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389 INTRODUCCIÓN Si bien partimos del supuesto que la violencia doméstica está presente en todas las clases sociales, se pretende realizar un análisis territorial donde nos atrevemos a plantear posibles recorridos de las víctimas según las clases sociales de pertenencia. Aunque los debates respecto al concep- to de clase social son amplios, coincidimos con Benería (1992, p. 25) en distinguir dos grandes grupos “… los autores que conside- ran la ubicación común del individuo en el proceso de producción como factor esen- cial para la definición de clase, y aquellos otros que destacan las dimensiones cultu- rales e históricas de la formación de clases”. Las mujeres como colectivo de análisis espacial, no deben ser consideradas como un grupo homogéneo, sino que las diferen- tes apropiaciones que hombres y mujeres hacen del espacio también están moldea- das por otras categorías como la de clase social, etnia, edades, etc., lo que genera una mayor complejidad de los análisis te- rritoriales de género. Existirán de esta forma dos categorías de análisis: género, que define las construc- ciones sociales, culturales y las relaciones de poder que marcan históricamente la subordinación de la mujer; y, otra catego- ría que redefinirá al colectivo de mujeres por la clase social a la que pertenezcan, re significando su apropiación del espacio geográfico, su condición de mujeres, y las relaciones entre las mismas mujeres. En este aspecto, pretendemos explicar el problema de la violencia de género a través de la expresión territorial de las clases so- ciales en la ciudad Tandil; intentando iden- tificar una doble victimización, de género y de clase; donde el problema es transversal a todas las mujeres, independientemente de su clase social; pero al mismo tiempo los recursos económicos y la clase social a la que pertenezcan las víctimas, provoca que sólo las clases más desfavorecidas ha- gan visible el problema territorialmente. En el presente trabajo se destaca un cir- cuito que se hace visible en oficinas públicas de la ciudad y un circuito espacial que pare- ciera oculto. Según Lan (2010, p. 76) se de- nomina circuito espacial de la violencia do- méstica haciendo alusión “al entramado de lugares públicos o privados, por donde cir- culan las personas en busca de ayuda para encontrar respuestas a su padecimiento”. Consideramos como base de nuestra investigación, al espacio geográfico como producto de un proceso histórico-social. Tomaremos el concepto de espacio geo- gráfico aportado por el geógrafo brasileño Milton Santos (2000): el espacio geográfico como un conjunto in- disoluble de sistemas de objetos y sistemas de acciones” producidos por la sociedad en un momento histórico dado. “Sistemas de objetos y sistemas de acciones interactúan. Por un lado, los sistemas de objetos condi- cionan la forma en que se dan las acciones y, por otro lado, el sistema de acciones lleva a la creación de objetos nuevos o se reali- za sobre objetos preexistentes. Así, el espa- cio encuentra su dinámica y se transforma (Santos, 2000,p. 55). Se utilizaron técnicas cualitativas y cuantitativas en un trabajo de campo que consideró los años 2007-2008 desde donde se tomó registro en las diferentes oficinas locales; y se realizaron entrevistas en pro- Violencia doméstica, clases sociales y circuitos espaciales María Magdalena López Pons

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IntroduccIón

Si bien partimos del supuesto que la violencia doméstica está presente en todas las clases sociales, se pretende realizar un análisis territorial donde nos atrevemos a plantear posibles recorridos de las víctimas según las clases sociales de pertenencia.

Aunque los debates respecto al concep-to de clase social son amplios, coincidimos con Benería (1992, p. 25) en distinguir dos grandes grupos “… los autores que conside-ran la ubicación común del individuo en el proceso de producción como factor esen-cial para la definición de clase, y aquellos otros que destacan las dimensiones cultu-rales e históricas de la formación de clases”.

Las mujeres como colectivo de análisis espacial, no deben ser consideradas como un grupo homogéneo, sino que las diferen-tes apropiaciones que hombres y mujeres hacen del espacio también están moldea-das por otras categorías como la de clase social, etnia, edades, etc., lo que genera una mayor complejidad de los análisis te-rritoriales de género.

Existirán de esta forma dos categorías de análisis: género, que define las construc-ciones sociales, culturales y las relaciones de poder que marcan históricamente la subordinación de la mujer; y, otra catego-ría que redefinirá al colectivo de mujeres por la clase social a la que pertenezcan, re significando su apropiación del espacio geográfico, su condición de mujeres, y las relaciones entre las mismas mujeres.

En este aspecto, pretendemos explicar el problema de la violencia de género a través de la expresión territorial de las clases so-ciales en la ciudad Tandil; intentando iden-

tificar una doble victimización, de género y de clase; donde el problema es transversal a todas las mujeres, independientemente de su clase social; pero al mismo tiempo los recursos económicos y la clase social a la que pertenezcan las víctimas, provoca que sólo las clases más desfavorecidas ha-gan visible el problema territorialmente.

En el presente trabajo se destaca un cir-cuito que se hace visible en oficinas públicas de la ciudad y un circuito espacial que pare-ciera oculto. Según Lan (2010, p. 76) se de-nomina circuito espacial de la violencia do-méstica haciendo alusión “al entramado de lugares públicos o privados, por donde cir-culan las personas en busca de ayuda para encontrar respuestas a su padecimiento”.

Consideramos como base de nuestra investigación, al espacio geográfico como producto de un proceso histórico-social. Tomaremos el concepto de espacio geo-gráfico aportado por el geógrafo brasileño Milton Santos (2000):

el espacio geográfico como un conjunto in-disoluble de sistemas de objetos y sistemas de acciones” producidos por la sociedad en un momento histórico dado. “Sistemas de objetos y sistemas de acciones interactúan. Por un lado, los sistemas de objetos condi-cionan la forma en que se dan las acciones y, por otro lado, el sistema de acciones lleva a la creación de objetos nuevos o se reali-za sobre objetos preexistentes. Así, el espa-cio encuentra su dinámica y se transforma (Santos, 2000,p. 55).

Se utilizaron técnicas cualitativas y cuantitativas en un trabajo de campo que consideró los años 2007-2008 desde donde se tomó registro en las diferentes oficinas locales; y se realizaron entrevistas en pro-

Violencia doméstica, clases sociales y circuitos espaciales

María Magdalena López Pons

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fundidad[1] a informantes clave que atien-den el problema de la violencia doméstica en la ciudad, logrando tener acceso a las principales características del problema en el territorio[2].En el presente trabajo, la vio-lencia doméstica será abordada a través de los aglomerados urbanos de segregación (Linares, 2008, p. 117)[3] como una forma de iden-tificación con las clases sociales y el espacio geográfico de pertenencia, brindando una primera aproximación de este problema espacial en la ciudad de Tandil y dejando al descubierto un entramado de preguntas factibles para continuar la investigación.

cIrcuItos esPacIales de la vIolencIa do-méstIca[4]

La violencia doméstica es un problema de género que está presente en todas las clases sociales, sin embargo, esta transver-salidad de clases, no implica que las vícti-mas no se puedan manifestar diferencial-mente en el recorrido que realizan en busca de ayuda, de acuerdo con los recursos eco-nómicos de los que dispongan.

De esta forma, se van dibujando circui-

[1] Estas últimas se extendieron al año 2009.[2] Para mayores detalles sobre la metodología utilizada: López Pons Ma. Magdalena (2014) “Género y territorio: aspec-tos metodológicos de una experiencia de investigación”; Terceras Jornadas Nacionales de Investigación y Docencia en Geografía Argentina- Novenas Jornadas de Investigación y Extensión del Centro de Investigaciones Geográficas- Geografía: el desafío de construir territorios de inclusión.López Pons, Ma. Magdalena (2014) “Discusiones metodológicas en torno a una experiencia de investigación geográfica con pers-pectiva de género”; en II Jornada de discusión:“Historia, mujeres y archivos. Un debate con perspectiva presente futuro.”Tandil, 25 y 26 de septiembre de 2014.[3] “El análisis de la matriz de especificidad por aglomerados urbanos, nos posibilita visualizar las coexistencias de tendencias sociales distintas, a veces contradictorias, tendencias que se reflejan en la apropiación y uso desigual del espacio urbano.” (Linares, 2008, p. 116).[4] Para mayores detalles sobre los registros de datos y entrevis-tas realizadas consultar: López Pons, Ma. Magdalena (2012) “Violencia de género y terri-torio: Análisis espacial de la violencia doméstica en la ciudad de Tandil a comienzos del siglo XXI”; tesis de Maestría en Ciencias Sociales, orientación Desarrollo Regional- Facultad de Ciencias Humanas- Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Fecha de Defensa de la tesis: Diciembre 2012.

tos espaciales de la violencia de género en la ciudad, a través del recorrido que rea-lizan las víctimas por las instituciones de ayuda, que dejan al descubierto diferentes expresiones espaciales de acuerdo con las clases sociales y los territorios de la ciudad a los que pertenecen las víctimas:

… aquellas mujeres pobres que se animan a denunciar, comienzan a formar parte de un circuito espacial visible compuesto por hos-pitales, casas de residencias transitorias, co-misarías, etc., que le dan una impronta de toma de conciencia a la problemática, no siendo de la misma manera para mujeres de clases sociales acomodadas, que son las que pueden pagar a lo largo de su peregrinar a servicios privados, transformado las diversas manifestaciones de violencia en un circuito espacial oculto (Lan, 2010, p. 74).

La violencia doméstica, como una de las formas que toma la violencia de género, es transversal a la clase social de las víctimas; sin embargo, la apropiación espacial que realizan cuando las victimas salen de sus hogares en busca de ayuda, presenta dife-rencias notables de acuerdo a los recursos económicos que posean, y al lugar o barrio al cual pertenezcan. Así, podemos distin-guir “circuitos espaciales de la violencia do-méstica en clases sociales desfavorecidas” (Gráfico 1 y Mapa 1); y si consideramos la violencia doméstica transversal a las clases sociales, “circuitos espaciales de la violen-cia doméstica en clases sociales medias y altas” (Mapa 2) que permanecen ocul-tos, visibilizándose solo una parte de ellos cuando las víctimas deciden denunciar.

cIrcuIto esPacIal de la vIolencIa domés-tIca en clases socIales desfavorecIdas.

Los circuitos espaciales de la violencia doméstica en clases sociales desfavoreci-das (Gráfico 1), se hacen visibles cuando las víctimas salen del ámbito privado en busca de ayuda. De acuerdo con las entre-vistas y registros a los que tuvimos acceso, los lugares a los que recurren con más fre-

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cuencia en primera instancia (y en general en situaciones críticas) son los centros co-munitarios, centros de salud barriales o el hospital Municipal Ramón Santamarina (donde las trabajadoras sociales de las di-ferentes instituciones suelen derivarlas a la Secretaría de Desarrollo Social); también, frecuentan los hogares de familiares, ami-gos o vecinos. Este es sólo el comienzo de un largo peregrinar para tratar de resolver un problema que se gesta en el seno de nuestras sociedades: la violencia de género, y específicamente la violencia doméstica[5].

Las víctimas de violencia doméstica sin recursos económicos deben tratar de con-seguir ayuda gratuita a través de las institu-ciones estatales, las que recorren una y otra vez para intentar solucionar el problema. El primer lugar institucional al que frecuente-mente llegan las víctimas es la Secretaría de Desarrollo Social, allí, además de asesora-miento pueden encontrar alojamiento y re-cursos básicos para ellas y sus hijos. Pero esta instancia suele repetirse en varias opor-tunidades hasta que las víctimas deciden denunciar (y a veces nunca lo hacen) a sus agresores. Su hogar y la Secretaría de Desa-rrollo Social es el primer sub circuito que se repite, a veces durante muchos meses hasta denunciar o salir del círculo de la violencia.

Desde el año 2008 las denuncias se pue-den realizar en la Comisaría de la Mujer y la Familia, lugar destinado específicamente para estos casos, aquí también las víctimas sin recursos económicos suelen buscar ase-soramiento, siendo en algunas oportunida-des el primer lugar donde acuden. Cuando se necesitan recursos económicos como alojamiento, alimentos, ropa, etc., se las deriva o se solicita colaboración a la Secre-taría de Desarrollo Social (única institución

[5] Los gráficos y mapas que representan los recorridos de las víctimas son una abstracción de la realidad, que tiene por obje-to visibilizar los recorridos que realizan las víctimas con menos recursos; sin embargo, estos recorridos pueden variar en intensi-dad y características según los casos particulares.

de la ciudad que cuenta con posibilidades económicas para resolver estas necesida-des[6]). Pareciera, considerando las entre-vistas realizadas, que para las víctimas de violencia doméstica de clases sociales más desfavorecidas el primer lugar de consulta, es la Secretaría de Desarrollo Social

El circuito espacial de la violencia do-méstica de sectores desfavorecidos, pare-ce no terminar acá. La decisión de realizar denuncias y comenzar un proceso legal en general, es el último de los recorridos que han realizado por la gran mayoría de los organismos de la ciudad en busca de ayuda económica o asesoramiento. Este último recorrido para las víctimas de menos re-cursos, implica muchas veces solicitar una representación legal gratuita.

Este circuito (de acuerdo con los lugares consultados) visibiliza los espacios de mayor vulnerabilidad de la ciudad, asociados con el aglomerado urbano de exclusión (Mapa 1):

… el aglomerado urbano de exclusión denota los mayores valores en todos los indicadores de riesgo social, destacándose la fragilidad vinculada a la calidad de los materiales de las viviendas (0.40), delincuencia juvenil (0.19), falta de acceso a centros deportivos (0.94) y hogares numerosos (0.54). Claramente se observa la existencia de procesos de exclu-sión estructurales y coyunturales en forma convergente… Además, es el aglomerado que mayor nivel de desocupación presenta (0.51), lo cual, consecuentemente, impacta en altos valores en los indicadores referidos a ausencia de cobertura de obra social (0.66) y, capacidad de subsistencia (0.48)… (Lina-res, 2008, p. 117);

y con el aglomerado urbano de integración precaria. En el aglomerado urbano de integra-ción precaria:

… decrecen algunos de los procesos más ex-tremos de exclusión social vinculados a la precaria condición de los materiales de la vivienda (0.06), hogares numerosos (0.24), acceso a espacios recreativos (0.11), des-ocupación (0.32), cobertura de obra social

[6] Al momento de desarrollo de las entrevistas 2007, 2008 y 2009.

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(0.30), capacidad de subsistencia (0.31) mostrando valores promedio y/o inferiores a la situación general de Tandil. Por otro lado, siguen sosteniendo algunas caracte-rísticas de inestabilidad referente a las si-tuaciones de accesibilidad a centros depor-tivos (0.85), delincuencia juvenil (0.13), y bajo nivel de instrucción del jefe de familia (0.51) (Linares, 2008, p. 118).

El Mapa 1 nos indica, a través de las fle-chas rojas y pese a ser una abstracción de la realidad, algunos de los recorridos que realizan las víctimas (según registros de ofi-cinas públicas y entrevistas realizadas). El circuito espacial incluye las instituciones de la ciudad que atienden el problema de la violencia doméstica. Es importante conside-ran que estos recorridos se repiten en varias situaciones y que los lugares más visibles en las instituciones públicas coinciden con los aglomerados urbanos de segregación (Linares,

2008, p. 117) asociados con las clases so-ciales más desfavorecidas (exclusión e inte-gración precaria). El Mapa 1 es sólo un es-bozo del posible recorrido en clases sociales desfavorecidas, ya que existen lugares en el circuito espacial relacionados a casas de fa-miliares y amigos u otro tipo de lugares que al corresponder a experiencias individuales no pueden generalizarse y espacializarse, paralelamente muchas de las víctimas reco-rren sólo algunos de estos subcircuitos.

El circuito espacial de la violencia do-méstica en clases sociales desfavorecidas es perceptible en los lugares de atención pública y en los registros que estas insti-tuciones realizan, aquí son más visibles las víctimas pertenecientes a los territorios asociados a los aglomerados urbanos de exclusión e integración precaria.

Gráfico 1. Circuito espacial de la violencia doméstica en clases sociales desfavorecidas

Fuente: elaboración en base a entrevistas y lugares visitados

Circuito Espacial de la Violencia Doméstica

Subcircuitos de la violencia do-méstica que las victimas recorren

en reiteradas ocasiones paralelamente al circuito de la violencia doméstica

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Violencia doméstica, clases sociales y circuitos espaciales

Mapa 1. Circuito espacial de la violencia doméstica en clases sociales desfavorecidas

Fuente: elaboración en base a entrevistas y lugares visitados

suBcIrcuItos esPacIales de la vIolencIa doméstIca

El circuito espacial que realizan las víc-timas de clases sociales más desfavoreci-das comprende recorridos por las mismas instituciones en repetidas ocasiones donde buscan asesoramiento y recursos económi-cos para salir del problema; que denomi-naremos subcircuitos espaciales de la vio-lencia doméstica.

Cabría preguntarnos si, ¿las víctimas de menores recursos tienen mayores dificulta-des para poder salir del círculo de violen-cia? o si, ¿este riesgo se presenta por igual en todas las clases sociales pero sólo es vi-sible en las clases sociales desfavorecidas?

Consideramos como subcircuitos espaciales de la violencia doméstica a aquellos limitados recorridos que se transitan en reiteradas oportunidades dentro del circuito espacial de la violencia. Conforman subcircuitos es-paciales los recorridos que las mujeres víc-timas transitan desde sus hogares a la Se-cretaría de Desarrollo Social, situación que se repite en reiteradas oportunidades (de

acuerdo con las entrevistas realizadas) en las víctimas que carecen de recursos para poder salir del problema. Este subcircuito es-pacial de la violencia doméstica se repite aun-que se siga avanzando dentro del circuito espacial, ya que es el único lugar que dispo-ne de ayuda económica para hacerse cargo del alojamiento y los alimentos.

El segundo subcircuito que se confor-ma dentro del circuito espacial de la violencia en clases sociales desfavorecidas, es el transi-tar de las víctimas entre la Comisaría de la Mujer y la Familia (lugar donde no sólo se denuncia sino donde se puede conseguir asesoramiento a través del equipo inter-disciplinario) y el Tribunal de Familia. Este subcircuito lo realizan las mujeres que han decidido iniciar un proceso legal.

cIrcuIto esPacIal de la vIolencIa domés-tIca en clases socIales medIas y altas

Las mujeres de clases sociales medias y altas, son menos visibles en los registros de las oficinas públicas que las víctimas de violencia doméstica de clases más desfavo-

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recidas. Los barrios más favorecidos de la ciudad sólo suelen aparecer en los registros de la Comisaría de la Mujer y la Familia como parte las gestiones previas a la de-nuncia de la problemática en el Tribunal de Familia. Las víctimas de clases sociales fa-vorecidas según los registros obtenidos, en muy escasas situaciones, suelen consultar en instituciones que brinden ayuda econó-mica y asesoramiento gratuito; y cuando lo hacen (de acuerdo a las entrevistas realiza-das) no mantienen las consultas. Situación opuesta a las víctimas de clases desfavore-cidas que son visibles en las oficinas públi-cas donde queda registros de los lugares que suelen recorrer.

Considerando que la violencia doméstica es transversal a la clase social, posiblemen-te exista un circuito espacial oculto que no considere oficinas públicas, haciéndose visi-ble el recorrido cuando deciden denunciar o tratar el problema en el Tribunal de Familia.

El circuito espacial de las víctimas de violencia doméstica de clases sociales más favorecidas, de acuerdo a las entrevistas realizadas, se visibiliza en el Tribunal de Familia, ocasionalmente la Comisaria de la Mujer y la Familia; y en muy pocas si-tuaciones en la Secretaría de Desarrollo Social. Este recorrido mucho más reducido (de acuerdo con los registros de oficinas públicas) no las exime de la violencia que muchas veces se ve agravada por los este-reotipos culturales, sociales y económicos; ni de realizar otros circuitos que permane-cen ocultos a registros estatales[7].

En la mayoría de las oportunidades las mujeres víctimas de clases sociales más fa-vorecidas cuentan con recursos económicos que les permiten evitar algunas instituciones estatales; siendo visibles sólo cuando deci-den denunciar o iniciar un proceso legal.

El Mapa 2 representa una abstracción

[7] Suponemos, que tal vez existan circuitos que quedan ocultos en el ámbito privado, como hogares familiares o de amigos, así como espacios de consultas profesionales.

del circuito espacial de las víctimas de vio-lencia doméstica provenientes de los ba-rrios de clases sociales medias y altas (aglo-merados urbanos de integración plena[8] y zona Sur-Este del aglomerado rururbano de integración[9]), destacando el recorrido visible al momento de decidir denunciar o iniciar un proceso legal.

Un mismo problema de género (la vio-lencia doméstica) espacialmente presenta diferentes apropiaciones de clase social, producto de circuitos espaciales diferencia-les entre las clases más desfavorecidas de la ciudad y las clases favorecidas. Las clases sociales más vulnerables económicamen-te son las visibles del circuito espacial de la violencia doméstica (en oficinas públicas); mientras que las víctimas de clases medias y altas que padecen el problema quedan ocul-tas de los principales registros estatales.

El problema de la violencia doméstica no suele ser visible en los barrios más favo-recidos de la ciudad (aglomerados urbanos de integración plena y zona Sur-Este del aglomerado rururbano de integración); en este aspecto, cabría preguntarnos si: ¿no existe violencia doméstica en estos barrios porque las mujeres tienen más recursos económicos y pueden salir más rápidamen-te del problema? o si ¿la violencia domés-tica existe pero permanece oculta porque las víctimas realizan otros recorridos por

[8] “… el denominado aglomerado urbano de integración plena, agrupa a aquellos hogares y personas sin dificultades de acceder a los medios que facilitan la participación en los intercambios pro-ductivos (tierra, trabajo, capacitación entre otros), a su vez parti-cipan activamente en las redes sociales y actividades comunitarias e institucionales, ejercen plenamente los derechos de ciudadanía básicos y disponen de los equipamientos de uso colectivo impres-cindible para el normal funcionamiento de la estructura social. Así lo demuestran los valores más bajos en todos los factores de riesgo seleccionados, muy inferiores al comportamiento prome-dio de Tandil en general” (Linares, 2008, p. 118-119).[9] Este aglomerado ha sido caracterizado por S. Linares (2008: 118) como territorios transicionales “… la población que allí re-side (con cierto grado de autonomía territorial) por renunciar a cierta dotación de servicios e infraestructura urbana (dificultad de acceso a espacios recreativos urbanos 0,80 y condición crítica de la vivienda 0,22) en post de la cercanía al espacio rural, la na-turaleza, la tranquilidad (delincuencia juvenil 0,0) y así aumentar su calidad de vida”.

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instituciones no estatales en las cuales no queda registro público?, ¿Si existe un cir-cuito espacial oculto será porque los recur-sos económicos y los estereotipos sociales

y de clase ayudan a ocultarlo?. Y si ¿la visi-bilidad de las víctimas en las instituciones estatales está dada por la imposibilidad de conseguir otros recursos?

Mapa 2. Circuito espacial de la violencia doméstica en clases sociales medias y altas

Fuente: elaboración en base a entrevistas y lugares visitados

Ideas fInales

La violencia doméstica es un problema generado en nuestras sociedades por cons-trucciones de género, y como tales pueden ser modificadas.

En Argentina, la violencia de género se expresa con mayor frecuencia a través de la violencia doméstica o familiar y aunque existen casos en todas las clases sociales, los espacios de mayor vulnerabilidad eco-nómica suelen visibilizar el problema.

Sumado a ello, existe una reducida can-tidad de registros de datos de denuncias o tratamientos de este problema, que en general no son continuos, y colaboran con mantener oculta esta realidad.

Los recorridos por oficinas públicas para tratar la violencia doméstica en la ciu-dad de Tandil se visibilizan en los barrios pertenecientes a los aglomerados exclusión

social e integración precaria vinculados a la desocupación, reducida capacidad de sub-sistencia, ausencia de cobertura de salud, hogares numerosos, falta de acceso a cen-tros deportivo, delincuencia juvenil y fragili-dad vinculada a la calidad de los materiales de la vivienda[10]. Son barrios identificados con las clases sociales más desfavorecidas de la ciudad que visibilizan el problema de la violencia doméstica por medio del regis-tro en los lugares públicos que frecuentan en busca de ayuda.Las mujeres víctimas de violencia doméstica pobres dejan al descu-bierto un recorrido reiterado por oficinas públicas; el circuito espacial de la violencia do-méstica en clases sociales desfavorecidas.

Los barrios vinculados con el aglomera-do urbano de integración plena, propios de las

[10] Características generales de los aglomerados de exclusión e integración precaria, en Linares (2008, p. 117-118)

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clases sociales favorecidas, no visibilizan (o lo hacen con las menores intensidades) el problema, y en estos sectores de la sociedad, sólo se reconoce el problema de la violencia

doméstica en las últimas instancias del largo recorrido que realizan las víctimas de clases sociales desfavorecidas, generando circuitos espaciales paralelos y diferentes.

BIBlIografía

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