vidarte, paco deconstrucción derrida

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8/4/2014 Derrida en castellano - Paco Vidarte - Deconstrucción: Derrida http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/derrida_paco-vidarte.htm 1/9 Derrida en castellano Nietzsche Heidegger Principal En francés Textos Comentarios Restos Fotos Cronología Bibliografía Links Deconstrucción: Derrida Paco Vidarte En Filosofías del siglo xx. Capítulo 9: Filosofías de la diferencia, Madrid, Síntesis, 2005, pp. 258- 266. De los que hemos bautizado como filósofos de la diferencia, es Jacques Derrida (1930-2004), por un lado, el que más claramente comienza con el influjo de la fenomenología y Heidegger (siempre bajo el manto de Nietzsche y Freud), y, por otro, el que (habiendo sobrevivido a los otros) más tarde explicita las consecuencias éticas y políticas de su filosofía (en buena medida en un diálogo inicial con Lévinas y, más tarde, haciéndose cargo de la herencia de Marx cuando todos lo habían dado por bien muerto y bien enterrado, una vez caído el muro de Berlín). La diferencia encuentra en él, por demás, una radicalidad que los anteriores habían apuntado, pero no consumado (bien entendido que no pretendemos establecer una continuidad, pues los planteamientos de los tres son, como no podría ser de otra manera, claramente diferentes). La voz y el fenómeno (1967) marca el inicio de inspiración fenomenológica, pero siempre más allá de ella: Derrida subraya cómo el intento de Husserl se centraba en obviar el lenguaje y cualquier otra mediación en busca de la manifestación pura de la conciencia pura y la comunicación perfectamente biunívoca de ésta con el mundo. Pero el lenguaje se resiste. La representación (como en Deleuze), la presencia pura de la conciencia a sí misma o del sentido (el mundo o el mundo del sentido), es un mito largamente elaborado por la tradición metafísica occidental, una tradición logofonofalocéntrica: es decir, una tradición que, desde la obsesión por la claridad del logos se hace ontoteológica, desde la obsesión por la voz, como supuesta manifestación directa del concepto y lo universal, desprecia la escritura en cuanto suplemento, y desde la obsesión por lo fálico configura unas relaciones jerárquicas que se extienden a todas las esferas del poder y del saber. La estrategia de la filosofía debe ser, por tanto, esquiva y oblicua, si quiere no dejarse llevar por miles de años de logocentrismo. Ante todo ha de ser una estrategia escrita, extendiendo el texto hasta no poder saturar el contexto, y cerrando así, por tanto, la posibilidad de cerrar un sentido propio de las

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Un estudio acerca de la diferencia, concepto de Derrida.

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  • 8/4/2014 Derrida en castellano - Paco Vidarte - Deconstruccin: Derrida

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    Derrida en castellano NietzscheHeideggerPrincipal En francs Textos Comentarios Restos Fotos Cronologa Bibliografa Links

    Deconstruccin: Derrida

    Paco Vidarte

    En Filosofas del siglo xx. Captulo9: Filosofas de la diferencia,Madrid, Sntesis, 2005, pp. 258-266.

    De los que hemos bautizado comofilsofos de la diferencia, es JacquesDerrida (1930-2004), por un lado, elque ms claramente comienza con elinflujo de la fenomenologa yHeidegger (siempre bajo el manto deNietzsche y Freud), y, por otro, el que(habiendo sobrevivido a los otros)ms tarde explicita las consecuenciasticas y polticas de su filosofa (enbuena medida en un dilogo inicialcon Lvinas y, ms tarde, hacindosecargo de la herencia de Marx cuando

    todos lo haban dado por bien muerto y bien enterrado, una vez cadoel muro de Berln). La diferencia encuentra en l, por dems, unaradicalidad que los anteriores haban apuntado, pero no consumado(bien entendido que no pretendemos establecer una continuidad, pueslos planteamientos de los tres son, como no podra ser de otramanera, claramente diferentes).

    La voz y el fenmeno (1967) marca el inicio de inspiracinfenomenolgica, pero siempre ms all de ella: Derrida subraya cmoel intento de Husserl se centraba en obviar el lenguaje y cualquierotra mediacin en busca de la manifestacin pura de la concienciapura y la comunicacin perfectamente biunvoca de sta con elmundo. Pero el lenguaje se resiste. La representacin (como enDeleuze), la presencia pura de la conciencia a s misma o del sentido(el mundo o el mundo del sentido), es un mito largamente elaboradopor la tradicin metafsica occidental, una tradicinlogofonofalocntrica: es decir, una tradicin que, desde la obsesinpor la claridad del logos se hace ontoteolgica, desde la obsesin porla voz, como supuesta manifestacin directa del concepto y louniversal, desprecia la escritura en cuanto suplemento, y desde laobsesin por lo flico configura unas relaciones jerrquicas que seextienden a todas las esferas del poder y del saber.

    La estrategia de la filosofa debe ser, por tanto, esquiva yoblicua, si quiere no dejarse llevar por miles de aos delogocentrismo. Ante todo ha de ser una estrategia escrita,extendiendo el texto hasta no poder saturar el contexto, y cerrandoas, por tanto, la posibilidad de cerrar un sentido propio de las

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    expresiones recurriendo, como en buena parte de la hermenutica, acontextos clarificantes. Hay, por tanto, una extensin del sentido, consignificado y significante a la vez, inaprensible por la cual slo cabenavegar, una extensin plagada de semillas preadas de sugerenciasnunca cerradas ni agotadas, sin orden ni estructura, es decir, unadiseminacin. Semillas que, por dems, remiten siempre a algodistinto de s y proceden de algo distinto, es decir, huellas de huellassin origen, trazas de trazas sin meta; pues una vez ms, como enDeleuze, no hay por fin sentidos originarios ni definitivos.

    El juego de las diferencias supone, en efecto, sntesis yremisiones que prohben que en ningn momento, en ningn sentido,un elemento simple est presente en s mismo y no remita ms que as mismo. Ya sea en el orden del discurso hablado o del discursoescrito, ningn elemento puede funcionar como signo sin remitir aotro elemento que l mismo tampoco est simplemente presente. Esteencadenamiento hace que cada elemento fonema o grafema seconstituya a partir de la traza que han dejado en l otros elementos dela cadena o del sistema. Este encadenamiento, este tejido, es el textoque slo se produce en la transformacin de otro texto. No hay nada,ni en los elementos ni en el sistema, simplemente presente o ausente.No hay, de parte a parte, ms que diferencias y trazas de trazas(Derrida, Posiciones: 35-36).

    No es el sentido una sustancia ni una totalidad abarcable niinabarcable; es una diseminacin discontinua en espacio y en tiempo,la propia diferencia genera ese espacio y ese tiempo. Este ltimoaspecto aleja a Derrida definitivamente de Heidegger, si bien aceptade l la tarea de bucear en sentidos olvidados o esquivados a lo largode la tradicin metafsica, en una tarea de Destruktion o Abbau queencontrar, sin embargo, en Derrida, como resultado de la herencia deNietzsche, un carcter positivo, creativo, afirmativo. Algo as es, dehecho, lo que se ha dado en llamar deconstruccin, estrategia y nomtodo, pues de lo primero que pretende escapar es de la lgica, laregulacin, la normativa, la jerarqua, e incluso el principio y el fin quevendran marcados por un objetivo y un resultado.

    Deconstruccin que pone en duda la presencia a s mismo delsentido en una metafsica del presente y la presencia, unaontoteologa obsesionada por esconder lo que olvida o no es capaz deasumir o dar: "No hay problemtica del don sino a partir de unaproblemtica consecuente de la huella y del texto. Jams puedehaberla a partir de una metafsica del presente, ni siquiera del signo,del significante, del significado o del valor" (Derrida, 1995a: 101). Esametafsica se haba intentado borrar a s misma, hacerse obvia,evidente, transparente como una mitologa blanca que se hace pasarpor lgica y nica:

    La metafsica mitologa blanca que rene y refleja la culturade Occidente: el hombre blanco toma su propia mitologa, laindoeuropea, su logos, es decir, el mythos de su idioma, por la formauniversal de lo que todava debe querer llamar la Razn. [...]

    Mitologa blanca la metafsica ha borrado en s misma laescena fabulosa que la ha producido y que sigue siendo, no obstante,activa, inquieta, inscrita en tinta blanca, dibujo invisible y cubierto enel palimpsesto (Derrida, Mrgenes de la filosofa: 253).

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    Sin objetivo ni resultado, pues, no es la deconstruccin unatarea realizada por un sujeto, una forma de anlisis ni un mtodo. Laescritura, el texto o lo que quiera que haya en ellos (un cierto elloneutro e indefinible) contienen la deconstruccin en s mismos, no almodo de la contencin de sentidos posibles y delimitables (al modohermtico), sino precisamente en la apertura a sentidos imposibles.Ello se deconstruye a s mismo, la deconstruccin es (si se le puedeponer ese predicado) un movimiento, una traduccin, unatransgresin, iniciados desde Platn mismo. Estrategia y movimientoque, como los procedimientos de la arqueologa foucaultiana o elesquizoanlisis deleuziano, no remiten ms que a s mismos, es decir,encuentran en su propio hacerse su valor y su capacidad si la hayteraputica y emancipadora.

    La deconstruccin, por tanto, se ejerce como una operacintextual (y omitimos conscientemente un catlogo de procedimientosque puedan considerarse "deconstructivos", lo cual sera uncontrasentido pues la negacin ms palmaria de la deconstruccinsera reducirla a un repertorio de reglas de lectura o escritura oanlisis, y no es lugar ni siquiera para analizar en profundidad algunastcnicas usuales en Derrida), bien entendido que todo es texto. Y,como todo es texto y no hay contexto, los mrgenes, los marcos,incluso el supuesto orden del discurso del cual hablaba Foucault,quedan comprenidos dentro del texto y de la operacin. Lejos deFoucault, no hay un afuera irrebasable e inaccesible, pues losintersticios, las aporas, las discontinuidades, las fallas... estn en eltexto mismo, y en ellos se detiene la deconstruccin para devolversentidos olvidados, mostrar otros caminos, subrayar la borradura delsignificante aplastado, hacer estallar la interpretacin y mostrar lainagotabilidad de las traducciones posibles, as como su estrictaimposibilidad. En esto han desembocado la hermenutica, elestructuralismo o la bsqueda de sentido heideggeriana: en unaoperacin que, valiente como exige Nietzsche, se sabe inconclusa,siempre en marcha, metfora tras metfora y traduccin trastraduccin, sin sentidos propios ni originarios, sin estructuras fijas,con una diferencia que opera sobre la significacin hasta el punto deimposibilitar la distincin entre significante, sentido y significado:

    Leer en un concepto la historia escondida de una metfora, esprivilegiar la diacrona, a costa del sistema, y apostar sobre estaconcepcin simbolista del lenguaje que hemos destacado de paso: laligadura del significante al significado ha debido ser y seguir siendo,aunque enterrada, una ligadura de necesidad natural, de participacinanalgica, de parecido. La metfora siempre ha sido definida como eltropo del parecido; no, simplemente, entre un significante y unsignificado, sino ya entre dos signos, de los cuales uno designa al otro(Derrida, Mrgenes de la filosofa: 253).

    Esa diferencia que opera en la escritura misma es la que hahecho explotar Derrida hasta resultar indomable con el trminodiffrance. La diffrance es la carga de profundidad que Derrida lanzacontra la metafsica de la presencia. A la vez diferencia espacial ytemporal, algo en el texto imposibilita que se cierre su sentido en suremisin a otros signos, y aplaza por tanto en el tiempoindefinidamente su interpretacin. Algo que slo ocurre en el texto(pues la oralidad lo quiere olvidar), y de ah la marca legible, visiblepero impronunciable de esa "a" francesa en una palabra donde el

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    francs ordinario escribe una "e". Esa diferencia hace que todo resulteincomprensible e inaprensible, quedando ella misma como tal, dehecho. La diffrance disemina, difiere, espacia y temporaliza (no sesomete a las coordenadas espacio-temporales las genera, las pautasin regla): es decir, escribe, motor de escritura. La diffrance solicita opone en cuestin a la lgica misma, impide creerse la dualidad de losconceptos, impide, como en Deleuze, someterse a una lgica binariaque es producto, y no condicin, del sentido (una especie deautolimitacin que habr a su vez que deconstruir). Y remite ladiffrance siempre a restos incalculados (la restancia es laimposibilidad de detenerse), a cenizas que siempre quedan parareclamar atencin, y provoca, por dems, que todas las precaucionesen la operacin textual sean pocas y convenga siempre, conscientesen lo posible de que la deconstruccin nunca acaba y el sentido nuncase establece, mantener, una vez ms con Nietzsche, la reserva de unquiz:

    Lo que llega llegar quiz, pues no se debe estar segurojams, ya que se trata de un llegar, pero lo que llega sera tambin elquiz mismo, la experiencia inaudita, completamente nueva, del quiz.Inaudita, completamente nueva, la experiencia misma que ningnmetafsico se habra atrevido todava a pensar.

    Pero el pensamiento del "quiz" involucra quiz el nicopensamiento posible del acontecimiento. De la amistad por venir y dela amistad para el porvenir. Pues para amar la amistad no basta consaber llevar al otro en el duelo, hay que amar el porvenir. Y no haycategora ms justa para el porvenir que la del "quiz". Talpensamiento conjuga la amistad, el porvenir y el quiz para abrirse ala venida de lo que viene, es decir, necesariamente bajo el rgimen deun posible cuya posibilitacin debe triunfar sobre lo imposible. Puesun posible que sera solamente posible (no imposible), un posiblesegura y ciertamente posible, de antemano accesible, sera un malposible, un posible sin porvenir, un posible ya dejado de lado, cabedecir, afianzado en la vida. Sera un programa o una causalidad, undesarrollo, un desplegarse sin acontecimiento (Derrida, Polticas de laamistad: 46).

    Sometida, pues, a la reserva de un quiz (forma de dejarabierto lo que de hecho est abierto), sin intentar comprender, pues"comprender quiere decir tambin neutralizar" (Derrida, 1998b: 13), ladeconstruccin, con las decisiones que en ella se toman, enfrenta laapora en una tarea imposible; pero es que lo posible es demasiadopoco, lo posible ya est previsto y por tanto de alguna forma ya dado;slo hay acontecimiento que merezca ese nombre si es unacontecimiento esperado pero sorprendente, esperado peroimprevisto, un acontecimiento sin sustancia ni presencia slida (comola venida del espectro), esto es, un acontecimiento imposible: Loimposible es lo nico que puede ocurrir. Al recordar a menudorespecto de la deconstruccin que es imposible o lo imposible, y queno era un mtodo, ni una doctrina, ni una meta-filosofa especulativa,sino lo que ocurre, me fiaba de ese mismo pensamiento. No hayporvenir ni relacin con la venida del acontecimiento sin experienciadel quiz (Derrida, La Universidad sin condicin: 72-73).

    De la apora y la imposibilidad con las que topa (y de las quelogra hacerse cargo) la deconstruccin dan buena prueba los

  • 8/4/2014 Derrida en castellano - Paco Vidarte - Deconstruccin: Derrida

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    indecidibles. Se trata de trminos cuyo anlisis muestra suimposibilidad misma, su imposible cerramiento; trminos que empujaninmediatamente en direccin contraria en el momento en que unocree haberse instalado en uno de sus polos. De este tipo resultan serescritura, diffrance, huella, acontecimiento..., pero tambin justicia,hospitalidad, democracia incluso, o la misma idea de deconstruccin.Pero, por lo mismo, estas palabras se constituyen en la clave de ladeconstruccin misma, y es que cualquier texto es indecidible. Losindecidibles desempean la funcin esencial de dejar abierta lapuerta en la lectura y la escritura: contra la lgica binaria tradicional,y especialmente contra la dialctica hegeliana que intenta subsumirlotodo, neutralizarlo todo, Derrida explica que los indecidibles actancomo unidades de simulacro, falsas propiedades verbales, nominaleso semnticas, que ya no se dejan apresar en la oposicin filosfica(binaria) y que, sin embargo, la habitan, resisten a ella, ladesorganizan pero sin constituir jams un tercer trmino, sin dar lugarjams a una solucin al estilo de la dialctica (Derrida, Posiciones,58).

    Si bien la actividad poltica de Jacques Derrida se habamantenido siempre, las implicaciones tico-polticas comienzan aextenderse por sus textos especialmente desde los aos noventa,pudiendo sealar como clave el xito de la obra Espectros de Marx,de 1993. Si la deconstruccin es una tarea imposible, sin duda laextraccin programtica de una poltica a partir de ella tambin loser. Ha de ser, pues, una poltica abierta al acontecimiento, que seatreva a vivir sin reglas, sin aplicar un programa previsto que hagatodo previsible, una poltica (im)posible ms all de la poltica cifradaen una actitud que es la manifestacin poltica misma. Ladeconstruccin es la justicia, de hecho, como afirmaprovocadoramente Derrida: la actividad misma del deconstruir buscahacer justicia all donde la justicia es imposible, donde nunca tendrlugar porque ser siempre irreductible (diferente, una vez en espacio ytiempo, y generando ambos) a un estado de cosas determinado, a unprograma determinado, o a un estado de conciencia satisfecho yclausurado (cfr. Derrida, Fuerza de ley).

    En la cuestin tico-poltica hace aparicin una vez ms elsujeto, pero un sujeto desfondado que est siempre en busca de smismo, en modo alguno a la manera autista del cogito, sino (enconversacin esta vez con Lvinas) con respecto a un otro anterior am mismo, que me pregunta y me llama antes de que yo pueda pensaren responder, y siempre ante la mirada de un tercero que abre lapuerta a una comunidad tan imposible como insolentemente activa,cercana, actuante:

    La amistad por excelencia slo puede ser humana, pero sobretodo, y por eso mismo, para el hombre slo hay pensamiento en lamedida en que ste es pensamiento del otro y pensamiento del otrocomo pensamiento de lo mortal. En la misma lgica, slo haypensamiento, slo hay ser pensante, en la amistad, al menos si es queel pensamiento debe ser pensamiento del otro. El pensamiento, en lamedida en que debe ser pensamiento del otro y eso es lo que debeser para el hombre no puede darse sin la phila.

    Traducido en la lgica de un cogito humano y finito, eso da lafrmula: pienso, luego pienso al otro; pienso, luego la posibilidad de

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    la amistad se aloja en el movimiento de mi pensamiento en cuantoque requiere, reclama, desea al otro, la necesidad del otro, la causadel otro en el corazn del cogito. Traducida en la lgica de un cogitodivino, del cogito de este dios: pienso, luego me pienso y me basto am mismo, no hay (necesidad de) amigo, etc. Oh, amigos (vosotros,hombres), para m no hay amigo. As hablara un dios as, si llegase ahablar (Derrida, Polticas de la amistad: 252).

    El desbordamiento del sujeto se produce gracias a ese otro (oesos otros) que exceden siempre nuestra capacidad de respuesta;respuesta, por dems, tan inevitable como imposible (uno empiezasiempre por responder) all donde resulto ser tan responsable (capazde respuesta) como irresponsable, en la apora de una decisinimposible de la cual me saca sin embargo la urgencia de la decisin.Precisamente de un homenaje a Lvinas entresacamos estas bellas yesclarecedoras palabras:

    Cmo or ese silencio? Y quin puede orlo? Parece dictarmeesto: el mandato formal de la deduccin sigue siendo irrecusable, y noaguarda ms de lo que pueda hacerlo el tercero o la justicia. La ticaprescribe una poltica y un derecho, esta dependencia y la direccinde esa derivacin incondicional son tan irreversibles comoincondicionales. Pero el contenido poltico o jurdico de esta maneraasignado permanece por el contrario, indeterminado, siempre pordeterminar, ms all del saber y de cualquier presentacin, de todoconcepto y de toda intuicin posibles, singularmente en la palabra y laresponsabilidad asumidas por cada cual, en cada situacin, y a partirde un anlisis cada vez nico nico e infinito, nico pero a prioriexpuesto a la substitucin, nica y, sin embargo, general, interminableno obstante la urgencia de la decisin. Y es que el anlisis de uncontexto y de las motivaciones polticas nunca tiene fin, dado queincluye en su clculo un pasado y un porvenir sin lmite. Comosiempre, la decisin permanece heterognea al clculo, al saber, a laciencia y a la conciencia que, empero, la condicionan. El silencio delque estamos hablando, el silencio hacia el que alargamos el odo, esel entretiempo elemental y decisivo, el entretiempo instantneo de ladecisin, el entretiempo que desquicia el tiempo y lo pone fuera degoznes (out of joint), en la anacrona y el contratiempo. [...] Aquelsilencio es, pues adems, el de una palabra dada. Da la palabra, es eldon de la palabra. Esa no-respuesta condiciona mi responsabilidad,all donde soy el nico que debe responder. Sin el silencio, sin el hiato,que no es ausencia de reglas sino necesidad de un salto en elmomento de la decisin tica, jurdica o poltica, no tendramos msque desarrollar el saber en un programa de accin. Nada suprimirams la responsabilidad y sera ms, totalitario (Derrida, Adis aEmanuel Lvinas: 146-148).

    Porque si bien ninguna deconstruccin parar nunca en unarespuesta definitiva en un clculo finito [ninguna respuesta, ningunaresponsabilidad abolir jams el quiz (Derrida, Polticas de laamistad: 57)], la urgencia provocar siempre una decisin (tica opoltica) a la vez deducida y no deducible de un razonamiento o unaactitud previa, a la vez responsable e irresponsable, por tanto. Demodo que:

    Me atrevera a sugerir que [...] la responsabilidad, si la hay, nohabr empezado jams sin la experiencia de la apora. Cuando la va

  • 8/4/2014 Derrida en castellano - Paco Vidarte - Deconstruccin: Derrida

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    de paso est dada, cuando por adelantado un saber posibilita elcamino, la decisin est ya tomada, lo que es tanto como decir que nohay ninguna que tomar: irresponsabilidad, buena conciencia,aplicacin de un programa. [...] La condicin de posibilidad de estacosa, la responsabilidad, es una cierta experiencia de la posibilidad delo imposible: la prueba de la apora a partir de la cual inventar la nicainvencin posible, la invencin imposible (Derrida, El otro cabo: 43).

    Esta poltica es, y quiz es su mayor aportacin a una nuevamanera de entender lo poltico, una poltica sin sujeto. Es inclusopoltica porque va ms all del sujeto cerrado y previsible moderno:

    La decisin produce acontecimiento, ciertamente, peroneutraliza tambin ese sobrevenir que debe sorprender tanto lalibertad como la voluntad de todo sujeto, que debe sorprender en unapalabra la subjetividad misma del sujeto, afectarlo all donde el sujetoest expuesto [...]. Sin duda la subjetividad de un sujeto, ya, no decidenunca sobre nada: su identidad consigo y su permanencia calculablehacen de toda decisin un accidente que deja al sujeto indiferente.Una teora del sujeto es incapaz de dar cuenta de la menor decisin.[...]

    La decisin pasiva, condicin del acontecimiento, es siempreen m, estructuralmente, otra decisin, una decisin desgarradoracomo decisin del otro. Del otro absoluto en m, del otro como loabsoluto que decide de m en m. Absolutamente singular en principio,segn su concepto ms tradicional, la decisin no es slo siempreexcepcional, hace excepcin de m. En m. Decido, me decido, ysoberanamente, esto querra decir: lo otro de m, el otro-yo como otroy otro de m, hace o hago excepcin de lo mismo. Norma supuesta detoda decisin, esta excepcin normal no exonera de ningunaresponsabilidad (Derrida, Polticas de la amistad: 86-87).

    Siempre desde esta perspectiva, ha abordado y aborda Derridaaspectos socio-polticos concretos y actuales como la hospitalidadante las migraciones, el porvenir de la democracia o de Europa, elpapel de la universidad y las humanidades o la cuestin de lasoberana. Constata, en todos los terrenos, la inadecuacininsoslayable (fruto del eterno juego de la diffrance) entre unaexigencia infinita (por ejemplo, la hospitalidad, o es infinita, o no esDerrida, Adis a Emanuel Lvinas: 69) y una efectividad concreta,realizable, siempre perfectible, que hace y produce paso a paso loimposible siempre sorprendentemente y siempre de formainsatisfactoria (prohibiendo toda buena conciencia).

    La democracia, v. gr., nos introduce en la bsqueda de unacomunidad de amigos casi imposible pero necesaria, una comunidadlejana al clculo de las mayoras, abierta a una hospitalidad absolutade la cual nunca sabr dar cuenta el derecho, una democracia msall de toda economa y por tanto inadecuada siempre en s misma;pues no cabe democracia sin respeto a la singularidad o a laalteridad irreductible, pero no cabe democracia sin comunidad deamigos, sin clculo de las mayoras, sin sujetos identificables,estabilizables, representables e iguales entre ellos. Estas dos leyesson irreductibles la una a la otra. Trgicamente irreconciliables y parasiempre ofensivas. La ofensa misma se abre con la necesidad de tenerque contar uno a sus amigos, de contar a los otros, en la economa de

  • 8/4/2014 Derrida en castellano - Paco Vidarte - Deconstruccin: Derrida

    http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/derrida_paco-vidarte.htm 8/9

    los suyos, all donde cualquier otro es completamente otro. Pero alldonde cualquier otro es igualmente cualquier otro. Ms grave que unacontradiccin, la disyuncin de estas dos leyes lleva consigo parasiempre el deseo poltico. Lleva consigo tambin la ocasin y elporvenir de una democracia a la que amenaza constantemente deruina y a la que mantiene sin embargo en vida, como la vida misma,en el corazn de su virtud dividida, la inadecuacin en ella misma(Derrida, Polticas de la amistad: 40).

    Y, lejos de lo que pueda parecer, esta actitud poltica no esten absoluto separada de la deconstruccin que describamos enprrafos anteriores, sino que es una puesta en prctica ms de lamisma: pues se trata con esta actitud de desmontar absolutos, colarseentre las grietas del monolitismo logocntrico y hacer posible latransgresin (como Foucault, como Deleuze) con una estrategiadotada de su propio valor, realmente actuante en una poltica otra:

    (No hay desconstruccin sin democracia, no hay democraciasin desconstruccin. Se conserva este derecho para marcarestratgicamente algo que no es ya asunto de estrategia: el lmiteentre lo condicional (los bordes del contexto y del concepto queencierran la prctica efectiva de la democracia y la alimentan en elsuelo y la sangre) y lo incondicional que, desde el punto de partida,habr inscrito una fuerza autodesconstructiva en el motivo mismo dela democracia, la posibilidad y el deber para la democracia dedelimitar-se ella misma. La democracia es el autos de la auto-delimitacin desconstructiva. De-limitacin no slo en nombre de unaidea regulativa y de una perfectibilidad indefinida, sino cada vez en laurgencia singular de un aqu y ahora (Derrida, Polticas de la amistad:128).

    Esa urgencia, la imprevisibilidad del acontecimiento, la rupturade la lgica misma y el desfondamiento (sin prdida, carencia o culpa)de la ontologa tradicional se condensan en la aparicin del espectro.Una aparicin que disloca el tiempo, que nos enfrenta a lo imposible yante lo cual debemos responder o estamos ya respondiendo. Laespectralidad, la virtualidad en la que vivimos, genera una lgica quecondensa la deconstruccin de la tradicin logocntrica, una lgica enla cual reaparecen (como el espectro mismo sin aparecer del todo) lahuella, el juego de ausencia/presencia, el darse y no darse a la vez delo inaprensible, el resto, la ceniza, pero tambin la memoria y el dueloinacabado. El espectro es lo nuevo que se repite, la re-aparicin sinsustancia, lo que pasa, acontece, resiste y nos asedia con unainsistencia, con una urgencia, que abre lugar (khora) a una poltica. Setrata tambin, de hecho, de los espectros que recorran Europa y querescata Derrida en Espectros de Marx para, ante su asedio, recuperarel talante crtico y desideologizador del marxismo (siendo tan marxistacomo no marxista) intentando conjurar (sin conjuro y sin acabar nuncala tarea) esos otros espectros que recorren Europa y el mundo hoy.

    Esos espectros resisten y nos hacen resistir en una actitudcombativa y abierta, disconforme e incmoda (ms-que-crtica, gustade decir Derrida, alejndose de un posmodernismo ingenuo),transgresora:

    La deconstruccin (no me siento en absoluto incmodo pordecirlo e incluso por reivindicarlo) tiene su lugar privilegiado dentro de

  • 8/4/2014 Derrida en castellano - Paco Vidarte - Deconstruccin: Derrida

    http://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/derrida_paco-vidarte.htm 9/9

    la universidad y de las Humanidades como lugar de resistenciairredenta e incluso, analgicamente, como una especie de principio dedesobediencia civil, incluso de disidencia en nombre de una leysuperior y de una justicia del pensamiento (Derrida, La universidad sincondicin: 19).

    En uno de sus ms bellos y breves ensayos, Passions, sitaDerrida la responsabilidad ms all del deber, deconstruyendo a Kant.No es posible actuar por deber, como no se puede ser gentil por debero amable por deber porque entonces ya no se es ni gentil ni amable.El deber anula la responsabilidad hacindola deducible de unprograma absoluto, l s nico responsable. La responsabilidad estdonde la decisin no est previamente tomada, donde la decisin esuna decisin irresponsable. En un espacio que permita decirlo todo, alcual llama Derrida democracia o literatura (pues se implicanmutuamente), slo cabe dar testimonio de esta irresponsabilidadresponsable que decide sin saber y sin certidumbre.

    Y, segn las ltimas palabras de este ensayo, voil qui reste,selon moi, la solitude absolue dune passion sans martyre (Derrida,Pasiones: 71).

    [Nota de los autores: Corrigiendo las pruebas de este libro,recibimos la imposible comunicacin de la muerte de Jacques Derrida.Se nos viene a la memoria el libro en el que se reunan los textos quel mismo escribi con ocasin de la muerte de algunos amigos suyos ydonde subraya Derrida que cada muerte supone el fin del mundo en sutotalidad, no de un mundo, sino cada vez del mundo como totalidadnica, irreemplazable e infinita. Y concluye su prlogo con esta frasede Celan que no dejaba de inquiertarle, como tambin ahora anosotros: Die Welt ist fort; ich muss dich tragen/El mundo se haido; te tengo que portar].

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