelartculoporelcualseme imputa un delito, he entendido que cumpla un deber de dominicano. En mi calidad de ciudadano dominicano, no puedo reconocer en la Repblica Dominicana la existencia de otra soberana sino la de mi patria. Toda suplantacin de esta soberana, sea cual fuera el principio invocado, no es ni ser a mis ojos sino un hecho de fuerza. Por consiguiente, y puesto que creo que no he cometido ningn delito y que no puedo reconocer ninguna jurisdiccin sobre m a este tribunal, no he venido a defenderme: he comparecido sola-mente obligado por la fuerza.Es esta una muralla ms inaccesible que la china, tras la cual se coloca el reo, y coloca tambin al pas al colocarse l. Este desconocimiento, escapado de las especulaciones tericas, se irgue vivifcado, concreto, preciso, en un acto, con un valor de suma trascendencia. En el proceso de la Ocupacin Militar esta declaracin tan categrica hecha por tan conspicua personalidad, se levanta como un faro para sus compatriotas contemporneos. La historia dominicana guardar amonedada esa contestacin para ensearla a las generaciones veni-deras cuando tengan que hacer gala de sus magnos gestos. Esa tabla de mrmol le hablar al porvenir de patriotismo, de dignidad, de valenta.ElDr. AmricoLugoesdesde1913ConsejerodelasLegacionesDominicanasenlos Estados Unidos de Norteamrica y en Europa y Comisionado Especial para el estudio de losarchivosextranjeros;yest,desde1909,adscritoalaSeccinTerceradeWashington, quefueunadelassieteSeccionesqueseconstituyeronenelCongresodeDelegadosde todas las Repblicas de Amrica reunido en Ro de Janeiro con el fn de preparar un Cdigo de Derecho Internacional Pblico y otro de Derecho Internacional Privado que reglen las relaciones de todos los Estados del Nuevo Mundo.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA31Naci en esta ciudad, en la amada calle del Conde de Pealva, en la casa marcada con el nmero 75 el 4 de abril del ao 1870, hijo legtimo de D. Toms Joaqun Lugo (1836-1921) y de Da. Cecilia Herrera y Veras (1841-1924). Es primer nieto de D. Nicols Lugo (1807-1845), nacido en Maracaibo, Venezuela, a donde se establecieron sus padres, cuando de nuestra patria emigr la for de las familias dominicanas por causa del maldecido Tratado de Basilea, y quien no solamente fgura en nuestros anales como maestro de varios prceres distinguidos, sino que fue de los frmantes del Manifesto de la Independencia y de los legionarios del Baluarte en la noche redentora del 27 de Febrero de 1844, y de Da. Juana Mara Alfonseca; segundo nieto de D. Jos Joaqun Lugo, rico propietario, dueo de tierras y de esclavos en los das de la Colonia, y de Da. Felipa Ypez. Contrajo matrimonio en la blasonada ciudad de Puerto Plata el 12 de abril de 1893 con la distinguida seorita Dolores Romero y Correa, de origen cubano; y de cuya feliz unin es nico y vigoroso fruto Amrico Lugo Romero (n. en 1894).BIBLIOGRAFA1. Es arreglada al derecho natural la investigacin de la paternidad? Tesis para la Licenciatura en Derecho, S. D., 1889.2. A punto largo, S. D., 1901. Segunda edicin, Pars, 1910.3. Heliotropo, S. D., 1903. Segunda edicin: C. T., 1939. (Aumentada con una segunda parte).4. Defensas, Litis Alfau-Vicini, Dos tomos, S. D., 1905.5. La concesin Ros, S. D., 1905.6. Ensayos dramticos, S. D., 1906.7. Bibliografa, S. D. 1906.8. Flor y lava, (Antologa de Mart), Pars, 1909.9. La Cuarta Conferencia Internacional Americana, Sevilla, 1912.10. El Estado dominicano ante el derecho pblico, S. D., 1916. (Tesis para el Doctorado en Derecho).11. La intervencin americana, S. D., 1916. (Las nm. VI, IX, X y XV de la serie de cartas al Listn).12. Asuntos prcticos, S. D., 1917, tomos I y II. (Litis Minier-Grangera-Hihlt & Co.).13. Camafeos, La Vega, 1919.14. Por la raza, Barcelona, 1920.15. El plan de validacin Hughes-Peynado, S. D., 1922.16.LoquesignifcaraparaelpueblodominicanolaratifcacindelosactosdelGobiernoMilitarNor-teamericano, S. D., 1922. (Conferencia dictada en Santiago el 25 de junio de 1922. Hay tres ediciones hechas el mismo ao).17. El nacionalismo dominicano, Santiago, 1923.18. Declaracin de principios, S. D., 1925.19. Coleccin Lugo, S. D., 1927. (Separata del semanario Patria).20. Los restos de Coln, C. T., 1936.21. Manifesto al pueblo y al gobierno de Espaa, C. T., 1938.22. Minas en la Espaola, C. T., 1940.23.RecopilacindiplomticarelativaalascoloniasespaolayfrancesadelaIsladeSantoDomingo (1640-1701), C. T., 1944, Tomo 13 de la Coleccin Trujillo, dirigida y nominada por el Lic. Manuel A. Pea Batlle.24. Baltasar Lpez de Castro y la despoblacin del norte de la Espaola, Mxico, D. F., 1947.25. Emilio PrudHomme, Esbozo, C. T., 1948.AMRICO LUGO|ANTOLOGA32Fuera de volumenColeccinLugo.(97libretas.Documentos,relaciones,cartas,notasbibliogrfcas,etc.,copiadasen archivos de Espaa, Francia y de los Estados Unidos). Publicada en el Boletn del Archivo General de la Nacin, desde el nm. 1, que apareci en 1938, y contina an. En la Coleccin Trujillo, que apareci en 1944 con motivo del Centenario de la Repblica, bajo la direccin del Lic. Manuel A. Pea Batlle; en las revistas La Cuna de Amrica y Letras, publicados y anotados por Don Emiliano Tejera; en Renacimiento, publicados y anotados por el propio Dr. Lugo; en su semanario Patria; en la revista Clo, rgano de la Academia Dominicana de la Historia, publicados y anotados por Don Emilio Tejera, han sido publicados documentos pertenecientes a esta Coleccin). Cmo muri la Primera Repblica. (Serie de artculos publicados en el semanario El Progreso, en el ao 1915).Historia eclesistica de la Arquidicesis de Santo Domingo. (Serie de artculos, rectifcativos y ampliativos, consagrados al primer tomo de la Historia eclesistica del cannigo Carlos Nouel, publicados en el semanario El Progreso, en el ao 1914).La Espaola en tiempo de Fuenmayor. (Ensayo histrico publicado, fragmentariamente, en la revista Clo, rgano de la Academia Dominicana de la Historia, nm. 27-29, 35, 36, 38 y 39).Historia colonial de la Isla Espaola o de Santo Domingo. (De esta obra, inconclusa, se publicaron varios cap-tulos en Clo, nmeros 40-42, 44, 45 y 47. Cuando la publicacin iba por el nm. 45 de la mencionada revista, el autor modifc el ttulo as: Historia de la Isla de Santo Domingo, antigua Espaola).Patria. (Peridico fundado y dirigido por el Dr. Lugo en San Pedro de Macors en 1922 y trasladado despus a esta Capital, donde se public hasta mediados de 1928. Los editoriales de este sema-nario, debidos a la pluma de su director, pueden compilarse en varios volmenes).Artculos. (En el Listn Diario, en el Nuevo Rgimen, en El Progreso, en La Cuna de Amrica, en Letras, en ElTiempo,ascomoenotraspublicacionesnacionalesyextranjeras,haydispersosnumerosos artculosliterarios,jurdicos,polticosehistricosquetenemosanotadosennuestrosfcheros bibliogrfcos).Algunas opiniones de la crtica dominicana y extranjeraOpiniones generalesPedro Henrquez Urea: Es la primera fgura de nuestra juventud literaria. El primer prosador de la juventud antillana, estilista fno, intenso en el decir, docto y elegante dice Rubn Daro perito en cosas y leyes de amor y galantera, y al mismo tiempo serio analista de cuestiones sociales. (Horas de estudio, Pars, 1910). El gran representante de nuestras tradiciones castizas, en quien los dioses infundieron el don de la palabra perfecta. (Listn Diario, no. 13729, de 19 de mayo de 1932). Nuestro gran investigador y admirable escritor. (La cultura y las letras en Santo Domingo, Buenos Aires, 1936). En prosa es particularmente rico en palabras y giros clsicos el lenguaje de D. Amrico Lugo (El espaol en Santo Domingo, Buenos Aires. 1940).Pedro de Rpide: Prncipe de las letras. (La saeta de Abaris, Madrid-Buenos Aires, 1929).Jos D. Corpeo: Es uno de los hombres de letras que ms honran la lengua de Cervantes.L. E. Villegas: Es el ms clsico de los escritores jvenes de Amrica.Arturo R. de Carricarte: La primera fgura literaria de la juventud dominicana. Si Rod y Juan P. Echa-gue y Francisco Castaeda se suman a Torres, Caicedo, a Francisco G. Caldern Roy, a Amrico Lugo, entonces, ese don raro y divino de la crtica honda y artstica cmo podra negrsele a nuestra Amrica?.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA33Max Henrquez Urea: Escritor eminente y uno de los pensadores ms hondos de mi tierra. Maneja el lenguaje con arte supremo.Tulio M. Cestero: Esta carta es un homenaje rendido a tu espiga plena de granos de oro, la ms alta en el huerto patrio; a tu blanco penacho lrico que prcer y victorioso, ondea al sol de la gloria. Cuantas veces escribo tu nombre en carta a algn compaero de Amrica, expreso que eres el primero de cuantos escritores han nacido en tierra dominicana. Y lo digo con la sinceridad ma que ninguna palabra ni accin desmiente.Flix E. Meja: El ms alto, altivo, activo y docto. La primera pluma del pas.Miguel ngel Garrido: Uno de los prncipes de la prosa en Amrica. Reina en el concierto de las letras patrias. Ha tomado de los clsicos maestros del habla castellana la correccin de la forma, y es el primero entre la juventud literaria de la Repblica.A.R.Nanita:Eselprncipedenuestrosescritoresyautoridadinnegableencuestionesdecrtica literaria.Horacio Blanco-Fombona: Hroe civil dominicano. Capaz de continuar la inconclusa obra de Mart. Cumbre del pensamiento en Santo Domingo.Manuel A. Pea-Batlle: Paradigma de dominicanidad. Maestro y gua de su generacin.Carlos Thomson: La pluma ms fna de la nacin.Federico Garca Godoy: Ha escrito pginas admirables dignas de fgurar en la mejor Antologa.ManuelArturoMachado:Puedeafrmarsequenohayentrelosprosadoresdominicanos,quienle supere por el vigor de la frase emotiva y por la frase brillante y numerosa. Como artista de la palabra escrita no hay entre nosotros quien logre aventajarle.Luis Armando Abreu: Galvn y Lugo son nuestros dos ms excelsos prosistas. Por la tcnica en la adjetivacin, por la sobriedad y belleza de las imgenes, por la gracia y claridad de la sintaxis, porelprofundoconocimientoflolgicoqueseadvierte,porlamusicalidaddelestilo,por lo personal de la disposicin, la prosa de Lugo debe ser considerada, universalmente, como 'arte mayor.Manuel Fernndez Juncos: Escritores de la cultura, estilo y valenta de pensamiento de Amrico Lugo, bien merecen ser ledos, comentados y estimados por nuestros ms competentes pensadores y hombres de letras.Jacinto Lpez: Es un escritor artista, un talento autntico, un poeta genuino.Eugenio Mara de Hostos: Dominicano de los mejores por la cultura, la doctrina y la razn. Es uno de los mejores hijos del pueblo dominicano. Agrega a la elocuencia de las ideas la de los sentimientos elevados. En sus escritos es de notar que el movimiento, la viveza, la elocuencia, resultan de la correspondencia entre la forma clausular de su estilo y la precisin de sus ideas.Samuel Montefore Waxman: Don Amrico Lugo est generalmente reconocido como el ms grande hombredeletrasdeSantoDomingoentrelosvivientes.Esunhistoriadoryalmismotiempo artista creador y crtico.EnriqueHenrquez:Ilustreporsuculminantesignifcacinuniversalcomopensadoryhombrede letras, ilustre asimismo por su tenaz y frvida proceridad nacionalista.Juan Jos Llovet; Lugo no necesita de la historia. Es hombre de leyenda.F. X. Amiama Gmez: Ocupa el sitial de prncipe de la prosa,Gabriel B. Moreno del Christo: Verdadero prncipe entre los intelectuales.Osvaldo Bazil: Es el primero en mi tierra. Amrico Lugo es el maestro de la juventud mental de estos das. Nadie como l realiza obras perdurables de belleza en mi tierra.Gustavo Adolfo Meja: El primer escritor dominicano de todos los tiempos.AMRICO LUGO|ANTOLOGA34Manuel de Jess Goico: Galvn y Amrico Lugo han sido en nuestro pas los estilistas que ms impecabilidad y belleza han logrado en sus sonoras prosas exornadas con clsico lirismo.Mariano Lebrn Savin: El hombre ms admirable y puro que he conocido.Alberto Baeza Flores y Franklin Mieses Burgos: Representa para la Repblica lo que Romain Rolland para Francia o lo que Unamuno para Espaa.Domingo Moreno Jimenes: Gran escritor, poeta y esteta, patriota de alma de acero, maestro de la juven-tud, hombre de justicia y de fe, cuyas provechosas enseanzas han germinado en mi espritu.Emiliano Tejera: Los documentos que se principian a publicar hoy son las primicias de los muchos e importantes benefcios que producir el trabajo del seor Amrico Lugo en los ricos archivos de Espaa. Ya era tiempo de que esa labor se iniciase. No tenemos realmente historia antigua. Creo fnalmente que es dinero bien gastado el que se emplee en copiar felmente en Espaa los documentos que deben constituir nuestro archivo histrico antiguo. Me parece que sera bien que por quien tenga facultad para ello, se ordenase al Sr. Lugo que hiciese copiar exactamente todos los documentos relativos a Santo Domingo, del 1548 en adelante: que esos documentos se remitiesen a esta capital tan pronto como estuviesen copiados, i que aqu se publicasen, inme-diatamente, empleando para ello un medio parecido al que se sigui para publicar los informes geolgicos del Sr. W. Gabb. Queda entendido que el Ejecutivo deba recabar del Congreso los medios necesarios para realizar obra tan til i conveniente.Samuel Montefore Waxman: En experto consejo y orientacin, debo mucho al Sr. D. Amrico Lugo, reconocido generalmente como el ms grande entre los hombres de letras vivos de Santo Domingo. Como muchos hispano-americanos, es un historiador al par que un artista creador y crtico, y tiene varios volmenes manuscritos que an aguardan editor. Es de esperar que algn Mecenas o alguna sociedad ilustrada de los Estados Unidos se presente y le ofrezca la ayuda fnanciera quepermitalapublicacindeesasinapreciablescontribucionesalaantiguaHistoriadomini-cana Como bibliografas existentes, las Notas sobre nuestro movimiento literario, de Lugo, en su librointituladoBibliografa,ymsrecientemente,suprlogoaPinaresadentro(1929)dePedro Archambault, son las ms valiosas en la literatura dominicana. (A bibliography of the belles-lettres of Santo Domingo, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1931).Erwin Walter Palm: Permtame que le diga que he quedado profundamente conmovido por la lectura de sus manuscritos. Porque es raro que en estos tiempos de puro afn documental se cristalice un estilo monumental como Ud. lo ha encontrado, restableciendo el equilibrio entre lo que hay de cientfco y lo que hay de artstico en la obra del historigrafo. Qu placer en transformar en his-toria defnitiva lo que fue recuerdo vivo! Qu envidiable don! Y qu cerca de los antiguos!.Monseor Adolfo A. Nouel: Lugo es el Sols dominicano.Jos Mara Chacn y Calvo: Don Amrico Lugo, autor de una excelente historia documental de Santo Domingo en los dos primeros siglos de la colonizacin, es un investigador formado de la mejor escuela, que concierta armoniosamente el tenaz esfuerzo erudito con el espritu de la creacin artstica.Eugenio M. de Hostos: El asunto de las intervenciones est muy bien tratado; tan bien tratado, que su autor, como nosotros desearamos, para darle una prueba de confanza en su juicio, en su talento y su doctrina, podra seguir desarrollando el tema.Manuel Ugarte: Es una obra (A Punto Largo) que se sale del nivel general y denuncia en su autor un granespritugenerosoyalto.Simeentusiasmaelfondo,nomeagradamenoslaforma:sta muestra un buen escritor, aqul un buen ciudadano.Contreras Ramos: El hombre que dice,Gobernar es amar, ya est juzgado.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA35Manuel Arturo Machado: Heliotropo no tiene, en su gnero, mulos en la literatura nacional, y puede resistir, con ventaja, la comparacin con cualquiera obra anloga de Hispanoamrica. (1903).Federico Henrquez y Carvajal: Es un raro nido de ptalos, de astros y de alondras. Es un nido de celestes melodas. (1903) El paralelo que hago entre la primera y la segunda parte del renovado volumen de Heliotropo, no es bice a la confrmacin del concepto emitido por Machado. Digo, pues, que los nuevos poemas incluidos en el renovado volumen de Heliotropo superan, en emocin y en estilo, a los insertos en el pequeo volumen publicado hace siete lustros; y confrmo que Heliotropo no tiene, en su gnero, mulos en la literatura nacional y puede fgurar en el primer plano de la literatura amrico-espaola. La for del jacinto es el mejor regalo que ofrece a sus lectores el nuevo breviario y forilegio. (1939).Pedro Ren Confn Aybar: A principios del siglo un nuevo libro reanim nuestra poesa. Era un libro en prosa: Heliotropo Ningn libro nuestro de poesa contiene tanta correccin, tanta belleza, tal pulcritud. Los poemas de Heliotropo son bellos todos. Preferencias? Las preferencias nacen del gusto personal. Yo selecciono Sor Teresa y Las hojas. Pero Sor Teresa y Las hojas no son las mejores. No hay mejor en Heliotropo.Enrique Deschamps: Es (Heliotropo) el libro ms bello que se ha escrito en la Repblica Dominicana.Arturo B. Pellerano Castro (Byron): No puedo poner en mi verso toda la poesa que hay en tu prosa.AmricoLugofueapreciadoporelilustrecrticoPedroHenrquezUrea(Horasde Estudio,Pars,1910),comoelprimerprosadordelajuventudantillana;yelaltopoeta Osvaldo Bazil, en su interesante ensayo Movimiento intelectual dominicano, Washington, D. C., 1924, estim que si dentro del actual ambiente de las letras dominicanas, discurriramos por una escala de estricta seleccin, podra la Repblica presentar al juicio extrao la suma de una triloga consagrada, compuesta por los escritores Amrico Lugo, Pedro Henrquez Urea y Tulio M. Cestero, en la seguridad de que con ella obtendra Santo Domingo puesto de honor en la conciencia literaria de Amrica y de Espaa. Hoy es don Amrico Lugo, sin disputa alguna, el primer escritor dominicano; y si recorremos las pginas de nuestra historia cultural, evidenciamos que no ha tenido igual en nuestra tierra. Es el prncipe de nuestras letras.Vetilio Alfau DurnAMRICO LUGO|ANTOLOGA36Es arreglada al derecho natural la prohibicin de la investigacin de la paternidad?Al Seor Don Eugenio Mara de Hostos, como prueba de que el discpulo no olvida al maestro.Amrico Lugo.Seor rector. Seores miembros del Consejo. Seores jurados:Es arreglada al derecho natural la prohibicin de la investigacin de la paterni-dad?El azote de la sociedad, el monstruo social, la investigacin de la paternidad. Lo han anatematizado conciencias repletas de impurezas: Napolen, Cambacrs Lo condenan aun los representantes de una sociedad muerta. La repblica de Santo Domingo tambin lo ha pisoteado. Qu ms hay que hacer?Pobrelegislacinlaqueechasuscimientosenelpolvopodridodelostiempos,laque recoge en el pasado decrpito los elementos de su vida como la joven raz alimento en secas rocas; aunque el pasado brot genios y aunque la decrepitud del genio es sublime, la legislacin pretrita, la mejor, la legislacin romana no puede servir como legislacin moderna. Legislacin es expresin social, y, puede ser la expresin social del siglo XIX la misma de los tiempos del Digesto?EselhombredehoyelmismoparaquienJustinianocompilaba?Elcristianismo, las revoluciones de sentimientos y de ideas, las inmensas revoluciones de las necesidades y la potente accin de la gota de tiempo cayendo incesantemente, no han cambiado la faz de la humanidad?Nuestro cdigo es hijo del francs. Tiene todos sus vicios, slo que, al ser adoptado por la joven antilla, tuvo que conformarse a sus estrechos lmites. Ttulos hay que son leyes muertas. La oscuridad que ya es grande en el padre, es completa en el hijo, y las materias que el legislador francs dej truncas aparecen en el cdigo dominicano ms mutiladas todava. Pero hacemos notar la superioridad de nuestra parte penal respecto de la francesa.Busquemos, pues, siempre que se trate de la historia, de la causa, del objeto, de la razn de nuestras leyes civiles, en el arsenal francs, no en el dominicano. El cdigo dominicano no tiene antecedentes. rbol trasplantado de muy lejos a nuestra regin, nada nuestro nos dar el motivo de dar ms sombra aqu, menos all. Obra octogenaria que sobrevive entera por la fuerza de unidad que le dieron los hombres que la formaron, lucha aqu algo ms de lo que en Francia lucha por retratar tiempo, ideas, sentimientos que ya no son los suyos. Un siglo nunca pasa impunemente. La legislacin de 1804, con todas sus reformas francesas y dominicanas, se ha quedado detrs del derecho que avanza siempre, como avanza todo, por la ley del progreso. Ya no organiza, sino que en vez de organizar, perturba. Y ha sido acaso buena legislacin la de 1804, aun en el ao mismo de 1804? Se con-formaba con su tiempo, con las ideas que la revolucin prendi en el seno de la sociedad francesa, con los principios de igualdad y de equidad que hervan en el fondo de la razn? Ledioellegisladorelderechonaturalcomobase,lamoralcomoobjeto?Compreseel cdigo Napolen con el cdigo frustrado de la Convencin, y se ver qu abismo media *Tesis exigida para la Licenciatura en Derecho por el Reglamento del Instituto Profesional de Santo Domingo. Publicada en folleto, S. D., 1889. Escrita a los 19 aos, mereci un juicio crtico de D. Eugenio Mara de Hostos, en el cual ste transcribe por su mrito literario, el prrafo Slo hay un hogar, un hogar inmenso, de techo azul, etc.; y tambin el prrafo relativo al anlisis del Cdigo Napolen, por su mrito lgico.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA37entre los dos, abismo que, en todo un siglo de incesante moverse y adiestrarse, no ha podido salvar el cdigo militante.Puede servir, y en efecto sirve para juzgar una obra cualquiera, el examen de sus autores: el hombre jams est oculto, y su maldad o su bondad se imprime claramente dondequiera que deja la huella de su paso. Podramos juzgar esa legislacin haciendo comparecer a los quelaamasaron:elprimerCnsul,elsegundo,Portalis,Tronchet,BigotdePrameneu, Maleville,Treilhard,Thibaudeau,Ral,Emmery, Albisson,DuveyrierPeroyaquehay otros medios, dejemos dormir los muertos, si es que duermen.ParajuzgarelcdigoNapolenbastaexaminarunsoloartculo,el340,quediceas: Queda prohibida la investigacin de la paternidad. En caso de rapto, cuando la poca en que se hubiere realizado corresponda prximamente a la de la concepcin, podr el raptor ser declarado padre del nio, a instancia de los interesados. Digamos ante todo que esta disposicin se refere al hijo natural, al triste hijo natural expuesto al abandono de su padre y sometido aun antes de nacer al abandono de la ley: el legtimo, por provenir del lazo legal del matrimonio, el mal llamado legtimo exclusivamente, pues que no hay ms razn de lla-marlo as que al hijo natural, puede muy bien indagar cuando le plazca quin es su padre.Considerando al hijo natural como el producto de una falta, la ley castiga en el inocente la falta de su padre, dando a ste la careta de la sombra ante la sociedad y la de la impuni-dad ante el hijo.Es eso justo? No. El hijo no merece reproches de la ley por el hecho de no haber nacido del matrimonio de sus padres; si la ley ve en la ausencia del matrimonio una falta, culpe al padre, pero no haga sufrir las consecuencias al hijo que tiene, por ser hijo natural, ms de-recho a la proteccin de la ley que el hijo legtimo, porque, si en ambos casos hay un deber igual en el padre, en el caso primero el deber acrece con la falta.Es moral? No. La ley sustrae al padre del deber que ser padre conlleva; priva al hijo del inapreciable consuelo de conocer a quien le dio el ser; rompe lazos naturales que son los verdaderos lazos de la familia, y todo eso es inmoral. La ley niega al hijo el ejercicio de un derecho que la moral le reconoce; hace suyo el abuso cometido por el padre en la madre de su hijo; fomenta instintos depravados, pasiones vergonzosas con el acicate de una escandalosa presuncin en obsequio del escndalo, y todo eso es inmoral. La ley consiente en el matri-monio del padre con la hija, del hijo con la madre, del hermano con la hermana; el artculo 340, prohbe formalmente la investigacin de la paternidad. He ah el amontonamiento de escndalos que la ley sustenta con el pretexto de evitar escndalos.La ley admite una excepcin: el caso de rapto, cuando este corresponda a la concepcin. Esta disposicin no se refere a la violacin. Napolen dijo que la ley deba castigar la vio-lacin, pero que no deba ir ms lejos. El artculo 340, segn un autor francs, establece la presuncin juris et de jure, de que la mujer violada lo ha sido por otro que el violador.Merecen mencin los pretextos que se alegan para justifcar la ley?Si se niega la existencia de pruebas, niguese para todos los casos. Si se teme el escndalo, prohbanse la denegacin de paternidad y todas las acciones del mismo gnero.La distincin que hace la ley entre el hijo legtimo y el hijo natural no tiene razn de ser ante el derecho natural. Para ste todos los hijos son iguales y todos tienen iguales derechos. Qu importan edad, condicin, sexo, ante la naturaleza? La legitimidad consiste en el hecho de ser hijo, no en serlo bajo determinadas condiciones. Si todos los derechos del hijo fundados en los deberes del padre son de derecho natural, la investigacin de la paternidad, permitida AMRICO LUGO|ANTOLOGA38por la ley a unos y negada a otros, es de derecho natural y la prohibicin es absurda, pues todos los hijos son iguales. Para el derecho natural no puede haber privilegios: qudense stos para el derecho civil, que siempre invoca la moral para apartarse del derecho natural. El principio de la moral es la libertad. La legitimidad del derecho positivo est en el derecho natural. El derecho positivo es la aplicacin de todo el derecho natural posible a las relaciones humanas para hacerlas morales siendo libres. En cuanto se separe del derecho natural, todo rgimen que establezca es inmoral y abusivo.Todos los hijos tienen derecho a ser reconocidos por sus padres porque la paternidad im-pone a stos el deber del reconocimiento. Es el primero de los deberes paternos. Y la ley que organiza la familia comienza por decir al padre: Puedes renegar de tus hijos. Entre aquellos que son iguales ante tu corazn, puedes rechazar los que tu conveniencia te aconseje. Tu ini-quidad quedar cubierta porque har ma la responsabilidad de tus hechos! Y la misma ley divide la familia estableciendo dos hogares: uno, para la familia que ella llama honrada, el otro, para la otra familia, para la no honrada. Absurda distincin. Slo hay un hogar, un hogar inmenso, sin puertas, de techo azul, de una lumbre sola: el sol, de una sola autoridad: el amor. All van todos los hijos que vienen a la vida; todos llegan gritando, desnudos, con fro, y todos encuentran un puesto al sol, un pedazo de la lumbre comn, y un pedazo de amor que los recoja. Qu importa la fragua legislativa? La ley no puede imperar sobre la naturaleza.Los hijos crecen. Un da el mundo se acerca a ellos, a los inocentes, y les dice: Vosotros no sois iguales. Habis venido por el mismo camino, bebisteis en el mismo seno la leche de la vida, es cierto, pero existe algo que se llama privilegio, que la moral impone! Los que tengan el privilegio de legtimos ejercern todos los derechos que el nacimiento da. A los que no lo tengan se les restringir el ejercicio de sus derechos, se les llamar hijos naturales, y por la tremenda falta de ser naturales, ser potestativo a sus padres cumplir sus deberes respecto de ellos. Los hijos naturales pueden disputar:Pero qu hemos hecho nosotros para que as se nos castigue?Vosotros, nada. Pero vuestro padre pudo casarse con vuestra madre y no lo hizo. No sois pues de unin legtima.Nuestro padre cometi, no casndose, una falta para la ley. Nosotros hemos nacido despus. Por qu hemos de sufrir las consecuencias de faltas que no cometimos?Porque es justo.Y por qu es justo? Es justo, acaso, que los hijos sean castigados por la falta de su padre? Si alguien merece castigo es nuestro padre, porque abus de nuestra madre: por qu la ley le premia permitindole sustraerse a sus obligaciones?Porque es moral.En qu consiste, entonces, la moral? En seducir mujeres y tener hijos, y, amparndose en la ley, negar a las madres indemnizacin del dao, y a los hijos la cualidad de padre para hacer ilusorios los deberes ms sagrados?Nocin de justicia, moral, razn, naturaleza, todo lo atropella el artculo 340. Ese artculo, el 335, la teora entera del hijo natural, deshonran el cdigo que los contenga.La legislacin clama reformas. Es menester adelantar, pero no lo es quedar estacionados. Permanecer quietos cuando todo el mundo avanza, es lo mismo que marchar hacia el pasado. La idea del derecho brot en el siglo XVIII. No se ha pasado de ah. Por qu? Busquemos las razones en Francia porque nuestro derecho es el francs, y porque la Francia ha sustentado los obstculos que en todas partes haran imposible la creacin de la ciencia del derecho.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA39La gran revolucin estableci en Francia un rgimen de libertad, rgimen que muri a manos de Brumario, la primera cada de la libertad. Se trata de nuevo de hacer leyes, mas no para consagrar el principio, cado, sino para desconocerlo: es innegable que el cdigo Napo-len es un cdigo restrictivo de libertad. Sin duda que haba en Francia un espritu guerrero semejante al romano. Y la Francia se puso a retroceder en el pasado, y trajo del pasado los elementos de su obra. No podemos negar que era difcil prescindir de ello: la misma Con-vencin no pudo prescindir, pero se apart, especialmente en el estatuto personal, de todo lo que era inferior a la concepcin nueva del derecho. Mientras que Napolen puso afn en recordar las formas angostas en que el hombre no cabe desde el siglo XVIII, la revolucin busc en el porvenir, y realiz en parte la libertad. Napolen persegua un objeto; la cons-titucin Siyes se prestaba, con una ligera enmienda. Los hombres relativamente liberales, Benjamn Constant, Ganilh, J. B. Say, y otros, fueron expulsados del laboratorio de la ley.Hecho con materiales de opresin, amasado por hombres de opresin, y respondiendo a un objeto de opresin, el cdigo Napolen fue promulgado. No era el producto de la revolu-cin flosfca del siglo XVIII, siglo que en el camino de la libertad dej huellas adelantadas y profundas; era la obra del despotismo que se cerna en Francia con el siglo XIX para borrar esas mismas huellas. Qu mucho que el derecho no haya adelantado en Francia, que no haya podido formarse la doctrina, que la ciencia est todava en paales? El decantado cdigo, el adoptado por varias naciones, el adoptado en 1884 por la Repblica Dominicana por considerarlo una obra monumental de legislacin, no merece siquiera nombre de leyes. La ley del privilegio no es ley. El cdigo Napolen es un sistema de privilegios. Basta un ligero anlisis para demostrarlo.Objeto primero de la ley civil: la familia. En el matrimonio, privilegio en obsequio del marido; en vez de la igualdad de derechos que la razn predica, la autoridad marital. Privile-gio en obsequio de los ascendientes respecto de los contrayentes: en vez de fjar a la misma poca en que el hombre adquiere el libre ejercicio de sus derechos el del derecho de casarse, la teora del consentimiento, que falsea el matrimonio, porque aleja de l lo que siempre debe ser norma de la vida social: la conciencia plena de la responsabilidad de sus hechos en el que los ejecuta. En vez de declarar que los esposos son libres de reglamentar como quieran sus intereses pecuniarios, la ley establece regmenes matrimoniales, enmaraado sistema de privilegiosabsurdosafavordecualquieradelasdospartes,yenelrgimendederecho comn establece como base la desigualdad.En fliacin, privilegio en obsequio de los hijos legtimos: en vez de declarar igual lo que igual es ante la razn y la conciencia, la teora del hijo nacido fuera del matrimonio, el artculo 335, la prohibicin de la investigacin de la paternidad.En tutela, privilegio en obsequio de los incapacitados ordinarios, respecto de los nacidos fuera de matrimonio no reconocidosPero la extensin del anlisis se sale de los lmites de una tesis y basta lo aducido para probar de sobra que la obra que examinamos ni es legislacin racional, ni es principio de libertad, ni puede tampoco servir para fundar ciencia del derecho. La flosofa de ste est por crearse; los fragmentos de una sociedad cuyo sepulcro se pierde en las nubes del pasado, la tradicin romana y la del antiguo derecho estn por abolirse; el verdadero espritu de doc-trina est por formarse; las bases de una buena codifcacin por discutirse, y la refundicin de la legislacin actual por intentarse.El hervidero inmenso que, en el fondo de las sociedades, estrecha y golpea, y deshace y funde los elementos de bronce del progreso, consume en vano su fuego en fundir la arenosa AMRICO LUGO|ANTOLOGA40piedra humana: hmedos de sudores, y hasta de lgrimas y sangre, salen de la eterna gesta-cin los difciles productos, y el rgimen representativo junto con los derechos individuales y la federacin aumentan la comunidad; pero el hombre no se funde con el hombre, y la verdadera igualdad nunca rompe el broche del ideal.Serundulcesueoirrealizableelquelaleycorrespondaalanocinmselevada del derecho que la razn concibe? En el pasado slo se lee una palabra: abuso. Es la misma que se lee en el presente. Rompamos, pues, la tradicin, salgamos de nosotros mismos, e internmonos en el porvenir a fabricar la ley para nuestros hijos! He dicho.El Estado dominicano ante el derecho pblico*A mi Padre.El pas. El pueblo. La historiaLa isla de Santo Domingo est compartida por dos Repblicas: la Dominicana, duea de las dos terceras partes de ella, y la de Hait, poseedora de la otra tercera parte. Hait es hija de Francia: el fundador de la parte Francesa fue Bertrand dOgeron, en 1664, ayudado de los flibusteros y bucaneros que desde 1629, tal vez desde 1627, se haban establecido en la isla de la Tortuga. Reconocida por Espaa desde el tratado de Nimega, gobernada a veces por hombres eminentes como Ducasse, lleg a constituir una gran colonia cuyos lmites fueron fjados en 1777 por el tratado de Aranjuez. En 1795 la isla entera fue cedida a Francia; pero arrastradoslosnegrosdelaprimitivapartedestaporelmalejemplodelaRevolucin Francesa, concluyeron por matar a los blancos, destruir la colonia y declararse en 1804 en Estado independiente con el nombre de Hait. La Repblica Dominicana es hija de Espaa: el fundador de la parte espaola de la isla es el propio Cristbal Coln, el cual la descubri y coloniz. Despus de haber alcanzado con Ovando y Fuenleal breve esplendor, la colonia decay para siempre bajo el restrictivo y suspicaz sistema poltico espaol, el cual la aisl del comercio del mundo, dejndola a merced de los piratas, hasta que tras larga y gloriosa peroinfecundaresistenciacontralacrecienteocupacinfrancesa,sirviderefugioalos franceses despus de la cesin de la isla a stos. Permanecieron los franceses en la antigua parte Espaola bajo el mando del General Ferrand hasta 1809, en que Juan Snchez Ramrez reincorpor dicha parte a Espaa. El 1 de diciembre de 1821 fue proclamada por primera vez la independencia por Jos Nez de Cceres; pero pocas semanas despus el nuevo Estado cay inerme bajo la soberana haitiana. En 1844 Francisco del Rosario Snchez proclam de nuevo la independencia, la cual se sostuvo en pie de guerra contra Hait hasta que, cansado de la lucha, el General Pedro Santana, imitador de Juan Snchez Ramrez, lo incorpor de nuevo a Espaa el 18 de marzo de 1861. Mas, convencida sta de que los dominicanos no deseaban la anexin, se retir el 11 de julio de 1865, dejando en la Historia un ejemplo digno de imitacin. Proclamada por tercera vez la Repblica Dominicana, desde el 16 de agosto de 1863, comparte hoy con Hait, como se ha dicho al comenzar, el seoro de la isla, invocando para la delimitacin de las fronteras, el antiguo tratado de Aranjuez, cuyos lmites dejaron de ser coloniales para convertirse en soberanos el 1 de diciembre de 1821, fecha de nuestra primera independencia. Qu valor tiene, desde el punto de vista del Derecho Pblico mo-derno, este pequeo Estado dominicano que tantas veces ha declarado y afrmado con las armas su voluntad de ser independiente?*Tesis sustentada en la Universidad de Santo Domingo para el Doctorado en Derecho. Publicada en folleto, S. D., 1916.COLECCIN PENSAMIENTO DOMINICANO|VOLUMEN V|HISTORIA41El pasEl Estado dominicano ocupa un territorio insular. Nada ms favorable que las islas para la formacin de los Estados. Basta citar a Grecia. Y entre las islas del mundo la situacin de la de Santo Domingo es envidiable. Pare